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Quetzalcóatl y Tezcatlipoca
Ya que ambos forman parte de una eterna dualidad, son ellos únicamente quienes tienen la
facultad de crear el día y la noche, pero para ello debe mediar un sacrificio de sangre con el
cual germine la vida.
Es así como ambos bajaron al mundo ya en ruinas, donde se habían juntado el cielo y la
tierra y se dispusieron a enfrentar a una vieja deidad que lo ha hecho su hogar: se trata de
Cipactli y es un enorme lagarto que habita en las profundidades de las aguas y que no tiene
entendimiento alguna. Nos muestra cómo el mundo se vio sumido en una época en que la
inteligencia fue eclipsada por un estado salvaje.
Para atraer a Cipactli se necesitaba carnada y es así como Tezcatlipoca sacrifica su pie
izquierdo, cortandolo para arrojarlo al agua, lo cual funciona a la perfección.
Cipactli emerge del agua gracias al olor de la sangre. Quetzalcóatl y Tezcatlipoca solo
contaban con aquella única oportunidad, así que hacen gala de su experiencia para colocar
a Cipactli boca arriba hasta que consiguen asesinarla. Este día es tan importante en la
cosmovisión mexica, que el primer día del calendario se llama Ce-Cipactli (uno lagarto).
Una vez muerta, la parten por la mitad. Con una de las partes crean el cielo y, con la otra, la
tierra. Con sus extremidades crean los cuatro puntos cardinales, custodiado cada uno por
un titán tlaloque, para que cielo y tierra jamás vuelvan a unirse.
Una vez cumplida la misión, es tiempo de congregar a todos en Teotihuacan para
determinar cómo crear a la nueva humanidad.