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Cómo vencer la depresión

“CON dirección diestra te ocuparás en tu guerrear”, dice Proverbios 24:6. Se


requiere dirección diestra y no solo buenas intenciones para ganar una
batalla. También es cierto que, si usted sufre de depresión, no desearía
hacer algo inadvertidamente que le hiciera sentirse peor. Por ejemplo: un
estudio sobre personas depresivas realizado en 1984 halló que algunos
trataban de hacer frente a la depresión por medio de ‘descargar su ira sobre
otras personas, o reducir la tensión por medio de beber más, comer más e
ingerir más tranquilizantes’. El resultado: “Aumento de la depresión y de los
síntomas físicos”.

Algunas personas deprimidas rehúyen buscar “dirección diestra” porque


temen que se les considere enfermos mentales. Sin embargo, la depresión
profunda no es indicio de deficiencia mental ni de debilidad espiritual. Las
investigaciones demuestran que este grave trastorno puede presentarse
cuando se produce en el cerebro una disfunción química. Como esta puede
ser ocasionada por un trastorno físico, si usted ha estado profundamente
deprimido por un período superior a dos semanas, es conveniente que se
haga un examen médico. Si el examen revelara que el problema no
obedece a un trastorno físico, entonces la depresión a menudo puede
aliviarse por medio de ajustar el modo de pensar y con la ayuda de alguna
medicación o los nutrientes apropiados. El que uno venza la depresión no
significa que nunca volverá a padecer de un estado de ánimo deprimido. La
tristeza es parte de la vida. No obstante, si uno dirige diestramente sus
golpes, podrá desenvolverse mejor ante la depresión.

Es frecuente que el médico prescriba antidepresivos. Estos fármacos están


preparados para eliminar el desequilibrio químico. Elizabeth, mencionada
anteriormente, los empleó, y en unas semanas su estado de ánimo
comenzó a mejorar. “Aun así, además del empleo de los medicamentos,
tenía que esforzarme por cultivar una actitud positiva —dijo ella—. Con el
‘empuje’ que me daba la medicación, me sentía determinada a mejorarme.
También mantuve un programa diario de ejercicios físicos.”

Sin embargo, el uso de antidepresivos no siempre da resultados. En


algunas personas se presentan efectos secundarios problemáticos. Y aun si
la disfunción química se corrige, a menos que uno corrija su enfoque
mental, la depresión puede volver. No obstante, se puede obtener mucho
alivio si uno está dispuesto a...
Exteriorizar sus sentimientos

Sara se sentía profundamente resentida por haber tenido que asumir


responsabilidades familiares unilateralmente, así como por la presión de
atender un trabajo seglar. (Véase la página 7.) “Pero yo había retenido esos
sentimientos en mi interior —dijo Sara—. Una noche, sintiéndome
desesperada, telefoneé a mi hermana menor y, por primera vez en mi vida,
empecé a dar salida a mis sentimientos. Esto supuso para mí un giro de
noventa grados, pues aquella llamada me proporcionó mucho alivio.”

Por consiguiente, si se siente deprimido, busque a alguien capaz de mostrar


empatía y en quien pueda confiar. Puede ser su cónyuge, un amigo íntimo,
un familiar, un ministro religioso, un médico o un consejero profesional. Una
medida imprescindible para vencer la depresión, de acuerdo con un estudio
publicado en la revista Journal of Marriage and the Family (Revista sobre el
Matrimonio y la Familia), es “tener a mano a alguien en quien apoyarse y
con quien compartir las penalidades de la vida”.

El que uno exprese en palabras sus sentimientos constituye un proceso


curativo que evita que la mente trate de negarse a reconocer la realidad de
un problema o de una pérdida, y deje el problema sin resolver. Pero
exteriorice sus verdaderos sentimientos. No permita que un falso sentido de
orgullo, procurando dar la impresión de impavidez ante la adversidad, le
inhiba. “La solicitud ansiosa en el corazón de un hombre es lo que lo agobia,
pero la buena palabra es lo que lo regocija”, dice Proverbios 12:25. Solo por
medio de exteriorizar sus sentimientos, otros podrán empezar a comprender
su “solicitud ansiosa” y ofrecerle una “palabra” de ánimo.

“Cuando llamé a mi hermana, solo pretendía que simpatizara con mi causa,


pero conseguí mucho más —mencionó Sara—. Me ayudó a ver en qué
estaba equivocado mi modo de pensar. Me dijo que estaba echándome
encima demasiada responsabilidad. Y, aunque al principio no era eso lo que
yo hubiese querido escuchar, cuando comencé a aplicar su consejo, sentí
como si empezara a quitarme un enorme peso de encima.” Cuán ciertas son
las palabras de Proverbios 27:9: “Aceite e incienso son lo que regocija el
corazón, también la dulzura del compañero de uno debido al consejo del
alma”.

Es ‘dulce’ tener un amigo o un cónyuge que hable con franqueza y ayude a


ver las cosas en su justa perspectiva. Esto puede ayudarle a enfocar su
atención en un solo problema a la vez. De modo que, en lugar de ponerse a
la defensiva, agradezca profundamente esa clase de “dirección diestra”. Tal
vez usted necesite a alguien que después de varias conversaciones pueda
señalarle algunos objetivos a corto plazo que le indicarán los pasos que
usted ha de ir dando a fin de corregir su situación y así reducir, o eliminar, la
fuente de su tensión emocional.*

El luchar contra la depresión exige que uno luche contra la falta de amor
propio. ¿Cómo se puede luchar con destreza contra ese sentimiento?

Cómo luchar contra la falta de amor propio

María, por ejemplo, como se mostró en el artículo anterior, llegó a estar


deprimida a causa de problemas en el seno familiar. Afirmó: “Soy una
persona horrible, y no puedo hacer nada bien”. Eso era falso. Si ella hubiese
analizado sus conclusiones, se habría podido oponer a estas por medio de
razonar: “Hay cosas que hago bien y otras que hago mal, como cualquier
otra persona. He cometido un par de errores, y debo esforzarme por ser
más considerada, pero no por esto debo sacar las cosas de quicio”. Este
razonamiento hubiera dejado intacto su amor propio.

Con frecuencia, esa voz interior excesivamente crítica que nos condena se
equivoca. En la tabla que acompaña a este artículo figuran algunos
pensamientos distorsionados que son típicos y que contribuyen a generar la
depresión. Aprenda a identificar esos pensamientos equívocos y a
mentalmente cuestionar su validez.

Otra víctima de la falta de amor propio fue Jean, una madre soltera de
treinta y siete años de edad. Ella explicó: “Me hallaba bajo tensión debido a
tener que encargarme de criar dos niños. Cuando veía que otras madres
solteras se casaban, pensaba: ‘Debe haber algo en mí que no gusta’. Al
reflexionar solo en cosas negativas, estas se fueron desproporcionando, y
terminé hospitalizada por depresión”.

“Después de abandonar el hospital —prosiguió Jean—, leí en el número


de ¡Despertad! del 22 de enero de 1982 una lista de ‘Ideas que pueden
conducirle a la depresión’. Cada noche releía la lista. Algunas de esas ideas
erróneas eran: ‘Lo que yo valga como persona depende de lo que otros
piensen de mí’, ‘nunca debo sentirme herida; debo estar siempre alegre y
serena’, ‘yo debería ser una madre perfecta’. Como tenía la tendencia a ser
perfeccionista, tan pronto como pensaba en esos términos, le oraba a
Jehová para que me ayudase a controlarme. Aprendí que los pensamientos
negativos erosionan el amor propio, porque todo cuanto uno ve es el lado
problemático de la vida y no las cosas buenas que uno recibe de Dios. Al
esforzarme por evitar ciertos pensamientos impropios, logré sobreponerme
a mi depresión.” ¿Debería usted también cuestionar algunos de sus
pensamientos o hasta rechazarlos?

¿Será culpa mía?

Aunque Alexander estaba muy deprimido, se las arregló para conducir una
clase. (Véase la página 3.) Cuando algunos de sus alumnos suspendieron
una importante prueba de lectura, le sobrevino la idea de suicidarse.
“Pensaba que el fracaso era suyo —dijo Esther, su esposa—. Le dije que la
culpa no era suya, que no se puede esperar un resultado perfecto.” Sin
embargo, su desmedido sentimiento de culpa bloqueó su mente y lo
condujo al suicidio. Con frecuencia, se desarrolla un sentimiento de culpa
exagerado cuando se asume una responsabilidad injustificada por el
comportamiento de otras personas.

Aun en el caso de un niño, un padre puede influir poderosamente en su


vida, pero no tener un control absoluto de ella. Si algo no resultara como
uno lo ha planeado, pregúntese: ¿Acaso se debe a sucesos imprevistos que
están más allá de mi control? (Eclesiastés 9:11.) ¿He hecho todo
cuanto razonablemente puedo dentro de los límites de mi capacidad física,
mental y emocional? ¿Eran mis expectativas demasiado elevadas? ¿Debo
aprender a ser más razonable y modesto? (Filipenses 4:5.)

Pero ¿y si uno ha cometido un error grave y la culpa es suya? ¿Se corregirá


el error por medio de fustigarse mentalmente de continuo? ¿Acaso no está
dispuesto Dios a perdonar aun “en gran manera” si uno está genuinamente
arrepentido? (Isaías 55:7.) Si Dios “no por todo tiempo seguirá señalando
faltas”, ¿debería usted sentenciarse a una vida de angustia mental por
causa de algún mal cometido? (Salmo 103:8-14.) Lo que a Dios le
complace, y además aliviará la depresión que usted sufre, no es el que uno
esté constantemente entristecido, sino el que dé pasos positivos para
‘corregir el abuso’. (2 Corintios 7:8-11.)

‘Olvide las cosas que quedan atrás’

Algunos de nuestros problemas emocionales pudieran estar enraizados en


el pasado, particularmente si fuimos víctimas de algún trato injusto. Esté
dispuesto a perdonar y olvidar. “¡Pero es que perdonar no es fácil!”, tal vez
piense usted. Es cierto; pero es mejor que arruinar el resto de su vida
meditando en lo que ya no tiene remedio.

El apóstol Pablo escribió: “Olvidando las cosas que quedan atrás [...]
prosigo hacia la meta para el premio”. (Filipenses 3:13, 14.) Pablo no se
entretuvo en meditar en el derrotero equivocado de vida que había llevado
en el judaísmo, habiendo sido responsable, incluso, de aprobar el asesinato.
(Hechos 8:1.) Al contrario, concentró sus esfuerzos en calificar para el
premio futuro de la vida eterna. También María (véase la página 12)
aprendió a no meditar en las cosas del pasado. En una ocasión, le echó en
cara a su madre la manera en que esta la había educado. Su madre le
había dado una especial importancia al atractivo y a la belleza física; por
consiguiente, María era una perfeccionista y propendía a sentir celos de su
atractiva hermana.

“Aunque estos celos ocultos eran la raíz del problema, yo las hacía a ellas
responsables de mi comportamiento. Pero llegó el momento en que pensé:
‘En realidad, ¿qué importancia tiene de quién sea la culpa?’. Tal vez yo
tenía algunas malas inclinaciones atribuibles a la educación que había
recibido de mi madre; sin embargo, la cuestión era hacer algo para
remediarlo. No debía continuar actuando de ese modo.” El reconocer esto
ayudó a María a hacer los ajustes mentales necesarios a fin de ganar su
lucha contra la depresión. (Proverbios 14:30.)

Su verdadero valor

Vistos estos factores, si uno ha de enfrentarse con éxito a la depresión, se


requiere un punto de vista equilibrado sobre su propia valía. El apóstol
Pablo escribió: “Digo a todos ustedes que ninguno piense de sí mismo más
de lo que debe pensar. Antes bien, cada uno piense de sí con moderación”.
(Romanos 12:3, Versión Popular.) El falso orgullo, así como el no ser
consciente de sus limitaciones, y el perfeccionismo son todas maneras de
sobrestimarse. No se debe ceder a tales tendencias; no obstante, evite irse
al otro extremo.

Jesucristo destacó el valor individual de cada uno de sus discípulos al decir:


“Se venden cinco gorriones por dos monedas de poco valor, ¿no es verdad?
Sin embargo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Pero hasta los
cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados. No tengan temor;
ustedes valen más que muchos gorriones”. (Lucas 12:6, 7.) Es tal el valor
que tenemos ante Dios que hasta repara en nuestro más mínimo detalle.
Como Él se interesa profundamente en la persona, sabe cosas acerca de
nosotros que ni aun nosotros mismos sabemos. (1 Pedro 5:7.)

El que Sara reconociera que Dios tenía un interés personal en ella la ayudó
a mejorar su amor propio. “Siempre había tenido un temor reverente por el
Creador, pero entonces comprendí que Él se interesaba en mí como
persona. Sin importar lo que mis hijos o mi esposo hiciesen, y prescindiendo
de la formación que mis padres me dieron, me di cuenta de que yo tenía
una relación de amistad personal con Jehová. Entonces comenzó a
desarrollarse mi sentido de amor propio.”

Siendo el caso que Dios considera valiosos a sus siervos, nuestra valía no
depende de la aprobación de otras personas. Por supuesto, no es
agradable el que a uno se le rechace. Pero el que uno tome la aprobación o
desaprobación humana como punto de referencia para determinar su valía
personal le hace vulnerable a la depresión. El rey David, un hombre según
el propio corazón de Jehová, fue llamado en una ocasión “hombre que no
sirve para nada”, literalmente un “hombre de inutilidad”. Sin embargo, David
reconoció que el hombre que se había expresado en esos términos estaba
afectado por un problema, y no consideró ese apelativo como determinante
de su valía personal. De hecho, como es común entre las personas, Simeí
más tarde se disculpó. Aun si alguien le criticase con razón, véalo como una
crítica dirigida contra algo en concreto que uno ha hecho, no como una
evaluación de su persona. (2 Samuel 16:7; 19:18, 19.)

El estudio personal que Sara realizó de la Biblia y de publicaciones basadas


en ella, así como su asistencia a las reuniones de los testigos de Jehová, la
ayudaron a colocar el fundamento para una relación con Dios. “Pero mi
cambio de actitud hacia la oración fue lo que más me ayudó —dijo Sara—.
Solía pensar que solo se oraba a Dios sobre cosas importantes, y que no se
le debía molestar con problemas insignificantes. Ahora entiendo que puedo
hablarle sobre cualquier cosa. Si estoy nerviosa respecto a una decisión
que he de tomar, le pido que me ayude a estar calmada y ser razonable. Me
siento aún más cerca de Él cuando veo que responde mis oraciones y me
ayuda a hacer frente a cada día y a cada circunstancia difícil.” (1 Juan
5:14; Filipenses 4:7.)

No hay duda, la seguridad de que Dios tiene un interés personal en usted,


entiende sus limitaciones y le dará la fortaleza para hacer frente a cada día
es la clave en la lucha contra la depresión. No obstante, hay veces que, a
pesar de lo que uno haga, la depresión persiste.

Persistir “hora a hora”

“He probado con todo, incluso con complementos en la nutrición y


antidepresivos —comenta Eileen, madre de cuarenta y siete años de edad
que ha luchado contra la depresión crónica por años—. He aprendido a
corregir pensamientos impropios, y esto me ha ayudado a ser una persona
más razonable. Pero la depresión persiste.”
El hecho de que la depresión persista no significa que usted no la está
combatiendo con destreza. Los médicos no conocen todos los posibles
remedios para este trastorno. Hay ocasiones en que la depresión es el
efecto secundario de una medicación administrada contra una enfermedad
grave. Por consiguiente, el empleo de esa medicación tiene un efecto
compensatorio, pues puede beneficiar en el tratamiento de algún otro
problema médico.

Naturalmente, el que uno confíe sus sentimientos a una persona


comprensiva puede ayudar. No obstante, no hay ningún humano capaz de
llegar a conocer realmente la profundidad de su agonía. Pero Dios sí la
conoce y le ayudará. “Jehová me ha proporcionado fuerzas para seguir
intentándolo —reconoció Eileen—. Él no ha dejado que me rinda y me ha
dado esperanzas.”

Con la ayuda de Dios, el apoyo emocional de otras personas y sus propios


esfuerzos, usted no será agobiado de tal modo que tenga que rendirse. Con
el tiempo, usted se podrá ajustar a la depresión como a cualquier otra
enfermedad crónica. Aguantar no es fácil, ¡pero es posible! Jean, cuya
profunda depresión persistió, dijo: “No se trataba siquiera de una lucha día a
día. Más bien, era una lucha hora a hora”. En el caso de ambas, Eileen y
Jean, la esperanza prometida en la Biblia las ayudó a seguir adelante.
¿Cuál es esa esperanza?

Una valiosa esperanza

La Biblia habla de un tiempo en el futuro cercano en el que Dios “limpiará


toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más
lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”. (Revelación
21:3, 4.) El Reino de Dios traerá entonces a todos sus súbditos terrestres
una completa curación física y mental. (Salmo 37:10, 11, 29.)

No solo se removerá el dolor físico, sino también desaparecerá el


angustioso dolor del corazón y su aflicción. Jehová promete: “Las cosas
anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón. Pero alborócense y
estén gozosos para siempre en lo que voy a crear”. (Isaías 65:17, 18.) ¡Qué
alivio será para la humanidad verse libre de las cargas del pasado y poder
levantarse cada día con la mente totalmente clara y despejada, deseosa de
acometer las tareas de la jornada! Nunca más será estorbada la humanidad
por la espesa niebla de la depresión.

Al no haber ‘más muerte ni lamento ni clamor’, el sentimiento por las


trágicas pérdidas de seres queridos y las tensiones emocionales diarias que
ahora inducen a la depresión habrán desaparecido. Como entonces la
bondad amorosa, la veracidad y la paz predominarán en las relaciones entre
unos y otros, también cesarán los enfrentamientos amargos. (Salmo 85:10,
11.) Al removerse los efectos del pecado, ¡qué gozo será el finalmente
poder satisfacer a la perfección las normas divinas de la rectitud y disfrutar
de plena paz interior!

Esta animadora perspectiva es un gran incentivo para persistir en la lucha


sin importar cuán intensa llegue a ser la depresión. Porque en el nuevo
mundo de Dios, la humanidad perfeccionada habrá conquistado la
victoria absoluta sobre la depresión. ¡Qué buenas nuevas son estas!

[Notas a pie de página]

* El confidente de una persona deprimida no solo debe evitar pronunciar


juicios personales que podrían aumentar los sentimientos de culpa e
inutilidad del deprimido, sino también evitará el optimismo infundado.
Nuestro próximo número presentará información en cuanto a cómo se
puede ayudar a los deprimidos.

[Fotografía]

El que uno exteriorice sus sentimientos a un confidente que manifieste


empatía puede servir de proceso curativo y aportar mucho alivio

[Fotografía]

Si Dios considera que aun pequeños gorriones tienen valor, de cuánto más
valor seremos nosotros a sus ojos
[Recuadro]

Modos de pensar distorsionados

El concepto de “todo o nada”: Usted clasifica las cosas en dos


categorías: blanco o negro. Si su comportamiento no se desenvuelve a la
perfección, usted se ve a sí mismo como un completo fracaso.

Generalización excesiva: Ve un incidente negativo aislado como un patrón


invariable de derrota. Por ejemplo: después de discutir con un amigo, tal vez
concluya: “Estoy perdiendo todas mis amistades. Nada me sale bien”.

Descalificación de aspectos positivos: Rechaza las experiencias


positivas, afirmando que “no cuentan” o “no me las merezco”. Al meditar en
un detalle negativo aislado, todo su enfoque se oscurece.

Conclusiones precipitadas: Arbitrariamente concluye que usted no le cae


bien a alguien, y no se molesta en comprobar si es cierto. O está
absolutamente convencido de que las cosas siempre le saldrán mal.

La tendencia a exagerar o minimizar: Exagera la importancia de las cosas


(tal como sus propios errores o los logros de otras personas) o las minimiza
hasta que se le antojan insignificantes (sus propias buenas cualidades o las
imperfecciones de otros). Convierte en pesadillas aparatosas los
acontecimientos negativos comunes.

Tendencia a personalizar: Usted se ve a sí mismo como el causante de un


suceso ajeno cuyos resultados son negativos y del cual, de hecho, usted no
fue el principal responsable.

Basado en Feeling Good—The New Mood Therapy (Sentirse bien... una


nueva terapia), de David D. Burns (médico).

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