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FUENTES HISTÓRICAS:

DISCURSO STALIN 1946

Stalin habló el 9 de febrero en el teatro Bolshói, uno de los monumentos más famosos de Rusia desde su
reconstrucción en 1854 (...) las 4.000 localidades estaban ocupadas por un público de miembros del Partido, oficiales
del ejército o funcionarios: la clase superior, en una palabra, de la primera nación sin clases (...)

«Camaradas», empezó Stalin con su tono «blando y monótono» y su fuerte acento georgiano de erres demasiado
arrastradas (...)

(...) cuando los presentes oyeron que Stalin decía que «nuestra victoria significa, en primer lugar, que nuestro sistema
soviético ha vencido»; no «Rusia», ni «los aliados» (...) Stalin no dedicaba ninguna expresión de gratitud a los demás
aliados, ni a la Gran Bretaña ni a los Estados Unidos (...) no sólo no fueron mencionados los aliados sino que Stalin
evitó cuidadosamente cualquier comentario susceptible de sugerir que existieran (...) Al comienzo del discurso Stalin
explicó que la última guerra estalló «como resultado ineluctable del desarrollo de las fuerzas económicas y políticas
mundiales sobre la base del moderno capitalismo monopolista», puesto que, al fin y al cabo, «el desarrollo del
capitalismo mundial no se produce como un avance continuo y tranquilo, sino a través de las crisis y de la guerra» (...)

La primera consecuencia del reciente conflicto era que (como se apuntó antes) demostraba que el sistema social
soviético podía prevalecer(..) La guerra no sólo había demostrado que el sistema soviético era «una forma de
organización perfecta mente viable y estable», sino también que era «una forma de organización superior a todas las
demás» (...)
En segundo lugar, continuó Stalin, «nuestra victoria demuestra que nuestro Estado soviético ha vencido, que nuestro
Estado multinacional soviético ha resistido todas las pruebas de la guerra y ha demostrado su viabilidad» (...)

Lo tercero que demostraba la victoria, prosiguió Stalin, era que el Ejército Rojo, cuya capacidad había sido puesta por
muchos en tela de juicio cinco años atrás, había superado las adversidades de la guerra. La guerra había barrido todas
aquellas dudas «injustificadas» y «ridículas»: ahora sería «imposible dejar de admitir que el Ejército Rojo» era un
ejército de primera clase, de cuyos éxitos se podía aprender mucho.(...)

En lo tocante al desarrollo económico, Stalin prosiguió diciendo que «nuestro Partido se propone la organización de
un nuevo salto adelante de la economía nacional que nos permitirá, por ejemplo, triplicar nuestra capacidad industrial
en comparación con el nivel de antes de la guerra»; y ahí llegó la frase clave de todo el discurso, en opinión de muchos
observadores extranjeros: «Sólo en estas condiciones podemos considerar asegurado nuestro país contra cualquier
eventualidad, aunque ello exigirá quizá tres nuevos Planes Quiquenales, o quizá más».
Stalin concluyó con una pequeña comedia irónica de las que, viniendo de él, uno nunca sabía cómo tomarse,
incluyendo algunos aspavientos de falsa modestia: «ante las elecciones, el Partido Comunista desde luego se
manifestaba dispuesto a aceptar el veredicto del pueblo» (...)

El oyente o el lector precavido habría observado otros tres detalles más apunt dos en ese discurso, aunque
implícitamente.

En primer lugar, el programa anunciado significaba que se iba a reforzar el Partido y su ideología. (...)

En segundo lugar era evidente que se iba a hablar menos de patriotismo y de Rusia(...)

Tercero, que no se iba a hablar nada de los grandes mariscales y generales que habían ganado la guerra. De las armas,
los productos de una fructífera industrialización, sí. Del mariscal Zhúkov, no.

Comentario periodístico sobre el discurso de Stalin


Moscú
9 de Febrero de 1946

DOCTRINA TRUMAN

Uno de los objetivos fundamentales de la política exterior de Estados Unidos es la creación de condiciones en las cuales
nosotros y otras naciones podamos forjar una manera de vivir libre de coacción. Esta fue una de las causas
fundamentales de la guerra con Alemania y el Japón. Nuestra victoria se logró sobre países que pretendían imponer
su voluntad y su modo de vivir a otras naciones. Para asegurar el desen volvimiento pacífico de las naciones libres de
toda coacción, Estados Unidos ha tomado parte preponderante en las Naciones Unidas. Estas están destinadas a
posibilitar el mantenimiento de la libertad y la soberanía de todos sus miembros. Sin embargo, no alcanzaremos
nuestros objetivos a menos que estemos dispuestos a ayudar a los pueblos libres a preservar sus instituciones libres y
su integridad nacional frente a los movimientos agresivos que tratan de imponerles regímenes totalitarios. Esto es
simplemente reconocer con franqueza que los regímenes totalitarios impuestos a los pueblos libres, por agresiones
directas o indirectas, socavan los fundamentos de la paz internacional y, por tanto, la seguridad de los Estados Unidos.
En la presente etapa de la historia mundial casi todas las naciones deben elegir entre modos alternativos de vida. Con
mucha frecuencia, la decisión no suele ser libre. En varios países del mundo, recientemente, se han implantado por la
fuerza regímenes totalitarios, contra la voluntad popular. El gobierno de los Estados Unidos ha levantado frecuentes
pro testas contra las coacciones y las intimidaciones realizadas en Polonia, Rumanía y Bulgaria, violando el acuerdo de
Yalta. Debo afirmar también que en otros países han ocurrido hechos semejantes.
Uno de dichos modos de vida se basa en la voluntad de la mayoría y se distingue por la existencia de instituciones
libres, un gobierno representativo, elecciones limpias, garantías a la libertad individual, libertad de palabra y religión
y el derecho a vivir sin opresión política.

El otro se basa en la voluntad de una minoría impuesta mediante la fuerza a la mayoría. Descansa en el terror y la
opresión, en una prensa y radio controladas, en elecciones fraudulentas y en la supresión de las libertades individuales.
Creo que la política de los Estados Unidos debe ayudar a los pueblos que luchan contra las minorías armadas o contra
las presiones exteriores que intentan sojuzgarlos. Creo que debemos ayudar a los pueblos libres a cumplir sus propios
destinos de la forma que ellos mismos decidan. Creo que nuestra ayuda debe ser principalmente económica y
financiera, que es esencial para la estabilidad económica y política. El mundo no es estático y el statu quo no es
sagrado. Pero no podemos permitir cambios en el statu quo que violen la Carta de las Naciones Unidas por métodos
como la coacción o subterfugios como la infiltración política. Ayudando a las naciones libres e independientes a
conservar su independencia, Estados Unidos habrá de poner en práctica los principios de la Carta de las Naciones
Unidas.

Basta mirar un mapa para comprender que la supervivencia e integridad de la nación griega tiene gran importancia
dentro del marco más amplio de la política mundial. Si Grecia fuera a caer bajo el poder de una minoría armada, el
efecto sobre su vecino Turquía, sería inmediato y grave. La confusión y el desorden podrían fácil mente extenderse
por todo el Medio Oriente (...).

Si dejáramos de ayudar a Grecia y Turquía en esta hora decisiva, las consecuencias, tanto para Occidente como Orienta,
serían de profundo alcance. Debemos pro ceder resuelta e inmediatamente (...). Por lo tanto, pido al Congreso
autorización para ayudar a estos dos países con la cantidad de cuatrocientos millones de dólares durante el período
que termina el 30 de junio de 1948. Además de dichos fondos, pido al Congreso que apruebe el envío de personal
norteamericano civil y militar, a Grecia y Turquía, a petición de aquellos países, para cooperar en la tarea de la re
construcción y con el fin de que supervise la utilización de la ayuda financiera y material que lleguen a ser otorgadas
(...).

Si vacilamos en nuestra misión de conducción podemos hacer peligrar la paz del mundo y, sin lugar a dudas
arriesgaremos el bienestar de nuestra propia nación.

Discurso del presidente Truman ante el Congreso de EE.UU.


Washington, 12 de marzo de 1947

DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS


1948

El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y proclamó la Declaración Universal
de Derechos Humanos, cuyo texto completo figura en las páginas siguientes. Tras este acto histórico, la Asamblea
pidió a todos los Países Miembros que publicaran el texto de la Declaración y dispusieran que fuera "distribuido,
expuesto, leído y comentado en las escuelas y otros establecimientos de enseñanza, sin distinción fundada en la
condición política de los países o de los territorios".

Preámbulo

Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad
intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana;

Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie
ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre,
el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad
de palabra y de la libertad de creencias;

Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre
no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión;

Considerando también esencial promover el desarrollo de relaciones amistosas entre las naciones;

Considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales
del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y se
han declarado resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio
de la libertad;

Considerando que los Estados Miembros se han comprometido a asegurar, en cooperación con la Organización de las
Naciones Unidas, el respeto universal y efectivo a los derechos y libertades fundamentales del hombre, y
Considerando que una concepción común de estos derechos y libertades es de la mayor importancia para el pleno
cumplimiento de dicho compromiso;

La Asamblea General

proclama la presente

Declaración Universal de Derechos Humanos como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben
esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan,
mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas
de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos
de los Estados Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción.

Artículo 1

Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia,
deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.

Artículo 2

1. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza,
color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición.

2. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio
de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo
administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía.

Artículo 3

Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.

Artículo 4

Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus
formas.
Artículo 5

Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.

Artículo 6

Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica.

Artículo 7

Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual
protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación.

Artículo 8

Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacionales competentes, que la ampare contra
actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley.

Artículo 9

Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado.

Artículo 10

Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal
independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier
acusación contra ella en materia penal.

Artículo 11

1. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad,
conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa.

2. Nadie será condenado por actos u omisiones que en el momento de cometerse no fueron delictivos según el
Derecho nacional o internacional. Tampoco se impondrá pena más grave que la aplicable en el momento de la
comisión del delito.

Artículo 12

Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de
ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o
ataques.

Artículo 13

1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.

2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.

Artículo 14

1. En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país.

2. Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por delitos comunes o por actos
opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.

Artículo 15

1. Toda persona tiene derecho a una nacionalidad.

2. A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiar de nacionalidad.

Artículo 16
1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza,
nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio,
durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.

2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el matrimonio.

3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del
Estado.

Artículo 17

1. Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente.

2. Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.

Artículo 18

Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad
de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y
colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.

Artículo 19

Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a
causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de
fronteras, por cualquier medio de expresión.

Artículo 20

1. Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas.

2. Nadie podrá ser obligado a pertenecer a una asociación.

Artículo 21

1. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes
libremente escogidos.

2. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país.
3. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones
auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro
procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto.

Artículo 22

Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener, mediante el esfuerzo
nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción
de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad.

Artículo 23

1. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de
trabajo y a la protección contra el desempleo.

2. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.

3. Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a
su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera
otros medios de protección social.

4. Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses.
Artículo 24

Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del
trabajo y a vacaciones periódicas pagadas.

Artículo 25

1. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar,
y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene
asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida
de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.
2. La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales. Todos los niños, nacidos de
matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección social.

Artículo 26

1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la
instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional
habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos
respectivos.

2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los
derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas
las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas
para el mantenimiento de la paz.

3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.

Artículo 27
1. Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a
participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten.

2. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de
las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora.

Artículo 28

Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades
proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos.

Artículo 29

1. Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente
su personalidad.

2. En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará solamente sujeta a las
limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y
libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en
una sociedad democrática.

3. Estos derechos y libertades no podrán, en ningún caso, ser ejercidos en oposición a los propósitos y principios de
las Naciones Unidas.

Artículo 30

Nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a
una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los
derechos y libertades proclamados en esta Declaración.
Asamblea General de las Naciones Unidas
10 de Diciembre de 1948

CARTA KRUSCHEV A KENNEDY

Estimado señor presidente:

He sabido con satisfacción su respuesta al señor Thant en el sentido de que se tomarán medidas para impedir el
contacto entre nuestros barcos y con ello evitar irremediables consecuencias.

Este razonable paso por su parte refuerza mi creencia de que usted está demostrando preocupación por salvaguardar
la paz y observo esto con gran satisfacción.

Ya he sostenido en alguna ocasión que nuestro pueblo, nuestro Gobierno y yo personalmente, como presidente el
Consejo de Ministros, estamos preocupados únicamente en que nuestros países puedan desarrollarse y ocupar un
lugar digno entre todos los pueblos del mundo en la competencia económica, en el progreso de la cultura y de las
artes, en el incremento el bienestar de la Humanidad.

Este es el campo más noble y necesario para la competencia y, tanto los vencedores como los vencidos, sólo ganancias
pueden obtener de ella, puesto que en el va implícita la paz y el mejoramiento de las condiciones de vida del hombre.

En su declaración usted ha sustentado que el principal objetivo es llegar a un acuerdo y adoptar las medidas necesarias
para impedir un choque entre nuestro buques, con la consiguiente acentuación de la crisis que podría desembocar en
un conflicto militar, tras de cuyo estallido todas las conversaciones serian superfluos ya que entonces entrarían en liza
otras fuerzas y otras leyes, las leyes de guerra.

Estoy de acuerdo con usted. Pero éste sólo el primer paso, puesto que la medida más importante a adoptar es la
normalización y la estabilización de la paz entre los Estados y entre los pueblos.

Me hago cargo perfectamente de su preocupación, señor presidente, por la seguridad de los Estados Unidos, porque
éste es el primer deber de un presidente. Pero nosotros, los rusos, estamos también preocupados por la misma
cuestión, y yo como presidente del Consejo de Ministros, asumo las mismas obligaciones en relación con la URSS.

Usted ha mostrado su preocupación por el hecho de que nosotros hemos ayudado con armas a Cuba a fin de fortalecer
su capacidad defensiva -sí, precisamente su «capacidad defensiva»-, porque, prescindiendo de las armas que posea,
Cuba no puede comparase con los Estados Unidos. Son muy diferentes las cantidades, el potencial militar de que
disponen Estados Unidos y Cuba.

Nuestra intención ha sido, y sigue siendo, ayudar a Cuba. Y nadie puede negar el carácter humano de nuestros motivos,
que no son otros que hacer posible que Cuba viva en paz y que se desarrolle de acuerdo con los deseos de sus pueblos.
Usted desea mantener la seguridad de su país. Esto es comprensible, pero Cuba aspira a lo mismo. Todos los países
desean mantener su propia seguridad.

¿De qué forma podemos nosotros, la Unión Soviética, nuestro Gobierno, valorar las acciones de ustedes,
concretamente el hecho de que hayan ustedes rodeado con bases militares a la Unión Soviética y a nuestros aliados,
estableciendo en ellas arsenales de proyectiles? Los funcionarios norteamericanos han declarado infinidad de veces,
y de modo inequívoco, que sus proyectiles están emplazados en Gran Bretaña y en Italia y que están apuntando contra
nosotros. Por supuesto también hay proyectiles emplazados en Turquía.

Usted está preocupado por causa de Cuba. Usted dice que Cuba le preocupa por que hay una distancia de tan sólo 145
kilómetros desde ella a la costa americana. ¿Considera acaso que tiene usted derecho a demandar seguridad para su
país y la retirada de todas aquellas armas a las que califica de «ofensivas» y no reconoce que el mismo derecho nos
asiste a nosotros?
Usted ha instalado proyectiles mortíferos, armas de las consideradas ofensivas por usted, en el suelo de Turquía,
prácticamente al lado nuestro. ¿Cómo puede entonces admitirse una concordancia entre nuestra semejante capacidad
militar y las desiguales relaciones entre nuestros dos grandes Estados?
Está bien, señor presidente, que haya accedido usted a que nuestros representantes se reúnan e inicien
conversaciones aparentemente bajo la mediación del secretario general de las Naciones Unidas, U Thant. Este
funcionario internacional ha asumido el papel de mediador y nosotros le consideramos capacitado para llevar adelante
esta misión de responsabilidad, dando por sentado, por supuesto, que cada una de las partes ha de demostrar buena
voluntad para solucionar el conflicto.

Yo estimo que es posible poner fin rápidamente al conflicto y normalizar la situación de modo que los pueblos puedan
respirar más fácilmente considerando que los hombres de estado responsables tienen buen sentido, plena consciencia
de sus responsabilidades, capacidad suficiente para resolver cuestiones complicadas y no habrán de dejar que los
acontecimientos desemboquen en la catástrofe de una guerra.

Por consiguiente, hago a usted esta proposición: nosotros accedemos a retirar de Cuba aquellos materiales que usted
calificó de ofensivos, y podemos comprometer nos a ello en el seno de las Naciones Unidas. En reciprocidad, sus
representantes harán una declaración en el sentido de que los Estados Unidos, considerando las dificultades y la
ansiedad del Estado soviético, retirarán de Turquía similares materiales ofensivos.

Lleguemos a un acuerdo en cuanto al período de tiempo necesario, para ustedes y para nosotros, al objeto de poner
en práctica este plan. Después de esto, personas de confianza del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, podrán
vigilar sobre el terreno el cumplimiento exacto de los compromisos.

Por supuesto, será necesaria la autorización de los Gobiernos de Cuba y Turquía para que los agentes de la ONU
puedan entrar en los respectivos países y llevar a cabo su misión de inspección. Lo ideal sería que estos agentes
gozaran no sólo de la confianza del Consejo de Seguridad, sino de la confianza de los Estados Unidos, de la Unión
Soviética y de Turquía y Cuba. Creo que no será difícil elegir a esos agentes que deberán respetar los intereses de todas
las partes afectadas.

Nosotros, comprometiéndonos a dar satisfacción a las esperanzas de los pueblos de Cuba y Turquía y a fortalecer la
confianza de ellos en su propia seguridad, haremos una declaración ante el Consejo de Seguridad de modo que el
Gobierno soviético haga la promesa solemne de respetar la soberanía de Turquía y la inviolabilidad de sus fronteras,
de no interferir en sus asuntos, de no invadir Turquía, de no hacer del territorio soviético una cabeza de puente para
tal invasión y de contener las intenciones de todas las personas que proyecten una agresión contra Turquía, tanto
desde el territorio de la Unión Soviética como desde el de otros Estados vecinos de la nación turca.

El Gobierno de los Estados Unidos hará una declaración análoga, también ante el Consejo de Seguridad, en el sentido
de respetar a Cuba. Declarará que los Estados Unidos, impulsados por el respeto a la soberanía de Cuba y a la
inviolabilidad de sus fronteras, se comprometen a no interferir en sus asuntos internos, a no invadir Cuba, a no hacer
del territorio norteamericano una plataforma para tal invasión y a contener las intenciones de todas las personas que
proyecten una agresión contra Cuba, tanto desde el territorio de los Estados Unidos como desde el territorio de los
estados vecinos de la nación cubana.

Para esto necesitaríamos, naturalmente, llegar a un acuerdo sobre un tiempo límite. Lleguemos, pues, a un acuerdo
sobre tal periodo de tiempo, pero sin retrasarlo demasiado: dos o tres semanas, desde luego no más de un mes.
Los materiales situados en Cuba a que usted se ha referido y que constituyen el motivo de su preocupación, están en
manos de oficiales soviéticos. Por lo tanto, que da excluido cualquier uso accidental de los mismos con daño para
Estados Unidos.

Estos materiales están emplazados en Cuba a petición del Gobierno cubano y exclusivamente con fines de defensa.
Por lo tanto, si no hay invasión de Cuba ni ataque contra la Unión Soviética o contra alguno de sus aliados, estos
materiales no constituyen ni constituirán una amenaza para nadie. Porque su instalación no persigue pro pósitos de
ataque.

Si está usted de acuerdo con mi proposición, señor presidente, nosotros podemos enviar a nuestros representantes a
Nueva York, a las Naciones Unidas, con instrucciones concretas a fin de que podamos alcanzar un acuerdo. Si usted
elige también a sus hombres y les da las correspondientes instrucciones la cuestión puede quedar zanjada
rápidamente.

¿Por qué deseo yo esto? Porque el mundo entero se encuentra actualmente preocupado y espera de nosotros una
rápida solución. La mayor alegría para todos los pueblos puede ser el anuncio de nuestro acuerdo sobre la radical
liquidación del conflicto planteado. Yo atribuyo una gran importancia a este acuerdo, que puede ser, además, utilizado
como un buen paso para allanar el camino a un convenio sobre prohibición d pruebas nucleares. La cuestión de las
pruebas debe ser estudiada paralelamente, aunque sin relacionar un asunto con el otro, puesto que son de naturaleza
diferente.

Sin embargo, es importante que se alcance un acuerdo sobre las dos cuestiones para prestar al pueblo un buen
servicio, para alegrarle también con la noticia de la interrupción de las pruebas nucleares, para demostrarle que la
atmósfera no habrá de ser por más tiempo contaminada. Nuestra posición y la suya a este respecto, señor presidente,
son muy cercanas.

Todo esto puede ser utilizado también como un buen punto de partida hacia la consecución de otros acuerdos sobre
otras cuestiones acerca de las cuales intercambiamos ahora nuestros puntos de vista. Estas cuestiones no han podido
quedar re sueltas por ahora, pero están esperando una urgente solución que haga más clara la atmósfera
internacional. Nosotros estamos dispuestos a conseguirla.

Estas son, pues, mis proposiciones, señor presidente. Suyo, respetuosamente,

26 de octubre de 1962

Nikita Kruschev

CARTA KENNEDY KRUSCHEV

Querido señor presidente:

He leído su carta del 26 de octubre con gran detenimiento y celebro conocer su deseo de buscar una pronta solución
al problema. Lo primero que precisa hacerse, sin embargo, es cesar en el trabajo de las instalaciones para proyectiles
dirigidos en Cuba, a inutilizar todas las armas ofensivas existentes en Cuba, bajo la supervisión de las Naciones Unidas.

En la creencia de que esto se llevará a cabo prontamente, he dado instrucciones a mis representantes en Nueva York
que les permitirán trazar durante este fin de sernana, en cooperación con el secretario general en funciones de las
Naciones Unidas y sus representantes, un acuerdo para una solución permanente del problema cubano siguiendo las
líneas sugeridas por usted en su carta del 26 de octubre. Tal y como yo leo y entiendo su carta, los elementos claves
de sus propuestas que me parecen aceptables en general, tal y como yo las entiendo son los siguientes:
1. Usted acordará eliminar estas instalaciones para armas ofensivas existentes en Cuba, bajo la observación y
supervisión de las Naciones Unidas, y proceder, con adecuadas seguridades, a detener la introducción de tales
instalaciones y armas en Cuba.

2. Nosotros, por nuestra parte, estaremos dispuestos —mediante el establecimiento de los adecuados acuerdos
realizados a través de las Naciones Unidas para asegurar la continuidad y la puesta en marcha de esos compromisos—
a lo siguiente:
a) Levantar inmediatamente las medidas de cuarentena ahora en vigor; y b) Dar seguridad contra la invasión de Cuba.
Confío en que otras naciones del hemisferio occidental estén dispuestos a actuar del mismo modo.

Si usted da a sus representantes concretas instrucciones, no existe razón por la cual no seamos capaces de completar
estos acuerdos y anunciarlos al mundo dentro de un par de días. El efecto de tal acuerdo sobre la tensión mundial nos
permitirá continuar trabajando hacia un acuerdo general referente a «otros armamentos» como propone usted en su
segunda carta que ha hecho pública. Me gustaría señalar de nuevo que los Estados Unidos están interesados en reducir
las tensiones y detener la carrera de armamentos. Y esta carta significa que usted está dispuesto a discutir una tregua
que afecta a la OTAN y al Pacto de Varsovia, nosotros estamos dispuestos a considerar con nuestros aliados cualquier
propuesta o propuestas convenientes.

Pero la primera condición, preciso es recalcarlo, es el cese del trabajo en las instalaciones de lanzamiento de
proyectiles dirigidos en Cuba y las adecuadas medidas para inutilizar tales proyectiles, bajo concretas garantías
internacionales. La continuación de esta amenaza, o la extensión de esta discusión referente a Cuba relacionándola
con otras cuestiones referentes a la seguridad europea y del mundo, conducirán seguramente a una intensificación de
la crisis cubana y a un grave efecto para la paz del mundo. Por esta razón, espero que podamos ponernos de acuerdo
conforme a lo señalado en esta carta y en su carta del 26 de octubre de 1962.

28 de octubre de 1962

John F. Kennedy

CARTA A FIDEL CASTRO

28 de octubre de 1962

Redactado: El 28 de octubre de 1962, en ocasion de la llamada "Crisis de los Misiles". En esta carta Krushchev le
advierte al líder Cubano a permanecer firme ante la agresión norteamericana.

28 de octubre de 1962

Estimado camarada Fidel Castro:

Nuestro mensaje al presidente Kennedy del 27 de octubre permite una solución al problema en su favor, defendiendo
a Cuba de una invasión, si una guerra así estallara. La respuesta de Kennedy, que usted conoce obviamente, ofrece la
garantía de E.U. de que no sólo no invadirá a Cuba con sus propias fuerzas, sino que no permitirán que lo hagan sus
aliados. El presidente de los Estados Unidos ha respondido pues, favorablemente a mis mensajes del 26 y 27 de
octubre.

Acabamos de elaborar el borrador de nuestra respuesta al mensaje del presidente. No lo escribiré aquí, ya que está
siendo transmitido por radio.

Debido a ello, nos gustaría ahora aconsejarle, en este punto de viraje de la crisis, que no se deje llevar por sus
sentimientos: muestre firmeza. Debe decirse que comprendemos su profunda indignación ante las agresivas acciones
de los E.U.A. y sus violaciones de las normas fundamentales de las leyes internacionales.

Por ahora, sin embargo, no son las leyes y las reglas, sino la falta de sentido de los militaristas del Pentágono. Ya que
está a la vista un acuerdo, el Pentágono está buscando un pretexto para impedirlo. Por eso es que organiza vuelos
provocadores. Ayer, usted derribó uno de ellos, aunque usted no lo había hecho cuando ellos habían volado sobre su
territorio. Ese paso será aprovechado por los agresores, para hacer avanzar sus objetivos.

Debido a ello, nos gustaría aconsejarle, en el espíritu de nuestra amistad, que muestre paciencia, firmeza y más
firmeza. Naturalmente, si hubiera una invasión sería necesario luchar contra ella por todos los medios. Pero uno no
debe permitirse caer en provocaciones. Ahora que se está encontrando una solución -una solución que es favorable
para usted y que es una garantía contra una invasión- los desenfrenados militaristas del Pentágono quieren frustrar el
acuerdo y provocarlo a usted a tomar medidas que podrían usar contra usted. Le pedimos que no les dé un pretexto
para esto.

Nosotros por nuestra parte haremos todo lo posible para estabilizar la situación en Cuba, para defender a Cuba de una
invasión y para asegurarle a usted la posibilidad de construir pacíficamente la sociedad socialista.

Le enviamos a usted, y a toda su dirección colectiva, nuestros saludos.

N. Khrushchev

TRATADO ENTRE EEUU Y LA URSS SOBRE ELIMINACIÓN DE MISILES DE ALCANCE CORTO E INTERMEDIO
Los Estados Unidos de América y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, más abajo aludidas como «las partes»,
conscientes de que la guerra nuclear tendría consecuencias devastadoras para la Humanidad, guiados por el objetivo
de reforzar la estabilidad estratégica, convencidos de que las medidas expuestas en este Tratado ayudarán a reducir
el peligro de guerra y a fortalecer la paz y la seguridad internacionales, y teniendo presente sus obligaciones
desarrolladas en el artículo VI del Trata do de No Proliferación de Armas Nucleares, han llegado al siguiente acuerdo:

Art. 1. De acuerdo a las disposiciones de este Tratado que incluye el Memorándum sobre el acuerdo y Protocolos,
como parte integrante del mismo, cada una de las partes deberá eliminar sus misiles de alcance intermedio y, menor,
y a no mantener tales sistemas en lo sucesivo y a llevar a cabo las otras obligaciones previstas en este Tratado. (...)

Art. 3. 1. Para los propósitos de este Tratado, los tipos de misiles de alcance intermedio son:

A) Para los Estados Unidos de América, los misiles designados por los Estados Unidos como Pershing II y los BGM 109G,
que son conocidos por la Unión de Re públicas Socialistas Soviéticas con las mismas denominaciones;

B) Para la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, los misiles de los tipos designados por la Unión de República
Socialistas Soviéticas como RSD 10, R 12 y R14, que son conocidos por los Estados Unidos de América como los SS2O,
SS4 y SS5, respectivamente.

2. Para los propósitos de este Tratado, los tipos de misiles de alcance menor existentes son:

A) Para los Estados Unidos de América, los misiles del tipo designado por los Estados Unidos de América como Pershing
lA, que es conocido por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas con la misma designación.

B) Para la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas los misiles de los tipos designados por la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas, como los OTR 22 y OTR 23, que son conocidos por los Estados Unidos de América como SS12 y
SS23, respectivamente.

Art. 4.

1. Cada parte deberá eliminará todos sus misiles de alcance intermedio y los lanzadores de estos misiles, y todas las
instalaciones y equipos auxiliares de las categorías mencionadas en el Memorándum del Acuerdo, relacionadas con
tales misiles y lanzadores, de forma que dentro de tres años, a más tardar, tras la entrada en vigor de este Tratado y,
en lo sucesivo, ninguno de los misiles, lanzadores, instalaciones y equipos auxiliares sean poseídos por las dos Partes.

Art. 5.

1. Cada Parte eliminará todos sus misiles de alcance corto y los lanza dores de dichos misiles, y todos los equipos
auxiliares, según figura en el Memorándum. De modo que dieciocho meses después de la entrada en vigor del Tratado,
y en lo sucesivo, ninguna Parte posea estos misiles. (...)

Art. 6.

1. Después de la entrada en vigor del Tratado y en lo sucesivo, ninguna Parte podrá: a) producir o probar misiles de
alcance intermedio así como sus fases o lanzadores, o b) producir o probar misiles de alcance corto, así como sus fases

Art. 8.

1. Todos los misiles de alcance intermedio y los lanzadores de esos misiles estarán localizados en áreas determinadas,
y no se encontrarán en ningún otro lugar (...)

3. Hasta su traslado a las instalaciones de destrucción requeridas en el párrafo


2 del art. 5 del Tratado, todos los misiles de alcance corto estarán localizados, junto con sus lanzadores, en bases de
operación de misiles, en las instalaciones de misiles auxiliares o en tránsito y no se encontrarán en ningún otro lugar
(...)

6. A partir de los treinta días de entrada en vigor del Tratado, ninguna Parte podrá instalar misiles de alcance
intermedio y corto, así como las diversas fases de esos misiles, lanzadoras en áreas de producción de misiles o en áreas
de producción de lanzadores o en polígonos de prueba cuya relación se recoge en el Memorándum sobre el Acuerdo
(...)
Art. 10 (...)

2. Las verificaciones mediante la inspección in situ de la eliminación de los sistemas de los misiles especificados en el
Protocolo sobre la eliminación, se desarrollarán de acuerdo con el art. 11 de este Tratado, con el protocolo sobre la,
eliminación y con el Protocolo sobre la inspección. (...)

5. Cada una de las partes tendrá el derecho, durante los primeros seis meses tras la entrada en vigor del Tratado, de
eliminar mediante lanzamiento no más de 100 de sus misiles de alcance intermedio (...)

Art. 11. (...)

2. Cada una de las partes tendrá el derecho de realizar inspecciones en la forma en que dispone este artículo tanto en
el territorio de la otra parte como en los países de emplazamiento (...)

Art. 15.

1. Este Tratado será de duración ilimitada.

2. Cada una de las partes deberá, en ejercicio de su soberanía nacional, tener el derecho de retirarse de este Tratado
si decide que circunstancias extraordinarias relacionados con la materia de este Tratado han conculcado sus supremos
intereses. Deberán informar de la decisión de retirarse a la otra Parte seis meses antes de la re tirada efectiva del
Tratado. Tal notificación irá acompañada de un informe sobre las circunstancias extraordinarias que han provocado
que la parte notificante juzgue que han sido conculcados los supremos intereses del Tratado. (...)

Art. 17. 1. Este Tratado incluye un Memorándum de acuerdo y Protocolos que se conforman como parte integral de
él, que serán asimismo materia de ratificación, de acuerdo con los procedimientos constitucionales de cada una de las
partes. Este Tratado entrará en vigor en la fecha de intercambio de los instrumentos de ratificación (...)

R. Reagan-M. Gorbachov
Washington
8 de diciembre de 1987

DISCURSO DE JORGE RAFAEL VIDELA

«El país transita por una de las etapas más difíciles de su historia. Colocado al borde de la disgregación, la intervención
de las Fuerzas Armadas ha constituido la única alternativa posible, frente al deterioro provocado por el desgobierno,
la corrupción y la complacencia. [...] El uso indiscriminado de la violencia de uno y otro signo, sumió a los habitantes
de la Nación en una atmósfera de inseguridad y de temor agobiante. Finalmente, la falta de capacidad de las
instituciones [...] condujo a una total parálisis del Estado, frente a un vacío de poder incapaz de dinamizarlo.
Profundamente respetuosas de los poderes constitucionales [...] las Fuerzas Armadas hicieron llegar, en repetidas
oportunidades, serenas advertencias sobre los peligros que importaban tanto las omisiones como las medidas sin
sentido. Su voz no fue escuchada. Ninguna medida de fondo se adoptó en consecuencia. Ante esta drástica situación,
las Fuerzas Armadas asumieron el gobierno de la Nación. Solo el Estado, para el que no aceptamos el papel de mero
espectador del proceso, habrá de monopolizar el uso de la fuerza y consecuentemente sólo sus instituciones cumplirán
las funciones vinculadas a la seguridad interna. Utilizaremos esa fuerza cuantas veces haga falta para asegurar la plena
vigencia de la paz social. Con ese objetivo combatiremos, sin tregua, a la delincuencia subversiva en cualquiera de sus
manifestaciones, hasta su total aniquilamiento».

Fragmento del discurso de Jorge Rafael Videla al asumir la presidencia, el 30 de marzo de 1976.
Diario La Nación, 31 de marzo de 1976.

DECLARACIONES DEL GENERAL JORGE RAFAEL VIDELA

«La Argentina es un país occidental y cristiano, no porque está escrito así en el aeropuerto de Ezeiza; la Argentina es
occidental y cristiano porque viene de su historia. Es por defender esa condición como estilo de vida que se planteó
esta lucha contra quienes no aceptaron ese sistema de vida y quisieron imponer otro distinto [...]. Por el solo hecho
de pensar distinto dentro de nuestro estilo de vida nadie es privado de su libertad, pero consideramos que es un delito
grave atentar contra el estilo de vida occidental y cristiano queriéndolo cambiar por otro que nos es ajeno, y en este
tipo de lucha no solamente es considerado como agresor el que agrede a través de la bomba, del disparo o del
secuestro, sino también aquél que en el plano de la ideas quiera cambiar nuestro sistema de vida a través de ideas
que son justamente subversivas; es decir subvierten valores, cambian, trastocan valores [...]. El terrorista no sólo es
considerado tal por matar con un arma o colocar una bomba, sino también por activar a través de ideas contrarias a
nuestra civilización [...]».

Declaraciones del teniente general Jorge R. Videla a periodistas británicos,


publicadas en el diario La Prensa el 8 de diciembre de 1977.
Citado por Andrés Avellaneda en: Censura, autoritarismo y cultura: Argentina 1960 - 1983.

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