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LIMPIEZA Y MATENIMIENTO DE LOS ACUARIOS


: LOS CAMBIOS DE AGUA.
Para que nuestros peces y plantas sean "felices" y tengan una vida larga y prospera en nuestro
acuario, es necesario llevar a cabo un mantenimiento de sus sistemas y de su medio.
Nadie debe asustarse, el mantenimiento de un acuario no da mucho más trabajo del que pudiese
generar un florido balcón, por poner un ejemplo. Con una o dos horas semanales de trabajo para
un tanque de tamaño medio (100 - 120 litros) tendremos más que suficiente. Una vez al mes
deberemos dedicar una mañana o una tarde a llevar a cabo una limpieza más concienzuda, y una
vez al año deberíamos desmontar por completo nuestro acuario, limpiar y sustituir los elementos
degradados y volverlo a montar. Esta será la única vez en la que realmente deberemos dedicar
tiempo (un día suele ser suficiente) a nuestro acuario. Si vemos el total, comprobaremos que
necesitaríamos alrededor de 136 horas (como máximo) al año para mantener nuestro acuario en
unas condiciones adecuadas, o lo que es lo mismo, unos 23 minutos diarios a lo largo de todo el
año. Pocas son las mascotas que requieren que les dediquemos tan poco tiempo y que a cambio
nos proporcionan tantas horas de entretenimiento

CAMBIOS DE AGUA

La mayor parte del tiempo que dedicaremos a nuestro acuario lo pasaremos llevando a cabo
cambios de agua y sifonando la suciedad presente. Estas dos son las acciones más importantes en
el mantenimiento de un acuario, requieren relativamente poco tiempo y, desgraciadamente, suelen
ser también las que no se suelen llevar a cabo.

¿Por qué es tan importante llevar a cabo cambios periódicos de agua? Como ya explicamos en
nuestro artículo dedicado a los filtros , los acuarios no son sistemas naturales, sino sistemas
artificiales que tratan de reproducir a los naturales. Los sistemas naturales como lagos, ríos,
charcas... están en equilibrio, o lo que es lo mismo, son capaces de reciclar y reaprovechar las
substancias de desecho que se generan. Un acuario trata de reproducir este sistema en equilibrio,
pero desgraciadamente no lo consigue al 100 %, esto nos obliga a tomar una serie de medidas
para evitar que nuestro pedacito de naturaleza se acabe convirtiendo en una pútrida cloaca. En la
naturaleza, la cantidad de peces por litro de agua podría equipararse a la proporción de 1 cm. de
pez cada 20 l. de agua o más. En uno de nuestros acuarios, esta proporción debería de ser de 1cm.
de pez por cada 1 ó 2 l. de agua (según sea el metabolismo de la especie y otra serie de
características). Como podemos ver hablamos de densidades veinte veces superiores en un acuario
con respecto a cualquier sistema natural. Además de esto, hay que tener en cuenta que cualquier
charca, arroyo, lago... tiene en volumen de agua cientos de veces superior al de un acuario normal,
y que cuanto mayor es el volumen del medio, mayor es su capacidad para difuminar los cambios
que se producen en él. Explicado de otra manera, el factor que actúa sobre un medio tiene que ser
tanto más importante cuando mayor sea el volumen del medio para producir variaciones en este.
Por último, si comparamos la biomasa en lo que a plantas se refiere en un medio natural, es muy
superior a la de animales.
La consecuencia de la imposibilidad de conseguir el equilibrio en sistemas artificiales (al menos
por el momento) es que dichos sistemas requieren de intervenciones periódicas externas para
mantener la vida que albergan. La evolución de la tecnología, en especial en lo que se refiere a
sistemas de filtrado ha conseguido que estas intervenciones se vean reducidas a un mínimo,
logrando al mismo tiempo que en un acuario de 100 l. puedan vivir más peces que un neón.

El principal "enemigo" de nuestros acuarios lo constituye la acumulación de substancias


nitrogenadas provenientes de la degradación de la materia orgánica. El amoniaco es el producto
más peligroso de todos. Concentraciones muy bajas pueden llegar a matar a nuestros peces. Los
aficionados a los acuarios encontraron una ayuda inestimable en las bacterias a la hora de luchar
contra la acumulación de amoniaco en sus acuarios. Determinados géneros de bacterias que
necesitan oxígeno para sobrevivir (aerobias), son capaces de trasformar este amoniaco
oxidándolo, obteniéndose así nitritos. Los nitritos son unas 100 veces menos tóxicos que el
amoniaco para nuestros peces, pero aún con esta toxicidad reducida, son peligrosos. Con un filtro
biológico que funcione adecuadamente en un acuario no superpoblado, es prácticamente
imposible que el amoniaco acumulado llegue a matar a nuestros peces. La mayoría de las muertes
en masa que se producen en los acuarios se deben a un aumento de la concentración de nitritos
que alcanza niveles tóxicos. Los nitritos son transformados, también por bacterias aerobias, en
una forma más oxidada, los nitratos. Los nitratos son unas 100 veces menos tóxicos que los
nitritos. Las plantas de nuestros acuarios absorben una cierta cantidad de nitratos que emplean en
su propio metabolismo, sin embargo, la producción de nitratos por las bacterias, como
consecuencia de la transformación del amoniaco suele ser bastante superior a lo que nuestras
plantas son capaces de emplear. Como consecuencia, en el agua de nuestros acuario se van
acumulando nitratos. Su toxicidad reducida no quiere decir que sean inofensivos. En elevadas
concentraciones pueden matar a nuestros peces, pero si hacemos las cosas bien, el tiempo
necesario para que se alcancen concentraciones peligrosas de nitratos es lo suficientemente largo
como para permitirnos no tener que cambiar todo el agua de nuestros acuarios a diario.
Finalmente hay que destacar que, pese a que lo ideal sería que las bacterias que pueblan nuestro
filtro biológico trasformasen todo el amoniaco en nitratos, esto raramente sucede.

A medida que pasa el tiempo, siempre queda una pequeña cantidad de amoniaco que no pasa a
nitritos, y una pequeña cantidad de nitritos que no pasa a nitratos. Cuanto mayor es la cantidad de
materia orgánica en degradación en el acuario, mayor cantidad de substancias nitrogenadas se
producen, y por tanto, también se acumulan en mayor cantidad en el agua. La cantidad de
amoniaco que puede quedar sin metabolizar debería ser mínima, y no suele ser causa de
problemas. Si no es así, algo va muy, pero que muy mal. Los nitritos, siempre van a irse
acumulando, aunque en mucha menor cantidad (si las cosas funcionan bien) que los nitratos, pero
también hay que tener en cuenta que necesitamos 100 veces menos cantidad de nitritos que de
nitratos para tener problemas. Así pues, el segundo parámetro que hace necesario el cambio
periódico de agua, es la concentración de nitritos.

Por último, el agua contiene una serie de substancias en disolución en muy pequeñas cantidades,
pero que resultan indispensables para nuestras plantas, como pueden ser el hierro, magnesio... A
medida que las plantas toman estas substancias y las incorporan a su propio metabolismo, van
desapareciendo del agua. Si no pusiésemos nunca agua nueva en nuestros acuarios, o no
incorporásemos estos elementos por otra vía, terminaríamos por encontrarnos que nuestras plantas
(y en cierta medida también nuestros peces) se resentían como consecuencia de su carencia. Esta
es la tercera razón por la que los cambios de agua periódicos son necesarios.

Reduciendo la producción de desechos.


De los tres parámetros que hacen necesario los cambios de agua, dos están relacionados con el
ciclo del nitrógeno en nuestros acuarios. Si controlamos, al menos en parte, la producción de
substancias de desecho, controlaremos también la acumulación de nitritos y nitratos en el agua.
Esta claro que es imposible evitar que se produzcan desechos orgánicos, puesto que las criaturas
vivas los producen, y en un acuario hay peces y plantas. Sin embargo, si podemos tratar de evitar
que se acumule mas materia orgánica de la absolutamente necesario con algunas sencillas pautas,
con lo que lograremos espaciar aun más los cambios periódicos de agua.

• No hay que superpoblar los acuarios. Si aumentamos el número de peces que viven en
nuestro tanque por encima de lo aceptable, a parte de provocar un estrés innecesario a los
animales, vamos a generar una cantidad de desechos que nuestro filtro biológico va a ser
incapaz de transformar, y aún cuando sea capaz de conseguirlo, es probable que nos
encontremos con que los niveles de nitritos y nitratos suben a una velocidad alarmante. En
los acuarios de cría se mantienen densidades muy elevadas de peces, y hay que cambiar
hasta el 50 % de agua cada dos días. No hay mucha gente que este dispuesta a soportar
esto.
• No hay que sobrealimentar a los peces. Si les damos más comida de la necesaria vamos a
aumentar la cantidad de residuos orgánicos en nuestros acuarios de una manera
importante. Por un lado, al incrementar la cantidad de alimento, se incrementa la
posibilidad de que queden restos de comida, y los restos de comida son , junto con las
defecaciones de los propios peces, la principal fuente de desechos del acuario. Por otro
lado, si un pez come más, también va a defecar más, con lo que el otro parámetro
relacionado con el incremento de residuos orgánicos también aumenta. Es mejor alimentar
a los peces dos veces al día, con menores cantidades, que solo una vez. Para saber si
estamos dando comida suficiente a nuestros peces, basta con observarlos. Si están sanos,
deberían buscar activamente la comida. Si 5 minutos después de haberlos alimentado
quedan restos de comida, nos hemos pasado con las cantidades.
• El funcionamiento del filtro biológico ha de ser óptimo. Si el filtro funciona bien, las
bacterias que en el habitan ya nos están haciendo una parte del trabajo. Los filtros que
combinan el mismo material filtrante como asiento del filtro biológico y el mecánico (una
única esponja) suelen ser mucho menos eficientes que aquellos que disponen de
compartimentos o materiales separados para cada tipo de filtro. Los restos orgánicos que
se acumularían en el caso de un filtro común, disminuirían la efectividad de la acción de
las bacterias, y si se procediese al lavado semanal de la esponja, estaríamos perdiendo de
manera constante colonias bacterianas en el filtro biológico
• Es importante realizar, simultáneamente a los cambios periódicos de agua, un sifonado
concienzudo. De esta manera retiramos suciedad y restos macroscópicos que a la larga se
degradarán dando lugar, entre otras cosas, a amoniaco.
• La limpieza del filtro, en especial del mecánico, es importante. Los restos acumulados en
el material filtrante sólo son una fuente de amoniaco que las pobres y sufridas bacterias del
filtro biológico tendrán que trasformar. Lavando el material filtrante del filtro mecánico
una vez a la semana, les quitamos algo de trabajo.
• La presencia de plantas vivas en un acuario da más trabajo, pero también contribuyen a
retirar nitratos.

¿Cuánto y cada cuanto?


Llegamos pues a la pregunta final. ¿Qué cantidad de agua hay que cambiar y cada cuanto
tiempo?. No hay una respuesta única. Un acuario poco poblado y con un excelente sistema de
filtrado, puede que sólo requiriese cambios de agua cada 10 ó 15 días, por ejemplo, mientras que
un acuario superpoblado, con especies de alto metabolismo o con un filtro ineficaz podría requerir
cambios de agua cada tres o cuatro días incluso. La cantidad sustituida también es importante. Se
puede cambiar un mayor volumen cada mas tiempo, o menos litros con más frecuencia. En
general las plantas suelen empezar a agotar los elementos menos frecuentes en disolución del
agua en unos 15 días (según la densidad de plantación). Con lo cual lo mínimo debería ser un
cambio del 20 - 25 % del volumen total cada 15 días. Sin embargo, y para las densidades
mencionadas de 1 cm. de pez por cada 1 - 2 litros de agua, si esperásemos 15 días para realizar el
cambio podría ser que nos encontrásemos ya en limites peligrosos. Es recomendable pues realizar
un cambio del 25 % del volumen de agua del acuario todas las semanas. Un control de nitritos
antes de cada cambio nos ayudará a ver si las cosas van bien. Nunca debería haber cantidades
significativas de nitritos en el agua de nuestros acuarios. Cada kit de medida (según refleje partes
por millón o mg. / ml.) nos indicará que niveles empiezan a ser preocupantes. Siempre deberemos
estar por debajo de estos límites. Si con los cambios semanales mantenemos niveles demasiado
altos, o cambiamos el agua con más frecuencia o en mayor volumen, o buscamos reducir la
producción de substancias nitrogenadas.

EL SIFONADO.

SIFONADO:

Junto con los cambios de agua, el sifonado de un acuario es la segunda pauta más importante a la
hora de realizar el mantenimiento de un acuario.

El sifonado consiste en retirar la mayor cantidad posible de suciedad macroscópica presente en el


acuario absorbiéndola, para ello se emplea un artefacto conocido como sifón, de hay la
denominación del proceso.

Los sifones que encontramos en el comercio (a veces bajo el nombre de aspiradores), son aparatos
de plástico que se pueden acoplar a un bomba de aire o de agua para conseguir que el agua circule
por el interior del artefacto. De manera muy básica podemos decir que constan de un largo tubo
que podemos llevar hasta el fondo para aspirar la suciedad, y que se comunica con una cámara en
la que esta queda retenida antes de que el agua sea devuelta al acuario. Con un sifón se logra
limpiar el acuario sin necesidad de extraer agua de el. Sin embargo, si somos un poco hábiles
podemos ahorrarnos unas pesetillas fabricando nuestro propio aspirador, y tiempo si
simultaneamos la labor de cambio de agua con el sifonado.
Lo más cómodo para extraer el agua de un acuario en los cambios, es utilizar un tubo de goma
flexible de tipo manguera, que podemos encontrar en cualquier ferretería o tienda de bricolaje.
Cuando vaciamos el agua de un acuario, esta es aspirada a través del tubo y enviada al lugar de
desagüe (un lavabo, water, cubo...), el agua es aspirada desde el acuario, y por tanto, el efecto de
aspiración que tan necesario nos resulta para un adecuado sifonado ya lo tenemos. ¿Cómo
transformar nuestra simple manguera en un magnífico sifón? Nada más simple. Para que una
manguera de cambio de agua pase a ser un sifón eficiente sólo es necesario que el extremo que se
introduzca en el acuario este dotado de un dispositivo en forma de copa. Hay elementos que
realizan muy bien esta función. La parte superior (la del tapón) de una botella de plástico que
haya contenido agua mineral u otro elemento susceptible de ser consumido (por tanto atóxico) es
uno de ellos. Nos bastará con recortar la parte de arriba de la botella, practicar un agujero en el
tapón a través del cual pasaremos la manguera, y sellar el espacio que quedará entre la manguera
y los bordes del agujero con silicona. Otro elemento que también suele ser útil, en especial para
acuarios de pequeño volumen, son los pequeños cartucho de plástico en el que vienen los carretes
de película fotográfica de 35 mm. El procedimiento es el mismo, agujero en la parte posterior del
recipiente (esta vez podemos desechar la tapa) y sellado con silicona. Respecto a la manguera que
empleemos, es preferible que sea de material trasparente, así, si se produce un atasco, nos será
más fácil darnos cuenta de la obstrucción (la veremos) y resultará más simple desobstruir el tubo.
La manguera deberá tener también una flexibilidad tal que nos permita desatascarla con cierta
facilidad y manejarla de manera adecuada. Si es demasiado blanda, aunque será fácil desatascarla,
nos resultara complejo orientarla hacia donde deseemos sifonar salvo que sostengamos el sifón
desde abajo y metamos todo el brazo en el acuario. Si es excesivamente rígida, algún grano de
grava que se atasque en su interior puede dar al traste con nuestro sifón para siempre.
Con respecto al diámetro de la manguera, cuanto mayor sea, más será la potencia de aspiración, y
también más rápido extraeremos la cantidad de agua que queríamos cambiar, con lo que
tendremos que darnos prisa si queremos una limpieza concienzuda y a fondo. Cuanto más grande
sea el acuario, mayor podrá ser también el diámetro del tubo del sifón. En general, aún en tanques
de reducido volumen hay que huir de aquellas mangueras de diámetro tan reducido que veamos
nuestra labor constantemente entorpecida por obstrucciones. Como norma general, para acuarios
de 80 a 120 l podemos emplear tubo de un diámetro algo mayor que la grava más gruesa que
hayamos empleado (siempre y cuando no sean cantos rodados). Así si algún grano de arena acaba
en la manguera, la atravesará sin mayores problemas.

Ya tenemos nuestro sifón casero, y ahora, ¿cómo usarlo?. El procedimiento es bastante simple,
dirigiremos la copa del sifón a aquellos lugares del fondo en los que se acumulen una mayor
cantidad de desechos.
Para facilitar el sifonado, se suele recomendar que la grava se disponga en pendiente desde el
fondo y los dos laterales hacia el frontal y el centro del acuario, con este relieve, la mayoría de los
detritos acabarán en la parte delantera del acuario, con lo que será más fácil retirarlos por
sifonado. Podemos pensar que el acúmulo de desechos en el cristal frontal es bastante antiestético,
pero la verdad es que en un acuario bien montado y con un mínimo de mantenimiento, esto no
llega a ser ningún problema.

Si hundimos levemente (1 cm) el borde de la copa en la grava y realizamos un suave pero


enérgico movimiento de vaivén, podremos comprobar que la capa más superficial de la grava
libera las impurezas acumuladas entre sus granos. La copa incremente la potencia de la succión
cuando el borde se entierra levemente, y además el agua ha de entrar bajo la copa desde fuera de
ella y a través de la grava, con lo que el efecto limpiador es aún mayor. Repitiendo el proceso a lo
largo de toda la superficie libre del acuario lograremos un grado de limpieza más que satisfactorio
de la grava.
La copa además cumple otra función, permite absorber desechos sin necesidad de acercar la
manguera a la grava. Si hiciésemos esto, comprobaríamos como rápidamente una sucesión de
pequeños granos de grava pasaban a través del tubo, y lo más seguro es que terminasen
obstruyéndolo. A la hora de sifonar hay que prestar especial atención a las cuevas, rincones y
otros "escondites", donde es bastante frecuente que se acumule basura, es por esto también que a
la hora de diseñar un acuario deberemos de introducir el número absolutamente necesario de este
tipo de escondites y recovecos (o lo que es lo mismo, evitarlos si es posible).

Realizar un sifonado concienzudo cada vez que hacemos un cambio parcial de agua suele ser más
que suficiente para mantener nuestro acuario en un perfecto estado.

Coincidiendo con el sifonado / cambio de agua semanal, es recomendable realizar la limpieza


(lavado) del material del filtro mecánico.

PRECAUCIONES A TOMAR CON EL AGUA:


Esta claro que si vamos a extraer un cierto volumen de agua de nuestro acuario habrá que
sustituirla por agua nueva, o acabaremos "secando" nuestro tanque.
Hay que tener en cuenta unos pocos principios básicos relacionados con el agua que vamos a usar:
• El agua de consumo urbano suele estar tratada con algún agente germicida como el cloro.
Los anticloro que podemos encontrar en el comercio son capaces de neutralizar algunos de
estos principios, pero son ineficaces frente a otros como las cloramidas. El dejar reposar el
agua durante 24 - 48 horas en un recipiente con bastante superficie de contacto agua aire
(que no sea de boca estrecha), hará que desaparezca del agua la mayor parte del cloro,
fuese cual fuese la forma en la que se añadió. El añadir un aireador que mueva la
superficie del agua incrementa la eficacia del proceso. Si no deseamos emplear este
método, deberemos informarnos en el servicio de aguas de nuestra población de cual es la
substancia empleado y de si los anticloro son eficaces frente a ella.
• Deberemos dejar correr durante al menos 30 s. el agua antes de emplearla en el acuario,
puesto que el agua que sale justo al abrir el grifo ha permanecido en las cañerías estancada
durante cierto tiempo, y el riesgo de que contenga residuos tales como metales pesados es
mayor.
• El agua que añadamos a nuestro acuario tendrá que tener idénticas características físico
químicas (temperatura, Ph, dureza...) que el que ya hubiese en su interior, para evitar un
shock a los peces.
• La limpieza del filtro, en especial del mecánico, es importante. Los restos acumulados en
el material filtrante sólo son una fuente de amoniaco que las pobres y sufridas bacterias del
filtro biológico tendrán que trasformar. Lavando el material filtrante del filtro mecánico
una vez a la semana, les quitamos algo de trabajo.
• Por muy buena que sea la tapa de nuestro acuario siempre habrá pérdidas por evaporación.
El agua se evapora, pero las sales que contiene no, con lo que si empleamos agua normal
para reponer estas pérdidas por evaporación incrementaremos gradualmente la dureza del
agua. Cuanto más dura sea el agua, más marcado será el proceso. Lo ideal sería utilizar
agua destilada para reponer estas pérdidas, en la práctica se puede usar agua muy blanda si
realizamos cambios periódicos de cierto volumen de agua.

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