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Actitudes frente a las promesas de Dios

 
“20 porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por
medio de nosotros, para la gloria de Dios. 21Y el que nos confirma con
vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, 22el cual también nos ha
sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.” –  2
Corintios 1.20
1. Reírse de las promesas (Sara)
“9 Y le dijeron: ¿Dónde está Sara tu mujer? Y él respondió: Aquí en la
tienda. 10 Entonces dijo: De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la
vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la
puerta de la tienda, que estaba detrás de él. 11 Y Abraham y Sara eran
viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las
mujeres. 12 Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he
envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? 13 Entonces
Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: Será cierto
que he de dar a luz siendo ya vieja? 14 ¿Hay para Dios alguna cosa
difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara
tendrá un hijo. 15 Entonces Sara negó, diciendo: No me reí; porque tuvo
miedo. Y él dijo: No es así, sino que te has reído.” –  Génesis 18.9-15
2. Razonar las promesas (María)
“26 Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de
Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un varón que
se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.
28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida!
El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. 29 Mas ella, cuando le
vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería ésta. 30
Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia
delante de Dios. 31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un
hijo, y llamarás su nombre JESÚS. 32 Éste será grande, y será llamado
Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; 33 y
reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. 34
Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.
35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el
poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo
Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. 36 Y he aquí tu parienta
Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y éste es el sexto
mes para ella, la que llamaban estéril; 37 porque nada hay imposible
para Dios. 38 Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase
conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.”
–  Lucas 1.26-38
3. Hacer de las promesas una burla (Sunamita)
“14 Y él dijo: ¿Qué, pues, haremos por ella? Y Giezi respondió: He aquí
que ella no tiene hijo, y su marido es viejo. 15 Dijo entonces: Llámala. Y
él la llamó, y ella se paró a la puerta. 16 Y él le dijo: El año que viene, por
este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios,
no hagas burla de tu sierva. 17 Mas la mujer concibió, y dio a luz un hijo
el año siguiente, en el tiempo que Eliseo le había dicho.” –  2 Reyes 4.14-
17
4. Pensar que es tarde para recibir las promesas (Elizabeth)
“5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado
Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se
llamaba Elisabet. 6 Ambos eran justos delante de Dios, y andaban
irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. 7 Pero
no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad
avanzada.  ” –  Lucas 1.5-7
“18 Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y
mi mujer es de edad avanzada.” –  Lucas 1.18
“23 Y cumplidos los días de su ministerio, se fue a su casa.  24 Después
de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se recluyó en casa por cinco
meses, diciendo: 25 Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se
dignó quitar mi afrenta entre los hombres.” –  Lucas 1.23-25
5. Aferrarse de las promesas (Rebeca)
“19 Éstos son los descendientes de Isaac hijo de Abraham: Abraham
engendró a Isaac, 20 y era Isaac de cuarenta años cuando tomó por
mujer a Rebeca, hija de Betuel arameo de Padan-aram, hermana de
Labán arameo. 21 Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo
aceptó Jehová, y concibió Rebeca su mujer. 22 Y los hijos luchaban
dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a
Jehová; 23 y le respondió Jehová:
Dos naciones hay en tu seno,
Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas;
El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo,
Y el mayor servirá al menor.
24 Cuando se cumplieron sus días para dar a luz, he aquí había gemelos
en su vientre. 25 Y salió el primero rubio, y era todo velludo como una
pelliza; y llamaron su nombre Esaú. 26 Después salió su hermano,
trabada su mano al calcañar de Esaú; y fue llamado su nombre Jacob. Y
era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los dio a luz.” –  Genesis
25.19-26
¿Cómo aferrarse de las promesas y ver su cumplimiento?
“10 Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de
amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los
santos y sirviéndoles aún. 11 Pero deseamos que cada uno de vosotros
muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la
esperanza, 12 a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de
aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.
13 Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar
por otro mayor, juró por sí mismo, 14 diciendo: De cierto te bendeciré
con abundancia y te multiplicaré grandemente. 15 Y habiendo esperado
con paciencia, alcanzó la promesa. 16 Porque los hombres ciertamente
juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es
el juramento para confirmación. 17 Por lo cual, queriendo Dios mostrar
más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de
su consejo, interpuso juramento; 18 para que por dos cosas inmutables,
en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo
consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta
delante de nosotros. 19 La cual tenemos como segura y firme ancla del
alma, y que penetra hasta dentro del velo, 20 donde Jesús entró por
nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el
orden de Melquisedec.” –  Hebreos 6.10-20
1. Sabiendo que Dios es justo.
“10 Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de
amor que habéis mostrado hacia su nombre,…” –  Hebreos 6.10A
2. Sirviendo en su obra
“10… habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.” –  Hebreos 6.10B
3. Constantes en su obra
“11 Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud
hasta el fin, para plena certeza de la esperanza,” –  Hebreos 6.11
4. Fe y paciencia
“12 a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que
por la fe y la paciencia heredan las promesas.” –  Hebreos 6.12
5. Esperar el cumplimiento
“15 Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa.” –  Hebreos
6.15
6. Conocer que Dios no miente
“18 para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que
Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido
para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros.  ” –  Hebreos
6.18
7. Tener seguridad y estar firmes
“19 La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra
hasta dentro del velo,” –  Hebreos 6.19
8. Confianza en la obra de Jesús
“20 donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo
sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.” –  Hebreos 6.20

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