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Pregones de Lima, al rescate de una ciudad que ya no existe

Las antiguas tradiciones limeñas en forma de canciones populares y pregones, en voz de los viejos
vendedores ambulantes, se esfumaron con el tiempo, pero un grupo de eruditos se ha propuesto rescatarlos.

Misturera y Zahumadora Misturera y Zahumadora

El escritor peruano Ricardo Palma ya se lamentaba a finales del siglo XIX en su libro Tradiciones peruanas de
que, con la desaparición de los pregones, Lima "había ganado en civilización, pero perdido poesía". Estas
coplas se iniciaron en el siglo XVI, cuando la pujante capital del Virreinato atrajo a multitud de comerciantes
que anunciaban "sobre todo productos alimenticios", según dijo en entrevista con Efe el historiador y
escritor Luis Enrique Tord. Cada producto tenía su canto, así como cada vendedor su traje y un perfil
específico, tal y como se observa en las acuarelas que Pancho Fierro pintó en la Lima decimonónica. La
tamalera, por ejemplo, montaba en mula y de ella colgaban sendas canastas con tamales criollos y serranos.
Además, cada producto tenía un horario que estaba regulado por los hábitos de la ciudad, "que los
comerciantes conocían y aprovechaban", explicó Tord. La lechera era la primera en llegar, a las 6 de la
mañana; sin embargo, "los dulces no aparecían hasta la tarde, después del almuerzo", añadió. Ricardo Palma
lo plasmó en sus escritos: "para saber la hora no se consultaba el reloj, sino
los pregones que los vendedores ambulantes recitaban". Según Tord, esta tradición surge del cruce de "la
tendencia indígena a hacer el Ccatu (mercado en Quechua) en la vía pública" y de "la influencia árabe de
ofrecer los productos gritando y cantando" que existía en las ciudades de la cuenca mediterránea y que los
españoles llevaron a Perú. Hoy ya no se escuchan los viejos refranes en Lima, por eso la empresa española
eléctrica Endesa, impulsada por el empeño de varios eruditos como el escritor Luis Enrique Tord y el músico
Luis Alva, ha apoyado la edición del libro de colección "Lima y sus Pregones", que cuenta la historia de estas
tradiciones. La obra también consta de un disco compacto y vídeo con los temas musicales, así como una
selección de acuarelas de Pancho Fierro.

Estas coplas se iniciaron en el siglo XVI, cuando la pujante capital del Virreinato atrajo a multitud de
comerciantes que anunciaban "sobre todo productos alimenticios", según dijo en entrevista con el historiador
y escritor Luis Enrique Tord.

Esto ha sido posible gracias al legado de la compositora lírica Rosa Mercedes Ayarza de Morales, nacida en
1881 en Lima y quien recuperó a principios del siglo XX los pregones que había escuchado en su infancia.
Según Tord, Rosa Mercedes fue "una niña prodigio que, con ocho años, interpretaba al piano composiciones
importantes de tipo clásico y popular en los salones de la época". Vivió, además, el proceso de reconstrucción
nacional que siguió a la Guerra del Pacífico, una etapa de evolución política e intelectual en la que, a la
manera romántica, se reivindicaba la historiade Perú a través de las artes.

Como parte de ese movimiento, Ayarza de Morales se dedicó al rescate de la música tradicional que
amenazaba con desaparecer, pues hasta entonces sólo se trasmitía "de forma oral por grupos de negros y
zambos que siempre fueron el baluarte de la música criolla", explicó el escritor peruano.

Así surgieron los "Antiguos Pregones Limeños", un programa de composiciones originales estrenado el 30
de noviembre de 1937 en la sociedad "Entre Nous", y en los que, según Tord,"Rosa Mercedes estiliza el
original y crea una obra de arte". Estas piezas musicales han sido recogidas por voces contemporáneas de la
lírica peruana en el trabajo recién editado, con la colaboración de la agrupación Pro lírica y de alumnos de la
propia Ayarza de Morales, como el barítono ArmandoVillanueva. Tord destacó la "importancia" de
conservar estos pregones, y añadió: "Tienen su lugar en la reconstrucción de lo que podríamos llamar la
identidad nacional".

En definitiva, se trata, en palabras del historiador, de la reencarnación "de una Lima que se fue": una urbe
boyante, alegre y colorista, que un día fue capital del Virreinato y que en 1998 le valió el título de Patrimonio
de la Humanidad por la Unesco.
Aquí esta ¡Tamales…!
(Aquí esta) ¡Tamales…!
La picantera ¡La tamalera llegó…!
¡La tamalera suá… ve!
Con su rico picante Casera, rico tamal.
Traigo charqui, ¡Tamalera suá…!
Camarones en ceviche, Casero, rico tamal
a medio y a real.
Traigo mote pelado,
Todo bien sazonado ¿Quién me llama aquí…?
¿Quién me llama allá…?
¿Quién me llama así?:
Yo soy Leonor,
Y no hay nadie «¡Tamalera suá…!»
Que guise como yo
(¡Que negra tan presumida eh'!) De a dos pesos
le hago los tamales
muy especiales,
No, no es que yo sea,
diga usté
Negra presumida
Es que se comenta pa’ cuándo los quiere
Por donde voy que yo se los traeré.

De a dos pesos
"Hay muchas picanteras
le hago los tamales
Pero ninguna como Leonor"
(¡Que negra tan más especiales,
Presumida e'!) diga usté
pa’ cuándo los quiere
que cumpliré.
No, no es que yo sea negra,
Negra presumida
Tienen huevo y pichones
Es que se comenta
Por donde voy y maní y aceitunas,
"Hay muchas picanteras pida usté,
Pero ninguna como Leonor" que se los traeré.
Como la Leonor Son de masa blandita.
Como la Leonor Son de pura manteca.
Muchas picanteras Diga usté
Pero ninguna como Leonor cuántos le traeré.
Charqui, mote y
Ceviche de pescado Mañana vendré,
Todo lo que habia ya mi venta terminé.
Se ha terminado,
Vamos pues,
Es un gran negocio el la noche está fría
Picante y quiere llover.
Volveré la semana
Entrante . ¡Tamales…!
Es un gran negocio el ¡Tamales…!
Picante
La tamalera se va…
(El picante)
¡No hay naides que se quede
El picante, el rico picante
(el picante) sin saborear mis tamales…!
El picante, el rico picante
Ya se va
(Ya se va)
La picantera

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