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El bebé fue asignado a varias nodrizas, ya que ninguna quería tenerlo por mucho
tiempo. Se deshicieron de él hasta en el convento Saint-Merri de la Rue Saint-
Martin, y fue como se lo entregaron a la nodriza Jeanne Bussie. Después de
varias semanas, lo llevó de nuevo al convento donde le el padre Terrier y está
estuvieron discutiendo sobre el pequeño, pues ella ya no quería darle el pecho
porque comía mucho y además no olía a nada. Después de una larga discusión
acordaron que se quedaría en el convento.
El padre que era un hombre muy culto, tomo al niño y lo acunó, olió su pelo y no
olía a nada, pero se pensó que los bebés bien aseados y nutridos así olían.
Cuando se despertó, este parpadeaba muchísimo y aunque parecía que no veía,
levantó la nariz y husmeó al padre. El padre se sintió sucio por la forma en la que
le olió que renunció a la idea de que era de cuidarlo y lo llevó al convento de la
Madeleine de Trenelle, con madame Gaillard, después volvió a la ciudad y ya no
supo nada más de él. Madame Gaillard de pequeña recibió un golpe encima de la
nariz con el que perdió el olfato por completo, por eso no lo echó.
Los niños no querían estar con él, les intuía algo raro y distinto. Lo quisieron matar
poniéndole en la cara trapos, pajas y dos ladrillos. Lo intentaron muchas veces
pero no pudieron, entonces dejaron de hacerlo y solo lo esquivaban, pues le
tenían miedo
Al crecer no era muy alto, ni robusto y feo. A los tres años se puso de pie y su
primera palabra fue “pescado” a los cuatro años. Sólo decía nombres para
mencionar algo cuando el olor le llamaba la atención. Pronunciar palabras que no
podía oler le resultaba difícil. Tenía en su mente muchísimos aromas que no se le
olvidaban, siempre se guiaba por el olor, no se tropezaba y no le tenía miedo a
nada.
Fue un año a la escuela donde sólo aprendió a deletrear y escribir su nombre.
Gaillard se dio cuenta de sus dones y por ello decidió deshacerse de él. Lo llevó
con un curtidor llamado Grimal. Estando allí se dio cuenta de que si protestaba o
hacía algo mal lo castigarían cruelmente o lo matarían, entonces trabajó tanto
como su jefe le pedía, tiempo después cogió una enfermedad llamada ántrax
maligno, al superarla mejoró su condición de vida, la comida, pudo hacer su cama
y tenía tiempo para hacer lo que quisiera.
En la ciudad había algunos barrios dónde las casas estaban muy pegadas y era
difícil reconocer los olores, menos para Grenouille. Iba por las calles en busca de
nuevos aromas que no hubiera percibido nunca. El que más le gustaba era el del
mar, y quería ir algún día, además deseaba poder recoger todos los olores del
mundo en su memoria.
En París había 12 perfumistas uno de ellos era Baldini, que había sido uno de los
mejores, pero ahora había perdido el olfato. Su tienda estaba en la calle más
famosa de la ciudad. No estaba en su mejor momento pero tenía que crear un
nuevo perfume que le habían encargado. Su ayudante suponía que no podría
crear un perfume que superara al de moda y que lo copiaría.
Baldini no tenía ninguna inspiración, nunca la había tenido pues sus perfumes más
famosos habían sido por herencia y descubiertos por error. Cuando el perfume de
moda ya lo tenía en su poder procedió a copiarlo pero se le congestionó la nariz
al olerlo demasiado. Enojado por su fracaso pensó que sería mejor vender la casa
antes de perder su negocio. Su carrera iba en bajada y últimamente había tenido
que salir a vender a las calles.
Baldini fue a ver a Grimal para ofrecerle una gran cantidad de dinero por
Grenouille y este aceptó la oferta que desencadenó su muerte porque se
emborrachó tanto que al caminar a la orilla del río cayó y murió. Ya en la
perfumería, Baldini le enseñó a Grenouille todas las técnicas que conocía para
elaborar perfumes y finalmente este terminó aprendiendo el uso de los objetos, a
hacer las fórmulas, el perfume y viceversa.
Baldini se sintió mal por haberlo explotado, pero pensó que Dios lo había
mandado. Esa noche, tuvo una nueva idea de un perfume, pero tuvo mala suerte
pues se durmió para no despertar jamás, ya que durante la noche su casa se
derrumbó y murió sin dejar ningún testamento.
Pasaron los días y el placer que le produjo este mundo se rompió cuando
descubrió que estando en un ambiente libre de olores, no podía reconocer su
propio olor; después del pánico que esto le generó, siguió su camino. En la ciudad
a la que llegó excuso su aspecto diciendo que había estado siete años prisionero
en una cueva, secuestrado por unos bandidos. El marqués de Espinasse lo tomó
bajo su protección y lo dejó tomar proceso de desintoxicación, lavado y afeitado.
Luego de crear un perfume que le permitiera tener olor propio, Grenouille continuó
su camino hasta llegar a Grasse.
Es así como entre la gran variedad de olores, encuentra uno que lo estremece: el
aroma de Laura Richis, una niña que le recuerda a la joven pelirroja. Haciendo
acopio de paciencia, Grenouille llega a la conclusión de que la joven es como una
flor, a la que hay que esperar a que llegue a la madurez, dónde dará su mejor
aroma.
Es ahí cuando salió su instinto asesino y empezó a cazar a las jóvenes del pueblo,
a quien les cortaba el cabello y la ropa, para robarse su olor, después de matarlas.
Sus víctimas se parecían estéticamente a aquella vendedora de ciruelos
Comenzó a realizar experimentos con ellas, para capturar sus esencia y retener
aquel olor característico de cada una, que era lo que él no poseía, la esencia del
ser .Estos estaban orientados a encontrar aquel aroma sublime de noche en los
callejones de París.
La policía no sabía qué hacer ni cómo calmar a la población por las 24 jóvenes
asesinadas, por lo que en medio de la confusión arrestaron a Grenoble. El
Marqués a raíz de los asesinatos que azotaban a la región, trató de proteger a su
hija llevándola fuera de la ciudad. Con la desgracia de que para Grenouille la
distancia no era un problema, logró realizar su cometido, matándola, dejándola
calva y desnuda como a las anteriores víctimas.
Sin embargo, ese es el fin de su carrera, pues el posadero logró describirlo, y la
policía al encontrarlo en su casa, con los vestidos y cabellos de las jóvenes
asesinadas, lo condenó a muerte.
Se dio cuenta de que el efecto del perfume solo servía para el resto de las
personas, pero no para él y que su plan, su creación, no había servido para nada.
Él era invisible a los ojos de los demás, era su propia sombra, él era el agujero
que representaba la completud, la lujuria y la felicidad suprema.