Está en la página 1de 7

PERROS CALLEJEROS

Hace mucho tiempo mi familia y yo pasamos dificultades económicas, el dinero no


alcanzaba para nada, padecíamos hambre. Mi padre angustiado salía siempre de casa,
faltando un cuarto para media noche durante cuatro noches seguidas.

Pasaron varios días y de repente, todo cambió.

Mi padre obtuvo una gran suma de dinero, pero nunca supe de dónde la obtuvo, pero
nuestra suerte mejoró, las carencias terminaron y logramos tener un mejor porvenir.

Pasado cuatro años de esto, mi padre decayó en una rara enfermedad que los médicos no
entendieron, en el transcurso de cuatro días consumió su vida. Al llevar a mi padre al
sepulcro, su cuerpo pesaba más de lo normal.
Entre 6 personas no lográbamos levantarlo.

Después del sepelio, cada noche soñaba con él y en mi sueño, me contaba de un pacto
que había hecho con un demonio, el cual nos dio el dinero a cambio de cada cuatro años
tomar la vida de los hombres de la familia. Durante cuatro noches, mi padre apareció en
mis sueños advirtiéndome. Pensé que solo era tristeza por su partida. Al pasar cuatro
años más, mi hermano mayor fallece en un accidente el carro.

Esa vez pasó igual, aparecía en mis sueños con mi padre durante cuatro días
advirtiéndome y hablándome que yo sería el siguiente. Yo, preocupado por mi
desgracia, caminando pasé cerca a un puente y vi una perrita blanca con cuatro
cachorros negros y pensé en darles un hogar, mientras seguía con vida.

Los llevé a mi casa, los bañé y cuidé. La madre de los cachorros nunca me tomó
confianza, en cambio los cachorros… ¡wow, qué perros tan bellos y tiernos! Dormían
cerca de mi cama, cada uno llenó mi corazón de alegría, se convirtieron en mi nueva
familia, fui muy feliz.

Casi cumplido el tiempo, soñé con mi padre y mi hermano, nuevamente me decían que
me preparara, que ya era hora. Acercándose la fecha, mis hermosos perros cambiaron su
actitud conmigo, la madre de los cachorros desapareció. Yo la busqué, pero no la
encontré. Faltaban 4 días para cumplirse el tiempo, y cada noche uno de mis hermosos
perros desaparecía. Mi angustia y dolor fueron más profundos, pensé que era lo mejor,
que se apartaran de mí antes de mi muerte.

La última noche, mi último fiel amigo no quiso entrar a mi casa, se postró en la entrada
y no logré hacerlo entrar. Llegada la medianoche, escuché el ladrido de mi perro y sentí
cómo luchaba con algo. Salí a defender a mi amigo con miedo y temeroso de perder la
vida, pero cuando salí de la casa, observé una sombra sosteniendo el alma de mi padre y
mi hermano. Mi perro no dejaba de atacarlo, traté de correr, mis piernas no respondían.
Ese ser golpeó fuertemente a mi perro y lo dejó botado en una esquina de la casa.

Sentía cómo ese ser deseaba mi alma, cuando escuché unos aullidos…

A lo lejos aparecieron mis tres perros y su madre, parecía una jauría, se hicieron
alrededor de mí y no permitían que ese ser se acercara.

Los atacaba y ellos más rápido se reincorporaban y luchaban por mí. Recuerdo que oré
como nunca, rogué por mi vida, la vida de mis perros y el alma de mi padre y hermano.
En ese momento, todos mis perros se acercaron a mí y vi cómo mi padre y mi hermano
rompieron las ataduras con ese ser.

Duré orando toda la noche y mis guardianes a mi lado, ese ser no pudo tocarme gracias
a mis hermosos perros. Desde esa noche, cada uno de mis perros no se separ” de mí,
protegiéndome del demonio que busc” mi alma. Hoy agradezco a la vida por poner en
mi camino estos hermosos perros callejeros que siempre cuidan de mí.

DESEO MALDITO

“Amor, todo va a estar bien. Nuestra hija se va a recuperar, tengamos fe”, dijo Armando
a su esposa. Ella lo miró a los ojos y gritó: “¡Que se vaya a la mierda, no quiero
palabras bonitas, quiero la cura para mi hija!”.

- ¿Crees que no quiero lo mismo? Es triste para un padre ver a su hija con cáncer
y desahuciada y no poder hacer nada. – gritó Armando saliendo de la habitación
y cerrando la puerta.
Armando, con ojeras, decidió dar una vuelta por el barrio mientras hablaba solo. “Daría
cualquier cosa por la salud de mi hija”. De repente, su celular sonó. Él contestó y puso
en altavoz. “Papá, voy a llegar a casa más tarde hoy, tengo que estudiar algunas cosas de
la universidad con los amigos”, dijo su hijo. Armando dijo “Ok” y colgó.

Mientras caminaba con la cabeza baja, chocó con un anciano barbudo. “¡Mira por dónde
vas, loco!” gritó el anciano. Armando lo ignoró y siguió caminando. “Oye, vuelve aquí,
pareces triste. Pareces ser del tipo que haría cualquier cosa para resolver tu problema”,
gritó el anciano, corriendo hacia él y bloqueando su camino.
- Te estoy escuchando, puedes hablar. – dijo Armando con los brazos cruzados y una
cara seria.
- Tengo una pulsera que concede deseos. Tres deseos, para ser exactos. Puedes pedir
cualquier cosa. – dijo el anciano, con los ojos muy abiertos y una sonrisa maliciosa.
- Oh sí, claro… - respondió Armando, incrédulo.
- Pero cada deseo tiene un precio, ganas algo, pero algo cercano se te quita. Toma esta
pulsera, ponerla en tu muñeca y pide tu deseo. – dijo el anciano entregándosela.
- Bien, ¿cuánto te debo?
- Nada, tu satisfacción es la mía. – afirmó, soltando una risa.

Armando se puso la pulsera. “Hay cada loco en las calles, con esta pulsera pediré un
helado, hace calor”, se rió a sí mismo, incrédulo. “Ah, pediré que mi esposa me trate
mejor, mi segundo deseo”, dijo para sí mismo. “Como si esto realmente funcionaría”,
murmuró, con la cabeza baja. Luego se quitó la pulsera y la tiró en un basurero que
estaba por allí.

Mientras seguía caminando, un camión de helados se detuvo frente a él. “Estamos


regalando helados a quien pase por esta calle hoy, toma uno amigo”, dijo el chofer.
Armando siguió caminando y, al pasar junto a un mendigo, “Tibuf”, un coche atropelló
al pobre hombre sin hogar. Armando se dio cuenta de que las palabras del anciano
barbudo se habían hecho realidad, se había concedido un deseo y algo cercano se le
había quitado. Armando se dio cuenta de que había hecho dos deseos y todavía le
quedaba uno. Tiró el helado. “Dios mío, hice dos deseos. Todavía me queda una vida
por quitar, no puedo estar cerca de nadie”, dijo Armando. Corrió hacia un parque donde
no había nadie cerca. “¿Qué hago ahora? No quiero quitarle la vida a nadie”, se
preguntó. El celular sonó “Amor, ¿estás bien? Quiero disculparme por tratarte mal en
las últimas semanas. No es culpa tuya que nuestra hija tenga cáncer”, dijo su esposa.
Las manos de Armando temblaban, él colgó. “Mi segundo deseo se ha cumplido, eso
significa que alguien cercano a mí puede morir. Tengo que aislarme de todos, solo que
no sé por cuánto tiempo podré hacerlo”, dijo Armando, con la boca temblando.

Una niña se acercó con su perrito. “¡Lárgate de aquí, niña! ¡Fuera!” gritó Armando, con
la cara seria. El padre se acercó: “¡Mira cómo hablas con mi hija!” De repente,
escucharon a la niña llorando. “El ojo del perrito está sangrando, se está muriendo!”,
dijo la niña.

Armando, con los ojos muy abiertos, corrió hasta la basura y tomó de nuevo la pulsera.
“Tal vez esté haciendo una de las peores cosas de mi vida, pero amo a mi hija y necesito
que se recupere. Este es mi tercer deseo”, sentenció Armando. “Tengo un perro en casa,
me quedaré cerca de él para que nadie muera. Amo a mi perrito, esto me dolerá mucho,
pero lo necesito”, dijo, con la cabeza baja y los ojos cerrados.

De repente, su celular sonó.


- Amor, estoy muy triste. – dijo la esposa de Armando.
- ¿Cómo que triste? ¿Qué pasó con mi hija? – gritó Armando, con la cara seria y
sudando frío. En su cabeza, pensó: “¿Qué salió mal con mi deseo? ¿Por qué saldría
mal?”.
- Tranquilo, cariño, estoy triste porque no estás aquí conmigo. ¡Nuestra hija está curada!
¡Mejor que antes, incluso! – consoló su esposa.
- ¡Sí, funcionó! – Armando dio un salto, con una sonrisa y lágrimas en los ojos.

Colgó el móvil y pensó: “Ahora tengo que ir a casa y acercarme al perro”. Al mismo
tiempo, otros pensamientos comenzaron a surgir en su cabeza. “¿Y si mi esposa está en
casa con mi hija? ¿Y si mi hijo ha vuelto de la universidad antes de lo previsto?” Llamó
a su esposa, ella confirmó que todavía estaba en el hospital, la hija aún no había sido
dada de alta. Llamó a su hijo, confirmó que todavía no había vuelto.

Cuando llegó al patio de su casa, vio a su perro y antes de acercarse, se desahogó:


“Amigo mío, pido perdón por lo que te estoy haciendo. Mi compañero de años, que
siempre me miraba con afecto y me recibía bien cuando llegaba a casa después de un
día difícil". Se acercó al perro y se arrodilló. El perro movió su cola y le lamió la cara.
Armando continuó: “Esto no es una despedida, porque todavía te veré en otra vida”.
El celular de Armando sonó. En la pantalla, vio el nombre de su esposa. “Tengo un mal
presentimiento”, pensó Armando, con la cara roja. “¿Hola, papá?”, era su hija.
- Amor, ¿qué pasó? ¿Tu madre está bien? – dijo Armando, con el corazón acelerado.
- No, papá, no está bien – afirmó la hija, con la voz llorosa.
- ¿Murió mamá?
- Está desmayada.
- Menos mal.
- No hay nada menos mal, papá. Se desmayó porque mi hermano de repente cayó en la
universidad y murió.
Armando colgó el teléfono y, con los ojos muy abiertos, mirando a su perro todavía
vivo, se dio cuenta de que a veces, el diablo elige a la próxima persona que le conviene.
Su hijo era alguien cercano a él.
No puede ser, no puede ser!!! – gritó Armando arrodillado repetidamente.

Autor: Joabe Campos

‼️La Infidelidad.‼️

Roberto llevaba ya unos 20 años de casado con Amanda, producto de aquel matrimonio,
tenían un hijo llamado Abdiel de apenas unos 11 años, eran una familia relativamente
feliz con sus problemas y discusiones habituales, pero nada que no se resolviera de
manera normal.

Las cosas cambiaron con el pasar de los años y la relación se fue deteriorando, mas que
todo por las constantes salidas misteriosas de Roberto, sus llegadas tarde a casa y su
falta de cariño no solo hacia su esposa, sino también hacia su hijo.

Con el pasar del tiempo, la situación era insostenible, las discusiones era frecuentes e
incluso, Roberto rompió el corazón de su esposa, al decirle que estaba enamorado de
otra mujer y, que pretendía abandonarla.

Para Amanda esto fue devastador, ella siempre estuvo muy enamorada de el y,
simplemente no visualizaba la idea de romper el hogar con el que siempre había sido
feliz, sin embargo la decisión estaba tomada y, Roberto un día se levantó, se despidió de
su hijo y de su esposa, abandonándolos para ir a vivir donde su amante y no regresar.

Su esposa y su hijo, no pudieron mas que llorar mientras Roberto se alejaba de ellos,
dejándolos en el peor estado de ánimo. Al cabo de un tiempo, Roberto no hablaba
mucho con su familis, estaba era pendiente de la nueva vida que llevaba con su nueva
pareja, una mujer mas joven y bonita que su esposa, sin embargo, le llegaban rumores
de que a su esposa se le veía caminar con la mirada perdida, no hablaba con nadie y,
parecía ser una persona muy deprimida, del hijo no sabía, pues nadie lo veía tampoco, ni
siquiera ir al colegio, se presume que no salía de la casa, o que estaba enfermo.

Pero ni aunque Roberto se enterara de estas cosas, se dignaba a llamar o visitar a su


familia, era un hombre totalmente diferente, solo tenía ojos y mente para su nueva
pareja. Pasaron unos meses y, ya no supo de su familia, pero tampoco le importaba
mucho.

Roberto dormía todas las noches al lado de su amante, Julia, una mujer joven, que lo
trataba muy bien, pero una noche, mientras dormía profundamente, un golpe que
provino de debajo de la cama lo despertó, aun estado medio dormido estiró su mano
para abrazar a su amada, pero esta vez no estaba allí, Roberto se sentó en la cama,
tratando de ubicar a su amante mirando en la oscuridad, al girar su cabeza hacia una
esquina del cuarto, vio algo que lo asombró, o mas bien lo sorprendió, una pequeña
silueta se dibujaba en la esquina, aunque la oscuridad la ocultaba, Roberto reconocía
que era su hijo Abdiel que se encontraba alli parado como si nada.

– Abdiel hijo, eres tu, que haces aquí, como entraste?

Su hijo no respondió nada de palabra, pero si levantó su mano y, con el dedo le señaló a
su padre que mirara debajo de la cama, Roberto, algo contrariado, hizo exactamente lo
que le indicaron, lentamente se agachó y, metiendo la mano en lo oscuro, sintió como su
mano tocaba algo que parecía ser un cuerpo frío, de inmediato lo haló, temiendo lo peor
y, para horror suyo, era el cadáver ya pálido de su amante Julia, con la mirada perdida y
sin vida.

Roberto entró en pánico y se alejó arrastrándose por el suelo y, al levantarse, se


encontró que su esposa amanda estaba sentada en la cama sosteniendo un cuchillo en su
mano y una cicatriz en el cuello, mostrando una sonrisa en su rostro, Roberto no pudo
seguir mirando y salió corriendo de la habitación en dirección a la puerta de entrada de
la casa para salir de ella y, al hacerlo, tropezó con un policía que recién llegaba en ese
momento.

– Por favor, ayúdeme, ayúdeme, mi novia esta muerta, creo que mi esposa la
asesinó, ella y mi hijo están dentro con un enorme cuchillo, por favor
deténgalos…

– Señor Roberto cálmese, su novia esta muerta?

– Si, mi esposa la asesinó…entren atrápenla…

– Espere, eso es imposible, nosotros hemos venido aquí para informarle que su
esposa se suicidó hoy mas temprano cortándose la garganta con un cuchillo,
luego de eso, también acabó con la vida de su hijo… lo siento señor Roberto…

Roberto sintió como la piel se le erizaba y la sangre se le helaba, al saber que los que
estaban en su cuarto y asesinaron a su amante, ya no eran su esposa e hijo, habían
muerto para convertirse en algo más, algo que quizás lo persiga el resto de su vida.

Roberto se quedó solo afuera de la casa con la mirada perdida y la mente en blanco,
mientras los policías estaban dentro revisando el cadáver de su novia, Roberto estaba
tan distraído y sumergido en sus pensamientos, que no se dio cuenta cuando una mano
salió de detrás de el, para colocarle un enorme cuchillo en su garganta.

Créditos al autor ….

También podría gustarte