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ISFD N°29 2021 Lingüística y Gramática I

adjunción del sufijo -ble tuvo por resultado la creación de una nueva palabra
(de un nuevo lexema).

Las mismas respuestas encontrarán si contrastan la fila de arriba de los otros


dos corpus con la fila de abajo: niño, niña, niños y niñas son diferentes formas
gramaticales de un mismo lexema. Cada forma se logra con la adjunción de un
sufijo, que proporciona la información gramatical de género y número. Este
fenómeno se puede ilustrar también con el grupo (c), entre bajo, baja, bajos y
bajas, que son las diferentes formas gramaticales de este adjetivo. En cambio, las
filas de abajo de los grupos (b) y (c), de manera semejante a lo que observamos
para el primer grupo, ejemplifican nuevas palabras, que se crearon mediante
la adición de sufijos (baj-eza, niñ-ez), circunfijos (a-niñ-ar), prefijos (re-bajar) u
otra raíz (baja-mar).

Estos ejemplos muestran la diferencia entre los dos grandes procesos


morfológicos: los procesos de formación de palabras y los procesos de flexión. Los
procesos de formación de palabras crean palabras nuevas. Los procesos de flexión
agregan información gramatical, que resulta relevante para la combinación con
otras palabras en la frase (es decir, para la sintaxis).

02. Flexión y derivación

En los ejemplos anteriores vimos que, mediante la composición se crean


exclusivamente palabras nuevas, mientras que el mecanismo de afijación puede
dar por resultado la creación de una nueva palabra o la flexión. Entonces, cuando
combinamos raíces (o, como veremos más adelante, “temas”) estamos ante un
proceso de formación de palabras. En cambio, cuando adicionamos afijos
podemos estar creando palabras nuevas (como en el caso de bailable) o
expresando las diferentes formas gramaticales de una misma palabra (como en
bailé). Al primer tipo, asociado a la formación de nuevas palabras, se lo denomina
derivación. Al segundo tipo, se lo denomina flexión. En concordancia, los
afijos involucrados en un proceso de derivación son afijos derivativos y los
afijos involucrados en un proceso de flexión son afijos flexivos. Una misma raíz
puede combinarse simultáneamente, con afijos derivativos y afijos flexivos, como
sucede en: re-baj-aste. En español, solamente los sufijos son afijos flexivos.

En la sección anterior, adelantamos gran parte de las principales diferencias


entre derivación y flexión pero a continuación vamos a sistematizarlas:

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En este video explicamos las diferencias


sintetizadas en la tabla anterior.

Mientras mediante la derivación podemos crear nuevas palabras, la flexión asigna


información gramatical, que resulta relevante para la combinación de una
palabra con otras en la frase. La derivación puede modificar la clase de palabra
(por ejemplo, a partir de la adición del circunfijo derivativo a-/-ar, del nombre
niño se deriva el verbo aniñar) o su subclase (por ejemplo, mediante el sufijo
derivativo -ez, del nombre concreto niño se deriva un nombre abstracto niñez).
La flexión, en cambio, no modifica la clase o subclase de la palabra.

Los afijos derivativos tienen significado conceptual que está gramaticalizado:


es abstracto, no del todo específico (a veces, incluso, como hemos visto, muy
difícil de determinar). Por ejemplo, el sufijo derivativo -ez porta el significado
conceptual ‘cualidad de’. En cambio, los sufijos flexivos aportan significados (o,
más precisamente, funciones) gramaticales. Para el caso del español, estas
funciones gramaticales se agrupan bajo las siguientes categorías: tiempo, aspecto,
modo, persona y número, para el caso de los verbos (como hemos visto); género
y número, para las categorías nominales (los adjetivos, los sustantivos y los
artículos, aunque, como veremos, no todos); y persona, número, género y caso
para algunos pronombres (que estudiaremos en clases posteriores). El significado
de los afijos derivativos no es estable: encontramos que la misma forma puede
estar asociada a más de un significado, como estudiamos para el sufijo derivativo
-ero en zapatero, carnicero y monedero. En cambio, la función gramatical de los
afijos flexivos sí lo es: si comparamos el sufijo flexivo -ste en bailaste, cantaste y
hablaste, encontraremos que siempre significa lo mismo: ‘pretérito perfecto
simple del indicativo en segunda persona del singular’.

Otra diferencia entre flexión y derivación es que la derivación no es un proceso


totalmente productivo. Esto significa que, si bien tenemos disponibles en la
lengua una serie de afijos de derivación, no siempre los empleamos para codificar
ciertos significados. Por ejemplo, podemos usar el prefijo derivativo que significa
‘negación’ para formar infeliz a partir de feliz, incauto a partir de cauto o
intolerante a partir de tolerante. Sin embargo, si pensamos en el adjetivo largo,
no lo aplicamos y formamos “inlargo”. Ese proceso de derivación por negación
no produce todas las formas que podría producir (porque, en este caso, en la
lengua ya disponemos de corto, y su existencia bloquea la creación de “inlargo”).

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La flexión, en cambio, es un proceso productivo, resultado de la aplicación de


reglas regulares (piensen en los verbos y en cómo es necesario “conjugarlos”). El
resultado es el paradigma flexivo, esto es, las diferentes formas gramaticales de
un mismo lexema que se oponen entre sí. Cuando estudiamos los tiempos
verbales hablamos, justamente, de paradigmas: son las diferentes formas
gramaticales del verbo a partir de su proceso de flexión. Lo mismo sucede con los
sustantivos y adjetivos que flexionan y con los pronombres. La flexión es, a partir
de todo esto, obligatoria: es necesario seleccionar una de las formas del
paradigma flexivo para que las palabras puedan combinarse entre sí en frases y
oraciones, porque las dota de información sintáctica (es decir, combinatoria). En
cambio, la derivación no lo es y no forma paradigmas.

Los afijos derivativos pueden acumularse, es decir, a partir de una raíz común
puedo adjuntar varios afijos derivativos, de manera sucesiva, e ir creando nuevas
palabras. Por ejemplo: niño > aniñar > aniñado > aniñadamente. Además, una
palabra derivada, es decir, con afijos derivativos, puede también flexionar: en
nuestro ejemplo, el verbo aniñar presenta todas las formas del paradigma verbal:
aniñaste, aniñará, aniñaría, etc. Los afijos flexivos se combinan entre sí en un
orden fijo que no se puede modificar. Por ejemplo, si un sustantivo flexiona en
género y número, como niños, el afijo de género irá antes y el de número después,
de manera que una forma como *niñso resulta agramatical (o imposible). Cuando
derivación y flexión se combinan, la derivación es siempre más interna que la
flexión, o sea que los afijos derivativos se ubican más cerca de la raíz que los afijos
flexivos. Si pensamos, por ejemplo, en la palabra niñeros vemos que el afijo
derivativo -ero es más interno, más cercano a la raíz, que los sufijos de género y
número. (Vale aclarar acá que el afijo derivativo es ero /-era; ya presupone la
posibilidad de la flexión en género).

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