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El objetivo del artículo de Isturiz, Basile y Maizlish, es mitigar la colonialidad

presente en los sistemas de salud latinoamericanos, lo cual refiere a sus


teorías y prácticas, junto a sus políticas públicas. De esta manera, se expone lo
que es el modelo biomédico, el cual orienta la práctica de los trabajadores en el
área de la salud, de corte estrictamente cuantitativo, en relación al modelo
estructural-funcionalista del sistema de salud pública, el cual orienta las
políticas públicas y la organización de dicho mismo sistema, de corte
estrictamente sistémico. Se asume que ambos provienen desde el llamado
norte global, a grandes rasgos, la Unión Europea y Estados Unidos, por lo cual,
su terminología impersonal más bien oculta y resulta ineficiente respecto a la
especificidad del llamado sur global, de los países que le conforman. De esta
manera, se propone complementar lo cuantitativo con lo cualitativo, y sustituir
lo sistémico por las redes. Esto implica rehacer ambos marcos conceptuales, el
de la epidemiología y el del sistema de salud, según la especificidad del
llamado sur global, sustituyendo en la unidad de análisis, a la persona, el caso
con su edad y sexo, por la clase social, el género, y la etnicidad del, o los
atendidos o considerados. Este cuestionamiento es histórico en la medida en
que entiende que ambos modelos se basan en el concepto de desarrollo,
surgido desde la segunda mitad de la década de los 40’s del siglo XX, el cual
pretende estandarizar a los países entre sí, constituyéndose como vara de
medir común.
Comentario.
A mí modo de ver, el artículo consiste en una primera aproximación a esos
nuevos modelos en tanto que se evalúa e indica positiva y negativamente lo
que conceptualmente es admisible hacer, sin satisfactoriamente brindar algún
modelo, pues aún cuando se menciona a la epidemiología crítica, esta es más
una manera de corregir conceptualmente a aquel modelo biomédico sin, por lo
menos en los límites del artículo, literal y concretamente formular algún modelo.
A este respecto, surge entonces la pregunta por la construcción de estos
modelos, pues sean, matemáticos, cualitativos, o mixtos, tendrían que
incorporar esas nuevas categorías para la epidemiología, y establecer sus
relaciones.
Esta tarea parece titánica desde que el artículo se enfoca en Latinoamérica y el
Caribe y, por lo tanto, la aproximación por región, país, etc., asumiendo que
esta manera de cartografiar no constituirá un impedimento (piénsese en las
comunidades indígenas afectadas por los cortes fronterizos sobre los territorios
que ellas conciben de otra manera), puede que sirva, o puede que no, respecto
al fenómeno atendido. Los geógrafos tendrían que decir algo al respecto. Lo
cierto es que se tienen que construir estos modelos, ponerlos a prueba, y
corregirlos o desecharlos de ser necesario. Resulta más difícil en lo
concerniente al sistema de salud, desde que este se enlaza con el Estado,
pues en este caso aquel depende de qué tan anquilosado funcione este o no.
Pero hasta acá el comentario respecto al contenido.
Háblese ahora de a quién se dirige el artículo. El International Journal of Social
Determinants of Health and Health Services, es una revista, precisamente para
publicar este tipo de artículos en la medida en que es híbrida, pues confluyen
en ella especialistas tanto de las ciencias de la salud, biomédicas, ingenierías y
materiales, como de las ciencias sociales y humanidades. De esta manera, si
bien el intercambio no es necesariamente directo entre estos distintos
especialistas, pues no necesariamente se leen unos a otros en virtud de esta
agrupación por especialidades, el que hablen de mismos temas (subjects),
desde sus distintas especialidades, si permitiría el intercambio. Por lo tanto,
respecto a quién está dirigido este artículo se responde doblemente: por un
lado, a los especialistas del área, por otro, a todos los interesados en tal
subject.
En el caso de la epidemiología, ella es de por sí el área más social de la actual
ciencia de la medicina, aparte de la psiquiatría, de aquí que sea ella misma un
terreno definible en términos estrictamente médicos o híbridos. De aquí que
respecto a este artículo importe más su subject, pues en vista de que quienes
le escriben son respectivamente un médico-epidemiólogo, un científico social, y
un epidemiólogo, ¿cómo clasificarle en una especialidad u otra?
Finalmente, háblese de la ética científica, pues es a lo que corresponde al
control de lectura de esta sesión. ¿Qué tiene que ver el contenido de este
artículo con tal ética científica?
Según parece por lo expuesto en dicho artículo, no es que faltase ética alguna
a los epidemiólogos, sino que la suya se corresponde con la vieja distinción
entre sujeto y objeto kantiana, desde que, o bien el reino de los fines no aplica
respecto al paciente, pues no hay razón práctica en juego, sino pura razón
teórica que deduce sus reglas técnicas para tratar a su objeto, al paciente, o
bien desde ese reino de los fines, el imperativo categórico le compele a sanarlo
a como dé lugar. Lo cierto es, que según esta ética no hay intersubjetividad,
acuerdo, sino imposición, lo cual no es lo que se propone sino más bien, una
ética habermasiana basada en la razón comunicativa, en la comunicación (¡que
se imponga provisionalmente el mejor argumento!, pese a los presupuestos
contra-fácticos de la argumentación). Esta es una manera de interpretar la ética
desde este artículo, aunque resultaría bastante interesante, más allá de los dos
mencionados, Kant y Habermas, investigar lo que ya dijo literalmente un
médico y filósofo, Karl Jaspers. Y digo Jaspers en vez de toda la tradición
filosófica, haciendo uso de la metáfora del estar enfermo o sano, piénsese en
Spinoza y su: “curar”, enmendar el entendimiento, por decir alguno, o
Nietzsche, o Deleuze leyendo a los dos anteriores, porque en aquel caso sí se
trata de un médico.

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