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CURRÍCULO GLOBAL: HACIA UNA NUEVA PROPUESTA PARA LA FORMACIÓN

CIUDADANA

El presente escrito tiene la finalidad de abordar la noción de currículo integrado y


como el componente curricular es el cimiento de la práctica pedagógica, resaltando
que en ella siempre aparecen nuevos elementos, distintivos factores que configuran
el currículo y complejas realidades que generan desafíos para el campo de la
educación en la formación del hombre en los albores del siglo XXI. Ante esta situación,
es imprescindible que las escuelas y las universidades replanteen su apuesta
curricular en la formación de sujetos que hacen parte de una sociedad-mundo. En
este orden de ideas, el maestro e investigador Reynaldo Mora Mora, autoridad
pedagógica en materia curricular resultado de su formación y experiencia académica
señala que “El currículo es hoy por hoy el que promueve los debates hacia dónde
debe ir la educación desde el alcance y los límites que el contexto impone a tal
construcción”. Lo anterior mencionado, convoca a la comunidad educativa y a los
organismos locales, nacionales e internacionales de la educación a construir
propuestas de innovación curricular que respondan a las exigencias de la sociedad
del conocimiento.

La carta magna de la educación de Colombia (Ley 115 de 1994), en el artículo 5 que


hace mención a los fines de la educación establece “La formación en el respeto a la
vida y a los demás derechos humanos, a la paz, a los principios democráticos, de
convivencia, pluralismo, justicia, solidaridad y equidad, así como en el ejercicio de la
tolerancia y de la libertad”, esta meta educativa debe ser incorporada con carácter
interdisciplinar y transversal en los lineamientos curriculares de los centros
educativos para formar seres humanos con una educación holística que sea resultado
del diálogo entre la teoría y la praxis curricular. En este sentido, el currículo debe ser
pensado en función de la dinámica del sector de la educación así como también de las
rupturas históricas, políticas, sociales, culturales, entre otras de los ámbitos de la
sociedad contemporánea. El acelerado desarrollo tecnológico trae consigo nuevos
escenarios educativos, por ende, la transformación curricular debe ser coherente y
pertinente a las realidades sociales.

El quehacer educativo es una tarea compleja y requiere de docentes en permanente


formación y reflexión de lo que sucede al interior de las aulas con el propósito de
diseñar acciones que aporten a la mejora de las prácticas educativas integradora con
la formación ciudadana. Educar para la participación ciudadana demanda de un
dialogo asertivo entre los miembros que conforman las comunidades educativas para
alcanzar la materialización de proyectos curriculares acorde con los horizontes
educativos y ciudadanos de la actual sociedad. Ahora bien , distintos académicos se
han referido a la conceptualización de currículo, entre ellos podemos destacar a
Gimeno Sacristán y Pérez (1996) afirman que el currículo forma parte de múltiples
prácticas, clasificadas en subsistemas, en parte autónomas y en parte
interdependientes, que generan múltiples fuerzas variadas que inciden en la acción
pedagógica, la cual además viene dada por los propios contextos en que se hinca,
como son el de aula, el personal, el social, el histórico de la escuela y el político que
presenta los patrones de autoridad y poder.

Por otro lado, Kemmis (1988) define que el currículo es un proyecto educativo de una
escuela para sus profesores, para los estudiantes, para la comunidad y para la
sociedad en su conjunto, mientras que Magendzo (1996) plantea que desde el punto
de vista de los contextos democráticos, la condición esencial para el campo de
teorización curricular es la de cuidar que los discursos que se produzcan, no sean
discursos encubridores de ideologías que legitiman intereses que no se discuten, en
orden a reproducir el sistema social, obstaculizando las condiciones que llevarían a
conseguir autonomía. Por el contrario, teniendo como intención la mejora de la
práctica, el marco curricular debe servir de instrumento emancipatorio, para sentar
los fundamentos de acciones más autónomos y democráticos en la escuela. Está
última visión teórica resalta que el currículo no debe quedar plasmado en el papel ni
mucho menos ser organizado ni tampoco definido por sujetos ajenos a la realidad
educativa.

El currículo y su naturaleza implican un permanente proceso de construcción de


diseño curricular que sea flexible, dialógico, participativo, integrador y emergente a
los diversos momentos educativos que se presentan en los sistemas educativos, estas
características permiten apreciar que el currículo es algo que se está haciendo,
desarrollando y creando y que tiene un sentido y significado en la praxis pedagógica y
curricular de la escuela de tal manera que se configura la construcción curricular
abierta y colectiva.

En la actualidad, la política educativa a nivel global exige desarrollar proyectos


curriculares en el marco de la construcción de una formación de ciudadano para el
mundo, enfatizando que los ajustes al currículo deben dialogar en primera instancia
con el horizonte misional, también articulado con las políticas curriculares
supranacionales como referentes para desarrollar actos educativos que contemplen
los rasgos característicos de un currículo global emergente e innovador y de esta
manera comprender que el currículo es entendido como un conjunto de acciones que
son producto de un consenso entre los responsables de la educación : Estado, la
familia y la sociedad en su conjunto. Tal y como ya lo anotamos, el currículo es un
concepto polisémico y los teóricos contemporáneos curriculares convergen al
considerar que es un proyecto que aúna varios elementos en cada contexto educativo
alineado al mundo globalizado, a una educación para la ciudadanía y a la condición
humana del sujeto como parte esencial de su consolidación.

La reflexión curricular

La consolidación de espacios

Cultura curricular

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