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El conflicto entre Israel y los palestinos es muy complejo.

Durante décadas esta disputa ha causado decenas de miles de muertos y millones de


refugiados.
Y ha convertido a Oriente Medio en un polvorín que está siempre a punto de estallar.
Pero ¿por qué pelean israelíes y palestinos?

El origen del conflicto y las fronteras


Para entender esta historia, hay que dar un paso atrás en el tiempo hasta finales del siglo
XIX, cuando en Europa toma fuerza el sionismo.
El objetivo principal de este movimiento de carácter nacionalista era la creación de un
Estado para todos los judíos del mundo, que pondría fin a milenios de persecuciones y
exilio. De hecho apareció en parte como respuesta al antisemitismo que recorría Europa
en aquello años. Un antisemitismo que tuvo su máxima y brutal expresión con el
Holocausto, durante la Segunda Guerra Mundial.
¿Y dónde querían crear ese estado judío? Sobre la mesa había distintas opciones:
Uganda,
Argentina o incluso una región de Siberia llamada Birobidzhan, en la frontera entre Rusia
y China. Pero la tradición judía dice que la Tierra de Israel está en el área geográfica
conocida como Palestina o Tierra Santa.
O sea, aquí: en esta franja de tierra de unos 400 km de largo entre el mar Mediterráneo y
el valle del río Jordán.
¿Pero qué pasa? Que esta región también es sagrada para los musulmanes y para los
cristianos. Además, cuando se empezó a plantear la creación de este estado judío, esta
zona pertenecía al Imperio Otomano. Y, si bien allí había una comunidad judía, la
población era mayoritariamente árabe.
Pero ocurrió algo que lo cambió todo. La Primera Guerra Mundial.
Al terminar la Gran Guerra, el Imperio Otomano desapareció, las potencias europeas se
repartieron varios de sus territorios y Reino Unido pasó a administrar la región de
Palestina.
Esto es importante, porque en ese tiempo el gobierno británico dio un paso clave: la
Declaración Balfour. Una carta en la que, por primera vez, el gobierno británico apoyaba
la creación de "un hogar nacional para el pueblo judío" en la región palestina. Pero
aclarando lo siguiente: “no debe hacerse nada que pueda perjudicar los derechos civiles y
religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina”. Es decir: hay que
respetar a los árabes.
Aunque más adelante veremos por qué los árabes no se sienten precisamente
respetados.
El hecho es que en los años Veinte y Treinta, miles de judíos se instalaron en esa región,
a los que se sumaron en los años siguientes los que huían del Holocausto.
Poco después de terminar la Segunda Guerra Mundial, los judíos instalados en la región
palestina eran unos 600.000, la mitad de la población árabe en aquel momento.
Y pronto aumentaron las tensiones entre las dos comunidades.
Para resolver la situación y buscar una posible convivencia, en 1947 la ONU
propuso un plan.
¿En qué consistía? Pues, en la creación de dos estados independientes: uno árabe y el
otro judío, mientras que Jerusalén tendría un régimen especial.
Los israelíes aceptaron esa división pero los árabes no. Lo consideraban una pérdida de
su territorio y el plan de la ONU nunca se implementó.
Sin embargo, hay una fecha clave: el 14 de mayo de 1948. El líder judío David Ben
Gurion proclama el establecimiento del Estado de Israel.
Y justo el día después, cinco países árabes vecinos le declaran la guerra. Invaden el
nuevo estado judío con un objetivo claro: su desaparición.
Estamos ante el primero de los conflictos árabe-israelíes. Tras un año de batallas,
Israel no solo gana la guerra, sino que amplía su territorio.
Y además conquista la parte occidental de Jerusalén. Mientras, Jordania ocupa
Cisjordania y Jerusalén Oriental y Egipto se queda con Gaza.
Esta guerra terminó hace 70 años, pero tuvo dos consecuencias que hoy en día todavía
perduran.

La primera es el enorme número de desplazados.


Los hubo en ambas comunidades, pero el problema afectó sobre todo a los árabes que
vivían en la zona israelí. Se calcula que unos 750.000 palestinos tuvieron que huir a otras
zonas de la región o a países vecinos, especialmente a Jordania.
A este éxodo los palestinos lo llaman Nakba, que en árabe quiere decir "destrucción" o
"catástrofe".
Hoy el número de refugiados palestinos, hijos y nietos de aquellos desplazados en los
años 40, asciende a más de 5 millones (UNRWA).

La segunda consecuencia que perdura hoy es la división del territorio palestino en dos:
Cisjordania, que incluye Jerusalén Oriental,- y la Franja de Gaza.

Pocos años después de la primera guerra árabe-israelí - en 1956- una crisis por el canal
de Suez provocó otro enfrentamiento militar. Esta vez entre Egipto e Israel, que tuvo el
apoyo de Reino Unido y Francia. Aunque esta vez tras 9 días de contienda las fronteras
quedaron inalteradas. Hasta junio del 67, cuando se produjo el tercer conflicto, conocido
como la Guerra de los Seis Días.
Porque duró seis días. Al terminar esta guerra, Israel ocupó Cisjordania, Gaza y la
península del Sinaí.
La última de esta serie de disputas internacionales entre árabes e israelíes fue la guerra
de Yom Kipur, que en el 73 enfrentó a Egipto y Siria contra Israel.
La guerra duró 20 días, pero sus consecuencias se alargaron por años y desembocaron
en un evento muy importante para la región: En 1978, Egipto se convirtió en el primer país
árabe en firmar la paz con Israel - en los Acuerdos de Camp David.
De esta forma recuperó el Sinaí, pero en cambio renunció a la Franja de Gaza.
Eso fue un punto de inflexión que marcó también la relación de Israel con los otros
estados árabes. Aunque finalmente solo Jordania, además de Egipto, llegó a firmar un
tratado de paz con el Estado judío.
Si nos fijamos, los Acuerdos de Camp David tuvieron mucha importancia porque
supusieron el final de la guerra abierta entre Israel y sus vecinos árabes.
Y qué significa eso: Que a partir de ese momento el conflicto quedó concentrado en una
lucha entre palestinos e israelíes. Gaza y Cisjordania siguen hasta el día de hoy en parte
bajo control militar israelí y en parte bajo la administración de la Autoridad Nacional los
colonos judíos. Es decir sobre los habitantes de los asentamientos y los conflictos que
han existido entre ellos y los palestinos desde el principio.

Qué son los asentamientos israelíes y qué desató las intifadas palestinas
Las relaciones entre israelíes y palestinos han sido complicadas desde el principio.
Vamos a centrarnos en la cuestión de los asentamientos judíos.
Así se llama a las comunidades judías construidas por Israel en territorio ocupado a los
palestinos tras la guerra de 1967.
Bueno, durante el mandato británico, entre 1920 y 1940, miles de judíos emigraron hacia
la región palestina.
Pero tras el Holocausto y la posterior creación del estado de Israel en el 48, la población
judía de la zona creció exponencialmente.
Hoy en día, los israelíes son unos 8 millones y medio y la mayoría de ellos viven dentro de
las fronteras del estado de Israel.
Pero más de medio millón viven en asentamientos situados en los territorios ocupados de
Cisjordania y en Jerusalén Oriental.
Estos asentamientos son como pueblos protegidos por vallas, muros y por las fuerzas de
seguridad israelíes, y quienes viven en ellos son los llamados colonos.
Pero, ¿por qué son tan problemáticos estos asentamientos?
Israel empezó a construirlos en el 67 en los territorios ocupados durante la guerra
de los Seis Días.
A lo largo de los años, crecieron en número y en población.
A costa de los habitantes palestinos, que acusan el Estado israelí de demoler sus casas,
expropiar sus tierras y restringir su libertad de movimiento.
La comunidad internacional, incluyendo Naciones Unidas y la Corte Internacional de
Justicia, considera ilegales estos asentamientos.
Y lo hace por un principio muy simple: la Convención de Ginebra prohíbe que un país
traspase su población a un territorio que ha ocupado militarmente.
Sin embargo, los israelíes aseguran que esta regla no puede aplicarse a Cisjordania.
Según ellos, Cisjordania no es un territorio ocupado porque antes del 67 no había una
soberanía clara.
Es decir, argumentan que antes de que ellos llegasen, ese territorio no era oficialmente de
nadie.
Por otra parte, los asentamientos judíos convierten al territorio palestino en un mosaico
fragmentado.
Y los palestinos afirman que esto supone un impedimento más para el anhelo de un
estado propio.
Y aquí hay que hablar de otro protagonista de este conflicto: la Organización para la
Liberación de Palestina, liderada por Yasser Arafat.
La OLP era una coalición de movimientos políticos y paramilitares creada en el 64 con 3
objetivos principales: destruir Israel, favorecer el retorno de los refugiados palestinos y
crear un estado palestino.
Durante años la OLP lanzó operaciones militares contra Israel, primero desde Jordania y
luego desde el Líbano.
Y éstas desencadenaron en un conflicto en el sur de ese país en 1982.
Pero los ataques palestinos incluyen también atentados contra objetivos israelíes en
territorio europeo.
Un ejemplo fue el secuestro y asesinato de 11 atletas israelíes durante los Juegos
Olímpicos de Múnich del 72.
Lo cierto es que durante años el conflicto entre palestinos e israelíes mantuvo a la región
en tensión.
Seguro que has visto estas imágenes alguna vez: chicos lanzando piedras contra tanques
del ejército israelí.
Esta "Guerra de las piedras" fue durante mucho tiempo el símbolo de este conflicto.
Y es que el hacinamiento en los territorios ocupados, las difíciles condiciones económicas
y los choques entre el ejército israelí y la población palestina hicieron estallar protestas
violentas en el 87.
Fue lo que se llamó la “intifada” una palabra árabe que quiere decir “levantamiento”.
Un año después, Jordania renunció a sus pretensiones sobre Cisjordania y reconoció a la
Organización para la Liberación de Palestina como el único representante legítimo del
pueblo palestino.
Esa primera Intifada acabó en el 93 con la firma de los Acuerdos de paz de Oslo entre la
OLP y el estado de Israel.
Este acuerdo fue muy importante en ese momento porque significó la renuncia de la OLP
a "la violencia y el terrorismo" y su reconcomiendo el "derecho" de Israel "a existir en paz
y seguridad".
También porque se creó la Autoridad Nacional Palestina, que años más tarde, en 2013,
adoptaría oficialmente el nombre de Estado palestino, reconocido por 139 de los 193
países que forman la ONU. Y finalmente porque se supuso la división de Cisjordania en
tres sectores administrativos: llamados Área A, Área B y Área C.
El Área A está administrada en exclusiva por la Autoridad Nacional Palestina; el Área B
está bajo control administrativo de la Autoridad Nacional Palestina y el control militar de
Israel; y el Área C, donde están los asentamientos israelíes, está completamente
administrada por Israel.
Sin embargo, en los años siguientes a los Acuerdos de Oslo y tras la cumbre de paz de
Camp David del 2000, las relaciones entre ambas comunidades siguieron muy tensas y
los enfrentamientos violentos se mantuvieron.
Dos años más tarde, en 2002, Israel empezó la construcción de una barrera de vallas y
hormigón de varios kilómetros de largo, que pasa también por el territorio palestino y que
sigue hasta hoy.
Las autoridades internacionales han criticado en repetidas ocasiones a los gobiernos
israelíes y han solicitado la destrucción del muro.
Sin embargo Israel ha seguido con las obras, dice, para proteger a su población de los
ataques palestinos.
En el 2000 se produjo un hecho muy importante puramente por su simbología.
El entonces candidato a primer ministro de Israel, Ariel Sharon, visitó la Explanada de las
Mezquitas.
Los palestinos enfurecieron y se inició la segunda intifada, mucho más violenta que la
primera.
Terminó en 2005 con la retirada de Israel de Gaza.
La última escalada masiva de violencia estalló en 2017 motivada por la decisión del
Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de reconocer a Jerusalén como capital del
Estado de Israel.
De hecho, en las últimas décadas las administraciones estadounidenses se han mostrado
cercanas a Israel.
En los últimos años las Fuerzas Armadas Israelíes han llevado a cabo numerosos
bombardeos en la Franja de Gaza y, en menor medida, en Cisjordania.
Según Israel, estas acciones militares son respuestas a los ataques de los palestinos
contra su población civil.
A menudo estos ataques son responsabilidad de grupos islámicos como Hamas, que
nunca ha reconocido los acuerdos firmados entre otras facciones palestinas e Israel.
Solo en los últimos 20 años han muerto más de 1.200 israelíes y más de 8.400 palestinos.

De todos los elementos que confluyen en el conflicto entre israelíes y palestinos, la


ciudad de Jerusalén es quizás el más complicado, el más delicado por su
simbolismo.
Pues bien, la ciudad de Jerusalén es sagrada para los judíos, para los musulmanes y
también para los cristianos.
Para Israel es su capital "eterna e indivisible", y los israelíes reclaman soberanía
sobre toda la ciudad tras haber tomado la parte oriental en 1967, después de la guerra de
los Seis Días.
Pero las Naciones Unidas declararon nula esta anexión y desde entonces han ratificado
esa decisión en repetidas ocasiones.
Por otro lado, tanto la Autoridad Nacional Palestina, que gobierna parte de Cisjordania;
como Hamas, que controla Gaza, reclaman Jerusalén Oriental como la capital del
Estado Palestino.
Actualmente, la mayoría de los estados miembros de las Naciones Unidas sostienen que
la cuestión de Jerusalén debe resolverse mediante negociación.
Por eso la mayoría de países han ubicado sus embajadas en Israel en la ciudad de Tel
Aviv, mientras que Ramala es la capital administrativa de los territorios palestinos.

Pero volvamos a Jerusalén.


Veamos cómo se divide para entender por qué la ciudad es tan relevante para cada
religión.
En la ciudad vieja está la Iglesia del Santo Sepulcro: allí está el Calvario donde fue
crucificado Jesús, así como su sepulcro.
Es uno de los lugares más santos del cristianismo.
Cerca de ahí están la mezquita de Al-Aqsa y el santuario del Domo de la Roca, en el
lugar donde para los musulmanes, Mahoma ascendió al cielo.
Este es el tercer sitio más sagrado del islam después de la Meca y Medina, y forma parte
de la Explanada de las Mezquitas.
Pero bajo esta explanada está el Segundo Templo, cuyo único resto visible es el Muro
de las Lamentaciones, el lugar más importante para el judaísmo y santuario principal del
pueblo de Israel desde el siglo diez antes de Cristo.
En la actualidad, toda la ciudad se halla bajo el control israelí.
Aunque desde el plan de la ONU de 1947 que proponía dejar a la ciudad santa en manos
de la comunidad internacional, su estatus jurídico nunca se ha llegado a aclarar.
Y la reciente decisión de Trump de trasladar allí la embajada de EE.UU no facilita el
entendimiento entre las partes.
Lo que está claro es que el estatus de Jerusalén sería un punto clave para un hipotético
pacto entre israelíes y palestinos.
La ciudad ha sido escenario de muchos conflictos.
Y algunos de ellos, como vimos en los videos anteriores, desataron intifadas – es decir,
levantamientos- de los palestinos.
De hecho, la cuestión de Jerusalén es un punto importante en el plan de paz
recientemente presentado por el presidente estadounidense, Donald Trump, y el primer
ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
Los palestinos tardaron muy poco en rechazar de frente la propuesta.
Entre otras cosas porque implicaba su renuncia a los territorios ocupados por Israel.
Pero viendo que las relaciones entre estos pueblos han sido extremadamente
complicadas desde el principio, ¿sería posible llegar a un acuerdo?
Una parte importante de la comunidad internacional cree que los israelíes tendrían
que apoyar la idea de un Estado soberano para los palestinos, y levantar el bloqueo
a Gaza.
Y retirar también las restricciones de movimiento en Cisjordania y Jerusalén
Oriental.
Por otro lado, los grupos palestinos deberían renunciar a la violencia y reconocer al
Estado de Israel.
Pero por el momento no parece que el conflicto entre los de Israel y los palestinos vaya a
resolverse pronto.

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