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Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM

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El Nombre.
Por MARro VASCONCELOS
AGUILAR.

Revista de Derecho Notarial Mexicano, núm. 57, México, 1974.


DR © Asociación Nacional del Notariado Mexicano, A. C.
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El nombre, dice Platón en su diálogo "Cratilo", es un instrumento


propio paira enseñar y distinguir los seres, como la lanzadera es
propia para distinguir los hilos del tejido. El Diccionario de la Real
Academia, por su parte, expresa que, el nombre, es la palabra que
se apropia o se da a los objetos y a sus calidades para hacerlos co-
nocer y distinguirlos de otros. Finalmente, Joaquín Escriche, al re-
ferirse d nombre como el primero de los atributos de la persona
física, y circunscribiéndose al ámbito de lo jurídico, establece que es
la palabra que se apropia o se da a alguna persona para darla a
conocer y distinguirla de otra.
E n los pueblos primitivos, dice Marcel Planiol, el nombre era
únko e individual. Cada persona llevaba un solo nombre y no lo trans-
mitía a sus descendientes; tal uso, por cierto, sobrevivió por mucho
tiempo, sobre tedo, entre los hebreos y los griegos, Los romanos,
sin embargo, modificaron la situación, y, como establece Eugéne Petit,
a m&s del nombre propio de cada individuo; éste debía llevar el
"nomen gentilitium", que correspondía también a todos los miembros
de la "gens", o agrupación que tenía su propio culto y que, con tal
tiempo, cayó en desuso, a medida que las libertaciones se multipli-
caron y se crearon muchas familias, cada vez más numerosas, con
su parentesco natural, o cognatio, y su parentesco civil, o agnatio;
dando lugar a una vida más complicada y a la n'ecesidad de estable-
cer diferencias jurídicas entre los hombres, a fin de distinguirlos por
medio de su nombre propio y de sus apellidos.
Ahora bien, el nombre propio, o apelativo, por su propia natu-
raleza jurídica, constituye una sólida base de diferenciación de los
sujetos, para poder referir a ellos consecuencias jurídicas determi-
nadas. El apellido, o patronímico, en cambio, se otorga de pleno de-
recho a los descendientes.
Luego, el nombre propio, aunado al patronímico, determina en
cada sujeto, su atributo personal de diferenciación, pues, como dice
Coviello, es un derecho intransmisible e incapaz de otros medios de
adquisición, fuera de los originarios, cuyo fin práctico consiste en
diferenciar a cada persona para responsabilizarla jurídicamente de
sus actos; de ahí que, todo cambio de nombre, deba ser consecuencia

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de una declaración judicial, en la que se justifique la razón de ser


del cambio, pues, el derecho al nombre, además de establecer y tener
importancia en las relaciones de derecho privado, la tiene también, y
con mayor razón, en las de derecho público. El ll~evarun nombre es,
por tanto a más de un derecho, una correlativa obligación, puesto
que el interés público exige que una persona no se confunda con
otra.
Ante estas circunstancias, el que tiene derecho a un nombre,
agrega Coviello, puede usarlo en todas las manifestaciones de su ac-
tividad, excluyendo de su uso a cualquiera que no tenga tal facultad;
pudiendo, incluso, comparecer en juicio para impedir que se use ilegí-
timamente, y, a la vez, ejercitar acciones de reclamación o contradic-
ción de nombre, que den lugar a sentencias declarativas y hasta
ejecutivas, como ocurre en el caso de que se pida resarcimiento de
daños y perjuicios.
El derecho al nombre es, examina,do desde otro ángulo, subjetivo
a l ni es valorable en dinero ni puede
de carácter e x t r a p ~ t ~ i m o n ipues
ser objeto, como tal, de contratación. Tampoco es transmisible por
herencia, dado qu~e,como ya quedó dicho, el nombre patronímico
pertenece a la familia y, por tanto, no es referido exclusivamente a
la existencia de un- individuo.
Asimismo, y como señala Rafael Rojina Villegas, al impedir el
nombre que otro interfiera en nuestra propia esfera j u r í d i a y en
nuestra persona, existe el deber jurídico de respetarlo, y, por ello,
está sancionado el uso indebido del mismo, que puede llegar a im-
plicar un delito dle fakedad, al atribuirse un nombre o cualidad que
no correqponda al sujeto, con el fin de defraudar o causar daño.
E n nuestro país, y en muchos o'tros, d nombre propio y los
apellidos se acreditan legalmente en el acta de nacimiento levantada
en el Registro Civil y, prácticamente, con las copias certificadas de
la misma que s'e expidan, las cuales hacen prueba plena.
El adta de nacimiento, por ello, sólo puede rectificarse por fal-
sedad. cuando se alegue qiie el suceso registrado no pasó, o por
enmienda, cuando se solicite fundadamente, como en el caso de un
error comprobable, v m h r algún nombre u otra circunstancia, sea
esencial o accidental.
A ese respecto, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, to-
mando en cuenta la importancia que tiene el nombre y las conseauen-
cias .jurídicas que de él se dlerivan, ha expuesto que:
"No es de aceptarse que la intención del legislador, fue pemiitir
a los que tienen interés jurídico en la rectificación de un acta, soli-

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citar esa rectificación para que sea variada o modificada, para ha-
cerla coincidir con la s:tuación de hecho que prevalezca con posterio-
ridad al acto y con anterioridad a la solicitud, o para enmendar el
desacuerdo entre lo asentado en el acta de Registro Civil y la realidad
social, regularizándola y actualizándola.
"Lo que el legislador ha querido es que en el acta conste la verdad
del suceso a que se contrae de manera auténtica y cierta, con las indi-
caciones de tiempo, lugar y demás circunstancias que sean esenciales
y legalmente pertinente mencionar, y precisamente cuando se recti-
fica el acta, les para enmendarla y corregir lo que no se expresó y
asentó de una manera verídica, y la corrección, que puede ser la
variación de un nombre o circunstancia, es para el efecto de que ese
nomb~eo circunstancia conste oomo existía en el momento de levan-
tarse el acta rectificada.
"Nótese que en la fracción 11 (del artículo 135 del Código Civil
para el Distrito y Territorios Federales), no se dice que se adicione,
modifique o reponga el acta, ni que se le agrege o suprima nombre
o circunstancia, sino simplemente habla de enmendadura.
"Si se permitiera variar el acta de nacimiento (y por consi-
guiente el nombre), de una persona, regularizándola y actualizándola
a la vida del interesado, como la vida de algunas personas es tan
larga y sufre tantas alternativas y peripiecias, sería una continua
variación de su estado civil y no se podría tener una definida y defi-
nitiva identidad de esa persona, en lo que está interesada la socie-
dad; y, ademiás, si ese cambio se hzce constar en el acta primitiva,
se falta a la verdad en el tiempo y el lugar.
"El precepto citado (artículo 135 del Código Civil), no limita
el numero de los nombres o circunstancias esenciales o accidentales
que se puedan variar, pero serán considerados siempre que sea por
enmienda; esto es, que no se hayan hecho constar en el acta como
réalmente son o sucedieron los hechos".
Lo anterior consta en el amparo directo número 7037/1958.-
Jorge Salvador Vignon Wha1ey.-Resuelto el 4 de enero de 1962,
por unanimidad de cinco votos.-Ponente, Sr. Ministro López Lira.-
Secretario, Lic. José G . Escamilla.-Semanario Información Ju-
dicial.-1962.-Páginas 926 y 927.
Asimismo, es importante hacer mención de un aspecto muy in-
teresante en relación con el nombre y los atributos de la persona fisi-
ca, que surge cuando, por circunstancias de hecho pero que induda-
blemente se prwmtan y a veces con frecuencia, el ser humano carece
definitivamente de acta de nacimiento y, por eso, su estado civil, el

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cual establece una situación jurídica concreta en relación con la fami-


lia., el Estado y 13 nación, no pu,ede ser comprobado conforme a de-
recho. E n este caso, y conm afirma Planiol, al: tratarse de un indivi-
duo que existe y actúa, debe atribuírsele un nombre, comportamiento,
trato, fama y posición semejantes al estado legítimo que existe cuando
hay acta de nacimiento.
El derecho debe reconocer, para estos casos de excepción, la
posesión de estado (civil), como una situación real que constituye un
supuesto jurídico capaz de producir consecuencias semqiantes a las
del propio estado del cual sólo se tiene la posesión; como ocurre, pur
ejemplo, cuando el individuo ten esta situación tiene un hijo e inscribe
su nacimiento en la Oficialía del Registro Civil, que levanta el acta
de nacimiento al menor, conteniendo su nombre, edad, domicilio, na-
cionalidad y filiación.
El estado civil de las personas, nos dice el tia,tadista Últimamente
citado, es, pues, susceptible de posesión, tomando esta palabra en
sentido lato, y el cual consiste en pasar ante los ojos del público
por tenerlo legalmente; gozando materialmente del t,ítulo y ventajas
del mismo, y eoportando las cargas. .Actuar leln otra forma, sería
agravar los problemas y no darles solución jurídica; y el derecho,
no hay que olvidarlo, resuelve problemas reales, no utópicos.

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