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DIOS NOS ESTA LLAMANDO

ORACION INICIAL

Jesús, tengo ganas de ser amigo tuyo, muchas ganas.


¿Me admitirás en tu compañía?
Quiero conocerte por dentro, íntimamente, para admirarte e imitarte. Porque aspiro a ser
una imagen tuya, la más perfecta posible, sin dejar de ser yo mismo.
Además quiero pasar contigo largos ratos: mirarte, contemplarte, escucharte, hablarte
con los evangelios en la mano, que siempre tienen algo inesperado y nuevo.
Y quiero comprometerme. Sí; comprometerme contigo en todas las zonas de mi vida, en
casa y en la calle, en el trabajo y en los estudios, con los amigos y en las diversiones:
definirme y luchar en todas partes por los valores de tu evangelio, la justicia y la fe, la
solidaridad y la libertad, la paz.
Tendré que esforzarme muchísimo, lo sé, contra tantas fuerzas exteriores e interiores que
me arrastran por otros derroteros.
¿Puedes echarme una mano, cariñosa y fuere? Lo necesito, te necesito. Porque yo quiero,
quiero de verdad, ser tu amigo, conocerte, estar contigo. Comprometerme y hacerme
como Tú, una buena imagen tuya.
Dame una mano, vamos, y ahí va la mía, abierta, entera y deseosa.

EXPERIENCIA DE VIDA
Juego “La Campanita”
Se lleva a los participantes a un lugar abierto y se los invita a jugar. Se solicitan dos tres
voluntarios, que se apartan del grupo y alguien les venda los ojos. Mientras tanto, se
reparte entre los que quedaron una campanita y otros elementos con sonidos semejantes
(frascos de vidrio, vasos, objetos de metal, etc.) y se los ubica dispersos explicándoles el
objetivo del juego. Se hace traer a los que tienen los ojos vendados, y se les explica que
deben encontrar la campanita, haciéndoseles previamente escuchar su sonido para que la
identifiquen. Una vez que comienza el juego, los que tienen los otros objetos, también
comienzan a hacerlos sonar. El juego concluye cuando todos han encontrado la
campanita. Puede repetirse el juego varias veces para que todos tengan oportunidad de
haber buscado la campanita.
Una vez concluido el juego, se invita a que todos los que han participado comenten sus
impresiones, qué tenían que hacer y cómo se sintieron en el rol que les tocó. Luego, en
plenario, compartir en base a las siguientes preguntas:
1.- Identificar los roles de los distintos participantes en el juego.
2.- ¿Cuál era el objetivo del juego?
3.- ¿Cuál era la principal dificultad para cumplir el objetivo?
4.- ¿Qué otras cosas dificultaban lograr el objetivo?
5.- ¿Qué actitudes eran necesarias en el que tenía los ojos vendados para cumplir su
objetivo?
Debe guiarse la discusión para que se lleguen a descubrirse los siguientes aspectos:
1.- Roles:
 Hay una campanita que llama desde lejos.
 Hay una persona que debe encontrar la campanita.
 Hay otras personas que dificultan la búsqueda.
2.- El objetivo del juego consistía en encontrar la campanita.
3.- No fue fácil porque no se podía ver: Había que buscarla con los ojos vendados.
4.- Además había otros ruidos que confundían e impedían escuchar el sonido de la
campanita.
5.- Para ello había que escuchar su sonido: hacer silencio, prestar atención y seguir el
sonido.
De la misma manera que ocurrió en el juego, también nos ocurre en la vida. Todos
tenemos en nuestra vida un llamado a ser “alguien”, a ocupar un lugar que sólo nosotros
podemos ocupar, a escribir una página en la historia que sólo nosotros podemos escribir.
Y la vida nos llama de muchas maneras. Esto es lo que se llama “Vocación”
Preguntar a los participantes qué entienden por la palabra “vocación”. A partir de las
respuestas que surjan, conducir a la reflexión de que todos nosotros hemos
experimentado en nuestra vida (o lo estamos experimentando) ese sentimiento de
“sentir” o “saber” que estamos llamados a “ser alguien” en la vida. Y todos de maneras
diferentes.
Invitar a los participantes a que compartan qué querían ser de chicos cuando crecieran,
cómo o por qué lo sintieron, y cómo están llevando o no adelante eso que sintieron. Si hay
adolescentes en el grupo, la pregunta para ellos será qué quieren ser cuando sean
mayores.
Luego del compartir, se puede llegar a concluir que:
 Todos invariablemente, en algún momento de nuestras vidas, nos sentimos
“llamados” a “ser alguien” en la vida
 Esos llamados pueden ser claros o confusos y pueden haber más de uno.
Pero hay un llamado particular en nuestras vidas, un llamado que es el único verdadero, el
único que nos hará plenamente felices. Es un llamado que va más allá que nuestra
profesión, nuestro oficio, lo que “hacemos” para vivir. No es un llamado a “hacer”, sino un
llamado a “ser”, a darle un sentido profundo a nuestra vida, a aportar algo al mundo, a
transformar el mundo. Este es el llamado que nos hace Dios. Para ello se compartirá el
llamado que sintió un jovencito que vivió cerca del año 1.000 AC.
ILUMINACION (1 Sam 3,1-10)
Reconstruir con los participantes la narración del comienzo de la vocación de Samuel.
Luego, explicar que este fue el comienzo de la vocación de Samuel, quien fue llamado por
Dios a ser el guía espiritual de la nación de Israel en una época muy difícil de éste, cuando
estaba oprimido por otro pueblo que eran los filisteos. Samuel luchó por mantener viva la
fe en el Señor, estimulando al mismo tiempo el fervor patriótico de los israelitas y la
voluntad de resistir a la dominación extranjera.
Al igual que le ocurrió a Samuel, entre tantas voces que nos llaman en el mundo, hay una
voz que nos hace la llamada más profunda, la única llamada que nos conducirá a la
felicidad plena, a descubrir realmente quiénes somos, para qué estamos en este mundo.
Esa es la voz de Dios.
La palabra “vocación” significa “llamado”. En nuestra vida, todos tenemos una vocación
que ha sido pensada para cada uno de nosotros: para algunos será formar una familia,
para otros la vida religiosa, para otros vivir la castidad. Algunos serán llamados a ejercer
una profesión, un oficio, una actividad….
Veamos cuáles son las características de la vocación cristiana:
 Dios nos llama: Al igual que en el juego había que buscar una campanita, en
nuestras vidas tenemos que buscar nuestra vocación. En el juego nos llamaba el
sonido de la campanita. En la vida, quien nos llama a la vocación es Dios, como lo
hizo con Samuel. No somos nosotros los que elegimos nuestra vocación, sino que
es Él quien nos elige a nosotros: “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo
el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea
duradero” (Jn 15,16)
 La búsqueda de la vocación no es algo fácil, puesto que no se muestra así de una
forma tangible. No se nos aparece Dios y nos dice “quiero tal cosa de vos”, sino
que se deja mostrar a través de las cosas cotidianas de la vida.
 Escuchar la voz de Dios: La vocación es como la campanita: No hace mucho ruido,
así hay que hacer un esfuerzo para escuchar con atención y seguir el sonido.
 Dejarse guiar por Dios: Cuando comenzó el juego, la campanita simplemente se
conocía de oído y de haberla escuchado de lejos. Había que seguir el sonido y
buscarla, sin saber muy bien qué se iba a encontrar. Con la vocación misionera
ocurre lo mismo. Aún no sabemos muy bien de qué se trata, pero vamos a
empezar a escuchar su sonido y a buscarla. Será preciso entonces estar atentos
para ir conociendo y aprendiendo de a poco en qué consiste, para recién poder
saber si es para nosotros o no. Lo mismo ocurrió con María cuando el Ángel le
anunció que iba a ser la Madre de Dios. Ella no entendía muy bien qué es lo que le
pedía Dios, pero sin embargo dijo que sí valientemente.
 En el juego había que ser perseverante y seguir intentando hasta llegar por fin a la
campanita. Para descubrir una vocación ocurre lo mismo: No es una cosa que
ocurra de un día para el otro, sino que es un proceso que lleva tiempo y que
requiere perseverancia, abrir los ojos, los oídos y sobre todo el corazón para
escuchar la voz de Dios.
ORACION FINAL
Explicar que la campanita que se utilizó en la dinámica inicial representa la voz de Dios
que nos llama. Invitar a los participantes que le expresen a Dios en voz alta su disposición
a estar atentos para escuchar su voz y descubrir cuál es la vocación a la cual El los está
llamando, y a pedirle fuerzas para ser perseverantes en esta búsqueda que hoy se inicia.
Para ello, se entregará a uno de los presentes la campanita, quien hará su oración en voz
alta, y pasará la campanita al compañero de al lado, y así siguiendo hasta que todos hayan
expresado su oración. Para acompañar la oración, puede cantarse “Habla, que tu siervo
escucha”
COMPROMISOS
Personal: Buscaré un momento durante la semana para reflexionar de qué manera he ido
descubriendo cuál es mi lugar en el mundo.
En el propio Ambiente: Compartiré con alguien conocido lo que he vivido en este
encuentro.
Más allá de las Fronteras: Cada noche, pediré en mis oraciones por todos los jóvenes del
mundo, para que no se dejen seducir por los llamados vacíos y sin sentido del mundo,
para que sepan escuchar el único y verdadero llamado de Dios que los invita al a felicidad.

La Vocación
11 junio 2008
Sección: Pastoral Juvenil

En la vida todos tenemos una misión bien clara que realizar.

Objetivo: mostrar a los jóvenes los principales elementos de la vocación, para que
clarifiquen en su vida el llamado del Señor.

Introducción:

Muchas veces has oído hablar de lo que es la vocación, también te das cuenta que
en la vida todos tenemos una misión bien clara que realizar. Cierto que ya sabes
muchas cosas, pero ahora tienes que descubrir cuál es la misión que está reservada
para ti. Ante esta cuestión, surgen muchas interrogantes y dudas; así como
proyectos llenos de ilusión a futuro.

¿Qué es la vocación?

La vida entera la vamos a entender como una "Vocación": es el llamamiento de


Dios que siempre anda en búsqueda del hombre.

La iniciativa y el llamado siempre son de Dios: la respuesta es nuestra, pero él nos


ayuda a responder. La vocación es dinámica y creativa. No basta con responder de
una vez por todas. Su llamado es un diálogo continuo con la respuesta del hombre.

Pero, ¿cómo voy a saber cuál es mi vocación? Yo ¿para qué nací? ¿Quién me lo
habrá de decir? ¿Cómo lo voy a saber?

A todos estos interrogantes habrás de responder en la vida.

Y comienza por preguntarte en serio:

¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Por qué camino tengo que ir?
Hay un reto muy grande para ti: alcanzar tu plena realización y esto se logra
solamente descubriendo el Plan de Dios sobre ti y realizándolo estás respondiendo
al llamado del Señor. "A esto llamamos Vocación".

Elementos de la vocación

Reflexionemos sobre los elementos de la vocación.

- Elección: Dios se fija en sus hijos, se fija en ti y te elige gratuitamente por su


misericordia.

- Llamado: Él toma la iniciativa de hablarte primero y mostrarte su voluntad.


Espera que tú libremente respondas a su llamado.

- Respuesta: El llamado del Señor espera una respuesta generosa y confiada en su


palabra. Sin tu respuesta, no hay vocación, porque el sujeto de la vocación es la
persona que escucha y responde cumpliendo.

- Misión: Es la tarea que el Señor te encomienda en la vida, y a través de ésta


colaboras en la construcción del Reino de Dios.

Así, la vocación aparece como un diálogo personal con Dios. Es el camino de una
vida, es el proceso constante de realización personal y compromiso con Dios, con
las personas y con el mundo.

Por eso la misión que Dios te pide, siempre supone un servicio a la comunidad y a
los más necesitados.

Llamados fundamentales

- Vocación humana:

Llamados a la existencia, seres humanos creados a imagen y semejanza de Dios.

- Vocación cristiana:

Llamados a ser hijos de Dios por el bautismo. Vocación a la santidad, a ser


miembros de la Iglesia y seguidores de Cristo.

- Vocación específica:
Seguir a Cristo en un estado de vida y éste puede ser: la vida laical, la vida religiosa
o la vocación al ministerio ordenado (vocación al sacerdocio).

Medios para descubrir la vocación

Por el conocimiento de sí mismo, reflexionando sobre mis pensamientos, actitudes,


palabras, hechos, mis aspiraciones, mis cualidades, mis aptitudes, mis debilidades,
lo que no soy capaz.

Por el conocimiento de la realidad del mundo, analizando las situaciones del


momento en que vivimos, las necesidades de los que me rodean: pobres,
ignorantes.

Por medio de la oración, reconocimiento de Dios como Padre; a Jesucristo y al


Espíritu Santo como puntos de inspiración, hay que tomar decisiones firmes y
seguras, confiadas en Dios. La oración y la reflexión sobre el llamado son
fundamentales. Hay que dar tiempo necesario a la búsqueda y madurez en la
opción.

La Llamada
11 junio 2008
Sección: Pastoral Juvenil

Introducción:

En cada hombre surge inevitablemente la pregunta acerca del sentido de la vida:


¿por qué existo?, ¿qué valor tiene la vida?, ¿qué es lo más importante en este
mundo?

La vida se presenta como una realidad sumamente compleja, problemática y a


veces incomprensible. Han pasado miles de años y el hombre por su sola razón no
ha podido dar una respuesta satisfactoria. Como el alfarero que crea y da forma a
una vasija, y solamente él sabe cuál es su finalidad, del mismo modo, Dios, el que
creó al hombre, sabe para qué lo creó.

¿Qué es la vocación?

Dios nos dio la existencia para algo, para un determinado fin, para una misión
concreta, de tal modo que en el cumplimiento de esta misión alcanzaremos la
realización plena. Dios nos ha llamado a una vocación.
Vocación es el llamado que Dios hace a todos los hombres y mujeres para que
respondan y cumplan con una misión en la construcción del Reino de Dios en
medio de nuestra realidad concreta.

La vocación tiene tres elementos:

1. Llamada:

El llamado es la iniciativa amorosa y gratuita que Dios nos hace para construir su
Reino.

2. Respuesta:

Es la aceptación del llamado que nos mueve a actuar. Debe ser consciente, libre,
generosa, alegre y dinámica.

3. Misión:

Consiste en colaborar en la construcción del Reino de Dios, desarrollando la propia


persona y sirviendo a la comunidad, en un estado de vida concreto.

La vocación tiene tres niveles:

VOCACIÓN A LA VIDA

El primer llamado que recibimos de Dios es a la vida, entendida como un don que
él nos dio para desarrollarnos plenamente como personas: asumiendo las
cualidades y limitaciones propias, así como el contexto político, económico, social,
cultural y religioso en que nos encontramos; luchando por vivir la justicia, la
libertad y la solidaridad; entablando relaciones de armonía consigo mismo, con los
demás, con la naturaleza y con Dios.

La vida es sobre todo un llamado a ser “imagen y semejanza de Dios” (Gn 1,27), a
participar de la intimidad con Dios, a entablar una relación de amistad con su
creador.

VOCACIÓN A LA VIDA CRISTIANA

Sin embargo, Dios no solamente nos llama a la existencia en un mundo que posee
sus propios condicionamientos, radicalmente determinados por la finitud y la
temporalidad, marcados por la sombra de la muerte. Dios nos ha dado una
vocación que trasciende estos condicionamientos y nos conduce a la plenitud de la
vida: la vocación a la vida cristiana.

La vocación a la vida cristiana es el llamado que Dios hace al hombre a través del
Bautismo para que crea y siga a Jesucristo en la Iglesia. El Bautismo es un
acontecimiento que marca totalmente la vida del hombre, ya que lo purifica del
pecado original, le da la gracia santificante; le hace hijo de Dios, templo del
Espíritu Santo, miembro de la Iglesia y lo configura con Cristo Sacerdote, Profeta y
Rey, haciéndole participar de su vida, muerte y resurrección.

La vida cristiana, iniciada en el Bautismo, es fundamentalmente seguimiento de


Cristo, con todo lo que ello implica: pensar, orar, servir, amar y actuar como él, con
miras a cumplir la voluntad del Padre, es decir, la construcción del Reino de Dios.

VOCACIONES ESPECÍFICAS

La vida cristiana, a la cual están llamados todos los hombres y mujeres, tiene varios
modos de concretización. Son caminos igualmente válidos y necesarios que nos
conducen a la santidad de la vida en la fe, y que reciben el nombre de vocaciones
específicas:

Las vocaciones específicas es el llamado que Dios hace a una persona en particular
a vivir su vida de un modo especial en la Iglesia.

Son tres las vocaciones específicas:

• Vocación laical.

• Vocación a la vida religiosa.

• Vocación al ministerio ordenado.

Jornada Vocacional.

Equipo Diocesano de Pastoral Vocacional

La Respuesta
11 junio 2008
Sección: Pastoral Juvenil

Al oír el llamado de Dios debemos responder a él.


La respuesta tiene cuatro características importantes:

a) PERSONAL: No es la familia, sino que soy yo, con mi carácter, mi temperamento, mi


personalidad, quien responde. La respuesta es auténtica, sin imitar.

b) CONSCIENTE: No se responde simplemente por un sentimiento, o por hacer sentir bien a los
demás, o a sí mismo, sino que soy consciente de las responsabilidades y obligaciones que la
respuesta conlleva.

c) CRÍTICA: No es ver la vocación “color de rosa”; tengo que caer en la cuenta de cuánto me hace
falta por caminar, qué me hace falta pulir.

d) DINÁMICA: La respuesta no se da en un sólo momento, sino que exige dar un “sí” todos los días,
por lo que constantemente estamos discerniendo qué es lo que quiere el Señor.

La respuesta la expresamos de forma global con la palabra "Opción". Esta palabra implica dar todo
por algo. Esto expresa mucho mejor la respuesta que Dios merece.

La respuesta es ponerme yo a disposición, pero para llegar a esta entrega es necesario todo el
proceso de la Historia de la Salvación en la persona.

La respuesta incluye la misión, que es la forma en que respondo. Jesucristo, quien cumplió
plenamente el llamado de su Padre, es el que tiene la única y total respuesta: Él mismo, todo Él y
todo lo que hizo es respuesta al llamado del Padre.

• Jesús responde encarnando en sí la misericordia y el perdón que son rasgos del Padre amoroso.

• La capacidad de respuesta dependerá de una espiritualidad intensamente vivida desde la óptica


del más pequeño, del pecador y del excluido.

• Responderle a Dios es comprometer y desgastar la misma vida por un proyecto que vale la pena
construir: el Reino.

Ser discípulo de Cristo es algo que cuesta trabajo, pero da muchísima felicidad.

SEGUIR A JESUCRISTO

CHARLA: “EL SEGUIMIENTO DE JESÚS”

A partir de la resurrección, el proyecto del Reino de Dios, anunciado y vivido por


Jesús, se presenta a los DISCÍPULOS como una exigencia, como un reto, como un
proyecto de vida. Por eso los discípulos siguen el camino que les señaló su Maestro.
Aceptan a Jesús como el valor central de sus vidas y se deciden a vivir sus mismas
actitudes y a continuar su misión de anunciar y hacer presente el Reino de Dios.

El libro de los Hechos de los Apóstoles nos narra en sus primeros capítulos cómo
vivían LOS PRIMEROS CRISTIANOS. Su vida era también un seguimiento de
Jesús. Seguían a Cristo en la fe, aceptando su Persona y su doctrina; seguían a
Cristo en el culto, por medio de la oración y de la "fracción del pan"; seguían a
Cristo en la vida, viviendo la fraternidad y compartiendo los bienes que poseían;
seguían a Cristo en el apostolado, llevando el Evangelio a las personas y
comunidades que no lo conocían.

Hoy, como ayer, Cristo sigue cruzándose en la vida de muchos hombres y mujeres y
los invita a seguirlo en el servicio a los demás. Algunos han aceptado la invitación:
Martin Luther King, el obispo brasileño Hélder Cámara, el hermano Roger de-
Taize (Francia), la Madre Teresa de Calculta, Raúl Follereau, Pedro Casaldáliga,
etc.

Cristo nos invita también a nosotros a seguirlo. Creer en él es ponerse en camino y


seguir sus huellas. EI auténtico seguidor de Cristo es, en primer lugar, aquel que
tiene las ACTITUDES FUNDAMENTALES que vivió Jesús: actitudes de servicio, de
solidaridad, de liberación, de perdón, de obediencia y entrega total a Dios y a su
proyecto de salvación.

El seguidor de Jesús, en segundo lugar, es UN TESTIGO del Evangelio que se pone


a anunciar y construir el Reino de Dios que está ya en marcha.

El seguimiento es un CAMINO DE CRUZ Y SERVICIO. El seguidor no puede


esperar mejor suerte que Jesús. El seguimiento exige renuncia, pobreza,
humillación, sacrificio. Cruz y servicio son los signos del verdadero seguidor de
Cristo.

A todos esos jóvenes desorientados, despersonalizados, mediocres, que siguen a las


"estrellas" del espectáculo, Cristo los invita a que sigan el camino que recorrió Él: el
camino del Evangelio. Un camino que no conduce al desencanto sino a la
realización plena y a la felicidad verdadera.

COMPROMISOS

Cómo puedo ser seguidor de Cristo:

… en mi casa

…en mi escuela

…en mi trabajo

…en mi barrio
…en mi parroquia

ERES DISCÍPULO DE JESÚS SI…

1. SI clavas sonrisas como banderas en todos los caminos de los que están sentados
en la angustia existencial y en la marginación.

2. SI prestas a Cristo tus manos para que siga acogiendo y acariciando a los sin
rostro atrayente… si prestas a Cristo tus labios, tu corazón, tu ser entero, para que
siga amando a los desheredados de caricias y de los más elementales cuidados.

3. SI pasas por la vida disminuyendo las tristezas y las penas de los hermanos, que
es, según el poeta, el trabajo más grande.

4. SI ofreces la propia sangre a cada instante como moneda de rescate por los
aburridos y desencantados.

5. SI tienes manos abiertas para acoger, acariciar, levantar, sostener y ayudar a los
débiles y pequeños.

6. SI tienes un estilo festivo de vivir, y el encanto, la sonrisa, el saludo y felicidad


son los cuatro pilares de tu personalidad.

7. SI pasas por este mundo brindando alegría y disminuyendo las tristezas de los
enganchados a las esclavitudes de la sociedad de consumo.

8. SI repartes a diario el pan de la alegría a los hambrientos del gozo y de la sonrisa.

9. SI te haces fortaleza para el débil, amistad para el abandonado y sonrisa para el


desilusionado.

10. SI proclamas que el Cristianismo es una convivencia festiva, un estar de fiesta


con Jesús, que es El mejor amigo, porque es el amigo que nunca falla. Si das a
entender que el elemento festivo es algo esencial al Cristianismo… Si vives todo
esto desde tu corazón, tú, chica o chico, serás "discípulo de Jesús".

¡Evidente!

(RICHARD CUADRADO T.)

LAS OPCIONES DE JESÚS


Jesús opta por no alardear

de su rango de Dios,

de su poder de hacer milagros,

de su condición de Rey o Mesías,

de su sabiduría y santidad.

Jesús opta con preferencia

por los humildes y sencillos,

por los niños y los ancianos,

por los ciegos y los leprosos,

por los pecadores y las prostitutas,

por los pobres y los medios pobres,

por los que hacen obra de paz.

Jesús opta siempre por el amor,

por la alegría y la esperanza,

por la igualdad y la libertad,

por la oración íntima con su Padre,

por liberar a los oprimidos,

por quitar carga y fuego a la Ley,

por las flores y los pájaros,

por renunciar a los ejércitos aún de ángeles.

Jesús opta desde su propia libertad interior


-Él, el hombre libre por excelencia-;

desde las limpias raíces de su corazón

buscando siempre la voluntad del Padre

desde su profunda comprensión de los hombres

Y odiarse siendo hermanos.

Jesús, Palabra del Padre, opta

no tanto por la palabra sino por la vida:

es su vida el anuncio del Reino,

es su experiencia lo que convierte en mensaje,

es su amistad lo que ofrece,

es su muerte la denuncia y la crítica del pecado.

Jesús opta y queda comprometido:

su carne es carne de dolor,

su Madre, una mujer de pueblo,

su cuna, la cueva de Belén,

sus pajes, pastores que velan al raso,

su profesión, carpintero de Nazaret,

sus elegidos, pescadores de Tiberíades,

su casa, los caminos desérticos de Palestina,

su trono real, la cruz del Viernes Santo,

sus sacramentos, agua-pan-vino-aceite-amor,


su Reino, un pueblo de luces y sombras.

Jesús ha optado -y no se vuelve atrás

por ti, hermano y por mí,

por nuestros amigos y compañeros,

por quienes sufren en el hospital,

por los que están en paro,

por los inocentes que mueren, por quienes…

(Juan SANCHIS FERRAIRO)

ORACIÓN

Señor Jesús, a tu paso por el mundo,

inauguraste un nuevo estilo de ser persona;

una forma nueva de ser hombre entre los hombres.

De entrada renunciaste al poder y al tener.

Por no tener, no tenías ni un palmo de tierra para recostar la cabeza.

Para ti, el amor nunca fue propiedad privada.

Derribaste la barrera entre el pariente y el extraño,

el amigo y el enemigo, el pecador y el santo.

Tú amaste a corazón abierto; a nadie negaste la amistad y el trato.

A libertad ninguno pudo ganarte.

Andabas por calles y plazas diciendo tus verdades;

saltaban de gozo los pequeños, rechinaban los dientes los sagaces.


Unos te odiaban, otros te aclamaban,

y tú sin reparar en colores,

te dedicabas a hacer el bien a manos llenas.

Nunca te faltó un grupo de incondicionales, amigos de verdad.

Los Herodes y Pilatos de turno no perdonan; un día acabaron contigo.

Pero una mañana de Pascua alguien gritó:

"El que matasteis está vivo; aquí hay unos testigos".

Señor Jesús, como ayer, hoy nos dices: Amigos veniros conmigo;

no traigáis ni cayado de mando ni cartera;

dejad los dividendos y vuestra abultada cuenta de egoísmos;

el servicio aquí es de valde y a fondo perdido.

Desde hoy nos vamos contigo.

"Tú lograrás que los sin-amor de esta tierra seamos tu amor;

los deformes y feos, tu hermosura;

los inquietos, tu descanso; los sin-palabra, tu palabra".

Aunque no tengas madriguera ni nido, te seguiremos a donde vayas,

entre los más pobres, los mas sucios, los más proscritos y perdidos.

(A. DANOZ)
Palabra de Dios: Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro. El ángel del Señor se le apareció en
una llamarada entre las zarzas Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse. Moisés dijo: - Voy a
acercarme a mirar este espectáculo tan admirable: cómo es que no se quema la zarza. Viendo
el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: - Moisés, Moisés. Respondió
él: - Aquí estoy. Dijo Dios: No te acerques. Quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que
pisas es terreno sagrado. Y añadió: - Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de
Isaac, el Dios de Jacob. Moisés se tapó la cara temeroso de mirar a Dios. El Señor le dijo: - He
visto la opresión de mi pueblo en Egipto. Y ahora, anda, que te envío al faraón para que saques
de Egipto a mi pueblo, a los israelitas. Moisés replicó: -¿Quién soy yo para acudir al Faraón o
para sacar a los israelitas de Egipto? Respondió Dios: - Yo estoy contigo... Moisés replicó: - ¿Y si
no me creen ni me hacen caso, y dicen que no se me ha aparecido el Señor? El Señor le
preguntó: -¿Qué tienes en la mano? Contestó: - Un bastón. Dios le dijo: - Tíralo al suelo. Lo tiró
y se convirtió en serpiente (Exodo 3. 1-7,10,12. 4.1-3).

Enseñanza

Migue, tan inquieto como siempre, le dice a su padre: ¿Qué es vocación? La llamada que Dios
hace a cada persona para que cumpla un trabajo en la sociedad. Unos son médicos, enfermeras,
sacerdotes, políticos, ingenieros, obreros, albañiles...

Estefanía, con los ojos de sueño, le dice a su mamá: ¿Y cuál fue la vocación de Moisés? Fue el
jefe que libró a los israelitas de la esclavitud de Egipto. Dios se le apareció. Cuando vio que la
zarza ardía sin quemarse, supo que Dios le hablaba. Dios le ordenó que fuera a Egipto a hablar
con el Faraón, para que dejara salir a los hebreos. El Faraón, muy orgulloso, no le hizo caso.

¿Os habéis fijado, hijos míos, en la disponibilidad de Moisés? A pesar de las dificultades que le
esperaban, dijo a Dios: - ¡Aquí estoy! Lo del bastón era una señal para indicar que Dios iba con
él y lo libraría de todo peligro.

Diálogo: ¿Fue Moisés obediente a Dios?

Oración

Señor, cada día me doy cuenta de que cuando nos mandas algo, es siempre para nuestro bien y
para el bien de los demás. Haz que siempre te sepa corresponder con mi prontitud a estilo y
manera de Moisés. Gracias.

Moisés era un hebreo nacido en Egipto, su madre Yokabed para liberarlo de la orden
del Faraón de matar a los niños varones, hijos de mujeres hebreas, lo colocó en un
cesto sobre el río Nilo. La hija del faraón lo recogió y lo crió en el palacio aunque buscó
una nodriza, resultó ser la misma madre de él.

Moisés no estaba de acuerdo con la opresión que Egipto aplicaba sobre el pueblo de
Israel, lo que lo llevó a asesinar a un egipcio y a salir huyendo hacia el desierto donde
se puso a trabajar como pastor y se unió con Séfora, hija de Jetró, el cual era un
sacerdote de Madián. Dios lo llamó en el desierto del Sinaí, le llamó desde una zarza
que aunque ardía en fuego, no se consumía, este fue un hecho extraordinario que le
llamó mucho la atención a Moisés. De esto se valió Dios para llamar a Moisés y enviarlo
a liberar al pueblo de Israel que se encontraba esclavizado por Egipto.

La vocación de Moisés nos deja ver la unidad de la experiencia humana y la experiencia


espiritual. Moisés ha visto la miseria en la que vive el pueblo de Israel en Egipto. Moisés
deja de pensar en sus intereses y pasa a pensar en los demás, en los que necesitan de
libertad. Luego en el desierto Dios se le manifiesta y toma conciencia de sus
limitaciones para cumplir la misión, esto lo hace descubrir a un Dios que todo lo puede
y que es Cercano. El fuego de Dios, visto en la zarza es la fuente de se vocación.
Moisés descubre su misión en un encuentro personal con Dios, en el diálogo personal
con Él.

Al igual que Moisés, Dios hoy nos está llamando por nuestros propios nombres, desde
nuestros contextos culturales, intelectuales, laborales, etc., a Dios no le importa qué
estamos haciendo en este preciso momento, simplemente nos llama. Hoy Dios nos está
mostrando las necesidades que nuestro pueblo sufre, nos muestra el clamor de la
gente por una persona que los guíe; esta es una forma de llamarnos hoy.

Dios llama a Moisés para liberar a su pueblo, esto nos muestra que toda vocación está
ligada a una misión. Toda vocación es destinada a la liberación de nuestros hermanos.
Moisés, como nosotros, también tiene temores y limitaciones (Ex 4, 10-17), pero esto no
impide a que él lleve a cabo el encargo que Yahvé le hace. Así Moisés, que huía
anteriormente, ahora se convierte en el líder del pueblo de Dios, del pueblo de Israel.

Moisés tiene conciencia de haber sido llamado y enviado para una misión que lo supera
y esto nos sirve para caer en cuenta que nosotros no nos auto llamamos, ni nos auto
enviamos, sino que es Dios quien nos llama y nos envía. Moisés también puso un
obstáculo (Ex 3, 11) como nosotros con frecuencia lo hacemos. Nosotros también
tratamos de ocultarnos en nuestras limitaciones, en nuestras obligaciones adquiridas,
etc., nosotros también presentimos la incomodidad que traerá para nuestra vida el
responder a este llamado, a nosotros también nos da miedo asumir ciertas
responsabilidades porque comprometerse siempre da miedo. Quizá esto sea porque
nos falta conciencia de que hemos sido llamados por un Ser tan especial que nunca
nos deja solo en la misión que Él mismo nos encomienda. Necesitamos conocer las
soluciones que Dios le da a cada uno de los profetas que sacaron excusas para no
ayudar en la obra de salvación.

Al final Moisés parte para la misión con la única seguridad que acompaña a todos los
profetas: “Yo estoy contigo”. Esta es la única seguridad que nos debe acompañar a
nosotros para responder al llamado que Dios nos está haciendo: la fidelidad de Aquel
que nos llama y nos envía. Debemos tomar conciencia de que nuestra vocación no está
sujeta a nuestras capacidades, sino a la fidelidad de Dios.

El fin de toda vocación misionera es la liberación del pueblo, liberación de los sistemas
opresores, de los vicios, del egoísmo, etc., y llevarlo a hasta la adoración de Dios.
Liberar los hombres hasta el punto de que éstos se sientan tan libres, que puedan
hacer alianza con Dios. “¡Soy el que soy!”, esta es la respuesta de Dios ante la pregunta
de Moisés por su nombre, de otra forma este nombre también es “Seré el que estaré”,
lo que nos lleva a concientizarnos de que estando en la presencia de Dios es como se
descubre la verdadera vocación, estando a los pies de Dios es que aprendemos nuestra
verdadera identidad.
Cuántas veces nosotros sentimos compasión por las necesidades que pasan las
personas más pobres de nuestros barrios, cuántas veces nos ha molestado la injusticia
de los gobernantes, la violencia, etc.; ¿Por qué no pensamos que estas reacciones
pueden ser el llamado de Dios a tomar la vocería para cambiar esta realidad?

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