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Buenas tardes.

Las guerras, ni siquiera cuando son justas, son buenas, pero las guerras
largas son todavía aún peores. Hoy se cumple 53 años de comienzo de una guerra de las
más breves de la historia, aunque no por ello fue poco importante, porque fue bastante
sangrienta y tampoco se clausuró bien, creó situaciones injustas, prolongó el conflicto que la
había causado hasta el punto de que aún hoy se mantiene vivo. El 5 de junio de 1967 se
iniciaba la tercera guerra entre árabes e israelíes, que pasó a la historia como la guerra de
los seis días, porque concluyó el 10 de junio siguiente. Este conflicto se encuadra en el
largo enfrentamiento entre judíos y mundo árabe por la llamada cuestión palestina. Si
recordáis hace unas fechas, cuando hablábamos de Lorenz de Arabia, ya os esbocé de
alguna manera que las decisiones que los occidentales tomaron en el contexto de la
Primera Guerra Mundial, lo de prometer cosas a los árabes que eran incompatibles con las
que a su vez se prometían a los judíos, se tradujeron en un enfrentamiento creciente desde
1919, especialmente en el área de Palestina, lo que hoy conocemos a grandes rasgos como
el Estado de Israel. Enfrentamiento entre árabes palestinos, allí instalados, y el mundo
árabe que estaba detrás y les apoyaba, y los judíos cuya presencia se fue incrementando
poco a poco. Con la derrota turca de 1918-19, en el reparto de lo que habían sido los
territorios de Esim, de ese oriente próximo, en manos del Imperio Otomano, reparto entre
franceses y británicos, a los segundos les tocó el mandato de Palestina. Y este era una
bomba de relojería. Si bien los británicos en el mandato de Mesopotamia, lo que hoy
llamamos más o menos Irak, y en el de Transjordania, que hoy denominamos Jordania,
pusieron unas autoridades, unos reyes árabes, entre ellos y los indígenas del lugar, en el
caso de Palestina, los británicos, conscientes de la tensión reinante y creciente entre árabes
palestinos y judíos, decidieron quedarse ellos para intentar mantener el control directo de
ese mandato y de ese territorio. La realidad fueron 20 años, hasta 1939, de creciente
tensión entre ambas comunidades, la judía y la árabe palestina, y que además se
complicaba con el incremento de la población judía que llegaba huida de la persecución en
Europa, sobre todo a partir de los años 30, como es bien sabido. Estos, los judíos, puestos
a marcharse de su casa, elegían instalarse en la tierra de sus ancestros, movidos también y
animados a ello por el movimiento sionista, es el lemo de los sionistas, no hay sionismo sin
Sion, o sea, sin la citada colina de Jerusalén. El resultado, pues la tensión entre palestinos y
judíos crecía y crecía, y en medio, quien recibía gran parte de los golpes de unos y de otros,
eran los británicos. Pero añadíamos un dato, los judíos, cuando se instalaban en territorio
de Palestina, se afanaban y lograban ir haciendo productivas tierras y recursos que antes
eran improductivos allí donde ellos se habían instalado. Apuntad esto. Y llegó la Segunda
Guerra Mundial, y en su contexto la terrible persecución a los judíos en Europa. Y en esos
años de la guerra, el gran Mufti de Jerusalén, autoridad palestina y muy antisemita, tuvo la
genial ocurrencia de manifestar sus simpatías hacia el nazismo, aquello de que el enemigo
de mi enemigo es mi amigo, e incluso considerarse aliado de Hitler. Por consiguiente, la
derrota nazi de 1945 dejó a este individuo y a la causa palestina muy comprometida en su
prestigio y en sus apoyos. Por el contrario, el sufrimiento padecido por los judíos en Europa
generó hacia ellos simpatía y solidaridad. A la vez, la tensión y el enfrentamiento en
Palestina no descendían en intensidad, más bien al contrario, y los británicos cada vez
estaban más hartos de la situación en que recibían golpes de ambas partes y decidieron
tirar la toalla. Y cuando finalizaba 1947, anunciaron que se marchaban de Palestina y
dejaban la patata caliente a la recién nacida ONU. Y la ONU decidió llevar a cabo una
partición de los territorios para crear un estado judío y otro estado árabe-palestino,
declarando eso sí Jerusalén ciudad bajo control internacional. Donde más presencia o
asentamiento judío había, se le otorgó a estos para su estado. Y recordad, lo he dicho
antes, que ellos habían hecho que también fuera la zona más productiva, por mérito propio
sobre todo, porque ellos la habían trabajado. Y la parte con mayor presencia
árabe-palestina, que era menos que rica o productiva, quedó en manos de los palestinos. Y
el mundo árabe se negó a aceptar la resolución de la ONU, pero los judíos sí la acataron. Y
cuando el último británico abandonó suelo palestino, en mayo de 1948, proclamaron los
judíos su ansiado estado de Israel. Inmediatamente, las naciones árabes, la Liga Árabe, que
rechazaban cualquier fórmula estatal judía en esos territorios palestinos, declararon la
guerra al recién nacido estado de Israel. Es la primera guerra árabe-israelí, que como las
siguientes ganaron los judíos, y que esta sirvió para consolidar ese estado de Israel y
ampliar un poco el territorio que le había otorgado la ONU en la partición de un año antes.
Ocho años después estalló la segunda de estas guerras. El motivo fue la decisión del líder
egipcio Nasser de nacionalizar el canal de Suez, cuyos mayores accionistas eran los
británicos y franceses, e impedir el tráfico por el canal a los israelíes. En este conflicto, por
atentado a sus intereses, intervinieron británicos y franceses, hasta que se fue complicando
y para que el conflicto no agravara la tensión de la Guerra Fría, estadounidenses y
soviéticos decidieron también intervenir para que esta guerra cesara. Por otro lado, el cese
de esta guerra puso de manifiesto, ante la intervención de las dos superpotencias, que
Europa ya iba a contar muy poco en el futuro de las decisiones sobre este conflicto de
Próximo Oriente. Y nueve años después llegaría la guerra que hoy nos ocupa. En 1964, un
poco antes, se había fundado la Organización para la Liberación de Palestina, la OLP, una
organización armada que dirigía Yassir Arafat y cuyos guerrilleros palestinos, los llamados
fedayines, contribuirían los años siguientes a incrementar progresivamente la tensión contra
Israel, ojo, pero también a generar bastantes enfrentamientos con otros estados árabes por
diversos incidentes violentos que protagonizó esta organización en el seno de sus estados.
La tensión y el camino hacia la guerra fue trazado por una escalada de enfrentamientos
militares iniciados por Siria y por el aumento de los ataques terroristas palestinos de esa
OLP contra Israel, ataques que, ojo, alentaban varios estados árabes, en especial Siria.
Esto se acompañó de que Israel recibía constantes amenazas de ser atacado por las
naciones árabes que lo rodeaban. Así, en la primavera de 1967, el presidente de Egipto, el
ya citado Gamel Abdel Nasser, afirmó directamente que iba a borrar a Israel del mapa. Esto
animó a otros aliados árabes y comentarios similares se pudieron escuchar de Siria o de
Jordania, todos estos estados que ya habían participado en las dos anteriores guerras
contra Israel en el 48 y en el 56. Además, se produjo un pacto militar sirio-egipcio al que
Jordania e Irak se unirían más tarde y Egipto tomó la decisión de expulsar a la fuerza de
emergencia de la ONU, la llamada UNED, de la península del Sinaí para ser ellos los que
concentraran en dicha área sus propias fuerzas militares. Y, además, Egipto también decidió
cerrar el estrecho de Tirán al tráfico de los barcos israelíes. Israel, como respuesta, movilizó
sus fuerzas de reserva y lanzó una campaña diplomática para tratar de ganar el apoyo
internacional para poner fin a ese bloqueo que decían sufría de Egipto. Pero Israel decidió
cortar por lo sano, lo que para él eran amenazas inaceptables, cuando Jordania, Irak,
Arabia Saudí, Siria y el Líbano, por ejemplo, movilizaron sus fuerzas hacia la frontera que
tenían con Israel. Y con el pretexto, Israel, de garantizar su defensa, la mañana del 5 de
junio de 1967, las fuerzas aéreas de Israel atacaron por sorpresa y paralizaron a las fuerzas
aéreas primero de Egipto en el Sinaí y después de sus aliados Jordania y Siria. Tras los
ataques aéreos, Israel lanzó una ofensiva terrestre que fue muy exitosa y se apoderó de
esa península del Sinaí y de la Franja de Gaza desde Egipto y de Cisjordania y de
Jerusalén Este desde Jordania. Además, se hizo también con los altos del Golán, que
estaban en parte Siria. En frente a Israel se formó una coalición árabe por la República
Árabe Unida, Jordania, Irak y Siria junto con Egipto. La guerra de los seis días fue un
conflicto breve, terminó como he dicho antes el 10 de junio, pero muy sangriento, entre
Israel y esos estados árabes. Esta breve guerra terminó con un alto en fuego negociado por
la ONU, pero alteró significativamente el mapa del Próximo Oriente y dio lugar a una
prolongada fricción geopolítica por lo que cabe calificar el desenlace como una victoria
nueva de Israel, pero una generación de una tensión muy grande o más tensión en la zona.
Porque los judíos ampliaron su territorio con Gaza y el Sinaí, que tomaron de Egipto y por
tanto alcanzaron el Mar Rojo. De Jordania tomaron Cisjordania y, a costa de Siria, los altos
del Golán, que tenían importantes reservas de agua, por cierto. Además, Israel ocupaba las
tierras de los palestinos, argumentando que se defendía del terrorismo de la ELP, la cual fue
obligada a huir y a asentar sus bases en Jordania y en el Líbano. Y, sobre todo en este
último caso, desequilibraría el status quo entre cristianos libaneses y árabes libaneses en
este territorio del Líbano y a medio plazo llevaría a una guerra civil algo más de una década
después, pero eso es otra historia. Y, desde luego, esta Tercera Guerra, lejos de solucionar
el conflicto arebisraelí, lo agravó bastante, porque introdujo nuevos elementos de fricción,
como los territorios ocupados por Israel, el desplazamiento de la OLP y su posterior
radicalización, la desestabilización del Líbano, que he citado también, tanto hasta el punto
de que las consecuencias de esta guerra permanecerían sobre la mesa de discusión entre
ambas partes en las negociaciones de paz que comenzaron nada menos que a principios
de la década de los 90, es decir, casi un cuarto siglo después de terminada aquella guerra,
y que todavía permanecen las consecuencias de aquel conflicto hoy bastante vivas en la
zona.

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