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MÓDULO 2 - FUNDAMENTOS DEL OCIO Y

DEL TIEMPO LIBRE

2.1. CONCEPTO DE OCIO


Indagar en el concepto de ocio implica remontarse a las civilizaciones griega y romana.
Partiendo de la visión de la Antigua Grecia, el ocio se reconoce a partir de Platón y Aristóteles
principalmente, cuando se atribuía al ideal de que “los hombres somos más de lo que parecemos
ser” (Gerlero, 2005).

Por su parte, a Roma le interesaba más bien la expansión imperial y el enriquecimiento personal,
reconociendo al ocio como espectáculo, tiempo y negocio, y constituyendo así al hombre completo
(Gerlero, 2005).

Así pues, etimológicamente la palabra ocio proviene del latín ōtĭum y significa permitir. Ocio es
contar con un permiso, con una licencia para hacer lo que se desee (Gerlero, 2005).

Desde la antigüedad, este concepto ha sido difícil de definir debido a la variedad de significados
que se le atribuyen: la búsqueda de nuevas motivaciones, el desarrollo de ciertos estados
emocionales como el placer, la relajación o la estimulación…, o la creación de una identidad
personal (Gerlero, 2005).

En consonancia con ello, Águila (2005) y Giddens (1995) analizan la construcción de esta
identidad personal a partir del propio ocio, teniendo en cuenta los elementos que pueden influir en
la consecución de dicho fin:

La inestabilidad, el cambio, la flexibilidad y la incertidumbre son factores que pesan


sobre todos los aspectos sociales, las relaciones íntimas, el trabajo, las formas de
pensamiento y, por supuesto, las identidades y el ocio. El ocio también puede
contribuir a la construcción de la identidad personal, pese a estar sometido a la
mercantilización de la experiencia o a las pautas culturales posmodernas que
apuestan por las vivencias hedonistas y efímeras, si elegimos un ocio crítico,
comprometido, constructivo y humanista.

Atendiendo a la definición de Dumazedier (1964), asumida por educadores y teóricos del ocio y el
tiempo libre y reconocida como clásica, entendemos ocio como:

El conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede entregarse de manera


completamente voluntaria tras haberse liberado de sus obligaciones profesionales,
familiares y sociales, para descansar, para divertirse, para desarrollar su información y
formación desinteresada, o para participar voluntariamente en la vida social de su
comunidad.

En resumen, la palabra ocio abarca tanto actividades como distracciones y ocupaciones,


dependiendo de cuatro factores:

● la importancia que le damos al ocio como desconexión del trabajo;

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● el incremento del poder adquisitivo para poder financiar el bienestar y el entretenimiento
adicional;
● el avance y la evolución de las nuevas tecnologías, que han cambiado la forma de entender el
ocio;
● el aumento de ciertas tendencias como el hedonismo hace que las personas busquen una
respuesta más satisfactoria en el disfrute del ocio.

No hay que olvidar que el ocio se encuentra sujeto en gran medida, como ocurre con otros
valores, a la ley del mercado y, de este modo, a un coste. El impulso del modelo consumista en la
sociedad de hoy en día no es del todo compatible con un modelo más dedicado a la generosidad,
más humanitario.

De este modo, el monitor de ocio y tiempo libre trabaja por y para los demás. Organiza
actividades de entretenimiento que se llevan a cabo en el marco de un proyecto educativo. Y es
que el tiempo libre y el ocio están estrechamente relacionados entre sí.

2.2. CONCEPTO DE TIEMPO LIBRE


En el caso del tiempo libre, el hecho que marcó el punto de partida en la noción de este
concepto fue la Revolución Industrial. Dicha transformación económica, social y tecnológica
originada en la segunda mitad del siglo XVIII en Gran Bretaña, condujo a la instauración del
panorama capitalista industrial, así como la instalación de los patrones de conducta socializados y
disciplinarios (Gerlero, 2005).

Esta situación conllevó a la necesidad de establecer nuevas formas de apropiación del tiempo y a
la lucha por la conquista del tiempo libre, que se definía como la reducción de las horas de
trabajo (Gerlero, 2005).

Tanto entonces como ahora, el tiempo libre es un momento privilegiado que permite al individuo

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tener libertad, conocerse a sí mismo y vivir la propia experiencia sin más restricciones que las que
impongan sus posibilidades. Esta reflexión ya la encontramos en Utopía bajo las palabras de
Thomas More (2011):

Todos son libres de ocupar como quieran las horas entre el trabajo, el sueño y las
comidas, no para malcriarlos en exceso y pereza, sino para que todos, liberados de su
profesión, puedan dedicarse a las ocupaciones de su elección […]

Verá entonces el poco tiempo que lleva producir en cantidad necesaria las cosas
esenciales o simplemente útiles, sin descuidar siquiera lo que puede contribuir al
placer, siempre que sea saludable y natural.

Frecuentemente, la sociedad tiende a considerar el tiempo libre como una desconexión necesaria
ante la sensación de opresión que le provocan las horas de trabajo o de estudio (Gerlero, 2005).

Cabe destacar que el individuo percibe favorablemente esta concepción del tiempo, que es mucho
más subjetiva. La concibe como si se tratara de una liberación momentánea traducida en una
recarga de baterías a través de las actividades realizadas durante el tiempo libre (Gerlero, 2005).

La pretensión del monitor de ocio y tiempo libre es, por lo tanto, trabajar hacia un modelo de
sociedad donde predomine la independencia y la autonomía, pero también la solidaridad, la
cooperación y la tolerancia, por medio de la educación en el tiempo libre de niños y jóvenes.

2.3. FUNCIONES DE LA EDUCACIÓN NO FORMAL


El concepto de enseñanza, entendido como el aprendizaje recibido desde la niñez, engloba
diferentes aspectos que se concretan en la educación formal y la no formal. Antes de
centrarnos en la educación no formal, daremos una pincelada a las diferencias entre ambas
(Temprano y González, 2018):

● Educación formal. Designa los lugares, el tiempo y las técnicas diseñadas expresamente
para el aprendizaje, desde una perspectiva basada en la certificación y el mérito (este es el
caso de la educación escolar, universitaria, de adultos…).
● Educación no formal. Califica los procesos de aprendizaje dentro de un sistema
estructurado y planificado fuera del sistema oficial de enseñanza, con la intención de cumplir
unos objetivos definidos previamente.

En consonancia con ello, Fernando Savater analiza, en su libro El valor de educar (1997), el
fenómeno educativo según sea informal o formal, atribuyéndose el primero al aprendizaje recibido
dentro del ámbito familiar y el segundo al proveniente de un grupo o una sola persona concreta:

El proceso educativo puede ser informal -a través de los padres o de cualquier adulto
dispuesto a dar lecciones- o formal, es decir efectuado por una persona o grupo de
personas socialmente designadas para ello.

Las actividades y los proyectos de ocio y tiempo libre forman parte de la educación no formal.
La participación es siempre voluntaria, excepto cuando se trata de niños pequeños. En estos
casos, son los padres quienes asumen la decisión (Temprano y González, 2018).

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Es así como el monitor de ocio y tiempo libre les ayuda a despertar y expresar sus intereses
mediante el aprendizaje exploratorio, siempre a través del entretenimiento y el diálogo en
asociación (Temprano y González, 2018).

Del mismo modo, las instituciones no formales dedicadas a la enseñanza deben estar abiertas a
las necesidades de los participantes, interactuando en paralelo con otras organizaciones
(Temprano y González, 2018).

Su método está basado en la cooperación y en la comunicación a partir de las dinámicas de grupo,


ofreciendo un amplio abanico de posibilidades como la educación para el ocio y el tiempo libre, la
formación comunitaria o el reciclaje profesional. El campo de actuación de la educación no
formal sería el siguiente (Temprano y González, 2018):

Puede desarrollarse en diferentes entornos en función de las necesidades y


características de los colectivos a los que va dirigida. Ludotecas, centros culturales,
casas de cultura, campamentos, actividades al aire libre..., son algunos de los lugares
donde se desarrolla la educación no formal […].

Dependiendo de los objetivos a trabajar se reconocen tres grandes funciones de la educación no


formal, según sea educativa, social o enfocada a la convivencia.

2.3.1. Función educativa

La función educativa es la base de la enseñanza y el aprendizaje de la educación no formal.


Para el monitor de ocio y tiempo libre, una actitud educativa le permitirá conducir el proyecto y los
objetivos propuestos con éxito. Mediante el desempeño de sus facultades podrá enfrentarse con
criterio a las situaciones que puedan darse dentro del grupo (Bisquerra y Pérez, 2007).

No cabe duda de que los niños y jóvenes se encuentran inmersos en un mundo en constante
cambio y necesitan de un apoyo en un ambiente estable y pedagógico, pero que a su vez les
permita tener libertad y flexibilidad, siendo esta una oportunidad para autorrealizarse.

La inseguridad, el estrés y el desánimo conducen a los adolescentes a tomar decisiones a veces


precipitadas, siendo aquí decisiva la labor del monitor. Él es quien, gracias a su forma de pensar y
a su experiencia previa, puede tratar la situación a través del diálogo y la escucha.

Por este motivo, la actitud educativa del monitor será clave en el proceso y dependerá de sus
propias habilidades y competencias para controlar las emociones del grupo. Debe transmitir
valores, definir unos objetivos, reconocer las fortalezas y las debilidades de todos, incluidas las
suyas, e implementar las acciones pertinentes (Bisquerra y Pérez, 2007).

Cabe destacar que muchas veces pueden tener lugar ciertos riesgos y consecuencias dentro de la
función educativa propia de la educación no formal. El análisis de este aspecto lo observamos
gracias a las conclusiones de Sarramona, Vázquez y Colom (1998):

Las consecuencias que se deducen de los problemas pendientes de la educación no


formal son principalmente cuatro, a modo de sendas necesidades. En primer lugar, la
de depurar la metodología de la planificación de programas; en segundo término, es
necesario realizar un riguroso análisis y evaluación de estos programas empleando
aquellos métodos de investigación más adecuados a la naturaleza de los problemas

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objeto de estudio y de acción; en tercer lugar, resulta preciso sistematizar los
hallazgos de los estudios y de los programas de intervención; por último, se ha de
asegurar una adecuada vinculación entre la teoría y la práctica cualquiera que sea el
método de investigación y de acción practicado. Estas necesidades se pueden integrar
en una sola: la necesidad de sistematizar más la educación no formal.

2.3.1.1. Práctica coeducativa

Dentro de la función educativa encontramos la práctica coeducativa, la cual gira en torno a la


concepción de la igualdad. Se trata de una proposición pedagógica en la que la formación y la
enseñanza se imparten en condiciones de igualdad independientemente del género, sin ejercer
ningún límite de aprendizaje (Instituto de la Mujer, 2008).

Pero centrándonos en la evolución que la coeducación ha experimentado dentro del sector de la


educación y en concreto en lo referido al ocio y tiempo libre, encontramos que dicho progreso se
ha dado en paralelo a los cambios producidos en la sociedad bajo el objetivo de la promoción de
las oportunidades de aprendizaje permanente para todos (Instituto de la Mujer, 2008).

Así pues, este avance hacia el desarrollo de una estrategia dual se implementa a partir de la
combinación de acciones específicas y transversales dentro del proyecto educativo de la
organización, cuya función será sistematizar, impulsar y supervisar las propuestas de actuación en
materia de coeducación (Instituto de la Mujer, 2008).

Con el objetivo de garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad, la UNESCO impulsó
la Declaración de Incheon (2015), mediante la cual analiza la idea de que el individuo se mantiene
en un constante aprendizaje, debido a las diferentes situaciones por las que pasa en su día a día.

Cualquier ocasión sirve para aprender y desarrollar competencias, si se trabaja a partir de los
cuatro pilares sobre los que se sustenta la educación a lo largo de la vida (UNESCO, 2015):

● Aprender a conocer. Desde cualquier área curricular y/o en cualquier situación de la vida
diaria se puede aprender a realizar análisis de género, visibilizando las brechas y realizando
propuestas para educar en igualdad. Esta dinámica supone también “aprender a aprender”,
ya que a medida que se entrena una mirada crítica y proactiva en corregir situaciones de
desigualdad, estas se van incorporando al repertorio de competencias de las personas como
formas de afrontamiento y relacionamiento a lo largo de la vida.
● Aprender a hacer. La adquisición de los roles de género a través de procesos de
socialización orientan hacia una forma de afrontar y de relacionarse. La coeducación dirige
hacia la práctica de la igualdad mediante acciones concretas que forman parte de la vida
cotidiana y que están llamadas a convertirse en actos y rutinas que conduzcan a ejercer y
disfrutar de una ciudadanía plena.
● Aprender a vivir juntas y juntos. La coeducación impulsa una convivencia sin relaciones
de opresión ni injusticia, desde el plano de la igualdad, del reconocimiento de la riqueza de
los puntos de vista y de la percepción diversa de la realidad de las mujeres y de los hombres,
así como a través de la comprensión de los demás, de las relaciones sanas y de la
convivencia pacífica.
● Aprender a ser. Conformar la identidad desde la libertad y el reconocimiento de que vivimos
en una sociedad compleja y diversa, donde cada persona pueda acceder a un desarrollo
integral con autonomía, responsabilidad y en entornos libres de violencia. En este sentido, la
coeducación comprende el proceso de aprendizaje como un todo, puesto que las relaciones
de género no se circunscriben a un área curricular, sino que se atraviesan todas saliendo del
ámbito formal hacia la esfera personal. La educación en igualdad resulta liberadora, dado que
trata de desmontar los estereotipos de género para educar ofreciendo todas las posibilidades
sin que ser niñas o niños suponga un encorsetamiento que restrinja las expectativas de
futuro.

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2.3.2. Función social

La educación no formal ofrece la oportunidad de rediseñar la sociedad a partir de la integración y


la inclusión, proporcionando una mayor libertad en el ámbito de la creatividad y desarrollando un
proyecto educativo que refuerce la cohesión y la convivencia entre niños y jóvenes. Esto es lo que
conocemos como la función social (Solla, 2013).

La búsqueda del desarrollo de nuevas formas de cooperación, que aseguren la participación social
y los derechos fundamentales, solo se consigue a través de la ética social y la gestión del
pensamiento no discriminatorio, que dependen, entre otras cosas, del grado de implicación de los
participantes (Solla, 2013).

No hay que olvidar que el sector del ocio y el entretenimiento también se ha visto involucrado en
las últimas décadas en este proceso de transformación del comportamiento social, ayudando a
reformular el sentido de unión, crecimiento y consolidación de grupo.

Así pues, con la idea de trabajar bajo un modelo de inclusión que mejore la práctica educativa y la
igualdad de oportunidades, el monitor debe seguir una serie de principios imprescindibles que den
la oportunidad a los niños y jóvenes de fomentar dicha inclusión a partir de las dinámicas de
sensibilización, los juegos cooperativos o el desarrollo de las normas de convivencia (Solla, 2013).

Estos principios se fundamentan en las buenas prácticas inclusivas. En este sentido, “la legislación
educativa vigente en España establece el sistema de integración educativa para atender las
diferentes necesidades formativas de los alumnos”. Entre sus elementos básicos se encuentran
(Llorent-García y López-Azuaga (2013):

● conocimiento de otras culturas;


● trabajo a través de la comunicación verbal y no verbal;
● promoción de la diversidad como un valor;
● fomento de las tareas que recogen los principios del aprendizaje cooperativo y la
participación;
● incremento de las relaciones afectivas y de confianza;
● impulso de las normas de convivencia, solidaridad y respeto;
● desarrollo de la interculturalidad;
● eliminación de los estereotipos y prejuicios.

2.3.3. Educación para la convivencia

A la hora de estudiar la educación para la convivencia partimos de la base de los beneficios que
trae una convivencia sana y digna y, sobre todo, de cómo implantarla con éxito en un grupo
(Fernández, 2004).

Esto se traduce al valor agregado para los niños y jóvenes a la hora de adquirir nuevas
habilidades, capacidades, conocimientos y confianza en sí mismos (Fernández, 2004).

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La educación para la convivencia refuerza, a su vez, la educación en valores, aumentando la
capacidad del grupo de contribuir en una sociedad democrática mediante la participación
(Martínez, 2014).

A través de una actitud de respeto y diálogo, los infantes y adolescentes tienen el poder de tomar
sus propias decisiones, sintiéndose involucrados, ejerciendo su derecho a ser escuchados y
fortaleciendo su valía personal (Martínez, 2014).

En este sentido, Acosta (2007) realiza un análisis más intrínseco del concepto, considerando la
necesidad de un aumento de propuestas que plasmen las ideas en prácticas y en dedicación para
llevarlas a cabo:

La educación en valores no es algo que se alcanza simplemente porque se piensa o


desea, sino que deben ponerse medios para llevar a cabo realmente lo que se
imagina. Sin embargo, y con ello entramos en el apartado de las consecuencias
probables, la inversión que estamos proponiendo es rentable. Lo es porque responde a
un imperativo: lograr una educación integral para todos. Pero también es rentable
porque ayuda a crear un clima de convivencia y bienestar en los centros, genera el
capital social necesario para garantizar el desarrollo, previene el fracaso escolar y
contribuye a formar ciudadanos activos de una sociedad democrática.

Del mismo modo, la educación para la convivencia ejerce de motor para la educación
democrática, pero son los propios especialistas, en este caso los coordinadores/directores y el
monitor de ocio y tiempo libre, quienes deben implementar los derechos del niño de manera
didáctica y metódica.

La Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas (1989), aborda el compromiso mundial por el avance de los derechos de la
infancia, subrayando que los niños tienen los mismos derechos que los adultos, pero al no haber
alcanzado su pleno desarrollo físico y mental, requieren de una protección especial. Dicho
simposio insta a todos los Estados a que:

Respeten y promuevan el derecho de las niñas y los niños a expresarse libremente, así

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como su derecho a ser escuchados, asegurando que sus opiniones se tengan
debidamente en cuenta, de acuerdo con su edad y su grado de madurez, en todas las
cuestiones que los afectan, y hagan participar a los niños, incluidos los que tienen
necesidades especiales, en los procesos de adopción de decisiones, teniendo en
cuenta la evolución de su capacidad y la importancia de dar participación a las
organizaciones que los representan y a las iniciativas impulsadas por los propios niños.

2.4. COMUNICACIÓN
La comunicación promueve la integridad y la identidad del propio grupo, contribuyendo a la
implementación del proyecto educativo propuesto por la organización de ocio y tiempo libre.

Es una forma eficaz de fomentar el intercambio de ideas y de promover el talento y las fortalezas,
no solo entre los niños y adolescentes, sino también entre los propios monitores, el
coordinador/director y los padres (Solla, 2013).

Así pues, para construir esta relación de calidad a través de la comunicación, se debe establecer
un compromiso que permita participar activamente en la vida en conjunto, a través del ocio, el
conocimiento, la creatividad, el encuentro y el asesoramiento, proporcionando un terreno
donde apoyarse mutuamente (Solla, 2013).

2.4.1. Comunicación con los niños y adolescentes

El cambio de valores en nuestra sociedad ha traído consigo un giro de 360° en la vida de los niños
y adolescentes, así como en las de sus familiares. Este hecho ha provocado una nueva forma
natural de promover la comunicación y la relación con las personas y con el propio entorno, por
medio del desarrollo de un conjunto de conductas aprendidas desde la infancia: las habilidades
sociales.

Por ello, la contribución del monitor de ocio y tiempo libre en la creación de un espacio adecuado
que fomente el encuentro personal, la comunicación y la relajación será primordial. Además, les
ayudará, independientemente de su edad, a desarrollar dichas habilidades sociales, talentos e
intereses a través de las actividades y los talleres propuestos en el proyecto común.

Cabe destacar que desde muy temprana edad, entre el 10-14% de los niños menores de 6 años
manifiestan un trastorno evidente de la comunicación, lo cual puede interferir en su desarrollo del
lenguaje, en su rendimiento escolar y en sus relaciones sociales (Aguilera y Busto, 2012).

Del mismo modo, aquellos niños que no padecen ningún impedimento también pueden mostrar
carencias en las habilidades sociales, entendiendo la falta de estas como un mal aprendizaje,
muchas veces causado por una timidez excesiva, baja autoestima o miedo a no encajar (Aguilera
y Busto, 2012).

Entre los adolescentes también ocurre. Durante esta etapa, el apoyo profesional es primordial
para estructurar la vida cotidiana. A día de hoy, el comportamiento de la mayoría de los jóvenes
está ligado a los diferentes espacios y recursos que las nuevas tecnologías permiten,
convirtiéndose en una rutina mediante la cual socializarse y expresarse.

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No obstante, el uso excesivo de las redes sociales trae consigo una serie de beneficios y de
riesgos, llegando a considerarse en muchas ocasiones una adicción (Lázaro, Mora, y Sorzano,
2012).

Normalmente, estas plataformas facilitan la conexión entre ellos, les aportan información y
recursos sobre temas que consideran importantes, pero también les exponen al ciberacoso, a la
soledad y a la retirada del entorno social (Lázaro, Mora, y Sorzano, 2012).

2.4.2. Comunicación entre monitores

Para que la unión del grupo sea fructífera, la relación entre los propios monitores debe ser
ejemplar, ya que será el modelo de comportamiento a seguir por parte de los niños y jóvenes.

Los puntos clave dentro de la comunicación entre los monitores son la integración y la igualdad,
para así poder establecer un clima adecuado. El foco principal de este ambiente será la relación
como base del aprendizaje social, que se desarrolla a través de las habilidades sociales
mencionadas anteriormente.

Para lograrlo, desde su labor de dinamizadores de grupos, los monitores deberán trabajar
conjuntamente a través de los siguientes mecanismos de aprendizaje (Peñafiel y Serrano,
2010):

● Aprendizaje por experiencia directa. Deberán tener en cuenta que las conductas
interpersonales se dan en función de las consecuencias de cada comportamiento social que
se dé en el grupo.
● Aprendizaje por observación. En este caso, las conductas de relación son el resultado de
la exposición del niño y del adolescente a lo largo de su desarrollo ante modelos significativos
muy variados. Por eso es importante que la relación entre los monitores sirva como patrón de
seguimiento.
● Aprendizaje verbal o instruccional. Como profesionales capacitados que son, los
monitores deberán tener asimilado que los niños y jóvenes aprenden a través de lo que se les
dice, es decir, mediante el lenguaje oral. Para ello, tendrán que confeccionar una serie de
preguntas, instrucciones, incitaciones, explicaciones o sugerencias que contribuyan en la
cohesión y comunicación del grupo. Es una forma no directa de aprendizaje.
● Aprendizaje por retroalimentación interpersonal. Consiste en la reacción, por parte del
niño o adolescente, hacia la conducta que los monitores muestran. Esta interacción ayuda a la
corrección de los miedos e inseguridades del grupo.

Tanto el comportamiento como la relación entre los monitores debe ser un ejemplo de la defensa
de la igualdad en las relaciones humanas, garantizando el apoyo a los participantes a partir de un
punto de vista socioterapéutico (Peñafiel y Serrano, 2010).

De este modo, deben actuar en defensa de los intereses propios del grupo, expresando de forma
sincera y agradable los sentimientos comunes y poniendo en práctica sus derechos personales, así
como los de los niños y jóvenes (Peñafiel y Serrano, 2010).

2.4.3. Comunicación con el coordinador/director

Dentro del equipo de trabajo, la relación entre el monitor de ocio y tiempo libre y el
coordinador/director ha de expresarse como la mejora continua de la gestión y la organización
del grupo.

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Así pues, si la armonía entre los monitores es transcendental para el desarrollo óptimo del
conjunto, la existente entre estos y el coordinador/director ha de ser óptima.

La comunicación de estos deberá estar ligada al respeto, la honestidad y la divulgación de las


normas de la organización, ya que el coordinador/ director siempre será la representación de la
autoridad que vela por la integración y la promoción de los diversos valores entre los niños, a
través del diálogo con los monitores (Olmedo, 2013).

Este proceso se desarrollará siempre en equipo. Los monitores desempeñarán sus tareas desde
una relación de igualdad, aunque siempre dirigidos por otra figura que asumirá las funciones de
coordinación, dirección, planificación y representación del grupo (Olmedo, 2013).

2.4.4. Comunicación con los padres

Para los más pequeños, el hecho de permanecer separados de sus familias durante un tiempo es
difícil de sobrellevar. Por este motivo, la labor de los monitores, y su interacción con los padres,
será crucial para que los niños puedan vivir y aprovechar esta experiencia al máximo y para que
los progenitores se sientan con confianza.

Es importante tener en cuenta previamente que todo depende del tipo de proyecto que se va a
desarrollar, del tiempo y del espacio en el que tendrá lugar.

No son lo mismo los talleres extracurriculares en colegios o centros de ocio, por ejemplo, que otras
actividades de mayor duración, como los campamentos de verano urbanos, en el extranjero o de
voluntariado.

Según Temprano y González (2018), es necesario que tanto el coordinador/director como los
monitores establezcan un primer contacto con los padres antes del comienzo del programa,
mediante una reunión a modo de entrevista, en la cual se presentará el proyecto a realizar.

En esta primera fase también se comentarán las normas generales del mismo, se dará a conocer
al resto del personal de la organización y se visitará, a ser posible, el entorno donde se pondrán en
marcha las actividades (Temprano y González, 2018).

Una vez iniciado y durante su desarrollo, el monitor realizará un seguimiento individualizado de los
participantes: estado de ánimo, relación con los compañeros, motivaciones, cumplimiento de las
expectativas, etc. Toda esta información la redactará en unas fichas de las sesiones que hará
llegar a los padres, junto con las fotografías de las actividades que se lleven a cabo (Temprano y
González, 2018).

Tras el fin de dichas sesiones didácticas, el monitor evaluará el proyecto en sí junto al


coordinador/director. Se hará entrega de un cuestionario tanto a los padres como a los
participantes, así como de información estadística, y se indicarán las actuaciones de mejora
previstas. Una vez hecho esto, se realizará una reunión final con el equipo al completo y los
padres (Temprano y González, 2018).

Llegado el día de la clausura y la muestra de resultados, se expondrán los trabajos realizados, los
collages, las imágenes de las actividades... Se hará entrega de los diplomas y las orlas a los
participantes y del manual de buenas prácticas a los padres. En algunos casos, se celebrará el

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“día de la familia” con la representación de un teatro o de un festival de canciones al público
(Temprano y González, 2018).

Finalizado el programa, se procederá a realizar un seguimiento de los participantes, con


notificaciones periódicas acerca de nuevas actividades (Temprano y González, 2018).

RESUMEN
● Indagar en el concepto de ocio implica remontarse a las civilizaciones griega y romana.
Etimológicamente, dicha palabra proviene del latín ōtĭum y significa permitir.
● El hecho que marcó el punto de partida en la noción del concepto de tiempo libre fue la
Revolución Industrial, atribuyéndolo a la lucha por la reducción de las horas de trabajo.
● La educación no formal califica los procesos de aprendizaje dentro de un sistema
estructurado, con la intención de cumplir unos objetivos definidos previamente por medio de
la función educativa, la social o la enfocada a la convivencia.
● La función educativa es la base de la enseñanza y el aprendizaje de la educación no formal.
Para el monitor de ocio y tiempo libre, una actitud educativa le permitirá conducir el proyecto
y los objetivos propuestos con éxito.
● Dentro de la función educativa encontramos el uso la práctica coeducativa, la cual gira en
torno a la concepción de la igualdad independientemente del género, sin ejercer ningún límite
de aprendizaje.
● La función social de la educación no formal ofrece la oportunidad de rediseñar la sociedad a
partir de la integración y la inclusión, desarrollando un proyecto educativo que refuerce la
cohesión y la convivencia entre niños y jóvenes.
● La educación para la convivencia permite a los niños y jóvenes adquirir nuevas habilidades,
capacidades, conocimientos y confianza en sí mismos.
● La Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas (1989), insta a todos los Estados a que “respeten y promuevan el derecho de
las niñas y los niños a expresarse libremente, así como su derecho a ser escuchados”.
● El monitor deberá crear un espacio adecuado que fomente el encuentro personal, la
comunicación y la relajación, para así ayudar a los participantes a desarrollar sus habilidades
sociales, talentos e intereses.
● Para que la unión del grupo sea fructífera, la relación entre los propios monitores debe ser
ejemplar, siendo dos de los puntos clave la integración y la igualdad, para así poder
establecer un clima adecuado de convivencia.
● La comunicación entre el monitor y el coordinador/director deberá estar ligada al respeto, la
honestidad y la divulgación de las normas de la organización.
● La interacción del monitor con los padres será crucial para que los niños puedan vivir y
aprovechar esta experiencia al máximo y para que los progenitores se sientan con confianza.

AUTOEVALUACIÓN
Contesta las siguientes preguntas y practica las bases teóricas de este capítulo. No olvides
analizar y responder de acuerdo a lo que entendiste.

1. Etimológicamente, ¿de dónde proviene la palabra ocio y cuál es su significado principal?


2. ¿Por qué se relaciona la Revolución Industrial con el concepto de tiempo libre?
3. ¿Cuáles son las tres grandes funciones de la educación no formal?

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4. Entre el 20-24% de los niños menores de 6 años manifiestan un trastorno evidente de la
comunicación, lo cual puede interferir en su desarrollo del lenguaje, en su rendimiento escolar
y en sus relaciones sociales. ¿Verdadero o falso?
5. Según Peñafiel y Serrano (2010), la integración y la igualdad son la base de la comunicación
entre los monitores y para lograrlas los educadores deberán trabajar conjuntamente a través
de los mecanismos de aprendizaje. ¿Cuáles son?

SOLUCIONARIO
1. Etimológicamente, ¿de dónde proviene la palabra ocio y cuál es su significado
principal?

Etimológicamente, la palabra ocio proviene del latín ōtĭum y significa permitir. Ocio es contar con
un permiso, con una licencia para hacer lo que se desee.

2. ¿Por qué se relaciona la Revolución Industrial con el concepto de tiempo libre?

Porque la Revolución Industrial marcó el punto de partida en la noción de este concepto. Dicha
transformación económica, social y tecnológica originada en la segunda mitad del siglo XVIII en
Gran Bretaña, condujo a la instauración del panorama capitalista industrial, así como la instalación
de los patrones de conducta socializados y disciplinarios.

3. ¿Cuáles son las tres grandes funciones de la educación no formal?

Las tres grandes funciones de la educación no formal son la función educativa, la función social y
la función enfocada a la convivencia.

4. Entre el 20-24% de los niños menores de 6 años manifiestan un trastorno evidente


de la comunicación, lo cual puede interferir en su desarrollo del lenguaje, en su
rendimiento escolar y en sus relaciones sociales. ¿Verdadero o falso?

Falso. La respuesta correcta es entre el 10-14% de los niños menores de 6 años.

5. Según Peñafiel y Serrano (2010), la integración y la igualdad son la base de la


comunicación entre los monitores y para lograrlas los educadores deberán trabajar
conjuntamente a través de los mecanismos de aprendizaje. ¿Cuáles son?

Los mecanismos de aprendizaje que dichos autores definen son el aprendizaje por experiencia
directa, el aprendizaje por observación, el aprendizaje verbal o instruccional y el aprendizaje por
retroalimentación interpersonal.

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