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Hoy por hoy, vivimos en un período de reordenación de los recursos sanitarios dirigidos a
la población, que tiene como común denominador mejorar la calidad de la atención a los
ciudadanos a la vez que intenta controlar el gasto sanitario 1-3. Así, el siglo XXI empieza con
una inevitable reorganización de los servicios y actividades asistenciales con un cambio
simultáneo en la orientación de la práctica clínica de los profesionales. En ese sentido, los
servicios sanitarios pasan a basar su gestión y planificación en el apoyo y facilitación del
continuo asistencial del paciente y del tratamiento a través de la incorporación de por lo
menos dos puntos esenciales4.
Los servicios de salud se enfrentan continuamente a retos que son derivados de varios
factores como el incremento del gasto sanitario y demanda de hospitalización, los cambios
socio-demográficos y en los padrones de morbilidad (determinados por el progresivo
envejecimiento de la población con el consecutivo cambio del tipo de enfermedades que se
hacen más crónicas)13,14.Todos estos fenómenos están estimulando la creciente
incorporación de nuevas formas de atención especializada más allá del esquema tradicional
de hospitalización clásica15,16. Entre éstas, se destacan las unidades de hospitalización
domiciliaria (HD), consideradas como un paso más hacia la atención integral al enfermo en
muchas patologías y en diferentes momentos de la enfermedad17,18.
Básicamente son dos los objetivos principales que se atribuye a la HD. Por un lado, desde
el punto de vista de la efectividad, mejora la atención a los pacientes (se le ha atribuido
ventajas como una mayor satisfacción, participación y responsabilización del paciente y
familiar sobre el tratamiento, humanización de la asistencia y la disminución de algunas
complicaciones y efectos iatrogénicos). Por otro, desde el punto de vista de los costes,
asegura una más eficiente utilización de los recursos (al evitar las estancias hospitalarias
caras y largas y al estimular el compartir de responsabilidades entre profesionales de
diferentes niveles)19-21.
Este estudio tiene como objetivo definir y analizar las características de la población diana
de la HD a la vez que se analiza la estructura y competencias del servicio ofrecido, y de
forma complementaria, discutir sobre el papel que juega la HD en la reorganización del
sistema sanitario en cuanto modelo (en potencial) de atención compartida y posible
mecanismo facilitador de la integración entre niveles.
Metodología
Resultados
Los procesos agudos representan un 28,3% del total de diagnósticos, de éstos un 11,9% son
varones y un 16,4% son mujeres, donde la media de edad en mujeres es de 77 años
(DE:14,1) y en varones de 75 años (DE: 12,9) (tabla 3). Los procesos crónicos representan
un 46,9% de los procesos atendidos, donde un 24,5% son varones y un 22,4% son mujeres.
La media de edad en mujeres fue de 76 años (DE:12,8) y en varones de 73 años (DE:10,2).
Discusión
Nuestro trabajo confirma que en la actualidad, tanto el incremento del gasto sanitario, como
los cambios demográficos28,29 y en los padrones de morbilidad11,16,30, estimulan la difusión
de las alternativas a la atención sanitaria tradicional, y entre ellas se destaca la HD. De los
resultados reseñados en este estudio, se destaca la importancia de la HD en áreas como la
estudiada aquí, donde el envejecimiento es muy importante 30-32, y constituye un factor
sociodemográfico fundamental, influyendo en la locación de los recursos sanitarios y
sociales, ya que diversos estudios han señalado que los individuos ancianos, por su
importante morbilidad es el que utiliza en mayor medida los recursos sanitarios33-35.
El perfil de los pacientes incluidos en nuestro estudio se caracteriza por ser básicamente
ancianos, con media de edad en mujeres de 75 años y en varones de 70 años, con gran
frecuencia de pluripatologías crónicas, subsidiarios de sufrir múltiples agudizaciones, y una
gran parte necesitan de cuidados paliativos. Es decir, son pacientes que se caracterizan por
presentar síndromes geriátricos u otros problemas clínicos, similar a los descritos en otros
estudios4,13,36,37, y que por su complejidad pueden superar las posibilidades de tratamiento a
nivel primario de salud.
El análisis de las variables puerta de entrada y destino de los pacientes en HD, muestran
aspectos interesantes en cuanto a la reorganización de la asistencia sanitaria para pacientes
con características demográficas y sanitarias como las descriptas en este estudio.
En relación a la variable de destino de los pacientes tras el alta en HD conviene señalar que
un número significativo de los pacientes son remitidos a la atención primaria (62%). Dada
la gravedad del cuadro clínico de la población diana y considerando que el 13% fallecen
durante el tratamiento en HD, los bajos índices de reingreso hospitalarios, sugieren una
buena calidad de los cuidados e indican que la HD en cuanto alternativa de hospitalización
es un recurso eficaz.
Sin embargo, el análisis conjunto de los resultados acerca de las variables puerta de entrada
y destino de los pacientes, ofrecen resultados aparentemente contradictorios. Es decir, si
por un lado el principal destino de los pacientes tras el alta en HD son los servicios de
atención primaria, por otro, ésta no tiene una participación significativa en la derivación del
paciente al servicio de HD. Parece lógico pensar que hay un problema de comunicación
entre los dos niveles sanitarios, que obviamente proyecta hacia los pacientes y la calidad y
efectividad de la asistencia sanitaria prestada 7,23. Nos encontramos ante un sistema que en
teoría debería ser un sistema coordinado y integrado, en el que la atención primaria debería
ser la puerta de entrada, pero que en la práctica dista mucho de ser alcanzada.
Con esta argumentación, intentamos destacar la importancia de que todos los agentes del
sistema sanitario busquen espacios de convergencia y complementariedad implementando
una atención sanitaria compartida5-7. Es justo ahí que se inscribe la atención domiciliaria y
en especial la HD, en cuanto alternativa asistencial que permite el establecimiento de
puentes y labores compartidos, impulsando la permeabilidad de las barreras físicas entre la
atención primaria y el hospital. Todo esto conduciría al establecimiento de una nueva
filosofía asistencial, basada en una responsabilidad compartida entre las diferentes
instituciones y profesionales del sistema sanitario, teniendo como referencia principal las
necesidades del paciente32,39.
En síntesis, los servicios de atención domiciliaria serían la clave para alcanzar la necesaria
integración operativa entre niveles32,40, resultando en una mayor racionalización de los
costes sanitarios, una utilización más correcta de los servicios hospitalarios y una mejor
preparación conjunta del ingreso y el alta, culminando en una mayor calidad de la
asistencia sanitaria y una mayor satisfacción del usuario. Es decir, se crearían nexos de
unión entre los distintos niveles sanitarios, que de forma progresiva convertirían la
integración y coordinación en una realidad.
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