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LA CIUDADANÍA E IDENTIDAD NACIONAL

CIUDADANÍA: ¿QUÉ ES Y CUÁLES SON SUS CARACTERÍSTICAS?


A pesar de que usamos el término “ciudadanía” constantemente, es bastante probable que
no conozcas exactamente qué significa y las responsabilidades que trae consigo. Ser
ciudadano no implica únicamente compartir un espacio geográfico con otras personas, al
contrario, la ciudadanía incluye tanto derechos como deberes.
Cuando hablamos de ciudadanía nos referimos a la participación y responsabilidad que
poseen los ciudadanos dentro de una comunidad y territorio geográfico dado. Ser parte de
un país debe ser un derecho inherente al ser humano, sin embargo, a veces algunos
derechos se ven vulnerados por el Estado, por eso es tan importante conocer el rol que
cumple la ciudadanía.
¿QUÉ ES LA CIUDADANÍA?
Según la Real Academia Española, la ciudadanía se refiere a la “cualidad y derecho de un
ciudadano y el conjunto de ciudadanos de un pueblo o nación”, mientras que a un
ciudadano se le conoce como aquella persona considerada como un miembro activo de un
Estado, que además está sometido a sus leyes y es titular de derechos políticos.
Podemos decir entonces que la ciudadanía es una condición donde una persona es
reconocida como miembro de un territorio, nación y país que le otorga una serie de
derechos y deberes como:

 Conocer y respetar las leyes que regulan el sistema político


 Contribuir a la sociedad como ciudadano, no solo desde lo individual sino también
desde lo colectivo
 Cumplir con una serie de obligaciones jurídicas
 Gozar de los derechos que dicta la ley
Una ciudadanía debe, además, contar con una serie de características donde los individuos
que la componen comparten e interpretan su pasado y sus tradiciones; hablan un mismo
lenguaje; se diferencian gracias a sus prácticas sociales, conflictos y luchas. Ser ciudadano
no significa únicamente ser un sujeto de derecho, sino que también integra las prácticas
sociales y culturales.
CIUDADANÍA Y DEMOCRACIA
Ahora bien, es importante tener en claro que los términos de ciudadanía y democracia
siempre deben ir de la mano, ya que uno depende del otro para su puesta en práctica. Esto
quiere decir que un Estado democrático necesita de la ciudadanía para poder sostenerse, así
como la ciudadanía necesita de la democracia para poder expresarse.
La ciudadanía implica la existencia tanto de derechos como de obligaciones que al mismo
tiempo les exigen a las instituciones del Estado funcionar de una determinada manera
como componentes de un Estado de derecho, democrático y social. La democracia, por
otro lado, garantiza la libertad con que los ciudadanos interactúan basándose en la ley y la
constitución para la fijación de los derechos y obligaciones que se deben cumplir.
Para que tanto la ciudadanía como la democracia tengan éxito es indispensable que todos
los actores de la comunidad se involucren y tengan una participación activa: gobierno,
grupos de poder, instituciones, ciudadanos, entre otros.
¿QUÉ ES LA CIUDADANÍA SOCIAL?
La ciudadanía social es el conjunto de derechos civiles, políticos, económicos, sociales y
culturales, al igual que los deberes que se les relacionan y que se atribuyen a los
ciudadanos que conforman una sociedad. Este concepto se desarrolló por Thomas H.
Marshall en su obra Ciudadanía y Clase Social en 1950.
En su tesis, Marshall asegura que para participar plenamente en la vida pública, los
ciudadanos necesitan alcanzar cierto nivel de bienestar material y social, por lo que la
noción de ciudadanía no puede ser independiente de las dimensiones sociales y
económicas.
Desde otra perspectiva, la dimensión social de la ciudadanía se encuentra ligada al estado
del bienestar y los derechos que lo acompañan: sanidad, educación, protección, defensa,
entre otros, así como el comportamiento de las personas en sociedad a quienes se les exige
un cierto grado de lealtad y solidaridad. Las habilidades sociales son fundamentales para
que esto sea posible.
¿QUÉ ES LA CIUDADANÍA ACTIVA?
Se le llama ciudadanía activa al ejercicio participativo y pleno de la ciudadanía, donde
sus miembros se sienten parte de una comunidad y pueden influir en su desarrollo y
contribuir a su bienestar. En pocas palabras, se refiere al papel activo que desempeñamos
como miembros de una sociedad, bien sea con vecinos, grupos sociales o incluso en toda
una nación o país para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Una ciudadanía activa implica trabajar para el desarrollo de una comunidad a través de la
participación para mejorar la calidad de vida de sus miembros. Para que esto pueda
ponerse en práctica no es necesario ser un “buen ciudadano” y seguir al pie de la letra todas
las normas o leyes; un ciudadano activo debe ser capaz de cuestionar las estructuras y
reglamentos cuando estos no son del todo justos.
¿QUÉ ES LA CIUDADANÍA PASIVA?
A diferencia de la ciudadanía activa, cuando hablamos de una ciudadanía pasiva nos
referimos a la actitud indiferente o descomprometida que expresan los ciudadanos de una
comunidad. Es bastante común que venga acompañada de la idea de que no es posible
generar un cambio significativo en la sociedad y por ende es mejor no hacer nada.
Una ciudadanía pasiva se caracteriza por el individualismo, no existe una participación de
ningún tipo dentro de la vida política, cultural o sociedad de una comunidad. Los
individuos se preocupan únicamente por su bienestar y no contribuyen a generar mejores
condiciones para el colectivo.
FORMAS DE PARTICIPACIÓN
Queda bastante claro entonces que la participación es fundamental no solo para el
desarrollo de la ciudadanía sino también para el ejercicio de la democracia. Ahora bien,
existen distintos mecanismos y formas en que la participación puede ponerse en práctica.
Sherry Arnstein desarrolló una escalera de participación en 1969 que se ha convertido en
una de las más conocidas y que luego fue adaptada por Roger Hart en 1993.
Esta escalera consta de 8 peldaños o escalones que van desde una poca o ninguna
participación de los ciudadanos hasta el otro extremo con un ejemplo excepcional de
ciudadanía. Mientras más alto se esté en la escalera, más poder se tiene a la hora de
determinar los resultados o influir en los cambios.
DESDE ABAJO HACIA ARRIBA LA ESCALERA SE COMPONE DE LA
SIGUIENTE MANERA:
ESCALÓN 1:
PARTICIPACIÓN MANIPULADA
Se da cuando se utiliza a la población para realizar acciones que en muchos casos no
entienden y que no responden a sus intereses. Por ejemplo, cuando los gobiernos le pagan a
los ciudadanos por llevar pancartas políticas. En este escalón los ciudadanos no tienen una
influencia real en los resultados.
1: manipulación
Se invita a los jóvenes a participar en el proyecto, pero no tienen una influencia real en las
decisiones y los resultados. De hecho, su presencia se utiliza para conseguir algunas otras
metas, como ganar las elecciones locales, crear una mejor imagen de la institución o
intentar obtener algunos fondos adicionales de las instituciones que prestan apoyo a la
participación de los jóvenes.
ESCALÓN 2:
PARTICIPACIÓN DECORATIVA
En este escalón se utiliza a la población como un accesorio destinado a decorar o animar
una actividad en particular. No tienen un papel significativo dentro de las manifestaciones
y suelen ser poblaciones vulnerables o minorías. Por ejemplo, cuando utilizan a
poblaciones indígenas para promover algún hecho o situación que no necesariamente los
beneficia.
2: decoración
Los jóvenes son necesarios en el proyecto para representarlos como grupo desfavorecido.
No tienen un papel significativo (con la excepción de estar presentes) y, como con la
decoración, se colocan en un lugar visible dentro de un proyecto u organización, a fin de
que puedan ser fácilmente reconocidos para los que son ajenos al proyecto.
ESCALÓN 3:
PARTICIPACIÓN SIMBÓLICA
La participación simbólica es aquella donde la participación de la población es solo
aparente, es decir, no es real ni tiene ningún tipo de impacto en la sociedad. Un claro
ejemplo de esto es cuando se usa a los niños dentro de representaciones políticas donde
suelen ser “preparados” por los adultos.
Estos tres escalones se consideran una falsa participación ya que los ciudadanos no tienen
una participación consciente ni responde a sus intereses.
3: falsa integración de los jóvenes
A los jóvenes se les dan algunas funciones dentro de los proyectos, pero no tienen
influencia real en las decisiones. Hay una falsa apariencia creada (a propósito, o
involuntariamente) de que los jóvenes participan, cuando en realidad no tienen ninguna
posibilidad de elección sobre el qué y el cómo de lo que se está llevando a cabo.
ESCALÓN 4:
PARTICIPACIÓN DE ASIGNADOS, PERO INFORMADOS
Es considerado el primer nivel de participación real ya que, aunque se dispone de la
población para participar en determinadas actividades, se le informa con anterioridad en
qué consiste. Aunque se le asigna sin consulta, conoce de qué trata su participación.
4: jóvenes asignados pero informados
Los proyectos son iniciados y ejecutados por adultos; los jóvenes son invitados a tomar
algunas funciones específicas o tareas dentro del proyecto, pero son conscientes de cuál es
la influencia que en realidad tienen.
Participación significa estar implicados, tener tareas y compartir y asumir
responsabilidades. Significa tener acceso y estar incluido.
Peter Lauritzen
ESCALÓN 5:
PARTICIPACIÓN CON INFORMACIÓN Y CONSULTA
A diferencia del nivel anterior, en este caso los agentes externos informan y consultan a la
población sobre una posible participación. Es decir, es la población quien decide
voluntariamente si desea o no participar en el evento o actividad.
5: jóvenes consultados e informados
Los proyectos son iniciados y ejecutados por adultos, pero los jóvenes ofrecen consejos y
sugerencias y están informados sobre la manera en que esas sugerencias contribuyen a las
decisiones finales o resultados.
ESCALÓN 6:
PARTICIPACIÓN EN IDEAS DE AGENTES EXTERNOS DE
DESARROLLO COMPARTIDAS CON LA POBLACIÓN
Vemos como el nivel de participación de los ciudadanos va en aumento, en este escalón si
bien es cierto que la acción es pensada por agentes externos de desarrollo, esta es
compartida con la población y se le permite aportar nuevas ideas o acciones.
6: iniciados por adultos, comparten las decisiones con los jóvenes
Los proyectos son iniciados por los adultos, pero los jóvenes son invitados como asociados
en pie de igualdad a compartir el poder de decisión y sus responsabilidades.
ESCALÓN 7:
PARTICIPACIÓN EN ACCIONES PENSADAS Y EJECUTADAS POR LA
PROPIA POBLACIÓN
En este nivel no existe la participación de agentes externos. Es la población quien planifica
y ejecuta las acciones destinadas al desarrollo y bienestar. El único aspecto negativo de
esta dinámica es que la población no cuenta con la experiencia o dominio técnico de los
agentes de desarrollo.
7: iniciados y dirigidos por jóvenes
Los proyectos o ideas son iniciados y dirigidos por los jóvenes, los adultos pueden ser
invitados a proporcionar el apoyo necesario, pero un proyecto puede llevarse a cabo sin su
intervención.
ESCALÓN 8:
PARTICIPACIÓN EN ACCIONES PENSADAS POR LA PROPIA
POBLACIÓN Y QUE HAN SIDO COMPARTIDAS CON AGENTES
EXTERNOS DE DESARROLLO
Este es el escalón máximo de participación ciudadana, donde la población en conjunto con
agentes externos de desarrollo planifica acciones que beneficien a la comunidad y
respondan a sus intereses.
Como ya hemos visto, la ciudadanía es indispensable para una nación democrática y ambas
deben ir de la mano para garantizar que la participación responda a las necesidades de
bienestar de las comunidades. En Marca Lima trabamos de la mano con las marcas para
acercarlas cada vez más a la ciudadanía, creando marcas responsables que se involucren
con la comunidad.
Los proyectos o ideas son iniciados por los jóvenes, que invitan a los adultos a participar
como socios en el proceso de toma de decisiones.
CIUDADANÍA Y PARTICIPACIÓN
¿QUÉ ES LA CIUDADANÍA?
Las tradiciones y enfoques sobre ciudadanía varían a lo largo de la historia y a lo largo del
mundo de acuerdo a los diferentes países, a la historia, a las sociedades, a las culturas y a
las ideologías, lo que se traduce en muchas diferentes interpretaciones del concepto de
ciudadanía.
No siempre es lo mismo ser un buen hombre y un buen ciudadano.
Aristóteles
El origen de la ciudadanía se remonta a la Antigua Grecia, en el que “los ciudadanos” eran
aquellos que tenían derecho a participar en los asuntos del estado. Sin embargo, de ninguna
manera eran todos ciudadanos: los esclavos, los campesinos, las mujeres o los extranjeros
residentes eran simples súbditos. Para aquellos que tenían la condición privilegiada de
ciudadano, la idea de “virtud cívica” o ser un “buen” ciudadano era una parte importante
del concepto, puesto que la participación no se consideraba solo un derecho, sino también,
y, ante todo, un deber. Un ciudadano que no cumplía con sus responsabilidades era
considerado socialmente perjudicial.
“Ciudadanía es un proceso complejo y multidimensional que es necesario establecer en su
contexto político e histórico…”. Ciudadanía democrática, específicamente, se refiere a la
participación activa de los individuos en el sistema de derechos y responsabilidades que es
el destino de los ciudadanos en las sociedades democráticas.
Reunión consultiva del Programa para Educación a la Ciudadanía Democrática del
Consejo de Europa, 1996
Esta idea de ciudadanía tiene hoy su reflejo en la mayoría de los significados más comunes
del término, que se refieren a la relación jurídica entre el individuo y el estado. La mayoría
de las personas en el mundo son ciudadanos legales de uno u otro estado-nación, y ello les
da derecho a ciertos privilegios o derechos. Ser un ciudadano también impone ciertas
obligaciones en términos de lo que el estado espera de las personas sometidas a su
jurisdicción. Por lo tanto, los ciudadanos cumplen ciertas obligaciones con su estado y a
cambio pueden esperar la protección de sus intereses vitales.
Sin embargo, el concepto de ciudadanía tiene muchas más capas de significado que la de
ciudadanía legal. Hoy en día “ciudadanía” es mucho más que una construcción jurídica y
se refiere, entre otras cosas, a la sensación personal de pertenencia, por ejemplo, al sentido
de pertenencia a una comunidad que puedas moldear e influir directamente.
Una comunidad puede definirse a través de una variedad de elementos, por ejemplo, a
través de un código moral compartido, de un conjunto idéntico de derechos y obligaciones,
de la lealtad a una civilización común, o a través de un sentido de identidad. Desde el
punto de vista geográfico, el término “comunidad” generalmente se define a dos niveles
principales, diferenciando entre la comunidad local, en la que vive la persona, y el estado,
al que pertenece la persona.
EN LA RELACIÓN ENTRE EL INDIVIDUO Y LA SOCIEDAD SE PUEDEN
DISTINGUIR CUATRO DIMENSIONES que se corresponden con los cuatro
subsistemas que uno puede reconocer en una sociedad, y que son esenciales para su
existencia: la dimensión política/jurídica, la dimensión social, la dimensión cultural y la
dimensión económica.
LA DIMENSIÓN POLÍTICA DE LA CIUDADANÍA: Se refiere a los derechos

políticos y responsabilidades con respecto a su sistema político.


El desarrollo de esta dimensión viene a través del conocimiento del sistema político y la
promoción de actitudes democráticas y participativas.
LA DIMENSIÓN SOCIAL DE LA CIUDADANÍA: Tiene que ver con el
comportamiento de los individuos en una sociedad y exige cierto grado de lealtad y
solidaridad. Las habilidades sociales y el conocimiento de las relaciones sociales de la
sociedad son necesarias para el desarrollo de esta dimensión.
LA DIMENSIÓN CULTURAL DE LA CIUDADANÍA: Se refiere a la conciencia de un
patrimonio cultural común. Esta dimensión se desarrolla a través del conocimiento del
patrimonio cultural, de la historia y de las habilidades básicas (competencia lingüística,
lectura y escritura).
LA DIMENSIÓN ECONÓMICA DE LA CIUDADANÍA: Se refiere a la relación del
individuo con la mano de obra y el mercado de consumo. Supone el derecho al trabajo y a
un nivel mínimo de subsistencia. Los conocimientos económicos (para el trabajo y otras
actividades económicas) y la formación profesional desempeñan un papel clave para que se
desarrolle esta dimensión.
Estas cuatro dimensiones de la ciudadanía se alcanzan mediante los procesos de
socialización que tienen lugar en la escuela, en las familias, las organizaciones cívicas,
partidos políticos, así como a través de asociaciones, medios de comunicación de masas, el
barrio y grupos de compañeros.
Al igual que con las cuatro patas de la silla, cada persona debe ser capaz de ejercer las
cuatro dimensiones de manera equilibrada y equitativa, de lo contrario la ciudadanía plena
no será equilibrada.
Pregunta: ¿Qué sentidos de pertenencia puedes reconocer en ti mismo?
Cuando somos parte de una comunidad, podemos influir, participar en su desarrollo y
contribuir a su bienestar. Por lo tanto, la ciudadanía se entiende como una práctica, la de
desempeñar un papel activo en nuestra sociedad. Esa participación podría ser dentro de
nuestro barrio, en un grupo social formal o informal, en nuestro país, o en todo el mundo.
El concepto de CIUDADANÍA ACTIVA implica trabajar hacia el desarrollo de la
comunidad a través de la participación para mejorar la calidad de vida de todos los
miembros de la comunidad. CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA es un concepto que hace
hincapié en la creencia de que la ciudadanía debe basarse en principios y valores
democráticos como el pluralismo, el respeto de la dignidad humana y el imperio de la ley.
Pregunta: ¿Te consideras un ciudadano activo?
CIUDADANÍA, PARTICIPACIÓN Y DERECHOS HUMANOS
Toda persona tiene derecho a participar libremente en la vida cultural de la comunidad, a
gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en sus beneficios.
UDHT, el artículo 27
El artículo 15 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce el derecho a
una nacionalidad, el derecho a cambiarla, y el derecho a no ser privado de ella. El derecho
a la nacionalidad está confirmado en muchos otros instrumentos internacionales, incluidos
el Convenio Europeo sobre la Nacionalidad del Consejo de Europa (1997). En el contexto
de las normas internacionales, “nacionalidad” y “ciudadanía” se usan generalmente como
sinónimos. Esto también es aplicable a la Convención como subraya en su Informe
explicativo: nacionalidad “… se refiere a una determinada relación jurídica entre una
persona y un estado que es reconocida por el Estado. …En lo que respecta a los efectos de
la Convención, los términos “nacionalidad” y “ciudadanía” son sinónimos”.
El derecho a la nacionalidad es muy importante debido a las consecuencias en la vida
cotidiana de las personas de cada país. Ser un ciudadano reconocido en un país tiene
muchos beneficios jurídicos, que pueden incluir entre otros, dependiendo del país, el
derecho al voto, a ocupar cargos públicos, a la seguridad social, a los servicios de salud, a
la educación pública, a la residencia permanente, a la propiedad de la tierra, o a participar
en el empleo.
A pesar de que cada país puede determinar para sus nacionales y ciudadanos, los derechos
y obligaciones que tienen, los instrumentos internacionales de derechos humanos plantean
algunas limitaciones sobre la soberanía del estado con la ciudadanía. En concreto, el
principio universal de los derechos humanos de la no discriminación y el principio de no
tener ciudadanía deben evitar limitar la discrecionalidad del Estado en cuanto a la
ciudadanía.
La participación en la vida política y cultural es un derecho humano fundamental
reconocido en una serie de tratados internacionales de derechos humanos, empezando por
la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que establece el derecho a participar
en el gobierno y las elecciones libres, el derecho a participar en la vida cultural de la
comunidad, el derecho a la libertad de reunión y asociación pacífica y el derecho a afiliarse
a los sindicatos. Participación es también un principio básico de los derechos humanos y es
también una condición para la ciudadanía democrática de todas las personas.
Participación es uno de los principios rectores de la Convención sobre los Derechos del
Niño. Este tratado dice que los menores de edad (todas las personas menores de dieciocho
años) tienen el derecho a hacer oír su voz cuando los adultos están tomando decisiones que
les afectan, y a que sus opiniones se tengan debidamente en cuenta, en función de la edad y
la madurez del niño. Además, tienen el derecho a expresarse libremente y a recibir y
compartir información. La Convención reconoce la capacidad de los niños de influir en la
toma de decisiones relevantes para cada uno de ellos, de compartir sus opiniones y, por lo
tanto, de participar como ciudadanos y actores del cambio.
Sin el espectro completo de los derechos humanos, la participación resulta difícil si no
imposible de acceder. Las malas condiciones sanitarias, los bajos niveles de educación, las
restricciones a la libertad de expresión, la pobreza, etc. Todos esos factores tienen un
impacto en nuestra capacidad de tomar parte en los procesos y estructuras que afectan a
nuestros derechos. Igualmente, sin participación, muchos de los derechos humanos son de
difícil acceso. Es a través de la participación que podemos construir una sociedad basada
en los derechos humanos, fomentar la cohesión social, hacer oír nuestra voz para influir en
la toma de decisiones y lograr el cambio, y finalmente ser el sujeto y no el objeto de
nuestras propias vidas.
Pregunta: ¿Qué formas de compromiso o de participación, salvo el voto en las elecciones,
son posibles para los ciudadanos?
EJERCICIO DE LA CIUDADANÍA
Toda persona tiene derecho a tomar parte en el gobierno de su país, directamente o a través
de representantes libremente escogidos.
DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS, artículo 21
Muchos debates acerca de la ciudadanía se centran en el problema del decreciente
compromiso o de la participación de los ciudadanos en los procesos de la sociedad
democrática. Cada vez se dan más cuenta de que las votaciones periódicas de los
ciudadanos son insuficientes, ya sea en términos de que los que gobiernan en el período de
transición sean plenamente responsables o en promover sentimientos de empoderamiento
de los ciudadanos. Además, la poca competencia electoral indica niveles de apatía política
entre la población, lo que limita seriamente el funcionamiento eficaz de la democracia.
Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacífica.
El artículo 20 de la DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Un segundo conjunto de cuestiones se refiere a la cuestión de los individuos que, por una
razón u otra, no reciben la totalidad de los beneficios de la ciudadanía. Un aspecto de esto
es el resultado de seguir los patrones de discriminación en las sociedades: muy a menudo
los grupos minoritarios pueden tener nacionalidad del país en que viven, pero aun así se les
puede impedir participar plenamente en la sociedad.
Un segundo aspecto del problema es consecuencia de la creciente globalización, incluidas
las nuevas modalidades de trabajo y la migración, que conduce a un número significativo
de personas en todo el mundo que residen en el extranjero, pero que no pueden solicitar la
ciudadanía. En este grupo podemos incluir a los trabajadores migratorios, a los refugiados,
a los residentes temporales o incluso a las personas que han decidido establecer su
residencia en otro país.
Pregunta: ¿Deben tener los trabajadores inmigrantes algunos de los beneficios de la
ciudadanía, incluso la ciudadanía formal?
Se calcula que unos 70.000-80.000 gitanos son ilegales en toda Europa
Un tercer aspecto es la cuestión de no tener patria. A pesar de que el derecho a la
nacionalidad es un derecho humano garantizado por el derecho internacional de los
derechos humanos, hay millones de personas en todo el mundo que no son ciudadanos de
ningún país. ACNUR, la agencia para los refugiados de las Naciones Unidas, estima que
hay 12 millones de personas ilegales a finales de 2010. El no tener patria es a menudo el
resultado de la ruptura de países como la Unión Soviética o Yugoslavia, pero dentro de los
ilegales podemos incluir también a las personas desplazadas, los migrantes expulsados y
aquellos cuyo nacimiento no ha sido registrado por las autoridades.
La idea de la participación ciudadana es un poco como la de comer espinacas: nadie está en
contra de ella en principio, porque es bueno para ti.
Sherry R. Arnstein
FORMAS DE PARTICIPACIÓN
La participación de los ciudadanos en su gobierno se cree que es la piedra angular de la
democracia, y que puede tener lugar a través de diferentes mecanismos y formas, y a
distintos niveles. Se han desarrollado varios modelos de participación: la primera y
probablemente la más conocida es la escalera de participación Sherry Arnstein (1969).
Arnstein identificó ocho niveles de participación, cada uno de los cuales corresponde a un
peldaño de la escalera, con poca o ninguna participación de los ciudadanos en un extremo
hasta una forma totalmente ciudadana en el otro. Cuanto más alto esté en la escalera más
poder se tiene a la hora de determinar el resultado. Los dos peldaños de la parte inferior,
que son la manipulación y la terapia, no son participativos, y deben ser evitados. Los
próximos tres, información, consulta y apaciguando, son meramente simbólicos; permiten
a los ciudadanos tener una voz y ser escuchados, pero sus opiniones no pueden ser
debidamente consideradas por quienes están en el poder. Los tres últimos pasos –
asociación, delegación del poder y control ciudadano, son de verdadero poder ciudadano y
la forma más completa de la participación de estos.
DERECHOS FRENTE A LA REALIDAD:
Las comunidades gitanas son habitualmente discriminadas en muchas partes de Europa.
En algunos caos, se les niega la ciudadanía de los países en los que viven. Cuando
Checoslovaquia y Yugoslavia se rompieron en la década de los 1990, algunos de ellos se
quedaron sin nacionalidad, porque los estados sucesores les consideraron pertenecientes a
otros lugares y aplicaron leyes que negaban su nacionalidad. Además, los padres gitanos
que son considerados ilegales o han emigrado a otro país a menudo no inscribían a sus
niños, aunque estos tuviesen derecho a la ciudadanía en virtud del derecho internacional,
como consecuencia de ello, esos niños no pueden acceder a algunos de sus derechos
fundamentales como la salud o la educación. Otras comunidades itinerantes con estilos de
vida, por ejemplo, los viajeros en Gran Bretaña, enfrentan problemas similares, incluso
cuando los gitanos están reconocidos oficialmente como ciudadanos pueden ser excluidos
de la posibilidad de participar plenamente en sus comunidades y en la práctica ser tratados
como ciudadanos de segunda clase, debido a la discriminación y los prejuicios. Viajeros en
Gran Bretaña, enfrentan problemacuando los gitanos están reconocidos oficialmente como
ciudadanos
Los Estados miembros reconocen los derechos del niño a la libertad de asociación y a la
libertad de reunión pacífica.
Convención sobre los Derechos del Niño
El modelo de Arnstein fue desarrollado por Roger Hart y adaptado a la cuestión de los
niños y a la participación de los jóvenes. Hart afirmó que la participación es un derecho
fundamental de los ciudadanos, porque esa es la manera de aprender lo que significa ser un
ciudadano y cómo serlo. La participación de los jóvenes puede verse también como una
forma de asociación entre jóvenes y adultos. Hay diferentes grados, para que los jóvenes
puedan participar o asumir la responsabilidad, en función de la situación local, los
recursos, las necesidades y nivel de experiencia. En la escalera de Hart sobre la
participación se muestran diferentes grados de participación de los niños y de los jóvenes
en los proyectos, las organizaciones o comunidades.
Hay muchas maneras por las que los jóvenes juegan un papel activo como los ciudadanos
de sus sociedades. En 2011 se llevó a cabo un estudio de los jóvenes de entre 15 y 30 años
que viven en los Estados miembros de la UE para averiguar cómo los jóvenes ciudadanos
están participando en la sociedad. Se centró en su participación en las organizaciones (p.
ej., clubes deportivos, organizaciones voluntarias…), las elecciones políticas, las
actividades de voluntariado y el fomento de proyectos de cooperación con los jóvenes de
otros países.
Los resultados fueron los siguientes:
 En todos los países, una minoría de los jóvenes declaró que habían participado en
actividades encaminadas a fomentar la cooperación con jóvenes de otros países;
desde el 4% en Italia al 16% en Austria.
 Alrededor de una cuarta parte de los jóvenes adultos había participado en una
actividad voluntaria organizada en 2010. Las tasas más altas se observaron en
Eslovenia, Dinamarca, Irlanda y los Países Bajos (36% - 40%).
 Entre los jóvenes, que tenían suficiente edad para votar, aproximadamente 8 de
cada 10 dijeron que habían votado en unas elecciones políticas a nivel local,
regional, nacional o de la Unión Europea en los tres años anteriores. Esto osciló
entre el 67% en Luxemburgo al 93% en Bélgica (donde el voto es obligatorio).
 Alrededor de un tercio de los jóvenes de la UE había tenido una participación
activa en un club deportivo en 2010. Cerca de un sexto había participado en una
organización juvenil y uno de cada siete lo había hecho en una organización de
actividades culturales.
Pregunta: ¿Cómo puedes hacer que tu voz sea escuchada en tu grupo de jóvenes, en una
organización o en la escuela?
PARTICIPACIÓN DE LA JUVENTUD EN EL CONSEJO DE EUROPA
El objetivo de la política de la juventud del Consejo de Europa es la de proporcionar a los
jóvenes, las niñas y los niños, mujeres y hombres jóvenes igualdad de oportunidades y la
experiencia que les permita desarrollar los conocimientos, habilidades y competencias para
desempeñar un papel pleno en todos los aspectos de la sociedad.9
El Consejo de Europa desempeña un importante papel en el apoyo y fomento de la
participación y de la ciudadanía activa. La participación es fundamental para la política de
juventud del Consejo de varias formas:
Participación y ciudadanía activa consisten en tener el derecho, los medios, el espacio y la
oportunidad y, en caso necesario, el apoyo para participar e incidir en las decisiones y
colaborar en las acciones y actividades a fin de contribuir a la construcción de una sociedad
mejor.
CARTA EUROPEA REVISADA SOBRE LA PARTICIPACIÓN DE LOS JÓVENES
EN VIDA LOCAL Y REGIONAL.
 Las políticas de juventud deben promover la participación de los jóvenes en los
distintos ámbitos de la sociedad, especialmente aquellos que están más
directamente relacionados con ellos. Esto incluye el apoyo a las organizaciones de
juventud, los órganos consultivos o plataformas de jóvenes, reconociendo el papel
de los consejos de estudiantes y sindicatos en la gestión de las escuelas, y así
sucesivamente.
 Las políticas de juventud se deben elaborar, aplicar y evaluar con los jóvenes, es
decir a través de medios que tengan en cuenta las prioridades, perspectivas e
intereses de ellos y con su participación en el proceso. Esto se puede hacer a través
de los consejos y foros de la juventud (nacionales, regionales o locales) y/o a través
de otras formas de consulta de los jóvenes, incluidas las formas de participación
electrónica.
 Las políticas y los programas para la juventud deben alentar enfoques centrados en
el participante de aprendizaje y acción, como en la educación en los derechos
humanos, a través de las cuales practican y aprenden la participación y la
ciudadanía.
Estas dimensiones de la participación de la juventud reflejan los planteamientos de la Carta
Europea sobre la implicación de los jóvenes en la vida local y regional, donde se destaca
que:
Participar significa tener influencia y responsabilidad en las decisiones y acciones que
afectan a la vida de los jóvenes o simplemente son importantes para ellos. Por lo tanto, en
la práctica, esto podría querer decir votar en las elecciones locales, así como crear una
organización de jóvenes o un foro de Internet para el intercambio de información sobre

intereses y hobbies u otras formas creativas de pasar el


tiempo libre. La definición de participación de la Carta muestra también un cambio en el
enfoque hacia los jóvenes y la participación de estos. Los jóvenes no son tratados como
víctimas o como un grupo vulnerable que necesita protección y ayuda (el denominado
“enfoque basado en problemas”). No son tratados como objetos de intervención de adultos,
entendiendo por adultos aquellos que saben lo que es mejor para los jóvenes. Los jóvenes
son ahora considerados como agentes activos en las organizaciones, o en la vida de la
comunidad; son vistos como socios con un gran potencial, talento y fortaleza. Deben tener
la oportunidad de expresar sus necesidades y encontrar la manera de satisfacerlas
La Carta Europea sobre la participación de los jóvenes en la vida local y
regional11 (producida en 1992 y revisada en 2003) es un documento político internacional
aprobado por el congreso de autoridades locales y regionales del Consejo de Europa. La
Carta consta de tres partes relativas a los distintos aspectos de la participación de los
jóvenes a nivel local. La primera con las directrices para los entes locales y regionales
sobre cómo llevar a cabo las políticas que afectan a los jóvenes en una serie de ámbitos. La
segunda parte proporciona las herramientas para promover la participación de estos. Por
último, la tercera sección ofrece asesoramiento sobre la forma de proporcionar condiciones
institucionales para la participación de los jóvenes.
Di lo que piensas, disponible en línea en 11 idiomas, es el manual de la Carta revisada
sobre la participación de los jóvenes en la vida Local y Regional del Consejo de Europa.
La carta describe 14 áreas en las que los jóvenes deben participar. Son las siguientes:
1. Deporte, ocio y vida asociativa.
2. Trabajo y empleo.
3. Alojamiento y transporte.
4. Educación y formación.
5. Movilidad e intercambios interculturales.
6. Salud.
7. Igualdad entre mujeres y hombres.
8. Jóvenes en zonas rurales.
9. Acceso a la cultura.
10. Desarrollo sostenible y medio ambiente.
11. Violencia y crimen.
12. Lucha contra la discriminación.
13. Amor y sexualidad.
14. Acceso a la justicia y la ley.
Para llevar a cabo la participación de los jóvenes en la política de la juventud, el Consejo
de Europa ha introducido una manera única; un sistema de cogestión en el sector de la
juventud, en el que los representantes de las organizaciones no gubernamentales de jóvenes
y los representantes de los gobiernos trabajan juntos para desarrollar prioridades y formular
recomendaciones relativas a la juventud. Este sistema de cogestión consta de tres órganos:
el Comité Directivo Europeo de la Juventud, el Consejo Consultivo de la Juventud y
el Consejo Conjunto para la Juventud.
El Consejo consultivo está formado por 30 representantes de organizaciones no
gubernamentales y redes de jóvenes, que ofrecen opiniones y aportes sobre todas las
actividades del sector juvenil. Su tarea es la de emitir opiniones y propuestas sobre
cualquier cuestión relativa a los jóvenes, en el ámbito del Consejo de Europa.
El Comité Directivo Europeo de la Juventud (CDEJ) está compuesto por representantes de
los ministerios y organismos responsables de los asuntos de la juventud de los Estados
miembros en la Convención Cultural Europea. Anima a una mayor cooperación entre los
gobiernos en las cuestiones relacionadas con la juventud y proporciona un foro para
comparar las políticas nacionales de juventud, el intercambio de las prácticas más
adecuadas y la redacción de documentos. La CDEJ también organiza las conferencias de
los ministros europeos responsables de asuntos de juventud, proyectos de ley y
reglamentos de política de juventud de los estados miembros.
El Consejo Conjunto de la Juventud engloba al CDEJ y el Consejo Consultivo juntos en un
órgano de decisión, en el que se establecen las prioridades, objetivos y presupuestos del
sector de juventud.
CIUDADANOS INTERCULTURALES Y EL ROL DE LA HISTORIA EN EL
RECONOCIMIENTO DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS EN EL PERÚ
El 09 de agosto se celebró el Día Internacional de los pueblos indígenas. Esta fecha fue
elegida por la Asamblea General de las Naciones Unidas (NN.UU.) para conmemorar la
celebración de la primera reunión del Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas de la
Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías que tomó
lugar en el año 1982.
Según las NN.UU., se usa el término ‘Pueblos indígenas y tribales’ como una
denominación común para más de 476 millones de personas que se encuentran en más de
70 países del mundo. Esto significa que bajo esta categoría se engloba una gran diversidad
de sociedades con identidades culturales particulares que tienen como característica común
haber sido marginados dentro de territorios más amplios, experimentando discriminación,
racismo, la vulneración de sus derechos fundamentales e incluso genocidio (OIT, 2013).
La categoría jurídica, denominada “pueblo indígena”, abarca en el Perú al menos a 55
grupos cuyos miembros (aproximadamente un 26% de la población nacional) comparten
un conjunto de tradiciones culturales, una lengua y cosmovisión, y un pasado común
vinculado a la ocupación de un territorio ancestral. Aunque cada grupo étnico ha
atravesado por procesos sociales y políticos particulares, los pueblos indígenas en nuestro
país coinciden en tener una historia de dominación y de constante búsqueda de
autodeterminación frente al Estado nacional y la sociedad occidental.
Así, no es difícil encontrar narrativas y memorias indígenas que ejemplifican las constantes
y diversas luchas que han tenido que enfrentar cada uno de estos pueblos a lo largo de su
historia. Ya sea contra otros grupos étnicos, ejércitos coloniales, caucheros, senderistas,
colonos o narcotraficantes; los miembros de pueblos indígenas han experimentado años de
enfrentamientos para defender sus territorios y su autonomía.
«LA IMPLEMENTACIÓN DE UNA VERDADERA EDUCACIÓN
INTERCULTURAL NO DEBE ESTAR ENFOCADA ÚNICAMENTE EN
POLÍTICAS EDUCATIVAS QUE BUSQUEN INCORPORAR A LOS MIEMBROS
DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS CON LAS TRADICIONES E INSTITUCIONES
OCCIDENTALES, SINO QUE DEBE ESTAR DIRIGIDA A TODA LA
CIUDADANÍA DE FORMA BIDIRECCIONAL.»
La historia nacional, no obstante, ha privilegiado los acontecimientos y hechos
significativos para el Estado-nación con la intención de unificar a la población en torno a
los mismos valores, sentimientos e identidad. La socialización y la enseñanza de la historia
es lo que permite la identificación mutua entre las personas como ciudadanos y ciudadanas
de un mismo territorio. No obstante, la historia ha ido en desmedro y opacado las voces de
grupos considerados minoritarios como los pueblos indígenas y sus procesos atravesados
no solo antes de la creación de la república, sino también a lo largo de estos casi 200 años
de independencia colonial para ser parte del territorio nacional sin perder sus derechos
colectivos en tanto pueblos.
Según Will Kymlicka, un verdadero Estado multicultural, es decir, aquel que no es
posesión de un grupo dominante, sino que pertenece a toda la ciudadanía, requiere que sus
políticas culturales dejen de ser asimilacionistas y excluyentes, y que las injusticias
históricas sean reconocidas; ello solo es posible si existe una mayoría de personas que
defiende estos principios, convirtiéndose en ciudadanos interculturales. Para ello, el autor
señala que es necesario combatir siglos de prejuicios enraizados en la sociedad y que, por
ende, la educación sirve como un instrumento fundamental para deconstruir esos
prejuicios, en tanto las visibiliza y profundiza en el conocimiento de otras tradiciones y
pasados comunes que forman parte de nuestro colectivo nacional.
La implementación de una verdadera educación intercultural no debe estar enfocada
únicamente en políticas educativas que busquen incorporar a los miembros de los pueblos
indígenas con las tradiciones e instituciones occidentales, sino que debe estar dirigida a
toda la ciudadanía de forma bidireccional. De esta manera, se incorporan las historias de
los diferentes pueblos indígenas, sus momentos fundacionales, sus héroes y sus luchas por
la supervivencia en lo “oficial” o lo “nacional”.
Incluir las voces de los miembros de pueblos indígenas, sus perspectivas y sus experiencias
de relación con el resto de la sociedad y con el Estado nos va a permitir no solo tener una
mejor y más amplia comprensión de nuestra(s) historia(s) como país, sino sobre todo
nuestra realidad actual, de manera que se pueda valorar nuestras diferencias, y encontrar
oportunidades de crecimiento conjunto. El líder awajun, Santiago Manuin, recientemente
fallecido, explicó bien en 2014 al recibir el Premio Nacional de Derechos Humanos, los
peligros de que las relaciones entre los pueblos indígenas y el Estado continúen estando
marcadas por relaciones de dominación y por la imposición vertical: “(…) el cuento del
mono que llegó a un gran río, no era su hábitat, y vio a un alegre pez nadando, y queriendo
salvarlo de las aguas, lo sacó del río con mucho trabajo y lo tenía orgulloso en sus
manos… Ya imaginan ustedes lo que le pasó al pobre pez por culpa del estúpido mono.”
*Comenzando este 09 de agosto se registró un enfrentamiento entre miembros de
seguridad del Estado y miembros del pueblo indígena Kukama Kukamiria en el lote
95 (ubicado en Loreto). Más allá de los detalles del caso específico, urge que el Estado
aborde las necesidades de la población en la Amazonía, y de manera particular de los
pueblos indígenas, que son grupos en condición de vulnerabilidad, y que articule con las
empresas y actores sociales presentes en dichas zonas para facilitar el apoyo. Esto, sobre
todo, en una situación de emergencia sanitaria en la que se ha evidenciado deficiencias por
parte del Estado para llegar a las zonas más alejadas del país. Esperemos que escuchar al
otro, la empatía y el diálogo sea el valor que prime, aún más en esta coyuntura.

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