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Kitsch

No-Kitsch
y la autovalidación
de lo inexacto

Manuel Reyes Tissera*

Lo inexacto define a lo No-Kitsch pero también escapa a lo Kitsch, es un resquicio


donde tienen cabida expresiones no preanunciadas, de incierta catalogación tipo-
lógica. Es una manera de acotar en tiempos de conductismos consensuados por
las esferas dominantes y los medios de comunicación. Si inquieta el No-lugar pro-
puesto como definición antropológica, el No-Kitsch también remitirá a un tipo de
inestabilidad que, como inexactitud, es probable y consciente de los componentes
de la contrariedad humana.
El trabajo apunta desde la necesidad personal de comprender el lugar de ciertas
manifestaciones visuales encontradas en la Ciudad de México y que con Melquia-
des Herrera lograron un pertinente punto de inicio. El Kitsch inexacto no alcanza,
hay una discrepancia en la contemporaneidad del arte y de los estudios visuales
que lo presentan, hoy del mismo modo que hace casi un siglo. Así, el término se
presenta con vigencia dudosa, inexacta, tergiversado por sus propios intereses. La
propuesta muestra manifestaciones visuales no institucionalizadas y plantea una
discusión crítica con el término, propone reentenderlo en el contexto de un fenó-
meno local, como parte de un núcleo social y artístico: cierta producción que (no)
está sometida a los discursos tradicionales (a veces dominantes). 1

* Maestro en Artes Visuales por la Academia de San Carlos, ha expuesto en galerías de Argentina, Uruguay, México y Estados Unidos su trabajo, carac-
terizado por la experimentación gráfico-pictórica.
E
El objeto No-Kitsch es parte de lo contradictorio e
inexacto, se pierde, se niega en el momento en que
se transfigura, la existencia del mismo se sublima al
concepto. La inestabilidad del fenómeno Kitsch está
ligada directamente al objeto y da lugar a una otre-
dad propia de los intersticios para entender, aceptar
y acercarnos a sus formas y a sus prácticas. Contrario
a lo esperado, si desde una otredad se afirma, negar
entonces hace bien, cabe como posibilidad reesta-
blecedora, “purifica” al objeto porque lo arrincona,
lo coloca en un lugar menos impreciso y le da su
nombre, el cual acompaña el carácter contradicto-
rio del hombre y su gusto estético. El pensamiento
diversificado confluye en una serie de objetos que
van más allá de su representación y complementa-
también ser el problema; una negación asumida
desde los objetos y sus prácticas implica un distan-
ciamiento afectivo de los mismos, incluso con sus
taxonomías circundantes, con las asimetrías sociales
y políticas enlazadas a nuestra experiencia interna
y externa. Así, lo sensorial nos propone una inter-
pretación que dicha experiencia completa neuronal-
mente, y el planteamiento propuesto exige desde la
apelación a otros signos, a otros parámetros más allá
de los propios, que llevan a la extrapolación de dicha
autovalidación, escapando al conductismo visual y
afectivo de ese momento.
El escape de la forma no será para el sujeto una
extraña manifestación, será un proceso natural que
involucra sus prácticas cotidianas en direcciones
203

riedad conceptual. El carácter de la contradicción y propias y allí es donde la negación se asume, se


los niveles que esta alcance pueden ser una caracte- incorpora, se disuelve en la articulación con el ob-
rística común en los objetos de la contemporanei- jeto. El que practica dicho escape, probablemente
dad. Aceptar por lo tanto la contradicción puede no será consciente de la presencia de estructuras
reconstruidas visual y socialmente, que pueden ser del lugar que puede ocupar lo genuino, entre tanta
llamadas No-Kitsch. reproducción, tanto deseo.
La artificialidad como deseo asumido en un
momento de la cultura mexicana conlleva una re- 1 Modos de transfigurar
lación profunda con los objetos que la sustentan, Beto se disfraza para bailar en el Peñón de los Baños.
convive con lo popular y mantiene vivas sus tra- Recorta y cose en el zaguán donde su abuelo alimen-
diciones, promueve, asume lo que considera apa- ta aves de colores. El diseño, con la tela abrillantada
riencias banales, provistas de colores fuera de los y los añadidos de luminosidades, es una afirmación
“estándares” de calidad en cuanto a materialidad. de creencias y tradiciones. Pienso en una foto para
Pese a ello, la magia proveniente de los imagina- tomar mañana temprano una posibilidad de registro
rios y sus creencias emerge, acepta, resignifica, y de la tensión entre lo social y cultural circundante.
el arte la imita, dialoga con las experiencias de la Considero que la imagen puede funcionar
204 “vida irreal” porque se considera un paso hacia otro como análisis documental, sensible, detenido, de
estado de vida, negar para discutir la aceptación, lo estético y de la transfiguración de los objetos, al
decir que “no”, para ver si el interés exige el modo aportar elementos agudos para la comprensión de
de obtener el “sí”. Hablamos de una sociedad que un momento. Lo actualiza y lo potencia desde sus
rescata sus tradiciones, que sostiene sus valores aun formas de uso, aunque en determinada circunstan-
en conflicto con los parámetros de lo que la moda cia atenta contra la “idea de funcionalidad”, y es
local del momento considera estético o válido. Las entonces cuando su reflexión estética pertenece a
referencias hacia el tema, desde Tomás Kulka, ha- un modo de ver el mundo en el que no solo tienen
blan del Kitsch a modo de comodidad envuelta en cabida los valores prediseñados de la forma y los
un seudoengaño de lo bello que, así como el Pop, que emergen como producto del consenso social;
generó un atractivo social inmediato. Kulka propo- a cambio existen los modos de ver discursos bre-
ne entender lo brillante y colorido como transpa- ves, pequeños y periféricos, que (aun bajo el riesgo
rente y contrapone lo descontinuado de lo Kitsch de aparentar apariencias sobreexpuestas, repetidas,
como un atractivo dotado de cierta singularidad Kitsch) ofrecen la posibilidad de mirar, coexistir
asimilable, superficial y amigable. Walter Benjamin con lo aceptado y habitar un lugar, dar paso a otra
preavisa de una muerte anunciada en manos de la poética posible.
industrialización y observa la actitud conductista
del ser humano, que activa sus células espejo desde 2 Parámetros
la niñez para imitar no solo las actitudes sociales, Decir que los parámetros estéticos se pueden am-
sino el consumo estético, los modos de reflexión pliar parece una expresión caduca (después de más
e incluso los modos de soñar y deja la inquietud de un siglo de Duchamp), pero lo cierto es que el
arte y los modos de entenderlo, parecen haber vuel- 3 ¿El Kitsch es morir?
to a cerrar criterios sobre los modos de nombrar la La muerte es un tema recurrente en la cultura mexi-
“libertad creadora”. La repetición de cánones, la es- cana, está en ella. El Día de Muertos se construyen
trechez de parámetros, corre así el riesgo de caer en ofrendas suntuosas, llenas de alimentos y objetos
cíclicas expresiones propias del Kitsch. que, una vez colocados en el espacio dispuesto para
Hablaré de una ficción basada en lo radical de lo ellos, se transfiguran y trascienden a sí mismos, lo-
real, de fotografías que retratan un localismo y un gran ser otra cosa y metonímicamente todo es posi-
fenómeno devenido desde una negación aparente. ble entonces.

La muerte
205

Connotaciones
El No-Kitsch,
ontológicas y
negación del
antropológicas,
Kitsch como tal
tradiciones
en los objetos
(Méx.)

Renacer de otra
visión, apariencia,
entendimiento La dialéctica del gusto se diversifica
mas allá de las dicotomías y se
convierte en una heterotopía donde
permea la aceptación
Arte Objeto funcional
y práctico

Objeto
estético

Dimensión
estética;
Sujeto
color, forma y
biografía de vida
texturas + allá
de lo práctico

206

Con el Kitsch muere “el gusto” o lo que sus- María Dulce de Mattos Álvarez propone, a su
tantivamente se entiende por él; se da paso a otro vez, entender la etapa posterior a la muerte como un
nacimiento, el de lo aceptado. Si el rechazo es, de renacer vinculado a lo eterno, es decir que del mis-
algún modo, negación y muerte, la aceptación le da mo modo en que nace y muere el día, también lo ha-
nueva vida, lo hace significativo. Krings afirma que cen las imágenes proporcionadas por los astros, pero
“la muerte es un fenómeno que afecta en forma sin- todo acaba para volver a iniciar, como la vida de una
gular a la corporalidad y espiritualidad del hombre; planta, que cíclicamente nace y culmina siendo se-
se revela como un punto crucial donde se anudan milla. La dicotomía conduce al objeto No-Kitsch, en
preguntas ontológicas, antropológicas, éticas e his- tanto es posible tomar a la muerte como “lo bello”,
tórico-filosóficas”.1 aunque su estética no responda a los signos de la
vida, sino de la artificialidad.
Cabe en la muerte la posibilidad de otra estética,
1 Hermann Krings, Hans Michael Baumgartner y Christo-
marginal, tradicional, alternativa, propia de la con-
pher Wild, Conceptos fundamentales de filosofía, Buenos Ai- tracultura (punks, emmos, reguetoneros, bailarines
res, Herder, t. 2, 1974, p. 599. de carnavales obtusos).
Necesidades de
vida identitarias y
prediseñadas

Gozo humano Lo irrepetible


y espiritual, del concepto, lo
protesta contra la identitario del
industrialización concepto

207
4 La negatividad
La negatividad de la que se inviste el arte Kitsch per- aspectos simbólicos o incluso mágicos atribuidos a
mea en otras manifestaciones que radican en mayor los objetos. El objeto del arte visto desde un punto
medida en lo social o en las tradiciones aplicadas de vista ontológico es una verdad, pero genera dudas
con sus consecuentes modificaciones impregnadas sobre la legitimidad y la pertinencia de sus símbo-
de los signos que promueven los medios de comu- los, que pertenecen en todo caso a construcciones
nicación. Hablar de una negatividad que a su vez estructuradas con un sentido específico consumido
delimita los alcances de otra (arte Kitsch, negación como veracidad pura por el grado de internalización
de lo bello, aplicado en determinados objetos mexi- social de las mismas. Las relaciones entre las imáge-
canos), involucra un sentido de aceptación de lo que nes y las personas se generan de manera inconsciente
pudiese entenderse como negativo. y de modo automático, (intermedialidad) sin pre-
Por otra parte la negatividad en sí es rechazada meditación. Son mágenes que pertenecen a la esfera
por la cultura mexicana. No es válido decir que no de lo llamado artístico, lo social, y a las formas que
a una invitación de un modo directo, es mejor emi- se expresan como parte de una estructura compleja
tir un paliativo, una explicación falsa, aunque no se pero asimilada desde lo tradicional y que conviven
vaya a cumplir la promesa; estoy hablando de una con lo fusionado con las manifestaciones culturales
evasión que encuentra su eco en lo visual, que cubre fruto del consumo actual. Ello no nos permite dis-
carencias e incentiva el crecimiento de imaginarios criminar qué cosas o prácticas culturales nos perte-
individuales y colectivos. La mentira del arte nos necen y cuáles son en todo caso adquiridas desde
ayuda a creer en las mentiras de la vida, es decir, en el exterior.
Si después de revisar, experimentar y leer sobre el son rechazados por su cultura plural y diversa, su
Kitsch para llegar al fenómeno No-Kitsch me en- identidad reconstruida.
cuentro con la posibilidad de entenderlo y explicar- En El poder de las imágenes, David Fredberg afir-
lo desde el estudio de las manifestaciones visuales, ma lo siguiente;
más que desde el análisis del arte contemporáneo,
también observo que subjetivizar una serie de prác- Lo que yo deseaba era entender las respuestas
ticas que, de una manera se presentaban objetivas, que me parecían recurrentes, o al menos ex-
simples, plantea reconocer el campo y los límites del plorar las posibilidades de analizarlas. Me lla-
208 objeto interactuando con el sujeto en dos posicio- man poderosamente la atención las respuestas
nes. Por un lado, dejar de hablar del arte elevado, e psicológicas y de conducta, más que las críti-
incluso del arte en sí mismo como centro del univer- cas, que se habían observado manifiestamente
so “hecho” para comprender una posición estética, a lo largo de la historia y a través de las cultu-
que resulta por momentos una sucesión de actitudes ras, ya fueran civilizadas o primitivas. Nadie
cómodas de posicionamiento; por otro lado, buscar se había ocupado de ellas en sus trabajos por
ejemplos de estas formas de sublimación de lo ordi- ser poco refinadas, básicas, preintelectuales,
nario y lo relegado como pruebas de cómo ciertos toscas. Eran un tema demasiado embarazoso
modos de apropiación o de transfiguración de las o burdo sobre el qué escribir, pero continué
imágenes vinculan cultura y construcción personal encontrándolas por azar, en una gran cantidad
de las mismas ideas humildes que parten de objetos de fuentes etnográficas e Históricas, y pare-
provenientes de un (aparentemente sencillo) modo cían estar constante y consistentemente repre-
de composición. sentadas en lugares comunes y en metáforas.2
El objeto de “lo popular” como obra de arte
es lo que se propone ser ante la barbarie de lo de- De ese modo, desde la observación y la crítica,
plorable, de las tragedias sociales de una ciudad en desde la revisión de lo común y los juegos retó-
donde resiste y nos interpela con sus absurdos, sus ricos de la imagen y la palabra llego del Kitsch al
juegos de transfiguración como una posibilidad de No-Kitsch.
resistencia a los discursos de negación impuestos y
de “no asumir” la negatividad que recluye adversa y 2 David Fredberg, El poder de las imágenes, Madrid, Cátedra,
deliberadamente a un estrato limitado, objetos que 1992, p. 12.
209

Manuel Reyes, Disfrazarse es escapar, México, D.F.


Peñón de los Baños 2014.
210
5 Un arte que no es respetable
El Kitsch es visto como un arte que no es respetable
(Tomás Kulka), ya que a pesar de su “atractivo es-
tético” es también objeto de desprecio, sometido a
juicios estéticos inmediatos, que corren riesgos de
caer en los lugares comunes de lo autobiográfico y
subjetivo. Señala que su éxito depende del grado de
universalidad e identificación que conlleva. Como
una figuración —vehículo de fácil acceso— podría
verse el Kitsch, un seudoengaño de lo bello, la vo-
luntaria entrega a una sensación esperada, una in-
vitación a la simpatía: debemos sentirnos seguros y
cómodos viendo la imagen. 211
Definir el carácter de lo No-Kitsch se involucra
con el sentir de un imaginario que idealiza aunque
no ignora, que sostiene sus propias utopías desde los
objetos que sublima, pero que devuelve a la realidad,
desarma toda la magia, la deconstruye y hace pare-
cer imposible su reparación. Y no hablo de lo bello
o de lo no-bello, sino de la inexactitud de ambos
polos, de lo no-concluyente, de la imposibilidad de
querer acotar las imágenes y los signos de lo bello
o su contraparte, de la delgada línea del objeto que
pudiera ser llamado Kitsch, que se deshace casi ins-
tantáneamente.
María Rosa Palazón afirma que esteta no es un
artista ni un crítico encargado de enjuiciar valora-
tivamente como bellos o no los estímulos preten-
didamente artísticos, la axiología que generan y sus
cambios históricos o lo que van significando en los
sucesivos cronotopos. Sí, al esteta le interesa expre-
Manuel Reyes, Azules, México, sar y crear realidades, prácticas desde los imaginarios
D.F., Peñón de los Baños, 2014 y los obstáculos de la lógica. Puede entonces que el
campo de lo No-Kitsch esté situado alrededor de di- 7N
 o-Kitsch, una manifestación
chas esferas interpretativas, intuitivas y taxonómicas, mínima
es decir las que se deslizan por los bordes de la inter- Nada grandioso o notable, lo No-Kitsch radica en
pretación, no por el centro. la pequeñez de lo evidente. No necesariamente ade-
cuado para el contexto, logra serlo desde la sencillez
6 Adorno, lo incierto y México de una experiencia o un objeto. México envuelve sus
Si Adorno propone que la poesía muere después de objetos desde la invisibilidad de significados que en
Auschwitz, y que es imposible seguir haciendo arte la mente de su gente se activan (se incorporan) más
con toda esa pesada carga emocional, surgen nuevas allá de cualquier apariencia Kitsch.
preguntas por el arte y la aceptación o el rechazo de Baumgarten conectó lo natural con lo artístico
sus discursos desde un sentido estético, en las asime- en una serie de consideraciones sobre el gusto que
trías del capital, la inestabilidad frente a la violencia van de lo agradable a lo desagradable, de lo placen-
212 y los objetos propios de los espacios relegados, por tero a lo que duele.3 Hace una mención puntual y
su condición de infravaloración. Detrás de la asime- definida de los aspectos que dibujan el sentir de lo
tría cultural está el despojo de las posibilidades de trágico y lo cómico, de modo diferente a la posibi-
diversificación (envueltas en una tipologización es- lidad de ser claros o determinantes en distinguir lo
tética), asfixiada de vacío repetitivo y llena de opcio- estéticamente aceptado o rechazado. Sabemos con
nes culturales y sociales. Desde los contextos actua- claridad qué nos hace reír o qué nos aterra o con-
les de México surgen dudas sobre cómo poder ver mueve. Pero las dudas sobre lo bello, en cambio, son
algo como bello si no se tienen cubiertas necesida- cada vez mayores; los paradigmas para dar el sentido
des básicas de supervivencia; la reflexión estética en de una estética que conlleve a la “aprobación” serán
cualquier nivel requiere de tiempo, de cierto grado solo parciales.
de flexibilidad mental propiciada desde los estímu- La talavera es bella en su irregularidad, en su de-
los, las experiencias contextuales y también desde fecto, en sus accidentes, a veces construimos bellos
un pensamiento libre de opresión laboral social o espacios mentales con objetos ideales y compañeros
política. amables, pero dejamos de lado la necesaria existen-
Quienes pasamos por la aulas de la Academia cia de lo accidentado, lo fallido, lo imperfecto. Fa-
San Carlos accedimos al privilegio de esa libertad bricamos la utópica felicidad de la forma que no
para pensar y sentir. Me conmueve la indisolubi- requiere corrección, pulida, brillante, casi sin tex-
lidad de lo emotivo de los espacios y me inhibo turas donde detenernos. Procuramos entonces no
ante los análisis estéticos inadecuados o anticuados
para cualquier objeto; al final el estímulo restituye 3 Alexander Baumgarten Gottlieb, Reflexiones filosóficas acerca
el resto. de la poesía, Buenos Aires, Aguilar, 1955, p. 63.
dañar esa apariencia, no perder esa felicidad captu- ángulo inferior derecho se alcanzan a percibir casi
rada en objetos o acciones y vivimos con un miedo borradas algunas marcas de tránsito que indicaron
constante a cualquier accidente que pudiera afectar- en otro momento un cruce peatonal por dicha es-
la. Podríamos llamar a esto la “No-asimilación” de quina. Es una fotografía estática, los retratados no
lo Kitsch, es decir de lo imperfecto, mas es posible se están moviendo y posan como integrantes de un
que la opción a la felicidad sea la asimilación de la equipo de futbol frente a la cámara, pero dócilmen-
irregularidad, el defecto, la mala imitación como te permitieron que en la composición se colocara
un acto consciente para desaprender más allá de las un inflable y un cartel, compuesto por varias par-
formas preestablecidas de lo bello y en el turno de tes. Redundancia Kitsch: aparecen dos botargas que
la moda. Por ello propongo creer en los artificios emulan y distorsionan a la vez los diseños originales,
pertinentes, en los engaños piadosos de la forma y y una más que reproduce a otro personaje y lo com-
en el concepto, que ofrece otros caminos cuando no bina con una gorra sobre lentes oscuros. Las manos
se dejan puertas o posibles conexiones al espectador de las mujeres portan globos de helio con el rostro 213
consciente, que no solo desea contemplar una ver- de uno de los personajes de la botarga. El inflable
dad dictada. El secreto del No-Kitsch radica precisa- azul con forma de Morsa combina armoniosamente
mente en el modo de sentir, de asumir el riesgo de la con la gama cromática de los personajes y en los so-
otredad de la forma, de una propuesta estética que portes rígidos tridimensionales ubicados al frente de
proviene de una fuente natural y construida. la composición se registra la frase “hoy no soy yo”.

8 Hoy no soy yo Análisis iconográfico


Análisis preiconográfico Actitud: “estar disfrazado”
Un grupo de bailarines del Peñón de los Baños (sie- a) El objeto-sombrero de las seis integrantes centra-
te mujeres, un hombre de complexión robusta y un les y del niño que posa al frente de la fotografía
niño) es fotografiado en un momento de tránsito funcionan como un refugio semiótico de obje-
mientras camina por la calle y antes de llegar al tos y formas que deben verse como un diálogo
punto de encuentro para bailar junto a otros cien- interno y contextual, en donde para abordar la
tos de bailarines. Todos ellos remiten a una película descatalogación estética de algunos objetos es
de Pixar-Disney (Monsters Inc., 2001); reconstruyen pertinente observarlos alejados del fin que en un
mediante pelucas, sombreros con ojos y minifaldas origen tuvieron; de este modo la reificación ad-
una posible femineidad de los personajes. En el mo- quiere otro sentido, el que el sujeto le otorga.
mento en el que los bailarines disfrazados son re- b) La necesidad de negar para afirmar. La vestimen-
gistrados, aparece en el fondo parte de un camión ta no es la misma imagen que se imita, en algunos
blanco de carga que presenta algunos grafitis. En el casos es similar, pero la negación de la similitud
214

Manuel Reyes, Hoy no soy yo, México, D.F., Peñón de los Baños, 2014.
culmina para dar lugar a la reconstrucción empí- bello. Prefiero que tengan cabida fórmulas estéticas
rica y premeditada de la forma. La intención es propias del tránsito, que van más allá de la negación
incorporar, asumir, dar crédito a las propuestas y el escape del territorio Kitsch.
sugeridas desde los imaginarios del absurdo y la En la foto tomada en el Peñón de los Baños titula-
contrariedad. Así aparecen vestidos nunca vistos da “Hoy no soy yo” podría caber el término “México
en el modelo original sobre el cual se inspiran los no es México”. El sentido del humor se propone casi
personajes de la foto. como un acto de escape imaginario lúdico, gozoso. El
La muestra gráfica de crueldad gratuita es una carac- pleonasmo negado plantea otra opción para ver la foto,
terística más de los tiempos que atentan hoy contra una posible puerta para la interpretación que otro es-
un país marcado por gestos de lo violento y lo des- pectador con deseos de búsqueda pueda ejercer.
piadado, ruidos visuales y mentales lo invaden casi En Lo que no se ve, Tomás Eloy Martínez habla
todo y ser indiferente a lo terrible no es opción pero sobre una fotografía de Josef Koudelka (Czechoslo-
nos llena el silencio. Recurrir a lo que no es Kitsch vakia, 1963 Slovakia, Jarabina. Reconstruction of a 215
no resulta sencillo, pareciera una evasión de lo real Homicide, © Josef Koudelka). Afirma que “toda foto
y una contradicción que recurre a incorporar perti- es un vacío de la realidad” y que solo es una pequeña
nencia y razón desde sencillas prácticas y realidades, parte lo que puede capturar de lo que en realidad
como en este caso. sucede: omite algo y repara apenas en lo evidente.
Dice que el objetivo de la imagen no es el personaje
Análisis iconológico retratado ni lo que hay detrás de él. Somos nosotros,
Ver ciertos sujetos convertidos en una representación en calidad de contemporáneos observadores, el pun-
emuladora de otros personajes no los hace inmedia- to de mayor interés del fotógrafo.
tamente objetos Kitsch. Planteo, pues, una duda a Agrega Eloy Martínez que hoy ese instante ha de-
la existencia del fenómeno. La actitud carnavalesca jado de ser tan fugaz, por la ráfaga de imágenes que
y el “uso” fetichista y ritual del disfraz desdibujan es posible emitir en segundos, gracias a la era digital.
aún más aquella referencia original. Los personajes Propone un juego basado en imaginar esa foto toma-
no estaban pensando más que en su propio gozo da, suponiendo ya no solamente lo que está fuera del
cuando fueron interceptados para ser registrados en cuadro, sino tomándonos un momento para enten-
una rápida composición prefabricada, que tenía por derla a otra velocidad, como un tiempo de registro
fin confrontar una posterior discusión sobre las ver- continuo casi inasible en donde todo es capturado:
tientes interpretativas que escapan al Kitsch desde la los espectadores con sus gestos juiciosos, incluso. El
fotografía de un fenómeno popular. No-Kitsch acude a la parcialidad del objeto Kitsch y
No deseo que el término No-Kitsch sea visto solo contempla aciertos e insatisfacciones asumidas. La
como una tipología de la forma no aceptada de lo fotografía pudo registrar esas felicidades parciales en
instantes continuos, como diminutas parcialidades llevar lejos algo local y allí extrapolarlo. Transporta
de la vida y la mente, por ello su importancia ante las negaciones auténticas, es un fenómeno que como
la inmediatez y la amplitud. “Hoy no soy yo” (per- lo No-Kitsch transmuta en el sentido o la dirección
sonajes del Peñón) es una imagen local en su defini- que le proponemos. La complejidad de la mente hu-
ción y transitiva, en su conjunción; habla de culturas mana hace la complejidad de sus imágenes: objetos o
híbridas rediseñadas, que fusionan su tradición con prácticas transfiguradas. La parcialidad de la imagen
el devenir del consumo de masas. En ella cabe la ne- es la reconfiguración de un todo fallido, caótico, in-
gación que se asume desde la estética de lo relegado comprensible como la muerte y la belleza, que puede
(imitación y falsedad), de lo no valorado tanto estéti- autocompletarse en la mente.
ca como socialmente (expresión y verdad). El objeto que negando afirma (fotografía No-
Se acercan así discusiones desde los textos de Kitsch, en este caso), es bello en la medida en que el
aparente afirmación de una verdad y conviene reen- sujeto lo determina, marginal y masivo. No es moda,
216 tender hasta dónde creemos en la estética como un se trata de un modo de imitación que no reproduce
fenómeno libre y en las prácticas legitimadas afecti- sino que reconstruye y establece sus propias relaciones
vamente desde la foto. Así el objeto de la fotografía se dialógicas con el mundo en diferentes niveles de in-
propone dinámico y transitivo, el texto abre puertas tensidad. Así, la fotografía como recurso reivindicato-
a las actitudes dialógicas con el mundo desde el mar- rio acerca una verdad parcial de una apariencia estéti-
gen hacia el centro. ca negativa, pero hace falta una conciencia liberadora
Lo obtuso (planteado por Barthes) en imágenes de ciertos signos del objeto para dejar paso a su nueva
de naturaleza ambigua se explica desde múltiples des- resignificación. Quizá el juego y el absurdo permitan
fases de la objetividad esperada, pero reconfigurada, ese registro de lo gozoso, inesperado y absurdo.
con intención de capturar la otredad de lo Kitsch. ¿Adónde llego?
Ello, no en el sentido de lo literal reconocible tras- • A la reconstrucción y a la transfiguración de objetos
nacionalmente, sino como lo particular significativo y espacios intersticiales del fenómeno Kitsch.
y vivo. Podría pensarse así que lo común, repetible • Al diálogo entre posiciones refractarias y posiciones
en práctica e imagen, pierde valor por su bajo nivel reivindicatorias del término Kitsch.
de diversificación en detrimento de su alto nivel de • Al efecto rebote que va del borde al centro, porque
identificación. Es decir, la gente se reconoce en lo la adecuada amalgama de residuos vuelve al objeto
simple y lo cotidiano al tiempo que se identifica y placentero: se abre un estilo gozoso, lo No-Kitsch.
fortalece en sus creencias. Es decir que la cámara puede adquirir un punto
En la imagen que presento, lo identitario no es de (¿mayor?) interés cuando plantea un cuestio-
absoluto, es fallido, y resulta interesante la trascen- namiento sobre los límites del sentido y el foco se
dencia, más allá de sí misma, como posibilidad de ubica adyacente, en impredecible posición.
217

Bibliografía
Baumgarten Gottlieb, Alexander, Reflexiones filo- Kulka, Tomas, El Kitsch, Madrid, Casimiro Libros,
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1955. Martínez, Tomás Eloy, Lo que no se ve, México,
Fredberg, David, El poder de las imágenes, Madrid, d.g.e, 2005.
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