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Canto I: La peste y la cólera

Versos 1 al 16: Apolo esparció por los ejércitos una peste. Crises, su
sacerdote, implora a los aqueos que devuelvan a su hija.

17 al 52: Crises, el sacerdote de Apolo, les ruega a los aqueos que le


devuelvan a su hija, pero Agamenón se niega rotundamente y luego lo echa. El
sacerdote le ruega a Apolo y éste lanza flechas sobre los aqueos.

53 al 171: Las flechas de apolo volaron durante 9 días sobre el ejército de los
aqueos. Aquiles convoca a una asamblea y le dice a Agamenón que tendrán
que volver atrás, pero que consulten con un adivino. Entonces, Calcante
Testórida, el mayor de los adivinos, que dijo que la cólera de Apolo provenía
del robo de la hija de su sacerdote y que para calmarla habría que devolverla a
su padre.

Agamenón se quejó de esto y dijo que la devolvería, pero si a cambio recibía


otra recompensa. Aquiles no estaba de acuerdo con eso y le dijo a Agamenón
que devolviera a la joven, pero el rey dijo que no importaba qué, el iba a tomar
otra recompensa, aunque perteneciera a otro. Aquiles se enoja y dice que no
peleará contra los troyanos y que se huiría a Ftía. Agamenón le respondió que
haga lo que él quisiese y que como tenía que devolver a Criseida, en su lugar
tomaría a la esclava de Aquiles, a Briseida (la de hermosas mejillas) que había
sido la recompensa de este.

188 al 222: Aquiles tiene intenciones de asesinar a Agamenón, pero Atenea


desciende, enviada por Hera, y le dice a Aquiles que le ayudará a apaciguar su
cólera y que no mate a Agamenón, sino que le causara injurias. Aquiles dice
que obedecerá y la diosa regresa al Olimpo.
223 al 303: Aquiles desafía a Agamenón y dice que cometerá injurias,
diciéndole que se arrepentirá. Nestor, apacible en el hablar, elocuente orador
de los pilios, da el consejo a Agamenón de que le dejara la recompensa de
Aquiles para él y a Aquiles que no intentara disputar con el rey. Agamenón
parece de acuerdo, pero desprecia de cierta forma a Aquiles. Aquiles lo trata de
cobarde y dice que no combatirá con él por la mujer, pero lo amenaza diciendo
que no toque las cosas de su veloz nave negra.

304 al 317: Se disuelve la asamblea del Ágora. Aquiles se dirige a su tienda


con Patroclo y otros amigos. Agamenón se embarca, llevando consigo a
Criseida, la de hermosas mejillas y cuyo capitán del barco era Odiseo.
Empezaron a navegar y le hicieron ofrendas a Apolo.

318 al 430: Agamenón pide a sus servidores que vayan a la tienda de Aquiles
a buscar a Briseida para quitársela. Así lo hacen. Se dirigen a la tienda y
Aquiles termina aceptando esto, diciéndole a Patroclo que entregara a Briseida
y él obedeció. Luego, Aquiles rompió en llanto e invocó a su madre. Ésta le
preguntó que era lo que le pasaba y Aquiles le contó toda la situación,
pidiéndole que intercediera ante Zeus para que recuperase su propia honra,
dándole victoria a los troyanos y no a los aqueos. Tetis cuenta que Zeus se fue
a un banquete, pero que en doce días volverá al Olimpo y que le rogará por
eso; además, le recomienda a Aquiles que se quede en su nave y que se
abstenga de combatir. Después, Tetis partió, dejando a Aquiles irritado por la
mujer que se le fue arrebatada.

431 al 492: Criseida es devuelta a su padre Crises y este ruega a Apolo para
que la peste ya no turbara a los aqueos, haciéndole una ofrenda, el cual oyó la
súplica. Comieron y bebieron, y durante el día los aqueos entonaron cantos a
Apolo, el cual los escuchó con el corazón complacido. Los aqueos después
siguieron su rumbo hasta llegar a su campamento. Mientras tanto, Aquiles
permanecía enfadado en las naves, añorando el combate.
493 al 605: Cuando los dioses regresaron al Olimpo, Tetis le rogó a Zeus para
que Aquiles recuperara su honra y para que le diese la victoria a los troyanos.
Zeus al principio no respondió, por lo que Tetis imploró más. Entonces Zeus le
dijo que por la ira de Hera no podía decirle que sí, pero que sí lo haría y que la
señal de asentimiento sería la prueba de ello, la cual consistió en bajar sus
cejas negras. Después, ambos se separaron y Zeus volvió a su palacio. Hera
no ignoraba lo que había sucedido y le reclamó a Zeus por nunca contarle las
cosas y por seguramente querer darle preferencia a Tetis y darle la victoria a
los troyanos. Zeus se enojó con ella y le dijo que se siente y que le obedezca.
Hera así lo hizo y Hefesto, su hijo, que era el que le habría fabricado los
palacios a los dioses, le recomendó que le obedeciera porque el poder de Zeus
les sobrepasaba. Hera aceptó. Todo el día se estuvo celebrando el festín en el
que Apolo tocaba la cítara y las nueve musas cantaban. Luego, los dioses se
fueron a sus respectivos palacios. Zeus se fue a dormir y a su lado descansó
Hera, la de los níveos brazos.

Canto III: Los juramentos

Versos 1 al 37: Los troyanos van a enfrentarse a los aqueos. Aparece la


cabeza de los troyanos, Alejandro (Paris) que desafiaba a los aqueos. Sin
embargo, cuando vio a Menelao en la delantera del ejército contrario, retrodió a
lo grupo de sus amigos por temor.

38 al 120: Héctor trata a Paris de cobarde y por esta razón Alejandro le


propone que se enfrenten a solas él y Menelao; el que ganase, se quedaría con
Helena y los demás quedarían en paz. Héctor detuvo a todos los troyanos y
dijo lo que proponía Paris. Menelao aceptó la contienda, los troyanos
estuvieron de acuerdo y se esperanzaron en que por fin la guerra terminara.
Después, los troyanos se bajaron de sus carros, dejaron sus armaduras y
dejaron un breve espacio entre ambos ejércitos. Héctor envió a que llamasen a
Príamo y Agamenón mandó traer víctimas para los juramentos.

121 al 244: La mensajera Iris fue en busca de Helena y le contó que Menelao y
Paris iban a abatirse en una contienda por ella. Helena empezó a extrañar su
antigua vida, por lo que derramó lágrimas y salió de su habitación para ir a las
puertas de Esceas. Los próceres troyanos (Príamo, Pántoo, Timetes, Lampo,
Clitio, Hicetaón, Ucalegonte y Antenor) entendieron al verla por qué se
peleaban por ella, ya que su hermosura era extrema, pero querían que se fuera
de sus naves. Príamo llamó a Helena y empezó a preguntarle por cada hombre
aqueo que le llamaba la atención. Ella le contó sobre el rey Agamenón (su
cuñado, que era un buen rey y esforzado combatiente), sobre Odiseo
(ingenioso, hijo de Laertes, criado en Ítaca, diestro en tramar engaños como en
dar prudentes consejos), sobre Ayante (antemural de los aqueos) y sobre
Idomeneo (que estaba rodeando a los capitanes de sus tropas).

245 al 313: Los heraldos trajeron a las víctimas para los divinos juramentos
(dos corderos) y el vino dentro de un odre de piel de cabra. También se llevó
una reluciente crátera y copas de oro. Se le acercaron a Príamo y se le
convidó, diciéndole que bajara a la llanura y sancionara los fieles juramentos,
pues Alejandro y Menelao combatirían por Helena, quedándose el ganador con
la mujer y con las riquezas, mientras que los demás quedarían en paz. Príamo
fue y cuando se levantó, Agamenón cortó pelo de la cabeza de los corderos,
que fue repartido a los próceres troyanos. Luego imploró a Zeus para que
aprobara los fieles juramentos. Le cortó el cuello a los corderos y así realizó los
juramentos, pero Zeus no confirmó el voto. Príamo dijo que regresaría a Ilión,
puesto que no podría ver a su hijo Paris combatir y así lo hizo.

314 al 339: Héctor, hijo de Príamo, y Odiseo midieron el campo y, echaron dos
suertes en el casco de bronce para saber quién arrojaría la lanza primero. Los
aqueos y algunos troyanos pidieron a Zeus que Paris muriese, por ser causa
de la guerra, y que ellos gozaran de la amistad. Los guerreros se sentaron y
Paris y Alejandro vistieron las armas.

340 al 420: Cuando Paris y Menelao terminaron de armarse, comenzaría la


contienda, presenciada por ambos ejércitos. Alejandro arrojó primero la lanza,
pero rebotó en el escudo de Menelao. Luego, Menelao arrojó su lanza, la cual
sí traspasó el escudo de Paris, clavándose en la coraza e incluso rasgando la
túnica sobre el flanco de las costillas (como se inclinó, evitó la muerte). Luego
Menelao lo tomó por el casco y lo empezó a arrastrar con la intención de
matarlo. El cordón que tenía el casco ahorcaba a Paris de cierta manera, pero
Afrodita, interviniendo, rompió la correa. Luego Menelao se abalanzó para
matarlo, pero Afrodita se lo llevó. Luego, tomando la figura de una anciana, se
le apareció a Helena y la llamó diciendo que volviera con Paris. Helena quiere
negarse, pero Hera se enfurece y la amenaza diciéndole que la abandonaría
para que le den muerte. Helena, atemorizada, decide quedarse en silencio y
seguir a la diosa sin que ninguna de las troyanas lo advirtiera.

421 al 461: Cuando llegaron al palacio de Paris, las esclavas volvieron a sus
labores y Afrodita se dirigió hacia la cámara nupcial. Luego, colocó una silla
delante de Alejandro donde se sentó Helena, la cual, apartando la vista de él, lo
increpó diciéndole que según él era superior a Menelao cuando casi perece en
esta lucha a manos de él. Le dijo también que no se enfrentara con él porque
perdería. Paris le respondió que él había ganado con ayuda de los dioses, pero
que la próxima le ganaría él mismo. Además, le dijo que su deseo nunca había
sido tanto como en ese momento. Entonces se encaminó al tálamo, Helena lo
siguió y ambos se acostaron en el lecho. Mientras tanto, Menelao buscaba a
Paris entre la muchedumbre, pero nadie le dijo porque nadie sabía dónde
estaba (si hubieran sabido, le habrían informado, ya que odiaban a Paris).
Entonces Agamenón dijo a todos que la victoria era de Menelao, por lo que le
tenían que entregar a Helena y pagar una compensación justa. Los demás
aqueos le aplaudieron.
Canto VI: Coloquio de Héctor y Andrómaca

Versos 1 al 36: En el campo de batalla, los troyanos y los aqueos quedan


combatiendo, arrojándose lanzas los unos a los otros. Ayante mató a
Acamante, hijo de Eusoro; Diomedes mató a Axilo Teutránida y a su escudero
Calesio, y ambos penetraron en el interior de Gea; Euríalo mató a Dreso y
Ofelio; Polipetes mató a Astíalo; Odiseo a Pidites percosio; y Teucro a Aretaón
divino. Antíloco Nestórida mató a Ablero; Agamenón a Elato; el héroe Leito a
Fílaco y Eurípiro a Melantio.

37 al 118: Menelao tomó a Adrastro de los cabellos e iba a matarlo, pero él le


rogó que no lo hiciera y que si lo dejaba vivo podía exigir una gran recompensa
a cambio de él. Menelao se compadeció y quiso perdonarle la vida, pero
Agamenón le dijo que no lo hiciera, que matara a todo troyano, y así lo terminó
haciendo Menelao. Por otra parte, Néstor animaba a los aqueos, dándoles
fuerza y valor. Heleno Príamida, el mejor de los augures, se le presentó a
Héctor y a Eneas, y les dijo que detengan a los guerreros no entraran de nuevo
a Ilión con los troyanos, puesto que quería hacerlo; además, les dijo que
recompusieran fuerzas para luchar después y le dijo a Héctor que vaya a la
ciudad y busque su madre y a las matronas para que éstas vayan al templo de
Atenea y le realicen un sacrificio de 12 vacas. Héctor obedeció, hizo que los
troyanos retrocedieran y luego se marchó.

119 al 236: Glauco, hijo de Hipóloco, y el hijo de Tideo, ansiosos por combatir,
fueron al espacio que había entre ambos ejércitos. Diomedes entonces se
dirigió a Glauco y le pidió que le contase quién era, pues nunca lo había visto y
éste le contó que era hijo de Hipóloco, el cual era hijo de un gran guerrero
llamado Belerofonte. Diomedes se alegró con esto y le dijo Belerofonte había
sido su antiguo huésped paterno, y que, por lo tanto, era ahora huésped de
Glauco y que Glauco iba a ser su huésped; además de decirle que
intercambien sus armaduras. Luego, descendieron de los carros y se
estrecharon las manos como prueba de amistad. Entonces Zeus hizo perder la
razón a Glauco, ya que cambió sus armaduras por las de Diomedes, siendo
que las suyas valían mucho más.

237 al 310: Héctor llegó a la ciudad, a Esceas y los troyanos acudieron a


preguntarle por sus familiares. Luego fue al palacio de Príamo y su madre salió
a su encuentro. Él le solicitó lo que ya habían planeado y así lo hizo ella, pero
Atenea no asintió.

311 al 368: En tanto, Héctor fue hasta el palacio de Paris, donde ambos
tuvieron una discusión ya que Héctor le reprochó su cobardía y Alejandro le
responde que volverá al combate. Helena trata de persuadir a Héctor con
suaves palabras, pero no lo consigue. Le dijo que se sentara, pero Héctor se
negó y le dijo que animara a Paris para el combate y para que lo alcanzara
dentro de la ciudad, ya que él iría a ver a su familia.

369 al 502: Héctor fue a su palacio a buscar a su familia. No encontró a su


esposa Andrómaca, así que le preguntó a las esclavas por ella. Ellas le
contestaron que había subido a la gran torre de Ilión porque supo que los
troyanos llevaban la peor parte y que partió hacia la muralla y con ella había ido
la nodriza que llevaba a su hijo. Héctor entonces fue a buscarla y cuando la
encontró tuvo un diálogo con ella. Ésta le dijo que no fuera a la batalla porque
la iba a dejar viuda e iba a dejar huérfano a su hijo, pero Héctor le respondió
que tenía que ir a pelear porque no soportaría la vergüenza de no entrar en
batalla y no soportaría el que los aqueos ganasen y se la llevasen a ella como
botín. Luego, tendió los brazos a su hijo y éste se recostó. Héctor le pidió a los
dioses que su niño fuera el más valiente de los guerreros troyanos, incluso más
que su padre. Andrómaca no pudo evitar derramar lágrimas y Héctor la acarició
y luego la mandó a su casa. Héctor se puso el yelmo nuevamente y ella se fue
derramando lágrimas al palacio de él, donde también había otras personas que
lloraban por lo que le pudiera suceder a Héctor porque no creían que pudiera
librarse de los aqueos.

503 al 520: Paris atravesó rápidamente la ciudad de Pérgamo y alcanzó a


Héctor cuando regresaba de ver a su esposa. Le dijo que mucho lo había
hecho esperar y Héctor le respondió que si bien era valiente, le apenaba oír lo
que los troyanos murmuraban sobre Alejandro, que soportaban muchas labores
para él. Le dijo que vayan y que luego arreglarían todo, manteniendo la
esperanza de expulsar a los aqueos de Troya.

1-8 Estado actual de los aqueos.


9-29 Discurso de Agamenón en el ágora/engaño/explicación de Zeus/pretende retirada.
30-51 Diómenes presenta un severo desdén hacia la decisión de Agamenón demostrando su valentía.
52-78 Caballero Néstor manda a hacer guardia y llenar los estómagos a la espera de un plan.

79-94 Se monta la guardia y Agamenón propone un banquete.


95-161 Exponen a Agamenón, y para apaciguar planea los regalos para Aquiles.
162-181 Néstor elije a Félix, Allante y Ulises para ir en busca del perdón de Aquiles.
182-306 En el banquete se intenta conseguir el perdón de Aquiles explicando sus ofrendas.
307-431 Aquiles menosprecia los regalos ya que solo quiere a Briseida y se niega a participar de la guerra por
miedo a la muerte.
432-605 El jinete Fénix niega a acompañar a Aquiles y lo incentiva a participar en la batalla, por medio de una
historia le muestra que los regalos son la mejor forma de aplacar la cólera.
606-710 Aquiles mantiene a su cólera, rechaza 3 veces las ofrendas de Agamenón/ Ulises y allante vuelven sin
Fénix y le informan a Tride todo lo que había pasado y concluye Diomenes en dejar de insistir a Aquiles y
esperar la lucha después de anochecer.

Canto IX

Canto XVI: Patroclea

Versos 1 al 100: Aquiles encuentra llorando a Patroclo y le pregunta la razón


de su aflicción. Patroclo le dice que es porque él se niega a deponer su cólera y
a ir a pelear, puesto que ya van hiriendo a muchos de los grandes guerreros
aqueos. Lo trata de cruel y le ruega que vaya a la batalla. Sin embargo, Aquiles
sigue negándose por el honor que le habían arrebatado, pero le dice a Patroclo
que se ponga su propia armadura y que vaya a combatir para que crean que
era el mismo Aquiles y así asustar a los troyanos con el objetivo de apartarlos
de los barcos, pero le dice que ni bien logre ésto, no vaya a combatir sin él
contra los troyanos.

101 al 209: Mientras tanto, Ayante trataba con todas sus fuerzas de resistir el
ataque de los troyanos, los cuales le arrojaban dardos. Llegó a un punto en el
que su cuerpo estaba muy cansado y Héctor, que estaba cerca, golpeó la pica
de él con su espada, rompiéndosela. Se dio cuenta de que Zeus frustraba
todos sus intentos porque le quería dar la victoria a los troyanos, por lo que se
vio obligado a huir de los tiros. Entonces, los troyanos le prendieron fuego a la
nave. Aquiles pudo divisar esto y le dijo a Patroclo que pronto se armase y que
él iría a reunir gente. Así lo hizo Patroclo y Aquiles, recorriendo las tiendas,
hacía tomar las armas a los mirmidones, sus tropas. Luego, les infundió a los
mismos valentía y fuerza, enviándolos a luchar.

210 al 256: Las tropas de Aquiles cerraron más sus filas y delante de todos se
pusieron Patroclo y Automedonte. Aquiles fue a su tienda y del arca de su
madre sacó la copa que solo era utilizada para ofrecerle libaciones a Zeus.
Entonces llenó la copa y le rogó a Zeus que le diera la victoria a su compañero
con sus muchos mirmidones y que pudiera volver a salvo. Zeus le otorgó que
apartase las naves del combate y la pelea, pero le negó que volviera ileso.
Luego Aquiles dejó la copa en el arca y salió a ver la pelea entre aqueos y
troyanos.

257 al 363: Los mirmidones seguían a Patroclo y se lanzaron sobre los


troyanos. Patroclo les exaltó la fuerza y el valor diciéndoles que honraran a
Aquiles. Los troyanos se asustaron al verlos porque pensaron que Patroclo era
Aquiles y que éste había renunciado a su cólera para ir a pelear. Patroclo mató
Pirecmes, que era capitán de los peonios, infundiéndoles temor a éstos y
echándolos de los bajeles, apagando así el fuego, librando a las naves de éste.
Los troyanos no huían todavía, pero sí, por necesidad, se retiraron de las
naves. Luego, inició una matanza donde cada jefe mató a un hombre. Ayante
quería arrojarle su lanza a Héctor, pero el héroe era muy experto en guerra,
cubriéndo sus hombros con un escudo y estando atento al ruido de las flechas
y los dardos.
364 al 418: Los troyanos huyeron de las naves dando gritos. A Héctor le
sacaron de allí sus corceles y abandonó a los troyanos. Patroclo iba adelante
con la intención de dañar a los troyanos. Quiso dañar a Héctor, pero sus
corceles lo salvaron. Luego, obligó a los troyanos a volver hacia los bajeles y
no les permitió que subiesen a Troya, iniciando una matanza de ellos,
asesinando a varios.

419 al 507: Sarpedón, hijo de Zeus, al ver que sus compañeros sucumbían
ante los aqueos, le dijo a los troyanos que dejaran de huir y que él iría a ver
quién es el que los estaba matando tanto. Entonces se bajó de su carro y
Patroclo también lo hizo. Zeus los vio y le dijo a Hera que sabía que el destino
de Sarpedón era morir a manos de Patroclo, pero se preguntó si debía salvarlo.
Hera le dijo que no, que lo mejor sería dejarlo morir, y así lo hizo Zeus,
haciendo caer sobre la tierra gotas sanguinolentas para honrarlo. Luego,
Patroclo y Sarpedón se enfrentaron. Patroclo arrojó primero la lanza y le dio a
Sarpedón; luego este arremetió, pero erró el tiro, dándole a uno de los
corceles. Después Sarpedón arrojó otra lanza, pero también erró el tiro y
finalmente Patroclo arrojó una lanza y le dio a Sarpedón, acabando con su
vida, no sin antes decirle a Glauco que fuera por los troyanos para que
pelearan por él, para que peleara él mismo y para que animara a los teucros.

508 al 683: Glauco sintió gran pesar por la muerte de Sarpedón y, como su
brazo estaba herido por una flecha, le rogó a Apolo porque lo curara y así lo
hizo el dios. Glauco fue y le reclamó a Héctor por su cobardía, informándole de
la muerte de Sarpedón, noticia que lo irritó. Por otra parte, Patroclo animó a los
aqueos para la batalla. Luego, los troyanos y los mirmidones empezaron a
luchar en torno al cadáver, combatiendo por él, por lo que Zeus cubrió la
contienda con oscuridad para que produjese mayor estrago este combate.
Epigeo quise llevarse el cadáver, pero Héctor, con una piedra, alcanzó a
matarlo, cayendo éste sobre el cuerpo de Sarpedón. Así inició una matanza de
troyanos y aqueos, todos peleando por el cadáver, el cual estaba cada vez más
irreconocible. Zeus no apartaba sus ojos de la contienda y dudaba si debía
hacer que Héctor matara a Patroclo o alargar la batalla, y optó por la segunda
opción, haciendo que Héctor huyese. Los licios (de los troyanos) también
huyeron al ver a Sarpedón muerto. Entonces los aqueos le quitaron a Sarpedón
su armadura, pero Zeus mandó a Apolo a que fuera por el cuerpo de él y que,
luego de lavarlo, ungirlo con ambrosía y vestirlo; lo llevara a los gemelos Hipno
(Sueño) y Muerte, los cuales lo llevarían a Licia para que sus familiares le
hagan los debidos honores que se le hacían a los muertos. Así lo hizo Apolo y
los gemelos lo transportaron a Licia, y allí lo dejaron.
684 al 711: Patroclo animaba a los corceles y a Automedonte, y perseguía a
los troyanos y licios, trayéndose con ésto un gran infortunio. Si bien Zeus lo
animó a combatir, tenía dispuesta la muerte para él. Patroclo mató a varios
troyanos y los aqueos habría tomado Troya si no fuera que Apolo se los
impedía, colocándose en la torre y negándole el paso a Patroclo, diciendo que
retrocediera, el cual lo hizo un gran trecho para evitar la cólera del dios.

712 al 782: Héctor se hallaba con el carro y los corceles en las puertas Esceas,
dudoso de si volver a combatir o hacer que los troyanos se refugiasen en el
muro, cuando Apolo, tomando la figura de su tío materno Asio, se le apareció y
lo instó a volver a combatir. Apolo regresó a la batalla y Héctor también.
Patroclo mató a Cebriones, hijo bastardo de Príamo, y luego se burló de él.
Luego quiso ir por su cadáver, pero Héctor se lo quiso impedir. Saltó del carro y
ambos empezaron a luchar por el muerto, alrededor de éste, queriéndose herir
el uno al otro. Héctor sostenía al cadáver por la cabeza y Patroclo lo tiraba del
pie, mientras que los demás troyanos y aqueos se mataban los unos a los
otros. Cuando el sol llegaba al ocaso, los aqueos vencían a los troyanos, contra
lo dispuesto por el destino y arrastraron luego el cuerpo de Cebriones fuera del
alcance de los troyanos para finalmente quitarle la armadura de los hombros.

783 al 818: Patroclo acometió furioso a los troyanos y tres veces mató nueve
hombres. Cuando iba a acometer una cuarta vez, Apolo intervino, el cual le dio
un golpe desde atrás en la espalda y los hombros y también le quitó el casco
que llevaba e hizo que su pica se rompiera y que su escudo y su correa
cayeran al suelo, quitándole a sus miembros la fuerza que tenían. Patroclo
quedó atónito y Euforbo Pantoida le hundió la lanza en la espalda. Lo dejó
herido, pero no lo mató. Entonces Patroclo retrocedió al grupo de sus
compañeros para evitar la muerte.

Sin embargo, Héctor, al ver a Patroclo herido, lo alcanzó y le clavó la lanza en


el vientre, haciendo que éste caiga y que los aqueos se lamentaran. Héctor le
dedicó unas palabras, rebajándolo de cierta forma y Patroclo murió. Luego,
Héctor le sacó la lanza y se la llevó para sí, y el alma de Patroclo descendió al
Hades, donde lloró por haber perdido un cuerpo con tan joven y con tanto vigor.
CANTO XXIII
CANTIDAD DE VERSOS 897
566 - 613 Menelao se enoja con Antíloco, por haberlo humillado y puesto en vergüenza. Y exige un
castigo.
RESUMEN Antíloco lo tranquiliza
DEL CONTENIDO y le ofrece
(INDICAR ENTRE su premio,
QUE NÚMEROS DEuna yegua.
VERSOS Menelao con
SE PRESENTAN LASbuenos ánimos,
ACCIONES)
se la devuelve y le advierte que tenga más cuidado a futuro.
VERSOS
614 - 652 Se reparten los premios. Aquiles respeta el ACCIONES
honor de Néstor por haber destacado en su juventud
1 - 14 entre los héroes,
Los aqueos y le entrega
y Aquiles lloran laelmuerte
quintode
premio, la urna
Patroclo. de doble
Le hacen un mango.
funeral.
15 - 54 Gustoso y agradecido, Néstor lo acepta, en honor a sus elogios
Pelida promete que el cuerpo de Héctor sea comido por los perros. y a Agamenón
los juegos fúnebres.
da la orden de
653 - 699 que lleven
Aquiles todo para
establece loselpremios
entierrodel
dedoloroso
Patroclo.pugilato, una mula y una copa. Epeo, hijo de
55 - 108 Panopeo,
El alma deyPatroclo
Euríalo, se
hijolede Mecisteo,
presenta se apuntan
a Aquiles al pugilato
pidiéndole que loy comienza el enfrentamiento.
entierren juntos Sale
ya que estuvieron
vencedor Epeo. desde que eran niños. Aquiles le promete que cumplirá su último pedido.
siempre unidos
700 - 739 El pelida presenta los premios para la ruda lucha, un trípode y una mujer diestra en labores. Y
108 - 154 se apuntan
Llevan Ayantede
el cadáver Telamonio y Ulises.
Patroclo al Hades,La victoria
Aquiles sefue para
corta la ambos.
cabellera dado que su padre Peleo
740 - 797 había prometido que lo tendría que hacer cuando regresara
Aquiles pronuncia la carrera pedestre, y los premios: una cratera a su tierra pero
labrada, undado
bueyque no volverá
y medio
decidió queoro.
talento de el cuerpo de suAyante
Se apuntan amigo dePatroclo
Oileo,se lo llevara
Ulises a su tumba.
y Antíloco. Ulises realiza una plegaria a
155 - 221 Atenea paratodo
Prepararon agilizar
parasus pies, yelgana
quemar el primer
cuerpo premio,
de Patroclo Ayante
pero dado el segundo
que este noyse
Antíloco
quemabael tercero.
Aquiles
le prometió sacrificios a Bóreas y al Zafiro para que puedan consumir los cadáveres pero solo la
Diosa Iris se le apareció y concedió su pedido.
798 - 825 El Pelida coloca las armas de Sarpedón, e invita a dos aqueos a disputarse por una daga
222 - 284 tachonada
Luego de queconelclavos
cuerpodede
plata. Participan
Patroclo quedaraAyante
solo Telamonio
sus huesosyloDiomedes. Sale
enterraron. victorioso
Sacaron el
de las
Tidida.
naves los premios de los certámenes entre ellos una mujer, una yegua, una caldera, entre otros.
Aquiles decide no participar ya que el ganaría y además él tiene caballos inmortales que
826 - 849 Aquiles
Poseidón ofrece
se losundio.
bloque de hierro en bruto como premio para la próxima prueba. Se apuntan
Polipetes, Leonteo, Ayante Telamonio y Epeo. Polipetes sale ganador.
285 -- 883
850 400 La
Diez carrera
hachas dede
caballos comenzó
doble filo, y diez en
de ella participóson
filo sencillo, el hijo
los de Nestorde
premios Nelida, Antíloco.
arquería. ApoloTeucro
Participan
yinterviene
Meríones.enSale
la carrera contra
victorioso el hijo de
Meríones enTideo,
primerDiomedes.
lugar. Atenea al darse cuenta de la trampa
de Apolo decide intervenir, fundiendo ardor a los caballos de Tidida dándole a él la gloria.
884 - 897 Para el lanzamiento de jabalina, el Pelida apremia con una pica y un caldero adornado con
flores. Atrida Agamenón y Meríones se apuntan a la prueba. Pero Aquiles pronuncia a
401 - 447 Agamenón
Antíloco, secomo el mejor
apresura parayadelantar
le ofrece alel Atrida
primerMenelao
premio. El Atrida acepta.
y amenaza a sus corceles, ya que
asume que Tidida era bendecido por la ayuda de Atenea. Menelao se preocupa y lo increpa,
alegando que por su impulso puede chocar con su carro y ambos perecer. Le habla a sus
corceles, y temerosos , aceleran evitando que lo rebasen.

448 - 498 Idomeneo logra divisar desde muy lejos las yeguas de Eumelo y escucha a Diomedes. Pero
Ayante de Oileo, molesto le dice que no es el indicado para decir eso, que su visión no es de las
mejores. Ambos se disputan con una apuesta y Aquiles los calma.

499 - 565 Culmina la carrera , con la llegada triunfante de Tidida, seguido de Antíloco, quién se adelantó
con astucia a Menelao que quedó tercero, y detrás de éste Meríones, y Eumelo último.

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Canto XXIV: Rescate de Héctor

Versos 1 al 21: Luego de haber terminado las luchas, se disolvió la junta y los
guerreros fueron a comer para luego dormir. Aquiles lloraba por Patroclo y no podía
concebir el sueño, por lo que terminaba vagando triste por la playa. A su carro ataba el
cadáver de Héctor y lo arrastraba hasta dar tres veces vuelta al cadáver de Patroclo,
insultándolo.

22 al 76: Compadecidos de Héctor, los dioses instaban a Hermes a que hurtara el


cadáver. Todos estaban de acuerdo, excepto Hera, Poseidón y Atenea, por lo que
Paris había hecho. Entonces Apolo les recrimó esto, diciéndoles que eran crueles
porque Héctor siempre les había hecho ofrendas y Aquiles tenía un carácter bastante
imprudente. Hera respondió que no podían comparar a Aquiles con Héctor porque
Aquiles era un semidios y Héctor un mortal. Zeus dijo que debían tener consideración
con Héctor porque siempre les hizo ofrendas y que, si bien no podían robar el cadáver
porque la madre de Aquiles, Tetis, estaba siempre con él, si llamasen a Tetis, él
hablaría con ella para convencerla de que le diera el cadáver a Príamo.

77 al 187: Iris fue a llevarle el mensaje a Tetis. La halló en la profunda gruta y la


mandó a llamar por parte de Zeus. Tetis dijo que no se sentía bien para ir, pero que
iría de todas formas. Cuando fue al Olimpo, cubierta con un velo negro, se sentó al
lado de Zeus puesto que Atenea le cedió su lugar y Hera le dio una copa de oro. Zeus
le dijo que lamentaba su pesar, pero que le comunicara a Aquiles que los dioses
estaban enojados con él por no permitir que el cadáver de Héctor volviera a su patria.
Tetis le obedeció, fue con su hijo, le dio aviso de esto y Aquiles, que estaba llorando
todavía por la muerte de Patroclo, aceptó que fueran a rescatar el cadáver de Héctor.
Entonces, Zeus envió a Iris a que le comunicara a Príamo que fuera a rescatar a su
hijo, solo, llevándole dones a Aquiles para aplacar su cólera, acompañado solamente
de un heraldo más viejo que él, y que Aquiles no le mataría ni dejaría que lo matasen.
Iris llegó al palacio de Príamo, donde todos estaban lamentándose por Héctor, y le
comunicó el mensaje de Zeus para luego retirarse.

188 al 321: Príamo envió a sus hijos a que le prepararan un carro con mulas y
Hécube, su esposa, le solicita que no vaya, por temor a que Aquiles le haga algo.
Príamo responde que de todas formas irá y Hécube se pone a llorar y le dice que
mejor que no buscara el cadáver de Héctor, que se queden llorando ahí en el palacio
por él, pero Príamo se sigue negando a ésto, diciéndole que no lo persuadirá y que no
le importaba si Aquiles lo llegaba a matar. Luego, tomó del arca los dones que le iba a
llevar a Aquiles y después echó a los troyanos, para después reprender a sus hijos por
no darse prisa con el carro. Ellos, por el reto de su padre, preparon el carro. Mientras
tanto, Hécube se acercó a Príamo con una copa de oro en la mano y le recomendó a
Príamo que antes de partir le hiciera la libación a Zeus para que éste le acompañara y
no lo mataran y también para que haga aparecer un ave mensajera suya a su lado. Así
lo hizo Príamo y Zeus envió a la mejor de las aves agoreras llamada percnón. Al ver el
ave volando sobre la ciudad, todos recobraron la confianza.

322 al 467: Príamo se subió a su carro y empezó su recorrido y todos estaban llorando
mientras salía de la ciudad. Zeus se compadeció de verlo y envió a Hermes para que
lo condujera a las naves de los mirmidones sin que los aqueos pudieran verlo. Hermes
le obedeció y fue con Príamo disfrazado de un joven príncipe. Se le apareció al
anciano y Príamo creyó que quizás querría matarlo, pero Hermes se le acercó y lo
interrogó, entablando diálogo con él: le dijo que servía a Aquiles, le contó sobre Héctor
y el estado perfecto en el que estaba su cadáver y le dijo también que lo podía guiar a
sus naves, pero de forma sigilosa para que no lo descubrieran. Hermes condujo a
Príamo a las naves, durmiendo a todos al llegar a las torres. Cuando llegaron por fin,
le reveló que en realidad era Hermes y que Zeus lo había enviado, pero que se tenía
que volver antes de que Aquiles lo viera ya que sería indecoroso que un dios tomara
tanto interés por los mortales, y también le dijo que se arrodillara ante Aquiles y,
abrazando sus rodillas, le suplicara, a fin de conmoverlo. Luego, el dios volvió al
Olimpo.

468 al 676: Príamo se bajó del carro y fue hasta la tienda de Aquiles. Lo encontró solo,
sin comer (mientras que sus dos compañeros queridos, Automedonte y Alcimo le
servían), y, sin que nadie más lo viera, se dirigió hacia él, le abrazó las rodillas y le
besó las manos. Aquiles quedó atónito y Príamo le rogó que por su padre, que era
parecido a él, le diera el cadáver de su hijo. Aquiles quiso llorar al venirle el recuerdo
de su padre y tomando de la mano a Príamo, lo apartó suavemente. Príamo
derramaba lágrimas por Héctor y Aquiles por su padre un poco y por Patroclo otro
poco. Entonces Aquiles decidió cesar el llanto, se levantó de la silla y le tomó la mano
al anciano para que se levantara, admirándolo por ir solo hasta allí y animándolo a
también cesar su llanto. Tuvo una charla con él donde Príamo le dijo que le devolviera
el cuerpo de su hijo y Aquiles se irritó, diciéndole que dejara de acrecentar los dolores
de su corazón, haciéndole temer al anciano, el cual le obedeció. Después, Aquiles
salió de la tienda con sus compañeros, los cuales hicieron sentar al heraldo y
recogieron los dotes que había traído Príamo, para luego envolver el cadáver de
Héctor antes de que su padre se lo llevase, enviando Aquiles a los esclavos a que lo
lavaran y lo unigieran. Así lo hicieron y lo cubrieron con una túnica y con telas. Aquiles
lo levantó y lo colocó en un lecho, y sus compañeros lo subieron al carro, pero el
Pelida le pidió perdón primero a Patroclo y luego volvió a su tienda. Después, Aquiles
se sentó y le dijo a Príamo que el cuerpo de su hijo ya estaba rescatado y que fueran
primero a comer, que luego le podría llorar. Entonces Aquiles degolló una oveja, sus
compañeros la prepararon y luego disfrutaron todos comieron y bebieron. Luego,
Príamo le pidió a Aquiles poder dormir y éste mandó traer dos camas para él y para el
heraldo, haciendo que las coloque en el vestíbulo. Aquiles le dijo que le dijera cuántos
días necesitaba para hacer los funerales a Héctor, así él detuviera a su ejército, y
Príamo le respondió que doce días, por lo que el Pelida prometió suspender el
combate durante ese tiempo, estrechando luego la mano de Príamo para que no
tuviera temor. Luego, Príamo y el heraldo durmieron, y Aquiles también lo hizo,
descansando a su lado Briseida.

677 al 804: Las demás deidades y hombres durmieron toda la noche, excepto Hermes
que planeaba cómo sacar a Príamo de las naves sin que lo vieran. Entonces se acercó
a él y, despertándolo, le advirtió que, por más que haya recuperado a su hijo, estaba
en peligro, pues si lo descubría Agamenón, no había vuelta atrás. Entonces, el
anciano sintió temor y despertó al heraldo. Luego Hermes los guió a través del ejército
sin que nadie los viera. Cuando llegaron al río Janto, Hermes volvió al Olimpo y
Casandra, subiendo al cerro, pudo divisar el carro de su padre y luego el cuerpo de
Héctor, por lo que empezó a llorar y fue a llamar a toda la población, diciéndoles a
todos los troyanos que vayan a ver a Héctor. Es así que todos salieron a ver el
cadáver y la esposa y la madre se Héctor, tomando la cabeza del mismo, se
arrancaban los cabellos y la turba las rodeaba llorando. Entonces Príamo les pidió que
se apartasen y que le podrían llorar todo lo que quisiesen cuando lo haya llevado al
palacio, por lo que la gente se apartó, dejando que pasase el carro. Dentro del palacio,
pusieron el cadáver en un lecho y a su alrededor cantores. Luego iniciaron tres duelos:
el de la esposa de Héctor, Andrómaca (que se lamentaba por la pérdida de su esposo
y por el destino de su hijo sin el mismo, además de por no poder despedirse), el de su
madre, Hécube (que se lamentaba de haber perdido a tan gran hijo), y el de Helena
(que se lamentó la pérdida de su cuñado porque jamás había sido ofensivo o grosero
con ella y, además, contenía el enojo de los que la increpaban a ella con sus suaves
palabras). Luego, toda la muchedumbre rompió en sollozos. Príamo le dijo al pueblo
que trajesen leña para realizar los funerales, puesto que Aquiles le prometió detener la
batalla por doce días, y así lo hizo la gente, acarreando durante neuve días leña para
luego colocar en el fuego el décimo día el cadáver de Héctor. Después, el pueblo se
congregó alrededor del cadáver y apagaron el fuego para luego los más cercanos de
Héctor recoger los huesos y colocarlos en una urna de oro, envueltos en fino velo
púrpura. Depositaron la urna en un hoyo que cubrieron con piedras y allí erigieron el
túmulo, estando vigilando por todos lados muchos centinelas para evitar que los
aqueos los atacasen. Luego, levantaron el túmulo y volvieron al palacio de Príamo,
donde celebraron el banquete fúnebre.

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