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EL SILENCIO DE TELIDES

I
Un silencio conmovedor
se apoderó de Telides,
al anclar sus ojos en aquellos ojos
que lograron atraparle.

II

No hubo semejante gozo


qué el que de Telides surgía,
mientras que, su corazón danzaba,
cual viento las hojas otoñales movían.

III

En su salida al bosque ella


era su momento, su pensar,
su ilusión y su potente resonar
que dentro de su ser vivía.

IV

Telides callaba,
Al ver aquellos dos luceros;
“ella es mi esperanza” decía,
ella, su todo o nada, ella su sueño,
su gran hazaña.

Su alegría no se dilataba,
Por el esplendor de su mirada,
tan verde y melodiosa,
semejante como la oliva,
que todo su aceite destilaba.

VI
¿Por qué callaba Telides?
El silencio me sometía,
su preciosidad impetuosa me vencía,
y solo dentro mío,
canto las maravillas de su belleza,
pues, así percatarse no podrá
de que por ella yo suspiro.

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