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Era una tarde de otoño donde el frío invadía el recinto donde yacía Fifi
agonizando.
La familia muy preocupada pedía hacer todo lo humanamente posible por ella,
pero Fifi ya no resistía más.
Lo siento señor dijo el veterinario, ella esta sufriendo, pero aun asi se sigue
aferrado a la vida es tiempo de dejarla ir y hacera dormir.
José y su hijo los dueños de Fifi solo atinaron en aceptar la propuesta que dio
el veterinario: Esta bien papa dijo Gustavo ella merece descansar.
Fue ahí donde José recordó el sueño que tuvo y le comento a su esposa, ella
por un momento reprocho el no haberle dicho ya que asi quizás se hubiera
podido evitar la tragedia, pero ya era demasiado tarde solo tocaba resignarse.
Vago era un perro que con 16 años de edad seguía siendo un excelente
compañero para Don Octavio. A vago le gustaba salir a la terraza a sentir el
viento, mirar el parque y conversar con su amigo Pichicho, que lo llegaba a
visitar ciertos dias y al cual conocía desde cachorro.
Ese día Vago salió como siempre a la terraza a esperar a su amigo pichicho,
miraba para todos lados, pero no llegaba, veía la plaza vacía, pero guardaba la
esperanza de que llegara. Empezó a quedarse dormido y a su memoria llegaron
recuerdos de su vida pasada donde tuvo varios amigos e incluso otro nombre.
Un día don Octavio estaba caminando por la plaza Yacovleff y diviso a un perro
de aspecto calamitoso que estaba entre las bancas, sintió pena por el animal
y renegó por los dueños que tuvo el pobre, desde ese día decidió alimentarlo
diariamente, llegándole a tener asi cariño.
Pero poco le duro la suerte al animal ya que cierto día los vecinos cansados de
el aspecto que tenía el animal decidieron llamar a la perrera para que se lo
llevaran, fue en ese momento que comenzaron a jalar al animal para subirlo al
carro, pero como enviado del cielo apareció con Octavio el cual alzo su voz
diciendo: ¿Por qué maltratan a mi perro?, lo estaba buscando ya que se escapo
y lo encuentro que está siendo maltratado.
Los vecinos estaban sorprendidos ya que sabían que Don Octavio no tenía
ningún animal, pero nadie decía nada, pero una vecina hablo con don Octavio y
este le pidió de favor que lo apoyara ya que no quería que se llevaran al animal
y que él se haría cargo.
Fue asi como le dejaron al animal a Don Octavio, llevándolo a su casa donde lo
esperaba su esposa, la cual cuando vio al perro no dijo nada al ver a su esposo
feliz, pero pensó ¿Por qué ahora?, después de tanto tiempo.
Don Octavio decidió llevar a vago al veterinario para ponerles las vacunas,
bañarlo y darle tratamiento para que recupere su pelaje y cambie su aspecto.
Pero don Octavio muy orgulloso presentaba a su perro con los demas y decía:
su nombre es Vago.
FIFI (El regreso): CAPITULO IV
Había una vez un perrito llamado Pichicho, nació el año 2001, vivía muy cerca
de la plaza Yacovleff, junto a su madre llamada Pocha la cual era hija de Fifí.
A Pichicho le gustaba mucho la calle, vivía junto a sus amos; uno era un niño
llamado Paul, la otra era la mama que se llamaba Peta Suarez.
Para asegurarse que estuviera en buenas manos los esposos pidieron los datos
de la señora y su hijo, la señora Peta muy amablemente le dijo que vivían en
la misma calle de Bellas Artes fue así que el señor José muy amablemente
decidió acompañarlos hasta su casa para así entregar a la perrita a sus nuevos
dueños. Así pasaron los días y Paul llevaba a Pocha a casa de los Diaz para que
jugara con Fifí, Pocha era una perrita ojos pardos, menudita, orejas de
abanico, color caramelo, era el vivo retrato de Fifí, Paul la llevaba todos los
días e incluso al parque para que jugasen.
FIFI (El regreso): CAPITULO V
Un día el timbre de la casa d ellos Diaz empezó a sonar de manera reiterada,
el señor José muy extrañado pregunto quién era, pero no respondían fue
entonces que la señora Rosa atendió el intercomunicador donde se dios con la
sorpresa que era la abuela de Paul que llego a preguntar por Pichicho.
Los Díaz muy sorprendidos atendieron a los visitantes que de manera rápida
ingresaron a la casa, para sorpresa de ellos ahí se encontraba Paul el niño que
momentos antes les había regalado a Pichicho.
Como era de conocimiento que ya antes había llegado Paul con el perrito la
señora Rosa le pregunto ¿Por qué lloras ahora?
Por más que buscaba no lograba encontrar a Fifí, preguntaba, pero ningún trabajador
la había visto, de pronto observo a sus perros aglomerados por unas cajas de cartón
como queriendo pelear, fue allí donde se dio cuenta que era Fifi la que estaba
escondida.
Empezó así Silicio a curar a Fifí y ella solo atinaba a quejarse, pero entendía que era
por su bien. Aguanto valientemente y cuando al fin terminó, los demás perros se
acercaron a olfatearla, sin poder hacerle nada se fueron. Fifí aprovecho en
revolcarse por la tierra, aunque sangro sus heridas comprendía que era por su bien,
después de ello decidió descansar lejos del sol para retomar fuerzas.
FIFI (El regreso): CAPITULO VII
Don Octavio Ríos disfrutaba de su desayuno en la sala-comedor de su hogar
junto a su esposa Adela, una tranquila mañana de sábado. Mientras masticaba
el pan, un suave rascado en la puerta de entrada captó su atención. Miró hacia
la puerta, luego a su esposa, pero al no escuchar más que un simple ruido,
decidió continuar con su desayuno. Sin embargo, su perro Vago, inquieto, se
acercó a la puerta, olfateando la ranura inferior y ladrando, indicando que
algo no estaba bien. Don Octavio Ríos, intrigado, decidió abrir la puerta y se
sorprendió al ver a Pichicho, el amigo de Vago.
Resulta que Pichicho, el perrito de la avenida De las Bellas Artes, había venido
a visitar a su amigo Vago. Aunque Adela no veía el motivo de tanto misterio,
don Octavio Ríos explicó que la conexión entre los dos perros era especial,
como la de un padre e hijo, a pesar de la diferencia de edades.
Solo Dios sabe. No tendrán el habla como nosotros, pero habrán formas que
los lleve a comunicarse entre sí. Creo que todos los seres vivos de alguna
manera u otra se entienden, no creo sea todo instintivo. Y a los perros les
sobran sentimientos - respondió sabiamente Adela.
Ella quería que los demas perros comprendieran el dolor de sus heridas, pero
aún no captaban su sufrimiento, de pronto los perros empezaron a ladrar,
pero de repente Fifí lanzo un ladrido fuerte el cual cayo a los demas perros.
Todo esto había sido observado por silicio el cual le había tomado bastante
cariño a Fifí a la cual le puso por nombre Aleja él amaba mucho a los perros y
decía que eran los animales más fieles. Es por ello que se prometió que Aleja
sanaría y seria la reina del corralón.
Tres dias pasaron desde que llego Fifí pero aun los perros no la aceptaban,
aun asi la respetaban y no la atacaban. Silicio decidió llevar a Fifí a darle su
segundo tratamiento para sus heridas llevándola al taller para echarle aceite.
Asi lo hizo con paciencia y amor curo sus heridas y le pidió que se revolcara
por la tierra para que funcionara el tratamiento, asi lo hizo fifi
comprendiendo todo lo que le decía su nuevo dueño.
Pensamientos iban y venían en la cabeza de fifi, pero recordó aquel día en que
su adorada ama Rosa la abrazo pidiéndole disculpas y la vez diciéndole cuanto
la amaba.
Asi empezó el trayecto con destino a San Juan de Lurigancho donde vivía un
compadre que solía curar a sus animales en el pueblo donde vivían.
De pronto el taxi se paró frente a un portón marrón, el cual tenía por nombre
“Fabrica de Colchones Sueños, Los Geranios 223”, es aquí dijo Santos. Se
apresuro a tocar el portón fuertemente, saliendo un joven a recibirlo el cual
llamo de manera inmediata al dueño.
Hola Santos - Hola Silicio, se saludaron con gran afecto pasa estas en tu casa,
¿Qué es eso que traes envuelto? Un perro respondió Santos.
Pasado un tiempo Santos recordó que traía a Fifí, fue entonces que le mostro
a su compadre al perrito contándole la historia de Fifí y preguntándole si
podría curarla, Silicio se sorprendió de verla tan enferma pero aun asi
procedió a revisarla, lamentablemente dijo que no tenía cura y que de todas
maneras la dejara que procedería a darle veneno, olvidándose de Fifí
comenzaron a beber hasta estar completamente mareados fue allí donde
Silicio prometió curar a Fifí.
FIFI (El regreso): CAPITULO X
El día estaba triste, frío y con ligera llovizna. En el edificio 195 vivía don
Octavio y su esposa, ellos no estaban en casa, pero se encontraba durmiendo
su perrito Vago.
Pichicho dijo:
Maestro anoche soñé con la abuela Fifí, usted me dijo que la conoció ¿Puede
contarme más de ella?
Vago contesto:
Ella me pidió que la siga ayudando a buscar a Tuerto, ya que él conocía San
Borja el lugar de donde ella recordaba venir, Tuerto conocía todo Lima, es
probable que sí nos ayudaría. A la mañana siguiente iríamos con toda la
banda.Pronto llegó el joven a casa e interrumpió la conversación de los
amigos perrunos, la cual dejaron para otro momento.
FIFI (El regreso): CAPITULO XI
Pasaron los días y Fifí ya estaba muy recuperada y con esperanzas de sanar
completamente. Por fin decidió salir de su escondite ya que se ganó la confianza de
los perros guardianes de don Silicio, uno de ellos le dijo:
- Al fin saliste, no te haremos daño ¿Te sientes mejor?
- Sí, no me trataban nada bien, contestó Fifí.
- Teníamos envidia de los amables tratos de don Silicio, pero ya se nos pasó
¿Te quedarás con nosotros?, preguntó aquel perro, llamado Pito.
- No lo sé, quisiera volver con mis padres adoptivos, dijo fifí.
Pito presentó a Fifí a los demás perros como nueva integrante de la familia,
Barrabás, Rocky, Retaco, después de algunos murmullos ella fue aceptada por la
jauría, pero inmediatamente empezó una disputa por la decisión de tomarla como
suya, el más grandulón llamado Barrabás dijo:
Esperen, no se adelanten, recuerden yo soy el jefe.
Rápidamente todos respondían siguiendo con la discusión lo cual hizo sentir mal a
Fifí no solo por sus malas intenciones sino también por ocasionar la disputa
indirectamente. Ella interrumpió diciendo:
Todos callaron al escucharla sin saber que decir y Pito le brindó su ayuda
incondicional siendo respaldado por Retaco, el guardián más pequeño, quién había
entendido el claro mensaje de Fifí. Todos fueron interrumpidos por doña Ruperta
quién llevaba al corral el almuerzo, fueron a comer a excepción de Fifí quién volvió
a refugiarse tras la pelea.
Por la noche decidió dar un paseo por el corral encontrándose con Pito nuevamente,
conversaron de cómo habían sido encontrados y el amor hacia sus padres
concluyendo Fifí con que la felicidad se busca y no viene sola, a esto Pito
argumentó:
- Fifí eres diferente, tú tienes un propósito, un objetivo claro y yo no, mi
familia aquí en el corral es todo lo que tengo no conozco más por eso deseo
ayudarte y acompañarte en tu camino si es necesario.
- No amigo, tú saldrías perjudicado, yo encontraría la felicidad ¿y tú? tu
familia está aquí. Déjame hacerlo sola así me tope con la muerte pues este
es mi destino, respondió Fifí firmemente.
En una fría mañana del jueves 18, Fifí, una perrita callejera, se vio
asegurando que venía por encargo de Pito, quien le rogó que se reuniera con
ella.
Le habló de Tuerto, un amigo suyo que podría ayudarla en esa zona peligrosa.
demostrando que no era tan malo como parecía. Fifí, agradecida, aceptó sus
Pero un día Pito, otro can del corralón, mostró interés en acompañar a Fifí en
su escape. Sin embargo, Fifí rechazó la oferta, alegando que debía enfrentar
su destino sola.
Entonces una noche Pito visitó a Fifí para conocer los detalles de la
semanas complicó los planes de fuga, y la urgencia por escapar aumentó. Fifí
agradeció a sus compañeros por unirse a su causa, pero la situación se volvió
los perros para distraer a Silicio, el dueño del corralón, y la fuga exitosa de
Fifi. Sin embargo, antes de partir, Fifi decidió agradecer a los cuidadores del
la noche.
encontrarlo, vieron en sus ojos la similitud con Tuerto, una mirada que
Gorilón, con una mezcla de sorpresa y satisfacción, recibió a Fifi y Ticho. Les
explicó el camino hacia San Borja. Les indicó las calles, los puntos de
llegaron a San Borja. Fifi se reencontró con sus padres adoptivos, quienes la
Lima. La valentía de estos dos canes, guiados por la solidaridad de los perros
Vago ya presentía que sus días finales estaban muy cerca, solo esperaba la
decisión de su amo cuando seria ese momento. Pensaba no un malicioso
sacrificio, se tiene que morir cuando y has vivido lo suficiente, él le
incomodaba la demora de don Octavio Ríos, pero por otrolado le apenaba
mucho de partir sin terminar de contar toda la historia completa a pichicho.
Pero por suerte la mañana resultaba ligeramente soleada, don Octavio decidió
sacar a vago a la terracita, ama a su perro, pero le partía el alma verlo triste,
vago intuyo que se encontraría con pichicho esa mañana y as fue, aparecieron
2 viejos amigos que se veían en años. Don Octavio que había observado el
encuentro no pudo contener las lágrimas al ver a su perro recuperar la alegría.
Pichicho dijo que además su mama conto un secreto guardado entre ustedes
y la abuela.
Vago le dijo que es el mismo secreto que debe revelarte, pero todo en su
momento. Pichicho y vago acomodaron mejor sus cuerpos al frio granito,
estuvieron relajados y dispuestos a contarse cosas que solamente ellos les
importaban, permanecieron en silencio por unos segundos como si elevaran sus
ruegos a alguien en particular.
Yépez creía lo contrario, les exigió hacer algo porque estaban en territorio
ajeno.
Por el momento vago estaba libre de los perros vagabundos, pero está lejos
del territorio y corría grave peligro esta vez no había escapatoria.
Vago no sabía que hacer tenía que buscar un lugar seguro y esperar no le
quedaba más, luego escucho unos ladridos se escondió en unas rocas y afino
mejor el oído y pudo saber de dónde venía, y era Yépez su amigo.
Yépez estaba atorado y le dijo que lo ayude y lo ayudo a retirar las ramas
Yépez estaba muy herido, Yépez y vago estuvieron buscando a fifi, vago tenía
fe de encontrarla, vago le dijo que Yépez que descanse y después encontró a
fifi y luego fueron a ver a Yepes par luego buscar a Gorilón.
Cuando fueron donde estaba Yépez les dijo que avancen y busquen a Gorilón,
ticho propuso que él va a ir a buscar a Gorilón y que fifi lo cuide a Yépez
fueron a hablar con Gorilón.
Vago interrumpió lo que estaba cantando porque no veía bien pichicho, lamio
sus ojos y luego vago siguió cantando.
FIFI (El regreso): CAPITULO XV
Gorilón era hermano de tuerto eran de la misma raza, su madre murió pocos
días un anciano solitario los regalo al primer hombre que vio en la calle, poco
antes de internarse en un hospital y así evito dejarlos en abandono.
Cierto día un vecino que vivía cerca de su choza, le ofreció una botella de ron.
Acepto, en la noche se emborracharon con el ron afuertado. Tuerto estuvo
con un nuevo amo muy poco tiempo ya que bebía y lo maltrataba mucho, y luego
lo abandono porque recibía muchos maltratos y su amo lo busco, pero no lo
hayo.
Fifi dijo que iría sola y que ticho se quedara, Gorilón dice que ticho ira con
nosotros y que habrá muchos peligros, ya que Yépez no se moverá ya que tiene
heridas, fifi le dijo a ticho que ya hizo suficiente y que regrese con sus amigos
que lo esperan. Gorilón dijo que ese punto lo dejen más adelante, fifi le dijo
que la videna, Gorilón ya sabía dónde era pero que “papi” no los podía ver a los
tres juntos si no los votara, y la policía le quitaría el triciclo por traer perros
y les dijo que no se olviden.
A la mañana siguiente, les dijo que todo está listo y que se escondan, fifi le
pregunto que “pasara con Yépez” y Gorilón dijo que va a estar bien que “papi”
le está preparando la sopa que “papi” le gusta ayudar a los perros heridos, y
luego en la noche “papi” le dijo que porque esos perros los seguían, luego ticho
sintió la arremetida fuerza desconocida y fifi no pudo ayudarlo ya que era
muy pequeña, Gorilón lo ayudo pero “papi” le dijo que si otra vez pelea con
esos perros los dos los botan de la calle.
Gorilón bajo la cabeza, comprendió lo expresado por su amo, tal vez algún día
su amo conozca la historia y pueda comprenderlo.
FIFI (El regreso): CAPITULO XVII
La terracita del piso cuarto, edificio 195, de la Plaza Yacovleff, era testigo
de una conversación profunda entre Vago y Pichicho, dos perros cuyos
destinos estaban entrelazados como si estuvieran conectados por hilos
invisibles. Como si compartieran un mismo espacio en un plano que escapa a la
percepción humana, los dos amigos hablaban sobre un tema que solo a ellos les
importaba.
A pesar de que parecían dormir, los perros no descansaban del todo. Los ojos
cerrados de vez en cuando y los movimientos mínimos indicaban que estaban
alerta, quizás escuchando los sonidos de la ciudad. Pichicho observaba a Vago,
notando su cansancio y su silencio, como si estuviera buscando respuestas en
sus recuerdos.
La conversación entre ellos se volvía más profunda a medida que Vago parecía
estar a punto de revelar una verdad oculta. Aunque Pichicho intuía que su
amigo deseaba concluir la historia, una fuerza interna lo obligaba a seguir
adelante. Era como si Vago estuviera atrapado entre el deseo de terminar y
la necesidad de expresar algo que lo atormentaba.
Después de recibir las indicaciones de Gorilón, Ticho y Fifi vieron cómo "Papi"
se alejaba con su triciclo. Gorilón les deseó suerte y les recordó cuidar la
casa que encontrarían. Mientras tanto, en la terracita, Pichicho y Vago
observaban la partida de sus amigos, sintiendo que la vida, como siempre, los
llevaba por caminos inesperados.
FIFI (El regreso): CAPITULO XVIII
Los débiles rayos solares se esforzaban por penetrar las nubes, marcando un
tímido mediodía limeño. Ticho y Fifi, dos valientes amigos caninos, avanzaban
por la Avenida Aviación, desesperados por encontrar agua que aliviara su sed.
No habían probado una gota desde que salieron de la casita de "Papi", bajo el
puente.
La VIDENA, una gran Villa Deportiva Nacional, cubría toda una manzana en el
distrito de San Luis. Aunque no pudieron entrar debido a la negativa del
vigilante, la alegría de encontrar el lugar que Fifi recordaba de su pasado
llenó de esperanza a ambos.
Tengo miedo, y aquí hay más perros. ¿Por qué nos habrán encerrado? -
preguntó preocupada Fifi.
Yo llevo aquí tres días, y todas las mañanas vienen unos hombres vestidos de
blanco y se llevan a uno de nosotros en una camioneta -intervino otro
prisionero.
Finalmente, Fifi y Ticho se despidieron con mucha tristeza, Fifi llego a casa
causando gran emoción a sus dueños, los cuales le brindaron las mejores
atenciones.
FIFI (El regreso): CAPITULO XX
Un día Pichicho fue en busca de vago, ya que estaba muy enfermo, vago era el
nuevo nombre de ticho llamado así por sus nuevos dueños, el cual murió en
compañía de su amigo Pichicho. La muerte no le dio tiempo de decirle adiós a
los seres que tanto amo: a don Octavio y doña Adela y sobre todo revelarle a
Pichicho que fue padre de mamá Pocha y él, su nieto amado.