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27 TEORIA SOCIOLOGICA

OBLIGATORIO
15 COPIAS caúi. partir de las contraposiciones aisladas que son
típicas de nuestra existencia y que son percibidas como su
forma última y configuradora. La primera indicación nos la
proporciona la base fisiológica de nuestro ser, que necesita
tanto del movimiento como de la quietud, de la productividad
como de la receptividad. Esto se prolonga en la vida del espí-
ritu, en la que nos arrastra la aspiración a lo general tanto
como la necesidad de captar lo singular; si aquélla proporcio-
na tranquilidad a nuestro espíritu, la particularización le per-
mite moverse de un caso a otro. Y lo mismo sucede en la vida
afectiva: no buscamos menos la tranquila entrega a las per-
sonas y a las cosas que la enérgica autoafirmación frente a
ambos. La historia entera de la sociedad podría . reconstruirse
a partir de la lucha, el compromiso, las conciliaciones lenta-
mente conseguidas y rápidamente desbaratadas que surgen
entre la tendencia a fundirnos con nuestro grupo social y a
destacar fuera de él nuestra individualidad. La oscilación de
nuestra alma entre estos dos polos podrá encarnarse filosófi-
camente en la oposición entre la doctrina de que todo es uno
y el dogma según el cual los elementos del universo son in-
comparables y algo aparte; podrá también aparecer práctica-
mente en la lucha de partidos entre el socialismo y el indivi-
dualismo; pero siempre se tratará de la misma forma única
LA MODA del dualismo que se manifiesta en último extremo en la ima-
gen biológica de la contraposición entre la herencia y la va-
La manera como nos es dado interpretar los fenómenos de riación, siendo _la primera la portadora de lo general, de la
la vida nos hace percibir en cada punto de la existencia una unidad, de la tranquilizadora igualdad de las formas y los
pluralidad de fuerzas, de tal modo que cada una de éstas se contenidos de la vida, y la segunda la de la movilidad, de la
nos aparece como proyectándose más allá del fenómeno real, diversidad de los elementos particulares que producen el in-
y al chocar su infinitud con la de las demás se transforma en quieto desarrollo de un contenido vital individual a otro. Cada
mera tendencia y anhelo. En toda actividad, aun en la que forma esencial de la vida en la historia de nuestra especie ha
más se agota en sí misma y más fecunda es, percibimos algo supuesto, en su propio ámbito7ima manera peculiar de conju-
que no llega a expresarse por completo. Corno esto sucede así gar el
interés por la permanencia, la unidad Y. la igualdad con
por la mutua lireitacidn de los elementos que chocan entre el interés por la 'veriaeldn, la particularidad y la singularidad.
sí, se manifiesta precisamente en su dualismo la unidad de la En la encarnación social de estas contraposiciones, uno de
vida integral. Y sólo en la medida en que toda energía interna SUS aspectos se apoya, en la mayor parte de las ocasiones, en
trasciende la medida de su exteriorización visible adquiere la la tendencia psicológica a la imitación.
vida esa riqueza de posibilidades inagotada que completa su La imitación podría
caracterizarse como una herencia psicológica, como la exten-
realidad fragmentaria; sólo así resulta posible atisbar tras sus sión de la vida del grupo a la vida individual. Su seducción
fenómenos fuerzas más profundas, tensiones más contenidas, estriba, en principio, en que nos permite actuar de manera
luchas y paces de un carácter más amplio de lo que da a elal adecuada y con sentido aun en los casos en los que no hay
tender la inmediatez de su existencia. nada personal ni creativo por nuestra parte. Cabría decir
No es posible describir directamente este dualismo; sólo de
ella que es la hija del pensamiento y la estupidez. La imita.
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ción proporciona al individuo la seguridad de no encontrarse nos satisfacción da a la necesidad de distinguirse, a la tenden-
solo en su actuación, al apoyarse en las ejecuciones anteriores cia a la diferenciación, a contrastar y destacarse. Y si consigue
de la misma actividad corno en un firme soporte, lo que des- esto último a través de la variación de los contenidos, que es
carga a la actual de las dificultades que conlleva sostenerse lo que individualiza a la moda de hoy frente a la de ayer y a
a sí misma. Proporciona en el orden práctico la misma tran- la de mañana, aún más importante en este sentido es el he-
quilidad especial que nos da en el campo teórico la subsun- cho de que las modas son siempre modas de clase, de manera
ción de un fenómeno singular en un concepto general. Cuando que las modas de la clase alta se diferencian de las de la cla-
imitamos no sólo desviarnos a otros la exigencia de energía se inferior y son abandonadas en el momento en que esta úl-
productiva, sino también la responsabilidad por la acción de tima empieza a acceder a ellas. Así, la moda no es sino una
que se trate; así, la imitación libera al individuo de la aflic- forma de vida peculiar entre las muchas por las que se hace
ción de tener que elegir y le hace aparecer como un producto confluir en una única actividad la tendencia a la igualación
del grupo, corno un receptáculo de contenidos sociales. El social con la tendencia a la diversidad y al contraste indivi-
instinto de imitación caracteriza como principio un estadio dual. Si se examina la historia de las modas, que hasta el
de la evolución en el que ya está vivo el deseo de una actua- presente sólo ha sido estudiada en función de sus contenidos,
ción personal y adecuada, pero todavía no existe la capacidad desde el punto de vista de su significación para la forma del
de dotarla o de obtener de ella contenidos individuales. El proceso social, veremos que es la historia de los intentos de
progreso a partir de este estadio supone que además de lo adaptar de manera cada vez más perfecta la satisfacción de es-
dado, lo pasado y lo tradicional, también el futuro determina tas dos tendencias contrapuestas al estado de la cultura indivi-
el pensar, el hacer y el sentir: el hombre teleológico es el polo dual y de la cultura social en cada momento. A esta esencia
opuesto del imitador. Así, la imitación se corresponde en to- básica de la moda se subordinan cada uno de los rasgos psi-
dos los fenómenos en los que es un factor constitutivo con cológicos particulares que observamos en ella.
una de las tendencias básicas de nuestro ser: la que se satis- La moda es, como decía, un producto de la división en cla-
face con la fusión del individuo en la colectividad, la que ses, y se comporta en este sentido como muchos otros elemen-
subraya lo permanente en el cambio. Pero donde, por el con- tos, sobre todo como el honor, cuya doble función consiste
trario, se busca lo cambiante en la permanencia, la diferen- en trazar un círculo cerrado en torno a sí y al mismo tiem-
ciación individual, el destacarse de la colectividad, allí la imi- po separado de los demás. Al igual que el marco de un cua-
tación es el principio negador; un obstáculo. Y precisamente dro caracteriza a la obra de arte como un todo unitario y
porque el anhelo de permanecer apegado a lo existente y de coherente en sí mismo, como un mundo para sí, y al mismo
hacer lo mismo que los otros y ser como ellos es el enemiga tiempo, actuando hacia fuera, secciona todas las vinculacio-
irreconciliable del que desea acceder a formas de vida nuevas nes con el entorno espacial, del mismo modo en que la ener-
y propias, y puesto que ambos principios en sí mismos se gía unitaria de tales formas no es para nosotros susceptible
proyectan de manera ilimitada, la vida social aparece como de ser expresada más que descomponiendo su doble efecto
un campo de batalla en el que cada palmo de terreno es dispu- hacia dentro y hacia fuera, así extrae el honor su carácter y
tado por ambos, y las instituciones sociales como una conci- sobre todo sus derechos morales —derechos que con mucha
liación —nunca duradera— en la que el persistente antago- frecuencia son percibidos por quienes no pertenecen a la mis-
nismo de los dos adopta la forma externa de la cooperación ma clase como injusticia— del hecho que el individuo expresa
Con lo anterior han quedado circunscritas las condiciones y defiende junto con su honor también, y al mismo tiempo, el
vitales por las que la moda es un fenómeno constante en la de su círculo social, el de su estamento. Así la moda signifi-
historia de nuestra especie. La moda es imitación de un mo- ca, de un lado, la inclusión en un grupo de iguales, la unidad
delo dado y proporciona así satisfacción a la necesidad de apo- de un círculo caracterizado por ella, y precisamente por eso
yo social; conduce al individuo al mismo camino por el que el cierre de este grupo frente a los que se sitúan más abajo,
todos transitan y facilita una pauta general que hace de la caracterización de éstos como no pertenecientes a aquél.
conducta de cada uno un mero ejemplo de ella. Pero no me - Unir y diferenciar son las dos funciones básicas que se con-
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jugan aquí de manera inextricable, de tal modo que cada una el carácter abstracto de la moda y la organización social ob-
de ellas, aun siendo o por ser el contrapunto lógico de la otra, jetiva se manifiesta en la indiferencia de la moda en tanto que
constituye la condición de su realización. Tal vez nada certi- forma frente a cualquier significación de sus contenidos par-
fica con más fuerza que la moda sea, en el sentido expuesto, ticulares y en su inserción cada vez más decidida en la confi-
un mero producto de necesidades sociales o aun de necesida- guración económica de la producción social. En nada se ex-
des formalmente psicológicas que el hecho de que en innume- presa con mayor claridad el hecho de que la naturaleza sobre-
rables ocasiones no pueda encontrarse el más mínimo moti- individual de su esencia íntima alcanza también a sus conte-
vo que dé pábulo a sus configuraciones en alguna relación de nidos que en la circunstancia de que la creación de modas
adecuación de medios a fines de naturaleza material, estética sea un oficio retribuido, constituyendo en las grandes empre-
o de cualquier otro género. Mientras que por lo general nues- sas una «ocupación» tan diferenciada de la personalidad que
tra vestimenta, por ejemplo, responde materialmente a nues- la ocupa como cualquier cargo objetivo en general de su titu-
tras necesidades, ni el menor rastro de obediencia a criterios lar subjetivo. Sin duda, la moda puede adoptar en ocasiones
de adecuación a alguna finalidad interviene a la hora de deter- contenidos prácticamente justificados, pero sólo actúa como
minar la moda que ha de imponerse: chaquetas anchas o en- moda cuando se hace positivamente perceptible su indepen-
talladas, peinados amplios o en punta, corbatas multicolores dencia con respecto a cualquier otra motivación, de la misma
o negras. A veces son modernas cosas tan feas y horrorosas manera que nuestros actos guiados por el deber sólo revisten
que parece como si la moda no se propusiera sino mostrar un carácter plenamente moral cuando lo que nos mueve a
su poder haciendo que aceptemos, en aras a ella, lo más ho- ellos no es su contenido y finalidad exterior, sino exclusiva-
rrible; precisamente la arbitrariedad con que unas veces im- mente el hecho de que se trata, justamente, de un deber. Por
pone lo útil, otras lo absurdo y aun otras lo práctica y estéti- eso el imperio de la moda resulta de lo más intolerable en te-
camente por completo indiferente, indica su total desvincu- rrenos en los que no deberían prevalecer más que decisiones
lación de las normas prácticas de la vida, con lo que remite sustanciales. La religiosidad, los intereses científicos y hasta
precisamente a otras motivaciones, a saber: a las típicamente el socialismo y el individualismo han sido, ciertamente, cues-
sociales, las únicas que quedan. Este carácter abstracto de la tión de moda; pero los únicos motivos en función de los cua-
moda que se basa en su esencia última y que en tanto que les habría que adoptar estos contenidos vitales se encuentran
«ajena a la realidad» le proporciona un cierto «cachet» en absoluta oposición a la completa insustancialidad que pre-
tico para los modernos incluso en terrenos enteramente esté- ex- side la evolución de la moda y también a ese atractivo estéti-
traestéticos, se desarrolla también en fenómenos históricos. co que confiere a ésta su alejamiento de las significaciones
De tiempos pasados se refiere, y no raramente, cómo un ta- prácticas de las cosas, que es tan inadecuado como elemento
lante o la necesidad privada de alguna personalidad dio ori- de juicio en aquellas decisiones de tanta trascendencia y que,
gen a una moda. Así el puntiagudo zapato medieval nació del de intervenir en ellas, les confiere un sello de frivolidad.
deseo de un prominente señor de hallar una forma de calzado Las formas sociales, el vestido, los juicios estéticos, en una
adecuada a la protuberancia de su pie; el guardainfante, de palabra, todo el estilo por medio del cual se expresa el hom-
la voluntad de una dama de alta alcurnia de ocultar su em- bre, se encuentra sometido a una constante mutación por la
barazo, etc. En contraste con este origen personal, actualmen- moda. Sin embargo la moda, esto es, la nueva moda, sólo afec-
te la invención de la moda va insertándose cada vez más en ta en este sentido a los estratos superiores. En cuanto los in-
los mecanismos objetivos de funcionamiento de la economía. feriores empiezan a apropiarse de la moda, traspasando así las
En nuestros días, no se da sólo el caso de que aparezca en fronteras establecidas por los superiores y rompiendo la ho-
alguna parte un artículo y se convierta luego en moda, sino mogeneidad de la pertenencia así simbolizada por éstos, los
que se producen artículos con la finalidad de que se pongan estratos superiores se apartan de la moda en cuestión y acce-
de moda. A intervalos determinados de tiempo se promueve den a una nueva con la que se diferencian otra vez de las am-
a priori usa nueva moda, existiendo inventores e industrias
plias masas. El juego vuelve entonces a empezar. Pues, por
que trabajan exclusivamente en ese campo. La relación entre supuesto, los estratos inferiores miran y aspiran a lo encum-
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brado, lo que en definitiva pueden lograr más fácilmente en chas u otro material signos monetarios que circulan como di-
los terrenos sometidos a la moda, pues éstos son en la mayor nero no en el propio lugar de producción, sino en demarca-
parte de los casos accesibles a la imitación externa. El mismo ciones vecinas adonde se exportan —del mismo modo en que
proceso se verifica —si bien no siempre de manera tan evi- muchas veces en París se producen modas con la intención ex-
dente como entre las señoras y las criadas— entre las dife- clusiva de que sean adoptadas como tales en otros lugares. En
rentes capas de los estratos superiores. Muchas veces cabe París mismo, la moda muestra una máxima tensión y conci-
precisamente observar que cuanto mayor es la proximidad de liación de sus elementos dualistas. El individualismo, la adap-
los diferentes círculos más loca es en los de abajo la carrera tación a los gustos personales en el vestir, son mucho mayores
de la imitación y arriba la huida a lo nuevo; la progresiva que en Alemania; pero en cambio se observa con mucho rigor
implantación general de la economía monetaria no puede sino la vigencia de un marco en cierto modo muy amplio del es-
acelerar y hacer notoriamente visible este proceso, pues los tilo general, de la moda actual, por lo que el aspecto indivi-
objetos de la moda, como las exterioridades de la vida, son dual nunca desentona de la norma general, aunque siempre
muy especialmente accesibles a la mera posesión de dinero, destaca de ella.
siendo en ellos, por consiguiente, más fácil de lograr la igual- Cuando falta una .de las dos tendencias sociales que de-
dad con el estrato superior que en el caso de aquellos aspec- ben confluir necesariamente en la formación de la moda, a
tos que exigen una acreditación de carácter individual, impo- saber, la necesidad de cohesión por un lado y la necesidad de
sible de adquirir con dinero. diferenciación por el otro, la moda no Besa a formarse y su
Lo mucho que este elemento de delimitación —junto con imperio no es tan intenso. Por eso los estratos inferiores ra-
el de imitación determina la esencia de la moda aparece ramente poseen modas específicas y las modas de los pueblos
con claridad en los fenómenos concomitantes que se dan cuan- primitivos son mucho más estables que las nuestras. A me-
do la estructura social carece de estratos superpuestos: En ese nudo el peligro de la mezcla y la confusión que induce a las
caso afectan con frecuencia a los que se sitúan en un mismo clases de los pueblos civilizados a cliferenciarse por los vesti-
plano. En algunos pueblos primitivos,, grupos que viven en dos, las maneras, el gusto, etc., es inexistente en las estructu-
estrecha vecindad y en condiciones exactamente iguales de- ras sociales primitivas, que son por una parte más comunis-
sarrollan a veces modas altamente diferenciadas por Medio tas, pero por otra fijan de manera más rígida y definitiva las
de las cuales cada grupo marca tanto la cohesión en su inte- diferencias existentes. Esas diferenciaciones sirven también
rior domo la diferenciación hacia fuera. Por otra parte, la para mantener la cohesión de los grupos interesado s en per-
moda se importa con especial preferencia del exterior, y el manecer separados. La forma de andar,. el tempo, el -ritmo de
más valorada en el seno de un círculo si se da el caso de que los gestos, son sin duda determinados esencialmente por la
no ha aparecido en su interior. Ya el profesor Zephanya habla vestimenta; individuos ataviados de igual. manera se compor-
con indignación de los elegantes que visten un atuendo ex- tan también con relativa uniformidad. En este aspecto se per-
tranjero. De hecho, parece que el origen exótico de la moda cibe también un cierto encadenamiento entre los fenómenos.
favorece con particular fuerza la cohesión del grupo que la El hombre que quiere y puede seguir la 'modausa con más
adopta. Precisamente por el hecho de que procede del exte- frecuencia trajes nuevos. Ahora bien, el trajenuevo determina
rior da lugar a esa forma, tan especial y notable, de sociali- nuestro porte en mayor medida que el Viejo, que acaba por
zación que consiste en la referencia común a un punto situado conformarse plenamente al sentido de nuestros propios ges-
afuera. Parece a veces como si los elementos sociales, lo mis- tos, se somete a cada uno de ellos sin resistencia y permite a
mo que los ejes oculares, convergieran mejor en un punto' menudo que en mínimas particularidades se manifiesten in-
ubicado no demasiado cerca. Así, en los pueblos primitivos, el cluso nuestras inervaciones. El hecho de que nos sintamos más
dinero, es decir, el objeto del más vivo interés común, consis- (cómodos» en un traje viejo que en uno nuevo no significa
te con frecuencia en signos introducidos del exterior. De esta sino que éste nos impone la ley de su propia forma, que des-
manera existe en algunas zonas (en las Islas Salqmón, en Iba Pues de llevarlo mucho tiempo ha acabado ajustándose a
sobre el Níger) una industria dedicada a elaborar con con- nuestros movimientos. Por eso confiere el traje nuevo una
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cierta uniformidad sobreindividual en su porte a quienes lo
llevan. La prerrogativa que posee el traje en la medida de su clán frente a los que estaban debajo en la escala social.
novedad sobre la individualidad de quien lo lleva, hace apare. Y aparte de este elemento negativo dirigido hacia fuera, la
cer a los individuos estrictamente a la moda un poco corno icxualdad en el vestido —que evidentemente sólo se podía ga-
uniformados. En la vida moderna, con su disgregación indi- rantizar con el color negro invariable— debía simbolizar la
vidualista, este elemento de homogeneidad de la moda resulta democracia interna de ese cuerpo aristocrático: tampoco en
particularmente significativo. Si en los pueblos primitivos la su interior debía configurarse en absoluto una moda, que ha-
moda tiene menos impacto y es más estable se debe también bria sido el correlato de la formación de algún género de es-
a que en ellos es mucho más reducida la necesidad de nove- tratificación entre los nobi/i. El traje de luto, sobre todo el
dad en las impresiones y las formas de vida, sin tener en femenino, se cuenta también entre estos fenómenos de nega-
cuenta para nada sus efectes_sociales. El cambio de las mo- ción de la moda. Desde luego, la exclusión o la distinción y la
das señala la medida que alcanza el embotamiento de los es- cohesión o la igualdad se hallan también presentes en este
tímulos nerviosos; cuanto más nerviosa es una época con caso. El simbolismo del atuendo negro sitúa a quien guarda
mayor rapidez cambiarán las modas, porque la necesidad de hito al margen de la abigarrada agitación de las otras perso-
los estímulos del contraste, uno de los soportes principales nas, como si perteneciera por su solidaridad con el difunto,
de todas las modas, corre pareja con el nivel de las energías de alguna manera, al reino de los muertos. Pero como lo mis-
nerviosas. Ya esto mismo es una causa de que los estratos mo sucede en principio con todos los enlutados, acontece que
superiores constituyan la auténtica sede de la moda. En lo constituyen en stt apartamiento del mundo de los plenamente
relativo a las motivaciones puramente sociales de la misma, vivos una comunidad ideal. Ahora bien, como ésta no es de
dos pueblos primitivos muy cercanos entre sí ofrecen ejem- naturaleza social —pues sólo hay igualdad, no unidad—, fal-
plos altamente aleccionadores en cuanto a su función de in- ta la posibilidad de que aparezca una moda. Confirma el ca-
clusión en el grupo y de exclusión con respecto a otros gru- rácter social de la moda en este fenómeno el hecho de que
pos. Los cafres poseen una jerarquía social graduada con todo en él, aunque el atuendo presenta sus elementos de separa-
detalle, y se encuentra en ellos un cambio bastante rápido de ción y de conexión, la ausencia de intención social conduce
las modas, a pesar de que los atuendos y los adornos se ha- justamente a su opuesto más extremo, a saber, a que el traje
llan sujetos a determinadas limitaciones legales. En cambio, de luto sea por principio invariable.
los bosquimanos, en quienes no se ha dado realmente una La esencia de la moda consiste en que siempre es sólo una
articulación en clases, no llegan a producir ninguna moda, es parte del grupo quien la ejerce, mientras que el conjunto se
decir, no existe en ellos interés por la variación en el vestido limita a estar en camino hacia ella. En cuanto ha penetrado
y los adornos. Justamente estos motivos negativos son los realmente en todas partes, es decir, cuando lo que inicial-
que han impedido, ocasionalmente en las cimas de la cultura, mente hacían sólo algunos llega a ser realizado verdadera-
pero entonces con plena consciencia, la formación de una mente por todos sin excepción, como es el caso con determi-
moda. Parece que en Florencia no existía, hacia 1390, ningu- nados elementos del vestido y del trato social, entonces pierde
na moda dominante en el atuendo masculino porque cada cual SU condición de moda. Cada avance, por su parte, la impulsa
intentaba ataviarse a su i manera particular. En este caso fal- a su fin, porque esto elimina precisamente su carácter dife-
taba uno de los elementos, la necesidad de cohesión de un renciador. Pertenece así al tipo de fenómenos cuya intención
grupo, sin la cual no puede existir moda alguna. Por otra par- estriba en lograr una expansión cada vez más amplia y una
te se refiere que los nobili venecianos no habrían tenido moda realización cada vez más completa, pero que con la consecu-
porque se encontraban todos obligados, en virtud de una ley, a ción de esa finalidad absoluta entran en contradicción consigo
vestirse de negro a fin de que no resultara demasiado visible Mismos y acaban aniquilados. Así, la aspiración moral se pro-
a los ojos de la plebe lo reducido de su número. En este caso pone alcanzar una meta de santidad inmune a toda seducción,
no había moda, por lo tanto, porque faltaba su otro elemento cuando posiblemente el verdadero mérito de la moralidad con-
constitutivo, porque se evitaba intencionadamente la distin- siste sólo en el esfuerzo por conseguir esa meta y en la pugna
con unas tentaciones aún perceptibles. De manera similar, el
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trabajo económico se ejecuta a menudo al objeto de lograr donos así mientras está en su apogeo un sentimiento de pre-
el placer de la tranquilidad y el ocio duraderos, pero cuando sente tan intenso como pocos fenómenos. Aunque la culmina-
ese objetivo se ha conseguido plenamente, la vida, con su va- ción en cada momento de la consciencia social en el punto
ciedad y anquilosamiento, suele restar sentido a toda la acti- que ella designa entraña también el germen de su muerte, su
vidad encaminada a él. De la misma forma se oye decir acer- inevitable destino de ser sustituida, el carácter transitorio que
ca de las tendencias socialistas que son valiosas mientras se esto implica no la descalifica en conjunto, sino más bien aña-
difunden en el seno de un orden social todavía individualista, de a sus atractivos uno más. Un objeto sólo sufre una desva-
pero que se transformarían en un absurdo y una ruina de lorización si se le califica de «cosa de moda» cuando se le de-
llegarse a un socialismo realizado en su integridad. La moda testa y se le desea degradar por motivos diferentes, de carác-
responde también a la formulación más general de este tipo ter sustancial; entonces sí, la moda se convierte en un con-
de fenómeno. Late en ella desde un principio el impulso ex- cepto valorativo. Nada que sea igualmente nuevo y que se di-
pansivo, como si cada una debiese someter a la totalidad de funda de pronto en la práctica de la vida será, por lo demás,
un grupo; pero en el instante en que lo lograse habría de pe- designado como moda si se cree en su persistencia y en su
recer como tal moda al sumirse en una contradicción lógica justificación material. Sólo le dará este apelativo quien esté
con su propia esencia ya que su expansión plena eliminaría en convencido de que el fenómeno en cuestión desaparecerá con
ella el elemento de delimitación. tanta rapidez como había aparecido. Por eso, una de las cau-
La enorme primacía que adquiere la moda en la cultura sas por las que la moda domina hoy tan intensamente la cons-
contemporánea —penetrando en territorios aún no hollados y ciencia es también que las grandes convicciones, permanentes
en los ya poseídos desde mucho antes intensificándose, esto e incuestionables, pierden cada vez más fuerza. Los elementos
es, intensificando sin cesar el tenzpo de su variación— no es fugaces y cambiantes de la vida tienen así más cancha. La rup-
sino la concreción de un rasgo psicológico de la época. Nues- tura con el pasado, en cuya consumación se esfuerza incan-
tro ritmo interno exige períodos cada vez más breves en el sablemente la humanidad civilizada desde hace más de un
cambio de las impresiones. O dicho de otro modo: el acento siglo, aguza nuestra consciencia más y más hacia el presente.
de los estímulos se desplaza cle'modo creciente desde su cen- Esta acentuación del presente es al mismo tiempo, sin duda,
tro sustancial a su comienzo y a su final. Esta circunstancia acentuación del cambio, y en la misma medida en que un de-
se pone de manifiesto aun en los síntomas más mínimos, como terminado estrato sea portador de la mencionada tendencia
por ejemplo la sustitución cada vez más extendida del cigarro cultural se entregará también .a la moda en todos los terrenos
por el cigarrillo. Se hace asimismo patente en el ansia de via- y no sólo, en modo alguno, en el del vestido.
jar, que fracciona los años en un gran número de períodos Del hecho antes señalado, es decir, de que la moda como
breves y acentúa fuertemente los momentos de las despedidas tal no puede alcanzar a extenderse universalmente, brota para
y los recibimientos. El tempo «impaciente» específico de la el individuo la satisfacción derivada de que si, por un lado,
vida moderna indica no sólo el ansia de un rápido cambio de representa para él un elemento de distinción y realce, por
los contenidos cualitativos de la vida, sino también la poten- otro se siente también interiormente apoyado no sólo por el
cia que adquiere el atractivo formal de los limites, del comien- conjunto que hace lo mismo, sino además por el que aspira
zo y del final, del llegar y del irse. Un exponente emblemático a hacerlo. Por -eso -- el sentimiento que la! persona a la moda
de esta forma de producirse es la moda, que con su juego percibe a su alrededor es una combinación evidentemente pla-
entre la tendencia a una expansión universal y la aniquilación centera de aprobación y envidia. Se envidia al que está a la
de su propio sentido que comporta justamente esa expansión, moda en tanto que individuo, se le aprueba en tanto que ser
posee el atractivo singular del límite, el atractivo simultáneo genérico. Pero también esa envidia tiene aquí un. matiz espe-
del comienzo y del final, de la novedad y al mismo tiempo de cial. Existe una variedad de la envidia que incluye una especie
la caducidad. Su cuestión no es ser o no ser, sino que ella de participación ideal en el objeto envidiado. El estado de áni-
es simultáneamente ser y no ser, se sitúa siempre en la divi- Mo del proletario, si pudiera contemplar la fiesta de los ricos,
soria de las aguas entre el pasado y el futuro, proporcionán- constituiría un ejemplo instructivo a este respecto. La base de

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ese estado de ánimo consiste en que un contenido contempla- lectividad, encarnación especial de un espíritu común. Es
do produce. en tanto que tal, desvinculado de su realidad propio de ella —porque por su propia naturaleza sólo puede
ligada a la posesión subjetiva, un efecto placentero; es en ser una norma que jamás todos han de cumplir— que haga
cierto modo comparable con la obra de arte, que produce posible una obediencia social que sea al mismo tiempo dife-
agrado con independencia de quién sea su propietario. La po- renciación individual. En los locos de la moda las exigencias
sibilidad general de esa separación entre el contenido puro de sociales de ésta llegan a una altura tal que adoptan por entero
las cosas y su posesión (igual que el hecho de que lo propio la apariencia de lo individualista y especial: El loco de la
del conocimiento sea -separar el contenido de las cosas de su moda se caracteriza por llevar la tendencia de ésta más allá
ser) hace factible aquella participación que la envidia realiza. de la medida observada por los demás. Si se llevan los zapatos
Y quizá no es éste un elemento peculiar de la envidia, sino puntiagudos, los suyos acabarán en puntas como de lanza; si
que actúa como elemento en todas partes donde se presenta. están de moda los cuellos altos, los suyos le llegarán hasta
Cuando se envidia un objeto o a una persona, ya no se es ab- las orejas; si la moda es asistir a conferencias científicas, no
solutamente extraño a ellos sino que se establece alguna vin- se le encontrará en otro sitio, etc. Consigue así un aire de
culación. Existe entonces el mismo contenido anínaico que total individualidad que, sin embargo, sólo estriba en la am-
antes, pero con categorías y formas de percepción por com- pliación cuantitativa de elementos que cualitativamente son
pleto diferentes. De lo que se envidia se está al mismo tiempo patrimonio del círculo respectivo. Va por delante de los de-
más cerca y más lejos que del bien cuya no posesión nos es más, pero exactamente por su mismo Camino. Encarnando los
indiferente. La envidia permite medir, por decirlo así, la dis- últimos extremos alcanzados por el gusto público, parece
tancia con el objeto, lo que siempre supone lejanía y proximi- marchar a la cabeza de la colectividad. Pero en realidad cabe
dad. En cambio, lo que es indiferente se sitúa al margen de ddcir de él lo mismo que muchas veces puede decirse de la
esta oposición. De este modo la envidia puede entrañar un relación entre individuos y grupos: que el dirigente es, en el
silencioso apoderarse del objeto envidiado (como sucede tam- fondo, dirigido. Los tiempos democráticos favorecen, eviden-
bién con la felicidad que late en el fondo de un amor desgra- temente con mucha intensidad, este tipo de situación, hasta
ciado) y ser, por lo tanto, una especie de antídoto que a veces el punto de afirmar Bismarck y otros prominentes jefes de
impide las peores degeneraciones del sentimiento envidioso. partido de Estados constitucionales - que ellos, en tanto que
Y precisamente los contenidos de la moda ofrecen muy espe- dirigentes de un grupo, tenían que seguir a éste. El engrei-
cialmente la oportunidad para que se desarrolle este matiz miento del loco de la moda es así la caricatura de la relación,
conciliador de la envidia por la sencilla razón de que, a dife- favorecida por la democracia, entre el individuo y la colecti-
rencia de otros contenidos espirituales, ellos no están vedados vidad. Pero simultáneamente es innegable que el campeón de
de manera absoluta para nadie y porque nunca cabe excluir la moda representa, con su distinción ganada por vías pura-
que un vuelco de la fortuna los conceda también a quien por mente cuantitativas y revestida de una diferencia cualitativa,
lo pronto ha de limitarse a envidiarlos. una relación de equilibrio en verdad original entre los impul-
Esta misma configuración básica de la moda la convierte sos sociales y los individualizadores. Esto es lo que nos hace
en la palestra ideal para aquellos individuos que carecen de demostrar comprensión ante las extravagancias externamente
íntima independencia y están siempre necesitados de apoyo, tan absurdas en que incurren, para estar a la moda, algunas
pero que por su orgullo precisan asimismo sobresalir, merecer Personalidades por lo demás de una inteligencia preclara y de
atención, distinguirse. Se trata, en último término, de la mis- no escasa entidad. Ella les presta una combinación de relacio-
ma constelación que lleva a algunos a considerar la dicha su- nes con cosas y personas que en otro caso acostumbran apa-
prema el repetir las mismas banalidades que todo el mundo, recer desligadas. No es sólo mezcla de la particularidad indi-
extrayendo sin embargo de esa repetición la sensación de ex- vidual y la igualdad social, sino siendo, por decirlo así, más
hibir una agudeza que les eleva sobre la masa. Me refiero a las Prácticos, aquí ejerce sus efectos también la del sentimiento
banalidades de tipo crítico, pesimista y paradójico. La moda de dominio y de sumisión o, expresado de manera algo dife-
eleva al insustancial ya que le hace representante de una co- rente, de un principio masculino y otro femenino. Precisamen-

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te el hecho de que esto acontezca en los terrenos de la moda naturaleza humana para acoger en su seno los contenidos más
tan sólo a manera de una dilución ideal, que se realice casi contradictorios y mostrar su fuerza y su gracia precisamente
sólo la forma de ambos en un contenido en sí mismo indife- en la negación de aquello a cuya afirmación parecían un mo-
rente, es lo que tal vez le confiera una fuerza de atracción es- mento antes indisolublemente ligados. Los valores por los que
pecial para naturalezas sensibles que se compaginan mal con puenan los caracteres aquí considerados no tienden más que
las robustas realidades. La forma de vida conforme a la moda a ser lo mismo y obrar igual que los otros, pero siendo otra
extrae su carácter específico de la destrucción de cualquier cosa, síntesis que se consigue del modo más fácil a través de
contenido anterior, y posee una peculiar homogeneidad en la una de las muchas posibles modificaciones formales del con-
que resultan inseparables la satisfacción del impulso destruc- tenido asumido por la generalidad. Resulta así en ocasiones
tivo y el impulso a acceder a contenidos positivos. completamente inextricable si en el complejo de causas de
Como aquí no se trata de la relevancia de un contenido sin- ese antimodernismo detenta la primacía el elemento de la for-
gular o de una satisfacción en concreto, sino del juego entre taleza o el de la debilidad personal. Puede derivarse de la
lo uño y lo otro y su recíproco despla7a miento, es evidente necesidad de no tener_nada en común con la masa, una nece-
que. la misma combinación obtenida por la obediencia extre-
sidad que por supuesto no supone independencia de la masa,
ma a la moda se puede conseguir también por la oposición a pero sí una actitud íntima soberana frente a ella; pero puede
ella. Quien se viste o se comporta de manera conscientemente también estar relacionado con una sensibilidad quebradiza
no moderna, en realidad alcanza el sentimiento de individua- cuando el individuo teme no poder preservar su poquito de in-
lización que eso comporta no debido a su propia cualificación dividualidad en el caso de que se someta a las forrnas, los gus-
individual, sino a través de la mera negación del ejemplo so- tos y las leyes de la colectividad. La oposición a esta última
cial: si la modernidad es imitación de este último, el antimo- no es siempre, ni mucho menos, un signo de fortaleza perso-
dernismo intencionado es su imitación en sentido inverso, lo nal. Más bien ésta, cuando es tal, tiende a ser de tal manera
que no constituye en menor medida un signo del poder dé la consciente de su valor singular y de su indestructibilidad por
tendencia social que nos hace dependientes de ella en algún cualquier connivencia externa, que no sólo acepta sonaeterse
sentido, sea positivo ó negativo. .E1 .antimoderno intencional sin temor a las formas vigentes en la colectividad, incluida la
adopta idéntico contenido que el loco de la moda, sólo que lo moda, sino que precisamente ese sometimiento es del todo
configura en una categoría diferente: aquél en la exageración, consciente del carácter voluntario de sí mismo y de todo lo
éste en la negación. Puede suceder incluso que en círculos en- que está más allá de él.
teros de una amplia sociedad se. ponga de moda ir contra la El hecho de que la moda exprese y subraye a un tiempo
moda, lo que constituye una de las más singulares complica- la tendencia a la igualación y la tendencia a la individualiza-
ciones psicológico-sociales en la que, primero, el impulso a la ción, el gusto por imitar y el gusto por distinguirse, explica
distinción individual se satisface con una mera inversión del
quizá por qué las mujeres son, en general, más intensamente
mimetismo social, y luego, a su vez, obtiene fuerza apoyándo- proclives a seguirla. En efecto, de la debilidad de la posición
se en un círculo restringido caracterizado del mismo modo. social a la que se han visto condenadas las mujeres durante
Una asociación de los enemigos de toda asociación no 'sería la mayor parte de la historia, se deriva su iestrechaidentifica-
lógicamente más imposible ni psicológicamente más posible ción con todo lo que son «buenas costumbres», con «lo que
que este fenómeno. De la misma manera que se ha hecho del debe hacerse,,, con las formas de existencia por lo general vá-
ateísmo una religión, con igual fanatismo, la misma intoleran- lidas y admitidas. Pues el débil elude la individualización,
cia e igual satisfacción de las necesidades de la piedad que evita apoyarse en la práctica en si mismo con sus responsabi-
conlleva la religión, y de la misma manera que la libertad lidades y con la necesidad de defenderse sólo con sus propias
cuando derroca a una tiranía no irrumpe con frecuencia de
fuerzas. únicamente le proporciona protección la forma de
forma menos tiránica y avasalladora que el enemigo derriba- Vida típica, que al mismo tiempo impide al fuerte la plena
do, así este fenómeno del antimodernismo tendencioso mues-
expansión de sus fuerzas fuera de lo común. Sobre este terre-
tra hasta qué punto están prestas las formas básicas de la no firme de la costumbre aceptada, de lo común y corriente.
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del nivel medio, procuran con fuerza conseguir las mujeres tr, cue en su vida interior y exterior, individual y colectiva-
toda la individualización y la distinción de la personalidad mente, reina una uniformidad, nivelación y homogeneidad
que, aun relativa, sea posible. La moda les ofrece justamente comparativamente tan grandes que necesitan participar más
esta combinación de la manera más afortunada: por una par- vivamente del ámbito de la moda, que es el del cambio por
te un ámbito de mimetismo general, una inmersión én los más antonomasia, para dotar al menos a su vida —tanto en su
amplios canales sociales, una descarga por parte del individuo propia estimación como en la de los demás-,- de algún atrac-
de la responsabilidad por sus gustos y actividades; por otra, tivo. Del mismo modo que entre la tendencia a la individuali-
la distinción, la posibilidad de destacar a través del -ornato zación y a la colectivización, también entre la uniformidad y
individual de su propia personalidad. la variación de los contenidos vitales existe una cierta pro-
Parece como si para cada clase de personas, y probable- porción en cuanto a su necesidad respectiva que se proyecta
mente incluso para cada individuo, existiese una relación cuan- alternativamente con más o con menos intensidad en unos u
titativa determinada entre la tendencia a la individualización otros terrenos, y que trata de compensar los fracasos de 'unos
y la tendencia a sumergirse en la colectividad, de tal manera con los éxitos logrados en otros. En conjunto puede afirmarse
que si en un ámbito dé la vida resulta obstaculizada la expan-. que la mujer es, en comparación con el varón, un ser más
sión de una de ellas se busca otro en el que pueda colmar la fiel. Pero precisamente la fidelidad, cine se expresa en el pla-
medida que precisa. Los hechos históricos inducen a pensar no de los sentimientos en la unidad y 'homogeneidad del ser,
que la moda ha hecho las veces, por así decir, de válvula de exige por la mencionada necesidad de compensación de las
escape a través de la cual ha irrumpido la necesidad de algu-
tendencias vitales alguna variación más viva en terrenos me-
na cuota de distinción y realce personal por parte de las mu-
nos centrales. El varón, en cambio, que por su propia natura-
jeres cuando su satisfacción se ha visto más estorbada en
leza es más infiel y que no acostumbra normalmente preser-
otros terrenos. En los siglos xrv y xv se produce en Alemania
un desarrollo extraordinariamente intenso de la individuali- var con idéntica rigidez y concentración de todos sus intereses
vitales la vinculación sentimental que . contrajo una vez, nece-
dad. Las ordenaciones colectivistas de la Edad Media fueron
quebradas en gran medida por la libertad reconocida a la per- sita menos, en consecuencia, de aquellas formas externas de
sonalidad individual. Sin embargo, las mujeres no encontra- la variación. Hasta el punto que el rechazo dé los cambios en
ron su lugar en este despliegue individualista; les fue negada el ámbito exterior y la indiferencia frente a las modas de la
la libertad individual de movimientos y de desarrollo perso- apariencia externa es una actitud típicamente masculina. Y no
nal. Se compensaban de ello a través de las modas más extra- porque sea un ser más uniforme, sino precisamente porque
vagantes y exageradas en el vestir que concebirse pueda. En es, en el fondo, Más multiforme, y puede por lo tanto sus-
la Italia de la misma época vemos que, por el contrario, se traerse con mayor facilidad a esas variaciones de orden exte-
garantizaba a lat mujeres un ámbito para su libre desarrollo rior. Por eso la mujer emancipada de nuestros días, que in-
individual. Las mujeres del Renacimiento tenían unas posibi- tenta aproximarse a la naturaleza masculina, a su diversidad,
lidades de educación, de proyección exterior y de diferencia- personalidad y movilidad, subraya también su indiferencia
ción personal de las que, sin -duda, no han vuelto-a gozar casi frente a la moda. De otro lado, la moda constituye también,
se podría decir que en siglos. La formación y la libertad de en cierto sentido, un sucedáneo de la posición y la actividad
movimientos eran, sobre todo en las capas altas de la socie- Profesional. El varón que es partícipe de una de éstas se halla
dad, prácticamente idénticas para ambos sexos. Pues bien, no rodeado por un círculo de relativa nivelación; en su seno es
hay referencias de que en la Italia de esa época fuesen corrien- 1-11=11 a muchos otros, convirtiéndose en gran medida en un
tes especiales extravagancias en la moda femenina. La nece - ejemplo del tipo que la posición o el oficio en cuestión repre-
sidad de individualizarse en este terreno y conseguir así una sentan. Por otra parte, y como si se tratara de una compensa-
especie de distinción se hallaba ausente porque la tendencia ción por esto último, se ve ornado de toda la relevancia, de
que se expresa de tal forma encontraba suficiente satisfacción locla la fuerza material y social de ese estado, afiadiéndole a
en otros terrenos. En general, la historia de las mujeres mues- Sil significación individual la de su adscripción profesional,

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que a menudo llega incluso a compensar los defectos y las queda dicho, se sitúa siempre en la periferia de la personali-
deficiencias de su condición meramente personal. dad que se percibe a sí misma frente a ella como piéce de
Justamente esto es lo que procura, por medio de conteni- résistance, o al menos puede sentirse tal en caso de necesidad.
dos totalmente distintos, la moda; también ella compensa la Esta significación de la moda es, en definitiva, la que hace que
insignificancia de la persona, su incapacidad para individuali- sea adoptada por personas delicadas y originales: se sirven
zar por sí misma la existencia a través de la adscripción a un de ella como de una máscara. El ciego acatamiento a todas
círculo caracterizado y definido precisamente por la moda y las normas de la colectividad en todo lo exterior es para ellas
que aparece también ante la consciencia pública de alguna precisamente el medio consciente y querido para reservar su
manera como cohesionado. También en este caso, sin duda, la sensibilidad y gustos personales. Desean- a tal punto guardar
personalidad se inserta como tal en un esquema general, sólo éstos totalmente para sí que no quieren que aparezcan ni que
que este esquema posee en el aspecto social un matiz indivi- se manifiesten de forma accesible a todos. Así, un delicado
dual, de tal forma que sustituye, por medio de este rodeo so- pudor, una delicada timidez, es lo que lleva a alnunos espíri-
cial, lo que la personalidad era incapaz de alcanzar por cami- tus, decididos a evitar que la peculiaridad de su apariencia
nos puramente individuales. El hecho de que el mundo galan- externa revele qui74's alguna peculiaridad de su naturaleza más
te sea con frecuencia pionero de la nueva moda se debe a su íntima, a refugiarse en la nivelación ocultadora de la moda.
forma de vida singularmente desarraigada. La existencia de Con ello -se alcanza un triunfo del alma sobre los - datos ex-..
paria que le reserva la sociedad suscita en él un odio abierto ternos de la existencia, un triunfo que al menos en cuanto
o latente contra todo lo ya legalizado y firmemente estableci- su forma se cuenta entre los más altos y sutiles: que el ene.':
do, un odio que encuentra en su gusto por formas de atuen- migo mismo se convierta en un servidor, que precisamente
do siempre nuevas su expresión todavía relativamente inocen- lo ,que parecía violentar a la personalidad sea acogido libre
te. En la tendencia constante a adoptar modas nuevas e inédi- y voluntariamente. Pues la viólentación..niveladora se ve des-
tas, en la resolución con que son apasionadamente acogidas plazada aquí a los niveles exteriores clé la - vida,: de tal modo
las más opuestas a las que estaban un momento antes en vi- que opera como un velo, como - una protección para todo lo
gor, cabe percibir una forma . estética del impulso' destructivo intimo, 'que queda en mayor libertad. La lucha entre lo Social
que parece inherente a toda existencia de paria Cuando no ha y lo individual queda aquí zanjada a ,través de una escisión
sido totalmente esclavizada" en su intimidad - de los diversos niveles - Para añaboi, prinCiPios. A esto se debe
Si intentarnos seguir ahora las directrices - del alma carac- precisamente la trivialidad 'en las maneras -y en la conversa;
terizadas por todo lo anterior en sus últimos y más sutiles ción tras de la cual personas -muy sensibles y pudorosas sa-
movimientos, vemos cómo ese juego antagonista de principios ben ocultar con mucha frecuencia su alma individual
vitales pugna siempre por reconstruir a través & proporcio- El sentimiento de vergüenza nace cuando el individuo se
nalidades permanentemente nuevas un equilibrio roto con sabe destacado en un conjunto. Aparece cuando tiene lugar
anterioridad. Es ciertamente esencial a la moda cortar todas una acentuación del yo, un incremento de la consciencia que
las individualidades por un único patrón, pero de tal manera un círculo tiene de una personalidad concreta, que es percibi-
que nunca afecta a la persona en su globalidad, sino perma- da en alguna medida como inapropiada. Por eso las persona-
neciendo como algo exterior a ella, cosa que sucede aun en lidades modestas y débiles tienden con singular intensidad a
ámbitos que quedan fuera de las meras modas de la - indu sentirse avergonzadas, -albergando un sentimiento que se acen,
mentaria. Esto se debe a que la forma de la variabilidad en túa de repente cuando se saben centro de la. atención. general.
que se ofrece la moda se sitúa siempre en contraposición al Entonces se produce en ellas una penosa oscilación entre la
sentimiento de permanencia de nuestro yo. Más aún, este úl- afirmación y la disminución del sentimiento de su yo. (La ver-
timo toma consciencia de su relativa pemanencia precisamen- güenza puramente interior acerca de lo que nunca llega a al-
te en esa contraposición; sólo en contraste con esa permanen- canzar expresión social o acerca de lo que se sitúa en general
cia puede aparecer la variabilidad de aquellos contenidos Y más allá de la vergüenza propiamente sociológica acusa, a tra-
desarrollar su atractivo. Pero precisamente por eso, como vés de motivaciones y simbolizaciones espirituales no difíciles

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de comprender, la misma estructura formal básica.) Dado que, intenta el hombre salvar lo más posible su libertad íntima
por lo demás, ese destacarse de un conjunto resulta en tanto abandonando lo externo a la esclavitud por lo colectivo. La
que fuente del sentimiento de la vergüenza totalmente inde- libertad y la sumisión se cuentan también entre esas antítesis
pendiente de sus contenidos específicos, sucede en muchas oca. cuya lucha constantemente renovada, cuyo ir y venir entre los
siones que se avergüenza uno precisamente de lo mejor y más ámbitos más variados de la vida, presta a ésta un atractivo
excelente. En lo que se acostumbra llamar la «sociedad» en mucho más lozano y una amplitud y perspectivas mayores de
sentido estricto es de buen tono la banalidad, y no sólo como lo que consentiría un equilibrio logrado de una vez por todas
una consecuencia de la mutua consideración que haría pare- e irreversible. Según Schopenhauer, a toda persona se le de-
cer como una falta de tacto que alguien destacase con alguna para una.cantidad determinada de placer y de dolor que no
manera individual y exclusiva que los demás no pudiesen imi- puede ni quedar vacía ni ser sobrepasada, y que a despecho
tar, sino también por el temor a ese sentimiento de yerguen- de todos los cambios y oscilaciones en las circunstancias in-
za que es como un Castigo que se impone el propio individuo y ternas-y externas sólo se modifica en su forma. De idéntica
que hace Presa de quien se sale del tono y del comportamien- manera; aunque con menos misticismo podría registrarse asi-
to igual para todos y para todos accesible en igualdad de con- mismo o bien una proporción auténticamente duradera entre
dicicínes. La moda, en cambio, ofrece por su singular estruC- _la sumisión y la libertad cuanto menos, el anhelode tal en
tura interna una posibilidad de destacar que siempre . es. vista cada época en cada clase o en cada individuó, frente a la cual
como apropiada.. Los atuendos o los comportamientos más sólo nos resta la posibilidad 'de alterar los ámbitos en los
extravagantes están a salvo, en la medida en que se ponen de que toman cuerpo una y otra. Y el problema de una vida su-
moda, de los penosos reflejos que en otro caso siente el indi- perior es conseguir un reparto de éstas que permita a los
viduo si se convierte en objeto de la atención de los demás. otros valores sustanciales de la...existencia la posibilidad de
Todas las acciones de masas se caracterizan; por , la pérdida acceder a un desarrollo más favorable. La misma cantidad
del sentimiento de la vergüenza. El individuo; cómo elemento de sumisión y dé libertad puede en unos casos -contribuir a
integrante de una 'Masa, es capaz de hacer.jun: sinnúmero de elevar a lo más alto los valores morales, intelectuales y esté-
cosas que de serle demandadas como persona .aislada -presen- ticól, y.én otros casos, sin experimentar cambios cuantitativos
tarían- para él barreras infranqueables 1 Uno de los -.fenómenos y sólo distribuida en ámbitos distintos, 'producir _justo lo con-
psicológico-sociales Máá curiosos en los" que se pone de Mani- trário dé ése éxito :En COnjtint6 jpócirá decirse qué el resulta-
fiesto precisamente esta característica . de la acción masiva el 'do más favorable para el valor total de la vida se dará cuan-
que algunas modal incurren en atrevimientos que si fuesen do la Sumisión inevitable se relegue más y más a la periferia
una exigencia personal el individuo rechazaría indignado, pero de la vida, a sus exterioridades. Quizá sea Goethe, en su últi-
que como ley de la moda éste sigue con total docilidad. El ma época, el ejemplo más ilustrativo de una vida verdadera-
sentimiento de vergüenza no se halla presente en una acción mente espléndida que consigue a través de la connivencia en
de masas, precisamente por tratarse de tal, en la medida en todo lo externo, de la observancia estricta de las formas, de
que falta la responsabilidad entre los participantes en un un sometimiento voluntario a las convenciones de la socie-
crimen perpetrado por una masa, ante el cual sin duda el in- dad, justamente el máJchno de libertad interior, una intangibi-
dividuo aislado retrocedería aterrado. Tan pronto como el lidad completa de los centros de la existencia a través de la
aspecto individual de la situación empieza a predominar so- inevitable cantidad' de ,sumisión. En esta medida es la moda,'
bre el aspecto social y propio de la moda; se hace notar el Puesto que, dé manera comparable al derecho, afecta sólo á
sentimiento de vergüenza:• muchas mujeres se sentirían sobre- lo externo de la vida, a los aspectos de ésta orientados a la
manera incómodas si se encontraran en su habitación con U13 sociedad, una forma social de admirable utilidad. Ofrece a las
solo hombre desconocido ostentando el mismo escote con el Personas un esquema por medio del cual pueden documentar
que se muestran en la sociedad en que éste es moda ante dos- de modo inequívoco su sumisión a lo colectivo, su acatamien-
cientos o trescientos. to a las normas que emanan de su época, de su clase, de su
La moda, además, no es sino una de las formas con que círculo más próximo, comprando con ello toda la libertad
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que es capaz de deparar la vida y pudiéndose concentrar tan- nes a objetos que quedan muy lejos del ámbito donde ten-
to mejor en lo que es para ellas íntimo y esencial. drían carta de naturaleza. De este modo se somete el mundo
Sin embargo, también aparecen en el interior del alma in- interior del individuo a una moda, repitiendo la forma del
dividual con cierta reiteración esas relaciones entre la homo- zrupo dominado por la moda. Y esto en tanta mayor medida
geneización igualadora y el destacarse individual, ese antago- por la falta de sentido de estas modas individuales, que reve-
nismo de tendencias que engendra la moda, trasladadas de un lan el poder del momento formal y unificador sobre el sustan-
modo formalmente igual a las circunstancias íntimas de algu- cial y racional de un modo similar a como para tantas perso-
nos individuos que nada tienen que ver con la sumisión a lo • nas y grupos resulta de extrema importancia ser dominados
social. En el fenómeno al que aquí aludo se muestra el para- de forma homogénea, re:vistiendo la cuestión. de la cualidad o
lelismo frecuentemente subrayado que se establece entre las él valor de ese poder dominador una importancia totalmente
relaciones de los individuos y las relaciones que se dan en- secundaria. No puede negarse, sin embargo, que esa violencia
tre los elementos anímicos de un solo individuo.. Más o me- .ejercida a las cosas al.someterlas a esas modas en la designa-
nos intencionadamente, el individuo suela crearse cierto tipo ción, al allegarlas uniformemente a una categoría introducida
de comportamiento, un astilo, qué por el ritmo de su apari- por nosotros, 'proporciona al individuo una prerrogativa so=
ción y su manera de imponerse y de desaparecer es el carac. bre ellas que la lleva -a _gozar de un sentimiento individual de
terísticó de la Moda: En particular, los jóvenes muestran a fuerza y de exaltación del yo frente a las cosas.
veces uña súbita extravagancia en tu Manera de entregarse a Esté fenómeno, que aparece aquí 'corno caricaturizado, es
algo-, un interés insospechado -e injustificado que tiraniza todo
perceptible,- aunque en Menor medida, .en casi todas las rela
el ámbito de su consciencia y que desaparece tan irracional- cienes del hombre con los objetos. Sólo los hombres verdade-
mente como había aparecido. Podría decirse de esto que es ramente grandes hallan la mayor. profundidad y fuerza de su
una moda personal que con.stituye un caso límite de la moda yo cuando respetan la indiyidualidad propia dalas cosas.
social Lo determina por una parte la necesidad de distinción' chas veces de la animadversión que experimenta el almaMu- al
individual, ésto es, la misma - tendencia que.antúa también en comprobar la prepotencia, la autonomía y la indiferencia del
la moda social Pero la necesidad .dé imitación de homoge- encrryri‘ 1_, A _ • •

neidad, satisfaceén
este caso puramente en er interior del ProPidlndividuo,'"a tra-
-
vés de la' concentración dé la propia consciencia en una forma 01.11J1
ellas El yo seimpone - i las. cosas no.asumiendo y dando for-
o contenido, a través del matiz de homogeneidad que el propio ma a Sus.fuerzasí no reconociendo su individualidad para lue-
ser obtiene de la imitación de sí mismo, qué .hace aquí las ve-
go Servirse de ellas, sino doblegándolas y .haciéndolas entrar
ces de la imitación de otros. En círculos reducidos se verifica
en un esquema subjetivo, con lo que en último término no se
en ocasiones un cierto estadio intermedio entre la moda indi-
obtiene, desde luego, el predominio sobre las cosas, sino sólo
vidual y la social. Personas banales adoptan con frecuencia
sobre su propia y falseada -fantasía. Pero el sentimiento de
una expresión —en la mayor parte de los casos la misma en Poder que de aquí se deriva revela su falta de fundamento,
los miembros de un mismo grupo— que utilizan en todo mo- su carácter de ilusión con la rapidez con que quedan relega-
mento venga o no a cuento. En este caso hay moda de grupo, das esas expresiones de moda.
pero también hay moda individual porque su sentido es pre- De lo que hemos visto hasta el momento Fesulta que en la
cisamente que el individuo ha sometido a esa fórmula la tota- nláda,, -por así decirlo, adquieren las diversas dimensiones
lidad de sus representaciones. Se somete ági a uná brutal - la vida uña forma singular de convergencia; que de
violencia a la individualidad de las cosas; todos los n'atices es un COM-
plejo en el que se hallan representadas en alguna medida to-
quedan borrados por el singular predominio de una sola manen
ra de designarlo todo. Sucede de esta guisa, por ejemplo, cuan- das las principales tendencias contradictorias del alma. Esto
do a todo lo que gusta, sea cual sea el motivo, se le llama hace
muevencomprensible, sin más, que el ritmo general en el que se
«chic» o «estupendo», haciendo extensivas estas denominado = los individuos y los grupos influya también de mane-
ra determinante en su relación con la moda, que los diferen-
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tes estratos de un grupo posean una relación diferente con la
moda, con completa independencia de sus diversos contenidos y las relaciones, la nivelación y simultánea exaltación de la
vitales y posibilidades externas, por el mero hecho de que individualidad, la concentración de las personas en un espacio
esos contenidos se sucedan bien bajo una modulación conser- reducido y precisamente por eso la necesaria reserva y dis-
vadora o bien de forma rápidamente cambiante. Por una par- tanciamiento. Sobre todo el movimiento económico de ascen-
te, las masas de los estratos inferiores son poco móviles y de so de las capas inferiores con el ritmo que le es propio en la
lento desarrollo. Por otra parte, los estratos superiores son gran ciudad no puede por menos que favorecer la rápida va-
precisamente, como es bien sabido, los conservadores e inclu- riación de la moda, porque faculta a los que se encuentran
so, con sobrada frecuencia, los arcaizantes; en infinidad de abajo en la escala social a proceder con mucha mayor velo-
ocasiones temen cualquier movimiento y transformación no cidad a la imitación :de los que se encuentran en posición ele-
porque su contenido sea dañino o antipático para ellos, sitio vada, confiriendo así al proceso anteriormente caracterizado,
por -tratarse justamente de una transformación, y porque para en virtud del cual la capa superior abandona una moda en el
- ellos cualquier modificación del conjunto, que en su constitu- mismo momento en que la inferior comienza ,a apropiarse de.
ella, una amplitud y 'vivacidad antes insospechadas. Esta cir-
ción actual les garantiza precisamente la posición más faya
rabie, resulta sospechosa .y peligrosa. A sus ojos ningún cani- cunstancia ejerce importante influencia sobre los contenidos
. bio ha de reportarles una cuota Mayor de poder. En todo de la moda. Ante todo determina qué las' modas, no sean ya
' caso habrán de temer algo dé un cambio; no esperar ya nada tan caras, y por lo tanto; lógicamente, que no sean tan extra-
de él. Por eso la auténtica posibilidad de variación de la vida vagantes Como en tiempos anteriores en loa' qué el elevado
histórica reside en la clase media, y por eso la historia de los costo de su adquisición primera o la dificultad a la hora de
movimientos sociales y culturales ha adoptado un tempo com. alterar los comportamientos y los gustos se veían compensa-
2pletainente - distinto desde_ que el -tiers état ha accedido a la
dos por una duración más prolongada. de -
dirección. Ésta es la causa-de-que la moda, forma del cambio
más sometido está un articulo al rápido sti imperio. Cuanto
Cambio de la moda,
Y del antagonismo de:la - vida, se haya hecho desde entonces más intensa es la demanda de productos baratos de su espe-
cie. No sólo porque las maak.S"tnáa'aiiiiillás
mucho Más .amPliay:Cainbiante.-,Por otro lado la frecuente
más pobres, ,tienért- emoero ;. y"en consecuencia
'MoilifiCatión dela moda .,siipóle tina gran .etelavización del in-
dividuo, y en ésta Medida constituye uno de los complementos
convenientes a una madura libertad politica y social Precisa - micia objetos que
mente una forma de vida en cuyos contenidos el momento de ostenten al menos la apariencia externa y endeble de lo mo-
la Culminación coincide con el del inicio de la decadencia ha derno, sino porque incluso las capassuperiores de la sociedad
de tener su centro más apropiado en una clase social que, no podrían permitirse la celeridad del cambio de las modas,
como la clase media, es tan variable y de un ritmo tan inquie- que les viene impuesto por la presión de las capas inferiores,
to, mientras que los estratos inferiores cultivan su conserva- si sus objetos no fuesen relativamente baratos: Así, aparece
aquí un curioso
durismo apático e inconsciente y los superiores el suyo, de círculo. Cuanto más deprisa cambia la moda,
matiz deliberado y consciente. Clases e individuos que se ad.. más baratas han de ser las cosas; y cuanto más baratas son
hieren a una constante alternancia, porque precisamente la astas, tanto Más incitan ajos consumidores a cambiar rápi-
celeridad de su propio desarrollo les depara la posibilidad cle damente la moda, tanto más inapc>nen un fyerte ritnió de cara."
adelantarse a los demás, necesariamente han de encontrar el! bio a los productores. El térrtpo de su evolución

ea de tal re-
levancia en los .auténticos artículos de moda -que llega
la moda el tempo de sus propias evoluciones espirituales. incluso
Y baste aquí señalar el entrelazamiento de innumerables a sustraer a éstos de ciertos prOgresos de la economía gra-
mentos históricos y psicológico-sociales que han convertick! dualmente alcanzados en otros ámbitos. En concreto; se ha
a las grandes ciudades, en contraste con ámbitos más eaut fr Observado que en las ramas más antiguas de producción de la
chos, en suelo nutricio de las modas: la velocidad ajena I industria
de jugar unmoderna el momento especulativo deja poco a poco
cualquier noción de fidelidad en el cambio de las sensaciones papel decisivo. Los movimientos del mercado son
Previstos con mayor exactitud, las necesidades pueden ser cal-
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culadas por anticipado en mejores condiciones y la produc- configuraciones son igualmente aptas para convertirse en mo-
ción puede ser regulada con mayor precisión que antes, de tal das. En algunos, su naturaleza específica ofrece una cierta re-
manera que la racionalización de la producción gana cada vez sistencia. Es algo comparable a la diversidad de posibilidades
más terreno frente al azar de las coyunturas, a la oscilación con que cuentan los objetos de la contemplación externa para
carente de plan de la oferta y la demanda. Sólo los puros ar- ser transformados en obras de arte. Es una opinión seducto-
tículos de moda parecen exentos de esto. Las oscilaciones po- ra, pero de ningún modo profunda ni sostenible, que cualquier
larizadas, de las que la economía moderna ha sabido apartar- objeto de la realidad es igualmente idóneo para convertirse
se ya en gran medida para acceder tendencialmente a ordena- en objeto de una obra de arte. Las formas artísticas, tal como
ciones y configuraciones económicas totalmente nuevas, son se han configurado históricamente, dependientes de mil aza-
todavía predominantes, sin embargo, en los terrenos directa- res, condicionadas a ,veces unilateralmente por el' influjo de
mente sometidos a la moda. La forma de un cambio febril es perfecciones e imperfecciones técnicas, no se sitúan en forma
tan esencial a éstos que les hace encontrarse como en una alguna a' una altura olímpica por encima de tpdos los conte-
contradicción lógica con las tendencias de desarrollo de la nidos de la realidad. Más bien establecen con algunos de éstos
economía moderna. . una relación más estrecha que con otros; 'algunos se transfie-
,Pero frente a este carácter de la moda, su propiedad más ren non facilidad como si hubiesen estado: prefigurados por
llamativa consiste en que cada una de sus manifestaciones la naturaleza para devenir formas artísticas, a ellas; otros se
singulares cuando aparece por primera vez lo hace con visos resisten corno porfiados -y dirigidos por la naturaleza a algo
de permanecer eternamente en vigencia. Quien adquiere un distinto a' su inserción en las formas artísticas dadas. La :so-
mobiliario destinado a durar un cuarto de siglo escoge sin berarda del arte sobre la realidad no significa en modo algu-
dudar el de la última moda, desdeñando por completo lo que no, como estiman el naturalismo y muchas teorías idealistas,
era moda aun dos años antes . -Y sin embargo es evidente que que éste tenga la , facultad de introducir en 'su . campo todos
un par de años _después el atractivo de moda que el mobilia- los contenidos de la existencia. Ninguna de las configuraciones
rio elegido pbsee.-hoy'..tie.'llábrá extinguidál .:tal como sucedió a través • de 'las Cuálet el espíritu humano domina y
modela. de-
con el anterior, y el agrado ó desagrado qué suscite dependerá acuerdo Con sus fines , á la materia de la existencia es de una
de- criteriós',:diferéntés;-: de orden práctico Una , -vanan e de índole :tan . aeneral tan. neutral' que todos
-.éso1 Contenidos,
esta motivación se muestra en forma específica' en los dife- Con independencia deáu -,- estruCtura 'propia, .Se :plieguen tul:
rentes contenidos concretos de la moda. A la Móda, sin dúda, fonnernénte á ellas La::.moda puede así, aparentemente y en
lo que le importa es sólo la variación; pero .como en cual- abstracto, acoger cualquier contenido. Cualquier forma de la
quier estructura existe en. ella - una tendencia al ahorro de indunientaria, del arte, de los comportamientos o de las opi-
energía, de manera que intenta conseguir sus fines con la ma- niones, puede ponerse de moda. Y sin embargo, en la esencia
yor amplitud posible pero a la vez con los medios menos «I- íntima de algunas formas late una disposición singular para
pendiosos. Preclamente por ello se retrotrae siempre —cosa desarrollarse como moda, mientras que otras se resisten a
especialmente visible en las modas del vestir— a formas ante- ello también desde su interioridad. Así, por ejemplo, es rela-
riores, razón por la cual se ha comparado su trayectoria con tivamente lejano y ajeno a la forma de la moda todo lo que
la de un movimiento circular. Tan pronto como una moda Puede denominarse «clásico», aunque naturahnente no se sus-
anterior ha sido ampliamente olvidada, no hay motivo para . traiga en ocasiones a ella. Pues la esencia de lo clásico es uña
no recuperarla. Quizá Se dejará sentir el atractivo de la dife- Concentración de los fenómenos en torno .a.uri centro inmóvil.
rencia con el contenido que a su vez, cuando hizo acto de pre- El clasicismo tiene siempre algo de recogimiento en sí Mismo
sencia, resultó atractivo por su contraste con el anterior y Y ofrece, por decirlo así, muy pocos puntos débiles en los
ahora nuevamente en vigor. Por lo demás, el poder de la mo- que puedan hacer mella la modificación, la ruptura del equi-
vilidad de las formas del que se nutre la moda no es tan librio, la destrucción. Es característica de la escultura Clásica
grande como para someter de idéntica manera todo conteni - la contención de los miembros. El conjunto es dominado de
do. Aun en los ámbitos dominados por la moda, no todas las manera absoluta desde Ja interioridad; el espíritu y el instin-
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to vital del todo mantienen uniformemente bajo su poder a
aquella sustancia inesquivable de las relaciones humanas a la
cada fragmento del mismo a través de la perceptible conten-
ción de su apariencia exterior. Ésta es la razón de que se ha- que, en definitiva, debe volver siempre, de alguna manera, la
ble de la «calma clásica» del arte griego. Se debe exclusiva- forma de la vida. Si no puede afirmarse que toda moda sea
mente a la concentración de la forma exterior, que no permi- algo antinatural y no lo es ya por el mero hecho de que la
te que ninguna parte de ella entre en relación con fuerzas y forma de vida que supone la moda es ella misma algo natu-
destinos exteriores, despertando de este modo la sensación de ral al hombre en cuanto ser social—, sí cabe en cambio decir
que la configuración en cuestión se sitúa al margen de las de lo antinatural por antonomasia que puede llegar a existir,
al menos, en forma de moda.
cambiantes influencias de la vida general. Para ser moda, lo
clásico debe mutar en clasicismo y lo arcaico en arcaísmo. Resumiendo todo lo dicho con anterioridad hay que sefia-
lar que el atractivo especialmente picante _y seductor de la
Por el Contrario; todo lo bárroco', desmestiradd y extremo, es
íntimamente proclive a la moda. En cosas que responden a moda reside en el contrasté que se establece entre áü difusión
esta caracterización la moda no se sobrepone como si se tra- tan extensa y omniabarcadora y su rápida y radical transito-
tara de un destino externo, sino casi como la expresión histó- riedad, en el derecho reconocido a la infidelidad para con ella.
rica de sus disposiciones interiores. Los miembros amplia- No estriba menos ese atractivo en lo estrictamente que deli-
mente dispersos de la estatua barroca están siempre como en mita un círculo determinado, denotando la pertenencia a él
peligro de quebrarse. La vida interior de la figura no los do- tanto a título de causa como de efecto, así como también en
mina plenamente, Sino que los abandona a lo que dictaminen la nitidez perfecta con que distingue -a ese Círculo de otros
los azares de la realidad externa. Las creaciones barrocas, o círculos. Por último, se debe asimismo su atractivo al • apoyo
al menos muchas de ellas, llevan la impronta de la inquietud, que procura por parte de un grupo social cuyos miembros se
del influjo de lo casual, de la sumisión al impulso momentá- imitan unos a otros, con lo que el individuo se ve eximido de
neo (Iré la moda realiza como forma de la vida social. Hay toda responsabilidad —tanto ética como estética—, sin que
que añadir a esto que las formas . excesivas, de individualidad ello implique que no exista la posibilidad de producir mati-
muy exagerada, y caprichosas :resultan fácilmente .fatilosas, ces individuales dentro de los limites así definidos, bien sea
por lo que mueven casi fisiológicamente a desear la variación, exagerando la nota "en lo relativo a la moda misma., bien in-
14:)"'que ,cuadra de manera Muy adecuada con el esquema que chis& rechazándola. De esta manera aparece la moda como
un9. -confilúración Más,.pero singular y de especiales cáracte-
ofrece la moda. En esto estriba también una de las profundas
ricticas,.entre las muchas y diversas -
relaciones que se cree descubrir entre lo clásico y lo «nata en que .la utilidad tanto
ral». Por inseguro, limitado y equívoco que pueda resultar social como individúal ha dado en objetivar, con iguales títu-
con mucha frecuencia el concepto de lo natural, cabe empero los de legitimidad, las tendencias más opuestas de la vida.
la posibilidad de valerse de él en lo negativo y decir al menos
que determinadas formas, propensiones e ideas no tienen nin-
guna pretensión de alcanzar este título. Precisamente éstas
son las que se someten con enorme celeridad a la variación
de la moda, pues les falta la relación con el centro perma-
nente de las cosas y de la vida que podría dar pie a la aspi-
ración a una existencia duradera. Así, la moda de que las . mu-
jeres se comportaran y se las tratara como hombres, y los
hombres como mujeres, fue introducida en la corte francesa
de la mano de una cuñada de Luis XIV, Isabel Carlota del
Palatinado, que era un temperamento completamente mascu-
lino. Resulta del todo evidente que una cosa así sólo puede
ser, qué duda cabe, una moda, puesto que se aleja mucho de
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