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NOVENA AL DIVINO NIÑO JESÚS

Sexto día de la Novena


Por la señal de la Santa Cruz...
Acto de Contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor. Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me
pesa de todo corazón porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a
pecar, y confío en que por Tu infinita misericordia y por los méritos de tu Santa Infancia, me has de
conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS DE LA NOVENA
¡Oh Divino Niño Jesús! Confiando en tu infinita misericordia y bondad, quiero hacer esta novena para
presentarte con sencillez mis necesidades espirituales y materiales.
Cuando vivías entre los hombres, conversabas con tu Padre Celestial, en actitud confiada de
adoración, alabanza, gratitud y petición. Así quiero que sea mi oración, especialmente en estos días
de la novena.
Tú eres nuestro intercesor ante el Padre; Tú pediste por las necesidades de los hombres. Hoy te
presento mis propias necesidades. Me acojo también a la intercesión de María, Madre tuya y también
mi madre, para que, como Ella, me des fortaleza para aceptar y hacer siempre tu voluntad. Amén.
CONSIDERACIÓN PARA CADA DÍA:
DÍA SEXTO:
SUMISIÓN DEL NIÑO JESÚS A LA VOLUNTAD DEL PADRE CELESTIAL
Del Evangelio según san Juan:
"Jesús, tomando la palabra, les decía: «En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por
su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo.
Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que él hace. Y le mostrará obras aún mayores que
estas, para que os asombréis. Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así
también el Hijo da la vida a los que quiere". Palabra del Señor.
El Niño Jesús no tuvo jamás otro anhelo que el de cumplir la voluntad de Dios su Padre; a Él ofreció el
sacrificio de su corazón, rendido en todo a sus órdenes, y el sacrificio fue cumplido perfectamente
hasta exhalar, por obediencia, el último aliento sobre la cruz.
El Niño Jesús llamaba su alimento la obediencia a la voluntad del que lo había enviado.
¡Oh amabilísimo Niño Jesús, que eres la santidad y la bondad misma! Te amo, y quiero
constantemente estar unido a Ti. Deseo con todo mi corazón que tu santísima voluntad se cumpla en
mí, en todos los instantes de mi vida. Amén. Padrenuestro, avemaría, Gloria
OREMOS
Haz Señor,
que sepamos reconocer la divinidad de tu Hijo
en la humildad de su Encarnación,
y confesar su omnipotencia
en la debilidad de su infancia,
para que, siguiéndolo con sencillez de corazón,
acojamos como niños tu Reino,
y consigamos el premio prometido a los humildes.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que por ser Dios, vive y reina contigo,
en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.
Gozos
Dulce Jesús mío,
mi niño adorado
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Ven hermoso Niño,


ven Dios humanado!
¡Luce, hermosa estrella!
¡Brota, flor del campo!
¡Ven, que ya María
previene sus brazos,
do su niño vean,
en tiempo cercanos!

¡Ven, que ya José,


con anhelo sacro,
se dispone a hacerse
de tu amor sagrario!

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS


Acuérdate, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras
para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los meritos
de mi infancia y nada te será negado”. Lleno de confianza en Ti, ¡oh Jesús!, que eres la misma
verdad, vengo a presentarte mis necesidades.
Ayúdame a llevar una auténtica vida cristiana, para conseguir una eternidad feliz. Por los méritos
infinitos de tu encarnación y de tu infancia, concédeme la gracia que te estoy pidiendo (aquí se
expresa el favor que se quiere alcanzar). Me entrego a ti, oh Niño Omnipotente, seguro de que
escucharás mi súplica y me fortalecerás en la esperanza. Amén.

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