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ALBERTO EZCURRA MEDRANO LAS OTRAS TABLAS DE SANGRE (Segunda edicién notablemente aumentada) EpiroriaAL HAZ Buenos Ares Queda hecho el depésito que marca la ley 11.723. Prohibida la reproduc: cin total o parcial. Segunda edicién, julio de 1952 Eprrorran HAZ VENEZUELA 1419 - Buenos ArRes ALGUNOS JUICIOS ACERCA DE LA PRIMERA EDICION DEL PRESENTE LIBRO “En pocas palabras dice Ud. mucho mas que otros en sendos libros. Lo felicito.” Manver Bitpao “Recomendamos al lector la lectura de Las otras Tablas de Sangre, del sefior Alberto Ezcurra Medrano, que le ayudara a comprender mejor la época y nuestra historia.” ‘Tre. CNEL, Cartos A. ALDAO Rosas a la Inz de los documentos histéricos, pag. 163. “Aqui vemos averiguada, ordenada y definitivamente aclarada una de las acisaciones mas estridentes contra Rosas: la de su crueldad, sus degtiellos y sus ma- tanzas.” Stcrripo A. RaDAELLI Tiempos de Buenos Aires, pag. 89. “Este precioso trabajo de investigacién esta prece- dido por un estudio metodoldgico sobre Rosas y su responsabilidad en las ejecuciones por él ordenadas, 7 estudio que, como el “Rosas en los altares”, publicado por Ezcurra Medrano en Crisol del 1° de enero de 1935, revela en su autor singular aptitud para la cri- tica histérica.” Juio Trazusta Ensayo sobre Rosas, pags. 137-8. “Lo he leido con fruicién y con sumo interés his- torico.” CLEMENTINO S. PaREDES “El gran acopio de datos histéricos ilevantables, la logica irrebatible de su exposicién y el vacio que vino a Ilenar ese trabajo le dan un interés excepcional.” José Maria Funes “Se acusa a Rosas exclusivamente del uso del terror, y no fué él solo, ni, acaso, ef que mas usara de esta suerte de apaciguamiento. Y aqui est4 la prueba, re- unida en apretadas demostraciones.” Revista Bibliogréfica, octubre-noviembre 1934. “Sin entrar a discutir la personalidad del hombre que abarca toda una época agitada de la historia ar- gentina ni emitir juicio alguno al respecto, debemos reconocer en el folleto de referencia un alto valor documental y un estilo claro y preciso.” Bandera Argentina, 13 de noviembre de 1934. PROLOGO El revisionismo histérico argentino ha reali- . zado una labor cientifica, hondamente patridti- ca, en favor de la verdadera historia argentina. Todos los afios se publican libros y folletos que destruyen la leyenda negra difundida por los historiadores liberales, heterodoxos todos ellos, y que por su misma heterodoxia combatieron desde las logias y iuego desde el gobierno lo més profundo del sey tradicional argentino, para desarraigar nuestras antiguas y nobles costumbres, nuestras ideas y sentimientos esen- cialmente catélicos. VY esta labor revisionista, que se ha intensi- ficado hace algo menos de treinta aitos a esta parte, y que se desarrolla en la cdtedra, en el libro, en periddicos y conferencias por todo el pats, contintia la obra que a fines del siglo pa- sado inicid con su Historia de la Confedera- cién Argentina Adolfo Saldias, y luego, en su libro intitulado Le época de Rosas, Ernesto Quesada. El pertodo mds intenso, de mds grandeza y 9 que da la verdadera razén de nuestra nacio- natidad fué y es negado hasta hoy por los his- toriadores liberales, que se copian unos a otros en su deleznable tarea de difundir una historia falsificada. De esta manera la investigacion histérica se estanca y pierde toda vitalidad. éVv qué podriamos decir de los textos de historia argentina destinados a los establecimientos de segunda enseiianza? Hemos leido los aproba- dos por el Ministerio de Educacién en esta asignatura, y en todos, salvo alguna rara ex- cepcién, no sdélo encontramos los absurdos més grotescos respecto a la época de Rosas, sino que surge en seguida, en vohimenes destinados a los jévenes, exacerbado, el antiguo odio de wnitarios y liberales a la politica rosista. Ha- bria que aitadir, ademds, que la falsificacién de la historia no se reduce en estos textos esco- lares al periodo en que gobernd Juan Manuel de Rosas; los siglos de la domvinacién espatiola han sido también falseados, como asimismo todo aquello que de algiin modo nos define conto nacidn esencialmente catélica ¢ hispanica. Frente a una enseiianza oficial de la historia argentina que es perniciosa para la formacién de los jévenes, a quienes se les debe explicar solamente la verdad, justipreciamos la intensa obra de los historiadores revisionistas, que en la cétedra y el libro estén demostrando dénde 10 estén los verdaderos y los falsos préceres, ri- fiendo una batalla que ya ha sido ganada, por- que el fraude histérico inventado por los vence- dores de Caseros y Pavén no resiste la fuerza incontrastable de la verdad histérica. Y es con ese espiritu de justicia que revelan los historiadores revisionistas que Alberto Ez- curra Medrano publica la segunda edicién de su libro Las otras Tablas de Sangre, libro magnifico, claramente escrito, de alta polémica, totalmente documentado, que tiene la ventaja sobre el de su antagonista, el del lamentable e infelicisimo Rivera Indarte, de que no inventa ni fantasea mi agrega adjetivos insultantes ni comentarios malévolos, sino que expone los hechos para que el lector jusgue, valiéndose muchas veces de los mismos historiadores libe- rales para demostrar cémo los wnitarios, con sus olas de crimenes, de degollaciones, de fusi- lamientos a granel, superaron las atrocidades y desafueros de los enemigos de la “civilisacién”. El mérito de este volumen reside precisa- mente en su valor cientifico, que destruye la leyenda wnitaria, construida sobre la propagan- da periodistica, el libelo de Rivera Indarte y ese otro, en forma de novela, de José Marinol. Las otras Tablas de Sangre constituye un documento incontrovertible y se advierte en él la verdadera objetividad histérica, que es la que Il tiene el sentido de la justicia. Esta obra ha sido completada durante largos aiios de paciente tarea investigadora, formando asi un volumen que supera extraordinariamente al que cono- ciamos por la primera edicién. Todo lo que la historia liberal ha callado, aquello que perma- necia oculto en documentos y libros, ha sido reunido por Escurra Medrano en su busqueda de la verdad, con afdn de historiador, sobre- poniéndose al espiritu de partido o de banderia. Es curioso observar cémo al sectarismo libe- ral, en sw anhelo de trastrocarlo todo con fines de sectarismo politico, no se le ocurrié advertir que la falsificacién de la historia en la forma grosera en que lo hicieron no podia persistir in- definidamente, ya que, frente a los crimenes que se atribuyen a Rosas, las atrocidades del terror celeste —a pesar de la destruccién de documen- tos que hicieron los wnitarios— son tan eviden- tes, que sélo el odio, la ceguera y la mala fe de varias generaciones de gobernantes liberales han podido ocultarlas. Y con este sistema de criminal ocultacién han padecido también he- chos gloriosos, acontecimientos de la época ro- sista, como la lucha por la soberania argentina contra Francia e Inglaterra, ocultacién que re- vela el grave delito de traicién contra la patria 4y el espiritu de los argentinos. El proceso del terror celeste, desde Rivada- 12 via hasta Sarmiento, esté relatado por Ezcurra Medrano. Los fusilamientos en masa e indivi- duales mandados ejecutar por érdenes de La- valle, Lamadrid, Paz, Mitre, Sarmiento y los demds jefes unitarios, son incontables. Pero la guerra civil, provocada por los umitarios en unién con los extranjeros, suscitadora de los odios mds enconados y las venganzas mds cruentas, continud después de la caida de Rosas, y el terror liberal que reemplazé al unitario pudo proseguir con sus asesinatos y degollacto- nes, hasta que el triunfo definitive de la hete- rodoxia, encarnada en figuras masénicas como Mitre y Sarmiento, inicié la era de un crudo y persistente materialismo. El régimen de terror, anterior y posterior al gobierno de Rosas, ha sido estudiado por Ez- curra Medrano, atestigudndolo con hechos con- cretos. En cuanto a los procedimientos que uti- lizaban los unitarios para matar a sus enemigos; nadie ignora que Lavalle y Lamadrid cumplian al pie de la letra lo que exaltaban en su furor de degolladores; aconsejaban o daban érdenes de lancear o de degollar sin perdonar a nadie. Lavalle, en 1839, consigna Eccurra Medrano, en una proclama dirigida a los correntinos de- cia refiriéndose a los federales: “Es preciso - degollarlos a todos. Purguemos a la sociedad de estos monstrucs. Muerte, muerte sin pie- 13

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