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I
Un silencio conmovedor
se apoderó de Telides,
al anclar sus ojos en aquellos ojos
que lograron atraparle.
II
III
IV
Telides callaba,
Al ver aquellos dos luceros;
“ella es mi esperanza” decía,
ella, su todo o nada, ella su sueño,
su gran hazaña.
Su alegría no se dilataba,
Por el esplendor de su mirada,
tan verde y melodiosa,
semejante como la oliva,
que todo su aceite destilaba.
VI
¿Por qué callaba Telides?
El silencio me sometía,
su preciosidad impetuosa me vencía,
y solo dentro mío,
canto las maravillas de su belleza,
pues, así percatarse no podrá
de que por ella yo suspiro.