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Abraham vivía con su esposa y sus familiares en una ciudad llamada

Ur. Un día Dios le habló a Abraham y le dijo algo muy sorprendente:


- “Deja tu casa, deja tu ciudad y sal para una tierra que Yo te
indicaré”.

Abraham y Sara querían tener un hijo, pero Sara era estéril, además ya
estaban muy viejos.
Y Dios seguía hablándole: - “Abraham, ven afuera a ver las estrellas.
¡Puedes contar las estrellas?. “Te prometo que vas a tener una
descendencia más numerosa que las estrellas del cielo”.
Pero Abraham no entendía cómo podía suceder algo así.

Un día estaba Abraham a la entrada de su tienda y se le presentaron


tres hombres muy extraños. Pero a pesar de todo, Abraham atendió
muy bien a aquellos visitantes.
Al día siguiente, uno de ellos le dijo esto:
- “Antes de un año, Sara tendrá un hijo”.

Y efectivamente, ¡Sara tuvo un bebé nueve meses después de esa visita


misteriosa!... Ahora eran muy felices y le pusieron el nombre de Isaac a
su bebé.

Cuando Isaac ya estaba grandecito, sucedió algo impresionante. Dios


volvió a hablarle:
- “Abraham, toma ahora a tu hijo, tu único, a quien amas, a Isaac,
y ve a la tierra de Moriah y ofrécelo allí en sacrificio sobre uno
de los montes que yo te diré”.
Abraham se entristeció de dolor, no entendía aquella petición. Pero
aun así obedeció a Dios, así que tomó a su hijo y emprendieron el
viaje.

Cuando llegaron a la montaña, Abraham ató a Isaac, lo puso sobre


la leña y levantó el cuchillo para sacrificarlo!!!
Pero un Ángel le sostuvo la mano a Abraham para que no matara a
su hijo Isaac. Y Dios le dijo:
- “¡Abraham, Abraham! ¡No le hagas daño al muchacho!
- “Ahora sé que tienes fe en Mí, porque no has retenido a tu hijo,
tu único hijo, de Mí”

Pero en verdad, Dios no quería que Abraham matara a Isaac, más bien
Dios hizo que un carnero se enredara en un arbusto cercano. Abraham
volteó y vio que era ideal para el sacrificio, lo mató y lo ofreció en
sacrificio.
Dios se sintió muy feliz al ver que Abraham tenía confianza y
obediencia.

*Moisés nació en una época en que el Faraón de Egipto había dado una
orden terrible: que todo bebé varón israelita recién nacido, debía ser
arrojado al río Nilo. La madre de Moisés lo escondió por tres meses,
hasta que no pudo más y alistó una canasta. La forró de material
impermeable y allí colocó a su bebé. Lo envió por la orilla del río
vigilándolo para saber por dónde iba.
La princesa Egipcia, estaba bañándose y encontró la cesta con el bebé.
Se llenó de compasión y ternura al verlo, se lo llevó y lo crió como su
hijo.
Moisés fue educado en Palacio, pero sabía que él era israelita y no
egipcio. A veces iba a visitar a su verdadera familia. Los israelitas eran
esclavos de los egipcios, eran muy maltratados, los golpeaban mucho y
los obligaban a trabajar en las grandes construcciones del Faraón.

Moisés, por defender al esclavo, no pudo aguantar su emoción y mató al


guardia egipcio.
Moisés huyó del palacio y se fue a vivir al desierto, a la región de
Madián por 40 años criando ovejas. Vivía con su esposa Séfora y su
suegro Jetró.

Dios se le apareció a Moisés en forma de una zarza ardiente y escuchó


Su voz: - “ ¡Moisés, Moisés! He visto cómo sufre mi pueblo en Egipto.
He escuchado sus gritos de ayuda. Ve pues ahora mismo a Egipto a
sacarlos del poder de los egipcios.

Pero, Moisés todavía no tenía confianza en sí mismo para salvar a los


israelitas. -“ Yo soy tan torpe para hablar y ¿cómo podré guiar a los
israelitas?”
Dios le dijo: - “Tu hermano Aarón será tu apoyo.

Moisés regresa a Egipto y se reúne con su hermano Aarón, ambos


fueron a decirle al Faraón que libere a los israelitas de allí, pero Faraón
no lo permitió.

Otra vez Moisés y Aarón le pidieron a Faraón que


permitiera que los israelitas se fueran de Egipto y le
aseguraron que, si no lo hacía, Dios demostraría Su poder
trayendo plagas o graves problemas sobre el país.

Al final de las plagas, el Faraón permitió la salida de los israelitas de


Egipto. Eran unos 600 mil adultos, sin contar a los niños. Pero, el
corazón del Rey cambió y ordenó a su ejército que los persiga. Los
israelitas iban llegando al Mar Rojo y no podían cruzar.
Moisés extendió su brazo sobre el mar, y el Señor envió un fuerte viento
y dividió el mar en dos. Los israelitas cruzaron por tierra seca entre dos
murallas de agua.

Pero atrás venía toda la caballería y los carros del faraón, los
persiguieron hasta la mitad del mar. Moisés extendió su brazo sobre el
mar y el agua volvió a su cauce normal. Los egipcios trataron de huir y
se hundieron. ¡Ni un solo soldado del faraón quedó vivo!

Durante el viaje por el desierto, Dios le dio a Moisés los 10


MANDAMIENTOS en unas tablas de piedra e hizo una Alianza con el
pueblo en el monte Sinaí.

Así Moisés comenzó guiando a los israelitas a Canaán, la Tierra


Prometida. Durante 40 años Dios los alimentaba y los acompañaba e
hizo innumerables milagros a través de Moisés.

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