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SANTO DOMINGO DE GUZMAN

(Carta a sus seguidores)


¡Hola!
No sé si me conocerás. Soy Domingo, ¿te suena mi nombre? Bueno, algunos me llaman: el "habla-
reino".
Me llaman así porque gasté mi vida hablando del Reino de Dios. En mi época, como en la tuya,
mucha gente no era feliz, tenía muchos problemas; quería solucionarlos todos, pero me di cuenta
que yo no era algo así como el Supermercado Metro, donde dicen que venden de todo.
No, no podía solucionar todos los problemas de la gente, pero sí podía ayudarles a ser un poco
más felices y me dediqué a hablarles del amor de Dios; de lo loco que está Dios por cada uno
de nosotros y al mismo tiempo intenté dejarme amar por Él y claro, casi sin darme cuenta, cuando
actuaba brotaba por todos mis poros ese cariño que nos tiene Dios.
Lo primero que hice fue leer el Evangelio y dar vida a esas palabras de Jesús, comencé a amar
a todos, sin distinción; me asocié a Dios en su mirada sobre los hombres y me asocié con los
hombres, con todo lo que son, para vivir con ellos bajo la mirada de Dios. Comencé a sentirme
totalmente libre, por encima de las miserias de mi época y dejándome conducir por el Espíritu
quise comunicar a los demás mi felicidad y lo hice con la palabra (y según mis contemporáneos)
también con el ejemplo, pues si uno dice una cosa y hace otra es un mentiroso.
Pronto comenzaron a unirse a mi tarea otros hombres y mujeres y de ahí nació la Orden de
Predicadores. No creas que eran bichos raros; eran jóvenes estudiantes a los que les gustaba
mucho el tumulto de las ciudades, la música, que les gustaba las chicas y la amistad, más de uno
cuando tuvo que dejarlo todo lloró, pero según ellos lo que más les atraía de mí era mi espíritu
de solidaridad con todos y mi gran alegría.
El motivo por el que te escribo es el siguiente. Ya hace mucho tiempo que estoy metido en un
buen asunto que es el de decir a la gente la Verdad. Esa es mi intención, aunque lo tengo difícil
porque no todos quieren la Verdad. Pero fíjate, he pensado en ti, y, no sé por qué, pero me he
fijado en tus cualidades, tus interrogantes y lo que es más importante: en tu corazón. ¿A que
tienes ganas de mejorar este mundo y darle un nuevo rostro? Yo ya lo hice, pero, hace 800 años
y muchos jóvenes entusiastas me siguieron y los envié a prepararse para poder ser LUZ DEL
MUNDO, TESTIMONIO DEL OPTIMISMO CRISTIANO, Y ENAMORADOS DE LA VIDA. Y todo eso porque
me sigue interesando la verdad. ¿Sabes? Descubrí que la verdad es Jesús de Nazaret.
Pero hoy me pregunto cómo hacer realidad todo este proyecto, y creo que tú me puedes
ayudar, fíjate: Pienso en la VIDA DE COMUNIDAD. No te puedes imaginar el paso que hemos
dado los dominicos, mis hermanos, al imitar la vida de los Apóstoles, que, como ellos, oramos en
común, estamos libres de toda carga para estar disponibles y siempre con la maleta y el
evangelio a mano.
Claro que no podemos ir por el mundo anunciando a Jesucristo, sin una buena preparación
intelectual, Sí, no te asustes. Hoy no nos podemos presentar de cualquier modo a los hombres. EL
ESTUDIO es básico para la gran empresa de la VERDAD.
Mi intención es llegar a todos y cada uno de los hombres y mujeres de hoy porque he descubierto
que con tantos medios no logran ni la felicidad ni la paz. Hay muchos que son pobres, porque
hay muchos que se han hecho ricos empobreciendo a los otros. Y así no sólo hombres entre sí,
sino también países, razas y naciones...
Que no te preocupe el cómo, ni si puedes, ni si estás preparado. Sólo una cosa me motivó a mí:
la COMPASIÓN por el dolor y la necesidad ajenos, me conmovían sus lágrimas, me dolían sus
heridas y sus quejidos los hice míos...
Me gustaría que pensaras mi invitación que no es otra sino la del mismo Jesús de Nazaret. Hoy
también es posible seguir siendo un "habla-reino", ¡hay tanto que hacer! Miro este mundo desde
arriba y digo ¿habrá alguien que se olvide un poco de sí mismo y hable de amor, de esperanza,
que se acerque a los más necesitados y les diga lo mucho que los quiere Dios?
Yo te invito a ser la persona más feliz de la tierra sirviendo a los demás, aunque al principio te
parezca una locura o te cueste llorar; te sucederá como a mí, luego nunca te arrepentirás de ser
otro Habla-Reino.
Gracias por tu audacia y valentía. Estoy seguro que mis palabras te han hecho reflexionar; no te
olvides que son muchos los que te están esperando para compartir el amor que Dios ha
sembrado en ti.

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