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República Bolivariana de Venezuela

Universidad Nacional Experimental “Rómulo Gallegos”


Núcleo Maturín – Edo. Monagas
Área: Ciencias de la Salud
Cátedra: Fisiopatología.

Hipersensibilidad

Dra: Bachilleres:
Zorina Lanz #21 Scarlet Martínez 29.700.741
#4 Mitchell Bello 28.429.058
#7 Elisabeth Cañizalez 29.916.861

Maturín, 10 de Octubre de 2023.


Hipersensibilidad
El sistema inmune es esa red de moléculas, células, tejidos y órganos que forma parte de un complejo
sistema de defensa preparado para enfrentarse a cualquier tipo de amenaza que se atreva a ponernos
en peligro. En nuestro día a día nos acechan todo tipo de peligros, y está claro que sin un sistema
inmunitario eficaz que nos defienda de ellos no habríamos llegado hasta aquí. Dicho esto, parece
lógico pensar que cuanto más fuerte sea nuestra defensa, mejor; pero en la realidad, esto no funciona
así: cuando nuestro sistema inmunitario se pasa de rosca da lugar a todo tipo de problemas, entre los
que se encuentran la hipersensibilidad o muy conocidas alergias. La hipersensibilidad no es más que
una reacción exagerada del sistema inmunitario ante sustancias que a priori son inofensivas. Se dice
“a priori” porque para el resto de personas esas sustancias son inocuas, pero para la persona que
poseen esta alteración pueden llegar a ser muy peligrosas. Estas sustancias extrañas contra las que
sobre reacciona el sistema inmunitario es lo que llamamos alérgenos.
Es importante conocer que estas reacciones de hipersensibilidad Gell y Coombs las clasifican en 4:

✔ Tipo 1: mediada por anticuerpos IgE, incluye alergias a polen, ácaros, polvo y reacciones de
anafilaxia.
✔ Tipo 2: se produce por la unión IgG o IgM a la superficie de células del huésped, incluye
anemia hemolítica.
✔ Tipo 3: mediada por complejos antígenos anticuerpos depositados sobre las células de
huésped que inducen a una respuesta inflamatoria resultante, incluye al lupus eritematoso y
la glomerulonefritis.
✔ Tipo 4: producida por la activación inapropiada de células T, el ejemplo mas característico
es la tuberculosis.
Hipersensibilidad tipo I
Estas van a ser iniciadas por una interacción de un anticuerpo tipo IgE con un antígeno multivalente
que puede ser un antígeno muy común como por ejemplo el polvo, el polen de las plantas o hasta el
epitelio de los animales (el pelo de los animales) entre otros muchos agentes (poner el cuadro), esta
interacción va a generar la triada atópica que caracterizan a los individuos con este tipo de
Hipersensibilidad incluyen:
✔ Asma
✔ Dermatitis atópica
✔ Rinitis
A qué nos referimos con estos individuos a tópicos, los individuos sanos normalmente generan
anticuerpos IgE solamente en respuesta a infecciones parasitarias, sin embargo, estas personas que
llamamos atópicas están predispuestas a generar anticuerpos tipo IgE contra antígenos ambientales
comunes anteriormente nombrados.

Este tipo de hipersensibilidad van a tener dos pasos:


Primeramente, tenemos que saber que por muy alérgica que sea una persona a algo, la primera vez
que entró en contacto con el alérgeno no tuvo ningún tipo de síntoma. ¿Cómo es posible? Cuando
nuestro cuerpo se expone por primera vez al alérgeno, nuestro sistema inmunitario produce un tipo
de anticuerpos llamados inmunoglobulinas E, estos anticuerpos se forman gracias a que los linfocitos
B cuando entran en contacto con el antígeno cambian su forma hacia una célula plasmática secretora
de IgE.
Recordemos que los anticuerpos son esas moléculas del sistema inmunitario que se encargan de
reconocer a sustancias extrañas o peligrosas que puedan entrar en nuestro cuerpo, para alertar al
sistema de defensa de que ha entrado un intruso al que hay que destruir. Son como una especie de
“detectores de peligro”.
Una vez fabricadas, las inmunoglobulinas E esta se adherirán a la superficie de unas células
inmunitarias muy importantes en este proceso: los mastocitos. Los mastocitos se encuentran
repartidos por los tejidos de nuestro cuerpo, aunque se concentran especialmente en aquellos que
conforman una barrera con el exterior, como el aparato respiratorio, el tracto gastrointestinal y la piel.
En este punto, cuando nuestro cuerpo sintetiza inmunoglobulinas E contra un alérgeno y las adhiere
a estos mastocitos como también a los eosinófilos y basófilos se produce lo que llamamos
“sensibilización”: en otras palabras, te acabas de volver “sensible” o “alérgico” a una sustancia.

A partir de este momento, si vuelves a entrar en contacto con ese alérgeno, las inmunoglobulinas E
lo reconocerán y activarán la desgranulación de los mastocitos: o sea, los mastocitos liberarán los
gránulos que contienen en su interior y, con ellos, todo tipo de sustancias que incluye a los mediadores
de inflamación como aminas vasoactivas y mediadores lipídicos que provocarán los síntomas de las
personas con este tipo de hipersencibilidad. Este paso se conoce como degranulación o reacción. Es
como si los mastocitos llevasen en su interior las “balas” a disparar, y las inmunoglobulinas E
apretasen el gatillo al detectar el enemigo.

De todas las sustancias que liberan los mastocitos, la molécula protagonista por excelencia y que
tenemos que conocer si o si es la histamina. La histamina tiene distintos efectos en nuestro cuerpo;
entre otras cosas, aumenta la secreción nasal y salival; produce una dilatación de nuestros vasos
sanguíneos (para que nuestras células inmunitarias accedan con más facilidad al lugar de la infección),
lo cual causa un enrojecimiento; aumenta la permeabilidad de los vasos sanguíneos (es decir, que
salga agua y otras moléculas hacia afuera de los vasos), lo que produce hinchazón en la zona; y
estimula los nervios sensitivos, causando picor; estos tres últimos síntomas, es decir, el
enrojecimiento, el hinchazón y el picor se manifiestan en la piel en forma de las típicas ronchas de
urticaria. En otras palabras, la histamina es en parte responsable del cuadro clínico como el goteo
nasal, tos, estornudos, ojos llorosos, picor o la inflamación de las membranas mucosas. Con todo esto,
la histamina tiene un objetivo muy claro: expulsar lo más rápido posible al alérgeno del cuerpo.

Aunque esto sea una buena causa, lo cierto es que en algunas ocasiones la respuesta alérgica que
desencadena nuestro cuerpo puede irse de las manos y extenderse por todo el organismo, pudiendo
llegar a producir la muerte. Esto es lo que se conoce como anafilaxia.

En la anafilaxia, se produce una reacción alérgica muy fuerte que se extiende más allá de la región
que entró en contacto con el alérgeno, afectando a otras zonas del cuerpo. En las reacciones
anafilácticas se libera de forma masiva histamina y otras sustancias que causan síntomas como
prurito, inflamación, dolor de estómago, náuseas, vómitos, confusión o somnolencia; pero también
síntomas potencialmente mortales, como una constricción de las vías respiratorias, lo cual puede
impedir la respiración; y una caída repentina de la presión arterial, lo cual es muy peligroso porque
puede dar lugar a lo que se conoce como shock.

El shock se trata de una situación en la que no llega suficiente sangre y oxígeno a los tejidos del
cuerpo, pudiendo dar lugar a la muerte si no se trata de forma rápida. Porque al final la anafilaxia
ocurre de forma muy rápida, apenas unos minutos después de entrar en contacto con el alérgeno, por
lo que es de vital importancia actuar lo más rápido posible y tratarla de forma urgente.

Esta reacción se puede dar de manera inmediata o tardía.


¿Todos los alérgicos son susceptibles de tener anafilaxia? Pues, aunque depende de cada persona,
sí que es cierto que algunos tipos de alergias son más susceptibles de provocar reacciones
anafilácticas, al final cada persona puede reaccionar de forma distinta ante una misma sustancia e
incluso ante un mismo alérgeno. ¿Por qué ocurre eso? ¿Por qué algunas personas nos volvemos
alérgicas a ciertas sustancias y otras no? Pues como siempre, no hay una única respuesta. En el
desarrollo de las alergias, y como en tantas otras cosas, intervienen tantos factores genéticos como
factores ambientales. Para empezar, la genética de cada persona es fundamental a la hora de
desarrollar o no una alergia, ya que existen genes de susceptibilidad que pueden hacerte más propenso
a desarrollar una alergia. Además de la genética, algunos factores del entorno pueden aumentar el
riesgo de desarrollar alergias. Por ejemplo, existe una teoría que dice que haberse criado en un entorno
excesivamente limpio y libre gérmenes fomentaría la aparición de alergias más tarde en la vida y
explicaría por qué a día de hoy tenemos más alergias que antes. Esto es conocido como “la hipótesis
de la higiene”. Con los años y con los nuevos descubrimientos que se han ido haciendo sobre la
tremenda complejidad de nuestro sistema inmunitario o sobre el importantísimo papel de la
microbiota en la salud de nuestro cuerpo, con el tiempo hemos ido matizando un poco esta hipótesis.
Por ejemplo, a día de hoy se cree que la exposición durante la infancia a una amplia gama de
microorganismos no peligrosos, ayudaría a “enseñar” al sistema inmunitario a reaccionar de forma
adecuada ante las amenazas.

Hipersensibilidad tipo II: citotóxica mediada por anticuerpos

Las reacciones de hipersensibilidad de tipo dos o hipersensibilidad citotóxica son mediadas por
anticuerpos IGg e IgM dirigidos contra antígenos diana específicos en superficies celulares o tejidos
determinados del hospedero. Los antígenos pueden ser intrínsecos (parte inherente de la célula del
hospedero) O extrínsecos (incorporados a la superficie celular después de la exposición a una
sustancia extraña o un agente infeccioso). Así, los tejidos que expresan los antígenos diana determinan
las manifestaciones clínicas de las reacciones de hipersensibilidad de tipo dos. Estos antígenos se
conocen como antígenos específicos del tejido. Existen cuatro mecanismos generales por lo que
puede propagarse la reacciones de hipersensibilidad de tipo dos, pero independientemente de la vía
siempre inician a partir de la unión de un anticuerpo igG o igM antígenos específicos del tejido. Éstos
mecanismos incluyen destrucción celular activada por el complemento, cito toxicidad celular
mediada por anticuerpos, inflamación mediada por complemento y anticuerpo, y modulación
dependiente de anticuerpos de los receptores de superficie celular normales

Destrucción celular activada por el complemento

La destrucción de células diana en la reacciones de hipersensibilidad de tipo dos puede presentarse


como consecuencia de la activación del sistema del complemento mediante la vía clásica. En primer
lugar, la formación del complejo de ataque a la membrana (CAM) por la activación de C5-C9 permite
el paso de iones, moléculas pequeñas y agua hacia el interior de la célula lo que induce su lisis directa.
Además, la inmunoglobulina G y el fragmento c3B del complemento actúan como opsonina al unirse
a los receptores ubicados en la superficie celulares de los macrófagos. Éste proceso activan los
macrófagos que entonces destruyen a las células diana mediante fagocitosis. Así, la activación del
sistema del complemento genera una respuesta doble que culmina en la destrucción celular. En las
personas con anemia hemolítica autoinmune Italia, los auto anticuerpos se dirigen contra epítope
ubicados en los eritrocitos. Los eritrocitos cubierto por esto auto anticuerpos son destruidos por
fagocitos en el hígado o el bazo. Algunos tipos de auto anticuerpos pero no todos también inducen la
fagocitosis y la lisis celular por mediación del sistema del complemento. El mismo proceso se observa
in útero durante el desarrollo de la eritroblastosis fetal o la incompatibilidad de RH. Las mujeres con
RH negativo carecen de antígeno RH en sus eritrocitos, pero sintetizan anticuerpos anti-D. En el feto
RH positivo, los anticuerpos maternos anti D recubren a los eritrocitos que contienen RhD, lo que lo
lleva a ser eliminados de la circulación fetal por la fagocitosis mediada por macrófagos y monocitos.

Citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos

La citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos incorpora componentes de la respuesta


inmunitaria innata y adaptativa para la destrucción de las células diana, pero no depende de la
activación o utilización de proteínas del complemento. Más bien, el mecanismo depende de la
activación de linfocitos NK inespecíficos, aunque se ha implicado a otras células, como los
macrófagos y los eosinófilos. El fragmento FC del anticuerpo IGG se une al receptor FcyR en la
superficie de la célula efectora, y el fragmento variable se une al epítope en la superficie de la célula
diana, lo que induce la liberación de sustancias quimio táctica y la destrucción de la célula. Es un
mecanismo antiviral frecuente. Se le ha asociado con el desarrollo de varias alteraciones auto
inmunitarias, entre otras, el pénfigo vulgar.

Inflamación mediada por el complemento y los anticuerpos

Cuando los antígenos que normalmente se expresan en las paredes vasculares o circulan en el plasma,
bse depositan en la superficie de las células endoteliales o los tejidos extracelulares las
manifestaciones son consecuencia de la inflamación localizada y no de la destrucción celular. La
presencia de anticuerpos en los tejidos activa la cascada del complemento, lo que conlleva la
liberación de las proteínas activadas del complemento C3a y c5a , que a su vez atraen a los neutrófilos
hacia el área y estimulan el depósito de la proteína del complemento C3B, pero más que destruir las
células mediante fagocitosis, inducen degranulación y liberación de los mediadores químicos
involucrados en la respuesta inflamatoria. La inflamación mediada por anticuerpos es responsable de
la lesión tisular que se presenta en la enfermedad de Good pastor, caracterizada por la presencia de
auto anticuerpos contra el dominio del colágeno de tipo cuatro, una proteína esencial en las
membranas Basales de riñones y pulmones.

Disfunción celular mediada por anticuerpos

En algunas reacciones de tipo dos, la unión del anticuerpo a receptores celulares diana hace que la
célula muestra alguna disfunción en vez de desencadenar el proceso de destrucción celular. El
complejo anticuerpo-receptor que se forma modula la función del receptor al impedir o intensificar
sus interacciones con los ligandos normales, al reemplazar al ligando y estimular de manera directa
los receptores o al destruir por completo al receptor. Los síntomas de la reacciones de
hipersensibilidad de tipo dos que derivan de la difusión celular mediada por anticuerpos dependen
del receptor o receptores específicos afectados. En la enfermedad de Graves existen autoanticuerpo
conocido como Ig inhibidora de la unión de tirotropina, que se unen a los receptores de la hormona
estimulante de la tiroides en las células tiroides y los activan, con lo que estimula la síntesis de tiroxina
y el desarrollo de hipertiroidismo. En contraste, en la miastenia grave, los anticuerpos se dirigen
contra los receptores nicotínicos de acetilcolina que se ubican en la placa motora terminal de la unión
neuromuscular, donde bloquean la acción de la acetilcolina y estimulan la destrucción de los
receptores; lo anterior determina una disminución de la función neuromuscular.

Hipersensibilidad tipo III: Trastornos mediados por complejos inmunitarios

Los trastornos alérgicos por complejos inmunitarios se deben a la formación de complejos


inmunitarios antígeno-anticuerpo en el torrente sanguíneo, que más tarde se depositan en el epitelio
vascular o en los tejidos extravasculares. El depósito de estos complejos en los tejidos activa al
sistema del complemento e induce una respuesta inflamatoria masiva. Al igual que las reacciones de
hipersensibilidad tipo II, los anticuerpos IgG e IgM activan los trastornos mediados por complejos
inmunitarios. Sin embargo, en las reacciones tipo III primero se forman en el plasma complejos
antígeno-anticuerpo y luego se depositan en los tejidos. Las manifestaciones clínicas pueden así tener
poca relación con el blanco antigénico específico, y más bien depender del sitio en que se depositan
los complejos inmunitarios. Los complejos inmunitarios que se forman en la circulación pueden
generar daño en las estructuras vasculares de cualquier órgano terminal, entre éstas, las que irrigan al
glomérulo renal, la piel, el pulmón y la sinovial de las articulaciones. Los trastornos pueden ser
generalizados y los complejos inmunitarios pueden depositarse en muchos órganos, o limitarse a un
solo órgano, como los riñones, las articulaciones o los vasos sanguíneos pequeños de la piel. Una vez
que se depositan, los complejos inmunitarios inducen una respuesta inflamatoria al activar al
complemento y generar factores quimiotácticos que reclutan a los neutrófilos y a otras células de la
respuesta inflamatoria. La activación de estas células inflamatorias por los complejos inmunitarios y
el complemento, a la par de la liberación de mediadores inflamatorios potentes, es la responsable
directa de la lesión. Las reacciones tipo III son las causantes de la vasculitis que se identifica en
muchos trastornos autoinmunitarios, entre otros, el LES y la glomerulonefritis aguda.

Trastornos sistémicos por complejos inmunitarios

La enfermedad del suero es un síndrome clínico que deriva de la formación de complejos inmunitarios
antígeno-anticuerpo insolubles en presencia de un exceso de antígeno y el depósito generalizado
subsecuente de los mismos en los tejidos blanco, como vasos sanguíneos, articulaciones, corazón y
riñones. Los complejos inmunitarios depositados activ an la cascada del complemento, incrementan
la permeabilidad vascular y estimulan el reclutamiento de células fagocíticas. El resultado neto es el
daño tisular y el edema generalizados. Entre sus manifestaciones clínicas se encuentran exantema,
fiebre, linfadenopatía generalizada y artralgias, que suelen iniciar alrededor de 1 o 2 semanas después
de la exposición inicial al antígeno y ceden tras el retiro del agente ofensor. En personas con
sensibilización previa, se refieren reacciones graves y que ponen en riesgo la vida. La enfermedad del
suero fue descrita por primera vez en personas que recibían suero extraño, como suero de caballo,
para el tratamiento de la difteria y la fiebre escarlatina. Esta carga antigénica era capaz de estimular
la producción de grandes cantidades de complejos inmunitarios que se depositaban en los tejidos y
generaban la activación de células cebadas, monocitos, leucocitos polimorfonucleares y plaquetas.
En la actualidad, la infusión de grandes volúmenes de proteínas ajenas rara vez se encuentra indicada,
pero distintos fármacos, entre otros, los antibióticos ß-lactámicos y las sulfonamidas, son capaces de
inducir reacciones similares.

Reacciones localizadas por complejos inmunitarios

La reacción de Arthus es una reacción localizada por complejos inmunitarios; se relaciona con
necrosis tisular discreta, por lo general, en la piel. Es causada por la exposición local repetida a un
antígeno, donde existen concentraciones elevadas de anticuerpos circulantes preformados. Los
síntomas suelen comenzar en el transcurso de 1 h después de la exposición y alcanzan un máximo en
un lapso de 6 h a 12 h. En forma característica, las lesiones se observan eritematosas, elevadas e
inflamadas. Es frecuente la formación de úlceras en el centro de éstas por efecto de la liberación de
citosinas inflamatorias. El mecanismo del que deriva la reacción de Arthus no se conoce por
completo, pero se piensa que resulta del contacto localizado del antígeno inyectado con anticuerpos
de IgG circulantes. Esta reacción es el prototipo para el desarrollo de la vasculitis localizada que se
asocia con ciertas reacciones farmacológicas en el humano.
Hipersensibilidad tipo IV: trastornos de hipersensibilidad mediada por células

Las reacciones de hipersensibilidad tipo IV difieren de las de tipo I a III en el sentido de que son
mediadas por células y tardías, más que mediadas por anticuerpos e inmediatas.
De manera habitual, la respuesta inmunitaria mediada por células es el principal mecanismo de
defensa contra diversos microorganismos, incluidos patógenos intracelulares como Mycobacterium
tuberculosis y virus, así como agentes extracelulares como hongos, protozoarios y parásitos. Sin
embargo, puede causar muerte celular y lesión tisular en personas sensibilizadas en respuesta a la
administración tópica de antígenos químicos (dermatitis por contacto), la exposición a antígenos
sistémicos o como parte del proceso autoinmunitario.

Las reacciones de hipersensibilidad tipo IV corresponden a un espectro de trastornos que varía en su


presentación clínica desde lo leve hasta lo grave. Si bien todas están mediadas por células T, los
mecanismos fisiopatológicos y las poblaciones de células T sensibilizadas difieren. Por efecto de la
heterogeneidad de las reacciones de hipersensibilidad tardías, en la actualidad los expertos en
inmunología dividen las reacciones tipo IV en 4 subtipos (Iva, Ivb, Ivc y Ivd), de acuerdo con la
respuesta inmunitaria, la población de células T y las características patológicas implicadas. Además,
con base en la reacción, es posible que se activen distintos subgrupos de células T, con funciones
citotóxicas y reguladoras diversas, en varias fases del proceso patológico.
Reacciones de hipersensibilidad tipo IVa
(P. ej., eccema), las células T CD4+ activan a los monocitos y los macrófagos mediante la secreción
de grandes cantidades de interferón (IFN-y). Los monocitos activados estimulan la producción de
anticuerpos fijadores del complemento; activan respuestas proinflamatorias (p. ej., factor de necrosis
tumoral a [FNT-a] e interleucina 12 [IL-12]), y mediadas por CD8+. Dado que las respuestas tipo IVa
requieren la síntesis de moléculas efectoras, pudieran necesitarse hasta 24 h a 72 h para desarrollarse,
razón por la cual se denominan trastornos de hipersensibilidad “de tipo tardío”.
Las reacciones tipo IVb e IVd también se consideran reacciones de hipersensibilidad tardías.
Reacciones tipo IVb
(P. ej., exantema maculopapular y exantema buloso) derivan de la activación de células T y la
infiltración eosinofílica de los tejidos. Las células T secretan las citocinas IL-4 e IL-5, necesarias para
la activación de las células cebadas y las respuestas eosinofílicas. Además, estas citocinas desactivan
los macrófagos y promueven la síntesis de IgE e IgG en los linfocitos B.
Reacciones tipo IVd
Son muy raras e implican el reclutamiento y la activación de neutrófilos por la acción de linfocitos T,
que secretan de manera específica IL-8. El único trastorno de este subtipo es la pustulosis
exantematosa aguda generalizada, que se manifiesta por pústulas estériles cutáneas repletas de
neutrófilos, fiebre y leucocitosis masiva.
Reacciones de hipersensibilidad tipo IVc
Son respuestas citotóxicas mediadas por linfocitos CD4+ y CD8+ que secretan perforina y granzima
B. Los linfocitos citotóxicos se unen a fragmentos antigénicos que se presentan en las moléculas
MHC ubicadas en la superficie de las CPA. Los péptidos que derivan de los antígeno citosólicos (p.
ej., virales) se presentan mediante las moléculas MHC-1 y activan las células T CD8+, que eliminan
cualquier célula que muestre el antígeno extraño. Los péptidos que derivan de las proteínas
degradadas como consecuencia de la ingestión fagocítica (p. ej., bacterias) se presentan en las
moléculas MHC-II, que activan las células T CD4+. Una vez que se activan de esta forma, las células
T CD4+ pueden considerarse citotóxicas, ya que son capaces de activar otras células efectoras; esto
incluye a células CD8+ citotóxicas, macrófagos y linfocitos B. En las infecciones virales, el daño
celular es con frecuencia resultado de las respuestas de los LCT, más que de los efectos citotóxicos
del microorganismo invasor. Mientras algunos virus denominados citopáticos causan lesión directa a
las células infectadas, otros virus que no son citopáticos no lo hacen. Ya que los LCT no pueden
distinguir entre los virus citopáticos y los que no lo son, destruyen casi todas las células infectadas,
independientemente de si el virus es peligroso para ellas. En ciertas variantes de hepatitis, por
ejemplo, la destrucción de los hepatocitos se debe a la respuesta del hospedero mediada por LCT y
no al virus.
Biblografia

● Grossman, S., & Porth, C. M. (2014). Port Fisiopatología: Alteraciones de la salud.


Conceptos básicos (9a. ed. --.). Barcelona: Wolters Kluwer.
● Robbins LS, Cotran SR, Kumar V. Patología Estructural y Funcional. 3a ed.
México: Interamericana; 1987.

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