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ORACION INICIAL
EXPERIENCIA DE VIDA
Juego “La Campanita”
Se lleva a los participantes a un lugar abierto y se los invita a jugar. Se solicitan dos tres
voluntarios, que se apartan del grupo y alguien les venda los ojos. Mientras tanto, se
reparte entre los que quedaron una campanita y otros elementos con sonidos semejantes
(frascos de vidrio, vasos, objetos de metal, etc.) y se los ubica dispersos explicándoles el
objetivo del juego. Se hace traer a los que tienen los ojos vendados, y se les explica que
deben encontrar la campanita, haciéndoseles previamente escuchar su sonido para que la
identifiquen. Una vez que comienza el juego, los que tienen los otros objetos, también
comienzan a hacerlos sonar. El juego concluye cuando todos han encontrado la
campanita. Puede repetirse el juego varias veces para que todos tengan oportunidad de
haber buscado la campanita.
Una vez concluido el juego, se invita a que todos los que han participado comenten sus
impresiones, qué tenían que hacer y cómo se sintieron en el rol que les tocó. Luego, en
plenario, compartir en base a las siguientes preguntas:
1.- Identificar los roles de los distintos participantes en el juego.
2.- ¿Cuál era el objetivo del juego?
3.- ¿Cuál era la principal dificultad para cumplir el objetivo?
4.- ¿Qué otras cosas dificultaban lograr el objetivo?
5.- ¿Qué actitudes eran necesarias en el que tenía los ojos vendados para cumplir su
objetivo?
Debe guiarse la discusión para que se lleguen a descubrirse los siguientes aspectos:
1.- Roles:
Hay una campanita que llama desde lejos.
Hay una persona que debe encontrar la campanita.
Hay otras personas que dificultan la búsqueda.
2.- El objetivo del juego consistía en encontrar la campanita.
3.- No fue fácil porque no se podía ver: Había que buscarla con los ojos vendados.
4.- Además había otros ruidos que confundían e impedían escuchar el sonido de la
campanita.
5.- Para ello había que escuchar su sonido: hacer silencio, prestar atención y seguir el
sonido.
De la misma manera que ocurrió en el juego, también nos ocurre en la vida. Todos
tenemos en nuestra vida un llamado a ser “alguien”, a ocupar un lugar que sólo nosotros
podemos ocupar, a escribir una página en la historia que sólo nosotros podemos escribir.
Y la vida nos llama de muchas maneras. Esto es lo que se llama “Vocación”
Preguntar a los participantes qué entienden por la palabra “vocación”. A partir de las
respuestas que surjan, conducir a la reflexión de que todos nosotros hemos
experimentado en nuestra vida (o lo estamos experimentando) ese sentimiento de
“sentir” o “saber” que estamos llamados a “ser alguien” en la vida. Y todos de maneras
diferentes.
Invitar a los participantes a que compartan qué querían ser de chicos cuando crecieran,
cómo o por qué lo sintieron, y cómo están llevando o no adelante eso que sintieron. Si hay
adolescentes en el grupo, la pregunta para ellos será qué quieren ser cuando sean
mayores.
Luego del compartir, se puede llegar a concluir que:
Todos invariablemente, en algún momento de nuestras vidas, nos sentimos
“llamados” a “ser alguien” en la vida
Esos llamados pueden ser claros o confusos y pueden haber más de uno.
Pero hay un llamado particular en nuestras vidas, un llamado que es el único verdadero, el
único que nos hará plenamente felices. Es un llamado que va más allá que nuestra
profesión, nuestro oficio, lo que “hacemos” para vivir. No es un llamado a “hacer”, sino un
llamado a “ser”, a darle un sentido profundo a nuestra vida, a aportar algo al mundo, a
transformar el mundo. Este es el llamado que nos hace Dios. Para ello se compartirá el
llamado que sintió un jovencito que vivió cerca del año 1.000 AC.
ILUMINACION (1 Sam 3,1-10)
Reconstruir con los participantes la narración del comienzo de la vocación de Samuel.
Luego, explicar que este fue el comienzo de la vocación de Samuel, quien fue llamado por
Dios a ser el guía espiritual de la nación de Israel en una época muy difícil de éste, cuando
estaba oprimido por otro pueblo que eran los filisteos. Samuel luchó por mantener viva la
fe en el Señor, estimulando al mismo tiempo el fervor patriótico de los israelitas y la
voluntad de resistir a la dominación extranjera.
Al igual que le ocurrió a Samuel, entre tantas voces que nos llaman en el mundo, hay una
voz que nos hace la llamada más profunda, la única llamada que nos conducirá a la
felicidad plena, a descubrir realmente quiénes somos, para qué estamos en este mundo.
Esa es la voz de Dios.
La palabra “vocación” significa “llamado”. En nuestra vida, todos tenemos una vocación
que ha sido pensada para cada uno de nosotros: para algunos será formar una familia,
para otros la vida religiosa, para otros vivir la castidad. Algunos serán llamados a ejercer
una profesión, un oficio, una actividad….
Veamos cuáles son las características de la vocación cristiana:
Dios nos llama: Al igual que en el juego había que buscar una campanita, en
nuestras vidas tenemos que buscar nuestra vocación. En el juego nos llamaba el
sonido de la campanita. En la vida, quien nos llama a la vocación es Dios, como lo
hizo con Samuel. No somos nosotros los que elegimos nuestra vocación, sino que
es Él quien nos elige a nosotros: “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo
el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea
duradero” (Jn 15,16)
La búsqueda de la vocación no es algo fácil, puesto que no se muestra así de una
forma tangible. No se nos aparece Dios y nos dice “quiero tal cosa de vos”, sino
que se deja mostrar a través de las cosas cotidianas de la vida.
Escuchar la voz de Dios: La vocación es como la campanita: No hace mucho ruido,
así hay que hacer un esfuerzo para escuchar con atención y seguir el sonido.
Dejarse guiar por Dios: Cuando comenzó el juego, la campanita simplemente se
conocía de oído y de haberla escuchado de lejos. Había que seguir el sonido y
buscarla, sin saber muy bien qué se iba a encontrar. Con la vocación misionera
ocurre lo mismo. Aún no sabemos muy bien de qué se trata, pero vamos a
empezar a escuchar su sonido y a buscarla. Será preciso entonces estar atentos
para ir conociendo y aprendiendo de a poco en qué consiste, para recién poder
saber si es para nosotros o no. Lo mismo ocurrió con María cuando el Ángel le
anunció que iba a ser la Madre de Dios. Ella no entendía muy bien qué es lo que le
pedía Dios, pero sin embargo dijo que sí valientemente.
En el juego había que ser perseverante y seguir intentando hasta llegar por fin a la
campanita. Para descubrir una vocación ocurre lo mismo: No es una cosa que
ocurra de un día para el otro, sino que es un proceso que lleva tiempo y que
requiere perseverancia, abrir los ojos, los oídos y sobre todo el corazón para
escuchar la voz de Dios.
ORACION FINAL
Explicar que la campanita que se utilizó en la dinámica inicial representa la voz de Dios
que nos llama. Invitar a los participantes que le expresen a Dios en voz alta su disposición
a estar atentos para escuchar su voz y descubrir cuál es la vocación a la cual El los está
llamando, y a pedirle fuerzas para ser perseverantes en esta búsqueda que hoy se inicia.
Para ello, se entregará a uno de los presentes la campanita, quien hará su oración en voz
alta, y pasará la campanita al compañero de al lado, y así siguiendo hasta que todos hayan
expresado su oración. Para acompañar la oración, puede cantarse “Habla, que tu siervo
escucha”
COMPROMISOS
Personal: Buscaré un momento durante la semana para reflexionar de qué manera he ido
descubriendo cuál es mi lugar en el mundo.
En el propio Ambiente: Compartiré con alguien conocido lo que he vivido en este
encuentro.
Más allá de las Fronteras: Cada noche, pediré en mis oraciones por todos los jóvenes del
mundo, para que no se dejen seducir por los llamados vacíos y sin sentido del mundo,
para que sepan escuchar el único y verdadero llamado de Dios que los invita al a felicidad.
La Vocación
11 junio 2008
Sección: Pastoral Juvenil
Objetivo: mostrar a los jóvenes los principales elementos de la vocación, para que
clarifiquen en su vida el llamado del Señor.
Introducción:
Muchas veces has oído hablar de lo que es la vocación, también te das cuenta que
en la vida todos tenemos una misión bien clara que realizar. Cierto que ya sabes
muchas cosas, pero ahora tienes que descubrir cuál es la misión que está reservada
para ti. Ante esta cuestión, surgen muchas interrogantes y dudas; así como
proyectos llenos de ilusión a futuro.
¿Qué es la vocación?
Pero, ¿cómo voy a saber cuál es mi vocación? Yo ¿para qué nací? ¿Quién me lo
habrá de decir? ¿Cómo lo voy a saber?
¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Por qué camino tengo que ir?
Hay un reto muy grande para ti: alcanzar tu plena realización y esto se logra
solamente descubriendo el Plan de Dios sobre ti y realizándolo estás respondiendo
al llamado del Señor. "A esto llamamos Vocación".
Elementos de la vocación
Así, la vocación aparece como un diálogo personal con Dios. Es el camino de una
vida, es el proceso constante de realización personal y compromiso con Dios, con
las personas y con el mundo.
Por eso la misión que Dios te pide, siempre supone un servicio a la comunidad y a
los más necesitados.
Llamados fundamentales
- Vocación humana:
- Vocación cristiana:
- Vocación específica:
Seguir a Cristo en un estado de vida y éste puede ser: la vida laical, la vida religiosa
o la vocación al ministerio ordenado (vocación al sacerdocio).
La Llamada
11 junio 2008
Sección: Pastoral Juvenil
Introducción:
¿Qué es la vocación?
Dios nos dio la existencia para algo, para un determinado fin, para una misión
concreta, de tal modo que en el cumplimiento de esta misión alcanzaremos la
realización plena. Dios nos ha llamado a una vocación.
Vocación es el llamado que Dios hace a todos los hombres y mujeres para que
respondan y cumplan con una misión en la construcción del Reino de Dios en
medio de nuestra realidad concreta.
1. Llamada:
El llamado es la iniciativa amorosa y gratuita que Dios nos hace para construir su
Reino.
2. Respuesta:
Es la aceptación del llamado que nos mueve a actuar. Debe ser consciente, libre,
generosa, alegre y dinámica.
3. Misión:
VOCACIÓN A LA VIDA
El primer llamado que recibimos de Dios es a la vida, entendida como un don que
él nos dio para desarrollarnos plenamente como personas: asumiendo las
cualidades y limitaciones propias, así como el contexto político, económico, social,
cultural y religioso en que nos encontramos; luchando por vivir la justicia, la
libertad y la solidaridad; entablando relaciones de armonía consigo mismo, con los
demás, con la naturaleza y con Dios.
La vida es sobre todo un llamado a ser “imagen y semejanza de Dios” (Gn 1,27), a
participar de la intimidad con Dios, a entablar una relación de amistad con su
creador.
Sin embargo, Dios no solamente nos llama a la existencia en un mundo que posee
sus propios condicionamientos, radicalmente determinados por la finitud y la
temporalidad, marcados por la sombra de la muerte. Dios nos ha dado una
vocación que trasciende estos condicionamientos y nos conduce a la plenitud de la
vida: la vocación a la vida cristiana.
La vocación a la vida cristiana es el llamado que Dios hace al hombre a través del
Bautismo para que crea y siga a Jesucristo en la Iglesia. El Bautismo es un
acontecimiento que marca totalmente la vida del hombre, ya que lo purifica del
pecado original, le da la gracia santificante; le hace hijo de Dios, templo del
Espíritu Santo, miembro de la Iglesia y lo configura con Cristo Sacerdote, Profeta y
Rey, haciéndole participar de su vida, muerte y resurrección.
VOCACIONES ESPECÍFICAS
La vida cristiana, a la cual están llamados todos los hombres y mujeres, tiene varios
modos de concretización. Son caminos igualmente válidos y necesarios que nos
conducen a la santidad de la vida en la fe, y que reciben el nombre de vocaciones
específicas:
Las vocaciones específicas es el llamado que Dios hace a una persona en particular
a vivir su vida de un modo especial en la Iglesia.
• Vocación laical.
Jornada Vocacional.
La Respuesta
11 junio 2008
Sección: Pastoral Juvenil
b) CONSCIENTE: No se responde simplemente por un sentimiento, o por hacer sentir bien a los
demás, o a sí mismo, sino que soy consciente de las responsabilidades y obligaciones que la
respuesta conlleva.
c) CRÍTICA: No es ver la vocación “color de rosa”; tengo que caer en la cuenta de cuánto me hace
falta por caminar, qué me hace falta pulir.
d) DINÁMICA: La respuesta no se da en un sólo momento, sino que exige dar un “sí” todos los días,
por lo que constantemente estamos discerniendo qué es lo que quiere el Señor.
La respuesta la expresamos de forma global con la palabra "Opción". Esta palabra implica dar todo
por algo. Esto expresa mucho mejor la respuesta que Dios merece.
La respuesta es ponerme yo a disposición, pero para llegar a esta entrega es necesario todo el
proceso de la Historia de la Salvación en la persona.
La respuesta incluye la misión, que es la forma en que respondo. Jesucristo, quien cumplió
plenamente el llamado de su Padre, es el que tiene la única y total respuesta: Él mismo, todo Él y
todo lo que hizo es respuesta al llamado del Padre.
• Jesús responde encarnando en sí la misericordia y el perdón que son rasgos del Padre amoroso.
• Responderle a Dios es comprometer y desgastar la misma vida por un proyecto que vale la pena
construir: el Reino.
Ser discípulo de Cristo es algo que cuesta trabajo, pero da muchísima felicidad.
SEGUIR A JESUCRISTO
El libro de los Hechos de los Apóstoles nos narra en sus primeros capítulos cómo
vivían LOS PRIMEROS CRISTIANOS. Su vida era también un seguimiento de
Jesús. Seguían a Cristo en la fe, aceptando su Persona y su doctrina; seguían a
Cristo en el culto, por medio de la oración y de la "fracción del pan"; seguían a
Cristo en la vida, viviendo la fraternidad y compartiendo los bienes que poseían;
seguían a Cristo en el apostolado, llevando el Evangelio a las personas y
comunidades que no lo conocían.
Hoy, como ayer, Cristo sigue cruzándose en la vida de muchos hombres y mujeres y
los invita a seguirlo en el servicio a los demás. Algunos han aceptado la invitación:
Martin Luther King, el obispo brasileño Hélder Cámara, el hermano Roger de-
Taize (Francia), la Madre Teresa de Calculta, Raúl Follereau, Pedro Casaldáliga,
etc.
COMPROMISOS
… en mi casa
…en mi escuela
…en mi trabajo
…en mi barrio
…en mi parroquia
1. SI clavas sonrisas como banderas en todos los caminos de los que están sentados
en la angustia existencial y en la marginación.
2. SI prestas a Cristo tus manos para que siga acogiendo y acariciando a los sin
rostro atrayente… si prestas a Cristo tus labios, tu corazón, tu ser entero, para que
siga amando a los desheredados de caricias y de los más elementales cuidados.
3. SI pasas por la vida disminuyendo las tristezas y las penas de los hermanos, que
es, según el poeta, el trabajo más grande.
4. SI ofreces la propia sangre a cada instante como moneda de rescate por los
aburridos y desencantados.
5. SI tienes manos abiertas para acoger, acariciar, levantar, sostener y ayudar a los
débiles y pequeños.
7. SI pasas por este mundo brindando alegría y disminuyendo las tristezas de los
enganchados a las esclavitudes de la sociedad de consumo.
¡Evidente!
de su rango de Dios,
de su sabiduría y santidad.
ORACIÓN
Señor Jesús, como ayer, hoy nos dices: Amigos veniros conmigo;
entre los más pobres, los mas sucios, los más proscritos y perdidos.
(A. DANOZ)
Palabra de Dios: Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro. El ángel del Señor se le apareció en
una llamarada entre las zarzas Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse. Moisés dijo: - Voy a
acercarme a mirar este espectáculo tan admirable: cómo es que no se quema la zarza. Viendo
el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: - Moisés, Moisés. Respondió
él: - Aquí estoy. Dijo Dios: No te acerques. Quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que
pisas es terreno sagrado. Y añadió: - Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de
Isaac, el Dios de Jacob. Moisés se tapó la cara temeroso de mirar a Dios. El Señor le dijo: - He
visto la opresión de mi pueblo en Egipto. Y ahora, anda, que te envío al faraón para que saques
de Egipto a mi pueblo, a los israelitas. Moisés replicó: -¿Quién soy yo para acudir al Faraón o
para sacar a los israelitas de Egipto? Respondió Dios: - Yo estoy contigo... Moisés replicó: - ¿Y si
no me creen ni me hacen caso, y dicen que no se me ha aparecido el Señor? El Señor le
preguntó: -¿Qué tienes en la mano? Contestó: - Un bastón. Dios le dijo: - Tíralo al suelo. Lo tiró
y se convirtió en serpiente (Exodo 3. 1-7,10,12. 4.1-3).
Enseñanza
Migue, tan inquieto como siempre, le dice a su padre: ¿Qué es vocación? La llamada que Dios
hace a cada persona para que cumpla un trabajo en la sociedad. Unos son médicos, enfermeras,
sacerdotes, políticos, ingenieros, obreros, albañiles...
Estefanía, con los ojos de sueño, le dice a su mamá: ¿Y cuál fue la vocación de Moisés? Fue el
jefe que libró a los israelitas de la esclavitud de Egipto. Dios se le apareció. Cuando vio que la
zarza ardía sin quemarse, supo que Dios le hablaba. Dios le ordenó que fuera a Egipto a hablar
con el Faraón, para que dejara salir a los hebreos. El Faraón, muy orgulloso, no le hizo caso.
¿Os habéis fijado, hijos míos, en la disponibilidad de Moisés? A pesar de las dificultades que le
esperaban, dijo a Dios: - ¡Aquí estoy! Lo del bastón era una señal para indicar que Dios iba con
él y lo libraría de todo peligro.
Oración
Señor, cada día me doy cuenta de que cuando nos mandas algo, es siempre para nuestro bien y
para el bien de los demás. Haz que siempre te sepa corresponder con mi prontitud a estilo y
manera de Moisés. Gracias.
Moisés era un hebreo nacido en Egipto, su madre Yokabed para liberarlo de la orden
del Faraón de matar a los niños varones, hijos de mujeres hebreas, lo colocó en un
cesto sobre el río Nilo. La hija del faraón lo recogió y lo crió en el palacio aunque buscó
una nodriza, resultó ser la misma madre de él.
Moisés no estaba de acuerdo con la opresión que Egipto aplicaba sobre el pueblo de
Israel, lo que lo llevó a asesinar a un egipcio y a salir huyendo hacia el desierto donde
se puso a trabajar como pastor y se unió con Séfora, hija de Jetró, el cual era un
sacerdote de Madián. Dios lo llamó en el desierto del Sinaí, le llamó desde una zarza
que aunque ardía en fuego, no se consumía, este fue un hecho extraordinario que le
llamó mucho la atención a Moisés. De esto se valió Dios para llamar a Moisés y enviarlo
a liberar al pueblo de Israel que se encontraba esclavizado por Egipto.
Al igual que Moisés, Dios hoy nos está llamando por nuestros propios nombres, desde
nuestros contextos culturales, intelectuales, laborales, etc., a Dios no le importa qué
estamos haciendo en este preciso momento, simplemente nos llama. Hoy Dios nos está
mostrando las necesidades que nuestro pueblo sufre, nos muestra el clamor de la
gente por una persona que los guíe; esta es una forma de llamarnos hoy.
Dios llama a Moisés para liberar a su pueblo, esto nos muestra que toda vocación está
ligada a una misión. Toda vocación es destinada a la liberación de nuestros hermanos.
Moisés, como nosotros, también tiene temores y limitaciones (Ex 4, 10-17), pero esto no
impide a que él lleve a cabo el encargo que Yahvé le hace. Así Moisés, que huía
anteriormente, ahora se convierte en el líder del pueblo de Dios, del pueblo de Israel.
Moisés tiene conciencia de haber sido llamado y enviado para una misión que lo supera
y esto nos sirve para caer en cuenta que nosotros no nos auto llamamos, ni nos auto
enviamos, sino que es Dios quien nos llama y nos envía. Moisés también puso un
obstáculo (Ex 3, 11) como nosotros con frecuencia lo hacemos. Nosotros también
tratamos de ocultarnos en nuestras limitaciones, en nuestras obligaciones adquiridas,
etc., nosotros también presentimos la incomodidad que traerá para nuestra vida el
responder a este llamado, a nosotros también nos da miedo asumir ciertas
responsabilidades porque comprometerse siempre da miedo. Quizá esto sea porque
nos falta conciencia de que hemos sido llamados por un Ser tan especial que nunca
nos deja solo en la misión que Él mismo nos encomienda. Necesitamos conocer las
soluciones que Dios le da a cada uno de los profetas que sacaron excusas para no
ayudar en la obra de salvación.
Al final Moisés parte para la misión con la única seguridad que acompaña a todos los
profetas: “Yo estoy contigo”. Esta es la única seguridad que nos debe acompañar a
nosotros para responder al llamado que Dios nos está haciendo: la fidelidad de Aquel
que nos llama y nos envía. Debemos tomar conciencia de que nuestra vocación no está
sujeta a nuestras capacidades, sino a la fidelidad de Dios.
El fin de toda vocación misionera es la liberación del pueblo, liberación de los sistemas
opresores, de los vicios, del egoísmo, etc., y llevarlo a hasta la adoración de Dios.
Liberar los hombres hasta el punto de que éstos se sientan tan libres, que puedan
hacer alianza con Dios. “¡Soy el que soy!”, esta es la respuesta de Dios ante la pregunta
de Moisés por su nombre, de otra forma este nombre también es “Seré el que estaré”,
lo que nos lleva a concientizarnos de que estando en la presencia de Dios es como se
descubre la verdadera vocación, estando a los pies de Dios es que aprendemos nuestra
verdadera identidad.
Cuántas veces nosotros sentimos compasión por las necesidades que pasan las
personas más pobres de nuestros barrios, cuántas veces nos ha molestado la injusticia
de los gobernantes, la violencia, etc.; ¿Por qué no pensamos que estas reacciones
pueden ser el llamado de Dios a tomar la vocería para cambiar esta realidad?