Está en la página 1de 3

David, siervo imperfecto de Jesucristo,

a mis hermanos en la fé.

Porque últimamente he sentido la necesidad de escribir acerca de un nuevo


sentir. Estando persuadido de que todo don o buena cualidad proviene de
Dios, os exhorto diciendo que no se consideren mejor que el otro con
respecto a una falta, ya que si en pie permanecéis por Dios permanecéis en
pie. Así que teniendo en cuenta esto, no señalen más a quien cae en lo que
ustedes permanecen en pie, ni aún le condeneis. Recordad a Cristo,
resucitado de entre los muertos, quien no vino al mundo a condenar sino a ser
de edificación y a guiar con amor. El cual asimismo puso su vida con amor por
nosotros para derribar al pecado que nos condenaba a la muerte. Así como
Cristo nos amó, amad a su semejante empezando por su propia casa porque
quién no ama su propia carne ¿Cómo podrá amar al resto? Porque como está
escrito

«El que ama a su mujer, a sí mismo se ama porque nadie jamás aborreció a su
propia carne»

Y que significa «aborreció a su propia carne» sino que habiendo sido


constituidos esposos y estando unidos por el poder del Evangelio ya no son
más dos sino una sola carne. Con lo cual hermanos empiecen amándose a sí
mismos y a sus cónyuges ya que Juan escribió:

«Si alguno dice yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el


que no ama a su hermano quién ha visto. ¿Cómo puede amar a Dios a quien
no ha visto?»

Entonces cuánto mayor infractor será aquel que no solo no ame al prójimo
sino que tampoco se ame a sí mismo. Y cuan mayor mentiroso será si encima
dice «Yo amo a Dios». Porque el amor a Dios en una sola frase se resume.

«Si me amáis, guardad mis mandamientos»

Con lo que en el Señor os exhorto diciendo. Esposos ámense mutuamente y


sométanse en temor y obediencia al Señor, considerándose el uno al otro
como más importante y exhortándoos mutuamente en amor y mansedumbre
teniendo siempre presente que

«Todo Reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa


dividida contra sí misma, no permanecerá»

Porque si dejáis puerta abierta a Satanás, cercana está la aparición de causas


de contienda y división con su posterior fin. Más ay si prevaleciere la angustia
y no viniere el fin. Porque entonces ese inmundo estado tiene como fin la
condenación. Una vez más os exhorto en el Señor diciendo. Esposos, amen a
sus esposas. Esposas, amen a sus esposos. Porque nos fue dado
mandamiento diciendo

«Amarás a tu prójimo como a tí mismo»

Más ¿Cómo amarán a su prójimo si no pueden amar a su propia carne?. ¿Y


cómo amarán a Dios si no pueden amar a su prójimo?. ¿Cómo hallarán la
santidad en Cristo si no pueden cumplir con sus mandamientos?. ¿Si no
pueden hallar la santidad en Cristo como pretenden ver a Dios?. Por lo tanto,
vivan en paz y amor así como Cristo vivió, perdónense como Dios mediante
Cristo nos perdonó nuestros pecados. Hagan como Cristo nos enseñó en la
parábola, no recuerden ni reclamen ninguna falta a vuestro prójimo, más bien
tomen toda ofensa y tirenla a las profundidades del mar. Sean sobrios y estén
atentos, porque el enemigo es astuto para traer a memoria las ofensas a
modo de tentación. Si esto aconteciera, recuerden la parábola y sométanse a
Dios perseverando en este modo de actuar para que llegado el momento
recibamos buena paga.

Por lo demás hermanos, recuerden las palabras de Cristo cuando dijo

«De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis


en el reino de los cielos»

Sean pues como niños, como barro en manos de alfarero. Pues estas dos
cosas estimándose menospreciables son moldeadas por un tercero para dar
lugar a algo cuyo valor es muy superior a su forma anterior. Tengan ustedes
este mismo sentir, consideren su actual forma como sin valor alguno, ríndanse
al Señor para que mediante su Espíritu sean transformados en algo valioso.
Escudriñen las escrituras y ponganlas en práctica para que alimenten su fé.
Anhelen el don del Espíritu Santo, por el cual recibiremos la adopción. No se
turbe vuestro corazón si en algún momento, con alguna tentación, tropiezan.
Recordad que Juan escribió

«Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere
pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo»

y nuevamente Juan dice

«Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros


pecados, y limpiarnos de toda maldad»

Recordad el ejemplo de David, el cuál habiendo pecado no dudó en


considerarse a sí mismo como menospreciable. Exponiendo sus defectos a
través de la Palabra no dudó en ser como barro para poder ser remodelado a
través del supremo poder reformador de Dios.
Por último hermanos, recuerden perseverar, esfuércense y no desmayen.
Pues como está escrito

«El camino de la vida es hacia arriba»

No teman, pues nunca hubo camino cuesta arriba que no sea dificultoso.

Paz y gracia de mi Señor Jesucristo a ustedes. Amén.

David

También podría gustarte