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UN SUSURRO

En el palpitar sutil del tiempo, anida un anhelo ardiente, abrazar el sueño,


naufragar sin despertar, deslastrarme del miedo, desenredar susurros oscuros.
Quise que el universo hallara quietud en su danza, que los enigmas callaran,
desvanecieran su eco persistente.
Contemplé cómo la aurora huyó en silencio repentino, dejando un presente
helado, sumido en la penumbra.
Lloré en el silencio abrazando incertidumbres, al borde del abismo, donde el
frío acosa sin piedad.
Hasta que sentí el susurro al oído pidiéndome calma y también unas manos
tiernas apartaron los velos de incerteza, transformando dudas en una calma
serena.
Hasta que las risas puras resucitaron el espíritu cansado.
Hasta que las suaves melodías alcanzaron mis oídos, despertando ímpetus,
avivando anhelos.
Ahora sé que puedo encarar la verdad con coraje renovado, despido a las
lágrimas que se diluyen en el viento, a la tristeza, al desaliento, al vacío estéril.
Solo ahora sé que puedo desvanecer las sombras, se esclarece el camino, y
diviso la ilusión, la serenidad en el horizonte.
Ahora soy fuerte y sé que, aunque he perdido unas flores de mi hermoso
jardín, mil germinarán nutridas por mi voluntad indómita.
Tan solo anhelo paladear cada instante con deleite, y reposar con la plenitud
de existir en mis labios serenos.

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