Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
VIOLENCIA
VIOLENCIA
ISSN: 0185-1594
rbulle@uv.mx
Consejo Nacional para la Enseñanza en
Investigación en Psicología A.C.
México
CONSIDERACIONES TEÓRI
CONSIDERACIONES TEÓRICAS SOBRE EL ESTUDIO
DE LA VIOLENCIA
SOBRE EL ESTUDIO DE LA
Theoretical considerations about the study of violence
Roberto Manero Brito
VIOLENCIA
Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco1
Citación: Manero, R. (2017). Consideraciones teóricas sobre el estudio de la violencia. Enseñanza e Investigación
en Psicología, 22(3), 388-399.
RESUMEN
El artículo parte de un análisis del concepto de violencia para trabajar algunos elementos funda-
mentales para su comprensión, como la relación de la violencia con el Estado y con las organi-
zaciones civiles, así como algunas características de los grupos delincuenciales. A la luz de estas
descripciones propone la insuficiencia de los referentes teóricos tradicionales de la sociología y
la ciencia política. El autor subraya la pertinencia de una aproximación a partir de la lógica de los
dispositivos de control planteada por Foucault, Deleuze y Agamben, al igual que una perspecti-
va basada en el análisis institucional para la comprensión de los procesos de institucionalización
de la violencia en la sociedad.
ABSTRACT
The article is based on an analysis of the concept of violence in order to work some fundamental
elements for understanding the relationship of violence with state and civil society organizations,
as well as some characteristics of the criminal groups. Under the light of these descriptions, the
author proposes the inadequacy of traditional theoretical framework of sociology and political
science, and the relevance of an approach from the logic of control devices raised by Foucault,
Deleuze and Agamben, as well as an institutional analysis perspective for understanding the
processes of institutionalization of violence in the society.
Keywords: Violence; Institutionalization of violence; State; Civil organizations; Crime; Criminal groups.
1
Departamento de Educación y Comunicación, Calzada del Hueso 1100, Villa Quietud, 04960 Delegación Coyoacán, Ciudad
de México, México, tel. (55)54-83-70-80, correo electrónico: mabr3005@correo.xoc.uam.mx.
388
INTRODUCCIÓN: CONSIDERACIONES formas más evidentes. ¿Habría algún tipo de co-
SOBRE EL CONCEPTO DE VIOLENCIA nexión, alguna forma de relación entre estas for-
mas diversas de la violencia, entre sus contenidos
389
es imposible: la condición del sujeto es necesa- precisamente desde las demandas sociales que lo
riamente la de una mónada psíquica violentada constituyen como objeto de estudio? ¿Podría su-
hasta su casi destrucción (Castoriadis, 1975). De ceder que el estudio de la violencia desde otro
la misma manera, el proceso de socialización, la punto de vista desdibujara las demandas de las
constitución de las sociedades, no es posible sin la cuales procede? ¿Puede tal estudio elucidar algu-
destrucción (no necesariamente la aniquilación) nos aspectos implícitos de nuestra sociedad?
de las formas sociales, económicas, culturales, so- El parentesco de la violencia con la muerte,
cietales de las organizaciones sociales anteriores. sin embargo, ofrece una pista que es interesan-
La satanización de la violencia hace inclinar te seguir. La muerte, esa no-existencia, es inima-
la balanza hacia uno de sus polos: violar, transgre- ginable e imposible de representar, pero existen
dir. Vis-virtud se han quedado aislados y desterri- sucedáneos que le dan una nueva identidad, que
torializados. Es como si los aspectos destructivos la trastocan y le dan nuevos sentidos. La muer-
y mortíferos de la violencia hubieran cubierto la te es finitud, y por ello es también alteridad. En
fuerza creadora y constructiva, que entonces no la violencia, al parecer, hay un sentido similar. La
se puede pensar como violencia3. La creación y violencia es alteridad radical. Si la alteridad vio-
la construcción debieran, por consiguiente, estar lenta nuestra cómoda inercia identitaria, es en la
animadas por otra pasión y otra emoción, que es violencia donde hemos depositado toda la fan-
el amor. Así, se constituye la separación que signi- tasmática que rodea la alteridad. Así, los estudios
fica desde hace mucho tiempo la violencia, y que sobre la violencia intentan, efectivamente, expli-
en buena medida hipoteca y empantana su estu- car o elucidar sus diferentes aspectos: desde sus
dio. Un amor sin violencia, un amor desposeído determinantes biológicos en la violencia indivi-
de toda fuerza y perseverancia (vis-lentus), o un dual, hasta las formaciones histórico-sociales que
amor impulsado por otro tipo de fuerza (que ya permiten o exigen la aparición de formas espe-
no sería vis). Se va desprendiendo así una sepa- cíficas, más o menos evidentes, de la violencia.
ración que pretende olvidar ese dato (la ambiva- Sus significaciones, vinculadas con la muerte, la
lencia) que siempre está presente en la realidad4. crueldad, el dominio de lo brutal, eclipsan otros
Se produce, luego entonces, un nuevo par an- procesos, quizá menos evidentes, pero no por
Consideraciones teóricas sobre el estudio de la violencia
titético: violencia-amor. Este par delega en la vio- ello menos potentes y eficaces: la violencia sim-
lencia todos aquellos trazos y rasgos mortíferos bólica, la violencia pasiva y otras, que permiti-
e indeseables, y preserva en el amor los aspectos rían pensar desde allí, elucidar otros aspectos de
vitales, constructivos y creadores. ¿Será posible nuestra vida social.
considerar el estudio de la violencia desde otra A pesar de todo, no se pretende aquí ir más
perspectiva, un descentramiento a partir precisa- allá. Solamente se intenta abrir un panorama con
mente de aquello que convoca su problematiza- algunas posibilidades y no establecer un cierre
ción? Se estudia la violencia por los estragos que en las categorías y condiciones dominantes para
ha causado en nuestra vida, en nuestros vínculos, el estudio de la violencia, y con ello ampliar la
en nuestro país. ¿No está este estudio hipotecado percepción, encontrar nuestro objeto allí donde
menos lo esperábamos: desde las atrocidades del
terrorismo de Estado hasta la condición misma
3
En el psicoanálisis kleiniano, el pasaje de la posición esquizo-
paranoide a la posición depresiva supone este proceso metapsi- de nuestro erotismo.
cológico: los objetos buenos, que estaban meticulosamente se- En este artículo se ha planteado explicitar al-
parados de los objetos malos por los mecanismos esquizoides, gunas aproximaciones teóricas para pensar el fe-
son destruidos en el momento en que no es posible mantener la
separación: es la misma madre la que satisface que la que frustra.
nómeno de la violencia delincuencial en México
La vivencia infantil es la pérdida del objeto bueno, y de ahí la posi- en las últimas décadas, especialmente lo que he-
ción depresiva. Pichon-Rivière (1985) retoma estos aspectos para mos visto desarrollarse a partir de la ampliación de
pensar los procesos grupales y colectivos. las redes de la delincuencia organizada y la llama-
4
Los planteamientos freudianos sobre el amor, sobre Eros, sobre
la líbido, son molestos, perturban, en la medida en que reencuen- da “guerra contra el narcotráfico”, declarada por el
tran la presencia de la agresión y la violencia en el contexto mis- presidente Calderón en el sexenio 2006-2012. Sin
mo del impulso amoroso.
390
embargo, no es el foco de interés describir las ca- supone una participación del Estado, por acción o
racterísticas y los movimientos de dichas formas por omisión, para que éstos puedan ocurrir. Ergo,
delincuenciales, ni tampoco las políticas explícitas si el Estado cumpliera su función, no estaríamos
391
que habrá de tener un límite y un fin. No obstan- de nuevos grupos delincuenciales. Parecería que
te, en esta lógica siempre hay un olvido, una ce- son su espejo. Sus líderes van siendo identificados
guera frente a los datos que emanan de la realidad prontamente con nuevos capos, y las autodefen-
cotidiana, datos que indican que la disfunción de sas parecerían ser uno más de los grupos armados
las policías, de la inteligencia del Estado, de las de la delincuencia organizada. Se trata de pano-
instituciones socializadoras, jurídicas y punitivas, ramas muy confusos, de deslizamientos imper-
ha dejado de ser un evento excepcional y se ha ceptibles que más temprano que tarde los hacen
convertido en la norma. Y cuando la excepción es aparecer justamente del lado de quienes preten-
norma, la norma es inexistente; ya no somos un dían combatir. El combate de las autodefensas7 se
país de leyes, al contrario. desarrolla tanto frente a la delincuencia organi-
zada y las mafias, como de la policía y los grupos
LAS ORGANIZACIONES CIVILES militares armados de la Marina y el Ejército. Su
Y LA VIOLENCIA prestigio en ocasiones deriva de viejas costumbres
que desarrollaron los pueblos y rancherías, según
Por su parte, la disfunción estatal y gubernamen- las cuales las tareas de seguridad eran autoges-
tal produce también otros efectos en el tejido so- tionadas. Figuras como el velador o la ronda se
cial. La sociedad civil se organiza6. En el contexto reactivan ahora con nuevos significados8. Es de
de la violencia, la sociedad civil organizada trabaja subrayarse que en esta autogestión de la seguri-
fundamentalmente en los siguientes dos frentes: dad pública, que aparece representada en las au-
Por una parte, la sustitución del Estado en sus todefensas, son los mismos pobladores los que se
labores de seguridad. Grupos de autodefensa en agrupan para llevar a cabo dichas tareas; no es
estados como Michoacán y Guerrero, en los que cosa de especialistas ni de consejeros.
su propio surgimiento no únicamente denuncia Por otra parte, un frente que trabaja la sociedad
la omisión de la obligación estatal de otorgar se- civil organizada es la asistencia a las víctimas direc-
guridad a la población, sino que habla también tas e indirectas de la delincuencia, tanto en torno al
de la desconfianza secular que la población ha daño que se les ha producido, como en la búsque-
generado en torno a los aparatos policíacos. En da de desaparecidos y la exigencia de justicia. Las
Consideraciones teóricas sobre el estudio de la violencia
392
Desde allí se establecen ciertas discursividades que movimientos de reivindicación de su singularidad
difícilmente podrían ser cuestionadas9. Igual que de género, del reconocimiento de una sociedad di-
ocurre con las autodefensas, estas organizaciones de versa en el plano sexual, permitió y sigue permi-
393
Llama la atención que las formas organiza- En relación a este punto, las formas violen-
das de los grupos delincuenciales hayan logrado tas que caracterizan a estos grupos son construc-
incorporar todas las prácticas delincuenciales en ciones que derivan al menos de dos fuentes. La
el país. Los pequeños delincuentes, ladrones, car- primera es su propio objeto. La acción de estos
teristas, robacoches y otros van sucumbiendo jun- grupos en el contexto social es una acción vio-
to con diversos giros comerciales y productivos latoria de las formas instituidas de convivencia.
bajo el peso de los derechos de piso, del impuesto Esto no quiere decir que las formas instituidas
que exige la delincuencia organizada11. garanticen una gestión más razonable de la vio-
Las mafias, poco a poco, van adquiriendo con lencia, pero estos grupos hacen de los procesos
el tiempo las formas de la institución-empresa. Por violentos su propio objeto, el sentido de su actuar
otra parte, no son pocas las empresas que estable- en el mundo.
cen en su propia organización elementos que pare- Sabemos que el ejercicio de la violencia sobre
cerían extraídos de las organizaciones mafiosas. Lo otros sujetos, sobre las personas, supone un efecto
mismo sucede, por ejemplo, con los grupos organi- sobre quien la ejerce. Martín-Baró (1988) analizó
zados en el poder político12. La figura institucional esta cuestión en su trabajo sobre la violencia po-
de la mafia no es la de un grupo anárquico, impul- lítica en Centroamérica. El ejercicio de la violen-
sivo; por el contrario, está constituida por grupos cia requiere un mecanismo en el que es necesario
en los que juegan los elementos referidos al linaje, degradar la dignidad de la persona sobre la cual
pero altamente organizados. Pese a ello, es muy lla- se ejerce. Hay que degradarlos en la escala huma-
mativo que se trate de grupos en los que son muy na. Es necesario que el agresor justifique de alguna
importantes ciertos aspectos sobre las tradiciones, manera la legitimidad del uso de la violencia. Pero
las costumbres. De hecho, hay aspectos imagina- esa degradación le alcanza en muy poco tiempo,
rios muy específicos en este tipo de grupos. y finalmente vence la identificación con la vícti-
La gestión de la violencia en los grupos delin- ma. Los mecanismos necesarios para poder tortu-
cuenciales tiene que ver con otro marco normativo. rar, matar o violar a las víctimas ceden por fin: las
Estos grupos han establecido su propia institución víctimas acaban siendo similares a nosotros.
con una normatividad muy distinta a la de nues- No obstante, se ha transgredido un límite. El
Consideraciones teóricas sobre el estudio de la violencia
tras propias instituciones sociales. El lugar de las ejercicio de la tortura, la reificación de las víctimas
mujeres, de la figura materna, de los jefes y los ca- acaba cosificando las relaciones en el propio gru-
pos varía, al igual que las obligaciones a las que los po delincuencial. Por eso las reglas son tan firmes
miembros están sujetos. Los regímenes de produc- y rígidas: los peligros de dicha reificación pueden
ción, de trabajo, así como los familiares y los se- alcanzar a sus miembros al menor descuido. Por
xuales están fuertemente trastocados respecto a las eso hay que hacer todo lo posible para mantener la
figuras instituidas de la familia y el trabajo. ausencia de todo vínculo con las víctimas. El trato
debe ser deshumanizante, pues de otro modo es el
11
No obstante, hay delitos que resultan muy difíciles de contro-
propio grupo el que se encuentra en peligro. En la
lar, incluso por las mafias. Así, la violencia contra las mujeres, los trata de personas, y específicamente en la trata con
homosexuales o la misma violación siguen siendo delitos que pro- finalidad de explotación sexual, al igual que en el
liferan y se cometen por fuera de los circuitos de la delincuencia secuestro –dejando de lado la violencia que se ejer-
organizada. De algún modo son integrados en otra serie de activi-
dades ilícitas; por ejemplo, la violación es frecuente y sistemática ce en el terrorismo de Estado–, es en donde en-
en el delito de trata de personas. contramos la confirmación de esta hipótesis. Si se
12
Esto no necesariamente remite a los partidos políticos. Son les trata como ganado, como animales, es precisa-
más bien los grupos de poder, grupos en los que ciertos elemen-
tos relativos a sus lugares de origen, a las relaciones de linaje y
mente porque debe operar esta degradación en la
otros, generan formas de asociación que en ocasiones rayan en la escala humana de las víctimas.
ilicitud. Sus operaciones incluyen formas legales e ilegales. Cier- No obstante, el grupo delincuencial se en-
tos grupos políticos asociados al ex presidente Carlos Salinas de cuentra prácticamente en la misma pendiente: si
Gortari serían el mejor ejemplo. Más allá de su proyecto político,
el adjetivo que Andrés Manuel López Obrador dirige a priístas y las víctimas pueden ser deshumanizadas hasta ese
panistas en el poder, a los que califica como mafia, podría tener punto, en cualquier momento se puede estar del
derivaciones insospechadas.
394
otro lado de la línea. Para el victimario, la víctima cuerpos de mujeres colocados en poses y posicio-
resulta ser la constatación de un destino no sólo nes específicas en terrenos inhóspitos de Ciudad
posible sino muy probable en el contexto de las Juárez, las cicatrices y tatuajes en exprisioneros y
395
crean a partir de su actividad. Como en todo grupo, cuenta de ellos. El Estado no únicamente ha de-
hay un mito dominante en su constitución16. En el jado de ser la fuente de la violencia legítima, sino
caso de las mafias y los grupos delincuenciales, he- que también se ha incorporado al ejercicio de la
mos planteado que esos mitos están definidos a par- violencia delincuencial. Los procesos de transgre-
tir del mito del mundo al revés. Este mito da caución sión incluyen, de una u otra forma, la participa-
y otorga la razón a las lógicas de destrucción que ca- ción y complicidad del Estado17. El modelo o el
racterizan los procesos de destrucción del mundo de planteamiento que reduce el problema a Estado
opresión que viven dichos grupos (Manero y Villa- vs. delincuencia es obsoleto y ya nada logra expli-
mil, 1998). car. A pesar de ello, este modelo, cuyo corolario
Por eso también los grupos delincuenciales explicativo no deja de ser la problemática de la
establecen formas religiosas y rituales singulares: corrupción y la disfunción (de allí la cuestión del
Cristos negros, santones o figuras santificadas que Estado fallido, por ejemplo), sigue siendo uno de
ven con indulgencia las actividades delictivas de los más socorridos por los estudiosos y los divul-
sus fieles, en lógicas muy cercanas a lo que Carpio gadores de explicaciones de la violencia.
(2006) ha descrito como la “religiosidad popular”. Cuando se revisan las formas de intervención
Así, la institucionalización de las mafias y los de las organizaciones civiles, también se percibe
grupos delincuenciales se produce con la instala- cómo se van produciendo ciertas formas de con-
ción de un universo imaginario que incluye sus cebir y trabajar sobre el fenómeno. Se establecen
propios valores, hábitos y rituales, generando así jerarquías que incluyen, por ejemplo, las denomi-
una microcultura que compite con los valores e nadas “víctimas secundarias” de la violencia. Este
imaginarios instituidos por la cultura dominante. es un punto importante. Hay una forma de auto-
ridad moral y de legitimidad que se produce en el
LA RED INSTITUCIONAL discurso de las víctimas. Los familiares de las per-
DE LA VIOLENCIA sonas desaparecidas, secuestradas o asesinadas, tie-
nen la autoridad que les confiere el dolor que han
La teoría sociológica y política clásica, se decía sufrido en el proceso de victimización18. Es este
más arriba, nos acostumbró a plantear el tema de dolor –y el sacrificio consecuente– el que les con-
Consideraciones teóricas sobre el estudio de la violencia
la violencia a partir de una perspectiva que se ge- cede un poder. Pero eso también invisibiliza otro
neraba en dos polos fundamentales: la violencia dato de la violencia generalizada: el de que todos
legítima y la violencia ilegítima. El Estado es el somos víctimas del clima violento de la sociedad.
único que puede ejercer la violencia en nombre de Las organizaciones civiles trabajan así so-
la seguridad de la sociedad y es una tarea que se le bre la lógica de este lapsus, en el que su acción
confía expresamente. El resto de la sociedad está de hacerse cargo de la asistencia de las víctimas
obligada a ceder el uso de la fuerza al Estado, y –que en su caso debiera ser una obligación del
éste será entonces su depositario exclusivo. Estado– produce una forma específica de ocul-
El análisis minucioso de los procesos de vio- tamiento de los procesos de violencia delincuen-
lencia delincuencial (que en este espacio apenas cial, paralelos a los de la violencia de Estado. Si
se han esbozado), presenta una problemática mu- tanto el Estado como los grupos delincuenciales,
cho más compleja. El fenómeno de la violencia por alguna razón, tratan de instalar el miedo o el
no sólo ha rebasado al Estado, sino que lo ha in- terror en el tejido social, la acción más explícita
cluido en otros procesos sociales que no sólo es de numerosas organizaciones civiles, en la medi-
muy difícil identificar, sino también elucidar, dar da en que establecen una división entre víctimas
y no víctimas, trabaja en favor de dicha instala-
16
El trabajo psicosocial y psicoanalítico con pequeños grupos per- ción al permitir que a la mayoría de la población
mitió elucidar dimensiones imaginarias de estos colectivos. Bion,
Pichon-Rivière, Bauleo, Foulkes, Anzieu y Kaës, entre otros, enun- 17
El caso de Ayotzinapa es una terrible constatación de ello.
ciaron cómo es que todo grupo crea una dimensión imaginaria, una 18
Y esta autorización tiene evidentemente raíces cristianas, don-
latencia, que está emparentada con el mito. Por su parte, Mühl- de el dolor está significado por el sacrificio. El sujeto que sufre
mann (1968), desde una perspectiva etnológica, establece diferen- dolor realiza un sacrificio que lo coloca, luego entonces, como
tes tipos de mitos que subtienden la actividad de ciertos grupos. alguien que posee un carisma, una cualidad cercana a lo sagrado.
396
no se le considere como una víctima del clima puede analizarse de manera simplista. A través de
de violencia. Así, el esfuerzo de buena parte de este estudio se puede plantear que la violencia so-
tales organizaciones orientadas al tratamiento, cial que se sufre hoy día en México resulta un vi-
397
(1984) ya había señalado, respecto del psicoaná- En el universo del trabajo, por ejemplo, la máxi-
lisis y la psiquiatría, el lugar que ejercían como ma castoridiana que dio nombre a su famosa revista,
parte de dispositivos de control social que emer- Socialismo o Barbarie, parece que se cumple al pie de la
gían en el contexto del Estado, en las sociedades letra. Gradualmente va desapareciendo la contractua-
fuertemente transformadas por las políticas neo- lidad en el trabajo, sustituyéndola por dispositivos de
liberales. Las diversas instituciones, en adelante, explotación intensiva en una aparente liberalización
trabajarían en función de dichas finalidades de (los free lances, que deben trabajar doble o triple jor-
control social establecidas por los nuevos disposi- nada de manera aparentemente voluntaria), o formas
tivos neoliberales. directamente esclavistas, en un retorno a la barbarie,
Surge así la idea de Estados que trabajan, pero ahora estructurada como antiutopía modernista
para su supervivencia, en función de la gestión (la trata de personas, por ejemplo).
del riesgo político para su reproducción. Es el pa- No existe una institución de la violencia, como
roxismo de las sociedades de control. La violencia tal. Lo que sí existe –y que al parecer en estas pá-
ya no es, por consiguiente, ese mal que el Estado ginas ha quedado mostrado– es una instituciona-
debiera combatir. Como se afirmaba líneas arriba, lización de la violencia a través de la construcción
es imposible que la combata en cuanto que es el de un dispositivo de control social, de un Estado
instrumento privilegiado del que echa mano para de gestión de riesgo político que permite que las
objetivar la sociedad. La separación y la lucha en- lógicas que derivan de la violencia delincuencial
tre dirigentes y dirigidos que enunciaba Castoria- queden instaladas. Así, la penetración de las lógi-
dis (1975) se convierte en el objeto propio de una cas de la violencia delincuencial permea cualquier
lucha del Estado –en tanto garante de los dispo- resquicio del tejido social: las parejas, la familia, las
sitivos de control– y la sociedad. relaciones laborales, las relaciones pedagógicas y
Por ello, no debe sorprender la continuidad demás. Los nuevos autoritarismos, la incorpora-
entre las fuerzas represivas del Estado –policía, ción de la explotación y dominación violenta de la
ejército, marina– y esas formas paramilitares que sociedad, incluso en el contexto de sociedades que
constituyen la delincuencia organizada. Esa per- se quieren democráticas, hablan de estas formas de
meabilidad es el analizador más evidente de las institucionalización de la violencia. Ésta se institu-
Consideraciones teóricas sobre el estudio de la violencia
nuevas formas sociales. Asimismo, las continui- cionaliza prácticamente en todos lados. Pero si eso
dades entre la asistencia del Estado (que pro- es así, nos permite, al mismo tiempo, pensar que
mueve la resignación ante las pérdidas) y la de la lucha, que la construcción que supone el mismo
las organizaciones civiles (que buscan combatir la término, también está en todos lados.
impunidad) no son tampoco improbables. Esa es quizá la esperanza de nuestro tiempo
Los dispositivos de control social y sus redes y, consecuentemente, la posibilidad de construir
institucionales no son extraños en otros ámbitos. otros mundos.
REFERENCIAS
Carpio R., J.G. (2006). Algunas significaciones imaginarias de lo milagroso en los exvotos pintados y relatos de mila-
gros. Tesis de doctorado. México: Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco.
Castel, R. (1984). La gestión de los riesgos. De la anti-psiquiatría al post-análisis, Barcelona: Anagrama.
Castoriadis, C. (1975). L’institution imaginaire de la société. Paris: Seuil.
Castoriadis, C. (1990). Réflexions sur le racisme. En C. Castoriadis (Ed.): Le monde morcelé. Les carrefours du
labyrinthe (t. III). Paris: Seuil.
Girard, R. (1995). La violencia y lo sagrado. Barcelona: Anagrama.
Lourau, R. (s/f ). Autogestión e institución. En A. Bertolo y R. Lourau (Eds.): Autogestión y anarquismo. México:
Biblioteca Virtual Antorcha. Disponible en línea: http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/auto-
gestion/2.html.
398
Manero, R. (2006). Violencia e imaginario. El laberinto de la violencia. El Cotidiano (135), enero-febrero, 41-49.
Manero, R. y Villamil, R. (1998). Movimientos sociales y delincuencia. Grupos civiles y dinámica de la parti-
399