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SAN MARTÍN Y ROSAS: SUS SOLUCIONES ARGENTINAS A PROBLEMAS

ARGENTINOS (DE AYER Y DE HOY)

Gonzalo V. Montoro Gil

Para los problemas de hoy nada mejor que las soluciones de siempre que
daban José de San Martín y Juan Manuel de Rosas.
La intención no es poner sobre el papel todas las cartas sobre variados temas
que han escrito ambos, sino tan solo aquellas en que los mismos expresan las
soluciones necesarias para poder superar los estados anárquicos del país; las
acciones a realizar imprescindibles para contrarrestar la desintegración en
ciernes de la patria.
Y veremos, curiosamente o no, que esas soluciones empíricas son las mismas
que debemos ejecutar hoy para los problemas actuales. Tal vez porque los
problemas de antaño siguen existiendo hogaño.
Los Unitarios devenidos hoy día en Liberales, han presentado, en lo tocante a
San Martin, exclusivamente su faceta militar escondiendo su visión política y su
federalismo precursor al de Rosas, presentado al Capital con un tinte
edulcorado y sin aparente criterio político, lo que es a todas luces
erróneamente adrede.
También han escondido entre los pliegues de su ‘historia oficial’ el odio y las
tentativas de muerte que tuvo Rivadavia para con San Martin. Y San Martin,
avisado de todo esto, se despachó en innumerables cartas sobre el
estrambótico Rivadavia y sus delirios jacobinos y racionalistas; y sobre Lavalle
al que llama hombre ‘sin juicio’, ‘desalmado’ al que no fusiló ‘de lastima’, según
dice.
En cuanto a Rosas lo han presentado como un tirano cuando ha sido el
gobernante con más votos y apoyo popular de toda nuestra historia; basta ver
que su gobierno ha sido por elección casi unánime.
Lo que sucede es que los liberales y marxistas de toda laya se han llenado la
boca de San Martin y Rosas pero parece que ninguno lo ha leído (o lo
disimulan muy bien) y no es cuestión de interpretación: sus dichos son tan
precisos y claros en cuanto a lo que pensaban, que toda interpretación deviene
ociosa.
Entendemos que ambos daban en el clavo acerca de lo que se debía hacer
para el crecimiento y estabilidad de nuestra nación y para que no cayéramos –
como hoy- en crisis más crisis más crisis y sometimiento sin fin.
Rosas tuvo tiempo de expresar sus ideas respecto a la llamada democracia y
los partidos políticos, y pudo declarar cuál era a su entender el mejor sistema
de gobierno. Esto no ha sido una opinión aislada, sino algo que ha sostenido
en toda su vida y su pensamiento político, mínimamente desde 1832 a 1872.
Héctor BERNARDO dice –y se aplica perfectamente a los Unitarios ( o los hoy
llamados ‘liberales’, como prefiera el gusto del lector)- que “vivir ajeno a su
tiempo es pecado de ideólogos. El ideólogo es el hombre que tortura la realidad
para acomodarla a su capricho. Es el hombre que niega el testimonio de sus
sentidos, cuando los sentidos le advierten de los errores o desproporciones de
su mundo imaginario”…
‘Mundo imaginario’ es el que vivieron los Unitarios de ayer, hoy llamados
liberales (el neologismo ‘neoliberal’ es un término acuñado por propio
liberalismo para encubrir sus acciones desde el siglo XIX haciéndonos creer
que es algo nuevo, cuando no es más de lo mismo de siempre. El día de
mañana le darán otro nombre ya que como nos iluminaba Giuseppe Tomasi di
Lampedusa en su libro’ El Gatopardo’: ‘ hay que cambiar todo para que nada
cambie’).
Pues bien, estos Unitarios fueron y son los liberales de hoy saturados en sus
cerebros embotados de las ideas nefastas del ginebrino Rousseau y todo
jacobino que bajo el terror intentaron hacer viable aquello que prescindía de
nuestra naturaleza como hombres y como sociedad.
Bernardo explica que para ser ‘cabalmente de su tiempo hay que tener
memoria del pasado y poner la voluntad tensa hacia el futuro’.
De allí que los Unitarios, liberales de hoy, no han sido nunca ‘hombres de su
tiempo’ no hay aprendido nada del pasado encerrados, ensimismados en sus
teorías de laboratorio. De un laboratorio mental donde se ubicaban, alejados de
toda realidad que la circundaba y al que no podían acceder ante su carencia de
sentido común o de su mala fé.
Sin más preámbulos oigamos a nuestros máximos próceres, tan alejados de
los dirigentes nefastos y mediocres que –partidocracia mediante que los elevan
y sostienen- nos subyugan con un liberalismo colectivista que nos ahoga en la
anarquía y en la ruina moral, política y económica.
I.-Análisis Cronológico
Veamos cronológicamente lo que ambos declaraban (el subrayado en ‘negrita’
es nuestro):
Año 1816
San Martín en carta a su amigo Tomás Guido el día 28 de Enero de 1816 le
decía:
“"Yo creo que estamos en una verdadera anarquía. Por lo menos una cosa
muy parecida a esto. ¡Carajo con estos paisanitos!. Toma liberalidad y con ellos
nos vamos al sepulcro. Lancero mío, en tiempos de revolución no hay más
medio para continuarla que el que manda diga ‘¡hágase!’ y que esto se
ejecute o tuerto derecho; lo general de los hombres tienen una tendencia a
cansarse de hacer lo que han emprendido y si no hay para cada uno de ellos
un cañón de a 24 que les haga seguir el camino derecho, todo se pierde. Un
‘curso’ (sic) (diarrea) me da cada vez que veo estas teorías de libertad,
seguridad individual, ídem de propiedad, libertad de imprenta etc., etc.”-.
Asqueado San Martin de la anarquía producto de teorías absurdas de libertad,
seguridad individual, libertad de imprenta, etc abstracciones que solo sirven
para producir la anarquía y la desunión. De esto el Instituto Sanmartiniano hace
silencio al igual que el liberalismo enquistado en instituciones militares.
Año 1829
En carta a Tomás Guido, San Martín le decía el 3 de abril de 1829 "Las
agitaciones en 19 años de ensayos en busca de una libertad que no ha
existido…hacen clamar a lo general de los hombres, por un gobierno vigoroso;,
igualmente conviene en que para que el país pueda existir es de necesidad
absoluta que uno de los dos partidos en cuestión desaparezca de él. Al
efecto se trata de buscar un salvador que reuniendo el prestigio de la
victoria, el concepto de las demás provincias y más que todo un brazo
vigoroso, salve a la patria de los males que la amenazan…mi amigo, veamos
claro, la situación en nuestro país es tal que el hombre que la mande no le
queda otra alternativa que el de apoyarse sobre una facción o renunciar al
mando".
Aquí se unen los criterios de San Martín con lo que años después escribiría
José Hernández en su ‘Martin Fierro’: que “un criollo venga a mandar”.
Para San Martín se requiere que un partido ‘desaparezca’; nada de absurdos
de pretendidas uniones puesto que nada los emparenta a los Federales con los
Unitarios en cuanto a concepción de patria y necesidad de soberanía. Rosas lo
intentó en su primer gobierno y los Unitarios le respondieron asesinando a
muchos gobernadores en un plan orquestado fríamente a tales fines.
Por eso, para San Martin se hace necesario un ‘brazo vigoroso’ que salve a la
patria. No hay otra alternativa. Una ‘Dictadura’ para evitar la tiranía afrancesada
y eurocéntrica de aquellos que con la banca extranjera nos expolian en forma
consuetudinaria.
Dice José María Rosa “De los dos partidos, el unitario o el federal, las
simpatías del Libertador se inclinaban hacia el Ultimo. Por el obstinado saboteo
que sus planes libertarios siempre habían sufrido por parte de Buenos Aires,
bajo el dominio político de sus enemigos Alvear o Rivadavia; también porque
en su peregrinar por las provincias al frente de sus tropas había aprendido a
valorar el coraje y el patriotismo de sus caudillos. Es la anarquía que sucede al
fusilamiento de Dorrego la que le impide desembarcar en Buenos Aires
cuando, reclamado por algunos y odiado por otros, se niega a participar en las
luchas intestinas, como justifica nuestra historia oficial. También, seguramente,
porque San Martin temía, con razón, por su vida”.
Año 1830
El 6 de Abril de 1830, durante el primer gobierno de Rosas, desde Bruselas,
San Martín le escribe una extensa carta a su amigo Tomás Guido:
“...noto con placer que la marcha del gobierno es firme...En mi opinión el
Gobierno en las circunstancias difíciles en que se ha encontrado, debe si la
ocasión se presenta, ser inexorable con el individuo que trate de alterar el
orden, pues si no se hace respetar por una justicia firme e imparcial, se lo
merendarán como si fuera una empanada, y lo peor del caso es que el
país volverá a envolverse en nuevos males...Aunque no sea fácil juzgar a la
distancia, me atrevo a extender mi juicio apoyándome solamente en la
experiencia de nuestra revolución y en la moral que se caracteriza a nuestro
bajo pueblo, para opinar que jamás se ha hallado en la provincia en situación
más ventajosa para hacer su prosperidad que la presente. …. no crea Ud. por
esto que soy de emplear medios violentos para mantener el orden, no mi
amigo, estoy distante de dar tal consejo, lo que deseo es el gobierno
siguiendo una línea de justicia severa haga respetar las leyes de un modo
inexorable; sin más que esto yo estoy seguro que el orden se mantendrá. Yo
no conozco al señor Rosas pero según tengo entendido tiene un carácter firme
y buenos deseos; esto basta, pues la falta la experiencia en el mando adquirirá
(que no es mala escuela la de mandar ese pueblo) bajo la dirección de sus
ministros.”
San Martín insiste en la necesidad imperiosa de ser ‘inexorable’ con quien
intente alterar el orden –tal como piensa Rosas-.
Contemporáneamente también le escribe a Vicente Lopez y Planes desde
Bruselas, el 12 de Mayo de 1830, le dice que:
“La causa o el agente que dirige (los males) no penden tanto de los hombres
como de las instituciones —en una palabra— las cuales no ofrecen a los
gobiernos las garantías necesarias _—me explicaré— que no están en
armonía con sus necesidades... veinte años de tristes y espantosas
experiencias y veinte años en busca de una libertad que no ha existido
deben hacer pensar a nuestros compatriotas con alguna más solidez y lo
dificulto.- el mal está en las instituciones y sí solo en las instituciones".
San Martín comprende que el ensayo jacobino de cambiar la Ciudad histórica
por una ciudad nueva y enteramente prefabricada, es una verdadera locura y
su resultado efectivo, la anarquía y el relajamiento de las costumbres., dice
Jordán Bruno Genta.
El mal está en las ‘instituciones’ –en las vigentes en aquellas épocas- pues
ellas son la base de donde se nacen políticamente los mediocres que toman el
poder sin considerar las necesidades del pueblo. Espera que Rosas pueda
cambiarlas para que cambien quienes ejerzan el poder. Las experiencias
durante años y años le lleva a San Martin a comprender la abstracción de la
llamada ‘libertad’. Como hoy, libertad para morirse de hambre, para entregar el
país a la codicia extranjera.
Es claro que esas ‘instituciones’ son las que permiten que hombres mediocres
y entregados al poder del dinero y logias, accedan al poder; como sucede hoy
día en nuestra nación. Como puede verse nada ha cambiado después de
tantos años. Las instituciones liberales son la base, el soporte para que se
enquisten en el poder hombres sin conciencia de pertenecer a una tierra que
los vio nacer..
Año 1832
Por su parte, y en la misma línea, Rosas en carta a Facundo Quiroga, el 28 de
Febrero de 1832, le expresa que:
“Es necesario desengañarse de una vez con esa falsa fusión con ciertos
partidos, sugerida y propagada con astucia por las logias, para adormecer a
los federales, que no conocen todo el fundo de perversidad y obstinación de
que están poseídos nuestros enemigos. Es muy triste y degradante que el
crédito de la República y la reputación de sus hijos más ilustres esté a merced
de los caprichos y perversidad de ambulantes aventureros que, sin dar la
cara, tienen libertad para ultrajar y difamar impunemente” …
Las causas que señala San Martin las señala Rosas imputando a las logias la
perversidad y obstinación en negar la entrega de las riquezas y tierras que nos
pertenecen; vulgares, mediocres aventureros.
Año 1833
San Martin en carta a O'Higgins, fechada en París el 13 de octubre de 1833, se
confirma, plenamente en su crítica a la política demoliberal:
“Yo estoy firmemente convencido que los males que afligen a. los nuevos
Estados de América no dependen tanto de sus habitantes como de sus
constituciones que los rigen. Si los que se llaman legisladores en
América hubiesen tenido presente que no se les debe dar las mejores leyes,
pero si las mejores que sean adecuadas a su carácter, la situación de nuestro
país sería diferente..."
San Martín insiste en que los males vienen no tanto de las personas sino de las
Constituciones que brindan la posibilidad que el anonimato que produce en las
acciones de los políticos y funcionarios los lleva, a éstos, a las más aberrantes
entregas y corrupciones, total ese anonimato, que deriva en las normas
insertas en las Constituciones liberales, los protege de sus delitos.
Año 1834
El 1ero.de Febrero de 1834 San Martín le escribe a Tomás Guido, desde
Europa, claro, y le dice en lo que es una de sus mejores definiciones sobre la
política a seguir y que la masonería enquistada en el país intenta ocultar:
“Ahora bien, ¿ cuál es el medio para proteger y afirmar estos gobiernos y darles
el grado de estabilidad tan necesaria al bien de esos habitantes? Los últimos
acontecimientos han decidido el problema y en mi opinión de una manera
decisiva. Demostración: el foco de las revoluciones, no sólo en Buenos
Aires, sino de las provincias, han salido de esa capital: en ella se
encuentra la crema de la anarquía, de los hombres inquietos y viciosos,
de los que no viven más que de trastornos, porque no teniendo nada que
perder todo lo esperan ganar en el desorden; porque el lujo excesivo
multiplicando las necesidades se procuran satisfacer sin reparar en los medios;
ahí es donde un gran número de individuos quiere vivir a costa del Estado y no
trabajar …. Se me dirá que el que tenga más ascendiente en la campaña
será el verdadero jefe del Estado y en este caso no existirá el orden
legal”.
“Sin duda señor don Tomás ésta es mi opinión, por el principio bien simple que
el título de un gobierno no esté asignado a la más o menos liberalidad de sus
principios, pero sí a la influencia que tiene en el bienestar de los que
obedecen: ya es tiempo de dejamos de teorías, que 24 años de
experiencia no han producido más que calamidades: los hombres no
viven de ilusiones, sino de hechos.
“¿ Qué me importa que se me repita hasta la saciedad que vivo en un país
de Libertad, si por el contrario se me oprime?
“¡Libertad! Désela V. a un niño de dos años para que se entretenga por
vía de diversión con un estuche de navajas de afeitar y V. me contará los
resultados. ¡Libertad! para que un hombre de honor sea atacado por una
prensa licenciosa, sin que haya leyes que lo protejan y si existen se
hagan ilusorias.
“¡ Libertad! para que si me dedico a cualquier género de industria, venga
una revolución que me destruya el trabajo de muchos años y la esperanza
de dejar un bocado de pan a mis hijos.
“ ¡Libertad! para que se me cargue de contribuciones a fin de pagar los
inmensos gastos originados porque a cuatro ambiciosos se les antoja por
vía de especulación hacer una revolución y quedar impunes.
“ ¡Libertad! para que sacrifique a mis hijos en disensiones y guerras
civiles.
“¡Libertad! para verme expatriado sin forma de juicio y tal vez por una
mera divergencia de opinión.
“¡Libertad! para que el dolo y la mala fe encuentren una completa
impunidad como lo comprueba lo general de las quiebras fraudulentas
acaecidas en ésa.
“Maldita sea la tal libertad, no será el hijo de mi madre el que vaya a gozar
de los beneficios que ella proporciona. Hasta que no vea establecido un
gobierno que los demagogos llamen tirano y me proteja contra los bienes
que me brinda la actual libertad.
“Tal vez dirá V. que esta carta está escrita de un humor bien soldadesco.
V. tendrá razón pero convenga V. que a 53 años no puede uno admitir de
buena fe el que se le quiera dar gato por liebre.
“No hay una sola vez que escriba sobre nuestro país que no sufra una
irritación. Dejemos este asunto y concluyo diciendo que el hombre que
establezca el orden en nuestra patria, sean cuales sean los medios que
para ello emplee, es el solo que merecerá el noble título de su libertador”
Suena muy actual y, lamentablemente, las causas de nuestra decadencia
señaladas por San Martín son las mismas que hoy día.
San Martín insiste en la anarquía como fuente de todos los males y que ella
viene de supuestas libertades abstractas que anulan las libertades reales.
Libertad decimonónica que sirve para sumirse en la miseria, para que los
funcionarios actúen con dolo y fomenten quiebras fraudulentas, para eternas
guerras civiles, para anular las industrias nativas; para hacer revoluciones
permanentes y quedar impunes. Por ello, dice San Martin, la única manera de
terminar con esto es y, con un criterio militar, ¿cómo? “Hasta que no vea
establecido un gobierno que los demagogos llamen tirano y me proteja contra
los bienes que me brinda la actual libertad”.
Año 1835
En otra carta a Tomas Guido que lleva fecha 17 de diciembre de 1835, San
Martín le hace recordar que: " ..hace cerca de dos años escribí a Vd. que yo no
encontraba otro arbitrio para cortar los males que por tanto tiempo han afligido
a nuestra desgraciada tierra que el establecimiento de un Gobierno fuerte o
más claro, Absoluto, que enseñase a nuestros compatriotas a obedecer.
Yo estoy convencido que cuando los hombres no quieren obedecer a la
Ley, no queda otro arbitrio que la fuerza. 25 años en busca de una libertad
que no solo no ha existido sino que en este largo período de opresión, la
inseguridad individual, la destrucción de fortunas, desenfreno, venalidad,
Corrupción y Guerra Civil han sido el fruto que la Patria ha recogido
después de tantos sacrificios. Ya era tiempo de poner término a los males de
tal tamaño y para conseguir tan loable objeto yo miro como bueno y legal
todo Gobierno que establezca el orden de un modo sólido y estable: y no
dudo que su opinión y la de todos los hombres que aman al país, pensarán
como yo".
Siguiendo la misma línea de pensamiento en sus anteriores cartas San Martín
dice que todas las aberraciones del liberalismo requieren un gobierno ‘fuerte’ y
para el que no lo entienda bien, aclara: ‘absoluto’. La llamada ‘libertad’ de los
Unitarios no es más que un subterfugio para atar nuestra independencia al
carro de las decisiones de gobiernos extranjeros lo que ha llevado a nuestra
nación a destrucción de fortunas, desenfreno, venalidad, corrupción, etc.
Vemos que todo sigue igual hoy día, porque si no modifican las causas, las
consecuencias con el correr de los años, se perpetúan.
En el mismo año en que San Martín le escribe a Guido, Rosas, en su primer
mensaje en la Legislatura el 31 de Diciembre de 1835 invoca la necesidad
restablecer el orden, garantías de cumplimiento de las leyes que debían ser
obedecidas:
"Efectivamente había llegado aquel tiempo fatal en que se hace necesario el
influjo personal sobre las masas para restablecer el orden, las garantías y
las mismas leyes desobedecidas”
Rosas entiende al igual que San Martín la necesidad del influjo personal, la
responsabilidad personal para restablecer el orden y las leyes que durante el
interregno de Rosas, se han vuelto desobedecidas.
Año 1836
Y un año después, el 26 de octubre de 1836, San Martín le escribe
nuevamente a Guido, diplomático de la Confederación Argentina, para volver
sobre su doctrina del absolutismo político y expresarle su complacencia por el
rumbo que lleva la Republica, conducida por el brazo vigoroso de Rosas, como
dice Genta:
"Veo con placer la marcha que sigue nuestra Patria: Desengañémonos,
nuestros Países no pueden. (a lo menos por muchos años) regirse de otro
modo que por gobierno vigorosos, más claro, Despóticos. No hay otro
arbitrio para salvar a un estado, que tiene muchos doctores, que un gobierno
absoluto”.
En una nueva carta a Rosas le dice:
"En mi opinión el gobierno en las circunstancias difíciles debe, si la ocasión se
presenta, ser inexorable con el individuo que trate de alterar el orden,
pues si no se hace respetar por una justicia firme e imparcial se lo merendaran
como si fuera una empanada, lo peor del caso es que el país volverá a
envolverse en nuevos males".
Para devolver el orden –dice nuevamente San Martin- se debe gobernar en
forma ‘vigorosa’ y ‘despóticamente’ siendo inexorable con quien intente alterar
el orden. Seguramente esto causará horror en los melindrosos, melifluos
custodios de una imagen del mal llamado ‘Santo de la Espada’
permanentemente distorsionando su ser y sus acciones, adaptándolas a sus
idearios masónicos y democráticos. Otro modo mas de falsear la historia y de
sus protagonistas.
Año 1846
Cuando Domingo Faustino Sarmiento va a visitar a San Martin en Grand Bourg,
Francia el 24 de Mayo de 1846.
Sarmiento empieza a criticar a Rosas. San Martin irónicamente le responde a
Sarmiento "Ese tirano Rosas, que los unitarios odian tanto, no debe ser tan
malo como lo pintan, cuando en un pueblo tan viril se puede sostener 20 años".
Sarmiento se indignó con la respuesta de San Martin y éste secamente y
poniéndose serio le dijo en la parte pertinente que nos interesa acá:
“ …. Sí, conocí en sus mocedades a los generales que han encabezado la
cruzada unitaria: Paz, Lavalle, el más turbulento; Lamadrid, si no más valiente
que éste, sin duda con menos cabeza, y si todos ellos, y lo mejor del país como
se pretende, auxiliados por los extranjeros, no logran desmoronar tan mal
gobierno, sin duda es porque la mayoría está convencida de la necesidad de
un gobierno fuerte y de mano firme, para que no vuelvan las bochornosas
escenas del año 20 ni que el comandante de cualquier batallón se levante
a fusilar por su orden al gobernador del Estado. Sobre todo, tiene para mí el
general Rosas que ha sabido defender con energía y toda ocasión el pabellón
nacional. Por eso, después del combate de Obligado, tentado estuve de
mandarle la espada con que contribuí a defender la independencia americana,
por aquel acto de entereza en la cual, con cuatro cañones, hizo conocer a la
escuadra anglo-francesa que pocos o muchos, sin contar con los elementos,
los argentinos saben siempre defender su independencia”.
San Martin se refiere a los `Decembrinos’ que se levantaron contra el gobierno
legal de Manuel Dorrego y hace alusión al levantamiento de los militares al
mando de Lavalle que ordenó fusilar, sin mas, al mismo.
Y al decir, diplomáticamente, que la mayoría [el pueblo] está convencido de la
necesidad de un ‘gobierno fuerte’ y de ‘mano firme’ nos hace ver que también
es San Martin quien está convencido de lo mismo, pero por una cuestión de
delicadeza, no lo pone directamente en primera persona.
Año 1848
El 11 de Septiembre de 1848 escribe San Martín- ya con 71 años de edad- al
presidente del Perú, Mariscal Ramón Castilla:
En varios párrafos se refiere a la situación social de Francia y de la subversión
comunista incipiente:
“Excelentísimo señor presidente, general don Ramón Castilla
Lima Boulogne-sur-Mer, septiembre 11 de 1848.
“Los cuatro años de orden y prosperidad, que bajo el mando de usted han
hecho conocer a los peruanos las ventajas, que por tanto tiempo les eran
desconocidas, no serán arrancados fácilmente por una minoría ambiciosa y
turbulenta. Por otra parte, yo estoy convencido, que las máximas
subversivas, que a imitación de la Francia quieren introducir en ese país,
encontrarán en todo honrado peruano, así como en el jefe que los preside, un
escollo insuperable: de todos modos, es necesario que todos los buenos
peruanos interesados en sostener un gobierno justo, no olviden la máxima que
más ruido hacen diez hombres que gritan que cien mil que están callados. Por
regla general los revolucionarios de profesión son hombres de acción y
bullangueros; por el contrario los hombres de orden no se ponen en
evidencia sino con reserva: la revolución de Febrero, en Francia, ha
demostrado esta verdad muy claramente, pues una minoría imperceptible
y despreciada por sus máximas subversivas de todo orden, ha impuesto
por su audacia a treinta y cuatro millones de habitantes la situación
crítica en que se halla este país….".
“…..El transcurso del tiempo que parecía deber mejorar la situación de la
Francia después de la revolución de febrero, no ha producido ningún cambio y
continúa la misma o peor tanto por los sucesos del 15 de mayo y los de junio,
como por la ninguna confianza que inspiran en general los hombres que en la
actualidad se hallan al frente de la administración. Las máximas de odio
infiltradas por los demagogos a la clase trabajadora contra los que
poseen, los diferentes y poderosos partidos en que está dividida la Nación, la
incertidumbre de una guerra general muy probable en Europa, la paralización
de la industria, el aumento de gastos para un ejército de quinientos cincuenta
mil hombres, la disminución notable de las entradas y la desconfianza en las
transacciones comerciales, han hecho desaparecer la seguridad base del
crédito público: este triste cuadro no es el más alarmante para los hombres
políticos del país; la gran dificultad es el alimentar en medio de la paralización
industriosa, un millón y medio o dos millones de trabajadores que se
encontrarán sin ocupación el próximo invierno y privados de todo recurso de
existencia: este porvenir inspira una gran desconfianza, especialmente en
París donde todos los habitantes que tienen algo que perder desean
ardientemente que el actual estado de sitio continúe, prefiriendo el
gobierno del sable militar a caer en poder de los partidos socialistas. Me
resumo, el estado de desquicio y trastorno en que se halla la Francia,
igualmente que una gran parte de la Europa, no permite fijar las ideas sobre
las consecuencias y desenlace de esta inmensa revolución, pero lo que
presenta más probabilidades en el día es una guerra civil la que será
difícil de evitar; a menos que, para distraer a los partidos, no se recurra a
una guerra europea acompañada de la propaganda revolucionaria, medio
funesto pero que los hombres de partidos no consultan las
consecuencias……”
“….Casi ciego por las cataratas y con la salud arruinada, esperaba terminar mis
días en este país, pero los sucesos ocurridos desde febrero han planteado el
problema de dónde iré a dejar mis huesos, aunque por mí, personalmente, no
trepidaría en permanecer en este país. Pero no puedo exponer a mi familia a
las vicisitudes y consecuencias de la revolución”
San Martín advierte sobre el incipiente auge del comunismo en Europa y nos
alerta sobre los efectos de su accionar, siendo quien los dirige y promueve un
grupúsculo activo sobre millones de seres. Quienes propugnan el orden social
al ser reservados y silenciosos son pasto fácil para los activistas
revolucionarios descastados. Estamos en 1848 y al día de hoy, esas
observaciones de San Martín siguen plenamente vigentes. El odio es la base
de sus acciones que en forma demagógicas azuzan las contradicciones de
clases sobre bases puramente materiales.
San Martín intuye que –a la larga o a la corta- se va a producir una guerra civil
cuando los sables militares salgan a defender a Francia del desquicio y la
paralización del comercio e industria por el accionar revolucionario. Advierte lo
que puede pasar en un tiempo también en América.
Contemporáneamente y en el mismo sentido advierte de todos estos
acontecimientos en carta a al gobernador Br. Gral. J. Manuel de Rosas el 2 de
Noviembre de 1848:
"Para evitar que mi familia volviese a presenciar las trágicas escenas que,
desde la revolución de febrero, se han sucedido en París, resolví transportarla
a este punto y esperar aquí, no al término de una revolución cuya
consecuencia y duración no hay previsión humana capaz de calcular...En
cuanto a la situación de este viejo continente, es menester no hacerse la menor
ilusión. La verdadera contienda que divide a su población es puramente
social. La del que nada tiene, tratando de despojar al que posee algo:
calcule usted lo que va a desencadenar tal principio, infiltrado en la gran
masa del bajo pueblo por las predicaciones diarias de los comités y la
lectura de miles de panfletos. Si a estas ideas se agrega la miseria
espantosa de millones de proletarios, agravada en el día por la
paralización de la industria, el retiro de los capitales en vista de un
porvenir incierto, la probabilidad de una guerra civil por choques de las ideas
y partidos y, en conclusión, la de una bancarrota nacional, visto el déficit de
cerca de 400 millones y otros tantos en el entrante: éste es el verdadero estado
de la Francia y casi del resto de la Europa, con la excepción de Inglaterra,
Rusia y Suecia, que hasta el día siguen manteniendo su orden interior..."
Año 1849
Unos meses después en otra carta al Mariscal Ramón Castilla –el 15 de Abril
de1849- San Martín le dice repitiendo sus temores:
"El inminente peligro que amenazaba a la Francia (en lo más vital de sus
intereses) por los desorganizadores partidos de terroristas, comunistas y
socialistas, todos reunidos al sólo objeto de despreciar, no sólo el orden
y civilización, sino también la propiedad, religión y familia, han contribuido
muy eficazmente a causar una reacción formidable en favor del orden; así que
se espera con confianza las próximas elecciones de asamblea legislativa, que
no sólo afirmarán la seguridad de la Francia, sino que influirán con su ejemplo
en el resto de la Europa, la que continúa con agitaciones y complicaciones, que
sólo el tiempo podrá salvar".
El 14 de Noviembre de 1849 en otra carta al Mariscal Ramón Castilla, San
Martín refuerza sus apreciaciones y dice:
“La situación, en general, de este viejo continente, sigue en el mismo estado de
agitación que anuncié a Ud. en mi anterior…De todos modos, resta la gran
cuestión del socialismo, cuestión vigente y que los hombres del desorden
entretienen a las masas, tanto por los clubs como los millares de
panfletos”.
San Martín insiste en sus prevenciones respecto a la marcha de los
acontecimientos en Europa y las intenciones del socialismo o comunismo que
sume a las sociedades en la anarquía y el desorden atacándose la familia, la
religión y la propiedad, instituciones que sostienen la civilización cristiana. Esto
es promovido por una constante publicidad (‘panfletos’) y a través de los clubes
que no son más que las lógicas masónicas que estallan en toda Europa
apoderándose de la Banca y del crédito, empobreciendo con ello a las masas,
descastadas, que se sumergen día a día en la desesperación nihilista.
Respecto a Juan Manuel de Rosas, como se dijo, tenía una visión y conceptos
iguales que José de San Martín.
Rosas exiliado seguía la evolución de la política europea ya fallecido San
Martín en 1850. Durante los últimos años en Inglaterra pudo conocer las ideas
políticas revolucionarias, socialistas y comunistas. Estas ideologías lo irritaban
porque causaban la insolencia de la plebe y el avance de ideas extremistas
cuyo liberalismo iba a ser el prolegómeno de la anarquía. Auguraba, por tanto,
épocas difíciles para los países europeos, criticando a Mazzini, Víctor Hugo,
entre otros pensadores.
Año 1855
Así Rosas Southampton en una visita que le realizara el escritor chileno
Vicente Pérez Rosales en 1855, y le dice que “la única forma de vivir en paz,
los argentinos, es bajo un gobierno absoluto”.
Año 1871
En carta del 25 de septiembre de 1871 a doña Josefa Gómez le decía:
“Hablo de la Internacional comunista que se declaró atea, reunida en
Londres, en Julio de 1869. Quiere la abolición de los cultos, la sustitución de
la Fe por la ciencia y de la justicia divina por la justicia humana. La abolición
del matrimonio. La Internacional, es una sociedad de guerra y de odios,
que tiene por base el ateísmo y el comunismo. En cuanto a sus reglas de
conducta son la negación de todos los principios sobre los que descansa la
civilización”.
Rosas ve lo que ve San Martín y se solivianta ante eso. Solo se puede evitar
restaurando el orden, como lo hizo él cuando dirigió los destinos de la
Confederación Argentina. Esto es, el Orden, que es la base necesaria para
llegar a la libertad real personal y de la patria, a la libertad de tomar el país sus
propias decisiones políticas y económicas. La libertad, pues, no está al
principio sino al final.
Año 1872
El 11 de Septiembre de 1872, Josefa ‘Pepita’ Gómez, la amiga con la que se
carteaba seguido Juan Manuel, le pregunta sobre cuestiones políticas
revulsivas que sucedían en toda Europa.
Rosas en extensa carta le contesta y luego de referirse a varios temas, se
sumerge en el tema político.
"En la circular de Mr. Favre (Ministro de RREE de III República Francesa) a los
Agentes diplomáticos del Gobierno Francés en la Naciones extranjeras, parece
haber copiado una gran parte de mis cartas relativas al Honorable Lord
Vizconde Palmerston, sobre lo que se debía esperarse de la titulada
“Sociedad Internacional de los Trabajadores”
“Habla ya en lo alto: reconoce el incendio de París como un hecho de ellas,
necesario y justo. De la conclusión de los Curatos, clérigos y frailes: Hace poco
dijo uno de sus miembros en un discurso en Sussex, Condado de este Imperio
Británico, ante millares de personas que lo escuchaban “no estar lejos el día en
que él, con sus propias manos, pondría fuego a los Palacios de la Aristocracia
de Londres”.
“Los documentos oficiales acreditan los escándalos de la “Internacional”. La
circular referida de Mr. Favre dice en algunos de sus párrafos:
“-La Internacional” es una sociedad de guerra, y de odios, que tiene por
base el ateísmo y el comunismo; por objeto la destrucción del capital y el
aniquilamiento de quienes lo poseen, por medio de la fuerza brutal del gran
número, que aplastará todo de cuanto intente resistirle”-.
“Tal es el programa, que con una cínica osadía han propuesto los jefes de
sus adeptos; lo han enseñado públicamente en sus Congresos, insertado
en sus periódicos.
“En su calidad de potencia, tiene sus reuniones y sus órganos. Sus Comités
funcionan en Alemania, en Bélgica, en Inglaterra y en Suiza. Tienen numerosos
adherentes en Rusia, en Austria, en Italia, y en España. En cuanto a sus reglas
de conducta, las han comunicado demasiadas veces, y no es necesario
demostrar largamente que son la negación de todos los principios sobre
los que descansa la civilización.
“-Pedimos (dicen en su publicación de 25 de Marzo de 1869) la legislación
directa del Pueblo, por el Pueblo; la abolición del derecho de herencia
individual, para los capitales, y los útiles de trabajo; el ingreso del suelo en
las propiedades colectivas-”.
“La Alianza se declara atea (dijo en el Congreso de Londres que se constituyó
en Julio de 1869), quiere la abolición de los Cultos, la sustitución de la
ciencia a la fé, y la justicia humana, a la justicia Divina; la abolición del
Matrimonio. Pide ante todo la abolición del derecho de herencia a fin de que
en lo futuro, el goce sea igual a la producción de cada cual, y que en
conformidad a la decisión tomada por el último congreso en Bruselas, las tierra,
los útiles de trabajo, así como cualquiera otro capital, entrando a ser
propiedad colectiva de toda la sociedad, solo puedan ser utilizados por
los trabajadores; esto es, por las Asociaciones agrícolas e industriales.
“Si tales inauditos escándalos se siguen callando, ¿qué hay que esperar?
¿Qué más? ¡Es triste todo! Pero aún es más triste se oigan y callen los
principios sin cuento, que esa Sociedad profesa, y reclama en alto!...”
Rosas advierte sobre el comunismo, el socialismo y la creación de una
‘Sociedad Internacional de Trabajadores’, generadora de odios sin fin, de
ateísmo, de comunismo, que basándose solo en la fuerza del numero planean
destruir todo orden y todo capital de trabajo, abrogando el derecho a la
herencia y colectivizando la tierra, destruyendo la religión. Todo ello negadora
de la civilización.
Uno de los medios para acceder a todo esto es –como ya se dijo y reitera- la
propaganda continua. Rosas, ya anciano, se pregunta ¿A dónde va a terminar
todo esto?. Por suerte para él no verá la conclusión de toda esta revolución en
ciernes destructora de todo orden y civilización: ya anciano muere 5 años
después.
Rosas – en una síntesis perfecta de su pensamiento sociopolítico- le dice a
Vicente Quesada en la entrevista de éste a aquel en Southampton en 1873 y
escrito por su hijo Ernesto QUESADA
“…Subí al gobierno encontrándose el país anarquizado, dividido en
cacicazgos hoscos y hostiles entre sí, desmembrado ya en parte y en otras en
vías de desmembrarse sin política estable en lo internacional, sin
organización interna nacional, sin tesoro ni finanzas organizadas, sin
hábitos de gobierno, convertido en un verdadero caos, con la subversión
más completa en ideas y propósitos, odiándose furiosamente los partidos
políticos: un infierno en miniatura. Me di cuenta que si ello no se lograba
modificar de raíz, nuestro país se diluiría definitivamente en una serie de
republiquetas sin importancia y malográbamos así, para siempre, el porvenir
pues demasiado se había ya fraccionado el virreinato colonial."
“Los hábitos de anarquía, desarrollados en veinte años de verdadero desquicio
gubernamental, no podían modificarse en un día. Era preciso primero
gobernar con mano fuerte para organizar la seguridad de la vida y del trabajo,
en la ciudad y en la campaña, estableciendo un régimen de orden y
tranquilidad que pudiera permitir la práctica real de la vida republicana“.
“El reproche de no haber dado al país una constitución me pareció siempre fútil
porque no basta dictar un ‘cuadernito’, cual decía Quiroga, para que se aplique
y resuelva todas las dificultades: es preciso antes preparar al pueblo para ello,
creando hábitos de orden y de gobierno, porque una constitución no debe
ser el producto de un iluso soñador sino el reflejo exacto de la situación de un
país. Siempre repugné a la farsa de las leyes pomposas en papel y que no
podían llevarse a la práctica“.
Siempre creí que las formas de gobierno son asuntos relativos, pues
monarquía o república pueden ser igualmente excelentes o perniciosas,
según el estado del país respectivo; ese es exclusivamente el nudo de la
cuestión. El grito de constitución prescindiendo del estado del país es una
palabra hueca. Y a trueque de escandalizarlo a Ud. le diré, que, para mí, el
ideal de gobierno feliz sería el autócrata paternal, inteligente,
desinteresado, e infatigable, enérgico y resuelto a hacer la felicidad de su
pueblo, sin favoritos ni favoritas. Por eso jamás tuve ni unos ni otras: busqué
realizar yo sólo el ideal del gobierno paternal, en la época de transición que me
tocó gobernar. Pero quien tal responsabilidad asume no tiene siquiera el
derecho a fatigarse“.
“Son mentecatos los que suponen que el ejercicio del poder considerado así
como yo lo practiqué, importa vulgares goces y sensualismo, cuando en
realidad no se compone sino de sacrificios y amarguras. He despreciado
siempre a los caudillejos de barrio, escondidos en la sombra; he admirado
siempre a los dictadores autócratas que han sido los primeros servidores
de sus pueblos”.
Es una preclara síntesis de pensamiento político. Siempre fue consecuente y
en sus últimos días reafirmaba las causas de nuestra desorganización y las
formas de restaurar la nación. Rosas encuentra un país anarquizado en 1829,
subvertido todo orden, odios permanentes a punto de disolverse. ¿Cómo
restaurar el orden?. Al igual que San Martin entendía que solo un gobierno
fuerte que organizara la seguridad, la vida, el trabajo y la tranquilidad para
crecer como país. Creando hábitos de orden y de gobierno.
Se requiere un gobierno paternal, desinteresado, infatigable, sin favoritismos
sin importar que forma de gobierno –un tema formal- sea monárquica o
republicana; eso depende del momento en que esté el estado del país. Quien
gobierne deberá hacerse responsable de sus decisiones (suponemos que con
su vida y sus bienes). Pero no debemos confundir a los meros caudillejos de
barrio con un verdadero dictador autócrata que son los primeros servidores de
sus pueblos.
Esto es plenamente aplicable a nuestro país hoy día donde se observan los
mismos mediocres de antaño que con sus acciones y omisiones proponen la
unidad del país; y se puede presumir que solo podremos salir del pozo sin
fondo en el que nos encontramos con las soluciones políticas que plantean
Rosas y San Martín pero…’¿quién le pone el cascabel al gato?’, como le dijo
San Martín a Guido en carta del 6 de Abril de 1830.
II.-Síntesis de las causas de nuestra desintegración según San Martín y
Rosas.
En apretada síntesis, sin descartar otras cartas de los patriotas referidos,
veamos cuales son las causas que ambos entendían a nuestros problemas que
hoy día permanecen.
Debemos recordar cómo era acosado y amenazado de muerte por Rivadavía
San Martin y que éste se lo hace saber por carta a O’Higgins el día 6 de Abril
de 1829 cuando le decía que su presencia en el país luego de que Dorrego
había sido fusilado por los Unitarios producía “continuas desconfianzas; para
los federales de esperanzas que no deben ser realizadas y para mí de
continuos disgustos”. Y en carta a Guido del 1 de Febrero de 1834 cuando
Enrique Martínez, Tagle y Ugarteche eran elegidos como Ministros por
Balcarce. “con esta trinidad no me quedó otra cosas que hacer que entonar el
oficio de agonizantes por nuestra desdichada patria”.
Por todo ello, ambos, San Martín y Rosas, veían como causa del desplome y
colonización foránea de nuestra nación las agitaciones anárquicas, la
destrucción de las instituciones patrias, la intromisión de las astutas logias, de
ambulantes aventureros, de las constituciones que las regían ( Unitarias de
1819, 1826), comandadas por hombres viciosos e inquietos que vivían del
Estado y que cargaban al pueblo de impuestos; una prensa licenciosa e
impune; funcionarios que actuaban con dolo y fomentaban quiebras
fraudulentas; la intromisión de militares como Lavalle y Lamadrid que eran
auxiliados por extranjeros; que todo ese liberalismo decimonónico derivaba en
subversión comunista comandadas por una minoría imperceptible que alteraba
el orden y la tranquilidad pública a través de la demagogia, el odio y la lucha de
clases las cuales conllevaban a la paralización de la industria, a la seguridad
jurídica, a la desocupación y que todo desembocaría en guerras civiles,
atacando a la propiedad, la religión y la familia. Y que todo este desorden era
provocado por los Clubs [organizaciones masónicas] con permanente
publicidad en tal sentido, llevando a las sociedades a la más completa anarquía
y empobreciendo cada día más a las masas.
También –y en la misma línea- ya fallecido San Martín, Rosas seguía diciendo
que todo esto era provocado por la Internacional que era una sociedad de
guerra y de odios con base en el ateísmo y comunismo y que todo esto estaba
también impulsado por los periódicos siendo la negación de todo principio
civilizado con intenciones de colectivizar la sociedad, etc.
Hemos resumido las causas que -según San Martin y Rosas advirtieron a lo
largo de sus vidas- eran el motor de la destrucción de soberanías nacionales.
Ahora veremos cuáles eran las soluciones a todo esto
III.-Síntesis de las soluciones según San Martín y Rosas
Las soluciones –aplicables también hoy día ante la continuidad de las causas
de nuestras desdichas- eran para ellos:
“..no hay más medio para continuarla que el que manda diga ‘¡hágase!’ y que
esto se ejecute o tuerto derecho..”
“…de necesidad absoluta que uno de los dos partidos en cuestión desaparezca
de él. Al efecto se trata de buscar un salvador que reuniendo el prestigio de la
victoria, el concepto de las demás provincias y más que todo un brazo
vigoroso, salve a la patria de los males que la amenazan”
“…debe si la ocasión se presenta, ser inexorable con el individuo que trate de
alterar el orden, pues si no se hace respetar por una justicia firme e imparcial,
se lo merendarán como si fuera una empanada, y lo peor del caso es que el
país volverá a envolverse en nuevos males...”
“…lo que deseo es el gobierno siguiendo una línea de justicia severa haga
respetar las leyes de un modo inexorable; sin más que esto yo estoy seguro
que el orden se mantendrá…”
“…Hasta que no vea establecido un gobierno que los demagogos llamen tirano
y me proteja contra los bienes que me brinda la actual libertad. Tal vez dirá V.
que esta carta está escrita de un humor bien soldadesco….”
“…el hombre que establezca el orden en nuestra patria, sean cuales sean los
medios que para ello emplee, es el solo que merecerá el noble título de su
libertador
“…el establecimiento de un Gobierno fuerte o más claro, Absoluto, que
enseñase a nuestros compatriotas a obedecer. Yo estoy convencido que
cuando los hombres no quieren obedecer a la Ley, no queda otro arbitrio que la
fuerza. 25 años en busca de una libertad que no solo no ha existido sino que
en este largo período de opresión, la inseguridad individual, la destrucción de
fortunas, desenfreno, venalidad, Corrupción y Guerra Civil han sido el fruto que
la Patria ha recogido después de tantos sacrificios. Ya era tiempo de poner
término a los males de tal tamaño y para conseguir tan loable objeto yo miro
como bueno y legal todo Gobierno que establezca el orden de un modo sólido y
estable
“…se hace necesario el influjo personal sobre las masas para restablecer el
orden, las garantías y las mismas leyes desobedecidas…”
“…Desengañémonos, nuestros Países no pueden. (a lo menos por muchos
años) regirse de otro modo que por gobierno vigorosos, más claro, Despóticos.
No hay otro arbitrio para salvar a un estado, que tiene muchos doctores, que un
gobierno absoluto…”
“…si la ocasión se presenta, ser inexorable con el individuo que trate de alterar
el orden…
“…la mayoría está convencida de la necesidad de un gobierno fuerte y de
mano firme, para que no vuelvan las bochornosas escenas del año 20 ni que el
comandante de cualquier batallón se levante a fusilar por su orden al
gobernador del Estado….”
Es decir que uno de los partidos debe desaparecer (claramente, quienes lo
atacaban a Rosas y San Martín, esto es, los ‘Directoriales’ o ‘Centralistas’
convertidos en el tiempo en ‘Unitarios’); la necesidad de un brazo vigoroso; ser
inexorable quien pretenda alterar el orden con severa justicia; un gobierno
tiránico, fuerte, absoluto, de mano firme, estable y con espíritu militar
enseñando a los compatriotas a obedecer; debe haber un influjo personal para
reestablecer el orden [es decir, las autoridades deben dar en ejemplo en su
propia persona).
Dos digresiones: en cuanto a la forma de gobierno, ambos, San Martin y Rosas
de algún modo acuerdan puesto que Rosas dice que la forma de gobierno sea
Republicano o Monárquico es algo que se debe ajustar a cada momento de la
sociedad que haga necesario uno u otro.
San Martin, como se desprende de sus cartas, oscila según los años también
en proclamarse monárquico –aunque reconoce que se ajusta a lo que el pueblo
quiera que, a la sazón, fuera un sistema republicano (carta a Godoy Cruz del
24 de Mayo de 1816)- y en otras cartas menciona que él creía en un
republicanismo.
Tal vez se sentía Republicano por instinto pero se sintió Monárquico por
necesidad de ordenamiento y convivencia americana ante la anarquía reinante.
Puede leerse que San Martin fue, de algún modo, variando según los tiempos
su opinión al respecto pero tampoco lo desvelaba como prioridad el sistema de
gobierno mientras diera libertad a la nación e independencia política.
La otra digresión está referida al vocablo ‘tiránico’ que menciona San Martin
como necesaria forma de gobierno.
En aquellos tiempos se decía ‘tiranía’ a todo gobierno que no surgiera como
querían los Unitarios: por voto de una minoría oligárquica y fraudulenta que
dejaba de lado las opiniones del pueblo humilde.
Estos Unitarios no sabían diferenciar la ‘tiranía’ de la ‘dictadura’. San Martín y
Rosas entendían que –más allá de Republicanismo o Monarquía - se
necesitaba un gobierno fuerte, absoluto que hoy con propiedad llamaríamos,
una ‘dictadura’ (que es lo que señalaba San Martin con el término ‘tiranía’), con
profundo sentido nacional; un ‘Caudillo’ y que éste fuera responsable de sus
actos con su vida y sus bienes, puesto que hoy sabemos que ‘Dictadura‘ no es
sinónimo de ‘Tiranía’ en el presente aunque en aquellos tiempos entendemos
que sí se utilizaba con tal sentido..
Hemos hablado en otro trabajo sobre dichas diferencias al cual remitimos ‘in-
extenso’ en nuestro blog. (“‘Dictadura’ No Es Sinónimo De ‘Tiranía’- en ‘El
Mensajero De La Confederación Argentina’)
Pero digamos aquí que la tiranía es la consecuencia necesaria de la
democracia que es el endiosamiento del número, estableciendo la
‘numerocracia’ como verdad absoluta en política y que el tirano actúa en contra
de los intereses públicos y a favor de los personales. El tirano, accede y se
mantiene en el gobierno por imposición y contra los deseos e intereses de su
pueblo.
“El tirano, es una persona que es un intruso en el ejercicio del gobierno y que
no ordena al bien común la multitud que le está sometida sino al bien privado
de él mismo” (Santo Tomas de Aquino).
En cambio, la Dictadura, como forma de gobierno, tiene como base la toma de
las riendas de un gobierno por una persona que se hace visible, protegiendo el
bien común y con el apoyo legal de la gente que le da la suma del poder,
haciéndose responsable -el dictador- del éxito de su gestión, muchas veces a
costa de su vida si se equivoca. El dictador es consecuencia de una necesidad
expresada por el pueblo cansado de la anarquía en un momento de nuestra
sociedad y permanece en el gobierno mientras el pueblo le brinda su apoyo al
cuidado de los intereses públicos, políticos y económicos.
Amén de ello, es lícito recordar que el Caudillo no obliga, no arrastra sino que
se lo sigue voluntariamente (Artigas es un ejemplo concreto). Él da el ejemplo
con sus acciones, no va detrás de su pueblo sino que va adelante y pone su
vida y sus bienes en juego. Es un servidor.
Hemos hablado en otro trabajo también sobre el Caudillo y su significación al
cual remitimos si se desea abrevar más sobre ello en nuestro blog
*
Tal vez los miembros del Instituto Sanmartiniano, desde el punto de vista
institucional o personal, no se hayan percatado del pensamiento de político de
San Martin como el de Rosas y sus visiones de las causas y soluciones a las
permanentes crisis de nuestra patria.
De igual manera los liberales, que se viven preguntando por qué nuestra
nación se deshilacha día a día, sin percibir que aquello que proponen como
solución no es más que la causa de todos nuestros males ocultando el
pensamiento político de San Martin y Rosas que señalan claramente las
causas de nuestra caída y que dichas causas perviven en la actualidad gracias
a estas logias políticas, culturales, militares, económicas y periodísticas.
Seguramente ambos, San Martín y Rosas, con idéntico modo de ver la vida, la
sociedad y las soluciones a todo lo relatado para hacer frente a estas logias
disolventes, deben haber intuido lo que con propiedad y didácticamente
expresaba por aquellos días el peruano contemporáneo Felipe Pardo y Aliaga,
escritor, político y abogado, en una de sus poesías: ‘Constitución Política’
“Yo a un buen Gobernante le diría:
por toda atribución coge un garrote
y cuidando sin vil hipocresía
que tu celo ejemplar el mundo note,
tu justicia, honradez y economía
y que nadie esté ocioso ni alborote,
haz al pueblo el mejor de los regalos;
dadle cultura y bienestar, a palos”

El día que pongamos en práctica lo que nuestros máximos exponentes de la


soberanía nacional nos señalaron como medio para la solución argentina para
nuestros problemas argentinos, tal vez podamos empezar a rescatar nuestra
patria.
¿Cuándo será eso?
Cuando ‘un criollo venga a mandar’, según las sabias palabras de José
Hernández que habla a través de Martin Fierro.
"Tiene el gaucho que aguantar,
hasta que lo trague el hoyo,
o hasta que venga algún Criollo
en esta tierra a mandar...

Que así sea….


FUENTES

BERNARDO, Héctor (‘El Régimen Corporativo y el Mundo Actual’ – Ed.Prensa de la Libertad-


1985, pag.13 y 14)
CHÁVEZ, Fermín (‘Correspondencia entre San Martín y Rosas’-Buenos Aires-1975)
GENTA, Jordán Bruno (“San Martín, doctrinario de la política de Rosas”- Ediciones del
Restaurador - 1950)
GENTA, Jordán Bruno (“Correspondencia entre San Martín y Rosas”- Ediciones del
Restaurador - 1950)
GUIDO, Tomás (‘San Martín y la gran epopeya’- Buenos Aires – 1929)
HERNÁNDEZ, José (‘Martín Fierro’- Nro.2110)
MONDRAGÓN, Alberto – SULÉ, Jorge (“La Reciprocidad Entre Rosas Y San Martin”-.
Edit.CEA. Bs.As.1980)
MONTORO GIL, Gonzalo V. (“José De San Martín Y Juan Manuel De Rosas-Sus visiones
sobre el Socialismo y Comunismo”)
https://elmensajerodelaconfederacionargentina.blogspot.com/2021/08/jose-de-san-martin-y-
juan-manuel-de.html
MONTORO GIL, Gonzalo V. (“‘Dictadura’ No Es Sinonimo De ‘Tiranía’)- en ‘El Mensajero De La
Confederación Argentina’.-
https://elmensajerodelaconfederacionargentina.blogspot.com/2021/08/dictadura-no-es-
sinonimo-de-tirania.html
MONTORO GIL, Gonzalo V. (“Sobre El Concepto Del 'Caudillo' Y Su Papel En La Soberanía
De Su Patria”) - en ‘El Mensajero De La Confederación Argentina’.-
https://elmensajerodelaconfederacionargentina.blogspot.com/2021/09/sobre-el-concepto-del-
caudillo-y-su.html
PARDO Y ALIAGA, Felipe (‘Constitución Política’-1886)-
https://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual
QUESADA, Ernesto (en “Epílogo de La época de Rosas’), Buenos Aires, Facultad de Filosofía
y Letras, 1923”

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