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NOVENA DE NAVIDAD

ORACIÓN PARA TODOS LO DÍAS


JESÚS DE NAZARET, báñame con tu espíritu, regocija en mi tu luz, y permíteme seguir siendo luz,
donde quiera que vaya, y con quien quiera que me encuentre; dadme hoy, Señor de tu sabiduría,
dadme hoy, Señor de tu inteligencia, dadme hoy, Señor de tu discernimiento, y permíteme utilizar la
sabiduría que tú hoy me das a cada instante, para que pueda tomar decisiones adecuadas, en los
momentos adecuados, dadme hoy Señor de tu fuerza y de tu fortaleza, para poder vencer la
adversidad, para poder vencer la tentación, para poder dominar mi mente, mi lengua y mi cuerpo, y
así poder apartar de mi mente los malos pensamientos, y así poder apartar de mi lengua las malas
palabras, la mentira, el engaño, y hasta el enojo, y así poder apartar de mi corazón, todo aquello con
lo que tantas veces hasta hoy te ha lastimado, concédeme por tu hermoso Espíritu Santo, como fuego
abrazador que es, que vuelva polvo en mí lo que es del polvo, para que así en mí mueran todo aquello,
con lo que tantas veces te he ofendido, como es el orgullo, la soberbia, la arrogancia, la prepotencia,
la ira, la impaciencia, la injusticia, la intolerancia, el egoísmo, el odio, el rencor, el resentimiento, la
envidia, la codicia, la avaricia, la ingratitud, la falta de fe, o el desamor, y concédeme por tú hermoso
Espíritu, la gracia de poder despertar cada mañana, siendo verdaderamente manso y humilde, justo y
bondadoso, compasivo y misericordioso, pero por sobre todo, verdaderamente sabio, verdaderamente
lleno de fe, y dadme a comprender siempre y a la perfección, entre lo que es bueno y lo que es malo,
para no hacer lo malo y poder hacer solo lo que es bueno, ya que lo bueno viene de ti, y es grato a ti
como Dios que eres, y a mí, como hijo tuyo que soy, del cual si esperas, mi hermosa salvación, amén
señor Jesús.

ORACIÓN A LA SANTISIMA VIRGEN MARÍA


¡Oh, hermosa Virgen María! tú que eres la bien vista ante los ojos del Padre, tú que eres la
bienaventurada por el Padre, a la que todos los hombres de la tierra, debemos llamarte bienaventurada
de generación en generación; hoy, en este tan hermoso día, reconociendo tu virginidad, tu pureza, tu
gracia, y tu grandeza, reconociendo que eres la exaltación de Israel, el orgullo de Jerusalén, tú que
eres la llena de la gracia y la llena de la misericordia, tú que eres, aquel hermoso ser que Dios eligió,
y que regocijo en ti su luz tan grandemente, que te permitió, sin conocer varón alguno, fueras
concebida por obra y gracia de la Hermosa Luz del Espíritu Santo, convirtiéndote así en su esposa, en
la Madre del Hijo, y en la Hija del Padre, aquella hermosa mujer que vistió de sol, de pedestal de tus
pies colocó la luna, y sobre tu hermosa cabeza colocó una corona con 12 estrellas, haciéndonos saber
a los de la tierra como a los del cielo, que tú eres luz desde la cabeza hasta los pies, y eres tanta luz,
que el Señor te hizo digna de dar a luz, a quien es Luz.
Tú, que abogaste por los hombres en las bodas de Caná de Galilea, y hasta sin llegarse la hora, de tu
hijo amado Jesús, Él te honró con obediencia, llevando al cumplimiento su ley, como madre de él que
eres, realizando el primer milagro público, convirtiendo las aguas en el mejor de los vinos para que
una gran fiesta continuara, y ya que la hora de tu hijo amado se llegó, hoy te clamamos los desterrados
hijos de Eva, desde este valle de lágrimas, donde tristemente no hay si no gemido y llanto, y todo
porque la maldad, la rebeldía y la desobediencia, se han apoderado grandemente de todos nosotros
los hombres de la tierra; por eso hoy te pedimos en mansedumbre y en humildad, reconociéndote
como la sin mancha, como la virgen y pura, como a nuestra madre, como la madre de Jesucristo
Nuestro Señor, y como la madre de toda la creación, que abogues, e intercedas, y ruegues por
nosotros, que le pidas a tu hijo amado Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos, que para
con nosotros tenga piedad, compasión, misericordia, bondad, amor, que nos dé el perdón de nuestros
pecados, y que nos deje llenos de su hermosa gracia y de su gran amor, para poder así, caminar en
rectitud para con Él, haciendo todos su voluntad como es su gran deseo, y así poder ser herederos
del hermoso reino, de los hermosos cielos. Amén.

EXALTACIÓN A JOSÉ
José de Nazaret, descendiente del linaje del rey David. Nació de unos padres, los cuales eran muy
entregados a Dios, se preocupaban por cumplir la ley y llevar los preceptos de Dios a la vida y a la
práctica. Él crece en su hermoso hogar, llevando a la vida las enseñanzas de sus padres desde
pequeño, siendo manso y humilde de corazón, dedicado a servir, no a que le sirvieran. Joaquín, su
padre era un carpintero, manso y humilde de corazón, por lo tanto, a José le daba las mismas
enseñanzas, fue así como José aprendió de su padre el mismo arte, lo que lo convertiría en un gran
carpintero, apetecido por muchos hombres, para que les tallara la madera, porque su trabajo era casi
perfecto, como obras de arte.
Así pasa el tiempo hasta que Dios lo elige para tan grande misión, convertirlo en el padre adoptivo de
Jesús, porque era un hombre de mucha oración, por su obediencia, su mansedumbre, su entrega para
con Dios, por ser un buen hijo para con sus padres, y por ser un buen hombre para con los demás en
la tierra. Por eso hoy a ustedes se les dice: imiten la vida ejemplar de José, que cumplan cabalmente
la gran responsabilidad de educar, y formar a sus hijos entregándoles, con un esfuerzo continuo, lo
mejor de sí mismos, ayuda a nuestros hijos a entender, a comprender y a apreciar, el abnegado
esfuerzo de sus padres, para que, así como José recibiera tan grandes bendiciones de Nuestro Dios,
así también nosotros los hombres de la tierra como padres, las sigamos recibiendo de generación en
generación.

ORACION AL NIÑO JESUS


Oh hermosísimo Jesús de Nazaret, tú, que siendo el verbo decidiste hacerte carne para habitar entre
nosotros, tú, que dejaste tu trono, tu gloria y tus vestiduras celestiales en lo alto, para nacer en
mansedumbre y humildad en aquella hermosa pesebrera, naciendo de aquella mujer virgen y pura
como ninguna otra mujer igual, la cual apenas tu naciste, ella se despojó del manto de su cabeza, te
cubrió con el metiéndote en aquella pesebrera, donde el primer lecho que te abrigo fueron las humildes
pajas con las que los animales del campo se alimentaban, donde tu nacimiento, no fue igual al
nacimiento de los hombres de la tierra, puesto que tu nacimiento fue por obra y gracia, de la Luz del
Espíritu Santo, el mismo Espíritu Santo que te había concebido.
Y así, fuiste creciendo en mansedumbre, en humildad, en sabiduría, en inteligencia, que fuiste capaz
de sacrificarte por culpa de nuestras culpas, dando tu hermosa vida por nuestra vida, como nos lo han
hecho saber de generación en generación, y como nos lo recuerda tu hermoso Espíritu Santo, hoy, oh
hermoso y bello niño Jesús, te pedimos con un gran amor y una gran humildad para contigo, que no
tengas en cuenta nuestra desobediencia, nuestra rebeldía, nuestros pecados, y que mires la fe que
hoy te manifestamos, puesto que aquí estamos reunidos es en tu nombre, recordando tan grande
acontecimiento, como fue tu hermoso nacimiento, por obra y gracia de la Luz del Espíritu Santo, el
cual fue tan grande, que hasta ese hermoso día los Ángeles del cielo cantaron diciendo: Santo, Santo,
Santo solo tu Señor; Santo, Santo, Santo solo tu Altísimo y Todo Poderoso, el cual eres tan grande,
que tres reyes sabios de diferentes naciones vinieron a visitarte, para conocerte, y hasta se postraron
a tus pies, te adoraron, y te ofrendaron con oro, mirra e incienso.
Así hoy nosotros, reconociendo tu grandeza, nos postramos de rodillas a tus pies, y te ofrendamos
grandemente, no con la ofrenda que te dieron los reyes sabios en tu nacimiento, porque tú en verdad
no nos pides bienes materiales; hoy te queremos ofrendar, verdaderamente como tú lo pides, con todo
nuestro corazón, abierto y dispuesto para ti, con toda nuestra vida, nuestra alma y nuestro ser, porque
tú en verdad sí eres digno, de toda nuestra adoración, que te honremos de tan grande manera, porque
tú eres el único, y el unigénito del padre, el cual ha venido de lo alto a redimirnos del pecado,
levantándonos de la muerte, para que todos tengamos vida en abundancia, y así podamos morar al
lado del Padre como tú moras, y morarás por siempre; Amén.

GOZOS

Dulce Jesús mío, mi niño adorado


¡Ven a nuestras almas, mi niño, ven no tardes tanto!
No tardes tanto, no tardes tanto…

Oh, Dios y Padre Santo, tú que moras en lo alto,


y en forma de niño a los del mundo has venido,
Oh hermoso niño, danos hoy tu gracia y tu obediencia,
Danos de tu amor, de tu luz, de la esperanza,
y así poder llegar como hombres, gratos a ti en este día.

Ven, ven, ven, ven a nuestras almas niñito ven, ven, ven, etc.

Oh, Dios y Padre de Israel, y Padre Nuestro


A Moisés ante la zarza ardiente fue llevado
De sus sandalias despojado, pero tú ley le has entregado,
Oh hermoso niño danos hoy de tu sabiduría
para llevar tus mandamientos, con amor, con alegría.

Ven, ven, ven, ven a nuestras almas niñito ven, ven, ven, etc.
Oh, Padre del cielo que a José has escogido
A quien le diste la tarea, de cuidar con su propia vida,
No solo la vida de su Madre, sino también la de su hijo el Elegido
Oh hermoso niño Jesús, tú que en el pesebre has nacido,
Permítenos vivir en obediencia, como tú oh, Jesús, has vivido.

Ven, ven, ven, ven a nuestras almas niñito ven, ven, ven, etc.

Oh, Dios, tú que creaste el cielo y la tierra con amor


Tú que nos diste a Abraham como nuestro padre en la fe,
Que nos enseñó a los hombres a creer y confiar, solo en ti mi Señor
Dulcísimo niño Jesús, que viniste de lo alto para darnos tu amor,
Llénanos de tu gracia, y danos tu hermosa salvación.

Ven, ven, ven, ven a nuestras almas niñito ven, ven, ven, etc.

Oh, Padre del cielo, que tu bendición nos has regalado,


Que, en cada mañana, en cada tarde, en cada noche,
Por medio de ella en la tierra todo lo has multiplicado.
Oh hermoso niño Jesús, danos tu hermosa bendición,
Para que no nos perdamos, del camino que lleva a la salvación.

Ven, ven, ven, ven a nuestras almas niñito ven, ven, ven, etc.

Oh, Padre Celestial, abre los cielos y bendice los campos,


Desciende la hermosa lluvia, y cobíjalos con tú sol,
Para que así todos tus hijos, abundancia siempre tengamos.
Oh hermoso niño Jesús, ven y báñanos con tú Luz,
para que, en la oscuridad, nunca, nunca nos perdamos.
Ven, ven, ven, ven a nuestras almas niñito ven, ven, ven, etc.

Oh, hermosa María, a tus pies me postro en este hermoso día,


Tú que abogas por los hombres, y pidiendo tú intercesión,
Para que el Señor Nuestro Dios, me salve el alma mía.
Oh santo niño Jesús, a ti vengo con gran devoción,
Deseando recibir de ti, tu santa y grande bendición.

Ven, ven, ven, ven a nuestras almas niñito ven, ven, ven, etc.

Oh, Padre del cielo, que la cruz a cuestas en tu espalda has cargado,
Con tú corona de espinas, después de haber sido, tan cruelmente latigado,
Y todo por nuestras culpas, y todo por nuestros tantos pecados,
Oh hermoso niño Jesús, llénanos hoy de ti, y llénanos con tu amor,
Para tener arrepentimiento, y una verdadera conversión.

Ven, ven, ven, ven a nuestras almas niñito ven, ven, ven, etc.

Día primero: LA CREACIÓN


En el principio Dios creó el cielo y la tierra, pero la tierra no tenía ninguna forma, era una planicie como
es el cielo, pero la tierra estaba cubierta de agua, y todo era solo oscuridad, hasta que Dios por medio
del verbo, el cual es su palabra, dijo en medio de la oscuridad, hágase la luz, y la luz se hizo; luego de
haber creado la luz, el verbo dijo; y que la luz venza la oscuridad, y la oscuridad fue vencida; luego el
verbo dijo: y que por la luz todo sea creado, y así pasó el primer día; y dijo Dios por medio de la luz,
que las aguas se aparten de la tierra, y cojan sus propios caudales, e hizo que tres partes de tierra se
hundieran, para que el agua se separara de la tierra, y así se formaran los mares, los ríos, las
quebradas, los arroyuelos, y así pasó el segundo día; luego Dios por medio de la luz dijo: que existan
aves que caminen por la tierra, que vuelen por sobre la tierra, y que algunas de ellas hasta se puedan
profundizar en las aguas; luego dijo Dios por medio de la luz, que existan los animales que caminen
sobre la tierra, y también que existan los que se arrastran en ella, y luego dijo; que en las aguas existan
de toda clase de animales, peces grandes y pequeños, y así se hizo, y pasó el tercer día; luego dijo
Dios por medio de la luz; que exista el universo, que existan los planetas para que por medio de ellos
la vida en la tierra sea posible; luego Dios creó dos luces, una grande y una pequeña, a la grande la
llamó sol para iluminar el día, y a la pequeña la llamó luna, para iluminar la noche, y a esta la
acompañó, creando las estrellas, para que también brillaran en medio de la oscuridad; después de
que el verbo lo creó todo por medio de la luz, y donde todo era solo luz, volvió a hacer posible que la
oscuridad apareciera de nuevo, y luego la misma luz que todo lo estaba creando, hizo posible que el
sol se ocultase, para que la oscuridad viniese, y esta fue llamada noche, así mismo hace posible que
el sol aparezca, para que la oscuridad desaparezca, y este fue llamado día, y así se terminó el cuarto
día; luego dijo Dios: y que de la tierra nazca toda clase de hierbas, plantas, y árboles que den semillas
y frutos, para que las aves y los animales, se alimenten de ellos, y así pasó el quinto día, y así Dios
por medio de la luz, todo lo creó, hasta el día y la noche, y así Dios después de crearlo todo, se
maravilló, al verlo todo tan hermoso y tan perfecto, y pensó;
voy a crear un ser asemejado a mí, para que me cuide todo esto, y lo haré a imagen y semejanza mía,
le daré poder sobre los animales del campo, las aves, los peces del agua, las mismas aguas, y la
tierra; pero yo quedaré con poder sobre él y todo lo existente, y lo llamaré hombre; así Dios tomó la
tierra, la salivó, la amasó, e hizo al hombre totalmente diferente a todo lo que había creado en la tierra,
pero lo hizo sin vida, le miró por un rato, y luego, sopló aliento de vida sobre él, así es como Dios creó
al hombre, y después de haberle dado vida, le ordenó que se parara, y le dijo: yo soy el creador de
todo, y yo soy quien te ha creado, a mí me obedecerás, y todo lo que ves, yo te lo entrego, todo es
tuyo, tendrás poder sobre todo lo existente en esta tierra, pero yo también tengo poder sobre todo lo
existente en esta tierra, la cual llamaremos mundo, y yo tendré poder sobre ti por siempre, más tu
nunca tendrás poder sobre mí, podrás comer de todo lo que hay en la tierra, en excepción de aquellos
dos árboles, señalándolos;
podrás alimentarte de las aves y animales, tanto de los que están en la tierra, como los que están en
las aguas, aunque tú no sentirás hambre; podrás beber de las aguas, aunque tú no sentirás sed;
podrás sentarte o acostarte, y hasta dormir, aunque tú no sentirás cansancio, no sentirás frío, ni calor,
aunque encontrarás en estas tierras lugares muy fríos, y otros muy calientes, pero tú no los sentirás,
porque cuando vayas a un lugar frío, tu cuerpo se calentará, para que no sientas el frío, y cuando
vayas a un lugar caliente, tu cuerpo se enfriará, para que así donde quiera que vayas o estés, siempre
estés bien; podrás entrar en las aguas, y las podrás dominar, ningún animal de la tierra, o ave de los
aires, o de las aguas, tendrá poder sobre ti, más tu tendrás poder sobre todo lo de este mundo, como
ya te lo dije, pero no me voy a quedar contigo, porque también tengo otro lugar donde estar, el cual
también lo he creado, y se llama cielo; pero vendré de vez en cuando, y me pasearé contigo en este
hermoso mundo, como lo he llamado, y aunque tengo el cielo, prácticamente unido con la tierra, y solo
lo separa un escalón, no lo subas, que si necesitas algo de mí, solo llámame, y yo te responderé, al
igual, cuando te llame, tú me responderás; el hombre al escucharle le dice; y como te llamo, y el
creador le dice: me llamarás Dios, y yo a ti te llamaré Adán. Y a ti te doy el que le coloques nombre a
todo, tanto a las aves, como a los animales de la tierra, a los peces, a las hierbas, a los árboles, a los
frutos de ellos, y a todo lo venidero a este mundo, porque todo se multiplicará, para que tú siempre
tengas abundancia, y así pasa el sexto día. Y el séptimo día, viendo Dios toda su hermosa creación,
descansa, y el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas, maravillado de todo lo creado.
Al octavo día, después de haber sido todo creado, Adán empezó a mirar a todos los animales, y pudo
ver, como todos ellos andaban en pareja, al igual que las aves, también andaban en pareja, tanto las
que vuelan, como las de la tierra, y pudo observar, cómo ningún ave, animal, pez, eran como él;
entonces clama al Creador, porque se siente solo, y le pide que le regale otro ser como él, o asemejado
a él, para caminar con él, y estar con él en la tierra; y el Creador al escucharlo le dice: te estás sintiendo
solo en este mundo, mira que no estás solo, me tienes a mí, mira cuanto he creado, y todo te lo he
entregado, y ¿aún te sientes solo? Y Adán le dice, es cierto Dios, que no estoy solo, pero todos son
muy diferentes a mí; dame otro ser con quien pueda estar, poder caminar con él en este mundo, y
poder disfrutar con él de esta hermosa creación, entonces Dios le dijo a Adán que se acostara en el
suelo, luego hace que entre en un sueño profundo, como de muerte, viene a él, y al lado de él hace
un ser de barro, a una mujer; mete la mano en el costado izquierdo del hombre, retira un hueso de su
costilla, y se lo coloca a la mujer, le sopla espíritu de vida, y le da vida, creando así a la mujer a
imaginación de Él. Luego despierta del sueño profundo al hombre, y el hombre, al ver a la mujer, se
alegra, y exclama con sus propios labios: carne de mi carne, y hueso de mis huesos; y Dios, los une
como pareja, y les da por nombres, al hombre Adán, y a la mujer Eva, les ordena que se unan como
pareja, que se multipliquen, y repueblen la faz de la tierra.

Día segundo: LOS PADRES DE MARIA LA VIRGEN, JOAQUIN Y ANNA


Después de muchos años de Dios haber creado el cielo y la tierra, siendo Jesús el verbo, decidió
hacerse carne, para habitar entre nosotros, para darnos ejemplo de vida con su propia vida, para
recordarnos su pacto y sus mandamientos, sin abolir la ley, y para darnos sus grandes enseñanzas
personalmente, para que así, fuéramos gratos al Padre, y poder obtener como recompensa por nuestra
obediencia, la heredad del reino de los cielos. Y para su nacimiento, debía elegir una mujer en la tierra,
y por eso, miró desde lo alto a todos los hombres y mujeres, fijándose en un hombre y una mujer, que
estaban casados, y eran castos ante Dios, por la fidelidad del uno para con el otro, y por su fidelidad
para con Dios. Aquel hombre se llamaba Joaquín, y su mujer se llamaba Ana, pero nunca había podido
tener hijos, ya que era estéril, y así envejeció; pero nunca dejaban de clamar a Dios, pidiéndole que
tuviera misericordia para con ellos, y que les regalara descendientes; hasta que Dios, viendo su
obediencia, y la entrega para con Él, hizo posible, que esa mujer anciana quedara en cinta, y diera a
luz, a la más grande mujer, María la Virgen; a quien el Señor Nuestro Dios convertiría, con el pasar de
los años, en su propia Madre.

Día tercero: LA ANUNCIACIÓN DEL ÁNGEL GABRIEL A MARIA LA VIRGEN


Joaquín y Ana como esposos, reciben la bendición de Dios, y Ana, siendo anciana y estéril, recibe la
gracia de Dios al quedar en cinta, y dar a luz a una hermosa pequeña, trigueña, de cabellos negros,
ojos negros, un verdadero Ángel nacido en la tierra, la cual empieza a crecer, formándose en tan
grande mujer; pero siendo una pequeña, empieza a aprender de sus padres, el hacerle altares a Dios,
orando, perseverando, y esperando siempre en Él. Y cuando cumplió 8 años de edad, se dirige a su
alcoba, se arrodilla ante Dios, y exclama: “Oh Dios! Padre de mis padres y Padre mío, a Ti hoy te
clamo, deseosa de que me escuches, porque hoy, a Ti me entrego de alma, vida, y corazón, y te
prometo, que viviré en fidelidad para Ti, y nada más que para Ti, que nunca me entregaré a ningún
varón en la tierra, y las riquezas de este mundo no me preocuparán, ni me desvelarán, porque te
reconoceré solo a Ti, como mi único tesoro, y espero ser grata a Ti, como veo que mis padres lo son,
y que tú, día a día, tengas esa grande misericordia para conmigo, como la has tenido para con mis
padres”. Así pasa el tiempo de María, perseverando en la oración, en la obediencia, y en la entrega
para con Dios, hasta que cumplió los 15 años de edad.
Los padres de María le buscan esposo entre los jóvenes del pueblo de Nazaret, y hacen una gran
fiesta, con muchos invitados; pero antes de que finalice la fiesta, le dicen a los solteros, que María ya
está en edad de desposarse, para ver quién la quiere elegir como su esposa. Entre los invitados, tres
se dispusieron para tan hermoso compromiso, uno de esos era José, quien era el mayor entre ellos;
los solteros se dispusieron para hablar con Joaquín y Ana, para hacer saber sus intenciones con María;
los padres de María les invitan a que se vayan a sus casas, y que al otro día regresen, para hablar de
dicho asunto. Al día siguiente, vienen los dos jóvenes de camino a la casa de Joaquín y Ana, y también
José viene atrás de ellos; José desde lejos, puede ver que ellos llevan flores en la mano, para cortejar
a María, y él, al ver las flores que ellos llevaban, se preocupó por no llevarle nada, y empezó a mirar
para todas partes, y no había flores en el camino. Cuando él vio que los jóvenes llegaron a casa de
María, que les invitaron a entrar, él no tuvo tiempo de buscar ninguna flor, entonces cogió una rama
seca que había en el camino, y así, sigue caminado hacia la casa de María; cuando llegó, los dos
jóvenes ya habían entrado, y estaban sentados, dialogando con Joaquín y Ana; mientras que María,
estaba sentada al lado de sus padres; la puerta, estando abierta, José la golpea, haciéndose notar
que está afuera; Joaquín, sale a mirar quién es, y ve a José con la rama seca en la mano, pero al
instante, Joaquín ve como la rama que José tiene entre sus manos, reverdece y florece; Joaquín al
verlo, lo interpreta como la señal de Dios, para que ese hombre sea, el esposo para María; Ana, que
salió después de Joaquín, no alcanzó a ver lo que había sucedido con José, entonces lo invitan a
entrar, y lo sientan al lado de los otros dos jóvenes. Joaquín pide permiso, para retirarse por un instante
con Ana, para contarle lo que aconteció con la rama seca que José traía en sus manos, y le dice: este
es el hombre que debemos elegir, como esposo para nuestra hija; luego regresan, se sientan
nuevamente, y entablan un gran diálogo entre todos; tiempo después, Joaquín y Ana, despiden a los
dos jóvenes que habían llegado primero, dejando a José allí, y le dicen: que es él, el que ellos eligen
para que sea el esposo de su hija.
Después de esta visita, al llegar a tan grande acuerdo, José va a la casa de sus padres, para contarles
lo que ha sucedido, al otro día, los padres de José vienen a casa de Joaquín y Ana, haciéndoles saber,
que están de acuerdo con dicho compromiso, preparándose para presentarlos ante el pueblo,
quedando así, María y José desposados; José regresa a la casa con sus padres, ocupándose de sus
quehaceres, mientras María, se queda en la casa de sus padres, ocupándose de los suyos. Habiendo
pasado unos cuantos días, María, después de orar como era su costumbre, se acostó a dormir, y
cuando menos pensó, un resplandor de luz se apoderó de su alcoba, ella despierta y se asombra
grandemente, al ver como la ventana de su cuarto estaba abierta, y allí, hay un ser de pie totalmente
de luz, y le dice: “María, no temas, yo soy el Ángel del Señor, y fui enviado a ti para anunciarte, que
tú eres la bien vista ante los ojos del Señor, por eso el Señor hoy te dice: Dios te salve María, lo cual
significa: Dios te saluda María; al instante continuó diciendo, el Señor está contigo, Tú has hallado
gracia delante de Él, y por eso hoy te hace saber, que tú eres su elegida, para que seas la madre de
Él, por eso, tu quedarás en cinta, y tendrás un hijo varón el cual llamarás Jesús, y los hombres le
llamaran: Emanuel, que significa; Dios con nosotros” María muy asustada al escuchar estas palabras
le dice: y ¿cómo pueden ser posible estas cosas, si yo no conozco varón alguno? el Ángel del Señor
le responde: María, será por obra y gracia de la Luz del Espíritu Santo, tu entrarás en un sueño
profundo, y el Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Dios altísimo se posará sobre ti, y tu
quedarás en cinta, a la espera de ese hijo que hoy te anuncio, por eso, el niño que va a nacer será
llamado Santo, e Hijo de Dios, el cual será el Mesías, el Salvador del mundo, el cual será el más
grande entre todos los hombres de la tierra.
Entonces maría dijo: he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra, y dicho esto, el
Ángel se fue; María entra en aquel sueño profundo, y el Espíritu Santo obra en ella; cuando despierta,
está muy asustada, corre a la habitación de sus padres, los despierta y les cuenta tan grande
acontecimiento.

Día cuarto: EL VIAJE DE MARÍA A LAS MONTAÑAS DE JUDÁ, DONDE SU PRIMA ISABEL
Después de aquel gran acontecimiento para con María, ella sabiendo que será la Madre del Señor,
llega a la casa de sus padres una gran noticia; Isabel, su pariente, siendo anciana y estéril, ha quedado
en cinta. María como es tan dada a servirle a los demás, les dice a sus padres, si le dan permiso para
ir a donde su prima Isabel, para ayudarle con los quehaceres de la casa mientras llega el nacimiento
del descendiente de Isabel y Zacarías. Joaquín y Ana al escuchar a María, pidiendo permiso para
viajar a la casa de Isabel le dicen: tú estás desposada con José y aunque no se han casado, debes
contar con el consentimiento de él, así es que ve a donde José, pídele permiso, y si él dice que vayas,
tu irás, pero si te dice que no vayas, tu no irás. María al instante, se va a buscar a José, cuando lo
encuentra, le cuenta lo que sucedió con su prima, y le dice que quiere ayudarle con los quehaceres de
la casa; José le dice: María, no tengo ningún inconveniente en que vayas, es más, yo mismo te
acompañaré hasta estar muy cerca de la casa de tus parientes, luego me regresaré, y así me aseguro
de que no te pasará nada en el camino, así que ve, organiza tus cosas que ya voy por ti; José luego
viene por ella y así emprenden el camino hacia las montañas de Judá, donde vive su prima Isabel;
cuando están muy cerca de la casa de Isabel, José, deja que María continúe el camino sola, mientras
que él, se regresa a su casa, porque tenía mucho que hacer, María después de caminar otro rato, llega
a la casa de Isabel.

Día quinto: LA VISITACIÓN DE MARIA LA VIRGEN, A SU PRIMA ISABEL:


María al llegar a la casa de Isabel, golpea la puerta, e Isabel sale y le abre, ella al ver a María, el niño
que está en el vientre de Isabel salta de gozo, y le hace saber que María, es la Madre del Señor, e
Isabel exclama, y saluda a María diciéndole: quién soy yo, para que la Madre de mi Señor visite mi
casa, María se asombra al escuchar a Isabel decir esto, y le pregunta: ¿Quién te ha anunciado estas
cosas? e Isabel le responde: el niño que tengo en mi vientre, ha saltado de gozo, y me ha hecho saber
que tú, eres la madre de mi Señor; María inmediatamente exclama: “mi alma glorifica al señor, y mi
espíritu se llena de gozo en Dios mi salvador porque puso sus ojos en la humildad de su esclava; y
desde ahora siempre me llamaran bienaventurada todas las generaciones, porque El Señor ha hecho
cosas grandes en mí; santo es su nombre, y su misericordia llega de generación en generación a los
que le temen, ha hecho sentir el poder de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón, destronó a
los orgullosos, y exalto a los humildes; a los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos los despidió
con las manos vacías, acordándose de su misericordia, auxilió a Israel su siervo, como lo había
prometido nuestro padre a nuestros antepasados, a Abraham y su descendencia para siempre” luego
de Isabel escuchar estas palabras de María, ella queda llena de la gracia del Espíritu Santo
exclamando; “Bendita tú entre las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre” luego le invita a entrar a
su casa, para hablar de estas cosas. Al entrar María, se encuentra con Zacarías, María lo saluda,
mientras Zacarías solo le abraza, y le hace señas, María al ver que Zacarías no le habla, le pregunta
a Isabel: ¿por qué no me habla? e Isabel le responde: él ha perdido su voz, porque antes de que yo,
quedara en cinta, Zacarías se fue a servir al templo como era su costumbre y cuando estaba allí en el
templo en adoración para con Dios, después de un rato se le presentó el Ángel del Señor y le dijo:
Zacarías el Señor siempre ha escuchado tus oraciones, pero no se había llegado la hora de concederte
lo que tú has pedido, por eso me ha enviado hoy a ti para que te anuncie, que tu esposa estéril y
anciana, quedará en cinta, y dará a luz a un hijo varón, el cual le pondrás por nombre Juan, y los
hombres lo llamarán el Bautista, él le allanará el camino al Mesías, al Salvador del mundo, porque Él
es el último profeta qué Dios envía a la tierra; Zacarías al ver y escuchar al Ángel del Señor, se ríe y
le dice: yo no creo estas cosas, porque si mi esposa no pudo quedar en cinta cuando era joven, ahora
que es una anciana, mucho menos. El Ángel del Señor al escucharle le dice: en verdad lo que te digo
es cierto, porque el Señor es quien me envió a anunciarte estas cosas, por eso como tú no has creído,
y esto es verdad, desde hoy quedarás mudo, perderás tu voz, y tu voz volverá a ti cuando tu hijo nazca;
y así Zacarías vino a casa mudo, desde ese día no habla, y a los pocos días quedé en cinta a la espera
de Juan el Bautista. Ahora cuéntame tu María, que ha sucedido contigo, María le cuenta cuando se le
presentó el Ángel Gabriel en la habitación, y lo que Él le anunció.

Día sexto: EL REGRESO DE MARIA A NAZARETH


Después de que Isabel da a luz a Juan el bautista, María se queda un poco más de tiempo con ellos,
ayudando con los quehaceres de la casa, luego decide volver a Nazaret, pero su vientre ya había
crecido, ya se notaba que ella estaba en la espera de un hijo, y cuando llega a Nazaret, la gente le
miraba y se decían: ¿acaso esta no es María la lavandera, la que está desposada con José? y ¿por
qué esta en cinta? ¿cómo es que no ha respetado el compromiso? y hasta la salivaron, y las que le
veían, empezaron a contarle a otros, y una de ellas, se fue hasta la casa de José, para contarle que la
mujer que él había desposado y que se encontraba ausente, ya había regresado a Nazaret, pero que
estaba en cinta; a José estas palabras lo afligieron y lo entristecieron, sintió impotencia al sentirse
traicionado por María, y eso le llenó un poco de ira, e Inmediatamente dejó el quehacer en la
carpintería, y se fue a buscar la casa de Joaquín y Ana, para encontrarse con María.
Cuando José llega a casa de María, ella está en la sala, sentada junto a sus padres, quienes están
dialogando con ella; José, sin tocar la puerta, entra muy malgeniado, porque le vio su vientre crecido;
y sin saludar a nadie, dice: ¿qué ha pasado contigo María? ¿porque estás en cinta, si tu yo aún no
hemos estado como esposos? ¿porque me has sido infiel? María le mira, se baña en llanto y le dice:
José, no es lo que tú piensas, no es lo que crees, yo no conozco varón alguno, estoy en cinta porque
este fue concebido en mi vientre por obra y gracia de la Luz del Espíritu Santo, Él, es el hijo del Altísimo
y todo poderoso, José se ríe en son de burla y le dice: ¿por quién me estás tomando María? ¿Porque
te burlas de mí? Has cometido adulterio, y yo mismo te voy a hacer apedrear; Joaquín y Ana, al
escuchar esto le dicen: “José cálmese, tranquilícese, que lo que María te está diciendo es la verdad,
ella fue elegida por el Padre del Cielo para convertirla en su Madre, en verdad ella no conoce varón
alguno; ella, fue concebida por obra y gracia de la Luz del Espíritu Santo; antes de ella nacer, nuestro
Dios nos lo había anunciado, que esto acontecería, y por eso Él a ti te eligió como esposo para ella.
Por eso recuerda, cuando viniste a nuestro hogar para visitar a María por vez primera, tu traías una
rama seca en tus manos, más, al ver como esa rama seca que tenías entre tus manos, reverdeció y
floreció, como señal de Dios para con nosotros, fue precisamente para que te eligiéramos como esposo
para ella.
José los mira y les dice; ¿quién puede creer estas cosas? ¿todos ustedes creen, que me pueden
engañar a mí? pues hoy les digo que no; yo mañana, hare apedrear a María, porque ella cometió
adulterio; Joaquín y Ana le dicen “José tranquilícese, cálmese, crea que lo que le estamos diciendo es
verdad; José se apacienta por un momento y les dice: ustedes son personas de mucha oración, y de
mucho creer en Dios, yo también lo soy, así que me iré para mi casa ya mismo, me iré a orar y a
pedirle a Dios sabiduría sobre este asunto, pero lo más seguro, es que mañana vengo para entregar
a María, para que sea apedreada. José, sin despedirse, se retira y emprende el camino hacia su hogar,
pero cuando va de camino, como la casa de ellos está cerca de un monte, él resuelve no ir a su hogar,
si no que más bien ingresa al monte, allí se arrodilla a la raíz de un árbol, y empieza a clamarle a Dios,
a pedirle sabiduría sobre lo que había acontecido, y a pedirle al Señor que le hiciera saber la verdad,
porque él no quería cometer un error con María.
Después de mucho orar y clamar a Dios, se queda dormido, y a eso de las tres de la mañana, viene
el Ángel del señor a él y le habla: “José, José, despierta, y cuando José despierta, ve la silueta de
aquel ser lleno de luz, y José pregunta, ¿quién eres tú? El Ángel le dice “soy el Ángel del señor, y Él
me ha enviado a ti para que te anuncie, que lo que te ha dicho María y sus padres, es la verdad, ella
no ha practicado pecado, ella es virgen y pura, no te ha sido infiel, el que está en su vientre es el
Mesías, el Salvador del mundo. El señor a ti te ha escogido, para que tú seas su padre en la tierra, y
la misión que tienes, es proteger a María y a su hijo con tu propia vida; así que ve a casa de María, y
cásate con ella; luego de decir estas palabras, el Ángel del señor se desvanece ante sus ojos.
José se levanta asombrado, con un gran gozo, felicidad, paz y tranquilidad en su corazón, al escuchar
que lo que María le había dicho era cierto, y sale corriendo hacia la casa de Joaquín y Ana. Todavía
no se había amanecido, cuando llama a la puerta, Joaquín y Ana se despiertan porque aún están
dormidos, y cuando se dan cuenta que es José, se asustan demasiado, y Joaquín le dice a Ana, y
¿ahora qué haremos? este hombre vino demasiado temprano, lo más seguro es que sí va a hacer
apedrear a María, y ¿ahora qué haremos? vuelve y se pregunta Joaquín, más van y abren la puerta;
inmediatamente José les ve, abre los brazos, se abraza a ellos, llora y pide perdón por no haberles
creído, y haber dicho palabras tan fuertes contra ellos y contra María, y les pide el favor que le llamen
a María, ellos sorprendidos, miran a José sin preguntar qué ha sucedido, llaman a María, y cuando
ella viene, José la toma de las manos, le besa la mejilla, le pide perdón por no haberle creído; Joaquín
y Ana le preguntan a José, y ¿qué te ha hecho creer estas cosas? y José les dice: el mismo Ángel que
se le presentó a María, también se me ha presentado a mí, y me ha hecho saber que en verdad, María
es pura, que ella sí es virgen, y que no ha conocido varón, que en verdad el hijo que espera si fue
concebido por obra y gracia de la Luz del Espíritu Santo, así que preparemos todo, porque ya mismo
me casaré con ella.

Día séptimo: LA IDA DE MARIA Y JOSE DESDE NAZARET HASTA JERUSALEM


Subió también José del pueblo de Nazaret, de la región de Galilea, y se fue hasta Jerusalén para
censarse junto con su esposa María que estaba en cinta, pero no encontraron posada, porque todas
las posadas estaban llenas por aquel acontecimiento. Todos los familiares habían venido a Jerusalén
para el censo, más José y María seguían buscando posada más no encontraban, hasta que tocaron
la puerta de una mujer anciana y ella les dijo “toda mi casa está llena de familiares y no familiares a
los cuales les di posada, no tengo lugar para ustedes, y como ya está cayendo la noche y hay toque
de queda, les aconsejo que vayan a Belén a la ciudad montañosa de David, allí encontraran unas
pesebreras donde podrán pasar la noche, y así mañana vuelvan a Jerusalén, con facilidad al ser de
día encontraran posada”. María y José emprenden el camino hacia Belén, hasta que llegan a las
pesebreras, y cuando encuentran una donde pasar la noche, ya se ha oscurecido.

Día octavo: LOS TRES REYES SABIOS, CAMINANDO EN BUSQUEDA DEL NACIMIENTO DE
JESUS, GUIADOS POR LA ESTRELLA DE DAVID.
Tres reyes sabios venidos del oriente, de diferentes naciones, instruidos por la palabra que estaba
anunciada por los profetas de los antiguos tiempos, guiados por el Dios Padre de Abraham, miraron al
cielo y vieron la gran señal, la estrella de David, resplandeciente en las alturas del firmamento, y
creyendo en la profecía que estaba anunciada, empezaron el camino que los guiaba hacia la estrella
de David, porque ellos tenían la sabiduría de Dios, para saber, que hacia donde ella iluminara, allí
sería el nacimiento del nuevo rey; ellos, sin haberse puesto de acuerdo, guiados por la estrella de
David, emprendieron el camino, cada uno desde su reino, para ir en busca del nuero rey, porque le
querían conocer y adorar.
Uno se llamaba Melchor, el cual le llevaba como ofrenda mirra, el otro se llamaba Gaspar, el cual
llevaba como ofrenda oro, y el otro se llamaba Baltazar, el cual llevaba como ofrenda incienso, y en el
camino, los tres se encontraron. Primero se encontraron Melchor con Gaspar, los cuales se
asombraron al encontrarse por el mismo camino, al ser reyes de diferentes naciones, sin embargo, se
saludaron efusivamente, y Melchor le preguntó a Gaspar: ¿qué haces por estas tierras? y ¿hacia
dónde vas? Él se sonrió, le miro y le dijo: no vengo en guerra, y no vengo a conquistar tierras. En
verdad vengo en paz, guiado por la estrella de David como está anunciado por los profetas, porque
quiero conocer ese nuevo rey, porque quiero adorarle y ofrendarle; Melchor al escuchar a Gaspar le
responde: Que coincidencia, yo vengo por lo mismo, yo vengo guiado por la estrella de David, porque
también quiero conocer a ese nuevo rey, para ofrendarle y adorarle; porque yo también creo en la
palabra de los profetas, así que te invito a que caminemos juntos, para que encontremos la tierra
donde nacerá ese nuevo rey; y así siguen juntos, hasta que después de varios días de camino, se
encuentran con Baltazar, otro rey de otra diferente nación, el cual, al ver a esos dos reyes juntos, se
asusta y piensa, seguramente van a entrar en guerra contra mí, por estar en tierras tan lejanas de mi
reino; Baltazar al verlos, envía a uno de los de él, para que se adelante, los alcance y les diga; que su
rey viene en paz y no en guerra, teniendo miedo de entrar en una confrontación; el hombre alcanza a
los reyes, se presenta y les dice: Vengo con mi rey Baltazar, y como estamos viendo que le estamos
dando alcance, él les manda decir que viene en paz y no en guerra; y les pregunta: ¿será que podemos
continuar nuestro camino? Melchor y Gaspar, miran al hombre y le dicen: ve y dile a tu rey, que
nosotros tampoco venimos en guerra, que venimos en paz, que bien pueda continuar su camino; el
siervo se retira, vuelve al rey Baltazar, y le da la razón que han enviado con él; el rey continúa su
camino en tranquilidad hasta que los alcanza, les saluda y pide el permiso para continuar el camino;
Melchor le mira y le dice: ¿qué te trae por estas tierras? ¿están muy lejanas de tu reino? y Baltazar le
responde, si estoy lejos de mi reino, vengo en paz y no en guerra, y vengo guiado por la estrella de
David, porque según los anuncios de los profetas de los antiguos tiempos, destinaron que, en las
tierras lejanas de mi reino, nacería un nuevo rey, y por eso voy en busca de él porque le quiero conocer,
adorar, y ofrendar. Melchor le mira y le dice; nosotros también venimos por el mismo asunto, guiados
por la misma estrella de David, así que, si quieres unirte a nosotros, podemos caminar todos juntos, y
no hay ningún inconveniente, y mirando a Gaspar, Gaspar responde: por mí tampoco hay ningún
inconveniente, caminemos juntos.
Caminan mucho tiempo hasta que llegan a las tierras de Jerusalén, a las tierras del rey Herodes, pero
antes de llegar a dichas tierras, al rey Herodes le avisan que vienen tres reyes de diferentes reinos,
caminando hacia sus tierras; el rey Herodes inmediatamente, hace que una tropa de su ejército salga
al encuentro de los reyes que están llegando a sus tierras, cuando llegan los rodean y les dicen:
nuestro rey Herodes nos ha mandado para que los guiemos, no como presos, si no como invitados,
porque él quiere hablar con ustedes, y saber ¿porque están en las tierras de él? Los reyes les dicen a
los soldados, venimos en paz, no en guerra, así que guíanos ante tu rey. Cuando llegan a Jerusalén,
son guiados al palacio del rey Herodes; y cuando el rey Herodes ve que son tres reyes, los saluda muy
amenamente, les pide bajarse de sus monturas, para que ingresen al palacio, los invita a sentarse, y
les pregunta ¿de qué lugares son? Ellos se presentan, y les hacen saber que son de tierras muy
lejanas, pero que el objetivo de su visita no es de conquistar tierras, porque vieron a Herodes muy
preparado para entrar en guerra contra ellos, y Herodes les dice; ustedes no se molesten porque ven
mi ejercito preparado, piensen, si yo como rey de estas tierras, fuera a las tierras lejanas de ustedes,
sin anunciarme que voy de visita, ustedes también se prepararían por si yo no fuese en paz, si no en
guerra; y ustedes, no querrían perder la guerra contra mí; por eso estoy preparado, por si lo que me
están diciendo es mentiras, no me cojan desprevenido, porque un buen rey, siempre está, un paso
adelante de sus enemigos o adversarios, así que no se sientan mal por este recibimiento que les he
dado, más miren que también los recibo en paz y no en guerra; ahora cuéntenme ¿cuál es el motivo
de la visita de ustedes a mis tierras? Melchor le dice: Rey Herodes, el motivo de nuestra visita a tus
tierras, es porque venimos guiados por la estrella de David, y prácticamente esa estrella, el lugar que
ilumina son tus tierras, así que, según las palabras de los antiguos profetas, en tus tierras va a nacer
un nuevo rey; Herodes los mira, se ríe en son de burla y les dice: que raro, porque el único rey de
estas tierras soy yo, y que yo sepa, en estos momentos no estoy esperando descendientes para que
sean mis sucesores, así es que yo pienso, ustedes andan equivocados, y están en las tierras
equivocadas, porque vuelvo y les digo, no hay forma de que nazca un nuevo rey en estos tiempos,
porque si naciese, ese sería mi descendiente, y mi sucesor.
Y cuéntenme, ustedes en verdad, de donde han sacado esa idea. Ellos vuelven y le dicen: en verdad
somos personas muy letradas en los libros antiguos, y allí está anunciado, que el nuevo rey, no solo
reinará un país o una nación, sino que reinará el mundo, nacerá en las tierras que la estrella de David
ilumine, y le invitan a salir para que mire el firmamento, y pueda ver con sus propios ojos, la estrella
de David, como esta de grande, y como emana tanta luz, que el resplandor que llega a Jerusalén hace
parecer que fuera casi de día. Herodes, al ver esto se sorprende y dice: ¡qué extraño que yo siendo el
rey de estas tierras, y no sepa sobre estos asuntos! Herodes los invita a ingresar de nuevo al palacio,
a comer y beber algo, ellos se miran, y por respeto le aceptan la invitación. Cuando están allí
compartiendo la mesa con Herodes, ellos le dicen: Rey Herodes, gracias por acogernos en su palacio,
por recibirnos tan bien como nos han recibido, terminaremos de cenar contigo, y nos marcharemos a
buscar en que tierra, es que nacerá el nuevo rey, puesto que tú con tanta seguridad, nos has hecho
saber que ese acontecimiento, no ocurrirá en estas tierras, por eso seguiremos el camino para ver,
hacia donde nos termina de guiar la estrella de David; pero él, al escucharlos les dice: Si, pueden
continuar su camino tranquilos,, y gracias por haber venido en paz y no en guerra, pero les voy a pedir
un favor, cuando encuentren el lugar donde ese rey ha nacido o nacerá, y ustedes vean a ese pequeño,
y estén seguros que ese es el rey que ha nacido, vengan a mí y me cuentan, donde lo puedo encontrar,
para yo también ir a visitarlo y adorarle; y ofrendarle como ustedes lo van a hacer.
Los tres reyes, al terminar de cenar se despiden, piden permiso para retirarse del palacio y al salir,
siguen siendo guiados por la estrella de David. Herodes cuando se retiran los 3 reyes, manda a llamar
a los sabios del palacio y sacerdotes, y les dice: ¿quién de ustedes sabe algo sobre los profetas
antiguos, donde anuncian el nacimiento de un nuevo rey en estas tierras? Todos le miran, y le dicen
que van a traer los escritos que tienen de los profetas, que los van a releer, y que pronto le darán
respuesta.

Día noveno: El NACIMIENTO DE JESÚS EN EL PORTAL DE BELEN RODEADO POR DOS


OVEJAS, UNA MULA, UN BUEY, Y EL ASNO EN QUE ELLOS LLEGARON A BELÉN.
Cuando María y José, encontraron una pesebrera, ya se había oscurecido, y María le dice a José
“siento que ya se llega la hora del nacimiento de nuestro hijo” José, al escucharla se asusta un poco,
de versen en tan grande soledad, para dejar a María sola en la pesebrera, tan solo, en la compañía
de dos ovejas, una mula, un buey y el asno en que ellos llegaron, sin embargo, se va de camino a pie,
para no ser visto por nadie debido al toque de queda, e ir en busca de una partera, que le ayudara a
María en el momento de dar a luz, y empieza a tocar puertas, pero no podía hallar a ninguna, hasta
que una persona lo guio hacia una montaña, donde había una mujer que ayudaba a las demás mujeres
cuando iban a dar a luz; José se encamino hacia ella, pero mientras José buscaba la partera, se llegó
el nacimiento de Jesús, por obra y gracia del mismo Espíritu Santo, por el cual fue concebido. En este
nacimiento, los únicos testigos fueron los 5 animales que en aquella pesebrera se encontraban en ese
momento; y cuando Jesús nace, María lo toma en sus brazos, se quita el manto de su cabeza, lo cubre
con él, y lo acuesta dentro de la canoa donde estaba la paja con que los animales del campo se
alimentaban para brindarle calor.
Al rato de Jesús haber nacido, viene José junto con la partera, y cuando estaban llegando a la
pesebrera, escuchan el llanto de un niño, José se asusta, y se preocupa un poco pensando en la
situación de María, porque ella se encontraba sola en el momento de ese tan grande acontecimiento.
José y la mujer salen corriendo para llegar pronto a la pesebrera, y cuando llegan, encuentran a Jesús
envuelto en el manto de María, y metido en la canoa donde se encontraba la paja con la que los
animales del campo se alimentaban; Mientras que María, se encontraba puesta en orden, totalmente
cubierta con sus vestiduras, y de pie al lado de Jesús, acariciándole y hablándole, la partera se
sorprende al ver aquella mujer de pie y puesta en orden, como si ella no hubiese dado a luz y le
pregunta: ¿y quién te ayudó mujer, con el nacimiento de tu hijo? María los mira y les dice: es que este
nacimiento no ha sido igual, como al de los hombres de la tierra, ya que fue concebido por obra y
gracia de la Luz del Espíritu Santo, y así mismo fue su nacimiento.
El Ángel del Señor, inmediatamente va a buscar a los pastores de Belén que estaban cuidando sus
ovejas; cuando el Ángel del señor llega a los pastores, ellos se asombran al ver aquella luz, que
pareciera como si fuese de día; el Ángel del Señor les dice: vengan conmigo, porque ha nacido en el
portal de Belén el nuevo Rey, el Mesías, el Salvador del mundo, vengan para que lo conozcan, y lo
adoren; los pastores muy sorprendidos, se levantan de donde están acostados, otros de donde están
sentados, y se disponen para acompañar al Ángel, mientras este va guiándolos, les dice; donde vean
un portal totalmente iluminado, ahí es donde Él nació, y al instante, los Ángeles del señor comienzan
cantar: Santo, Santo, Santo solo tu Señor, Santo, Santo, Santo solo tu Altísimo y Todo Poderoso, y
así vienen caminando y cantando, hasta que llegan a la pesebrera; cuando llegan, saludan a María y
a José, a la partera que todavía se encontraba allí, muy sorprendida porque ella, no podía entender el
misterio de ese nacimiento, entran, ven a Jesús, se maravillan al ver tan grande hermosura, se postran
de rodillas, le adoran y empiezan a hablar maravillas de Él, a decir que unos seres se les habían
presentado, e invitado para venir con ellos, y viniendo junto con ellos, se desvanecieron.
María todo lo escuchaba y lo meditaba en su corazón; al otro día se extendió la noticia en todo Belén,
porque los pastores y aquella mujer, fueron y contaron de tan grande acontecimiento, y muchos
quisieron venir a conocerle, y no solo venían, sino que también le traían muchos alimentos, es así
como pasan los primeros 8 días después del nacimiento de Jesús, donde se cumple el día de la
circuncisión como estaba escrito en la ley mosaica.
José y María lo llevan en brazos a Jerusalén y lo presentan ante el profeta Simeón para la circuncisión;
cuando María y José entran al templo de Jerusalén con Jesús en brazos, se encuentran con el profeta
Simeón, a quien le entregan a Jesús, él lo toma en sus manos, y al verlo, exclama diciendo: Ya tu
siervo puede morir en paz, ya puedes cerrar mis ojos, puesto que mis ojos ya han visto al Salvador del
mundo, Él es la Luz para iluminar a las naciones, y gloria de tu pueblo Israel, lo levanta hacia el cielo
y dice; Éste ha venido para ser levantamiento para muchos, pero también ha venido a ser caída para
muchos; María escuchando esas palabras se queda muy sorprendida, las medita y las guarda en su
corazón. Simeón mirando fijamente a María le dice: mujer, y a ti una espada de dolor traspasará tu
corazón. Simeón circuncida a Jesús, lo entrega de nuevo a sus padres, ellos se retiran, y suben de
nuevo a Belén, donde se quedan otro tiempo, mientras tanto, los reyes sabios habían seguido
caminando en búsqueda del lugar donde Jesús había nacido.
Hasta, que con el pasar de los días lo encuentran, guiados por la misma estrella de David, ven le
pesebrera totalmente iluminada, y así se dan cuenta que allí es donde había nacido el nuevo Rey.
Llegan hasta allí, se bajan de sus monturas, llegan hasta donde están María y José, y le piden permiso
para conocer el niño. María les permite conocerle, ellos al verle se arrodillan, le adoran, y dicen: por
fin, después de tan larga caminada, hemos conocido al nuevo Rey, y le ofrendan con la mirra, el oro y
el incienso que habían traído para Él. Después de adorarle un rato, se retiran, y salen de camino de
regreso, para volver a las tierras donde ellos reinaban. Mas cuando salen, hablan entre sí y se dicen;
no podemos regresar por dónde vinimos, tenemos que cambiar de camino, porque si regresamos por
donde hemos venido, nos encontraremos de nuevo con el rey Herodes, y le tendríamos que contar,
que sí hemos encontrado al pequeño, y le tendríamos que decir, el lugar donde nació, pero ese hombre
se ve que es malo, y fácilmente tendrá miedo de perder su corona, su reinado, y mandará a matar a
este pequeño, por eso vámonos por un camino diferente.
Y así pasan varios días, mientras Herodes está en su palacio esperando el regreso de los tres reyes
sabios, para que le digan, dónde fue el nacimiento del pequeño; más al ver que no llegan, se llena de
ira, y se da cuenta que esos hombres le han engañado, y que no han regresado a contarle.
Inmediatamente llama a sus sacerdotes, a los sabios del palacio, y les dice; que si ya se dieron cuenta,
donde fue el lugar del nacimiento de ese nuevo Rey; los sabios y sacerdotes le dicen; si rey, el
nacimiento de ese nuevo Rey, aconteció en tus tierras según estos escritos de los profetas, porque
según hemos visto la estrella de David, el nacimiento aconteció hace varios días en Belén.
Herodes se llena más de ira, y ordena a su ejército que marchen a Belén, y que les den muerte a todos
los pequeños menores de 4 años; pero la noche anterior, el Ángel del Señor, se le había manifestado
a José nuevamente mientras este dormía, y le dijo: José, José, despierta, despierta a María, tomen al
niño en brazos, y huyan hacia Egipto, porque Herodes, ha mandado a matar a todos los pequeños de
estas tierras.

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