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‘Celeste la tortuga no quiere ir al colegio’

Celeste era una niña de 8 años que tenía un pequeño problemita:

Le gustaba aprender cosas. Y jugar. Le gustaban los espaguetis con tomate


que le servían en su plato amarillo. Le gustaba el recreo y cantar la canción de
los números. También le gustaba mucho su vestido rojo, los unicornios y los
días de cumpleaños. Porque en esos días, sus padres y amigos le daban regalos
y dulces. Pero a Celeste la tortuga no le gustaba nada, pero nada, ir al
colegio.

Y todas las mañanas pasaba lo mismo:

Primero no se quería levantar de la cama y su mamá tenía que llamarlos


muchas veces para que se bañara. Luego, que le dolía la garganta. Que tenía
fiebre. Que le dolía un pie. Que le dolía el estómago.

El desayuno se hacía eteeeeeerno, por mucho que le gustara la leche con


cereales ella demoraba mucho porque pensaba que así no iría al colegio.

¿Vestirse? Era un verdadero y largo desafío para su mamá que Celeste se


vistiera.

– ¡No quiero ir al colegio! ¡No me gusta el colegio!- gritaba Celeste.

– Pero Eugenio, – decía su mamá- si luego te lo pasas muy bien.

La razón por la que Celeste no quiere ir al colegio


Pero Celeste no sabía que en realidad sí le gustaba el colegio. Lo que pasa es
que le daba miedo salirse un poco al colorear la tarea, la asustaba ir a comprar
a la tienda. le daba miedo quedarse sola en el recreo. Ir sola al baño y que se
escapara el pis por aguantar las ganas. O que se enfermara en la clase y le
pasara algo muy malo.

Y ese era el problemita de Celeste. Y por eso Celeste no quería ir al colegio.

Un día su mamá tortuga le explicó lo que le pasaba. Ella no se había dado


cuenta.
Cómo se solucionó el problemilla de Celeste la tortuga
Su madre le dijo que esos miedos se iban a pasar. Que ya era una niña mayor y
muy valiente, y que tenía que luchar como la princesa valiente. Que ese
problemita era en realidad como un dragón pequeñito. Y que al dragoncito se
le derrotaba con paciencia. Demostrándole a ese dragoncito que ella sí puede
colorear sin salirse, aunque sea pintando despacito… que ella puede ir al baño
porque cada baño tenía una puerta y al cerrarla nada le podría pasar, además
que si iba a la tienda y compraba solita lo que quería comer el dragoncito se
daría cuenta que nada podría hacer para asustarla, además que ella era una
niña muy sana y el medico había dicho que no tenía nada así que no se iba a
enfermar en el colegio.

Le costó un poco a Celeste la tortuga, pero poco a poco fue venciendo sus
miedos, como una princesa Valiente y el colegio dejó de ser un problema para
convertirse en un lugar divertido en donde aprende muchas, muchísimas cosas
y es muy feliz.

Valores

 El valor de la paciencia.
 La confianza y autoestima.

Reflexiones
 Tienes que confiar en tus posibilidades: Los grandes retos se consiguen por uno
mismo, demostrándonos la capacidad de superación que tenemos. Puede que tu hijo
piense que nunca va a ser capaz de abrocharse un botón, y un día, después de
practicar mucho, lo consiga. Lo más importante es que tenga la autoestima bien
alta y la confianza suficiente como para creer que sí lo puede lograr.

 La paciencia, esa gran virtud: Los niños pequeños lo quieren todo al momento, no
son capaces de esperar. Durante esta etapa, tendrán que desarrollar un valor esencial
que se convertirá en una virtud: la paciencia. Poco a poco se darán cuenta de que la
paciencia, el esfuerzo y la perseverancia, son sus mayores aliados para conseguir lo
que se propongan.

 Sí, las cosas se logran con esfuerzo: El colegio, como cualquier cosa en la vida,
implica esfuerzo. La vida no es solo diversión, sino que también nos exige esfuerzo
y perseverancia. Pero al final, tu hijo verá que merece la pena, porque todo esfuerzo
al final tiene su recompensa.
 1. ¿Cuál era el problemilla de Celeste la tortuga?
 2. ¿Por qué no quería ir al colegio?
 3. ¿Consiguió al final Celeste la tortuga vencer sus miedos?
 4. ¿Cómo lo consiguió?

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