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Jake M.O.

LA NIÑA
Serie Los Cárteles – Spin Off 4

Título: La Niña

Autora: Jake M.O.

Año de publicación: 2023

Lugar: España

ISBN: 9798865356394

Publicación independiente en Wattpad y Amazon.


"Te quiero como para sanarte, y sanarme, y sanemos juntos, para
remplazar la heridas por sonrisas y las lágrimas por miradas, en donde
podremos decir más que en las palabras."

Mario Benedetti.
Contenido
DERECHOS DE AUTOR
SINOPSIS
UNO
DOS
TRES
CUATRO
CINCO
SEIS
SIETE
OCHO
NUEVE
DIEZ
ONCE
DOCE
TRECE
CATORCE
QUINCE
DIECISÉIS
DIECISIETE
DIECIOCHO
DIECINUEVE
VEINTE
VEINTIUNO
VEINTITDÓS
VEINTITRÉS
VEINTICUATRO
VEINTICINCO
VEINTISÉIS
VEINTISIETE
VEINTIOCHO
EPÍLOGO
PRÓXIMO LIBRO
DERECHOS DE AUTOR
Queda prohibido: la distribución o copia de esta historia fuera de
Wattpad. Todos los derechos reservados.

Los personajes mencionados en esta historia son de mi total autoría,


cualquier parecido con la realidad es mera casualidad.

No está permitido: fotocopiar, escanear, digitalizar, copiar en pdf o


descargar esta obra.

Está prohibido: cualquier tipo de plagio de la historia principal o


personajes.

**ADVERTENCIAS: Esta historia relata temas delicados.


Protagonistas posesivos y celosos. Si no te gustan este tipo de historias, no
sigas leyendo, no es para ti. La línea entre lo moral de lo inmoral es
inexistente en este libro. Contenido adulto, situaciones explícitas que
describen las relaciones sexuales de los protagonistas y actos violentos.
Esta historia contiene abusos de cualquier índole. No me hago responsable
si, después de leer las advertencias, sigues leyendo. Si deseas descubrir un
mundo nuevo de lectura, quédate y disfruta, abre tu mente a nuevas
historias, quizás te sorprenda.
SINOPSIS
Marcelo Ferreira:
Mi misión estaba clara: debía proteger a Camelia de todos. Ella nunca
me lo pondría fácil, eso era algo obvio. Pero no me importaba, le di mi
palabra a mi mejor amigo y estaba dispuesto a cumplirla, aunque eso
significara tener que atarla a la cama. Lo intentamos, intentamos
escondernos, pero terminó encontrándonos. Tantos frentes abiertos. No
importaba, ella se saldría sana y salva de esta guerra, aun si eso suponía mi
propia muerte.

Camelia Da Silva:
Mi corazón estaba tan roto, él lo destrozó, me hundió en la miseria.
Ahora estaba de vuelta en mi vida, quería protegerme. Mentía, quería
seducirme de nuevo, mi mundo estaba patas arriba. Mi hermano le había
encomendado una misión a Marcelo, él estaba muy dispuesto a cumplirla.
No se lo pondría fácil, nunca lo hago con nadie. Dos hombres querían
protegerme, uno era el mejor amigo de mi hermano, el otro era el hombre
que me destruyó.

Niccòlo Barccola:
Fui un estúpido al dejarla, un maldito idiota cegado por otra mujer.
Nunca debí abandonarla, mucho menos el día de nuestra boda. Me di cuenta
muy tarde del error que había cometido, mi esposa no era lo que yo
pensaba. Y extrañaba demasiado mi tiempo con Camelia. La quiero de
vuelta y no me importan las consecuencias, ella me pertenece, le di su
primera vez y seré quien le dé la última.
UNO
Camelia
La Niña. Todos creen conocerme, pero ninguno lo hace, ni siquiera mi
familia. Esa que se alejó de mí cuando sólo tenía quince años. Mi mundo se
vino abajo, pasé de tener unos padres presentes, un hermano increíble, unos
tíos que me amaban y unos primos que adoraba, a no tener nada. Me quedé
sola. Absoluta e increíblemente sola. Cuando yo tenía quince años, alguien
atacó a mis tíos, que en realidad eran los mejores amigos de mis padres, en
su propia casa. Los asesinaron a sangre fría, Marcelo y Mikel, los hijos
varones, quedaron gravemente heridos. A Yara se la llevaron, sólo para
devolverla, meses después, muerta.

Yo... Realmente creí que esta tragedia nos uniría como familia, pero no
fue así. Mi hermano se alejó de mí, se centró en su trabajo y en cuidar de
Mikel, le dio a él todo el amor que, al parecer, yo no merecía.

Dos años más tarde, cuando tenía diecisiete años, mis padres volvieron
de uno de sus múltiples viajes, mi hermano invitó a nuestra casa a unos
nuevos socios, unos italianos. Raffaelle, Ginevra y Niccòlo Barccola. Fue
cuando lo conocí, él tenía veinticuatro años, siete más que yo. Quedé
prendada, todo lo que Niccòlo hacía o decía me parecía extraordinario, él
me prestaba la atención que tanto deseaba, se preocupaba por mí. Me fui
enamorando de él poco a poco. Un año más tarde, en mi dedo anular, lucía
un hermoso anillo de compromiso. Estaba comprometida con el hombre que
tanto amaba, el hombre que me sacó de aquel pozo oscuro y lleno de
soledad. Estaba tan emocionada por esta unión, Niccòlo me llevó de paseo
por Río para celebrar nuestro compromiso, me invitó a cenar a un
restaurante increíble y después me llevó a una suite en un hotel lujoso,
había pétalos de rosas rojas por todo el suelo y la cama.

Iremos despacio.
Eso fue lo que susurró en mi oído. Esa noche, me entregué a un hombre
por primera vez. Niccòlo me trató con tanta delicadeza y amor, me sentí tan
amada, tan cuidada y protegida. Fue la noche más feliz de mi vida.

Mi madre y la madre de Niccòlo, Ginevra, me ayudaron con los


preparativos de la boda. Tardamos cerca de un año en tenerlo todo listo,
nada había cambiado en ese año. Niccòlo y yo seguíamos tan enamorados
como al principio, puede que yo estuviera incluso más enamorada de él.
Teníamos un ático listo en Nueva York, tendría que mudarme hasta allí,
pero no me importaba, estaría con el hombre de mi vida.

El día de la boda llegó, me enfundé en mi precioso vestido blanco de


princesa, mi maquillaje era perfecto. Las luces, las flores, la hora, justo al
atardecer sería nuestra boda, todo estaba siendo tan hermoso.

Hasta que mi padre entró en la habitación de la iglesia, donde me estaba


preparando, con el rostro descompuesto. Creí que le había pasado algo a mi
madre. Sí, ella no estaba bien, definitivamente nadie lo estaba. Mi padre me
acogió entre sus brazos y me contó lo que estaba pasando. Obviamente no
le creí, no podía ser cierto. Conocía bien a Niccòlo, él jamás me haría algo
así, me amaba, era su mujer. Ante mi negativa, mi padre sacó su móvil del
bolsillo de su pantalón y me enseñó la noticia.

Niccòlo Barccola y Corina Ramazzotti se unen en santo matrimonio en


la catedral de San Juan el divino.

El móvil resbaló de mi mano, no sin antes ver la fecha y hora de la


noticia y la foto principal. Era de hoy, del mediodía. Niccòlo y esa mujer
aparecían sonrientes, sus padres estaban allí. No había sido una boda no
planificada.

Caí de rodillas al suelo, pude oír mi corazón romperse en mil pedazos.


Ni siquiera podía llorar, sólo estaba enfadada, confundida y asqueada.

Mis padres me sacaron de Nueva York ese mismo día. Fue Bastian quien
se encargó de los Barccola. La única explicación de Raffaelle fue que
Niccòlo no estaba feliz conmigo y que había conocido a otra mujer que lo
hacía verdaderamente feliz. Se disculparon por no haber dicho nada hasta
que fue demasiado tarde. Bastian quiso vengarse, pero nuestro padre lo
detuvo, le debíamos la vida de mi hermano, el estúpido honor los detuvo a
ambos. De nuevo, yo había sido desplazada a un segundo plano, volvía a
estar sola. Me juré a mí misma que nadie más me pisotearía, la Camelia que
una vez existió, la que sufría por la soledad, había muerto. La nueva
Camelia había nacido para disfrutar de la vida, una vida que merecía.
Comencé a salir, a vivir, disfruté del sexo, de las fiestas, de los viajes. Dejé
atrás a todos los que me dejaron atrás a mí. Desde ese día sólo existía yo,
Camelia Da Silva "La Niña".

Todo este recorrido me trae hasta el día de hoy, un día que llevo
planificando tres meses. ¿De verdad pensaron que podían encerrarme? ¿A
mí? Por favor, ni siquiera me conocen un poco.

Leo de nuevo el último mensaje que Niccòlo me envió, no dejó de


hacerlo desde que se fue de mi casa. Admito que hice mal en refugiarme en
los excesos, aunque sólo fue una vez, me sentí tan mal cuando el efecto de
la droga que había tomado se pasó que me prometí que nunca más
consumiría.

-Te amo, siempre fue así, amore- leo el mensaje otra vez, esta vez en voz
alta- Vuelve a mí, sabes que eres mía y yo soy tuyo.

Miro mi reflejo en el espejo.

-Nunca fuiste mío, Niccòlo. Me engañaste, estuviste con ella todo el


tiempo, la hiciste tu esposa.

Después de tanto tiempo, después de seis años sigue doliendo. ¿Cree que
puede volver a engañarme? Se equivoca. Puede quedarse con su amada
esposa y sus tres hijos. El bastardo me llora por mensajes para intentar
confundirme mientras se sigue follando a su mujer y la deja embarazada.

Agarro el dispositivo que he construido, lo enciendo y lo paso por mi


columna a la altura del cuello, se enciende una luz verde. Confirmo en mi
ordenador portátil que mi localizador ha sido apagado, he hackeado el
ordenador del despacho de mi hermano para que no le llegue ninguna
notificación hasta que yo esté muy lejos de aquí. Me voy de Río, mis padres
quieren casarme con un desconocido de Europa y mi hermano pretende que
me quede encerrada en esta casa hasta que el maldito Emanuel haya sido
atrapado.

Me mintieron, lo hicieron siempre, Emanuel Alventoza es mi medio


hermano, hijo de mi padre y la loca que lo violó. Me alegro de que Bastian
la esté torturando, a pesar de todo, no puedo quedarme aquí. Debo
marcharme lejos, donde nadie pueda encontrarme y vivir mi vida.

Meto el dispositivo en la mochila, quizás lo necesite más adelante, la


puerta de la entrada ya ha sido desbloqueada. Mi móvil suena por una
notificación, el taxi está en la esquina de la calle, es hora de irme. Cuelgo la
mochila en mis hombros y me pongo la gorra de béisbol. Dejo mi móvil
sobre la cómoda. Me acerco a la ventana y desciendo por las sábanas que
colgué antes. Camino por el lateral del jardín hasta la entrada, todos los
guardias están dormidos, puede que haya manipulado el café que Lucrecia
les llevó con el mismo sedante que usé en mi hermano. Tenía que
asegurarme de que nadie estuviera despierto. Abro la puerta sólo un poco,
por fin estoy fuera de los muros de la propiedad de mi hermano. Camino en
silencio por la calle, la casa de mis padres está dos calles por detrás, no
debería toparme con ellos. Tampoco es que fuesen a estar despiertos a las
cinco de la madrugada. Abro la puerta del taxi y entro dentro.

-Al aeropuerto- le digo.

Comienzo a alejarme del barrio, quizás esta sea la última vez que lo vea.
Voy a extrañar tanto a Eric y a Jeren, son mis bebés, pero necesitaba hacer
esto. Nunca seré feliz ahí encerrada, espero que algún día lo entiendan.

El taxi me deja en el aeropuerto quince minutos más tarde, me acerco a


uno de los mostradores de venta de billetes.

-Buenos días, señorita. ¿En qué puedo ayudarla?

-Buenos días, ¿hacia dónde sale el próximo vuelo?


-Déjeme comprobarlo.

Miro hacia atrás por encima de mi hombro, sé que nadie me está


siguiendo, Fabiano dormía plácidamente la última vez que lo vi.

-Phoenix, sale en treinta minutos- me dice el dependiente.

¿Phoenix? Nadie sospecharía de ese lugar, creo que podría estar bien ir
allí. Aunque no me quedaré mucho tiempo, supongo que debería moverme
para no levantar sospechas. Saco dinero del bolsillo pequeño de mi mochila.

-Phoenix está bien- le digo con una leve sonrisa.

-¿Sólo lleva esa mochila?

-Sí.

El agente de viaje asiente, me entrega mi billete de avión cuando le pago


y me indica por dónde debo ir para tomar mi vuelo. Al no tener que facturar
equipaje, me pongo en la cola para entrar en el avión. Por suerte, no he
tenido ningún problema con el pasaporte falso que le compré a alguien de
Río. El paquete fue enviado a casa, pero el pasaporte iba oculto dentro de
un peluche que, supuestamente, había comprado por internet.

Once horas de vuelo por delante, llegaré a Phoenix a la una, el horario


perfecto para buscar un lugar en el que quedarme, eso es algo que no tenía
planeado, ya que, tampoco sabía a dónde iba a ir. Me relajo un poco en el
asiento cuando el avión despega del suelo. Conecto los auriculares a la
pantalla del asiento de delante y pongo una película. Realmente no le presto
atención, no puedo dejar de pensar en mi pobre padre, va a sufrir tanto
cuando sepa que me he ido. Después de que me enterase de lo que le había
pasado, fui corriendo a mi habitación, Adriana y él vinieron detrás. Mi
padre me contó toda la historia, esa maldita zorra lo drogó y lo violó, casi lo
mata en su afán por quedar embarazada de él, creía que mi padre dejaría a
mi madre para irse con ella. Mi padre se echó a llorar, nunca lo había visto
llorar, siempre fue un hombre bromista y alegre, jamás lo vi soltar una
lágrima. Me dolió mucho verlo tan destruido, pasamos varios días juntos
encerrados en mi habitación viendo películas y comiendo comida basura.
Siempre estuve muy unida a mi padre, amo a mi madre, pero a mi padre lo
adoro, ha sido y siempre será mi debilidad. Saco del bolsillo de mi pantalón
vaquero la foto que he traído conmigo, en ella salimos mis padres, mi
hermano y yo, fue hace tanto tiempo. Bastian tenía doce años y yo siete, nos
la hicieron en Disney World, nuestros padres nos llevaron como regalo por
sacar buenas notas en el colegio. Fue el mejor viaje que hicimos juntos,
también fue el único que hicimos los cuatro solos, mis tíos y sus hijos solían
venir siempre con nosotros a todos lados, pero esa vez no fue así. Le doy un
beso a la foto, una lágrima cae por mi mejilla, extraño tener a mi familia
conmigo. Sé que todos lo estaban pasando mal, pero yo también y sólo tenía
quince años, tuve que sobrevivir yo sola a un mundo completamente
diferente al que conocía.

Una fuerte turbulencia me sobresalta, suelto un jadeo y me agarro a los


brazos del asiento.

-Suelen ser normales.

Frunzo el ceño, miro al hombre que hay en el asiento de mi lado.

-Sí, es que no me gustan- le digo.

-¿Viaje de trabajo o por placer?

-Placer- miento.

-Yo vuelvo a casa, he estado algunos años ayudando en las zonas más
pobres de Brasil.

-Gracias, supongo.

Él sonríe.

-¿Vives en Phoenix?- le pregunto.


-Así es, soy médico y he solicitado empleo en mi antiguo hospital.
Espero que me acepten de vuelta.

Extiendo mi mano hacia él.

-Camelia- le digo sonriendo.

-Nathan.

Su sonrisa es hermosa, él lo es. Por encima de la ropa se nota que cuida


su cuerpo, su camiseta de manga corta deja a la vista unos fuertes brazos.
Sus ojos azules son como el cielo en plena tarde y su pelo rubio y largo es
como el trigo.

-¿Tienes novia?- le pregunto.

-¿Debería contestar a esa pregunta?

-Sí, porque si tienes novia no podré besarte y tengo muchas ganas.

Nathan sonríe, sus mejillas se han teñido de un suave tono rosa.

-Nunca había conocido a una chica tan directa- dice.

Me encojo de hombros.

-Si algo me gusta voy a por ello- contesto.

-¿Yo te gusto? No me conoces.

-No lo hago, pero tu físico me gusta.

-Y sólo por eso quieres besarme.

-Evidentemente, eres guapo y tus labios son gruesos, muy deseables.

Su risa es ronca. Me muerdo el labio inferior a la vez que recorro su


antebrazo con mis dedos, su piel se eriza bajo mi contacto.
-Me gustaría hacer algo más que besarte, si te soy sincera- susurro cerca
de su boca.

-¿Y qué es eso que quieres hacer?

Esbozo una sonrisa, dejando mis dientes a la vista.

-Me gusta chupar- le digo.

-Mierda- se ríe.

Miro hacia el bulto de su pantalón. Nathan agarra su chaqueta y la pone


sobre su entrepierna.

-Oye no hagas eso- protesto- Me gustaban las vistas.

-¿Quieres tener una mejor vista?

Levanto una ceja, Nathan manipula su pantalón bajo la chaqueta, luego


la levanta un poco para enseñarme su polla. La acaricio con mis dedos, él
sisea.

-Esto no está bien- dice negando con la cabeza- Nos podrían pillar.

Envuelvo mi mano alrededor de su longitud, lo acaricio arriba y abajo.

-A mí me parece que esto está muy bien- le digo.

Nathan pasa su brazo por mi cintura, agarra mi culo con su mano.

-Joder, esto es increíble- su voz se ha vuelto más jadeante.

-Quiero que te corras.

-No creo que pueda...

Le doy un corto beso en los labios para callarlo.


-Siempre consigo lo que quiero- le digo- Van a ser unas once horas muy
largas, Nathan.

Lamo la palma de mi mano y la paso por la cabeza de su polla. Acelero


el ritmo, la oscuridad del avión nos da la privacidad que necesitamos.
Nathan me aprieta el culo con fuerza.

-Me gusta mucho el semen- susurro en su oído.

Nathan aprieta la mandíbula. Me encanta el efecto que produzco en él,


todos los hombres son iguales, en cuanto ven una oportunidad la toman, no
me molesta. Si quiero hacer esto lo hago, no le debo nada a nadie. Como le
he dicho a Nathan, me atrae físicamente, me encantaría estar subida en su
regazo en este momento, su polla no es extremadamente grande, pero
tampoco es pequeña.

-Me voy a correr- susurra.

-Quiero ver.

Nathan levanta la chaqueta para que sólo veamos nosotros, su semen


brota de la punta, cae sobre mi mano. Suelto su polla y lamo mi mano hasta
dejarla limpia, Nathan observa mis movimientos con suma atención.

-¿Tienes dónde quedarte en Phoenix?- me pregunta.

-Sí, buscaré algún hotel.

-Puedes quedarte en mi casa, vivo solo.

-¿Me estás ofreciendo casa a cambio de sexo?

Nathan sonríe mientras se abrocha el pantalón.

-No, te estoy ofreciendo casa hasta que encuentres algo para ti.

Lo pienso unos segundos, supongo que estaría bien quedarse en una casa
en vez de en un hotel.
-Está bien, pero pagaré mi parte de los gastos- le digo.

Nathan y yo estrechamos la mano para sellar nuestro trato.

-Sólo hay una habitación- me dice.

-Entonces habrá mucho sexo- sonrío.


DOS
Traducciones del capítulo

Stronzo: Imbécil

La Famiglia: Mafia italiana afincada en Nueva York.

Amore: Amor

Mia vita: Mi vida

Consegliere: Mano derecha del capo

------------------------------------

Niccòlo
Ha huido.

Mi padre acaba de ser informado de que Camelia ha huido de su casa


ante la amenaza de Emanuel. Ese stronzo se ha atrevido a amenazar a mi
mujer. ¿Cree que puede llevársela sin más? No, tendrá que pasar por encima
de toda La Famiglia de Nueva York. Necesito saber dónde está, debo
encontrarla y protegerla, ella estará a salvo conmigo.

Mi polla se desinfla. Aparto de mí a Thea, es mi amante desde hace dos


años. Me gusta porque siempre está a mi disposición a cambio de una
tarjeta de crédito y un penthouse de lujo en el SoHo, hace lo que quiero y
cuando quiero. Así es como ha sido durante siglos en mi mundo, una esposa
y todas las amantes que un hombre quiera. Mi bisabuelo, mi abuelo y mi
padre las tuvieron y, mi padre, aún la tiene. Ellas conocen su lugar y
respetan a las esposas. Un contrato de mutuo acuerdo y sustancialmente
beneficioso para ambas partes.
Me sirvo whisky en un vaso, miro la ciudad por la ventana del
penthouse, es mío, aunque Thea viva aquí. Ella se acerca a mí por detrás,
apoya su barbilla en mi hombro, sus turgentes pechos se aprietan contra mi
espalda.

-Pareces distraído- me dice.

-Estoy preocupado por alguien.

-¿Tu esposa?

Niego con la cabeza, Thea también es una buena amiga, siempre está
dispuesta a escucharme.

Frota mi abdomen con su palma, llevo su mano hasta mi polla, ella la


agarra y empieza a masturbarme.

-¿Camelia?- me pregunta.

-Sí, ha huido de su casa.

Thea conoce toda mi historia con Camelia, nunca me ha juzgado por lo


que hice.

El día que dejé a Camelia plantada en el altar fue un día muy confuso
para mí. Le fui infiel con Corina, mi esposa. Creí que Corina era todo lo
que deseaba, joder, follábamos como conejos cada vez que estábamos
juntos. Le quité la virginidad, iba a ser mi amante cuando me casara con
Camelia. Pero no pude hacerlo, la quería como esposa, ella es una mujer
italiana, criada en nuestras costumbres y tradiciones. Era la esposa perfecta.
Camelia, por el contrario, había sido criada en libertad. Aunque fui su
primer hombre, dudaba que eso siguiera igual durante nuestro matrimonio.
Así que, tomé la decisión de organizar una boda con Corina y casarme con
ella. Fue una casualidad que Corina escogiera la misma fecha para nuestra
boda que la que había planeado con Camelia. No quise que se enterase de
esa forma, pero mi padre me prohibió decir nada, dijo que él se encargaría y
no lo hizo, se acobardó, igual que yo.
-Las manos en la ventana y saca el culo- le ordeno a Thea.

Obedece inmediatamente, alineo mi polla con su entrada y la penetro de


una embestida. La sujeto por las caderas mientras la golpeo desde atrás.

-Gime- ordeno.

Me gusta que grite, sus gemidos me recuerdan a los de Camelia, finjo


que es ella a quien me estoy follando contra esta enorme ventana.

Varios minutos más tarde, le he provocado dos intensos orgasmos, saco


mi polla de su coño y me masturbo hasta correrme sobre su culo.

-¿Necesitas ayuda para encontrarla?- me pregunta girándose.

-No, está bien, creo que sé a quién acudir para que me ayude.

Thea me observa en silencio mientras me visto.

-¿Vas a venir mañana?- me pregunta.

-No lo creo, Corina quería ir a comprar ropa para el nuevo bebé.

Thea cruza los brazos por debajo su pecho.

-Entonces, supongo que saldré también- me dice.

-Bien, pásalo bien, querida.

Le doy un beso en los labios para despedirme.

Bajo al sótano del edificio, donde está mi coche aparcado. Mis hombres
me siguen en su coche en cuanto salgo al exterior, siempre voy
escoltado, La Famiglia tiene demasiados enemigos, nunca se sabe cuándo
pueden atacar.

Nunca entendí del todo por qué Bastian Da Silva no me mató después de
lo que hice. Mi padre me explicó que fue porque le debía una vida, es lo
mismo que dice Bastian. Sin embargo, si yo hubiera estado en su lugar
habría matado al hombre que dejó plantada en el altar a mi hermana para
casarse con otra el mismo día. Sé que no lo hice bien, fui un puto cobarde
por no hablar con Camelia primero y contarle que ella no era la indicada
para mí. Pero, en mi defensa, diré que no estaba preparado para dejarla.
Amaba y sigo amando a esa mujer. Corina sólo era la opción adecuada. Me
ha dado dos hijos maravillosos y tenemos otro en camino. No sé cómo
habría sido mi vida con Camelia, joder, ella era salvaje en la cama. No al
principio, pero sí cuando fue tomando confianza en sí misma. Me pongo
duro sólo de recordar esos momentos, me encantaría revivirlos. Quiero a
Camelia de vuelta en mi vida, no me importa lo que me cueste, seguramente
una guerra contra el puto Bastian. Me da igual, ella es mía y siempre lo
será.

Detengo el coche en el aparcamiento subterráneo del edificio donde vivo


con mi familia, este penthouse es más grande, se encuentra en el Upper East
Side. Era el penthouse que había comprado para Camelia y para mí. A
veces me gusta pensar en cómo serían nuestros hijos, seguro que tendrían
sus ojos verdes, tan claros como el mar del Caribe. No querría que tuvieran
los míos marrones. O su pelo castaño, el mío es más oscuro. Ella es tan
hermosa, su perfecto cuerpo delgado, sus tetas turgentes y redondas, me
encantaba follármelas. O ese culo, joder, tan redondo y gordo, es una de sus
agujeros que no me follé y quiero hacerlo, quiero que me pertenezca en
todos los sentidos. Tampoco me follé su boca, esos labios tan gruesos
alrededor de mi polla. Maldición, tengo la polla como el acero, espero que
mi esposa esté de humor y los niños dormidos, necesito follarme un coño
ahora mismo.

Abro la puerta de casa, todo está en silencio. Bien, mi esposa debe estar
en nuestra habitación. Este maldito lugar tiene el tamaño de una mansión,
diez habitaciones y doce baños. Las dos del servicio abajo y las ocho de la
familia arriba. Todo es de concepto abierto, como a Camelia le gustaba, se
enamoró de este lugar en cuanto lo vio, tenía tanta emoción y felicidad en
sus ojos que no pude decirle que no y lo compré. Veinte putos millones de
dólares, ni siquiera lo noté.
Me deslizo dentro de mi habitación en silencio, me voy desnudando
poco a poco hasta estar completamente sin ropa. Me meto dentro de la cama
con mi esposa, su cuerpo está caliente, debe llevar un rato dormida. Corina
es tan jodidamente hermosa, su pelo largo y rubio está esparcido por toda la
almohada, sus ojos azules no son como los de Camelia, pero también son
bonitos. Tiene unos preciosos labios, el de abajo más grueso que el de
arriba. Me encanta cuando me la chupa. Y su cuerpo, maldición, es un
escándalo que, después de dos embarazos, siga teniendo todo en su sitio.
Sus pechos son pequeños, pero están bien, me gusta lamer sus pezones
rosas.

Me apoyo en mi codo, mirando hacia ella, aparto con mi dedo índice un


mechón de pelo de su cara. Luego deslizo la mano desde su rodilla hasta su
cadera, levantando su camisón de seda en el proceso. Tiene la piel tan
suave.

Me acuesto de espalda, arrastrándola conmigo, ella reacciona al


movimiento.

-Amore- murmura somnolienta.

-Hola- susurro.

Ella empieza a moverse, siempre supo cómo mover sus caderas y es algo
que me vuelve loco. Se le escapa un suave gemido. La levanto un poco para
poder apartar sus bragas. Corina se desliza fácilmente por mi polla.

-Mia vita, quiero correrme- le digo.

Corina se mueve más rápido, pongo mis manos en su vientre. Ya le está


creciendo, diez semanas de embarazo, espero que sea otro niño. Ya tengo
uno, mi heredero, el heredero de La Famiglia, el que ocupará el puesto de
capo, pero necesitará un consegliere, yo no tengo hermanos varones y
mi consegliere será mi primo Luciano.

-Amore- gime mi esposa.


La ayudo a moverse más rápido, agarrándola por las caderas, ella es tan
pequeña. Mucho más bajita que yo, mido 1,92cm y Corina tan sólo 1,65cm.
Camelia es mucho más alta que ella, pero no más que yo.

Mi esposa llega a su orgasmo con facilidad, pronto me estoy corriendo


dentro de ella. Es la única que recibe mi semen, por ahora.

Se desploma en su lado de la cama, le doy un beso en la frente antes de


salir de la cama. Quiero ir a ver a mis hijos y darles un beso de buenas
noches. Me pongo un pantalón de chándal y salgo de la habitación.

Voy primero a la habitación de mi hijo, Doménico tiene cuatro años, es


un chico increíble, ya conoce su lugar como futuro capo y a veces lo
encuentro ordenándole cosas a mis guardias.

-Buenas noches- susurro.

Voy hacia la habitación de mi hija, mi pequeña Vittoria, es mi princesa.


Algún día será una buena esposa para el capo del Outfit de Chicago,
Vittoria fue prometida al heredero de Matteo Carretti, Aldo Carretti, quien
ahora tiene diez años. Nuestras familias se unirán por matrimonio. Me
encargaré de que ese chico haga feliz a mi hija.

-Buenas noches, principessa.

Le doy un beso en su pelo rubio, mis dos hijos han sacado el pelo rubio
de su madre, pero mis ojos.

Bajo a la planta baja, camino por el largo pasillo hacia mi despacho.


Debo hacer algo antes de dormir. Entro y cierro con seguro, aunque todos
están dormidos, no quiero que mi esposa se despierte y sepa lo que estoy
haciendo.

Ella conoce bien a Camelia, no le gusta y dudo mucho que le guste más
si se entera de lo que estoy planeando. Quiero mantener a Camelia oculta
ante ella, no necesita saber que la voy a convertir en mi amante principal.
Le daré a Camelia todo lo que me pida. Me encantaría hacerla mi esposa, lo
haré, pero primero Corina debe morir, la amo, por supuesto que amo a mi
esposa, ella me ha dado dos hijos maravillosos y me va a dar otro. Sin
embargo, es un obstáculo para mi futuro con Camelia, ella se convertirá en
la madre de mis hijos, criará a los que ya tengo y me la follaré hasta dejarla
embarazada. Me gusta que aún no haya tenido hijos, seré el primero en
darle uno, su primogénito será mi hijo.

Me siento en mi silla de cuero y enciendo mi ordenador, busco los


informes que le solicité a mi primo, es el único que conoce mi plan, es leal
a mí, siempre lo fue. No le gusta mi esposa, supongo que eso es un aliciente
para que me esté ayudando tanto.

Encuentro lo que busco al final del primer informe. El número de


teléfono de Iuriy Kozlov, el ruso controla el bajo mundo, conoce a mucha
gente que, por un precio, puede darte información. Puedo encontrar a
Camelia y traerla a Nueva York, la mantendré oculta del ojo público hasta
que la convenza de que yo soy lo que ella necesita, me llevará tiempo. Pero
no me importa, la seduciré, ya lo hice una vez. Sé cómo hacerlo, conozco
sus puntos débiles, le encanta cuando le susurro al oído palabras bonitas, le
encanta cuando le hablo en italiano. Usaré cualquier arma a mi disposición
para que ella quiera quedarse conmigo. La convenceré de ello, tenemos
mucho tiempo por delante, toda una vida. Y después de que acepte quedarse
a mi lado, mi esposa morirá repentinamente por un paro cardíaco. Camelia
se convertirá en mi nueva esposa, criará a mis hijos como suyos y
tendremos más juntos. Seremos felices para siempre.
TRES
Camelia
Phoenix ha resultado ser increíble, claro que Nate tiene mucho que ver
en eso. Vivir con él ha sido toda una experiencia, es tan amable y cariñoso.
Me presentó a sus amigos, que también son increíbles, casi todos me han
acogido amablemente. Nate también ha resultado ser muy bueno en la
cama, la chica que se case con él va a ser muy afortunada. Hemos hablado
de muchas cosas en estas dos semanas que llevamos viviendo juntos. Él
quiere casarse algún día, dice que ya es hora, tiene veintiocho años, quiere
tener hijos y una casa grande para criarlos. Ha preguntado sobre mi vida,
claro que lo ha hecho, ha metido en su casa a una completa desconocida. Le
he dado respuestas vagas o he mentido en algunos casos.

Nate sale del baño, lleva una toalla alrededor de las caderas, no me
equivocaba, tiene un cuerpo muy bien cuidado.

-¿Por qué me miras tanto?- me pregunta con una sonrisa.

Me rio suavemente.

-Porque es usted muy guapo y está muy bueno, doctor Robertson.

Nate se quita la toalla, me muerdo el labio inferior, él se acerca a mí y


me da un beso en los labios.

-Es una pena que no tengamos tiempo- susurra en mi boca.

Hago un puchero con la boca. Es viernes y Nate ha quedado con sus


amigos para que salgamos a cenar y a algún lugar a bailar después.

-Te prometo que cuando volvamos te desnudaré lentamente y me meteré


entre tus piernas.

Cojo su mano y la estrecho.


-Trato hecho, doctor- contesto.

Nate sonríe, me encanta su sonrisa. Ojalá hubiera aparecido en mi vida


hace años, es todo lo que una mujer desea. Un buen hombre, un hombre de
verdad, le gusta cuidarme y protegerme, no miente, lo he comprobado con
sus amigos. Puede que también haya escuchado alguna conversación a
escondidas.

Me levanto de la silla del tocador, Nate lo compró para mí y lo instaló en


su habitación. Lo dicho, es tan considerado que parece irreal.

Me miro en el espejo de cuerpo entero.

-Estás muy bella- me dice Nate- Como siempre.

Siento su polla en mi culo cuando me abraza por detrás, apoya su


barbilla en mi hombro. Soy casi tan alta como él con los tacones, Nate me
dijo que medía 1,91cm, yo mido 1,73cm y mis tacones me suben diez
centímetros.

Aliso mi vestido rojo, Nate me lo regaló ayer, salimos a hacer algunas


compras, entramos en una tienda y me probé varios vestidos, este fue el que
más me gustó. Nate quiso pagarlo él mismo, casi nunca me deja pagar
cuando salimos, ya sea de compras o a cenar.

Salimos de su apartamento unos minutos más tarde y nos subimos a su


coche, Nate conduce hacia el restaurante, tiene una mano sobre mi muslo,
me acaricia suavemente con su pulgar.

-Ashley no puede venir, pero Charlie sí- me dice.

Charlie es su mejor amigo, creo que es al único que no le caigo bien,


cree que me estoy aprovechando de su amigo. Ashley es su prometida, ella
es muy amable conmigo.

Se me escapa un suspiro.
-Ojalá se hubiera quedado con ella- murmuro.

-Sugar, ya he hablado con él.

-No importa lo que le digas, seguirá pensando que estoy contigo por
interés.

Nate quita la mano de mi muslo, se frota la cara mientras suspira. No sé


qué le pasa a ese idiota conmigo, nunca le he dicho nada fuera de lugar a
Charlie, pero desde el principio lo he notado extraño, siempre intenta
humillarme por mi origen brasileño. Se burla de mi físico, lo he oído
murmurando con sus otros amigos que estoy muy operada, realmente sólo
me operé los labios, pero aunque tuviera múltiples operaciones estéticas él
no es nadie para burlarse de mí.

Nate aparca el coche frente al restaurante. Ya me estoy preparando para


armarme de paciencia y no contestar mal al imbécil de Charlie, en cuanto
me vea dirá cualquier cosa estúpida para hacerse el gracioso. Nate me toma
de la mano, entrelaza nuestros dedos, nos acercamos a la mesa donde ya
están sus amigos. Me ofrece una de las sillas, siempre es tan caballeroso.

-Gracias- le digo con una sonrisa- Hola a todos.

Las chicas me saludan alegremente, sólo dos de los chicos hacen lo


mismo, los otros dos que están al lado de Charlie me miran de arriba a
abajo. Charlie se cruza de brazos, sus ojos no me abandonan.

-Hola Charlie, ¿cómo está Ashley?- le pregunto.

Desvía sus ojos de mí para mirar a Nate, ignorando por completo mi


pregunta. Estúpido. Tiene algún tipo de problema de superioridad moral.

-Charlie, te está hablando- le dice Nate.

Él me mira de nuevo.

-Oh, disculpa, no te había escuchado- se disculpa falsamente.


-No te preocupes, no importa.

Nate se sienta a mi lado, entrelaza nuestros dedos por encima de la mesa,


Charlie mira nuestra unión. Quizás esté enamorado de su mejor amigo.

-¿Qué quieres comer, sugar?- me pregunta Nate.

-Uhm- miro la carta- Pues el solomillo de wagyu está bien.

-Lo más caro- murmura Charlie.

-Joder- gruñe Nate- Está bien, cariño, yo también pediré eso- me dice a
mí.

Estoy comenzando a hartarme el imbécil que tengo frente a mí.

-También voy a pedir una copa de Château Le Pin, o mejor, la botella


entera- digo mirando a Charlie directamente.

-¿Algo más?- me pregunta- ¿Quieres que los demás paguemos tus lujos
o sólo mi amigo?

-Charlie basta- espeta Nate- Camelia tiene su propio dinero, si la invito


es porque quiero hacerlo.

-Qué conveniente, ella tiene su propio dinero, pero nunca paga.

-Estoy harta- digo levantándome de la silla- ¿Qué problema tienes


conmigo?

Charlie se reclina hacia atrás en su silla.

-Sugar, siéntate- me pide Nate- No le hagas caso.

-Estoy cansada de no hacerle caso, Nate. Tiene algún problema conmigo


y quiero que me diga cuál es.

Charlie se frota la mandíbula con su mano.


-No me gustan las sin papeles- dice- Sólo quieren aprovecharse de los
hombres buenos para conseguir ser ciudadano americano.

Me paso un brazo por la cintura y apoyo el codo del otro sobre la palma
de mi mano, esbozo una sonrisa mirando a Charlie.

-Eres un puto ignorante- le digo- ¿Crees que no tengo papeles por ser
sudamericana? Te equivocas, tengo mis papeles en regla, mi visa de turista
es de dos años. Y soy más americana de lo que tú nunca serás, Estados
Unidos no es américa, amigo. Brasil, Ecuador, México, Colombia, cualquier
pueblo sudamericano estaba antes que Estados Unidos, hazte un test de
ADN seguro que eres de alguna parte de Europa, mírate, rubio de ojos
azules, vamos joder, ningún amerindio es así.

Charlie se queda callado. Eso es perro, estás mejor así.

-Creo que no necesitas explicar nada a nadie, yo sé la verdad y eso es


todo lo que cuenta- me dice Nate- Siéntate, por favor.

Agarro mi bolso.

-Me vuelvo a tu apartamento- le digo- No quiero fastidiarte la única


noche que tienes libre, bonito, nos vemos más tarde.

-Camelia, espera, no te vayas- me suplica.

Le doy un beso en los labios.

-Disfruta, ¿de acuerdo? Mereces tener un rato de ocio, trabajas


demasiado.

Camino hacia la salida del restaurante, escucho a Nate regañar a Charlie.


Es un puto gilipollas, un xenófobo de mierda que se cree mejor por haber
nacido en Estados Unidos.

-Gilipollas- murmuro enfadada.


El Uber que pedí me lleva hasta el apartamento de Nate. Me cambio de
ropa en cuanto entro en la habitación y me meto en la cama, marco el
número de Sandra, necesito hablar con ella un rato y desahogarme, hace dos
meses hablé con Melissa y le pedí que me diera el número de Dani, quería
disculparme con él y con Sandra por mi estúpido comportamiento. Ella es
muy buena persona, tiene un enorme corazón y me perdonó por haberla
empujado a la piscina.

-¡Hola!- contesta emocionada.

-Hola- respondo con tono triste.

-¿Qué pasa?

-¿Estás ocupada? No quiero interrumpir nada.

-No, está bien, Dani y yo estamos en casa viendo una película. ¿Estás
bien?

-No, acabo de discutir con un idiota que me ha llamado sin papeles y


aprovechada.

-¿Qué?

-¡Es un gilipollas!

Sandra se ríe.

-Sí, lo es- contesta- ¿Por qué cree eso?

-Porque estoy con su amigo de... vacaciones.

-Entiendo. No le hagas caso, Cami, esa gente es imbécil de nacimiento.

-Este debió caerse de los brazos del médico cuando nació. En serio, es
tan gilipollas, es todo lo contrario a su prometida, ella es tan amable y
cariñosa.
-Espero que se dé cuenta de con quien está prometida antes de que se
case.

-Sí, yo también. Ella merece a alguien mucho mejor. Bueno, ya me he


desahogado, ¿cómo estáis?

-Bien, bueno, yo bastante cansada, la barriga no deja de crecer.

Una sonrisa se dibuja en mi cara al imaginar a Sandra con su pequeña


barriga de embarazada. Cuando la empujé a la piscina lo hice sin pensar,
por puros celos de que ella tuviera la atención de Dani, luego me enteré de
que estaba embarazada y me sentí muy mal, si hubiera perdido al bebé por
mi culpa jamás me lo habría perdonado. Yo sólo... No quería volver a
sentirme sola.

-¿Sigues ahí?

-Sí, perdona, estaba pensando.

-¿Segura que estás bien?

-Sí, ahora sí. Te dejo para que sigas viendo la película con El Güero.

-Que te jodan- gruñe Dani.

Sandra y yo nos reímos. De repente odia que lo llamen así, es por eso
que lo hago, aunque nunca lo haya hecho.

-Os quiero, que disfrutéis de la noche- me despido de ellos.

Abro la aplicación para pedir comida a domicilio, tengo antojo de comer


alguna cosa grasienta y ver una de esas series de las que tanto me ha
hablado Sandra.

Leo los mensajes que Ashley me ha enviado mientras espero a que


llegue la comida.
A: Lo lamento mucho, Camelia. Lo que Charlie te ha dicho no tiene
justificación, se ha comportado como un idiota. Quiere mucho a Nate y
se preocupa por él.

A: Entiendo que no quieras responder, sólo quiero que sepas que


estoy muy avergonzada y que de verdad lo siento.

Pongo los ojos en blanco, no es ella quien debería sentirse avergonzada,


sino el estúpido de su prometido.

Después de cenar y ver algunos capítulos de una serie, me meto bajo las
mantas de la cama. Son casi la una de la madrugada. La serie, realmente,
estaba interesante, pero ya estoy cansada.

Escucho la puerta de la casa abrirse, luego la de la habitación. La cama


se hunde por mi espalda, cierro los ojos rápidamente, no tengo ganas de
hablar con Nate ahora mismo. Sus labios se posan en mi mejilla
brevemente. No tarda mucho en quitarse la ropa y meterse conmigo en la
cama, pasa su brazo por mi cintura, mi espalda queda pegada a su pecho.

-Sé que no estás dormida- susurra en mi oído.

Besa mi cuello y el punto detrás de mi oreja.

-¿No quieres hablar?- me pregunta.

No contesto.

-Está bien, hablaremos por la mañana. Lamento lo que ha pasado,


Camelia. Charlie no debería haberte humillado. Por si te interesa saberlo, lo
eché del restaurante después de que te fueras, no tenía ganas de compartir
espacio con él.

De nuevo, no contesto.

-Buenas noches, sugar.


Me siento mal por él, no merece tener un amigo tan estúpido. La
respiración de Nate se relaja, me giro en la cama para mirarlo, se ha
quedado dormido tan rápido, pongo mi mano en su pecho desnudo. Él
merece que le pasen cosas buenas. Paso su brazo por debajo de mi cabeza y
me acurruco en su pecho.

-Ojalá te hubiera conocido antes, Nathan Robertson.

Cierro mis ojos en busca del sueño que tanto ansío, necesito dormir y
que esta noche nefasta pase rápido. Nate no necesita este drama por mi
parte, por la mañana hablaré tranquilamente con él, cuando ambos hayamos
descansado.
CUATRO
Marcelo
Me pongo la chaqueta del traje antes de salir de mi habitación. Hoy
tengo mucho trabajo por delante, estamos esperando la salida de un
cargamento hacia África. Es muy importante tenerlo todo bien atado para
que no haya ningún contratiempo.

Encuentro a Bastian en el despacho cuando entro, tiene a Eric dormido


en sus brazos mientras trabaja en el ordenador. Me inclino hacia adelante
para darle un beso en la frente al pequeño. Mi amigo tiene suerte de tener
una familia con una mujer increíble. Es lo que más deseo en la vida,
encontrar a alguien que me ame y quiera formar una familia conmigo, pero
es complicado cuando no son mujeres de nuestro mundo, sólo he tenido dos
novias, a la primera la dejé por coquetear con mi hermano menor de edad y
la otra salió corriendo en cuanto se enteró de mi trabajo real. Desde
entonces no he querido tener ninguna relación duradera con ninguna mujer,
tengo encuentros con amigas para saciar nuestras necesidades.

Me siento en la silla al otro lado del escritorio.

-¿Qué hace aquí el pequeño?- le pregunto a Bastian.

-Ha pasado mala noche, le dolía el estómago.

-Pobrecito, ¿le has dado manzanilla?

Bastian sonríe.

-Es curioso que sepas sobre niños sin ser padre- me dice.

-Comencé a informarme cuando el pequeño capo llegó a nuestras vidas.

-Por supuesto, tú que siempre lo sabes todo, ya sabías que Adriana y


Jeren se quedarían en mi vida por toda la eternidad.
-No, joder, por toda la eternidad no, hasta que te mueras, hijo de puta.

Bastian y yo nos reímos.

Trabajamos duro durante las siguientes dos horas. Hemos dejado todos
los cabos bien atados, el barco debería salir a las cuatro de la tarde.

La puerta del despacho se abre, Edoardo entra con el rostro sombrío, ha


estado así desde que Camelia se fue. No hay ni rastro del hombre fuerte y
poderoso que una vez conocí, jamás lo había visto tan destruido.

-¿Habéis encontrado algo?- nos pregunta.

Siempre viene por las mañanas desde su casa para preguntarnos si hemos
encontrado algo sobre Camelia. Cada mañana desde hace tres semanas,
cuando se fue Camelia.

-No, papá, nada aún.

Edoardo asiente y se marcha del despacho.

-Deberíamos decirle la verdad- le digo a mi amigo- Bastian, está


destruido, piensa que estamos buscando a su hija.

-No puedo decirle que no lo estoy haciendo, lo destruiría más.

Tiene razón. Edoardo tiene debilidad por Camelia, siempre fue así. Sólo
yo vi lo mucho que sufrió cuando los dejé, a él y a su esposa, en el
aeropuerto en su primer viaje. No quería irse, pero necesitaba hacerlo, por
el bien de su salud mental. Perder a mi padre, para él, fue como perder a un
miembro de su cuerpo, estaban muy unidos. Isarema tuvo que llevárselo
casi a rastrar hasta el avión. Llamó cada día para preguntar por su princesa,
ama demasiado a esa niña, aunque ella no lo crea. Puede que sus padres se
hayan equivocado en algunas cosas, pero la aman.

Me levanto de la silla, necesito ir al almacén a terminar algunas cosas.

-¿A qué hora vuelves?- me pregunta Bastian.


-Por la mañana, voy a pasarme por el almacén primero y después por el
club, quedé ayer con Sheila.

-Bien, ten cuidado, no necesito perder a ningún miembro más de mi


familia.

-Mataré a Emanuel si decide aparecer.

Al salir del despacho, me tomo con Ulises y mi hermano. Nunca pensé


que mi pequeño fuese gay, pero es feliz, Ulises lo hace muy feliz. Se sientan
juntos en el sofá, están organizando su boda para agosto, quieren casarse en
la isla de Bastian, por supuesto, él ha dicho que sí. Me acerco por detrás al
sofá en el que se han sentado. Le doy un beso en la cabeza a mi hermano.

-No sabía que estabais aquí- les digo.

-Adri nos ha invitado a comer- contesta mi hermano.

-Se siente sola desde que Cami se fue- añade Ulises.

Suelto un suspiro. Nadie está bien desde que Camelia se fue. Meto las
manos en los bolsillos de mi pantalón, quizás debería buscarla, sin embargo,
no creo que sea una buena idea, si Bastian se entera se enfadará mucho
conmigo.

-Tengo que irme- les digo.

Mikel se pone nervioso, no le gusta que salgamos de casa, a él mismo le


vuelve a costar salir del apartamento que comparte con Ulises, sé que es él
quien lo obliga a salir.

-Tengo trabajo que hacer, pequeño- le digo- Voy armado y alerta.

Asiente dubitativo.

-Oye, cachorrito, tu hermano va a estar bien- le dice Ulises- Vamos,


tenemos que organizar la boda, quiero que lleves mi apellido.
-Que te jodan- gruño, haciendo reír a mi hermano.

Ulises me guiña un ojo, ha conseguido lo que quería, distraer a Mikel.

Me subo a mi coche tras despedirme de ellos dos, son como la pareja


perfecta. Se aman, se cuidan y se protegen entre ellos. Ulises es lo mejor
que le ha pasado a mi hermano, volvió a hablar gracias a él, lo ha estado
ayudando a superar sus traumas.

Conduzco al almacén, tengo que encargarme de Bagheera y otros


asuntos, Bastian no ha podido venir aquí en días y la pantera requiere de
atención externa que no sea su cuidador. Esa maldita bestia parece más un
niño que un animal. Sólo se comporta como un salvaje cuando Bastian se lo
ordena, sino es todo un pequeño cachorro de 70kg. Aún recuerdo cuando
Bastian lo encontró, estaba tan jodidamente asustado. No dejaba de himplar,
me partió el corazón, era un pequeño ser llamando a su madre, que
seguramente había sido asesinada, como la mía.

Los recuerdos de aquella noche siguen atormentando mi mente. No pude


protegerlos, me redujeron entre ocho hijos de puta, me cortaron el pecho y
la espalda, me dispararon tantas veces. Luego vi cómo asesinaban a mis
padres, primero él y luego ella. Los ojos de mi madre perdieron la vida
rápidamente. Mikel fue el tercero en caer, mi hermano pequeño, de dieciséis
años se estaba desangrando junto a mí y yo no pude hacer nada. Se llevaron
a mi maldita hermana, mi princesa, ella se fue para siempre. Jamás olvidaré
sus gritos llamándonos a Bastian y a mí, la sigo escuchando por las noches.

Aparco el coche en el parking del almacén, los malditos gritos de la


zorra se oyen en cuanto pongo un pie fuera del coche, no sé cuándo la va a
matar Bastian. Estoy harto de escuchar su voz, llama a su hijo, como si
fuese a venir a rescatarla. Ya le hemos contado la nueva vida de su hijo, se
niega a creerlo. Emanuel se ha olvidado de su madre, le hemos entregado
una copia de la carta que le escribió a Edoardo, sigue creyendo que estamos
mintiendo. Según ella, su precioso hijo no puede haberse olvidado de su
existencia. Cosa que ha hecho, en la carta no hubo ni una sola mención a
ella.
Abro la puerta de su celda, sus gritos cesan cuando me ve.

-¿Por qué gritas? ¿No sabes ya que él no va a venir?

-Vendrá, soy su madre.

-Y no le importas una mierda, mujer.

Me siento en el taburete junto a ella, ya ni siquiera intenta defenderse.


Agarro su mano derecha, la tiene hinchada y morada.

-¿Qué te ha pasado?- le pregunto.

-Ese bárbaro me la pisó- sus ojos están llenos de lágrimas.

Cierro los ojos y suspiro, no puedo evitar sentir algo de lástima por ella.
Sé lo que hizo, joder si lo sé.

-Tengo que enyesarla- le digo- Posiblemente esté rota.

-¿Y qué te importa?

-Lo hace, lo creas o no.

-Mandáis a ese hombre a violarme y ahora te importa mi mano dañada.

-Sí, es incongruente, pero no necesitas sentir más dolor del que ya


sientes.

Ordeno a Rubén que traiga todo lo necesario para ponerle yeso en la


mano y algo de medicación.

-Eres raro- me dice con cara de asco.

Esbozo una sonrisa.

-No eres la primera en decírmelo- respondo.


Adriana fue quien lo hizo, supongo que ambas tienen razón.

Se queja de dolor cuando doblo su mano para ponerla recta, Rubén me


ayuda a enyesarla, la cubro con una venda elástica cuando el yeso se ha
secado. Luego le pincho un antiinflamatorio y un calmante.

-Vas a sentirte cansada- la aviso- Descansa, ordenaré que te traigan algo


de comer.

-Tu amo se va a enfadar, Lobo.

-No lo hará. Duerme un poco.

-¿Por qué haces esto?

-Ya te lo he dicho, no necesitas sufrir más de lo que ya lo haces.

-No te creo, hay algo más, quieres limpiar tu conciencia.

Niego con la cabeza.

-¿De qué debería limpiar mi conciencia?- le pregunto- No fui yo quien


mató a personas inocentes. Mi conciencia está muy limpia, Yamila.

Se acurruca en las mantas viejas del colchón, sus ojos están sobre mí
mientras abandono su celda.

El resto del día lo paso haciendo diferentes trabajos. También he pasado


más de cuatro horas con Bagheera, el puto animal no se cansaba de jugar,
me he llevado un par de arañazos.

He ido a mi ático en la ciudad para ducharme y cambiarme de ropa antes


de ir al club a encontrarme con Sheila, es mi amiga de más confianza. Este
ático sólo lo uso para encontrarme con mis amigas. Naturalmente no las voy
a llevar a casa, donde viven niños pequeños, ellos no necesitan ver u oír
cómo su tío se folla a una mujer.
Detengo el coche en el club, pertenece a un socio de Bastian, cuando él
estaba soltero venía aquí también a encontrarse con sus amigas, pero desde
que Adriana apareció en su vida las dejó a todas.

Saludo a los guardias de la entrada, la cola para entrar en este exclusivo


club llega hasta el final de la calle, todos en Río quieren entrar. Sheila
pertenece a una familia adinerada de la ciudad, por lo tanto, es aceptable a
los ojos del dueño del lugar para pertenecer a su selecto club de gente VIP.
Yo me he ganado ese derecho por mí mismo, ahora todos me conocen como
la mano derecha de Bastian Da Silva, me he hecho respetar.

No es por ser presumido, pero las mujeres desean estar conmigo desde
que entro en este club.

Abrazo a Sheila por detrás en cuanto la veo en nuestra zona privada, le


doy un beso en la mejilla.

-Hola, preciosa- susurro en su oído.

La agarro por la mano y la hago girar sobre sí misma, Sheila es un


monumento de mujer, le encanta cuidar su cuerpo, va al gimnasio cada día,
tiene unos muslos fuertes y gruesos, su abdomen está plano y marcado por
el ejercicio, su culo está duro como una puta piedra. Y su piel, maldita sea,
es suave, me encanta lamerla y pensar que es chocolate. Sheila es de piel
oscura, como yo. Sus ojos negros como el carbón me miran con emoción.
Le doy un beso en sus gruesos labios.

-Quiero a estos a mi alrededor- gruño en su boca.

Ella se ríe.

-No corras tanto- me dice con una sonrisa- Vamos a bailar y a pasarlo
bien primero.

Me lleva de la mano hasta la pista de baile, pega su culo a mi entrepierna


y lo mueve al ritmo de la música que suena. La agarro por las caderas, me
estoy poniendo jodidamente duro con sus movimientos. Todo en este club
es sexual, no hay nadie que no se esté tocando o besando, algunos incluso
se están follando en seco. Giro a Sheila, meto mi muslo entre sus piernas,
ella capta la indirecta y empieza a frotar su coño por él, siento su calor
traspasar la tela de mi pantalón de traje. Agarro su culo con mis manos y la
muevo más rápido.

-Córrete, preciosa- susurro en su oído- Hazlo por mí.

-No puedo, hay demasiada gente, Marcelo.

Gruño frustrado, pero, bien, si no quiere no voy a obligarla. La haré


correrse más tarde, cuando estemos en mi cama del ático.
CINCO
Camelia
Ya ha pasado una semana desde la discusión con Charlie en el
restaurante. Nate y yo estamos bien, aunque las cosas con él y su amigo no
han ido muy bien. No me gusta que esté enfadado con él por mi culpa, me
siento culpable, no quiero que la vida personal de Nate se vea afectada por
mí. Él es demasiado bueno, se preocupa de forma genuina por mí.
Admitámoslo, Charlie es un gilipollas, pero lleva siendo el mejor amigo de
Nate desde el instituto. Eso no debe cambiar por mí, sólo estoy de paso en
la vida de Nate.

Giro a la derecha en el pasillo del supermercado, Nate ha invitado a


cenar al apartamento a Charlie y Ashley, ella insistió en que esta reunión
sucediera, quiere arreglar las cosas entre ellos. Y estoy de acuerdo con eso.
De hecho, es por eso que estoy aquí comprando algunas cosas para la cena,
le pedí a Nate que me dejara pagar esto, por supuesto, eso nos llevó a una
discusión y a follar después. Al final, conseguí lo que quería, bueno, vale,
tuve que usar mi arte en hacer mamadas para que Nate aceptara en mitad de
su burbuja de placer, pero, como dijo Nicolás Maquiavelo, el fin justifica
los medios.

Después de cuarenta minutos en el supermercado, por fin he finalizado


con la compra. Nate me ha dejado su coche para venir hasta aquí, me
preguntó si tenía carnet de conducir y se lo enseñé, es falso, pero él no tiene
que saber eso, sé conducir y reconozco las señales de tráfico, eso es lo
importante. Ahora estoy conduciendo de vuelta al apartamento, Ashley
propuso que preparáramos la cena entre los cuatro, creo que piensa que eso
nos unirá más como parejas. No me gusta como suena eso, Nate no es mi
pareja y ambos lo tenemos claro, así que, espero que los demás también.
Nunca me ha presentado como su novia, soy su amiga y compañera de piso.

Aparco el coche en la calle frente al edificio de apartamentos, el


supermercado no está muy lejos de donde vivimos. Subo por el ascensor
hasta la segunda planta, debería haber distribuido mejor las cosas en las
bolsas, pesan demasiado y siento que mis manos van a gangrenarse en
cualquier momento. Saco la llave del apartamento del bolsillo delantero de
mi pantalón vaquero, la introduzco en la cerradura y la giro, empujo la
puerta con el pie para abrirla. Las bolsas caen de mis manos cuando veo a
Charlie con mi mochila, la que tenía guardada con todo mi dinero al fondo
del armario, detrás de mi ropa. El dinero está esparcido en la mesita de café
entre los sofás. Charlie tiene una estúpida sonrisa en la cara, Ashley parece
avergonzada y Nate sólo mira el dinero con el ceño fruncido.

-¿Qué coño hacéis?- les pregunto- Eso no es vuestro.

Intento quitarle la mochila de la mano a Charlie, pero la pone detrás de


su espalda.

-¡Devuélveme mi mochila!- le grito.

Niega con su dedo en mi cara.

-No tan rápido, amerindia- usa un tono burlón al final de su frase- Vas a
tener que explicar de dónde ha salido tanto dinero.

-Yo a ti no te debo nada, ninguna explicación. Dame mi mochila, ahora.

-¿De dónde ha salido este dinero?

La voz de Nate es calmada, pero no pasa desapercibido para mí que


también hay un tono triste.

-Contesta- exige Charlie- ¿A quién se la has robado?

-¡A nadie!- grito- Es mi dinero.

Charlie se cruza de brazos, con mi mochila colgando de su mano.

-¿A qué pobre hombre le has robado el dinero?- exige de nuevo.

-Ten mucho cuidado, gilipollas- lo amenazo.


-Bien, no me lo expliques a mí, pero lo tendrás que hacer con la policía-
responde sacando su móvil de su pantalón.

Nate lo detiene sujetando su mano.

-Vamos, hermano, ella ha robado este dinero, la policía debe estar


buscándola.

-¡No lo he robado!- grito- ¡¿Quieres saber por qué tengo tanto efectivo?!

-Te escucho- dice Charlie con una sonrisa.

-Porque estoy huyendo de un psicópata que quiere secuestrarme, tuve


que vaciar mi cuenta corriente y huir de mi país.

-Dios mío- jadea Ashley.

Nate se pone en pie, aprovecho la conmoción que se ha creado para


arrancarle de la mano mi mochila a Charlie, guardo el dinero en su interior.
Estoy tan enfadada. Se ha tomado la libertad de hurgar entre mis cosas para
encontrar algo a lo que agarrarse y ponerme en contra de Nate.

-¿Estás satisfecho?- le pregunto a Charlie.

-Claro que no- dice- Estás mintiendo para salvar tu culo.

-Puedes pensar lo que quieras- le digo- No me importa, siempre serás un


gilipollas xenófobo.

Miro a Ashley.

-Realmente, espero que te des cuenta del tipo de basura con el que estás
prometida y huyas lejos de él, no te cases con él, Ashley, por tu propio bien.

Entro en el pequeño vestidor del dormitorio, la puerta de la habitación se


cierra. Empiezo a guardar mi ropa dentro de la mochila. La mano de Nate
cubre la mía.
-No te vayas- me dice.

-Claro que me voy, ese loco va a llamar a la policía, no puedo decirles


que hay un psicópata buscándome y que por eso tengo tanto dinero. Mi
familia me encontrará y exigirá que vuelva a Brasil, no puedo volver.

-Quédate, te mantendré a salvo.

Pongo mi mano en su mejilla, es tan dulce.

-No puedes- le digo- Y tampoco puedo meterte en esta guerra, mereces a


alguien mucho mejor que yo, Nathan Robertson.

Le doy un beso en los labios, Nate me aprisiona entre su cuerpo y el


armario detrás de mí.

-Fóllame, Nate.

Abro el botón de sus pantalones y bajo la cremallera, lo acaricio con mi


mano mientras él me quita los pantalones y las bragas hasta los tobillos.
Luego me giro y saco el culo, Nate me penetra de una embestida, es la
primera vez que lo hace sin condón desde que llegué hace un mes.

-Quédate- susurra en mi oído.

Niego con la cabeza.

-Nate, lléname con tu semen.

Gimo fuerte cuando empieza a follarme más duro, su puta polla tiene un
don para encontrar el punto G. Los golpes de Charlie suenan en la puerta.

-Más fuerte, Nate- gimo.

Quiero que nos escuche follar.

-Quédate, Camelia.
-No puedo.

Me folla con más fuerza, como si estuviera castigándome ante mi


negativa a quedarme.

Nuestros orgasmos explotan a la misma vez, Nate se vacía dentro de mí.


Hacía mucho tiempo que no dejaba que nadie se corriera en mi vagina.
Miro a Nate por encima de mi hombro, nos damos un beso largo y calmado.
Rompe el beso para pegar su frente con la mía.

-Quédate- susurra.

-Si me quedo te pondré en peligro, tú no mereces eso.

-¿Nos volveremos a ver?

-Quizás, no lo sé.

-¿A dónde irás?

Nate sale de mi interior, me sube las bragas y los pantalones.

-Es mejor que no lo sepas- le digo- Te enviaré un mensaje a tu móvil


cuando haya llegado a mi destino.

-¿Lo prometes?

-Lo prometo. Y hazme un favor.

-¿Cuál?

-Invita a Ashley a salir, estoy segura de que va a dejar a Charlie. Me


sentía culpable por separarte de tu mejor amigo, pero tanto tú como Ashley
merecéis algo mejor. Sois buenos el uno para el otro.

-¿Quieres que invite a Ashley a una cita?


-Sí- contesto con una sonrisa- Estoy totalmente segura de que la próxima
vez que nos veamos estarás felizmente casado con ella y, quizás, hasta
algún bebé en camino.

Nate sonríe.

-Voy a recordar esta sonrisa siempre- le digo.

-Eres la mujer más increíble que ha pasado por mi vida.

-Y tú eres el mejor hombre que ha pasado por la mía.

Nate me acompaña hasta la puerta de su apartamento, Charlie ha


intentado detenerme para que no me fuera, seguía empeñado en entregarme
a la policía, pero Nate le ha dado un puñetazo en la boca y lo ha echado de
su casa. Miro a Ashley y a Nate por última vez, ella se ha quitado el anillo
de compromiso en el tiempo que hemos estado en la habitación Nate y yo.

-Que disfrutéis de la cena- les digo antes de cerrar la puerta.

Pido rápidamente un taxi. Por suerte, no tarda mucho en llegar, le pido


que me lleve al aeropuerto. Una vez allí, me acerco al mostrador de ventas,
ahora mismo, estoy teniendo un déjà vu. Hace un mes me encontraba en la
misma situación, perdida en un aeropuerto sin saber a dónde ir.

La chica del mostrador me saluda con una sonrisa.

-¿Hacia dónde sale el próximo vuelo?- le pregunto.

Ella busca en su ordenador.

-En cuarenta y cinco minutos sale uno con destino a Las Vegas- me dice.

-¿Las Vegas?

Ella asiente.
Podría ir allí, Dani y Sandra se encuentran en Las Vegas, ellos no me van
a decir nada, me acogerán en su apartamento.

-Bien, deme un billete en turista- le digo.

Saco mi móvil del bolsillo de mi pantalón, busco el número de Dani y


pulso sobre él. Le pago a la chica mientras la llamada suena en mi oído.

-¿Camelia?

-Hola, Dani. ¿Estás ocupado?

-No, es mi día libre, estoy con Sandra dando un paseo.

-Oh, eso está bien.

-¿Qué pasa?

-Bueno, estoy de vacaciones por Estados Unidos, eso ya lo sabes. Había


pensado en ir a visitaros, nadie sabe dónde estoy, no sería peligroso para
vosotros. Pero si no queréis también está bien, no quiero molestaros ni
importunaros, de hecho, creo que no es una buena idea ir. No sé en qué
estaba pensando, lo siento, que os lo paséis bien.

-Cami.

-¿Qué?

-Puedes venir, sé que no me estás contando la verdad, te conozco mejor


que de lo que crees. Sea lo que sea, puedes quedarte con nosotros en tus...
vacaciones.

-¿De verdad?

-Sí, de verdad. ¿Cuándo sale tu vuelo? Iré a recogerte al aeropuerto.

-En cuarenta minutos.


-Bien, allí estaré.

-Gracias, Dani.

-Te quiero, nos vemos en un rato.

-Yo también te quiero, a los dos.

Mi mochila pasa sin problemas los escáneres, es una mochila especial


para que los escáneres no vean su interior, tendría que dar muchas
explicaciones si supieran todo el dinero que llevo en efectivo.

Los trabajadores nos permiten abordar el avión diez minutos antes, así
que, ahora mismo me encuentro sentada en mi asiento, esperando a que el
avión despegue. Le envío un rápido mensaje a Nate.

C: De camino a mi nuevo destino.

N: Espero que encuentres un lugar seguro para ti, sugar.

C: Lo he encontrado, estaré con unos amigos un tiempo. Quería


agradecerte todo lo que has hecho por mí este mes, no tenías por qué y
aun así decidiste darme cobijo en tu hogar.

N: No tienes nada que agradecer. Ashley te envía saludos.

C: Saludos para ella también, bésala esta noche.

Nate contesta mi último mensaje con una risa. Ojalá les vaya bien a los
dos.

El avión despega media hora más tarde, me queda una hora de vuelo por
delante hasta llegar a mi nuevo destino. Miro el asiento de mi lado. Hace un
mes tenía a alguien increíble sentado junto a mí en otro avión, ahora está
vacío.

Miro en mi móvil la foto que Nate y yo nos hicimos una noche estando
de fiesta, ambos íbamos tan borrachos, tuvo que ir al día siguiente a
trabajar, el pobre volvió con la energía por el subsuelo. Ese día lo cuidé
como él había hecho conmigo otras veces. Nate me ha enseñado que hay
hombres buenos en este mundo, no todos son Niccòlo Barccola, un bastardo
sin corazón. Sólo recordar su nombre hace que mi cuerpo se tensione, mi
sangre hierve y busca venganza, quiero matarlo yo misma.
SEIS
Niccòlo
Thea se agarra de mi brazo, la he traído conmigo en este viaje, no quería
venir sin compañía femenina y estar solo durante una semana. No me fío de
las putas, me gusta follar sin condón. El ruso llega tarde. Llevo un mes
intentando quedar con él, buscando por todos los medios a mi disposición a
Camelia, desde el dieciséis de mayo buscándola, desde el mismísimo día
que se fue. Ya estamos a once de junio, un puto mes que ha sido un infierno,
sin saber dónde está o si corre peligro.

Entro con Thea en lobby del casino. Hace meses que Las Vegas y
Nevada dejaron de ser territorio de La Camorra, los imbéciles perdieron en
su guerra contra Iuriy Kozlov, los rusos se hicieron con este territorio.
Leonas Barretti fue reducido a ruinas, ni él ni su familia sobrevivieron,
ningún miembro de La Camorra lo hizo.

Thea se sujeta fuerte a mi brazo, su cuerpo está en tensión, fijo mis ojos
hacia donde ella mira. Iuriy Kozlov entra por la puerta del casino con una
sonrisa.

-¿Es él?- susurra Thea.

-Sí.

-Da miedo.

Puedo imaginar por qué, la cara de Iuriy está llena de cicatrices, una
enorme atraviesa se cara del lado derecho al izquierdo, desde la frente hasta
la mandíbula. Su cuello y sus manos están llenas de tatuajes, por mucho que
lleve un traje a medida no deja de ser un cerdo, un cerdo vestido de marca.

-Niccòlo, un gusto verte- me saluda.

Mira a Thea de arriba a abajo, se relame el labio inferior.


-Ella es Thea- la presento.

-Un gusto, señorita- sonríe él- Iuriy Kozlov a sus pies.

Le hace una breve reverencia. Pongo los ojos en blanco internamente. Es


un estúpido payaso, en otras circunstancias jamás estaría aquí.

-¿Cómo está tu padre?- me pregunta.

-Enfermo. ¿Podemos comenzar con la reunión?

-Por supuesto, sígueme a la sala de juegos. Espero que no te importe que


haya invitado a algunos amigos, las partidas de póker son más divertidas
con más de dos jugadores.

-No hay problema, también traje a los amigos que me pediste, pero
espero poder hablar contigo a solas.

-No faltaba más, amigo.

Le hago un gesto con la cabeza a mis hombres para que estén atentos a
cualquier movimiento sospechoso.

-Algunos de mis amigos han traído a sus amantes, ella puede quedarse
con las demás mujeres- me dice Iuriy- Si es tan amable de acompañar a mi
guardia- le dice a Thea.

Ella me mira asustada.

-Ve con él, querida, nos reuniremos más tarde- la tranquilizo.

Thea asiente, la veo desaparecer por un pasillo. Iuriy me hace pasar por
delante de él al entrar en la sala privada de juego, sus amigos y los míos se
nos unen de inmediato. Mi ceño se frunce cuando veo a Daniel Hernández
como croupier. ¿Qué está haciendo él aquí? Mis amigos y yo nos sentamos
a su derecha, Iuriy y los suyos se sientan a su izquierda, hay tensión en el
aire.
-¿Qué haces aquí?- susurro.

Me ignora por completo. ¿Es que el pequeño imbécil no sabe que pronto
seré el nuevo capo? Debería respetarme.

-Daniel- gruño.

-Comencemos- dice.

Las rondas de whisky caro y puros de lo más selecto no dejan de correr,


al igual que el tiempo. Ya han pasado dos horas desde que llegamos aquí. El
ruso y Daniel se enfrascaron en una discusión estúpida. No llegó muy lejos,
por suerte. Daniel ha mencionado varias veces a su esposa, no sé con quién
se ha casado, tampoco he entendido mucho su conversación con el ruso.
Parece que Daniel y su hermano mayor no están en buenos términos en
estos momentos.

Otra ronda de alcohol y puros corre por la mesa de juego. El ruso ha


llamado a unas putas que trabajan para él, se ha sorprendido cuando me he
negado, sólo he tenido que explicarle que no meto mi polla en cualquier
agujero, soy selecto con mis amantes.

Daniel ha estado extremadamente callado durante todo el tiempo que nos


ha servido como croupier, ni siquiera me ha mirado. Me gustaría indagar
más en el por qué está aquí en Las Vegas y quién es su esposa, no me gusta
perder el control y esto se me ha escapado.

El ruso se levanta de su asiento.

-Puedes irte a casa- le dice a Daniel.

-Como ordene, jefe.

El ruso se ríe ante el tono irónico de Daniel. Luego me hace un gesto con
la cabeza para que lo siga. Es lo que hago, me lleva hasta un despacho en la
segunda planta. Se sirve otro vaso de whisky antes de sentarse en su sillón
de cuero.
-Por favor, amigo, toma asiento- me dice señalando con su mano hacia
una de las sillas que están al otro lado del escritorio- Misha, sirve una copa
para mi amigo- le ordena al hombre que ha entrado con nosotros.

Aprieto la mandíbula, me estoy empezando a cansar de que me esté


llamando su amigo, ni siquiera estoy cerca de serlo.

-Tú dirás- me dice.

-Necesito tu ayuda para buscar a alguien que ha huido.

Iuriy sonríe.

-¿Qué obtengo a cambio?

-Un trato con La Famiglia.

Chasquea la lengua en desaprobación.

-No eres capo, amigo- dice.

-Lo seré, mi padre está enfermo.

-Sigues sin ser capo, no puedes ofrecerme algo que no tienes.

Doy un golpe con mi puño sobre la mesa, el guardia hace un amague de


sacar su arma, pero es detenido por Iuriy.

-Tengo que buscarla- gruño.

-Una mujer- sonríe- ¿Alguien especial?

-Sí. Ayúdame a buscarla y obtendrás lo que quieras cuando sea capo.

Iuriy se reclina hacia atrás en su asiento, le da un sorbo a su vaso.

-¿Y si te pidiera algo grande?- me pregunta.


-Te lo daré- gruño.

-¿Tan importante es esa mujer?

-Lo es. Dime qué quieres.

-Aún no lo sé, podría pedirte cualquier cosa.

Asiento. Me está poniendo nervioso.

-Trato hecho- dice- Redactaré un contrato.

-Bien, lo firmaré.

Sus dientes blancos como la nieve quedan expuestos cuando sonríe.

-Con sangre- dice- Es así como firmamos los rusos.

Pongo los ojos en blanco, es un estúpido payaso.

-Firmaré con sangre- espeto- ¿Cuándo tendrás listo el contrato? Quiero


comenzar con la búsqueda cuanto antes.

-Mañana. Uno de mis hombres lo llevará a tu hotel.

-Bien. ¿Y cuándo comenzarás con la búsqueda?

-Cuando me des los datos de esa mujer y sus características físicas.

-Tengo una foto de ella- digo sacando la foto del interior de mi chaqueta.

Iuriy la toma en sus manos, comienza a reírse como si alguien le hubiera


contado un chiste.

-¡Joder!- chilla riéndose- Misha mira esto.

El otro ruso sonríe.

-¿Ocurre algo?- pregunto molesto.


-¿Estás buscando a la hermana de El Santo?

-Sí, ¿supone eso algún problema para ti?

Iuriy le entrega la foto a su guardia, le dice algo en ruso, a lo que el


guardia asiente.

-Ningún problema, ahora dime, ¿por qué la buscas? Y sobre todo, ¿por
qué ha huido?

Suelto un suspiro pesado, estoy tan cansado de estar con este imbécil.

-La busco porque me pertenece. Y huyó porque un psicópata la está


persiguiendo, su hermano la había encerrado en su habitación, pero ella es
demasiado...

-Salvaje- me interrumpe- Me gusta esa chica.

Me levanto de un salto, Iuriy no se mueve ni un milímetro de su lugar.

-Creo recordar que la dejaste plantada en el altar, no logro comprender


cómo puede ser tuya- me dice.

-Es mía, eso es lo único que importa.

-¿Y tu esposa lo sabe?

-No tiene que saber nada, su papel es darme hijos. Lo que haga con mi
vida es asunto mío.

Iuriy levanta las manos en señal de rendición.

-Bien, como tú veas, amigo. Mis hombres ya la están buscando, espero


tener noticias para ti muy pronto.

El ruso llama a otro guardia para que me acompañe a la puerta. Thea se


reúne conmigo en el lobby del hotel. La llevo devuelta al SUV que alquilé
en cuanto aterrizamos en Las Vegas. Dos de mis hombres se suben a los
asientos de delante, Thea y yo nos sentamos en los de detrás. Tomo su mano
y entrelazo nuestros dedos.

-¿Te lo has pasado bien?- le pregunto.

Ella sonríe y asiente.

-Esas mujeres eran muy amables- dice.

-Me alegro, querida.

-¿Podemos ir mañana de compras?

-Por supuesto, te compraré todo lo que quieras.

Su sonrisa se amplía, me abraza por el cuello.

-Gracias, mi amor- me dice.

Me da un beso en la mejilla.

-¿Puedo hacerte una pregunta?- me dice.

-Sí.

-Cuando la tengas a ella, ¿seguiré siendo tu amante?

Acaricio su mejilla con mi pulgar.

-Lo serás siempre, querida, Camelia se convertirá en mi amante un


tiempo, pero después será mi esposa. Criará a mis hijos y a los que tenga
con ella, no tendrá tanto tiempo para mí. Voy a seguir necesitándote.

Thea me besa en los labios. La tomo por la cintura para subirla a mi


regazo, su vestido se sube por sus muslos dejándolos expuestos, los sujeto
con fuerza, clavando mis dedos en su piel expuesta.

-De rodillas, querida, saca mi polla y chúpala hasta que me corra.


Lo hace de buena gana mientras subo el cristal separador. Los labios de
Thea envuelven la punta de mi polla. La sujeto por la nuca, enredando mis
dedos en su pelo rubio, muevo su cabeza arriba y abajo, cada vez más
rápido.

-Tan buena- gimo- Sigue así y me correré por tu garganta.

Su gemido recorre mi erección hasta mis pelotas. Thea me chupa varios


minutos, hasta que siento que no puedo aguantar más.

-Traga, querida, trágatelo todo, hasta la última gota.

Mi semen sale disparado, hundo mi polla en su boca hasta el final, Thea


clava sus uñas en mis muslos.

-Aguanta- gruño.

Me encanta ahogarla un poco cuando le follo la boca. Levanto su cabeza


de un tirón, parte de mi semen cae de su boca a mi pantalón.

-Límpialo- le ordeno.

Ella traga lo que le quedaba en la boca y luego saca su lengua para lamer
la mancha de mi pantalón. Thea guarda mi polla en mis pantalones justo
cuando el coche se detiene en nuestro hotel, podríamos habernos quedado
en el Caesar Palace, pero no quería estar durmiendo en un lugar que le
perteneciera al ruso. Conseguí la suite presidencial en otro de los hoteles de
lujo de la ciudad.

Le ofrezco mi mano a Thea para que salga del coche, entramos en el


hotel con nuestras manos unidas. Saco mi móvil del bolsillo de mi pantalón,
tengo algunos mensajes y llamadas perdidas de mi esposa. Abro el primer
mensaje, Corina me ha enviado una foto de Doménico en la bañera, sonrío
de forma automática.

-Oh, está precioso- dice Thea.


Guardo el móvil en mi bolsillo inmediatamente, aprieto la mano de Thea
con fuerza.

-Lo siento- gime con dolor.

-No me gusta que leas mis conversaciones, querida, lo sabes.

-Sí, lo lamento, de verdad.

Aflojo mi apretón, Thea se suelta rápidamente, sacude su mano varias


veces. La tomo y le doy un beso.

-Lo siento, querida- me disculpo.

-Está bien, ha sido mi culpa, pero vi la foto de tu hijo y no pude evitar


mirar, te juro que no he leído nada.

-Te creo, Doménico puede ser adorable.

-Sí- contesta con una sonrisa.

-¿Quieres uno así?

Sus ojos brillan con emoción.

-¿Cuándo es tu próxima toma de la píldora?- le pregunto.

-Mañana temprano.

Le doy un beso en los labios.

-No la tomes- le digo- Voy a darte un hijo.

-¿De verdad?

La emoción cubre su voz.

-Sí, querida. Voy a follarme tu coño para poner un bebé dentro de ti.
Paso un brazo por detrás de las rodillas de Thea y el otro por detrás de su
espalda, la levanto del suelo y la saco del ascensor. Uno de mis guardias
abre la puerta de nuestra suite. Entro en la habitación y lanzo a Thea a la
cama.

-Desnúdate, querida, tengo un bebé que hacerte.


SIETE
Camelia
Niccòlo está en la ciudad, ni siquiera puedo estar tranquila estando en la
otra punta del país. ¿Qué coño hace aquí? Joder, esto no me da buena
espina. No puedo volver a lo mismo, me destruyó una vez, casi logra una
segunda. Y esa segunda vez fue la peor, tomé drogas por primera vez en mi
vida, me sentí tan mal, mental, física y emocionalmente. Sin embargo, fue
la única forma de adormecer su voz en mi mente.

Una lágrima solitaria cae por mi mejilla.

Todo es por su culpa. Niccòlo tiene la culpa de todo.

Sandra acaricia mi pelo con su mano. Le he contado todo, desde el


principio hasta el final, ya sabe por qué estoy aquí, sabe que estoy huyendo.
Ayer me permitieron quedarme a vivir con ellos, sentí la necesidad de
contarles la verdad. Sandra hervía en rabia, desde que nos conocemos,
jamás la he visto así de enfadada. Se abraza a mi cintura, apoyo mi cabeza
en el colchón de mi cama mirándola a los ojos.

-Todo va a estar bien- me dice con su dulce voz- Dani no va a dejar que
te pase nada.

Limpia mis lágrimas con el dorso de su mano.

-En menos de un mes estaremos en Houston celebrando el 4 de julio- me


dice sonriendo.

-Nunca lo he celebrado, obviamente.

-Yo tampoco, será nuestra primera vez juntas.

Esbozo una sonrisa.


-Tengo muchas ganas de ir a Houston- le digo.

-Te van a encantar Nanny y el abuelo, son tan buenos.

-¿Y ese tal Marc?

Sandra se ríe.

-Es muy guapo, en serio- me dice- Aunque tiene una hermana melliza,
Isabella, y ella tiene una amiga, Emma, alias Brujilda. Son bobitas.

-Me encantan, por fin tendré a alguien con quien discutir.

La risa de Sandra me contagia.

Las semanas fueron pasando, el día del viaje a Houston había llegado.
Pronto estaríamos con la familia de Dani celebrando el día de la
independencia. Por suerte, no supe nada de Niccòlo en mi estancia en Las
Vegas, intenté no salir mucho para no tener ninguna oportunidad de
encontrármelo. Dani escuchó en el casino que su jefe, el ruso ese con la
cara cortada de lado a lado, que estaba buscando a una mujer brasileña.
Venir a Houston es lo mejor que nos ha podido pasar, ya que, en Las Vegas,
estaba empezando a sentirme un poco prisionera. Estoy segura de que el
negocio que Niccòlo tiene con el ruso tiene mucho que ver con la búsqueda.
No puedo creer que ese maldito cobarde se haya atrevido a poner un radar
sobre mi cabeza. No he querido contarle nada a Dani de mis sospechas, él
tiene que cuidar de su esposa y futura hija, ya están haciendo demasiado por
mí.

Me siento en el lado del pasillo en el avión, tengo a Sandra a mi lado,


entre Dani y yo. Se me escapa un suspiro.

-¿Qué te pasa?- me pregunta Dani.

-Acabo de recordar algo.

-¿El qué?- pregunta con curiosidad.


-Hace dos meses estaba en un avión desde Brasil hasta Phoenix, conocí a
un chico.

-¿Es con el que estuviste viviendo?- me pregunta Sandra.

-Sí.

-¿Y qué pasa con él?

-Que le hice una paja en mitad del vuelo- contesto con una sonrisa.

Sandra y Dani se ríen, él niega con la cabeza. No soy muy dada a


contener mi diarrea verbal, ellos parecen haberse acostumbrado a esto, la
verdad es que lo agradezco. No me gusta contener lo que pienso, aunque a
veces incomode a la gente.

El avión aterrizó en Houston al mediodía. Los abuelos de Dani me


recibieron con los brazos abiertos. Luego nos llevaron a comer a un
increíble asador, quise pagar por mi comida, la de Sandra y la de Dani, ellos
han estado haciendo tanto por mí que siempre me siento en deuda, sin
embargo, Nanny y el abuelo me lo impidieron. Me recordaron tanto a mis
propios abuelos. Ellos se fueron de este mundo con muy poca diferencia de
tiempo, primero se fue mi abuela por una dichosa enfermedad y al mes mi
abuelo por la pena de haber perdido a su compañera de vida. Nanny y el
abuelo parecen ser iguales a ellos, espero que duren mucho tiempo en este
mundo. Nos llevaron a casa a descansar después de la comida. Dani fue el
primero en caer dormido en la cama, luego Sandra. Yo no tenía tantas ganas
de dormir, así que, me fui al jardín trasero con mi móvil. Llevo aquí una
hora, no dejo de darle vueltas a algo, necesito saber de mi padre. Llevo más
de un mes sin saber de él, no puedo llamarlo, lo pondría aún peor, pero hay
alguien que podría darme la información que necesito sin irse de la lengua.

-Vamos allá- suspiro.

Marco en mi móvil el número de él, de tantas veces que lo llamé para


que arreglara alguno de mis desastres me lo aprendí de memoria. La
llamada suena en mi oído, he ocultado mi número sólo por precaución.
-¿Quién es?

-Marcelo, soy Camelia, por favor no digas nada.

-Joder, espera.

Escucho la voz de mi monito y la risa de Eric de fondo, los extraño


tanto.

-Estoy en mi habitación, ¿cómo estás Niña?

-Bien, estoy bien. Segura, si es lo que preguntas.

-¿Me lo dices de verdad?

-Sí- me río- A ti nunca te mentiría.

-Lo sé, lo sé. Estábamos muy preocupados por ti.

-Sobre todo tú.

-Por supuesto que estaba preocupado por ti, Camelia. Eres la hermana
pequeña de mi mejor amigo, eres mi familia.

Se me escapa un gemido, la necesidad de llorar está creciendo dentro de


mí.

-Oye, no te pongas triste, ángel.

Me rio fuerte.

-Siempre te gustó llamarme así- le digo.

-Porque eres una salvaje con aspecto de ángel, pero es lo que hace que
seas única, Camelia.

-¿De verdad?
-Sí, ¿necesitas dinero?

-No, estoy bien, aún me queda del mío, pero gracias.

-¿Quieres saber de tu padre?

-Sí, por favor.

-No está bien, tu madre lo ha obligado a ir a terapia, está muy


deprimido.

-Joder, lo siento mucho, no tenía la intención de haceros daño, mucho


menos a él.

-Cálmate, entiendo totalmente tus razones. Hiciste lo correcto, de todas


formas, tu padre necesitaba esa terapia desde mucho antes.

-¿Emanuel se ha vuelto a poner en contacto con vosotros?

-No, ese bastardo sigue escondido con esa secta, estamos buscando
entre las sectas locales. Aún no hemos hallado nada, seguramente esté en
alguna de fuera de la ciudad.

-Ojalá lo encontréis pronto.

-Eso esperamos, te echamos de menos.

-¿Tú también?- me burlo.

-Sí, joder, extraño recoger los restos de tus desastres.

Una risa brota de lo más profundo de mí.

-También extrañaba esa risa.

-Oh basta, vas a hacer que me sonroje, Marcelito, tú nunca me alagas


tanto. ¿Tienes fiebre?
-Puede ser- se ríe.

Algo se aprieta dentro de mí cuando lo escucho reír.

-¿Cómo están los demás?- le pregunto.

-Bastian te echa de menos, no lo dice, pero lo conozco bastante bien.


Adriana es como un fantasma, a veces la veo entrar en tu habitación y salir
media hora más tarde. Ulises y Mikel siempre preguntan si hemos
encontrado algo sobre ti.

-¿Y qué le decís?

-Que no, tengo que decirte algo.

-Dime.

-No te hemos estado buscando, Camelia.

Me levanto del sofá de exterior, ahora estoy tan confundida.

-¿Qué?- pregunto.

-Fue una orden de tu hermano, dijo que serías más feliz siendo libre.

Un sollozo sale de mi pecho. Bastian decidió no buscarme, sabiendo que


sería más feliz huyendo que encerrada en mi habitación.

-Él me ama- sollozo.

-Claro que lo hace, puede que no hiciera las cosas bien contigo, pero
eres una de las personas más importantes para él, incluso por delante de
tus padres.

-Yo...

-Creíste que no te amaba.


-Sí.

-Pues lo hace, ángel. Él te ama muchísimo.

-Yo también lo amo a él, es mi segunda persona más importante.

-¿Yo soy la primera?

-Claro, siempre fuiste el primero.

Marcelo se ríe.

-Tengo que dejarte- le digo- Por favor, no le digas a nadie que has
hablado conmigo.

-No lo haré, ángel. Por cierto, Adriana les habla a Jeren y a Eric de ti
todos los días, el pequeño capo no deja de preguntar por ti.

-Los extraño mucho, quiero ver a mis bebés.

-Envíame un mensaje, te podría enviar fotos y vídeos de ellos sin que


nadie se entere.

-¿Lo harías?

-Sí, claro que sí.

-Está bien, te hablaré en cuanto colguemos.

-Hazlo, ángel.

-Gracias por todo, Marcelo.

-No tienes que agradecerme nada, eres familia Niña.

Me dejo caer en el sofá. Ojalá pueda verlos de nuevo algún día.


El cuatro de julio pasó rápido, ese día me volví completamente loca. Las
zorras de Emma e Isabella jodieron la ropa de la hija de Dani y Sandra en
un ataque de celos y envidia, las golpeé a las dos hasta que me sacaron de
encima de ellas. Luego, Gabriel se las llevó para castigarlas y Sandra llamó
a Mario, Tadeo y él vinieron enseguida hasta Houston para vengar a su
hermana. Nunca me había alegrado tanto de un castigo, esas dos merecen
que las golpeen hasta la muerte.

Martín, el padre de Dani y Gabriel, organizó una boda para ellos, aunque
ya estaban casados, ahora estaban aquí sus familias. La fiesta fue genial.
Todos nos lo pasamos bien y bailamos, yo terminé un poco borracha, debo
admitir la verdad. Quería celebrar por mis amigos y lo hice. La boda fue
ayer, hoy todos están descansando, he sido la primera en levantarme y estoy
preparando comida para todos, no es que sepa cocinar muy bien, pero
puedo defenderme.

Termino de poner la mesa en el jardín, estoy comenzando a escuchar los


primeros pasos bajar las escaleras. Nos hemos acomodado como hemos
podido en la casa de los abuelos de Dani, algunos están durmiendo en
colchones hinchables en el sótano, otros están compartiendo habitaciones.
Quienes más están disfrutando son los niños, creen que están en una especie
de campamento.

-Buenos días.

Me giro al oír la voz de Mario.

-Buenos días- respondo.

Se cruza de brazos mirándome con los ojos estrechados, no he tenido


mucha oportunidad de hablar con él o con Gabriel.

-¿Qué te pasa?- le pregunto.

-¿Por qué no estás en Brasil?

-No es asunto tuyo, Mario.


Intento pasar por su lado para entrar en la cocina, pero me sujeta con el
brazo.

-Gabriel y yo estamos guardando tu secreto, si Bastian se llega a enterar


de que sabemos dónde estás y no se lo hemos dicho podría acabar con La
Santa Corona.

Pongo los ojos en blanco.

-Vosotros tres y la puta Santa Corona- espeto- No te preocupes por


Bastian, no está preocupado por mí.

Estoy mintiendo, pero no quiero contarle que no me está buscando, mi


padre podría enterarse y enfadarse con mi hermano.

-Te equivocas mucho con tu hermano, Camelia, él te ama.

Doy un tirón de mi brazo.

-Mis asuntos con mi familia son míos, Mario, si quieres contarle a


Bastian dónde estoy hazlo.

Camino hacia la cocina, no llego muy lejos cuando la voz de Mario me


detiene de golpe.

-¿Y Niccòlo Barccola?

Mi corazón se acelera.

-¿Qué pasa con él?- pregunto.

-Estuvisteis en la misma ciudad, al mismo tiempo.

Me giro lentamente, intentando mantener la calma.

-¿Y eso qué?- le pregunto.


-¿Te vio?- niego con la cabeza- Camelia, si necesitas que te proteja de él,
dímelo, quiero ayudarte.

-No necesito la protección de nadie, sé cuidarme yo sola.

-Eso lo sé, claro que puedes cuidarte tú sola, joder. Pero siempre es
bueno obtener ayuda, dime que ponga una bala en la cabeza de ese bastardo
y lo haré.

-¿Lo harías?

-Sí- responde convencido- Lo haré sin pestañear.

-Quizás algún día te lo pida.

-Estaré esperando con el arma cargada.

Esbozo una sonrisa, Mario tira de mi muñeca y me atrae a su cuerpo para


darme un abrazo, se siente como si estuviera abrazando a mi hermano.

-Gracias- susurro.

-Cualquier cosa que necesites sólo tienes que pedirlo.

-Ahora necesito que me ayudes a terminar de poner la comida en la


mesa.

Mario se ríe, luego me suelta y me ayuda a terminar de poner la mesa,


todos han comenzado a venir al olor de la comida. Los niños están jugando
en el jardín sin atender a sus padres, que los llaman para que coman. Sólo
los más pequeños, los que no saben caminar aún, están presentes en la
mesa. Los más adultos, los padres de Dani, sus abuelos y James y Mariela,
están sentados desayunando en la parte de los sofás.

Se me escapa un resoplido, todos están aquí en pareja.

-¿Ocurre algo?- me pregunta Sofía.


-Sí, que estoy frustrada- contesto con molestia.

-¿Frustrada?- me pregunta.

-Quiero hacer un trío y nadie se anima.

A diferencia de los demás, sólo Dani y Sandra se ríen.

-¿Está bromeando?- le pregunta Gala a Sandra.

-No, lo está diciendo muy en serio- contesta ella.

-Soy generosa en la cama- digo sonriendo- Y me gustan las mujeres


tanto como los hombres, ¿ninguno de vosotros quiere incluirme en sus
juegos nocturnos?

Muevo las cejas arriba y abajo mirando a todas las parejas de la mesa,
Tadeo ha empezado a reír, Gabriel y Mario se miran negando con la cabeza
y las mejillas de Gala y Sofía están sonrojadas. Sara y Amara están
fingiendo no escuchar nada.

-Qué aburridos sois- protesto- Algún día encontraré a un hombre que


quiera hacer un trío conmigo y otra mujer.

Sandra acaricia mi brazo con su mano.

-Oh no, ahora no intentes consolarme, Dani y tú me echasteis de vuestra


cama.

-Encontrarás a alguien que cumpla con tus expectativas- me dice Sandra.

-No- dice Mario- Encontrarás a alguien del que te vas a enamorar y no


querrás compartirlo.

-¿Lo dices por experiencia?

Él asiente.
-¡Oh Dios!- exclamo- Dime que has hecho tríos- le suplico con las
manos juntas.

Él sonríe, pero no contesta, creo que lo hace con esa sonrisa. Su esposa
lo fulmina con la mirada, le exige saber con quién ha hecho esas
"guarradas".

-Has provocado una discusión entre mi hermano y su esposa- me dice


Tadeo.

Le saco el dedo medio.

-Jódete- le digo- Tu mujer es muy guapa, seguro que le gustaría más el


sexo conmigo que contigo.

Tadeo gruñe. Dani choca su puño con el mío.

-Que os jodan a los dos- nos dice Tadeo.

Toda la mesa se ríe. Me gusta esto, me gusta estar aquí, aunque extrañe
mucho a mi propia familia, ojalá pudieran estar aquí en este momento.
OCHO
Marcelo
La llamada con Camelia me dejó muy pensativo. Ya hace casi dos meses
de eso. No hemos vuelto a hablar por llamada, pero sí hemos estado
mandándonos mensajes, sobre todo le he enviado fotos y vídeos de los
niños. Aunque en la mitad de nuestro chat hay bromas de ella, Camelia
sigue siendo Camelia.

Una sonrisa se dibuja en mi cara.

Quito a Sheila de encima de mí, se ha quedado dormida. Agarro mi


móvil de la mesita de noche. Mi pecho vibra por la risa cuando veo el
mensaje de Camelia.

C: ¿Cuándo vas a venir a verme? Te echo de menos, meu amor.


Estoy tan caliente.

Niego con la cabeza, no he conocido a ninguna mujer que le guste tanto


hacer bromas sexuales como a ella. Le envío una foto de una polla que he
guardado de internet. Su respuesta es inmediata.

C: Ew, no me envíes esas cosas pervertido.

M: ¿No te gusta? Pensé que ibas a tocarte.

C: Si me envías una de la tuya seguro que me toco.

M: Nunca, jamás vas a ver mi polla, Camelia.

C: Eso ya lo veremos.

Sheila se remueve a mi lado, dejo el móvil sobre la mesita de noche.


Me pongo de costado y paso mi brazo por la cintura de Sheila, ella se
acurruca en mi pecho.

Si Bastian se llega a enterar de los mensajes que nos estamos enviando


Camelia y yo se enfadará muchísimo, aunque sean bromas. Es mi mejor
amigo, desde que Camelia comenzó a mostrarse como más mujer, cuando
cumplió dieciséis años, nos advirtió a Mikel y a mí que no nos acercáramos
a ella. Siempre quiso protegerla de los hombres y no pudo hacerlo con
Niccòlo. Ese bastardo se coló en el corazón de ella para jugar con él y
destruirlo. Bastian quedó tan derrotado por lo que pasó, tuvo que hacerse a
un lado para que su hermana pudiera vivir su vida y recuperarse.

No recuerdo en qué momento los mensajes llegaron a este punto,


simplemente sucedió. Camelia siempre ha sido muy abierta cuando se
expresa, pero jamás ha tenido comentarios sexuales hacia a mí, hasta ahora.
No me molestan, sé que está de broma y yo se los devuelvo. Supongo que
somos dos amigos bromeando.

El peso del sueño empieza a hacer mella en mí. Mañana tengo el día
libre y había pensado en llevar a Sheila a la playa. Ya debería haberme
dormido.

La risa de Sheila me despertó esta mañana, estaba hablando por teléfono


con una de sus muchas amigas, no puedo negar que me molestó que no se
fuese de la habitación para hablar con ella. No era necesario despertarme,
joder. Llevo toda la mañana molesto, mi hermano ya me ha preguntado
varias veces qué me pasa. Han venido todos con nosotros a la playa, no me
gusta, que Sheila esté con mi familia en la playa me parece demasiado
íntimo, es como si fuésemos pareja y no solo somos. Ella no es la mujer
adecuada para mí, no conoce ni una mínima parte de mi vida, cree que
Bastian es el empresario más importante del país y yo soy el vicepresidente
de su empresa. Si le cuento la verdad saldrá corriendo, como hacen todas.

-Deja esa cara.

-Que te jodan, Bastian- gruño.


-Ya lo hizo mi mujer esta mañana.

Me levanto de la toalla y le quito a Eric de los brazos, camino hacia el


agua con mi sobrino.

-¡Tito!- me llama Jeren- Espérame, por favor.

Mi pecho vibra por la risa, a veces es educado y otras te da órdenes


como el pequeño capo que es.

Lo tomo de la mano para ir juntos al agua.

-¿Puedes cogerme en brazos?- me pregunta- No me gustan los peces y al


tito Mikel le picó un cangrejo en el dedo del pie.

Se me escapa una carcajada, aún recuerda eso, pasó hace tres meses,
pero cada vez que puede, Jeren molesta a mi hermano.

-¡Marcelo!- grita Bastian.

Me giro hacia atrás para mirarlo, viene corriendo hacia a mí.

-Tenemos que irnos. ¡Ya, joder!

Toma a Jeren en sus brazos. Adriana, Ulises y Mikel han recogido todas
las cosas.

-¿Qué pasa papi?- le pregunta Jeren.

-Nada, monito, papi tiene trabajo urgente.

Jeren hace un puchero con la boca. Me pongo la camiseta rápidamente y


las chanclas.

-¿Te quedas aquí?- le pregunto a Sheila.

-Sí, las chicas vendrán pronto.


-Bien, nos vemos.

Sheila se queda con los labios hacia fuera, no tengo ninguna intención de
despedirme de ella con un beso en la boca. Bastian y yo nos subimos en su
coche, los demás van con Fabiano en el otro.

-¿Qué ha pasado?- le pregunto una vez que estamos solos.

-Camelia me ha llamado.

Frunzo el ceño.

-¿Qué?- pregunto muy confundido.

-Ha ocurrido algo, Héctor ha aparecido y ha atacado a la abuela de Dani


y a Sandra, Camelia estaba con ellos en Houston.

-Joder- suspiro- Bastian, tengo algo que decirte.

-Ahora no, Marcelo, sólo quiero llegar a mi hermana y ponerla a salvo,


Héctor la ha herido, no me ha dado muchos detalles.

-¿Herida?

Bastian asiente.

Me froto la cara con las manos. No me esperaba que pasase esto.

-¿Qué vamos a hacer con Camelia?- le pregunto- No puedes volver a


encerrarla.

-Lo sé, y no tengo ni idea de qué hacer.

Ninguno de los dos volvió a hablar el resto del viaje al aeropuerto. Ya


nos habíamos cambiado de ropa en la habitación del avión cuando nos
sentamos para volar hacia Houston. Bastian no deja de frotarse la frente con
los dedos y suspirar.
-Bastian- lo llamo- Tenemos que hablar.

-¿De qué?

-De tu hermana.

-¿Qué pasa con ella?

-Yo...

Bastian estrecha los ojos.

-Habla- exige en tono molesto.

-Llevo dos meses hablando con ella por teléfono.

Las fosas nasales de Bastian se dilatan, fruto de su enfado.

-¿Y no me dijiste nada?- gruñe.

-Ella me pidió que no lo hiciera.

-Trabajas para mí, eres mi mejor amigo y sabes lo preocupado que estaba
por ella.

-Lo sé y lo lamento. Ella quería saber de nosotros, de vuestro padre y los


niños.

Bastian respira hondo.

-¿Te habló del ruso y Niccòlo?- me pregunta, asiento- ¿Él sabe dónde
está ella?

-No, se ha mantenido a salvo.

-Bien.
Apoyo los codos sobre la mesa entre nosotros, dejo caer mi cabeza entre
mis manos. Nunca le había ocultado nada a Bastian, es la primera vez que
lo hago y me siento fatal, ni siquiera le he contado todo.

-Está bien, Marcelo- me dice- Entiendo por qué lo hiciste.

Niego con la cabeza.

-Debería habértelo dicho desde el principio.

-Ayudaste a mi hermana cuando más lo necesitaba.

-Ella cree que el ruso y Niccòlo tienen un acuerdo para encontrarla a ella
a petición del italiano.

-¿Por qué cree eso?

-Dani escuchó que el ruso estaba buscando a una mujer brasileña, sólo
tuvo que sumar dos más dos.

-Puto italiano, joder. No va a cansarse nunca.

-¿Por qué tienes que esperar a que Raffaelle muera? Ya no tienes


ninguna deuda de honor con él.

-Pirque en la ceremonia de nombramiento es cuando más vulnerables


van a estar, es el mejor momento para atacar y hacernos con Nueva York.

-Podemos enviar a un sicario a matarlo, Bastian.

Él asiente.

-Pero no nos haríamos con el territorio, sus hijos crecerán y querrán


venganza. No quiero dejar cabos sueltos para el futuro de mis hijos y los
tuyos.

-Entiendo.
Me reclino hacia atrás en mi asiento. Bastian tiene un buen punto de
vista, si nos hacemos con Nueva York nuestros hijos tendrán un futuro más
tranquilo. No habrá forma de que La Famiglia quiera vengarse, no habrá
nadie que sobreviva a nuestro ataque.

-Hay algo raro- digo- Es algo que llevo pensando un tiempo.

-Dime.

-Si el ruso ha estado buscando a Camelia, ¿no es extraño que no la haya


encontrado estando en su propia ciudad?

Bastian se queda pensativo.

-¿Crees que no la está buscando de verdad?- me pregunta.

Niego con la cabeza.

-Creo que sabe perfectamente dónde está desde el principio, lo que no sé


es por qué no se lo ha dicho a Niccòlo.

-¿Tienes su número? Sé lo que está esperando.

Bastian golpea la mesa con su puño, saco mi móvil del bolsillo interior
de mi chaqueta y se lo entrego con el número del ruso en la pantalla.
Siempre suelo buscar información de nuestros posibles enemigos, guardé el
número del ruso desde que Gabriel atrapó a su hermano. La llamada suena
por el altavoz, luego una risa áspera.

-Por fin me llamas, Santo.

-¿Qué quieres a cambio de la información de mi hermana?

-Niccòlo me ha ofrecido cualquier cosa, lo que yo quiera, con un


contrato firmado con sangre.

-¿Cualquier cosa a cambio de que le dieras la localización de mi


hermana?
-Oh no, el imbécil no especificó. Dijo que quería que yo la buscara, eso
hice, la busqué y la encontré, mis chicos tardaron un día en
encontrarla. Además, algo me dice que no podrá cumplir con su parte del
trato, lo que quiero él no puede dármelo.

-¿Qué quieres?- gruñe Bastian.

-Nueva York.

-Será tuyo, yo sí puedo prometértelo.

-Lo sé, ¿por qué crees que he estado esperando tu llamada durante dos
meses?

Pongo en pausa la llamada. Necesito hablar con Bastian antes de que


siga negociando con el ruso.

-¿Qué haces?- me pregunta.

-Atiende atentamente, el ruso puede proteger a Camelia.

-No voy a dejar a mi hermana en sus manos.

-Iré con ella, me quedaré con Camelia todo el tiempo que sea necesario
hasta que Fabiano y tú encontréis a Emanuel.

-¿Te quedarías con mi hermana?

-Sí, la protegeré con mi vida, hermano.

-Está bien.

Le doy al botón de pausa, la voz del ruso suena como la de una cotorra,
extrañamente no me cae mal.

-Escúchame bien Iuriy, el trato es este: Vas a proteger a mi hermana y a


mi mejor amigo en tu territorio, quiero protección absoluta sobre ellos.
-Eso suena a un trato.

-Tendrás Nueva York.

-Quiero algo más, Nueva York es a cambio de no revelar la ubicación de


tu hermana a Niccòlo.

-¿Qué es lo que quieres?

-Ayúdame a encontrar a alguien, ella es tan importante para mí como tu


hermana lo es para ti.

-¿A quién? ¿Y por qué no puedes encontrarla tú?

-Es mi hermana, sólo tiene dieciséis años, Vlad la escondió de mí para


mantenerme bajo control. Ella es lo único que me queda de mi madre. No
puedo encontrarla porque está en tu territorio, es lo único que he podido
conseguir, pero no sé en dónde está.

-Trato hecho, si haces algo contra mí te juro que verás mi peor cara.

-Nunca haré algo que ponga en peligro a mi hermana, creo que sabes a
qué me refiero.

-Sí- suspira Bastian- ¿A dónde enviarás a mi hermana y a Marcelo?

-Montreal.

Asiento a Bastian. Nadie nos encontrará en Canadá. Será un buen


escondite para nosotros dos.

El avión aterriza en Houston diez horas más tarde. Gabriel nos ha


recogido en el aeropuerto, nos ha explicado bien todo lo que ha pasado.
Camelia ha sido herida por Héctor en el hombro, le disparó cuando ella
estaba tratando de defender a Sandra y a Nanny. Camelia lo apuñaló en el
hombro varias veces. Bastian no ha contado nada sobre Montreal, me dijo
que quería mantener esta información oculta de todos, sólo el ruso, él y yo
sabemos lo que vamos a hacer y Camelia lo sabrá cuando nos vayamos.
Gabriel detiene el coche en el aparcamiento del hospital. Nos lleva a la
habitación donde tienen a Camelia, aunque no ha sido herida de gravedad él
solicitó una habitación para que ella descansara.

Bastian abre la puerta de un tirón, esta choca contra la pared.

-Pequeña princesa.

Camelia salta de la cama, se lanza a los brazos de su hermano.

-Bastian, te he extrañado tanto.

-Y yo a ti, no sabes cuánto.

Estrecho mi mano con la de Dani.

-Gracias por cuidarla- le digo.

Él asiente.

-Marcelito- me llama Camelia sonriendo.

La acojo entre mis brazos con cuidado de no hacerle daño en el hombro.

-Hola, ángel.

-También te he extrañado mucho.

-Mis dolores de cabeza vuelven.

Ella se ríe. Le doy un beso en la frente, no me había dado cuenta de lo


mucho que la había echado de menos hasta que la he visto.
NUEVE
Camelia
Mi hermano ha hecho un trato con Iuriy Kozlov, el ruso, por mí. Para
mantenerme a salvo, Marcelo y yo estamos volando hacia Montreal, el ruso
nos ha conseguido identidades nuevas, ante la sociedad somos un
matrimonio joven que acaba de mudarse para tener una mejor vida,
viviremos en un apartamento en el centro de la ciudad. Tendremos a
algunos guardias vigilándonos.

Muevo la cabeza hacia un lado y hacia otro, tratando de aliviar la tensión


en mi cuello.

-¿Necesitas un masaje?

Esbozo una sonrisa, Marcelo ha estado muy atento conmigo estos días en
Houston.

-No, está bien, es sólo un poco de estrés- contesto.

Él asiente, lo miro de arriba a abajo, lleva puesta una camiseta blanca de


manga corta y un pantalón de chándal negro. Nunca lo había visto fuera de
sus trajes, incluso en casa o en sus días libres siempre llevaba uno. La
camiseta se ajusta perfectamente a sus pectorales y el chándal, joder, su
entrepierna se marca a través de la tela, sólo un poco. Aparto la mirada
rápido, no quiero que me vea mirando a donde no debo. Últimamente he
estado teniendo pensamientos impuros con él. Niego con la cabeza
riéndome. ¿Desde cuándo digo pensamientos impuros? La falta de sexo está
comenzando a afectarme.

-¿Y ahora de qué te ríes?- me pregunta.

-De mis pensamientos. Necesito sexo, Marcelo, llevo dos meses de


sequía.
-No lo dices en serio.

-Lo digo muy en serio, estoy harta de mi mano, y ahora ni siquiera puedo
usarla.

Señalo el cabestrillo de mi brazo herido.

-¿Puedes comprarme un consolador? Olvidé el mío en casa.

Marcelo gruñe, provocando mi risa.

-Ahora vas a ser mi amado esposo- le digo moviendo las cejas arriba y
abajo.

-Ni siquiera vamos a dormir en la misma habitación.

-No seas aguafiestas, me llamo Dominique Dos Santos, tú te llamas


Aquiles Dos Santos, soy tu maldita esposa, dame placer.

Mi voz sale más alta de lo que pretendía, noto las miradas de los
pasajeros sobre nosotros.

-Baja la voz- gruñe Marcelo- No voy a tocarte, Camelia, te compraré el


puto consolador.

Me inclino hacia su oído.

-Gracias, maridito, has hecho muy feliz a tu esposa.

Enderezo mi espalda en mi asiento con una sonrisa, he conseguido lo


que quería, aunque la verdad es que espero encontrar a alguien con quien
follar en Montreal, no quiero estar con un puto consolador hasta que mi
hermano y Fabiano encuentren a Emanuel.

-¿Cómo dijiste que se llamaba la hermana del ruso?- le pregunto.

-Anya- suspira Marcelo- Anya Kozlov, sólo tiene dieciséis años, lleva
desaparecida desde los diez.
-Ese maldito Vlad el empalado...

Marcelo se ríe.

-No se llama Vlad el empalado, es Vlad el empalador.

Niego con la cabeza.

-Vlad el empalador era Drácula, empalaba a la gente. El hermano de


Iuriy es Vlad el empalado, espero que Iuriy lo empale como a un kebab.

-Eres única, Camelia.

-¡Gracias!- contesto felizmente.

Me pongo casi de pie y le doy un beso en la mejilla a Marcelo, me


demoro más tiempo del que quería. Sus ojos marrones se encuentran con los
míos cuando me separo de él, nuestras caras están a escasos centímetros.

-Gracias por venir conmigo a Montreal- le susurro.

-No tienes que agradecer eso- su voz se ha vuelto más grave y ronca- Te
lo dije, eres mi familia.

El impulso me gana, le doy un corto beso en sus gruesos labios. Luego


vuelvo a sentarme en mi asiento sin decir nada más. Marcelo se ha quedado
mirando por la ventanilla.

El avión aterriza en Montreal al mediodía. Mi cabeza ha estado dando


vueltas sin parar al estúpido beso que le he dado a Marcelo, él no ha dicho
nada, no ha sido un super beso. Sólo quería agradecerle que haya venido
conmigo a la otra punta del continente para protegerme. Un ruso nos recoge
a la salida del aeropuerto, no habla mucho, Marcelo tampoco lo hace, así
que, el viaje hasta el apartamento es silencioso. El ruso detiene el coche
frente a un edificio que parece lujoso por fuera. Me bajo del coche detrás de
Marcelo.
-Estas son las llaves de acceso al edificio- nos dice en inglés el ruso- Es
uno de los lugares más seguros de la ciudad, hay cámaras y sólo se puede
acceder al interior con estas tarjetas o que alguien de dentro abra la puerta.
Dado que sólo vosotros vais a vivir aquí, sólo vosotros podréis dar acceso a
alguien desde dentro, estas son las únicas llaves que existen.

-Son como las de un hotel- murmuro.

-Sí- responde el ruso- Son llaves, abren puertas.

Pongo los ojos en blanco.

-Ya sabemos para qué sirven las llaves, ruso- protesto.

Hace un gesto de enfado con la cara, le dedico una sonrisa. Marcelo


presiona su dedo índice sobre el pecho del ruso.

-Cuidado- le dice en tono de advertencia- Me da igual que trabajes para


Iuriy Kozlov, te mataré si la miras mal.

-Entendido, señor.

Le arranco la tarjeta de acceso de la mano. Marcelo rodea mis hombros


con su enorme brazo mientras caminamos hacia la puerta de entrada del
edificio, él es tan grande, mide 2,03cm, es incluso más grande que mi
hermano. Sus hombros son tan anchos.

-¿Podemos ir de compras?- le pregunto.

-¿Quieres salir?

-Sí, necesitamos ropa y me gustaría ver un poco de la ciudad. No


tenemos que permanecer encerrados, ¿verdad?

Niega con la cabeza.

-Podemos salir- dice.


-¡Bien!- exclamo- Entonces vayamos a hacer compras y a comer algo
típico de por aquí.

-Aquí tenéis- nos dice el ruso entregándonos unas llaves de coche- Está
en el parking subterráneo, es un SUV Mercedes EQS de color blanco, está
blindado. El señor Da Silva se lo compró al jefe para vosotros.

Me aprieto al costado de Marcelo, mi hermano sabía que no podría


quedarme encerrada en esa casa y buscó un coche seguro para nosotros.
Marcelo frota mi brazo con su mano.

-Vamos directamente al parking- me dice.

-Os seguiremos discretamente en otro coche- nos dice el ruso- Sólo


interferiremos en caso de ataque.

Marcelo asiente. Abre la puerta del edificio con su llave, me lleva hasta
el ascensor y pulsa el botón del parking.

-Marcelo...

-No te preocupes, Camelia, te conozco, sé que sólo estás agradecida


porque esté aquí contigo.

Doy un salto y me cuelgo de su cuello, rodeando su cintura con mis


piernas.

-¿Me conoces? Lo dudo mucho, Marcelito.

Marcelo pasa su brazo por debajo de mi culo.

-Te conozco mejor de lo que piensas, ángel.

Niccòlo
-¡Basta!- le grito a mis dos guardias.
Llevan toda la mañana sin darme la información que estoy buscando. El
ruso no se ha puesto en contacto conmigo desde que nos vimos en el casino.
No me gusta que me haga a un lado, mi primo dice que me la está jugando.
No lo debería hacer si no quiere tener a la puta Famiglia en su puerta.

-Fuera de mi despacho- ordeno.

Mi esposa entra cuando ellos salen, se pone detrás de mí y masajea mis


hombros.

-Estás muy tenso, amore- me dice.

-Tengo a incompetentes trabajando para mí.

-¿Qué es lo que pasa? Ya no me cuentas nada.

Tomo una de sus manos y le doy un beso. La hago rodear mi silla y


sentarse en mi regazo, acaricio su abultado vientre.

-Sandro se mueve- sonrío.

Mi esposa me da un beso en los labios, baja sus manos hasta mi cinturón.

-Yo también sé moverme, amore- me dice con una sonrisa- ¿Ya no te


acuerdas cómo te conquisté?

Acaricio su pelo mientras ella se quita sus bragas y se sube a horcajadas


mi polla.

-Recuerdo ese día cada segundo, mia vita. Tu coño me sedujo.

Ella se ríe. Empieza a mover sus caderas.

-Mia vita- gimo.

-¿Recuerdas nuestra primera vez?


-Sí- gruño- Recuerdo cómo te follé y te quité la virginidad, te convertiste
en mía para siempre.

Ella sonríe, sus mejillas se tornan rojas, las acaricio con mis pulgares.
Hace años, su belleza me deslumbró, me acosté con ella la primera noche
que la conocí, iba a hacerla mi amante. Pero Corina era la hija de un
teniente, no era carne de amante. No podía dejarla, me tenía embrujado con
su cuerpo, fue cuando decidí hacerla mi esposa.

Ataco su boca con la mía mientras me levanto y la tumbo sobre el


escritorio, comienzo a mover mis caderas, chocando con su pelvis en mis
constantes embestidas. La sujeto con fuerza por la mandíbula.

-¿Te gusta así, putita?

-Sí, sí- gime.

La sujeto por las caderas, mi polla entra y sale de su resbaladizo coño.


La imagen de Camelia abierta así para mí viene a mi mente. Me las follé a
las dos el mismo día, después de estar con Corina toda la noche tomé un
vuelo a Brasil para ir a ver a Camelia. Lo hice tan mal, necesito pedirle
perdón, necesito que me perdone y vuelva a mi lado. Corina tiene los días
contados, una vez que nazca mi hijo, ella morirá. Lo siento tanto, pero no
puedo permitir que vuelva a interponerse entre el amor de mi vida y yo.

-Me voy a correr- gruño.

Me hundo dentro de ella, su orgasmo aprieta mi polla, provocándome un


fuerte gemido cuando me corro.

Los ojos azules de mi esposa se posan en mí.

-Hacía tiempo que no te descontrolabas tanto- me dice.

-Tenía muchas ganas de follarte bien, mia vita.


La ayudo a sentarse en el escritorio, cojo sus bragas del suelo y se las
pongo.

-Vete- le digo- Necesito trabajar.

Le doy un beso en la sien, ella sonríe.

-Fui tu mejor opción, amore- me dice- Esa zorra brasileña nunca habría
encajado en la mafia italiana.

Corina me da un beso en los labios antes de irse. No es la primera vez


que habla así de Camelia, durante el primer año de nuestro matrimonio la
nombraba cada día, se jactaba de haberle robado al capo. La llamada de
todas las formas despectivas que conocía, no me molestaba en ese
momento, ahora lo hace. No me gusta que la llame zorra, Camelia no ha
tenido el mejor comportamiento estos años, pero la devolveré a su camino,
ella será una buena esposa y madre.

Salgo de mi casa después de varias horas, la noche ya ha caído sobre


Nueva York. Llamo al ruso desde mi coche, tiene muchas explicaciones que
darme, no sé por qué aún no he recibido ninguna información sobre la
búsqueda de Camelia.

-Amigo- contesta en un tono burlón.

-¿Amigo? Eres un hijo de puta.

-Yo no trataría así al hombre que tiene en su poder la ubicación de la


mujer que tanto buscas.

Mi corazón se acelera.

-¿La has encontrado?

-Oh sí, por supuesto que lo hice, fue demasiado fácil, la encontré dos
días después de nuestra reunión.

-¡¿Y por qué coño no me llamaste?!


-Bueno...

-¡No!- lo interrumpo- No pongas excusas, hicimos un maldito trato.

-Es lo que iba a decirte. Hicimos un maldito trato, en el que tú me


pediste que la buscara y eso hice.

-¿Qué estás queriendo decir?

-Que en ningún momento de nuestra charla me pediste que debía


revelarte su ubicación. De hecho, tengo el contrato firmado con tu sangre
delante de mí. Oh no, amigo, aquí tampoco dice que deba darte la
ubicación de Camelia Da Silva.

Golpeo el volante de mi coche con mi puño, el puto ruso me la ha


jugado.

-¿Qué es lo que quieres?- gruño.

-Aún no me he cobrado la deuda que tienes conmigo, ¿vas a meterte en


otra?

-Haré cualquier cosa por ella.

-Me lo pensaré, por ahora no me interesa hacer ningún trato contigo.


No tienes nada que ofrecer, prácticamente te busqué gratis a esa chica.

-Maldito seas, dame la maldita ubicación de mi mujer.

-¿Estarías dispuesto a entregarme a tu heredero a cambio de ella?

Mi sangre se congela dentro de mí, exhalo aire abruptamente.

-¿Qu-Qué?- tartamudeo.

-Ya lo has oído.

-¿Quieres a mi hijo?
-No, amigo, a tu primogénito, tu heredero. Yo no tengo, sería divertido
ser padre.

-No puedo hacer eso.

-Lo que imaginaba.

-Pu-Puedo darte a una mujer fértil, Thea, ella podría estar embarazada
de mi hijo en este momento, puedes quedártelos.

-No quiero a tu amante. Es tu heredero o nada.

Me froto la cara con la palma de mi mano, el sudor recorre mi espalda y


mi frente.

-Doménico, sólo tiene cuatro años- le digo.

-Y podrías tener un nuevo heredero con Camelia.

-No puedes pedirme algo así.

-Lo estoy haciendo. ¿Quieres la ubicación de la chica Da Silva?

Miro por la ventanilla de mi coche hacia el ascensor, podría subir y


meter a Doménico en el coche, podría llevarlo a donde el ruso me diga y
obtener la ubicación de Camelia, tendría un nuevo heredero con ella.

-Trato hecho- le digo.

-Te volveré a llamar en unos días. Tienes mi palabra de que seré un buen
padre para Dominic.

-Doménico- gruño.

-Oh, no, ahora es Dominic.

El ruso cuelga la llamada. ¿Qué he hecho?


DIEZ
Marcelo
El vómito sube por mi garganta. Estoy atónito con todo lo que he
escuchado, Niccòlo está completamente loco.

-¿Cómo coño puede jugar así con la vida de su hijo?- dice Bastian al
otro lado de la línea.

Viajó a Las Vegas para encontrarse con el ruso antes de volver a Brasil.
Iuriy le dijo que debía comprobar hasta dónde sería capaz de llegar Niccòlo
por tener a Camelia, dijo que así sabría a qué se está enfrentando. Nos
enfrentamos a un completo loco obsesionado con ella.

La miro mientras duerme en la cama, ha dejado la puerta de la habitación


abierta. Hace horas que llegamos de hacer las compras que quería, estaba
agotada y se fue a dormir sin cenar. Sólo hay una habitación en este
apartamento, hemos llegado al acuerdo de compartir la cama, es bastante
grande, por suerte para mí.

-Ahora ya sabéis a qué os estáis enfrentando, yo lo supe en cuanto firmó


un contrato del cual no sabía lo que yo iba a pedirle.

La voz de Iuriy me saca de mis pensamientos. Niego con la cabeza,


nunca me gustó Niccòlo, sabía que era un estúpido con ínfulas de capo.
Ahora me doy cuenta de que es un obsesivo, cree que Camelia es suya y la
quiere a cualquier precio, aunque eso suponga entregar a uno de sus hijos.
Incluso estaba dispuesto a entregar a su amante, posiblemente embarazada
de él. Es un cerdo asqueroso.

-Marcelo, no permitas que ese jodido loco ponga una mano encima de
mi hermana.

-Nunca, hermano. La protegeré por encima de cualquier cosa.


-También podéis enfrentar a un loco contra otro- dice el ruso.

-¿Qué quieres decir?- le pregunta Bastian.

-Ese medio hermano tuyo, enfréntalo a Niccòlo, hazle creer que tu


hermana está con él en Nueva York. Te quitarás de en medio a uno de los
dos y, de alguna forma, tu medio hermano podría salir de su escondite.

-Podría funcionar- le digo a Bastian.

-Tenemos que planearlo muy bien- me dice.

-Dejadlo en mis manos- nos dice el ruso.

-¿Qué vamos a hacer con los hijos de Niccòlo?- pregunto.

-Me haré cargo de ellos- dice Iuriy- Sólo son niños, no merecen al
bastardo que tienen como padre.

-¿Y su esposa?- pregunto.

-Veremos cómo actúa cuando todo haya estallado y ya decidiremos si la


matamos o la dejamos libre con sus hijos- dice Bastian.

Veo a Camelia removerse en la cama, estira su brazo bueno por encima


de su cabeza.

-Os dejo, se ha despertado- les digo en un susurro.

Cuelgo la llamada y me levanto del sofá. Me acerco a la puerta de la


habitación, los ojos de Camelia se posan sobre mí.

-¿Has descansado?- le pregunto.

-Sí, muy bien, hacía meses que no dormía así de bien.

Una sonrisa se dibuja en mi cara.


-He preparado la cena- le digo.

Camelia se sienta en la cama con la espalda apoyada en el cabecero.

-¿Qué has preparado?- me pregunta.

-Canelones a la boloñesa.

Camelia se pone de pie en la cama, da un salto hacia a mí, enreda sus


piernas desnudas en mi cintura, tengo que sujetarla con un brazo por su
espalda y otro por el culo para que no se caiga.

-¿Has hecho mi comida favorita?- me pregunta con una sonrisa.

-Ya te dije que te conozco bien, Camelia.

Me da un beso en la mejilla, luego se baja al suelo. Mis ojos se posan en


su culo, levemente cubierto por sus bragas rosa chicle.

-¡Vamos!- chilla desde fuera- Tengo hambre y planes para esta noche.

Mi ceño se frunce, salgo rápido de la habitación.

-¿Planes?- le pregunto.

Ella asiente con la cabeza mientras toma unos platos de la alacena.

-¿Qué planes?- le pregunto.

-Llevo meses sin sexo, Marcelito, necesito relajarme.

-Te has comprado un consolador esta tarde.

-Sí y quiero usarlo, pero no sola.

-No vas a traer aquí a ningún tipo, no podemos confiarnos.

-No es un tipo y tiene contrato de confidencialidad- dice con una sonrisa.


-Camelia, ¿qué has hecho?- gruño.

Arrastra un plato con canelones por la encimera de la isla hacia a mí. La


sonrisa de su cara no me gusta nada, ha hecho algo y sé que no me va a
gustar.

-¿Qué has hecho?- repito.

-He contratado a alguien- dice antes de comenzar a comer.

-¿Has contratado a un puto?

Niega con la cabeza.

-Claro que no.

Da un sorbo a su vaso de agua mirándome, sonríe cuando lo deja en la


encimera.

-Es una escort de lujo- dice.

Me agarro fuerte al borde de la encimera.

-¿Desde cuando eres lesbiana? Creí que lo de la mujer esa con la que
estuviste era sólo algo casual, que estabas experimentando.

Ella me apunta con el tenedor.

-No te equivocas- responde- Estaba experimentando y me gustó, me di


cuenta de que soy bisexual.

Me froto la cara con una mano. Debe estar jodiéndome, ella nunca ha
mostrado ningún interés por las mujeres. Claro que, Mikel tampoco había
mostrado interés por los hombres y va a casarse con uno.

-Está bien- le digo- ¿Y el contrato?

-Está firmado, la agencia es la más importante de todo Canadá.


-Camelia, si algo sale mal.

-Estamos a salvo, Marcelo. Además, siempre puedes unirte a nosotras,


no me importa compartir.

Mi polla se remueve en mis pantalones de chándal, a ella le gusta esa


idea, joder, siempre he querido saber qué se siente estar con dos mujeres.
Pero no es una buena idea hacerlo con la hermana de mi mejor amigo.

-No- respondo.

Ella se encoge de hombros.

-Voy a ducharme- le digo.

Necesito una ducha de agua fría, maldición.

El agua fría corre por mi cuerpo, provocando el efecto que tanto ansiaba.
Mi mente se ha relajado y ha dejado de imaginar a la hermana pequeña de
mi mejor amigo teniendo sexo con otra mujer. Ahora sólo tengo que salir
del apartamento antes de que llegue la puta, Camelia no se va a cortar ni un
sólo pelo, tendrá sexo conmigo delante. Nunca le ha importado exhibirse,
más de una vez tuve que detener a la prensa de nuestro país cuando querían
publicar fotos de ella teniendo sexo en la cubierta de los yates de sus
amigos. No le importa y nunca le han importado los ojos curiosos.
Definitivamente, tengo que salir de aquí.

Camelia
Mis ojos se abren de par en par al ver a Marcelo salir del baño, está
completamente desnudo. Su polla es enorme, nunca vi una así, mi coño se
humedece y mi boca hace aguas imaginando las posibilidades.

-¡Joder!- grita él tapándose con sus manos- ¿Qué haces aquí? Te dije que
me iba a duchar.
Señalo hacia la puerta, Marcelo desvía su mirada hacia allí, la escort lo
mira con la boca abierta.

Me muerdo el labio inferior, mi mente está sondeando una idea desde


hace días.

-Marcelo- lo llamo.

Sus ojos están sobre la escort, lo entiendo, ella es alta y hermosa, pelo
negro largo, tetas grandes y operadas, un culo redondo y trabajado, piel
oscura y suave. Puede que pensara un poco en el cuando la contraté, sé lo
que le gustan las chicas negras y la escort es todo lo que a él podría
gustarle.

Me levanto de la cama por la parte de los pies, aparto las manos de


Marcelo de su entrepierna.

-Déjate llevar- susurro en su oído- Nadie sabrá lo que ocurra aquí esta
noche.

Marcelo me mira.

-¿Lo juras?- me pregunta.

-Sí. Vamos ve a por ella, te está esperando, bombón.

Me siento rápidamente en la silla de al lado de la cómoda, desde aquí


puedo ver todo lo que suceda en la cama, por fortuna la habitación no es
demasiado grande. Marcelo toma la mano de la escort, la lleva hasta la
cama, donde la tumba de espaldas en el colchón. Su polla se está poniendo
dura, trago grueso, esa cosa parece una anaconda y está creciendo por la
excitación de él.

-A ella le gusta chupar pollas- le digo a Marcelo- Y coños.

Él gruñe en respuesta, la toma por la mandíbula con su enorme mano y


la obliga a mirarlo.
-¿Te gusta comer coños?- le pregunta.

Esbozo una sonrisa traviesa, llevo desde hace dos días preparando esto.
Vi a Marcelo medio desnudo en Houston, esa vez no vi su polla, pero quería
hacerlo. Me pregunté cómo sería verlo con otra mujer, busqué una agencia
de escort de lujo aquí en Montreal, contacté con la más importante y les dije
lo que quería, Sídney, así se llama la chica que está en la cama, cumplía con
todas mis exigencias.

Ella asiente ante la pregunta de él, luego me mira.

-¿Lo tenías preparado?- me pregunta Marcelo.

Su pregunta me sorprende.

-¿Crees que soy estúpido, Camelia?

De pronto da dos pasos amenazantes hacia a mí, me toma de la muñeca y


me levanta de la silla, me arroja con fuerza al colchón. No actúo con la
suficiente rapidez, Marcelo me despoja de mis bragas y me abre de piernas.

-Sin pelos, perfecto para que ella te lo coma- su voz sale ronca, jamás lo
vi así.

Sus ojos están tan oscuros como el carbón. Obliga a Sídney a poner su
cabeza entre mis piernas.

-Cómele el coño hasta que se corra- le ordena.

-Marcelo, esto era para...

Mi frase es interrumpida por un gemido.

-¡Joder Sídney!- grito.

Agarro su cabeza y la aprieto contra mi coño.


No puedo dejar de mirar a Marcelo, se masturba con fuerza mientras
mira a Sídney dándome placer. Sídney gime en mi coño en el momento en
el que Marcelo la toca con sus dedos, no puedo ver muy bien desde aquí,
pero por el movimiento de su mano es obvio que le está follando el coño.

-Haz que se corra- le gruñe.

Sídney acelera el movimiento de su lengua, mis caderas se levantan del


colchón. Marcelo se da cuenta de esto, deja de masturbarse y se sube a
horcajadas sobre mis caderas, el poco peso que pone sobre mí es suficiente
para detener mis movimientos.

-Abre- me ordena- Abre esa puta boca, Camelia.

Mi cuerpo obedece su orden. Marcelo mete los dedos con los que ha
estado follando el coño de Sídney en mi boca. Comienza a follármela
mientras que con su mano libre se deshace de mi cabestrillo y de mi
camiseta de tirantes. Pone su polla entre mis tetas, no son tan grandes como
las de Sídney, pero tienen un buen tamaño para ser folladas.

-Te juro que como Bastian se entere de esto...

Niego con la cabeza varias veces, estoy demasiado excitada. Marcelo


empieza a follarse mis tetas, saco sus dedos de mi boca, agarro sus manos y
las pongo sobre mis tetas, apretando fuerte su polla con ellas, las folla más
rápido.

-Sídney, fuera de ahí- gruñe.

Mis ojos se abren. Espera, ¿me va a follar?

-Sube a su cara y follátela- le ordena.

Marcelo baja por mi cuerpo, hasta ponerse de rodillas entre mis piernas.
Hay una lucha en su interior, puedo verlo. Sea como sea, su excitación ha
ganado a la lógica. Me sujeta por las caderas y sube mi culo a sus piernas,
luego guía su polla a mi entrada. Va a meterme esa monstruosidad. Sídney
intenta subirse a mi cara.

-Espera- le susurro- Quiero ver.

Le hago un gesto con la cabeza hacia Marcelo. Siento la presión de su


enorme y gruesa polla, las venas hacen surcos en su piel.

-¿Anticonceptivos?- me pregunta sin mirarme.

-Sí, llevo un DIU- contesto.

-Dime hasta dónde puedo meterme.

-Hasta el final- me rio.

Niega con la cabeza.

-Nunca es hasta el final- hay un tono triste en su voz.

-Hasta el final- exijo.

-Te haré daño- esta vez me mira.

-Hasta el maldito final, Marcelo.

Poco a poco se va metiendo en mi interior, siento que todo se abre, como


si estuviera explorando un mundo nuevo.

-¡Joder!- gime- Hasta el puto final, por fin.

El orgullo emerge en mi pecho.

-Muévete- digo en tono suplicante- Fóllame, joder.

-Sídney sube a su cara, ahora.


La ayudo a ponerse a horcajadas sobre mi cara. Empiezo a lamer su
coño, siento que ella se inclina hacia adelante, lo hace, su lengua está
lamiendo la unión entre Marcelo y yo. Él está gruñendo como un puto
animal. Jamás pensé, nunca se me pasó por la cabeza, que esto iba a acabar
así. Creí que él querría follarse a la puta, no a mí. Nunca lo había visto de
esa forma, él siempre fue el mejor amigo de mi hermano mayor.

Sus embestidas contra mí son implacables, no dejo de gemir en el coño


de Sídney.

-Aprieta mi polla- gruñe Marcelo- Eso es, ángel.

Mi vagina comienza a apretarse, Marcelo gime tan fuerte que provoca mi


orgasmo, mi ego se crece, sabiendo que soy yo quien le ha provocado ese
tremendo placer. Lo siento llenarme.

-Límpiala- le ordena a Sídney cuando sale de mi interior.

Se tumba a mi lado, aparta un mechón de pelo de mi cara sudorosa.

-Por favor- me suplica.

-No diré nada, Marcelo, tampoco me interesa que Bastian se entere que
me ha follado su mejor amigo con una prostituta delante.

-Gracias.

-No lo agradezcas, confía en mí.

-Lo hago, ángel, confío en ti.

Sus labios se posan sobre los míos, pongo mi mano detrás de su cuello
para atraerlo más a mí. Tengo un segundo orgasmo con Sídney
lamiéndome.

-Ya he acabado- dice ella.

-Ya puedes irte- responde Marcelo.


Sídney se viste rápidamente y se marcha del apartamento. Marcelo y yo
nos quedamos a solas en la enorme cama, todo está en completo silencio, ni
siquiera se escucha el tráfico de la calle.

-¿De verdad no te he hecho daño?

La voz de Marcelo rompe el silencio.

-No, creo que has encontrado mi punto G a la primera.

Él se ríe.

Me pongo de costado, apoyándome sobre mi codo izquierdo y dejando


mi cabeza sobre mi palma. Recorro con mis dedos el torso desnudo y
sudoroso de Marcelo.

-¿Nunca has follado así a una mujer?- le pregunto.

-Lo intenté una vez, pero ella se asustó, creo que le hice daño de verdad,
había sangre. Nunca más volví a intentarlo.

-¿Desde entonces ellas se ponen encima?

Marcelo asiente.

-Así pueden controlar la situación- dice.

-Me gusta que tú hayas controlado la situación.

Marcelo me empuja sobre el colchón, abre mis piernas con sus rodillas y
se pone sobre mí, sujeta mis manos por las muñecas, una a cada lado de mi
cabeza.

-No me ha gustado tener el control- gruñe cerca de mi cara.

-¿Por qué?
-Porque... Quiero repetir, ángel. Quiero volver a estar dentro de ti,
profunda y placenteramente dentro de ti.

-¿Y qué te lo impide? Tienes mi consentimiento.

Siento su polla entrar dentro de mí.

-Sabes que esto no está bien, ¿verdad?- me pregunta.

-A mí me parece que está muy bien.

Arqueo mi espalda de forma involuntaria.

-Ángel, mírame.

Abro los ojos, no me había dado cuenta de que los había cerrado.

-¿Tú quieres seguir con esto?- me pregunta.

-Sí, estamos cautivos en una ciudad donde nadie nos conoce, tenemos
derecho a divertirnos.

Marcelo ataca mi boca con la suya.

-He probado algo que no debía- susurra- Va a ser una noche muy larga
para ti.
ONCE
Camelia
Exprimo las últimas naranjas, me he levantado antes que Marcelo.
Quería prepararle el desayuno y darle una sorpresa. Anoche fue increíble,
nunca había sentido lo que él me hizo sentir, apenas dormí, me tuvo toda la
noche abierta de piernas. Pero no me importa, me lo pasé muy bien,
Marcelo sabe lo que hace. La puerta de la habitación se abre, él sale con el
torso desnudo, lleva únicamente unos pantalones cortos de baloncesto. Es
sumamente enorme.

-¿Qué haces?- me pregunta.

Ladeo la cabeza a un lado.

-¿A ti qué te parece lumbreras?

-Podría haber hecho yo el desayuno.

-No es la primera vez que lo hago, hice uno para toda la familia de
Sandra y Dani.

-¿Y no se intoxicaron?

-¿Y no se intoxicaron?- lo imito con burla- Quedaron encantados,


Indiana Jones.

Frunce el ceño.

-¿Indiana Jones?- me pregunta.

-Sí, tienes un látigo entre las piernas- respondo con una sonrisa.

Marcelo se ríe.

-¿Quieres ir a algún lado?- me pregunta.


-Sí, podríamos ir a ver la ciudad, nunca he estado en Montreal.

Marcelo asiente.

-¿Cómo está tu hombro?- me pregunta.

Me quita el apósito y examina mi herida, le meto un trozo de tostada con


mermelada en la boca.

-Está bien- respondo- Anoche no me hiciste daño, ya te lo dije.

-Tengo que asegurarme de que estás bien siempre, ángel.

Acaricia mi mejilla con su pulgar.

-¿Por qué nunca te has acercado así a mí?- le pregunto- Me he sentido


sola durante años.

Marcelo rodea mi cuerpo con sus brazos, descanso mi cabeza en su


pecho.

-Creí que no querías que, precisamente yo, me acercara a ti. Mikel


parecía no gustarte.

-Mikel me gusta, tú también. Sólo tenía celos.

-Lo siento, te dejamos sola, no hay justificación para nuestro


comportamiento.

-Está bien, no importa.

-Lo hace, ángel. Te empujamos a los brazos de...

-No- mi voz se rompe- No digas su nombre, por favor.

-¿Todavía te duele?

-Sí.
-¿Sigues enamorada de él?

Niego con la cabeza.

-El amor que sentía por él se acabó el mismo día que me dejó plantada
en el altar. Pero me avergüenza haber confiado en él, no me gusta
recordarlo. Me duele, fui tan tonta.

-Ángel, no fuiste tonta y no debes avergonzarte por haberte enamorado.


¿Nunca volviste a amar a nadie?

-No y dudo que eso vuelva a pasar. Me he hecho a la idea de que nunca
me casaré y que tampoco tendré hijos.

-No puedes saber el futuro, quizás no haya llegado la persona adecuada


para ti o haya llegado y no te has dado cuenta de su presencia.

Apoyo la barbilla en su pecho, sus ojos se encuentran con los míos.


Marcelo me levanta del suelo, sujetándome por los muslos con sus manos y
me deja sobre la encimera de la isla de la cocina, luego se coloca entre mis
piernas y enreda sus dedos en mi pelo cuando acuna mi cara entre sus
manos.

-Hay alguien para ti, esperándote para amarte como mereces y darte la
vida que siempre deseaste- me dice.

-¿Lo crees de verdad?

-Lo creo de verdad, ángel. Eres una mujer increíble, habría que ser muy
estúpido para dejarte escapar.

Esbozo una sonrisa. No conocía esta parte de Marcelo, es tan bueno y


cariñoso.

Marcelo me sacó del apartamento en cuanto terminamos de desayunar.


Me trajo a un nuevo centro comercial, diferente al de ayer. No me he
comprado nada aún, ya me compré suficiente ropa en las tiendas que
visitamos ayer y el vestidor del apartamento no es muy grande. Hemos
estado hablando de muchas cosas, sobre todo, le he estado haciendo
preguntas sobre sus gustos. A pesar de haber vivido en la misma casa
durante diez años me he dado cuenta de que nunca lo conocí de verdad, lo
único que conocía de él eran cosas superficiales. Ahora sé que le gusta leer
libros de ciencia ficción, le encantan las películas un sábado por la noche o
que su mayor sueño es casarse y tener hijos. Él no me ha hecho ninguna
pregunta, de hecho, cada vez que intentaba contarle algo de mí ya sabía lo
que iba a decirle, cosa que me sorprendió.

-Deberías entrar ahí- me dice, sacándome de mis pensamientos.

-¿Dónde?

Señala hacia una tienda de lencería erótica. Lo miro con una ceja
levantada.

-¿Quieres me compre lencería para ti?

Marcelo sonríe.

Toma mi mano y me lleva hasta la tienda de lencería. Él mismo se


encarga de ojear varios modelos de lencería, desde babydoll hasta conjuntos
de encaje. Me muerdo el labio inferior mientras lo veo tomar las prendas
colgadas y ponerlas en su antebrazo. Me acerco a él hasta que mis tetas
están presionadas en su brazo libre.

-¿Alguna vez has tenido sexo en los probadores?- le pregunto en un


susurro.

-No.

-Vamos, tengo que probarme todo eso y que me des el visto bueno.

Camino delante de él, aunque nuestra distancia no dura mucho, Marcelo


pega su cuerpo al mío, siento su enorme polla en mi espalda y ya estoy
goteando por volver a tenerla dentro de mí.
Entramos en uno de los vestidores, hay una otomana oro rosa y redonda
en el centro encima de una alfombra blanca de pelo largo. Marcelo se sienta
ahí, deja las prendas sobre su muslo y se apoya sobre sus manos,
reclinándose un poco hacia atrás, deja a la vista su evidente excitación. Me
inclino hacia adelante, apoyándome en sus rodillas con mis manos. Sus ojos
bajan hacia el escote de mis tetas.

-¿Cuál quieres que me pruebe primero?- le pregunto.

-El negro- gruñe.

Cojo de su muslo el conjunto de encaje negro, es semitransparente, lo


dejo colgado en el colgador junto al espejo. Me quito la camiseta de manga
sisa y el pantalón vaquero. Observo a Marcelo a través del espejo, no deja
de mirar mi cuerpo. Desabrocho el sujetador, Marcelo desabrocha su
pantalón vaquero y saca su polla, aparto mi pelo para que pueda tener una
mejor vista de mis pechos, mis pezones están duros como guijarros. Deslizo
mis bragas por mis piernas, me aseguro de que pueda ver bien mi coño
cuando me agacho a recoger las bragas del suelo. Agarro el tanga de la
percha y me lo pongo, hago lo mismo con el sujetador. Luego me doy la
vuelta para que Marcelo me vea bien, pongo mis manos en mis caderas.

-¿Qué te parece?- le pregunto.

-Nos lo llevamos.

Esbozo una sonrisa. Me pongo de rodillas entre sus piernas y agarro su


polla con mi mano, apenas puedo rodearla por completo.

-Es más grande que mi cabeza- le digo- ¿Cuánto mide esta


monstruosidad?

-26cm.

Mi mandíbula se desencaja, Marcelo aprovecha para meter la punta en


mi boca.
-Joder- gime- Eres tan perfecta, ángel. Chúpala.

Deslizo mi boca hasta que parte de su polla entra en mi garganta. Casi


llego hasta el final, mierda, quiero llegar hasta el final.

-¿Hasta el fondo?- pregunta con una sonrisa.

Respiro hondo y me la meto más profundo.

-Joder, joder- gime.

Mis movimientos son lentos, sus ojos están sobre mí todo el tiempo.
Siento cómo se engrosa en mi boca,

-¿Quieres tragártelo, ángel? No es necesario.

Meto la punta en mi boca y muevo mi mano arriba y abajo en su


longitud, claro que quiero probarlo. La única vez que he probado semen ha
sido con Nate, me dio confianza y lo hice, no podría confiar en nadie más
que en Marcelo para tomarlo directamente de su polla.

-Vale, vale, me ha quedado claro.

Pone su mano en mi nuca, agarrando con fuerza mi pelo. Muevo mi


mano más rápido, acomodo mi lengua en su cabeza.

-Ángel, me voy...

Su calidez inunda mi boca, saco su polla de mi boca y la abro para


enseñarle el semen con una sonrisa.

-Joder- gruñe- Traga, ángel, déjame verte tragarlo.

Obedezco, simplemente lo hago, me trago el semen acumulado en mi


boca. Marcelo me agarra salvajemente y me tumba de espaldas en la
otomana, echa el tanga a un lado y lame mi coño. Mi bica se abre en un
jadeo, intento no emitir ningún sonido fuerte. Su boca se mueve demasiado
bien.
-Sabes muy bien, joder.

Penetra mi abertura con sus enormes dedos, no voy a tardar en correrme,


maldición. Ya quiero hacerlo, necesito mi orgasmo.

-¿Quieres que te la meta, ángel?

Asiento varias veces con la cabeza.

-¿Quieres sentir mi polla hasta el fondo?

-Por favor.

Me folla con sus dedos más rápido, lo siento abrirme y lamer cada
centímetro de mi entrepierna.

-Yo...- tartamudeo- Vo-Voy...

Me tapo la boca con mi mano, mi orgasmo explota tan fuerte como todos
los que me dio anoche. Jamás había sentido algo tan fuerte, todos los
hombres con los que he estado y ninguno me ha hecho sentir así. Me da un
beso en el clítoris, luego me ayuda a sentarme sobre la otomana.

Aparta el pelo de mi cara con sus dedos, sus labios se posan sobre los
míos. Sabe a mí y yo a él.

-Nos llevamos toda la lencería- me dice- Y vamos a ir a comprarte un


vestido bonito, quiero llevarte a bailar.

Esbozo una sonrisa, hace meses que no voy a ningún club a bailar.
Rodeo el cuello de Marcelo con mis brazos, me levanta de la otomana y me
aprisiona contra la pared.

-Eres la cosa más dulce y salvaje que he probado nunca, ángel.

Mi pecho se aprieta, nadie me había dicho cosas así nunca. Marcelo es


tan dulce y bueno.
-¿Por qué alguien como tú no tiene una mujer a su lado?- le pregunto.

-Porque aún no ha aparecido la indicada.

-O ha aparecido y no te has dado cuenta.

Repito las palabras que él me dijo esta mañana. Me deja en el suelo con
cuidado, siempre tiene tanto cuidado conmigo. Me giro para mirarme en el
espejo, las manos de Marcelo amasan mi culo desnudo.

-Nunca he dejado que nadie me lo folle- le digo sonriendo.

-¿Crees que yo podría...?

-Me encantaría sentir tu polla en el culo, abriéndolo y llenándolo con tu


semen.

Abre mis mejillas y acomoda su polla entre ellas.

-Quiero follarlo, nunca he follado uno.

Apoyo mi espalda en su pecho, toma mis tetas entre sus manos y las
aprieta.

-Eres perfecta- susurra en mi oído.

Mis ojos se llenan de lágrimas, me es imposible controlarlas y evitar que


salgan.

-Ángel, ¿qué pasa?

Niego con la cabeza. Oculto mi cara con mis manos. Marcelo me gira,
intenta apartar mis manos.

-Ángel, mírame- exige.

-Por favor, no puedo, me da vergüenza.


-Mírame, soy yo, Marcelito.

Se me escapa una carcajada, absorbo por la nariz y aparto mis manos,


me encuentro con los cálidos ojos de Marcelo.

-¿Qué pasa?- me pregunta.

Abro la boca y la cierro varias veces.

-Yo...

-Habla conmigo- dice acariciando mis mejillas con sus pulgares- Estoy
aquí.

-Siempre me he sentido insuficiente, es la primera vez que alguien me


dice que soy perfecta. Niccòlo me destrozó como no puedes imaginar, los
que vinieron después no mejoraron mi autoestima, yo creí que tenía algún
problema.

Acuna mi cara entre sus manos.

-No tienes ningún problema, eres jodidamente perfecta, Camelia.


Físicamente eres una diosa, tienes un cuerpo y una cara para hacer que
cualquier hombre se arrodille ante ti. Y tu maldita personalidad, joder, a mí
me encanta, eres tan abierta y expresiva, no tienes filtro y eso se agradece.
Eres la única mujer que conozco que no se esconde y dice las cosas como le
apetece.

Me da un beso en los labios.

-Niccòlo nunca supo valorar lo que tenía, dejó libre a la mujer más
increíble del mundo. Ese bastardo es un imbécil, no pienses más en él.

-No quiero pensar en él, ayúdame, por favor.

-Haré que tu cuerpo y tu cabeza se olviden de cualquier cosa que


recuerdes de ese hijo de puta.
Rodeo con mis brazos la cintura de Marcelo.

-No dejaré que nadie vuelva a romper tu corazón, yo cuidaré de ti y de


él.

Mi mente se siente en paz después de mucho tiempo. Marcelo me aprieta


contra su cuerpo, me siento tan bien en sus brazos, no quiero salir de aquí.
DOCE
Marcelo
La miro de arriba a abajo, está terminando de vestirse para que vayamos
a un club liberal que he encontrado por internet. Tiene habitaciones a
disposición de los clientes para uso personal. Algunas son habitaciones
voyeur, otros pueden mirar lo que ocurre en su interior. Camelia ha estado
emocionada por esto, quiere ver todas esas opciones que ofrece el club.

Nunca la había visto tan emocionada como cuando le conté antes el club
que había encontrado, es como un parque de atracciones para el sexo. Tiene
habitaciones temáticas, habitaciones privadas, shows en vivo de gente
follando, cualquier cosa que puedas imaginar, está ahí.

-Estás preciosa- le digo.

Esta mañana le compré un vestido amarillo, contrasta con el bronceado


de su hermosa piel. Paso mis dedos por sus brazos desnudos, jamás había
tocado una piel tan sedosa.

El vestido se ajusta a su cuerpo como un guante. Bajo mis manos hasta


su culo, lo aprieto sin hacerle daño. Poso mis labios en la piel expuesta de
su cuello, su piel se eriza con mi contacto. La beso detrás de la oreja, me he
dado cuenta de que le gusta, gime bajito cuando lo hago. Mi polla se está
poniendo dura, nunca me había dolido, Camelia hace que duela. La inclino
hacia adelante con mi mano en su espalda, ella apoya sus manos en el
espejo, le subo el vestido hasta las caderas y le bajo el tanga hasta los
tobillos. Compruebo la humedad de su coño con mis dedos, está goteando.
Abro la cremallera de mi pantalón de traje y saco mi polla con un poco de
dificultad. Ella me ha enseñado lo bueno que es follar sin condón, sólo
Camelia me ha dado la confianza de hacerlo. Froto la cabeza por su raja y la
penetro lentamente, gime a medida que me voy introduciendo en su interior.
Tener el control en el sexo es lo que más he deseado toda mi vida y nunca
pude tener, excepto con ella, Camelia siempre fue la excepción y nunca me
di cuenta. Encajamos perfectamente, puedo meterme en su vagina hasta el
fondo sin hacerle daño, follarla salvajemente y que ambos disfrutemos.

Empiezo a mover mis caderas lentamente, ella niega con la cabeza y


pega su frente al cristal del espejo, que comienza a empañarse por sus
jadeos. La penetro más rápido, lo que hace que gima más fuerte, mi carne
choca con la suya. Mis gruñidos animales opacan sus gemidos, no puedo
controlarlo, el coño de Camelia me da tanto placer que me descontrola. Soy
un hombre grande en todos los sentidos, siempre he tenido mucho cuidado
con las mujeres con las que he estado, parecían tan delicadas. Pero ella no,
joder, es una puta guerrera, fuerte y valiente. Le encanta experimentar, le
gusta el sexo tanto como a mí, le encanta vernos follar a través del espejo y
le encanta ver follar a la gente. Ella no lo sabe aún, he reservado una
habitación voyeur en el club al que vamos. Me la voy a follar ante todo el
mundo, van a ver cómo mi polla entra en su perfecto coño, se van a
masturbar pensando que son ellos quienes la follan, pero sólo yo podré
hacerlo. Joder. Me voy a correr por sus tetas para que todos vean a mi ángel
bañada en mi semen.

La sujeto por la garganta con mi mano, pego su espalda a mi pecho, ella


abre más las piernas y se levanta el vestido por delante. Esbozo una sonrisa.

-Te encanta mirar- susurro en su oído- ¿Quieres ver cómo te lleno el


coño de semen?

-Por favor, por favor.

Abro sus pliegues con mis dedos.

-Oh, joder. Es enorme- gime.

-Y te entra toda, ángel. Mira, mira cómo te lleno de semen.

Mi carga se dispara en su interior a la vez que ella se corre, desde el


espejo podemos ver mi polla convulsionando, el semen cae por mi longitud
y su coño, gran parte cae al suelo.
-Es mucho- jadea- Me encanta.

-¿Alguna vez se han corrido dentro de ti?

Traga grueso.

-No me importa, ángel, sólo quiero saber.

-Dos veces, sólo dos.

-Doy por hecho que el hijo de puta es una de esas veces.

Niega con la cabeza.

-Nunca se lo permití- confiesa- Yo no tomaba anticonceptivos en ese


momento, por supuesto que no estaba preparada para ser madre, quizás era
el universo actuando a mi favor, no lo sé. La primera vez que lo permití fue
hace años, a un amigo de Brasil, quería saber que se sentía.

Saco mi polla de su interior, mi semen cae al suelo desde su coño, ella lo


observa con atención.

-¿Qué te pareció?- le pregunto.

-Me dio asco, no me gustó y me sentí sucia. Estuve tres horas en la


ducha.

-¿Y la segunda?

-Hace unos meses.

-¿El chico del avión?

Ella asiente. Me agacho al suelo, cojo su tanga negro de encaje y lo


deslizo por sus piernas, le soy un beso en su precioso coño por encima de la
ropa interior, huele a mí.

-Ángel, si no quieres que me corra dentro...


Pone su dedo índice sobre mis labios, callándome.

-Me gusta mucho, Marcelo, contigo no se siente mal. Como tampoco se


sintió mal con Nate.

Le ajusto el vestido por debajo de su culo, luego pego mi frente a su


vientre. Estar con ella así ha sido un buen descubrimiento, Camelia rellena
los huecos vacíos de mi pecho. Con ella no hay espacio para el dolor, calma
a mis demonios. Tengo miedo de que, cuando cada uno siga por su camino,
esos demonios vuelvan con más fuerza. Desde que Yara y mis padres
murieron no me había sentido en paz ni un solo día. Camelia es un ángel en
todos los sentidos, lucha por mí sin darse cuenta. Le doy un beso en el
vientre, algún día va a encontrar a alguien que le dé la familia que tanto
desea, un bastardo con suerte pondrá a su hijo dentro de ella. Y me quema
el alma no ser yo quien lo haga, ella es la mujer perfecta para mí.

-Bombón, ¿estás bien?- me pregunta.

-Sí, sólo pensaba en tonterías.

-¿Quieres contármelo?

-Sólo... Estaba pensando en que algún cabrón con suerte pondrá un bebé
dentro de ti.

Se ríe suavemente.

-Ya te dije que eso no va a pasar- me dice- Mi corazón es incapaz de


volver a amar.

Me pongo de pie, la aprisiono entre mi cuerpo y el espejo. Me apoyo en


mi brazo por encima de su cabeza, con mi mano libre acaricio su mejilla.

-Volverás a amar, ángel. Estás hecha para amar y dar tu amor a un buen
hombre.
-No lo creo, el tiempo pasa y cada vez soy más mayor, los hombres
siempre prefieren a las chicas de menos de veinticinco.

-Ángel, cumples veintiséis años el dos de noviembre. Eres joven.

-Sí y ya casi no me miran y si lo hacen es sólo para un rato.

-Esos no son hombres, son imbéciles. Gilipollas inmaduros. Eres una


mujer para toda la vida, para casarse y tener hijos, envejecer a tu lado es un
privilegio que no todos podrán tener.

-¿Por qué me dices cosas tan bonitas?

-Porque quiero sanar tu alma y tu corazón, como tú estás haciendo


conmigo.

-¿Yo?

-Sí, ángel. Desde que estoy aquí contigo, desde que estamos de esta
forma no he pensado en la muerte de mis padres ni en la de Yara. Y cuando
lo hago no duele tanto.

-¿Yo hago eso?

-Sí, eres un ángel de verdad, Camelia. El hombre que no sepa ver eso es
un gilipollas que no merece que lo mires.

-Tú lo ves, incluso si yo no lo hago.

Me aprieto contra ella.

-Ángel- susurro- Dime que tengo una posibilidad de que te quedes a mi


lado y lucharé por nosotros. No me gusta la idea de que otro hombre ponga
un bebé dentro de ti.

-¿Y qué pasa con Bastian?


-No me importa, tiene dos caminos, aceptar lo que sea que esté
surgiendo entre nosotros o matarme.

Levanto su cabeza con mis dedos bajo su barbilla.

-¿Tengo esa oportunidad?- le pregunto.

-Sí, Marcelo. Quiero dejar atrás mi pasado, haberme acostado contigo ha


sido mágico para mí, me sentí libre la primera vez. Me hiciste sentir cosas
que nunca sentí y otras volvieron a encajar en su sitio después de seis años.

Sus ojos se llenan de lágrimas.

-Te lo dije, ángel. Voy a borrar de ti, de tu cuerpo y tu mente, cualquier


rastro de ese cabrón italiano.

Se abraza a mi cintura, le doy un beso en la parte superior de la cabeza.

-Vayamos al club, tengo una sorpresa para ti y sé que va a encantarte.

Veo su enorme sonrisa cuando levanta la cabeza para mirarme a los ojos.

-¿Una sorpresa?- pregunta.

Le devuelvo la sonrisa. Da un grito de felicidad.

-¡Me va a encantar!- chilla emocionada.

Acuno su cara entre mis manos y la beso en los labios. Camelia siempre
mereció cosas buenas, quiero ser quien le dé esas cosas.

Después de quince minutos de viaje en el coche, por fin hemos llegado al


club Opal. Los ojos de Camelia están desorbitados observando todo a su
alrededor, la tomo por la cintura, pegándola a mi cuerpo. Señala al
escenario donde hay un show en este momento, dos hombres están follando
a una mujer a la misma vez. Nos acercamos a una de las mesas vacías de la
parte delantera, pido bebidas para nosotros.
-¿Te gusta?- le pregunto.

Asiente con la cabeza varias veces sin apartar la vista de la escena.

-Es muy excitante, debería haber uno de estos en Río- dice.

-Podría haber uno.

Sus ojos se desvían hacia a mí.

-Montemos uno de estos allí cuando volvamos, tú y yo, ángel.

-¿Quieres montar un negocio conmigo?

-Eres inteligente, hermosa y te encanta el sexo, no podría montar algo así


con nadie más.

Una sonrisa enorme aparece en su cara.

-Me encantaría- dice- ¿Bastian no va a molestarse?

Me encojo de hombros.

-No vamos a usar su dinero- le digo.

-Yo no tengo tanto dinero para esto, Marcelo, mis padres y mi hermano
me han mantenido toda la vida.

-Tengo más que suficiente para los dos y para montar un club así en Río.
Luego comenzarás a ganar tu propio dinero.

-¿Lo dices de verdad?

Me acerco a ella hasta dejar escasos centímetros entre nuestras caras.

-Lo digo de verdad, me he dado cuenta de que me encanta verte sonreír y


me gusta mucho más ser yo el motivo de tus sonrisas.
Miro a los hombres eyaculando sobre el cuerpo de la mujer.

-¿Quieres que haga eso contigo?- le pregunto a Camelia.

-Sí- la excitación en su voz me pone tan duro como una piedra.

Acaricio sus pezones con mis pulgares a través del vestido, están duros.

-Te voy a llenar las tetas y los pezones con mi semen, ángel.

Se agarra fuerte a mi muslo. Otra escena ha comenzado en el escenario,


esta vez hay dos mujeres y un hombre.

-¿Quieres que invitemos a Sídney al apartamento mañana?- le pregunto.

Asiente varias veces con la cabeza.

-¿Quieres que ella te coma el coño mientras yo te lo follo?

Vuelve a asentir, ha comenzado a mover sus caderas sobre la silla,


tratando de obtener algún tipo de alivio. Meto mi mano libre por debajo de
su vestido, su tanga está empapado.

-¿Quieres correrte aquí, delante de toda esta gente?

-Por favor- suplica.

-Vamos, tengo algo mejor para ti.

Le doy el último trago a mi bebida, la de ella está intacta. Al entrar nos


pusieron unas pulseras amarillas en las muñecas, nos explicaron lo que
significa cada color. Verde: sólo estás observando. Amarilla: Participas
exclusivamente con su pareja. Roja: Estás dispuesto a todo con quien sea.

También te piden una tarjeta al entrar para cargar las consumiciones y no


tener que estar sacándola cada vez que bebas o comas algo, le asignan el
mismo número que a la pulsera. Te la devuelven una vez que vayas a
abandonar el club.
Llevo a Camelia de la mano por el pasillo que me indicaron en el email
cuando reservé la habitación voyeur.

-Hola, tengo una reserva- le digo al guardia de la puerta.

-¿Le han explicado cómo funciona esta habitación?- me pregunta.

-Sí, lo hicieron.

Él sonríe.

-Que lo pasen bien- dice abriendo la puerta.

Dejo a Camelia pasar por delante de mí, la habitación tiene un gran


ventanal que da a otro pasillo, ya hay gente acercándose.

-Podemos dejar que alguien entre y mire más de cerca- le digo a


Camelia.

-¿Se puede hacer eso?

-Sí, ángel. Pero sólo yo puedo tocarte. ¿Quieres que pase alguien?

Se muerde el labio inferior.

-Sí, me gustaría.

-Desnúdate, voy a avisar al guardia.

Pulso el botón del interfono junto a la puerta.

-Deja que entren seis personas, no importa su sexo, sólo avisa de que no
pueden tocar.

-Como ordene, señor.

Me giro para mirar a Camelia, está semi desnuda, mirando hacia el


ventanal, donde ahora hay más gente aglomerada. Algunos de los hombres
tienen sus pollas por fuera de los pantalones, se masturban mientras la
miran, un número mínimo de mujeres también se están tocando por dentro
de la ropa interior. Me acerco más al ventanal para que puedan ver bien,
justo en el momento en el que la puerta se abre y pasan las seis personas
que pedí, tres hombres y tres mujeres, se acomodan en los sofás de los lados
de la habitación.

-Ángel.

Ella pone su atención en mí en cuanto la llamo, utilizo nuestro idioma en


vez del inglés, sólo ella debe entender todo lo que quiero decirle.

-De rodillas- le ordeno- Gatea hacia a mí.

Obedece de inmediato.

-Saca mi polla.

Desabrocha el cinturón y mi pantalón, me deshago de mi chaqueta y mi


camisa. Los músculos de mis pectorales se tensan cuando ella envuelve su
mano alrededor de mi polla.

-Chupa, ángel, que todos vean que tu preciosa boca puede con mi
enorme polla.

Sus labios acogen la cabeza de mi polla, echo una mirada a la gente que
está en los sofás, luego les hago un gesto para que se acerquen y vean mejor
lo que mi ángel es capaz de hacer.

-Buena chica- la alabo- Hasta el fondo, como tú sabes, ángel.

Su garganta se abre para mí, es tan jodidamente buena en esto.

-Joder, qué boca- murmura uno de los hombres- Eres un puto


afortunado- dice mirándome.

-Ella también es afortunada- responde una de las mujeres.


Agarro la cabeza de Camelia entre mis manos, empiezo a mover mis
caderas con cuidado, no quiero atragantarla.

-Aprieta mis muslos con tus dedos si esto está bien para ti, ángel.

Ella lo hace.

-Si te hago daño clava tus uñas en mi piel.

Vuelve a apretar con sus dedos. Acelero un poco mis embestidas, las
barbas han empezado a caer por las comisuras de su boca.

-¿Estás mojada?- le pregunto.

Mete su mano entre sus piernas y me muestra los dedos, brillan por la
humedad que emana de ella. Saco mi polla de su boca, la levanto del suelo
abruptamente. Me deshago de mis zapatos y el resto de mi ropa.

Dejo a Camelia sobre la cama en el centro de la habitación, las personas


que están aquí con nosotros rodean la cama redonda. Me pongo de rodillas
y le abro las piernas.

-Ese coño parece apretado- dice un hombre.

-¿Le va a caber esa enorme polla?- pregunta otro.

Camelia me sonríe.

-Deberíamos sacarlos de sus dudas, ángel.

-Salvaje- me dice- Quiero que todos vean como me follas, Marcelo, por
favor. Quiero que me folles duro.

Doy un tirón de sus piernas, tomo jugos de su coño y mojo mi polla con
ellos, ella gime sólo con este acto. Alineo mi polla con su entrada, es
estrecha, pero se abre para mí a medida que me meto más en su interior.

-Maldita sea, se la va a meter toda.


-¡Fóllatela!

-Joder, sí, dale polla a ese coño.

-Hijo de puta con suerte.

Empiezo a follarla más fuerte, Camelia arquea su espalda, miro mi polla


entrando y saliendo de su interior, es tan perfecto. Encajamos a la
perfección, ella me traga entero, no le duele. Las voces de la gente que nos
rodean se vuelven lejanas, lo único que puedo escuchar es a Camelia gemir
como una loca.

-Ángel, córrete por mi polla, deja que esta gente vea cómo te corres tan
fuerte.

Su squirt explota por toda mi polla, el chorro moja las sábanas de seda
de la cama. A la gente parece gustarle esto, no dejan de masturbarse,
algunos entre ellos.

-Marcelo- solloza- Quiero más.

Salgo de su interior, la giro y la pongo a cuatro patas. Vuelvo a meterme


dentro de ella, abro las mejillas de su culo y escupo en su fruncido agujero,
luego lamo mi dedo índice, mojándolo más. La penetro por el culo
lentamente, a ella parece volverle loca esto, grita tan fuerte que la gente se
queda en silencio por unos segundos. Uno de los hombres me pasa un
consolador mojado en lubricante. Intercambio mi dedo por el consolador.

-¡Joder!- gime Camelia.

-¡Se está corriendo otra vez!- chilla una mujer.

-¡Ángel!- gruño.

Saco el consolador y mi polla, ella se gira rápido, tumbándose de


espaldas en la cama. Me pongo a horcajadas en su vientre, sin dejar mi peso
sobre ella. Me acaricio un par de veces y termino corriéndome sobre sus
tetas y parte de su cara.

-Quiero repetir esto- dice jadeando.

Mi pecho vibra por la risa.

-Yo también, ángel.

Su sonrisa ilumina la habitación. Me tumbo sobre ella y la beso en los


labios.

-Eres perfecta, ángel, tan perfecta que pareces irreal.

Acaricia mi labio inferior con su pulgar.

-Vamos a limpiarte- le digo- Aún tenemos mucho que ver en este club.
TRECE
Traducciones del capítulo

Capo di tutti capi: Jefe de jefes

Figlio di puttana: Hijo de puta

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Niccòlo
Miro a mi hijo correr detrás de su hermana, no sé qué coño hice. Nunca
debería haber jugado con su vida, Doménico merece una vida mejor que
esta, debería enviarlo lejos de aquí. En Italia estaría a salvo, puedo nombrar
como mi heredero a Sandro. Lo mejor sería enviar a los cuatro lejos, a mi
esposa con nuestros hijos, mantenerlos a salvo del ruso y de mí. Sigo
queriendo a Camelia a mi lado, es a donde ella pertenece, pero no quiero
poner en riesgo a mis hijos.

-Estás muy callado.

La voz de mi padre me saca de mis pensamientos. Esta mañana


temprano, mi madre me llamó, mi padre había empeorado un poco de su
enfermedad. Fue diagnosticado con cáncer de pulmón hace meses, su
esperanza de vida era de seis meses como mucho. Todo está preparado para
la ceremonia de nombramiento, seré nombrado capo de Nueva York una
semana después de que él sea enterrado. Su salud ha ido deteriorándose con
el paso del tiempo, esta mañana se despertó entre flemas y tos. Pensaba que
se moría, los tratamientos para alargar su vida no han estado funcionando,
así que, decidió que no quería más, sólo lo debilitaban. Mi esposa y yo,
trajimos a los niños a su casa para que pudiera pasar un rato con ellos, mi
padre los adora, si se llega a enterar del trato que he hecho con el ruso,
estoy seguro de que me cortaría la cabeza. Pero tengo que contárselo para
que me ayude.
-Estoy pensando en mis hijos- admito.

-Son nuestro mayor tesoro, Niccòlo.

Asiento.

-Cuando me haya ido tendrás que enseñar a Doménico como yo te


enseñé a ti, hijo mío.

Le doy un sorbo a mi vaso con whisky.

-¿Y si no soy un buen padre?- le pregunto.

Mi padre se ríe débilmente.

-Ninguno somos buenos padres, Niccòlo, pero lo intentamos. Siempre


hay que intentarlo.

-Papá, creo que la he cagado.

Frunce el ceño.

-¿Qué has hecho?

-Camelia.

-¿Qué pasa con esa mujer? ¿Sigues pensando en ella?

-Cada maldito segundo.

Mi padre mira hacia mi esposa.

-Corina es una buena esposa, sumisa, buena madre, sabe comportarse en


sociedad. Pero no es la mujer que amas de verdad. ¿Me equivoco?

-No, papá.

-Entonces, ¿por qué la elegiste a ella?


-Me equivoqué, me dejé deslumbrar por ella.

-Podrías haberla hecho tu amante.

-Ese era mi plan, pero Corina siempre estaba diciendo que Camelia
nunca sería la mujer que yo necesitaba, ella no se crio en nuestras
costumbres.

-En eso tiene razón. ¿Y qué vas a hacer?

Doy otro sorbo y luego otro, necesito acallar las voces de mi mente que
no me dejan vivir.

-Hice algo, un trato.

-¿Con quién y a cambio de qué?

-Iuriy Kozlov, ayúdame, papá. Le prometí cualquier cosa y ahora quiere


a Doménico.

Mi padre me da una bofetada en la cara, en treinta y tres años, jamás me


había pegado.

-¡¿Has entregado a tu hijo a un ruso de mierda?!- su saliva sale esparcida


por todos lados.

-No voy a entregárselo.

-Vendrá a por él, maldito idiota. Pondrás en riesgo Nueva York y a tu


familia por una puta que se folla a cualquier hombre.

Me levanto tan rápido de mi silla que ésta cae hacia atrás, golpeando el
suelo.

-¡No vuelvas a llamar así a Camelia!- le grito- Voy a recuperarla y la


haré mi mujer, no me importa si estás de acuerdo o no, sólo te estoy
pidiendo ayuda para que Doménico esté a salvo.
Mi padre se frota la mandíbula con su palma.

-Siéntate- me ordena.

Recojo la silla del suelo y me vuelvo a sentar. Mi esposa y mis hijos


están absorto a toda esta discusión en el jardín de la casa de mis padres, él y
yo llevamos un rato en su despacho hablando de algunos negocios mientras
los observamos por la ventana de la puerta.

-Tienes que sacar a Doménico del país, envíalo a Italia con nuestra
familia, ellos lo protegerán- me dice mi padre- Llama a tu tío Teodoro y
explícale la situación, él te aconsejará qué debes hacer con el ruso.

-¿Y Camelia?

-Búscala y tráela contigo a Nueva York, fóllatela y embarázala, es la


única forma de que se quede a tu lado después de lo que le hiciste. Pero
amenázala con el hijo que pongas en su barriga, si no lo haces correrá a su
hermano y tendrás a Bastian Da Silva y a Marcelo Ferreira detrás de ti,
tendrás a la puta Santa Corona pisándote los talones. Fóllate a esa puta y
haz que tenga un hijo tuyo, Niccòlo, mantenla bajo control.

-No querrá acostarse conmigo, ahora mismo me odia.

-En ningún momento te he dicho que ella deba darte permiso.

La bilis sube por mi garganta, no puede estar pensando en eso.

-¿Qué quieres decir, papá?

-Hay mujeres que necesitan ser domadas, Camelia es una de ella. Clara
era así cuando la conocí, ella quería ser una mujer libre, pero la encarrilé, la
convertí en la mujer sumisa que es hoy día.

Clara es la amante de mi padre, ella le ha dado tres hijos, dos hombres y


una mujer, mi hermana pequeña.

-¿Violaste a Clara?
-Tuve que hacerlo, con el tiempo dejó de luchar y se sometió
voluntariamente a mí. Ahora es feliz con nuestros hijos, viviendo la vida
que debería haber vivido siempre.

Froto mi nuca con mi mano, quiero eso para Camelia, quiero que ella
viva feliz a mi lado. Si a mi padre le funcionó, también debe funcionarme a
mí.

-¿Cómo lo hago? Camelia no se dejará.

-Encuéntrala, eso es lo primero que debes hacer, luego ve a por ella y


hazla tuya, asegúrate de que no usa ningún anticonceptivo.

-No lo hace, nunca lo hizo, cuando estábamos juntos me dijo que no le


sentaban bien.

-Bien, entonces ya sabes qué hacer, conoces el proceso de hacer un bebé.


Tienes a dos niños corriendo por mi jardín y otros dos en camino.

Esbozo una sonrisa.

-¿Cómo está Thea?- me pregunta- ¿Sigue con tantas nauseas?

-Está mejor, creo que va a ser una niña, papá.

Mi padre sonríe.

-Otra preciosa nieta, estoy deseando conocerla.

-No creo que a Corina le haga mucha gracia que estés tan entusiasmado.

-Corina hará lo que se le ordene, que no olvide su lugar. Por cierto, ¿qué
vas a hacer con ella cuando tengas a Camelia a tu lado?

-Camelia será mi esposa, papá.

-Entiendo. Habla con tu tío, él puede ayudarte con todo, incluso puede
que encuentre a tu mujer.
Mi tío Teodoro, el hermano de mi padre, es su consegliere. Él puede
ayudarme a encontrar a Camelia ahora que mi padre sabe de mis planes.
Debería haber acudido a él desde el principio, pero pensé que no me
apoyaría. Ahora veo lo equivocado que estaba.

-Busca aliados- me dice de pronto- Hay que acabar con los rusos, no voy
a permitir que un figlio di puttana se quede con mi nieto.

-El Outfit podría estar dentro, Vittoria será la esposa del futuro capo.

-Busca aliados en Italia, hijo. Busca al Capo di tutti capi.

-¿El señor Di Leone?

Mi padre asiente.

-Es un hombre comprensivo cuando se le habla con la verdad, te


ayudará. Pero debes ir a Italia para convencerlo. Y llévate a tu primo, es
amigo del hijo pequeño del señor Di Leone, quizás te ayude.

Me levanto de la silla, le doy un beso a mi padre en cada mejilla. Salgo


al jardín con mi esposa, mi madre y mis hijos.

-Tengo que viajar a Italia- les digo a mi madre y a mi esposa.

-¿Pasa algo?- me pregunta Corina.

-Nada que sea asunto tuyo- le contesta mi madre- Las cosas de un capo
son sólo suyas, Corina, ya deberías saber cuál es tu lugar.

Mi esposa la fulmina con la mirada, pero mi madre tiene razón. Corina


no tiene que saber nada sobre los asuntos de un capo.

-Me llevo a Doménico conmigo.

-¿Qué?- pregunta mi esposa mientras se pone de pie- ¿A Doménico para


qué?
-Es su hijo, puede hacer con él lo que quiera- la reprende mi madre-
¿Cuándo te vas, hijo?- me pregunta.

-Hoy mismo, es un asunto urgente.

-Bien, Corina y Vittoria pueden quedarse con tu padre y conmigo


mientras estás fuera.

Asiento con la cabeza.

-No- responde mi esposa con firmeza.

-Harás lo que yo ordene, Corina- le digo- Soy tu esposo y seré tu capo,


comienza a comportarte como la esposa sumisa que debes ser.

Mi madre chasquea la lengua.

-La brasileña ya habría sido educada en nuestras costumbres, debiste


casarte con ella- me dice.

Los ojos de Corina se llenan de lágrimas.

-Mamá- advierto.

-Lo siento, hija- se disculpa con mi esposa.

-No lo sientes- espeta ella- Eres...

Sujeto a mi esposa por el brazo con fuerza.

-Ten mucho cuidado, Corina. Es mi madre.

-¡Y yo tu esposa! Dame el lugar que me corresponde.

-Tu lugar es obedecerme, te quedas en casa de mis padres hasta mi


vuelta, no sé cuánto voy a estar fuera. Después de Italia tengo otro viaje que
hacer.
-Puedo ir con mis padres- me dice.

-No, te quedas aquí- le ordeno soltando su brazo.

-Ordenaré a alguien que vaya a vuestro penthouse a hacer las maletas-


dice mi madre.

En cuanto mi madre entra en la casa, mi esposa comienza a parlotear


como una cotorra. Como siempre, se queja de mis padres, antes se llevaban
bien, pero dejaron de estimar a Corina cuando ella comenzó a mostrarse
como una zorra fría y altanera. Cree que está por encima de cualquiera,
incluso de mí. Lleva semanas comportándose como una maldita idiota.

-Basta- gruño- ¿Qué es lo que te está pasando?

-Estoy cansada de esto, de aguantar tus infidelidades, vas a tener un hijo


con tu amante, Niccòlo. Me prometiste que no tendrías hijos con otra mujer.

-Thea quería un bebé y yo también.

-¡Te voy a dar uno!

Le doy una bofetada en la cara, Corina intenta devolvérmela, pero la


sujeto por la muñeca.

-Cuidado, Corina, mi paciencia se está agotando.

-Debería haber dejado que te casaras con esa puta brasileña, mi padre
podría haberme conseguido a un hombre mejor que tú.

-No te hagas la inocente, Corina, ambos sabemos que te entrometiste


entre Camelia y yo para destruirla y conseguir ser mi esposa.

Ella levanta la barbilla. Dejo a Doménico en el suelo.

-Toma a tu hermana y llévala con tu abuelo, hijo- le digo- Mamá y yo


tenemos que hablar.
Mis hijos desaparecen en el interior de la casa. Agarro a Corina por la
garganta con mi mano.

-Te deshiciste de Camelia, no creas que no sé que fuiste tú quien llamó a


los periodistas para que nos fotografiaran el día de nuestra boda. ¿También
elegiste la misma fecha a propósito?

-Por supuesto, esa puta tenía que sufrir por intentar robar a un hombre
italiano.

-Esa puta, como tú la llamas, volverá a mi vida. Ya estoy haciendo


planes para traerla de regreso.

-No puedes hacer eso, Niccòlo, yo la aparté de ti.

-Y yo la regresaré, tú y yo no volveremos a hacer vida de esposos,


Camelia tiene todo lo que necesito.

-No puedes- gruñe- Te juro que la destruiré.

-Puedes intentarlo, pero te advierto de que te mataré si le haces daño.

-Soy la madre de tus hijos.

-Camelia puede darme hijos y criar a los que ya tengo.

-¡No tocará a mis hijos!

-Lo hará si yo decido que lo haga, Corina.

La suelto y guardo mis manos en los bolsillos de mi pantalón.

-La odias porque ella siempre tuvo mi amor- le digo.

-También te odio a ti, sois tal para cual. Algún día le contaré a Doménico
todo el daño que me hiciste, mi hijo se vengará de ti y de esa puta.

La agarro por el pelo de la nuca.


-No vas a envenenar la mente de mi hijo en mi contra, recuerda que eres
prescindible, Corina.

Le doy un beso en los labios, ella se remueve.

-Eres mía y haré contigo lo que me dé la gana, esposa.


CATORCE
Camelia
Marcelo acaricia mi pelo con dulzura, estoy abrazada a su cintura con
toda la fuerza que el dolor me permite ejercer. Me encuentro tan mal, siento
náuseas, dolor de ovarios, dolor de pechos, me duele hasta la cabeza.

-¿Quieres que te prepare un baño de agua caliente?

Niego con la cabeza. El móvil de Marcelo comienza a sonar, tengo que


soltarlo para que pueda cogerlo. Me giro en la cama hacia el otro lado, la
maldita regla me está matando. Me cambiaron el DIU hace unos días y hoy
me ha venido la regla, la ginecóloga me dijo que posiblemente este mes me
dolería más que otros, ya que el nuevo DIU podría doler durante los
primeros meses, el antiguo llevaba seis años en mi cuerpo, ya necesitaba
cambiarlo. Mi útero es como una zona de guerra en estos momentos, duele,
duele mucho.

-Es tu madre, ángel.

-No quiero hablar con nadie, sólo quiero morirme.

Realmente quiero morirme y dejar de sufrir este intenso dolor.

-Hola Isarema- saluda Marcelo a mi madre.

Se me escapa un suspiro. Llevamos casi dos meses en Montreal, desde


que Bastian les dio permiso a mis padres para llamar no han dejado de
hacerlo.

-Sí, está enferma desde esta mañana temprano.

Salgo corriendo para el baño cuando siento que el vómito quiere salir.
Creo que estoy expulsando hasta mi primera comida. Apoyo el codo en la
taza y mi cabeza en mi mano.
Marcelo se agacha a mi lado, frota mi espalda suavemente.

-Voy a ir a la farmacia a comprarte algo para el vómito- me dice-


¿Necesitas suministros?

Asiento con la cabeza.

-Calmantes de los fuertes y compresas, por favor.

-Está bien, ve a la cama y quédate ahí, vuelvo enseguida, ángel.

Me levanto como puedo, el dolor me está matando. Me desnudo lo más


rápido que puedo, abro el grifo del agua fría y me siento en el suelo de la
ducha. Los vellos de mi cuerpo se erizan al contacto con el agua helada.
Inclino la cabeza hacia atrás, dejando que el agua me dé en la cara. El dolor
de cabeza está empezando a desvanecerse, también el mareo y las náuseas.

No sé cuánto tiempo he estado bajo el agua fría, pero escucho la puerta


del apartamento abrirse y cerrarse, tengo los ojos cerrados, pero su olor es
inconfundible cuando entra en el baño. Cierra el grifo del agua y me levanta
con cuidado del suelo.

-¿Estás mejor?- me pregunta.

-Sí, ya no me duele la cabeza ni siento náuseas.

Marcelo me deja sentada en el inodoro, me entrega la bolsa de la


farmacia, de donde saco el paquete de compresas.

-¿Unas bragas?- me pregunta él.

Esbozo una débil sonrisa y asiento. Ha sido muy dulce conmigo todo
este tiempo, la vez anterior que me vino la regla me cuidó y me compró
toda la comida basura que quise, vio películas conmigo y yo vi las series
que a él le gustan. Creo que mi corazón lo ha elegido, después de seis años
de infierno, ha comenzado a latir de nuevo por el hombre que está entrando
en el baño con una de mis bragas en su mano.
-Te dejo algo de intimidad- me dice- Voy a prepararte un caldo, ángel.
Tu madre me ha dicho que te gustan los de pollo y verduras.

-Me encanta el suyo, el que siempre me hacía cuando enfermaba.

-Tengo la receta, espero que me salga igual de bien.

-Seguro, meu rei.

Marcelo sonríe, me encanta su sonrisa, es hermosa y me relaja, cuando


estoy triste sólo tengo que pensar en ella y vuelvo a ser feliz.

-Tu rey- me dice.

-Sí, eso es lo que eres, meu rei.

Me da un beso en la frente antes de salir del baño. Salgo del baño


después de secarme el pelo durante un rato, me pongo el pijama de pelitos
suaves que Marcelo me regaló.

Mis ojos se abren cuando salgo de la habitación. Las luces están


atenuadas, hay velas aromáticas encendidas y muchas mantas y cojines
entre los sofás, sobre lo que parece un colchón hinchable.

-¿Qué es esto?- le pregunto.

-Para ti, ángel, para que te relajes. He puesto tu película favorita y he


comprado un colchón de esos hinchables. También te he comprado
chocolates y batido de fresa.

Una lágrima cae por mi mejilla.

-¿He hecho mal?

-No, es que... Nunca me habían cuidado así.

Marcelo rodea la isla de la cocina, se acerca a mí y me abraza.


-Quiero cuidarte siempre, ángel, sobre todo cuando estás enferma.

-Gracias, meu rei.

-Échate en el colchón, iré enseguida, voy a dejar el caldo haciéndose


para esta noche.

Pongo mi mano en su mejilla.

-Eres demasiado bueno, bebé.

-Porque lo mereces, ángel. Ya has sufrido demasiado, es hora de que seas


feliz y quiero hacerte feliz.

Le doy un beso en los labios. Me azota el culo suavemente, haciéndome


reír. Me subo al colchón hinchable, las mantas son gruesas y suaves y los
cojines tan blanditos y cómodos.

Marcelo me observa con una sonrisa.

-¿Qué?- le pregunto.

-Que eres lo mejor que pudo pasarme, Camelia. Tú tan cerca de mí y yo


tan lejos, tenía a mi lado a la mujer que tanto busqué.

-Y tú eres lo mejor que me ha pasado nunca, meu rei.

-Voy a poner el caldo a fuego lento, ahora vengo.

-Date prisa, ya te extraño.

Vuelve unos minutos más tarde con una bolsa, su sonrisa me lo dice
todo. Comienza a sacar un montón de dulces de chocolate, mis batidos de
fresa, snacks salados y bolsas de patatas fritas.

-¿Todo eso es para mí?- le pregunto agarrando unas galletas.

-Sí, ángel, para que pases este maldito día lo mejor posible.
Me entrega un bote de calmantes y una botella de agua.

-Y esto para tus dolores- me dice.

-¿Vas a ser siempre así conmigo?

-Siempre, incluso cuando ya no quieras que seamos nada más que


amigos.

-No voy a dejarte ir nunca, bebé, eres mío.

Él se ríe.

-¿Por qué te ríes?

-Porque dices que soy tuyo y, sin embargo, me compartes con Sídney.

Dejo el paquete de galletas sobre el colchón.

-Ángel, no quería molestarte, era una broma.

Niego con la cabeza.

-No, tienes razón- le digo.

Marcelo toma mis manos entre las suyas.

-No me importa que me compartas- me dice.

-Pero tú no lo haces conmigo.

-No, porque no me gusta que otros hombres te toquen, ni siquiera me


gusta que Sídney lo haga. Pero a ti sí, no voy a cortar tus alas, ángel, naciste
para ser libre.

Los recuerdos de hace dos noches inundan mi mente. Mi respiración se


acelera al recordar a Marcelo follándose a Sídney mientras me lamía a mí.
La recuerdo a ella montándolo, gimiendo y haciendo que se corriera.
-Ángel, mírame.

-No... Yo...

Me duele el pecho, algo se está quemando dentro de mí con esos


malditos recuerdos. Quiero arrancarlos de mi mente.

"Encontrarás a alguien del que te vas a enamorar y no querrás


compartirlo."

La voz de Mario aparece en mi cabeza. Miro a Marcelo a los ojos. Estoy


enamorada de él.

-No quiero que te toque- gruño.

-¿Quién?

-¡Sídney!- le grito- ¡No quiero que te toque!

Me abalanzo hacia él enfurecida, cae hacia atrás en el colchón,


dejándome a horcajadas sobre sus caderas.

-Ángel, cálmate.

-¡Eres mío!

Lo beso con rabia, Marcelo manosea mi culo con sus manos. Meto mi
mano entre nosotros y agarro su polla, es mía, no de Sídney.

-Mía- gruño- Eres mío.

-Cálmate.

-Voy a follarte, ¿alguna objeción?

-¿Qué? Estás con la regla.

-¿Te da asco?
-No, pero...

Lo callo con un beso. Marcelo me desnuda lentamente sin dejar de


besarme. Rompo el beso y le quito la camiseta, bajo por su cuello y su
pecho, dejando un rastro de besos. Lo lamo desde el ombligo hasta el
principio de su pubis.

-Camelia- gruñe- Estás enferma.

-Quiero montarte, quiero tu maldita polla en mi coño.

-Joder.

Le bajo los pantalones y los bóxer a la misma vez, le doy un beso en la


punta de la polla. Luego me subo a horcajadas sobre él y me deslizo
lentamente por su longitud.

-Mierda, estás muy mojada con la regla.

-Entra tan bien- gimo.

Empiezo a mover mis caderas, el dolor de ovarios se disipa, lo que me


permite moverme con más soltura. Las manos de Marcelo me guían por las
caderas.

Me embiste desde abajo en cuanto tiene oportunidad, tengo que


tumbarme sobre él para no cansar mis piernas, rodea mi espalda con un
brazo, mientras que con el otro toca mi culo. Me mira a los ojos mientras
me folla sin piedad.

-No quiero compartirte- le digo- Te quiero sólo para mí.

-¿Qué pasa con Sídney?

-Se acabó, sólo seremos tú y yo.

Pego mi frente a la suya.


-Te amo, Marcelo. Me he enamorado de ti.

-Joder, por fin.

Se gira arrastrándome con él, pega mi espalda en el colchón y me folla


más rápido y fuerte. Sus gruñidos bombardean mi mente.

-Te voy a hacer mi esposa, ángel.

-Sí- gimo.

-Y voy a poner muchos bebés dentro de ti.

-Sí.

-Vas a estar tan llena de mi semen.

-Por favor, por favor.

-¿Quieres casarte conmigo, ángel?

-Sí, meu rei.

-Te amo, Camelia, llevo semanas queriendo decirte esas dos palabras. Te
amo, ángel.

-Y yo a ti, Marcelo, te amo.

-Me voy a correr, ángel, ojalá no tuvieras ese puto DIU y la regla.

Una sonrisa se dibuja en mi cara. Quiere que tenga a sus bebés.

Mi orgasmo explota a la misma vez que el suyo.

-Oh, joder- gime- Me estoy corriendo más que nunca, tu coñito está tan
lleno de mí.
Tengo un pequeño espasmo en mi útero. Marcelo mete su mano entre
nosotros y frota mi clítoris.

-¡No!- chillo- No puedo.

-Si puedes, ángel. Dame otro orgasmo.

-Te vas a llenar la mano de sangre... ¡Oh, joder!

-Otro orgasmo, ángel.

Mis piernas tiemblan, siento su polla aún en mi interior, parece


engrosarse aún más.

-¡Marcelo!- chillo.

-Joder, más, quiero más.

Doy un grito de placer cuando comienzo a correrme de nuevo. Me da


una embestida, luego otra y otra.

-Marcelo- sollozo de placer.

-Uno más, ángel. Sigo duro, joder.

Comienza a follarme de nuevo, mi cuerpo entero sufre de convulsiones,


estoy tan perdida con este hombre. Me hace cosas que nadie me hizo jamás,
siento cosas que nunca sentí. Me hace estallar de placer una y otra vez.

Pongo mis manos en su pecho, sus músculos están en tensión debajo de


mí, gruñe como un animal mientras entra y sale de mí. Me agarra fuerte por
la mandíbula.

-Eres mi preciosa puta, ángel.

Ni siquiera sé por qué me gusta que me llame así cuando me folla.

-¿Te gusta mi polla?


-Sí, por favor, necesito...

-¿Correrte, ángel? ¿Quieres que tu futuro esposo te haga tener otro


orgasmo?

-Por favor, te lo suplico, uno más.

Él sonríe, posa sus labios sobre los míos.

-Eres increíble, ángel. Voy a darte tu orgasmo, no temas.

Marcelo sujeta mi pierna derecha, la sube sobre su hombro y se hunde


más en mi interior, me hace ver las estrellas. Gimo tan fuerte que siento que
me voy a quedar afónica.

-¿Ahí, ángel?

-¡Sí!

-Me encanta follar tu coño, me aprietas la polla tan bien.

Miro hacia abajo, su polla está llena de mi sangre, en mi mente imagino


que esta es mi primera vez y que él ha sido quien me ha quitado la
virginidad. Él es el hombre perfecto para esto.

-Te amo- susurro- Te amo, Marcelo Ferreira.

-Y yo a ti, mi ángel, mi Camelia.

Nos corremos juntos de nuevo. Marcelo besa mi cara por todos lados, me
siento tan llena de amor, de su amor. Él me ama como yo lo amo. Se acabó
compartirlo, lo quiero sólo para mí, es mío y me pertenece.

-Voy a ayudarte a limpiarte, ángel.

-Ven conmigo a la ducha, te necesito.

-Lo sé, ángel, nunca voy a separarme de ti.


-Nunca.

Lo amor, joder. Lo amo como nunca amé a otro hombre, él es quien


siempre debió estar en mi vida.
QUINCE
Marcelo
Está feliz. Camelia ha vuelto a ser la misma que hace siete años, sonríe y
canturrea por cada rincón del apartamento. El brillo ha vuelto a sus ojos y
me encanta verla así.

Mi corazón dio un vuelco cuando me dijo que me amaba hace una


semana. Me di cuenta de que me había enamorado de ella hace semanas,
cuando cerraba los ojos nos veía a los dos envejeciendo juntos, rodeados de
hijos y de nietos. Una pequeña niña con sus ojos y mi color de piel, una
combinación perfecta de ambos. La quiero con locura. Y ahora que no la
tengo que compartir con nadie estoy más feliz. Es toda mía, su cuerpo es
mío para disfrutarlo únicamente yo. Nuestro sexo ha mejorado, Camelia
folla como una maldita diosa, se sube encima de mí y mueve sus caderas
hasta que me exprime hasta la última gota de semen. Me encanta follarla
salvajemente, ponerla bocabajo contra el colchón y montarla desde atrás y a
ella le encanta cuando lo hago. Somos unos putos conejos, no podemos
dejar de tocarnos. Va a ser difícil ahora que vamos a tener visita. Edoardo se
encontraba mal y quería ver a su hija, a Bastian no se le ocurrió otra idea
que traer a toda la familia a Montreal. Espero que eso no levante sospechas,
obviamente, ha sido muy cuidadoso. El vuelo es privado, hay guardias de
seguridad por todos lados y sabemos que Niccòlo está en Italia desde hace
diez días. No sabemos qué está haciendo allí, nada bueno seguro.

Tomo la mano de Camelia y entrelazo nuestros dedos, nuestro último


contacto antes de que nuestra familia esté aquí, por lo menos en público.
Queremos contarlo, pero no ahora. Mi ángel necesita a su familia en este
momento y contar lo nuestro empañará todo.

Ella se pone de puntillas y me da un beso en la mejilla. Misha se acerca a


nosotros para avisarnos de que el avión acaba de aterrizar. Le doy un
apretón en la mano a Camelia antes de soltarla.
Las puertas que dan a los pasillos de la pista de aterrizaje se abren, una
pequeña figura sale corriendo mientras grita emocionado.

-¡Tita!

-¡Monito!

Camelia se arrodilla en el suelo con los brazos extendidos para recibir a


Jeren, él da un pequeño salto hacia ella, que lo atrapa fácilmente en sus
brazos.

-Has crecido mucho, monito.

Noto la tristeza en su voz, no le gusta estar lejos de sus sobrinos.

-Ya he empezado el cole- le dice él- Tengo muchos amigos, tita.

Camelia lo separa de su cuerpo.

-Claro que tienes muchos amigos, porque eres el niño más bueno del
mundo- le responde ella.

Jeren sonríe.

-¡Jeren!

La voz de Bastian es firme, Jeren se esconde detrás de Camelia. Me


acerco a ellos y lo tomo en mis brazos, rodea mi cuello con sus brazos y
apoya la cabeza en mi hombro. Seis años, pero sigue siendo un bebé
travieso, el mismo bebé travieso que conocí hace tres años.

-¿Ha salido corriendo?- le pregunto a mi amigo.

-Ha corrido por las escaleras del avión y ha traspasado a los rusos, joder.
Está aprendiendo a escabullirse demasiado deprisa.

Mi pecho vibra por la risa.


Camelia lleva un rato mirando a Bastian, le hago un gesto a él para que
se fije en ella, pero su sonrisa me dice que ya lo había hecho. Saca algo del
bolsillo delantero de su pantalón.

-He encontrado esta cosa- dice- Quizás alguien de por aquí sepa qué es.

Camelia chilla emocionada y le quita la memoria usb rosa fucsia de un


tirón. Bastian rodea su cintura con un brazo y la levanta del suelo.

-¡¿Dónde estaba?!- chilla Camelia riéndose- Llevo años buscándola.

Bastian le da un beso en la mejilla.

-Perdóname- le dice- Te la había robado.

-¿Tú? ¿Por qué?

Mi amigo aprieta a su hermana contra su cuerpo, dándole un fuerte


abrazo, ella apoya la cabeza en el hombro de él.

-Porque sabía lo que habías guardado ahí y me gustaba verlo- explica


Bastian.

-Podrías habérmela pedido, la había extrañado.

-Lo siento, pequeña princesa, tienes razón. Pero, oye, los hermanos se
roban cosas.

Camelia se ríe, levanta la cabeza y le da un beso en la mejilla a Bastian.


Luego chilla y lo abraza por el cuello.

-Te he echado mucho de menos, príncipe encantador- le dice.

-¡No me llames así!- grita Bastian.

Mi ángel se ríe más fuerte. Veo a los demás salir por las puertas, Adriana
viene negando con la cabeza.
-Tito- me llama Jeren.

-Yo te protejo, monito.

Esconde su cara en el hueco de mi cuello. Adriana viene directamente


hacia nosotros, está muy enfadada.

-Jeren Da Silva, ven aquí ahora mismo- le dice.

Jeren niega con la cabeza.

-¿Ocurre algo?- le pregunto.

Adriana me apunta con su dedo índice.

-No lo protejas, ¿sabes lo que ha hecho?

-Salir corriendo.

-No, no sólo ha salido corriendo. Ha esperado a que la escalera del avión


estuviera desplegada para correr y traspasar a toda la seguridad que hemos
traído y la que ya había aquí.

De pronto veo a Misha entrando en la terminal, está jadeando, detrás de


él entran Fabiano, Gregory y otros hombres, están en el mismo estado.

-Por el amor de Dios, Jeren, no puedes huir así- lo regaña Adriana.

Mi monito levanta la cabeza, tiene un puchero en el labio inferior.

-Mami, quería ver a los titos- le dice con tono triste- Los amo mucho.

Adriana suspira fuerte.

-Ni siquiera sé cómo ha conseguido llegar hasta aquí, esas puertas por
las que hemos salido venían de un pasillo con mil puertas más.
-Papi dice que soy muy inteligente y que el capo puede hacer lo que
quiera.

Los ojos de Bastian se abren, Adriana se gira lentamente hacia él.

-Ya hablaremos tú y yo, Santo- la amenaza en su voz está presente.

Bastian se acerca a su hijo.

-Esas cosas no se cuentan, Jeren- le susurra- Lo que tú y yo hablemos no


puedes contárselo a nadie, menos a mamá. ¿Entendido?

-Sí, papi, también te amo mucho.

Camelia y yo nos miramos, sigue en los brazos de su hermano. Un suave


carraspeo llama su atención, ella se muerde el labio inferior.

-Ha estado muy nervioso todo el viaje, pequeña princesa- le dice


Bastian- Su vida no es la misma sin ti, ve con él.

Mi ángel se baja al suelo, coloca bien su sudadera antes de girarse y


mirar a su padre. Los ojos de Edoardo están llenos de lágrimas.

-Papi- lo llama ella.

Edoardo se abalanza hacia su hija. Me acerco a mi hermano y a Ulises,


les doy un fuerte abrazo a ambos.

-¿Cómo estás, peque? Le he preguntado a Bastian por ti todos los días,


siento no haberte podido llamar.

Mi hermano agarra mi mano y le da un beso.

-Estoy bien, no debes preocuparte por mí. Ulises me cuida bien.

-Yo también debería estar cuidándote.

Mikel niega con la cabeza.


-Tienes a alguien que necesita protección, tu protección, hermano- me
dice.

Miro a Ulises.

-Mik tiene razón, Camelia te necesita. Yo puedo encargarme de mi


pequeño- dice pasando un brazo por encima de los hombros de mi hermano.

Él le sonríe. Ya no es mi pequeño, va a casarse y formar una familia.

-¿Cómo van los preparativos de la boda?- les pregunto.

-Por favor- escucho a Isarema- Este niño pesa demasiado y estoy a punto
de perder los brazos, vayamos a algún lugar.

Eric se ríe.

-Abela, amo- le dice.

-Y yo a ti, príncipe, pero estás muy grande y la abuela y no puede


contigo.

-¿Por qué no lo dejas en el suelo?- le pregunta Camelia.

Isarema pone los ojos en blanco.

-Porque seguirá los pasos de su hermano, siempre lo hace, lo que Jeren


haga, Eric lo imita, lo que Jeren diga, Eric lo repite.

Camelia toma a su sobrino en sus brazos.

-Gracias, princesa- le dice Isarema- Ven aquí, yo también te he echado


mucho de menos.

Bastian palmea mi hombro.

-Veo a mi hermana muy bien, parece como si hubiera vuelto a ser la de


hace seis años- me dice- Está...
-Feliz- lo interrumpe Edoardo mirándome.

-Trato de que todo esto le resulte más fácil, salimos a bailar y a comer,
de compras, no sé, cualquier cosa que necesite.

Edoardo asiente, no se ha tragado nada de lo que he dicho. No sé si es


porque conoce demasiado bien a su hija o porque no podemos ocultar lo
felices que estamos el uno con el otro.

Camelia es quien decide que vayamos a su restaurante favorito de la


ciudad. Edoardo ha estado observándonos todo el tiempo. Mi ángel no ha
podido estar mucho tiempo separada de mí y él parece haberlo notado.
Incluso cuando se ha sentado a mi lado en el restaurante, Edoardo nos ha
estado mirando. De hecho, lo sigue haciendo mientras comemos. Sospecha
algo o, directamente, lo sabe.

Camelia toca mi muslo por debajo de la mesa, hace que me tense. No


quiero que todos se enteren aquí y ahora, quiero hablar con Bastian en
privado y voy a tener que hacerlo antes de que lo haga su padre. Los ojos de
mi ángel se posan sobre mí, aparto mi muslo de su mano sin hacer
movimientos bruscos.

No soy capaz de probar un bocado más, estoy en tensión y deseando


hablar con Bastian sobre su hermana y sobre mí.

Camelia ha ido todo el camino de vuelta a casa callada, hemos pasado


largas horas fuera, enseñándoles lo que conocemos de la ciudad a todos. No
me he acercado a ella en ningún momento y eso parece haberla enfadado.

-Princesa- la llama su padre desde los asientos de atrás del coche, Jeren,
Isarema y él vienen con nosotros.

-Dime, papá.

-¿Estás bien? Pareces enfadada.

Aprieto el volante con mis manos, jodido Edoardo, no deja pasar ni una.
-Estoy bien, sólo algo cansada. Anoche casi no dormí por la emoción de
volver a veros- responde con una sonrisa.

-Marcelo, me gustaría hablar contigo en privado- me dice Edoardo- Es


sobre la seguridad de mi hija, quiero que me informes de todo lo que has
estado haciendo para protegerla, espero que no haya habido distracciones.

-Papá- advierte Camelia.

-Me preocupo por ti, princesa, tu seguridad es mi prioridad número uno.

-Marcelo sabe cómo protegerme, me ha estado cuidando bien.

-Sí, eso es lo que quiero saber.

-Papá, basta. Ya te has dado cuenta, deja de fingir, estás poniendo a


Marcelo nervioso.

-¿Darte cuenta de qué?- pregunta Isarema.

-De que Marcelo y yo estamos juntos.

Freno bruscamente en el semáforo en rojo, mis nervios están crispados,


Edoardo me tiene así.

-¿Juntos? ¿Vosotros...?

-Sí- respondo con firmeza- Camelia y yo estamos juntos como pareja.

-Oh Dios, Bastian.

Isarema se abanica con su mano.

-Papi se va a enfadar- dice Jeren.

-Tú calla, no entiendes ni una mierda de lo que estamos hablando- le


responde Camelia riéndose.
Jeren pone su palma en su cara y niega con la cabeza. Creo que entiende
muy bien lo que estamos hablando.

-Así que, te has distraído de tus obligaciones- me dice Edoardo.

-¡Papá no!- le chilla Camelia- Marcelo ha estado siempre pendiente de


mi seguridad, ya puedes ver que estoy bien.

Edoardo se inclina hacia adelante, me toma por los hombros y susurra en


mi oído.

-Sólo te advierto que esta vez mataré a quien sea si mi hija resulta
herida, Marcelo, no me importa si eres mi hijo.

-Jamás le haría daño, Edoardo, ella es todo lo que siempre quise.

Camelia empuja a su padre hacia atrás, luego le apunta con el dedo.

-A quien deberías haber matado es a Niccòlo Barccola, fíjate, ya puedo


pronunciar su nombre sin que duela y todo es gracias al hombre que acabas
de amenazar. Él ha reparado lo que había roto en mí, mi corazón y yo se lo
he entregado porque lo amo, papá. Siete años, siete putos años sin poder
sentir nada hacia ninguna persona.

Isarema se cruza de brazos mirando a su esposo.

-No vuelvas a amenazar a Marcelo, tu hija tiene razón. No sé qué coño


hace Niccòlo vivo, Bastian y tú sois iguales, vuestro maldito sentido del
honor.

Mira a su hija.

-Te juro que si me lo encuentro lo mataré yo misma.

Camelia se ríe.

-Mamá, ambas sabemos que no serías capaz ni de matar a una mosca,


eres budista, crees en la reencarnación.
-¡Y ese bastardo es la reencarnación del mal!

Camelia niega con la cabeza. Piso el acelerador cuando el semáforo se


pone en verde.

-No le digáis nada a Bastian, por favor, queremos hablar con él a solas-
le pide Camelia a sus padres.

-No diremos nada, hija- contesta Isarema- ¿Verdad, Edoardo?

Él asiente.

-Monito- llama Camelia a Jeren- No puedes contarle nada a tu padre de


lo que has oído aquí, ¿vale?

-Vale, tita.

-Te amo.

-Y yo a ti- contesta Jeren sonriendo.


DIECISÉIS
En este capítulo se relatará una escena de abuso sexual, si eres sensible
a este tema, por favor no leas esa parte. Si sigues adelante es bajo tu
propia responsabilidad.

Jake

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Camelia
No puedo creer que ya tenga veintiséis años, los cumplí el día después de
que mis padres llegaran. Lo celebramos en un lugar que Marcelo había
reservado, un jardín botánico, hicimos un picnic, él se había encargado de
todo, del catering, del pastel, de los regalos. Creo que nunca había sonreído
tanto como ese día y mis padres se dieron cuenta de todo lo que él me ama
y está dispuesto a hacer por mí.

No hemos tenido mucho tiempo para estar juntos, sólo por las noches y
han sido algunas, ya que Jeren y Eric han querido dormir algunas de esas
noches con nosotros en nuestro apartamento. En las que tenemos para
nosotros no hemos podido quitarnos las manos de encima.

Esta mañana, cuando me he despertado no estaba en la cama, había una


nota sobre su almohada. Ha salido con Bastian a reunirse con el ruso, no sé
si ha pasado algo o sólo quieren asegurarse de que todo esté bien. He
desayunado sola, mis padres han salido a dar un paseo por la ciudad, se han
llevado a mis sobrinos y a Ulises y Mikel con ellos. Adri se ha quedado en
su apartamento, decía que no se sentía muy bien. Creo que sé lo que le pasa,
mi hermanito ha vuelto a poner una semillita dentro de ella, pero no diré
nada hasta que ella lo haga.

-Oh, venga ya, Adri- murmuro en voz alta riéndome- Sus tetas han
crecido, todos han debido darse cuenta.
Unos suaves golpes suenan en la puerta de mi apartamento, me acerco
para abrirla. Adri está apoyada sobre el marco de la puerta.

-Farmacia- dice en tono suplicante.

-Voy a por mi cartera y las llaves.

Niego con la cabeza y una sonrisa en mi boca.

-¿De cuánto estás?- le pregunto.

-Bastian aún no lo sabe.

-No diré, nada, pero ya dime de cuánto estás.

-Diez semanas, quiero esperar dos semanas más y tenerlo todo


asegurado.

Asiento con la cabeza mientras cierro la puerta del apartamento. Adri se


agarra a mi brazo.

-Es una niña- le digo.

-¿Cómo lo sabes?

-Porque las niñas se parecen a los padres y Bastian es insufrible, ese


bebé está haciendo estragos en ti.

Adri intenta reírse, pero se tapa la boca con la mano inmediatamente.

Bajamos por el ascensor hasta el portal del edificio. Abro la puerta de ma


calle, el frío de noviembre me azota directamente en la cara. Frunzo el ceño
cuando no veo a ningún guardia ruso. Fabiano y Gregory se fueron con mis
padres y los niños. Tampoco veo a Misha por ningún lado, comienzo a
empujar a Adri hacia adentro, algo no va bien. Mi pulso y mi respiración se
están acelerando.

-¡Camelia!- grita Adriana.


Antes de que pueda reaccionar soy golpeada con un objeto contundente
en la frente, escucho a Adriana gritar, pidiendo ayuda, llamando a Bastian.
Soy arrastrada al interior del portal. Siento una boca sobre mí, besando mi
cuello mientras me desnudan. Empujo al hombre que está sobre mí, pero
apenas tengo fuerzas, me ha golpeado muy fuerte. Y, entonces, escucho su
voz.

-Vigilad que no venga nadie, lo haré rápido y luego nos iremos.

Niccòlo Barccola.

Doy un fuerte grito.

-¡Marcelo!- lloro.

Niccòlo me despoja de mis pantalones, no puedo mover mis manos,


alguien las está sujetando por encima de mi cabeza.

-Por favor, no lo hagas- le suplico a Niccòlo.

-Esto lo hago por nosotros dos, amore. Tienes que volver conmigo.

-¡No!

-¡Camelia!- llora Adriana.

Siento la presión de Niccòlo en mi entrepierna, me está haciendo daño.


Sus gruñidos y sus gemidos calan en mi mente, en lo más profundo de mí.

-Marcelo- sollozo- ¡Marcelo!

Niccòlo cubre mi boca con su mano.

-Eres mi mujer, amore- gruñe- Tanto tiempo sin estar dentro de ti.

-¡Déjala bastardo!- le grita Adriana.


Mi visión comienza a nublarse, me siento tan rota por dentro. Sigo
escuchando el murmullo de la voz de Adriana, ella me llama, pero no puedo
responder. Mi cuerpo está paralizado mirando directamente a los ojos de
Niccòlo, ha vuelto a robarme la vida y esta vez de una forma más cruel.

Su peso abandona mi cuerpo, sin embargo, no me siento libre. Me siento


más prisionera que nunca, me siento perdida y sin alma. El sonido de algo
rompiéndose se oye dentro de mí, mi corazón, lo ha vuelto a romper, me ha
roto por completo. Niccòlo me echa sobre su hombro, no puedo reaccionar,
pero soy consciente de lo que pasa a mi alrededor. Han golpeado a Adriana
y la han dejado inconsciente en el suelo, a mí me han sacado del portal. De
pronto, se oye un disparo, Niccòlo cae al suelo, ruedo por la carretera hasta
algún lugar en el centro, veo a los coches detenerse para no atropellarme.
Alguien sujeta mi cara, conozco la voz que me llama, mi madre. Ella está
llorando, intenta hacerme reaccionar. Algo se agolpa en mi pecho, es un
sonido que quiere salir, debo dejarlo salir. Mi boca se abre y mi alma se
desgarra cuando grito, las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas. Los
brazos de mi madre me rodean en un intento de consolarme.

-Me ha violado, mamá- lloro.

-Todo saldrá bien, princesa, mamá está contigo, estoy


contigo, meu amor.

Le grita a mi padre para que llame a una ambulancia.

-Adri- sollozo.

-Está bien, Ulises está con ella.

-Mamá- lloro.

-Lo siento mucho, princesa, lo siento tanto.

Vuelvo a gritar desesperada, ese bastardo me ha tocado, me ha violado,


me ha tomado como si le perteneciera. Empujo a mi madre hacia atrás, no
quiero que nadie me toque.
-Princesa- solloza.

-¡No me toques!- le grito- ¡Que nadie se acerque a mí!

Tiro de mi pelo por la rabia, araño mi piel, mi sucia y asquerosa piel, la


que él ha manchado con sus manos y su cuerpo.

Su voz detiene mi respiración, se agacha frente a mí.

-Ángel.

Levanto lentamente mi vista del suelo hacia sus ojos, no quiero que me
vea así.

-¡¿Dónde coño está ese bastardo?!- grita mi hermano.

-Ángel, deja que te cubra, por favor.

Niego con la cabeza a la vez que miro hacia otro lado, hay mucha gente
a mi alrededor, ya no importa que nadie me vea así.

-Ángel, mírame- exige.

-Vete- le digo.

-Nunca, ángel, jamás voy a abandonarte.

-Me ha tocado.

Mi mirada está perdida. Escucho el sonido de las sirenas de una


ambulancia, me pongo en pie con las piernas temblorosas, siento algo
cálido corriendo por el interior de mis muslos, lo toco con mis dedos y lo
miro.

-Me ha tocado- repito- Me ha tocado. Me ha tocado. ¡Me ha tocado!

Marcelo me atrapa entre sus brazos, mis piernas flaquean mientras lloro
desconsolada en su pecho.
-¡Marcelo!- grito.

-Estoy aquí, ángel.

-No quiero que me toque nadie.

-No lo permitiré, ángel.

Dos ambulancias llegan, una se lleva a Adriana, que sigue aturdida. La


otra nos lleva a Marcelo y a mí, que no suelta mi mano. Está tan roto como
yo, pero está a mi lado, apoyándome.

-Te llamé- murmuro.

-No te escuché, estaba lejos.

-Lo sé- mi voz se rompe.

-No volverá a pasar, Camelia, voy a estar a tu lado siempre.

-¿Lo habéis atrapado?

Niega con la cabeza.

-Tu padre le disparó en la pierna y sus hombres se lo llevaron, Iuriy está


vigilando los aeropuertos.

-Misha no estaba.

Marcelo mira a los paramédicos, han insistido mucho en examinarme, no


los he dejado, no quiero que nadie me toque, sólo mi bombón, sólo quiero
que él me toque.

Me da un beso en los nudillos de la mano.

-Señor, tenemos que examinarla- le dice un paramédico.

-Si la tocas te corto las manos.


-Está bien, que la doctora la vea cuando lleguemos al hospital- dice el
otro paramédico.

En el hospital, una doctora me hace varios exámenes. Mi madre y


Marcelo se mantienen a mi lado, mi padre se ha quedado con Ulises y
Mikel en el apartamento cuidando de los niños.

Me tumban en una camilla para una exploración vaginal. El vómito se


remueve en mi estómago y sube lentamente por mi garganta. Aprieto la
mano de Marcelo con toda la fuerza que me queda.

-¿Esos arañazos te los ha hecho él?- me pregunta la doctora.

-No- respondo- Me los hice yo.

La doctora mira a mi madre y a Marcelo.

-¿Quieres que llame al psicólogo?- me pregunta la doctora.

-No, haga los exámenes que deba hacer y déjeme ir a casa.

-¿Tienes algún tratamiento anticonceptivo?

-DIU.

-Bien, voy a examinarte y te daré el alta, puedes levantar una denuncia


cuando desees, te daré un informe médico.

El tiempo parece detenerse. La doctora me examina y habla con mi


madre y Marcelo, le está explicando algunas cosas. Ni siquiera presto
atención, no me interesa lo que me diga. Sólo quiero salir de aquí. Quiero ir
a mi casa, a Brasil. Quiero salir de este maldito país de mierda. Quiero
buscar a Niccòlo yo misma y matarlo. Sí, eso estaría bien. Quizás... Quizás
podría crear una bomba especial para él, una con la que sufra tanto que pida
clemencia. Una bombilla se enciende en mi cabeza, fósforo blanco, es
perfecto para él. Tengo que hacerlo, sé dónde encontrarlo en Nueva York, el
desgraciado se llevó a su esposa a vivir al penthouse que yo misma elegí
para nosotros. Mi cabeza se inclina hacia un lado mientras miro al techo.
Necesito planearlo, comprar los materiales y ejecutar el plan. Mis ojos se
desvían a Marcelo, él asiente, no sabe lo que estoy pensando o quizás sí, me
conoce demasiado bien. Se inclina hacia adelante y me susurra en el oído.

-Voy a hablar con tu hermano primero, no podemos ir solos.

-Fósforo blanco- susurro.

Traga grueso, el sonido de su saliva pasando con dificultad por su


garganta es sonoro.

-Lo tendré todo listo, vuelvo enseguida ángel, sólo voy a buscar a
Bastian y pedirle a Iuriy los materiales necesarios para tus bombas.

Asiento débilmente.

Mi mente da vueltas, es como un tornado acomodando mis ideas. Tres


bombas, esas son las que voy a crear y las tres tienen nombres y
apellidos: Niccòlo Barccola, Corina Ramazzotti y Raffaelle Barccola. Van a
morir quemados vivos, escucharé sus gritos de agonía, reemplazarán los
gemidos de Niccòlo. No voy a dejar que vuelva a destruirme. No esta vez,
ahora soy diferente a la niña de 19 años que dejó plantada en el altar, no voy
a dejar que lo que me ha hecho empale mi vida. Soy más fuerte que él, se lo
demostraré, lo pisotearé como a una cucaracha, voy a quedarme con todo lo
que tienen los Barccola, sus casas, sus empresas, sus coches, me quedaré
con absolutamente todo. Nadie me la hace dos veces, Niccòlo Barccola,
prepárate para sufrir hijo de puta. Voy a por ti y a por tu familia, Bagheera
podría encargarse de ellos un tiempo, hasta que decida que voy a usar mis
bombas.

Marcelo entra de nuevo en la habitación, la doctora le dice algo y él


asiente, luego se acerca a mí, me da un beso en la frente.

-Necesitas algo de reposo antes de que emprendamos este viaje juntos-


me dice.
-Bien, me dará tiempo a sanar un poco y fabricar lo que necesito.

-Iuriy dispone de todos los materiales.

-Quiero que volvamos a Brasil con ellos, Bagheera necesita divertirse un


poco, Marcelo.

Esboza una sonrisa.

-¿Un poco de diversión antes de su fatal destino?- me pregunta.

-Sí, pobre pantera, hace tiempo que Bastian no le lleva a nadie para
jugar. Yo le llevaré a tres bastardos que intentaron destruirme.

Marcelo frunce el ceño.

-¿A quién más quieres llevarte?- me pregunta.

-Corina y Raffaele.

-Corina está embarazada.

Me encojo de hombros.

-Podemos sacarle al bebé y entregárselo a alguien que lo vaya a cuidar


como merece.

-Princesa.

-No, mamá, ellos han intentado destruir mi vida, mi existencia. No voy a


tener piedad.

-Está bien, pero esos niños no tienen la culpa de nada.

-Lo sé, no quiero hacerles daño, pero merecen una vida mejor.

-Iuriy dijo que se haría cargo de ellos llegado el momento- dice Marcelo-
Lo avisaré para que esté pendiente.
-Todo arreglado- le digo a mi madre- Obtendré mi venganza y esos niños
tendrán una vida mejor que con esos enfermos.

-¿Iuriy será bueno para ellos?- le pregunta mi madre a Marcelo.

-Sí, esos niños estarán en buenas manos, al igual que la amante de


Niccòlo, Thea.

-¿Tiene una amante?- le pregunto.

-Sí, ella estaba embarazada de él, pero sufrió un aborto espontáneo.


Sabemos que Niccòlo la ha estado maltratando desde entonces, la culpa por
la pérdida.

-¿Eso es lo que estabais haciendo hoy?

-Sí, ángel. Estábamos siendo informados, cuando nos dijeron que


Niccòlo había cruzado la frontera a Canadá ya era tarde, no pude llegar
antes a ti.

-No es tu culpa, Niccòlo es el culpable.

Me siento en la camilla con mucha dificultad, la bata de hospital se


desliza por mi hombro.

-Es a Niccòlo a quien voy a matar después de que Bagheera juegue con
él.

-Estaré a tu lado, apoyándote.

-Te amo, Marcelo.

-Y yo a ti, mi ángel. Saldremos juntos de esto.

Me abrazo a su cintura, sé que estará a mi lado en cada paso que dé, sé


que nunca soltará mi mano. Me costará un poco volver a dejar que me toque
como antes, pero voy a esforzarme cada segundo del día por ser su ángel.
Pero ahora necesito ser Camelia Da Silva, La Niña.
DIECISIETE
Marcelo
Dejo el plato con comida a su lado, pero no le presta atención. Está
concentrada fabricando las bombas y desarmando mi pistola, para luego
volverla a armar. Creo que está aprendiendo sobre su funcionamiento y
poder mejorarla para que haga más daño.

Le dieron el alta del hospital ayer, no ha hablado mucho desde entonces.


Tampoco ha querido dormir conmigo en la cama, cosa comprensible
después de lo que ese bastardo le ha hecho.

Me agacho a su lado.

-Ángel.

Pongo mi mano en su rodilla, ella se sobresalta, la ira en sus ojos se


disipa cuando se da cuenta de que soy yo.

-Tienes que comer, llevas despierta desde temprano haciendo esto.

-No tengo hambre.

-Ángel, por favor, hazlo por mí.

Asiente a regañadientes. Me siento a su lado en el sofá, tiene la mesa de


café llena de materiales, cables, depósitos pequeños, dispositivos de
explosión remota. Agarro mi pistola, pero ella pone su mano sobre la mía.

-Aún no he acabado- me dice.

-Está bien, le pediré otra a Bastian, puedes quedártela.

Niega con la cabeza.

-Necesitaré todas las balas que vayáis a usar- me dice.


-¿Qué estás haciendo?

-Hueco. Estoy haciéndolas huecas para rellenarlas con sosa cáustica, la


bala estallará en el interior del cuerpo y lo quemará desde dentro.

-Una muerte lenta y dolorosa.

-Sí.

Me froto la cara con las manos.

-Bastian debería haberte contratado como ingeniera de armas- le digo-


Nos habríamos ahorrado muchos problemas.

Una sonrisa fugaz se dibuja en su preciosa cara.

-¿Quieres hablar?- le pregunto.

-Sí- su voz se rompe- Lo sigo escuchando en mi cabeza, todo lo que me


decía mientras me violaba, sus gruñidos y gemidos.

-Lo siento mucho, ángel. Debería haber estado contigo.

-No es tu culpa, meu rei.

-¿Por eso estás haciendo todo esto? ¿Para reemplazar sus asquerosos
sonidos con sus gritos de dolor?

Ella asiente.

-Voy a darte un beso en la sien, ángel.

-Vale.

Poso mis labios durante varios segundos sobre su sien, luego pego mi
frente en el mismo lugar.
-Estoy aquí, yo jamás te haré daño, cuando estés preparada sólo ven a
buscarme.

-Te amo, Marcelo. Te prometo que cuando haya acabado con él todo
mejorará.

-Lo sé, ángel. Eres jodidamente fuerte y valiente, creí que volvías a ser la
Camelia de hace siete años antes de que pasara todo esto, pero me
equivoqué. Eres mejor que esa Camelia y serás mejor cuando hayas salido
de esta mierda.

-Quiero que todo pase, estar contigo, dormir en nuestra cama abrazados.

-Lo lograrás, siempre lo haces, ángel. Y esta vez no estás sola, me tienes
a mí, incondicionalmente.

Rodea mi cuello con sus brazos, hago lo mismo por su cintura. Me da un


beso en el cuello y se sube a mi regazo, acuno su cuerpo como si fuera un
bebé. Noto que se está quedando dormida, me gusta que se sienta segura en
mis brazos. Me echo hacia atrás en el sofá, pegando mi espalda al respaldo,
agarro la manta y la cubro con ella. Saco mi móvil del bolsillo de mi
pantalón, tengo que avisar a Bastian para que nos traiga sus balas y las de
nuestros hombres para que Camelia las modifique. También quiero hablar
con él sobre la posibilidad de que Camelia se encargue de nuestro
armamento, podría hacernos la vida más fácil a todos.

La miro mientras duerme, es tan hermosa, incluso con los arañazos en su


cara. La doctora dijo que no eran profundos, se le irían con el paso de los
días. Odio que se haya hecho eso, pero tuvo un momento muy vulnerable,
después resurgió de sus cenizas para vengarse de ese bastardo. Aparto un
mechón de pelo de su cara, tiene un arañazo encima de la ceja izquierda. Le
doy un corto beso encima de él.

-Iremos a por él, ángel, vas a hacerle todo lo que quieras. No voy a
permitir que nadie lo toque, sólo tú.
La puerta del apartamento se abre, miro por encima de mi hombro.
Isarema entra sin hacer ruido, se acerca a su hija y le da un beso en la
cabeza.

Luego mira las cosas que Camelia ha dejado en la mesa.

-¿Ha comido?- me pregunta.

-Sí, acaba de quedarse dormida.

Los ojos de Isarema se encuentran con los míos, hay tanta tristeza y
derrota en los suyos. Está volviendo a pasar por lo mismo que hace treinta y
un años cuando Yamila violó a su esposo.

-Cuídala, por favor.

Acaricio su mejilla con mi pulgar.

-Ella está a salvo en mis brazos- le digo- Tu hija es fuerte, Isa, no va a


permitir que esto la derrumbe.

Sus ojos se llenan de lágrimas.

-No quiero que pase por lo mismo que Edoardo.

-No lo hará, sabes que son muy diferentes, ella se parece a ti y al bruto
de Bastian.

Isarema sonríe, se limpia las lágrimas con sus manos.

-Ella es mi princesa, no merecía esto, Marcelo. Ese bastardo nunca debió


entrar en su vida.

-Estoy de acuerdo.

-Fue nuestra culpa, de Edoardo y mía, la dejamos sola y él se aprovechó


de su vulnerabilidad.
-Ya no sirve de nada lamentarse por el pasado, ahora sólo podemos
quedarnos a su lado y ayudarla a seguir adelante.

-No quiero separarme de ella nunca más.

-Vamos a volver a Brasil, ella quiere volver después de atrapar a


Niccòlo, a Corina y a Raffaelle.

-¿Y Ginevra?

-Nunca le hizo nada malo a Camelia.

-¿Y si tiene algo que ver en todo esto?

-Entonces también nos la llevaremos. Todos los guardias que estuvieron


mirando sin hacer nada recibirán su castigo.

-¿Habéis encontrado a Misha?

-Sí, Iuriy lo encontró malherido, casi muerto. Aún no ha despertado, nos


contará lo que pasó cuando despierte.

-Espero que se ponga bien, es un buen chico.

-Lo es, debieron atacarlo entre varios para acabar así.

Isarema acaricia el pelo de su hija.

-Ella hablaba muy bien de él- me dice.

Asiento. Camelia se hizo buena amiga de Misha, estaba muy triste


cuando le dije anoche que Iuriy lo había encontrado casi muerto. Los
bastardos italianos le habían perforado el pecho a balazos, Iuriy está tan
enfadado, Misha es como un hermano para él, siempre ha estado a su lado.
No es que no le importaran sus otros hombres, los que cayeron intentando
proteger a mi mujer y a Adriana, es que Misha es especial para él, se criaron
juntos.
-Adriana está embarazada.

-Bastian me lo ha dicho.

-Si le hubieran hecho daño al bebé...

-No lo hicieron, Isa, Adri tiene una pequeña conmoción cerebral y el


bebé está bien.

-¿Qué vamos a hacer? Quiero que todo esto se acabe.

-Es nuestra vida.

-No me gusta.

-Ni a mí, pero no conozco otra cosa.

-¿Qué pasará cuando Camelia y tú tengáis hijos?

-Que los protegeremos, les enseñaremos a defenderse, a todos, Isa, les


enseñaremos a todos, niños y niñas por igual.

-Deberíamos haber entrenado a Camelia, Bastian debería haberla


enseñado a pelear.

-Lo haré, le enseñaré a defenderse.

-¿Lo harás?

-Sí, Isa. Camelia es mi vida, haré cualquier cosa para protegerla, la


enseñaré a usar armas, cuchillos y pistolas, la enseñaré a usar sus puños y
piernas.

-Gracias, cariño, ella está bien contigo. Eres el hombre indicado para mi
hija, no hagas caso a Edoardo.

Se me escapa un bufido.
-Ese viejo sólo está celoso- le digo.

Ella se ríe suavemente.

-Voy a prepararle su caldito para esta noche- me dice mirando a su hija-


Avísame cuando esté despierta, quiera pasar un rato con mi princesa.

-Te aviso.

-Gracias, cariño, siempre tan bueno con nosotros.

Me da un beso en la mejilla antes de salir del apartamento.

Aprieto más el cuerpo de mi ángel contra el mío, está pacíficamente


dormida. Voy a conseguir que todos sus días sean pacíficos, ella volverá a
ser feliz.

Cierro los ojos en un intento por descansar yo también, anoche apenas


dormí vigilándola desde la puerta de la habitación, ella quiso dormir en el
sofá.

Algo hace cosquillas en mi cara, luego escucho una risa y un murmullo.


Siento unos labios posarse sobre mi mejilla, baja por mi mandíbula hasta mi
cuello y vuelvo a escuchar la misma risa.

-Meu rei.

Abro los ojos, su preciosa sonrisa me recibe.

-Por fin- dice- Llevo un rato despierta y estaba aburrida.

Apoyo su cabeza en mi pecho.

-¿Has dormido bien?- le pregunto.

-Sí, ¿puedo dormir encima de ti esta noche? Me siento más segura.

-Por supuesto, ángel, puedes dormir encima de mí todas las noches.


Le doy un beso en la cabeza.

-Tu madre quería que la avisara cuando despertaras.

-No, ahora no, quiero estar sólo contigo.

-Está bien, ángel.

-He estado pensando.

-Cuéntame.

-Quiero que nos casemos.

-Ya habíamos quedado en que nos íbamos a casar, recuerdo habértelo


pedido y dijiste que sí.

Ella se ríe.

-También lo recuerdo- responde- Pero me refiero a casarnos ya.

-¿Ahora?

-No podemos ahora, no tenemos fecha ni los documentos arreglados.

-Mañana.

-¿Mañana?

-Sí, esta ciudad es de Iuriy, estoy seguro de que puede arreglarlo todo
para mañana.

-¡Mañana!- chilla emocionada, su sonrisa se esfuma- Pero no voy a


poder darte una noche de bodas- dice con la voz triste.

Pongo mi mano sobre su mejilla, ella se inclina hacia mi toque.


-No me importa, me has dado muchas noches de boda, te esperaré el
tiempo que haga falta, ángel.

-No quiero decepcionarte.

-La única forma que tienes de decepcionarme es alejándote de mí y sé


que no va a pasar, así que nunca me decepcionarás.

Roza mis labios con su pulgar, no muevo ni un sólo músculo, por más
que esté deseando besarla y devorarla. Quiero que se sienta segura y que
sepa que ella tiene todo el control. Lentamente se va acercando a mí, me da
un beso muy corto en los labios, pero es suficiente para mí. Ella necesita
sanar y encontrarse de nuevo a gusto con nuestra intimidad.

-¿Está bien así?- me pregunta un poco tímida.

-Está perfecto, ángel, tienes que ir a tu ritmo.

-Vale, pero...

-Sin peros- la interrumpo- Aquí no soy yo quien decide, eres tú y para mí


estará bien todo lo que tú decidas.

-Entonces habla ya con el ruso, mañana a estas horas quiero llevar tu


apellido.

Esbozo una sonrisa, la agarro con cuidado y le hago cosquillas en el


vientre, ella se retuerce y se ríe.

-Con que quieres ser la señora Ferreira- le digo clavando mis dedos en su
costado.

-¡Por favor!

Las lágrimas caen por sus sienes y mejillas.

-¡Ayuda!- chilla riéndose.


-Oh, no, señora Ferreira, nadie va a salvarla de su esposo.

La puerta del apartamento sale disparada al suelo, Camelia se sobresalta


y se aferra a mi cuerpo, ambos miramos a Bastian.

-¿Qué coño haces?- le pregunto poniéndome de pie con Camelia en mis


brazos.

-He oído a mi hermana pedir ayuda.

Camelia se ríe.

-Estábamos jugando, gilipollas- gruño- Has roto la puerta, bruto de


mierda.

La boca de Bastian está levemente abierta, nos mira a Camelia y a mí, si


no lo sabía, ya sabe lo que hay entre nosotros.

-¿Estáis...?

-Sí- gruño- ¿Algún problema?

-Es mi hermana.

Camelia pone los pies en el suelo cuando ve a Bastian caminar hacia a


mí, se pone delante intentando protegerme.

-Detente, Bastian, no vas a tocarlo.

-¿No voy a tocarlo? Se ha estado follando a mi hermana pequeña, ¿y no


voy a tocarlo?

-No- contesta con firmeza- Me ama y yo lo amo, es mi vida, Bastian.

Los ojos de Bastian se posan sobre mí.

-¿La amas?
-Sí, con todo lo que tengo y lo que soy, amo a Camelia.

-¿Por qué ahora? Os conocéis desde pequeños, la viste nacer.

-Ha surgido- contesto- Surgió sin querer, pero es el sentimiento más


fuerte que he tenido nunca. ¿Recuerdas cuando te hablaba de mi mujer
ideal?- Bastian asiente- ¿En quién pensabas cuándo te hablaba de sus
atributos?

Mira a su hermana.

-Camelia- dice- Siempre pensaba en ella cuando me hablabas de la mujer


de tus sueños.

Bastian acaricia la mejilla de Camelia con su pulgar.

-¿Te hace feliz?- le pregunta.

-Nunca fui tan feliz como con él, me cuida, me ama por quien soy y me
protege, Bas. Marcelo me reparó y sé que lo volverá a hacer.

Él me mira a mí.

-Tenéis mi bendición- me dice.

-Eso está bien porque mañana la haré mi esposa.

-¿Mañana?

-Voy a hablar con Iuriy, seguro que él puede arreglarlo para mañana.

Bastian suspira.

-Lo haré yo, organizaré una boda para mañana por la tarde, tú quédate
con mi hermana.

-Me gustaría hablar contigo de algo más.


-¿Sobre qué?

-Quiero que Camelia se encargue de mejorar nuestras armas.

La cabeza de mi mujer se gira rápido hacia a mí.

-Mi mujer ha estado mejorando mi arma y mis balas para que hagan más
daño, creo que tiene muy buenas ideas que nos ayudarán a derrotar a
nuestros enemigos- explico mirándola a los ojos.

-¿Tu mujer?- me pregunta.

-Es lo que eres, ángel, mía, mi mujer y mañana serás mi esposa.

-Hablaremos de las armas más detenidamente- dice Bastian- Os dejo a


solas, no me apetece ver cómo os besáis.

Hace un gesto de asco con la boca, provocando la risa de Camelia y la


mía. Luego intenta colocar la puerta que ha roto.

-No, creo que no va a funcionar- dice- No le digáis a Adriana que la he


roto, por favor.

-¿Por qué?- le pregunta Camelia.

Bastian se frota la nuca con la mano.

-Es la segunda puerta que rompo hoy, no le ha gustado que rompa cosas
que no son mías. Me castigará sin sexo una semana, me lo dijo.

-Oh, entonces voy a contárselo- dice Camelia.

Sale corriendo del apartamento, Bastian va detrás de ella. La escucho


reír por el pasillo y a Bastian gritándole que se detenga.

Niego con la cabeza, vuelven a ser los mismos que cuando eran niños.
Ella haciendo cosas para molestarlo y él amándola más cada segundo.
Camelia aparece por el arco de la puerta, se esconde detrás de mí
riéndose.

-¡No creas que esto va a quedar así!- grita Bastian- Ya te pillaré, mocosa
malcriada.

-Tendrás que pasar por encima de mi cadáver- le digo- Nadie va a tocar a


mi mujer mientras yo siga respirando.

-Puedo contigo, gorila- me dice.

-Nunca has podido, Santo.

Se marcha por el pasillo renegando y maldiciendo. Camelia da un salto y


se sube a mi espalda, la miro por encima de mi hombro.

-Te amo- me dice.

-No tanto como yo a ti, mi ángel.


DIECIOCHO
Camelia
Abro los ojos, hay mucha luz en esta habitación. Refriego mi cara por su
pecho desnudo, siento su calor atravesar mi piel y me encuentro que estoy
demasiado a gusto, a salvo. Sus enormes brazos me están rodeando,
manteniéndome a salvo del peligro. Le doy un beso en un pectoral, luego en
el otro, su dureza se clava en mi entrepierna, me duele, físicamente me
duele. Mi cuerpo lo desea y mi mente no parece estar en contra, pero no
puedo hacer nada ahora mismo. Quiero besarlo en los labios, pero también
me duelen, me arañé en un ataque de pánico. Tampoco creo que pueda
besarlo como antes, no sé por qué mi mente lucha contra eso. No entiendo
nada. Siento que hay algo bloqueado dentro de mí y que eso es lo que me
impide besarlo como deseo hacerlo. Lo intento, de verdad que lo intento,
pero no puedo. Ayer sólo le di un beso muy corto y me sentí bien, sin
embargo, mi mente estaba ardiendo.

Tengo que hablar con Adriana, quizás ella pueda ayudarme a averiguar
qué pasó para que no pueda besar a Marcelo.

Me levanto con cuidado de la cama, no quiero despertarlo aún, es muy


temprano para él y estoy segura de que ha estado media noche despierto
vigilándome. Me siento tan culpable, él no debería estar pasando por esto,
yo tampoco. Pero voy a atrapar a Niccòlo, lo haré pedazos, va a desear no
haber nacido cuando use los químicos en su cuerpo, anoche terminé de
preparar las balas del arma que me dio Marcelo, van a sufrir tanto con esas
balas. En cuanto a Corina, la quiero muerta, ella tiene mucha culpa en mi
sufrimiento, quería a Niccòlo para ella, sólo tenía que decírmelo, se lo
habría dado hasta con envoltorio. No era necesario organizar su boda el
mismo día que la mía y llamar a la prensa para que yo me enterase y me
hiciera daño. Y el viejo, ese es el peor, estoy segura de que tiene mucho que
ver en todo lo que Niccòlo me ha hecho, él es un estúpido que no tiene
personalidad propia. Joder, ¿cómo pude enamorarme de alguien así?
El agua caliente de la ducha cae por mi cuerpo, necesito ducharme y
comenzar a prepararme para mi boda.

Una sonrisa se dibuja en mi cara, esta vez no es una boda por todo lo
alto, pero es perfecta. Sólo van a estar las personas que me interesan y el
ruso, por supuesto, se autoinvitó él solo, aunque no me importa, ha hecho
mucho por mí y por Marcelo, mi esposo, joder, va a ser mi esposo.

Se me escapa un gritito de felicidad, a pesar de todo lo que me ha pasado


estas últimas 48h, estoy feliz, me voy a casar con el hombre que amo y voy
a ser su esposa para siempre. Ya quiero buscar bebés con él, en cuanto mi
vagina sane quiero quitarme el DIU e intentarlo. Esta vez nadie, ni siquiera
Niccòlo va a hundirme, tuve un momento de vulnerabilidad, pensé que mi
vida estaba acabada, pero algo surgió dentro de mí que me hizo cambiar
todo. Creo que fue ver a Marcelo, sí, fue cuando lo vi a él que supe que no
podía dejar que Niccòlo nos destruyera la vida. Verlo me hizo entender que
no estaba sola, esta vez no, él siempre está ahí para mí y quiero estar para
él.

Me sobresalto cuando giro la cabeza para salir de la ducha, Marcelo se


ríe suavemente.

-¡Gilipollas no tiene gracia!- le chillo riéndome.

-No pretendía asustarte, ángel, parecías tan concentrada que no quise


interrumpir.

-Estaba pensando.

Agarro la toalla que me ofrece y envuelvo mi cuerpo con ella mientras


salgo de la ducha.

-¿Puedo saber en qué?- me pregunta.

-En nosotros, quiero que intentemos tener un bebé cuando haya sanado
físicamente.
-Ángel, no hay prisa, tienes que sanar mentalmente.

-Te prometo que estoy bien con eso, excepto con los besos, quiero
averiguar qué me pasó, es obvio que mi cerebro me está ocultando algún
tipo de información, quizás Adriana me aclare las cosas.

Marcelo pone su mano en mi mejilla.

-Haremos las cosas a tu modo, ángel, si quieres ir a por un bebé cuando


hayas sanado tienes mi semen a tu disposición.

Hago un gesto de asco bromeando.

-Ew, qué pervertido eres- le digo.

Él se ríe y, juro que, me da la vida.

-¿No quieres mi semen para tus bebés?- me pregunta.

-Oh, claro que sí- respondo tomándolo por las caderas- Necesito hacer
pequeños negritos en mi vientre.

Un gruñido gutural sale de lo más profundo de él, mi pecho vibra por la


risa.

-¿Quieres un bebé, meu rei?

Da un tirón de mis caderas, pega mi cuerpo al suyo.

-Quiero muchas cosas contigo, pero primero tengo que hacerte mi


esposa, Camelia.

-Acércate lento, por favor.

Mi respiración se agita un poco a medida que se acerca a mí, pongo mis


labios sobre los suyos brevemente.

-Está bien, ángel, así está bien- susurra en mi boca.


Me abrazo a su cintura, bajo una mano hasta su dureza.

-¿Ángel?

-Sólo estoy comprobando algo.

-¿Y está todo bien?

-Todo está perfectamente, meu rei, tú no eres el problema.

-Tú tampoco.

-Yo tampoco. Estoy bien, no estoy rota.

-Nunca lo has estado, mi dulce ángel.

Me da un beso en la cabeza, después de todo podré darle una noche de


boda decente, aunque yo no pueda correrme, él sí podrá. Puedo tocarlo
íntimamente sin sentir asco, porque puedo confiar en él plenamente, nunca
me haría daño.

-Vas a hacer que me corra.

Beso su pecho, voy bajando muy lento hasta que estoy de rodillas en el
suelo.

-Ángel, no es necesario.

-Shhh...

Envuelvo mis labios alrededor de su polla, se siente bien, siento que


estoy en casa. Nada ha cambiado con esto, mis miedos eran infundados,
porque no es Marcelo a quien tengo asco.

Apoya una mano sobre la encimera del lavabo.

-Joder- gruñe- ¿De verdad quieres hacer que me corra?


Asiento con su polla en mi boca, la saco y lamo todo el tronco.

-Ángel, no quiero que te sobrecargues.

-Te prometo que estoy bien, estoy segura de que no sería lo mismo si
fueses otra persona, no creo que tolere que otro hombre me toque. Eres mi
cura, Marcelo.

Su polla crece en mi boca, se hace más gruesa, siento cómo se hincha


con cada lamida. Los gruñidos y gemidos de Marcelo me dan paz mental,
me ayudan a olvidar, él es todo lo que puedo ver y oír.

Mis rodillas duelen, pero no me importa, él está disfrutando y yo


también.

-Ya viene- me avisa.

Saco su polla de mi boca y lo masturbo con mis manos, su semen cae por
mi cara.

-Tan hermosa- dice con una sonrisa- ¿Segura que estás bien?

-Mejor que nunca. Ahora ayúdame a levantarme, creo que mis rodillas se
están rebelando contra mí.

Marcelo me toma por debajo de mis axilas con sus manos y me levanta
de un salto, me mantiene sujeta por un rato hasta que puedo mantenerme de
pie yo sola.

-Deja que te lave la cara- me dice.

-¡No! Voy a ir así a nuestra boda.

-Ángel si vas así a nuestra boda, también será mi funeral, tu padre y tu


hermano me matarán.

Hago un puchero con la boca.


-Joder, no hagas eso, me dan ganas de follarte.

-Pronto, meu rei, la doctora dijo que en una semana todo estaría curado.

-Deberíamos dejar pasar dos semanas.

-¿Por tu monstruosa polla?

-Efectivamente, ángel, por mi monstruosa polla.

Esbozo una sonrisa.

-Me encanta poder hablar contigo de todas estas cosas- le digo- A otros
hombres con los que estuve no les gustaba, creían que era vulgar que una
mujer hablara de pollas y coños.

-Me gusta que me hables de pollas y coños, ángel. Me gusta como eres,
abierta y extrovertida, no te quiero de otra forma.

Inclino la cabeza a un lado, acaba de darme una idea para esta noche.

-¿Qué? ¿Qué he dicho?- me pregunta.

-¿Por qué crees que has dicho algo?

-Porque conozco esa expresión, he dicho algo que te ha dado una idea.

-La doctora dijo que no podía tener sexo vaginal, pero no dijo nada del
sexo anal.

-Ángel, no.

-Por favor, por favor, quiero que me folles el culo esta noche.

-Ángel, podemos tener otra noche de bodas cuando hayas sanado.

Pongo los ojos en blanco.


-Eres un aburrido.

-¿Aburrido? Joder, aburrido. Hemos hecho un trío con otra mujer varias
veces, te he llevado más de una vez un club de sexo, te he follado delante
de gente. ¿Y me dices aburrido?

-No me has follado por el culo, lo tengo cerradito y lo quiero abierto por
tu enorme polla.

Marcelo se pone detrás de mí, aprieta mi cuerpo contra el lavabo, aprieta


mi culo con una mano.

-¿Quieres que te lo abra, joder? ¿Quieres que me folle tu culo hasta que
me corra dentro de él?

-Me estás mojando mucho, meu rei.

-Te voy a follar el culo esta noche, Camelia, mañana no vas a poder
caminar y te lo volveré a follar. No vas a volver a llamarme aburrido.

Froto mi culo por su entrepierna, que se endurece de nuevo. Marcelo me


arranca la toalla del cuerpo, abre las mejillas mi culo con sus manos.

-Joder, te lo voy a destrozar- murmura- Voy a meter mi polla dentro de


ese agujero apretado.

-Marcelo- gimo- Quiero correrme, por favor.

-Voy a llamar a la ginecóloga, meu amor, quizás puedas tener un


orgasmo sin penetración.

-Gracias, meu rei.

Me da un beso en la sien.

-Lávate la cara, sigues teniendo mi semen- se ríe.

-¡Que no!- chillo- Voy a ir así a nuestra boda y no hay más que hablar.
Me da un azote en el culo.

-Lávate, no quiero morir antes de poder follarte el culo.

Miro mi reflejo en el espejo, el semen de Marcelo cae por mi cara, niego


con la cabeza sonriendo. Ahora sé que todo va a estar bien conmigo, él me
hace estar bien.

Mi madre y Adriana vinieron unas horas más tarde para ayudarme a


prepararme. No había tenido noticias de mi madre en toda la mañana y
ahora sé por qué, se fue a una tienda a comprarme un vestido de novia
decente para la boda, no tengo ni idea de lo que Bastian y mi madre han
estado haciendo, nadie quiere decirme nada para que sea una sorpresa.
Debo admitir que estoy muy nerviosa, quiero que todo salga bien, bueno, sé
que todo va a salir bien.

-¡Todo va a ser genial!- chilla Adriana- No te imaginas lo que Bastian ha


preparado.

-¿Debo tener miedo?- le pregunto.

-Oh sí, mucho miedo.

Me rio suavemente.

-Bueno, creo que he hecho un buen trabajo cubriendo los arañazos de tu


cara- me dice mi madre.

Agacho la cabeza, me avergüenza tenerlos, me los hice en un momento


de debilidad.

-No, cariño- me dice mi madre levantando mi cabeza por mi babilla- No


te avergüences, otra persona en tu lugar estaría llorando por los rincones,
pero mírate, estás aquí preparándote para tu boda con un hombre de
ensueño.

-Marcelo es el mejor- le digo- Es por él que estoy bien.


-Lo sé, princesa, ese hombre ha demostrado que te ama y que eres su
mundo.

Desvío mis ojos hacia Adriana.

-Hay algo que no funciona en mí- ella frunce el ceño- No puedo besarlo
en la boca.

Adriana se frota la frente con sus dedos.

-¿No lo recuerdas?- me pregunta.

-No, mi cerebro ha bloqueado esa parte.

-Él te forzó a besarlo, fue asqueroso cómo metía su lengua en tu boca.

Mi estómago se revuelve.

-Lo siento, no debería haber dicho eso- me dice Adriana.

-No, está bien, por lo menos ahora lo entiendo.

-¿Por qué tienes trauma con eso y no con lo otro?- me pregunta.

Les he contado todo lo que ha pasado hoy entre Marcelo y yo.

-No lo sé- admito- No sé por qué puedo sentir deseos por tener
relaciones sexuales con Marcelo y, sin embargo, no puedo besarlo.

Mi madre acuna mi cara entre sus manos.

-No podemos decidir con qué nos traumamos y con qué no- me dice- Tu
padre no podía ni mirarme cuando hacíamos el amor, mis ojos eran su punto
débil.

-¿Por qué?
-Porque la miró a los ojos cuando lo violó, princesa. Quizás tu cerebro
recuerde los labios como la parte más asquerosa y traumatizante.

-Quiero besarlo, mamá, quiero darle un beso cuando nos declaren marido
y mujer.

-Puedes besarlo en la mejilla, princesa, no tienes por qué besarlo en los


labios.

-Pero yo quiero que sea en los labios.

-Deja los ojos abiertos- me dice Adriana- Así verás que a quien besas es
a Marcelo.

-Esa es una buena idea- dice mi madre.

Una sonrisa se dibuja en mi cara. Esa es una muy buena idea.


DIECINUEVE
Marcelo
Está impresionante. Isarema ha acertado con el vestido, se ajusta al
cuerpo de Camelia, cada curva de ella resalta en ese vestido.

Camina del brazo de su padre hacia a mí, sonríe como nunca antes.
Quiero verla así siempre.

La luz del atardecer se filtra por las ventanas del jardín botánico. Bastian
lo consiguió con tan poco tiempo, pero sabía que a su hermana le encantaría
este lugar, fue donde celebramos su cumpleaños y quedó enamorada del
lugar. Tiene sentido que nuestra unión sea en este lugar, aquí es donde le
entregué el anillo de compromiso de mi madre, un anillo que tuvo que
ocultar al principio, pero que ahora resplandece en su dedo. Todos han
venido a nuestra boda, Dani, Sandra y su pequeña hija, Gabriel, Sara y los
trillizos, Mario, Sofía y sus hijos, Tadeo, Gala y el pequeño Aslan. Todos
están aquí, acompañándonos en este perfecto día.

Tomo sus manos entre las mías cuando Edoardo me la entrega.

-Hazla feliz, ella es la luz de mi vida- me dice.

-Siempre la haré feliz, Edoardo.

-Lo sé, hijo.

Miro a Camelia de arriba a abajo, joder, es la mujer más hermosa del


mundo.

-Oye, deja de mirarme así o mi esposo te matará- bromea.

-Tu esposo es el hombre más afortunado del mundo- respondo.

-Te amo, meu rei.


-Y yo a ti, ángel.

El cura empieza a hablar, su discurso me está embotando la mente,


necesito que se dé prisa.

-Padre, acelere, tengo prisa por hacer mi esposa a esta mujer.

Camelia se ríe.

-Sí, padre, acelere- le dice ella- Tengo prisa por ser la esposa de este
hombre.

El cura sonríe.

-En vista de que ambos contrayentes tienen algo de prisa, sólo me queda
preguntarles. Marcelo Ferreira, ¿aceptas a Camelia Da Silva como tu
legítima esposa?

-Sí, acepto.

-Camelia Da Silva, ¿aceptas a Marcelo Ferreira como tu legítimo


esposo?

-Sí, acepto.

-Por el poder que la iglesia católica me ha otorgado, los declaro marido y


mujer, puede besar a la novia.

Camelia se acerca a mí de forma tímida, sus manos tiemblan un poco.

-Puedes besarme en la mejilla, ángel.

Niega con la cabeza.

-Déjame intentar algo- me dice- Deja tus ojos abiertos, por favor.

Asiento con la cabeza, ella posa sus labios sobre los míos sin dejar de
mirarme a los ojos, abro mi boca levemente. Ella tiene el total control del
beso, se separa de mí sonriendo.

-Te amo, esposo.

-Y yo a ti, esposa.

La atraigo a mi cuerpo, rodeo su cuerpo con mis brazos, por fin es mía
para siempre.

-Cuando hayas sanado físicamente te voy a llevar a Ámsterdam- susurro.

-¿Al Barrio Rojo? ¿A ese lugar de perversiones sexuales?

-Sí, ángel.

Aprieta mi cintura con sus brazos, le doy un beso en la cabeza.

-Estoy deseando ir- me dice.

La celebración transcurre muy lento para mí, sólo quiero llevarme a mi


esposa del jardín botánico y meterla en la cama, donde tengo pensado
hacerle cualquier cosa que ella me permita. La doctora me dijo por teléfono
que Camelia puede tener sexo de cualquier tipo excepto penetración
vaginal, puedo comérmela y follarle el culo, tal y como ella quiere. Pero
sólo haré hasta dónde ella quiera que haga, aunque eso suponga que ella
decida no hacer nada y mi polla duela de lo dura que estará. Mi esposa
tendrá todo el control de la situación y se lo haré saber, ella me ha dicho que
está bien, que sólo tiene problemas con los besos en la boca. Pero, joder,
hace dos días que la violaron, la psicóloga con la que hablé, sin que ella lo
supiera, me dijo que no todas las víctimas de violación responden igual.
Que debo ser paciente y seguir su ritmo, que si ella quiere mantener
relaciones sexuales y no se siente mal tengo que seguir adelante, darle su
espacio y seguir su ritmo. Mi mujer es quien debe marcar nuestros tiempos.

La risa de Camelia me saca de mis pensamientos, fulmino a Iuriy con la


mirada, le ha dicho algo y ella se ha reído.
-Tu esposo parece celoso de mí- le dice a ella.

Camelia se pega a mi cuerpo.

-¿Te has puesto celoso?- me pregunta.

-Sí- gruño.

Ella se ríe, me da un beso en la mejilla.

-¿Y tú cuándo vas a casarte?- le pregunta Iuriy a Bastian- Esa mujer te


ha dado tres hijos, hazla tu esposa de una puta vez.

-Que te jodan, ruso.

-Él tiene razón- lo apoya mi esposa- Cásate con Adriana de una vez.

Adriana frota el brazo de Bastian. La verdad es que tampoco sé a qué


está esperando, me dijo que tenía algo preparado, pero por ahora no ha
hecho nada. Adriana ya sabe que Jeren ha sido adoptado legalmente por
Bastian.

-¿Por qué no os habéis casado aún?- le pregunta Mikel.

-No es el momento- contesta Bastian- Joder, lo estáis estropeando todo.

-Dejadlo ya- dice Adriana- Nosotros decidiremos cuándo es nuestro


momento y si nunca llega también está bien.

Hay un silencio incómodo en la mesa. Bastian se levanta de un salto.

-¿Quieres casarte ahora?- le pregunta a Adriana.

-¿Qué?

-Vamos, bebita, te conozco. Quieres hacerlo.


-No, no voy a forzarte a hacer algo que no quieres o para lo que,
evidentemente, no estás listo.

-Bien.

Bastian se aleja de la mesa, me pongo de pie para ir tras él. Se detiene


frente al balcón que da al lago artificial.

-¿Qué es lo que pasa?- le pregunto.

-Tengo miedo- admite.

-¿Emanuel?

Él asiente. Apoyo mis brazos en la barandilla, imitando la postura de mi


mejor amigo.

-No puedes seguir así, Bas. ¿Y si nunca más vuelve a aparecer? ¿Dejarás
de vivir tu vida por el miedo? Adriana y los niños merecen más que eso y lo
sabes.

-Joder, quiero hacerla mi esposa, es lo que más deseo.

-Entonces ve a por ello, tienes a una mujer que te ama, te ha dado tres
hijos increíbles, ¿no crees que es hora de que tú le des algo a ella?

Bastian se frota la cara con las manos.

-Tienes razón, joder.

-El cura está en la mesa comiendo, a Camelia y Adriana les encantaría


celebrar los aniversarios de boda el mismo día.

Bastian sonríe, volvemos a donde están todos. Él se acerca a su madre, le


dice algo al oído, Isarema sonríe, se quita su anillo de compromiso y se lo
entrega. Bastian se arrodilla junto a Adriana.

-No lo hagas- le dice ella.


-Quiero hacerlo, bebita, eres lo mejor que me pudo pasar en la vida y
quiero agradecer todo lo que me has dado, nuestros hijos y la esperanza de
volver a tener una buena vida. Me haces feliz, cada puto día. ¿Quieres
casarte conmigo aquí y ahora?

Adriana mira al cura.

-Hoy no tengo nada más que hacer, no me costará mucho oficiar otra
boda, hija mía.

Adriana sonríe, mira a Bastian y asiente.

-Sí, quiero casarme contigo aquí y ahora.

El cura se levanta de su silla, comienza a pronunciar el mismo discurso


que antes, por supuesto, Bastian también le pide que se dé prisa.

-Venga, padre, que quiere irse a follar con su esposa- se burla Dani.

Bastian gira la cabeza a toda velocidad para fulminarlo con la mirada,


Tadeo y él se ríen a carcajadas, Iuriy se suma a sus risas.

-Los niños están presente- lo regaña Sandra.

Dani bufa.

-Esos niños ya saben más palabrotas que todos nosotros- se defiende él.

-Cállate- gruñe Bastian- Padre, haga la pregunta de una vez.

-Bastian, ¿aceptas a Adriana como legítima esposa?

-Sí, acepto.

-Adriana, ¿aceptas a Bastian como legítimo esposo?

-Sí, acepto.
-Por la autoridad que la iglesia católica me ha concedido, yo los declaro
marido y mujer, puedes besar a la novia.

Bastian sujeta a Adriana por la cara, estampa sus labios contra los de
ellas. Eric y Jeren empiezan a aplaudir, animándonos a todos a hacer lo
mismo.

Son las dos de la madrugada cuando por fin me llevo a mi esposa a


nuestra suite en el hotel más lujoso de la ciudad. La veo emocionada y no
nerviosa mientras conduzco, eso me relaja. Ha sido una tarde y una noche
increíble, todo ha sido perfecto, incluida la doble boda. Adriana y Camelia
ya estaban haciendo planes para celebrar el primer aniversario haciendo un
viaje los cuatro juntos, aunque en los planes de ellas entraban los niños y un
futuro embarazo de mi mujer. Ojalá pueda verla embarazada pronto. Pongo
mi mano sobre su muslo.

-Estaba pensando en algo, ángel.

-¿En qué?

-En ti, estando embarazada de nuestro hijo.

Esboza una sonrisa.

-Quiero estar embarazada pronto, meu rei. ¿Qué te dijo la ginecóloga?

Mi boca se curva por un lado.

-No seas malo, dímelo. Por favor, por favor.

-¿Quieres saber qué va a hacerte tu esposo esta noche?

-Por favor.

-Voy a follar tu culo, ángel, te lo voy a abrir con mi polla.

Se pone de lado en su asiento, sube mi mano hasta una de sus tetas, la


aprieto suavemente.
-¿Esto está bien para ti?- le pregunto.

-Sí, sigue, por favor.

-Voy a comerte el coño, joder, voy a meter mi cabeza entre tus piernas y
te voy a comer hasta que te corras por mi cara.

Se le escapa un gemido, sus pezones ya están duros.

-¿Qué más?- me pregunto.

-Estas tetas van a recibir semen, ángel y luego te las voy a lamer.

-¿Vas a probar tu propio semen?

-¿Eso te gustaría?

-Sí, me encantaría verte hacerlo.

-Entonces lo tendrás, pide todo lo que quieras, te lo concederé. Pero hay


algo que quiero que sepas, si necesitas que me detenga en algún momento o
hay algo con lo que no te sientes cómoda sólo tienes que decirlos, ¿de
acuerdo?

-Sí, meu rei.

Aparco el coche en el parking subterráneo del hotel, ya me registré


después de comer y me dieron la llave, así que, subimos directamente a la
suite.

Camelia observa toda la habitación, su boca está abierta.

-Es preciosa- dice.

-¿Quieres que vayamos un rato a la piscina? Es de agua caliente.

-No traje bikini.


La abrazo por detrás y le susurro al oído.

-No lo necesitas, podemos estar allí desnudos, tu cuerpo pegado al mío.

-Ayúdame a quitarme el vestido.

Comienzo a desabotonar su espalda, hay una larga hilera de botones


blancos que llegan hasta la curva de su culo. Son largos los minutos que
pasan hasta que desabotono el último, meto mis manos por debajo de la tela
de sus hombros y la deslizo hasta los brazos, el vestido se amontona en el
suelo. Beso los hombros desnudos de mi esposa, mi polla se está poniendo
tan dura como el acero, lleva un conjunto blanco de lencería de encaje.
Amaso su culo con mis manos, tengo tantas ganas de meterme en él.
Desabrocho su sujetador, que termina en el suelo sobre el vestido, hago lo
mismo con su tanga. Ella abre las piernas y guia mi mano a su coño, está
húmedo y caliente. Encuentro su clítoris con mi dedo corazón, ella gime
suavemente con el primer roce.

-Tú controlas esto, ángel.

-Sigue, por favor, sólo un poco más.

La froto con lentitud mientras me desnudo con una mano, protesta


cuando tengo que pausar mis movimientos para quitarme la chaqueta y la
camisa. Rodeo su cintura con un brazo cuando ya estoy totalmente desnudo,
la empujo con mi cuerpo hacia la terraza donde está la piscina.

-¿Te vas a correr, ángel?

-Sí- gime- Por favor.

Me detengo en el borde de la piscina, el calor sube desde el agua.

-Los del edificio de enfrente te van a ver correrte.

-Ah...- jadea.

Pellizco su pezón con mi otra mano.


-¿Quieres que vean cómo mi esposa se corre? Los voy a matar, eres mía,
ángel.

Camelia cierra las piernas, atrapando mi mano entre sus muslos. El grito
de su orgasmo hace eco en la noche. Le doy un beso en la mejilla, luego le
abro las piernas.

-Déjame comprobar que estás bien, ángel.

-Lo estoy- dice sonriendo.

Meto mi dedo un poco en su vagina, sin llegar a penetrarla del todo, lo


saco y examino que no haya sangre, no la hay.

-¿Estoy bien?- me pregunta.

-Estás perfecta, meu amor. Vamos al agua caliente, aquí hace frío.

Entro yo primero para poder ayudarla a entrar, la tomo por la cintura y la


pego a mi cuerpo, sus dedos juegan en mi piel, trazando los tatuajes de mi
pecho y mis hombros. Apoyo mi espalda en el borde de la piscina.

-¿Estás bien?- le pregunto.

Lleva un rato muy callada.

-Estoy relajada, feliz.

-¿Eso ha estado bien para ti?

-Sí, meu rei. No puedo esperar para que me folles el culo.

-Ángel, no tenemos que hacerlo esta noche, puedo darte otro orgasmo
con mi boca si lo deseas.

La subo al borde de la piscina, ella misma abre sus piernas, su coño


brilla por la mezcla del agua y su propia excitación. Meto mi cuerpo entre
sus piernas, la beso por los pechos y el vientre.
-Voy a poner un bebé aquí.

-¿Puedes correrte dentro de mí?

Mi pecho vibra por la risa.

-Llevas un DIU.

-No importa, quiero sentir tu semen, por favor.

-¿Eso es lo que quieres? ¿Mi semen en tu coño?

Acaricia mi mejilla y mi pelo.

-Por favor- me suplica.

Agarro mi polla con mi mano, ella observa mis movimientos, se echa un


poco más hacia adelante para pegar su coño a la cabeza de mi polla. Ella
gime con cada roce en su clítoris.

-¿Quieres que te llene el coño, ángel?

-Sí, por favor.

Doy un salto al borde de la piscina, me pongo de pie y la arrastro


conmigo, subiéndola a mi hombro.

-¿Qué haces? Quiero mi semen.

-Lo vas a tener, ángel, pero en tu culo. ¿Me crees estúpido? Quieres que
te folle el culo.

Le doy un fuerte azote, ella se ríe. Soy demasiado bruto cuando la arrojo
a la cama. Saco del cajón de la mesita de noche el bote de lubricante que
dejé esta tarde aquí, echo en mi mano un chorro grande.

-A cuatro patas- gruño- Te voy a abrir el culo, joder.


Ella obedece como la buena chica y caliente que es, le encanta todo esto.
Me mojo la polla con el lubricante de mi mano, luego le abro una mejilla
del culo y le echo en su fruncido agujero, tan estrecho y provocativo.

-Joder, ángel, voy a disfrutar follándome este agujerito.

-Por favor, esposo.

Le doy un fuerte azote, mi esposa gime, así que le vuelvo a dar. La


penetro con un dedo, poco a poco la voy abriendo, hasta que puedo
introducir un segundo dedo y luego un tercero.

-Te voy a llevar al club antes de irnos y me voy a follar tu culo delante
de todas esas personas, van a ver cómo te lo lleno de semen.

-Esposo- gime.

-Eso es, ángel, soy tu esposo. No puedes huir de mí.

Intercambio mis tres dedos por la punta de mi polla. Con cada


centímetro que introduzco ambos gemimos, hasta que estoy metido hasta
las bolas dentro de ella.

-¿Te duele?- le pregunto.

-No, no, no, por favor, muévete.

Al principio me muevo muy lento, no quiero hacerle daño. Cuando ella


comienza a frotar su clítoris y a gemir más fuerte, me muevo más rápido.
Mi mente se vuelve loca por las sensaciones, no sólo me estoy follando un
culo por primera vez en mi vida, es el culo de mi esposa. Me he casado con
la mujer más increíble y hermosa del mundo, ahora la tengo aquí, con el
culo abierto por mi polla, a punto de llenarla con mi semen. Grita fuerte con
su orgasmo, el mío llega sin previo aviso, mi semen sale disparado a
borbotones en su culo. La saco lentamente. Maldición, esto es hermoso.

-Haz una foto, quiero ver.


Me rio en silencio, es tan curiosa, joder. Agarro mi móvil del montón de
ropa del suelo. Mi esposa sigue en la misma posición, pero mi semen ha
comenzado a caer por los labios de su coño. Le hago la foto más erótica que
he visto en mi vida, joder. Su coño y su culo están llenos de mí. Me tumbo
bocabajo en la cama junto a mi esposa, le muestro la foto y ella sonríe.

-Me encanta- dice.

-La voy a poner de fondo de pantalla.

-¿En serio?- sus ojos brillan por la emoción.

-¿Quieres que la ponga?

-Sí, y yo pondré una de nosotros follando.

-Ángel, si alguien ve esas fotos...

-Que se jodan, tu polla es mía y mi coño es tuyo.

Acaricio su mejilla con mi pulgar.

-Eres lo mejor que me pudo pasar en la vida, Camelia Ferreira.

-Camelia Ferreira, esposa del hombre con la polla monstruosa.

La atraigo a mi cuerpo mientras nos reímos. Amo a esta mujer como


nunca he amado a nadie. Joder. Quiero pasar con ella el resto de mi vida.
VEINTE
Camelia
Todo está listo. Las bombas, las balas, las armas. A Niccòlo y su familia
sólo le quedan unos minutos de libertad, su calle está rodeada, sus cámaras
de seguridad hackeadas por Dani y por mí. Marcelo me ha estado
enseñando a defenderme y a atacar durante la última semana desde nuestra
boda, me ha contado que Niccòlo es un inútil en el cuerpo a cuerpo y que
no sabría ni lanzar un puñetazo. Claro que, le contesté que no sólo era un
inútil en ese campo.

Saco el cargador de mi arma y lo vuelvo a meter, pertenecía a Marcelo,


me la dio para mí. Con esta pistola voy a disparar a Niccòlo, haré que sufra
por todo lo que me ha hecho desde que lo conocí. Tenemos un médico
preparado en el almacén de Brasil para sacarle el bebé a Corina, luego se lo
entregaremos al ruso junto a los otros niños. Iuriy ha enviado al otro
penthouse a sus hombres para que se lleven a Thea, el ruso me contó todo
lo que Niccòlo le ha estado haciendo desde que perdió al bebé, me da pena,
conozco la historia de Thea, fue entregada a Raffaelle cuando sólo tenía
diez años, por sus propios padres, ellos la habían criado para ser una
amante, todo lo que ella le ha estado haciendo a Niccòlo es sólo por orden
de Raffaelle, ese viejo asqueroso va a terminar muerto, quiero que Bagheera
lo desgarre.

Marcelo me da un beso en la sien.

-¿Lista, mi ángel?

Miro a Dani, él va a estar detrás de mí todo el tiempo por si fallo en algo,


él me asiente.

-Sí, estoy lista.

Iuriy me sonríe, es una buena persona. Se va a hacer cargo de tres niños


que no son suyos, ya tiene a Doménico en su poder. El niño estaba en
Chicago con el Outfit, la Santa Corona y la Mafia Roja han hecho un trato
con ellos, bueno, más bien amenazaron al capo, si no les entregaban al niño
y guardaban silencio los destruirían, supongo que nadie quiere tener a los
tres capos más temidos en su contra, a eso hay que sumarle al ruso, que
también es terrorífico con sus enemigos.

-Misha me ha pedido que te diga que puedes con esto- me dice Iuriy.

Esbozo una sonrisa, Misha despertó cuatro días después del ataque de
Niccòlo. Nos contó todo lo que había ocurrido, habían sido sorprendidos
por más de una docena de italianos, no pudieron hacer nada, lo habían
derribado antes de que él pudiera dar la alarma. Por suerte, se está
recuperando, no quería que le pasara nada, Misha es bueno.

El coche se detiene en las puertas del edificio, en cuanto Mario, mi


hermano y Gabriel bajan de su coche comienzan los disparos, aunque todos
llevan silenciadores, puedo oír los disparos de los italianos. Tecleo en mi
ordenador, la puerta de este edificio lleva una tecnología muy cutre.

-Abierta- les digo.

-Bien, es nuestro turno- dice Iuriy.

Pongo mi mano sobre su arma.

-Saca a la niña y a Corina, no quiero que una bala perdida les impacte.

-Confía en mí, las sacaré y las pondré a salvo, Corina será toda tuya
cuando haya dado a luz.

-Deja de tocar a mi mujer, ruso- gruñe Marcelo.

Iuriy y yo nos reímos, poco a poco he ido tolerando que la gente me


toque, sólo he dejado a las personas en las que confío mucho.

Salgo detrás de Dani, Marcelo viene detrás de mí, se ha vuelto muy


posesivo desde que nos casamos, me gusta, me gusta mucho que sea así
conmigo. Siempre está pendiente de lo que estoy haciendo, vale, puede que
me controle un poco demasiado, pero lo amo y me siento protegida y
cuidada.

Entramos por las puertas del edificio, Dani dispara al primer guardia que
sale corriendo, arriba ya deben estar avisados, no me importa, no pueden
huir de mí. Lo tenemos todo vigilado, todas las salidas y cualquier ruta de
escape que quieran usar. Hemos esperado la oportunidad perfecta, esta
noche, Niccòlo y Corina tenían a Raffaelle y a Ginevra invitados a su casa,
el momento adecuado para atraparlos a todos. Su jefe de seguridad los
vendió por una mísera cantidad de dinero.

Levanto mi arma y disparo al siguiente guardia, tres salen del ascensor,


Marcelo y Dani les disparan. Entramos en el ascensor, pulso el botón del
último piso. Cada recuerdo del día en el que vine a ver este penthouse se
cuela en mi mente, estaba tan ilusionada buscando un lugar para vivir con el
hombre que creía amar. Ahora toda esa ilusión es rabia, odio, rencor. Quiero
hacerle mucho daño.

Muevo el pie con nerviosismo, el ascensor abre sus puertas en el final de


nuestro trayecto. Marcelo y Dani son los primeros en salir. El otro ascensor
se abre, apunto con mi arma, Iuriy levanta las manos en señal de rendición,
mi hermano sale detrás de él.

-Creí que estabas con Mario y Gabriel- le digo.

-No me necesitan, tú sí. Tadeo puede ocuparse de mi trabajo ahí abajo.

Mi hermano me da un beso en la cabeza.

-Vamos, pequeña princesa, estás a un paso de lograrlo.

-Quédate a mi lado, hermano.

-Siempre, meu amor.


Mi hermano se pega a mí, camino a su lado hasta llegar a la puerta del
penthouse. Dani manipula la cerradura, mi corazón está muy acelerado, sé
lo que me espera ahí detrás.

-Ven detrás de mí, ángel, yo te protejo- me dice Marcelo.

Hago lo que me dice, Mi hermano y el ruso entran los primeros. Camino


detrás de mi esposo, cubriéndome con su enorme cuerpo. Un movimiento
en mi lado periférico derecho capta mi atención, levanto mi arma y disparo
al guardia.

-Por aquí- le digo a mi esposo- La habitación de seguridad está por ese


pasillo.

Marcelo pone un brazo por delante de mí.

-Yo primero, ángel.

Dejo que vaya delante de mí, siento a Dani venir detrás.

-Cuidado con la mujer y la niña- dice Iuriy.

Me pongo delante del teclado numérico que hay junto a la puerta de


acero.

-¿Sabes el código?- me pregunta Dani- Estas puertas son difíciles de


hackear.

-Sí, sé qué código es- digo con voz triste.

Marco el número de seguridad para abrir la puerta, suena


inmediatamente, se abre lento. Iuriy y Marcelo se mueven rápido, abaten a
los guardias que estaban aquí dentro protegiendo a estos infelices. Me abro
paso entre ellos hasta llegar a él, sus ojos me miran con incredulidad, es
obvio que no esperaba verme aquí. Dani y mi hermano los desarman y atan
sus manos, excepto a Corina, la miro con asco, se sujeta la barriga, como si
eso me fuese a detener.
-¿Por qué haces esto?- me pregunta- No te hemos hecho nada, tienes que
superar que Niccòlo me eligió a mí.

Se me escapa una carcajada.

-¿Crees que estoy haciendo esto porque el inútil de tu esposo me dejó


plantada en el altar? Eso fue lo mejor que pudo hacer por mí, de hecho,
debo darle las gracias.

-¿De qué hablas, amore?

Su voz me da náuseas. Le enseño mi alianza y mi anillo de compromiso.

-Tengo a mi lado al mejor esposo del mundo- le digo.

Marcelo se pone a mi lado, sujeta a Niccòlo por la camisa y lo levanta en


el aire por encima de su propia cabeza, Niccòlo patalea en el aire.

-Has tocado a mi mujer- gruñe- Si no fuese porque ella te quiere en


exclusiva ya tendrías mi puño en tu cara.

-Ella es mía, nunca más dejará que otro hombre la toque.

-¡Es obvio que no conoces a mi mujer!

Marcelo lo lanza al otro lado de la habitación, la espalda de Niccòlo


golpea contra la pared. La niña pequeña llora desconsolada en los brazos de
su abuela.

-Mi mujer es más fuerte y valiente de lo que tú piensas, italiano de


mierda.

-No es tu mujer, es mía y dará a luz a mi hijo, está embarazada de mí.

Marcelo se ríe.

-Lleva un DIU, bastardo enfermo- le dice.


Mi pulso se acelera. Miro a mi hermano.

-¿Qué día es hoy?- le pregunto susurrando.

-Veintidós de noviembre.

Me agarro a su brazo, mi hermano rodea mi cintura con su otro brazo.

-¿Qué pasa?- me pregunta al oído.

-Tenemos que irnos de aquí.

-Dime qué está pasando.

-Con él delante no, cuando estemos a solas.

Mi hermano ordena a Marcelo que se lleve a Niccòlo, Dani coge a


Raffaelle y a Ginevra y Iuriy toma a Corina y a la niña. Bastian me ayuda a
caminar, mis piernas no responden bien a las órdenes de mi cerebro.

-Hermana.

-Sácame de aquí, por favor, llévame a un hospital.

-No lo escuches, no sabe lo que dice, llevas un anticonceptivo.

-Lo sé, pero necesito asegurarme.

Mi hermano me ayuda a subir al asiento delantero de su coche, le ha


pedido a Mario y Gabriel que se encarguen de subir al avión a los italianos,
nosotros iremos después de mi visita al hospital. Marcelo sube a los
asientos traseros.

-Ángel, ¿qué pasa?

Niego con la cabeza, tengo las lágrimas a punto de caer. No puedo estar
embarazada, debe ser un error.
-Está afectada por lo que ha dicho el bastardo italiano- le responde mi
hermano.

-¿Lo del embarazo?

-Sí.

-Ángel, mírame.

-No, por favor.

-Mírame- exige.

Me giro hacia atrás, él acuna mi cara entre sus manos.

-No estás embarazada, llevas un dispositivo anticonceptivo.

-Hoy debería haberme venido la regla, Marcelo, tengo un retraso.

-¿Un retraso? Ángel, aún quedan varias horas para que pase el día.

Vuelvo a negar con la cabeza.

-Tengo miedo.

-Joder, no- gruñe- Eres mi esposa y todo lo que hay en ti me pertenece.

-¿Qué estás diciendo?

-Que si estás embarazada ese bebé es mío.

-Pero...

-Camelia, basta- su tono es firme y severo- Eres mía, tu cuerpo es mi


cuerpo, tu boca es mi boca y todos los hijos que des a luz son míos. Me
perteneces en cuerpo y alma, eres Camelia Ferreira la esposa
del Lobo Ferreira.
El coche se detiene. Marcelo da un salto de él, abre mi puerta y me toma
en sus brazos, rodeo su cintura con mis piernas y oculto mi cara en el hueco
de su cuello. Lo escucho hablar con alguno de los enfermeros, me deja
sobre una camilla a la espera de la doctora que me atendió la última vez.

Toma mis manos entre las suyas, sus ojos no abandonan a los míos.

-Siempre voy a estar a tu lado, mi ángel.

Un sollozo me atraviesa el pecho, derramo las lágrimas que estaba


reteniendo desde hace una semana, todo dentro de mí se rompe. El sumun
del plan de Niccòlo podría estar arraigando en mi interior.

La doctora entra en la pequeña habitación.

-El enfermero me ha contado lo que pasa- dice mirándome- Creí que


llevabas un DIU.

-Sí, pero no me ha venido la regla.

-Podría retrasarse por varios motivos, el estrés entre ellos y es el más


frecuente.

La doctora se sienta en un taburete.

-Voy a hacerte una ecografía para comprobar que todo está bien. ¿De
acuerdo?

-Sí.

-¿Cuándo fue el primer día de tu última menstruación?- me pregunta.

-El día 25 de octubre.

-¿Eres regular?

-Sí, como un reloj.


Ella asiente. Espero pacientemente a que lo conecte todo, la doctora le
pide a mi hermano que se posicione más arriba para que pueda hacerme la
ecografía transvaginal. La pantalla del ecógrafo se enciende, dejo de
escuchar cualquier ruido a mi alrededor, sólo puedo oír a mi corazón
retumbar en mi pecho. Mis ojos están fijos en la pantalla.

La doctora mira a mi hermano y a mi esposo, señala en la pantalla una


pequeña mancha blanca. Marcelo sujeta mis brazos con fuerza cuando
comienzo a removerme y a gritar.

-Tenemos que sacar el DIU, podría dañar al embrión- dice la doctora.

-¡No lo quiero!- grito- ¡Sácamelo!

Marcelo me abraza fuerte, pegando mi espalda a su pecho. Me pinchan


algo en el brazo.

-No lo quiero dentro de mí- lloro- Por favor.

Mis ojos se cierran solos.

Un sonido dulce y tranquilo llega a mis oídos, alguien está tocando mi


pelo.

-Despierta, princesa, mamá está aquí.

Abro los ojos lentamente, el rostro de mi madre aparece ante mí.

-Mami- sollozo.

-Está bien, cariño, vamos a solucionar esto.

-No lo quiero, sácalo, por favor.

-Te lo van a sacar, princesa. Ya está todo listo.

-¿Dónde está Marcelo?


Veo movimiento a mi derecha, mi cabeza se gira rápido.

-Estoy aquí, ángel.

Extiendo mi brazo para tomar su mano.

-No me dejes sola- le suplico.

-Nunca.

-Tengo que sacarlo de mí.

-Lo entiendo.

La doctora entra en la habitación, la seriedad de su cara no me gusta.

-¿Se lo han dicho?- le pregunta a mi madre y a mi esposo.

-No, haga lo que tenga que hacer- gruñe Marcelo.

-La paciente debe ser informada.

-¿Qué pasa?- pregunto.

Marcelo se niega a hablar, miro a mi madre, ella me contará lo que está


pasando.

-El bebé podría ser de tu esposo- me dice sin rodeos.

-¿Qué?- pregunto mirando a la doctora.

-El DIU falló porque estaba mal colocado, si tuviste relaciones con tu
esposo antes de la violación ya podrías haber estado embarazada y el bebé
sería de él.

Mis ojos viajan a toda velocidad hacia mi esposo.

-Podemos hacer más, no tienes que tener éste si no quieres.


¿Y si es suyo y no de Niccòlo? Estaría matando al fruto de nuestro amor.

-No- jadeo- No puedo.

-Ángel, no hagas esto si no quieres. Decidas lo que decidas estaré a tu


lado.

-¿Aunque lo tenga y no sea tuyo?

-Te dije que todo lo que hay en ti me pertenece.

-No puedo hacerlo, Marcelo- lloro- Podría ser tuyo, no puedo matarlo.

Me da un beso en los labios.

-No me moveré de tu lado, mi ángel hermoso, seré el mejor padre para


ese bebé.

-Lo siento mucho- lloro- De verdad que lo siento.

-No lo sientas- dice poniendo una mano en mi vientre- Este es nuestro


bebé, de los dos y de nadie más.

-¿Y si no tiene tu color de piel?

-¿Crees que lo amaré menos que a sus futuros hermanos porque no tenga
mi color de piel?

-No, eres un buen hombre.

-Y soy tu hombre, así como tú eres mi mujer y este es mi hijo, sois míos
y os amaré toda mi puta vida, Camelia Ferreira.
VEINTIUNO
Marcelo
Cuatro semanas de embarazo. Mi esposa está embarazada de cuatro
semanas, está profundamente dormida en mis brazos mientras volamos a
Brasil, volvemos a casa. La doctora le ha mandado reposo, no porque haya
algún problema con el embarazo, sino porque ella lo necesita. Está agotada
emocionalmente, la noticia del embarazo la ha rematado.

Le doy un beso en la frente, tiene sus piernas estiradas sobre el regazo de


su madre, el resto de su cuerpo está en el mío, mis brazos la rodean,
protegiéndola de todo mal. Estaré a su lado en todo este proceso, ella y
nuestro bebé son mi única prioridad en este momento, ya le he comunicado
a Bastian que me voy a tomar un descanso de mucho tiempo, Fabiano se ha
ofrecido a ayudarlo con mis obligaciones hasta que yo vuelva, tengo dinero
suficiente para comprar una casa para mi esposa y para mí y vivir
cómodamente. No va a echar en falta nada, ella y nuestro hijo tendrán todo
lo necesario hasta que vuelva a mi trabajo. Mis padres me dejaron una
herencia bastante grande y con la venta de su empresa a los Da Silva gané
más. Además de todo lo ahorrado con mi trabajo.

Pongo mi mano sobre su vientre, la mano de Camelia se mueve


inconscientemente hacia la mía, su cuerpo protege a nuestro hijo, incluso
cuando duerme.

-¿Vas a hacerte cargo de ese niño?

Levanto la vista hacia Edoardo, me he dado cuenta de que está bastante


afectado por la noticia del embarazo de Camelia.

-Claro que sí, es mi hijo.

-Eso no lo sabes, podría ser del italiano.

-El bebé está dentro de Camelia y ella es mi esposa, el bebé es mío.


Niega con la cabeza.

-Edoardo- advierte Isarema.

Lo apunto con mi dedo índice.

-Camelia no es como tú, no te hiciste cargo del hijo que te obligaron a


engendrar y nadie te ha juzgado por ello, así que no hagas lo mismo con tu
hija o conmigo, Edoardo.

-Puedo opinar...

-No- lo interrumpo- Es nuestra vida y nuestro matrimonio, tus opiniones


no tienen cabida aquí. Mucho menos cuando sé que esas opiniones van a
hacer daño a mi esposa. Te lo advierto Edoardo, estoy dispuesto a matar a
quien sea por Camelia, ella lo es todo para mí y me va a dar un hijo, si te
atreves a decir algo de ese niño te juro que te mato. Yo no soy Bastian o tú,
no tengo sentido del honor con quien daña a quien más amo, te mataré y no
me importará quién seas. Calla tu puta boca delante de mi mujer.

Mira a su esposa en busca de algún tipo de apoyo, pero Isarema se lo


niega.

-Ya lo has oído- le dice- Es tu hija y tu nieto, Edoardo. Sé que esto te ha


reabierto las heridas del pasado, pero ni Camelia ni el bebé tienen la culpa.

-Lo siento, tenéis razón- dice en un hilo de voz- Creo que será mejor que
no esté mucho tiempo cerca de mi princesa hasta que haya hablado con mi
terapeuta.

-Estoy de acuerdo- gruño- Y si alguien más tiene ese pensamiento


respecto a mi hijo puede irse a la mierda.

Nadie dice nada, espero que siga siendo así, no estoy dispuesto a tolerar
ninguna falta de respeto a mi familia.
Camelia se despierta unas horas más tarde, sigue sentada en mi regazo,
acurrucada en mi pecho. No ha pronunciado ni una sola palabra, no me
gusta verla así, cuando lleguemos a casa de Bastian y Adriana me voy a
encargar de ella, de hacerle saber que todo está bien.

-Tienes que comer algo, princesa- le dice Isarema.

-No tengo hambre, mamá- responde mi esposa.

-El bebé y tú necesitáis alimentos- gruñe Bastian.

Mi esposa rodea su vientre con sus brazos.

-Tu hermano tiene razón, ángel, nuestro hijo tú necesitáis comer. ¿Lo
haces por nosotros? Por favor.

-Está bien, pero no quiero moverme de aquí.

-Puedes comer encima de mí, ángel.

Bastian le ordena a la azafata que prepare algo rápido para mi esposa y la


suya, Adriana también necesita alimentarse y ya llevamos varias horas de
vuelo. Agarro el plato con el pescado y el arroz que la azafata pone en la
mesa. Abro el paquete de cubiertos desechables y le corto el pescado en
trozos a mi esposa, la miro de reojo, ella me observa con una leve sonrisa.

-Toma, ángel, alimenta a nuestro bebé para que nazca fuerte y sano.

Abre la boca para tomar el primer bocado que le ofrezco mientras se ríe.

-¿Me vas a alimentar siempre?- me pregunta con la boca llena.

-Si me dejas, sí.

-Te dejo.

Me da un corto beso en los labios. Isarema frota mi brazo con su mano.


-Envidiosos- murmura Camelia.

Frunzo el ceño y miro hacia donde ella está mirando. Me empiezo a reír
cuando veo a Bastian dándole de comer a Adriana, Eric y Jeren se han
subido a la mesa para darle también de comer a su madre.

-Necesitamos más bebés, ángel, nos superan en número.

-No es justo- me apoya mi esposa- En cuanto dé a luz me volveré a


quedar embarazada y tendré más bebés.

Edoardo intenta disimular su sonrisa. Nunca me ha gustado verlo mal,


espero que su terapeuta lo ayude y esté a nuestro lado en todo este proceso,
sé que le encanta ser abuelo y también sé que amará a mi hijo con todo su
corazón, sólo necesita una pequeña ayuda.

Mi esposa termina de comer, me hace el hombre más feliz con estos


simples gestos. Vuelve a acurrucarse en mi pecho.

-A partir de mañana voy a buscar una casa para nosotros- le digo- ¿Eso
te gustaría?

-Sí, me encantaría. Así nadie me robaría mis memorias usb con mis
fotos- responde mirando a su hermano.

Bastian se ríe.

-Todo lo tuyo es mío, hermana.

Se me escapa un fuerte gruñido, Camelia me abraza fuerte.

-Todo lo mío es de mi esposo- le dice.

-Así está mejor- contesto.

Mi esposa me sonríe, le doy un beso en los labios, Niccòlo no ha podido


arrebatarme eso tampoco, ella ha ido mejorando esta semana, por eso sé que
también estará bien con nuestro hijo. Los sentimientos negativos que tiene
hacia él se irán y serán reemplazados por sentimientos positivos. Puede que
ahora no lo ame, que sienta que no es algo suyo, pero terminará amándolo
más que a mí, como debe ser. Ella sólo está herida en estos momentos, tiene
que sanar y yo seré quien la ayude, no me importa cuántas veces tenga que
ayudarla a sanar.

-Te amo, ángel.

-Y yo a ti.

Tengo que ir con cuidado cuando le hable de nuestro hijo, ella no está
lista para esto y no quiero que su mente colapse. Dejaré que sea ella quien
marque los tiempos, tengo que dejar que se relaje con este tema, antes lo
mencioné y no pareció tensarse, debo tener cuidado, ahora es inestable y no
siempre estará bien. Tengo que cuidarla más que nunca, que sea ella quien
comience las conversaciones sobre nuestro bebé.

-¿Necesitáis ayuda para encontrar una casa?- nos pregunta Edoardo.

Su pregunta me sorprende, pero a la vez me alegra.

-Quiero que esté cerca de vosotros- dice mi esposa- Por si necesito ayuda
con el bebé cuando Marcelo esté trabajando.

-Marcelo se va a tomar un año sabático- dice Bastian.

Mi esposa me mira con los ojos muy abiertos.

-¿Eso es cierto?- me pregunta.

Asiento con la cabeza. Aún no se lo había contado porque se quedó


dormida cuando lo hablé con Bastian.

-¡Es genial!- chilla emocionada- Preparemos juntos la habitación de


nuestro bebé, le compraremos ropita y muchos juguetes.

Comienza a hablar muy rápido, aunque parece emocionada, sé que sólo


es una fachada a lo que tiene dentro, me temo que pronto estallará y querrá
alejarme de ella y del bebé, sin embargo, no lo va a lograr, ellos son míos y
los voy a cuidar siempre.

-Cálmate- le digo- Iremos poco a poco, primero tenemos que encontrar


una casa.

-La casa frente a nosotros se vende- dice Edoardo- Es grande y no hay


que reformar nada.

-¿Cómo sabes que no hay que reformar nada?- le pregunto.

-La estuve viendo para comprarla para mi hija, para cuando se casara, la
quería tener cerca.

-Papi...

-¿Es demasiado cerca?- le pregunta.

-No, es perfecta- contesta ella, sus ojos se posan en mí- Es perfecta,


¿verdad?- me pregunta.

-Es perfecta, ángel. Está a dos casas de la de tu hermano y frente a tus


padres.

Mi esposa aplaude emocionada.

-Será mi regalo para vosotros por la boda y por el nacimiento de mi...


nieto.

No pasa desapercibido para mi esposa la breve pausa de su padre al


referirse a nuestro hijo, sus hombros caen, se acurruca en mi cuerpo
mientras sujeta mi camisa con sus manos. Quiero matar a Edoardo, joder.

-Princesa- la llama su padre.

Ella niega con la cabeza.

-Está bien, papá.


-No- se ríe Edoardo- Me has entendido mal.

Camelia frunce el ceño.

-He hecho esa pausa porque no sé si es nieto o nieta- se explica- Me


gustaría que tanto tú como Adriana dieseis a luz a unas preciosas niñas, ya
tengo a dos alborotadores, necesito a dos pequeñas princesas que me
vuelvan loco de amor.

La sonrisa de mi esposa hace arder mi alma, inclina la cabeza hacia atrás


para mirarme.

-¿Tú quieres una niña?- me pregunta.

-Me encantaría tener una mini Camelia correteando por nuestra casa.

-Te volverá loco.

-Como su madre, estoy curado de espantos, ángel.

Mi esposa se sienta en mi regazo con la espalda enderezada, se levanta la


camiseta y se toca el vientre.

-Ya has oído a tu padre y a tu abuelo, tienes que ser niña y no me


desobedezcas, soy tu madre y aquí mando yo.

Mi hermano se levanta de su asiento, se apoya sobre la mesa mirando el


vientre de mi esposa.

-Y yo soy tu tío Mikel y también digo que tienes que ser una niña, pero
conociendo a tus padres nos joderás a todos y serás un niño.

Mi esposa empieza a reírse, le guiño un ojo a mi hermano.

El avión aterriza en Río, finalmente hemos llegado, se nota en las


temperaturas, han subido considerablemente. El avión de Mario aterriza
junto al nuestro unos minutos más tarde, Bastian se acerca al avión para
ayudar a sacar a los italianos de él. El ruso iba con ellos, ha querido venir a
Río con nosotros para llevarse al bebé de Corina cuando nazca. Lo veo
bajar las escaleras del avión con Dominic y Viktoria, como él los ha
nombrado, en sus brazos. La niña parece profundamente dormida y el niño
demasiado tranquilo.

-Son geniales- me dice- No han protestado en todo el vuelo, Viktoria


tardó un poco más en dejar de llorar, pero parece acostumbrarse a mi
presencia.

-Me alegro, hombre. Estos niños merecen tener una buena vida. ¿Y
Thea?

-En mi casa de Vancouver, iré con ella cuando pueda llevarme al bebé.

-¿Qué vas a hacer con esa mujer?- le pregunta Camelia- Ella es inocente,
no hizo nada malo.

-La ayudaré a recuperarse y después ella decidirá qué quiere hacer con
su vida.

-¿La dejarás libre?- le pregunto.

-Sí, creo que ya es hora de que lo sea.

Extiendo mi brazo para tocar la mejilla de Dominic, tiene el pelo tan


rubio como el ruso, supongo que eso lo ha sacado de Corina, tanto él como
su hermana son rubios de ojos azules. No destacarán mucho entre los rusos,
así es mejor.

-¿Vas a darles tu apellido?- le pregunto a Iuriy.

-Sí, serán Kozlov desde mañana.

Mi esposa rodea mi cintura con sus brazos cuando ve que Bastian lanza
desde el umbral de la escalera a Niccòlo, se da un fuerte golpe con el suelo
de la pista de aterrizaje.

-Será mejor que me vaya con los niños- dice Iuriy.


-Al coche con Gregory- le digo- Él te llevará a la casa de Isarema y
Edoardo, nosotros también nos quedaremos allí.

-¿Estáis seguros?

-Por supuesto que sí- dice mi suegra.

-Como te han dicho, los niños no tienen la culpa de nada- dice Edoardo.

Parece que mi suegra ha tenido una charla con él antes de bajar del
avión.

-Ángel- llamo a mi esposa.

-Estoy bien con eso, que vayan a casa de mis padres, iremos enseguida,
necesito dormir en una cama.

-Voy contigo Iuriy- dice mi suegra- Edoardo, vamos, meu amor, tú


también necesitas dormir un poco.

Los observo subirse al coche con Gregory, mi suegra ya ha tomado en


sus brazos a Dominic.

-No sé si es así como quiero que lleguemos a viejos- dice mi esposa.

-¿Así cómo?

-Como mis padres, se aman y toda la cosa, pero mi madre manda mucho
sobre mi padre.

Mi pecho vibra por la risa.

-Ángel, eres igual a tu madre en eso, tú también mandas mucho sobre


mí.

-¡No es cierto!

-Lo es, pero me encanta.


Acuno su cara entre mis manos y la beso en los labios, escucho gritos
ahogados, son del bastardo italiano.

-¿Quieres comenzar la tortura mañana temprano?- le pregunto a mi


esposa.

-Sí, ahora necesito que vayamos a casa y durmamos abrazados.

-¿Abrazados? ¿Muy juntos?

-Muy, muy juntos.

Rozo mi pulgar por el labio inferior de mi esposa.

-Ya puedo follar tu coño, ángel.

-Entonces vayamos a casa, necesito tu monstruosa polla dentro de mí.

-¡Joder os he oído!- grita Bastian.

Mario, Gabriel, Dani y Tadeo se ríen, creo que también nos han oído.

-¿Cuánto te mide?- me pregunta Dani.

-Eso es algo que sólo mi esposa sabe.

-Oh venga ya, quiero saberlo.

-Yo también- se une Tadeo.

-¡Callaos joder!- protesta Bastian.

-Veintiséis centímetros- contesta mi mujer con una sonrisa- Veintiséis


centímetros de puro amor.

Bastian gruñe enfadado, golpea al italiano en la cabeza con su palma.


-Hijo de puta- murmura Dani con la boca abierta- Tienes una
monstruosidad ahí.

-Y me cabe entera.

-¡Camelia!- grita Bastian- Os juro que os mataré a todos.

Mi esposa oculta su cara en mi pecho mientras se ríe a carcajadas, le


encanta enfadar a su hermano.
VEINTITDÓS
Camelia
Miro mi vientre en el espejo de cuerpo entero, acaricio el bulto con mis
manos. Luego enderezo mi espalda y el bulto desaparece, sólo era fruto del
arqueo de mi columna.

-¿Crees que ha crecido?- le pregunto a mi esposo.

-No.

Emito un gruñido como protesta.

-Ángel, sólo ha pasado un día desde que nos enteramos, no te va a crecer


el vientre en unas horas.

Miro a mi esposo a los ojos, nunca vi unos con tanto amor y paciencia.
Marcelo está teniendo mucha paciencia conmigo, anoche me dio una crisis,
como él esperaba que sucediera. Sentí un miedo repentino a que nadie
quisiera a mi bebé. Mis padres entraron en nuestra habitación para
asegurarme que amarían a mi bebé tanto como nos aman a mí y a mi
esposo. Abrazo la cintura de Marcelo con mis brazos.

-Ve a la ducha- su voz sale ronca- Estoy al límite Camelia, te juro que
me duele la polla.

Me rio suavemente, anoche no pudimos hacer nada porque me quedé


dormida en cuanto me metí en la cama.

-¿Por qué no me subes a la cama?- le pregunto.

-¿Estás segura?

Asiento con la cabeza, trazo con mis dedos las cicatrices de su pecho.
-Quiero que me folles antes de ir a la ducha.

Aprieta mi culo con fuerza, luego me levanta del suelo. Rodeo su cintura
con mis piernas.

-Estas mojada, ángel, lo siento en mi abdomen.

Beso su cuello, por detrás de su oreja y le muerdo el lóbulo.

-Estoy muy mojada, meu rei. Tienes que metérmela, por favor.

Me deja con sumo cuidado sobre el colchón, su boca recorre cada


centímetro de mi cuerpo, pellizca mis pezones con sus dedos, haciéndome
gemir. Desciende por mi cuerpo con su boca, la molestia crece dentro de mí
cuando se salta mi vientre.

-No hagas eso- protesto molesta.

Marcelo levanta la cabeza. Me retiro de debajo de él y me siento sobre la


cama.

-¿Qué he hecho?- me pregunta.

-No me has besado el vientre, siempre lo hacías.

-Ángel...

-¡No!- grito enfadada- Si no lo quieres dímelo, puedo criar a mi hijo


sola.

Marcelo se abalanza sobre mí, sujeta mis manos a los lados de mi


cabeza.

-¡Suéltame cabrón!- gruño.

-En tu puta vida vuelvas a decir que no quiero a mi hijo. ¡Es mío!- ruge.
Su polla entra en mi interior, abriéndose paso hasta lo más profundo de
mí. Me folla enfadado, tengo noticias para él, yo también estoy enfadada.
Intento zafarme de su agarre sin mucho éxito, se me escapa un gemido.

-Ese niño es mío- me dice con su cara pegada a la mía- Tú eres mía,
Camelia.

-¿Y por qué no besas el hogar de mi bebé?

-¡Porque no quiero hacerte sentir incómoda!

Marcelo ataca mi boca con la suya, sus embestidas se vuelven más duras.
Lo siento engrosarse en mi interior, me hace explotar tan fuerte que se me
escapa un grito que su boca ahoga. Mi esposo gruñe con sus labios pegados
a los míos. Pega su frente en la mía.

-No sé cómo actuar para no hacerte sentir mal- susurra.

-Sólo sé tú mismo, meu rei.

Mete su mano entre nuestros cuerpos, acaricia mi vientre con sus dedos.

-No lo amo aún, Camelia, pero estoy muy ilusionado con nuestro bebé.

-Me siento igual, un segundo siento que la emoción se desborda y al otro


siento que estoy sola con esto.

-No lo estás, ángel, estoy y siempre estaré con vosotros.

Marcelo suelta mis manos, rodeo su cuello con mis brazos. Marcelo besa
mi mejilla.

-Te amo, meu amor. Eres mi ángel.

-Yo también te amo, mi precioso bombón de chocolate, eres mi cura.

-Vamos a tener un bebé hermoso, lo vamos a criar para que sea una
buena persona.
-Será la mano derecha de Jeren y Eric- me rio.

-Pero será bueno con quien lo merece, su padre le va a enseñar a ser


bueno.

-Va a parecerse a ti, meu rei, lo sé porque eres una buena persona.

Mi esposo se levanta con cuidado, noto el vacío cuando sale de mi


interior, sujeta mis piernas para mantenerlas abiertas.

-¿Tienes buenas vistas?- le pregunto sonriendo.

-Las mejores. ¿Quieres tener otro bebé cuando este haya nacido?

-Sí, cuando cumpla cinco meses quiero que intentemos tener otro bebé.

-Bien, te llenaré el coño de semen hasta que te quedes embarazada otra


vez.

-Mecelo.

Sus ojos se desvían de mi coño para posarse en mi cara.

-Vas a ser el mejor padre del mundo.

Una sonrisa se dibuja en su cara.

-Vamos, tenemos trabajo que hacer- me dice ayudándome a levantarme.

Bajamos las escaleras después de desayunar, el olor a la comida de mi


madre hace gruñir a mi estómago. Salgo corriendo hacia la cocina, me
detengo abruptamente cuando veo a Dominic y a Viktoria sentados en la
isla de la cocina comiendo. Iuriy me mira fijamente.

-Deberíamos irnos- dice.

Niego con la cabeza.


-Está bien, es que no me acordaba.

Me acerco a la niña, es tan pequeña.

-Hola, Viktoria- la saludo.

Ella me mira con sus grandes ojos azules.

-Eres muy hermosa- le digo.

Miro al niño, también es rubio con ojos azules.

-Hola, peque.

-Hola- me saluda sonriendo- ¿Sabes dónde están mis papás?

Miro a Iuriy buscando ayuda, no sé qué responderle.

-Dominic- lo llama- Ya te he dicho que tus padres no pueden estar aquí,


pequeño. Yo os cuidaré a Viktoria y a ti.

Acaricio la mejilla del pequeño, sus ojos se han llenado de lágrimas.

-Ven aquí, pequeño- le digo tomándolo en mis brazos.

Rodea mi cuello con sus pequeños brazos. Debe ser muy difícil para él
esta situación, pero todo va a mejorar con el tiempo, igual que mejorará
para mí y mi esposo.

Froto su espalda con mi mano, inconscientemente comienzo a tararear la


canción que mi madre me cantaba cuando era pequeña. Esto parece
calmarlo un poco.

-Tenemos que irnos, ángel.

Dominic levanta la cabeza de mi hombro, limpio sus lágrimas con mis


dedos y el dorso de mi mano.
-¿Te gustaría que te trajera un juguete?- le pregunto.

-Sí- contesta haciendo un puchero con el labio inferior.

-¿Te gustan los coches?

Dominic asiente con la cabeza.

-Bueno, pues pórtate bien y te traeré un super coche para que juegues,
¿de acuerdo?

-Vale.

Le doy un beso en la mejilla, me da mucha tristeza por lo que está


pasando, pero estoy segura de que esos enfermos lo habrían convertido en
lo que son ellos hoy día. Si Niccòlo se hubiera encargado de la crianza de
este niño, Dios sabe en qué lo habría convertido. Estarán mejor con Iuriy.
Mi madre toma a Dominic de mis brazos.

-Vamos a ir a casa de Adriana y Bastian para que juegues con Jeren y


Eric, son dos niños que tienen muchos juguetes.

Los ojos de Dominic se abren de par en par. Mi esposo me toma de la


mano, aunque estoy caminando para salir de la casa no puedo dejar de mirar
a Dominic y a Viktoria.

-El nuestro estará así de grande algún día- dice mi esposo.

-No quiero que crezca tan rápido, ni siquiera lo he visto aún. Deja de
molestarme.

Lo golpeo en el brazo suavemente, él se ríe.

Veinte minutos más tarde, estamos aparcando en el almacén. Escucho a


Bagheera himplar y luego un grito de horror proveniente de una mujer,
esbozo una sonrisa sin darme cuenta.
Abro la puerta de la primera habitación, todo se queda en silencio
cuando entro. Bagheera se acerca a mí, frota su cabeza por mi muslo y
luego se mete entre mis piernas.

-¿El médico ha visto a Corina?- le pregunto a Rubén.

-Sí, señora, está de treinta y seis semanas. El doctor dijo que sería mejor
esperar a las treinta y ocho para inducir el parto, si no se ha puesto de parto
antes.

-Entiendo.

Con cada paso que doy acercándome a Corina, Bagheera pisa conmigo,
el terror está instalado en los ojos de la mujer que tengo frente a mí.

-¿Por qué?- le pregunto- Nunca te hice nada, ni siquiera sabía de tu


existencia hasta el día de la boda. Si querías a Niccòlo para ti lo hubieras
pedido.

-¿Me lo habrías dado?

-Sí, nunca peleo por un hombre y mucho menos alguien como él.

-No lo conoces.

-Lo hago, siempre lo conocí mejor que tú, pero estaba cegada.

Corina mira a su esposo.

-¿Te ha contado lo que me hizo?- le pregunto.

-Sí, lo sé.

-Supongo que todos lo sabéis, por supuesto estáis de acuerdo con él-
miro a los padres de Niccòlo y luego a él- Sois todos unos enfermos,
merecéis morir.

-¡Mis hijos!- grita Corina- Ellos no tienen culpa de nada.


-No, tienes razón, por eso no van a sufrir ningún daño. Tendrán una
buena vida siendo Kozlov.

Niccòlo se remueve mientras grita, arranco la conta de su boca.

-¡Aleja al ruso de ellos!- me grita.

-¿Por qué? En las horas que han estado con él no ha hecho más que
cuidarlos y calmarlos cuando lloraban. Viktoria parece haberle cogido
cariño y Dominic es un niño increíble, merecen algo mejor que una jauría
de perros como vosotros.

-¡Son mis hijos!

Le doy una bofetada a Niccòlo en la cara.

-Tú no tienes hijos, Dominic, Viktoria y el bebé que Corina tiene en su


vientre pertenecen a Iuriy Kozlov, alégrate de que nunca serán como tú.

-Llevan mi sangre.

-Eso no importa- dice mi esposo- Esos niños podrían llevar la sangre de


cualquier persona, lo único importante es la crianza y sabemos que Iuriy los
criará bien.

Marcelo pone su mano en mi vientre.

-Al igual que yo criaré a mi hijo como mis padres hicieron con mis
hermanos y conmigo.

-¡No!- grita Niccòlo mirando mi vientre- Ese bastardo es mío.

Marcelo me empuja a un lado, sujeta a Niccòlo contra el suelo y silba a


Bagheera, que se acerca a la cara de Niccòlo mostrando sus colmillos.

-Jamás vuelvas a insultar a mi hijo- gruñe- Bagheera, sangre- le ordena.


La pantera muerde la cara de Niccòlo arrancándole un trozo de piel. Soy
arrastrada hacia atrás por Rubén.

-No mire, señora- me dice ocultando mi cara en su pecho.

Sólo puedo escuchar a Niccòlo gritar por el dolor, sé que Corina también
está gritando, pero mis oídos sólo captan los gritos del bastardo que me
violó. Levanto un poco la vista para mirar a Rubén.

-Ya puede mirar, señora, se lo ha llevado el médico- me dice.

Me giro para mirar a mi esposo.

-Lo siento, ángel, sé que prometí que lo dejaría para ti. Pero no puedo
permitir que nadie insulte a mi bebé.

Asiento con la cabeza.

-No pasa nada, no creo que yo hubiera podido hacer eso. Prefiero las
bombas.

Mi esposo se ríe. Mira a Raffaelle y le quita la cinta de la boca.

-Tú vas a darme información- le dice- ¿Por qué no avisaste de los planes
de Niccòlo? Sabías perfectamente que debías detenerlo si no querías que
esto sucediera, fuiste muy estúpido.

-No sabía que Camelia te pertenecía, Niccòlo no me dijo nada.

-Eres el capo, deberías estar informado.

-Mi hermano, Teodoro...

-Está muerto, yo mismo lo maté, a él y a su hijo. Los muy imbéciles


trataban de protegeros, como si lo merecierais.

Raffaelle me mira.
-¿Vas a ser capaz de dejar que este hombre asesine al padre de tu bebé?-
me pregunta.

Me cruzo de brazos.

-El padre de mi bebé está delante de ti- respondo- Ya estaba embarazada


cuando tu hijo me violó.

Mi voz no tiembla cuando pronuncio las palabras que tanto deseo que
sean realidad. Sé que a todos los efectos, Marcelo va a ser el padre de mi
hijo, llevará su apellido y lo criará con los mismos valores que lo criaron a
él. Pero hay algo dentro de mí que tiene miedo a que lleve la misma sangre
de Niccòlo Barccola, no quiero nada de él dentro de mí. Sólo el tiempo me
dirá la verdad.
VEINTITRÉS
Marcelo
Niccòlo me mira con su único ojo bueno. Han sido meses de tortura para
él, ocasionadas por mí y por Bastian, incluso Edoardo vino a divertirse uno
de los días, dijo que era sanador para su mente. El bastardo italiano tiene
media cara desfigurada por el mordisco de Bagheera, ese mismo día perdió
la visión de su ojo izquierdo.

Me levanto de mi taburetes, tengo cosas más importantes que hacer que


estar aquí con este hijo de puta. Mi esposa me necesita para montar la cuna
en la habitación del bebé, es lo único que nos queda por montar. Todo está
listo para la llegada de nuestro bebé, estamos tan emocionados. También
queda poco para que Alma llegue a este mundo, cuando Bastian y Adriana
supieron que estaban esperando una niña hicieron una fiesta enorme para
celebrarlo. Edoardo era el que más feliz estaba, finalmente, estaba
consiguiendo la nieta que tanto deseaba.

-Hijo de puta.

Me detengo abruptamente en el umbral de la puerta, Rubén se ríe


mientras niega con la cabeza.

Me giro hacia Niccòlo, es el único que queda en pie. Su padre fue el


primero en morir, algo predecible por su enfermedad, aunque fue un infarto
lo que lo mató. Luego fue Ginevra, murió mientras huía de los animales de
Bastian, la soltamos en la reserva con la promesa de que si sobrevivía una
sola noche la dejaríamos libre, obviamente no sobrevivió. Ella fue quien
habló y nos lo contó todo, nos contó cómo fue su esposo el cerebro del plan
de la violación de mi mujer. Nos contó lo que Niccòlo tenía planeado hacer
con Corina, mi esposa y los niños. El maldito enfermo cree que las personas
son de su propiedad, estaba comerciando con sus vidas, jugando con ellos
como si fueran peones en un tablero de ajedrez. Corina fue la tercera en
caer, después de dar a luz a un niño sano la dejamos sanar, iba a necesitar
fuerza para lo que se le venía encima. Dejamos que Lorena se encargara de
ella, le contamos todo el daño y sufrimiento que le causó a mi esposa.
Lorena fue muy creativa en su tortura, hizo tragar a Corina insectos vivos,
la sometió a daño psicológico, quemó su piel, la encerró en una habitación
llena de víboras venenosas. Corina terminó muriendo por todo el veneno en
su organismo, su muerte fue muy lenta y muy dolorosa. Como espero que
sea la de Niccòlo Barccola, el último Barccola en pie.

-Creí que después de tantos meses conmigo seríamos amigos- me burlo


de Niccòlo- Tu insulto hacia mi persona me hace daño en mi corazoncito.

-¡Bastardo!- me grita.

-Creo que aún no somos amigos, Rubén.

-No lo parece, señor.

-A mis amigos los cuido, debido a que tú no quieres serlo no puedo


cuidarte. Rubén, llévalo con Polo y Lolo.

-¡No!- grita Niccòlo.

Me quedo solo en la habitación cuando Rubén se lleva a rastras a


Niccòlo.

-Polo y Lolo- me rio.

Jeren y Eric fueron los encargados de ponerles esos nombres a dos de las
pirañas de Bastian. Parecían muy emocionados por ver a todas las especies,
era la primera vez que venían aquí, Bagheera estuvo oliéndolos un rato,
cuando se cercioró de que eran familia, se tumbó junto a los niños.

Me encuentro con Bastian cuando salgo de la habitación.

-¿Dónde está?- me pregunta.

-Visitando a Polo y Lolo.


Bastian sonríe.

-¿Te vas a casa? Se suponía que estabas tomándote un año sabático.

-Ya me iba. Y el año sabático era de mis obligaciones laborales, nunca


hablamos de la tortura.

Bastian niega con la cabeza sonriendo.

-Vete, estoy seguro de que mi hermana ya debe estar enfadada.

-Lo estará, el embarazo sólo ha aumentado sus niveles de enfado.

-Y los caprichos, joder. Le ha comprado demasiada ropa.

Esbozo una sonrisa, llevé a mi mujer a comprarle ropa a nuestro bebé en


cuanto nos enteramos del sexo. Camelia me hizo cargar con tantas bolsas
que mis manos estaban comenzando a gangrenarse, pero no me hubiera
importado, ella estaba muy feliz y emocionada por todo lo que había
comprado. Hemos tenido que usar el vestidor de la habitación contigua a la
de nuestro bebé para que toda la ropa cupiera.

Me despido de Bastian por un rato, esta noche hemos quedado para


cenar en casa de sus padres.

No tardo mucho el llegar a mi destino, escucho a mi esposa protestar en


cuanto pongo un pie dentro de casa. Nos mudamos frente a mis suegros,
Edoardo nos regaló esta enorme casa para criar a nuestros hijos.

Subo las escaleras mientras la voz de mi esposa se hace más fuerte,


parece estar discutiendo con alguien, seguramente esté discutiendo con
alguien por teléfono. Me paro bajo el umbral de la puerta de la habitación,
mi esposa está de pie, efectivamente, discutiendo por teléfono con algún
pobre individuo. La observo hacer gestos de enfados en el aire, su barriga
grande y redonda de treinta semanas siempre llama mi atención y pone mi
polla dura, saber que yo he hecho eso en ella me provoca querer estar
follándola todo el tiempo. Camelia quiso hacer una prueba de ADN en la
semana dieciséis, cuando el riesgo no era tan grande para el bebé. Mi sangre
corre por las venas de ese pequeño ser que crece dentro de mi esposa,
aunque me hubiera dado igual, sólo me alegro por ella. Sé que lo estaba
pasando muy mal con ese tema.

Camino hacia ella, me pongo de rodillas y levanto su camisa, mi esposa


acaricia la parte trasera de mi cabeza mientras le beso el vientre, mi bebé se
mueve dentro de su madre.

-Hola, mi pequeña Yara, papá ya está aquí y te ha extrañado mucho-


susurro contra la piel del vientre de mi esposa.

Una niña, como todos deseábamos, voy a ser padre de una hermosa niña.
Hicimos una ecografía 5D y pudimos ver su pelo rizado, su nariz pequeña y
respingona y su pequeña boca de labios gruesos como los de su madre y los
míos. La doctora nos dijo que era una imagen muy clara, mi hija podía
verse con total claridad.

-Estoy deseando tenerte en mis brazos, Yara. Cada noche te imagino


durmiendo entre tu madre y yo, eres nuestro pequeño milagro, mi pequeño
ángel, mi Yara. Te amo muchísimo, angelito, te adoro tanto como adoro a tu
madre.

Escucho un sollozo, miro hacia arriba, una lágrima de mi mujer cae en


mi mejilla.

-Lo siento- solloza- Es que es muy bonito lo que le estabas diciendo.

Mi pecho vibra por la risa, Camelia tiene tres estados en el embarazo.


Enfado, que es el más común. Emocional, es el segundo en la escala y
alegre, este no se muestra tanto, pero me gusta así.

Le coloco bien la camisa y me pongo de pie, le doy un beso en los


labios, las manos de mi esposa van al cinturón de mis pantalones. Rompo el
beso riéndome.

-Ángel, ahora no, tenemos que montar la cuna de nuestra hija.


-Joder, quiero que me la metas- protesta.

Agarro sus manos por las muñecas cuando ya ha logrado desabrochar el


cinturón y el botón del pantalón.

-¡Dame lo que quiero!- me grita enfadada.

-Cálmate, ángel, te lo daré cuando hayamos salido de aquí, no te voy a


follar en esta habitación.

Ella siente, toma mi mano y me saca de la habitación de nuestra hija,


dejo que me arrastre hasta nuestra habitación.

-A la cama- me ordena- Estoy cachonda y muy mojada.

-¿Con quién estabas hablando por teléfono?- pregunto confundido.

-Con Mikel.

-¿Y por qué parecías tan enfadada?

-¡Porque me estaba provocando!

Me cruzo de brazos, mi mujer suspira.

-Me estaba diciendo que Ulises y él están teniendo mucho sexo en su


luna de miel y me ha dado envidia, quiero sexo, mucho.

La libido de mi mujer también ha aumentado con el embarazo, por suerte


tiene un esposo al que le gusta seguirle el ritmo.

Le ofrezco mi mano, mi esposa pone la suya encima. Tiro de ella con


cuidado para pegarla a mi cuerpo, pongo mi mano libre en su culo.

-¿Estás cachonda, ángel?

-Sí, necesito a mi esposo.


Camelia me baja los pantalones y los bóxer, agarra mi polla con una
mano y ahueca mis bolas con la otra. Camino hacia atrás hasta que mis
piernas chocan con la cama, caigo de espaldas al colchón. Agarro mi
camisa y la rompo por la mitad mientras mi esposa se desnuda y se sube a
horcajadas encima de mí. Agarro mi polla para ayudarla a penetrarse,
ambos gemimos cuando comienza a deslizarse. Ella gime más fuerte
cuando la tiene toda dentro.

La sujeto por las caderas y la ayudo a moverse. Mi esposa me vuelve


loco con sus movimientos, ninguna otra mujer se había movido así encima
de mí, incluso estando embarazada sabe moverse bien y hacernos disfrutar a
los dos. Apoya una mano en mi abdomen, con la otra juega con los vellos
de mi pubis, le encanta hacer eso y aún no me ha dicho por qué.

-Ángel, ¿por qué haces eso?

-Me gusta sentirlo, es suave.

Se me escapa una risa. Mi esposa me golpea suavemente.

-No te rías de mí.

La muevo más rápido.

-¡Marcelo!- chilla.

-Quiero correrme- gruño.

Me siento en la cama, agarro a mi mujer por el culo y la muevo arriba y


abajo. Se agarra de mis hombros.

-Así, ángel, así me gusta.

-A mí también, sigue, por favor.

Su coño me aprieta fuerte.

-Me aprietas la polla, ángel.


-Me voy a correr.

-Hazlo, joder, necesito correrme ya.

Mi esposa grita con su orgasmo, provocando el mío propio. Apoya su


frente en mi hombro.

-Deberíamos ir a montar la cuna- murmura.

-¿Ahora? Ni hablar, necesito descansar unos minutos, ángel.

-Bien, iré yo.

La sujeto fuerte contra mi cuerpo.

-Deja la cuna, la puedo montar yo solo. Ve a ducharte y a prepararte para


la cena con tus padres, ángel. Te prometo que tendrás la cuna lista para esta
noche.

Me da un beso en los labios.

-Te amo, meu rei.

-Vamos, vete a la ducha, ya sabes que tu madre necesita tu ayuda.

Pone los ojos en blanco.

-No necesita mi ayuda, quiere enseñarme a cocinar para que sea una
madre eficiente- chasquea la lengua- Como si no fuese a contratar a alguien
para que cocine cuando Yara haya nacido.

Rodeo su cuerpo con mis brazos.

-Mañana tenemos una entrevista con una prima de Lucrecia- le digo.

-Espero que esta vez sea la indicada y aguante más de dos días.

-Ángel- me rio- Aguantarían más de dos días si no les gritaras.


-Es que me pongo nerviosa porque no entienden lo que les pido.

-Puedes explicárselo con calma.

-Lo intentaré.

Ni siquiera me di cuenta de que me había quedado dormido hasta que me


desperté y vi que había oscurecido un poco.

Por suerte, armé la cuna antes de quedarme dormido, la habitación de mi


pequeño ángel ya está lista para su llegada, aunque aún quedan dos meses,
mi esposa no dará a luz hasta finales de julio.

Agarro las llaves de casa del mueble de la entrada y salgo, seguramente,


Bastian y Adriana ya estén allí. Me van a matar por llegar tarde, pero
necesitaba descansar un poco, anoche me quedé despierto hasta tarde
pintando la habitación de Yara y decorándola, quería que estuviera lista para
esta mañana y que mi mujer la viera acabada, a falta de la cuna.

Siento un pinchazo en el cuello en cuanto estoy en la calle. Me quito lo


que sea que me ha picado, es un pequeño dardo. Mi cuerpo se hace pesado,
caigo de rodillas al suelo. Mi vista se nubla, soy incapaz de oír nada más
que murmullos.

-Camelia- susurro.

No, joder. Mi esposa. Ella... va... a... sufrir.


VEINTICUATRO
Camelia
Miro hacia la puerta de la calle varias veces. Es extraño que ninguno esté
aquí ya. Me acerco a ella y la abro, quizás los niños estén llorando con la
niñera. Y como Marcelo se haya quedado dormido lo voy a matar.

-Princesa, siéntate, ya vendrán- me dice mi madre.

-Es muy raro que ni Bastian ni Adriana estén ya aquí- respondo cerrando
la puerta.

-Eric estaba muy sensible estos días- dice mi padre- Quizás estén
intentando tranquilizarlo.

Cierro la puerta, camino hacia la mesa del comedor y me siento en la


silla junto a mi padre. Estoy preocupada, Marcelo no ha dado señales de
vida en toda la tarde, el último mensaje que me envió fue para informarme
de que ya había armado la cuna, doy por hecho que después se quedó
dormido. Pero ya debería estar despierto, él nunca duerme tanto. Aunque
anoche se quedara hasta tarde terminando de arreglar la habitación de
nuestra hija.

Algo se siente mal dentro de mí. Froto mi vientre con mis manos, mi hija
está muy inquieta, no deja de moverse. Tengo el pulso un poco acelerado y
me está costando respirar.

-No me siento bien- murmuro con la voz apagada.

Mi padre pone su mano en mi vientre.

-¿Te duele?- me pregunta.

-No, no tengo dolor. Sólo malestar, me siento agotada y con falta de aire.
-Deberíamos suspender la cena- dice mi madre- Edoardo acompáñala a
su casa y llama al médico para que la revise, yo me encargo de llamar a
Bastian y a Adriana para que no vengan.

Me levanto de la silla con la ayuda de mi padre, mis piernas flaquean y


las rodillas ceden, mi padre me sujeta antes de que caiga al suelo.

-Llama al médico, Isa, le está pasando algo.

-Llama a Marcelo, papá.

Un sollozo me atraviesa, algo va muy mal.

La puerta de la casa de mis padres se abre de golpe, Fabiano y Gregory


entran arrastrando el cuerpo inconsciente de mi hermano. Suelto un jadeo
cuando veo a quien traen los otros hombres, han atrapado a Emanuel.

-¿Qué significa todo esto?- pregunta mi madre.

Mi padre me suelta de vuelta en la silla, me apoyo sobre la mesa para no


caer, estoy muy mareada.

-Nos han atacado cuando salíamos de casa- contesta Fabiano- Han


drogado al señor Bastian y...

-¿Y qué?- gruñe mi padre.

-Se han llevado a la señora Adriana.

Giro la cabeza para vomitar en el suelo, se han llevado a Adriana.

-Marcelo- murmuro.

-¡Que alguien vaya a casa de mi hija a buscar a mi yerno!- grita mi


padre.

Acuna mi cara entre sus manos, las lágrimas ya han comenzado a caer
por mis mejillas.
-Algo está mal con él- sollozo.

-Princesa encontraremos a Adriana, no deben estar muy lejos de aquí y


Marcelo debe haberse retrasado por otra cosa.

Niego con la cabeza, sé que algo le ha pasado, él nunca llega tarde.


Sobre todo cuando se trata de mí, me dijo que estaría aquí a la hora de la
cena y se ha retrasado. Es entonces cuando todo ocurre, todo demasiado
deprisa. Gregory entra por la puerta para informar de que no hay ni rastro
de Marcelo en la casa y que las cámaras de seguridad muestran a varios
hombres llevándoselo inconsciente. La presión en mi pecho se libera para
dejar paso a un fuerte grito, por más que lo llamo, él no viene a mi lado. Mi
esposo no está, se lo han llevado lejos de mí.

Mi cerebro está a punto de implosionar, me duele, me arde todo lo que


tengo dentro de mí.

-¡Me duele!- grito apretándome la cabeza con las manos.

Dejo de escuchar los murmullos de las voces que me rodean, sólo puedo
oír el latido acelerado de mi corazón. La vista deja de funcionarme.

La luz me molesta en los ojos cuando los abro. Miro a mi alrededor, sólo
para darme cuenta de que estoy en la habitación de mis padres. Me duele el
cuerpo, me duele mucho y siento mucha tristeza.

-Princesa.

-¿Dónde está?- sollozo- Lo necesito, mamá.

-Lo siento mucho, princesa, Adriana y él aparecerán, tu hermano se está


encargando de Emanuel.

-Llévame a verlo, por favor.

-Estás muy débil.

-Por favor, mamá, quizás a mí me diga algo.


-No lo hará, meu amor.

-Por favor.

-Está bien, pero debes tratar de estar calmada, hazlo por tu hija.

-Lo intentaré.

Mis padres me ayudan a levantarme de la cama mientras me cuentan que


he estado dos días inconsciente. Yara está bien, el doctor me ha recetado
algunos calmantes y ansiolíticos. Es por lo que me siento tan distraída,
aunque Marcelo y Adriana son lo único que tengo en mi mente. Se los han
llevado a los dos. No. A los tres, también se han llevado a mi sobrina
nonata.

Mikel y Ulises volvieron ayer de su luna de miel, están cuidando a Jeren


y a Eric. Mi hermano está como loco, mi padre me ha dicho que no ha
salido del almacén, lleva dos días encerrado con Emanuel.

Mi madre se sienta en los asientos de atrás conmigo y entrelaza nuestros


dedos. Apoyo mi cabeza en su hombro. Mi padre conduce hacia el almacén,
sé que sólo hace esto por mí y que no tiene ningún interés en ver a ese
enfermo que le obligaron a tener. Pongo mi mano libre sobre su hombro.

-Gracias por acompañarme, papá.

-Cualquier cosa por ti, princesa.

Miro por la ventana el resto del viaje, pensando en mi esposo y en


Adriana, espero que estén bien. Si existe Dios, debería cuidar de ellos, no
son malas personas.

Llegamos al almacén un rato después, puedo escuchar los gritos de mi


hermano y sus amenazas desde que me bajo del coche. Mi padre se ha
quedado atrás, como supuse, no quiere ver a Emanuel y no voy a obligarlo.
Agarro la manija de la puerta y la giro para abrirla, mi hermano detiene
su puño en el aire.

-Pequeña princesa, ¿qué haces aquí?

Señalo con mi barbilla hacia el bastardo que tiene atado a una silla.

-No- espeta.

-Sí, necesito hablar con él.

Emanuel se ríe de forma falsa.

-Deja que nuestra hermana hable conmigo- le dice a Bastian.

-¡No es tu hermana!- grita él- Es mía.

Me acerco a mi hermano, pone sus manos sobre mi vientre, le encanta


notar a su sobrina moverse.

-No puedo permitir que os pase nada a vosotras- murmura.

-Estás aquí para protegernos, hermano, no nos va a pasar nada.

-No me moveré de vuestro lado.

Niego con la cabeza.

-No quiero que lo hagas, quédate aquí.

Mi hermano toma mi mano, me giro hacia Emanuel.

-Por fin nos conocemos, hermanita- me dice con una sonrisa.

Tiene la cara golpeada, la sangre corre desde su frente hasta su


mandíbula. Se parece a Bastian, a diferencia de que Emanuel tiene los ojos
marrones. Por lo demás, es muy parecido a él físicamente. Pelo oscuro, alto,
musculoso, hombros anchos. Aunque mi hermano jamás iría en contra de su
familia. Todo el parecido entre ellos es sólo físico.

-Tienes que decirme dónde están- le digo en tono de súplica- Por favor,
Emanuel.

Chasquea la lengua y luego se ríe.

-Es la primera vez que alguien de aquí me llama por mi nombre- dice.

-Céntrate- exijo- Mírame, mira mi vientre- gruño, intentando evitar


llorar- Eres el tío de este bebé, me guste o no. ¿Vas a dejar que crezca sin su
padre?

-No lo necesita, tú tampoco. Ellos estaban corrompidos.

-¡¿Y el bebé de Adriana también?!- le grito- Es un bebé, joder. Tienes


que devolvérnoslos.

-No puedo, el pastor tiene que purificarlos primero.

-¿Qué significa eso?- pregunto asustada.

-El fuego es el arma más poderosa para purificar, si sobreviven, serán


devueltos a la vida eterna, en cambio, si perecen, sus almas irán a un limbo
de donde no podrán salir jamás. Vosotros, mi familia, estáis purificados
gracias a mí. Pero no alcanzó para ellos y el pastor dijo que debíamos
actuar. El mundo necesita una limpieza, hermana.

-¡Devuélveme a mi esposo!- Bastian rodea mi cuerpo con sus brazos-


Devuélveme a mi familia- sollozo- Por favor.

-Os los devolverán cuando la ceremonia de purificación haya acabado,


sus almas serán libres, confiad en ellos.

Miro a los ojos de mi hermano, Bastian comprende lo mismo que yo,


van a quemarlos vivos y no podemos hacer nada por detenerlos.
-Los encontraré- me dice.

-¿Dónde? Llevas años buscando a este enfermo y nunca lo encontraste,


Bastian. ¿Qué te hace pensar que encontrarás a esa secta?

-Porque lo tengo a él y le haré hablar, te juro que quemaré cualquier


rastro de esos enfermos.

Apoyo mi cabeza en el pecho de mi hermano mientras miro a Emanuel.

-¿Cuándo es esa ceremonia?- le pregunto.

-Mañana, al atardecer.

Oculto mi cara en el pecho de mi hermano. No hay tiempo para


encontrarlos.

Se me escapa un sollozo, Bastian me abraza con más fuerza. Los dos


sabemos que no vamos a encontrar a Marcelo y a Adriana, no los
encontraremos a tiempo.

-No llores, hermanita, debes alegrarte por ellos. Sus almas serán
purificadas.

-¡Cállate!- le grito- Eres un maldito enfermo, igual que Niccòlo


Barccola. Sois vosotros los que sobráis en este mundo.

-No me compares con ese imbécil- espeta.

-¿Es que acaso lo conoces?- le pregunto.

-Claro que lo conozco, lo investigué cuando os quería destruir. Ese idiota


no sabe ni sumar dos más dos, no me insultes.

Me libero del agarre de mi hermano, me inclino hacia adelante para


pegar mi cara a la de Emanuel.
-Serás más inteligente que Niccòlo, no lo dudo, pero eres igual a él. Un
maldito enfermo que no ve más allá de sus narices, si tuvieras un mínimo de
corazón me dirías dónde están mi esposo y mi cuñada, ella está
embarazada, tu sangre corre por el bebé que ella lleva en su vientre. Pero
jamás has sido ni serás un Da Silva, mi apellido te queda muy grande,
enfermo de mierda. Nunca serás más que el producto de una violación,
nadie te quiere, ni siquiera la jodida zorra que te dio a luz. ¿Sabes que
murió arrepintiéndose de haberte tenido?

-¡Mientes!

-No lo hago, hermanito. Estás tan solo que así es como morirás, ni
siquiera esos a los que llamas hermanos, los miembros de tu secta, van a
venir a rescatarte, sólo te reemplazarán por otro igual o más enfermo que tú.
Estás solo y morirás solo.

Me alejo de él mientras grita. Mi hermano y mi madre me acompañan


hasta el coche donde mi padre nos espera. Me abrazo inmediatamente a él,
el llanto se apodera de mí.

-Los van a matar, papá- lloro.

-¿Eso ha dicho?

Asiento mientras las lágrimas caen por mis mejillas. Marcelo y Adriana
tienen las horas contadas. Miro a mi hermano, sus ojos también están llenos
de lágrimas, es la segunda vez que ese cabrón desalmado le quita a su mujer
y esta vez se ha llevado a su bebé, a su pequeña hija.

-Lo siento mucho- le digo.

-Lo haré hablar- gruñe.

-No- responde mi padre- Déjame a mí, quizás hable conmigo.

-No lo hará, papá, su mente está enferma, se ha vuelto más loco de lo


que ya estaba- le digo.
-Soy su padre, a fin de cuentas, siempre me quiso a mí. Me
intercambiaré por Marcelo y Adriana si es necesario.

Mi padre me echa a un lado, intento detenerlo, pero mi madre me sujeta.

-¡Papá!- lloro- Quédate conmigo, por favor. ¡Papi!

-Deja que tu padre hable con él, princesa.

-¡Bastian no lo permitas! Por favor, no dejes que también se lleve a papá.

Mi hermano me da un beso en la mejilla.

-No lo permitiré, pequeña princesa, no dejaré que nadie te quite a tu


padre.

-Por favor- sollozo.

-Cálmate, piensa en tu hija, necesitas estar tranquila.

-No dejes que papá haga una locura.


VEINTICINCO
Edoardo
Mi mano está temblorosa, siento la misma presión en el pecho que
cuando fui consciente de lo que Yamila me hizo. Siento la mano de mi hijo
en mi hombro, quiere que retroceda, pero no lo voy a hacer. Mi princesa
necesita a su esposo y mi hijo a su mujer y su hija, si en mis manos está
devolvérselos lo haré sin pensarlo dos veces. Aunque eso suponga morir en
lugar de ellos. Emanuel sólo ha querido una cosa toda su vida, sólo quería a
alguien y ese alguien soy yo. Si él me escucha y nos lleva hasta esa secta,
podríamos atacar o intercambiarme, cualquier cosa que devuelva a Marcelo
y a Adriana a donde deben estar, a su casa, junto a mis hijos. Mis nietos
lloran por su madre y mi hija por su esposo, no puedo dejarlos así.

Respiro hondo, agarro la manija y la giro, la puerta se abre y siento como


si estuviera entrando en el mismísimo infierno, a la espera de encontrarme
con el diablo.

Y cuando lo miro a los ojos es como ver un reflejo de mí mismo. Treinta


años sin verlo en persona, mi hijo, un hijo que nunca quise ni busqué.

Bastian me sujeta rápido antes de que pueda caer al suelo.

-Papá, tienes que salir de aquí- la súplica en su voz me mata lentamente.

-Tengo que intentarlo.

-No puedes.

Me sujeto a él para estabilizarme. Pasos lentos y pesados son los que doy
hasta acercarme un poco más a Emanuel. Sus ojos juzgadores están llenos
de reproches, de odio, de miedo, de soledad. Debería haber intentado
quitárselo a su madre. ¿Qué le hizo? Sólo era un niño que tampoco pidió
venir a este mundo.
-Lo siento, Emanuel- le digo.

Su ceño se frunce.

-Debería haber luchado por ti, pero yo no estaba bien. Lo que tu madre
me hizo me marcó para siempre.

-No hables de ella- gruñe- ¡Te aprovechaste de su juventud!

Bastian y yo nos miramos.

-¿Qué es lo que te contó esa zorra?- le pregunta mi hijo.

-Que nuestro amado padre la buscaba, coqueteaba con ella cada día.
Hasta que ella tuvo que actuar y hacer lo que debía, no lo violó, papá ha
mentido todo este tiempo, hermano. No fui fruto de una violación, fui fruto
de un engaño. Nuestro padre engañó a mi madre, le prometió que se
divorciaría de tu madre y cuando no lo hizo, mi madre fue a hablar con la
tuya, pero él comenzó a mentir diciendo que lo había violado para salvarse.

Una lágrima solitaria cae por mi mejilla. Esa mujer, esa maldita mujer le
pudrió la mente a Emanuel con sus mentiras.

-Eso no es cierto, Emanuel- le digo- Tu madre abusó de mí, puedo


demostrártelo, me hice una analítica justo después de lo que pasó. Tenía
varias drogas en mi organismo.

Emanuel niega con la cabeza.

-Tu madre no fue una buena mujer ni una buena madre, yo tampoco fui
un buen padre para ti y realmente me arrepiento de eso, no tenías la culpa.
Déjame que te ayude, por favor.

-¿Ayudarme? Engañaste a mi madre, me rechazaste, eres un cobarde que


no quiso hacerse responsable de sus actos.

-Tienes razón, soy un cobarde por no hacerme responsable de ti, de lo


único que debí haberme hecho responsable, pero no te miento, Emanuel, tu
madre me drogó y me... violó.

-Mientes.

Por primera vez, veo a Emanuel llorar y no sé cómo sentirme al respecto,


no sé si son lágrimas reales o sólo está actuando.

-Escúchame, podemos solucionar esto. Si le pido a Bastian que te


perdone sé que lo hará- le digo.

-Papa- advierte mi hijo.

-Lo hará por mí- añado- Puedo ayudarte a sanar tu mente, deja que mi
esposa y yo te ayudemos, ella es buena.

-¡No necesito a una madre!- grita enfadado.

Bastian me sujeta por el brazo, acerca su boca a mi oído.

-Es inútil, no puede ni quiere recibir ayuda y tampoco quiero dársela.


¿Qué pretendes con esto?

-Es mi hijo, Bastian, quiero ayudarlo. Me he dado cuenta de que necesita


la guía de un padre.

-¿Ahora? ¿Treinta años después?

-No lo conocía en persona, sólo lo vi una vez cuando era un bebé recién
nacido. Él no tiene culpa de lo que pasó.

Mi hijo frunce el ceño, pero debe entender que esto se tiene que hacer
así.

-Mató a mis tíos, a tus mejores amigos. ¿Lo has olvidado? Se llevó a
Yara, le hizo pasar un infierno, la violó, papá, la violó en repetidas
ocasiones, la destruyó.
-No lo olvido, hijo, pero tu hermano es una víctima de las circunstancias,
de Yamila. Ella fue quien lo envenenó.

Me mata ver a Bastian llorar. Pongo mi mano en su mejilla y uno mi


frente a la suya.

-Esto debe ser así- le digo- Emanuel, hijo. ¿Me sigues queriendo a mí?

-Sí.

Le doy un beso en la frente a mi hijo, mi Bastian.

-Dile a Camelia que la amo tanto como te amo a ti, mi niño.

-Papá, por favor, no lo hagas.

Empujo a mi hijo hacia atrás, saco mi arma y lo apunto con ella.

-Papá, joder.

-Voy a llevarme a tu hermano- le digo- Nadie se interpondrá en nuestro


camino, dame tu palabra.

-Por favor, papá, piensa en Camelia y en mamá.

-Estoy pensando en todos vosotros, Jeren, Eric, Camelia, Alma, la


pequeña Yara. ¡Esto es por vosotros!

Desato a Emanuel con una mano mientras sigo apuntando a mi hijo con
el arma en mi otra mano. En cuanto Emanuel está suelto, me quita el arma y
me apunta con ella en la cabeza.

-¡Papá!- grita Bastian.

-Te amo, Bastian.

-Cállate- gruñe Emanuel en mi oído.


-Dile dónde están, Emanuel, ya me tienes. Dile a tu hermano dónde están
Adriana y Marcelo.

-Te lo diré cuando estemos a salvo, no me creas estúpido, papá.

-Te juro que te encontraré, Emanuel, te haré pagar por todo lo que le has
hecho a mi familia- responde mi hijo.

-Ya tengo lo que tanto quería, treinta años intentando que él se entregara
y por fin lo ha hecho.

-Cuida de tu madre y de tu hermana, Bastian.

Emanuel me empuja hacia adelante, camino a regañadientes. Camelia y


mi esposa gritan en cuanto nos ven.

-¡Edoardo no lo hagas!

-Te amo, Isarema, eres el amor de mi vida.

Emanuel me golpea en la cabeza con la culata de mi arma. Isa sujeta a


nuestra hija para que no pueda venir a por mí.

-Nos vamos- dice Emanuel levantándome del suelo.

-Papi, por favor, quédate conmigo- llora mi princesa.

Quisiera poder quedarme y consolarla, hacerle entender que nunca


perderá a su padre, pero no puedo hacer eso.

Emanuel me arrastra hasta mi coche, los hombres de mi hijo se echan a


un lado, la voz de Bastian suena por las radios, dándoles la orden de que
nos dejen marchar. Subo al maletero como Emanuel me ordena, tengo que
contar el tiempo, creo que sé a dónde me va a llevar, debo ser paciente y
esperar.

Cinco minutos.
Diez minutos.

Quince minutos.

El reloj de mi muñeca señala que ya han pasado veinte minutos desde


que salimos del almacén y Emanuel aún sigue conduciendo, cree que es
inteligente, pero no lo sabe todo. Bastian sí, nos va a llevar directo a la
secta, a donde están escondidos todos esos malnacidos, mi localizador ya
debe estar funcionando, Bastian sabe perfectamente dónde estoy.

El coche se detiene, la luz golpea mis ojos cuando Emanuel abre el


maletero, me empuja fuera de él. Me golpeo contra el suelo.

-¿Dónde tienes el localizador?- me pregunta.

-¿De qué hablas?

-Vamos, papá, sé que Bastian os obliga a poneros uno. ¿Por qué crees
que no ha sido capaz de rastrear el de Marcelo y Adriana? El pastor sabía
cómo desactivarlos, pero nunca me lo dijo. No te llevaré con ellos mientras
tengas esa cosas activa. ¿Quieres una oportunidad para vivir? Dime dónde
está y te lo sacaré.

Niego con la cabeza.

-Me matarás- le digo- El localizador está sujeto a mi columna, sus cables


se fusionan con el tronco cerebral.

Señalo con mis dedos hacia la parte de atrás de mi cuello.

-¡Joder! Maldito sea Bastian- grita.

-Hicimos un trato, debes decirle a Bastian dónde encontrar a Marcelo y a


Adriana.

-¿Y dejar que destruya esa secta? Claro que no. Necesito el poder que
tiene el pastor para mí.
Levanto la vista del suelo.

-Nunca te convencieron- le digo.

-Por supuesto que no, pero mamá siempre dijo que se me daba muy bien
la actuación. Verás, papá, necesito ser el nuevo pastor, estoy a punto de
demostrar que soy mejor que el actual. Que bajo mi mando el mundo será
como queremos, lograré conquistar Brasil mediante esa secta.

-Bastian nunca lo permitirá.

-Bastian estará demasiado ocupado llorando la muerte de su mujer y su


hija.

-Bastardo malnacido.

Emanuel se ríe.

-¿De verdad creíste que os daría la ubicación?- me pregunta- Eres más


imbécil de lo que yo pensaba, me has liberado por nada. Me pondré en
contacto con mis hombres y ellos mismos desactivarán tu localizador antes
de llevarte a las instalaciones.

-El único imbécil eres tú, ¿de verdad pensaste que te liberaría sin más?
Había una gran posibilidad de que esto no saliera bien, lo sabía y actué en
consecuencia.

-¿De qué hablas?

-Bastian ya debe estar llegando- digo poniéndome en pie.

La mano de Emanuel que sujeta el arma comienza a temblar, la pistola


cae al suelo.

-¿Qué me pasa?- me pregunta.

-Veneno, hijo. ¿Con quién crees que estás tratando? Soy Edoardo Da
Silva, padre del capo de Brasil y todo el este de América del sur- me acerco
a él de forma amenazante- Soy el antiguo capo. ¡Tú no eres rival para mí!-
le grito- Vas a volver a tu maldita celda, terminarás hablando, Bastian te
hará hablar. Y mucho cuidado si Marcelo, Adriana o mi nieta sufren de
algún daño, tú pagarás por todo.

-¡Ayúdame!

-Nunca, Emanuel Alventoza. Una vez fuiste un niño inocente, pero hace
mucho que dejaste de serlo. Me hubiera intercambiado por mi yerno y mi
nuera con mucho gusto, pero sabía que eso no sería posible, así que, sólo
esperaba que me llevaras a la secta esa, creí que no conocías los
localizadores, me equivoqué. Tengo que pensar en algo para encontrarlos,
se me ocurrirá algo.

Emanuel cae de rodillas al suelo, comienza a gritar de dolor, su cuerpo


ha debido paralizarse por el veneno. Es lo único que le queda desde ahora
hasta que se pasen los efectos del veneno.

Me agacho y lo sujeto por el pelo de la nuca, levanto su cabeza del suelo


y pego mi cara a la suya.

-Me das tanto asco como la zorra de tu madre. Nunca más volveréis a
afectarme, a ella la maté y no sabes lo bien que me sentí. Llegué a mi casa
bañado en su sangre y follé con mi esposa una y otra vez hasta que me sentí
satisfecho. Eso es follar, hijo, no lo que tu madre me hizo. Y, por supuesto,
no lo que tú le hiciste a Yara. Vasa pagar por todo eso.

-Ayu… da.

-No la mereces. Realmente me arrepiento de no haberme encargado de ti


personalmente, pero ya no hay nada que pueda hacer por cambiar eso. Lo
que sí puedo hacer es proteger a mis dos hijos y a sus familias.

Las ruedas de los coches de Bastian y sus hombres suenan en la tierra.


Se detienen junto a nosotros. Mi hijo es el primero en saltar del vehículo.

-¿Te ha dicho algo?- me pregunta.


Niego con la cabeza.

-Maldición. ¡Hijo de puta!- grita.

-Los encontraremos, Bastian, tenemos que hacerlo. No quiero ver cómo


tu hermana y tú morís lentamente.

Mi hijo se arrodilla en el suelo, adopto su posición y lo abrazo.

-Necesito a Adriana y a mi hija de vuelta, papá- llora- ¿Qué les diré a


Jeren y a Eric? ¿Cómo les digo que su madre y su hermana no están con
nosotros y no sé si alguna vez volverán a estarlo?

-No lo sé, hijo. No sé cómo se da una noticia así a dos niños pequeños.

Tenemos que encontrarlos como sea. Este bastardo no puede llevarse


más vidas, ya nos destruyó lo suficiente en el pasado.
VEINTISÉIS
Camelia
Julio. Dos meses han pasado desde que desaparecieron, no ha habido
ninguna noticia sobre ellos. Ni una sola noticia de Adriana y Marcelo. No
sabemos si siguen vivos, si Adriana ha dado a luz o si, por el contrario,
están muertos. No tenemos una tumba donde llorarlos, no hay nada para
nosotros. Pronto daré a luz y Marcelo no está aquí para recibir a nuestra
hija. El tiempo ha pasado tan lento estos dos meses. Mi padre trató de que
Emanuel le dijera dónde están, no lo consiguió. Puso veneno en la
empuñadura de su pistola, Emanuel se envenenó, pero mi padre se inyectó
el antídoto antes de que los efectos comenzaran. Bastian tampoco consigue
nada, Río está en guerra desde que mi hermano no reina. Los comerciantes
de drogas menores se han hecho con las calles, salir sin protección es un
suicidio. La violencia en Río reina estos días. Las favelas son un punto de
ebullición, quien entra allí no sale con vida. Todo se está desmoronando
poco a poco. Al rey de Río le falta su reina y su princesa y a mí me falta mi
esposo, mi rey, el amor de mi vida. Las noches son un tormento, apenas
puedo dormir y si lo logro es con ayuda de las pastillas que el médico me
recetó. Pero no me gusta tomármelas, no me hacen bien, me dejan atontada
y necesito estar alerta.

¿Y si él vuelve? Tiene que hacerlo, Marcelo es fuerte y valiente, él


volverá.

-Tienes que apartarte de la puerta- me dice Mikel.

-No, podría volver.

-Camelia, necesitas comer.

-No, él podría volver, tengo que estar aquí.

-¿Quieres que vuelvan a ponerte la sonda?


Agacho la cabeza avergonzada. Dejé de comer, no es porque quisiera,
nada traspasaba a mi estómago, lo poco que lograba colar lo vomitaba.
Perdí mucho peso, mi hija estuvo en riesgo. Tuvieron que colocarme una
sonda nasogástrica para alimentarme, al principio también vomitaba. Con el
tiempo, mi cuerpo se acostumbró y comenzó a tolerarlo, pero no me gustó
esa experiencia, me la quitaron esta mañana. Ahora estoy por encima de mi
peso, es mejor que estar en los huesos.

Tomo la mano que Mikel me ofrece, mi hija y él son lo más cercano a mi


esposo que tengo.

-Va a volver, ¿verdad?- le pregunto.

-Tiene que conocer a su pequeño ángel.

Tiene que hacerlo, él me prometió que nunca me dejaría, nunca ha roto


una promesa.

Dejo que Mikel me lleve hasta la cocina. Jeren y Eric juegan en el suelo,
si es que a lo que hacen se le puede llamar jugar. Ya nadie sonríe en esta
casa, Ulises se pasa los días cuidando de los niños, tiene ojeras bajo los
ojos, como todos. Mikel me cuida a mí, mis padres tratan de cuidar a
Bastian, que apenas viene por casa si no es para dormir o ver a sus hijos. Si
querían a los Da Silva destruidos, lo han conseguido.

Me siento en un taburete de la isla, Mikel pone delante de mí un plato


con comida, en cuanto el olor sube hasta mis fosas nasales me dan náuseas.
Tengo que sujetarme con fuerza al borde de la encimera para no salir
corriendo al baño.

-Inténtalo- me suplica Mikel.

-Juro por Dios que lo intento, pero el asco es más fuerte que yo.

-El psiquiatra te dijo que todo estaba en tu mente.


No está en mi mente, no soy capaz de comer, mi estómago rechaza la
comida.

Agarro el tenedor y pincho un poco de comida, lo llevo hasta mi boca, la


comida entra dentro. La mastico y saboreo, el vómito ya quiere subir por mi
garganta, pero pienso en mi bebé, ella necesita esto. Trago con dificultad la
comida. Mikel sonríe.

-Gracias- me dice.

Nunca había tardado tanto en comer un simple plato de arroz blanco y


filetes de pollo a la plancha. Froto mi vientre varias veces, esto es por ella,
cuando su padre vuelva no querrá vernos mal.

-Tita- me llama Jeren- ¿Cuándo va a volver mami?

Dejo caer la cabeza entre mis manos. ¿Qué se supone que debo
responder a eso? Ya no sé qué más decirle, cuando no preguntan por su
madre, preguntan por su hermana. Nadie sabe qué contestar, Alma debería
tener dos meses, si es que sigue con vida.

Mi pecho se aprieta. El psiquiatra me dijo que no debía permitir que los


pensamientos negativos inundaran mi mente, pero es más fácil decirlo que
hacerlo.

-Jeren, no molestes a tu tía- lo regaña Ulises.

Me levanto del taburete, me siento en el suelo con mis sobrinos. Ambos


se acurrucan a mis costados, los rodeo a los dos con mis brazos. Jeren
comienza a llorar, provocando el llanto de Eric.

-Mamá va a volver- les digo- Ella tiene que volver a vuestro lado, os
tiene que traer a Alma.

La puerta de casa se abre de golpe.

-¡Sacad a los niños de aquí!- grita mi padre- ¡Rápido!


Ulises los toma a los dos en sus brazos, se los lleva corriendo por las
escaleras. Mikel me ayuda a levantarme.

-¿Papá?- pregunto asustada.

-¡Fuera de aquí tú también!

Mikel rodea mi cintura con su brazo. Bastian entra en la casa echo una
furia, he visto a mi hermano mal otras veces, pero no así. Golpea todo a su
alrededor, los cristales de las decoraciones se rompen en mil pedazos.
Arroja los marcos de fotos contra las paredes.

-¡Bastian basta!- le grita nuestra madre.

-¡Hijos de puta!- grita mi hermano- ¡Quiero sus putas cabezas Fabiano!

-Bastian- lo llamo sollozando.

Sus ojos se posan en mí, hay tanta ira y tanto dolor. Sólo una vez lo vi
así.

-No- lloro- Bastian, por favor.

-¡Fuera!- me grita- ¡Llevaos a mi hermana de aquí!

-¡¿Dónde está?!- le grito.

Mi hermano guarda silencio.

-¡Bastian!- le grito- ¡Dime dónde está!

Niega con la cabeza. Vuelvo la cabeza y comienzo a vomitar sin control.


De pronto, siento mi entrepierna mojada. Todo sucede en un borrón. Pierdo
todas las fuerzas mientras escucho a mi hermano llamarme.

El mundo parece derrumbarse a mi alrededor, sólo hay oscuridad. Las


luces pasan rápido, veo a gente rodeándome. No estoy entendiendo nada, el
tiempo parece haberse detenido.
Parpadeo un par de veces, hay un rostro frente a mí.

-Princesa...

Papá. Es él, me está llamando.

-Te necesitamos.

Vuelvo a parpadear, mi vista se estabiliza. Mis oídos comienzan a


funcionar de nuevo. Un fuerte dolor me atraviesa el cuerpo.

-¡Tienes que empujar!- me grita mi hermano- Yara tiene la cabeza fuera.

Llámalo instinto, sentido de la supervivencia o milagro, pero mi cuerpo


le obedece. Me agarro a las manos de mi padre y de Mikel y comienzo a
empujar con todas mis fuerzas.

-Bastian, sácala, por favor- le suplico.

-Tienes que ayudarme, hermana.

Nos miramos a los ojos mientras empujo de nuevo. Esta vez siento una
gran liberación, el dolor empieza a desvanecerse y, de pronto, se oye un
hermoso sonido, el llanto de mi hija.

Mi hermano sonríe por primera vez en dos meses.

-Es preciosa- dice con lágrimas en los ojos.

-Dámela, dame a mi bebé- suplico.

Mikel la toma en sus brazos para dármela. Pega su frente a mi sien, llora
en silencio mirando a mi hija. Lo último que queda de mi esposo y su
hermano.

-Señor, la ambulancia ya está aquí- anuncia Fabiano.

-Que suban- ordena mi hermano.


Mikel me da un beso en la cabeza.

-Se parece a él- me dice.

Mi pequeña Yara se parece a su padre, tiene el pelo rizado, igual que él.
Su nariz chata y pequeñita, levemente levantada en la punta, como yo. La
toco con mi dedo índice.

-Meu amor, te prometo que papá te estará cuidando desde el cielo, él te


amaba tanto, eras su pequeño ángel y siempre lo serás.

Mikel solloza, tomo su mano y entrelazo nuestros dedos.

-Él es tu tío Mikel, el hermano de tu papá, también te ama mucho. Y tu


abuelito y tu tío Bastian, que ha ayudado a traerte al mundo.

Mi padre y mi hermano se limpian las lágrimas.

-Y la abuela también te ama, pero ahora está con tus primos porque están
asustados, ellos jugarán mucho contigo y te protegerán. Oh, y el tío Ulises
es muy bueno, él te va a amar mucho. Vas a ser la niña más amada del
mundo.

Los técnicos de la ambulancia entran en la habitación para llevarnos al


hospital.

Desde ese momento, el tiempo comenzó a correr para nosotras. Pasó una
semana desde que los cadáveres de Adriana, Alma y Marcelo aparecieron
calcinados en la puerta de casa, el forense sólo pudo reconocerlos por unos
dientes. Enterramos los cuerpos en el cementerio familiar, Marcelo ahora
descansa junto a sus padres y su hermana. Bastian ha construido un
mausoleo para Adriana y su hija.

Dos semanas más pasaron, cada día llevaba a mi hija a visitar a su padre.
Tener a Yara me distraía, pero a la misma vez me hacía recordar a su padre.
Bastian estaba muy pendiente de nosotras. Mikel había vuelto a terapia,
aunque tener a Yara lo ayudaba mucho. Ulises y él estaban pensando en la
adopción, querían ser padres.

En cuanto a Jeren y Eric, bueno, ellos seguían preguntando por su madre


y su pequeña hermana. Mis padres y yo los llevábamos al mausoleo que
Bastian había levantado para ellas, era complicado explicarles a dos niños
pequeños que ellas estaban ahí. Sobre todo para Eric, apenas comprendía
nada, él sólo quería volver a ver a su madre. Jeren parecía entenderlo un
poco mejor, ya no lloraba, algo estaba cambiando en mi monito, y lo
odiaba, ya no sonreía, no era el niño alegre y divertido que siempre fue.
Ahora estaba enfadado, triste, hacía preguntas extrañas para un niño de siete
años.

Al mes todos estábamos derrotados, ni siquiera había asistido al primer


cumpleaños de mi patito, no tenía fuerzas para ello.

Miro a mi hija, sus ojos están muy abiertos. Sólo tiene un mes y dos
semanas. Le doy un beso en la barriga, acabo de bañarla.

La puerta de mi habitación se abre de golpe. Mi padre entra como alma


que lleva el diablo, parece muy nervioso.

-Necesito ayuda- logra decir.

-¿Qué pasa?

-Tu hermano. Se ha vuelto loco.

-¿Qué ha hecho, papá?

-La DEA vendrá a por él si no lo detenemos. Aunque ahora esté


controlada por la Santa Corona, tienen que fingir y tendrán que actuar, se
llevarán a tu hermano.

-Papá, dime qué está haciendo.


-Ha atado a Emanuel a la parte trasera del coche y lo está paseando por
todo Río.

Cubro mi boca con mi mano. Bastian lleva una semana quemando las
calles de Río, se ha metido en peleas con algunas bandas, cada sábado se
marcha de casa para ir a peleas clandestinas.

-Ayúdame, princesa.

-No me escuchará- contesto- No a mí, necesitamos a los demás, papá.

-Llámalos.

Agarro mi móvil de la mesita de noche, con dedos temblorosos llamo a


Dani, él contesta de inmediato.

-¿Cami?

-¡Se ha vuelto loco!- lloro.

-¿Quién?

-¡Bastian! Está incendiando Río, no puedo controlarlo, Dani, nadie


puede.

-¿Qué ha hecho?

-Ha atado a ese hombre a su coche y lo está arrastrando por todas las
calles, saldrá en las noticias, la DEA y las otras organizaciones actuarán y
lo atraparán. Por favor, ayúdame, no puedo perder a mi hermano también.

-Vamos para allá, Cami, no te preocupes, no estás sola.

Dani cuelga la llamada.

-Ya vienen, papá.


Mi padre se acerca a la cama, donde está mi hija, acaricia su cabecita con
cuidado.

-Ojalá pudiera devolverte a tu esposo y a tu hermano pudiera devolverle


a su esposa a su hija.

-No puedes, papá, ojalá, pero no puedes y es algo con lo que tenemos
que aprender a vivir.

-No es justo- gruñe- Bastian ha perdido mucho y tú también.

-Lo sé, papá. ¿Y qué hacemos?

-Sacarle información a Emanuel, atacar esa secta y atrapar a su pastor,


torturarlo y hacerlo sufrir.

-¿Cómo podemos sacarle información? Bastian lo va a matar.

-Ese bastardo es como una cucaracha, sobrevivirá. Quiere poder, si se lo


damos hablará.

-Espera, creo que hay alguien que podría hacerlo hablar.

Mi padre frunce el ceño.

-Yamila, papá.

-Joder, no lo había pensado.

-Le dijiste que la mataste, cuando sepa que sólo le mentiste y que sigue
viva en algún lugar de la reserva de mi hermano la querrá de vuelta, esos
dos tienen una extraña relación.

-Maldición, no lo había pensado. Podría funcionar.

-Tenemos que ir a la reserva y encontrar a Yamila, ella es la clave para


encontrar la ubicación de esa secta y destruirlos a todos.
Mi padre acuna mi cara entre sus manos.

-Ven conmigo, te quiero a mi lado en todo este proceso y ahora que


todos vienen tendremos más apoyo para atacar ese lugar. Necesitamos a La
Niña y sus bombas.

Miro a mi hija, esto es por ella, le quitaron a su padre y al menos sabrá


que su madre vengó su muerte.

-La Niña está de vuelta, papá.


VEINTISIETE
Marcelo
Cuatro malditos meses aquí encerrados, en mitad de la selva con gente
que está mentalmente inestable. Creen que su pastor es un enviado de un
dios que no existe, que ese mismo dios vendrá para purificar este mundo.
Fue complicado, querían matarnos, pero los convencimos de que queríamos
unirnos a esta maravillosa comunidad. Fingieron nuestras muertes, nos
sacaron un par de muelas y dientes para que pudieran identificar esos
cadáveres como nuestros, incluso tenían el cadáver de un bebé que hicieron
pasar como mi pequeña Alma, la que duerme ahora en mis brazos. He
estado protegiendo a Adriana y a mi sobrina todo este tiempo, hemos estado
fingiendo la misma demencia que todos tienen aquí. Tenemos que esperar
un poco más para poder escapar, esto es como una maldita fortaleza y no
sabemos dónde estamos, pero hay un grupo de personas que quieren huir,
parecen haber despertado de ese trance en el que estaban. Estamos
planeando una huida rápida, hay un mapa en la casa del pastor. Queremos
entrar y robarlo para poder escapar de aquí y de la selva, también
necesitamos suministros, los tenemos escondidos enterrados bajo la tienda
de campaña en la que dormimos Adriana, Alma y yo. Sólo los fieles de alto
rango pueden optar a una casa, los nuevos deben vivir en tiendas de
campañas repartidas por el terreno.

Carlos entra en nuestra tienda, él es uno de las personas que quieren huir.

-¿Qué ocurre?- le pregunta Adriana.

Carlos se sienta frente a nosotros.

-Va a haber una boda, es el momento de huir- responde- Todos estarán


distraídos con la ceremonia y la celebración, la guardia se reducirá a la
mitad.

Adriana y yo nos miramos, por fin vamos a poder escapar.


-Es hora de ir a casa, pequeña- le digo.

Sus ojos se llenan de lágrimas. Rodeo sus hombros con mi brazo y la


atraigo a mi costado, ella ha sufrido mucho, no ha dejado de pensar en sus
hijos y en Bastian. No sabemos cómo están Eric y Jeren, no deben estar
entendiendo nada. Sólo son dos niños pequeños.

Anya entra corriendo en la tienda, parece muy asustada.

-¿Qué pasa, pequeña?- le pregunto.

Comienza a llorar, está muy nerviosa. Hace cuatro meses una joven de
dieciséis años se acercó a Adriana y a mí para darnos la bienvenida, al
principio parecía una más entre este grupo de enfermos, pero nos dimos
cuenta de que ella no sucumbió a los engaños del pastor. Se presentó a
nosotros con su nombre real, no con el que la habían bautizado en esta
secta. Rosanara resultó ser Anya Kozlov, la hermana perdida de Iuriy, nos la
vamos a llevar cuando nos vayamos. Vladimir Kozlov dejó a su hermana
pequeña en este lugar, el pastor es su guardián, ella lleva siendo prisionera
muchos años, es hora de que vuelva junto a su hermano.

-Ellos- jadea- Quieren casarme.

-¿Qué?- pregunta Adriana- ¿Tú eres la novia de la boda?

Anya asiente, luego me mira.

-Y tú eres el novio, quieren casarme contigo.

Adriana toma a Alma de mis brazos. Acuno la cara de Anya entre mis
manos. Cuando la miro veo a Iuriy, mismo pelo rubio, ojos azules como el
mar Caribe, piel blanca. Es una niña encerrada entre enfermos.

-No voy a dejar que eso suceda- le digo- Tienes que estar tranquila, nos
iremos hoy mismo.

Pone sus manos sobre las mías.


-Por favor- suplica- Tienen una forma horrible de comprobar que el
matrimonio se ha consumado.

-¿Cuál?- pregunto.

-El pastor... Él se queda mirando la noche de bodas- llora.

-Ve a guardar tus cosas en tu mochila, sólo lo más esencial- miro a


Carlos- Avisa a los demás, nos vamos esta noche.

Carlos asiente y sale de la tienda, Anya se abraza a mi cintura.

-Cálmate, pequeña, nos iremos esta misma noche- intento tranquilizarla.

-Son unos monstruos- espeta Adriana- ¿Cómo pueden casar a una niña?

-No es la primera vez- responde Anya- El pastor está casado con su


propia hija, ella tenía catorce años cuando se casaron y él tenía cuarenta.
Ahora ella tiene veinticinco, pero está absorbida por su padre, no ve la
realidad. Ninguno de los seguidores del pastor lo hace.

-Tienes que ir a guardar tus cosas, Anya- le digo- Debemos irnos esta
noche.

-Necesitamos el mapa- dice Adriana- No lograremos salir de la selva sin


él.

-Joder- suspiro- No me acordaba del mapa.

-Puedo ir a por él, sé dónde está- dice Anya.

-No, pequeña, es peligroso.

-Por favor, Marcelo, tenemos que irnos de aquí- me suplica.

-¿Estás segura?

Ella asiente y se pone de pie.


-Volveré enseguida y te lo daré- me dice- He entrado otras veces en el
despacho del pastor, sé cómo entrar y salir sin que nadie me vea.

-Está bien, te estaremos esperando aquí.

Anya sale de la tienda. Adriana y yo comenzamos a guardar todo lo que


vamos a necesitar para el camino, no sabemos a cuánto estamos de la
ciudad más cercana, así que hemos estado robando alimentos, agua y
algunas armas que hemos logrado robar. Marcaremos en el mapa la
ubicación exacta de este lugar para volver con refuerzos y reducirlo a
ruinas.

De pronto, todo el suelo tiembla, se oye una fuerte explosión y


comienzan a oírse disparos.

-¿Qué está pasando?- me pregunta Adriana.

Alma se despierta y empieza a llorar.

-No lo sé, no salgas de aquí, voy a mirar.

-No, por favor, no nos dejes solas.

-Adri...

-Por favor.

-Joder, bien. Ven detrás de mí.

Agarro un par de pistolas, le entrego una a Adriana y salgo de la tienda,


ella viene detrás de mí, siguiendo mis pasos muy de cerca. Veo a Anya
corriendo con alguien siguiéndola, conozco a esa persona que la sigue.

-¡Socorro!- grita Anya.

Se pone detrás de mí.

-¿Marcelo? ¡Joder!- exclama Dani.


Adriana sale de detrás de mí.

-Adriana- jadea- Maldita sea, estáis vivos.

-No, somos fantasmas- me burlo.

Dani nos mira de arriba a abajo, sus ojos se detienen en Alma.

-Bastian y Camelia van a flipar- dice.

-¿Están aquí?- le pregunto.

Señala hacia donde se están produciendo las explosiones.

-Dani, tienes que avisarlos, hay gente inocente que quiere salir de aquí-
le dice Adriana.

Él señala con su cabeza hacia Anya.

-Ella es Anya, Anya Kozlov- le digo.

La boca de Dani se abre.

-Este lugar es una puta locura- murmura- ¿Esa arma está cargada?- me
pregunta.

-Sí- contesto.

-Bien, entonces vamos, tu mujer está como loca disparando y haciendo


volar por los aires a todo el mundo.

Mi ángel está aquí, ella ha venido a vengarme, estoy seguro. Pongo a


Anya y a Adriana detrás de mí.

-No os mováis- les digo- Os protegeré todo lo que pueda.

-Dispararé si es necesario- dice Adriana.


Por supuesto, tengo que disparar a varios de los guardias fieles al pastor.
Uno a uno van cayendo a nuestro paso, Anya se aferra a mi túnica blanca,
aquí todos los seguidores de ese bastardo enfermo llevan una. Es como un
símbolo de distinción.

-¡Bastian!- grita Dani.

La cabeza de mi amigo se gira para mirar en nuestra dirección, sus


brazos caen a sus costados.

-¡Bastian!- chilla Adriana.

Sale corriendo hacia él. Busco a mi mujer por todos lados, pero no la
veo. Es a Edoardo a quien veo golpeando con su puño a otro guardia.

-¿Marcelo?

Su voz me paraliza, cuatro meses sin verla, sin sentirla, sin ver esos
hermosos ojos. Me giro lentamente hasta que me encuentro con el rostro
que tan loco me vuelve.

-Meu rei- solloza haciendo un puchero con el labio inferior- No, tú no


estás aquí- dice.

-Ángel, estoy aquí.

Doy un paso hacia ella y ella da uno hacia atrás. Sus ojos recorren mi
cuerpo mientras niega con la cabeza.

-No- dice- Estás muerto.

-Ángel, mírame a los ojos.

Ella obedece, sus ojos se encuentran con los míos.

-Ven a mí, ángel, estoy aquí.


Le ofrezco mi mano con la palma hacia arriba, ella pone la suya sobre la
mía, está temblando.

-Estás aquí- llora- Estás vivo.

Me fundo en un fuerte abrazo con mi esposa, mis propias lágrimas caen


por mis mejillas. Por fin la tengo de nuevo en mis brazos, por fin la estoy
tocando.

-Identificaron tu cuerpo- solloza.

-No era yo, nos quitaron algunas piezas dentales a Adri y a mí, estamos
vivos.

-Alma- jadea.

-Es hermosa y se parece a Bastian y a ti.

Mi esposa llora más fuerte.

-Marcelo- me llama Anya.

Rompo el abrazo con mi mujer, me había olvidado de Anya por


completo.

-Ángel, ella es Anya, la hermana pequeña de Iuriy.

-Oh Dios.

-Sí, también fue una sorpresa para Adri y para mí.

-¡Iuriy!- chilla mi mujer.

Veo su pelo rubio brillar por detrás de un fuego.

-¡Iuriy!
Anya se gira abruptamente, sale corriendo hacia su hermano cuando lo
ve. Por fin ha acabado esta pesadilla. Ahora podré volver a casa y conocer a
mi hija.

-¿Cómo es ella, ángel?

-Igual a ti- sonríe- Es tan buena y tranquila, tiene el pelo oscuro y rizado
y su piel es cada vez más oscura, se parece tanto a ti.

-Lo hiciste, ángel, la trajiste al mundo.

-Hay mucho que debo contarte, casi morimos.

Después de hacernos con el lugar y los reencuentros, las autoridades


pertinentes se hicieron cargo de la gente de la secta. Excepto del pastor, ese
está subido en el maletero del coche que conduce Fabiano, se viene con
nosotros al almacén. Bastian nos ha contado cómo nos encontraron, fue idea
de mi mujer negociar con Emanuel, él les dio la ubicación de la secta. A
treinta kilómetros de Río, en la espesa selva se encontraba esa especie de
aldea. Le prometieron a Yamila, ella seguía con vida, claro que, todo era
una treta para obtener la ubicación, después de tenerla mataron a Yamila
frente a Emanuel. El muy imbécil confió en mi mujer, supongo que la
desesperación por conseguir a su madre pudo más que la lógica.

Todo está en silencio cuando entramos en casa, aunque dura poco porque
se oye un pequeño llanto proveniente de la planta de arriba.

Mi esposa me toma de la mano.

-Esa es tu hija, es tranquila, pero cuando llora es la más ruidosa- me


dice.

-Ya quiero conocerla.

Camelia mira a Adriana.

-Jeren y Eric se van a volver locos cuando os vean- le dice.


Bastian no deja de mirar a su hija, yo estaré igual en pocos segundos.

-¿Dónde están mis hijos?- le pregunta Adriana a Camelia.

-Arriba, mi madre, Mikel y Ulises los están cuidando.

Adriana se adelanta a nosotros, Bastian va detrás de ella.

Respiro hondo, estoy a punto de conocer al pequeño amor de mi vida.

-¿Listo?- me pregunta mi esposa.

-Sí, llévame con ella, con mi pequeño ángel.

Mi esposa me lleva de la mano por las escaleras, mi corazón retumba en


mis oídos. Siento todo mi cuerpo temblar, nunca había estado tan nervioso.
Camelia me ha contado por el camino todas las dificultades de salud que
pasó por culpa de mi desaparición. Casi mueren las dos. Ahora tendré el
resto de mi vida para compensarles el mal rato que les hice pasar, aunque no
sea el culpable, ellas merecen una compensación.

El llanto de los niños me sacude de mis pensamientos, también puedo oír


a Ulises llorar. Mi hermano corre hacia a mí cuando me ve. Lo he extrañado
tanto.

-Estoy aquí, peque- le digo.

Mi esposa me ha contado que él ha estado cuidando de ella y de nuestra


hija. Le estaré eternamente agradecido a mi hermano.

-Hay alguien que quiere conocerte- me dice él.

Todos se hacen a un lado para hacerme hueco. Un pequeño cuerpecito


destaca en mitad de la cama, su llanto taladra mi pecho, no me gusta que
llore. Me acerco con pasos lentos hacia ella, sus ojos son grandes y
redondos, claros como los de su madre, se posan sobre mí y el llanto cesa.
La tomo con cuidado, es demasiado pequeña, muy pequeña.
-Yara, mi pequeño ángel. Soy papá.

Pego el pequeño cuerpo de mi hija en mi pecho, mis nervios se calman


con su olor, huele a hogar.

Me giro para mirar a mi esposa.

-Es preciosa, ángel.

Ella llora abrazada a mi hermano.

-Gracias por cuidarla mientras yo no he estado- les digo- Papá está aquí
y nunca más volverá a irse.
VEINTIOCHO
Camelia
Está aquí, es un auténtico milagro. Lo creía muerto, pero mi esposo está
aquí conmigo y con nuestra hija. Está profundamente dormido con nuestra
pequeña dormida sobre su pecho, me hice a la idea de que jamás vería esta
escena. Ahora puedo verla siempre que quiera.

Me pregunto cuánto tiempo ha estado mi esposo sin dormir, anoche


comió muchísimo y, después de una ducha larga, se fue a dormir, se
despertó conmigo de madrugada cuando Yara comenzó a llorar porque tenía
hambre, luego le cambió el pañal y se acostó en la cama con ella en su
pecho, llevan desde entonces dormidos. Ni siquiera ella se ha despertado de
nuevo para comer y me da rabia tener que quitársela, pero debe comer ya.

Meto mis manos por debajo del cuerpo de mi hija, Marcelo se mueve
rápido y sujeta mis muñecas con fuerza, sus ojos se han abierto.

-Tengo que darle de comer- le digo.

-Lo siento, ángel.

-Estás a salvo, meu rei.

Suelta un suspiro mientras mira al techo.

-¿Cuánto tiempo hace que no duermes bien?- le pregunto.

-Cuatro meses, tenía que proteger a Adriana y a Alma, ellas me


necesitaban y luego apareció Anya, tampoco podía dejarla sola.

Me inclino hacia adelante y le doy un beso en la frente.

-Ya puedes descansar soldado- le digo.


-No te burles de mí o te lo haré pagar.

Levanto las cejas, Marcelo sonríe.

-¿Ya puedes follar?- me pregunta.

-Sí, ya ha pasado el período de cuarentena.

-Dale de comer a Yara y duérmela, te necesito, ángel. Llevo cuatro


meses sin correrme.

-Eso es mucho, pero me temo que vas a tener que usar un condón y no
tenemos.

Pongo a mi hija en mi pecho, sus ojos se posan sobre su padre mientras


se alimenta.

-¿Estás sin anticonceptivos?- me pregunta mi esposo.

-Sí, no planeaba tener sexo con nadie.

-Bien hecho, me tienes que ser fiel siempre, incluso si estoy muerto.

Niego con la cabeza sonriendo, en realidad no pensaba volver a tener


pareja, tampoco pensaba en el sexo. Realmente eso estaba muy alejado de
mis pensamientos. Mi único enfoque era mi hija, cuidarla y criarla, eso era
en lo único que pensaba.

Marcelo pasa su brazo por detrás de mi espalda baja, acaricia mi muslo


desnudo.

-¿No quieres otro bebé?- me pregunta.

-Sí, pero no ahora.

-¿Entonces no quieres que te deje mi semen dentro de ti?


Me muerdo el labio inferior. Marcelo intenta meter su mano por dentro
de mis bragas. Cambia de posición cuando ve que es imposible hacerlo en
la que está ahora. Se sienta en la cama, apoyándose sobre su mano, abre mis
piernas con la que tiene libre.

-Estoy alimentando a tu hija- me rio.

Hacía meses que no me reía.

-Papá también quiere ser alimentado, mamá. Necesito atención.

-No vas a dejarme embarazada.

-Ángel, quiero otro bebé.

Sus dedos frotan mi clítoris por encima de las bragas.

-Otro bebé- susurra en mi oído- Mucho semen dentro de tu coñito


estrecho.

Se me escapa una carcajada.

-Estás en celo- le digo.

-Tengo una esposa muy hermosa- me da un beso en el hombro- Tiene un


cuerpo perfecto para ser follado- besa mi cuello- Un vientre hecho para
estar embarazada.

-Basta- jadeo.

Marcelo se ríe.

-¿Te estoy convenciendo?- me pregunta.

-Sabes que sí.

Le da un beso en la frente a nuestra hija.


-Duerme otro rato, pequeño ángel, papá necesita a mamá para él.

La toma de mis brazos y la deja en su cuna, la quitó anoche de mi lado


para ponerla en el suyo. Luego se abalanza suavemente sobre mí, pone mis
manos por encima de mi cabeza.

-Hola, esposa.

-Hola, esposo- contesto sonriendo.

-Mi polla ha echado mucho de menos tu coño.

La cabeza de su polla entra lentamente en mi interior.

-Tan mojadita- murmura- Y tan caliente.

-Marcelo- gimo.

-Mi ángel hermoso.

Me penetra más rápido, sus gruñidos devuelven la vida a mi corazón. Me


deshago de su agarre en mis manos y lo abrazo. Quiero sentir toda su piel
contra la mía, sentir su suavidad, las crestas de sus cicatrices, quiero sentirlo
a él, a mi esposo.

-Te amo, Marcelo, no había vida sin ti.

-Yo también te amo, mi ángel. Pensé que ti cada día, te extrañaba tanto.

Las lágrimas caen por mis sienes, creí que nunca más estaríamos de esta
forma, de ninguna otra forma. Visité esa maldita tumba donde lo creía
muerto, llevé a mi hija allí.

Se me escapa un gemido, intento no gemir muy alto para no despertar a


mi hija. A mi esposo parece hacerle gracia.

-Vida de padres, ángel.


-Cállate y sigue follándome, estoy a punto de correrme.

-¿Mi esposa quiere correrse?

-Por favor, meu rei.

Mi súplica lo vuelve loco, me sujeta con fuerza por el pelo de la nuca


con una mano y con la otra me sujeta por la cadera, me embiste más duro.
Su cara está retorcida en el placer más profundo, adoro verlo así.

-Ángel, te voy a dejar mi semen dentro.

Asiento varias veces, que sea lo que tenga que ser. Ahora mismo sólo
pienso en nosotros y en nuestra liberación.

-Joder- gruñe.

La calidez de su semen invade mi interior, haciéndome explotar en mi


propio orgasmo. Mi esposo gime fuerte cuando mi vagina lo aprieta, le
encanta.

Se tumba detrás de mí, rodeando mi cintura con su brazo.

-Tenemos que irnos- le digo.

-Lo sé.

Mis padres quieren hacer una fiesta de bienvenida, creo que son los que
más felices están, tienen a toda su familia reunida. A sus cuatro nietos
juntos.

Llegamos a casa de mis padres media hora después, escucho los gritos
de felicidad de Jeren y Eric, anoche cuando vieron a Adriana no dejaban de
llorar, mis pobres niños han sufrido demasiado. Me quedo congelada
cuando veo a una mujer rubia que no conozco, lleva en sus brazos a
Viktoria y de su mano a Dominic, Iuriy aparece detrás de ella con el
pequeño Andriy en sus brazos. Los ojos de él se posan en mí y en mi hija
cuando nos ve, esboza una sonrisa.
-Hola- me saluda.

Miro a la mujer de arriba a abajo, ya sé quién es.

-Ella es Thea- la presenta Iuriy.

Extiendo mi mano hacia ella.

-Soy Camelia- le digo.

Agacha la cabeza avergonzada, miro rápidamente a Iuriy.

-No hagas eso- le dice- Camelia no tiene nada contra ti.

-¿Por qué iba a tener nada en su contra?- pregunto.

-Porque... conocí a Niccòlo- contesta ella en un hilo de voz.

-Cariño, eso es una desgracia, lo siento mucho por ti. Ninguna mujer
debería haberlo conocido.

Ella levanta la vista del suelo sonriendo.

-Pensé que Iuriy te iba a dejar libre- le digo.

Thea asiente.

-Lo hizo, pero quería quedarme con él y con los niños. Les tomé mucho
cariño.

-¿A los niños o a mi amigo ruso?- le pregunto.

Las mejillas de Thea toman un tono rojo intenso.

-¡Por fin he encontrado una novia a mi amigo!- chillo emocionada.

Iuriy y Marcelo niegan con la cabeza, mi esposo me quita a mi hija de


los brazos. Camina por delante de mí con Iuriy. Thea y yo los seguimos
hasta el jardín trasero. Todos han venido a celebrar con nosotros, Mario y su
familia, sus hermanos, suegra y el esposo de ella. Gabriel y su familia,
Dani, Sandra, los abuelos. Hay tantos niños que no me extraña que Jeren y
Eric estén tan felices, todos están corriendo y jugando. Puedo ver la
cabellera rubia de Anya, está con Sofía y Amara.

-Esto es lo que siempre quise- dice Thea.

-¿Una familia?

-Sí. Iuriy me lo está dando, estos niños necesitan una madre.

-No te conozco mucho, Thea, pero si Iuriy confía en ti es porque lo


mereces, creo que vas a ser una buena madre para los niños.

Ella sonríe con timidez. Escucho un grito proveniente de mi princesita.


Ella salta sobre mí, envolviendo sus piernas alrededor de mi cintura.

-¿Ya quieres follar conmigo?- le pregunto.

Sandra se ríe mientras pone los pies en el suelo. Me empuja suavemente


por el hombro.

-Tengo suficiente con mi Dani- responde.

Pongo los ojos en blanco.

-Podríamos hacer un cuarteto- le digo moviendo las cejas arriba y abajo.

Sandra levanta una ceja.

-Jamás compartirías a Marcelo- me dice.

-Tienes razón, no lo haré.

Thea y ella se ríen. Hago las presentaciones oportunas, aunque parece


que ya lo habían hecho antes. Observo a todos comer y ser felices. Un
enorme brazo se posa por encima de mis hombros, apoyo mi cabeza en el
costado de mi hermano.

-Los hemos recuperado, pequeña princesa.

-Sí, por fin están donde deben estar.

-Con nosotros.

-Nadie nos los volverán a quitar.

-No- gruñe.

-¿Eres feliz con tu princesa?

Mi hermano sonríe ampliamente.

-Marcelo y yo queremos ser padres de nuevo.

-No pienso asistir a tu parto esta vez.

Mi pecho vibra por la risa.

-Vamos, príncipe encantador, lo hiciste genial. Si tu sobrina está en este


mundo ahora es gracias a ti.

-Y a ti.

-Sí, pero no lo podría haber hecho sola.

Bastian me da un beso en la cabeza.

-¿Cómo vamos a hacerlo cuando sean mayores?- le pregunto.

-Jeren será el capo, si tienes un hijo será su segundo y Eric hará lo que su
hermano le ordene.

-¿Y las niñas? No pienses que voy a dejar que mi hija sea como yo.
-Pequeña princesa- suspira- Eres una mujer fuerte, inteligente y valiente,
tu hija tendría mucha suerte si se parece a ti.

-No me refiero a eso, me refiero a caprichosa.

Bastian se ríe.

-Eso lo vas a tener muy difícil, hermana. Tu querido esposo la va a


mimar y nuestros padres también.

Se me escapa un bufido. Mi hermano tiene razón. Las niñas van a salir


mimadas, por mucho que me oponga a ello. Sólo me queda resignarme y
soportar lo que venga. Lo único que sé es que siempre estaré ahí para todos
mis hijos y mis sobrinos. Ellos siempre podrán contar conmigo.

Mi hermano y yo nos acercamos a la multitud, todos se ríen por cosas sin


sentido, están felices. Me gusta verlos así, a todos ellos. Cada uno ha
sufrido su propia guerra, ahora estamos en paz. Espero que dure mucho
tiempo esa paz. No sabemos qué nos deparará el futuro, tenemos que
disfrutar el presente.

Alguien me sujeta por la cintura con sus manos y tira de mí hacia atrás.

-¡Cami!

-¡Dani suéltame!- chillo.

Me arroja sobre su hombro. Los niños chillan emocionados, excepto mi


monito que viene corriendo detrás de Dani para defenderme.

-¡Tita!- chilla enfadado- Suéltala, soy el capo.

Todos se ríen de las palabras de mi monito.

-¡Ayúdame capo!

Jeren golpea a Dani en el culo con su puño. Mi monito le grita enfadado.


-¡Jeren no pegues!- lo regaña Adriana.

Dani corre más rápido, deshaciéndose de mi sobrino.

-Suéltame, idiota.

-No puedo, te necesito para una cosa.

Dani me lleva detrás de un arbusto, me deja en el suelo.

-¿Qué pasa?- le pregunto.

-Quiero darle una sorpresa a Sandra.

-¿Qué sorpresa?

Dani suspira, se frota la nuca con su mano.

-Está embarazada y no lo sabe, cree que aún lo estamos intentando.

Frunzo el ceño, estoy muy confundida.

-Hace unas semanas le hicieron una analítica, era un simple seguimiento,


el médico llamó a su móvil para darle la noticia, pero tomé yo la llamada y
me lo comunicó a mí. Llevo días aguantando este secreto.

-Dani... ¿Cómo no lo sabe?

-No tiene síntomas, aún y ha estado tan centrada en el primer


cumpleaños de Patty que no se ha dado cuenta de que tiene una falta en su
periodo.

Me cubro la boca con la mano. Mis mejores amigos van a ser padres de
nuevo.

-No sé cómo decírselo, quiero que sea especial.

-Patty- le digo- Que ella se lo diga.


-¿Cómo? No sabe hablar muy bien.

-Sabe decir bebé, ¿no?- Dani asiente- Pues que le toque el vientre y diga
esa palabra, estoy segura de que Sandra te mirará a ti en busca de una
explicación. Si lo haces delante de todos será mucho más emocionante.

Dani sonríe, parece estar satisfecho con mi idea.

Volvemos a donde están todos. Dani me mira de reojo varias veces.

-¿Qué estáis planeando?

Me sobresalto con la voz de mi esposo.

-Nada- contesto.

-Ángel...

-Ahora lo sabrás.

Veo a Dani tomar a Patty en sus brazos, le susurra en el oído. Cruzo los
dedos detrás de mi espalda, deseando que todo salga bien. Después de unos
minutos deja a su hija en el suelo, patito camina tambaleándose hacia su
madre, que se ha sentado en uno de los sofás de exterior, Sandra la toma en
sus brazos. Patty pone la cabeza en el vientre de su madre, provocando mi
risa.

-Bebé- dice balbuceando.

Sandra frunce el ceño y, como había previsto, mira a Dani. El pecho de


Sandra sube y baja, está pensando, puedo verlo. Sus ojos se abren de
repente.

-Oh Dios- jadea- ¡Daniel!

Comienzo a reírme por los nervios.

-¿Qué está pasando?- me pregunta Marcelo.


Señalo hacia Dani y Sandra.

-Tú sólo observa- le digo.

-¿Desde cuándo lo sabes?- le pregunta Sandra.

-¡Vamos a ser padres, chiquita!

Sandra pone los brazos en jarras sobre sus caderas.

-Responde a mi pregunta- exige.

-Varios días.

-¡Varios días!

La discusión entre ellos comienza a tornarse graciosa, hasta que Mario se


levanta de su asiento. Dani se pone en modo defensa, Mario lo sujeta por
los hombros.

-Has vuelto a dejar embarazada a mi niña- le dice.

-Que te jodan, es mi mujer.

Mario gruñe, luego abraza a Dani.

-¡Esto sí que no!- chilla Dani- Aléjate de mí, imbécil.

Mario se ríe a carcajadas, su enorme cuerpo tiembla por la risa.

-Todos estos niños y los futuros serán los reyes de Latinoamérica algún
día- dice Mario- Tenemos que enseñarles a gobernar, a mantener la paz y la
unión de la Santa Corona. Samuel en Colombia, Leo y Liam en México y
Jeren en Brasil, ellos serán los nuevos capos. Nuestros sustitutos, los
herederos. No estarán solos, tendrán a sus hermanos y hermanas para
ayudarlos a gobernar. Tendrán ayuda desde Estados Unidos gracias a Mason
Carter y sus hijos. Ellos pertenecerán a la Santa Corona cuando sean
mayores. Nuestros hijos son el futuro del narcotráfico en Latinoamérica.
EPÍLOGO
Marcelo
Doy un golpe en la mesa con mi puño. Yara y Denisse se sobresaltan,
mis hijas balbucean una disculpa a su madre y a mí. Casi no puedo
distinguirlas, parecen gemelas con diez meses de diferencia. Nos enteramos
del segundo embarazo de mi esposa cuando Yara tenía dos meses recién
cumplidos. Mis hijas están muy unidas, todo lo hacen juntas. Incluidos los
desmadres, son una copia de su madre. Mis dolores de cabeza se han
multiplicado con los años. Ahora que tienen dieciocho y diecisiete años han
comenzado a tener más vida social, tanta que ya están comenzando a darme
problemas. Anoche fueron al club que su primo Jeren inauguró, esta
mañana todos estaban en la portada del periódico. Los Da Silva y los
Ferreira en primer plano, por un escándalo en el nuevo club. Mis hijas, por
supuesto, estaban implicadas. Sobre todo Yara, que es siempre el cerebro
pensante de las travesuras, Alma y Denisse se dejan llevar por ella. Ni
siquiera puedo pensar en cómo estará Bastian en este momento.

-Vuestro primo necesitaba apoyo- gruño.

-Papi- gimotea Yara.

-Nada de papi- la regaña mi esposa- Esta vez os habéis pasado.

Yara hace un puchero con la boca a su madre, mi esposa me mira, pero


niego con la cabeza. No seré indulgente con ellas.

-¡Un coche!- les grito.

Mis hijas se abrazan entre ellas.

-Papi, no fue queriendo- dice Denisse.

-¿No fue queriendo?- le pregunto- ¿Cómo se supone que un coche puede


explotar sin querer?
Mis hijas se miran a los ojos.

-Eric...- balbucea Denisse- Él dijo que...

-¡No me importa!- grito interrumpiéndola- Vuestro deber era informar a


Jeren, es vuestro capo.

-Lo sentimos, papi- dice Yara- No volverá a ocurrir.

-Cada una a su habitación, iré a inspeccionarlas en unos minutos y más


os vale que no encuentre nada sospechoso o bombas caseras.

Ambas salen corriendo por las escaleras. Froto mi cara con mis manos
mientras suspiro. Voy a terminar volviéndome loco.

-Papi- me llama Kaynan, mi hijo de seis años- ¿Se han portado mal Yara
y Denisse?

Lo tomo en mis brazos y lo siento en mi muslo, le doy un beso en la


cabeza. Kaynan es todo lo contrario a sus hermanas, es tranquilo, obediente
y muy amoroso con todos.

-Sí, mi niño, tus hermanas se han portado mal.

-Yo no lo voy a hacer, te lo prometo.

Mi ángel sonríe mirando a nuestro hijo.

-¿Cuánto más vas a tardar en subir a revisar sus habitaciones?- me


pregunta.

-Dales algo más de tiempo para que escondan los materiales de las
bombas que han fabricado- le digo.

Mi esposa se ríe.

-¿Por qué haces esto? Sabes dónde esconden esos materiales.


Oculto mi sonrisa detrás de la cabeza de mi hijo. Por supuesto que sé
dónde esconden las bombas y los materiales de fabricación, pero deben
aprender. Llevo años entrenándolas para que sepan defenderse y atacar,
jamás permitiré que les pase nada malo y la mejor forma es enseñándolas.

Camelia
Subo las escaleras sonriendo, esas dos se parecen demasiado a mí.
Marcelo viene detrás de mí murmurando. Por más que finja, sé que le
encanta esto. Es lo que siempre quiso, una familia a la que cuidar, amar y
proteger. Nos demuestra su amor cada día, nos adora, somos las mujeres de
su vida.

-Mami, yo soy bueno, ¿verdad?- me pregunta Kaynan.

-Eres el niño más bueno del mundo, bebé.

Kaynan sonríe. Se parece tanto a Mikel y a Marcelo, excepto el color de


sus ojos, mis tres hijos comparten color de ojos conmigo y con mi hermano.
Por lo demás, son totalmente Ferreira.

Abro la puerta de la habitación de Denisse, mi hija lleva el nombre de su


difunta abuela, su segundo nombre es el de mi madre, fue idea de Marcelo
llamarla así.

-Mami, no tengo nada- me dice ella.

Niego con la cabeza, las dos sabemos que eso es mentira. Seguramente
hasta esté escondiendo las cosas de su hermana.

Denisse pone las manos detrás de su espalda, se balancea sobre sus pies
hacia adelante y hacia atrás. Me mira con ojos de cachorro.

Kaynan se abraza a la cintura de su hermana, va a ser tan alto como su


padre.

-Aquí no hay nada- dice mi esposo.


Denisse sonríe triunfante, si supiera que tanto su padre como yo sabemos
dónde esconden los materiales no sonreiría tanto.

-Vamos, ángel, nos queda la habitación de la cabecilla.

Tomo la mano que mi esposo me ofrece, Kaynan y Denisse vienen detrás


de nosotros. Marcelo abre la puerta de la habitación de Yara, ella se
sobresalta.

-¿Algo que quieras decir antes de que comience a buscar?- le pregunta


Marcelo.

-No, papi, no vas a encontrar nada.

Marcelo la mira con la ceja levantada. Denisse y Kaynan se acercan a


Yara, los tres se abrazan como si estuvieran esperando la muerte. Escucho a
mi esposo carraspear detrás de mí, se pone a mi lado y pasa su brazo por
encima de mis hombros.

-No hay nada- dice.

Me da un beso en la cabeza mientras mira a nuestros tres hijos.

-Los hicimos bien- susurra en mi oído- Son hermosos e inteligentes.

Asiento con la cabeza. Los tres son niños maravillosos que nos han dado
la mayor felicidad de nuestra vida. Los amamos y adoramos por igual.

-Venid aquí- les digo.

Los tres se acercan sonriendo, mi esposo y yo los abrazamos. Quiero


quedarme siempre así, con ellos. Mi familia y mi mundo.

Adriana
Bastian pasea de un lado a otro por delante del sofá, Alma y Eric lo
miran asustado. Jeren está muy enfadado con sus hermanos.

Mi monito se ha convertido en todo un hombre. Se parece mucho a


Ulises físicamente, pero su personalidad es una copia de la de Bastian, están
tan unidos que casi es imposible distinguirlos, hacen los mismos gestos,
utilizan las mismas palabras.

-¡Me jodisteis la inauguración!- les grita a sus hermanos- Llevo meses


trabajando en esto, joder.

Froto el brazo de mi hijo suavemente.

-Cálmate, monito.

-Mamá, no, esta vez se han pasado.

Bastian se detiene frente a Eric, se agacha en cuclillas haciendo temblar


a nuestro hijo.

-Tienes veinte putos años- le dice con tranquilidad- No eres un niño,


Eric, eres el segundo de tu hermano. ¡Comportate como tal!

Alma se estremece, Bastian gira la cabeza hacia ella, la señala con su


dedo índice.

-Y tú, tienes dieciocho años, ya eres una mujer adulta.

-Pero Yara...

-Silencio- la interrumpo- Tu padre te está hablando.

Alma agacha la cabeza.

-Ya sabemos que Yara es la que fabrica las bombas y también sabemos
quién es el que le ordenó que hiciera explotar ese coche.

Los ojos de Bastian se desvían a Eric.


-¿Por qué?- le pregunta.

Eric se encoge de hombros, luego mira a Jeren. Bastian también lo mira


por encima de su hombro.

-Jeren, ¿de quién era ese coche?- le pregunta.

-De nadie importante, papá.

Bastian se pone de pie, se gira lentamente para encarar a nuestro hijo


mayor.

-¿De quién era el coche?- vuelve a preguntar.

-Jeren, contesta a tu padre- le digo.

Mi hijo aprieta la mandíbula.

-De Roberto Conçensao.

Bastian me mira con el ceño fruncido, no sabemos quién es.

-¿Algún problema con ese hombre?- le pregunta a Jeren.

Mi hijo niega con la cabeza. Luego sale rápido del salón, lo escucho
subir las escaleras.

Me acerco a Eric, extiendo mi mano hacia él.

-Las llaves de tu coche- le digo.

-¡Mamá!- protesta.

-Las llaves, Eric. Lo que hiciste anoche no tiene perdón.

Mi hijo me entrega las llaves del coche, las guardo en el bolsillo de mi


pantalón vaquero. Miro a mi hija.
-Dos semanas sin salir de casa- le digo.

-Está bien, mamá.

-Ahora a vuestras habitaciones- les ordena Bastian.

-Voy a ir a ver a Jeren- le digo a mi esposo.

-No, yo iré, hay algo que no nos está contando.

Asiento con la cabeza. Algo le está pasando a Jeren y no se atreve a


contárnoslo. Siempre hemos sido abiertos con nuestros hijos, le hemos dado
la suficiente confianza para que nos lo cuenten todo. Incluso lo hemos
hecho con nuestros sobrinos. Espero que Bastian sea capaz de averiguar qué
le pasa a nuestro hijo.

Bastian
Llamo a la puerta de la habitación de Jeren. No puedo creer que ya sea
un hombre de veinticinco años, lo he visto crecer y madurar, pero me cuesta
pensar que ya no es aquel niño de tres años que conocí.

Asomo la cabeza por la puerta, mi hijo está de pie mirando por la


ventana con las manos guardadas en los bolsillos de su pantalón. Entro y
cierro tras de mí.

-Ahora no, papá, no tengo ánimos.

-¿Qué es lo que está pasando? Tu madre y yo estamos preocupados.

Mi hijo suspira, me acerco a él y lo tomo con mis dedos por la barbilla


para levantar su cabeza. Sus ojos me dicen que hay algo atormentándolo.

-Habla conmigo, hijo, soy tu padre.


-¿Lo seguirás siendo siempre?

-Por supuesto que sí, eres el hijo que elegí tener, puede que no
compartamos sangre, pero eso nunca te hará menos hijo mío.

Los ojos de Jeren se llenan de lágrimas.

-¿Ese tal Roberto es alguien especial para ti?- le pregunto.

-Lo sabes.

-Te he criado, Jeren. ¿Crees que no he visto cómo miras a Aslan Reyes y
a Lucy Hernández?

-Eso es algo imposible, papá. Y sí, Roberto es mi ex, bueno, no tan ex,
sólo hemos quedado un par de veces. ¿De verdad no te importa que sea
bisexual?

-No me importa que seas bisexual, Jeren. Sólo quiero que seas feliz.

-Un capo bisexual- se ríe con burla.

-¿Y eso qué importa? No vas a ser un capo menos importante por tu
orientación sexual.

Mi hijo se encoge de hombros.

-Samuel y Leo no lo son, tendrán una esposa algún día y ellas les darán
herederos. Yo nunca podré ser feliz del todo porque me gustan ambos
sexos. Si estoy con una mujer no seré completamente feliz y si estoy con un
hombre no tendré herederos y tampoco seré feliz del todo.

Me cruzo de brazos.

-Jeren Da Silva, mírame a los ojos- mi tono es firme- Tus tíos Mikel y
Ulises han adoptado a dos niños, ¿los consideras indignos del apellido Da
Silva?
-No.

-¿Entonces por qué piensas que un heredero adoptado es menos que uno
de sangre?

Jeren se frota la cara con las manos.

-No lo sé, papá.

-Pues quítate esa tontería de la cabeza. Tus hijos sean adoptados o


biológicos serán Da Silva, y tu primogénito será tu heredero.

-Gracias, papá.

Abro mis brazos para acoger a mi hijo entre ellos. No me importa si es


gay, tampoco me importa que nunca tenga hijos biológicos, lo único que
quiero es su felicidad.

-En cuanto a lo de Aslan, no todo es tan imposible, hijo. Dale tiempo,


aún es joven, sólo tiene diecinueve años. Y si amas a Lucy ve a por ella.

-No es la edad, papá, es que no quiere dejar a su familia. Y en cuanto a


Lucy, no puedo tenerlos a los dos, se odian.

-Si lo que sentís el uno por el otro es amor verdadero terminará en tus
brazos, hijo. Y recuerda que del amor al odio hay un solo paso, mira a Sofía
y Mario.

-Ojalá tengas razón, papá. Estoy cansado de estar con hombres que no
son él y extraño tanto a mi luciérnaga.

Tadeo
Mi hijo lleva unos meses muy pensativo. Algo está rondando su cabeza y
no lo deja estar tranquilo, quiero saber qué es. Su hermana ha intentado
hablar con él, pero no le cuenta nada relevante. Janira es la luz de mis ojos,
me volví loco cuando supe que el bebé que mi mujer estaba esperando era
una niña, nunca quise una y ahora no la cambio por nada. Ella es mi paz,
adoro cuando viene a mí sólo para abrazarme y estar conmigo, es el mejor
momento del día. A mi hija le gustan las mismas cosas que a mí, no sabe lo
que le tengo preparado para cuando cumpla dieciocho años, a costa de los
deseos de su madre, le he comprado un coche antiguo, le va a encantar.

-Hola, papi- me saluda cuando entra en casa.

-Hola, mi amor. ¿Qué tal el instituto?

Se encoge de hombros. Es como yo en eso, odia los estudios, si por ella


fuese ya se habría convertido en mecánica de un taller de coches. Hace unos
meses Gala la castigó porque se escapó una noche para ir a ver las carreras
ilegales. Me hubiera gustado felicitar a mi hija, pero le tengo demasiado
aprecio a mi polla y estoy seguro de que mi mujer me la habría cortado.

Janira se abraza a mi cintura.

-Te he echado mucho de menos- me dice.

-Has estado fuera un par de horas.

Ella se ríe.

-¿Dónde está Aslan?- me pregunta.

-También me gustaría saberlo.

Gala
Niego con la cabeza. Mi hijo discute muy fuerte con Lucy, he intentado
separarlos, pero es imposible. Son como dos leones enfrentados por un
trozo de carne.
-¡Eres un cobarde!- le grita Lucy.

-¡Cállate!

Lucy se cruza de brazos. Cuando seguí a mi hijo hasta la casa principal


de la hacienda, pensé que venía a ver a su tía Sandra, pero sólo venía a
enzarzarse en una discusión con Lucy. No me estoy enterando muy bien de
lo que hablan, tan sólo sé que Lucy cree que Aslan es un cobarde por no
contar algo.

Sara suspira a mi lado.

-Si Gabriel viene y los ve así...

Asiento con la cabeza. Gabriel se ha vuelto un gruñón con el paso de los


años y no le gusta que los niños discutan. Sobre todo cuando pueden
molestar a los abuelos, que ya están muy mayores, Nanny y el abuelo tienen
noventa años, es increíble que sigan con vida y con mucha salud.

-Yo lo diré cuando lo crea oportuno- le dice Aslan a Lucy.

-¡Está sufriendo por ti!

-¡Lucy!

La voz de Gabriel la congela, mi hijo y ella agachan la cabeza. Mario y


Gabriel caminan hacia ellos, mi primo ama a Aslan, pero no va a tolerar que
moleste a los abuelos.

-¿Qué está pasando?- le pregunta Mario a Aslan.

-Nada- contesta mi hijo.

-Vamos díselo- insiste Lucy.

-Cállate, joder.

-Aslan- advierto.
-Hay una persona sufriendo por ti, Aslan- le dice Lucy.

Mi hijo niega con la cabeza.

-Lo que te jode es que Jeren me prefiera a mí y no a ti- contesta mi hijo.

Los ojos de Lucy se llenan de lágrimas, parece que las palabras de mi


hijo le han hecho daño.

-¿De qué estás hablando, Aslan?- le pregunta Mario.

-¿Qué tienes con Jeren Da Silva?- le pregunto.

-No hay nada, mamá.

Tadeo y Janira entran por la puerta principal.

-¿Tienes una relación con Jeren?- le pregunta a nuestro hijo.

-No, papá.

Lucy se limpia las lágrimas.

-Pero quiere- dice ella- Es un cobarde y Jeren está sufriendo y no te


prefiere a ti, Aslan, a mí también me quiere. Lo que ocurre es que no puede
tenernos a los dos a la vez, ojalá pudiera hacer algo para que dejara de
sufrir, incluso si eso supone tener una relación contigo.

Los ojos de mi hijo se abren de par en par.

-¿Quieres tener una relación conmigo?- le pregunta.

Lucy se encoge de hombros. Sara sale corriendo para ponerse delante de


Aslan cuando ve a Gabriel levantar un brazo.

Mario
Sujeto el brazo de Gabriel con fuerza.
-Ni se te ocurra- le advierto- Es mi sobrino.

-Y Lucy mi hija.

-Y soy adulta, papá- protesta ella- No puedes inmiscuirte en mi vida, ya


tengo veintiún años.

Gabriel la mira con tristeza, sé lo que siente al ver a la mujer y no a su


pequeña princesa. Luna se ha convertido en mujer ante mis ojos y lo odio.

Suelto el brazo de Gabriel.

-Tienes razón, luciérnaga- le dice a su hija.

-Aslan, tenemos que solucionar esto- le dice Lucy a mi sobrino.

-Joder- murmura mi hermano- Esto es una locura.

Los dejo en la casa arreglando sus problemas, tengo los míos propios
que atender. Mi hija y Adrián se escaparon hace una semana, no sabemos
dónde están o si están bien, sé que él la está protegiendo. Siempre lo ha
hecho, James me lo advirtió, me avisó en repetidas ocasiones que esto
acabaría así si no hacíamos algo. Pero pensé que sólo era un amor pasajero,
me equivoqué, lo que hay entre mi hija y Adrián es amor de verdad. Ahora
han huido y no sé dónde buscarlos.

Mi corazón comienza a latir con fuerza cuando entro en la casa y veo a


mi Luna sentada en el sofá, sus ojos están rojos y llenos de lágrimas.

-Papi- llora.

Se levanta de un salto y corre hacia a mí, se abraza con fuerza a mi


cintura. Mi esposa y mi suegra están llorando.

-¿Dónde está Adrián?- pregunto.

-Me dejó aquí y se fue- solloza mi hija- No estaba bien, él lo engañó.


-¿Quién?- pregunto.

-Su padre biológico, se puso en contacto con Adrián y le ha estado


comiendo la cabeza- contesta James- Lo quiero matar, Mario.

-Te lo entregaré- gruño- Luna, mamita, tienes que calmarte.

Mi hija niega con la cabeza.

-No lo entiendes, papá, Adrián ha estado teniendo muchas pesadillas y


ahora está con el origen. Lo perderé para siempre.

Acuno la cara de mi hija entre mis manos.

-Luna, soy tu padre, sigo siendo El Rey, los voy a encontrar y te


devolveré a Adrián sano y salvo. Pero no podéis volver a huir. ¿Por qué lo
hicisteis?

Mi hija baja la vista al suelo, agarra el dobladillo de su camisa con sus


dedos temblorosos.

-Yo...

-No digas más- la interrumpo- Te devolveré al padre de tu bebé, mi


amor.

Sofía
Está embarazada, mi pequeña Luna está embarazada de mi hermano. Lo
supe desde siempre, sabía que ellos dos acabarían estando juntos, creo que
se enamoraron desde el primer momento en que se vieron. Nunca pudimos
separarlos y eso jamás sucederá, Adrián volverá al lado de mi hija, estoy
segura. Él la ama de verdad y ahora que ella está esperando un hijo suyo, no
dudo de que él entre en razón y vuelva.

Tomo la mano de mi madre, está tan afectada por todo esto, nos
preocupa que ese bastardo pueda dañar más a Adrián. No tuvo suficiente
con lo que le hizo cuando era un bebé que ahora quiere seguir dañándolo.

-Mario lo encontrará, má.

-Lo sé, pero tengo miedo de que mi niño sufra por culpa de ese enfermo.
Nunca debió salir de la cárcel.

James le da un beso en la cabeza.

-Nuestro hijo estará de vuelta con nosotros, bebé- le dice a mi madre.

Me levanto del sofá, sigo a mi hija por las escaleras, si Samuel estuviera
aquí ya habría matado a ese bastardo y yo me habría alegrado. Mi hijo es
mucho peor que su padre, sé que puede parecer un psicópata a simple vista,
pero no lo es, él puede amar y ama muchísimo a su familia. Sus hermanos
son su punto débil, Luna es a quien más protege, ya que, a Elías, lo está
enseñando a ser como él. Cruel y sanguinario con sus enemigos.

Entro en la habitación de mi hija, ella se tumba de lado en la cama,


abraza su vientre.

-Mamita- la llamo- Va a volver, Adrián te ama y ama a vuestro bebé.

-No lo sabe, mamá.

-¿Qué?

-No me dio tiempo a decírselo, huimos porque pensamos que nadie


entendería nuestra relación y estábamos cansados de escondernos, iba a
decírselo, pero no pude.

Me tumbo detrás de mi hija, su llanto me está matando. La puerta se


abre, Sandra entra y se tumba delante de ella.

-Tita- solloza.

-Está bien, mamita, tienes que calmarte. Tu tío Dani y tu padre lo están
buscando, Tadeo ahora no puede, está ocupado con Aslan, pero cuando
acabe lo que tiene que hacer se unirá a ellos.

-No quiero que le pase nada, no lo soportaré.

-Lo harás- digo con firmeza- Provienes de mujeres fuertes y valientes,


Luna, puedes con esto y con más.

-Escucha a tu madre, mamita. Ahora tienes una parte de Adrián en ti,


tienes que cuidarla hasta que él vuelva.

Sandra
Le doy un beso en la frente a mi sobrina. Se ha quedado dormida
después de un rato llorando. James ha tenido que pincharle un
tranquilizante suave, pero le va a venir bien descansar.

Abro la puerta de casa, ahora todo está tranquilo, no era así hace unas
horas. Todos estaban discutiendo con todos, Leo quería asesinar a Aslan y a
Jeren, puede intentarlo. Amo a Leo, pero nunca podrá contra Jeren, ese
muchacho es imparable, tiene una inteligencia que rebasa los límites y sabe
pelear. Bastian y Marcelo lo han enseñado bien.

Una cabellera rubia se acerca a mí, ella chilla y salta feliz.

-¡Mami!

Abrazo a mi hija con fuerza, ojalá todos fueran tan tranquilos como mi
pequeña Emma, ella es mi segunda hija, el fruto del amor entre Dani y yo.
Consiguió a sus dos niñas, quiso una tercera, pero falló y vino un pequeño
rebelde, Tyler, que debe estar por ahí trasteando con sus primos.

-¿Dónde han ido todos?- le pregunto a Emma.

-Papá y el tío Mario se han marchado en el coche, iban discutiendo- dice


esto último poniendo los ojos en blanco.
Entrelazo mis dedos con los de mi hija mientras caminamos hacia la
cocina, donde están Lucy y Melissa preparando la cena.

-¿Cómo estás, luciérnaga?- le pregunto a Lucy.

-Mal, papá no se ha tomado muy bien lo que he dicho.

-Tu padre sigue anclado en los años dos mil- murmura Melissa.

-Pues que se actualice- protesta Lucy- Las relaciones han evolucionado,


existen todo tipo de parejas y si quiero estar con Aslan y con Jeren a la vez
es mi problema.

Estoy de acuerdo con ella. No somos nadie para juzgar con quiénes están
nuestros hijos. Incluso si es con una mujer, cuando Dani descubra que Patty
tiene novia va a volverse loco, su plan era que nuestras hijas no tuvieran
amor o deseos por nadie, las quería para él solo. Ahora tendrá que compartir
a Patty y no le va a agradar nada.

Daniel
-Se va a enfadar- le digo a Mario.

-Claro que no, Sandra adora a Patty.

-Y la quería para ella.

Mario niega con la cabeza.

-Eres tú quien la quería para ti solo- me dice.

Me encojo de hombros. Aunque tiene razón, no me gusta compartir lo


que es mío y Patty es mi hija. Se cree que soy estúpido y que no sé qué ha
conocido a una chica de la que se ha enamorado. Joder, soy su padre, claro
que lo sé. Pensé que este momento me afectaría más, pero no es así, en
parte me alegro de que Patty realmente sea lesbiana y no hetero, no la
quiero cerca de ningún hombre, son dañinos.
-¿Y qué vas a hacer cuando Emma conozca a un hombre?

Frunzo el ceño.

-Has hablado en voz alta- me dice Mario.

-Mi Emma no va a conocer a ningún hombre- gruño.

Mario se ríe.

-Llegará el momento, hermano- me dice.

-Sabes que no estás solo con lo de Luna, ¿verdad?

-Lo sé, os tengo a todos para apoyarnos con el bebé.

Froto mi nuca con mi mano, joder, mi Luna está embarazada, me va a


hacer tío abuelo. No estoy preparado para eso. Ni siquiera sé cómo James y
Mariela están preparados para ser abuelos. No, definitivamente eso no es
para mí. Tengo que hacer algo para que mis hijos no tengan bebés. James y
Mariela serán unos abuelos increíbles.

James
Por más que busco una explicación no la encuentro. Creí que estaba
haciendo las cosas bien con Adrián, las horas y horas de terapia no parecen
haber servido para nada. Ha seguido teniendo las mismas pesadillas durante
años, ese bastardo lo traumatizó demasiado. Luna parecía calmar sus
traumas, sus demonios, ahora dudo de que alguna vez lo consiguiera. Tantos
años y mi hijo ha estado sufriendo en silencio.

-Debería haberlo sabido- sollozo.

-Adrián nos hizo creer que estaba bien- dice mi esposa.

-Somos sus padres, debimos habernos dado cuenta.


El móvil de mi esposa comienza a vibrar, sus manos tiemblan.

-Es Adrián- jadea.

Desliza el dedo en la pantalla para atender la llamada, pulsa el botón del


altavoz.

-Mamá.

-¿Dónde estás, hijo?- llora mi mujer.

-No te preocupes por eso, volveré pronto a casa.

Respiro aliviado. Mi hijo va a volver.

-¿Por qué has dejado abandonada a Luna?- le pregunta Mariela.

-Tenía que hacerlo, no podía permitir que ese cabrón le pusiera un dedo
encima, mamá.

-Adrián, ¿qué vas a hacer?- le pregunto.

-Matarlo, papá, voy a matar al monstruo de mis pesadillas. Tadeo y


Mario me han enseñado a hacerlo.

-Joder, hijo. Ten cuidado

Mariela
Va a matar a su padre biológico, mi hijo se va a convertir en un asesino y
no siento ningún tipo de malestar por ello. Quiero que mi hijo esté feliz y
tranquilo y sé que no lo estará hasta que no haya acabado con esto.

-¿Samuel está contigo?- le pregunta James.

-Sí, estamos juntos, abuelo- contesta mi nieto.


Samuel y Elías siempre han tratado a mi esposo como su abuelo, al igual
que Aslan, Janira, Patty, Emma y Tyler. James los ama a todos, siempre está
pendiente de ellos.

-Tened cuidado, por favor- les digo- No sabéis de lo que es capaz ese
hombre.

-Tranquila abuela, él tampoco sabe de lo que soy capaz- responde mi


nieto.

-Mamá, dile a Luna que la amo y que pronto estaré en casa con ella.

-Lo haré, hijo.

James y yo decidimos no decirle nada del embarazo de Luna, es mejor


que esté concentrado en su misión, si se distrae de lo que está a punto de
hacer podría resultar gravemente herido.

La noche está fresca cuando salgo a pasear por los terrenos de la


hacienda, no he podido conciliar el sueño. Sólo puedo pensar en Adrián y
mis nietos, Pablo está tan absorto de todo esto en la universidad y mi
Valeria vive su propia vida en Colombia con su esposo, se mudó con su
abuela a los dieciocho años, quería volver a Colombia y no se lo impedí.

Me encuentro con Gabriel y Sara discutiendo acaloradamente.

-¿Seguís así?- les pregunto.

Sara bufa.

-Es un anticuado- protesta señalando a su esposo.

Froto el brazo de Gabriel.

-¿Quieres a Lucy feliz o triste?- le pregunto.

-Feliz- contesta.
-Entonces debes dejarla vivir su vida como ella prefiera.

Gabriel
Mariela me sonríe, ella tiene razón. Pero me cuesta asimilar que mi hija
pueda estar con dos hombres. No. En realidad el hombre del que está
enamorada quiere estar con dos personas a la vez. No quiero que mi hija sea
la segunda opción de nadie, es sólo eso, Lucy merece el primer puesto,
aunque eso suponga compartirlo con Aslan.

Camino hacia el interior de la casa, dejando a mi esposa y a Mariela en


el jardín trasero de la casa. Subo las escaleras y llamo suavemente a la
puerta de la habitación de mi hija.

-Pasa.

Abro la puerta y entro, Liam se pone de pie en cuanto me ve.

-Os dejo a solas- dice mi hijo.

Espero a que la puerta se cierre para acercarme a la cama de mi hija y


sentarme en el borde, ella no se acerca a mí.

-Luciérnaga- la llamo- ¿Estás segura de que lo que deseas es compartir al


hombre que amas?

-Quiero que Jeren sea feliz, papá y sólo lo será si nos tiene a Aslan y a
mí.

-¿Y tú serás feliz? Eso es lo que me preocupa.

-Lo seré, papá, quiero estar con Jeren y puedo estar a solas con él, pero
ninguno de los dos seremos felices así.

-Entiendo.
Cierro los ojos y respiro hondo, luego los abro y miro a mi hija, ya es
toda una mujer.

-Sé que no la necesitas, pero tienes mi bendición, Lucy.

Ella sonríe ampliamente. Sara se va a poner muy feliz cuando sepa de


mis avances.

Sara
Estoy preocupada por mi hija. Leo y Liam son muy diferentes a ella,
Lucy es tan abierta e independiente. Y tan testaruda como su padre. No sé
qué pueda depararle tener una relación con Aslan y Jeren, pero espero que
sea feliz y encuentre en ellos su propio camino.

Me siento en uno de los sofás de exterior. El cielo está hoy despejado y


pueden verse las estrellas, una brilla con mucha intensidad.

-Hola patito, ayúdanos desde ahí arriba, por favor. Sólo quiero que todos
sean felices.

-Intentaré hacer feliz a Lucy.

Giro la cabeza con brusquedad hacia la voz que me habla, Aslan me mira
un poco tímido. Palmeo el asiento de mi lado, él se acerca y se sienta. Paso
mi brazo por encima de sus hombros, tiene que agacharse un poco para que
pueda hacerlo, es casi tan grande como su padre, aunque debo admitir que
Jeren es incluso más alto que él y es tan ancho como Bastian.

-¿Cuidarás de ti y de mi hija?- le pregunto a Aslan.

-Sí.

-Gracias, cariño. Es todo lo que quería escuchar.

-¿Cómo lo vamos a hacer?


-Con paciencia y amor, las piezas encajarán por sí solas.

-Lucy y yo somos muy diferentes, ni siquiera me gustan las mujeres.

-Cariño, no tienes que amarla románticamente, ámala sin etiquetas.

Aslan sonríe.

-Quizás la ame un poco, pero no se lo digas, su ego ya es bastante


grande- me dice.

Mi pecho vibra por la risa, en eso tiene razón, a mi Lucy no le hace falta
que nadie le diga que es hermosa o inteligente, ya lo hace ella sola.

-Te prometo que voy a tratar de cuidarla y tolerarla cada día, tía Sara.

-Sé que lo harás porque tienes el mismo corazón que tu padre.

Le doy un beso en la mejilla. Las cosas están a punto de estallar por


todos lados, los años de tranquilidad para la Santa Corona se han acabado.

FIN
PRÓXIMO LIBRO
NUEVA DUOLOGÍA
SOMOS
ERES NUESTRO – LIBRO 1
EMMETT DAVIS:
Amo a mi esposa, ella es la persona más importante para mí. Pero por
desgracia comparte el primer puesto con mi hermano pequeño, nunca
podría elegir entre los dos. Aaron se convirtió en mi debilidad desde que
mis padres lo pusieron en mis brazos. No sé cuándo se torcieron las cosas
entre nosotros, pero todo había cambiado y no había vuelta atrás.

LILY DAVIS:
Me enamoré de Emmett desde que supe lo que era el amor. Sin embargo,
siempre sentí que me faltaba algo, cuando Aaron se fue mi vida quedó
vacía, era como si a una bicicleta le faltara una rueda. No sé por qué se fue,
Emmett es el único que parece saberlo, pero no está dispuesto a decir nada.

AARON DAVIS:
Me fui. Tenía que hacerlo para que mi hermano fuese feliz. Me destruí
yo solo por poner mis ojos en quien no debía. Emmett la merecía, mi mejor
amiga se iba a casar con mi mejor amigo, mi otra mitad, mi hermano. No
podía seguir en medio de ellos, debía seguir mi propio camino.

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