Está en la página 1de 4

EL CUARTO OSCURO (Tenesse Williams)

(Sentadas en una mesa. La Señora pela una papa en una olla. La Asistente con su
carpeta abierta, papeles y birome en mano)

Asistente: Muy bien, señora Posiotti. Vamos a ver ahora: su marido. ¿Cuánto tiempo
lleva sin empleo?
Señora: Dios sabe cuánto.
Asistente: Me temo que me va tener que dar una respuesta un poco más concreta.
Señora: Habrá sido para 1990 cuando lo despidieron.
Asistente: (Anotando) Estuvo desempleado durante ocho o nueve años.
Señora: ¡¿Ocho o nueve años hizo, hombre?!
Asistente: ¿Le pasaba algo? ¿Estaba incapacitado su marido, señora Posiotti?
Señora: No andaba bien de la cabeza. Se olvidaba de todo...
Asistente: Ya veo, (anotando) sufría un trastorno mental. ¿Ha sido atendido en algún
hospital? (no responde) Señora Posiotti, ¿ha sido atendido en algún hospital o en algún
otro centro, su marido?
Señora: Viene a casa, vuelve a marcharse. Viene a casa...
Asistente: ¿Viene del hospital?
Señora: Sí.
Asistente: ¿Dónde está ahora, señora Posiotti?
Señora: En el Hospital.
Asistente: Comprendo... (Anota) Vamos a ver: sus hijos.
Señora: ¿Hijos? El Carlos, el Lito... Esos chicos no valen para nada, eh, se largaron. El
Carlos al Chaco, el Lito... no sé. No sé nada de ellos. No si es casado, no sé si trabaja,
no, no sé nada...
Asistente: Ya veo. (Anota) No tiene noticias suyas. ¿Y los otros? ¿Qué hacen los otros?
Señora: El Lucio, el Néstor van todavía a la escuela.
Asistente: ¿A la escuela “secundaria”?
Señora: Van todavía a la escuela.
Asistente: ¿Y tiene una hija?
Señora: Una chica.
Asistente: ¿Tampoco tiene un empleo?
Señora: No, no trabaja.
Asistente: (Anota) Necesito su nombre y edad, por favor.
Señora: Se llama Tina. ¿Cuántos años? Viene después de los chicos. En cuanto los
chicos dejan lugar, viene la chica.
Asistente: Podemos decir que tiene... ¿quince años?
Señora: Quince.
Asistente: (Anota) Muy bien. Me gustaría hablar con su hija, señora Pesutti.
Señora: (Deja de pelar) ¿Hablar con ella?
Asistente: Sí. ¿Dónde está?
Señora: Ahí adentro.
Asistente: ¿Puedo verla ahora? (No responde) Señora Pesutti, ¿puedo ver a su hija
ahora? (Se levanta y va hacia el cuarto)
Señora: ¡No entre! No, no entre. ¡Ella no quiere!
Asistente: ¿Cómo que no quiere?
Señora: No.
Asistente: Pero, ¿por qué no quiere? ¿Está enferma su hija?
Señora: No, no, no sé, quiere estar ahí. No quiere que nadie le encienda la luz. Está
siempre a oscuras.
Asistente: ¿Qué quiere decir, señora que está siempre a oscuras...?
Señora: A oscuras.
Asistente: Señora Posiotti por favor ¿podría responder a mis preguntas con un poco más
de claridad?
Señora: ¿Qué?
Asistente: ¿Le pasa algo a esa muchacha...?
Señora: Ah, no lo sé.
Asistente: Pero usted me dice que se encierra en la habitación a oscuras, que quiere estar
sola...
Señora: Sí...
Asistente: Es evidente que no es ese un estado perfectamente normal en una jovencita.
¿No se da cuenta usted de eso?
Señora: No.
Asistente: ¿Cuánto tiempo lleva así?
Señora: No sabe cuanto.
Asistente: Señora Posiotti, necesito que me diga, ¿cuánto hace que su hija está
encerrada en esa habitación?
Señora: ¿Cuánto tiempo?
Asistente: Sí, tiempo, ¿cuánto? (No contesta) Señora Posiotti, por favor, ¿cuánto hace
que su hija está encerrada en esa habitación, a oscuras?
Señora: ¿Cuánto tiempo?
Asistente: Sí, tiempo, señora Posiotti. ¿Cuánto “tiempo” hace que está su hija ahí,
encerrada ¡¿Pero comprende usted lo que es el tiempo?! “Tiempo”: días, semanas,
meses. ¿Comprende lo que es el tiempo? Existe un tiempo por el que nos guiamos,
¿sabía? Un tiempo medido por el reloj, por el calendario... Señora Posiotti, ¡Dígame
ahora cuánto hace que está su hija encerrada en esa habitación!!
Señora: ¡Seis meses! ¡Seis meses!
Asistente: Seis meses. ¿Estuvo encerrada durante seis meses? ¿Tanto tiempo? ¿Está
usted segura?
Señora: Seis meses.
Asistente: ¿Y nunca sale?

Señora: Cuando tiene que ir al baño sale. Pero fuera de eso, no. Está ahí tirada.
Asistente: ¿Y qué hace ahí adentro?
Señora: No sé. A veces hace ruidos...
Asistente: ¿Ruidos?
Señora: Llorando, gritando, le da a las paredes. Los vecinos vienen y se quejan. Fuera
de eso, no; está ahí tirada
Asistente: ¿Y come normalmente las comidas?
Señora: Come lo que le traen.
Asistente: ¿Le? ¿A quién se refiere?
Señora: El Maxi, el marido de la Eugenia.
Asistente: ¿Maxi?
Señora: El chico con el que ella tiene relaciones.
Asistente: ¿Y usted lo deja entrar en la habitación con la muchacha?
Señora: Sí.
Asistente: ¿Ella sabe que él está casado? Por supuesto que lo sabe, ¿no?
Señora: Yo no sé lo que ella sabe. No le puedo decir a usted lo que yo no sé.
Asistente: Él entra en la habitación de la muchacha... ¿y de qué hablan?
Señora: De nada.
Asistente: ¿Cómo que hablan de nada?
Señora: Nada...
Asistente: Quiere usted decir que no hablan. ¿Y qué hacen ahí adentro?
Señora: Y no lo sé... Está oscuro... Él entra ahí y sale...
Asistente: Vamos a ver, Señora Posiotti, a ver si entendí bien... Ese hombre casado... Su
hija, en ese estado... Y sin embargo usted permite que él entre, los deja solos en la
habitación a oscuras, y no sabe lo que hacen, ¿está bien? Supongo, señora Posiotti que
usted sabe que se le puede exigir responsabilidad por esto.
Señora: ¿Qué?
Asistente: ¿Cuánto hace que existe esa relación entre ese hombre y su hija?
Señora: El Maxi... Dios sabe cuánto
Asistente: Señora Posiotti, desde que llegué que tengo la impresión que usted está
evitando mis preguntas. Eso no mejora las cosas. Su colaboración la simplificaría
muchísimo. ¿Cuánto hace que existe esa relación entre ese hombre y su hija?
Señora: ¿Sabe que usted dice cosas muy raras? No, no la entiendo. Y le juro que
intento, eh, pero no lo consigo.
Asistente: No creo que lo intente muy en serio. Si prestara menos atención a ese pelar, y
escuchara más mis preguntas, si respondiera con mayor responsabilidad, las cosas
andarían mucho mejor. ¡¿Cuánto hace que existe la relación entre ese hombre y su
hija? ¡Dígame ahora!
Señora: ¡Preguntas! ¡Preguntas! ¡Usted me embarulla! ¡Preguntas y preguntas! Bah, ¡ya
ni sé ni lo que digo!

Asistente: (Comienza a guardar sus cosas) Vamos a tener que sacar de acá
urgentemente a su
hija.
Señora: No se va a querer marchar.
Asistente: Me temo que no podemos tener en cuenta su visión y la de usted tampoco.
Usted demostró ser totalmente incapaz en el cuidado de su hija. Es más, debe haber
favorecido en su mala conducta.
Señora: No se va a querer marchar. Usted no la conoce a la Tina. Patadas, trompadas...
No sabe las palabrotas que dice.
Asistente: Si no quiere ir voluntariamente, vamos a tener que trasladar a la fuerza.
Señora: Espero que se quiera ir. Porque no es bueno que los chicos la vean ahí, toda
desnuda.

(La Asistente que se estaba marchando, se detiene)

Asistente: ¿Desnuda?
Señora: Desnuda, no se quiere poner nada, y los chicos abren la puerta... Y no sabe las
cosas que dicen...
Asistente: (Yéndose) Vamos a tener que hacer el traslado urgentemente...
Señora: Sí, procure que sea pronto. Por la apariencia que lleva.
Asistente: (Vuelve) ¿Qué apariencia tiene su hija?

(La señora le indica el gesto de “panza de embarazada.” La Asistente responde


resignada “llevándose la mano a la frente”)

(Apagón)

También podría gustarte