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Tesis de licenciatura
SEVERANCE
La responsabilidad del sujeto ante la dicotomía
mente presa, cuerpo en libertad
ÍNDICE
RESUMEN………………………………..…………………………………………………...3
INTRODUCCIÓN……………………………………….……………..….………………….4
METODOLOGÍA……………………………………………………….…………………….5
1. Diseño de investigación y método de análisis…………….……………………….5
2. Objetivos …………………..…………………………….…...……...…………….5
MARCO TEÓRICO……………………………………………………………....…………...7
1. El sujeto dividido………………………………….………….……...…………….7
2. El inconsciente………………………………………..……………………………8
3. El sujeto efecto de la estructura del lenguaje…………………………………….11
4. El Gran Otro……………………………..………………………....…………….11
5. La intervención en análisis………………..…………….………...……………...13
6. Los cambios de posicionamientos, sujeto pasivo, sujeto activo………………….15
ESTADO DEL ARTE……………………………………………………………..…..……..18
1. El lugar que ocupa el sujeto………………………….……………..…………….18
2. Inconsciente y el saber………………………………….………………..……….18
3. El efecto sujeto cuando hay estructura del lenguaje….…………………..………19
4. El gran Otro, los nombres del padre………………………..……………...……..20
5. Alienación, separación, elección…………………………….……………..…….21
DESARROLLO………………………………………………………………….…….…….23
1. Severance……………………………………...…………...……………………..23
2. Lumon Industries…………………………………….……………………...……23
3. “Déjenme salir” (Helly R)………………………………………...………….…..24
4. El Gran Otro en Lumon……………………………………………...….……..…26
5. Tiempo extra de contingencia…………………………………...…….………....28
6. Un aparente final puede ser un comienzo…………………..……….……………29
CONCLUSIÓN…………………………………………………………….………….……..30
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS………………………………………….……………32
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RESUMEN
INTRODUCCIÓN
METODOLOGÍA
2.Objetivos
Objetivo general:
El objetivo principal de la presente tesis será analizar la relación del sujeto del psicoanálisis
con la noción de libertad electiva y cómo una decisión consciente del sujeto puede ser
aprehendida por determinaciones inconscientes.
Objetivos específicos:
Indagar acerca del carácter electivo del sujeto del psicoanálisis, sirviéndonos de diversos
recortes de la serie seleccionada con el fin de fundamentar una coherencia sobre los
supuestos argumentados.
Considerar las conceptualizaciones sobre las operaciones de alienación y separación
vinculadas con el inconsciente a partir de la metáfora de división planteada en la narrativa
de la obra analizada.
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MARCO TEÓRICO
psicoanálisis aborda como aquel que inherentemente se encuentra dividido por la estructura del
lenguaje, por fuera de toda posibilidad de unificación que se le pretenda asignar. En la clase
XII del Seminario 6 dirá Lacan:
(…) que, en el ser humano, no hay ninguna posibilidad de acceder a esta experiencia de
totalidad; que el ser humano está dividido, desgarrado, y que ningún análisis le restituye
esta totalidad porque, precisamente, otra cosa es introducida en su dialéctica, que es,
justamente aquella que nosotros intentamos articular, y que nos es literalmente
impuesta por la experiencia y, en primer lugar, por el hecho de que el ser humano, en
todo caso, no puede considerarse, en último término, nada más que como un ser en el
que falta algo, un ser ya sea macho o hembra castrado (Lacan, 1959, p. 84).
2.El inconsciente
A lo largo de su obra, Freud conceptualiza el aparato psíquico en dos tópicas, que no
se excluyen entre sí. La primera es formulada a la altura de La interpretación de los sueños,
publicado en 1900, que retoma ideas ya postuladas en el Proyecto de Psicología de 1985. El
maestro vienés sugiere imaginarnos el instrumento de que se valen las operaciones del alma
como un aparato o algo similar, precisa de un modelo que funcione como una máquina cuyo
motor será el deseo inconsciente, pero sin relación con la neurología de la que comienza a
separarse. De esta manera Freud propone un aparato psíquico como un instrumento compuesto
por instancias o sistemas, a cada uno de los cuales le son atribuidas operaciones singulares y
una orientación espacial –no en el sentido físico sino secuencial- constante. Esta última supone
una dirección del aparato, puesto que “toda nuestra actividad psíquica parte de estímulos
(internos o externos) y termina en inervaciones” (Freud, 1901, p.530). Su fin es evitar la
acumulación de excitación, acorde a lo que formulará como el principio de nirvana. Así el
aparato se caracteriza por un polo sensorial y uno motor, donde concluye la actividad psíquica.
En el polo motor sitúa la instancia del preconsciente –Prcc-, donde los procesos de excitación
que lo habitan pueden ulteriormente alcanzar la conciencia si se cumplen ciertas condiciones,
y es el sistema que posee acceso a la motilidad voluntaria. Atrás del Prcc, Freud sitúa el sistema
inconsciente –Icc-, caracterizado por no tener acceso a la conciencia si no es por vía del
preconsciente, a través del cual sufrirá modificaciones para llegar a la conciencia. Entre los
sistemas Icc y Prcc sitúa la censura como una pantalla entre ambos. El sistema Icc se caracteriza
por poseer energía móvil y el Prcc, ligada. Destaca que lo inconsciente no es sólo el negativo
de lo consciente. Ya está presente la concepción de que lo inconsciente descriptivo no coincide
plenamente con el punto de vista tópico: lo inconsciente existe como no susceptible de
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conciencia en el sistema Icc y como capaz de llegar a la conciencia en el Prcc. Quince años
más tarde, Freud profundiza sus descripciones del inconsciente en sus trabajos sobre
metapsicología, en particular en el artículo Lo inconsciente y La represión. Para Freud es
insostenible que todo cuanto sucede dentro de la vida anímica sea notorio para la conciencia.
Afirma que “en sanos y en enfermos aparecen a menudo actos psíquicos cuya explicación
presupone otros actos de los que, empero, la conciencia no es testigo.” (Freud, 1915, p.163).
Retomando las elaboraciones de 1900 en torno a la multivocidad de lo inconsciente, propone
que la condición de una representación de ser inconsciente, en sentido descriptivo, no basta
para caracterizar al inconsciente como sistema (según el punto de vista tópico). A su vez,
agrega el punto de vista económico, que versa sobre las magnitudes de las investiduras y sus
destinos. Profundiza el proceso de la represión, sosteniendo que es posible gracias a que en el
origen del aparto psíquico se produce una represión primordial que funda la separación entre
la actividad consciente e inconsciente. Sostiene que este proceso “consiste en que a la agencia
representante psíquica (…) de la pulsión se le deniega la admisión en lo consciente” (Freud,
1915, p.143). Luego la represión propiamente dicha se efectúa sobre itinerarios de
pensamientos que se han asociado a la agencia representante reprimida. Lo reprimido
primordial ejerce una fuerza de atracción sobre las representaciones con las que pueda ponerse
en conexión. La represión es entonces un proceso que se cumple sobre representaciones, en la
frontera entre el sistema Icc y Prcc, donde se encuentra la censura. Pero es preciso distinguir
lo que interviene junto a la representación, es decir, aquello que representa a la pulsión y que
Freud denomina monto de afecto. Esta descomposición es necesaria puesto que dicho afecto
sufrirá un destino de represión diferente del de la representación. Se trata de quitarle a la
representación su investidura -o monto de afecto- lo que le permite el paso de un sistema a otro.
Luego define las propiedades del sistema Icc, para reforzar la idea de que el inconsciente no es
el mero negativo de la conciencia, o la falta de la cualidad de ésta. Ellas son, una movilidad
mayor de las intensidades de investidura que permiten el proceso de desplazamiento y
condensación (ya descriptos en La interpretación de los sueños); la ausencia de contradicción
entre representaciones o mociones pulsionales; la inexistencia de duda o certeza dentro del
inconsciente; la atemporalidad de los procesos dentro del sistema y la carencia de un
miramiento por la realidad, estando los procesos del Icc sometidos al principio del placer.
En Más allá del principio del placer, sostiene que el núcleo del yo es inconsciente y
propone “sustituir así una terminología meramente descriptiva por una sistemática” (Freud,
1920, p.19). Pero será en El yo y el ello donde profundizará esta concepción afirmando “Hemos
hallado en el yo mismo algo que es también inconsciente, que se comporta exactamente como
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lo reprimido” (Freud, 1923, p.19). Desarrolla así una segunda tópica, que no sustituye a la
anterior, sino que la complementa, formada por tres instancias: yo, ello y superyó. De esta
manera, propone llamar yo “a la esencia que parte del sistema P y que es primero prcc, y ‘ello’,
en cambio, (…) a lo otro psíquico en que aquel se continua y que se comporta como icc” (Freud,
1923, p.25), siendo a su vez la sede de las pulsiones.
Lacan se sirve de la lingüística para fundamentar su concepción del inconsciente. En el
seminario, libro 11, menciona que esta disciplina permitirá asegurarnos que el término
inconsciente encierra algo “calificable, accesible y objetivable” (1964, p.28), a diferencia de
las concepciones dinámicas que más bien hacían del inconsciente un término opaco. Sostiene
que el status del inconsciente es brindado por la estructura del lenguaje. Esta estructura está
compuesta de significantes que organizan las relaciones humanas de un modo inaugural, antes
de toda formación del sujeto. Es de notar que de los cuatro conceptos fundamentales que se
desarrollan en este seminario, los primeros dos sean el inconsciente y la repetición. Función
de la causa en lugar del dinamismo. Para conceptualizar el origen del inconsciente propone la
función de la causa, que permite dar cuenta de cierta hiancia característica de aquél.
De esta manera, concebirá al sujeto del inconsciente como efecto del lenguaje,
fundamentado en la ley de significante y su efecto reversivo de cierre; el inconsciente se
produce a partir y como efecto de la discontinuidad, es decir en la articulación de dos
significantes: el S2 será el que en apres-coup, y el que haga existir al S1, y en esta combinatoria
al inconsciente lacaniano. Por este motivo, el aparato psíquico propuesto por Freud no tendrá
lugar en el fundamento conceptual lacaniano - desde el paradigma del significante - ya que no
se trata de nociones espaciales sino de apertura y cierre. Es importante comprender la relación
que se establece entre el efecto del lenguaje y la vinculación previa del significante - ya
enunciado - en relación a su estructura.
La causa es el S1, y es el primer significante que permite representar al sujeto, sin él no
habría ningún sujeto en lo real, - dice Lacan - no obstante, por sí solo no representa nada sino
para otro significante.
Por lo tanto, el estatuto que le otorga Lacan a el inconsciente se diferencia
absolutamente de la psicología del yo y de la psicoterapia, puesto que su dimensión ética es un
lazo que se establece en transferencia.
Entonces para el psicoanalista francés el núcleo del inconsciente no estaría compuesto
por una cadena de pensamientos ni por agencias representantes de pulsión, sino que se trataría
de un significante –o varios- con propiedades particulares al resto de la batería de significantes
que componen la estructura. Para Lacan el significante reprimido primordialmente no es igual
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nacen desde allí respecto a la cuestión de la falta, una falta que no sólo atraviesa al sujeto en
tanto dividido sino también a la dimensión del Otro. Siguiendo esta línea de pensamiento, en
momentos posteriores de la enseñanza lacaniana podremos encontrar pasajes que dan cuenta
de la conceptualización de la estructura y del Otro del lenguaje como dimensiones atravesadas
- tal como el sujeto - por la castración. Lacan desplegará también esta nueva definición del
Otro de diversos modos en su Seminario XXIII (1975-76), deslizando por ejemplo que el “A
barrado quiere decir que no hay Otro del Otro” (p. 55) o que “lo sexual no establece de ningún
modo ninguna relación” (p. 62). Se abre entonces una lectura de la estructura del lenguaje y
del Otro que aportaría una pista de relevancia para esclarecer los alcances del determinismo de
esta dimensión sobre el sujeto.
Terminará de darle forma a dicha idea en la misma página y agregará puede llegar a
averiguar que eso desmentido por el no sólo está en el, sino en ocasiones también produce
efectos desde el. Es en torno a estas referencias que podría ubicarse entonces que si bien el
campo de lo psíquico se vería influido por determinaciones inconscientes, Freud postula que
ello no le quita al sujeto la responsabilidad por el contenido de sus aspiraciones y deseos. Por
lo cual, podría decirse que en las teorizaciones de Freud no se abona la idea de un sujeto
puramente pasivo e inerte ante las determinaciones inconscientes que impactan sobre su vida
anímica. En contraste, aparece conceptualizado un sujeto que ante estas determinaciones se
encontraría implicado en lo más íntimo. Por otro lado, rastreando la enseñanza lacaniana,
podemos encontrar que en el capítulo “La ciencia y la verdad” de los Escritos 2 Lacan (1964-
66) plantea que “De nuestra posición de sujeto somos siempre responsables” (p. 816). Es Pablo
Muñoz (2012) el que se pregunta por el sentido de dicho enunciado y realiza una lectura del
mismo en su artículo “Apuntes preliminares para una discusión sobre la concepción de la
libertad en psicoanálisis”. Allí el autor propone que esa frase refleja un intento por parte de
Lacan de situar determinada concepción del sujeto:
“el hablante siempre es responsable de su posición de sujeto (del inconsciente), ya
entonces definido como discurso del Otro (…) si el inconsciente es el discurso del Otro,
el hablante nos habla de su posición de sujeto en relación al Otro, de lo que de su Otro
le llega como condición y determinación, lo cual es esencialmente interpelante”.
(Muñoz, 2012, p. 558).
Siguiendo esa línea de pensamiento, agregará el autor en esa misma página que “la
estructura del lenguaje contiene también lo indecible que abre el margen de libertad que
permite escapar a una determinación absoluta y plantea la responsabilidad, en la medida en que
el sujeto es un efecto del lenguaje pero ésta no-todo allí” (Muñoz, 2012, p. 558). En ese sentido,
sitúa que sólo podría hablarse de la responsabilidad por la posición subjetiva en psicoanálisis
en virtud de que el Otro se encuentra barrado por estructura y no determina totalitariamente las
posibilidades del sujeto. En otro de sus artículos, titulado “Deseo y responsabilidad”, Muñoz
(2017) realizará un agregado a lo formulado en el escrito anteriormente citado y hablará sobre
la problemática de la responsabilidad en su íntima ligazón con la libertad electiva posible para
el sujeto del psicoanálisis. Dirá allí:
(…) no hay una elección plena, cerrada y lograda con la que el sujeto se encuentra sin
conflicto. Si hay elección, porque hay libertad, porque el Otro está barrado y no puede
determinarlo todo –única razón para justificar la elección como posibilidad-, la elección
siempre será traumática y la responsabilidad por ella estará inevitablemente en el seno
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de la división del sujeto por el acto. No hay responsabilidad subjetiva por fuera de esta
coyuntura dramática. (Muñoz, 2017, p. 608).
En este punto, resulta pertinente destacar e incluir aquí que Muñoz desliza la
importancia de no aportarle una carga superyoica a la idea de la responsabilidad por la
posibilidad de elección por parte del sujeto. Por el contrario, a lo largo de todo este último
artículo citado se encarga de esclarecer que la responsabilidad que atañe al sujeto por su
modalidad de respuesta frente al condicionamiento del Otro – como podría ser la de afirmarse
en un deseo decidido - no puede ser pensada sin el tránsito por vacilaciones y división subjetiva.
De este modo, el autor nos advierte que pensar a la responsabilidad subjetiva por fuera de la
intrusión de posibles metas morales por parte de los psicoanalistas, permitiría quitarle a la
responsabilidad el peligroso estatuto de un ideal en el marco del análisis.
La interpretación es una de las intervenciones llevadas a cabo por el analista y es lo que
posibilita abordar aquello del síntoma que el paciente presenta como una formación del
inconsciente, el cual oculta o devela una verdad a ser descifrada. Para que ello suceda, la
instauración de la transferencia resulta de carácter imprescindible ya que permitirá la apertura
y despliegue de la cadena asociativa en el paciente. Sin embargo, cabe señalar que esta
asociación poco tiene de “libre”, ya que estará determinada por los significantes que han
marcado subjetivamente a ese ser hablante. Citando a Lacan:
El sujeto invitado a hablar en el análisis no muestra en lo que dice, a decir verdad, una
gran libertad. No es que esté encadenado por el rigor de sus asociaciones: sin duda le
oprimen, pero es más bien que desembocan en una palabra libre, en una palabra plena
que le sería penosa. Nada más temible que decir algo que podría ser verdad. Porque
podría llegar a serlo del todo, si lo fuese, y Dios sabe lo que sucede cuando algo, por
ser verdad, no puede ya volver a entrar en la duda. (Lacan, 1958, p.587).
Colette Soler en el texto “Standars no standars” va a decir que el psicoanálisis es el
trabajo de transferencia y justamente lo que está en juego es poner a trabajar la transferencia
¿De qué manera?, para Lacan, se trata de hacerlos entrar por la puerta, que haya para los sujetos
una verdadera demanda. Solo el sujeto supuesto a saber, como pivote de la transferencia,
permite situar aquello que hace del síntoma una “demanda verdadera” (Soler, 1984).
albedrío?” (Lombardi, 2015, p. 45). Expone amplios desarrollos en este aspecto y se encarga
sistemáticamente de destacar el carácter electivo en el que se asienta el ser hablante.
Rabinovich (2015) en “El deseo del psicoanalista. Libertad y determinación en psicoanálisis”
deja traslucir la existencia de un margen de libertad posible para el sujeto del psicoanálisis
frente a las determinaciones originarias. Deslizará que “si el psicoanálisis no abre para cada
sujeto hablante la posibilidad de ‘ese poco de libertad’ como lo denomina Lacan, su ejercicio
deviene una mera estafa” (Rabinovich, 2015, p. 9). Situará la autora entonces que, siempre y
cuando no sea pensado en términos de cura tipo, ese margen de libertad sería la ganancia o el
saldo de un fin de análisis.
Al hablar del sujeto del psicoanálisis y libertad electiva resulta pertinente volver a
referirnos a las teorizaciones de Rabinovich (2015), donde refiere sobre el carácter electivo del
sujeto, deslizando que “todo lo tocante a la posibilidad de modificación, a la posibilidad de
optar o de elegir por parte del sujeto, se sitúa del lado de lo contingente de una determinación”
(p.106).
En este punto, siguiendo a la autora, se desprendería de sus teorizaciones que el modo
en que el psicoanálisis piensa al sujeto del que se ocupa, a la libertad electiva y a la
determinación, reflejaría que dichas nociones encuentran íntimos puntos de relación entre sí.
Pablo Muñoz (2013) en su artículo “El sujeto del psicoanálisis, entre libertad y determinación”,
también encuentra ligazones entre el concepto de sujeto y libertad en psicoanálisis. En relación
al vínculo entre ambas nociones, dirá:
Si bien en las obras de S. Freud y J. Lacan la libertad no es un tema de elaboración
sistemático ni permanente, en ambos autores se hallan referencias aisladas que, tomadas
en su conjunto, configuran un modo de concebir la libertad estrictamente ligado a la
concepción de sujeto que J. Lacan definió explícitamente para el psicoanálisis. (Muñoz,
2013, p. 505)
Introduciéndose más concretamente a la cuestión de la libertad y la determinación, el
autor sostendrá: “Será en el intervalo entre el significante uno y el significante dos que
emergerá el efecto sujeto. Pero entre esos dos significantes puede haber diferentes “efectos
sujeto”: angustia, certeza, etc.” Dirá, en esa línea, que “allí hay un margen de libertad, donde
el efecto es una incógnita: equis. Hay algo que el Otro determina pero no inevitablemente.”
(Muñoz, 2013, p. 507). Siguiendo esta línea de pensamiento, allí donde el efecto sujeto puede
ser variable, los condicionamientos impuestos por el Otro del lenguaje encuentran un punto de
incompletud y fuga. En relación entonces a la multiplicidad de respuestas que el sujeto puede
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poner en marcha a partir de la determinación del Otro y su emergencia entre dos significantes,
el autor seguirá diciendo:
(...) ante la injerencia del Otro que interpela al sujeto (…) su determinación [la del
sujeto] no es a una respuesta determinada – valga la equivocidad y la redundancia -,
sólo lo es a responder. Y eso habilita el margen de emergencia del efecto sujeto y su
alojamiento en ese intervalo. El margen que se abre es cómo respondo a lo que me
determina a responder (…), estamos obligados a la libertad por la insuficiencia de la
cadena significante”. (Muñoz, 2013, p. 507)
Es en ese sentido que, en relación a la libertad en psicoanálisis, Muñoz deslizará una
definición provisional acerca de la misma. Dirá que ésta “es el hiato que emerge en el punto de
desencuentro entre el efecto sujeto y la estructura abisal del Otro. Allí se abre el margen de
libertad. Margen intervalar que aloja el efecto sujeto” (Muñoz, 2013, p. 508). Sostiene así el
autor que, si bien el sujeto nace inevitablemente en el campo del Otro, ese campo no logra
abarcar de forma totalizante su existencia. Destaca también Muñoz que no podría pensarse en
el margen de libertad con la que cuenta el sujeto del psicoanálisis respecto a las
determinaciones del Otro sin pensar en que justamente se trata de un “margen”, y que la ilusión
de libertad ilimitada podría tornarse peligrosa.
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2.Inconsciente y saber
En este apartado nos valdremos de las investigaciones realizadas por Juan De Olaso.
En este artículo resalta el concepto fundamental que toma Lacan en relación con el
inconsciente, una relación directa con el saber, una combinatoria de elementos discretos, una
red de significantes, que trabaja incansablemente y produce efectos de toda índole. Algo más
parecido a una fábrica que a un teatro, como apuntó alguna vez G. Deleuze, refiere De Olaso.
El inconsciente está estructurado como un saber. El que queda, por cierto, en una
posición de no-saber ante esta estructura, es el sujeto. El inconsciente lo determina, lo sujeta,
lo trabaja, lo divide. Como dice Lacan, lo “sobrepasa”. De ahí la idea, tan repetida, del saber
no sabido, del saber inconsciente no sabido por el sujeto; algo que la regla de la asociación
libre ha sabido poner de manifiesto de modo ejemplar. “Pues bien, el saber habla solo, esto es
el inconsciente” (Lacan 1969-70: 74). O como esta otra: “diga lo que diga, y me sostenga donde
me sostenga, incluso si me sostengo bien, no sé lo que digo”. A lo que Lacan agrega que
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ninguno de los discursos que acaba de postular “da esperanzas, permite a quien sea pretender,
incluso esperar, en modo alguno saber lo que dice” (Lacan 1970-71, p 41-42).
Lacan el Seminario 20, se interroga sobre qué es el saber y la observación acerca del
saber que no se sabe, y se lee otra proposición: “el inconsciente no es que el ser piense (…) el
inconsciente es que el ser, hablando, goce y, agrego yo, no quiera saber nada más de eso. Añado
que esto quiere decir: no saber absolutamente nada” (Lacan 1972-73: 128). Se suman así, dos
piezas al tablero. Por un lado, el goce que produce el inconsciente al hablar, lo que recuerda la
tesis del saber como medio de goce (De Olaso, 2020). Y, por otro, no solamente el no saber
que situaba como inherente a la posición del sujeto que ahora aparece el “no querer saber”,
incluso el “absolutamente nada” con el que remata Lacan la secuencia, o hay deseo de saber o
hay represión, o sea, no querer saber. Agregando así un nuevo, “no hay” a la lista que
conforman el metalenguaje, el Otro del Otro, el universo de discurso y la relación sexual.
esa entrada en el aparato, Lacan la llama aquí siguiendo a Freud bejahung primordial,
afirmación primordial. Hay para Lacan un nivel estructural de inscripción de significantes en
el aparato, porque para Lacan son significantes los que se admiten en lo simbólico y también
son significantes los que se rechazan. El aparato se constituiría por esa operación en la cual,
por un lado, se inscriben determinados significantes que van a formar el mundo simbólico de
un sujeto, y por el otro se excluyen otros que tendrán otro destino, que quedaran fuera de lo
simbólico.
sujeto que debe hacerse responsable, sino que la responsabilidad también es un efecto que da
cuenta de “nuestra posición de sujeto”. Precisamente Lacan sostiene la siguiente afirmación
que ha sido retomada innumerables veces en el campo del psicoanálisis: " De nuestra posición
de sujeto somos siempre responsables" (Lacan 1966, 837).
Los autores concluyen, no elegimos nuestras determinaciones que se nos imponen como
un destino, pero en la medida en que sabemos, en que hemos leído nuestro singular modo de
respuesta a ellas, advenimos “libres” de elegir cómo actuar en consecuencia.
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1.Severance
2.Lumon Industries
En cuanto a los recursos estilísticos del lugar, se muestra en la estética una construcción
de Lumon imponente, alejada de la urbanización y delineada por senderos que conducen al
lugar desde un solo punto de la ciudad.
El espacio físico de “trabajo” se caracteriza por encontrarse en el subsuelo de este
edificio, sitio que por un lado da cuenta de cierta amplitud, y que por el otro muestra en toda
24
Una de las primeras escenas que se nos presenta y recortamos para este análisis, es la
ambigua situación de Helly, “la nueva integrante de Lumon”, quien despierta sola, vestida de
oficinista y sobre la mesa de una gran sala de reuniones. Acto seguido, una voz que sale de un
parlante preguntándole ¿Quién eres?, y posteriormente solicitándole responda una encuesta de
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cinco preguntas con el objetivo de dar cuenta si el implante colocado para dividir sus recuerdos
está funcionando correctamente, la nueva participante no consigue responderlas, no sabe
absolutamente nada de sí misma ni del entorno en el que se encuentra, situación que rechaza
desde el primer momento. Helly no sabe ni siquiera su nombre.
Es a partir de esta imagen, donde se comienza a leer una especie de alegoría respecto
del lugar que ocupa Helly para sí misma (en ese entorno), un lugar que seguidamente será dado
a partir de la estructura del lenguaje.
Pablo Muñoz en su artículo “El sujeto del psicoanálisis, entre libertad y determinación”
estudia las nociones que lo titulan y hace alusión al sujeto del psicoanálisis como aquel que
nace producido por la estructura significante (Muñoz, 2013).
En este momento a Marx le asignaron no solo la responsabilidad por los resultados del
área llamada “división de Refinamiento de microdatos”, sino que será quien acompañará a
Helly en la inducción, le dirá ¡quien es ella en este lugar!, ¡que está haciendo allí!, y todo lo
referente acerca del procedimiento aceptado, a priori conscientemente en la vida exterior a
Lumon. Helly no consigue asumir la situación y tras sucesivos intentos por escapar del lugar,
¡sin éxito!, será nuevamente Mark quien le resaltara, “cada vez que estes aquí, es porque
elegiste volver”. En la trama, esto se debe al procedimiento biotecnológico, en el momento que
Helly atraviesa la puerta de salida “su otro yo” quien desconoce lo que Helly siente o piensa
dentro de Lumon, decide volver a entrar. En ese círculo, ¿estaremos en presencia de lo que en
análisis, el analizado no recuerda nada de lo reprimido, sino que más bien lo actúa - es decir
no lo reproduce como recuerdo - sino como acción, repitiendo sin saber que lo hace?.
Marx le explica a Helly que la visión perceptiva que ella que tiene de si en Lumon, solo
vive en Lumon.
A partir de ello, retomamos lo planteado en el apartado anterior, hipotetizando al
programa de división en Lumon Industries como el lugar físico que metafóricamente el creador
le da al inconsciente, quedando por fuera de ello el campo de lo consciente narrado en la serie
como la vida personal de estos personajes.
Lacan se ocupa de introducir tajantemente la distinción entre la noción de “yo” y de
“sujeto” en psicoanálisis, intentando delimitar entonces las especificidades de ambos
conceptos. En la introducción del seminario, dirá que la diferencia entre el yo y el sujeto nace
del descubrimiento freudiano del inconsciente. Situará, destacando dicha discrepancia, que “el
inconsciente escapa por completo al círculo de certidumbres mediante las cuales el hombre se
reconoce como yo” (Lacan, 1954-1955, p. 18), y en esa línea sostendrá que “el sujeto está
descentrado con respecto al individuo. Yo es otro quiere decir eso” (Lacan, 1954-1955, p. 20).
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Muñoz sostiene que, si bien el sujeto nace inevitablemente en el campo del Otro,
situación que se ve simbolizada en aquella mesa de reunión, primera imagen de Helly
despertando en Lumon, ese campo no logra abarcar de forma totalizante su existencia. “Todo
es afectado por la dimensión de la otredad” (Muñoz, 2013, p. 507).
Este Gran Otro (A con mayúscula) es entonces para Lacan a la altura del seminario 2,
aquel que puntúa y decide el sentido de lo que uno dice cuando habla. De este modo, el sujeto
se constituye como tal en un mundo articulado a la ley del lenguaje. No hay posibilidad para
su ser, sino es en función del Otro. Siguiendo esta línea, esta batería de personajes presentados
al inicio de este apartado, estarían funcionando como una maquinaria simbólica, un Otro del
lenguaje que precede al sujeto. Es a través de su discurso en el entorno “Lumon” que hacen
efectivas las determinaciones en las interacciones del sujeto con el mundo exterior (que, en este
caso, se dan al interior de la corporación) y del modo de interpretación de cada integrante del
programa. Entonces, es este Otro de la organización, quien manipula un sistema de mandatos
organizados y de deberes explícitos que se encarnan en estos sujetos como propios y los
constituyen estructuralmente.
El Otro completo se constituye como aquel lugar que posee todo el saber, por ende, el
sujeto se configura a partir de los sentidos inamovibles que el Otro le ha otorgado para su ser.
Así, el sujeto se ve condenado a no tener otra opción más que surgir alienado a los significantes
que el Otro le adjudica. Obturando el deseo del Otro con su ser. Esta operación lleva el nombre
de “Alienación”. Ahora bien, Lacan señala “¿Querrá decir, tal como parece que yo sostengo,
que el sujeto está condenado a sólo verse surgir, in initio, en el campo del Otro? Podría ser,
pero de ningún modo - de ningún modo.” (Lacan, 1964). Por tanto, en un segundo momento,
el sujeto encontrará fallas en el discurso del Otro y es así como se topará con el verdadero
deseo del Otro. La operación de separación supone que a partir de que el Sujeto, acepta la falta
en el Otro, puede articular su propio deseo. De este modo, remite al advenimiento subjetivo.
Es en los intervalos de la cadena que se despliega la metonimia del deseo y justamente, es la
operación de separación la que allí se articula (Lacan, 1964).
En la lectura que venimos realizando, la narración roza lo metafórico en más de un
momento, apoyándose en ideas abstractas que siempre están abiertas a la interpretación. Estas
ideas pueden ir desde la alienación laboral y el vacío existencial hasta el carácter opresivo que
la sociedad tiene para aquellos que son diferentes y no encajan en la norma. La empresa Lumon
es descripta como un lugar de pesadilla que funciona mediante la coacción y el lavado de
cerebro, de forma no muy distinta a como funciona una secta destructiva. De hecho, los
empleados son sujetos a normas que no tienen sentido, pero son consideradas sagradas, y son
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acosados con una mitología interna que se parece mucho a una religión corporativa. Dado que
los integrantes no conservan memorias del mundo exterior, son blancos fáciles para la
manipulación mental; sin embargo, también son propensos a una angustia vital que, por
motivos que ni ellos mismos comprenden, los hace sentirse fuera de lugar en la única existencia
que conocen. También es interesante la manera en que es descrito el mundo exterior. Estos que
en apariencia viven una vida “más normal” en el «mundo real», por así llamarlo, disfrutan de
muchos más recursos para estar contentos, pero algunos de ellos llevándonos por el guion,
tampoco lo están.
En el decurso del relato se introduce del exterior “por un error del supervisor en Lumon”
un libro de autoayuda, algunos de cuyos fragmentos son leídos por los personajes en algunos
episodios. Ese libro de autoayuda adopta casi el papel de una Biblia, y sirve para trazar un
paralelismo entre la mitología interna de la empresa Lumon y las mitologías cotidianas que en
“el afuera” cumplirían el objetivo de adaptar a ciertos individuos a afrontar eventos de la vida
rutinaria que produce “la falta”.
Sera a partir de los múltiples interrogantes que los personajes principales comienzan a
hacerse, donde comenzara a trastabillar y se dejara entrever la falta en el “Otro”, situación que
motorizara individual y grupalmente en estos cuatro miembros principales que integran el
programa de división un plan que les permita intentar tener acceso a algo de sus propios deseos,
a algo del saber no sabido de la neurosis.
Llegando a los últimos capítulos, emerge a escena en la vida personal de Dylan, (uno
de los cuatro integrantes principales), una imagen donde se solaparía su vida personal con la
laboral; esta situación perdura solo unos instantes y en el guion el narrador nos hace saber que
este episodio fue contingente, posible únicamente debido a un dispositivo que solo puede
activarse manualmente por el supervisor dentro del área de seguridad al interior de “Lumon” y
que a este procedimiento lo llaman: “Tiempo extra de contingencia”. En el marco de la serie,
y siguiendo la lectura de la metáfora cinematográfica, nos convoca hipotetizar que, a partir de
una intervención en análisis, algo de ese saber no sabido por el sujeto es pasible de emerger en
el discurso de los analizantes.
Si el inconsciente es lo que es, no una cosa monótona sino, en cambio, una cerradura lo
más precisa posible, cuyo manejo no es otro que abrirla al revés con una clave-llave, que está
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más allá de una cifra, esta abertura, sólo puede servir al sujeto en su demanda de saber. Lo
inesperado es que el sujeto confiese él mismo su verdad y que la confiese sin saberlo. (Lacan,
1966, p.6).
Dylan confiesa a sus compañeros de trabajo que, a partir de este suceso, supo algo de
aquello no sabido en relación a su vida personal al exterior de Lumon. Dylan ahora sabe que
allí afuera tiene un hijo.
“Nuestro trabajo es probar la libertad”, “tu supuesto jefe puede poseer el reloj que se
burla de ti desde la pared, pero amigos, el tiempo es suyo”. Estas fueron una de las lecturas del
libro escrito por fuera de Lumon, texto que había ingresado por error a la corporación y que en
manos de los personajes que analizamos surtieron efectos significativos.
Tal como se desprende del marco teórico, Colette Soler en el texto “Standars no
standars” va a decir que el psicoanálisis es el trabajo de transferencia y justamente lo que está
en juego es poner a trabajar la transferencia. El síntoma se volverá analizable a condición de
ser incluido en la transferencia. ¿Cómo es que se va construyendo la demanda y como es la
entrada en análisis? El sujeto supuesto a saber nos permite pensar el juego que se va
construyendo en el análisis. Por parte del sujeto se le va a suponer un saber al analista y por
eso le habla, para que descifre su texto. Para el analista la suposición del saber va a estar en
plano del inconsciente, no asume ese saber, lo va a ir a buscar en otro lado.
En cuanto a la línea cronológica de los acontecimientos y recortes relatados, a esta
altura los personajes que analizamos en la narrativa ya no suponen todo el saber en el Gran
Otro simbólico de Lumon, ya hacen asociaciones e hipotetizan respecto de sus acciones. (…)
el síntoma no conduce al análisis sino cuando cuestiona; Cuando el analizante capta ese
incomprensible cuerpo extraño como propio y portador de un sentido obscuro que lo representa
como sujeto desconocido para sí mismo. En este sentido, el síntoma es cuestionamiento del
sujeto (…)” (Soler, 1984, p 107).
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CONCLUSIÓN
ocupa puede ser revisada y eventualmente subvertida, allí donde el sujeto no puede elegir
sustraerse de responder a las determinaciones que provienen del Otro, pero sí tiene la
posibilidad de decidir sobre el efecto sujeto que deriva del encuentro con ellas.
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