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Enseñanza e Investigación en Psicología

ISSN: 0185-1594
rbulle@uv.mx
Consejo Nacional para la Enseñanza en
Investigación en Psicología A.C.
México

Manero Brito, Roberto


CONSIDERACIONES TEÓRICAS SOBRE EL ESTUDIO DE LA VIOLENCIA
Enseñanza e Investigación en Psicología, vol. 22, núm. 3, septiembre-diciembre, 2017,
pp. 388-399
Consejo Nacional para la Enseñanza en Investigación en Psicología A.C.
Xalapa, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=29255775013

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Enseñanza e Investigación en Psicología Vol. 22, Nº3: 388-399. Septiembre-diciembre, 2017

CONSIDERACIONES TEÓRI
CONSIDERACIONES TEÓRICAS SOBRE EL ESTUDIO
DE LA VIOLENCIA

SOBRE EL ESTUDIO DE LA
Theoretical considerations about the study of violence
Roberto Manero Brito

VIOLENCIA
Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco1

Citación: Manero, R. (2017). Consideraciones teóricas sobre el estudio de la violencia. Enseñanza e Investigación
en Psicología, 22(3), 388-399.

Artículo recibido el 5 de enero y aceptado el 13 de febrero de 2017

RESUMEN

El artículo parte de un análisis del concepto de violencia para trabajar algunos elementos funda-
mentales para su comprensión, como la relación de la violencia con el Estado y con las organi-
zaciones civiles, así como algunas características de los grupos delincuenciales. A la luz de estas
descripciones propone la insuficiencia de los referentes teóricos tradicionales de la sociología y
la ciencia política. El autor subraya la pertinencia de una aproximación a partir de la lógica de los
dispositivos de control planteada por Foucault, Deleuze y Agamben, al igual que una perspecti-
va basada en el análisis institucional para la comprensión de los procesos de institucionalización
de la violencia en la sociedad.

Indicadores: Violencia; Institucionalización de la violencia; Estado; Organizaciones civiles; Delincuencia;


Grupos delincuenciales.

ABSTRACT

The article is based on an analysis of the concept of violence in order to work some fundamental
elements for understanding the relationship of violence with state and civil society organizations,
as well as some characteristics of the criminal groups. Under the light of these descriptions, the
author proposes the inadequacy of traditional theoretical framework of sociology and political
science, and the relevance of an approach from the logic of control devices raised by Foucault,
Deleuze and Agamben, as well as an institutional analysis perspective for understanding the
processes of institutionalization of violence in the society.

Keywords: Violence; Institutionalization of violence; State; Civil organizations; Crime; Criminal groups.

1
Departamento de Educación y Comunicación, Calzada del Hueso 1100, Villa Quietud, 04960 Delegación Coyoacán, Ciudad
de México, México, tel. (55)54-83-70-80, correo electrónico: mabr3005@correo.xoc.uam.mx.
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INTRODUCCIÓN: CONSIDERACIONES formas más evidentes. ¿Habría algún tipo de co-
SOBRE EL CONCEPTO DE VIOLENCIA nexión, alguna forma de relación entre estas for-
mas diversas de la violencia, entre sus contenidos

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La violencia en México ha cambiado de forma al parecer totalmente desarticulados? ¿Hay algo
sustancial en los últimos treinta años. Las políticas más que una respuesta o una reacción de cierta
neoliberales que se han impuesto planetariamente forma frente a la realidad, eso que es posible lla-
han traído consigo una estela de nuevos fenóme- mar “violencia”? ¿Habría relaciones entre dichas
nos, reediciones de pasados que considerábamos formas y dimensiones que permitieran construir
superados por la historia, pero que se instauran con la violencia como un objeto susceptible de ser es-
especificidades en ocasiones insospechadas. tudiado coherentemente?
Hay características de las nuevas violencias La etimología del concepto de violencia remi-
que las hacen singulares. Los rasgos de crueldad, te al latín violentia, que es la cualidad de violentus.
la participación del Estado de una manera más o Es violentus el que continuamente usa la fuerza.
menos abierta, las formas organizadas a la mane- Sus raíces están en vis, que significa “fuerza”, que
ra de espejo en relación con las instituciones es- a su vez es una raíz que comparten palabras como
tatales, militares o incluso económicas, presentan “vigor”, “viril”2 y, curiosamente, “virtud”. Lentus es
la violencia actual como una creación social que, un sufijo que tiene valor continuo. El adjetivo vio-
si bien se pueden rastrear sus orígenes en diver- lentus supone una cualidad: la violentia, una espe-
sos momentos históricos, tiene un elemento irre- cie de esencia del ser violento. Aunque también
ductible, la marca de su tiempo; los contenidos podría pensarse de otra manera: el ser violentus
presentes la hacen diferente a las formas que han crea, produce esa cualidad violentia, que está des-
sido estudiadas por la historia. de entonces atada y, por tanto, posible de desatar,
Evocar el término violencia produce inme- de desanudar de ese ser continuamente violento.
diatamente una reacción emocional: la violencia Esta retracción lógica del término (una pala-
es indeseable, algo que debe erradicarse. No obs- bra que crea su propia cualidad) estaría soportada
tante, la discusión sobre este punto promete no por otra característica del concepto: la verbaliza-
tener fin. Cuando se habla de formas de violencia ción del adjetivo. Aquí, el adjetivo no proviene del
que invocan su contraviolencia, violencias implí- verbo sino a la inversa. Primero fue violentus, ese
citas y explícitas, violencias coyunturales y violen- sujeto que usa la fuerza continuamente (¿podría
cias estructurales, violencia individual y violencia ser el patriarca?), del cual se derivaría la violen-
colectiva, estamos frente a objetos disímiles, en tia, y asimismo el verbo violare: actuar violento,
contextos francamente desarticulados. ¿Es posi- transgredir, agredir, y de allí “violar”, “violación”.
ble estudiar la violencia? ¿Sería necesario estable- El binomio violar-virtud estaría planteando
cer delimitaciones, estructurar contextos válidos uno de los aspectos nodales del problema. La vio-
para su comprensión? ¿Se pueden estudiar, por lencia es, así, problemática. Imposible imaginar un
ejemplo, las violencias genocidas como la del na- mundo sin violencia: no se sostendría ni un mo-
zismo o la ejercida contra el pueblo armenio de mento. El uso de la fuerza es aquello que permite
la misma manera que la violencia que un esposo la destrucción-construcción del mundo; un mun-
ejerce sobre su esposa o una madre contra su hijo? do que ha perdido su vis carece ya de su virtud,
Parece, entonces, que el objeto se desdibu- de su fuerza para continuar existiendo. Es necesa-
ja en cuanto que se hace referencia a realidades rio ser fuerte para vivir. Un mundo sin violencia
del todo distintas, que se emparentan solamen-
te en su aspecto más superficial. No obstante, se- 2
De donde también procede el término varón, determinando así
ría importante hacer el ejercicio que permitiera desde el lenguaje esa característica de la fuerza-violencia que se-
imaginar, aunque sea por un momento, que di- ría ampliamente denunciada por los estudios feministas. Habría
chas formas de violencia podrían estar relaciona- que ver si esta determinación del varón como fuerza actúa uni-
versalmente o, como es de suponerse, con matices y gradaciones
das de alguna manera, más allá de sus apariencias que hicieran posible, por ejemplo, mostrar cómo las formas pa-
y de esos elementos comunes que se refieren a sus triarcales también afectan a los varones, estableciendo condicio-
nes tan desventajosas como las que sufren las mujeres.

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es imposible: la condición del sujeto es necesa- precisamente desde las demandas sociales que lo
riamente la de una mónada psíquica violentada constituyen como objeto de estudio? ¿Podría su-
hasta su casi destrucción (Castoriadis, 1975). De ceder que el estudio de la violencia desde otro
la misma manera, el proceso de socialización, la punto de vista desdibujara las demandas de las
constitución de las sociedades, no es posible sin la cuales procede? ¿Puede tal estudio elucidar algu-
destrucción (no necesariamente la aniquilación) nos aspectos implícitos de nuestra sociedad?
de las formas sociales, económicas, culturales, so- El parentesco de la violencia con la muerte,
cietales de las organizaciones sociales anteriores. sin embargo, ofrece una pista que es interesan-
La satanización de la violencia hace inclinar te seguir. La muerte, esa no-existencia, es inima-
la balanza hacia uno de sus polos: violar, transgre- ginable e imposible de representar, pero existen
dir. Vis-virtud se han quedado aislados y desterri- sucedáneos que le dan una nueva identidad, que
torializados. Es como si los aspectos destructivos la trastocan y le dan nuevos sentidos. La muer-
y mortíferos de la violencia hubieran cubierto la te es finitud, y por ello es también alteridad. En
fuerza creadora y constructiva, que entonces no la violencia, al parecer, hay un sentido similar. La
se puede pensar como violencia3. La creación y violencia es alteridad radical. Si la alteridad vio-
la construcción debieran, por consiguiente, estar lenta nuestra cómoda inercia identitaria, es en la
animadas por otra pasión y otra emoción, que es violencia donde hemos depositado toda la fan-
el amor. Así, se constituye la separación que signi- tasmática que rodea la alteridad. Así, los estudios
fica desde hace mucho tiempo la violencia, y que sobre la violencia intentan, efectivamente, expli-
en buena medida hipoteca y empantana su estu- car o elucidar sus diferentes aspectos: desde sus
dio. Un amor sin violencia, un amor desposeído determinantes biológicos en la violencia indivi-
de toda fuerza y perseverancia (vis-lentus), o un dual, hasta las formaciones histórico-sociales que
amor impulsado por otro tipo de fuerza (que ya permiten o exigen la aparición de formas espe-
no sería vis). Se va desprendiendo así una sepa- cíficas, más o menos evidentes, de la violencia.
ración que pretende olvidar ese dato (la ambiva- Sus significaciones, vinculadas con la muerte, la
lencia) que siempre está presente en la realidad4. crueldad, el dominio de lo brutal, eclipsan otros
Se produce, luego entonces, un nuevo par an- procesos, quizá menos evidentes, pero no por
Consideraciones teóricas sobre el estudio de la violencia

titético: violencia-amor. Este par delega en la vio- ello menos potentes y eficaces: la violencia sim-
lencia todos aquellos trazos y rasgos mortíferos bólica, la violencia pasiva y otras, que permiti-
e indeseables, y preserva en el amor los aspectos rían pensar desde allí, elucidar otros aspectos de
vitales, constructivos y creadores. ¿Será posible nuestra vida social.
considerar el estudio de la violencia desde otra A pesar de todo, no se pretende aquí ir más
perspectiva, un descentramiento a partir precisa- allá. Solamente se intenta abrir un panorama con
mente de aquello que convoca su problematiza- algunas posibilidades y no establecer un cierre
ción? Se estudia la violencia por los estragos que en las categorías y condiciones dominantes para
ha causado en nuestra vida, en nuestros vínculos, el estudio de la violencia, y con ello ampliar la
en nuestro país. ¿No está este estudio hipotecado percepción, encontrar nuestro objeto allí donde
menos lo esperábamos: desde las atrocidades del
terrorismo de Estado hasta la condición misma
3
En el psicoanálisis kleiniano, el pasaje de la posición esquizo-
paranoide a la posición depresiva supone este proceso metapsi- de nuestro erotismo.
cológico: los objetos buenos, que estaban meticulosamente se- En este artículo se ha planteado explicitar al-
parados de los objetos malos por los mecanismos esquizoides, gunas aproximaciones teóricas para pensar el fe-
son destruidos en el momento en que no es posible mantener la
separación: es la misma madre la que satisface que la que frustra.
nómeno de la violencia delincuencial en México
La vivencia infantil es la pérdida del objeto bueno, y de ahí la posi- en las últimas décadas, especialmente lo que he-
ción depresiva. Pichon-Rivière (1985) retoma estos aspectos para mos visto desarrollarse a partir de la ampliación de
pensar los procesos grupales y colectivos. las redes de la delincuencia organizada y la llama-
4
Los planteamientos freudianos sobre el amor, sobre Eros, sobre
la líbido, son molestos, perturban, en la medida en que reencuen- da “guerra contra el narcotráfico”, declarada por el
tran la presencia de la agresión y la violencia en el contexto mis- presidente Calderón en el sexenio 2006-2012. Sin
mo del impulso amoroso.

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embargo, no es el foco de interés describir las ca- supone una participación del Estado, por acción o
racterísticas y los movimientos de dichas formas por omisión, para que éstos puedan ocurrir. Ergo,
delincuenciales, ni tampoco las políticas explícitas si el Estado cumpliera su función, no estaríamos

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del Estado frente a tales organizaciones. en esta condición.
Aquí, que es la primera parte de un escrito Deberíamos preguntarnos si eso es posible.
más amplio, se intentará hacer una descripción de Habría que pensar si la condición actual del Esta-
los procesos de violencia delincuencial a partir del do en México5, y especialmente su gobierno, tiene
estudio de los procesos de victimización, esto es, la posibilidad de cumplir el cometido que la socie-
desde el lugar de las víctimas. El cuestionamiento dad le impone, e igualmente preguntarse si el des-
de perspectivas que van desde el psicoanálisis has- pegue de la delincuencia, las formas de lo que se
ta las diferentes teorías del Estado, pasando por la ha llamado el Estado fallido, son formas acceso-
criminología, la victimología y la orientación de al- rias, un elemento contingente y por tanto suscepti-
gunas teorías antropológicas, permiten plantear al- ble de ser mejorado, perfeccionado, corregido en su
gunas hipótesis respecto de la organización social y disfuncionalidad, para que de tal manera se pueda
la red que nos une, tanto como de las dimensiones detener la espiral de la violencia delincuencial.
institucionales que normalmente pasan desaperci- En esta perspectiva, los problemas en el go-
bidas en los estudios sobre violencia. bierno de México se presentan como los propios
de un gobierno inepto, constituido en el contex-
EL ESTADO Y LA VIOLENCIA to de un Estado que sería ya fallido. El Estado se
enfrenta a un producto de su propia historia: ma-
¿Es posible pensar la violencia –especialmente la fias que ganan, en territorio y número de afiliados,
violencia delincuencial– desde las teorías clásicas un espacio cada vez mayor en la realidad social. Se
del Estado? ¿El viejo Leviatán tiene aún posibi- abre en este país un panorama con una serie de te-
lidad de instruirnos en estos aspectos? ¿Es nece- rritorios que se organizan de manera muy diver-
sario acudir a otros planteamientos en torno a lo sa, pero sobre todo transgresora del orden jurídico
histórico-social para dar cuenta de lo que sucede desde el cual se estructura el Estado. El combate
en países como México, Francia, Estados Unidos a estas mafias y grupos delincuenciales ha sido un
y un enorme etcétera? combate fallido. La guerra declarada contra el nar-
No es el interés desarrollar ahora en toda co ha permitido la reproducción y profundización
su amplitud una crítica a los planteamientos de no únicamente de sus propias estructuras, sino de
Hobbes, ni siquiera de los de Rousseau. Tampoco las dinámicas de violencia que han cruzado todos
es el lugar en el que se puedan esbozar críticas a los límites imaginables.
aspectos macrosociales, como el diseño de políti- Este enemigo del Estado es como la Hidra,
cas públicas, la crítica especializada de las políti- cuya cabeza se corta y surgen otras más. Las es-
cas de seguridad, ni siquiera una forma coherente trategias de aniquilación del narco y de las mafias
de abordar los consabidos males de la corrupción han logrado reproducirlas y multiplicarlas, y cada
y la desmovilización social. vez estamos más lejos de la erradicación del tipo
Al pensar la violencia que aqueja a nuestras de fenómenos que surgieron a partir de las for-
sociedades, lo primero que hay que establecer es mas organizadas del crimen.
el contexto sociohistórico en el que ésta se desa- Podemos, con los especialistas en seguridad
rrolla y tiene lugar. nacional, seguir planteándonos alternativas al es-
Uno de los aspectos que se han subrayado tado actual de las cosas, pensando si con la captu-
para establecer las características de la violencia ra de El Chapo desaparece el cártel de Sinaloa o
en México es, por lo menos, una cierta partici- se apoya indirectamente a otros cárteles. Es posi-
pación del Estado en los crímenes y delitos que ble pensar que hay un desarrollo de estas figuras
caracterizan la acción de los grupos delincuen-
ciales. Dicho de otra manera, el desarrollo explo- 5
En este punto el presente autor se refiere al concepto de Estado
sivo de los procesos de la violencia delincuencial tradicional en la ciencia política y la sociología: esa composición
histórica que consiste en gobierno, territorio y población.

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que habrá de tener un límite y un fin. No obstan- de nuevos grupos delincuenciales. Parecería que
te, en esta lógica siempre hay un olvido, una ce- son su espejo. Sus líderes van siendo identificados
guera frente a los datos que emanan de la realidad prontamente con nuevos capos, y las autodefen-
cotidiana, datos que indican que la disfunción de sas parecerían ser uno más de los grupos armados
las policías, de la inteligencia del Estado, de las de la delincuencia organizada. Se trata de pano-
instituciones socializadoras, jurídicas y punitivas, ramas muy confusos, de deslizamientos imper-
ha dejado de ser un evento excepcional y se ha ceptibles que más temprano que tarde los hacen
convertido en la norma. Y cuando la excepción es aparecer justamente del lado de quienes preten-
norma, la norma es inexistente; ya no somos un dían combatir. El combate de las autodefensas7 se
país de leyes, al contrario. desarrolla tanto frente a la delincuencia organi-
zada y las mafias, como de la policía y los grupos
LAS ORGANIZACIONES CIVILES militares armados de la Marina y el Ejército. Su
Y LA VIOLENCIA prestigio en ocasiones deriva de viejas costumbres
que desarrollaron los pueblos y rancherías, según
Por su parte, la disfunción estatal y gubernamen- las cuales las tareas de seguridad eran autoges-
tal produce también otros efectos en el tejido so- tionadas. Figuras como el velador o la ronda se
cial. La sociedad civil se organiza6. En el contexto reactivan ahora con nuevos significados8. Es de
de la violencia, la sociedad civil organizada trabaja subrayarse que en esta autogestión de la seguri-
fundamentalmente en los siguientes dos frentes: dad pública, que aparece representada en las au-
Por una parte, la sustitución del Estado en sus todefensas, son los mismos pobladores los que se
labores de seguridad. Grupos de autodefensa en agrupan para llevar a cabo dichas tareas; no es
estados como Michoacán y Guerrero, en los que cosa de especialistas ni de consejeros.
su propio surgimiento no únicamente denuncia Por otra parte, un frente que trabaja la sociedad
la omisión de la obligación estatal de otorgar se- civil organizada es la asistencia a las víctimas direc-
guridad a la población, sino que habla también tas e indirectas de la delincuencia, tanto en torno al
de la desconfianza secular que la población ha daño que se les ha producido, como en la búsque-
generado en torno a los aparatos policíacos. En da de desaparecidos y la exigencia de justicia. Las
Consideraciones teóricas sobre el estudio de la violencia

su percepción, la policía es un grupo delincuen- organizaciones de apoyo para la búsqueda de víc-


cial más del cual la población se debe proteger. timas de desaparición forzada, los movimientos de
Y esto, después de un cierto tiempo, se ha hecho dignificación de las víctimas del delito o las orga-
extensible al ejército. Después de la guerra sucia, nizaciones de asistencia psicológica y jurídica a las
de su utilización en labores de contrainsurgencia víctimas de la violencia delincuencial van produ-
y de amedrentamiento de la población civil, so- ciendo nuevas formas en torno al fenómeno.
bre todo con las nuevas estrategias de guerra de Las formas de la violencia delincuencial en
baja intensidad, la identificación con un ejército México serían impensables sin la participación de
de extracción popular se fue extinguiendo y la fi- las organizaciones de la sociedad civil en este ámbi-
gura de los militares ha dejado de ser esa garan- to. Desde ese lugar aparecen diversas conceptualiza-
tía de la presencia de los ideales de la Revolución. ciones y consignas que ocupan el lugar de verdades.
El surgimiento de los grupos de autodefen-
sa, no obstante, bien pronto se fue asimilando al 7
En este punto se debe tener precaución. Entre las autodefensas
de Michoacán y de Guerrero y las de algunas poblaciones indíge-
nas hay diferencias sustanciales que no es posible desarrollar en
6
Parecería que ya dejamos atrás el debate en torno a resucitar el este espacio; simplemente quedan enunciadas.
viejo concepto hegeliano de la sociedad civil. Tampoco se abor- 8
Efectivamente, la posibilidad de algunos pueblos de autogestio-
dará por ahora; no obstante, solamente se podría señalar que el nar su seguridad trae consigo una reactivación de su memoria co-
término es ya una de las formas de claudicación de un conjunto lectiva, la reafirmación de una identidad dinámica, en la medida
de pensamientos radicalmente críticos que surgieron en la segun- en la que esos mecanismos logran la puesta al día y la intensifica-
da mitad del siglo pasado. Regresar al concepto de sociedad civil ción de los vínculos comunitarios. Esta cuestión supone un fuerte
sería parte de ese sollozo del hombre blanco tan criticado por debate ya que, al mismo tiempo, tal reactivación identitaria pue-
algunos brillantes militantes e intelectuales, como por ejemplo de aparecer como una forma de rechazo radical de la alteridad
Castoriadis y Bruckner. constituyente del propio pueblo.

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Desde allí se establecen ciertas discursividades que movimientos de reivindicación de su singularidad
difícilmente podrían ser cuestionadas9. Igual que de género, del reconocimiento de una sociedad di-
ocurre con las autodefensas, estas organizaciones de versa en el plano sexual, permitió y sigue permi-

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la sociedad civil se van conformando paulatinamen- tiendo las condiciones de una mejor elaboración
te de la misma forma que el Estado. Su manera de de la violencia de la que son objeto. Es una mili-
operar, sus planteamientos, van volviéndose isomór- tancia que busca la transformación social, de ma-
ficos con las formas asistenciales planteadas por las nera que no permita la violencia y la injuria que
instituciones públicas estatales. supone su condición abyecta en esta sociedad. Las
Sin embargo, en este segundo frente de la so- víctimas de las diversas formas de violencia delin-
ciedad civil hay una diferencia significativa res- cuencial también militan por una sociedad en la
pecto de la primera: el trabajo de asistencia y que ya no sea posible lo que a ellos les ha sucedi-
promoción se realiza a partir de diversos disposi- do; y esto también pasa por el reclamo de justicia.
tivos, liderazgos y saberes que involucran una es- Sin embargo, hay también otro tipo de fugas
pecialización. Se produce una diferencia entre el hacia la militancia. Muchas organizaciones están
lego y el especialista. El trabajo de las organiza- constituidas a partir de núcleos de víctimas de la
ciones supone la demarcación de tres espacios: el delincuencia; sujetos que han sufrido diversas for-
de la víctima, el del sujeto asistido y el del asisten- mas de violencia delincuencial se organizan para
te o el promotor, que no actúa como víctima sino asistir a otras personas que han atravesado por lo
como especialista, acompañante, apoyo y demás. mismo o por algo parecido. Se van especializan-
Esta diferencia resulta significativa. Ya no do. Los otros, los usuarios de sus organizaciones,
importa que el especialista sea a su vez la víctima. se vuelven los objetos de su propia organización. In-
Lo importante es que ya está en otro lugar. El lí- gresan en procesos de separación o de alienación de
mite, la frontera entre el damnificado, entre la víc- su propia condición experiencial. Se estaría, en tal
tima y él mismo lo sitúa ya en otra problemática. caso, en el proceso de institucionalización de la asis-
La militancia de las víctimas de la violencia de- tencia, de las organizaciones civiles que se ocupan
lincuencial parece catalizar los procesos de elabo- de estos procedimientos, y como toda institucio-
ración del daño producido por la violencia. Pero nalización, se realiza a partir del modelo estatal10.
este movimiento sólo es posible precisamente por
el descentramiento del lugar de víctima. LA CONFIGURACIÓN INSTITUCIONAL
Y este descentramiento es sospechoso porque DE LOS CÁRTELES
no tiene en todos los casos el mismo contenido.
Hay el proceso en el que la reivindicación de la Buena parte de la violencia delincuencial que apa-
víctima procede a partir del reconocimiento social rece en México desde los años noventa se atribu-
y colectivo de su singularidad en tanto víctimas; ye al crimen organizado, a grupos de delincuentes
es lo que sucede con ciertas formas de violen- que obtienen sus ganancias económicas y su po-
cia, por ejemplo, en el plano del género. La mi- der a partir de negocios ilícitos. La posibilidad de
litancia de numerosas personas homosexuales en estos grupos de mantener su existencia, de con-
tinuar con el funcionamiento de sus actividades,
e incluso de extender sus negocios a otras formas
9
Uno de los delitos más representativos en este sentido es la desa-
parición forzada. La definición del delito se genera básicamente de actividades ilegales, supone la negociación de
desde el discurso jurídico. Se trata de formas de desaparición que espacios, territorios, prebendas o complicidades
constituyen una estrategia de Estado frente a la población. En su desde las cuales puedan operar.
definición, se plantea que para que exista como tal ese delito es
necesario que el Estado haya participado dolosamente, de manera
activa o pasiva, en la desaparición de un sujeto. Sin embargo, ha- 10
René Lourau (s/f) ha insistido en los dos elementos fundamen-
bría que preguntarse si desde la experiencia de los familiares de tales para entender el proceso de institucionalización de los movi-
las víctimas de otros delitos, tales como la trata o el secuestro, los mientos: el efecto Mühlmann, es decir, el fracaso del proyecto del
grupos delincuenciales que cometen semejante violencia no son, movimiento como condición estructuralmente necesaria para su
al mismo tiempo, representantes del Estado. Tal percepción podría institucionalización, y el principio de equivalencia ampliado, que
ser la que se ejerce desde un lugar en el que la sociedad no se describe la forma estatal como modelo necesario para el inter-
encuentra organizada desde el Estado sino a partir de otras lógicas. cambio y la existencia social visible de la institución.

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Llama la atención que las formas organiza- En relación a este punto, las formas violen-
das de los grupos delincuenciales hayan logrado tas que caracterizan a estos grupos son construc-
incorporar todas las prácticas delincuenciales en ciones que derivan al menos de dos fuentes. La
el país. Los pequeños delincuentes, ladrones, car- primera es su propio objeto. La acción de estos
teristas, robacoches y otros van sucumbiendo jun- grupos en el contexto social es una acción vio-
to con diversos giros comerciales y productivos latoria de las formas instituidas de convivencia.
bajo el peso de los derechos de piso, del impuesto Esto no quiere decir que las formas instituidas
que exige la delincuencia organizada11. garanticen una gestión más razonable de la vio-
Las mafias, poco a poco, van adquiriendo con lencia, pero estos grupos hacen de los procesos
el tiempo las formas de la institución-empresa. Por violentos su propio objeto, el sentido de su actuar
otra parte, no son pocas las empresas que estable- en el mundo.
cen en su propia organización elementos que pare- Sabemos que el ejercicio de la violencia sobre
cerían extraídos de las organizaciones mafiosas. Lo otros sujetos, sobre las personas, supone un efecto
mismo sucede, por ejemplo, con los grupos organi- sobre quien la ejerce. Martín-Baró (1988) analizó
zados en el poder político12. La figura institucional esta cuestión en su trabajo sobre la violencia po-
de la mafia no es la de un grupo anárquico, impul- lítica en Centroamérica. El ejercicio de la violen-
sivo; por el contrario, está constituida por grupos cia requiere un mecanismo en el que es necesario
en los que juegan los elementos referidos al linaje, degradar la dignidad de la persona sobre la cual
pero altamente organizados. Pese a ello, es muy lla- se ejerce. Hay que degradarlos en la escala huma-
mativo que se trate de grupos en los que son muy na. Es necesario que el agresor justifique de alguna
importantes ciertos aspectos sobre las tradiciones, manera la legitimidad del uso de la violencia. Pero
las costumbres. De hecho, hay aspectos imagina- esa degradación le alcanza en muy poco tiempo,
rios muy específicos en este tipo de grupos. y finalmente vence la identificación con la vícti-
La gestión de la violencia en los grupos delin- ma. Los mecanismos necesarios para poder tortu-
cuenciales tiene que ver con otro marco normativo. rar, matar o violar a las víctimas ceden por fin: las
Estos grupos han establecido su propia institución víctimas acaban siendo similares a nosotros.
con una normatividad muy distinta a la de nues- No obstante, se ha transgredido un límite. El
Consideraciones teóricas sobre el estudio de la violencia

tras propias instituciones sociales. El lugar de las ejercicio de la tortura, la reificación de las víctimas
mujeres, de la figura materna, de los jefes y los ca- acaba cosificando las relaciones en el propio gru-
pos varía, al igual que las obligaciones a las que los po delincuencial. Por eso las reglas son tan firmes
miembros están sujetos. Los regímenes de produc- y rígidas: los peligros de dicha reificación pueden
ción, de trabajo, así como los familiares y los se- alcanzar a sus miembros al menor descuido. Por
xuales están fuertemente trastocados respecto a las eso hay que hacer todo lo posible para mantener la
figuras instituidas de la familia y el trabajo. ausencia de todo vínculo con las víctimas. El trato
debe ser deshumanizante, pues de otro modo es el
11
No obstante, hay delitos que resultan muy difíciles de contro-
propio grupo el que se encuentra en peligro. En la
lar, incluso por las mafias. Así, la violencia contra las mujeres, los trata de personas, y específicamente en la trata con
homosexuales o la misma violación siguen siendo delitos que pro- finalidad de explotación sexual, al igual que en el
liferan y se cometen por fuera de los circuitos de la delincuencia secuestro –dejando de lado la violencia que se ejer-
organizada. De algún modo son integrados en otra serie de activi-
dades ilícitas; por ejemplo, la violación es frecuente y sistemática ce en el terrorismo de Estado–, es en donde en-
en el delito de trata de personas. contramos la confirmación de esta hipótesis. Si se
12
Esto no necesariamente remite a los partidos políticos. Son les trata como ganado, como animales, es precisa-
más bien los grupos de poder, grupos en los que ciertos elemen-
tos relativos a sus lugares de origen, a las relaciones de linaje y
mente porque debe operar esta degradación en la
otros, generan formas de asociación que en ocasiones rayan en la escala humana de las víctimas.
ilicitud. Sus operaciones incluyen formas legales e ilegales. Cier- No obstante, el grupo delincuencial se en-
tos grupos políticos asociados al ex presidente Carlos Salinas de cuentra prácticamente en la misma pendiente: si
Gortari serían el mejor ejemplo. Más allá de su proyecto político,
el adjetivo que Andrés Manuel López Obrador dirige a priístas y las víctimas pueden ser deshumanizadas hasta ese
panistas en el poder, a los que califica como mafia, podría tener punto, en cualquier momento se puede estar del
derivaciones insospechadas.

394
otro lado de la línea. Para el victimario, la víctima cuerpos de mujeres colocados en poses y posicio-
resulta ser la constatación de un destino no sólo nes específicas en terrenos inhóspitos de Ciudad
posible sino muy probable en el contexto de las Juárez, las cicatrices y tatuajes en exprisioneros y

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relaciones en que participa. demás, son todos ellos elementos de un lenguaje
La violencia extrema se va convirtiendo, en- atroz de la violencia. Mensajes escritos entre los
tonces, en un lenguaje, en una especie de gramática cárteles se colocan sobre los cuerpos ultrajados de
macabra. En ella, los cuerpos, la sangre y los órga- los integrantes del cártel rival. Es como si quisie-
nos son signos que establecen una comunicación ran establecer un contexto brutalmente claro para
que tiene un contexto común y específico. Común la interpretación, para el establecimiento del sig-
a los grupos delincuenciales: la degradación de los nificado de las palabras.
cuerpos hasta su anonadamiento, su aniquilación. En esta lógica se van transgrediendo las con-
Es posible degradar hasta casi evitar cualquier ras- diciones mínimas para el mantenimiento de la
tro. Los cuerpos se disuelven en ácido, se muelen vida y se producen las condiciones de violencia y
hasta pulverizarlos y se esparcen hasta hacer im- crisis miméticas que los aparatos judiciales pare-
posible rastrearlos. Asimismo, se pueden quemar cen incapaces de detener15. Tales crisis de violencia
hasta reducirlos a cenizas, y se pulveriza lo poco contrastan con la frialdad del cálculo en el manejo
que queda. No queda rastro ni registro. Se ejerce del negocio. Sea el trasiego de las diversas drogas,
la violencia hasta el aniquilamiento13. En el ani- el secuestro selectivo o masivo, la trata de personas,
quilamiento no se trata únicamente de los aspec- el establecimiento de nuevas redes de esclavitud u
tos físicos y visibles. Como lo muestra la lógica del otros, los negocios son manejados con la insensi-
terrorismo de Estado, así como la propia historia bilidad que se exige en todas las formas de la em-
de las desapariciones forzadas, la eliminación debe presa. Es más, puede suponerse que existe una
incluir también la memoria. El objeto de tan extre- profunda liga entre los procesos deshumanizado-
ma violencia no es únicamente la víctima directa res. ¿Cómo podrían actuar, entonces, esos grupos
del delito, sino también su entorno inmediato, co- gobernantes o empresariales que deciden cuántos
nocidos y redes sociales. refugiados deberán sobrevivir a las lógicas de asilo
Si la memoria de la víctima termina con su de los países? ¿O aquellos que establecen qué po-
aniquilamiento físico, la desaparición de la me- blaciones serán envenenadas, y en qué medida, con
moria en los colectivos es una cuestión mucho basureros tóxicos o empresas altamente contami-
más compleja. En el terrorismo de Estado (de nantes? Los mecanismos de ciertas esferas del po-
acuerdo con lo estudiado en torno a los regímenes der político, de ciertos grupos empresariales y de
nazis, los militarismos del Cono Sur o la llama- las mafias no difieren en esencia.
da “guerra sucia” en México), la estructura buro- La constitución de los grupos delincuenciales, de
crática es el eje principal de la agresión contra la las mafias, no se caracteriza únicamente por la trans-
memoria. En otras formas delincuenciales de vio- gresión institucionalizada y por el uso que hacen de la
lencia, como los secuestros, el terror impuesto al violencia, sino también por el mundo imaginario que
círculo cercano a las víctimas directas actúa en el
sentido de “dejarlas ir”, de asumir la pérdida y ol- fueron ejecutados ahorcándolos en árboles y postes. Los cadáve-
vidarlas por la propia seguridad. res se dejaban un tiempo a la vista como una forma de mensa-
je para intimidar a la población o a los otros combatientes. Esta
Pero están también los cuerpos que son práctica es común en tiempos de guerra. Son famosos los paisa-
comunicación. Los ahorcados en los puentes14, los jes tétricos, plagados de cadáveres y esqueletos, que los ejércitos
americano y norvietnamita crearon en Vietnam, los que fueron
magistralmente recogidos en algunas películas, como por ejem-
13
Castoriadis (1990) plantearía que dicha forma de aniquilar, pro- plo Apocalypse now, de Francis Ford Coppola.
pia del pensamiento racista, se origina en un odio que es produc- 15
Los términos “violencia mimética” y de “crisis mimética” fueron
to del mismo proceso de socialización. La ruptura de la mónada desarrollados por René Girard en buena parte de su obra, entre
psíquica, el rechazo del otro, son las formas que adquiere el re- la que se destaca La violencia y lo sagrado. Fueron retomados
pudio a la alteridad que caracterizan estas formas de violencia. por el presente autor en varios artículos (p. e. Manero y Villamil
14
Desde la Colonia, la exposición pública de los cadáveres (o de [1998] y Manero [2006]) para la descripción de aspectos especí-
sus restos) de los delincuentes u opositores al reino era una prác- ficos de la violencia delincuencial en relación a la lógica de poder
tica judicial común. En la Revolución, muchos soldados y civiles en la relación entre agresor y víctima.

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crean a partir de su actividad. Como en todo grupo, cuenta de ellos. El Estado no únicamente ha de-
hay un mito dominante en su constitución16. En el jado de ser la fuente de la violencia legítima, sino
caso de las mafias y los grupos delincuenciales, he- que también se ha incorporado al ejercicio de la
mos planteado que esos mitos están definidos a par- violencia delincuencial. Los procesos de transgre-
tir del mito del mundo al revés. Este mito da caución sión incluyen, de una u otra forma, la participa-
y otorga la razón a las lógicas de destrucción que ca- ción y complicidad del Estado17. El modelo o el
racterizan los procesos de destrucción del mundo de planteamiento que reduce el problema a Estado
opresión que viven dichos grupos (Manero y Villa- vs. delincuencia es obsoleto y ya nada logra expli-
mil, 1998). car. A pesar de ello, este modelo, cuyo corolario
Por eso también los grupos delincuenciales explicativo no deja de ser la problemática de la
establecen formas religiosas y rituales singulares: corrupción y la disfunción (de allí la cuestión del
Cristos negros, santones o figuras santificadas que Estado fallido, por ejemplo), sigue siendo uno de
ven con indulgencia las actividades delictivas de los más socorridos por los estudiosos y los divul-
sus fieles, en lógicas muy cercanas a lo que Carpio gadores de explicaciones de la violencia.
(2006) ha descrito como la “religiosidad popular”. Cuando se revisan las formas de intervención
Así, la institucionalización de las mafias y los de las organizaciones civiles, también se percibe
grupos delincuenciales se produce con la instala- cómo se van produciendo ciertas formas de con-
ción de un universo imaginario que incluye sus cebir y trabajar sobre el fenómeno. Se establecen
propios valores, hábitos y rituales, generando así jerarquías que incluyen, por ejemplo, las denomi-
una microcultura que compite con los valores e nadas “víctimas secundarias” de la violencia. Este
imaginarios instituidos por la cultura dominante. es un punto importante. Hay una forma de auto-
ridad moral y de legitimidad que se produce en el
LA RED INSTITUCIONAL discurso de las víctimas. Los familiares de las per-
DE LA VIOLENCIA sonas desaparecidas, secuestradas o asesinadas, tie-
nen la autoridad que les confiere el dolor que han
La teoría sociológica y política clásica, se decía sufrido en el proceso de victimización18. Es este
más arriba, nos acostumbró a plantear el tema de dolor –y el sacrificio consecuente– el que les con-
Consideraciones teóricas sobre el estudio de la violencia

la violencia a partir de una perspectiva que se ge- cede un poder. Pero eso también invisibiliza otro
neraba en dos polos fundamentales: la violencia dato de la violencia generalizada: el de que todos
legítima y la violencia ilegítima. El Estado es el somos víctimas del clima violento de la sociedad.
único que puede ejercer la violencia en nombre de Las organizaciones civiles trabajan así so-
la seguridad de la sociedad y es una tarea que se le bre la lógica de este lapsus, en el que su acción
confía expresamente. El resto de la sociedad está de hacerse cargo de la asistencia de las víctimas
obligada a ceder el uso de la fuerza al Estado, y –que en su caso debiera ser una obligación del
éste será entonces su depositario exclusivo. Estado– produce una forma específica de ocul-
El análisis minucioso de los procesos de vio- tamiento de los procesos de violencia delincuen-
lencia delincuencial (que en este espacio apenas cial, paralelos a los de la violencia de Estado. Si
se han esbozado), presenta una problemática mu- tanto el Estado como los grupos delincuenciales,
cho más compleja. El fenómeno de la violencia por alguna razón, tratan de instalar el miedo o el
no sólo ha rebasado al Estado, sino que lo ha in- terror en el tejido social, la acción más explícita
cluido en otros procesos sociales que no sólo es de numerosas organizaciones civiles, en la medi-
muy difícil identificar, sino también elucidar, dar da en que establecen una división entre víctimas
y no víctimas, trabaja en favor de dicha instala-
16
El trabajo psicosocial y psicoanalítico con pequeños grupos per- ción al permitir que a la mayoría de la población
mitió elucidar dimensiones imaginarias de estos colectivos. Bion,
Pichon-Rivière, Bauleo, Foulkes, Anzieu y Kaës, entre otros, enun- 17
El caso de Ayotzinapa es una terrible constatación de ello.
ciaron cómo es que todo grupo crea una dimensión imaginaria, una 18
Y esta autorización tiene evidentemente raíces cristianas, don-
latencia, que está emparentada con el mito. Por su parte, Mühl- de el dolor está significado por el sacrificio. El sujeto que sufre
mann (1968), desde una perspectiva etnológica, establece diferen- dolor realiza un sacrificio que lo coloca, luego entonces, como
tes tipos de mitos que subtienden la actividad de ciertos grupos. alguien que posee un carisma, una cualidad cercana a lo sagrado.

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no se le considere como una víctima del clima puede analizarse de manera simplista. A través de
de violencia. Así, el esfuerzo de buena parte de este estudio se puede plantear que la violencia so-
tales organizaciones orientadas al tratamiento, cial que se sufre hoy día en México resulta un vi-

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acompañamiento o asistencia de las víctimas de rulento analizador de la calidad y naturaleza de
la violencia no necesariamente se opone a la ins- los vínculos hasta en sus aspectos más íntimos.
talación del miedo o el terror como las lógicas de Los procesos de victimización trastocan y ponen
desmovilización política de la sociedad, sino que de manifiesto los mundos más profundos y más
coadyuvan –indudablemente en contra de sus in- privados de nuestra sociedad. Incluso el erotismo
tenciones– al establecimiento de una forma espe- es denunciado en sus formas patriarcales domi-
cífica de la violencia en nuestra sociedad. nantes. Así, los grupos delincuenciales aparece-
Por su parte, los grupos delincuenciales no rían como la gran metáfora, como el sueño de una
solo están definidos por los aspectos utilitarios que sociedad llevado a sus extremos, y que se revierte,
entrañan las actividades que transgreden el orden quizá, como la peor de sus pesadillas.
jurídico. La forma de los cárteles y de las mafias no
está definida únicamente por su aspecto funcional; CONCLUSIÓN:
por el contrario, estos grupos sociales han apor- LA INSTITUCIONALIZACIÓN
tado influencias culturales importantes a nuestra DE LA VIOLENCIA
sociedad y han revivido tradiciones en torno a per-
sonajes cuyo culto, cuya sacralización, permite una Frente a las formas que aquí se han podido expo-
caución moral y religiosa a la actividad delincuen- ner acerca de las lógicas que se desprenden del as-
cial. El culto a la Santa Muerte, a Jesús Malverde censo de la violencia en México, el modelo clásico
y a varios personajes que día a día se añaden a la de explicación sociológica o politológica resulta
lista de nuevas santificaciones populares, va her- por lo menos insuficiente. Lo que es posible des-
manando producciones imaginarias que se origi- cribir, entonces, es una serie de vectores, de fuer-
nan en las cárceles, en los tugurios, en las grandes zas que trabajan en múltiples direcciones, desde
extensiones dominadas por la lógica de los cárteles orígenes diversos y que incorporan elementos su-
ante el abandono del Estado. Elementos de la re- mamente heterogéneos en su funcionamiento.
ligiosidad popular, cristiana y católica, se mezclan Encontramos instituciones que pretenden com-
con otros rituales, santerías u otras formas religio- batir la violencia y que acaban fortaleciéndola, formas
sas heterogéneas que dan a luz nuevas formaciones de colusión y de complicidad, y otras acciones que, al
culturales. Se popularizan hoy géneros musicales organizar la asistencia, ocultan la dimensión del efec-
que antes estaban limitados a públicos muy espe- to de la violencia sobre la sociedad. Hallamos formas
cíficos, y también modas, vestimentas, objetos cul- alternas de gestión de la seguridad, de la salud, del
turales que expresan los orígenes y desarrollo de propio capital, que tienden a incorporarse o reincor-
estas nuevas culturas. De la misma manera que porarse en las prácticas sociales cotidianas. Por ello,
los aspectos culturales generados por el periodo no es el combate del Estado contra la delincuencia
contracultural fueron integrados y también trans- lo que permite dar cuenta de nuestra condición en
formaron nuestra percepción de la sociedad y de estos momentos de la historia.
las formas instituidas, también las producciones Lo que se ha venido describiendo en este tex-
culturales emanadas de los cárteles y los grupos to corresponde a otra perspectiva de estudio de
delincuenciales, sus tradiciones y su estética, trans- la sociedad. Ya no es un estudio centrado en el
forman nuestra sociedad en la medida en que ellas Estado, sino en el poder y las redes institucio-
mismas van siendo transformadas para integrarse nales. Lo descrito como el panorama de la vio-
a las formas instituidas. lencia y sus actores corresponde mucho mejor al
Hay un universo de cuestiones que no es po- concepto foucaultiano de dispositivo; en este caso,
sible desarrollar aquí. Entre ellas se encuentra según lo plantearon Foucault, Deleuze y Agam-
indudablemente la dinámica que se desprende ben, entre otros, como un dispositivo de una so-
de las víctimas de la violencia. Tal dinámica no ciedad de control. Efectivamente, Robert Castel

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(1984) ya había señalado, respecto del psicoaná- En el universo del trabajo, por ejemplo, la máxi-
lisis y la psiquiatría, el lugar que ejercían como ma castoridiana que dio nombre a su famosa revista,
parte de dispositivos de control social que emer- Socialismo o Barbarie, parece que se cumple al pie de la
gían en el contexto del Estado, en las sociedades letra. Gradualmente va desapareciendo la contractua-
fuertemente transformadas por las políticas neo- lidad en el trabajo, sustituyéndola por dispositivos de
liberales. Las diversas instituciones, en adelante, explotación intensiva en una aparente liberalización
trabajarían en función de dichas finalidades de (los free lances, que deben trabajar doble o triple jor-
control social establecidas por los nuevos disposi- nada de manera aparentemente voluntaria), o formas
tivos neoliberales. directamente esclavistas, en un retorno a la barbarie,
Surge así la idea de Estados que trabajan, pero ahora estructurada como antiutopía modernista
para su supervivencia, en función de la gestión (la trata de personas, por ejemplo).
del riesgo político para su reproducción. Es el pa- No existe una institución de la violencia, como
roxismo de las sociedades de control. La violencia tal. Lo que sí existe –y que al parecer en estas pá-
ya no es, por consiguiente, ese mal que el Estado ginas ha quedado mostrado– es una instituciona-
debiera combatir. Como se afirmaba líneas arriba, lización de la violencia a través de la construcción
es imposible que la combata en cuanto que es el de un dispositivo de control social, de un Estado
instrumento privilegiado del que echa mano para de gestión de riesgo político que permite que las
objetivar la sociedad. La separación y la lucha en- lógicas que derivan de la violencia delincuencial
tre dirigentes y dirigidos que enunciaba Castoria- queden instaladas. Así, la penetración de las lógi-
dis (1975) se convierte en el objeto propio de una cas de la violencia delincuencial permea cualquier
lucha del Estado –en tanto garante de los dispo- resquicio del tejido social: las parejas, la familia, las
sitivos de control– y la sociedad. relaciones laborales, las relaciones pedagógicas y
Por ello, no debe sorprender la continuidad demás. Los nuevos autoritarismos, la incorpora-
entre las fuerzas represivas del Estado –policía, ción de la explotación y dominación violenta de la
ejército, marina– y esas formas paramilitares que sociedad, incluso en el contexto de sociedades que
constituyen la delincuencia organizada. Esa per- se quieren democráticas, hablan de estas formas de
meabilidad es el analizador más evidente de las institucionalización de la violencia. Ésta se institu-
Consideraciones teóricas sobre el estudio de la violencia

nuevas formas sociales. Asimismo, las continui- cionaliza prácticamente en todos lados. Pero si eso
dades entre la asistencia del Estado (que pro- es así, nos permite, al mismo tiempo, pensar que
mueve la resignación ante las pérdidas) y la de la lucha, que la construcción que supone el mismo
las organizaciones civiles (que buscan combatir la término, también está en todos lados.
impunidad) no son tampoco improbables. Esa es quizá la esperanza de nuestro tiempo
Los dispositivos de control social y sus redes y, consecuentemente, la posibilidad de construir
institucionales no son extraños en otros ámbitos. otros mundos.

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