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Poemas infantiles sobre la importancia de la 2. Mano sobre mano, de Estefy.

familia
1. La familia
¿Qué es la familia?, preguntaste
una tarde justo aquí
Podemos compartir una misma casa
y mirándote de cerca,
o estar en casas diferentes.
muy segura respondí:
“una mano sobre otra,
Podemos vivir cerca
otra mano y otra más”.
o separados por la distancia.

La mano que te acaricia,


Podemos vernos todos los días
es la mano de mamá,
o algunos días a la semana.
que te acomoda los rizos
que el viento despeinará,
Podemos tener hermanos de sangre
la que tan fuerte sujetas
o hermanos de corazón.
en cada paso que das.

Podemos salir juntos de paseo


Esta mano firme y tierna,
o encontrarnos cuando el paseo termine,
es la mano de papá,
para contarnos lo divertido que fue.
que no para los penaltis
que con fuerza tú le lanzas;
Lo importante es que podemos
la que por tus sueños vela
y que nos queremos.
y toda sombra rechaza.

Aunque la vida nos sorprenda con


situaciones diferentes,
el amor y el compromiso son los que nos
hacen sentir
que somos una verdadera familia.
3. A mi padre, de Pablo Neruda 4. El abuelo, de Estrella Montenegro

A Dios doy gracias por ser mi padre. Por leernos tantos cuentos
Por tus reproches y consejos. al abuelo le crecieron los ojos
Por el bien que me enseñaste y los esconde tras unas gafas.
y de mi ser siempre cuidaste.
Como le falta pelo en la coronilla
Por ser padre bondadoso, se dejó crecer el de la barbilla.
lleno de paz y sabiduría.
Porque amas la verdad. Tiene un no sé qué y un qué se yo
Justicia y rectitud en demasía. que hace que me pegue a él
como el pan a la mantequilla.
Por ser mi padre amado
y enseñarme la caridad. Tiene ademanes de gran mago
le salen duendes de los calcetines
Sentimientos nobles te cubren. Y para que no escapen
No conoces la maldad. camina despacio con su bastón.

Caballero noble y parco, ¡Un gato! Tiene también…


me enseñaste a luchar.
¡Un gato!
Aspirando siempre a lo más alto
y a mis sueños no renunciar. Al que le gusta dormir

Por aborrecer todo lo malo. al lado de sus ¡zapatos!


Por tus celestiales valores.

Por guiarme de la mano


en senderos llenos de flores.
Poemas familia
5. Mi familia 7. Mi abuela es un hada, de Gloria Fuertes

Porque nos queremos, Mi abuela Mariana,


porque nos cuidamos, tiene una cana,
porque estamos juntos cana canariera.
nada es complicado.
Mi abuela Mariana,
Porque con un beso, me cuenta los cuentos
con una mirada, siempre a su manera.
todo pasa a ser Yo la quiero mucho,
un cuento de hadas. yo la quiero tanto.
Me ducha, me peina
Porque si estamos juntos, y me lleva al campo.
entre todos formamos
este pequeño mundo Me enseña canciones,
que “familia” llamamos. me ayuda a estudiar,
dice poesías,
solemos jugar.
Luego por la noche
mi abuela me vela,
6. Cinco letras tiene un ángel, de Patricia un cuento me cuenta
Aracely Abundis
y cuando me duermo,
me apaga la vela,
Cinco letras tiene un ángel,
Mariana mi abuela.
que me cuidó en su vientre,
Mi abuela Mariana,
me llevó por mil caminos,
de paja el sombrero,
me enseñó a ser valiente.
el traje de pana,
mi abuela Mariana
no parece abuela,
me parece un hada.
RESPETAR A LOS PADRES CONVIVENCIA
Tus padres quieren tu bien QUE CADA HOMBRE DIGA LO QUE PIENSA,
aunque te causen enojo. QUE CADA GRUPO GRITE LO QUE SIENTA,
Si te llevan la contraria QUE CADA PUEBLO CANTE SU ESPERANZA
no seas irrespetuoso. RESPETANDO DE TODOS LA CONCIENCIA.
NO ME MOLESTA EN NADA LO QUE PIENSAS,
El respeto es necesario, NO ME OFENDE QUE SIENTAS COMO
SIENTAS,
en la vida es primordial.
TUS ESPERANZAS SON MIS ESPERANZAS
Si quieres que te respeten
Y POR ELLAS MARCHAMOS A CONCIENCIA
empieza por respetar.
ES IMPOSIBLE QUE MI PENSAMIENTO
AL TUYO SEA IGUAL, PERO RESPETO
Los insultos, amenazas
TU FORMA DE PENSAR, SENTIR Y ACTUAR,
y malas contestaciones
PORQUE SI HAY COSAS QUE DE TI YO
harán sufrir a tus padres ACEPTO
y herirán sus corazones. TAMBIÉN HAY OTRAS EN LAS QUE DISIENTO
MAS NO POR ELLO TE HE DE RECHAZAR
Si es así como procedes Fernandoelgrande
dos veces no lo has pensado.
Respetar a nuestros padres
debe ser algo sagrado.
Violencia familiar Violencia

Tragedias que se ocultan, que dan pena Tú que me prometías con toda
tratar de ventilarlas con parientes, tu vida, una historia de amor leal
amigos o vecinos, si indulgentes Hoy me siento destrozada,
se callan el secreto que envenena. como si fuera un accidente fatal
Yo que fui honesta, compañera por
Si miles de mujeres, en cadena el bien y especial mente por el mal
lucharan por dejar de ser valientes Como te atreves a lastimarme, sabiendo
y van a denunciar a delincuentes que mi amor no te puede engañar
que abusan, sin castigo ni condena, Mi mente está confundida por el
daño que mi cara fuera a recalcar
la ley protegería al desvalido
tan pronto se interpele en la demanda, El dolor sinceramente no lo cinto, pero
testigo y testimonio consabido. a mi corazón como le pudiera explicar
Rompiste los valores que en la vida
Y nada ganará la esposa blanda, las leyes de dios nos fueran a entregar
si dócil, al arribo del marido, Sinceramente eres un cobarde, tú lo sabes,
se entrega, prosiguiendo la parranda. que a una madre no se debe humillar
Yo recuerdo que llagaste como un
La ley es la que manda: ángel lindo de esos que vienen del cielo
es tiempo de acabar con los abusos Pero ahora eres un problema, como un
trocando golpeadores en reclusos. nudo que se empeña en mi largo pelo
No sabré decirte si algún día mi
Angel. corazón pudiera realmente perdonar
El Armador de Sonetos. Solo sé que esta experiencia ni siquiera
a ti, me gustaría que te fuera pasar
Si te prestara mis tacones por un día,
tus amigos se empezarían a burlar
Como crees que me siento cuando me miro
en el espejo, el llanto no lo puedo ocultar de hombres dormidos.
Pondré mi frente muy en alto, para que
dios con su amor me pudiera alumbrar Si supieras que ese río corre
has lo que quieras con tu vida, los moretes y que es como nosotros
desaparecen pero tu amor no lo puedo o como todo lo que tarde o temprano
rescatar
tiene que hundirse en la tierra.
Jorge A Aguilera

Tú no sabes,
Atado a la orilla
pero yo alguna vez lo he visto
Andrea Cote
hace parte de las cosas
que cuando se están yendo
Si supieras que afuera de la casa,
parece que se quedan.
atado a la orilla del puerto quebrado,
hay un río quemante
De Conversación a oscuras
como las aceras.
Horacio Benavides

Que cuando toca la tierra


Te metieron en una bolsa negra
es como un desierto al derrumbarse
y te llevaron al monte
y trae hierba encendida
para que ascienda por las paredes,
yo por entre los matorrales los seguí
aunque te des a creer
que el muro perturbado por las enredaderas
Los hombres decían chistes
es milagro de la humedad
cavaban y reían
y no de la ceniza del agua.

Cuando las cosas empezaron a calmar


Si supieras
fuimos al monte y te trajimos a la casa
que el río no es de agua
para que no te sintieras solo, hermano
y no trae barcos
ni maderos,
Ahora estás en el solar
sólo pequeñas algas
crecidas en el pecho
A tu lado sembramos un ciruelo, día a día
el que da las frutas que tanto te gustan no pasara.

y todos los días lo regamos con agua Cuestión de estadísticas


y con lágrimas Piedad Bonnett

La pregunta Fueron veintidós, dice la crónica.


Mery Yolanda Sánchez Diecisiete varones, tres mujeres,
dos niños de miradas aleladas,
Te han tirado al patio de las ranas. Sobre ti, sesenta y tres disparos, cuatro credos,
pompas de jabón. Te preguntabas por qué
las gallinas son tristes y van con una queja tres maldiciones hondas, apagadas,
eterna. Hoy te picotean y no saben qué eres. cuarenta y cuatro pies con sus zapatos,
Alguien te habrá mirado por última vez como
un mal recuerdo. Nunca supiste estar de pie, cuarenta y cuatro manos desarmadas,
no te gustaba estar pendiente. Sin embargo, un solo miedo, un odio que crepita,
te acostumbraste a dormir con ropa por si te
sacaban con el sueño. y un millar de silencios extendiendo
sus vendas sobre el alma mutilada.
De El crecimiento del vacío
Néstor Raúl Correa Chengue
Camila Charry
Haz como si los cuerpos que bajan por el río
con gallinazos En la radio anuncian que han tomado el
pueblo.
no fueran de nadie
Que hubo explosiones
hija mía.
restos de carne que se estrellaron contra
otros cuerpos.
Como si el ruido de cráneos en las fosas Que todo fue muy rápido.
se pareciera al silencio Que las gallinas dejaron en el aire
que hay en el silencio después de arder bajo el estallido
hijo mío. sus plumas como un ala de neblina
que no permitió ver con claridad
Como si lo que pasa cuántos muertos fueron.
Que fue un horror no haberlos visto bien.
Que deberán regresar en la madrugada para Porque allí no había mano,
contar los cuerpos
sólo unos ojos hondos,
adivinar las formas entre los fragmentos
muy hondos, que parecían
en pleno domingo,
preguntarle algo a Dios.
sin día de descanso,
sin recibir un pago adicional.
Llanura de Tuluá
Dijeron, en la radio, que la vida nunca es
justa. Fernando Charry Lara

Los que tienen por oficio lavar las calles Al borde del camino, los dos cuerpos

José Manuel Arango uno junto del otro,


desde lejos parecen amarse.

Los que tienen por oficio lavar las calles


(madrugan, Dios les ayuda) Un hombre y una muchacha, delgadas

encuentran en las piedras, un día y otro, formas cálidas


regueros de sangre tendidas en la hierba, devorándose.

Y la lavan también: es su oficio Estrechamente enlazando sus cinturas


Aprisa aquellos brazos jóvenes,
no sea que los primeros transeúntes la pisen se piensa:
soñarán entregadas sus dos bocas,
Hospital Militar sus silencios, sus manos, sus miradas.
Maruja Vieira

Mas no hay beso, sino el viento


¡Dios, qué mano tan fría! sino el aire
dijo el soldado herido. seco del verano sin movimiento.

En la silla de ruedas su figura Uno junto del otro están caídos,


sería un árbol joven muertos,
con las ramas cortadas. al borde del camino, los dos cuerpos.
mi amor era más grande y tu belleza
Debieron ser esbeltas sus dos sombras rural crecía con el sufrimiento.
de languidez ¿Ahora quién podrá negarme
adorándose en la tarde. tu combate nocturno?
¿Quién podrá quitarme de las manos
Y debieron ser terribles sus dos rostros el puñado de tierra empapada en sangre
frente a las de mis hermanos y esa rama verde
amenazas y relámpagos. que antes de partir arranqué de tu seno?

Son cuerpos que son piedra, que son nada, Parábola de los dos hermanos
son cuerpos de mentira, mutilados, Víctor Gaviria
de su suerte ignorantes, de su muerte,
y ahora, ya de cerca contemplados, Había una vez dos hermanos que negociaban
ocasión de voraces negras aves. con ganado robado, vaya a saber sus
razones.
Descontento de cuentas, el menor se peleó
Patria violenta
con su hermano mayor,
Jorge Gaitán Durán
y contrató unos hombres para que lo
mataran.
Violenta patria mía: Un niño, como siempre, fue testigo del
en mí creció tu amor tardío crimen,

como una bocanada de perfume salvaje. y los hombres fueron descubiertos.

Todo estaba impregnado de ti, El hermano menor huyó de su casa,

el mar, los cien países los asesinos de su hermano huyeron


también, rastreando su pista,
que conocí, con tu dolor siguiéndome
hasta hallarlo en otra vereda cercana, tan
como si fuera ya mi propia sombra. mísera
Me bastaba nombrarte y ya tenía y tan próspera como la anterior.
el gusto de tu piel: un sabor a panal Pidieron plata por su silencio,
colgado en los fragmentos de los árboles. él les envió dinero en un sobre. La lengua
Mientras más me alejaba de tu suelo les picaba y les daba vuelta en la boca
más me reconocía en tu destino, por decir el hecho escandaloso,
entonces el hermano menor contrató a otros Homenaje a David Quintana
hombres
para que mataran a los primeros hombres.
La sangre baja por la loma
Los asesinos fueron a su vez asesinados,
y alcanza a dar la curva completa.
sorprendidos por los segundos hombres
cuando menos Los niños al lado del nicho de la virgen

lo esperaban. miran atentos al hombre en el suelo.

El hermano menor descansó aliviado, Uno con la camiseta de Slayer y las manos en
los bolsillos
pero los segundos asesinos eran todavía más
pobres analiza la moto en el pavimento.

y más despiadados, Las señoras con las manos cruzadas

y pidieron dinero por su doble silencio. miran atentas a los de la Sijin

Entonces el hermano buscó entre la gente que toman fotos del rostro para identificarlo.

a otros hombres peores, Los números, como en las películas, marcan


los puntos relevantes.
habló de paso con ellos,
El morral todavía en su espalda,
pero los segundos hombres desconfiaron a
tiempo el casco puesto,

y lo mataron frente a su casa, Las manos que ya no se aferran del manubrio


de la moto agarran el vacío.
la que era apenas su casa transitoria,
y fue hallado su cuerpo entre el rastrojo,
Empieza la lluvia.
frío y tieso como un palo.
La gente se resguarda en los techos.
Los segundos hombres se dispersaron en el
acto Hombres con trajes blancos se llevan el
cuerpo
y se disolvieron entre la gente.
que ya no es Juan David Quintana.
Los terceros hombres son cualquiera,
nosotros, La moto queda intacta.

los justos, La sangre se mezcla con el agua.

todavía más pobres y más despiadados. Alguien dice que El Señor sabe hacer sus
cosas.
Nadie tendrá que lavar el suelo.
Poema amarillista
Santiago Rodas
Monólogo de alguien sin voz
Darío Jaramillo Agudelo
la noche clara cambia los labios de posición
rabia
Mi tierra ya no es mi tierra.
y el cielo azul y en algunos espacios
Fui expulsado de ella, salí a medianoche sin amarilloso
rumbo,
nos cobija
salvando la vida como si mi vida valiera
alguna cosa.
El resto lo perdí, la casa, los muebles, en coro corro a la calle que inunda los
sentimientos empapelados
las fotos y las cartas que me conectaban con
los muertos de mi sangre. las emisoras desaforadas
Todo quedó abandonado, emiten sus extras
de alguna manera muerto,
muerto como yo que comencé a morir la ciudad es un océano de sangre
entonces.
Salí con las manos vacías, sin tiempo para
llorar, La patria

también sin pasado salí de esta tierra que ya María Mercedes Carranza
no es mía.
El espejo de esta casa se niega a reflejarme, Esta casa de espesas paredes coloniales
nadie me reconoce. y un patio de azaleas muy decimonónico
Sin lugar y sin pasado, hace varios siglos que se viene abajo.
esta tierra no me reconoce. Como si nada las personas van y vienen
Ya no hay casa. por las habitaciones en ruina,
En el lugar habitan gentes que llegaron de hacen el amor, bailan, escriben cartas.
ninguna parte.
Ahora soy un nómada, una planta sin raíces,
A menudo silban balas o es tal vez el viento
un hombre sin nombre y sin memoria.
que silba a través del techo desfondado.
En esta casa los vivos duermen con los
De La ausencia del descanso muertos,
Helí Ramírez imitan sus costumbres, repiten sus gestos
y cuando cantan, cantan sus fracasos.
Sueños que se escapan por el hueco de un
cortauñas
Todo es ruina en esta casa,
están en ruina el abrazo y la música,
el destino, cada mañana, la risa son ruina; que acechan en las puertas, desde lo oscuro,
las lágrimas, el silencio, los sueños. y hombres sentados en montones de arena,
que se desliza grano a grano sobre la calle
Las ventanas muestran paisajes destruidos,
ciega.
carne y ceniza se confunden en las caras,
Yo, asustado, continúo rápidamente,
en las bocas las palabras se revuelven con procurando no hacer ruido para que no me
miedo. perciban,
En esta casa todos estamos enterrados vivos. para evitar el asalto,
hasta que subo por un barranco y allí está la
El callejón de los asesinos estación,

Jaime Jaramillo Escobar solitaria en la noche, nadie aparece, no hay


trenes.
Recorro las salas cuidadosamente, una mata
Teniendo que hacer un viaje, me dirijo a la me asusta con sus hojas anchas.
estación para tomar el tren de la hora
Greenwich. Voy a dar la vuelta cuando ¡zas!, el hombre,

Así pues, comienzo a andar por ilímites me lo encuentro a boca de jarro, detrás de
potreros, me extravío, y llevo ya dos días una columna,
perdido en me está esperando para matarme, tiene el
las montañas, cuchillo en la mano, me coge por la cabeza.

cuando alcanzo a divisar una especie de En el expendio de boletos no hay nadie.


sendero que comienza al pie de un árbol y se El asesino, tranquilo, me mira.
inclina en el horizonte,
y me encamino hacia él con la esperanza de
poder llegar a tiempo, si algún otro
inconveniente no me lo impide,
pues lo que sucede es que ignoro por
completo el camino de la estación.
A poco andar me encuentro metido en una
callejuela tortuosa, de aproximadamente un
metro cincuenta de ancho, y aún menos,
entre negras paredes de herrerías, cubiertas
de hollín, de carbón,
pobladas de gente aviesa, sucia.
Qué mujeres habrá, desgreñadas, pálidas,
qué niños espesos, lentos,

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