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Introduccion De la herencia filos6fica al programa relacionalista y al lenguaje constructivista Ya desde sus comienzos, las ciencias sociales li- dian con una serie de pares conceptuales, como material/ ideal, objetivo/subjetivo 0 colectivo/individual. Estos paired concepts, segtin la expresién de Reinhard Bendix y Bennett Berger (1959), nos llevan a ver el mundo social de manera dicotémica, al invitarnos a elegir un frente (lo colectivo en contra de lo individual, o lo subjetivo en contra de lo obje- tivo). Ahora bien, algunos de los conceptos sociolégicos in- dagados y discutidos en Francia entre 1980 y 2010, en crea- ciones originales o en apropiaciones de trabajos extranjeros mas 0 menos antiguos, justamente proporcionaron recursos para desterrar tales oposiciones rutinizadas. Nos referiremos, pues, a “nuevas sociologias”, aunque apenas constituyan una pequenia parte de las sociologias actuales. La heteréclita galaxia de nuevas sociologfas revela dese- mejanzas tanto como semejanzas. Su respectiva cercania tiende a hacerlas participar en lo que denominaremos “re- lacionalismo metodolégico”, diferenciado de los programas mas clasicos del holismo metodolégico y del individualismo metodolégico. El léxico conocide como “constructivista” (en torno al esquema de “construccién social de la reali- dad”) cumplié un papel importante en esta galaxia, aunque no exclusivo. 20 LAS NUEVAS SOCIOLOGIAS PARES CONCEPTUALES HEREDADOS DE LA FILOSOFIA. En gran medida la sociologia surgié de las tradiciones filosé- ficas. Esto le dejé marcas conceptuales, en especial las oposi- ciones tradicionales entre idealismo y materialismo, sujeto y objeto (al respecto, véase Lalande, 1926). Tomar conciencia de esta herencia significa procurarse los recursos reflexivos para ponerla en accién dentro de un registro de conocimien- to estrictamente cientifico, vuelto auténome con relacién a Ja filosofia, y para trazar asi nuevas sendas, en vez de ser el juguete irreflexivo de esa herencia. IDEALISMO Y MATERIALISMO En la tradici6n filos6fica, el idealismo consiste en atribuir cual- quier realidad al pensamiento, mientras que, a la inversa, el materialismo toma la materia como punto de partida. La opo- sicién entre ideas y materia suele asociarse a su vez a otros pares de conceptos, como espiritu/ cuerpo, o ideal/real. Karl Marx (1818-1883) es uno de los principales autores que se remiten al materialismo en el ambito del analisis so- cioeconémico. Muy pocos textos con inflexiones simplificado- ras, como el prélogo a su Contribucién a la critica de la economia politica (Marx, 1859), obtuvieron la preferencia de muchos de sus epigonos, conocides como “marxistas”, para dar un tinte mecanicista y economicista a ese materialismo. Desde esa perspectiva, se tendria, en la base, una “infraestructura” (a lo que en 1859 Marx da por nombre “estructura econémica de la sociedad”) que determina, en sentido casual, una “su- perestructura” (en su seno: las ideas, las culturas, el derecho 0 la politica). Este tipo de planteo desempeiié un papel de cierta importancia entre las décadas de 1950 y 1970, cuan- do el debate en torno al marxismo tuvo efectos importantes en las ciencias sociales; esto se ha atenuado en nuestros dias. Con todo, la oposicién infraestructura/superestructura, que reactivaba pares més antiguos en el drea de la filosoffa, como INTRODUCCION 21 esencia/apariencia o realidad/apariencia, no carece de im- pacto atin actualmente en el seno de nuestras disciplinas, en el] modo binario de oponer una “yerdad” real (mas “dura” y més “determinante”) a una realidad mds “superficial” 0 mas “jlusoria” (mds “falsa” y mas “determinada”) Sin embargo, la obra multiforme de Marx no se deja ence- rrar en los diferentes filtros de las lecturas llamadas “marxis- tas”. En sus Tesis sobre Feuerbach (1845), Marx propone, por ejemplo, un materialismo practico (con eje en la nocién de “pra- xis”), y desplaza entonces la oposicién entre los materialismos y los idealismos anteriores. Un antropdlogo de inspiracién marxiana, Maurice Godelier (1984), expandi a las ciencias sociales de nuestros dias este planteo materialista acerca de Jas complejidades de la realidad, interesandose en la “parte ideal de la realidad”. Las nuevas sociologias relacionalistas suelen inscribirse en una senda convergente. EL SUJETO Y EL OBJETO Otro esquema clasico en filosoffa pone en escena a un sujeto frente a un mundo de objetos. En funcion de sus usos, la opo- sicién objetivo/subjetivo resulta vinculada con otros paired concepts, como individual /colectivo, voluntario/involuntario, consciente/inconsciente, 0 interior/exterior. Los usos sociolégicos se inscriben en la historia de los usos filos6ficos que los antecedieron. Retendremos dos grandes categorias de usos, que pusieron en la mira aquellos investi- gadores que buscan otras sendas en las ciencias sociales, En su doble critica contra el subjetivismo y el objetivismo, Pierre Bourdieu (1920-2002) propone, asi, dos definiciones sucesi- vas del objetivismo (Bourdieu, 1980): 1. El objetivismo “postula para si el proyecto de fijar regularidades objetivas (estructuras, leyes, sistemas de relaciones, etc.) independientes de las concien- cias y de las voluntades individuales”. En esto se 22 LAS NUEVAS SOCIOLOGIAS perciben, por un lado, regularidades, estructuras, implicitamente algo de lo colectivo y de lo externg, por el otro, conciencias, voluntades, individuos, y por ende algo de lo interno. Desde esta perspectiva, el objeti- : vismo afirma la preeminencia de lo objetivo en el anilisis de los fendmenos sociales, y el subjetivismo plantea la superioridad de lo subjetivo. 2, “El objetivismo constituye el mundo social como un j espectaculo ofrecido a un observador que adopta “un punto de vista’ a propésito de la accién y que, importando hacia el objeto los principios de su relacién con el objeto, obra como si estuviera desti- nado al mero conocimiento.” En esta definicién se contraponen mas o menos explicitamente observa- dor, espectaculo y conocimiento exterior-tedrico, con. actor, accién y conocimiento interior-practico, El objetivisme es, entonces, un modo de relacién con el objeto. sociolégico proclive a darle a priori -en especial debido a una posicién exterior que desconoce los usos practicos que lo constituyen- cierta fijeza y homogeneidad, como cosa situada alli mismo, ante uno. A la inversa, la postura subjetivista adoptaria los puntos de vista de los sujetos actuantes acerca de la accion. Por medio de esas dos definiciones criticas, objetivismo y sub- jetivismo aparecen, pues, en las ciencias sociales, como abor- dajes que pueden asociar mas o menos explicitamente dos niveles de anilisis: 1. El Ambito de la teoria sociolégica, que opone uni- versos conceptuales que remiten a dos puntos de partida distintos (preeminencia del mundo objeti- vo/preeminencia de los sujetos) en el desciframien- to de los fenémenos sociales. INTRODUCCION 23 2. El ambito de la epistemologia sociolégica, que desglosa dos posturas principales en la construccién del objeto (exterioridad del espectador/conoci- miento interno de la accién). Entonces, el reto para los socidlogos que se esfuercen por sa- lir de los trayectos tan bien sefializados es doble: 1. En la dimensi6n te6rica, mejorar la manera de dar cuenta de las relaciones entre los aspectos objetivos y subjetivos del mundo social. 2. En la dimensién epistemolégica, entablar nexos en- tre el punto de vista externo del observador, aunado con los conceptos y métodos del “laboratorio” de las ciencias sociales, y tas formas en que los actores perciben y experimentan lo que hacen durante el transcurso de sus acciones. Esa segunda dimensién insta al investigador a poner en practica una reflexivi- dad sociolégica: en su construccién del objeto él debe integrar una reflexidn acerca de su propia relaci6n con el objeto (en sus presupuestos tedricos, sus limi- taciones metodolégicas, los efectos de sus insercio- nes sociales, las dinamicas interactivas en juego con los actores observados, entre otros aspectos). EN EL CORAZON DE LA SOCIOLOGIA: LO COLECTIVO Y LO INDIVIDUAL Si, como recién sealamos, la sociologia hered6 de la filosofia cierta cantidad de paired concepis, desde sus primeros momen- tos, result6 en particular muy marcada, por la oposicién en- tre lo colectivo y lo individual, “sociedad” e “individuo”. Este debate recurrente adopté, pues, la forma de una polaridad metodolégica entre holismo ¢ individualismo. 24 LAS NUEVAS SOCIOLOGIAS UN HOLISMO METODOLOGICO Para Emile Durkheim (1858-1917), lo colectivo (0 Io social), diferenciado (en Durkheim, 1895) de lo individual, pertinen- te a la psicologia, residirfa en la base de la definicién misma de la sociologia. Lo social constituye una entidad especffi- ca: “La sociedad no es mera suma de individuos, sino que el sistema formado por su asociacién representa una realidad que tiene caracteristicas propias”. Esta sociedad, en especial porque “supera infinitamente al individuo en el tiempo tanto como en el espacio”, esta “en condiciones de imponerle los modos de accionar y de pensar que ella consagré con su au- toridad”, De esto deriva la regla de método siguiente para el socidlogo: “La causa determinante de un hecho social debe buscarse entre los hechos sociales previos, no entre los esta- dos de conciencia individual.” Mas adelante una propuesta de este tipo se vera caracterizada como un holismo metodo- légico, segiin el cual no se puede reducir “el todo” (la socie- dad) a “las partes” (“los individuos”) que lo integran. Con todo, la obra de Durkheim, asi como la de Marx, se muestra diversa, y dio pie a diferentes lecturas. En sus escritos también es posible encontrar elementos constructivistas, que prestan atenci6n a los procesos sociales de objetivacién y con- solidacin de la realidad social. Este es un aspecto sondeado por las lecturas de Francois Héran (1984) y Bernard Lacroix (1986). Por otra parte, el filésofo Philippe Vincent Descom- bes reformulé, segiin una inspiracién durkheimiana despla- zada por observaciones filos6ficas de Ludwig Wittgenstein (1889-1951), el programa holista, flexibilizindolo (especial- mente en Descombes, 2003). Semejante reformulacién niega Ja perspectiva de “una fusién de las conciencias individuales en una sola experiencia en comtin” o la de “los agentes indi- viduales en un solo agente colectivo”, pero insiste en los con- textos institucionales en los cuales cobran sentido las practi- cas individuales. Al obrar de este modo, abre posibilidades para encarar otro programa: el relacionalismo metodolégico. INTRODUCCION 25 UN INDIVIDUALISMO METODOLOGICO La insistencia en lo colectivo en la sociologia durkheimiana suscité reacciones que llamaban a anteponer los elementos individuales. Asi, se hablé de individualismo metodolégico. Raymond Boudon, uno de sus representantes mas destacados de la sociologfa francesa contemporanea, lo define: Para explicar un fenémeno social cualquiera (sea este atinente a la demografia, a la ciencia polftica, a la sociologia 0 a cualquier otra ciencia especifica), es indispensable reconstruir las motivaciones de los individuos involucrados en el fenédmeno en cuestion, y percibir este fendémeno como resultado de la suma- toria de los comportamientos individuales dictados por esas mismas motivaciones (Boudon, 1986). De esta manera, se considera a los individuos como atomos basicos del andlisis de procesos sociales, mientras que lo co- lectivo se encara como simple resultado de las actividades individuales, mediante efectos de sumatoria y de composicién, La economia (mas bien en su vertiente neoclasica, en torno al paradigma de mercado) se presenta como la disciplina de referencia, ya que esta metodologia se exhibe en ella como “tradicional”. Y con ella la sociologia comparte también el “postulado de racionalidad” de los actores dentro del marco de una teoria generalizada de la eleccién racional (Boudon y Bourricaud, 1982). Pese a todo, debemos sefialar que los trabajos de Boudon son mds complejos que una aplicacién mecanica de estos principios sistematicos y exclusivos. Sus andlisis empiricos se enriquecen més al tomar en cuenta diferentes modalidades de las relaciones sociales en contextos variados, que con la mera sumatoria de acciones individuales (asi, por ejemplo, en Boudon, 1977). A partir de un individualismo metodolégi- co de sesgo racionalista, Razmig Keucheyan (2002) se refiere, pues, a “propiedades relacionales”, asociadas a “la insercién 26 LAS NUEVAS SOCIOLOGIAS delindividuo en un sistema de interaccion que incluye a otros individuos”, del que dotaria Boudon a los individuos. Por otro lado, la concepcidn de la racionalidad del actor propues- ta por Boudon evolucion6, flexibilizandose y ampliéndose: la racionalidad instrumental (en términos de medios/fines, y costos/beneficios) parece tan sélo un caso paradigmatico de una explicacién mediante “buenas razones” contextualizadas que motivan a los actores (Boudon, 2003). En especial, el programa del individualismo metodolégico trabajé sobre sus fronteras en el periodo més reciente. Ese es, en forma més notoria, el caso del socidlogo noruego Jon Els- ter. Este tiltimo indagé los limites de la racionalidad (Elster, ed. fr.: 1987). Igualmente este autor sefalé las deficiencias de la teorfa de la eleccion racional, que por tanto debia comple- tarse con una teorfa de las normas sociales (Elster, 1989). Por su parte, el fildsofo Jean-Pierre Dupuy (1988) defendié un in- dividualismo metodolégico de la complejidad y puso el acen- to sobre “la codeterminacién del todo y las partes”: “El todo sigue resultando de la composicion de los elementos; pero es- tos dependen, simulténeamente, del todo. Ya no hay relacién de deduccién, sino de determinacién circular”. También en este caso, como en el de Vincent Descombes para el holismo, esta reformulacién puede aportar a la elaboracién de otro marco: el programa relacionalista. UNA TERCERA ViA EN SOCIOLOGIA: EL PROGRAMA RELACIONALISTA ¥ EL LENGUAJE CONSTRUCTIVISTA Con la posicién ritual de lo colectivo y de lo individual, esta en juego preeminentemente la dificultad, para las ciencias sociales, de pensar la coproduccién de las partes y del todo, Ese es un problema que planteé hace ya cierto tiempo el psicélogo Jean Piaget (1896-1980) en reflexiones sociolégicas: “El todo social no es ni la reunién de elementos anteriores ni una enti- uvrRopuccioNn 27 dad nueva, sino un sistema de relaciones en que cada una de ellas engendra, en tanto relacién misma, una transformacién de los términos que enlaza” (Piaget, 1951). Insistiendo en el término “relaciones”, Piaget nos proporciona un recurso im- portante para desplazar los términos de esta contradiccién hacia un nuevo programa: el relacionalismo metodolégico. En el periodo mas reciente, este nuevo programa reposé a menudo: sobre el vocabulario constructivista de “construccién social de la realidad”. Por sendas a veces inéditas, a veces tomadas en préstamo. de antemano (relacionalistas y, a veces, constructivistas) las nuevas sociologias intentaron, pues, eludir en particular las trampas del susiancialismo, contra el que apuntaba Wittgens- sein, El fildsofo detectaba en nuestra relacién con el lenguaje Ja tentacién de “buscar una sustancia que responda a un sus- tantivo” (Wittgenstein, 1933-1934); esto es, el hecho de con- siderar a priori que, por detras de las palabras que utilizamos (“sociedad”, “Estado”, “trabajo”, “familia”, “mercado”, “gé- nero”, “clase”, “interés”, “poder”, “individuo”, “identidad”, “subjetividad”, etc.), existen realidades homogéneas, bien de- limitadas y fijas. Contra el sustancialismo, los interrogantes de inspiracién relacionalista y constructivista orientan la mirada hacia relaciones sociales, procesos hist6ricos y una pluralidad de usos sociales. UN RELACIONALISMO METODOLOGICO NUEVO (Y ANTIGUO) E] relacionalismo metodolégico establece las relaciones socia- les como entidades primordiales, y caracteriza entonces a los actores individuales y las formas colectivas como entidades secundarias, cristalizaciones especificas de relaciones sociales tomadas en contextos sociohistéricos diversos. El programa relacionalista no es nuevo, sino que hunde sus raices en los comienzos mismos de las ciencias sociales. Esas relaciones so- ciales pudieron percibirse de distinta manera en la historia de la sociologia: “relaciones sociales” en Marx, “formas de so- 28 LAS NUEVAS SOCIOLOGIAS lidaridad social” en Durkheim, “accion reciproca” en Georg Simmel (1858-1918), relatividad del “sentido subjetivo hacia el cual se orienta el agente” al “comportamiento ajeno” en la sociologia comprensiva de Max Weber (1864-1920), dindmica de la “imitacién” en Gabriel Tarde (1 843-1904), “interdepen- dencias” en Norbert Elias (1897-1990), “interacciones cara a cara” en Erving Goffman (1922-1982) y los socidlogos inte- raccionistas, “relacin salarial” en la sociologia del trabajo de Pierre Naville (1904-1993) y de Pierre Rolle, “campos” como sistemas de relaciones en Pierre Bourdieu, “relaciones de po- der” en la sociologia de las organizaciones de Michel Crozier y Erhard Friedberg, etc. El relacionalismo podria aun estar en el nticleo medular de muchos razonamientos sociolégicos, pero la polarizacién entre holismo e individualismo dificulté su constitucién explicita como tercer programa. El relacionalismo metodolégico lleva a redefinir el objeto mismo de la sociologia: ni la sociedad, ni los individuos, consi- derados como entidades separadas, sino las relaciones entre individuos (de las interacciones cara a cara a las interdepen- dencias amplias que se da en llamar “estructuras sociales”), al igual que los universos objetivados que ellas forjan y que les sirven de sustento, puesto que son constitutivos de los in- dividuos y a la vez de los fenémenos sociales. Este programa relacionalista no “supera” en una “sintesis” de mayor grado, segiin formulas de inspiracién hegeliana usuales en las his- torias intelectuales, la oposicion entre lo colectivo y lo indi- vidual. No supera, por tanto, los programas del holismo y el individualismo metodol6gicos; ambos poseen una innegable productividad, aunque estén afectados por cierta rutinizacién y, especialmente en nuestros dias, avancen por sus margenes. En cambio, el programa relacionalista desplaza nuestra mira- da. Permite tratar dentro de un mismo marco las dimensio- nes individuales y colectivas de la vida social, pero subsisten diferencias entre esas dos grandes categorias de cristalizacio- nes de las relaciones sociales: los individuos y los colectivos. ENTRODUCCION 29 EL LENGUAJE CONSTRUCTIVISTA Un lenguaje le dio herramientas al programa relacionalista dentro de las nuevas sociologias francesas de los afios 1980- 2000: el léxico constructivista de “construccién social de la reali- dad”. Este léxico permitié desplazar algunas de las antinomias que la sociologia hered6 de la filosofia (como materia/ideal, y objetivo/subjetivo). Dentro de este marco constructivista, las realidades sociales son percibidas como construcciones hist6- ricas y cotidianas, de los actores individuales y colectivos. Dado que esta imbricacién de construcciones plurales, individuales y colectivas no obedece, por lo demés, a una clara voluntad, tiene a escapar al control de los diferentes actores alli presen- tes. El término “construcciones” remite, a la vez, a los produc- tos (més o menos durables o temporarios) de las elaboracio- nes anteriores ya los procesos en curso de reestructuracion. La hisioricidad constituye un referente fundamental en los trabajos con tonalidad constructivista. En los procesos histé- ricos, las realidades sociales son simulténeamente objetivadas € interiorizadas. Por una parte, remiten a mundos objetivados: los individuos y los grupos se valen de palabras, objetos, reglas ¢ instituciones, etc., legados por las generaciones anteriores, Jos transforman y a partir de estos crean otros nuevos, Estos recursos objetivados, y por tanto exteriorizados con relacién a ellos, obran, en contrapartida, como condicionamientos so- bre su accién, mientras ofrecen puntos de apoyo para esa mis- ma accin. Por otra parte, las ya referidas realidades sociales se inscriben en mundos subjetivos e interiorizados, constitui- dos, en especial, por formas de sensibilidad, percepcidn, re- presentacién y conocimiento. Los modos de aprendizaje y de socializacién permiten interiorizar los universos exteriores; ademas, las practicas individuales y colectivas de los actores llevan a objetivar los universos interiores. Se trata del doble movimiento sistematizado por Jean-Paul Sartre (1905-1980): interiorizacion de lo exterior y exteriorizacién de lo interior (Sartre, 1960). Los mundos sociales exteriores se caracterizan por una relativa diversidad (por ejemplo, los “campos” en Pierre 30. LAS NUEVAS SOCTOLOGIAS Bourdieu); los mundos interiores también revelan ser (mas 0 menos) plurales (en las nuevas sociologias constan diferentes inflexiones del “individuo plural”). La visién de los esquemas constructivistas aqui defendida no seria “otra cosa que representaciones”, Esta es una tenden- cia, por ejemplo, de los trabajos en que se entrecruzan las dis- ciplinas psicolégicas y las ciencias de la comunicacién, como jos de Paul Watzlawick (1981). Este tipo de constructivismos idealistas o subjetivistas suele dejar de lado los mecanismos de objetivacién, materializacién y estabilizaci6n de las rea- lidades sociales; por lo tanto, soslayan en especial la mane- ra en que los mundos de objetos que pueblan los universos sociales constituyen condicionamientos y puntos de apoyo para la accién. Si para las nuevas sociologtas relacionalistas y constructivistas las representaciones son cabales participantes en la construcci6n de la realidad social, estas no agotan esa realidad. Por otro lado, los enunciados que no hacen del mundo social otra cosa que el producto de nuestras representaciones coquetean con formas de escepticismo, y hasta de nihilismo, en cuanto a la existencia del mundo, poco compatibles con metas cientificas. Se unen asi a las tendencias, conocidas como “posmodernas”, hacia una disolucién relativista de los conceptos de “realidad” y “verdad”. El “posmodernismo” ac- tivo en el mundo angloamericano tiene poca presencia en Francia, a no ser algunas excepciones en los margenes de la sociologia como Jean Baudrillard (1929-2007)! 0 Michel Maffesoli, quien se hizo tristemente célebre al dirigir una te- sis de doctorado apologética de la astrologia: la escrita por Elizabeth Tessier, defendida en abril de 2001 (al respecto, véase Lahire, 2001). La gran mayoria de las nuevas sociolo- gias relacionalistas y constructivistas inventariadas en el pre- 1A propésito de una critica de la evolucién tos de J. Baudrillard, véase Corcuff (20024). INTRODUCCION 32 sente volumen siguen haciendo de los conceptos de “reali- dad” y “verdad” referentes de una actividad que siempre se define como cientifica. Si bien los planteos constructivistas moderados suponen un momento de deconstruccién -es decir, de indagacién de lo que se presenta como “dado”, “natural”, “intemporal”, “necesario” u “homogéneo”-, mas tarde Hevan a investigaciones acerca de los procesos de construccién de la realidad social (momento de reconstruccién). Decir que una casa esta “construida” significa sencillamente que es resultado de un trabajo humano y que no existe desde la eternidad de los tiempos; no implica que no existe, sino todo lo contrario. El lenguaje constructivista asi concebido participa en nuevas for- mas de realismo; con todo, se diferencia de las formas clasicas de positivismo, ya que plantea interrogantes a lo “dado”. Sin embargo, el lenguaje constructivista constituye tan sélo uno de los léxicos a disposicién del programa relacionalista, lenguaje ante el cual también aparecen limites.? ANTROPOLOGIAS FILOSGFICAS Y SOCIOLOGIA: UN TEMA EN SUSPENSO Sea como fuere, en el caso de las ciencias sociales Max We- ber (1904) senals la imposibilidad de un “conocimiento de la realidad desprovisto de presuposicién”, en tanto los saberes sociolégicos se constituyen “a partir de puntos de vista espe- cificamente particulares”. Entre los presupuestos en practi- ca en las investigaciones sociolégicas, est4 aquel que Weber (también en 1904) denominaba “las ideas culturales de valor con las cuales abordamos la realidad concreta”. Podriamos agregar los presupuestos antropolégicos, en el sentido filos6fi- 2 Acerca de los limites del léxico constructivista, véase el posfacio a las ediciones segunda y tercera del presente libro. 32 LAS NUEVAS SOcTOLOGIAS co de concepciones de la condicién humana. Con todo, los socidlogos contemporéneos no siempre lo perciben, debido a la creencia cientificista en una completa autosuficiencia de las ldgicas cientificas, independientemente de los presupuestos que la sociologia haya heredado de la historia filoséfica de sus conceptos como presupuestos pasibles de dejar una hue- lla no-consciente en cada sociélogo durante el transcurso de su vida. Discutida cada tanto, en gran medida esta cuestién sigue en suspenso entre las nuevas sociologias relacionalistas. Sin embargo, como se tratard a continuacién en el presente volumen, pueden detectarse presupuestos antropoldgicos en los cristales con que miran las nuevas sociologias, asi como las mis clasicas.* De esta manera, la sociologia encontraria sustento, espe- cialmente, y muy a menudo de manera implicita, en concep- tos a priori propios de antropologias filosoficas. Es cuestién de presupuestos con relacién a las propiedades de los huma- nos y de la condicién humana, que no sélo derivan del cono- cimiento empirico sino que también contribuyen a orientar- lo. Por ejemplo, los socidlogos tienden a dotar a los humanos estudiados de cualidades antropoldgicas mediante las con- notaciones de ciertos términos bdsicos de su léxico: “inte- rés”, “calculo”, “estrategias”, “disposiciones”, “habitos”, “de- seos”, “pasiones”, “placeres”, “identidades”, “competencias”, “imaginario”, “amor”, etc. En general, estos presupuestos no obedecerian a una eleccién, sino que estarian asociados a la historia de los conceptos y de las técnicas utilizadas por los investigadores. En el trabajo de un nuevo socidlogo no serian necesariamente coherentes entre si; en cambio, a menudo se revelarian mas heterogéneos, ya que surgirian de fuentes distintas, a partir de las cuales un investigador obtiene sus he- rramientas de trabajo por medio del bricolage. 3. Respecto de los presupuestos antropolégicos que actiian en Marx, Durkheim y Simmel, véase Corcuff (2007). | | INTRODUCCION 33 Reconocer esta parte antropoldgica de la mirada cientifica no es negar la autonomia de la ciencia, sino detectar elemen- tos extracientificos que contribuyen a orientar su mirada y estructurarla de antemano. Esto no anula la dindmica de pro- duccidn cientifica de saberes, sino que contribuye a delimitar el dmbito de validez de tos conocimientos producidos. Para garantizar mejor el rigor cientifico de su actitud, el socidlogo se ve llevado a tomar los caminos de la reflexividad sociolégica. Se abre una doble senda: 1) situar mejor la perti- nencia cientifica de sus andlisis con la vuelta reflexiva a sus propios presupuestos (de manera individual o colectiva, via “Jos controles cruzados” producidos por la discusién cientifi- ca); 2) metodologizar las cuestiones antropoligicas, al hacer variar los modelos sociolégicos, con préstamos tomados de variadas hipotesis antropoldgicas. Desde esta doble perspectiva, po- dria comprobarse util un didlogo con la filosofia. A lo largo de cuatro capitulos, haremos la reseiia de los principales marcos teéricos de las nuevas sociologias relacio- nalistas. El primero har foco sobre investigaciones que van de las estructuras sociales a las interacciones; el segundo cen- trara su interés en socidlogos que toman el camino contrario; el tercero se ocuparé de los grupos sociales; el tiltimo capitulo tratara de las sociologias de los individuos. Este libro no habria podido existir sin Pierre Bourdieu, Jean- Claude Passeron y Luc Boltanski. Cada uno de ellos abrié para mi nuevos horizontes sociolégicos, por fuera de las limi- taciones que durante mi juventud eran llamadas “marxistas”, y sin por eso levarme a abandonar los aportes decisivos de Marx. Al mismo tiempo, me dieron recursos para esbozar una autonomia respecto de ellos.

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