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Nombre de la asignatura: Corrientes de pensamiento

criminológico

Nombre del docente: Georgina Roldan Álvarez

Nombre del estudiante: Ximena Gonzalez Alarcon

Grupo: 209

Modalidad: A distancia

UNIDAD 4: “Corrientes actuales”


INTRODUCCIÓN

En este presente informe sobre la violencia de género, se abordará mediante un artículo


que nos presenta la UNAM sobre las características que se señala a la mujer, como la más
vulnerable para cometer dicha violencia; así como el avanzar hacia la igualdad de género y
el cumplimiento del rol que le compete al Estado.

DESARROLLO

Reseña

La decisión de analizar las políticas públicas que inciden positivamente en el logro de la


igualdad de género se sustenta en la convicción del papel activo que, como una condición
clave para alcanzar el desarrollo, debe desempeñar el Estado en la construcción de
sociedades igualitarias. En este contexto, las políticas públicas son una herramienta
fundamental para impulsar las transformaciones hacia mayores niveles de justicia, además
de expresar la decisión política de los gobiernos de avanzar en la solución de los problemas
de desigualdad que afectan a las mujeres.

Los distintos grados de avance en relación con la igualdad de género en los países de la
región muestran que todavía hay un largo camino por recorrer, especialmente en cuanto al
fortalecimiento de las capacidades estatales para la puesta en marcha efectiva de políticas
públicas orientadas a disminuir las brechas de género.

La identificación de políticas públicas de igualdad de género de carácter redistributivo, de


reconocimiento y de representación es un esfuerzo por relevar las iniciativas de los Estados
que se orientan a enfrentar injusticias y mejorar la situación de las mujeres en distintas
áreas de desarrollo, de manera de hacer posible su autonomía y la garantía de sus derechos
humanos en contextos de plena igualdad. Las políticas públicas, en la medida en que
establecen una obligación de los Estados, son exigibles por parte de la ciudadanía. Hacerlas
justas desde un enfoque de igualdad de género la diferencia de otras políticas e impone al
Estado nuevos retos en el sentido de considerar la igualdad y la no discriminación en la
práctica, reconociendo las necesidades diferenciadas y, en consecuencia, las medidas,
contenidos y protecciones específicas a través de dichas políticas.

Se hizo evidente que las políticas de género no solo podían analizarse como buenas
prácticas, sino que debían someterse al mismo escrito que todas las políticas que
promueven derechos y contribuyen a la igualdad.

Las políticas seleccionadas se analizan en la medida en que responden a nuevos derechos


como el reconocimiento del trabajo no remunerado y el reconocimiento de la existencia de
dimensiones críticas y extremas de desigualdad, como la violencia contra las mujeres. Las
políticas de género basadas en la igualdad como horizonte y como principio deberán hacer
posible que las mujeres detenten mayor autonomía y poder, que se supere el desequilibrio
de género existente y que se enfrenten las nuevas formas de desigualdad. En nuestra
convicción, es fundamental tomar acciones para difundir la información que generan estos
cambios de políticas en los ámbitos técnico, político, social y cultural, de manera de elaborar
nuevas categorías de análisis que permitan responder a los desafíos que implica
transformar las situaciones de injusticia de género.

Respecto de la autonomía en la toma de decisiones y la participación, se planteaba que “las


buenas prácticas de políticas públicas para una democracia inclusiva son las que reconocen
a las mujeres como sujetas políticas” y establecen medidas o acciones para promover la
participación en el ámbito de lo público, lo político y particularmente en la toma de
decisiones, como leyes de cuotas, de paridad y de alternancia, y acciones afirmativas, entre
otras. En el plano de la autonomía económica, se propuso la promoción de políticas de
igualdad que consideraran el marco normativo, mientras que, en el área de la autonomía
física, las recomendaciones se centraron en la necesidad de identificar buenas prácticas en
políticas públicas en materia de acceso y ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos.

Igualdad y justicia

La justicia de género como parte de la justicia social es un concepto utilizado en relación


con los proyectos de lograr que promueven cambios legales o promueven la participación
de las mujeres. No es un concepto que se defina con facilidad, fundamentalmente porque
incluye distintos principios de justicia. Primero, contiene el principio de igualdad, que exige
que a todas las personas se las trate como iguales, es decir, implica derechos plenos para
las mujeres y en este sentido la justicia de género coincide con la justicia social. Pero, en
segundo lugar, la justicia de género considera el principio de la igualdad diferenciada, que
reconoce el lugar históricamente menoscabado de las mujeres en las distintas esferas de
funcionamiento social. La justicia de género puede definirse entonces como el logro de la
igualdad entre mujeres y hombres en conjunto con las medidas para reparar las desventajas
que llevan a la subordinación de las mujeres y para permitirles acceder y controlar los
recursos en combinación con la agencia humana (Goetz, 2007).

Por otra parte, pretender alcanzar justicia de género implica haber incorporado la noción
de que las mujeres, en cuanto sujetos, no constituyen ni una clase social ni un estatus, de
modo que las injusticias de género no pueden ser atribuidas solamente a un factor, sino
que incluyen tanto las injusticias económicas y la ausencia de reconocimiento de las
mujeres en cuanto sujetos, como las injusticias presentes en la forma en que se organiza la
acción política y la toma de decisiones, que las excluye (Fraser, 2008).

Este marco es coherente con la noción de derechos humanos compuestos por derechos
civiles y políticos, así como derechos económicos, sociales y culturales, que da cuenta de la
amplia gama de derechos que deben ser respetados y garantizados por los Estados.

Preguntas relacionadas al tema

• ¿Qué tipo de acciones consideras que se podrían emprender para evitar la violencia
de género en tu colonia?

R= Considero que, para un mejor sano desarrollo de mi comunidad, por ejemplo, es


necesario atender todo tipo de violencias desde su raíz, prevenir situaciones críticas
mediante la implementación de estrategias sociales que coadyuven a generar un cambio
los problemas sociales existentes para evitar que los patrones o conductas violentas
trasciendan en las poblaciones más jóvenes. Al igual que prestar atención a los factores
culturales, sociales y económicos más generales que contribuyen a la violencia y tomar
medidas para modificarlos, como las orientadas a reducir las diferencias entre ricos y pobres
y garantizar un acceso igualitario a los bienes, los servicios y las oportunidades para todos
que somos iguales.

• ¿Qué se requiere para llevar a cabo las políticas públicas de las que habla el texto en
tu mismo contexto?

R= Como se ha visto, dentro del proceso de aplicación de políticas públicas, los procesos
mismos de toma de decisiones son de particular relevancia; estos implican, seleccionar de
entre diferentes políticas, aquellas que se ajusten mejor a los objetivos buscados, con base
en criterios previamente definidos (como se mencionan en el contenido de la unidad 4).
Esta selección que hago requiere de todo tipo de evaluar las distintas alternativas existentes
en relación con los resultados previstos o ante la alternativa de no llevar a cabo acción
alguna, de tal manera que sea posible elegir la mejor o más aceptable de las alternativas
existentes, ya que para esto lograremos llegar una conclusión apropiada para obtener un
buen resultado. Me guiaría más con las políticas del realismo de derecha, ya que estos
tenían el fundamento de combatir por los derechos de las minorías étnicas.

Argumentación

En México, la violencia contra la mujer ha alcanzado niveles brutalmente inaceptables en


todas sus manifestaciones: física, sexual, laboral o doméstica.

A pesar de los esfuerzos por combatir este fenómeno, todos los datos indican un aumento
alarmante en los últimos años. De acuerdo con información del INEGI, dos de cada tres
mujeres mayores de 15 años han enfrentado violencia alguna vez en su vida.

La violencia de género es el resultado de toda una serie de costumbres y comportamientos


machistas en nuestra sociedad en contra de niñas y mujeres en los ámbitos físico,
psicológico, sexual y económico. Esta violencia deriva de códigos culturales y sociales que
otorgan poder y autoridad a los hombres sobre las mujeres, y permite actos de maltrato en
el hogar, la familia, el trabajo, los espacios públicos y la comunidad.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala que la violencia contra niñas y mujeres
es una de las violaciones a derechos humanos más graves y extendidas en el mundo. Duele
constatar que este problema es parte de la cotidianidad en nuestra sociedad.

Debido a la complejidad y gravedad del desafío, avanzar hacia la erradicación de la violencia


contra las mujeres es asumir responsabilidades y compromisos por parte de todos los
actores sociales, comenzando con el Estado, pero también con la sociedad, la iniciativa
privada y las instituciones educativas, para que cada uno, desde nuestro ámbito de acción,
tomemos medidas enérgicas para prevenir, investigar, sancionar y eliminar todos los actos
de violencia de género.

Es incomprensible cruzarnos de brazos y permanecer callados sabiendo que cada día en


México mueren nueve mujeres víctimas de la violencia.

Las escuelas y universidades deben ser espacios en donde las relaciones entre hombres y
mujeres no estén sujetas a los nefastos códigos machistas de poder o a cualquier tipo de
prejuicio. Son espacios por excelencia donde no cabe ninguna discriminación por sexo, y
donde el trato y acceso a oportunidades debe ser plenamente igualitario hacia hombres y
mujeres. Los docentes como formadores de niños y jóvenes deben contribuir
decididamente a combatir los estereotipos de género en las aulas y las conductas, para ello
requieren contar con la capacitación necesaria y las herramientas adecuadas para lograrlo.

El compromiso formativo de las escuelas y universidades debe también incluir generar


conciencia sobre la gravedad del problema de la violencia de género en nuestro país, y
asegurar que todos dentro de la comunidad estudiantil se asuman como sujetos activos en
la defensa de los derechos de las mujeres.

Es indispensable realizar tareas de prevención, investigación, difusión y capacitación entre


la comunidad sobre este tema.

Implementarlo de manera eficaz y con rigor requiere de un compromiso serio de todos por
parte de la comunidad, de enfrentar el problema abiertamente y de raíz, de romper inercias,
de no tolerar ninguna conducta inapropiada, de contar con mecanismos adecuados de
denuncia, de atenderlos, darles seguimiento y sancionar cuando sea necesario.

Se necesita también asignar los recursos para implementarlo, de contar con personal
capacitado, de evaluar el cumplimiento con los protocolos, de medir su impacto, de
actualizarlos. Rendir cuentas ante nuestra comunidad de que estamos haciendo todo lo que
está en nuestras manos para garantizar que en nuestros espacios no se tolera ningún tipo
de violencia. Sólo cuando todos nos asumamos responsables de erradicar cualquier
manifestación de discriminación, maltrato físico o emocional contra las mujeres será
cuando logremos avanzar decididamente en tener un país libre, igualitario y justo para
todos.

En conclusión, la situación de violencia contra las mujeres se ha agravado, negando a las


mujeres el acceso a la justicia y la protección judicial, así como las garantías de no repetición
que puedan frenar la violencia en su contra y una reparación del daño con perspectiva de
derechos humanos y género, para ellas y sus familias. Es imperativo que se generen
procesos que eviten la aplicación discrecional de la justicia por quienes la administran y
procuran, fortaleciendo procesos de investigación eficaces e impidiendo la impunidad. Los
delitos y violaciones a los derechos humanos contra las mujeres deben de ser investigados
con perspectiva de género, de infancia, de diversidad sexual y de derechos humanos, para
que de alguna manera se logre “frenar” dicho delito contra con las mujeres.
REFERENCIAS

Laliga Mollá, M. y Bonilla Campos, A. (2015). “Políticas públicas en el tratamiento de la


violencia de género: una aproximación crítica a la eficacia de las herramientas jurídicas y
alternativas”. México. Consultado en https://revistas.uam.es/revIUEM/article/view/410

Mónica Laliga Mollá, Amparo Bonilla Campos. (2015). Políticas públicas en el tratamiento
de la violencia de género una aproximación crítica a la eficacia de las herramientas jurídicas
y alternativas. México. Consultado en
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5843865

Mónica Laliga y Amparo Bonilla. (2015). Políticas públicas en el tratamiento de la violencia


de género. México. Consultado en
https://www.researchgate.net/publication/311100216_Politicas_publicas_en_el_tratamie
nto_de_la_violencia_de_genero

UNHCR. (S/A). Violencia de género. México. Consultado en


https://www.acnur.org/violencia-sexual-y-de-genero.html

ONU Mujeres. (S/A). Poner fin a la violencia contra las mujeres. México. Consultado en
https://www.unwomen.org/es/what-we-do/ending-violence-against-women

ONU Mujeres. (S/A). Preguntas frecuentes: Tipos de violencia contra las mujeres y las niñas.
México. Consultado en https://www.unwomen.org/es/what-we-do/ending-violence-
against-women/faqs/types-of-violence

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