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GUION EL RAPTO DE

EUROPA:
Zeus se había sentido atraído por una joven doncella, de nombre
Europa, hija del rey de Tiro. Como el dios de dioses estaba habituado a
satisfacer siempre sus caprichos sin que nada ni nadie se opusiera a
sus deseos, llamó a su hijo Hermes le pidió que bajara esa tarde a la
Tierra, se detuviera en Tiro, ciudad del Mediterráneo oriental, y
condujera una gran manada de toros a la ribera en que la joven Europa
jugaba y hablaba con sus amigas.
Hermes cumplió el encargo de su padre y, abandonando su cetro, se
transformó en un toro para confundirse entre todos los demás. Pero
era un toro tan hermoso, tan blanco, tan manso, que le llamó la
atención de Europa. Algo temerosa al principio, se limitó a lanzarle
unas flores a una cierta distancia. Zeus después , se acercó para
lamerle con suavidad las manos tratando de no asustarla. Europa,
ajena a la verdadera identidad del toro, comenzó incluso a acariciarlo.
Poco a poco Europa se había ido separando de sus amigas.
Jugueteaban, toro y niña, rebozandose por la hierba, hasta que
finalmente, tranquila y confiada, se subió Europa a la espalda del toro.
Este era el momento que Zeus aguardaba. Se dirigió tranquilo hacia la
playa. Poco a poco se fue acercando al mar a más y más velocidad.
Ciego en su propósito de raptar a la joven y gozar de ella en las costas
de Creta no hizo ningún caso a sus gritos de terror. Europa, con mucho
pánico, agarrada a uno de los cuernos del toro, temblaba y chillaba
pidiendo auxilio.
El cuadro "El rapto de Europa" ha sido representado por varios
artistas a lo largo de la historia, pero una de las obras más conocidas
es la pintura realizada por el artista flamenco Peter Paul Rubens. En
esta obra, se muestra el momento en que Zeus, disfrazado como un
toro, rapta a Europa llevándola al mar. La composición resalta la fuerza
y el dramatismo del momento, con una paleta de colores rica y detalles
exquisitos. Rubens logra capturar la mitología y la emoción en esta
obra maestra barroca.
GUION EL JUICIO DE
PARIS:
Se celebraban las bodas Tetis y Peleo. A ellas habían sido invitados multitud de dioses y mortales,
pero quizá por olvido, quizá deliberadamente, entre ellos no figuraba Éride, la diosa de la Discordia.
Muy ofendida, irrumpió en mitad del banquete y arrojó sobre la mesa una manzana de oro que
llevaba la siguiente inscripción: “Para la más hermosa”. Tres de las diosas asistentes reclamaron
inmediatamente para sí la manzana. Se trataba de Hera, la esposa de Zeus; Atenea, diosa de la
guerra y la sabiduría, y Afrodita, diosa del amor.

Naturalmente, Zeus no quería asumir la responsabilidad de dar la manzana a una de ellas y


negársela a las otras, pues temía su venganza. Decidió por ello enviar a su hijo Hermes al monte Ida
en busca del joven Paris, hijo del rey Príamo de Troya, que cuidaba allí sus rebaños. Sería él quien
decidiera cuál de ellas era la más hermosa.

Acudió Hermes al monte Ida con las tres diosas, y cada una de ellas trató de convencer al joven
Paris de ser la merecedora de la manzana. Hera, la esposa de Zeus, acompañada por su fiel pavo
real, le prometió un gran poder; Atenea, diosa de la sabiduría y de la guerra, le prometió convertirlo
en el más sabio de los hombres; y Afrodita, diosa de la belleza y madre de Eros, le prometió el amor
de la mujer más hermosa. Apenas hubo oído Paris las promesas de las diosas no tuvo dudas acerca
de a quién entregar la manzana. La elegida fue Afrodita.

Quedaba en el aire la promesa que la diosa le había hecho a Paris. Por eso, cuando al cabo de un
tiempo Paris viajó en embajada amistosa a la corte de Menelao, rey de Esparta, y se enamoró
perdidamente de la esposa de éste, Helena, Afrodita no pudo por menos de favorecer este amor.

Raptó así Paris a la hermosa Helena –o quizá se fugaron juntos; quién sabe- y se la llevó a Troya.
Quedaron espantados los troyanos al conocer lo que había hecho Paris: la guerra con los griegos
estaba asegurada. Y en efecto, así fue: no tardaron mucho los reyes de Micenas y Esparta,
Agamenón y Menelao, en reunir más de diez mil naves y arribar a las costas de Troya en lo que no
sería sino el preludio de una guerra que habría de durar diez largos años y en la que habían de
combatir los más grandes héroes que recordarse pueda: Héctor, Áyax, Aquiles, Ulises.
En el Juicio de París se pueden ver a tres diosas: Hera, Atenea y Afrodita, ante Paris.
Normalmente están desnudas o vestidas de manera elegante. Cada diosa intenta
seducir a Paris de alguna manera. Afrodita, la ganadora, suele estar en el centro,
atractiva y con frecuencia acompañada de elementos que simbolizan el amor y la
belleza.

BIBLIOGRAFÍA:
- culturageneral.com
- enciclopediahistoria.com
- historias-arte.com
- https://youtu.be/CIVKAaZuE_o?feature=shared
- https://youtu.be/pwR44gcnWCs?feature=shared

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