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Mors Atra

El aire apestaba a muerte.


-¡Thomas!, abre la número 84.
-Abriendo, ten cuidado con ese Jhonson, hasta ahora todos los que has tenido han
sido simples casos sociales.
-Vamos, ábrela, no tengo todo el día. Mary me espera esta tarde, Michael juega en
las finales.
-¿Las ligas menores?, enhorabuena Thomas, vas a tener un Baby Ruth en la
familia.
-Si si, ya calla y ábrela.
La reja rechinó un poco.
-Comenzando revisión número dos al paciente 84. Última sesión, hace un mes,
fallida. ¿Síntomas?, delirios extremos y posibles alucinaciones…
-¡Ya está aquí, ya está aquí, jajaja!
-¡Otra vez con lo mismo, ya calla, y terminemos con esto!
En una de las esquinas de la celda yacía un cuerpo moribundo, un viejo ya, con la
barba descuidada y las ropas áridas lo hacían ver loco. La muerte se había
apoderado de él, y la vida lo estaba dejando ir. Había llegado allí igual que los 83
anteriores. Topos del gobierno, alguna vez jefes de proyectos del pentágono, que
después fueron consumidos por la locura de sus creaciones. Haciendo que
terminasen aquí, en este hoyo del mundo. La prisión de máxima seguridad de
Égregor, localizada en el medio del Pacífico; albergaba en su interior a los
prisioneros más trastornados que habían pisado la tierra. Desde locos que
creaban demasiadas teorías conspirativas y hacían lo imposible para demostrarlas
hasta sociópatas asesinos que habían marcado naciones.
El número 84 no era parecido al resto. Había algo en sus ojos le daban un tono
de veracidad a lo que decía; por eso Jhonson había tenido tantas sesiones con él.
-Empecemos una vez más, Coronel Ryce, ¿me escucha?
-¡Si sí, alto y claro sargento, ya todo está listo, solo de la orden!
-Ryce, puedes contarme una vez más lo que pasó.
-Todo por nuestra nación, oh sí, oh sí. ¿Sientes eso en tu nuca?
-¿En qué consistía el Proyecto Jericó coronel?
-Porque yo lo siento soldado, los pelos del cuello se me erizan tras sentirlo, ¿no lo
sientes, o es qué estás muerto?
-Estamos más vivos que nunca coronel, me va a contar de su historia.
-Paciencia muchacho, espera, ¿cómo no lo sientes?, la brisa es tan gélida que
quema. El viejo dejó ver su rostro.
El guardia tragó en seco. Era parecido a eso que vez en tus pesadillas y que hace
que te levantes confundido en medio de la madrugada.
-Le voy contar, se quedó mirando fijamente a su pecho, ¡Jhonson!, dijo tras un
rato.
-Adelante Coronel.
-El Proyecto Jericó se encargaba de investigar manuscritos de procedencia
extraña, desconocida.
-¿Algún manuscritos en específico que me quisiera contar Coronel Ryce?
-Le puedo contar sobre los 325 que encontramos, pero creo que le interesaría más
el último.
-¿Por qué piensa eso?, dijo mientras apretaba el botón de la grabadora.
-De no ser así, porqué me tendrían aquí, el viejo lanzó una carcajada. No estoy
loco, estoy lejos de serlo, aparento mi estado para que ustedes me mantengan
aquí, no quiero estar ahí fuera cuando llegue el momento de la cosecha.
-Bueno coronel, ahora que estamos hablando serio. Necesito que me cuente todo
sobre el manuscrito 325. El hombre sacó una foto.
Ryce lanzó una mueca de terror, de preocupación un poco.
-¡Aparta eso de mí, no quiero ni verlo!
-Habla Ryce, ¡no tenemos todo el día!
-Todo pasó la mañana del 23 de mayo del pasado año. Estábamos investigando
este pergamino que se encontró en un sarcófago enterrado cerca de las
Pirámides; creíamos que se podía tratar de la clave para entender como las
construyeron, cuando sonó el teléfono. Era una llamada de Rumanía, unos turistas
que se habían perdido en la visita al famoso Castillo de Drácula llegaron a unas
catacumbas perdidas. Allí encontraron una recámara de dimensiones gigantes
dónde un santuario se llevaba la atención de todos. Allí había un libro; el “Mors
Atra”, La muerte negra en latín. Al principio mostraron resistencia, pero logramos
convencerlos de que era una reliquia nacional y la entregaron. Cómo te podrás
imaginar rápidamente regresamos a las oficinas del Pentágono para analizar
detalladamente el libro; no creíamos que todo lo que conocíamos iba a cambiar
tan drásticamente.
-¿A qué te refieres?
-La primera hoja era una dedicatoria, especialmente escrita para aquel que
cogiera el libro, y firmada por el mismísimo Vlad III de Valaquia. Si no lo sabes,
Vlad es la inspiración de la tan conocida Novela Drácula…
-No soy estúpido Ryce, ahora sigue, ¡dime que decía el libro!
Es irónico, porque en la segunda página, la primera oración del libro decía y cito:
“No existen tales cosas como las leyendas, todo es real, y nosotros, los vampiros,
también somos reales”
El libro explicaba todo acerca de ellos. Todos estábamos asombrados por
semejante descubrimiento, pero eso no era todo. El libro hacía mención en
repetidas ocasiones a lo que creemos que era una criatura desconocida, incluso
para ellos. Se dice en el libro que era tan grande que podía tragarse ríos enteros
cuando tuviese sed; que podía acabar con las ovejas de cien años de una aldea
en solo minutos. Solo dice vagas descripciones porque nadie nunca lo había visto;
Vlad se basó en los testimonios de sus antecesores. Pero eso no es lo más
preocupante.
-¿Qué diablos podría faltar?, la existencia de vampiros, y de criaturas ajenas a
nuestro conocimiento no te es suficiente. Jhonson soltó una risa.
El viejo permaneció inerte, serio, como si su mente estuviese vagando por
escenarios fantásticos y incomprendidos.
-Todos hemos crecido con la idea de que venimos de los monos, de que
conquistamos ciudades y continentes; pero si investigamos bien, podremos
encontrar algunos puntos muertos en nuestra historia que no tienen sentido.
Masacres, desapariciones y avistamientos, toda clase de cosas que nos podrían
marcar de por vida. El “Mors Atra” habla de que los humanos somos una especie
de plaga en este planeta, porque nuestro superdepredador ha estado ausente por
cientos de miles de años. Básicamente lo que dice, es que esta criatura, entra en
lo que parece ser un estado de letargo, mientras espera que nosotros, los
humanos, nos desarrollemos más y más; entonces algo la despertaría de su
sueño finito para cazarnos a todos por unas cuantas generaciones, entonces y
solo entonces, volvería a su letargo, cuando haya reducido a toda la población.
-¿Acaso te estás escuchando Ryce, somos los humanos, nosotros somos la
mayor fuerza que ha pisado este planeta, te creía más inteligente, ¿hemos
terminado?
-Eres como todos, sucios ignorantes que se creen mejores que los demás. Este
mundo no nos pertenece; incomprendidas criaturas lo hicieron suyo cientos de
millones de años atrás y nosotros solo somos los parásitos que llegamos a ella.
El viejo comenzó a forcejear y a lanzar gritos y palabras al aire, ¡estamos todos
muertos! Repetía una y otra vez.
-¡Mándalo aquí, rápido!, decía Jhonson.
-En camino dijo una voz en la radio.
En un abrir y cerrar de ojos un hombre entró a la celda con una jeringa en la
mano, que terminó clavándola en el cuello del coronel. Ambos salieron de la celda.
-Uno de los mejores locos que han pasado por aquí, ¿verdad?, dijo el nuevo.
-No, llama a la Casa Blanca, debemos de informar de esto al presidente.
-¿Pero qué dices Jhonson, el viejo solo decía barbaridades?
-Ese es el punto, no creo que mintiera, y alguno de sus hallazgos han sido
verificados…
-Sí, solo 38 han sido verdad, el resto han sido descartados, este puede ser uno de
ellos.
-¡O no! Si no vas a llamar, lo haré ello, si esto es verdad no podemos esperar
simplemente a que llegue el momento. Y tal vez suene como un loco, pero te lo
digo en serio, hay algo en la mirada del Coronel Ryce que me llena de
preocupación, no sé qué es, pero… hay algo que se cierne sobre nosotros novato,
y no es la lluvia, y no es la lluvia…

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