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mARTES

JOSÉ DE SEGOVIA

La fascinación por Jesús de


Patti Smith
Jesús no es para ella más que un gran hombre. Pero Cristo es algo más
que el camino para llegar a Dios. Es el propio Dios hecho hombre.


21 DE JUNIO DE 2022 · 09:30

Patti Smith combina una poética visionaria con la rebeldía del rock.
Estos días vuelve a actuar en España, a sus 75 años, la legendaria
cantante y poeta visionaria de la contracultura neoyorquina Patti
Smith. La artista acaba de escribir sus memorias en tres libros, que van
desde su infancia como Testigo de Jehová a su vida a finales de los años 60
y principios de los 70 con el fotógrafo Robert Mapplethorpe, muerto a
causa del SIDA en 1989. Este icono de la rebeldía del movimiento punk,
pero también de la poesía de la generación beat –representada por su amigo
Ginsberg y el arte pop de la Factoría Warhol–, ha tenido siempre una
extraña espiritualidad, que demuestra una curiosa fascinación por Jesús.

“Fue el verano en que murió Coltrane –comienza el libro de Patti


Smith Éramos unos niños, en referencia al mito del jazz que dio expresión
a Un amor supremo–. El verano de Crystal Ship, la canción psicodélica de
los Doors. Los hippies alzaron sus brazos vacíos y China hizo detonar la
bomba de hidrógeno. Jimi Hendrix prendió fuego a su guitarra en
Monterrey. AM Radio retransmitió Ode to Billie Joe–la canción country de
Bobbie Gentrie, que es una narración en primera persona sobre el suicidio
de un joven en un ambiente gótico sureño–. Hubo disturbios en Newark,
Milkwaukee y Detroit. Fue el verano de la película Elvira Madigan –el film
sueco de Bo Widerberg, que cuenta la historia de amor de una funambulista
y un teniente desertor, acompañada de una música de piano de Mozart que
hoy se conoce por el nombre de la película–. Es el año del verano del amor
en San Francisco.

“En aquel clima cambiante e inhóspito, un encuentro casual cambió el


curso de mi vida”, dice Smith. Ella y Mapplethorpe se conocieron en la
Gran Manzana en julio de 1967. “Éramos unos críos” –recuerda–, porque
apenas tenían veinte años. Su primer invierno juntos fue
particularmente crudo, porque tenían muy poco dinero. No sabían si
gastarse los pocos dólares que tenían en un sándwich caliente de queso, o
en el material de dibujo que necesitaban para su trabajo artístico. Eran días
grises de lluvia en las calles de Brooklyn, cuando ese muchacho tímido y
silencioso mezclaba el LSD con las imágenes de su educación católica –el
Cordero, la Virgen y Cristo–.

Mapplethorpe estaba todavía lejos de la homosexualidad de su época como


fotógrafo de cuerpos desnudos afroamericanos, que provocó toda una crisis
política en los años ochenta en torno a la libertad de expresión. “Pero
Robert deseaba librarse del yugo católico –dice Patti–, habitaba en otra
parte del espíritu, regida por el ángel de la luz. La imagen de Lucifer, el
ángel caído, terminó eclipsando a los santos que utilizaba en sus collages y
cajas esmaltadas. En la tapa de una cajita de madera pegó el rostro de
Cristo; en el interior una Virgen con el niño y una diminuta rosa blanca; y
en el reverso de la tapa, me sorprendió hallar el rostro del diablo sacando la
lengua.”

Patti Smith se crió como Testigo de Jehová.


Testigo de Jehová
Smith nació en 1946 en Chicago. Su padre leía la Biblia, pero era ateo,
despertando en ella una afición a la lectura que le llevará en seguida a la
poesía. Su madre, sin embargo, era Testigo de Jehová, por lo que llevaba a
sus hijos a distribuir Atalayas de casa en casa. Patti recuerda las amenazas
de los vecinos, cuando les echaban a gritos. Dice que su madre le “enseñó a
orar, me explicó que había un orden absoluto, y que podíamos hablar con
Dios siempre que quisiésemos”. Fascinada por el jazz y la pintura,
desarrolla entonces una extraña fascinación por el Tíbet. En las pausas de
su trabajo en una fábrica descubre a Dylan y Rimbaud, sus dos grandes
ídolos.

El dilema se le presenta cuando tiene que optar entre las doctrinas


religiosas de su madre y sus tempranas inquietudes artísticas. “Más o
menos a los doce o trece años pensé que si ese era el camino y la única
forma de llegar a Dios, entonces ya no necesitaba una religión”. Cuando
preguntaba a los Testigos: “¿qué va a pasar entonces con todos los museos,
los Modigliani, o el periodo azul de Picasso? –que tanto le gustaba–, ellos
decían que todo acabaría cayendo ¡al líquido mar del infierno!” Por lo que
“no quería ir al cielo si allí no iba a encontrar arte”. Sin embargo, para su
biógrafo, “la batalla con la fe se convertirá en la base de su vocación
artística”. Ya que “a través de la escritura, del arte y de la música, iba a
encontrar su propia espiritualidad”.
Patti Smith vivió con el fotógrafo Mapplethorpe, hasta que él se hace homosexual y muere
de sida.
Hotel Chelsea

Cuando estudia arte en Filadelfia en los años sesenta, Patti Smith lee a
Lorca, escucha a los Rolling Stones y adquiere su imagen contestataria. Se
queda embarazada, pero entrega a su hijo en adopción. Va a Nueva York en
1967, a trabajar en una librería de la Quinta Avenida. Comienza entonces a
vivir con Mapplethorpe, pero al ir un tiempo a París con su hermana,
persiguiendo el fantasma de Rimbaud, él se hace homosexual. A la vuelta
sigue viviendo con él en el legendario Hotel Chelsea, donde solían residir
siempre muchos artistas. Empieza a frecuentar clubs de moda, pintar,
escribir y actuar.

Patti tenía poco más de veinte años cuando publicó su primer libro, Séptimo
cielo, pero comenzó a relacionarse con músicos que le introducen en la
escena del rock en 1971. En 1974 crea su propio grupo y al año siguiente
hace su primer álbum Horses (Caballos). Su colaboración más famosa será
con Bruce Springsteen. Juntos escriben Because the Night. Patti tuvo una
intensa relación además con el actor Sam Shepard a principios de los años
setenta. Juntos hicieron una obra de teatro, cuyo personaje anuncia el papel
del rock como una nueva religión que va a sustituir a la Iglesia en su
pompa, ceremonial y carácter revelado.
Patti Smith tiene una extraña fascinación por Jesús.
El rock como religión

“Antes la gente tenía a Jesús y toda su gente a la que acudir”, dice Smith.
“Habían creado un dios con toda la energía de su fe”. Por lo que “cuando
no se comprendían a sí mismos, siempre podían perderse en el Señor”. Pero
“ahora eso resulta muy difícil”, puesto que “Dios está demasiado lejos”, y
“ya no nos representa en nuestro dolor”. Así que “sus palabras no nos
sacuden como solían hacerlo”. Por eso es creado el rock, dice: “a nuestra
imagen y semejanza”. Su grupo se establece en el club más popular del
momento, descrito por ella “como una asamblea evangelista”.

El legendario músico neoyorquino John Cale dice que ella “tenía una idea
de la improvisación típica de la Iglesia Metodista del País de Gales”, una
denominación presbiteriana que nació como resultado de los Avivamientos
del siglo XVIII. Sus canciones eran “como una declamación –dice el
productor de Horses–, pero la mayoría de los impulsos de Patti parecían
provenir de la plegaria” y la oración. Aunque la verdad es que los estudios
estaban repletos de todo estimulante conocido. Su éxito favorece
rápidamente un segundo álbum, Radio Etiopía, que le asocia ya con el
movimiento punk en Inglaterra. Según ella, lo más importante del disco “es
un desafío a Dios”, al que dedica todo tipo de blasfemias. Habla mucho de
Jesucristo, pero en forma de obscenidades, como una clara forma de
provocación.

“La religión se basa en la exclusión de los que no son como tú”, dice Smith.
“La imaginería de la religión es fantástica, pero con los dogmas no puedo”.
Para ella, “lo genial de la música y del arte es que no se fundan en dar la
espalda a nadie”. Y “por eso –dice– creo que el arte y la música sustituyen
a la religión”. Ya que “la gente quiere creer en algo desesperadamente, pero
como cada vez que lo intentan lo que se les ofrece es un conjunto de reglas,
al final lo rechazan”.
Patti Smith recuerda su infancia en 'Tejiendo sueños'.
¿Por quién murió Jesús?

Patti canta que “Jesús murió por los pecados de alguien, pero no por los
míos”. Ya que no desea que “un símbolo ético o mítico se lleve la culpa o el
mérito de algo que yo he hecho”. El año 1977 sufre sin embargo una grave
caída, que pudo haberle producido una seria invalidez. El accidente hace
que se vuelva a una mayor búsqueda mística. El resultado es su famoso
disco Easter (Pascua, 1978), centrado en la persona de Cristo. Su “mito me
sigue emocionando y estimulando”, pero “el hecho de que existiese o no, ya
no tiene importancia”.

Ella dice: “Siempre he buscado ponerme en contacto con Dios por mí


misma”, pero “en el Nuevo Testamento tienes que hacerlo a través de
Jesús”. Es por eso que “ahora estoy reconsiderando mi forma de vida,
aprendiendo a aceptar una forma de comunicación cercana al Nuevo
Testamento”. Así que “he de volver a calibrar quién era Cristo
exactamente”. Ya que “lo más grande que busca un artista es la
comunicación con Dios”.

Esa búsqueda parece que no cambió su vida. Porque para ella “lo mejor
de Jesús no es necesariamente el mismo Jesús, sino la creencia de la gente
que le ha mantenido vivo durante siglos”. Se trata en definitiva de una fe
en la fe. Ese es el problema. Jesús no es para ella más que un gran hombre.
Pero Cristo es algo más que el camino para llegar a Dios. Es el propio Dios
hecho hombre. Y solo cuando nos rendimos a sus píes, descubrimos que
Jesús no murió por los pecados de alguien, sino por mí, para que una vez
perdonado, pueda comunicarme con Él.

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