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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES


Facultad de Psicología

Tesis de licenciatura

SEVERANCE
La responsabilidad del sujeto ante la dicotomía
mente presa, cuerpo en libertad

Tesista: Evangelina E. Reynoso (DNI 29.460.363)


Tutor: Lic. Nazareno Guerra (DNI 30.137.796)

Segundo cuatrimestre – 2022


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ÍNDICE

RESUMEN………………………………..…………………………………………………...3
INTRODUCCIÓN……………………………………….……………..….………………….4
METODOLOGÍA……………………………………………………….…………………….5
1. Diseño de investigación y método de análisis…………….……………………….5
2. Objetivos …………………..…………………………….…...……...…………….5
MARCO TEÓRICO……………………………………………………………....…………...7
1. El sujeto dividido………………………………….………….……...…………….7
2. El inconsciente………………………………………..……………………………8
3. El sujeto efecto de la estructura del lenguaje…………………………………….11
4. El Gran Otro……………………………..………………………....…………….11
5. La intervención en análisis………………..…………….………...……………...13
6. Los cambios de posicionamientos, sujeto pasivo, sujeto activo………………….15
ESTADO DEL ARTE……………………………………………………………..…..……..18
1. El lugar que ocupa el sujeto………………………….……………..…………….18
2. Inconsciente y el saber………………………………….………………..……….18
3. El efecto sujeto cuando hay estructura del lenguaje….…………………..………19
4. El gran Otro, los nombres del padre………………………..……………...……..20
5. Alienación, separación, elección…………………………….……………..…….21
DESARROLLO………………………………………………………………….…….…….23
1. Severance……………………………………...…………...……………………..23
2. Lumon Industries…………………………………….……………………...……23
3. “Déjenme salir” (Helly R)………………………………………...………….…..24
4. El Gran Otro en Lumon……………………………………………...….……..…26
5. Tiempo extra de contingencia…………………………………...…….………....28
6. Un aparente final puede ser un comienzo…………………..……….……………29
CONCLUSIÓN…………………………………………………………….………….……..30
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS………………………………………….……………32
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RESUMEN

El siguiente trabajo corresponde a la Tesis de Licenciatura de la Facultad de Psicología de la


Universidad de Buenos Aires y emerge a raíz del interés que despierta articular un material
audiovisual con nociones concernientes a la clínica psicoanalítica. Los interrogantes a partir
del cual se inicia el presente trabajo surgen en el marco de la Práctica de Investigación: “Cine
y subjetividad: el método clínico analítico de lectura de películas y series televisivas” a cargo
del profesor Michel Fariña. Se seleccionó como herramienta de análisis la serie televisiva
Severance (Dan Erickson, 2022-) para abordar la temática sobre la responsabilidad del sujeto
ante la dicotomía mente presa, cuerpo en libertad.
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INTRODUCCIÓN

En el presente escrito se propone realizar una lectura de la serie Severance


(Dan Erickson, 2022-) para abordar la temática sobre la responsabilidad del sujeto
consciente e inconsciente ante la dicotomía mente presa, cuerpo en libertad.
Para plantear esta problemática nos valdremos de los aportes del psicoanálisis y del
método clínico-analítico de lectura de films y series televisivas.
Luego de trabajar sobre el argumento de la serie y los diversos interrogantes que la
misma trae a escena, el desarrollo girara en torno a la teorización acerca de cómo una decisión
consciente puede ser aprehendida por determinaciones inconscientes. Se analizará en la
narrativa de la obra, ficcionada en aquella “separación”, como el creador nos podría estar
presentando una metáfora de aquel saber no sabido en la neurosis y que a partir
de ciertas intervenciones en análisis algo de ese saber no sabido
es pasible de emerger en el discurso de los analizantes.
El foco del trabajo iluminará lo concerniente a los efectos subjetivos consecuencias del
inconsciente por sobre las determinaciones conscientes de los sujetos.
El interés surge a partir de investigar desde un abordaje psicoanalítico cuáles serían
los alcances del determinismo del lenguaje y de las coordenadas libidinales y singulares. En
ese sentido, se abrirán una serie de preguntas vinculadas a esclarecer si existe o no algún tipo
de libertad respecto al condicionamiento del Otro de la palabra sobre el psiquismo, y qué
posibilidad de movilidad y elección presentaría el sujeto respecto a las marcas que tiñeron su
historia. Por tanto, el presente trabajo se orientará a investigar las relaciones entre el sujeto que
el psicoanálisis pretende estudiar y la noción de libertad electiva, desde la perspectiva de la
teoría psicoanalítica.
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METODOLOGÍA

1. Diseño de investigación y método de análisis

Para la confección del presente trabajo se utilizó la metodología de tipo cualitativa,


donde a partir de los recursos fílmicos y el análisis mediante el método clínico analítico de
lectura de películas y series televisivas tendremos la oportunidad de lograr un acercamiento a
innumerables temas de interés para la psicología. Esto permite utilizarla como herramienta
sumamente útil a la hora de intentar explorar y ampliar el campo teórico.
Cambra Badii (2018) dice “Resulta interesante en función de comprender cómo la
imagen proyectada se sirve de determinados recursos técnico-estilísticos para el desarrollo de
una historia, o para producir distintas reacciones en el espectador” (p, 3). En este mismo
artículo Cambra agrega, Michel Fariña propone esta innovación metodológica en la
articulación entre cine y psicología considerando que el análisis debe estar circunscrito a los
personajes y al relato del film, y resaltando el valor del detalle leído como una singularidad en
situación, y la posibilidad de establecer una conjetura o hipótesis clínica al respecto. (p.8).
Para examinar diversos aspectos se partió de una pregunta central y en base a ésta se
establecieron objetivos.

2.Objetivos

Objetivo general:

 El objetivo principal de la presente tesis será analizar la relación del sujeto del psicoanálisis
con la noción de libertad electiva y cómo una decisión consciente del sujeto puede ser
aprehendida por determinaciones inconscientes.

Objetivos específicos:

 Investigar la noción de responsabilidad subjetiva desde la óptica psicoanalítica,


sirviéndonos de los aportes de Freud y Lacan para el análisis de las acciones realizadas por
parte los cuatro personajes principales que tomamos a partir de la serie televisiva Severance
(2022 -).
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 Indagar acerca del carácter electivo del sujeto del psicoanálisis, sirviéndonos de diversos
recortes de la serie seleccionada con el fin de fundamentar una coherencia sobre los
supuestos argumentados.
 Considerar las conceptualizaciones sobre las operaciones de alienación y separación
vinculadas con el inconsciente a partir de la metáfora de división planteada en la narrativa
de la obra analizada.
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MARCO TEÓRICO

1.El sujeto dividido


Para dar inicio al presente trabajo resulta indispensable precisar el concepto de sujeto
en el campo del psicoanálisis, sujeto con el que se intentará relacionar la noción de libertad
electiva.
La noción de Sujeto no forma parte del vocabulario teórico de Freud. Es Lacan quien incorpora
este vocablo en el campo del psicoanálisis. Lacan en el Seminario 2 le concederá a Freud el
nacimiento de la concepción del sujeto que el psicoanálisis inauguró, adjudicando a la obra
freudiana el siguiente impacto:
(...) irrumpe una nueva perspectiva que revoluciona el mundo de la subjetividad y
muestra, precisamente, que el sujeto no se confunde con el individuo (…) Freud nos
dice: el sujeto no es su inteligencia, no está sobre el mismo eje, es excéntrico. El sujeto
como tal, fundado en tanto que sujeto, es otra cosa y no un organismo que se adapta.
Es otra cosa, y para quien sabe oírla, toda su conducta habla desde otra parte. (Lacan,
1954/5, p.19).
Dicha dilucidación que Lacan le computa a Freud podría rastrearse transversalmente a
lo largo de toda la obra freudiana, en la cual el sujeto que el psicoanálisis estudia aparece
permanentemente carente de unificación y estructurado ya sea por diferentes estratos psíquicos
como por pulsiones de carácter diverso. Si bien es basta, extensa y mutante la teorización de
Freud respecto a la estructuración del aparato psíquico, se podría introducir a modo de ejemplo
de lo antedicho lo que plantea el autor en “El yo y el ello”, escrito que data de los años 1923-
1925. Allí Freud habla de los distintos vasallajes que asedian al yo con sus respectivas
exigencias (el ello, el superyó y la realidad), y ubica el nacimiento de la neurosis y la psicosis
a partir del conflicto entre dichas instancias que aparecerían contrapuestas. Asimismo, en ese
mismo texto, se encarga de conceptualizar la constitución del aparato psíquico en términos de
distinción entre diferentes instancias: consciente, preconsciente e inconsciente. Propone llamar
“a la esencia que parte del sistema P y que es primero prcc, y , en cambio (…) a lo otro psíquico
en que aquel se continúa y que se comporta como icc.” (Freud, 1923, p. 25). Tanto en dichas
conceptualizaciones introducidas como en otros momentos de los desarrollos freudianos se
trasluce entonces una constante apelación a un sujeto que se ubica más allá de la totalización
yoica, idea que como herida narcisista funda la concepción de un individuo que no es amo de
sí mismo, sino que se ve influido por procesos anímicos inconscientes que exceden la vida
anímica consciente. Posteriormente, y ya con Lacan, podremos hablar del sujeto que el
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psicoanálisis aborda como aquel que inherentemente se encuentra dividido por la estructura del
lenguaje, por fuera de toda posibilidad de unificación que se le pretenda asignar. En la clase
XII del Seminario 6 dirá Lacan:
(…) que, en el ser humano, no hay ninguna posibilidad de acceder a esta experiencia de
totalidad; que el ser humano está dividido, desgarrado, y que ningún análisis le restituye
esta totalidad porque, precisamente, otra cosa es introducida en su dialéctica, que es,
justamente aquella que nosotros intentamos articular, y que nos es literalmente
impuesta por la experiencia y, en primer lugar, por el hecho de que el ser humano, en
todo caso, no puede considerarse, en último término, nada más que como un ser en el
que falta algo, un ser ya sea macho o hembra castrado (Lacan, 1959, p. 84).

2.El inconsciente
A lo largo de su obra, Freud conceptualiza el aparato psíquico en dos tópicas, que no
se excluyen entre sí. La primera es formulada a la altura de La interpretación de los sueños,
publicado en 1900, que retoma ideas ya postuladas en el Proyecto de Psicología de 1985. El
maestro vienés sugiere imaginarnos el instrumento de que se valen las operaciones del alma
como un aparato o algo similar, precisa de un modelo que funcione como una máquina cuyo
motor será el deseo inconsciente, pero sin relación con la neurología de la que comienza a
separarse. De esta manera Freud propone un aparato psíquico como un instrumento compuesto
por instancias o sistemas, a cada uno de los cuales le son atribuidas operaciones singulares y
una orientación espacial –no en el sentido físico sino secuencial- constante. Esta última supone
una dirección del aparato, puesto que “toda nuestra actividad psíquica parte de estímulos
(internos o externos) y termina en inervaciones” (Freud, 1901, p.530). Su fin es evitar la
acumulación de excitación, acorde a lo que formulará como el principio de nirvana. Así el
aparato se caracteriza por un polo sensorial y uno motor, donde concluye la actividad psíquica.
En el polo motor sitúa la instancia del preconsciente –Prcc-, donde los procesos de excitación
que lo habitan pueden ulteriormente alcanzar la conciencia si se cumplen ciertas condiciones,
y es el sistema que posee acceso a la motilidad voluntaria. Atrás del Prcc, Freud sitúa el sistema
inconsciente –Icc-, caracterizado por no tener acceso a la conciencia si no es por vía del
preconsciente, a través del cual sufrirá modificaciones para llegar a la conciencia. Entre los
sistemas Icc y Prcc sitúa la censura como una pantalla entre ambos. El sistema Icc se caracteriza
por poseer energía móvil y el Prcc, ligada. Destaca que lo inconsciente no es sólo el negativo
de lo consciente. Ya está presente la concepción de que lo inconsciente descriptivo no coincide
plenamente con el punto de vista tópico: lo inconsciente existe como no susceptible de
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conciencia en el sistema Icc y como capaz de llegar a la conciencia en el Prcc. Quince años
más tarde, Freud profundiza sus descripciones del inconsciente en sus trabajos sobre
metapsicología, en particular en el artículo Lo inconsciente y La represión. Para Freud es
insostenible que todo cuanto sucede dentro de la vida anímica sea notorio para la conciencia.
Afirma que “en sanos y en enfermos aparecen a menudo actos psíquicos cuya explicación
presupone otros actos de los que, empero, la conciencia no es testigo.” (Freud, 1915, p.163).
Retomando las elaboraciones de 1900 en torno a la multivocidad de lo inconsciente, propone
que la condición de una representación de ser inconsciente, en sentido descriptivo, no basta
para caracterizar al inconsciente como sistema (según el punto de vista tópico). A su vez,
agrega el punto de vista económico, que versa sobre las magnitudes de las investiduras y sus
destinos. Profundiza el proceso de la represión, sosteniendo que es posible gracias a que en el
origen del aparto psíquico se produce una represión primordial que funda la separación entre
la actividad consciente e inconsciente. Sostiene que este proceso “consiste en que a la agencia
representante psíquica (…) de la pulsión se le deniega la admisión en lo consciente” (Freud,
1915, p.143). Luego la represión propiamente dicha se efectúa sobre itinerarios de
pensamientos que se han asociado a la agencia representante reprimida. Lo reprimido
primordial ejerce una fuerza de atracción sobre las representaciones con las que pueda ponerse
en conexión. La represión es entonces un proceso que se cumple sobre representaciones, en la
frontera entre el sistema Icc y Prcc, donde se encuentra la censura. Pero es preciso distinguir
lo que interviene junto a la representación, es decir, aquello que representa a la pulsión y que
Freud denomina monto de afecto. Esta descomposición es necesaria puesto que dicho afecto
sufrirá un destino de represión diferente del de la representación. Se trata de quitarle a la
representación su investidura -o monto de afecto- lo que le permite el paso de un sistema a otro.
Luego define las propiedades del sistema Icc, para reforzar la idea de que el inconsciente no es
el mero negativo de la conciencia, o la falta de la cualidad de ésta. Ellas son, una movilidad
mayor de las intensidades de investidura que permiten el proceso de desplazamiento y
condensación (ya descriptos en La interpretación de los sueños); la ausencia de contradicción
entre representaciones o mociones pulsionales; la inexistencia de duda o certeza dentro del
inconsciente; la atemporalidad de los procesos dentro del sistema y la carencia de un
miramiento por la realidad, estando los procesos del Icc sometidos al principio del placer.
En Más allá del principio del placer, sostiene que el núcleo del yo es inconsciente y
propone “sustituir así una terminología meramente descriptiva por una sistemática” (Freud,
1920, p.19). Pero será en El yo y el ello donde profundizará esta concepción afirmando “Hemos
hallado en el yo mismo algo que es también inconsciente, que se comporta exactamente como
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lo reprimido” (Freud, 1923, p.19). Desarrolla así una segunda tópica, que no sustituye a la
anterior, sino que la complementa, formada por tres instancias: yo, ello y superyó. De esta
manera, propone llamar yo “a la esencia que parte del sistema P y que es primero prcc, y ‘ello’,
en cambio, (…) a lo otro psíquico en que aquel se continua y que se comporta como icc” (Freud,
1923, p.25), siendo a su vez la sede de las pulsiones.
Lacan se sirve de la lingüística para fundamentar su concepción del inconsciente. En el
seminario, libro 11, menciona que esta disciplina permitirá asegurarnos que el término
inconsciente encierra algo “calificable, accesible y objetivable” (1964, p.28), a diferencia de
las concepciones dinámicas que más bien hacían del inconsciente un término opaco. Sostiene
que el status del inconsciente es brindado por la estructura del lenguaje. Esta estructura está
compuesta de significantes que organizan las relaciones humanas de un modo inaugural, antes
de toda formación del sujeto. Es de notar que de los cuatro conceptos fundamentales que se
desarrollan en este seminario, los primeros dos sean el inconsciente y la repetición. Función
de la causa en lugar del dinamismo. Para conceptualizar el origen del inconsciente propone la
función de la causa, que permite dar cuenta de cierta hiancia característica de aquél.
De esta manera, concebirá al sujeto del inconsciente como efecto del lenguaje,
fundamentado en la ley de significante y su efecto reversivo de cierre; el inconsciente se
produce a partir y como efecto de la discontinuidad, es decir en la articulación de dos
significantes: el S2 será el que en apres-coup, y el que haga existir al S1, y en esta combinatoria
al inconsciente lacaniano. Por este motivo, el aparato psíquico propuesto por Freud no tendrá
lugar en el fundamento conceptual lacaniano - desde el paradigma del significante - ya que no
se trata de nociones espaciales sino de apertura y cierre. Es importante comprender la relación
que se establece entre el efecto del lenguaje y la vinculación previa del significante - ya
enunciado - en relación a su estructura.
La causa es el S1, y es el primer significante que permite representar al sujeto, sin él no
habría ningún sujeto en lo real, - dice Lacan - no obstante, por sí solo no representa nada sino
para otro significante.
Por lo tanto, el estatuto que le otorga Lacan a el inconsciente se diferencia
absolutamente de la psicología del yo y de la psicoterapia, puesto que su dimensión ética es un
lazo que se establece en transferencia.
Entonces para el psicoanalista francés el núcleo del inconsciente no estaría compuesto
por una cadena de pensamientos ni por agencias representantes de pulsión, sino que se trataría
de un significante –o varios- con propiedades particulares al resto de la batería de significantes
que componen la estructura. Para Lacan el significante reprimido primordialmente no es igual
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al resto de la batería significante. Basándose en la lógica de conjuntos, el S¹ (significante


primordial) permanece ajeno a las leyes que rigen sobre los elementos del conjunto, el S¹
introduce y sostiene la ley del significante –lo determinante de la cadena. A su vez, el S¹ estaría
fuera de lo imaginario y de lo simbólico, en un registro donde “la identidad de sí a sí está
aislada de toda cualidad” (Lacan, 1974, pag.58), a diferencia del resto de los significantes que
adquieren valor por su oposición a los otros.

3.El sujeto efecto de la estructura del lenguaje


Siguiendo a Muñoz (2013) en su artículo “El sujeto del psicoanálisis, entre libertad y
determinación”, el autor plantea que en los Escritos 2 y los Seminarios 9 y 12 Lacan
hace especial énfasis en determinado estatuto de sujeto:
Pone acento en el sujeto como efecto de la estructura del lenguaje, lo formula
lingüísticamente: ‘el significante es lo que representa a un sujeto para otro significante’,
enfatizando la función del significante y sus consecuencias: ‘por donde él determina,
singularmente, al sujeto por arrojarle a cada instante los efectos mismos del discurso”.
(Muñoz, 2013, p. 505-506).
En palabras de Muñoz (2013), el inconsciente es el discurso del Otro. Sujeto del
inconsciente el cual se constituye por el hecho de que no siendo causa sui es el efecto de la
estructura del lenguaje (p. 505), es aquello que no se integra en ella, lo que se le escabulle, lo
que la excede en la medida en que es “agujero, falta, desgarro” (Lacan, 1964-65). El sujeto se
cuenta allí como falta, siendo a la vez aquello que falla, lo que no responde, lo imprevisible e
incalculable. Cuando Lacan pone el acento en el sujeto como efecto de la estructura del
lenguaje, lo formula lingüísticamente: “el significante es lo que representa a un sujeto para otro
significante” (Lacan, 1960-2002).

4.El Gran Otro


Se torna ampliamente enriquecedor investigar cómo fue variando la concepción de la
estructura y la concepción del Otro para Lacan, toda vez que el modo de teorizar estos
conceptos incide notablemente sobre la manera de pensar los impactos de las determinaciones
del lenguaje sobre el sujeto que el psicoanálisis estudia. En los inicios de su enseñanza, a la
altura del Seminario 2, Lacan vincula íntimamente sus definiciones sobre el Otro y la estructura
del lenguaje a la dimensión del registro simbólico. Proponiendo un retorno a Freud, sus
teorizaciones se enmarcan en cierto interés ligado a que el psicoanálisis vuelva a echar luz
sobre la vasta influencia del orden simbólico sobre nuestro sujeto de estudio, cuestionando las
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corrientes post-freudianas que le aportaron un excesivo valor a la dimensión del yo y al


supuesto objetivo analítico de la reintegración y unificación pulsional en la vida anímica. Es
en ese marco que hablará de la estructura del lenguaje en tanto tesoro de los significantes y
universo simbólico que pre-existe al momento en que el sujeto se inserta en él, constituyéndose
como tal. Desarrolla desde esta óptica el Esquema L, donde el sujeto (S) aparece determinado
por los significantes que se producen en el Otro (A), un Otro que - he aquí lo que interesa
destacar - aún se ilustra sin falla. Establece entonces cuál sería la función del análisis:
“(...) consiste en hacerle tomar conciencia [al sujeto] de sus relaciones (...) con todos
esos Otros que son sus verdaderos garantes, y que no ha reconocido. Se trata de que el
sujeto descubra de una manera progresiva a qué Otro se dirige verdaderamente aún sin
saberlo (...) [el sujeto] debe entrar en relación con los verdaderos Otros” (Lacan, 1954-
55, p. 370).
Posteriormente, a la altura del Seminario 3, Lacan introduce un viraje respecto al modo
de definir la estructura del lenguaje. Estudiando las psicosis teorizará que en ella entra en juego
la forclusión de un significante, el significante del Nombre del Padre. Estas
conceptualizaciones influyen decisivamente en una nueva definición de la estructura: “La
estructura es primero un grupo de elementos que forman un conjunto covariante. Dije un
conjunto, no dije una totalidad” (Lacan, 1955-56, p.262). Así manifiesta que las
consideraciones parecerían contradecir sus propias observaciones, donde todo sistema de
lenguaje entraña la totalidad de las significaciones posibles. “No es así, porque ello no quiere
decir que todo sistema de lenguaje agote las posibilidades del significante.” (Lacan, 1955-56
p. 264). En ese sentido, advertir que Lacan comienza a hablar de la estructura del lenguaje no
como totalidad cerrada sino como conjunto de elementos covariantes, implica que cada
elemento (cada significante) siempre refiere y varía respecto de la presencia de otro. En virtud
de ello, Lacan (1955/56) planteará que “todo verdadero significante es, en tanto tal, un
significante que no significa nada” (p. 264), allí donde el significante se define por crear
significaciones sólo en articulación con otros significantes, y entonces el valor de cada uno de
ellos no se constituye por sí mismo sino en tanto depende del otro. Podríamos situar entonces
que se comienza a delinear la cuestión de la presencia de una falta intrínseca a la estructura
simbólica, una falta interna al sistema del lenguaje. Ya no hablaremos de la estructura del Otro
solamente como universo simbólico completo o garante de lo que sucede en el sujeto de manera
determinante, sino también como portadora de un agujero que en la estructura se abre como
imposibilidad de decir de manera acabada sobre el ser del sujeto, sobre la sexualidad, sobre la
muerte. Para Lacan esta dilucidación habilita el puntapié para los amplios avances teóricos que
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nacen desde allí respecto a la cuestión de la falta, una falta que no sólo atraviesa al sujeto en
tanto dividido sino también a la dimensión del Otro. Siguiendo esta línea de pensamiento, en
momentos posteriores de la enseñanza lacaniana podremos encontrar pasajes que dan cuenta
de la conceptualización de la estructura y del Otro del lenguaje como dimensiones atravesadas
- tal como el sujeto - por la castración. Lacan desplegará también esta nueva definición del
Otro de diversos modos en su Seminario XXIII (1975-76), deslizando por ejemplo que el “A
barrado quiere decir que no hay Otro del Otro” (p. 55) o que “lo sexual no establece de ningún
modo ninguna relación” (p. 62). Se abre entonces una lectura de la estructura del lenguaje y
del Otro que aportaría una pista de relevancia para esclarecer los alcances del determinismo de
esta dimensión sobre el sujeto.

5.La intervención en análisis


A los fines específicos del presente trabajo, se torna pertinente teorizar la
responsabilidad desde la óptica del psicoanálisis, tanto desde Freud como desde Lacan,
basándonos en la responsabilidad que le compete al sujeto del psicoanálisis en relación a la
posición subjetiva en la que se afirma. En primer lugar, sería interesante introducir una
afirmación de Freud en “Psicopatología de la vida cotidiana” (1901), donde sostiene que no
hay nada en lo psíquico que sea producto de un libre albedrío, que no obedezca a un
determinismo. Se ve aquí a Freud deslizando que el psicoanálisis inaugura el abordaje de un
sujeto que no sería agente voluntario de sus acciones. Sostiene que éstas últimas responderían
a condicionamientos que exceden al sujeto, a modo de determinaciones de carácter
inconsciente que operarían sobre las constelaciones del psiquismo. Sin embargo, es dable
observar que en otros de sus textos Freud no descarta la posibilidad de pensar en la
responsabilidad del sujeto del psicoanálisis respecto al efecto de las determinaciones
inconscientes que moldean su vida anímica e influyen sobre sus motivaciones y sus actos.
Puede constatarse lo mencionado en “Algunas notas adicionales a la interpretación de los
sueños en su conjunto” (1925), donde el autor trabaja la cuestión de la responsabilidad moral
por el contenido de los sueños. En ese texto sitúa:
Si el contenido del sueño – rectamente entendido - no es el envío de un espíritu extraño,
es una parte de mi ser; si, de acuerdo con criterios sociales, quiero clasificar como
buenas o malas las aspiraciones que encuentro en mí, debo asumir la responsabilidad
por ambas clases, y si para defenderme digo que lo desconocido, inconsciente,
reprimido que hay en mí no es mi “yo”, no me sitúo en el terreno del psicoanálisis, no
he aceptado sus conclusiones (…). (Freud, 1925, 135).
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Terminará de darle forma a dicha idea en la misma página y agregará puede llegar a
averiguar que eso desmentido por el no sólo está en el, sino en ocasiones también produce
efectos desde el. Es en torno a estas referencias que podría ubicarse entonces que si bien el
campo de lo psíquico se vería influido por determinaciones inconscientes, Freud postula que
ello no le quita al sujeto la responsabilidad por el contenido de sus aspiraciones y deseos. Por
lo cual, podría decirse que en las teorizaciones de Freud no se abona la idea de un sujeto
puramente pasivo e inerte ante las determinaciones inconscientes que impactan sobre su vida
anímica. En contraste, aparece conceptualizado un sujeto que ante estas determinaciones se
encontraría implicado en lo más íntimo. Por otro lado, rastreando la enseñanza lacaniana,
podemos encontrar que en el capítulo “La ciencia y la verdad” de los Escritos 2 Lacan (1964-
66) plantea que “De nuestra posición de sujeto somos siempre responsables” (p. 816). Es Pablo
Muñoz (2012) el que se pregunta por el sentido de dicho enunciado y realiza una lectura del
mismo en su artículo “Apuntes preliminares para una discusión sobre la concepción de la
libertad en psicoanálisis”. Allí el autor propone que esa frase refleja un intento por parte de
Lacan de situar determinada concepción del sujeto:
“el hablante siempre es responsable de su posición de sujeto (del inconsciente), ya
entonces definido como discurso del Otro (…) si el inconsciente es el discurso del Otro,
el hablante nos habla de su posición de sujeto en relación al Otro, de lo que de su Otro
le llega como condición y determinación, lo cual es esencialmente interpelante”.
(Muñoz, 2012, p. 558).
Siguiendo esa línea de pensamiento, agregará el autor en esa misma página que “la
estructura del lenguaje contiene también lo indecible que abre el margen de libertad que
permite escapar a una determinación absoluta y plantea la responsabilidad, en la medida en que
el sujeto es un efecto del lenguaje pero ésta no-todo allí” (Muñoz, 2012, p. 558). En ese sentido,
sitúa que sólo podría hablarse de la responsabilidad por la posición subjetiva en psicoanálisis
en virtud de que el Otro se encuentra barrado por estructura y no determina totalitariamente las
posibilidades del sujeto. En otro de sus artículos, titulado “Deseo y responsabilidad”, Muñoz
(2017) realizará un agregado a lo formulado en el escrito anteriormente citado y hablará sobre
la problemática de la responsabilidad en su íntima ligazón con la libertad electiva posible para
el sujeto del psicoanálisis. Dirá allí:
(…) no hay una elección plena, cerrada y lograda con la que el sujeto se encuentra sin
conflicto. Si hay elección, porque hay libertad, porque el Otro está barrado y no puede
determinarlo todo –única razón para justificar la elección como posibilidad-, la elección
siempre será traumática y la responsabilidad por ella estará inevitablemente en el seno
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de la división del sujeto por el acto. No hay responsabilidad subjetiva por fuera de esta
coyuntura dramática. (Muñoz, 2017, p. 608).
En este punto, resulta pertinente destacar e incluir aquí que Muñoz desliza la
importancia de no aportarle una carga superyoica a la idea de la responsabilidad por la
posibilidad de elección por parte del sujeto. Por el contrario, a lo largo de todo este último
artículo citado se encarga de esclarecer que la responsabilidad que atañe al sujeto por su
modalidad de respuesta frente al condicionamiento del Otro – como podría ser la de afirmarse
en un deseo decidido - no puede ser pensada sin el tránsito por vacilaciones y división subjetiva.
De este modo, el autor nos advierte que pensar a la responsabilidad subjetiva por fuera de la
intrusión de posibles metas morales por parte de los psicoanalistas, permitiría quitarle a la
responsabilidad el peligroso estatuto de un ideal en el marco del análisis.
La interpretación es una de las intervenciones llevadas a cabo por el analista y es lo que
posibilita abordar aquello del síntoma que el paciente presenta como una formación del
inconsciente, el cual oculta o devela una verdad a ser descifrada. Para que ello suceda, la
instauración de la transferencia resulta de carácter imprescindible ya que permitirá la apertura
y despliegue de la cadena asociativa en el paciente. Sin embargo, cabe señalar que esta
asociación poco tiene de “libre”, ya que estará determinada por los significantes que han
marcado subjetivamente a ese ser hablante. Citando a Lacan:
El sujeto invitado a hablar en el análisis no muestra en lo que dice, a decir verdad, una
gran libertad. No es que esté encadenado por el rigor de sus asociaciones: sin duda le
oprimen, pero es más bien que desembocan en una palabra libre, en una palabra plena
que le sería penosa. Nada más temible que decir algo que podría ser verdad. Porque
podría llegar a serlo del todo, si lo fuese, y Dios sabe lo que sucede cuando algo, por
ser verdad, no puede ya volver a entrar en la duda. (Lacan, 1958, p.587).
Colette Soler en el texto “Standars no standars” va a decir que el psicoanálisis es el
trabajo de transferencia y justamente lo que está en juego es poner a trabajar la transferencia
¿De qué manera?, para Lacan, se trata de hacerlos entrar por la puerta, que haya para los sujetos
una verdadera demanda. Solo el sujeto supuesto a saber, como pivote de la transferencia,
permite situar aquello que hace del síntoma una “demanda verdadera” (Soler, 1984).

6.Los cambios de posicionamientos, sujeto pasivo, sujeto activo


Lombardi en “La libertad en psicoanálisis” (2015) propone recuperar la posibilidad de
discutir la noción de libertad electiva desde el psicoanálisis, y abre el juego para “resucitar en
él la siguiente pregunta: ¿cómo talla el psicoanálisis en la lucha entre determinación y libre
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albedrío?” (Lombardi, 2015, p. 45). Expone amplios desarrollos en este aspecto y se encarga
sistemáticamente de destacar el carácter electivo en el que se asienta el ser hablante.
Rabinovich (2015) en “El deseo del psicoanalista. Libertad y determinación en psicoanálisis”
deja traslucir la existencia de un margen de libertad posible para el sujeto del psicoanálisis
frente a las determinaciones originarias. Deslizará que “si el psicoanálisis no abre para cada
sujeto hablante la posibilidad de ‘ese poco de libertad’ como lo denomina Lacan, su ejercicio
deviene una mera estafa” (Rabinovich, 2015, p. 9). Situará la autora entonces que, siempre y
cuando no sea pensado en términos de cura tipo, ese margen de libertad sería la ganancia o el
saldo de un fin de análisis.
Al hablar del sujeto del psicoanálisis y libertad electiva resulta pertinente volver a
referirnos a las teorizaciones de Rabinovich (2015), donde refiere sobre el carácter electivo del
sujeto, deslizando que “todo lo tocante a la posibilidad de modificación, a la posibilidad de
optar o de elegir por parte del sujeto, se sitúa del lado de lo contingente de una determinación”
(p.106).
En este punto, siguiendo a la autora, se desprendería de sus teorizaciones que el modo
en que el psicoanálisis piensa al sujeto del que se ocupa, a la libertad electiva y a la
determinación, reflejaría que dichas nociones encuentran íntimos puntos de relación entre sí.
Pablo Muñoz (2013) en su artículo “El sujeto del psicoanálisis, entre libertad y determinación”,
también encuentra ligazones entre el concepto de sujeto y libertad en psicoanálisis. En relación
al vínculo entre ambas nociones, dirá:
Si bien en las obras de S. Freud y J. Lacan la libertad no es un tema de elaboración
sistemático ni permanente, en ambos autores se hallan referencias aisladas que, tomadas
en su conjunto, configuran un modo de concebir la libertad estrictamente ligado a la
concepción de sujeto que J. Lacan definió explícitamente para el psicoanálisis. (Muñoz,
2013, p. 505)
Introduciéndose más concretamente a la cuestión de la libertad y la determinación, el
autor sostendrá: “Será en el intervalo entre el significante uno y el significante dos que
emergerá el efecto sujeto. Pero entre esos dos significantes puede haber diferentes “efectos
sujeto”: angustia, certeza, etc.” Dirá, en esa línea, que “allí hay un margen de libertad, donde
el efecto es una incógnita: equis. Hay algo que el Otro determina pero no inevitablemente.”
(Muñoz, 2013, p. 507). Siguiendo esta línea de pensamiento, allí donde el efecto sujeto puede
ser variable, los condicionamientos impuestos por el Otro del lenguaje encuentran un punto de
incompletud y fuga. En relación entonces a la multiplicidad de respuestas que el sujeto puede
17

poner en marcha a partir de la determinación del Otro y su emergencia entre dos significantes,
el autor seguirá diciendo:
(...) ante la injerencia del Otro que interpela al sujeto (…) su determinación [la del
sujeto] no es a una respuesta determinada – valga la equivocidad y la redundancia -,
sólo lo es a responder. Y eso habilita el margen de emergencia del efecto sujeto y su
alojamiento en ese intervalo. El margen que se abre es cómo respondo a lo que me
determina a responder (…), estamos obligados a la libertad por la insuficiencia de la
cadena significante”. (Muñoz, 2013, p. 507)
Es en ese sentido que, en relación a la libertad en psicoanálisis, Muñoz deslizará una
definición provisional acerca de la misma. Dirá que ésta “es el hiato que emerge en el punto de
desencuentro entre el efecto sujeto y la estructura abisal del Otro. Allí se abre el margen de
libertad. Margen intervalar que aloja el efecto sujeto” (Muñoz, 2013, p. 508). Sostiene así el
autor que, si bien el sujeto nace inevitablemente en el campo del Otro, ese campo no logra
abarcar de forma totalizante su existencia. Destaca también Muñoz que no podría pensarse en
el margen de libertad con la que cuenta el sujeto del psicoanálisis respecto a las
determinaciones del Otro sin pensar en que justamente se trata de un “margen”, y que la ilusión
de libertad ilimitada podría tornarse peligrosa.
18

ESTADO DEL ARTE

1.El lugar que ocupa el sujeto


Agustín Méndez en su investigación retoma aportes de Lacan refiriendo que el vínculo
social no se instaura sino anclándose en la forma cómo el lenguaje se sitúa y se imprime en el
ser que habla. Resaltara los cuatro discursos distintos: el del Amo, el de la Histérica, el
Universitario y el del Analista. Los cuatro elementos que los conforman son s1, $, s2 y a,
ocupando cada uno de ellos un lugar diferente dentro de dos binomios distintos: el agente/la
verdad y el otro/producto. Estas dos díadas son complementadas por la existencia de dos
prohibiciones que regulan su interacción: por un lado, la imposibilidad: el término que funciona
como agente no se reduce al otro, por otro, la impotencia, donde el producto no se fusiona con
la verdad. El discurso del amo, el primero en exponer y del cual se desprenden los otros tres,
mediante un cuarto de giro de los elementos, está estructurado de la siguiente manera: El lugar
del agente, ocupado en este caso por el significante amo s1, opera como elemento que ordena
el discurso, poniendo a trabajar al s2, el significante del saber y obteniendo como resulta o
producto de esta operación al objeto a (causa del deseo/plus de gozar), mientras que la verdad
de su discurso es el $, el sujeto barrado, es decir, la castración.
La principal consecuencia de esta variación de los lugares entre el sujeto y el
significante amo, es la negación de la castración del sujeto. El sujeto, al negar su castración,
pretende ser el “autor” de su discurso, desconociendo el significante que lo funda.

2.Inconsciente y saber
En este apartado nos valdremos de las investigaciones realizadas por Juan De Olaso.
En este artículo resalta el concepto fundamental que toma Lacan en relación con el
inconsciente, una relación directa con el saber, una combinatoria de elementos discretos, una
red de significantes, que trabaja incansablemente y produce efectos de toda índole. Algo más
parecido a una fábrica que a un teatro, como apuntó alguna vez G. Deleuze, refiere De Olaso.
El inconsciente está estructurado como un saber. El que queda, por cierto, en una
posición de no-saber ante esta estructura, es el sujeto. El inconsciente lo determina, lo sujeta,
lo trabaja, lo divide. Como dice Lacan, lo “sobrepasa”. De ahí la idea, tan repetida, del saber
no sabido, del saber inconsciente no sabido por el sujeto; algo que la regla de la asociación
libre ha sabido poner de manifiesto de modo ejemplar. “Pues bien, el saber habla solo, esto es
el inconsciente” (Lacan 1969-70: 74). O como esta otra: “diga lo que diga, y me sostenga donde
me sostenga, incluso si me sostengo bien, no sé lo que digo”. A lo que Lacan agrega que
19

ninguno de los discursos que acaba de postular “da esperanzas, permite a quien sea pretender,
incluso esperar, en modo alguno saber lo que dice” (Lacan 1970-71, p 41-42).
Lacan el Seminario 20, se interroga sobre qué es el saber y la observación acerca del
saber que no se sabe, y se lee otra proposición: “el inconsciente no es que el ser piense (…) el
inconsciente es que el ser, hablando, goce y, agrego yo, no quiera saber nada más de eso. Añado
que esto quiere decir: no saber absolutamente nada” (Lacan 1972-73: 128). Se suman así, dos
piezas al tablero. Por un lado, el goce que produce el inconsciente al hablar, lo que recuerda la
tesis del saber como medio de goce (De Olaso, 2020). Y, por otro, no solamente el no saber
que situaba como inherente a la posición del sujeto que ahora aparece el “no querer saber”,
incluso el “absolutamente nada” con el que remata Lacan la secuencia, o hay deseo de saber o
hay represión, o sea, no querer saber. Agregando así un nuevo, “no hay” a la lista que
conforman el metalenguaje, el Otro del Otro, el universo de discurso y la relación sexual.

3.El efecto sujeto cuando hay estructura del lenguaje


Laura Esquivel afirma que la subjetividad no viene dada desde el nacimiento de manera
natural, sino que es una construcción y para que ésta suceda se requieren operaciones que el
psicoanálisis llama fundantes, son aquellas que darán inicio o no al sujeto dividido. Toma a
Lacan para señalar que el ingreso al campo del Otro es libidinal y que este lo va a llamar pasaje
al acto de la alienación, un pasaje al acto no patológico sino normativo en el que el bebé
humano se arroja con sus necesidades al campo del Otro del que recibe una significación, lo
que era una necesidad recibe una significación en el campo de lo simbólico. Remarca que en
el comienzo tenemos la necesidad, un empuje de nuestro organismo a requerir de alimento para
sobrevivir y necesariamente ese alimento viene de afuera. Luego deviene la demanda, que es
agregarle una palabra (el lenguaje) a la necesidad. A la necesidad se responde con una palabra
y ya el lenguaje mata la realidad material de la cosa para pasar a representarla, por lo tanto, hay
algo perdido y ese agujero de lo perdido será la causa del deseo que relance una nueva demanda.
Entonces el deseo es efecto de la demanda en tanto puesta en palabras de las necesidades.
Hay un primer movimiento por el que el aparato se constituye. Momento mítico. Para
Freud ese movimiento primario podría describirse de este modo: quiero introducir esto en mi
o quiero excluir esto de mí; lo que introduzco en mi constituye el dentro, lo que expulso, el
fuera.
Esto quiere decir que en lo inconsciente todo no está tan solo reprimido, para que algo
sea reprimido primero tuvo que haber sido admitido en el aparato, según los términos de Lacan
tuvo que haber sido admitido en lo simbólico. A esa admisión- inscripción en lo simbólico, a
20

esa entrada en el aparato, Lacan la llama aquí siguiendo a Freud bejahung primordial,
afirmación primordial. Hay para Lacan un nivel estructural de inscripción de significantes en
el aparato, porque para Lacan son significantes los que se admiten en lo simbólico y también
son significantes los que se rechazan. El aparato se constituiría por esa operación en la cual,
por un lado, se inscriben determinados significantes que van a formar el mundo simbólico de
un sujeto, y por el otro se excluyen otros que tendrán otro destino, que quedaran fuera de lo
simbólico.

4.El gran Otro, los nombres del padre.


López, (2016). Parte del postulado de que el sentido supone al Otro, y que el sinsentido
implica su inexistencia, ya que no hay un mensaje que implique su desciframiento, una palabra
con intención de comunicación. En su trabajo la autora refiere diferentes momentos en relación
al otro tomando el recorrido Lacaniano. Hubo un momento en que el Otro estuvo completo. En
las primeras conceptualizaciones sobre el Nombre del Padre Lacan lo definía como el “Otro en
el Otro” (Lacan, 1957/58. p.150). En esa medida surgía como garante del Otro, suponía una
consistencia en dicho lugar. Lo simbólico entonces se planteaba como aquello que podía
recubrir lo real y como un registro que predominaba a los otros, tal como puede leerse en
Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis y los primeros textos de los años
50. A finales de los años 50, en el Seminario 5, en el momento de conceptualización de la
metáfora paterna el Otro se empieza a fracturar. Este lugar es primero designado como el más
allá del deseo materno en los primeros esbozos del grafo del deseo. El Nombre del Padre sería
entonces aquel que garantice ese lugar de la falta, de la que Lacan nos advierte, el padre también
está atravesado: debe desear a la madre. Es decir que el padre de la realidad debe estar
atravesado por un deseo y dar muestras de ello, pero el padre simbólico, el Nombre del Padre
garantiza un Otro como palabra última. Es decir que, frente a la pregunta por el ser, el Nombre
del Padre no alcanza, frente a la indeterminación del sujeto lo simbólico no alcanza. De este
modo, la respuesta del falo como significante del deseo primero y luego del goce en
“Subversión del sujeto…” supone un cerco al goce, una orientación frente al goce, pero no una
determinación subjetiva. El significante fálico implica el sacrificio, la renuncia a un goce
imposible, que quedaría desterrado para siempre. La función paterna se trata entonces de hacer
valer como sujeto deseante, es decir atravesado por una falta, el lugar de la falta, del sacrificio
de un goce autoerótico, de la castración.
21

5.Alienación, separación, elección


León y Esborraz (2016) en el artículo “No está todo dicho. Sobre destino y libertad en
psicoanálisis” deslizan un modo posible de leer la responsabilidad subjetiva en Freud.
Plantearán: “(…) el psicoanálisis nos presenta un sujeto que no puede considerarse amo
y señor de sí mismo, de sus discursos y de sus actos, pero que tiene que hacerse cargo
– o mejor, encargarse – de aquello que lo determina, como algo que le concierne. (León
y Esborraz, 2016, p. 6).
En su investigación los autores toman a Lacan para conceptualizar en diversos
momentos de su enseñanza la existencia de dos operaciones que intervienen en la constitución
del sujeto: la alienación y la separación. La alienación como indicador de la constitución del
sujeto en el campo del Otro, como una captura por el significante y que a la vez otorga la
posibilidad de vivir como ser hablante, induciendo un efecto letal, mortífero: efecto de
desvanecimiento, de petrificación en el significante. Lacan no sólo señala que hay incidencia
del Otro sobre el sujeto, también afirma que del lado del sujeto hay respuesta, y esta respuesta
se produce en la medida en que el Otro se revela en falta. Lacan nos habla de la función de la
libertad. (Lacan 1964, 218). No de la libertad entendida como libre albedrío. Sino de la libertad
en el nivel de la respuesta a lo que se produce en el Otro, en el intento de desembarazarse del
efecto mortífero del significante, y hacerse un lugar, en el intervalo que se abre en la cadena
significante. Por un lado, está entonces la alienación como captura del sujeto, subordinación,
posibilidad de ser al precio de no ser; por otro, la separación como función de liberación que
esa captura supone. El sujeto está siempre tomado en y por la dialéctica de la alienación y la
separación. La importancia de indicar la relación entre ambas es que el sujeto no es entonces
simplemente efecto de la estructura, al que solo resta responder a la demanda del Otro. La
separación señala ese momento de libertad como “función de ese punto de carencia” (Lacan
1964, 816), en que el sujeto está interpelado a responder, pero en que no está dicha cuál será
su respuesta.
No hay libertad absoluta porque hay sujeción a la estructura significante; pero la falla
de ésta última abre la posibilidad de una separación. Lacan analiza la etimología de este
término: “Separación” que conjuga se-parare (separarse) con se-parere, parirse, engendrarse,
siempre a partir de la falta del Otro.
El encuentro con la falta, con el deseo del Otro interpela y obliga a una respuesta, pero
no determina cuál será. Aquí situamos lo que puede leerse como función de la libertad, pero en
este mismo punto, precisa ser situada la responsabilidad del sujeto, en relación a una respuesta
que no está dicha y que implica una elección. O bien deberíamos pensar que no se trata de un
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sujeto que debe hacerse responsable, sino que la responsabilidad también es un efecto que da
cuenta de “nuestra posición de sujeto”. Precisamente Lacan sostiene la siguiente afirmación
que ha sido retomada innumerables veces en el campo del psicoanálisis: " De nuestra posición
de sujeto somos siempre responsables" (Lacan 1966, 837).
Los autores concluyen, no elegimos nuestras determinaciones que se nos imponen como
un destino, pero en la medida en que sabemos, en que hemos leído nuestro singular modo de
respuesta a ellas, advenimos “libres” de elegir cómo actuar en consecuencia.
23

DESARROLLO / ARTICULACIÓN TEÓRICO-FÍLMICA

1.Severance

Es una serie de televisión estadounidense de Ciencia ficción y thriller


psicológico creada por Dan Erickson y dirigida por Ben Stiller . La trama principal se
desenvuelve en torno a Mark, un empleado de Lumon Industries que acepta un programa de
"demarcación" en el que sus recuerdos no laborales se separan de sus recuerdos laborales. Se
trata de una siniestra corporación de biotecnología, quien utiliza un procedimiento médico de
"separación" para dividir estos recuerdos en algunos de sus empleados.
Esto implica que los trabajadores no pueden "comunicarse" consigo mismos en los dos
ámbitos, así que de facto es como si vivieran dos vidas independientes.
A lo largo del desarrollo de la producción audiovisual, Mark y sus colegas descubrirán
gradualmente la red de conspiración existente de ambos lados de la división.
En la narrativa se incluyen junto a Mark, tres referentes de importancia que trabajan
junto a él en la división de Refinamiento de macrodatos (una de las tantas áreas pertenecientes
a la corporación) y que forman parte del programa. Lidera Mark, quien se encuentra
atravesando el duelo por la muerte de su esposa, razón por el cual se somete a la ruptura mental
en pos de olvidar su tragedia personal durante las horas laborales, prosigue Dylan, compañero
de trabajo de Mark quien a la vista del espectador deja entrever que disfruta de las ventajas de
la compañía. Helly R, a quien tomaremos centralmente en el presente análisis, nueva integrante
contratada para reemplazar a un ex empleado de este departamento (quien desaparece del lugar
en circunstancias desconocidas), e Irving acentuando en sus rasgos ser muy riguroso con las
políticas de la empresa y en el desarrollo de la serie se va a caracterizar por denotar sentirse
atraído por un miembro de otra área de la corporación.

2.Lumon Industries

En cuanto a los recursos estilísticos del lugar, se muestra en la estética una construcción
de Lumon imponente, alejada de la urbanización y delineada por senderos que conducen al
lugar desde un solo punto de la ciudad.
El espacio físico de “trabajo” se caracteriza por encontrarse en el subsuelo de este
edificio, sitio que por un lado da cuenta de cierta amplitud, y que por el otro muestra en toda
24

su extensión una arquitectura análoga a un laberinto de angostos pasillos que persiguen


idénticos aspectos, no hay ventanas, no hay luz del día, sus paredes, techos e infinitas puertas
son blancas y en su mayoría no llevan carteles que indiquen cual es el nombre del lugar al que
se accedería en caso de abrir alguna de ellas.
La composición de planos de separación sigue un esquema distante y calculador que
busca la simetría, sobre todo en las escenas del interior de la oficina para resaltar su
deshumanización, y se vuelve más cercana y amable cuando filma a los personajes fuera de
Lumon.
Con efectos sencillos y detalles visuales de gran importancia narrativa, el director logra
de manera discreta y sin necesidad de un gran despliegue de medios el paso de la subjetividad
de un personaje desde el mundo exterior al interior de la oficina mediante el “Travelling
compensado” (un efecto cinematográfico que consiste en combinar un zoom atrás con un
desplazamiento adelante, o a la inversa), esto nos permite apreciar una distorsión en los rasgos
faciales de los actores según se produce el cambio de profundidad de la imagen.
El relato propone una puesta en escena minimalista, donde la tecnología retro está
presente mediante diversos dispositivos –monitor, cámaras de video y fotos– como elementos
que se adhieren a ese entorno frío, vacío y distante.
A medida que se despliega la trama dentro de Lumon, se pueden apreciar ciertas áreas,
las menos, que están por fuera de estos pasillos, delimitadas con paneles de vidrio, vacías de
contenido y con equipamiento mobiliario que en apariencia no tienen uso. ¿se nos estará
presentando una ilustración de aquellos recónditos aun vacíos de significación?.
El productor rompe todas las expectativas. Esbozando un universo donde nada es lo que
parece. Donde cada ramificación crece lentamente, abriendo un nuevo mundo de posibilidades.
En línea con la lectura e hipótesis de trabajo, podríamos pensar que, en cada detalle de
esta matriz, el creador estaría metaforizando en una suerte de estructura “física” del
inconsciente.

3.“Déjenme salir” (Helly R)

Una de las primeras escenas que se nos presenta y recortamos para este análisis, es la
ambigua situación de Helly, “la nueva integrante de Lumon”, quien despierta sola, vestida de
oficinista y sobre la mesa de una gran sala de reuniones. Acto seguido, una voz que sale de un
parlante preguntándole ¿Quién eres?, y posteriormente solicitándole responda una encuesta de
25

cinco preguntas con el objetivo de dar cuenta si el implante colocado para dividir sus recuerdos
está funcionando correctamente, la nueva participante no consigue responderlas, no sabe
absolutamente nada de sí misma ni del entorno en el que se encuentra, situación que rechaza
desde el primer momento. Helly no sabe ni siquiera su nombre.
Es a partir de esta imagen, donde se comienza a leer una especie de alegoría respecto
del lugar que ocupa Helly para sí misma (en ese entorno), un lugar que seguidamente será dado
a partir de la estructura del lenguaje.
Pablo Muñoz en su artículo “El sujeto del psicoanálisis, entre libertad y determinación”
estudia las nociones que lo titulan y hace alusión al sujeto del psicoanálisis como aquel que
nace producido por la estructura significante (Muñoz, 2013).
En este momento a Marx le asignaron no solo la responsabilidad por los resultados del
área llamada “división de Refinamiento de microdatos”, sino que será quien acompañará a
Helly en la inducción, le dirá ¡quien es ella en este lugar!, ¡que está haciendo allí!, y todo lo
referente acerca del procedimiento aceptado, a priori conscientemente en la vida exterior a
Lumon. Helly no consigue asumir la situación y tras sucesivos intentos por escapar del lugar,
¡sin éxito!, será nuevamente Mark quien le resaltara, “cada vez que estes aquí, es porque
elegiste volver”. En la trama, esto se debe al procedimiento biotecnológico, en el momento que
Helly atraviesa la puerta de salida “su otro yo” quien desconoce lo que Helly siente o piensa
dentro de Lumon, decide volver a entrar. En ese círculo, ¿estaremos en presencia de lo que en
análisis, el analizado no recuerda nada de lo reprimido, sino que más bien lo actúa - es decir
no lo reproduce como recuerdo - sino como acción, repitiendo sin saber que lo hace?.
Marx le explica a Helly que la visión perceptiva que ella que tiene de si en Lumon, solo
vive en Lumon.
A partir de ello, retomamos lo planteado en el apartado anterior, hipotetizando al
programa de división en Lumon Industries como el lugar físico que metafóricamente el creador
le da al inconsciente, quedando por fuera de ello el campo de lo consciente narrado en la serie
como la vida personal de estos personajes.
Lacan se ocupa de introducir tajantemente la distinción entre la noción de “yo” y de
“sujeto” en psicoanálisis, intentando delimitar entonces las especificidades de ambos
conceptos. En la introducción del seminario, dirá que la diferencia entre el yo y el sujeto nace
del descubrimiento freudiano del inconsciente. Situará, destacando dicha discrepancia, que “el
inconsciente escapa por completo al círculo de certidumbres mediante las cuales el hombre se
reconoce como yo” (Lacan, 1954-1955, p. 18), y en esa línea sostendrá que “el sujeto está
descentrado con respecto al individuo. Yo es otro quiere decir eso” (Lacan, 1954-1955, p. 20).
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Helly se empeña en realizar diversos artilugios para lograr su renuncia a la corporación,


siendo todos intentos fallidos, ya que el programa esta esencialmente diseñado para que las
decisiones las tome el individuo que se encuentra “allí afuera”, yo “consciente” de la neurosis,
siguiendo la lectura que hipotetizamos el creador de la serie nos plantea.
Tal como se desprende del marco teórico, en diversas conceptualizaciones introducidas
en diferentes momentos de los desarrollos freudianos se trasluce una constante apelación a un
sujeto que no solo se ubica más allá de la totalización yoica, sino que se ve influenciado por
procesos anímicos inconscientes que exceden la vida anímica consciente.
En línea con ello, la siguiente escena que se recorta es donde Helly amenaza a los
responsables de la corporación con cortarse los dedos con una guillotina en caso de que no le
permitiesen grabar un video exponiendo a su yo (del exterior) su deseo inminente de desistir a
este programa; esta situación desemboca en una siguiente imagen donde este “yo del exterior”
le devuelve una cinta similar, con un mensaje grabado hacia Helly diciendo: “Yo soy una
persona, tu no”, “Yo tomo las decisiones, tu no”. Estaríamos viendo allí a partir del análisis
cinematográfico, la ilusión de que las determinaciones del individuo del exterior en Helly son
determinadas únicamente a nivel consciente en contraposición a su deseo inconsciente
(representado en su insistencia por escapar de Lumon). Paradójicamente leemos en la narrativa
de la serie, serían las determinaciones inconscientes motivadas por una fantasía de “liberación”
de ciertos pensamientos y recuerdos de las vidas actuales de estos personajes, las que estarían
promoviendo en cada elección diaria su permanencia en el programa, consecuencia de sus
elecciones “conscientes”.

4.El Gran Otro en Lumon

Al interior del edificio se presentan a niveles jerárquicos a Harmony Cobel, jefa de


Mark y a Seth Milchick, supervisor del piso, estos están en frecuente contacto virtual con “la
junta” (consejo de administración que lidera el proyecto) a través de Natalie, representante de
relaciones públicas de Lumon. Natalie funciona de enlace entre estos actores y el consejo. Los
personajes mencionados no están atravesados por el programa de “separación”, siendo su
función, dar lugar y hacer cumplir la finalidad de la industria, el proyecto biotecnológico y el
programa de división.
Estas figuras controlan, ordenan, vigilan, manipulan, sesgan la información brindada a
los participantes.
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Muñoz sostiene que, si bien el sujeto nace inevitablemente en el campo del Otro,
situación que se ve simbolizada en aquella mesa de reunión, primera imagen de Helly
despertando en Lumon, ese campo no logra abarcar de forma totalizante su existencia. “Todo
es afectado por la dimensión de la otredad” (Muñoz, 2013, p. 507).
Este Gran Otro (A con mayúscula) es entonces para Lacan a la altura del seminario 2,
aquel que puntúa y decide el sentido de lo que uno dice cuando habla. De este modo, el sujeto
se constituye como tal en un mundo articulado a la ley del lenguaje. No hay posibilidad para
su ser, sino es en función del Otro. Siguiendo esta línea, esta batería de personajes presentados
al inicio de este apartado, estarían funcionando como una maquinaria simbólica, un Otro del
lenguaje que precede al sujeto. Es a través de su discurso en el entorno “Lumon” que hacen
efectivas las determinaciones en las interacciones del sujeto con el mundo exterior (que, en este
caso, se dan al interior de la corporación) y del modo de interpretación de cada integrante del
programa. Entonces, es este Otro de la organización, quien manipula un sistema de mandatos
organizados y de deberes explícitos que se encarnan en estos sujetos como propios y los
constituyen estructuralmente.
El Otro completo se constituye como aquel lugar que posee todo el saber, por ende, el
sujeto se configura a partir de los sentidos inamovibles que el Otro le ha otorgado para su ser.
Así, el sujeto se ve condenado a no tener otra opción más que surgir alienado a los significantes
que el Otro le adjudica. Obturando el deseo del Otro con su ser. Esta operación lleva el nombre
de “Alienación”. Ahora bien, Lacan señala “¿Querrá decir, tal como parece que yo sostengo,
que el sujeto está condenado a sólo verse surgir, in initio, en el campo del Otro? Podría ser,
pero de ningún modo - de ningún modo.” (Lacan, 1964). Por tanto, en un segundo momento,
el sujeto encontrará fallas en el discurso del Otro y es así como se topará con el verdadero
deseo del Otro. La operación de separación supone que a partir de que el Sujeto, acepta la falta
en el Otro, puede articular su propio deseo. De este modo, remite al advenimiento subjetivo.
Es en los intervalos de la cadena que se despliega la metonimia del deseo y justamente, es la
operación de separación la que allí se articula (Lacan, 1964).
En la lectura que venimos realizando, la narración roza lo metafórico en más de un
momento, apoyándose en ideas abstractas que siempre están abiertas a la interpretación. Estas
ideas pueden ir desde la alienación laboral y el vacío existencial hasta el carácter opresivo que
la sociedad tiene para aquellos que son diferentes y no encajan en la norma. La empresa Lumon
es descripta como un lugar de pesadilla que funciona mediante la coacción y el lavado de
cerebro, de forma no muy distinta a como funciona una secta destructiva. De hecho, los
empleados son sujetos a normas que no tienen sentido, pero son consideradas sagradas, y son
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acosados con una mitología interna que se parece mucho a una religión corporativa. Dado que
los integrantes no conservan memorias del mundo exterior, son blancos fáciles para la
manipulación mental; sin embargo, también son propensos a una angustia vital que, por
motivos que ni ellos mismos comprenden, los hace sentirse fuera de lugar en la única existencia
que conocen. También es interesante la manera en que es descrito el mundo exterior. Estos que
en apariencia viven una vida “más normal” en el «mundo real», por así llamarlo, disfrutan de
muchos más recursos para estar contentos, pero algunos de ellos llevándonos por el guion,
tampoco lo están.
En el decurso del relato se introduce del exterior “por un error del supervisor en Lumon”
un libro de autoayuda, algunos de cuyos fragmentos son leídos por los personajes en algunos
episodios. Ese libro de autoayuda adopta casi el papel de una Biblia, y sirve para trazar un
paralelismo entre la mitología interna de la empresa Lumon y las mitologías cotidianas que en
“el afuera” cumplirían el objetivo de adaptar a ciertos individuos a afrontar eventos de la vida
rutinaria que produce “la falta”.
Sera a partir de los múltiples interrogantes que los personajes principales comienzan a
hacerse, donde comenzara a trastabillar y se dejara entrever la falta en el “Otro”, situación que
motorizara individual y grupalmente en estos cuatro miembros principales que integran el
programa de división un plan que les permita intentar tener acceso a algo de sus propios deseos,
a algo del saber no sabido de la neurosis.

5.Tiempo extra de contingencia

Llegando a los últimos capítulos, emerge a escena en la vida personal de Dylan, (uno
de los cuatro integrantes principales), una imagen donde se solaparía su vida personal con la
laboral; esta situación perdura solo unos instantes y en el guion el narrador nos hace saber que
este episodio fue contingente, posible únicamente debido a un dispositivo que solo puede
activarse manualmente por el supervisor dentro del área de seguridad al interior de “Lumon” y
que a este procedimiento lo llaman: “Tiempo extra de contingencia”. En el marco de la serie,
y siguiendo la lectura de la metáfora cinematográfica, nos convoca hipotetizar que, a partir de
una intervención en análisis, algo de ese saber no sabido por el sujeto es pasible de emerger en
el discurso de los analizantes.
Si el inconsciente es lo que es, no una cosa monótona sino, en cambio, una cerradura lo
más precisa posible, cuyo manejo no es otro que abrirla al revés con una clave-llave, que está
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más allá de una cifra, esta abertura, sólo puede servir al sujeto en su demanda de saber. Lo
inesperado es que el sujeto confiese él mismo su verdad y que la confiese sin saberlo. (Lacan,
1966, p.6).
Dylan confiesa a sus compañeros de trabajo que, a partir de este suceso, supo algo de
aquello no sabido en relación a su vida personal al exterior de Lumon. Dylan ahora sabe que
allí afuera tiene un hijo.

6.Un aparente final puede ser un comienzo

“Nuestro trabajo es probar la libertad”, “tu supuesto jefe puede poseer el reloj que se
burla de ti desde la pared, pero amigos, el tiempo es suyo”. Estas fueron una de las lecturas del
libro escrito por fuera de Lumon, texto que había ingresado por error a la corporación y que en
manos de los personajes que analizamos surtieron efectos significativos.
Tal como se desprende del marco teórico, Colette Soler en el texto “Standars no
standars” va a decir que el psicoanálisis es el trabajo de transferencia y justamente lo que está
en juego es poner a trabajar la transferencia. El síntoma se volverá analizable a condición de
ser incluido en la transferencia. ¿Cómo es que se va construyendo la demanda y como es la
entrada en análisis? El sujeto supuesto a saber nos permite pensar el juego que se va
construyendo en el análisis. Por parte del sujeto se le va a suponer un saber al analista y por
eso le habla, para que descifre su texto. Para el analista la suposición del saber va a estar en
plano del inconsciente, no asume ese saber, lo va a ir a buscar en otro lado.
En cuanto a la línea cronológica de los acontecimientos y recortes relatados, a esta
altura los personajes que analizamos en la narrativa ya no suponen todo el saber en el Gran
Otro simbólico de Lumon, ya hacen asociaciones e hipotetizan respecto de sus acciones. (…)
el síntoma no conduce al análisis sino cuando cuestiona; Cuando el analizante capta ese
incomprensible cuerpo extraño como propio y portador de un sentido obscuro que lo representa
como sujeto desconocido para sí mismo. En este sentido, el síntoma es cuestionamiento del
sujeto (…)” (Soler, 1984, p 107).
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CONCLUSIÓN

En el presente trabajo, se analizaron diversos fragmentos relacionados a cuatro


personajes a partir de recortes de la serie televisiva Severance (Dan Erickson, 2022-).
Particularmente, se procuró indagar, a partir de diversos elementos de la producción
audiovisual, cuales fueron los motivos que motorizaron conscientemente e inconscientemente
las decisiones de los protagonistas puestas en juego en el programa de separación. Por otro
lado, se intentó ahondar acerca del entramado simbólico y las características que el creador nos
habría dejado entrever en la narrativa respecto de los efectos conscientes e inconscientes.
En suma, en aquel orden simbólico contundente, encarnado por lo que el programa
ofrece en apariencia, una suerte de “liberación” de ciertos pensamientos y recuerdos de sus
vidas actuales se presentifica y parecería ser aquel que, incide en gran medida, en la decisión
de estos protagonistas que los conducen a iniciar este proceso de separación ficcional e ingresar
al programa.
Podría decirse que, para estos sujetos, el paralelismo en situación permitiría el
anudamiento entre vida y muerte, pérdida y renacimiento, puestos en acto en ese corte diario,
con el simbolismo del ingreso al trabajo. Desintegrar toda forma y abolir toda historia por unas
horas, en virtud de purificación, de regeneración y de renacimiento.
En línea con el marco teórico, se han investigado las relaciones entre el sujeto del
psicoanálisis y la noción de libertad electiva. Del recorrido bibliográfico expuesto se
desprendió que, si bien el sujeto nace inevitablemente en el campo del Otro del lenguaje,
también encuentra su lugar en los huecos, hiancias e intervalos significantes desde los que ese
Otro no puede responder con garantías que determinen acabadamente al sujeto. En ese sentido,
y en virtud del estatuto de un Otro que no es sólo tesoro de significantes, sino también un Otro
atravesado por la castración, arribaríamos a la conclusión de que existiría un margen de libertad
posible por parte del sujeto que estudia el psicoanálisis respecto de las marcas significantes y
las condiciones libidinales originarias.
Se pudo advertir entonces que el psicoanálisis sería un terreno propicio para discernir
y explorar ciertas elecciones fijadas que determinaron el curso de la historia de un sujeto,
alumbrando la posibilidad de operar variaciones sobre la posición subjetiva frente al encuentro
traumático con el Otro y con la castración. En la obra de Freud pudo leerse que cierta elección
precede a los mecanismos del inconsciente en los que luego el ser hablante queda sujetado, una
elección precede a la represión y a la formación de un síntoma, al desliz de un fallido, a un
olvido inesperado. En esa línea, el psicoanálisis concibe que la posición del sujeto del que se
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ocupa puede ser revisada y eventualmente subvertida, allí donde el sujeto no puede elegir
sustraerse de responder a las determinaciones que provienen del Otro, pero sí tiene la
posibilidad de decidir sobre el efecto sujeto que deriva del encuentro con ellas.
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