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Índice

Prólogo
LUNESS
LUNE
1
2
3
4
5
6

7
MARTES
8
9
10
11
MIÉRC
MIÉRCOLES
12
13
14
JUEVES
15
16
17
VIERNES
18
19
20
SÁBADO
21
22
23
24
DOMINGO

25
26
27
28
LUNES
29
30
31
MARTES
32
MIÉRCOLES
33
VIERNES

34
Nota del autor
Agradecimientos
Acerca del autor
Créditos
Planeta de libros
Para mi familia.
Su fe, apoyo y amor son todo para mí.
Prólogo
Todo comenzó con una apuesta. Claro, en ese momento
no sabía que el reto cambiaría mi vida. Pero de eso se

trata el cambio, ¿cierto? Como el amor, nunca se


anuncia, solo sucede. En su lugar, se trata de un
momento tras otro en el que decimos «oh, mierda»; o en
mi caso, un momento «OH, MIERDA» en mayúsculas que,
para ser honesto, es lo que nos sucede a noventa y cinco
por ciento de quienes somos gays de clóset.
Fue una semana antes de que volviéramos a clases y
todos estábamos en la fiesta de Año Nuevo de Brittany
Daniel. Brittany ha sido mi compañera de Biología desde
el inicio del último año de preparatoria y, por primera
vez, me habían invitado personalmente a una fiesta y no
solo por estar pegado como sanguijuela a mis mejores
amigos, Priyanka Reddy y Donny Duckworth. (Lo sé, el
apellido de Donny es la cruz que debe cargar, pero al
menos la gente conoce su nombre).
Estaba de pie en el rincón junto al librero, tratando de
parecer relajado mientras echaba un vistazo a los lomos

para ver si reconocía los títulos, al tiempo que, en


secreto, buscaba en qué cuarto estaban mis mejores
amigos, a quienes había perdido entre la multitud.
Nunca sé qué hacer en las fiestas.
fiestas. En serio, ¿qué hago
con mis manos? ¿Muevo
¿Muevo los pies al ritmo de esta
canción?
No intentaba escuchar a escondidas, pero Bryson
Keller tiene una voz que llega lejos, que atrae. Es capitán
del equipo de futbol y el chico más popular de la
Academia Fairvale, así que no era sorpresa que
presidiera la corte.
—Las relaciones de preparatoria no importan —dijo—.
Estamos en el último año. La mayoría de nosotros
terminaremos en distintas universidades y me parece
una pérdida de energía emocional comprometerse con
algo que está destinado a terminar. ¿Para qué
molestarse?
—¡Qué romántico! —comentó Priya arrastrando las
palabras.
Sentí curiosidad, entré a la cocina y encontré a mis
mejores amigos con el grupo superpopular de los atletas
y los ricos.

Tenía sentido que Priya y Donny estuvieran ahí. Priya


es capitana del equipo de futbol femenino y Donny es
uno de los chicos más ricos de la escuela, lo que significa
que no tiene que jugar ningún deporte para que lo
inviten a todos lados. Por mi parte, siempre soy su «más
uno».
Priya tomó la mano de Donny entre las suyas. Sus
dedos se entrelazaron.
—Puedes conocer a alguien en preparatoria.
Mis mejores amigos empezaron a salir desde hace seis
meses. Aún me estoy acostumbrando. Me siento feliz
por ellos, en serio. Para todos, salvo para ellos, era
evidente que eran perfectos el uno para el otro. Siempre
tuvieron mi bendición para que llevaran su amistad al
siguiente nivel. Pero a veces acabo sintiéndome como el
tercero en discordia, de pie al borde de la multitud.
Literalmente.
Bryson negó con la cabeza. Su cabello castaño claro
parecía un tono más oscuro bajo la luz fluorescente y las
sombras bailaban por su mentón afilado. Sus ojos azul
pálido también parecían más oscuros bajo esa luz.
—Bueno, mi mamá y mi papá fueron la pareja de su
preparatoria —dijo Dustin Smith. Miró a su mejor amigo
y continuó—: ¿Sabes, Bryson? Es divertido que des
súper consejos sobre relaciones
relaciones cuando tú ni siquiera has
salido con alguien.
—¿Tus padres son muy estrictos o qué? —preguntó
Donny.
—No —respondió Dustin—. No tendrían problema si
saliera con alguien.

—Sí, es mi decisión no hacerlo —explicó Bryson


encogiéndose de hombros. Bajó la mirada hacia el vaso
rojo que tenía en las manos—. Sencillamente no veo el
interés en tener una relación en preparatoria.
—Quizá es porque no encuentra a nadie con quien
salir —bromeó Isaac Lawson, mostrando su blanca y
radiante sonrisa.
Isaac también está en el equipo de futbol y es de él de
quien he estado secretamente enamorado desde el inicio
del penúltimo año.
Me alejé un poco más del grupo.
—Vamos. No es por ofender, pero probablemente
podría salir con alguien diferente cada semana, si lo
quisiera. —Bryson resopló.
Tomó un sorbo de su vaso y Priya puso los ojos en
blanco.

—Demuéstralo —dijo Dustin—. Te reto.


—¿Qué? —preguntó Bryson.
Se escucharon «ooohs» de los chicos, y las chicas a su
alrededor rieron. Bryson se movió, incómodo; no le
gustaba que lo pusieran en el centro de atención.

—Pruébanos a todos que puedes salir con alguien


diferente cada semana —insistió Dustin.
—¿En verdad me estás retando?
—Sip —afirmó Dustin—. ¿Tienes miedo?
—Bien. Lo haré. —Bryson alzó el rostro y nuestras
miradas se encontraron. Yo miré hacia otro lado—. Pero
si es un juego, una apuesta o lo que sea, entonces tiene
que haber reglas. Kai, ¿tú qué opinas?
Me llevó un instante responder. No había planeado
participar.
—Mmm, tal vez debería durar la semana escolar —
respondí nervioso—.
nervioso—. De lunes a viernes.
—Bien —asintió Bryson—. No quiero sacrificar mis
fines de semana por esto.
—Nada físico —sugirió Natalie da Silva—. Este es un

juego y se deben respetar


respetar los límites de todos.
Bryson pareció aún más aliviado.
—Y solo del último año. No quiero aprovecharme.
—De acuerdo. Solo los del último año pueden jugar —
agregó Priya—. De lo contrario, sería muy fácil.
—Espera, ¿qué?
—El reto es este, Bryson Keller —dijo Priya con un
brillo travieso en los ojos—. Saldrás con la primera
persona que te lo pida cada lunes, hasta la campanada
de fin de clases del viernes. Tienes prohibido pedirle a
alguien que salga contigo. Y si nadie te lo propone,
pierdes.
—Ah, eso me gusta —exclamó Natalie—. Por supuesto
que las chicas podemos pedirles a ellos que salgan con
nosotras.
Alzó la palma extendida y Priya chocó la suya con
gusto.
—También pierdes si te cansas de salir con alguien —
agregó Dustin—. Te conozco, amigo. No creo que seas
bueno para esto.
esto.
Le dio unas palmadas en el hombro.

—¿Y qué pasa si pierde? —pregunté.


Bryson me fulminó con la mirada, como si hubiera
esperado que nadie mencionara el castigo. Me encogí de
hombros y sonreí. ¿Cuán a menudo podía ver a Bryson
Keller avergonzarse?
avergonzarse?
Dustin sabía qué era lo que más le dolería.
—Tendrás que usar el autobús el resto del año.

TodosBryson
amaba estallaron en Jeep
Keller su carcajadas.
blanco. SeSabíamos cuánto
podría decir que
es el coche más limpio de la escuela. Lo lava al menos
una vez a la semana; he visto las fotografías donde
aparece sin camiseta en sus publicaciones de Instagram.
—Mierda, okey —aceptó Bryson—. Pero esto debe
tener fecha límite. Lo haré tres meses y se acabó. Si
pierdo, entonces empezaré a tomar el autobús después
de las vacaciones de primavera. Pero cuando gane, y
ganaré, nunca más volverán a dudar de mí.
—Sí, sí, sí —aceptó Priya—. Serás una leyenda.
—Bryson Keller. El hombre. El mito. La leyenda. Me
gusta —dijo Bryson. Bebió el resto de su cerveza—. Que
comience el juego.

—En ese caso —comenzó Natalie—, ¡sal conmigo,


Bryson Keller! —Y lanzó una carcajada.
—Bien, aunque no sea lunes todavía. Cuando
empiecen las clases, Natalie, tú serás mi primera novia.
—Sonrió—. Pero esta será la primera y última vez que
incumpla las reglas, se los advierto. —Se inclinó, galante,
frente a ella.
Y así empezó todo.

Dos meses después, la apuesta de Bryson Keller sigue


en pie. Y el tiempo se acaba. Una sola semana escolar es
todo lo que uno puede obtener.
No ha habido excepciones en eso.
Ninguna.
Quiero decir, hasta que llegué yo.
OH, MIERDA.
LUNES
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1
Se sabe que las mañanas en la casa de los Sheridan son
ruidosas y Hoy
desastrosos. caóticas; los lunes son particularmente
no es diferente.
—Yazz, ¡abre la puerta! —grito. He estado parado
frente a la puerta del baño, que comparto con mi
hermana menor, los últimos diez minutos. Voy a llegar
tarde.
Amo a mi hermana y, aparte de las mañanas entre
semana, en general nos llevamos bien. No diría que

mataría
cadáver.por
Peroella, peroYasmine
ahora, quizá síSheridan
le ayudaría
es aaquien
enterrar un
quiero
asesinar.
—Juro por Dios, Yasmine, que si no abres esta puerta
en los siguientes dos minutos la voy a tirar a patadas.
—¡Kai! —grita mamá desde la planta baja—. ¡No uses
el nombre del Señor en vano!
Pongo los ojos en blanco. Como si eso fuera ahora lo
importante.
que no tengoSin embargo,
tiempo parano lo digosobre
discutir porque la verdad
religión es
con mi
mamá, eso está reservado para los domingos en la
mañana, cuando me niego a ir a la iglesia.
Golpeo la puerta de nuevo y se abre antes de insistir
nuevamente. Yazz sale del baño lleno de vapor y me
lanza una mirada exasperada.
—Si te levantaras más temprano no tendríamos que

hacer estovida
tener una siempre. La gestión del tiempo es clave para
exitosa.
Yazz tiene trece años, pero tiene la personalidad de la
mujer madura que les grita a los niños del barrio que no
pisen su pasto.
—En unos meses, cuando vayas a la universidad, no

me tendrás para
¿de acuerdo? ayudarte. Así que trabajemos en eso,
—agrega.
Me da una palmada en el hombro como para
animarme. Para cuando pienso en una respuesta
adecuada, ya es demasiado tarde. Ya cerró la puerta de
su recámara y yo me quedo parado ahí, como niño
regañado. ¿Quién diría que soy cuatro años mayor?
—El desayuno está listo —grita papá.

—¡Todavía me tengo que bañar! —respondo.


—Vas a llegar tarde, Kai. Donny no tarda en llegar.
—¡Lo sé, mamá! —mascullo y entro al baño. Abro la
regadera y el agua está tibia. Entiendo que es primavera
y que esto es California, pero a mí me gusta el agua
como me gusta el café: casi que escalde.
Diez minutos más tarde, salgo como un hombre
nuevo. No hay tiempo para que me rasure y solo puedo
esperar que los maestros no me castiguen por eso. Con
una toalla alrededor de la cintura, regreso corriendo a mi
recámara y rápidamente me pongo el uniforme:
pantalones café y una camisa blanca de botones
perfectamente planchada. La Academia Fairvale es
flexible en muchas cosas, pero el código de vestimenta es
algo en lo que la escuela no lo es.
Busco mi corbata. Hurgo entre los montones de ropa
que yacen olvidados en el suelo de mi recámara. No soy
la persona más pulcra del mundo; eso me vale los
incontables sermones de mamá y papá. Pero supongo
que dentro de la santidad de mi propia habitación puedo
ser yo mismo: eso incluye que en ocasiones olvide poner
la ropa en la canasta de la ropa sucia.

Encuentro
extraño que la corbata dederayas
el emblema blancasconsista
la escuela y carmesí. Es
en dos
águilas estilizadas, cuando nuestra mascota es el puma,
pero es la Academia Fairvale, así que no lo
cuestionamos… mucho. Yo venía de una secundaria
pública, por eso me llevó algún tiempo acostumbrarme
al uniforme de una escuela privada. Prefiero mil veces
usar jeans y camiseta.
Recojo mi blazer del lugar en el que lo aventé el
viernes en la tarde. Siento vergüenza por las arrugas y
trato de alisarlas. Pero simplemente no hay manera de
salvar esta aburrida monstruosidad azul marino.
Bajo las escaleras de dos en dos. En mi casa hay una
política de no usar zapatos adentro, así que mis pies con
calcetines resbalan en el piso de madera y solo me salvo
de caer al sujetarme de la isla de la cocina.
—Un día vas a romper algo —me advierte mamá.
Está sentada frente a la isla, leyendo el periódico en su
iPad. Mamá está vestida y lista para su jornada. Su
cabello rubio artificial está sujeto en una cola de caballo.
En su plato hay un montón de hot cakes que hizo mi
papá y mi estómago gruñe al verlos.
—Deberías comer algo rápido, boytjie —dice papá.
Aún conserva su acento sudafricano, a pesar de haber
vivido en Estados Unidos ya casi dos décadas. Mamá es
blanca y papá es de raza mestiza. Cuando yo era más
joven no comprendía las miradas que les lanzaban, las
miradas que me lanzaban, pero ahora lo entiendo. La
gente tiene una idea de lo que debería ser el amor, y que
mis padres se amaran no entra en el panorama perfecto
de nadie. Papá siempre ha dicho que los racistas son
personas tristes que tratan de hacer que el resto del
mundo sea igual de triste; que su odio es algo por lo que
deberíamos sentir compasión porque les impide vivir
plenamente.
Mi teléfono vibra. Lo saco del bolsillo y abro el chat de
los tres mosqueteros que tengo con Donny y Priya.
Después de terminar el libro de Dumas el verano
pasado, los convencí de que vieran la película conmigo.
Todo
genialesto
quede me
«todos para uno
pareció y uno
hecho para todos» erapara
específicamente tan
nosotros.
Veo con rapidez los memes que Donny envió anoche y
encuentro el mensaje que dice que ya está aquí.
—No tengo tiempo —respondo y me dirijo a la alacena
en la que mamá guarda las barras de cereal.
Siempre se asegura de tener algunas a la mano porque
casi todas las mañanas se me hace tarde. Rasgo la
envoltura y le doy una gran mordida.
—De ti sacó que se le peguen las sábanas, querido —le
dice mamá a papá.
—Bueno, yo tengo una excusa: mi cuerpo todavía no
se adapta a este huso horario.
—Ya pasaron veinte años. Creo que esa excusa ya no
sirve.
Mamá y papá se conocieron cuando ella hacía trabajo
voluntario en una iglesia en Sudáfrica. Por casualidad,
mi papá asistía a la misma iglesia. Se enamoraron y, el
resto, como ellos dicen, es historia.
—¡Bye! —me despido y me apresuro a salir de la

cocina.
Me detengo en la puerta para ponerme los zapatos de
la escuela, tomar mi mochila del perchero, colgármela en
bandolera y engullir el resto de la barra de cereal.
—Que tengas un día excelente —grita papá.
—Te amo —agrega mamá.
—Yo también —respondo con la boca todavía llena.
Salgo de la casa y camino hacia el coche deportivo que
ningún adolescente debería tener. Me subo al asiento
trasero. Donny maneja y Priya está en el asiento del
copiloto.
—Donny, cuando vayas a Caltech, por favor inventa
una alarma que sí me despierte —exclamo a modo de
saludo.
Tanto Donny como Priya ya fueron aceptados en la
universidad de sus sueños. En pocos meses, Donny se
irá a Pasadena y Priya a la UCLA. Yo todavía estoy
esperando noticias de Tisch. Cada vez que pienso que mi
sueño está en la cuerda floja me dan náuseas. En estos
días sabré si pasé el examen.
Es triste pensar que estas rutinas matinales acabarán
pronto. Donny y yo nos conocimos en el primer año de
preparatoria, y desde entonces somos los mejores
amigos. Priya nos adoptó varios días después e insistió
en que, sin ella, Donny y yo estaríamos perdidos como
ovejitas. Nunca lo admitimos frente a ella, pero
probablemente tenía razón.
—Hay una manera —dice Priya—. Se llama fuerza de
voluntad.
—Suenas igual que Yazz.
—La Fuerza la acompaña —agrega Priya.
—Priya me obligó a ver Star Wars otra vez. —Donny
me mira por el retrovisor—. Debiste venir.
—No, ustedes necesitan pasar solos sus noches —
respondo.
—Si pasan cualquier película de Star Wars en un cine,
es obvio que debo ir —explica Priya—. Es una tradición
familiar. Mi papá se aseguró, literalmente, de que fuera
la primera película que recordara haber visto. Si algo
tiene mi padre, es dedicación.
—¿Tu mamá sigue insistiendo en que se deshaga de su
colección de figuritas? —pregunto.
Priya resopla.
—Creo que eso solo será posible si él muere. Hay tres
cosas que mi padre ama más que cualquier otra cosa en
el mundo:
Wars. su familia, su trabajo y su colección de Star
—Mi papá es igual con el Manchester United —digo
—. Este fin de semana se despertó a las tres de la
mañana para ver cómo Chelsea los hacía papilla.
—Me gustaría que mi papá tuviera un pasatiempo —
interviene Donny—. Así no me molestaría con mis
calificaciones todo el tiempo. Quiere que mejore mis

resultados de matemáticas.
—Imposible —digo—. Hasta que apareciste, ni
siquiera sabía que alguien podía tener una calificación
tan alta en matemáticas.
Donny ríe.

—La capacidad matemática y los nombres


desafortunados son tradición de los Duckworth. —
Cuando se detiene en el semáforo, gira la cabeza para
mirarme—. ¿Hiciste la tarea? —pregunta—. Tuve
problemas con las dos últimas ecuaciones.
—Por favor, Donald, no arruinemos la mañana de Kai
preguntándole sobre matemáticas.
Mi pésimo rendimiento en matemáticas es, desde hace
mucho tiempo, motivo de broma entre mis amigos, así
como aquel examen legendario en el que solo tuve una
ecuación correcta, nada más. Si me preguntan, eso fue
un éxito.
Priya tiene permiso de llamarlo Donald; pero nadie,
absolutamente nadie, puede usar su nombre completo:
Donald Duckworth IV. No bromeo, el apellido de la
familia se ha heredado de una generación a otra como
una preciada reliquia familiar. Alerta de spoiler: no lo es.
Priya me mira.
—Por cierto, ¿acabaste el guion? Hoy es la fecha límite,
¿no?
—Todavía me falta terminar algo, lo haré a la hora del
almuerzo —mascullo—. Creo que tengo una cita en el
laboratorio de computación.
Para cada una de las obras que estudiamos, la maestra
de Teatro, la señora Henning, deja que sus alumnos
audicionen para escribir una obra escolar. La fecha límite
para la de Romeo y Julieta es hoy, al final del almuerzo.
Todavía me falta el final. Todas mis ideas apestan y he
pasado horas mirando el cursor que parpadea, la página
en blanco que refleja mi mente en blanco. Pero es ahora o
nunca. El año pasado estuve muy cerca de ser
seleccionado: mi versión moderna de Hamlet quedó en
segundo lugar. Esta vez quiero que me elijan a mí. Es
uno de mis objetivos para el último año.
—Pues apenas te queda tiempo.
—No tienes que decírmelo, Priya —respondo.
Priya solo deja que sus amigos la llamen por su
nombre corto. Dice que es un premio para todos aquellos
que invirtieron tiempo y esfuerzo en aprender a
pronunciar correctamente su nombre completo. Hay una
cosa que Priyanka Reddy no tolera: la pereza. Donny es
solo Donny para todos, es exactamente lo contrario.
Quizá sí están verdaderamente hechos el uno para el
otro.
—¿Todavía no está bien? —pregunta Donny.
—Cada palabra es como si me arrancaran un diente. —
Cierro los ojos—. No he estado inspirado. Es difícil
volver a narrar Romeo y Julieta. —«Sobre todo cuando no
tengo ninguna experiencia real de salir con alguien»,
esto es lo que no agrego—. Pero estoy decidido. Este año
tengo que ganar.
—Lo importante es el potencial. Estoy segura de que
Henning busca eso, no la perfección. Tienes talento, así
que no dudo en que lo harás muy bien.
Priya abre la guantera y saca su bolsa de maquillaje.
Aunque sea el coche de Donny, también es parte de
nuestro grupo. El Patomóvil tiene pedacitos de todos
nosotros.
La verdad es que la familia de Donny tiene tanto
dinero que ni siquiera saben qué hacer con él. Cuando

utilizan
pasadas»,por ahí el Duckworth
la familia término «dinero de generaciones
está definitivamente en
la lista. Para el cumpleaños de Donny el año pasado sus
padres le compraron este hermoso Mustang rojo, con
rayas deportivas hasta la cajuela. Al principio, Donny
estaba eufórico, pero cuando vio la placa personalizada
CUAC IV se negó categóricamente a manejarlo. Por
supuesto, Priya y yo lo convencimos de lo contrario,
porque ¿a quién le importa una estúpida placa? Y a
partir de ese
corcel para día, los tres mosqueteros contaron con un
cabalgar.
Después de un trayecto rápido de diez minutos
entramos al estacionamiento de la escuela. Mi casa es la
que está más cerca —no en un fraccionamiento—, por
eso a mí me recogen al último.
—¡Ah! Ya salió el último número del Herald —dice
Priya mirando su teléfono.

—Para odiarlo tanto, eres bastante diligente con la


lectura de los editoriales de Shannon.
—Puedo odiar a la persona, pero aprecio su trabajo —
exclama fulminándome con la mirada—. Soy capaz de
aceptar las diferencias.
—¿Algo bueno? —pregunta Donny cambiando de
tema.
—Hay una entrevista con la última ex de Bryson.
—¿Quién le pidió a Bryson salir la semana pasada? —
pregunto.
—Isabella, va conmigo en la clase de Biología —
responde Priya.
—¿Cuál?
Hay cuatro alumnas de último año que se llaman
Isabella.
Bajamos del Patomóvil y Priya abre su Instagram.
Presiona #SalConmigoBrysonKeller y nos muestra una
foto. Es de una chica morena y Bryson.
—Isabella Mendini. —Priya voltea la pantalla hacia
ella y suspira—. Debería ser ilegal que Bryson tenga esa
estructura ósea.
No se equivoca. Por supuesto, mi admiración solo se
expresa de lejos y en secreto. Mi corazón late por otra
persona.
Como si mis pensamientos lo hubieran invocado, mi
amor no correspondido aparece caminando
tranquilamente. Isaac es alto, de pelo rubio rizado y ojos
azules que me recuerdan el océano. Lleva el blazer sobre
el hombro y un balón de futbol bajo el brazo. ¿Por qué
necesita un balón de futbol para ir a la escuela? Quién
sabe, pero es una imagen común cuando se trata de
Isaac.
Nos dirigimos hacia la entrada de la escuela,
estudiando el caos que nos rodea. Desde que empezó la
apuesta, los lunes en la mañana se han convertido en un
circo. Una multitud espera en la entrada; casi todos son
espectadores. Bryson ha respetado la regla de que solo
pueden participar las del último año. Parece que todos
están esperando la llegada del hombre del momento.
—Es increíble cómo se ha hecho popular la apuesta —
dice Donny.
Cuando empezó, la mayoría de las chicas que
invitaban a Bryson a salir eran porristas o pertenecían al
equipo de futbol.
Pero ahora Luegoestá
la apuesta fueron
ahí,laspara
de latodos,
clase de Teatro.
y muchas
personas que no tienen una verdadera relación con
Bryson ni con esas actividades lo invitan a salir por
diversión.
—Escuché a Eric decir que si él pudiera salir con
Bryson, lo haría —dice Priya.
Trato de no reaccionar ante la noticia de que otro chico
quiere salir con Bryson.
—¿Eric? —pregunta Donny—. ¿El gay?
Estoy seguro, casi ochenta y cinco por ciento seguro,
de que Donny no tendría problema con que yo fuera
gay. En general es muy comprensivo. Pero cuando dice
cosas como esta, lo dudo.
Priya le da un golpe a Donny en el brazo.
—Eric Ferguson —dice—. Ese es su nombre.
Tengo pensado decirles a Priya y a Donny… después
de la graduación de prepa. No planeo salir del clóset
hasta entonces, porque incluso en una escuela en la que
hay alumnos declarados y orgullosos, y hasta un club
activo LGBTQ, «gay» sigue siendo una etiqueta. No
importa que Eric sea campeón estatal de ajedrez o que
incluso sea el hijo de la directora adjunta. Eso es
secundario a su sexualidad. Es el problema de las

etiquetas: se eso
deseado. Por te pegan
tengo como si fuera deunque
tanto cuidado chicle no
no me
etiqueten. Sobre todo, no quiero ser Kai Sheridan, el gay.
Donny se encoge de hombros.
—Quiero decir que nunca especificamos que un chico
no podía pedirle a Bryson que saliera con él, ¿o sí?
Entonces, cualquiera podría pedírselo si lo desea.
Toda esta plática sobre homosexualidad pone mis
alarmas en alerta. Trato de no moverme, de fundirme
con mi entorno.
—De cualquier forma, eso no importa —continúa
Priya—. Estoy segura de que Eric ya tiene novio. Así que
supongo que nunca lo sabremos. —Mira su reloj—.
Tengo que ir a mi casillero antes de la asamblea.
Cada lunes en la mañana la Academia Fairvale lleva a
cabo una asamblea en el auditorio, y nuestro director da
los anuncios de la semana y hace un resumen del
prestigio que los equipos de deportes le brindan a la
escuela. Para mí está bien, porque mi primera clase,
Teatro, es en el mismo edificio, así que no tengo que salir
cuando la asamblea termina. Es muy conveniente.
—No llegues tarde —digo.
—Exacto. No puedo arriesgarme a que me castiguen
por llegar tarde.
Priya pone los ojos en blanco. Cualquier cosa que
moleste a los maestros significa que nosotros tenemos
que renunciar al descanso del almuerzo como castigo;
llegar tarde es lo primero en la lista. En caso de faltas
más graves nos sancionan con puntos; si acumulas seis
puntos, te castigan la tarde del viernes. Y si llegas a

treinta,
Ferguson,tendrás que pasar
la directora un sábado en la escuela con
adjunta.
—Bueno, nos vemos al rato, chicos —digo—. Tengo
una cita con la Gran Bertha.
—No más refresco. Bebes demasiado. Te va a matar.
—Sí, mamá —le digo a Priya.
—Déjalo vivir —agrega Donny.
—Permitir un mal comportamiento es parte del
problema. —Voltea hacia mí—: Te apartaremos un
lugar.
Tras decir esto, Priya se marcha.
Donny trota tras ella. Me dan envidia. Cierro los ojos
un segundo e imagino que Isaac camina conmigo hasta

mi casillero;
cotidianas que hacemos
que pueden hacer las las cosas
parejas normales y
heterosexuales.
Abro los ojos con un suspiro. A juzgar por la
muchedumbre, parece que Bryson llegará tarde hoy. Me
dirijo a la máquina expendedora que está apretujada
entre dos hileras de casilleros. Desde que la junta escolar
inició el programa para disminuir el consumo de azúcar,
esta máquina es la última en su tipo. Y yo no puedo
sobrevivir sin mi dosis diaria de azúcar.
La máquina expendedora es vieja y necesita que le den
mantenimiento, pero ninguno de los alumnos se atreve a
mencionarlo, por miedo a que la Gran Bertha sea la
próxima en recibir el hachazo. Mientras libro batalla
contra ella, Shannon Flockhart y Natalie da Silva se
detienen frente al casillero de Natalie.
—Tiene que ser esta semana. Hoy tengo que ser yo
quien le pida a Bryson Keller que salga conmigo —dice
Shannon—. La próxima semana es la fecha límite.
—¿Y si vuelves a perder tu oportunidad? —pregunta
Natalie; luego mira su reloj—. Quizá alguien ya le pidió
salir con él.
—No es posible. Dustin dice que Bryson llegará tarde
hoy. Así hora.
primera que solo tengo todo
Ya tengo que atraparlo
planeado. antes de la
—Shannon
suspira. Se acerca a Natalie para murmurarle algo al
oído, pero lo que Shannon no ha entendido es que
murmurar significa, en realidad, bajar la voz—. Y así
puedo tener los toques finales de mi historia. Un
recuento de primera mano sobre lo que significa salir
con el chico más popular de la escuela: una mirada
profunda de la cultura en una preparatoria privada y el
fenómeno de el chico. Esto definitivamente me sacará de
la lista de espera de Stanford.
—¿Estás haciendo todo esto solo por una historia? —
pregunta Natalie.
—Tengo la capacidad de concentrarme en más de una
sola cosa. Puedo obtener mi historia, salir de la lista de
espera y ganarme el corazón del hombre de mis sueños.
Tengo todo resuelto.

—Sí sabes que se supone que esto es un juego,


¿verdad? Él no está buscando nada serio con nadie.
Por último, con una patada fuerte, la Gran Bertha
libera mi botín. Voltean a mirarme, sorprendidas. Me
sonrojo y me inclino para recoger el refresco. Deciden
que no soy una amenaza y retoman su conversación. No
las estoy escuchando a escondidas, lo juro.
—El amor llega cuando menos lo esperas —dice
Shannon.
—Y ¿qué? ¿Bryson y tú son perfectos el uno para el
otro?
—Sí —responde Shannon—. Lo supe en el momento
en que nos besamos.
—Como amiga, creo que es mi deber recordarte que
eso sucedió mientras jugábamos botella, así que no creo
que cuente.
—No importa. Todo lo que necesito son cinco días
para demostrarle a Bryson Keller que somos almas
gemelas.
Sacudo la cabeza y dejo a Shannon con su fantasía.
Todos tenemos derecho a tenerlas. Después de todo, en
la mía Isaac y yo rentamos un departamento en la
ciudad de Nueva York y tenemos un cachorro que se
llama Dobby, el perro doméstico; somos muy felices
juntos.
La lata se abre con un satisfactorio clic. Estoy tomando
el primer trago cuando Louise Keaton se tropieza
conmigo y hace que la lata salga volando. El refresco se
chorrea por todos lados, principalmente sobre mí.

—¡Mierda!
empapado —exclamo
y manchado. mirando mi uniforme

Louise está distraída. Platica por teléfono.


—¡Qué! ¿Estás viendo el coche de Bryson? ¿Dónde?
Por un momento me pregunto si esto es personal,
porque Louise Keaton es mi exnovia. Ni siquiera estoy
seguro de que puedo llamarla así, ya que nuestra
«relación» duró menos de dos semanas. En el primer año
le pedí que saliera conmigo para integrarme. Todo el
mundo salía con alguien y Louise decía que mis pecas le
recordaban a las estrellas. Me gustó su alma poética y
por eso me lancé. Nuestra relación iba bien… hasta que
fuimos al cine un viernes en la noche. Tener que mentirle
a Louise cuando estábamos solos era demasiado. Lo
terminé. Ahora, si alguien me pregunta por qué no tengo
novia, miento y digo que mis padres son
extremadamente estrictos.
—¡Muchas gracias, Louise! —grito a su espalda.
Ella ya salió disparada por el pasillo y yo me quedo
solo. El frente de la camisa se pega a mi cuerpo y puedo
oler el refresco. Todos empiezan a mirarme fijamente y
me sonrojo por la atención. Sin más opción, cambio de
dirección y me dirijo al primer sanitario. Suena la
campana. Llegaré tarde a la asamblea.
Solo espero que no se den cuenta porque no me puedo
permitir estar castigado durante el almuerzo, hoy no.
Necesito terminar mi guion si quiero tener alguna
oportunidad de cumplir la fecha límite.
Me quito el blazer y desanudo la corbata. Trato de
limpiar tanto refresco como es posible de mi camisa
blanca. Al final, estoy empapado y el olor del refresco
sigue pegado. Al ver el daño frente al espejo, sé que no
puedo hacer más. Molesto, me dirijo al auditorio.
—Llegas tarde a la asamblea, Kai —dice Ferguson, la
directora adjunta. Está parada frente a la puerta del
auditorio. Tiene el mismo cabello pelirrojo brillante que
su hijo. Sus labios carmesí se fruncen con desaprobación.
Me mira de arriba abajo—. ¿Qué diablos te pasó?
—Perdón, señora. Alguien tropezó conmigo y provocó
este lío.
—Mmm. Llegas tarde, sucio… —entrecierra los ojos y
estudia mi mandíbula— y sin rasurar. Tengo que
reportarte. Ven conmigo.
Musito una queja. Sé que estoy a punto de recibir mi
primer
sigo a lalotedirectora
de puntos de castigo
adjunta en minovida.
Ferguson, puedoMientras
evitar
maldecir a Louise Keaton y al mismo Bryson Keller.
No es así como quería empezar mi lunes en la mañana.
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2
Con un puñado de sanciones, me dirijo a Teatro.
También a esto llego tarde. La gran puerta de dos hojas
de metal se abre con un rechinido, anunciando mi
llegada a la clase. La señora Henning da vueltas a mi
alrededor en una ráfaga de pulseras y pañoletas, y me
perfora con su mirada acusatoria.
—Llegas tarde, Kai. —Puedo sentir el rubor que
invade mi rostro. Más que otra cosa, odio ser el foco de
atención—. Ya deberías saber que el escenario no espera
a nadie. Y las disculpas significan muy poco en el teatro.
—La señora Henning sacude la cabeza—. Apúrate e
incorpórate. Estás interrumpiendo la clase.
—Perdón —mascullo.
—Muy bien. —La señora Henning vuelve la atención
al resto de la clase—. Como pueden ver, ya todos tienen
pareja. Pero afortunadamente para ustedes, esta mañana
hay otro retrasado. Encontrarás la tarea en la silla que
tienes enfrente. Trabajarán juntos. Prepárense para
presentarla el viernes. Sin excepciones.
excepciones.
Asiento y camino hacia el escenario. Es un trayecto
largo. El auditorio es grand
grandee y lo acaban de renovar.
Tengo que pasar hileras e hileras de asientos carmesí.
El resto de la clase ya se sentó en el escenario
formando un círculo. Tienen sus textos de Romeo y Julieta
abiertos frente a ellos. Tenemos un verdadero salón con
escritorios y sillas, pero la señora Henning cree que
Shakespeare pertenece al teatro y que se debe
interpretar, no leer. En sus palabras: «Es un pecado
hacerlo de otro modo». Así, cada clase interpretamos un
papel por turnos. Ella nos exhorta a que usemos el
espacio a nuestro alrededor para convertirnos en los
personajes.
Encuentro un lugar y me siento con las piernas
cruzadas, mi blazer arruinado a un costado. Saco mi
ejemplar deteriorado de Romeo y Julieta de mi mochila y
lo abro en la página en la que nos habíamos quedado. El
beneficio de llegar tarde es que evité que me asignaran
un papel. Esta es mi parte menos favorita de la clase de
Teatro.
La única razón por la que tomo esta clase es la señora
Henning. Peleó para que se incluyera el curso de
redacción de guiones en el plan de estudios, y por eso
siempre ha sido mi maestra favorita, por eso y porque
sus historias de fama y fortuna son muy divertidas. La
señora Henning ha sido «la protagonista de la televisión
diurna». Interpretó los dos papeles de unas hermanas
gemelas idénticas que eran la heroína y la villana de la
telenovela Mi rostro, tu vida. Pasé toda una tarde en
YouTube mirando los videos del programa. Tenía de
todo: gente rica que era horrible, asesinatos y amoríos;
incluso invasiones extraterrestres. Absolutamente
adictiva.
Escucho las lecturas y encuentro la escena correcta. Es
la parte de la pelea: Mercurio acaba de morir y después
sigue la muerte de Teobaldo. A Isaac lo eligen para el
papel de Romeo y, de nuevo, maldigo a Louise y a
Bryson por hacerme llegar tarde. Casi me pierdo tener
una excusa legítima para mirarlo con atención.
Demasiado pronto llegamos al final del acto y la
señora Henning alza la mano para detenernos.
—Buen trabajo. Creo que será todo por hoy. Vuelvan a
formar sus parejas y pónganse de acuerdo con la tarea.

Observo a Isaac y a su compañero; desearía haber


tenido la suerte de trabajar con él. En la escuela nunca he
hablado realmente con Isaac, aparte de algunos saludos
aquí y allá. Pasa lo mismo con el resto del equipo de
futbol. No estamos en los mismos círculos. Los
futbolistas son los reyes de la Academia Fairvale y yo no
soy más que un pobre campesino; nunca he tenido
problema con eso. No necesito popularidad porque el
anonimato es lo más seguro para mí. Puedo existir con
mis secretos intactos.
Las puertas se abren y todos volteamos a ver al
hombre del momento, que entra tranquilamente al
auditorio. Bryson está despeinado; su aspecto es natural
y tranquilo. Verlo así me molesta más de lo que debería.
—Perdón por llegar tarde, señora Henning.
Bryson se detiene en la primera fila.

—Bienvenido, señor Keller. Me alegra que haya


podido incluirnos en su apretada agenda. Espero que
tenga presente que tenemos una cita a la hora del
almuerzo. Usted también, Kai.
La señora Henning nos mira a Bryson y a mí. Me
gustaría ser el tipo de persona que puede formular un
argumento sobre lo injusto que es que me castiguen dos
veces por el mismo delito. En serio, ¿dónde está la
justicia en el mundo?
mundo?
—Kai, por favor explíquele la tarea a Bryson —
continúa la señora Henning.
Nada contento con el giro de los acontecimientos,
asiento y me pongo de pie. Tomo mis cosas, me dirijo a
las escaleras y bajo del escenario. Me acomodo en uno de
los asientos plegables y coloco mis cosas a mi lado.
Bryson no deja de revisar su teléfono.
—Toma —digo molesto—. Aquí está. —Le paso una
copia de la tarea—. Tenemos que elegir una escena de
una película adaptada de Shakespeare e interpretarla el
viernes.
Bryson acepta el papel y lo toma de mi mano.
—¿Estás bien?
—Perfecto. Muy bien.
Bryson comprende el sarcasmo, porque levanta la
mirada. Sus ojos azules tienen la capacidad de mirar tu
interior.
—¿Pasa algo?
—No —miento—. Terminemos esto. Tenemos que
ponernos de acuerdo para reunirnos. Dime cuándo

puedes.
Mientras más pronto hagamos planes, más pronto
puedo tratar de convencer a la señora Henning de que
me levante el castigo. Tengo que terminar mi guion. Es
mi última oportunidad. Y está fuera de duda que
alarguen el plazo.
—Mañana y el jueves tengo práctica de futbol y el
miércoles en la noche tengo partido.

Antes de que pueda responder, su teléfono suena.


Reconozco el tono de llamada. Es una canción poco
conocida de mi grupo indie favorito: The Graces. Me
sorprende que, de todas las personas, Bryson Keller
conozca música que no es tan famosa. Bryson mira la
pantalla y veo quién le llama: «Papá». Desliza el pulgar
por la pantalla bastante resquebrajada e ignora la
llamada.
Bryson suspira. Antes de sentarse junto a mí, levanta
mi blazer. Pone el brazo en el reposabrazos y nos
tocamos.
—¿Estás libre esta tarde?
Desde nuestros brazos levanto la vista. Nuestras
miradas se encuentran, es absolutamente perturbador.

Esto es lo más cerca que jamás he estado de Bryson


Keller. Aparto mi brazo. Bryson frunce el ceño.
—Mmm, sí. Estoy libre —respondo.
—Entonces veámonos para por lo menos decidir qué
película vamos a interpretar.
—Okey. ¿Dónde?
—Conozco una muy buena cafetería —dice Bryson—.
Si quieres podemos ir allí.
—Claro.
—Entonces veámonos en el estacionamiento después
de clases.
—Suena bien.
Me pongo de pie.
—¿Adónde vas? —pregunta.
—A rogar por mi vida.
La señora Henning está sentada en la primera fila,
hojeando unas notas. Conforme me acerco a ella, respiro
profundamente para tranquilizarme. Ella levanta la
vista.
—¿Qué se le ofrece, Kai?
—Mmm… de hecho, señora… —tartamudeo—, me
preguntaba si… no, esperaba que… que me quitara el
castigo hoy. ¿Puedo hacerlo mañana?
—¿Y por qué haría eso? —pregunta la señora Henning
—. Hoy llegó tarde, y por eso debe cumplir hoy con el
castigo.
—Esperaba trabajar en mi guion durante el almuerzo.
Ya casi lo acabo y solo tengo que trabajarlo un poco más
para tenerlo listo dentro del plazo. Si no lo hago, no
podré presentarlo.
—La gestión del tiempo es importante, Kai. Entiendo
que hay imprevistos, pero no puedo darte un trato
especial. Cuando me dirigía a la audición para Elphaba
me rompí un dedo del pie. Pero ¿acaso dejé que eso me
detuviera? Por supuesto que no. Me aguanté el dolor,
llegué a tiempo y fui sensacional.

Ya no hay nada más que pueda hacer o decir. Lo único


que en verdad quería hacer este año se esfumaba frente a
mis ojos. Me hubiera encantado escribir la obra de teatro
en mi último año en la Academia Fairvale; una pequeña
manera de dejar mi huella. Para mí era importante y
ahora ya no hay remedio, todo por culpa de Bryson
Keller y esa estúpida apuesta.
Regreso a mi asiento.

—¿Por qué llegaste tarde? —le pregunto.


Quiero decirle por qué yo llegué tarde. Quiero decirle
a Bryson Keller cómo echó a perder no solo mi día, sino
mi año. Estoy enojado y molesto con él. Quizá no sea
justo, pero ahora no me importa.
—Cosas de familia. —La expresión de Bryson es
confusa e intensa, casi calma mi enojo, pero entonces su
teléfono vibra al recibir un mensaje—. Todo el mundo se
está preguntando con quién voy a salir esta semana.
Sonríe y muestra sus dientes perfectamente blancos.
—¿Con quién?
Juro por Dios que si es Louise Keaton me voy a volver
loco.
—Todavía con nadie. Son las 9:10 y sigo soltero —dice
—. Hace siglos que esto no pasaba. Lo extrañaba.
Me enfurece que todo esto haya pasado sin ninguna
razón en particular, así como su actitud desenfadada. Me
embriaga la furia y la decepción. Me da una confianza
que nunca había sentido antes.
—No, no lo estás —exclamo.
Bryson me mira de nuevo.

—¿Eh? —pregunta. Claramente está confundido—.


¿Qué quieres decir?
—Que no eres soltero. —Lo hago. Digo las palabras
que nunca pensé decir—: Yo te estoy invitando a salir.
Soy el primero, así que esta semana sales conmigo.
En ese momento suena la campana, pero Bryson y yo
nos quedamos sentados. Nos miramos fijamente. Con
cada latido del corazón, mi confianza y enojo se

marchitan y mueren. Muy pronto me quedo con las


consecuencias de lo que acabo de decir, de lo que acabo
de hacer y de todo lo que significa.
Bryson estalla en carcajadas. Es demasiado ruidoso.
Está claro que piensa que es una broma. Y yo sé que
sería más seguro para mí también reír. Estoy en el último
año de preparatoria. Durante estos tres penosos años me
las he arreglado para mantener en secreto que soy gay, y
así, de pronto, abro de una patada la puerta del clóset.
Al oírlo reír me doy cuenta de que no quiero que piense
que esta es una broma. Que yo sea gay no es algo que dé
risa. Quiero que sepa que hablo en serio.
Entonces me inclino hacia él hasta que nuestros rostros
están a solo unos centímetros de distancia. Su risa se
apaga.
—¿Qué haces?
Se aparta para aumentar la distancia entre nosotros,
pero no dejo que eso me detenga. Quizá mi rostro está
ardiendo, pero también mis entrañas.
Acorto la distancia una vez más.
—No bromeo —digo—. ¡Sal conmigo, Bryson Keller!
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3
«¿Qué acabo de hacer?».
Es una pregunta que me repito una y otra vez en mi
mente. El terror es cada vez mayor conforme me dirijo a
la clase de Inglés. No puedo llegar tarde también a la
segunda clase, así que aunque esto signifique volver a
ver a Bryson, corro. En cualquier otro caso esta sería la
última vez que viera a Bryson en el día, pero no hoy.
Hoy estoy castigado con él a la hora del almuerzo.
«¡Dios mío!».
«¿Por qué hice eso?». Esta es otra pregunta que golpea
al ritmo de mi corazón galopante. ¿En qué momento en
esta Tierra de Dios algo me poseyó para salir del clóset
con el chico más popular de la Academia Fairvale?
Nunca he estado muy convencido de todo este asunto de
salir del clóset, quizá porque la única vez que lo hice, mi
mejor amigo de ese entonces me ghosteó. Las pijamadas
terminaron, así como las invitaciones a nadar. Era como
si yo ya no existiera. Al final fuimos a diferentes
preparatorias, pero las cicatrices de ese niño de trece
años que fui siguen doliendo aún ahora, como una
rodilla en invierno.
Así, salvo con algunos chicos al azar con quienes he
chateado en línea desde entonces, no he salido del clóset
con una sola alma. Ser un adolescente gay atorado en el
clóset es muy solitario y aislante.
«¡Dios mío! ¿Por qué hice eso?».
No soy abiertamente religioso. No es que no crea en un
poder superior ni nada de eso. Me gusta mucho la idea
de que alguien siempre me está cuidando, al menos
hasta el momento en el que hago cosas que harían que
Jesús se sonrojara. Pero en este segundo no hubiera
rechazado algún tipo de milagro.
En realidad, cualquier tipo de milagro.
Por primera vez soy abiertamente gay con alguien de
la Academia Fairvale. Tengo ganas de vomitar. No
puedo concentrarme en nada de esto, no cuando los
cinco minutos para cambiar de salón se están acabando.
Salgo a toda carrera del bloque A hacia el bloque B.
La Academia Fairvale está dividida en dos edificios

principales; cada bloque consta de tres pisos y nuestras


clases, salvo por el gimnasio, se dividen entre ambos.
Aparte de Teatro, el resto de las asignaturas se lleva a
cabo en el bloque B.
Bajo las escaleras de dos en dos y entro al gran patio
que divide ambos edificios. No soy el único alumno que
corre para ganarle al reloj. Me las arreglo para
desplomarme en mi asiento justo cuando suena la
campana del segundo periodo.
Hay otros veinte alumnos en la clase, pero solo uno me
preocupa. Saco mi ejemplar de El gran Gatsby de la
mochila y lo abro en la página en la que nos quedamos la
última vez. Bryson llega justo antes que el maestro. No
sonríe y tiene el ceño adusto. Me aseguro de mantener la
mirada sobre las palabras que tengo enfrente. Se sienta
cerca de la ventana. Bryson y yo estamos sentados en la
misma fila. Solo hay un escritorio entre nosotros, y sigue

vacío. Parece que Mary Beth Jones está enferma.


La maldigo.
Nuestro maestro de inglés, el señor Weber, tiene el
aspecto de que acaba de salir de la universidad. Este es
su primer año oficial enseñando, por lo que tiende a
hacer todo al pie de la letra. Todo es igual y todo es

increíblemente aburrido.
El señor Weber lee el libro antes de hacer una pausa y
alzar la vista.
—Concéntrese por favor, Bryson.
Durante la mayor parte de la clase hago mi mejor
esfuerzo por ignorar a Bryson. Pero luego pierdo la
guerra contra mí mismo. Volteo para mirarlo a
hurtadillas y termino viéndolo directamente a los ojos.

Por segunda vez durante esta hora dejo de respirar.


Rápidamente regreso a mi libro mientras lucho contra
el calor que colorea mis mejillas. Cuando me sonrojo, las
pecas que salpican mi rostro son más evidentes. Ambos
son mis rasgos más característicos y también lo que más
odio de mi aspecto.
El resto de la clase me obligo a mirar la misma página.
Mientras mis demás compañeros trabajan, revivo el

momento en que
conmigo. Hice le Eric
lo que pedíFerguson
a Brysonhabía
Keller que saliera
querido hacer.
Me pregunto si fui valiente o estúpido. Ahora ya es muy
tarde.
Suena la campana del final de la clase y meto mi
ejemplar de El gran Gatsby en la mochila sin pensarlo
mucho. Salir de este salón de clase significa dejar a
Bryson atrás, al menos hasta el almuerzo.
Me uno al enjambre de alumnos que salen al pasillo y
espero perderme en la multitud. Una mano cae sobre mi
hombro y de inmediato sé a quién pertenece.
—Tenemos que hablar —dice Bryson.
Su aliento me acaricia la oreja y lucho por no
estremecerme. En el tumulto de estudiantes, Bryson
choca contra mí y siento su calor en mi espalda.
—Okey —respondo.
Trato de calmar mis nervios. Solo quiere hablar.
Bryson tiene fama de ser justo. A principios de este año
la escuela quería que solo los de último año que eran
atletas pudieran salir del plantel para el almuerzo. No
era la primera vez que los maestros demostraban
abiertamente que los atletas eran los verdaderos dioses
en esta escuela. Y como capitán del equipo de futbol
varonil, Bryson está en el pedestal más alto. Pero
argumentó que todos los de último año debían tener
permiso, y ganó. Es una de las razones por las que todo
el mundo lo ama.
—Hola, BK. —La voz de Dustin atraviesa el parloteo
que nos rodea. El corpulento chico, que juega como
defensa para los Pumas, se abre camino entre el mar de

cuerpos.
plenamenteSu paso arrogante
consciente de es
la una clara señal
jerarquía en lade que está
Academia
Fairvale, y sabe que se encuentra en lo más alto.
Nunca pensé que alguna vez estaría agradecido por la
masa de testosterona que es Dustin Smith, pero,
conforme se acerca, no puedo evitar sentirme aliviado.
Al menos al noventa por ciento, el otro diez es
decepción, pero eso es fácil de ignorar.
Bryson saluda a Dustin en lo que solo se puede
describir como un abrazo de hermanos y yo me quedo
ahí parado, torpe, mientras ellos hablan. A media
conversación,, Dustin se detiene y voltea a verme.
conversación
—¿Qué haces aquí? —Dustin nos mira a mí y a Bryson.
La mentira llega rápido a mi lengua. Cuando vives en
el clóset, las mentiras salen fácilmente.
—Henning nos puso en equipo a Bryson y a mí en
Teatro, así que tenemos que ponernos de acuerdo para
ensayar.
No miro a los ojos a Bryson porque si lo hago sé que la
mentira no será creíble.
—Okey. —Dustin debe creer mis palabras, porque le
dice a Bryson—: ¿Shannon
¿Shannon sí te encontró finalmente?
Bryson niega con la cabeza.
—Todavía no la veo. —Suspira—. ¿Por qué? ¿Le dijiste
que hoy llegaría tarde?
—Tendrías que hacerlo ya y terminar con todo. Sabes
cómo es. Lo que Shannon quiere, lo obtiene. Entre más la
evites, peor será —dice Dustin—. Entonces, ¿quién es?
Trago saliva y, aunque no quiero hacerlo, volteo a ver
a Bryson.
—¿Quién es qué? —pregunta.
Bryson puede no ser un buen mentiroso, pero fingir
ignorancia es algo que le agradezco profundamente.
—Vamos, hombre. ¿Tu novia de esta semana?
Antes de que Bryson pueda responder, alguien dice mi
nombre. Al principio, pienso que imaginé esa gracia

salvadora,
hacia mí. pero alzo la vista y veo a Donny que camina
—¿Qué haces, Kai? —pregunta Donny.
—Hola, Quack —saluda Dustin, usando el apodo que
los de último año le dieron a Donny cuando él iba en
primero. El apodo se le quedó al principio, pero ahora
solo Dustin lo llama así.
Bryson le da un golpe a Dustin en el pecho. Y
agradezco ese pequeño gesto.
—Ah, bueno, entonces luego nos vemos, Bryson —
digo.
Jalo a Donny conmigo y la campana indica el
comienzo de la nueva clase.
Puesto que Matemáticas está al final del pasillo,
llegamos antes que la maestra, la señorita Orton. Donny
saca un cuaderno de su mochila y lo acaricia como si
fuera su posesión más preciada. De todo lo que ambos
tenemos en común, el amor por las matemáticas no es
uno de ellos. En la lista de cosas que odio, el tema se ciñe
entre llamadas telefónicas, y Leonardo DiCaprio y su sed
por un premio de la Academia.
Abro mi cuaderno en la tarea de este fin de semana. Ya
sé que está mal. Y sencillamente ya no me importa. Pero
Donny ha hecho que su misión sea asegurarse de que yo
no repruebe. Gracias a él puedo aspirar a pasar con seis.
—¿Y de qué hablaban tú y el rey? —pregunta Donny.
Sonrío por nuestra broma privada.
—Mmm, Henning nos puso en pareja para un
proyecto.
Las mejores mentiras son las que se construyen en
verdades. De ninguna manera le diré a Donny por qué
Bryson quería hablar en realidad conmigo.
—Mala suerte —murmura Donny justo cuando la
maestra de Matemáticas entra al salón.
Todos empezamos a resolver la incógnita x, pero a los
treinta minutos me doy por vencido. X está
desaparecida, presuntamente muerta.
Durante el resto de la clase me quedo sentado y miro
el reloj. Cada minuto me acerca no solo a mi castigo sino
también al plazo que no cumpliré. Cuando suena la
campana, el intercomunicador que está sobre el pizarrón
cobra vida. La voz de la secretaria escolar retumba.
—Will Bryson Keller y Kai Sheridan: por favor,
repórtense en el auditorio. Gracias.
Como si pudiera olvidarlo. «Will Bryson Keller y Kai
Sheridan: por favor, repórtense en el auditorio. Gracias».
—¿Para qué? —pregunta Donny—. Pensé que tenías
que escribir.
Maldigo.
—Ese era el plan, pero pasaron cosas. —Mi enojo de

antes no es nada más que una brasa pequeña y


agonizante—. Llegué tarde.
—Demonios, ¡qué mal! —exclama Donny.
No tiene idea. Cada quién toma su camino y, sin más
opción, me dirijo al auditorio.
Camino hacia la hora que pasaré a solas con Bryson
Keller.
4
Me paro frente a las puertas del auditorio y respiro
profundo para tranquilizarme y prepararme para lo que
me espera dentro. No funciona. Sujeto con fuerza la
correa de mi mochila en bandolera. Exhalo. Voy por
todo. La puerta se abre y veo a la señora Henning de pie
frente al escenario. Tiene unos papeles en las manos.
—Le agradezco que llegue a tiempo esta vez —dice
mirando su reloj. Me dirijo a ella—. Bueno, cuando el
señor Keller decida llegar dígale por favor que lo ayude.
—¿Con qué?
—Necesitamos organizar la utilería para empezar a
preparar Romeo y Julieta —explica la señora Henning—.
Por favor, tenga cuidado. Algunos objetos los hicieron
los alumnos, pero otros fueron donados por mis colegas.
Y por eso son sagrados. —Sonríe—. Tenga cuidado.
Asiento. Tampoco tengo otra opción. Ella también
parece darse cuenta porque frunce los labios. Se aleja por
el pasillo, pero se detiene a medio camino.
—Por favor, quédense todo el tiempo que dure el
almuerzo. Si se van o se ponen a hacer otras cosas, lo
sabré.
Ni cómo negarlo. Entre
Entre los alumnos, la señora
Henning tiene la mala reputación de poseer la
asombrosa capacidad de saber todo lo que pasa en el
auditorio, esté o no presente. Hace algunos meses
alguien dañó una de las sillas porque, por una apuesta,

pasó
cruzó corriendo
el umbral,sobre los respaldos;
la señora tan pronto
Henning supo como
quién había
sido. Ahora corre el rumor de que podría ser bruja.
—Sí, profesora.
La veo salir y me dirijo al escenario. Quiero acabar con
esto tan rápido como sea posible.
El almacén de la utilería es pequeño y está ubicado al
fondo del escenario. Sigue siendo un caos desde que
presentamos Hamlet. Entro al espacio abarrotado, me
quito el blazer que huele a refresco y envuelvo mi
mochila con él. Cuando me inclino para organizar una
caja de zapatos viejos escucho un débil toque en la
puerta.
Bryson está recargado en el marco y me mira como si
me viera por primera vez, a mi verdadero yo. No puedo
decidir si eso es bueno o malo. Me aclaro la garganta,
incómodo.
—Ah, llegaste.
Espero poder ignorar la presencia tan incómoda al otro
lado del pequeño lugar y busco el par del zapato que
tengo en la mano. Mi corazón late con fuerza en mi
pecho. Estamos solos y todavía tenemos que hablar.
¿Debería sacar yo primero el tema? ¿Debería quedarme
callado? No sé qué hacer, qué decir, cómo actuar.
—Perdón por llegar tarde —dice Bryson mientras
coloca su mochila junto a la mía. Tiene dos sándwiches
en la mano—. Toma.
Miro su mano extendida.
—¿Esto para qué?

—Pensé que quizá tendrías hambre.


Dudo, considero si debo aceptar el sándwich, pero el
fuerte gruñido de mi estómago toma la decisión por mí.
Lo tomo mascullando las gracias.
Me siento con la espalda contra la pared y le doy una
mordida al sándwich, es de pollo con mayonesa. ¿Sabrá
que es uno de mis favoritos o solo es coincidencia?
Bryson se sienta frente a mí. Cruza sus largas piernas y
también empieza a comer.
—Entonces, ¿estás pensando en audicionar para la
siguiente obra? —dice señalando la utilería a nuestro
alrededor.
—No. Pensé en escribirla —respondo—. No soy actor.
En parte es mentira, si consideramos que actúo todos
los días. He mentido sobre amores que nunca he tenido,
besos con chicas que no existen. He representado mis
propias obras de teatro. Pero no digo nada de eso. Parece
que estamos hablando sobre todo menos sobre el
elefante que está en la habitación. Y para mí eso está
bien.
—¿Pensaste? ¿En pasado?
—El plazo para entregar el guion es al final del
almuerzo. Todavía tengo que terminarlo, pero estoy
aquí.
—¿Qué pasó? —pregunta Bryson—. ¿Por qué llegaste
tarde?
—Tú pasaste —digo.
Sin embargo, el enojo de antes ya casi desapareció.
Ahora, el miedo por lo que pueda pasar entre Bryson y
yo requiere toda mi concentración.
—¿Yo? ¿Qué quieres decir? —Me examina con los ojos
entrecerrados.
Sacudo la cabeza.
—Louise Keaton pasó corriendo para pedirte que
salieras con ella y se tropezó conmigo cuando yo estaba
tomando refresco. —Hago un gesto para mostrarle el
estado de mi uniforme. Aunque ya está seco, sigue
teniendo la mancha de refresco de cola—. Eso me hizo
llegar tarde a la asamblea. Así que me castigaron por eso
y acabé llegando tarde también a Teatro; y, bueno, aquí
estamos.
—Ah —exclama Bryson. Pasa una mano por su cabello
en un gesto nervioso—. Tu mañana suena peor que la
mía. Lo siento. Y también siento que Henning te haya
castigado.
Me encojo de hombros.
—Sigue siendo mi maestra favorita. Así que no puedo
enojarme mucho con ella.
—Tampoco te enojes mucho conmigo, ¿okey? —
Bryson me ofrece una sonrisa—. Henning también es mi
favorita. ¿Sabes? Pasé toda una tarde viendo los videos
del programa ese en el que sale.
Abro los ojos como platos.
—¿En serio? Yo también lo hice. —Me río—. Fue toda
una experiencia.
—Esa es una manera de describirlo —dice Bryson
sacudiendo la cabeza.
—¿Y tú? —pregunto—. ¿Piensas audicionar para la

obra?
—Tal vez, si me lo permite el futbol. Me gusta actuar,
es divertido.
—Aspiraciones para Hollywood, ¿eh?
Vivir a corta distancia de la ciudad de Los Ángeles
significa que ha habido una buena cantidad de
exalumnos de la Academia Fairvale que se han mudado
ahí con grandes sueños. La señora Henning ha invitado
como conferencistas a quienes han tenido éxito. No
puedo negar que Bryson Keller es lo suficientemente
atractivo como para ser un actor principal.
—La verdad, no. No es mi sueño. —Bryson se pone de
pie. Arruga la envoltura del sándwich y se la mete al
bolsillo para tirarla a la basura más tarde.
Sonrío. De alguna manera, que Bryson Keller no tire la
basura en el suelo tiene sentido.
—Tenemos que acabar esto antes de que Henning nos
castigue el resto de la semana —dice.
Yo también me levanto, aliviado de que ahora haya un
poco de distancia entre nosotros. Me pongo a hurgar
entre las bolitas de unicel de todas formas y tamaños. El
silencio entre nosotros se alarga y trato de ignorar la
creciente incomodidad de este momento. ¿Bryson se
sentirá igual?
—Entonces, ¿eres gay?
Me paralizo. Sé que puedo mentir, decir que no; puedo
cambiar mi historia. Pero no quiero hacerlo. Kai
Sheridan es gay. ¿Para qué negarlo? Soy quien soy.
Francamente estoy cansado de guardar este secreto. Es
como una bomba de tiempo a punto de explotar y, en
este momento, quiero ver cómo se acaba el tiempo. Ver
qué sucede.
—Sí.
Dos letras que cambian todo. Ahora ya no hay vuelta
atrás. Curiosamente no siento el pánico absoluto que
pensé que sentiría cada vez que imaginaba esta
situación. Quizá estoy insensibilizado y este soy yo,
preparándome para el juicio que sin duda llegará: si mi
ex mejor amigo no pudo aceptarme, ¿por qué lo haría
Bryson Keller?
—Genial.
Esa palabra me estremece de alivio. Aun así, busco los
indicios que mi corazón recuerda. Bryson está de pie
junto a una percha en la que cuelgan los disfraces. Ha
dejado de hacer lo que hacía y toda su atención está en
mí. Alzo los ojos de la caja en la que estoy hurgando y
nuestras miradas se encuentran.
Estoy esperando que cambie el «gay» por una
acusación, por un insulto. Estoy esperando que deje de
verme como Kai y lo haga solo como gay. Estoy
esperando todo esto mientras recuerdo que ser gay
nunca es una elección. Si así lo fuera, ¿por qué tantos de
nosotros elegiríamos que nos evitaran y hablaran a
nuestras espaldas? La respuesta es simple: no es una
elección.
Es tan injusto: como supuestamente eres diferente,
tienes que plantarte y decir que eres diferente. ¿Qué hace
que todos los demás sean normales?
n ormales? ¿Quién decidió eso?
Quien sea, que se vaya al carajo.
—Supongo que no has salido del clóset.

Ahora, Bryson está recargado en la percha de los


disfraces. Me mira de tal manera que me hace sentir
como si yo fuera lo único que importa. No es una
pregunta, pero de todas formas respondo.
—Sí. De hecho, eres el primero en la Academia
Fairvale que lo sabe —digo desviando la mirada.
—¿En serio? ¡Guau! Me siento extrañamente honrado
—exclama—. ¿Ni siquiera Donny lo sabe? ¿O Priyanka?
—Nop, ni un alma. —Niego con la cabeza, incrédulo.
Salir del clóset no estaba en mi agenda de hoy.
—¿Qué pasa? —pregunta Bryson.
—Nada. Solo que es… raro. —Luego, con mi mejor
voz de actor maduro, agrego—: Abrir el alma debería

hacerse con más grandeza, ¿no?


Los labios de Bryson dibujan una sonrisa.
—No sé nada de eso, pero sí sé que eres valiente. —
Deja en el suelo la caja que está cargando y se sacude las
manos—. Perdóname por reírme. —Bryson se muerde el
labio—. No me reí porque fueras gay. Creo que solo me
sorprendió que me pidieras salir contigo.
—Estoy seguro de que hay otros que lo han pensado.
—Recuerdo
—. Supongo la conversación
que les gané. de Donny y Priya sobre Eric
—¿Por qué lo hiciste?
—¿Me creerías si te digo que en realidad no lo sé? Lo
hice sin pensarlo. Y luego, cuando te reíste, me di cuenta
de que no quería que pensaras que estaba bromeando.
Pero creo que, por el momento, ya gasté toda mi
valentía; quizá la valentía de algunas vidas más. —

Volteo hacia él—. Así que no puedes contárselo a nadie.


—No lo haré —promete Bryson. Su mirada me hace
sentir que no lo hará—. Saldrás del clóset cuando estés
listo. Esto será nuestro secreto.
—¿Esto?
De alguna manera suena como si se refiriera a más que
solo este momento.
—Nuestra relación esta semana. —El silencio se alarga
entre nosotros y Bryson se apresura a llenarlo—. Quiero
decir, si tú quieres fingir salir conmigo los siguientes
cinco días. —Se rasca la nuca—. Tú decides. Sin
presiones.
—¿En verdad saldrías conmigo los siguientes cinco
días? Quiero decir… suenas tan tranquilo… de que
«salgamos» juntos esta semana… ¿Dos chicos?
—Cuando me lo propusiste, la verdad sí pensé que
estabas bromeando, pero cuando dijiste que no, me
asombré un poco. Nunca un hombre me había invitado a
salir. Y supongo que nunca
n unca dije que no se podía.
Bryson se ocupa y empieza a desenredar una
guirnalda de luces. Fueron las estrellas improvisadas
que nuestra Ofelia contemplaba mientras leía la carta de
amor de Hamlet.
—Tú estabas ahí cuando me retaron —continúa Bryson
—. Sencillamente, todos asumieron que la apuesta se
limitaba a las chicas. Pero solo era «la primera persona».
He estado pensando en la razón por la que esto no
debería estar permitido. Y la razón es un poco de
mierda. Tú me invitaste a salir y yo digo que sí, como
prometí que haría. Ese es el reto. Yo… yo en serio pienso

que
decirelque
amor es ¿me
sí… amor.entiendes?
Y si creo eso,
—Dejaentonces tengo
de hacer lo que
estaba haciendo y me mira—. Claro, depende de ti.
Avísame qué decides.
—¿Y qué pasa si Shannon te pide salir con ella? Parece
muy… decidida.
—¿Tú también lo notaste? —pregunta Bryson; yo
asiento—. Bueno, le responderé que alguien lo hizo antes
que ella. —Bryson se encoge de hombros—. Es lo justo.
Así funciona este juego.
Recuerdo que alguna vez Priya dijo que Bryson se
había negado a volver a su puesto en el equipo de futbol
después de que se lesionó. Se rompió un ligamento y su
reemplazo había jugado bien, así que insistió en
quedarse en la banca durante algunos partidos hasta que
recuperara su posición de manera justa y limpia en los
entrenamientos. Por esta razón lo eligieron por
unanimidad capitán este año. Es evidente que Bryson
cree en la justicia.
—Gracias —digo con sinceridad.
La sola idea de que Bryson salga conmigo los
siguientes cinco días me parece una fantasía apenas
lúcida. No Fairvale
Academia tiene sentido
acepteque
salirelconmigo;
chico másaun
popular
cuandodesea
la
una relación fingida. Sencillamente, cosas como esta no
les suceden a chicos como yo.
Trabajamos en silencio. Mi mente zumba mientras
organizo la colección de máscaras hechas a mano que
usamos en la escena del baile de disfraces en nuestra
versión de Hamlet. Encuentro la máscara de bufón que
yo hice.
De alguna manera parece adecuado que ahora tenga
estas máscaras en mis manos, al ver cómo acabo de
quitarme la mía por primera vez. He tenido la máscara
tan pegada a la cara… ha sido así desde la primera vez
que me di cuenta de que me gustaban los chicos. Tenía
trece añosdeynuestra
presidente me enamoré
clase. de Colby Matthews, el
Fue tan repentino. Un día me encontré mirándolo. Me
gustó la manera en la que arrugaba la nariz para
acomodarse los lentes. Cuando me sonreía, mi corazón
latía con fuerza. Y hablar con él me convertía en un caos
de sudor y rubor. Fue entonces cuando me di cuenta de
que era gay. Recuerdo haberme sentido triste y molesto
con esta evidencia porque fue casi tres años después de
que la sociedad me había enseñado que ser gay no era
correcto.
A los diez años escuché a un pastor de nuestra iglesia
que condenaba la homosexualidad. En esa época no me
había dado cuenta de que su sermón me afectaría. Ahora
sé que lo que decía el pastor era pasar una eternidad en
el infierno por algo que no podía controlarse.
Suena la campana y termina nuestro castigo.
—¿Nos vemos en el estacionamiento después de
clases? —pregunta Bryson mientras recoge su mochila.
Mi corazón se detiene un segundo. Esas son las
famosas palabras que son el preludio de una pelea, y por
un momento nos imagino a Bryson y a mí peleando. La
única vez que golpeé a alguien fue en el jardín de niños,
cuando el compañero que estaba a mi lado se comió mi
crayola azul. Pero, aparte de eso, mi historial es
impecable. Y esperaba mantenerlo así.
—¿Qué? —Mi voz salió como un chillido y aclaré mi
garganta muy tarde—. ¿Por qué?
Bryson se endereza la corbata y se faja la camisa.
Observo cada movimiento sin parpadear. Se detiene
cuando advierte mi pánico.
—Hicimos planes para reunirnos para la tarea,
¿recuerdas?
No recordaba. Con tanto que está pasando entre
nosotros, esta mañana me parece muy lejana.
—Claro —digo. Suspiro de alivio. ¿Por qué fui tan
rápido en pensar que me estaba amenazando?—. Nos
vemos a la salida.

Antes de irse, Bryson voltea a verme.


—Hablaba en serio cuando te dije que tu secreto está a
salvo conmigo —añade—. Puedes confiar en mí, Kai. Lo
prometo.
Bryson sale del almacén de utilería y me quedo
mirando el lugar donde había estado; mirando el espacio
donde estuvo un chico que está dispuesto a ser mi novio
durante una semana escolar.

Si juego este juego… ¿ganaré o perderé?


5
El día termina sin más contratiempos. He pasado las
últimas horas repasando mi conversación con Bryson en
la sala de utilería.
—¿Tierra a Kai? Ya nos vamos —dice Donny. Estamos
justo afuera de las puertas que dan al estacionamiento de
alumnos. La luz de la tarde me hace entrecerrar los ojos
—. ¿Estás seguro de que no quieres que te llevemos?
En general, los tres mosqueteros regresan juntos a
casa. O, cuando Priya tiene práctica de futbol, solo
Donny y yo. Con frecuencia paso la tarde en su casa y
mamá me recoge después del trabajo.
—Sí, lo mejor es que Bryson y yo nos pongamos de
acuerdo en lo que vamos a interpretar el viernes. Ya
sabes cómo soy con estas cosas.
Priya me da una palmada en el hombro.
h ombro.
—Por eso nunca voy a entender por qué te obstinaste
en tomar Teatro.

—Nunca Kai
sonrojarse; he estará
escuchado
bien. que alguien se muera por
—Uy, gracias, Donny.
—Tú puedes hacerlo, amig
amigo.
o.
Él también me da una palmada en el brazo.
—Nos vemos —se despide Priya con un gesto de la
mano.

—Hasta luego.
Los miro alejarse. Donny y Priya caminan tomados de
la mano hacia el Patomóvil. Los alumnos se pasean,
algunos esperan que empiecen las actividades
extracurriculares, otros hablan con amigos. Veo a
Shannon y a Natalie y no puedo evitar preguntarme si
Shannon
lejos comoinvitó
para aescucharlas.
Bryson a salir con ella. Pero estoy muy

Busco en el estacionamiento y veo el coche de Bryson.


El Jeep blanco nieve es casi tan popular como él. Se ha
convertido en sinónimo de su dueño. Fue un regalo de
sus padres por pasar el examen de manejo. En esa época
era el coche más caro que tuviera un alumno de Fairvale.
Eso fue hasta que llegó Donny con su Mustang rojo
brillante.
No veo a Bryson por ninguna parte. Saco mi teléfono y
consulto las redes sociales. No hay mucho que ver, así
que cierro los ojos y trato de calmar los fuertes latidos de
mi corazón.
—¿Qué haces?
Sorprendido, me tropiezo con mi propio pie y Bryson
estira el brazo para detenerme.

—¿Estás bien? —pregunta.


Me suelta tan rápido como me detuvo.
—Sí. —Me hago a un lado para hacer espacio entre
nosotros—. Perdón —murmuro al tiempo que el calor
inunda mi rostro.
Bryson me examina. Levanta su corbata blanca y
carmesí y la pone junto a mi rostro.
—Sip, iguales —dice—. Creo que nunca había
conocido a alguien que se sonrojara tanto como tú. Es
divertido. —Está bromeando… creo. Deja caer la corbata
—. Perdón por llegar tarde. Tenía que hablar con
Henning de algo. ¿Listo para irnos?
Asiento. Bryson se pone en marcha y yo lo sigo. Nadie
se detiene a mirarnos porque esto es normal. Solo somos
dos tipos que están juntos. El hecho de que Bryson y yo
tengamos en realidad una razón para pasar tiempo
juntos esta semana es la fachada perfecta para nuestra
relación.
¿Debería aceptarla?
El Jeep se abre con un bip; Bryson abre la puerta trasera
y avienta su blazer y su mochila al asiento. Se detiene.
—¿Quieres poner aquí tu mochila o prefieres quedarte
con ella?
—Mmm, me quedo con ella.
Bryson asiente y cierra la puerta de un golpe. Se sube
al asiento del conductor y enciende el coche. El sonido
del motor que cobra vida me saca de mi estupor. Abro la
puerta del copiloto y me subo a la guarida del león… o
más bien, del puma. Su mochila de deportes está en el
asiento trasero. Está abierta y adentro se desparraman
partes del uniforme de futbol blanco-carmesí.
Pongo la mochila en mis pies y coloco mi blazer sucio
sobre mi regazo.
—Cinturón de seguridad, por favor —dice Bryson al
tiempo que se pone el suyo.
En ese momento suena su teléfono. Me sorprende que
no esté en silencio o vibración. Mi propio teléfono está
así desde el día en que mis padres me lo compraron para
mi cumpleaños, hace dos años. Era una actualización
muy necesaria para reemplazar al anterior.

—Hola, mamá. —Bryson sonríe y es deslumbrante. De


cerca, puedo ver el hoyuelo que en general está oculto.
No lo conocía hasta ahora. Solo dura un segundo, antes
de desaparecer—. ¿Papá te llamó? —Suspira—. Si quería
traerme a la escuela tenía que llegar a tiempo.
No puedo escuchar la respuesta de su madre.
—Esperé tanto como pude. Incluso llegué tarde. —
Bryson da unos golpecitos con la mano sobre el volante
—. ¿Sábado? ¿Por qué me pasa recados contigo?
Bryson me mira.
—¿Sabes qué? No importa. Hablaremos cuando llegue
a casa. Llegaré para la cena. Tengo que trabajar con un
amigo para una tarea. —La conversación continúa dos
minutos más hasta que Bryson se despide. Coloca su
teléfono en el posavasos entre nosotros—. ¿Listo? —
pregunta.
Asiento. Sale del estacionamiento sin ningún esfuerzo.
Cuando toma la calle principal, enciende la radio. Al
instante reconozco la canción: Art of War, de The Graces.
—Ah, me encantan.
Hay pocas cosas en este mundo que me hacen hablar
con emoción con desconocidos. Mi amor por este grupo
es una de ellas. The Graces es una banda de rock indie
que cada año se hace más popular. Algunos fanáticos
acérrimos han empezado a cuestionar si su creciente
popularidad los ha convertido en la corriente
dominante. No me interesa particularmente la política
del asunto, aunque he sido su fan desde el inicio.

El líder de The Graces es Ezra Grace. Es abiertamente


gay y, más que eso, es de raza mestiza, como yo. Ver a
alguien que tiene un aspecto como el mío, que ama como
yo, que vive su vida en sus propios términos hace que
este grupo sea especial para mí. También hacen una
música genial.
—¿En serio? A mí también —dice Bryson—. Sus
canciones son las que más escucho en cualquiera de mis
listas de reproducción.
Parece tan emocionado como yo. Casi como si mi
declaración le diera permiso, sube el volumen. La voz
del cantante principal nos envuelve. Muy pronto ambos
tarareamos y cantamos con el coro. La música me hace
olvidar dónde estoy y con quién estoy.

—No puedo esperar a verlos este viernes —digo


cuando el piano deja de tocar—. Ya era hora de que
volvieran a L.A.
The Graces es un grupo de la costa Este, Nueva York
es su base. Se han presentado en varios lugares y la
última vez que vinieron a L.A., mis padres pensaron que
yo era muy joven para ir a verlos. Por fin soy lo
suficientemente grande y por fin podré ver a mi ídolo en
persona.
Bryson sonríe.
—He oído que en vivo son impresionantes. —Cuando
llegamos a un semáforo rojo conecta su teléfono y abre
su lista de música—. ¿Con quién vas a ir? ¿Con Donny y
Priyanka? —pregunta Bryson y presiona el botón de
reproducción.
—No, solo —admito—. Los viernes en la noche son

para Donny
verdad es quey no
Priya, y no quise
les gustan molestarlos.
mucho The Graces.Además, la
—Ah, yo estoy en la misma situación —exclama
Bryson—. Tampoco a ninguno de mis amigos les gustan.
Así que compré mi boleto. —Bryson examina su teléfono
y ajusta el volumen—. Podríamos ir juntos, si quieres.
Podría pasar por ti.
—¿En serio? —Sonrío.
Había pensado pedirle prestado el coche a mi mamá,
pero eso me ahorraría manejar de noche, algo que me
pone muy nervioso en L. A. Además, a nadie le gusta ir
solo a un concierto.
—Me encantaría.
—Excelente —dice justo antes de que comience a sonar
Left Behind.
Cuando el semáforo se pone en verde, Bryson gira a la
derecha y nos dirigimos al corazón de la ciudad.
Fairvale, California, apenas podría llamarse ciudad y el
estilo de vida en este lugar le hace honor a su apodo:
Costas adormiladas. El pueblo está anidado cerca de la
playa. Si abres cualquier ventana podrás no solo sentir la
brisa del mar, sino también olerla. Tenemos todas las
franquicias que tiene una ciudad popular e incluso un
centro comercial. El tamaño del pueblo es suficiente
como para que todos se conozcan.
—¿Adónde vamos? —pregunto entre dos canciones.
—A Off the Wall.
Off the Wall es un café al que he ido algunas veces. La
última fue cuando Donny me rogó que lo acompañara
en una cita doble. En ese momento Priya salía con su
exnovio, así que Donny quiso superar su
enamoramiento. La cita fue un desastre porque Donny
no dejó de hablar de Priya. Y, por supuesto, a mí no me
interesaba la chica que su cita invitó para mí. Fue en ese
momento cuando prometí nunca ir a otra cita
heterosexual en mi vida.
Bryson se estaciona y salimos del Jeep. Entramos al
café; es pintoresco y tiene muebles de distintos estilos.
Hay cierta calidez en tanta aleatoriedad, casi como si el
lugar te invitara a relajarte y respirar, al recordarte que
no necesitas ser tan serio todo el tiempo. En las paredes
se alinean estantes de libros y una música suave flota en
el ambiente. Pero, sobre todo, está el aroma embriagador
de café recién hecho.

—¿Qué avas
acercamos a tomar? —pregunta cuando nos
la caja.
—Mocaccino con mucha crema batida, por favor. —Me
mira con el ceño fruncido y yo me encojo de hombros—.
Me gusta lo dulce.
Bryson hace nuestro pedido: un americano para él y
un mocaccino con crema batida extra para mí. Antes de
que pueda encontrar mi cartera, él ya pagó.

—No te preocupes —dice mientras la barista le da el


cambio.
Bryson lo pone en el bote de propinas y camina en
busca de un lugar donde sentarnos. Terminamos en un
rincón al fondo. Abarco el lugar con la mirada en busca
de rostros familiares; no porque tenga miedo, sino
porque tengo curiosidad. Estar aquí con Bryson para
hacer un proyecto escolar es perfectamente normal, así
que no estoy nervioso de que me vean. No tengo escrito
en la frente que soy gay. Nadie sabe que le pedí a Bryson
Keller que saliera conmigo esta semana.

Y tampoco nadie sabe que él acepto salir conmigo.


Me tropiezo cuando se me ocurre: «¿Esta es una cita?».
Me siento y Bryson saca la tarea de Teatro. Pasa una

mano
parado,por
desuuna
cabello y unque
manera mechón en la frente
solo puedo se queda
describir como
adorable. Coloca la hoja de trabajo sobre la mesa y queda
claro como el día que esta no es una cita; y no es que yo
lo pensara… lo juro.
—Tenemos que escoger una escena de una adaptación
de Shakespeare e interpretarla —digo.
—¿Tienes alguna obra favorita de Shakespeare? —
pregunta Bryson.
—En realidad, no —respondo—. ¿Tú?
—Romeo y Julieta. No la obra, la película. La vieja de los
noventa.
—Bueno, entonces podríamos elegir una escena de ahí.
—No, no tenemos que hacer la que a mí me guste.
Río.

—No estambién
encanta eso. Es solo
esa que sé que Lo
película. a la mencionó
señora Henning le
cuando
empezamos a leer Romeo y Julieta.
—Ah, claro. Buen ojo —exclama Bryson—. Sería
inteligente interpretar la película favorita de la maestra.
Levanta el pulgar para decir que está bien. En ese
momento el barista nos trae nuestras bebidas. Le doy un
trago largo y saboreo el chocolate dulce. Luego le doy
otro trago, solo por si acaso.
—¿Bryson?
Ambos nos detenemos al escuchar la voz de Isaac.
Bryson mira sobre mi hombro y le sonríe a mi amado.
Isaac se acerca hasta nuestra mesa. Alzo los ojos y
encuentro su mirada. Hace un breve gesto con la cabeza
hacia mí, que apenas alcanzo a devolver.
—¿Qué haces aquí? —pregunta.
—Tarea de Teatro —explica Bryson.
—Ah, sí, yo también tengo que empezarla. ¿Vas bien?
—Estoy en eso —dice Bryson—. ¿Viniste solo?
—Natalie está en el coche —dice Isaac. En ese
momento gritan su pedido—. Ese soy yo.
—Nos vemos.
Isaac se aleja y evito verlo marcharse.
—Tienes algo en los labios.
—¡Demonios! ¿Lo tuve todo este tiempo? —pregunto.
Bryson asiente con una sonrisa y me limpio los labios.
Confía en mí para ridiculizarme frente al chico que me
gusta.

—Qué extraño, cuando salimos, Natalie dijo que


odiaba el café de este lugar.
Alzo la mirada.
—¿Isaac y Natalie están saliendo?
—Sí —dice Bryson. Mira su teléfono en busca de
videos de la película—. Pero es muy reciente. —Levanta
el rostro al sentir el peso de mi mirada—. Espera, ¿él te
gusta? —murmura Bryson.
Nunca me habían hecho esa pregunta. Y me parece
extraño que sea Bryson quien la haga, pero lo extraño no
siempre significa malo. No hago más que asentir.
—Ah, entonces ¿ese es tu tipo? —Bryson frunce el ceño
y sus ojos miran a todos lados menos a mí.
—No creo tener un tipo —digo—. Solo me gustaba él.
—¿En pasado? —Bryson arquea una ceja. Es
fastidiosamente adorable.
—No es que alguna vez fuera a tener una oportunidad
con él.
Sé que era imposible que sucediera algo con Isaac,
pero que salga con alguien no deja de doler. La fantasía
de nuestro futuro se disuelve como una fotografía en
llamas.
—Ese es el problema cuando te gusta un heterosexual
—continúo—. La historia siempre termina igual.
Tomo otro largo trago de mi bebida. Bryson me mira
fijamente.
—¿Qué? —Me limpio los labios—. ¿Otra vez tengo
algo en la cara?
—Solo siento curiosidad por algo.
—¿Qué?
—¿Por qué das por sentado que todos los que te
gustan son heterosexuales?
Encojo los hombros.
—Quiero decir… no lo sé con certeza, pero
probablemente Isaac lo sea. Ahora está saliendo con
Natalie, así que en verdad no importa.
—Sí… Isaac es hetero, pero hablo en general, ¿por qué

estás tan seguro de que los chicos que te gustan son


heteros?
Muerdo el popote mientras lo considero. Nunca lo
había pensado. Es extraño tener esta conversación con
Bryson Keller. Espera que responda y, finalmente,
exhalo y lo hago.
—Creo que eso es lo que me ha hecho creer la
sociedad. Todos dicen que la heterosexualidad es lo
normal. Mira en nuestra escuela. La cantidad de chicos
que han salido del clóset se cuentan con una mano.
Estoy seguro de que hay otros que no se han declarado,
como yo, y quizá hasta algunos que ni siquiera están
seguros de suquesexualidad.
Quizá asumir —Me muerdo
todos a mi alrededor el labio—.
son heteros es un
mecanismo de defensa.
—Perdón, tal vez no debí preguntar —suspira Bryson
—. Es una mierda.
—Sí, lo es. Pero me alegra haber salido del clóset con
alguien como tú. —Río entre dientes—. Me pudo haber
ido muy mal.

Me mira a los ojos.


—No lo diré, pero en el raro caso de que alguien se
entere de que eres gay y te moleste por eso, llámame.
—¿Mi guardaespaldas personal?
—Un amigo —dice Bryson guiñando un ojo. Su
teléfono vuelve a sonar y responde—. ¿Quieres que pase
por algo? —Hace una pausa—. Okey. Perfecto. Llegaré
pronto.
Mientras Bryson habla por teléfono, termino mi
mocaccino y estudio al chico que tengo enfrente. Es

distinto de lo que pensé, pero no en mal sentido.


Bryson cuelga el teléfono.
—Perdón.

—No pasa nada. ¿Nos tenemos que ir?


Bryson asiente.
—¿Está bien?
—Claro. Yo tampoco quiero perderme la cena.
Salimos del café y mis pensamientos están ocupados
en Bryson. En el coche, una de las baladas de The Graces
suena mientras le doy instrucciones para llegar a mi
casa. Vivo como a quince minutos del café, pero nos
lleva más tiempo por el tráfico de la tarde. Siento muy
extraño que Bryson me lleve a casa… pero también es
emocionante.
Nos detenemos afuera de la casa de dos pisos a la que
he llamado hogar desde que tenía tres años. La casa es
de ladrillo blanco marfil con ventanas francesas y una
puerta de madera oscura que ayudé a papá a pintar. Un
costado de la casa está cubierto de hiedra y desde donde
estamos estacionados solo podemos ver el balcón de la
recámara de mis padres. Hay un garaje para dos coches
y sobre él cuelga un aro de basquetbol que papá y yo
usamos a veces. Antes vivíamos en un departamento,
pero cuando mamá se embarazó de Yazz mis padres
decidieron dar un salto de fe e invertir en una casa que
requería remodelación. Con los años, la casa ha crecido y
cambiado igual que yo. No es tan grande como las de
otros chicos de la escuela, pero es especial porque
invertimos tiempo para hacerla nuestra.
Volteo a ver a Bryson y digo:

—Hagámoslo. Salgamos juntos esta semana.


Bryson abre los ojos como platos y esboza una
pequeña sonrisa.

—¿Estás seguro?
Soy un despojo de nervios y estoy absolutamente
seguro de que mi rostro hace juego de nuevo con
nuestras corbatas. Pero ya di el primer paso. Bien puedo
seguir caminando. Asiento, más para mí mismo que para
él.
—Siempre y cuando podamos mantenerlo en secreto,
¿por qué no? Es solo un juego. ¿Por qué ser gay me
impediría jugar también?
Bryson sonríe. Aprieta los labios, está nervioso. Es más
guapo de lo que la ley debería permitir.
—Bien, entonces yo, Bryson Keller, juro ser tu novio
perfecto los siguientes cuatro días.
Con una sonrisa equiparable a la suya, salgo del Jeep.
Empiezo a recoger mis cosas.
—Deja tu blazer para que pueda llevarlo a la tintorería.
—No pasa nada.
—Me haría sentir mejor —dice Bryson—. La única
razón por la que tu blazer se ensució es por mi culpa y
por esta apuesta. Así que déjame encargarme, ¿por
favor?
Bryson se inclina hacia adelante y pienso que va a
tomar mi mano. Me aparto bruscamente. Bryson se
queda quieto. Está inclinado sobre el asiento del copiloto
y su mano queda colgando ahí, cuando de pronto me
doy cuenta de que está esperando que le dé el blazer. Se

lo paso, reprochándome por ser tan torpe.


Bryson dobla mi blazer y lo coloca con cuidado en el
asiento del copiloto. Desbloquea su teléfono y me lo
pasa.
—Pon tu número para que pueda enviarte mensajes.
Podemos planear más lo que quieres hacer esta semana.
s emana.
Aunque cuando le pedí esta mañana que saliera
conmigo lo dije en serio, no pensé que llegaríamos hasta
este punto. La pantalla quebrada de su teléfono me hace
repetir dos veces el siete final de mi número. Satisfecho,
se lo regreso.
—Perfecto. —Deja el teléfono en el portavasos—. Te
escribo más tarde.
Lo veo alejarse. Me quedo ahí hasta que las luces
traseras de su coche no están más que en mi memoria.
En ese momento, comprendo todo. Como una ola que se
rompe en la playa. Aunque es una simulación, estoy
saliendo con alguien: con un chico.
¡Mierda! Tengo novio.

Y es nada menos que Bryson Keller.


6
Lo primero que me da la bienvenida cuando entro a
nuestra casa es el olor a algo quemado.
—Mamá, ya llegué —grito desde el vestíbulo de la
entrada.
—Estoy en la cocina, Kai —responde mi madre.
—¿Por qué? —Me dirijo a lo que sé que será una zona
de desastre.
Mi madre no es buena cocinera. Es muy hábil para
muchas otras cosas, como cantar en el coro de la iglesia,
asegurarse de que sobrevivamos a las vacaciones con
toda la familia y adivinar quién es el asesino antes de
que termine la película o el libro. Cocinar no es una de
ellas.
—Gracias a Dios nos encontraste, Kai —exclama Yazz
—. Traté de detenerla, pero no me escuchó.
Cada pocas semanas a mamá se le mete en la cabeza
que quiere cocinar para la familia. Y cada pocas semanas
sucede esta escena tan familiar. A decir verdad, culpo a
todos los programas de cocina en los que ella pierde el
tiempo. La televisión le ha estado mintiendo a la gente
durante largo rato. Solo porque veas algo, no significa
que en realidad puedas hace
hacerlo.
rlo. Pienso seriamente que
todos los programas deberían tener el aviso N O INTENTE
HACERLO EN CASA, no solo los de la cadena WWE.

—¿Qué es lo que mamá está quemando? —Hago como


que murmuro a Yazz mientras me recargo contra la gran
isla que está al centro de la cocina. Hay una historieta
abierta frente a ella. Últimamente ha estado obsesionada,

y eso tiene sentido, dado lo mucho que le gusta dibujar.


—Se supone que es un guisado. Al menos así es como
dice en la receta de Nana —dice Yazz—. Pero la verdad
no sé qué es.
Todas las barras de granito están llenas de cacerolas y
sartenes. Mamá está armada con un gran cuchillo, y
pedazos de papa yacen masacradas frente a ella. Su
cabello está sujeto con una cinta, y tiene puesto el
delantal que dice MEJOR CHEF DEL MUNDO, que papá, Yazz
y yo le regalamos como broma un día. En retrospectiva,
creo que no entendió el humor del regalo y lo considera
más como exhortación. Nunca más volveremos a
cometer el mismo error.
—¿Cuándo terminará esta tortura? —pregunta Yazz
mientras mamá envía otra papa a su muerte prematura.
—¿Papá no ha llegado todavía?
—No —responde Yazz—. Si estuviera aquí, ¿crees que
algo de esto habría pasado?
Señala el caos y sacude la cabeza, exasperada.

—Ustedesmamá.
—pregunta dos saben que puedo escucharlos, ¿verdad?
—Por supuesto —digo.
—De eso se trata —exclama Yazz al mismo tiempo.
Nos miramos y sonreímos.
—Otros hijos tratan de animar a sus padres.
—Mamá, por favor, te he estado animando toda la

tarde a que no lo hagas.


Mamá va al refrigerador y saca unas zanahorias.

Regresa a su tabla de cortar. Observamos cómo las corta


pésimamente en cuadritos. Todos terminan de diferentes
tamaños. Yazz recoge algunas de las víctimas de mamá.
Sin más opción, me siento junto a mi hermana. Tomo un
pedazo de zanahoria y me lo meto a la boca. Lo único
que mamá no puede arruinar es una verdura cruda.
—¿Cómo te fue con la tarea con tu amigo? ¿Para qué
era? —me pregunta mamá.
—Teatro —digo con un gemido—. Tengo que actuar.
—Solo da lo mejor de ti, cariño. Quizá no sea mucho,
pero es algo.
Mamá y Yazz se miran y estallan en carcajadas.
Sé lo que significa esa mirada. Alguna vez audicioné
para el papel de José en la obra de Navidad de la iglesia
y pasé la mayor parte del tiempo mirando con cara de
tonto al público; cuando al fin dije mis líneas lo hice en
un murmullo. Fue un completo desastre. El lado positivo
de eso fue que, desde ese día, en la escuela dominical me
permitieron permanecer en el fondo. Eso me convenía
perfecto.
—Ag nee —dice papá a nuestra espalda. A veces usa
frases en afrikáans, como esta versión de un «oh, no»—.
Pensé que olía a quemado.
Pone una mano sobre mi hombro y la otra sobre el de
Yazz.
—Sálvanos, por favor —dice Yazz; sus ojos no se
apartan de la página de la historieta. Empuja sus
grandes lentes de armazón negro de vuelta a su lugar.
Papá atraviesa la cocina a grandes zancadas y abraza a
mamá por la espalda. Incluso después de veinte años

siguen actuando como una pareja de jóvenes


enamorados. La idea me hace pensar en Bryson. ¿Las
reglas de la apuesta son iguales o diferentes entre dos
hombres? ¿Cómo funcionará exactamente nuestra
relación? Cierto, solo serán cuatro días: una relación más
corta que el tiempo de vida de una mosca. Así que no es
como si fuera real ni nada.
Distraído, me meto una zanahoria en la boca y termino
ahogándome. Yazz me golpea la espalda, fuerte.
—Yo me siento igual —dice Yazz—. El espectáculo es
bastante desagradable.
Con un suspiro final, se pone de pie y sale de la cocina.
Mamá se sienta en la silla desocupada. Toma una
zanahoria y la mastica.
—Además de Teatro, ¿qué tal estuvo la escuela? —
pregunta—. ¿Sucedió algo emocionante?
—No, ¿qué? ¿Por qué preguntas eso?
Me mira con la boca abierta y media zanahoria dentro.
—¿Qué anda mal? ¿Pasó algo?
—No —respondo demasiado rápido y demasiado
fuerte.
Soy un asesino que todavía tiene el arma homicida en
la mano. Antes de confesarme con mamá, salgo a toda
prisa de la cocina y subo las escaleras.
—Es obvio que algo pasó —mamá grita a mi espalda.
—Quizá está avergonzado —dice papá.

—Me pregunto si es una chica.


—¿Eso crees? —pregunta papá.

Yo debería decir: «De hecho, tengo novio», pero la idea


de salir del clóset con mis padres me asusta. Ya los he
oído hablar de «homosexualidad» y de que es un
«pecado»… pero eso siempre ha sido sobre otras
personas. ¿Sus sentimientos cambiarían si supieran que
su hijo también es gay? La incertidumbre me impide
formular las palabras.
Todos en mi familia hablan de mí como el de
desarrollo lento. La única gracia que me salva ha sido
esa breve relación con Louise Keaton. Mientras mis
primos tienen todos novia desde hace años, yo he
fingido no estar interesado. Con frecuencia me pregunto
cuánto tiempo durarán mis excusas. ¿Cuánto falta para
que se revele la verdad obvia? Perdón, mamá, papá,
nunca va a funcionar entre ninguna mujer y yo. De
hecho, querida familia, me interesa mucho salir con
alguien… solo que no con chicas.
Denme una manzana de Adán y una barba incipiente
y pongamos la fecha, ¿sí?
Mi recámara está ubicada al final del pasillo en el
segundo piso. El color de la pared cambia cada año
nuevo a un tono distinto de azul, mi color favorito, y
ahora está pintada de azul muy claro. Hay dos libreros
muy grandes que ocupan la pared izquierda, y los
estantes desbordan con todos mis libros favoritos, la
mayoría de fantasía y juveniles. También hay algunos de
misterio de mamá ahí, porque su librero está demasiado
lleno.
Mi computadora y mi escritorio están frente a la
ventana, el cual está repleto de tareas inconclusas y mi
diario de ideas está abierto en donde lo dejé. Tan solo

anoche pasé unos buenos veinte minutos anotando


palabras para ese libro de fantasía que he estado
escribiendo la mayor parte del año. Mi objetivo es
terminar este borrador antes de graduarme e irme a
Nueva York a la universidad.
Caigo de cara sobre mi cama. Saco mi teléfono y
deslizo hacia abajo las notificaciones de mis redes
sociales en busca de su nombre. Cuando me doy cuenta
de lo que estoy haciendo, me detengo. ¿Cómo llegué al
punto de esperar que Bryson Keller me enviara un
mensaje?
En el chat de los tres mosqueteros escribo una nota
rápida sobre la Una
abro Instagram. cocina
dede
lasmi mamá publicaciones
primeras esta noche y luego
es del
Fairvale Academy Herald. Durante los últimos dos meses,
cada lunes, el periódico actualiza la publicación sobre
quién es la afortunada de la semana. Pero ahora, todo lo
que hay es un enorme signo de interrogación.
Veo el nombre de usuario de Shannon: E 󰁮  󰁳 󰁥 󰁲 󰁩 󰁯 ,  󰂿 󰁱 󰁵 󰁩 é 󰁮  󰁥 󰁳 ?

Es el comentario con más likes en la foto.

No puedo evitar preguntarme qué dirían todos si


supieran que soy yo. En un mundo perfecto, nadie se
alteraría en lo más mínimo y yo sería libre de publicar
mi «relación» con Bryson, igual que lo hicieron las chicas
antes que yo.
Abro mi lista de reproducción para pensar. Casi al
instante, la última balada de The Graces cobra vida a mi
alrededor. La canción habla de sentirse perdido e
inseguro. Mi elección musical siempre ha sido objeto de
broma para mis primos. A ellos les gusta el hhip-hop
ip-hop y el
R&B, yo siempre he preferido el rock y la música indie.

Ser de raza mestiza es difícil, es como estar atrapado


entre dos etnias. La gente espera que tenga cierto aspecto
o que actúe de cierta manera o me gusten ciertas cosas.
Es como si hubiera una lista de cosas que tengo que ser,
y si no lo soy, entonces no soy lo suficientemente
auténtico. No soy lo suficientemente negro para algunos
ni lo suficientemente blanco para otros.
Conforme suena la música, me pierdo en mis
recuerdos del día. Salir del clóset siempre ha sido algo
que me intimidaba y temía, pero ahora tengo una
sensación de alivio. Incluso si Bryson es la única persona
que sabe que soy gay, al menos es una persona que me
conoce, alguien que sabe quién soy en verdad.
Mi hoy está a un mundo de distancia de mi ayer.
Un tiempo después, mamá me llama para la cena. La
plática de antes parece olvidada, pero estoy callado y
alerta. Esto sucede siempre que salen a tema las chicas
con las que salgo. Mentir a las personas que están más
cerca de mí es agotador, pero ante cualquier indicio
sobre mi posible sexualidad me convierto en un
caballero que protege su reino: armado y listo para
defender mi secreto hasta el final, o al menos hasta que
me haya ido a la universidad.
Incluso ahora, cuando cierro los ojos, puedo recordar
perfectamente la manera en la que Lee Davis empezó a
tratarme después de que le dije que pensaba que era gay.
Y todos los gays han escuchado las historias y han visto
las películas. Hace ya tanto tiempo que nos dicen que no
somos normales, que nos castigan y ridiculizan, que
ocultar quiénes somos nos es natural. En ocasiones
escondernos es la diferencia entre la vida y la muerte. Es

por esta razón que el clóset aún existe. Nos mantiene


ocultos y, lo más importante, nos mantiene seguros. Es
importante vivir tu verdad, pero a veces vivir la mentira
es lo que te permite mantenerte caliente, alimentado,
cuidado… respirando, que es algo que mucha gente que
observa desde fuera no comprende.
«¡Ah! Los tiempos han cambiado».
«Ya a nadie le importa».
«Ser gay no es un problema».
Pero lo es.
Para mí, ahora, en esta mesa, es lo que me da más
miedo que alguien sepa. Sé que mi familia me ama, pero
soy un rompecabezas incompleto. Si alguna vez
v ez vieran el
panorama completo, ¿se sentirían igual?
Mamá extiende su mano hacia mí. Esta es una
tradición familiar. Siempre cenamos en la mesa y
siempre damos gracias antes de cenar. Pongo mi mano
sobre la de ella; mamá cierra los ojos y empieza a rezar.
Dar gracias se ha convertido en algo que me provoca
conflicto.
Sigo Ahora
tratando deloaveriguar
hago másdónde
por costumbre que por
y cómo encajo en fe.
la
religión en la que me criaron.
—Amén —pronunciamos todos antes de empezar a
comer.
Hurgo en mi comida, no tengo mucho apetito.
—Ag man, te prometo que yo cociné, Kai —dice papá
entre risas—. Puedes comer tranquilo.
A papá le enseñó a cocinar su mamá desde que era
muy joven. Él es el chef designado en la casa de los

Sheridan; y cuando no puede llevar a cabo su sagrada


labor, entonces elegimos a un tercero y hacemos un
pedido para entrega a domicilio.
—Está bueno, papá.
Es cierto. De alguna manera papá se las arregló para
rescatar el guisado, y a nosotros de una muerte segura.
—¿Alguna noticia de Tisch? —me pregunta papá.
La inminente llegada de mi carta se ha vuelto un tema
cotidiano. Pero para mí es como si esperara la carta de
mi Hogwarts. La magia y la aventura me esperan en una
ciudad en la que nadie me conoce y donde puedo ser yo

mismo. Es una fantasía poderosa.


—Todavía no —respondo—. Supongo que no tardará.
—Aunque sea negativa, aún puedes lograr tus sueños
—dice papá—. Tienes talento y creemos en ti.
—¡Uy! —exclama Yazz—. ¿Podemos guardar tu
Cumbayá para después de la cena?
—Eres muy joven para ser tan cínica —le dice mamá a
Yazz—. La vida todavía tendría que ser unicornios y
arcoíris para ti.
—En este mundo es matar o morir, mamá. ¿No lees las
noticias?
—En eso tiene razón, querida —dice papá con una risa
forzada.
—¿Por qué tuvimos que criar a niños tan inteligentes?
—pregunta mamá a nadie en particular—. Oh, Kai, el
concierto es este viernes, ¿verdad?
—Sí —respondo—. Pero creo que ya no necesito el

coche. Van a pasar por mí.


Mamá y papá se miran. Es mamá quien formula la
pregunta a la que ambos desean tener respuesta.

—¿Con quién?
—Un amigo.
—¿Quién es ese amigo, exactamente? —pregunta
papá.
—Tenemos que conocerlo antes para dejarte ir con él
—dice mamá al mismo tiempo.
—En serio, ¿quién es? Si no es Priya ni Donny,
entonces, ¿quién? —pregunta papá.
A veces es claro como el agua que los programas
favoritos de mis padres son los de detectives. Se esperan
interrogatorios de tercer grado. Es casi como si fueran
Sherlock y Watson.
—Tengo otros amigos, papá —respondo antes de
meter un bocado del guisado en mi boca—. Y le pediré
que entre y los salude.
—Ah, es un él —dice mamá—. Qué decepción.
Esperaba que fuera una cita.
Contengo el aliento. No quiero mostrar ninguna
reacción.
—Yo también —interviene papá—. Estaba a punto de
darle algunos consejos para su cita.
Mamá atrapa mi mirada.
—Si tu padre intenta alguna vez aconsejarte cómo
comportarte en una cita, por favor haz lo contrario de
todo lo que te diga. Realmente fue terrible en eso.

—Pero funcionó contigo, ¿no es así? Entonces no debió


de estar tan mal.
—Lo que me atrajo fue lo malo y raro que eras para
eso.
—Entonces Kai no tendrá ningún problema —dice
Yazz—. Todos podemos imaginar lo malo y raro que se
comportará en una cita.
Me obligo a participar en la risa general. El resto de la
cena solo sigo la inercia. Analizo todo lo que me dicen
mis padres en busca de algún indicio de que sospechan
algo.

meDespués
retiro ade
milarecámara
cena mascullo una
y cierro la excusa
puerta sobre la tarea;
a mi espalda.
Estas cuatro paredes son el único lugar en el mundo en
el que permito que mi verdadero yo se libere.
l ibere.
«¿Estás ahí, Soledad? Soy yo, Kai».
7
Bryson no me manda ningún mensaje.

Estoy recostado en la cama, leyendo las siguientes


escenas de Romeo y Julieta. Tengo la costumbre de
adelantarme en la lectura. Siempre quiero estar
preparado para el inevitable hecho de que me
seleccionen para actuar. Sigo siendo torpe cada vez que
me dan un papel, pero estoy seguro de que sería cien
veces peor si no me preparara como lo hago.
Veo un mensaje de un número desconocido y tomo mi
teléfono. Luego llega otro. Deslizo el dedo sobre la
pantalla para abrir los mensajes.
P 󰁥 󰁲 󰁤 ó 󰁮 ,  󰁱 󰁵 󰁥 󰁲 í 󰁡  󰁥 󰁳 󰁣 󰁲 󰁩 󰁢 󰁩 󰁲  󰁡 󰁮 󰁴 󰁥 󰁳 ,  󰁰 󰁥 󰁲 󰁯  󰁴 󰁵 󰁶 󰁥  󰁱 󰁵 󰁥  󰁣 󰁯 󰁣 󰁩 󰁮 󰁡 󰁲 .

A 󰁨 ,  󰁳 󰁯 󰁹  B 󰁲 󰁹 󰁳 󰁯 󰁮 .

Otro mensaje: K 󰁥 󰁬 󰁬 󰁥 󰁲 ,  󰁱 󰁵 󰁩 󰁥 󰁲 󰁯  󰁤 󰁥 󰁣 󰁩 󰁲 .

Sonrío. Como si alguien en la Academia Fairvale


necesitara la aclaración.
Respondo: L 󰁯  󰁳 é .

󰂿 C 󰁯 󰁣 󰁩 󰁮 󰁡 󰁳 ?  M 󰁥  󰁤 󰁥 󰁪 󰁡 󰁳  󰁳 󰁯 󰁲 󰁰 󰁲 󰁥 󰁮 󰁤 󰁩 󰁤 󰁯 .

Me arriesgo a guardar su número. Empiezo a escribir


su nombre, pero me detengo a la mitad y lo borro. En su
lugar, lo guardo como «Kell
«Kelly».
y». En serio, la CIA debería
reclutar a adolescentes que viven en el clóset.
Bryson responde: S í .  S 󰁯 󰁹  󰁵 󰁮  󰁨 󰁯 󰁭 󰁢 󰁲 󰁥  󰁤 󰁥  󰁭 󰁵 󰁣 󰁨 󰁯 󰁳  󰁴 󰁡 󰁬 󰁥 󰁮 󰁴 󰁯 󰁳 .

Me enderezo y apoyo la cabeza contra la pared.


«Mmm. ¿Quién lo diría?».

Bryson responde dos minutos después. No es que esté


pendiente del reloj ni nada por el estilo.
B 󰁵 󰁥 󰁮 󰁯 ,  󰁡 󰁬 󰁧 ú 󰁮  󰁤 í 󰁡  󰁣 󰁯 󰁣 󰁩 󰁮 󰁡 󰁲 é  󰁰 󰁡 󰁲 󰁡  󰁴 󰁩 .

Se me cae el teléfono.
J 󰁡 ,  󰁪 󰁡 .  S 󰁥  󰁴 󰁥  󰁣 󰁡 󰁹 ó  󰁥 󰁬  󰁴 󰁥 󰁬 é 󰁦 󰁯 󰁮 󰁯 ,  󰂿 󰁶 󰁥 󰁲 󰁤 󰁡 󰁤 ?

Otro mensaje sigue de inmediato y hace que mi rostro


se encienda aún más.
P 󰁲 󰁯 󰁢 󰁡 󰁢 󰁬 󰁥 󰁭 󰁥 󰁮 󰁴 󰁥  󰁴 󰁥  󰁳 󰁯 󰁮 󰁲 󰁯 󰁪 󰁡 󰁳 󰁴 󰁥 .  J 󰁡 ,  󰁪 󰁡 .  E 󰁳  󰁩 󰁮 󰁣 󰁲 󰁥 í 󰁢 󰁬 󰁥 .

Exhalo. Aquí en mi recámara puedo ser cualquiera.


Puedo tener la confianza que jamás pensé tener cuando
se trata de Bryson Keller.
󰂿 P , pregunto. Agrego un 󰁯 󰁲  󰁱 󰁵 é  󰁴 󰁥  󰁧 󰁵 󰁳 󰁴 󰁡  󰁴 󰁡 󰁮 󰁴 󰁯  󰁱 󰁵 󰁥  󰁭 󰁥  󰁳 󰁯 󰁮 󰁲 󰁯 󰁪 󰁥 ?

emoji que saca la lengua y guiña un ojo. Veamos cuánto


le gusta a Bryson Keller que le coquetee. Hay veces en la
vida en las que tienes que dar tanto como recibes.
N 󰁯  󰁳 é .  S 󰁵 󰁰 󰁯 󰁮 󰁧 󰁯  󰁱 󰁵 󰁥  󰁭 󰁥  󰁧 󰁵 󰁳 󰁴 󰁡  󰁬 󰁡  󰁨 󰁯 󰁮 󰁥 󰁳 󰁴 󰁩 󰁤 󰁡 󰁤 .  󰁔 󰁵  󰁢 󰁯 󰁣 󰁡  󰁰 󰁵 󰁥 󰁤 󰁥  󰁭 󰁥 󰁮 󰁴 󰁩 󰁲 ,  󰁰 󰁥 󰁲 󰁯  󰁴 󰁵

󰁲 󰁯 󰁳 󰁴 󰁲 󰁯  󰁮 󰁯 .  E 󰁳  󰁣 󰁯 󰁭 󰁯  󰁵 󰁮 󰁡  󰁡 󰁬 󰁡 󰁲 󰁭 󰁡 .

B 󰁵 No soy muy 󰁥 󰁮 󰁯 ,  󰁥 󰁮 󰁴 󰁯 󰁮 󰁣 󰁥 󰁳  󰁰 󰁲 󰁯 󰁭 󰁥 󰁴 󰁯  󰁳 󰁯 󰁮 󰁲 󰁯 󰁪 󰁡 󰁲 󰁭 󰁥  󰁭 󰁵 󰁣 󰁨 󰁯  󰁰 󰁡 󰁲 󰁡  󰁴 󰁩 .

adepto a los emojis, pero a veces alguno es necesario.


Que este sea mi segundo en tan poco tiempo no tiene
precedentes. La cara que guiña un ojo se burla de mí
cuando aprieto «enviar». ¿En quién me he convertido?
conv ertido?
Observo cómo bailan los puntos suspensivos mientras
espero su respuesta. Pero cuando desaparecen, me
preocupa que quizá me pasé de la raya. Tal vez no debí
coquetear con un heterosexual. Me acuesto de espaldas.
Tengo el teléfono frente a mí y veo su respuesta. Se me
vuelve a caer y me golpea en media cara. Solo el dolor es
prueba de que todo esto es real y está sucediendo.

En mi pantalla hay una selfi de Bryson Keller. Su


rostro es una expresión de asombro exagerada. El pie de
foto: 󰂿 E 󰁳 󰁴 á 󰁳  󰁣 󰁯 󰁱 󰁵 󰁥 󰁴 󰁥 󰁡 󰁮 󰁤 󰁯  󰁣 󰁯 󰁮 󰁭 󰁩 󰁧 󰁯 ?

D é 󰁪 󰁡 󰁭 󰁥  󰁶 󰁥 󰁲  󰁳 󰁩  󰁥 󰁳 󰁴 á 󰁳  󰁳 󰁯 󰁮 󰁲 󰁯 󰁪 󰁡 󰁤 󰁯 .  M á 󰁮 󰁤 󰁡 󰁭 󰁥  󰁵 󰁮 󰁡  󰁳 󰁥 󰁬 󰁦 󰁩 .  󰁔 󰁩 󰁥 󰁮 󰁥 󰁳  󰁱 󰁵 󰁥  󰁤 󰁡 󰁲 󰁭 󰁥  󰁬 󰁯  󰁱 󰁵 󰁥

󰁲 󰁥 Leo su nuevo mensaje y me sorprende encontrar


󰁣 󰁩 󰁢 󰁥 󰁳 .

las palabras que acabo de pensar. Empiezo a escribir una


respuesta negativa, pero me detengo a la mitad.
¿Cuándo tendré otra oportunidad como esta? Sí, esta
relación no es auténtica, pero durante unos días puedo
sentirla como real. Durante estos cinco días tengo la
oportunidad de ser encantador con mi novio.
Un novio que quiere mi selfi.
Mi corazón late con fuerza. Abro la cámara y ajusto la
vista frontal. Al instante, me asalta mi imagen. Mi
cabello rizado está parado en distintas direcciones. Está
más largo de lo que acostumbro; en una o dos semanas
tendré que ir a la peluquería con papá. La galaxia de
pecas en mi rostro es más obvia con el enrojecimiento de
mi piel.
Quienquiera que haya pensado que la cámara frontal
era unacomo
rápido buena idea,la seguramente
la abrí, cierro. Es malaseidea.
equivocó. Tan
Existe una
razón por la que mi Instagram solo tiene quince fotos en
total, y por qué solo cinco de ellas son mías y de mi cara.
󰁔 󰁩 󰁣  󰁴 󰁡 󰁣 . Sus palabras se burlan. Me exhortan.
Abro la cámara de nuevo y extiendo el brazo. Hay un
clic y un flash al tomar la foto. La examino. Es terrible,
un crimen contra la humanidad. Los siguientes dos
minutos
finalmenteintento
tengo mejorar
éxito. Lael última
arte defotografía
la selfi hasta que
que tomo
antes de darme por vencido no es tan mala. Estoy

posando con el brazo detrás de la cabeza y por fortuna


mis ojos castaños, casi negros, no parecen vacíos o
muertos. También estoy sonriendo como loco; muestro
unos dientes perfectamente parejos que son el resultado
de años de ortodoncia y un excelente ortodoncista. Y
antes de que lo poco que me queda de confianza se
disperse en el viento, aprieto «enviar».
Agrego el pie de foto: 󰂿 C 󰁯 󰁮 󰁴 󰁥 󰁮 󰁴 󰁯 ?

Él responde antes de un minuto.


C 󰁲 󰁥 󰁯  󰁱 󰁵 󰁥  󰁴 󰁥 󰁮 󰁤 󰁲 é  󰁱 󰁵 󰁥  󰁥 󰁳 󰁦 󰁯 󰁲 󰁺 󰁡 󰁲 󰁭 󰁥  󰁰 󰁡 󰁲 󰁡  󰁨 󰁡 󰁣 󰁥 󰁲  󰁤 󰁥  󰁴 󰁩  󰁵 󰁮  󰁶 󰁥 󰁲 󰁤 󰁡 󰁤 󰁥 󰁲 󰁯  󰁮 󰁯 󰁶 󰁩 󰁯 .

Está seguido de una oleada de emojis que lanzan

confeti.
Y sé que no debería, pero mi corazón se detiene en la
palabra «novio». En el hecho de que se refiriera a sí
mismo como tal. Es evidencia física de que esto, lo que
sea que signifique, está sucediendo realmente.
Conforme chateamos, empiezo a sentir como si
estuviera sentado junto a mí. Tanto que lo imagino
haciendo justo eso. No hay distancia entre nosotros
ahora, no hay teléfonos ni mensajes. Somos solo él y yo
en mi recámara.
El cabello castaño claro de Bryson está húmedo porque
acaba de salir de la regadera. Lleva una camiseta blanca
sin mangas que muestra sus hombros marcados y
bronceados, y shorts de basquetbol que dejan ver el vello
v ello
ligero en sus piernas. Sus largos pies también están
desnudos. Okey, quizá ya he tenido esta fantasía una o
dos veces antes.
—Pues deberíamos hablar de nuestra relación de cinco
días —dice.

—Sí, deberíamos —respondo nervioso.


La tensión anterior regresa de golpe. Siempre es
sorprendente que algo tan invisible pueda ser tan
pesado.
—Bueno, lo básico: en general recojo a mis citas en su
casa y luego las regreso después de la escuela…
¿Quieres hacer eso o no?
Lo pienso. Estoy seguro de que ninguna de sus «citas»
anteriores tuvo que insistir en algo tan trivial. Sin
embargo, un mal paso y los rumores sobre mí se
propagarían.

—Digo,que
significa solosonporque dos —replico—.
gays, ¿no? chicos salenAsí
juntos… no
que estoy
seguro de que estará bien. Y si alguien pregunta,
podemos usar la tarea de Teatro como pretexto. No es
exactamente una mentira, tenemos que trabajar en ella.
Además, para mí esta es una oportunidad única. —Río
nervioso—. ¿Cuándo podría salir con el chico más
popular de la escuela?
—Ja, ja, ja, ¿quién? ¿Yo? No estoy seguro. En fin, solo
dime si en algún momento sientes que es mucho para ti
—dice Bryson—. Ninguna apuesta vale la pena como
para que salgas del clóset antes de que estés listo. Puedes
terminar con esto en cualquier momento. Si sientes que
es demasiado. Lo último que deseo es hacerte sentir
incómodo.
Estoy seguro de que casi me desmayo cuando leo esto.
—¿Todas tienen esta opción?
—Sí —responde Bryson—. No quiero obligar a nadie a
jugar este juego si las hace sentir incómodas. Por eso

teníamos reglas. Pero, sobre todo, si en cualquier


momento durante los cinco días alguien quiere
terminarlo, se puede.
—¿Ya ha pasado? —pregunto.
—No. Todavía no —responde Bryson—. ¿Sabes? Es
extraño que seas mucho más platicador por mensajes de
texto.
—Es porque no puedes verme. En realidad soy una
persona nerviosa. Así que además de todo, también
tengo este enorme secreto que preferiría que nadie
supiera hasta que salga de aquí.

—¿Vas a salir del clóset en la universidad? —pregunta.


—Ese es el plan. O más bien diría: el sueño —contesto
—. Quiero decir, sé que la Academia Fairvale es un lugar
bastante acogedor y tolerante en el papel. Tenemos los
clubes de derechos, pero he escuchado las bromas. Las
provocaciones que se supone que debemos aceptar
alegremente, aunque duelan. Así que no quiero
exponerme a eso.
«No de nuevo», eso es lo que no digo.
—Entonces, ¿es por esos imbéciles de la escuela?
Quiero aclarar que algunos de esos imbéciles están en
el equipo de futbol y, antes de poder escribirlo, llega otro
mensaje.
—Estoy seguro de que «imbéciles» describe a la mayor
parte del equipo de futbol. Una vez hablé de las bromas
que hacen y todos se burlaron de mí diciendo que era
gay. Probablemente debería intentarlo de nuevo. Perdón.
—No te preocupes —digo—. Quiero decir que esos

imbéciles son una de las razones por las que sigo en el


clóset, pero creo que la razón principal son mis padres.
—¿Crees que no te aceptarían? —pregunta—. ¿No
crees que ya lo saben?
Me muevo para acostarme en la cama.
—Quizá en el fondo lo sospechan. Y quizá prefieren
ignorar esa sospecha para no tener que enfrentar que su
hijo es gay. Es curioso, justo hoy me sentí triste por eso.
Mamá y papá esperan con impaciencia noticias de una
novia.
—Entonces, quizá será una gran sorpresa para ellos si

supieran que tienes un novio secreto,


s ecreto, ¿cierto?
—Ese es el eufemismo del año. ¿Qué dirían tus padres
si supieran que estás saliendo esta semana con un chico?
—Pues mi mamá es genial. Su hermano menor es gay
y nadie tiene problema con eso. Así que creo que ella
estaría bien con un hijo gay. Pero mi papá… bueno… ya
no somos tan cercanos, y no lo conozco mucho ahora
como para saber cómo reaccionaría… Una parte de mí
siente que perdió el derecho de opinar sobre el asunto.
Yo sabía que los padres de Bryson estaban
divorciados, pero no conocía los detalles. Antes no había
tenido tanta curiosidad, pero ahora sí. Hablar con
Bryson Keller de esta manera lo hace más real.
—Lo siento… no debí preguntar.
—No hay problema —dice Bryson.
—¿Cómo reaccionaría Dustin si supiera que tienes un
novio? ¿Aunque sea solo por cinco días?
La verdad es que nunca he escuchado a Dustin ser

homofóbico, pero, bueno, tampoco he hecho ningún


esfuerzo por pasar tiempo con él.
—Dustin es bastante tranquilo. Cuando llegas a
conocerlo, es muy diferente a lo que todo el mundo
piensa que es. Él, más que nadie, siempre ha estado ahí
para mí, así que también lo estaría… si fuera gay.
Miro fijamente esas últimas palabras: «si fuera gay».
Esa es la verdad del asunto. Bryson Keller no es gay.
Todo esto es solo parte de la apuesta.
—Tiene sentido —digo—. Bueno, de cualquier forma,
gracias por ser mi primer novio en la vida.

—Con
puedo gusto
creer —responde—.
lo distinto ¿Sabes? La verdad no
que eres ahora.
—Eso es porque ahora puedo ser quienquiera que
desee. Quien realmente soy. Te prometo tratar de ser así
también en persona. Bueno, solo me quedan cuatro días
más.
—¡Sí! Hagamos que valgan la pena. Me muero de
ganas de conocer al verdadero Kai Sheridan.

—No te vayas a enamorar de mí, Bryson Keller. Soy


bastante encantador.
—Ja, ja, ja, ja, ja. Lo tendré en cuenta. —Hace una
pausa y sigue escribiendo—: ¿Esta es tu primera
relación… real o fingida?
—Pues salí antes con una chica.
—¡En serio! ¿Con quién? ¿Cuánto tiempo?
—Louise Keaton —respondo—. En primer año y duró
menos de dos semanas.

Bryson envía una serie de emojis muertos de risa.


—Entonces, tienes experiencia con relaciones cortas.
—Algunos me llamarían un maestro de las relaciones
cortas.
—Qué chistoso.
—Quienes no parecemos modelos tenemos que
desarrollar nuestra personalidad.
—¿De qué hablas? —pregunta Bryson—. Eres guapo,
Kai.
—¿Lo dices como tercero imparcial?

Agrego un emoji con cara burlona.


—Claro. Por eso puedes confiar en mí. Además, soy
muy malo mintiendo. En parte porque soy pésimo, pero
también porque odio las mentiras. Eso puede echar a
perder las cosas que alguna vez fueron perfectas.
—Eso es profundo —digo.
—Soy un hombre profundo. Deberías ver mi biblioteca
de filosofía —agrega con un emoji con cara de nerd.
—Te enseño la mía si me enseñas la tuya…
Sigue una serie de emojis con lágrimas de risa.
—Muy buena, ¡chócalas!
Le envío un emoji sonriente y cambio al chat de mis
amigos.
B 󰁲 󰁹 󰁳 󰁯 󰁮  󰁭 󰁥  󰁶 󰁡  󰁡  󰁬 󰁬 󰁥 󰁶 󰁡 󰁲  󰁡  󰁬 󰁡  󰁥 󰁳 󰁣 󰁵 󰁥 󰁬 󰁡  󰁭 󰁡 ñ 󰁡 󰁮 󰁡 .

Priya: 󰂿 P 󰁯 󰁲  󰁱 󰁵 é ?
Donny: L 󰁯  󰁱 󰁵 󰁥  󰁥 󰁬 󰁬 󰁡  󰁤 󰁩 󰁪 󰁯 .

Yo: 󰁔 󰁥 󰁮 󰁥 󰁭 󰁯 󰁳  󰁱 󰁵 󰁥  󰁴 󰁥 󰁲 󰁭 󰁩 󰁮 󰁡 󰁲  󰁬 󰁡  󰁴 󰁡 󰁲 󰁥 󰁡  󰁹  󰁣 󰁯 󰁮  󰁳 󰁵 󰁳  󰁨 󰁯 󰁲 󰁡 󰁲 󰁩 󰁯 󰁳  󰁴 󰁡 󰁮  󰁡 󰁰 󰁲 󰁥 󰁴 󰁡 󰁤 󰁯 󰁳  󰁥 󰁳 󰁴 󰁯

󰁦 󰁵 󰁮 󰁣 󰁩 󰁯 󰁮 󰁡  󰁭 󰁥 󰁪 󰁯 󰁲 .

󰁔 󰁩 󰁥 󰁮 󰁥  󰁳 󰁥 󰁮 󰁴 󰁩 󰁤 󰁯 , escribe Donny. S 󰁩  󰁴 󰁥  󰁤 󰁥 󰁪 󰁡  󰁰 󰁬 󰁡 󰁮 󰁴 󰁡 󰁤 󰁯 ,  󰁡 󰁶 í 󰁳 󰁡 󰁭 󰁥 .  P 󰁡 󰁳 󰁡 󰁲 é  󰁰 󰁯 󰁲

󰁴 󰁩 .

E 󰁮 󰁴 󰁯 󰁮 󰁣 󰁥 󰁳 ,  󰁮 󰁯 󰁳  󰁶 󰁥 󰁭 󰁯 󰁳  󰁥 󰁮  󰁬 󰁡  󰁥 󰁳 󰁣 󰁵 󰁥 󰁬 󰁡 , agrega Priya.
Salgo de nuestro chat y regreso al mensaje de Bryson.
—Acepto el aventón a la escuela —digo—. ¿A qué
hora?
—¿Te parece a las siete?
—Perfecto.

Ya es más de medianoche cuando ambos nos


despedimos.
Cuando pongo a cargar mi teléfono casi sin batería, me
doy cuenta de que no puedo evitar la sonrisa.
Me echo en la cama y no puedo dormir.
Quizá sea porque, por primera vez en mi vida, estoy
completamente despierto.
MARTES
8
Abro los ojos con un gemido. Veo el techo sin mirarlo
durante unos
teléfono. minutos
Navegar antes
en las de sociales
redes abalanzarme
antes sobre mi
de hacer
cualquier otra cosa es parte de mi rutina matinal.
Lo primero que veo es un mensaje de texto de
Bryson… «mi novio».
B 󰁵 󰁥 󰁮 󰁯 󰁳  󰁤 í 󰁡 󰁳 .  L 󰁬 󰁥 󰁧 󰁯  󰁡  󰁬 󰁡 󰁳  7 .

Entonces, no todo fue un sueño. Esa conciencia me


asusta y me emociona. Veo la hora y advierto que son
poco más de las 6:30. Las clases comienzan a las ocho en
punto; así que me quedan treinta minutos hasta que
Bryson llegue a mi casa. Solo treinta minutos.
Salgo deprisa de la cama, corro por el pasillo hasta el
baño y lo encuentro vacío, esperándome. Hoy soy el
vencedor. Mientras estoy en la regadera, escucho a Yazz
que toca la puerta. El sonido me hace esbozar una
sonrisa y, diez minutos después, salgo tranquilamente
del baño, dejando una nube de vapor tras de mí.
Me pongo el uniforme y busco mi blazer; luego
recuerdo que Bryson lo tiene. Todos los alumnos
tenemos que llevar el blazer cuando entramos y salimos
de los planteles de la academ
acad emia.
ia. Es parte del reglamento
escolar. Que el mío esté en la tintorería significa un
castigo seguro. Maldigo a Louise Keaton una vez más,
pero ahora no maldigo a Bryson Keller.
Recojo mi mochila y mi teléfono, y bajo las escaleras.
Solo tengo cinco minutos antes de que llegue mi novio.
¿Me cansaré algún día de hablar de él de esa manera?

Quizá no. Hasta el viernes en la tarde, pienso disfrutarlo.


Porque anoche, mientras hablaba con él, finalmente
comprendí por qué la apuesta de Bryson Keller se ha
vuelto tan popular.
—Buenos días —exclamo al entrar corriendo a la
cocina. Mamá y papá están sentados frente a la isla,
terminando su desayuno para irse al trabajo. Papá
trabaja en tecnología de la información y mamá es
contadora. Cómo terminaron con dos hijos que sueñan
con ser un escritor y una artista, es un misterio.
—¿Cuál es la prisa? —pregunta mamá mientras le da
un sorbo a su café negro sin azúcar.
Con frecuencia me pregunto quién la lastimó tanto
como para necesitar torturarse con esa bebida tan
amarga.
—Voy a llegar tarde.
Papá mira su reloj. Tuve que trabajar de medio tiempo
todo un verano, cortando pastos, para poder
comprárselo para su cumpleaños número cuarenta.

—¡Hayibo!
Donny Lastemprano?
llega tan clases comienzan a las ocho. ¿Por qué
Miro mi reloj. La pantalla está rayada, pero cumple su
tarea. Solo me quedan tres minutos.
—Es que hoy me lleva alguien más a la escuela.
—¿En serio? —pregunta papá.
—Sí, Sherlock y Watson —respondo—. Ya quedamos
que tengo otros amigos.
—¿Estás seguro de que no estás saliendo con alguien?
—pregunta mamá, poniéndose de pie; recoge los platos

y los lleva al fregadero—. Que pasen por ti para ir a la


escuela es una de las partes divertidas de salir con
alguien en preparatoria.

—Parece que
preparatoria tienes
—dice mucha experiencia en las citas de
papá.
—Claro. —Mamá se quita el cabello despeinado de los
hombros—. Yo era muy popular en preparatoria.
Papá me mira de pies a cabeza.
—Entonces, ¿dices que la torpeza de Kai viene de mí?
—¡Ey! —exclamo al tiempo que muerdo una manzana
—. Quiero que sepan que estoy muy bien, gracias.
—Está bien, querido —dice mamá—. Mucha gente
mejora después de la preparatoria. Mira a tu papá.
Esta vez, tanto papá como yo exclamamos:
—¡Ey!
Mamá ríe. Tiene esa risa particular que hace que
cuando ves películas con ella sea toda una experiencia.
Siempre agradezco que las salas de cine estén oscuras

cuando
trague lamamá
tierra. ríe, es suficiente para querer que me
Mi teléfono vibra con un mensaje de Bryson. Son las
7:01. Nada me gusta más que la puntualidad. Priya tiene
la pésima costumbre de dar la hora de una reunión y
luego llegar quince minutos tarde. Cree que lo bueno
llega a quien sabe esperar.
—Ya me voy. Adiós.
Le doy otra mordida a la manzana. Salgo antes de que
me interroguen. De camino a la puerta, choco la mano de

Yazz en despedida. Parece estar apenas despierta y


seguirá así hasta que se tome la primera taza de café.
Aunque sabía que estaría ahí, me sorprende ver el Jeep

de Bryson esperando
tranquilizarme por mí.
mientras camino hacia Respiro
el asientopara
de
copiloto. Me subo.
—Buenos días —saludo.
Mi confianza de anoche ya no es más que un recuerdo,
pues ahora está realmente aquí y no es solo un producto
de mi imaginación.
—Buenos días —responde.
Me mira mientras trato de acomodarme, pero mis
manos están llenas con una manzana, mis libros y mi
mochila. Finalmente, se inclina sobre mí. Bryson toma el
cinturón de seguridad y lo jala sobre mi cuerpo. Tan
cerca. Su rostro está a solo unos centímetros del mío.
Siento el calor inundar mi rostro y sus labios dibujan
una leve sonrisa. Asegura el cinturón de seguridad con
un clic y vuelve a su asiento.

—No había prisa, Kai. Te pudiste tomar


to mar tu tiempo.
—No me gusta llegar tarde.
—No me importa esperar —dice Bryson y enciende el
motor.
Me mira de nuevo. Estoy en la misma posición en la
que me dejó. Mi cuerpo aún no sigue
si gue a mi cerebro.
—Tranquilo. —Me sonríe—. ¿Ya desayunaste?
—Solo esta manzana.
—Okey. Vamos.

Bryson acelera y al fin me permito relajarme. No


vamos muy lejos; pronto entramos al estacionamiento de
un café. Es el Glenda; lo reconozco no solo por el hashtag
#SalConmigo BrysonKeller, sino también por el
Instagram de Bryson —no lo estaba acosando, lo juro—.
Esa es mi postura y a ella me aferro.
Bryson sale del coche y yo lo sigo al interior de la
cafetería. Saluda a los conocidos y parece que todos
también lo conocen de vista.
—¿Conoces a todos?
Bryson se encoge de hombros.

de—Vengo aquí pero


mis abuelos, desdemique eralajoven.
papá vendióEsta
hacecafetería era
unos años.
—El tono de Bryson no parece alegre al decir esto.
Suspira y continúa—: Desayunar aquí era la rutina de mi
familia. Ahora es solo la mía.
Se vuelve a encoger de hombros y camina entre los
lugares. Nos sentamos en un gabinete cerca de la
ventana. Ya había pasado frente a esta cafetería, pero
nunca había entrado. Glenda parece salido directamente
de la década de los cincuenta. Los asientos son de vinil
blanco y nnegro,
egro, que combina con el suelo de cuadrículas
blanco y negro. Incluso hay una rocola en un rincón.
Aparte de las mesas, hay una zona con una barra larga
donde pueden sentarse quienes vienen solos. La cocina
es abierta y tiene actividad.
Un hombre mayor se acerca a nosotros. Le da una
palmada a Bryson en el hombro y sonríe.
—Tu gol de este fin de semana estuvo excelente.
—Gracias, señor Humphrey —agradece Bryson. Le

devuelve la sonrisa. Al ver el hoyuelo que se dibuja en


su rostro, sé que es genuina—. Me alegra que haya
podido ir al partido.

—Estoy seguro de que este año llegaremos a estatales.


—También somos optimistas.
—Sería maravilloso que alcanzaran el campeonato.
—Crucemos los dedos —dice Bryson.
El señor Humphrey se despide y Bryson lo observa
alejarse.
—No sabía que el futbol fuera tan importante.

—Somos el orgullo de Fairvale. Sin presiones. —


Bryson se estira y bosteza—. Me tuviste despierto hasta
muy tarde anoche.
Me doy cuenta de que yo también bostezo.
bos tezo.
—Si uno no quiere, dos no pueden.
—Casi me pierdo mis ejercicios matinales porque me
quedé dormido.
Bryson pasa una mano por su cabello húmedo. Los dos
levantamos la carta.
—Los huevos con tocino son los mejores —dice
Bryson.
—¿Eso vas a pedir?
—Sí.
—Perfecto, entonces yo también.
Mi estómago gruñe con anticipación.
La mesera se acerca.

—Buenos días, Alice —saluda Bryson con alegría a la


mujer mayor.
—¿Cómo te va, muchacho? —pregunta Alice y Bryson

asiente.
a querer?A mí me ofrece una sonrisa amable—. ¿Qué van
Pedimos el desayuno.
—¿Cómo quieres los huevos? —me pregunta Alice.
—Estrellados, por favor.
—¿Tú también, muchacho? —le pregunta a Bryson.
Él asiente.

—¿Y podrías traerme jugo de naranja, por favor? —


Voltea a verme—. ¿Y para ti?
—Solo agua para mí, gracias.
Alice asiente.
—En un momento.
Bryson saca un pedazo de papel doblado y lo empuja
hacia mí.

—¿Qué es esto? ¿Una carta de amor?


—¿Te gustan esas cosas? —pregunta Bryson.
—No —respondo demasiado rápido. Mis mejillas se
encienden—. Sí… No sé… —Me encojo de hombros.
—¿Louise Keaton y tú se escribían cartas de amor?
—No salimos tanto tiempo como para que eso pasara.
Bryson me estudia. Se inclina hacia mí para murmurar:
—¿Por qué saliste con ella? Si no te molesta que
pregunte.

—Parecía que todos a mi alrededor tenían novia. Y no


quería que nadie pensara que yo era diferente. Sabía que
le gustaba a Louise, así que me dije: ¿por qué no? Pero
después no me sentí cómodo con lo injusto que era
engañarla sabiendo quién era yo. —Miro el papel entre
nosotros—. Pero, bueno, un poco de romance nunca
mató a nadie.
—Lo tendré en cuenta —dice Bryson.
Mi corazón empieza a latir con fuerza, y antes de
poder reaccionar, en lugar de quedarme viéndolo, llega
el desayuno.
Mientras comemos, abro el pedazo de papel y
encuentro una lista garabateada con prisa. De entre
todas las cosas para las que Bryson Keller es bueno,
escribir no es una de ellas. Su caligrafía es prácticamente
indescifrable. Quizá algún día llegue a ser médico.
—Es una lista de las adaptaciones. Sé que Romeo y
Julieta es la favorita de Henning, pero quise que
tuviéramos opciones. ¿Quieres actuar algo tan
romántico?
—Dijiste que también era tu favorita, ¿no? —Levanto
la mirada—. ¿Por qué?
Bryson sonríe y sus ojos se iluminan.
—Mi hermana mayor estaba enamorada de Leonardo
DiCaprio, así que la veía como si fuera su religión.
—Ah, yo también tengo una hermana.
—¿Mayor o menor?
—Menor en edad, pero mayor en todo lo demás —
digo—. Yo no he visto la película. Odio un poco a

Leonardo DiCaprio.
—¿Por qué?
—¿Debe haber una razón para que alguien no me
caiga bien?
—En general, sí.
—Supongo que me molesta que solo haga papeles que
están destinados a nominarlo para el Óscar.
—Pero es bueno tener un objetivo, ¿no?
—Quizá… pero me fastidia. Además, todas sus novias
son rubias, modelos y de 25 años o menos; eso me parece

extraño.
es como Quiero
quieresdecir,
vivirvive la vida,
tu vida? pero ¿enlaserio?
—Sacudo ¿Asíy
cabeza
levanto un dedo—. Además, mi papá es sudafricano, y
déjame decirte que el acento de Leo en Diamante de
sangre era terrible. Sencillamente no entiendo por qué
Hollywood no contrata a actores de la región en lugar de
ofrecernos malos acentos. O, no sé, no trates de hablar
con un acento que es ofensivamente malo, así de
sencillo.
—Has pensado esto largo y tendido, ¿no? —dice entre
risas.
Hago una seña con los dedos y digo:
—Solo un poquito.
—¿Y qué más odias? Supongo que un buen novio
debería por lo menos saber lo básico.
Parece que el ambiente cambia cuando se refiere a sí
mismo
soñado de
conesa manera.esas
escuchar Bryson no sededaalguien,
palabras cuenta,ypero he
ni una
sola vez en mi vida
v ida pensé que saldrían de su boca.

—Bueno, las cinco cosas principales que Kai Sheridan


odia, incluido el querido Leo, son… —Levanto un dedo
—: llamadas telefónicas.

—Ahora que te conozco, tiene sentido.


—Matemáticas.
—Bienvenido al club. —Levanta su gran mano—.
Vamos, Kai. No me dejes esperando.
Miro su mano alzada y un segundo después choco la
mía contra la suya.
Él sonríe.

—¿Qué más?
—Mmm… ¿chícharos? —digo—. Son un infierno.
Bryson ríe.
—¿No se supone que deberías superar el odio a los
chícharos cuando cumples… no sé… tres años?
—Supongo que no recibí la notificación.
—¿Y cuál es la última?

Bryson las ha estado contando conforme las formulo y


le queda un dedo levantado.
—Decidir cosas —exclamo—. Probablemente soy la
persona más indecisa que jamás conocerás. Así que paso
mucho tiempo solo fantaseando en lugar de hacerlas en
realidad. Siempre me preocupa lo que pensará la gente.
—Entonces, decidir qué vamos a actuar es una
pesadilla para ti, ¿cierto?
—Más o menos —respondo—. Pero está bien que
hagamos Romeo y Julieta. Sabes que soy pésimo

actuando, así que cualquier punto adicional que


obtengamos de Henning es bueno.
—Para mí está perfecto.

—Entonces, si lo hacemos, ¿quién es Romeo y quién es


Julieta? —pregunto.
—Tú puedes ser Romeo y yo Julieta. —Hace una
pausa, arquea una ceja y me mira—. O al revés, como
prefieras.
El huevo se me atraganta y trato de no reír.
—Muy buena.

Bryson
tomo y lastambién
puntas ríe. Me acercadedos
de nuestros el vaso de agua.
se tocan. Lo
En mi
prisa por quitar la mano, termino derramando un poco
de agua.
—Mierda —exclamo al tiempo que tomo unas
servilletas para limpiar el desastre. Bryson ayuda. Ríe
con la mirada y la comisura derecha de su boca se
levanta.
—Entonces, ¿ya quedamos que es la película?
—¿Eso… creo? —termino débilmente.
Bryson se ríe.
—Bueno, en ese caso, deberíamos reunirnos para ver la
película y elegir una escena. Quizá una de los personajes
secundarios. No porque sea Romeo y Julieta tenemos que
ser Romeo y Julieta.
—Okey. —Sonrío aliviado—. Me gusta cómo piensas.
—Bien. Hoy tengo entrenamiento de futbol, pero, si no
te molesta esperarme, podemos vernos después y ver la

película en mi casa.
—Claro. Solo voy a enviar un mensaje rápido a mis
papás. Es mi turno en la biblioteca esta tarde y por lo
general ellos me recogen —explico.
Abro el chat de la familia: Los engaños de los
Sheridan, como mamá acertadamente lo nombró.
Escribo el mensaje donde explico nuestros planes.
—¿Trabajas en la biblioteca? —pregunta,
verdaderamente sorprendido.
—Sí. —Tomo un trago de agua—. Lo sabrías si te
pasaras por ahí.
—Oye, no es que no lea. Solo que prefiero las
historietas a los libros.
—¿En serio? Tú y mi hermana se
s e llevarían bien.
Bryson toma el último trago de su bebida.
—¿Ya acabaste?
Asiento.
—Tenemos que irnos si no queremos llegar tarde.
—Claro. —Vamos a la caja a pagar—. No, yo pago esta
vez.
Antes de que pueda protestar, abro mi cartera y pago
la cuenta.
—Bien —dice Bryson poco tiempo después. Me
examina como si me viera por primera vez. Finalmente
sonríe.
—Pero mañana invito yo.
Y así, sencillamente, desayunar juntos se convierte en

algo que haremos.


Si mi yo de la semana pasada pudiera verme ahora, no
creería que esto está sucediendo.
Demonios, ni siquiera mi yo de ahora puede creerlo.
Salimos del Glenda camino a la escuela… juntos.
9
Bryson entra al estacionamiento de la escuela cinco
minutos antes de que suene la primera campana.
—Gracias por el aventón —digo.
—Con gusto.
Salimos del coche y vemos que Shannon está
esperando. Está mirando su teléfono, pero al vernos se
detiene y se alisa el pelo negro azabache. Es una cabeza
más baja que yo, pero sus enormes ojos azules son
penetrantes y extrañamente intimidantes.
—Entonces, ¿quién es? —pregunta Shannon—. ¿Con
quién estás saliendo esta semana?
—Es un secreto —responde Bryson.
Se las arregla para no mirarme y me siento aliviado.
Parece que se está tomando muy en serio su promesa de
mantenernos en secreto. Sé que en un mundo perfecto
no tendría que ser así, pero el mundo en el que vivimos
está muy lejos de ser perfecto.
Shannon sigue molestándolo, pero Bryson no cede. Al
final se da por vencida y se marcha echando humo por
las orejas; yo camino a mi salón.
—Kai, espera.
Me detengo y volteo. Bryson me extiende su blazer.
—Toma. Póntelo.
No me da mucha opción, porque ya me lo está
poniendo por los brazos. Así que lo recibo.
—¿Y tú?

—Mañana en la noche tengo partido, así que lo peor


que me pueden hacer es castigarme para el almuerzo.
Bryson sacude la cabeza y suspira.

—Cierto —respondo mientras Bryson toma mis libros


y mi mochila.
Me pongo su blazer. Es algunas tallas más grande y
huele a él: pino. Probablemente alguna colonia de marca;
pero al olerla sé que vale cada centavo.
—Vamos —dice Bryson.
Me examina una última vez y me devuelve mis cosas.

—¿Vamos?
—A Teatro —dice Bryson entre risas.
Luego me deja ahí parado.
Todo lo que puedo hacer es ver cómo se aleja. No es
que me queje del paisaje ni nada. Suena la campana y
corro a alcanzarlo. No estoy de humor para otro castigo
de la señora Henning.
Caminamos juntos a Teatro; para cuando llegamos, ya
todos están sentados. Bryson choca las palmas con Isaac
y se sienta junto a él. Voltea para mirarme, esperando, y
da unos golpecitos sobre la silla vacía junto a él. Me
siento con la pierna cruzada y saco de mi mochila el
ejemplar de Romeo y Julieta.
La señora Henning entra al auditorio justo cuando
suena la campana de inicio de clase. Hoy va vestida con
una chamarra de pieles sintéticas, pantalones de piel y
tacones deslumbrantes. Y la cereza del pastel: lleva una
peluca salida directamente de la Revolución francesa. Lo
único que le falta decir es: «Que coman pasteles».

Se para en medio del escenario y saca una hoja de


papel.
—Buen día a vuestras mercedes, actores dramáticos.

Antes de empezar, por favor firmen y pasen esta hoja.


Todos podrán reservar horas para ensayar para las
actuaciones de este viernes. También me gustaría
informarles que decidí extender el plazo para la entrega
del guion. También será para el viernes. Hubo muchos
factores que me llevaron a esta decisión, así que utilicen
con sabiduría este tiempo adicional. Quiero que me
sorprendan —dice la señora Henning—. Ahora, señor
Keller, ¿podría traerme una silla, por favor?
Bryson asiente y se levanta. Desaparece detrás del
escenario en busca de una silla para la señora Henning.
Atrapo la mirada de la maestra de Teatro; asiente hacia
mí levemente y sus labios dibujan una sonrisa. ¿Amplió
la fecha de entrega por mí? Cualquiera que sea la razón,
me deja sin aliento, incrédulo. Todavía tengo una
oportunidad. Sonrío mientras saco una pluma de mi
mochila y recibo la hoja de inscripción de manos de
Jessica Cho, que está junto a mí. Muchos de llos
os horarios
ya están llenos, y dada la apretada agenda de Bryson,
necesito su ayuda para decidir cuándo es el mejor
momento para que ensayemos.
Volteo hacia la persona a mi lado. Isaac está hablando
con alguien. Estiro el brazo y le doy una palmadita. Fija
sus ojos azules en mí.
—Mmm, puedes elegir el tuyo primero. Tengo que
esperar a Bryson.
—Perfecto. —Acepta la hoja y mira alrededor en busca
de una pluma. Sus ojos aterrizan sobre la que tengo en la

mano—. ¿Puedo? —sonríe levemente.


—Claro.
Nuestros dedos se tocan cuando toma la pluma de mi
mano y siento cómo me sonrojo. Aunque sé que Isaac es
hetero, eso no impide que tenga algunos sentimientos
hacia él. Por eso existe el enamoramiento no recíproc
recíproco.
o.
—Gracias.
Esta vez, cuando sonríe enseña los dientes. Uno de los
dientes frontales de Isaac se superpone a otro; pero en
lugar de mermar su aspecto, esa singularidad lo hace
más apuesto.
—No hay problema.
Lo observo mientras él se inclina sobre la hoja y elige
los horarios. A diferencia de Bryson, Isaac sí tiene buena
caligrafía.
Isaac se endereza y se lleva la pluma a los labios.
Observo cada movimiento. Debe sentir el peso de mi
mirada, porque levanta el rostro. Frunce el ceño al
hacerlo. Yo desvío la mirada primero.
—Toma, Kai.
Es la primera vez que Isaac dice mi nombre. Y el
sonido de él en sus labios me emociona. Me extiende la
pluma y la hoja de inscripción.
La tomo despacio. Bryson se sienta haciendo más
ruido de lo que es necesario y toma la pluma y el papel
de las manos de Isaac. Me examina como si yo fuera un
problema de matemáticas que no puede resolver.
—¿Qué pasa? —pregunta Isaac.

—Nada —responde Bryson. Pero no suena así, y antes


que cualquiera de los dos pueda preguntar otra cosa,
voltea hacia mí—. ¿Cuándo te gustaría ensayar?

Miro por encima de su hombro y encuentro la mirada


de Isaac. Se encoge de hombros y vuelve a sonreír.
Siento cómo se ruborizan mis mejillas. Bryson levanta la
hoja de papel y la sacude frente a mí, logrando romper el
contacto visual con Isaac.
—¿Qué tal a la hora del almuerzo? —digo mirándolo.
—¿Mañana?
—Seguro.
Bryson sonríe y garabatea en el horario que elegimos.
Mientras lo hace, no puedo evitar preguntarme qué
acaba de pasar. Una parte de mí, la que vive en la Isla de
la Fantasía, solo puede pensar: «¿Bryson Keller se puso
celoso?».
Es un pensamiento absurdo, así que lo ignoro.
Cuando suena la campana para el almuerzo, Donny y yo
salimos del salón de Matemáticas y vamos a la cafetería.
Ya está llena de otros alumnos. Algunos hacen fila para
que les sirvan; otros están sentados en las muchas mesas
rectangulares que ocupan el lugar. Donny y yo nos
unimos a la fila. Muy pronto me invade el olor a
sándwiches de queso a la plancha. Aparte de la pizza y
los libros, es lo mejor de lo que la humanidad puede
estar orgullosa.
Hago mi pedido y lo pago; volteo y veo que Priya ya
está sentada en nuestra mesa habitual. Priya me ve
primero y me hace una seña emocionada. Como Bryson
me trajo a la escuela esta mañana, esta es la primera vez

que la veo hoy.


Atravieso la cafetería y me siento. Donny se desliza en
su lugar, frente a su novia. Tomo un bocado y lo

saboreo. En muy pocos lugares saben ponerle la


cantidad correcta de queso al sándwich a la plancha, y es
de sorprender que la cafetería de Fairvale sea la que lo
haga mejor. Bueno, segundo mejor, ni siquiera estos
pueden competir con los de mi papá.
—Ahí estás, Kai —exclama Shannon Flockhart.
Alzo la mirada hacia Priya, pero ella no me está
viendo. Mira fijamente a la chica que está de pie a mi

espalda.
Shannon y Priya han sido enemigas mortales desde el
año pasado. Y en esta contienda, yo nunca he sido Suiza.
Elegí un bando, y no es el de Shannon.
Es el enemigo público número uno y ella lo
l o sabe.
—No —dice Priya.
—No vine por ti —reclama Shannon.
—No me importa.
En el carnaval de primavera del año pasado, Shannon
se puso un bindi. Priya trató de explicarle que no era
nada más una elección de moda, que lo que Shannon
estaba haciendo era una apropiación cultural, pero la
otra chica no quiso escucharla. En su lugar, se puso a
llorar y acusó a Priya de acoso. Al final la escuela
convocó a los padres de ambas y el asunto se resolvió a
puerta cerrada. Por supuesto, Priya nos contó todo.
Incluso nos enseñó la carta de disculpas que Shannon le
escribió. Era difícil ignorar la falta de sinceridad y su
papel de víctima. Desde entonces, es puro resentimiento.

Y cuando Priyanka Reddy está resentida, se ocupa de


ese sentimiento como si fuera su mascota favorita.
—Yo solo…

—Adiós.
Priyanka exagera la forma en la que mastica una uva,
lentamente. Sus ojos oscuros taladran los de Shannon.
Finalmente, la otra chica da media vuelta y se aleja
resoplando.
—¿Qué quería La-Que-No-Debe-Ser-Nombrada?
La-Que-No-Debe-Ser-Nombrada?
Me encojo de hombros.

—Creo que quiere saber quién sale con Bryson Keller


esta semana.
—¿Y por qué tú lo sabrías? —pregunta Priya.
En lugar de responder, le doy una gran mordida a mi
sándwich.
—Esa chica es un fastidio —se burla Priya.
Donny advierte el blazer que está entre nosotros dos.

—¿De quién es este?


Respiro profundo antes de mentirles a mis mejores
amigos.
—De Bryson. Lo olvidó en la clase de Teatro. Se lo
quiero devolver, pero se me olvida todo el tiempo.
—Ah, con razón Shannon piensa que son cercanos —
dice Donny.
—Ese nombre, Donald. Te he dicho que no lo
pronuncies en mi presencia. Me molesta —bromea Priya.
—Sí, la verdad no somos tan cercanos. Solo estamos

trabajando juntos en el proyecto de Teatro —explico.


Aunque en realidad no lo estoy buscando a él, advierto
que Bryson no está cuando Dustin y el resto del equipo

de futbol entran a la cafetería. Es algo poco habitual que


los Pumas estén ahí. En general, el equipo almuerza
fuera de la escuela.
Saco mi teléfono del bolsillo y abro el chat con Kelly.
󰂿 󰁔 󰁥  󰁣 󰁡 󰁳 󰁴 󰁩 󰁧 󰁡 󰁲 󰁯 󰁮 ?

—¿Quién es Kelly? —pregunta Donny. Sus ojos están


clavados en la pantalla de mi teléfono.
Lo alejo de él y leo la respuesta.
S í .  P 󰁥 󰁲 󰁯  󰁥 󰁳 󰁴 á  󰁢 󰁩 󰁥 󰁮 .  N 󰁯  󰁰 󰁡 󰁳 󰁡  󰁮 󰁡 󰁤 󰁡 .

Mi mirada se posa en el blazer de Bryson. Sí acabó


teniendo problemas por eso, por mi culpa.
—Kai, ¿quién es Kelly? —pregunta Donny de nuevo.
—Nadie. —Puedo sentir la mirada de mis dos amigos
sobre mí—. En verdad, no es nadie.
Mi teléfono vibra con un mensaje.
󰂿 E 󰁳 󰁴 á 󰁳  󰁣 󰁯 󰁭 󰁩 󰁥 󰁮 󰁤 󰁯  󰁡 󰁦 󰁵 󰁥 󰁲 󰁡 ?

—Parece que Nadie te manda muchos mensajes —se


burla Priya.
—¿Es Kelly Gold? —pregunta Donny.
—No.
—¿Kelly O’Brien?
—Donny, cállate.
Su perorata de Kellys me impide pensar.

󰂿 D ó 󰁮 󰁤 󰁥  󰁥 󰁳 󰁴 á 󰁳 ? , respondo.
—¿Kelly de Palo?
—Donny —mascullo—. Ya déjalo.
Sé que mis palabras son inútiles. Cuando Donny se
aferra a algo, no lo suelta. Es como un cachorro sin
entrenar. Es uno de sus encantos, pero también es muy
molesto.
E 󰁮  󰁥 󰁬  󰁰 󰁡 󰁴 󰁩 󰁯  󰁯 󰁥 󰁳 󰁴 󰁥 .  󰂿 P 󰁯 󰁲  󰁱 󰁵 é ?  󰂿 Q 󰁵 󰁩 󰁥 󰁲 󰁥 󰁳  󰁶 󰁩 󰁳 󰁩 󰁴 󰁡 󰁲 󰁭 󰁥 ?

Veo mi reloj. La hora del almuerzo ya casi termina.


—Quizá Kelly es diminutivo para Kelsey —reflexiona

Donny—. Quizá es Kelsey Scott.


—Donald, aprende a interpretar las insinuaciones, por
Dios —dice Priya—. Es evidente que Kai no quiere
hablar de eso. —Observo a Priya cuando se levanta de
su asiento—. Necesito ir al baño.
—Yo también tengo que irme —digo al tiempo que
recojo mis cosas—. Nos vemos después.
Tiro la basura y me dirijo a la señorita de la caja para
hacer un pedido antes de que cierren la cafetería. Les
toma dos minutos servir mi pedido. Sin tiempo que
perder, salgo corriendo a toda velocidad para llegar
antes de que suene la campana.
Establezco un nuevo récord mundial y llego al patio
oeste sin aliento y sonrojado. Veo a Bryson recargado
contra la pared. Para la mayoría de los maestros, el
castigo durante el almuerzo significa enviarnos a este
patio y que miremos la pared en silencio. Por eso le
llamamos el Purgatorio. A su alrededor hay otros
castigados. Bryson no me ve al principio. Sus ojos están

sobre su teléfono.
Me acerco a él y me aclaro la garganta. Bryson levanta
la mirada, sorprendido. Hace un movimiento para
esconder su teléfono, pero se da cuenta de que soy yo.
Sonríe como si le alegrara verme. ¿Se alegra?
—¿Estás aquí? —Mira su reloj y luego mi pecho
jadeante—. No tenías que ve
venir.
nir.
—Sí —resuello.
—¿Por qué?
Le extiendo un sándwich de queso a la plancha
caliente y una botella de jugo de manzana. Mira lo que le
le
estoy ofreciendo y luego hacia mi rostro,
examinándome.
—¿Para mí?
Sonríe y muestra su hoyuelo.
—Sí.
Toma su almuerzo y en ese momento suena la
campana.
—Siempre trato de devolver lo que obtengo —explico.
10
La biblioteca es mi lugar favorito en toda la Academia
Fairvale. Está en el bloque A; es lo suficientemente
grande como para albergar un laboratorio de
computación muy moderno. Aunque acaba de sonar la
campana de fin de clases, cuando entro la biblioteca ya
está a reventar. A mi derecha, rodeado de una pared de
vidrio, está el laboratorio de computación; directamente
frente a mí hay varios cubículos y nichos con algunas
sillas cómodas entre el mobiliario y a mi izquierda hay
hileras e hileras de libreros.
Alguien me empuja en su prisa por entrar a la
biblioteca. Antes de que pueda quejarme, murmura una
disculpa. Veo cómo se dirige al laboratorio de
computación. Los lugares son limitados y en general
gana quien llega primero.
—Qué gusto verte, Kai —dice la señorita Tarkovsky,
jefa de la biblioteca. Me adelanto y pongo mis cosas
detrás del mostrador.
—Igualmente, señorita Tarkovsky.
—Puedes trabajar en la recepción mientras termino
con nuestro último orador invitado.
Asiento y veo cómo la bibliotecaria se dirige a su
oficina. Me encanta que la biblioteca invite a autores
para los eventos. Es increíble conocer a gente que vive
mi sueño.
Me acomodo
escanear detrás
los libros quedeentran
la computadora,
y salen. Lalisto para
primera
alumna que se acerca a mí no es otra que Shannon

Flockhart.
—¡Dios, Shannon! ¿Me estás acosando?
Shannon ignora mi pregunta.
—Parece que últimamente tú y BK tienen una relación
muy cercana.
—¿BK?
Sé a quién se refiere, pero las siglas como apodo no le
quedan al chico con el que he pasado tiempo
conociendo; sin embargo, no comparto mi idea con ella.
Si hay algo por lo que Shannon es conocida, es por su
interés en las primicias.
—Bryson, tonto.
Me da unas palmaditas en el hombro como si
fuéramos viejos amigos. La exagerada camaradería es
tan fingida que me pone los pelos de punta.
—¿Qué quieres, Shannon? —pregunto; lo único que
deseo es terminar con esta farsa.
—Dime con quién está saliendo Bryson. Te puedo
pagar —explica—. Nadie ha actualizado su Instagram
con evidencia. Todos queremos saber.
Suspiro.
—No todo el mundo actualiza su Instagram.
—Todas las que salen con Bryson Keller lo hacen. Ve el
hashtag.
Parece que yo no soy como todos.
—La verdad es que no sé quién es.
—Mentiroso —espeta Shannon.

—¿Por qué estás tan segura de que sé algo?


—Porque has pasado la mayor parte de esta semana
con él. —Shannon arquea una ceja perfectamente
depilada—. Sabes que tengo un sexto sentido para estas
cosas —dice—. Huelo algo sospechoso.
—Si tienes tanta curiosidad, pregúntale a Bryson. No
entiendo qué tiene que ver todo esto conmigo. —Trato
de evitarla y casi suspiro de alivio cuando otro alumno
se para junto a ella. Le sonrío a Eric Ferguson y luego me
dirijo a Shannon—. ¿Me permites? Tengo que trabajar,
por favor.

Shannon se hace a un lado, pero no se marcha. Parece


que la aspirante a reportera que hay en ella se ha
despertado.
Eric se acerca para devolver un libro.
—¿Qué tal estuvo? —pregunto mientras escaneo el
lomo.
—Buena lectura. Si te gusta la fantasía, deberías leerlo
—responde Eric.
—La verdad, sí me gusta.
Le sonrío a Eric y pongo el libro aparte para leerlo más
tarde. A veces me pregunto cómo sería llevarme con
otros adolescentes gays como Eric. Aún no he sido lo
suficientemente valiente como para dar ese paso. Eric me
sonríe en despedida. Tan pronto como se va, Shannon
vuelve al ataque.
—Sé que sabes.
—No sabes nada, Jon Snow —murmuro entre dientes.
—¿Qué?

—Nada.
—No, dijiste algo.
La miro fijamente a la cara.
—Creo que te estás imaginando cosas, Shannon.
—Eres tan molesto como Priya —se queja.
El hecho de que insista en utilizar el nombre corto de
Priya, sin importar todas las veces que le ha pedido que
no lo haga, hace que me enoje más.
—Y orgulloso de serlo —respondo con una sonrisa tan
dulce que podría atraer a las abejas.

Shannon me evalúa.
—Creo que escondes algo. Me tienes intrigada.
Antes de poder responder, Shannon sale de la
biblioteca.
Suspiro. Lo último que necesito es que la aspirante a
periodista indague sobre mí. Necesito tener cuidado.
Pero he estado mintiendo durante años, me he vuelto
muy bueno.
Por fin puedo trabajar en paz. Mi turno pasa volando;
con los cinco minutos que restan me dirijo hacia los
estantes.
Estoy ocupado acomodando los libros en su lugar
cuando vibra mi teléfono en el bolsillo. Donny envió el
enlace del avance de una película que quiere que todos
veamos.
Mi teléfono vibra con otro mensaje y abro el texto de
Kelly:
󰂿 D ó 󰁮 󰁤 󰁥  󰁥 󰁳 󰁴 á 󰁳 ?

—¡Ah! Ahí estás.


Su voz me sorprende. Volteo y encuentro a Bryson de
pie a la entrada del pasillo. Bryson Keller con su gorra
hacia atrás… debería ser ilegal. Debería estar prohibido
que alguien se viera tan bien, en particular después de
pasar una hora y media corriendo en una cancha de
futbol.
—¿Kelly? —pregunta Bryson. Mira su mensaje abierto
en mi teléfono—. ¿Yo soy Kelly?
—Abrevié Keller a Kelly —explico—. Me imaginé que
el nombre de una chica sería más fácil de explicar a los

fisgones.
—Muy inteligente —dice Bryson—. Pero también es
una mierda que tengas la necesidad de hacerlo.
Volteo a verlo y me doy cuenta de que estamos muy
cerca, quizá demasiado cerca. Dios, es injusto que
alguien sea tan apuesto. Doy un paso atrás y termino
empujando el carrito de los libros por accidente. Bryson
estira el brazo para detenerlo. Trato de sujetarlo, pero él

me lo impide.
—Yo te ayudo —dice—. Yo conduzco y tú acomodas.
¿Okey?
—Me parece bien.
Me atrevo a estudiar a Bryson. Su cabello está húmedo
porque acaba de bañarse y trae ropa de gimnasio, en
lugar del uniforme escolar. Al verlo ahora me doy
cuenta de que la fantasía que tuve sobre él anoche no

estaba tan alejada.


—¿Por qué decidiste trabajar en la biblioteca? —
pregunta Bryson mientras empuja el carrito.

—Siempre he amado los libros —explico. Decido


contarle a Bryson otro de mis secretos: mi sueño. Más
gente sabe sobre él que los que saben que soy gay, pero

no
las muchos, no losQuiero
dos manos—. suficientes como para
ser escritor. Y nocontarlos
se puedecon
ser
escritor si antes no eres lector. —Detengo el carrito y
coloco otro libro en su lugar. Volteo a verlo—. ¿Tú tienes
un sueño? ¿Es el futbol?
Bryson hace una pausa y me mira antes de responder.
—Antes lo era —admite—. El futbol era algo que me
encantaba hacer con mi papá. Pero ahora juego más por
costumbre que por gusto. —Bryson se encoge de
hombros—. Espero encontrar mi sueño en la
universidad. Algo que sea solo para mí.
—¿Ya decidiste dónde vas a estudiar?
—Me aceptaron en la UCLA, pero quieren que juegue
futbol y todavía no estoy seguro de querer hacerlo.
—Ah, a mí también me aceptaron ahí. Aunque no para
jugar futbol. —Bryson se ríe de mi broma patética y lo

agradezco. Le hago
y él lo hace—. Estoyuna seña para
esperando que empuje
respuesta de laelescuela
carrito
de mis sueños.
—¿Que es…?
—Tisch.
—Cruzaré los dedos por ti. —Sonríe—. Avísame si te
aceptaron. Aunque sea después de esto.
—Qué raro —digo—. Nunca habíamos hablado tanto.
Quiero decir, éramos amigables, pero no éramos amigos.
¿Quién hubiera dicho que nos llevaríamos tan bien?

—Sí, ¿verdad? Eres un tipo magnífico, Kai. —Sonríe—.


Es raro que todos nos quedemos en nuestros grupos.
Porque juego futbol, significa que todos a mi alrededor

también lo hacen.
—Así es la preparatoria —digo.
—Cierto.
Bryson detiene el carrito cuando le digo que lo haga y
acomodo los siguientes libros. Uno de ellos va en el
estante superior y tengo que pararme de puntas.
—¿Me permites? —Bryson extiende la mano y le doy
el libro. Con facilidad, coloca el libro en su lugar. Hace
una pausa y murmura—: ¿Para qué sirve tener un novio
alto si no lo aprovechas?
Me guiña un ojo y regresa a su puesto frente al carrito.
Lo absurdo de la situación me hace sonreír.
Seguimos trabajando y, con la ayuda de Bryson, los
libros están acomodados en poco tiempo.
—¿Listo para irnos? —pregunta Bryson.

Asiento.
—He estado pensando en nuestra actuación. Por favor,
escojamos algo rápido y fácil.
—¿Te da miedo sonrojarte?
—No, eso es inevitable —digo.
Vamos a buscar mi mochila y su blazer. Lo sigo hasta
el Jeep. Aunque hay otros alumnos alrededor, no siento
la ansiedad que esperaba sentir. Aunque solo sea martes,
me sorprende lo cómodo que empiezo a sentirme
cuando estoy con él. Bryson tiene una manera de hacer

que esto suceda.


Enciende el coche y salimos del estacionamiento.
Bryson saca sus lentes de sol del compartimento y se los
pone. Al instante, pasa de ser un estudiante de último
año de preparatoria a un modelo de publicidad con
lentes de sol. Voltea hacia mí y es difícil no clavarle la
mirada.
—¿Qué? —pregunta, y por la leve sonrisa que baila en
sus labios, sé que me descubrió admirándolo.
—Nada —miento.
Volteo hacia el frente. Conforme avanzamos,
entrecierro los ojos por el brillo del sol de la tarde. En el
siguiente semáforo, Bryson se inclina hacia mí, abre la
guantera y saca un estuche de lentes.
—Toma —dice al tiempo que me lo da. Lo abro y
encuentro unos lentes idénticos a los suyos—. Son los de
repuesto.
Me los pongo y volteo a verlo. Bryson me mira
fijamente.
—Se te ven bien —asegura.
Me río.
—En serio estás a fondo con esto de ser novio, ¿eh?
—¿Qué quieres decir?
—Ahora hasta tenemos lentes de sol idénticos.
¿Es eso lo que hacen los novios?
Me sorprendo
cosas… sonriendo y decido no pensar mucho las
por ahora.

11
Llegamos a casa de Bryson demasiado pronto. Estoy
seguro de que parpadeé y me perdí el viaje. Bryson vive
en la misma colonia que Donny; sé que Shannon
también vive cerca. Es una comunidad enrejada donde
viven los superricos. El uno por ciento más alto del
cuerpo estudiantil de la Academia Fairvale se llaman
«vecinos» entre ellos.
La casa de Bryson parece sacada de las páginas de
alguna revista de arquitectura; eso tiene sentido si

consideramos que eso


porque mis padres hanes consultado
lo que hacesussu diseños
papá. Lopara

usarlos como inspiración en sus propias renovaciones.
La casa tiene dos pisos, como la mía, pero es mucho
más grande. A decir verdad, «mansión» sería una
descripción más adecuada. Las paredes son color arena
con acabados blancos. Las ventanas son grandes y
limpias, con persianas blancas. Parece que la casa de
Bryson pertenece a un lugar más interesante que
Fairvale, California… quizá España.
Aun así, la casa palidece en comparación con la casa de
Donny Duckworth, que está unas calles más alejada.
—¿Vas a salir? —pregunta Bryson.
Sus brazos rodean el volvolante
ante y su cabeza descansa
sobre ellos. Parece que llevamos ahí sentados un rato y
que él me ha estado observando por no sé cuánto
tiempo.
Me sonrojo y él sonríe.
—Ah, sí, claro.

Me quito el cinturón de seguridad y bajo del coche.


Bryson me sigue y caminamos hacia la casa. El silencio
nos recibe cuando abre la puerta principal. Entramos y
nos detenemos en el vestíbulo. Durante un momento,
parece inseguro, su mirada va de sus zapatos, a la casa y
luego a mí.
—Mi mamá tiene una política de «cero zapatos» en la
casa.
Bryson señala las pantuflas para los invitados que
están en el rincón. Sonrío mientras detengo mi zapato
derecho con el pie izquierdo para quitármelo. Hago lo
mismo con el otro.
—Mi papá es igual —digo—. Crecimos con zapatos
diferentes adentro y afuera de casa.
Bryson parece aliviado. Me guía al interior de la casa.
—¡Guau! Es magnífica.
La sala de estar también parece sacada de las páginas
de una revista.

—Mi mamá
interiores tiene Bryson.
—explica su propia empresa de decoración de
Esto lo sé. Una vez escribieron sobre ella en una de las
revistas que lee mi mamá. Es diseñadora para personas
famosas. Luego de ver a mi alrededor, todo tiene
sentido: es obvio que es muy buena en lo que hace. Es
como una vitrina de exposición, pero a la vez hogareño.
No entramos a la sala. En su lugar, Bryson me lleva a
la cocina. La cocina es grande, con alacenas blancas y
barras de granito blanco. Está llena de electrodomésticos
de última generación. Sin duda, esta cocina sería el

sueño de cualquier chef. Bryson se dirige al enorme


refrigerador de dos puertas y lo abre.
—¿Quieres tomar algo? Tenemos agua, jugo y refresco.
—¿Jugo de qué?
Estoy parado junto a la isla, recargando la cadera
contra el borde de la barra.
—Mango —responde Bryson.
—Manzana, naranja y uva son los tres únicos sabores
de jugo que merecen existir en el mundo. —Sonrío—.
Agua está bien.

Bryson saca dos botellas de agua del refrigerador.


Coloca la suya sobre la barra y me extiende la mía.
—Tus opiniones son de lo más extrañas.
—Gracias —respondo al tiempo que tomo la botella.
Nuestras miradas se encuentran. En ese momento me
doy cuenta: estoy solo con Bryson. Sé que nuestra
relación es falsa, pero eso no impide que mi corazón
palpite a toda carrera cuando me mira. Por hacer algo,
abro la botella y bebo el agua demasiado rápido. Me
ahogo y Bryson se acerca para darme unas palmadas en
la espalda.
Me quedo paralizado. Estamos solos en casa y casi no
hay distancia entre nuestros cuerpos. Él también debe
haberse dado cuenta, porque rápidamente da un paso
hacia atrás.
—Deberíamos ir a mi recámara. —Tarda un segundo
en registrar estas palabras. Abre los ojos como platos y
se apresura a agregar—: A trabajar, quiero decir.

Me parece que Bryson está tan nervioso como yo. Me


asombra darme cuenta de que es la primera vez que lo
veo así. Está mirando a todos lados, excepto a mí. Y no

puedo
¿cierto?evitar preguntarme
No debería portanqué…
ponerlo Bryson
nervioso es hetero,
como él me
pone nervioso a mí.
Bryson ríe y parece recuperar la compostura, vuelve a
ser el mismo Bryson Keller seguro de sí mismo que
conozco. Quizá mis dudas sobre él solo son ilusiones.
«Esto es solo un juego», recuerdo.
—Te sigo —digo.

Salimos Entramos.
recámara. de la cocina y lo sigo al primer piso, hasta su

—Mmm, disculpa el caos —dice Bryson.


—¿Qué caos? —pregunto.
Miro alrededor. Casi todo está en su lugar, salvo una
sudadera y un par de calcetines sucios que están en el
suelo. Las paredes de la habitación de Bryson están
cubiertas de fotografías. Veo un equipo de fotografía
sobre su escritorio: una cámara, un tripié y unos lentes.
—No sabía que te interesaba la fotografía
foto grafía —digo.
Bryson sonríe.
—¿Todo el propósito de estar en una relación no es
conocerse? —Voltea hacia mí—. Ahora que lo pienso,
hay muchas cosas que no sabemos uno de otro.
Es cierto. Hace años que nos conocemos, pero cuando

lo pienso, loYque
superficial. poren realidad
primera vezséendemiBryson Kellerganas
vida tengo es muy
de
profundizar, de saber más y más sobre este chico de

sonrisa fácil y mirada conmovedora.


Examino el collage de fotografías que, supongo,
Bryson tomó. Entre ellas hay varios pósteres del
Liverpool, un equipo inglés de futbol que es el mayor
rival del Manchester United. No puedo evitar pensar en
lo que mi papá diría si viera esto. Imaginar a papá y a
Bryson discutiendo sobre futbol me hace sonreír;
¿alguna vez sucederá? Me saco esa idea de la cabeza
antes de que se enraíce.
Advierto que algunos de los pósteres se ven muy
maltratados. Como si los hubieran rasgado y reparado a
toda prisa. No le pregunto por ellos. En su lugar, vuelvo
a los collages de fotografías.
—Entonces, ¿te gusta la fotografía?
—Sí —responde Bryson—. Es divertido.
—Eres bueno. —Volteo a verlo—. Quizá deberías ser
fotógrafo.
—Quizá —dice—. Supongo que necesito encontrar lo
que verdaderamente me gusta.
—Tienes tiempo —continúo—. No te estreses.
—Díselo a mi mamá. —Suspira—. Se muere de pánico
porque no sé lo que quiero hacer cuando entre a la
universidad.
—Bueno, conociéndote, probablemente serás excelente
en todo.
—Todo menos matemáticas.

—¡Dios! Yo también. —Lo miro—. Prefiero mil veces


las palabras a los números.

—¿Y matemáticas con letras?


—Lo odio, y odio a quien lo inventó. El álgebra es lo
peor.
Bryson ríe. Me observa mientras miro con más cuidado
su collage de fotos. En verdad es talentoso.
—¿Cuándo tomaste esta? —pregunto.
Señalo una fotografía en la que Bryson parece uno o
dos años más joven que ahora.
—Esas las tomé en las últimas vacaciones familiares —
explica Bryson.

En la fotografía, una familia feliz de cuatro miembros


me sonríe. Esta es la única foto que Bryson tiene de toda
su familia. Todas las demás son solo de su mamá y su
hermana.
Volteo y examino el resto del cuarto. El escritorio de
Bryson está casi tan lleno como el mío, pero en lugar del
caos, el suyo está perfectamente organizado. Tiene un
enorme calendario de escritorio con sus horarios
marcados. Mañana tiene partido. Priya también. Quizá
lo sorprenda y asista.
Bryson se mueve hasta quedar a mi lado y levanta su
computadora.
—¿Lo hacemos?
—¿Hacerlo…?
Arqueo la ceja, coqueteando.
Bryson sacude la cabeza y sonríe.
—Ver la película.
—Claro. —Mis ojos se detienen en una caja que está

sobre su escritorio. Es el último iPhone—. ¡Mierda!


¿Tienes uno?
—Mi papá cree que puede comprarme —explica
Bryson. Su voz se vuelve fría cuando habla de su padre
—. Está tratando de verme por primera vez desde hace
un año. Por él llegué tarde a la escuela ayer. Se ofreció a
llevarme a desayunar antes de clases. Y yo, como tonto,
le creí. Lo esperé para nada. —Bryson se detiene. Sus
ojos se abren grandes cuando me ve—. En verdad es
muy fácil hablar contigo. Ni siquiera Dustin sabe esto.
Todos piensan que tuve cita con el dentista.
—Bueno, yo siempre estoy dispuesto a escucharte si
eso quieres. —Lo miro a los ojos—. Incluso después de
que cortemos.
La última palabra quedó colgando entre nosotros. El
fin inevitable de nuestra relación pasa frente a mis ojos.
Tengo que recordar que todo esto acabará pronto. No
puedo confiarme mucho, acostumbrarme a tener a
Bryson Keller en mi vida.
Nos miramos.
—Igualmente —dice Bryson.
Se aclara la garganta y desvía la mirada. Va hacia su
cama. No le lleva mucho tiempo encontrar la película en
línea. Toma su laptop y la coloca sobre el piso. Ambos
nos sentamos recargados contra la cama. La pierna de
Bryson roza la mía y trato de ignorar su calidez.
Se pone de pie.

—Ahora vuelvo —dice.


—Okey.

En su ausencia, me repito que esto es para la escuela.


No es una cita. Ver una película con mi novio ha sido
una de mis fantasías. Puede parecer pequeño e

inconsecuente,
oportunidad de pero es algo que nunca he tenido la
experimentar.
Bryson regresa con los brazos cargados de papas,
dulces y palomitas de maíz recién hechas.
—¡Guau! Eso es mucho.
Bryson sonríe.
—No sabía qué te gusta, así que traje un poco de todo.

—Estoy seguro de que tratas así de bien a todas tus


novias.
Coloca la comida sobre el suelo.
—De hecho, casi nunca las veo fuera de la escuela. —
Me mira—. Eres el primero.
—Bueno, es solo para la escuela.
—Claro.
Sé que me llevará innumerables horas descifrar esta
palabra.
Toma un puño de palomitas y se las mete en la boca,
luego se sienta con las piernas cruzadas y aprieta la tecla
de reproducción. La película comienza y me preparo
para ver una película de Leonardo DiCaprio en su
totalidad. No solo fragmentos. Y por primera vez en mi
vida veo una película con mi novio, aunque solo sea
fingido.
—Creo que deberíamos hacer esta escena entre
Benvolio y Romeo —dice Bryson.

Veo la escena y asiento. Es corta, pero tiene el texto


suficiente para que yo pueda manejarlo.
—Buscaré el guion y te lo enviaré esta noche —añade
Bryson. Presiona la tecla de pausa y se dirige a su
escritorio—. ¿Cuál es tu correo electrónico?
—Mi nombre arroba gmail punto com.
Bryson lo escribe y se vuelve a sentar junto a mí. Está
más cerca que antes. Para distraerme, señalo la pantalla
y pregunto.
—¿Quién quieres ser?

—¿Benvolio?
Romeo Tiene más
guarda silencio diálogo.
y está Y en esta
avergonzado; esoescena,
puede
ser mejor para ti.
Asiento.
—Tal vez deberías estudiar dirección cinematográfica.
—Debería contratarte como mi consejero universitario
—bromea Bryson.
Mientras seguimos viendo la película, mi atención está
dividida. Estoy consciente de cada movimiento que
Bryson hace a mi lado. Se pone más cómodo y contengo
el aliento porque más parte de su pierna toca la mía. Sin
embargo, Bryson no me mira. Sigue viendo la película.
Mi corazón late con fuerza en mi pecho. Cuando
Leonardo DiCaprio y Claire Danes están en el lago y se
van a besar, extiendo el brazo hacia las palomitas.
Bryson hace lo mismo y nuestras manos se rozan. Por
segunda vez, dejo de respirar. Sus labios esbozan una
sonrisa y se mete un puñado de palomitas a la boca.
Lo veo masticar, mis ojos no se apartan de sus labios.

Dirijo mi atención de nuevo a la película. Me obligo a no


ver nada más que la pantalla.
Cuando por fin estoy concentrado en la película, siento
de pronto un peso sobre mi hombro. Asombrado, volteo
y veo ahí la cabeza de Bryson. Tiene los ojos cerrados y
ronca un poco. Observo cómo su pecho sube y baja.
Se acomoda sobre mi hombro, su cabeza encuentra el
lugar perfecto donde descansar. Mientras duerme,
Bryson es completamente ajeno al efecto que provoca en
mí.
Veo el resto de la película, tratando de no moverme
con Bryson acurrucado sobre mí. Cuando salen los
créditos de la película, observo su perfil. Alzo la mano,
pero me detengo y la dejo ahí suspendida en el aire.
Quizá en otra vida tendría el valor suficiente para
hacerlo. Bryson parece tan tranquilo, justo lo contrario a
la forma en que me siento en este momento. Apenas es
martes. ¿Seré capaz de sobrevivir esto indemne hasta el
viernes? No lo sé, pero tengo que recordar que esto no es
real y que nunca lo será… ¿cierto?
Pero, al verlo dormir, agradezco que me queden tres
días más con él. Bryson abre los ojos. Nos miramos. Mi
pánico se multiplica. Retiro la mano, pero él la atrapa.
Nuestros ojos no se han apartado. En los suyos se
arremolinan las preguntas. Estoy a punto de
disculparme cuando su rostro se ilumina con una
sonrisa.
—Vámonos.
—¿Irnos?
Bryson se pone de pie y me ayuda a levantarme. Suelta

mi mano; y mentiría si dijera que no me sentí un poco


decepcionado.
—Ya casi son las siete —dice Bryson, señalando el reloj
que está sobre su escritorio.
Lo sigo por las escaleras para encontrar una casa
oscura y vacía.
—Tu mamá debe trabajar hasta tarde.
—Sí. Lo hace cuando tiene un cliente nuevo. —Bryson
se encoge de hombros—. Ya estoy acostumbrado.
Nos paramos en el vestíbulo para ponernos los

zapatos.
costumbre Medeinclino y Bryson
no desanudar las hace lo mismo.
agujetas. Tengo la
El pie izquierdo
entra fácilmente, pero el derecho se resiste. Doy un
traspié y Bryson me detiene. Soy el primero en
reaccionar. Me aclaro la garganta y dejo un espacio entre
nosotros.
—Gracias —digo con torpeza.
No hay duda de que mis mejillas están sonrojadas.
Bryson sonríe y abre la puerta. Espera que yo salga de la
casa. Cierra con llave y voltea hacia mí. Bryson observa
mi rostro y baja la mirada hasta mi mano. Es casi como si
el tiempo pasara en cámara lenta cuando él extiende la
suya. Dejo de respirar cuando toma mi mano en la suya.
Lo veo de reojo y no puedo evitar preguntarme: «¿Qué
es esto?».
—¿Esto es parte de tu apuesta? —pregunto.
Bryson permanece un momento en silencio. Examina
nuestras manos. No estoy seguro de qué está pensando,
y antes de que pueda preguntarlo, asiente.

—Está bien si no quieres…


Bryson empieza a alejar su mano.
—No —digo.
Si sus citas anteriores vivieron esto, entonces yo
también quiero.
Bryson sonríe y así caminamos hasta el Jeep. Abre mi
puerta y me ayuda a subir, luego pasa corriendo por
enfrente del coche. Bryson se acomoda en el asiento del
conductor y vuelve a tomar mi mano. Esta vez entrelaza
nuestros dedos.

delBryson
caminoKeller
a mi ycasa.
yo vamos tomados de la mano el resto
Y yo doy el primer paso en arenas movedizas.
MIÉRCOLES
12
Cuando Bryson se estaciona frente a mi casa la mañana
siguiente, yo ya lo estoy esperando afuera,
preguntándome si la noche anterior fue solo un sueño.
Paso de nuevo la mano por mi cabello, esperando que
siga en su lugar. Hago un esfuerzo por no volver a
anudarme la corbata por tercera vez esta mañana. «Estoy
bien, me veo bien».
—¿Kai? —A mi espalda se abre la puerta de la casa y
sale Yazz—. Toma. —Me ofrece dinero—. Dice papá que

es para esta noche.


—Gracias.
Mencioné mis planes de quedarme a ver el partido de
futbol esta noche, y papá estaba tan emocionado que me
dio dinero como apoyo. Parece que sigue teniendo la
esperanza de que su hijo ame el futbol tanto como él.
En ese momento Bryson baja la ventana. Se levanta los
lentes de sol y saluda con la
l a mano.
—¿Es… —dice Yazz— … Bryson Keller?
—¿Lo conoces?
—He oído hablar de él —responde Yazz—. Ayuda a
entrenar a nuestro equipo de futbol en la escuela.
Con un gesto exagerado,
exagerado, se quita los lentes, los limpia
con su bata y se los vuelve a poner.
—Ah, sí es él.
—Claro.
—Esto es muy extraño. Demasiado extraño.

—¿Qué tiene de extraño?


Yazz me observa de arriba abajo y luego dirige su
atención al Jeep de Bryson.
—Todo.
Gira sobre los talones y entra a la casa.
Guardo el dinero en mi bolsillo y troto hacia el Jeep.
—Perdón —digo.
—No tienes por qué —responde Bryson mientras subo
al coche y trato de acomodarme.
Bryson mira el reloj que está en el tablero y lanza un
silbido cuando cambia a las 7:00.
—Esto es diferente —dice.
—¿Qué es?
—Que no tenga que esperar a nadie. Estoy tan
acostumbrado a llegar tarde por culpa de las chicas con
las que salgo —explica cuando ya estoy bien sentado.
—Por eso deberías salir con chicos —bromeo—. Dile a
tus amigos.
—Uy, la mayor parte de mis amigos son algo odiosos.
—Me alegra que lo digas. —Me abrocho el cinturón de
seguridad.
—¿Era tu hermana? —pregunta Bryson.
—Sí, Yasmine —respondo—. Me dijo que eres
entrenador en su escuela.

—Sí, les ayudo cuando puedo.


—Mmm, eres una cebolla, Bryson Keller.

—¿Una cebolla?
—Capas. Tienes capas. —Sacudo la cabeza—. Todos
los días aprendo algo nuevo sobre ti.
—¿Te estás quejando?
—No, me gusta —admito.
—A mí también.
Sé que las palabras de Bryson no deberían afectarme.
Este Jeep se va a convertir pronto en calabaza. Sé que
todo está en mi cabeza… pero mi corazón empieza a
sentir que es una historia por completo distinta.

Bryson maneja hasta el estacionamiento del Glenda.


Bajamos del Jeep y entramos. Le sonrío a Alice y sigo a
Bryson hasta el reservado. Mientras esperamos que nos
sirvan, saco el guion de mi mochila. Fiel a su palabra,
Bryson me lo envió por correo electrónico anoche.
—¿Le damos una leída? —pregunto.
—Claro.
Saca el suyo de su mochila. Ya tiene sus líneas
subrayadas. Pero antes de empezar, Alice se acerca.
—Buenos días. —Su sonrisa es cálida—. ¿Qué les
sirvo?
—Yo quiero unos hot cakes —digo—. Y una malteada.
Tengo ganas de dulce.
—¿Y tú, Bryson?
¿Y tú, Bryson?
—Lo de siempre.
Alice asiente, escribe nuestro pedido y se va.
—¿Desayunas lo mismo todos los días?

Bryson asiente.
—Me gusta que las cosas permanezcan iguales —
explica—. El cambio me asusta.
Mientras esperamos el desayuno, leemos nuestro
libreto. A la mitad, llega la comida, pero terminamos la
escena. Bryson se siente confiado. También es paciente
cuando yo me atoro un poco en mi diálogo. Cuando
terminamos, Bryson se levanta.
—Necesito ir al baño ya.
Asiento y vuelvo a poner mi atención en el guion.
Estoy leyendo mis líneas cuando alguien se sienta en el
lugar de Bryson. Alzo la mirada y veo a Shannon. Lanzo
un gemido.
—¿Así que ahora ustedes dos desayunan juntos?
Levanto el guion.
—Tenemos que ensayar cuando podamos.
—Interesante.
Shannon me examina. No me gusta su mirada, así que
para distraerla yo le hago una pregunta. Estoy cansado
de que Shannon piense que tiene el control de esta
situación. Sí, tengo un secreto que esconder, pero estoy
seguro de que ella también tiene uno.
—¿No estás trabajando demasiado para este artículo?
—¿De qué hablas?
—Sé por qué quieres salir con Bryson.

—Pues me gusta.
El problema con Shannon es que cree que es la persona
más inteligente en la habitación. No puedo negar que es

lista, y quizá por eso está tan desesperada por hacer


cualquier cosa para ya no estar en la lista de espera.
Ahora está compitiendo por el título de valedictorian, por

lo que estar en la lista de espera debe parecerle


incomprensible. ¿Será por eso que está obsesionada con
obtener esta historia?
Me encojo de hombros con exageración.
—A mí me parece superinteresante. Si en verdad te
gusta Bryson, ¿para qué quieres jugar en la apuesta?
Podrías esperar a que acabe en unas semanas. —Me
inclino hacia adelante y le doy un sorbo a mi malteada

sin apartar la mirada de la suya—. Algo no encaja.


—No tengo por qué explicarte nada, pero quería
demostrar que yo puedo ser quien termine con este
juego. Que puedo hacerlo real. Sí, en parte es por la
historia, pero también es porque en verdad creo que
seríamos perfectos el uno para el otro. —Shannon
sacude la cabeza—. Quería que él rompiera las reglas
por mí. Que me tomara de la mano por primera vez…
—¿Qué quieres decir con tomar su mano?
Me enderezo.
—¿En dónde has estado viviendo? —pregunta
Shannon—. ¿Por lo menos sabes algo de esta apuesta?
—A diferencia de ti, yo sí estaba ahí cuando empezó —
digo—. Pero eso no es importante. Explícame lo de la
tomada de manos.
—Bryson sigue sus reglas: nada físico, ni siquiera
tomarse de las manos con ninguna de sus citas de la
apuesta.
Recuerdo el día de ayer en que tomó mi mano. ¿Qué

significa eso?
Anuncian un pedido para llevar y Shannon se pone de
pie.
—Nos vemos, fracasado.
No le respondo. Estoy perdido en mis pensamientos.
¿Bryson Keller será gay? Esta vez estoy seguro de que no
son fantasías. Tomó mi mano. Shannon dijo que eso iba
en contra de las reglas, reglas que él jamás había roto.
Pero entonces recuerdo su mensaje, dijo que él no era
gay. ¿Creo en lo que dijo o en como se ha comportado?
Mi mente recorre a toda velocidad las posibilidades.
—¿Kai? —Bryson se sienta—. ¿Estás bien?
—Sí. Bien —miento.
Pero las palabras tienen un sabor amargo. Sé que
podría obtener las respuestas a mis interrogantes si tan
solo preguntara. Pero ¿soy lo suficientemente valiente
para escucharlas? ¿Siquiera tengo el valor de preguntar?
Es miércoles, y parte de mí se da cuenta de que me he

acostumbrado a alguien que se alejará de mí el viernes.


No quiero que Bryson Keller me rompa el corazón. No
quiero ser el cliché del chico gay que se enamora del
heterosexual. Pero me tomó de la mano. Bryson Keller
tomó mi mano, ¿eso qué significa para mí? ¿Qué dice de
él? ¿Y qué dice de nosotros dos?
«Quizá ya es demasiado tarde», murmura una vocecita
al fondo de mi mente. Porque al ver a Bryson, como
hago ahora, es difícil negar que me empieza a gustar
tenerlo cerca. Me gusta que sea mi novio.
Y sería un estúpido si no supiera lo peligrosos que son

estos pensamientos.
pensamientos.
—En serio, ¿estás seguro de que estás bien? —
pregunta. Puedo ver que está realmente preocupado y
eso empeora las cosas—. Algo pasó. ¿Shannon te dijo
algo?
Me sorprende que se dé cuenta de estas cosas. El
Bryson Keller que creemos que conocemos y el que
llegas a conocer si te tomas el tiempo son dos personas
diferentes. No es en ningún sentido el estereotipo del
superatleta. Es solo… Bryson.
Bajo la mirada y finjo leer el guion. Mientras lo hago,
digo:
—Sí, todo está bien.
No puede ver mi rostro. No puede ver que estoy
mintiendo.
—¿Seguro?
—Sí.
Tengo que estarlo.
13
Cuando llegamos a la escuela, Bryson me da mi blazer.
—Lo recogí ayer —dice.
—¿Tan rápido?
—Pagué un poco más para poder dártelo antes. —
Bryson pasa una mano por su cabello—. Ninguno de los
dos nos podemos dar el lujo de que nos castiguen hoy en
el almuerzo. Reservamos el teatro para el ensayo.
—Cierto.
Bryson saca su maleta de gimnasio del asiento trasero
y yo me llevo el blazer a la nariz. Espero que huela a
jabón, pero, en su lugar, tiene el mismo olor de Bryson.
Cuando voltea hacia mí, sus labios dibujan una leve
sonrisa, como si ocultara un secreto. ¿Me vio? Miro su
rostro, luego hacia el coche, y veo mi reflejo en la
ventana. Me pongo el blazer y trato de ignorar el rubor
de mis mejillas.

Miro
diez mi reloj
minutos y me
para que doy cuenta
empiece de que todavía
la primera clase. faltan
—Voy a ver a Donny y a Priya antes de clase —
comento.
Necesito darle a mi rostro
rostro la oportunidad de que se
enfríe.
—Está bien —dice Bryson—. Nos vemos en Teatro.
Tomamos rumbos distintos. Saco el teléfono de mi
bolsillo y abro el chat de los tres mosqueteros.
󰂿 D ó 󰁮 󰁤 󰁥  󰁥 󰁳 󰁴 á 󰁮 ?

E 󰁮  󰁬 󰁡  󰁥 󰁳 󰁣 󰁵 󰁥 󰁬 󰁡 , responde Priya. 󰂿 󰁙  󰁴 ú ?

󰁙 󰁯 󰁴 󰁡 󰁭 󰁢 󰁩 é 󰁮 . 󰁖 󰁯 󰁹 󰁡 󰁬 󰁢 󰁬 󰁯 󰁱 󰁵 󰁥 A .

A 󰁬 󰁣 á 󰁮 󰁺 󰁡 󰁮 󰁯 󰁳  󰁥 󰁮  󰁥 󰁬  P 󰁵 󰁲 󰁧 󰁡 󰁴 󰁯 󰁲 󰁩 󰁯 .

Me lleva cinco minutos llegar a donde están.


—¿Qué pasa? —pregunto al acercarme.
Priya está de pie, con los brazos cruzados y un
puchero en la boca; en tanto que las orejas de Donny
están más rojas que nuestras corbatas: un signo seguro
de sus emociones.
—¿Están peleando?
Desde que empezaron a salir juntos he tratado de
averiguar cuál es mi lugar en su relación. Como mejor
amigo de ambos, ¿debo involucrarme? ¿Debo tomar
partido o permanecer neutro? Esta no es su primera
pelea y no es la primera vez que me siento así.
—Donald está siendo ridículo —explica Priya.
—¿Qué hizo?

—Déjalo, Kai.
Volteo a ver a Donny y me trago lo que sea que vaya a
decir. Asiento. No estoy seguro de lo que pasó, pero no
creo poder ayudar. Tienen que resolverlo solos. Yo
empiezo a tener mis propias calamidades de relación,
como el hecho de que creo que Bryson Keller me está
empezando a gustar en serio. Así empieza el amor:
primero no puedes dejar de pensar en la persona, luego
no puedes esperar a verla y finalmente quieres pasar
todo el día con ella.
—Mmm… acabo de recordar que tengo que hacer…

algo —digo—. Luego nos vemos.


Me apresuro a alejarme de ellos y entro al auditorio;
Bryson ya está ahí sentado. Su mochila y su blazer
ocupan el asiento junto al suyo. Al verme, sonríe y me
hace una seña con la mano. Bryson quita sus cosas para
que yo ocupe el lugar y siento un brillo cálido en el
pecho.
Mientras espero que llegue la señora Henning, me
recargo en el respaldo de la silla y paso las manos atrás
de mí. Alzo la mirada hacia las luces del escenario.
Bryson también se echa hacia atrás, casi imitando mi
postura. Acomoda las manos para detenerse y su dedo
toca uno de los míos. Inhalo con fuerza. Lo miro por el
rabillo del ojo, pero Bryson está hablando con Isaac. No
presta la menor atención y sin duda no está obsesionado
con algo tan trivial como que nuestros dedos se toquen.
¿Qué me pasa? Esto no debería molestarme. Que le
ponga tanta atención a Bryson significa que me está
empezando a gustar… en serio. La señora Henning sube
al escenario y me enderezo. Bryson permanece en su
posición. Definitivamente, que nos tocáramos no fue
intencional, pero a mi corazón parece no importarle.
Hoy no tengo asignado un papel para actuar, pero
tanto Bryson como Isaac sí. Trato de escuchar al chico
que me ha gustado la mayor parte del año, pero mi
«novio» sigue atrayendo mi atención. Bryson es por
completo el desconsolado Romeo en la celda de fray
Lorenzo. Cuando le suplica a la monja que le dé noticias
de Julieta, la mujer a la que ama, nuestros ojos se
encuentran. ¿Es él encarnando su personaje o es otra
cosa? Él sonríe y es deslumbrante.

Suena la campana. Bryson y yo nos dirigimos a la clase


de Inglés. Mientras examino al chico que está junto a mí,
sé que necesito que Bryson crea que todo esto es una
farsa. No puedo permitir que me empiece a gustar. Esto
no es parte de las reglas.
Dios, ¿quién diría que una relación falsa podría ser tan
complicada?
Cuando suena la campana para el almuerzo, estoy
seguro de que puedo ensayar con él sin problemas. Ya
antes me han gustado en secreto otros chicos
heterosexuales y nunca ha sido gran cosa. Sé que puedo
hacerlo también con Bryson.
Cuando me siento en nuestra mesa habitual me doy
cuenta de que Priya y Donny siguen enojados. Nos
sentamos y comemos, incómodos.
—¡Uy, uy, uy! ¿Quién se murió? —pregunta Bryson al
sentarse a mi lado. Me mira, luego a Donny y después a
Priya—. En serio, ¿qué les pasa? ¿Se pelearon?
—¿Por qué estás aquí? —pregunta Priya.
—Kai y yo reservamos el auditorio para ensayar
nuestra escena.
Me mira, luego a Priya, a Donny y otra vez a mí.
Frunce el ceño y me hace la pregunta con la mirada.
Me encojo de hombros. Yo tampoco sé qué está
pasando. Me lo dirán cuando estén listos. Nos sentamos
en un pesado silencio durante un momento hasta que
Bryson habla.
—Anda, Kai, vamos. Es obvio que estos dos tienen que
arreglar sus cosas —dice.

Asiento y me pongo de pie. Bryson y yo salimos de la


escena. Nos abrimos camino entre el bullicio de la
cafetería de la Academia Fairvale.
Cuando llegamos al pasillo, Bryson me dice:
—Qué extraño. Estaban tan seguros de que las
relaciones de preparatoria duraban.
—Bueno, todas las parejas se pelean. Lo que importa
es lo que pasa después. Estoy seguro de que al final de
clases ya estarán bien. —Caminamos en silencio durante
un rato y después pregunto—: ¿Sigues creyendo que
están perdiendo el tiempo? Las relaciones de
preparatoria, quiero decir.
—¿Por qué preguntas?
—Por curiosidad —respondo—. ¿No es esa la razón
por la que aceptaste la apuesta?
—Bueno, en parte. Pero también porque era la
distracción perfecta para salir del caos de mi casa.
Cuando empezó la apuesta me acababan de decir que mi
papá piensa volver a casarse. Así que llegó en el
momento justo. Supongo que me alegra que estas
últimas semanas haya tenido algo seguro. Ha sido una
suerte de consuelo. En ocasiones agotador, sí; pero
también me gustó mucho que nadie saliera lastimado,
que no haya expectativas… nada. Después de una
semana de escuela puedo seguir adelante. —Nos
detenemos frente a la puerta del auditorio—. Creo que
detenemos frente a la puerta del auditorio . Creo que
estoy empezando a ver el atractivo de tener algo real —
dice Bryson—. Sobre todo con la persona correcta.
Juro que me mira al decir esto, pero pasa tan rápido
que cuando abre la puerta del auditorio siento que lo

imaginé. Como si hubiera visto lo que quería ver y nada


más.
Bryson Keller, ¿eres gay?
Al verlo caminar hacia el escenario, no puedo evitar
preguntarme exactamente eso. El auditorio está vacío y
es curioso que mi semana con Bryson empezara justo
aquí. Aquí fue donde le pedí que saliera conmigo la
primera vez y en el almacén de utilería fue donde salí
del clóset con él.
—¿Kai? —me llama—. Tierra a Kai.
—¿Qué?
—¿Adónde fuiste? —pregunta Bryson—. Parece que
estás pensando algo con mucha profundidad.
—No es nada.
Sacudo la cabeza. No es el momento de evocar.
Necesito ensayar lo más posible. Alcanzo a Bryson en el
escenario y volteo a ver el mar de asientos vacíos.
Aunque no hay ni una sola alma, siento que mi corazón

empieza
sudarme. aTengo
acelerarse y queLalasidea
náuseas. manos comienzan
de actuar en ela
escenario es suficiente para revolverme el estómago.
Ahora que estoy parado aquí se siente bastante real.
Bryson se apresura a mi lado.
—No te ves muy bien.
—No me gusta actuar.
—Todo va a estar bien —dice Bryson—. Confía en mí.
Ahora, en el ensayo, y el viernes que nos presentemos.
Solo confía en mí y todo estará bien. —Pone la mano
sobre mi hombro para tranquilizarme—. Siempre

puedes confiar en mí.


Bryson toma su posición y sostiene su guion frente a
él.
—¿Estás listo?
Asiento, aunque no me sienta para nada preparado.
Repasamos la escena, los dos usamos nuestros
guiones. Cuando terminamos, Bryson ofrece algunas
sugerencias. Volvemos a hacerlo y, cuando me equivoco,
Bryson me apoya y me tranquiliza.
En el tercer intento, Bryson ya no recurre al guion. Se
mueve con vez
siento cada confianza; conforme
más relajado dice
en mi sus líneas
papel. No soyyoni me
de
lejos tan bueno como él. Pero cuando su personaje arroja
un brazo sobre mis hombros, no reacciono como lo haría
Kai. Acepto que soy Romeo en esta escena y él es mi
mejor amigo.
Pronuncio mi línea final y volteo a ver a Bryson.
Estamos en la posición final, muy cerca. Ambos hacemos
una pausa al escuchar aplausos. Volteamos y vemos a
Dustin ahí, de pie.
—Eso fue muy gay.
Ríe. Mi rostro enrojece y me tenso. Bryson debe
sentirlo porque pone un poco de distancia entre
nosotros. Odio sentirme avergonzado en este momento.
No solo estoy enojado con Dustin, sino conmigo mismo
también.
Bryson encara a Dustin.
—¿Qué haces aquí? —pregunta.
—El entrenador quiere verte —dice Dustin entre risas

—. Muy buena actuación, hombre.


—¿Puedes dejarlo? —espeta Bryson.

—¿Dejar qué?
—Dejar de ser un imbécil.
Bryson sacude la cabeza. Mi corazón se alegra. Son las
palabras que yo querría decir.
—¡Guau! Era una broma. No seas tan delicado,
hombre.
—No soy delicado. Pero odio que digas algo tan
estúpido. Eres mejor que eso, D.
—¿Está bien? —pregunta Dustin—. ¿Pasó algo?
Mira a Bryson y luego a mí.
Me encojo de hombros.
—En fin —continúa Dustin—. El entrenador quiere
verte, si tienes tiempo.
Bryson voltea hacia mí.
—Puedes irte. Ya te sabes casi todo tu texto. Ahora, yo
tengo que memorizar el mío —explico.
Asiente.
—Nos vemos después.
—Okey.
Veo cómo se alejan Bryson y su mejor amigo. Puedo
ver que Bryson habla con Dustin, pero no puedo
escuchar la conversación. Nunca nadie me había
defendido. Estar en el clóset ha significado que siempre
he tenido que escuchar e ignorar los comentarios
homofóbicos porque nunca he querido llamar la

atención. Le agradezco a Bryson; más que eso, no quiero


dejar de pasar tiempo con él.
¿Qué pasará la próxima semana, cuando nuestra
relación haya terminado? ¿Volveremos a solo cruzarnos
en los pasillos y sonreírnos y saludarnos de vez en
cuando? Es algo que empieza a preocuparme.
La verdad es que no quiero volver a lo que éramos
antes. Esto me gusta, quiero lo que tenemos ahora.
También empiezo a desear que sea real. Mi corazón
desea olvidar que todo es un juego. Esa idea me aterra y
me emociona. Es tan repentino, tan pronto. Nunca he
creído que hayasucede,
guste. Cuando un tiempo definido para que alguien te
sucede.
Podría decir que estoy frente al precipicio al que voy a
caer por Bryson Keller, mi novio falso.
14
Donny y yo estamos parados entre un mar de carmesí y
blanco. Hago un esfuerzo por integrarme. Llevo jeans
negros y la única camiseta roja que tengo. Cuando te
sonrojas tanto como yo, lo mejor es evitar ese color. El
sol acaba de ponerse detrás del estadio de futbol. A
veces vengo aquí a ver a Priya jugar, pero Donny asiste a
todos los partidos. A mi lado, es una bola de energía.
Cada vez que Priya toca el balón, grita hasta
desgañitarse. Su rostro está rojo, no solo por los gritos,

sino también
pintado en las porque
mejillas. tiene
Sientoeluna
número siete
punzada de de Priya
celos. Yo
también quiero tener una relación así: abierta y libre.
Parece que cualquier tensión que hubo antes en el día
se ha olvidado. Como estaba seguro de que sucedería.
Donny es el novio incondicional. Sin embargo, es un
caos de nervios a mi lado. Se ha estado mordiendo la
uña del pulgar desde que el equipo invitado igualó el
marcador.
—No podemos perder este partido. En verdad
necesitamos los puntos.
Sonrío a mi amigo. Es adorable cómo habla de las
actividades de Priya como si fueran las suyas.
—¿Qué pasa? —pregunta
—pregunta Donny cuando se da cuenta
de que lo observo.
—Es solo que… prácticamente te salen corazones por

los ojos.
Donny se ríe.
—¿Es tan obvio?

—Solo para mí, porque soy tu mejor amigo. Y te


conozco.
—Lo mismo contigo —dice Donny—, te conozco.
Antes de que pueda preguntarle qué quiere decir,
Priya anota un gol. Donny salta a mis brazos y apenas
puedo evitar que nos caigamos los dos. Cuando nos
separamos, estoy riendo. El resto del partido, Donny y
yo nos convertimos en los porristas personales de Priya.
Funciona: ganamos dos a uno.
Después del partido, Donny y yo nos vamos a tomar
algo. Mi garganta lo necesita.
—¿Verdad que estuvo magnífica?
Donny ha estado hablando de Priya sin descanso. Sé
que no debería, pero siento una punzada que me
atraviesa el pecho. Quisiera poder hablar abiertamente
de lo que me gusta, no solo con mis amigos sino con el
resto del mundo también. No es justa la manera en la
que los heterosexuales pueden amar, reír y vivir de
forma tan libre; en tanto que nosotros dudamos de todo.
Nuestros actos son siempre cautelosos.
Como si mis pensamientos los hubieran convocado,
veo a Eric y a su novio. Cruzan el estacionamiento hacia
su coche. Parecen felices, ajenos a las pocas personas que
se detienen para juzgarlos.
O quizá no son tan ajenos. Se paran y, a propósito,
miran a esos imbéciles. Mi estómago se hunde, espero
que no provoquen un escándalo. Por cada paso que doy
hacia mi salida del clóset, esos momentos me contienen.
Es una mezcla de miedo y enojo el hecho de que al
hacerlo tenga que lidiar con cosas como estas. Eric sonríe

con suficiencia y jala a su novio hacia él. Se besan y les


dan a los homófobos algo de qué hablar. El grupo se
aleja apresurado y Eric suelta una carcajada.
Yo también río.
—¿Qué? —pregunta Donny.
Se perdió la audacia y la valentía de esta pareja gay
declarada y orgullosa. Eric se da cuenta de que los
observo.
Asiente hacia mí y yo le devuelvo el gesto. Decido que
cuando crezca, quiero ser igual que él.

—Nada. —Nos toca hacer nuestro pedido—. Solo


quiero una Coca, por favor.
Donny compra botana para él y para Priya y le ayudo
a llevarla al Patomóvil. Priya llega poco después. Se
bañó y cambió, y su cabello negro húmedo cae en una
trenza sobre su espalda.
—Estuviste magnífica —exclama Donny.
—Gracias. —Sonríe y lo besa en la mejilla—. Me alegra
que hayamos ganado. Estuvo difícil.
Alzo el pulgar en su dirección y Priya ríe.
—¿Entendiste algo del partido, Kai?
—¡Oye! Al menos conozco lo básico.
—Tu papá debe estar muy orgulloso —bromea Priya.
Tomo un sorbo de mi refresco.
—¿Estás seguro de que no quieres que te lleve a tu
casa? —me pregunta Donny.
—Sí. Papá vendrá a buscarme. Está bien, váyanse.

—En serio, no es problema —insiste Donny.


—Lo sé, pero está bien.

—¿Seguro?
—Donald, Kai dice que está bien. Deberías confiar en
él —interviene Priya con un montón de dulces que
mastica en la boca.
Rodea el coche hasta el asiento del copiloto y se sube.
Donny también sube al coche. Me despido con la mano y
los veo salir del estacionamiento.
Termino mi refresco, tiro la lata en un bote y regreso a
las gradas. Observo a la multitud en busca de la familia
de Bryson, pero no los veo. Los Pumas están calentando
y avanzo hasta un asiento libre. Casi al instante, mi
mirada encuentra a Bryson. Habla animado con Dustin.
Bryson ríe y todo su cuerpo se sacude. Sonrío al verlo.
Bryson hace unos estiramientos. Su camiseta se pega a
sus anchos hombros cuando sostiene un brazo sobre su
pecho y luego el otro. Gira para mirar las gradas. Puedo
sentir el momento en el que los ojos de Bryson me
encuentran en el mar de gente. Sus ojos azules se abren
con sorpresa al principio, pero luego su rostro se parte
en una enorme sonrisa. Saluda con la mano; podría estar
saludando a cualquiera a mi alrededor, pero sé que es a
mí. Saludo de regreso. Soy solo otro rostro en la
muchedumbre. Bryson agrega un guiño para enfatizar
su gesto.
Lo veo trotar para reunirse con el resto de su equipo y
terminar el calentamiento. Mis ojos examinan al resto del
equipo y apenas parpadeo al ver a Isaac. ¿En qué me he
convertido?

Todos toman su posición y el árbitro toca el silbato. Es


obvio que Bryson es la estrella del equipo. Es delantero y
parece que siempre tiene el balón. Evade con facilidad a
sus oponentes. Es seguro y confiado. Y a solo diez
minutos de comenzado el partido, Bryson anota un gol.
Su equipo lo derriba y no puedo evitar sentirme un
poco celoso al verlo. Bryson se aparta de ellos, corre a la
esquina y se desliza hacia mí. Todo el mundo a mi
alrededor se entusiasma y yo participo. Bryson ve cómo
le echo porras. Sonríe y, si estuviéramos más cerca, estoy
seguro de que podría ver el hoyuelo de su mejilla.

El público del equipo local ovaciona aún más fuerte.


No les presto atención. Mis ojos están fijos en Bryson.
Justo antes del medio tiempo, derriban a Bryson cerca
del área de penalti y le dan un tiro libre. Tengo el
corazón en la garganta al verlo ponerse de pie. Cojea un
poco y sacude el tobillo. Cuando todo parece estar bien,
exhalo el aire que había retenido.
Aprovecho para ir al baño en el medio tiempo.
Mientras me enjuago las manos, recibo un mensaje de
Kelly.
N 󰁯  Agrega una serie de emojis que
󰁳 󰁡 󰁢 í 󰁡  󰁱 󰁵 󰁥  󰁶 󰁥 󰁮 󰁤 󰁲 í 󰁡 󰁳 .

lanzan confeti.
Sonrío mientras escribo mi respuesta.
Q 󰁵 󰁥 󰁲 í 󰁡  󰁤 󰁡 󰁲 󰁴 󰁥  󰁵 󰁮 󰁡  󰁳 󰁯 󰁲 󰁰 󰁲 󰁥 󰁳 󰁡 .  S 󰁵 󰁰 󰁯 󰁮 󰁧 󰁯  󰁱 󰁵 󰁥  󰁦 󰁵 󰁮 󰁣 󰁩 󰁯 󰁮 ó .
F 󰁵 󰁩  󰁹 󰁯  󰁱 󰁵 󰁩 󰁥 󰁮  󰁰 󰁲 󰁯 󰁭 󰁥 󰁴 󰁩 ó  󰁳 󰁥 󰁲  󰁥 󰁬  󰁮 󰁯 󰁶 󰁩 󰁯  󰁰 󰁥 󰁲 󰁦 󰁥 󰁣 󰁴 󰁯 ,  escribe Bryson.
E 󰁳  󰁬 󰁯  󰁪 󰁵 󰁳 󰁴 󰁯 .

󰂿 Q 󰁵 é  󰁶 󰁯 󰁹  󰁡  󰁨 󰁡 󰁣 󰁥 󰁲  󰁣 󰁯 󰁮 󰁴 󰁩 󰁧 󰁯 ? , pregunta Bryson.
󰂿 Q 󰁵 é  󰁱 󰁵 󰁩 󰁥 󰁲 󰁥 󰁳  󰁤 󰁥 󰁣 󰁩 󰁲 ?

A 󰁨 .  󰁔 󰁥 󰁮 󰁧 󰁯  󰁱 󰁵 󰁥  󰁩 󰁲 󰁭 󰁥 .  E 󰁬  󰁥 󰁮 󰁴 󰁲 󰁥 󰁮 󰁡 󰁤 󰁯 󰁲  󰁬 󰁬 󰁡 󰁭 󰁡 .  H 󰁡 󰁢 󰁬 󰁡 󰁭 󰁯 󰁳  󰁬 󰁵 󰁥 󰁧 󰁯 .

No estoy seguro si apretó el emoji por error porque


tiene prisa, pero mi corazón palpita con fuerza en mi
pecho cuando veo el emoji que lanza un beso.
Regreso a mi asiento, pero veo distraído la segunda
mitad. Mi mente está en el mensaje, en el emoji de beso.
¿Qué significa todo eso?
Saco el teléfono de mi bolsillo y vuelvo a leer nuestra
conversación. Mis ojos se detienen en «¿Qué voy a hacer
contigo?». ¿Bryson se sentirá tan confundido como yo?
Esto no puede seguir. Tenemos que hablar.
Pronto.
Suena el silbatazo final y los Pumas ganan cuatro a
dos; Bryson anotó tres de esos goles. No puedo evitar
reír cuando Dustin e Isaac lo levantan en hombros. La
multitud ovaciona y me doy cuenta de que mi voz es la
más fuerte.
Mientras bajo las gradas, mi teléfono vibra; otro
mensaje de Kelly.
E 󰁳 󰁰 é 󰁲 󰁡 󰁭 󰁥 .  󰁔 󰁥  󰁬 󰁬 󰁥 󰁶 󰁯  󰁡  󰁣 󰁡 󰁳 󰁡 .

Había pensado llamar a papá para que me recogiera,


pero esto es más fácil.
O 󰁫 󰁥 󰁹 , respondo.
Me dirijo al estacionamiento de la escuela. No me lleva
Me dirijo al estacionamiento de la escuela. No me lleva
mucho tiempo ubicar el Jeep de Bryson, pero no camino
hacia él. Con tanta gente a mi alrededor, es mejor no
llamar la atención. No necesito que me pregunten por
qué estoy aquí; sobre todo, por qué estoy aquí con
Bryson. No estoy seguro de tener una excusa lo

suficientemente creíble. En su lugar, me dirijo a las


escaleras que llevan al bloque A y me siento. Aún puedo
ver y escuchar a Bryson desde aquí.
Veo cómo se empieza a vaciar el estacionamiento. Muy
pronto, los vehículos que quedan pertenecen a los
rezagados o al equipo.
Bryson llega trotando un poco después. Voltea hacia
todos lados, pero no me ve. Veo cómo saca su teléfono
del bolsillo.
󰂿 D ó 󰁮 󰁤 󰁥  󰁥 󰁳 󰁴 á 󰁳 ?

meEnvelugar
y sudeceño
escribir la respuesta,
fruncido cambiame pongo
a una de pie.Sin
sonrisa. Él
embargo, antes de avanzar, Shannon, Natalie e Isaac se
acercan a él. Vuelvo a sentarme. Así es como he vivido
toda mi vida: escondido y en las sombras. Y entre más
tiempo permanezco ahí, más me cansa la situación.
—Vamos a mi casa a celebrar la victoria; ¿quieres
venir? —pregunta Isaac.
Bryson niega con la cabeza.
—Estoy muerto, hombre.
—Deberías. Estuviste imparable esta noche —dice
Natalie.
—Por eso mereces celebrar —interviene Shannon.
La veo deslizarse al lado de Bryson.
—Ven con nosotros. Va a ser divertido —agrega.

—La verdad, no estoy de humor —dice Bryson.


De manera muy sutil, se distancia de ella. No puedo
evitar sonreír ante ese gesto.

Dustin llega corriendo hasta ellos.


—Entonces, ¿sí viene?

—No —se queja Shannon—. Dice que está cansado.


—Les dije que últimamente es un aguafiestas —explica
Dustin. Le da unas palmadas a Bryson en la espalda—.
Debe ser la edad.
—Tú eres más grande que yo —señala Bryson.
—Bueno, ya tenemos que irnos —dice Isaac.
Toma a Natalie de la mano. Esa imagen debería
hacerme sentir un poco celoso. La semana pasada así
hubiera sido.
En poco tiempo suben al coche de Isaac y salen del
estacionamiento. Bryson se despide con un gesto de la
mano. Yo me levanto y camino de nuevo hacia él.
—No me gusta que hayas tenido que esconderte —
dice Bryson cuando me acerco.
La sonrisa de su rostro ha desaparecido. Incluso
maldice cuando abre la puerta del Jeep y se sube.
Subo también. Pero no vamos a ningún lado.
—Lo siento —me dice Bryson.
—¿Por?
—Creo que antes de esta semana no me había dado
cuenta de lo intimidante que puede ser salir del clóset.
De lo cuidadoso que tienes que ser. —Suspira—. Incluso
cuando te gusta alguien, no puedes demostrarlo
fácilmente. Todo debe ser sutil. O anunciado. Como que
no hay punto medio. O estás en el clóset o tienes que
«anunciar» que eres gay y sales con alguien. No puedes

hacerlo así nada más. —Bryson prende el Jeep—. Es una


mierda.
Le ofrezco una pequeña sonrisa.
—Admiro a la gente como Eric Ferguson, que solo vive
su verdad.
—Sí, empiezo a entender lo valiente que es Eric.
Bryson busca en una lista de reproducción de su
teléfono y pone música. Sale del estacionamiento y, muy
pronto, nos sumergimos en una de las baladas de The
Graces. Es una canción que habla del primer chico que te

gusta.
chico aParece que la elección es deliberada. Examino al
mi lado.
—¿Sabes? Desde el primer año no había anotado tres
goles seguidos —dice Bryson—. Creo que podrías ser mi
amuleto de la suerte.
—Entonces debería asistir a más partidos tuyos.
—Me encantaría —admite Bryson—. Me gusta la idea
de saber que mi novio está ahí para apoyarme. —Se ríe
—.
con Supongo
alguien enque empiezo a obtener beneficios de salir
preparatoria.
—Sé que no soy tu primera cita que va a tus partidos
de futbol.
—No lo eres —dice Bryson—. Pero es la primera vez
que me siento así.
—¿Sentir qué?
Tengo el corazón en la garganta.
Bryson no habla. Mientras lo veo manejar, repaso en
mi mente una y otra vez todas las ocasiones en las que

me pregunté si Bryson Keller era hetero. Quiero


preguntárselo. Necesito hacerlo, por mi propia
tranquilidad y por mi corazón, que se romperá la
próxima semana. Cuando nos estacionamos frente a mi
casa, por fin reúno el valor para hablar. Me aclaro la
garganta, listo para hacer la pregunta que debo
formular.
—¿Eres…?
En ese momento suena su teléfono. Bryson cambia su
atención de mí al teléfono que está sonando.
—Es mi mamá. Estará fuera de viaje hasta el sábado.
Tengo que contestar.
—Claro.
Bryson responde el teléfono.
—Hola, mamá. ¿Cómo… qué? —Bryson frunce cada
vez más el ceño conforme escucha a su madre—. ¿Qué
tipo de accidente?
Dos minutos después, cuelga. Voltea a verme.
—Mi hermana está en el hospital.
—¿Qué pasó? —pregunto.
—Tuvo un accidente de coche cuando regresaba de la
universidad.
—¿Está bien?
Le toco el hombro y Bryson inclina la cabeza cuando lo
toco.
Asiente.
—Mamá dice que son lesiones menores. Pero tengo
que ir.

—¿Quieres que te acompañe?


—No —dice Bryson—. Estaré bien. Pero gracias por
proponerlo.
—No hay problema.
Tomo mis cosas y estiro la mano hacia la manija de la
puerta.
—Te prometo que hablaremos. —Nuestras miradas se
fijan—. Pronto.
—Okey —respondo bajando del Jeep.
Veo cómo Bryson se aleja. Se detiene frente a la casa
del vecino y se echa en reversa. Baja la ventanilla y yo
me inclino hacia el coche.
—Para responder tu pregunta —dice Bryson—. Sí, creo
que podría ser.
Y con eso se aleja dejándome sin aliento y lleno de
preguntas.
JUEVES
15
Hoy no veré a Bryson en todo el día. Eso me hace
sencillamente girar sobre mi cama y quedarme ahí.
Parpadeo para enfocar al mundo y tomo mi teléfono.
Respondo el mensaje en mi grupo de chat antes de ver
Instagram.
Veo las publicaciones y me detengo en una de Bryson.
Es una selfi de él y su hermana en el cuarto de hospital.
En su rostro hay una leve sonrisa, e incluso sin filtro se
ve muy bien.
«De niñera hoy», dice el pie de foto con el emoji de un
médico.
Ya tiene más de cincuenta likes, aunque publicó la foto
hace apenas 15 minutos. Hago doble clic sobre la foto y
sonrío al ver el corazón rojo.
Mi teléfono vibra con un mensaje de Kelly apenas unos
segundos después.
󰂿 E 󰁳 󰁴 á 󰁳  󰁤 󰁥 󰁳 󰁰 󰁩 󰁥 󰁲 󰁴 󰁯 ?  󰂡 󰁙 󰁥 󰁥 󰁥 󰁩 !

Sonrío y respondo: 󰂿 C ó 󰁭 󰁯  󰁤 󰁯 󰁲 󰁭 󰁩 󰁳 󰁴 󰁥 ?

M 󰁭 󰁭 ,  󰁮 󰁯  󰁭 󰁵 󰁹  󰁢 󰁩 󰁥 󰁮 , responde. M 󰁵 󰁹  󰁣 󰁡 󰁮 󰁳 󰁡 󰁤 󰁯 .  M 󰁥  󰁱 󰁵 󰁥 󰁤 é  󰁥 󰁮  󰁥 󰁬  󰁨 󰁯 󰁳 󰁰 󰁩 󰁴 󰁡 󰁬

󰁨 󰁡 󰁳 󰁴 󰁡  󰁴 󰁡 󰁲 󰁤 󰁥 .  A  󰁭 󰁩  󰁨 󰁥 󰁲 󰁭 󰁡 󰁮 󰁡  󰁬 󰁡  󰁤 󰁡 󰁮  󰁤 󰁥  󰁡 󰁬 󰁴 󰁡  󰁥 󰁮  󰁵 󰁮 󰁡 󰁳  󰁨 󰁯 󰁲 󰁡 󰁳 .  C 󰁯 󰁮 󰁭 󰁯 󰁣 󰁩 ó 󰁮  󰁣 󰁥 󰁲 󰁥 󰁢 󰁲 󰁡 󰁬  󰁹

󰁴 󰁲 󰁡 󰁵 󰁭 󰁡 󰁴 󰁩 󰁳 󰁭 󰁯  󰁣 󰁥 󰁲 󰁶 󰁩 󰁣 󰁡 󰁬 .  E 󰁳 󰁴 󰁡 󰁲 á  󰁡 󰁤 󰁯 󰁬 󰁯 󰁲 󰁩 󰁤 󰁡 ,  󰁰 󰁥 󰁲 󰁯  󰁮 󰁡 󰁤 󰁡  󰁳 󰁥 󰁲 󰁩 󰁯 .
D 󰁥 󰁢 󰁥 󰁲 í 󰁡 󰁳  󰁤 󰁥 󰁳 󰁣 󰁡 󰁮 󰁳 󰁡 󰁲  󰁵 󰁮  󰁰 󰁯 󰁣 󰁯 .

J 󰁡 ,  󰁪 󰁡 ,  󰂿 󰁮 󰁥 󰁣 󰁥 󰁳 󰁩 󰁴 󰁯  󰁵 󰁮  󰁳 󰁵 󰁥 ñ 󰁯  󰁲 󰁥 󰁰 󰁡 󰁲 󰁡 󰁤 󰁯 󰁲 ?
, agrega con un emoji que
guiña un ojo.
󰂿 E 󰁳  󰁳 󰁩 󰁱 󰁵 󰁩 󰁥 󰁲 󰁡  󰁰 󰁯 󰁳 󰁩 󰁢 󰁬 󰁥  󰁱 󰁵 󰁥  󰁮 󰁯  󰁴 󰁥  󰁶 󰁥 󰁡 󰁳  󰁢 󰁩 󰁥 󰁮 ?

M 󰁥  󰁥 󰁳 󰁴 á 󰁳  󰁣 󰁯 󰁱 󰁵 󰁥 󰁴 󰁥 󰁡 󰁮 󰁤 󰁯 .

Segundos después, sigue otro mensaje.


󰁔 󰁥 󰁮 󰁧 󰁯  󰁱 󰁵 󰁥  󰁩 󰁲 󰁭 󰁥 .  H 󰁡 󰁢 󰁬 󰁡 󰁭 󰁯 󰁳  󰁤 󰁥 󰁳 󰁰 󰁵 é 󰁳 .

Esta vez, el emoji que manda el beso es intencional;


estoy seguro. Recuerdo la noche anterior y la confesión
de Bryson. Tenemos que hablar de eso, pero es el tipo de
conversación que debe hacerse en persona, cara a cara.
Apago el teléfono y salgo de la cama. Voy al baño y
comienzo mi ritual matutino. Me he acostumbrado tanto
a estar listo a las siete por Bryson, que para esa hora ya
estoy vestido. Me doy cuenta demasiado tarde de que
hice todo muy rápido.
Con un suspiro, bajo las escaleras y encuentro a papá
que prepara waffles. Mamá está sentada en la isla, como
siempre, con el iPad abierto en las noticias de hoy.
Revisa los artículos, pero se detiene al verme. Finge
sorpresa al ver que me siento junto a ella.
—¿En serio eres tú? —pregunta.
—Tiene que ser un espejismo —agrega papá.

—Quizá una alucinación.


Soy el primero en admitir que no he pasado mucho
tiempo con mi familia, como generalmente hago, pero
solo han sido tres días. Si ahora reaccionan así, ¿cómo se
las van a arreglar en unos meses, cuando me vaya a la
universidad?
—¿Estamos drogados? —pregunta mamá.
—Muy chistosa —digo.
Papá ríe.
—¿Comes hoy con nosotros?

—Sí.
Tomo la cafetera, me sirvo una taza y le agrego dos
cucharadas de azúcar y un poco de leche.
—¿Cómo estuvo el partido ayer?
—Priya anotó, así que ganamos.
Tomo un sorbo de café. Mientras bebo, me doy cuenta
de que extraño lo que se ha vuelto nuestra rutina. Bryson
tenía razón cuando dijo que los huevos con tocino del
Glenda son los mejores.
—Los chicos también ganaron —agrego.
—¿También viste ese partido? —pregunta mamá.
—Sí, quería ver por qué arman tanto escándalo.
—Poco a poco —dice papá—. Todavía puedo hacerte
un aficionado al futbol.
Mamá sacude la cabeza.
—No necesito encontrar a dos personas dormidas en el
sofá. ¿Para qué molestarse en despertar si van a
quedarse dormidos viendo el partido?
Yazz entra a la cocina.
—Ah, sigues aquí. —Me mira de arriba abajo—. Odio
admitirlo, pero extraño nuestras disputas matinales.
—Yo no —dice mamá.
—Estoy seguro de que los vecinos tampoco —agrega
papá.

—No somos tan ruidosos —aclaro.


Yazz se sirve un poco de cereal con leche.
—Somos ruidosos porque nos amamos.

—Jislaaik, ustedes dos pelean todo el tiempo, pero son


muy parecidos —dice papá, sentándose en la única silla
libre.
Llena su plato con waffles.
—La mayoría de los padres estarían encantados de
saber que Yazz y yo somos tan cercanos.
—Bueno, la mayoría de los padres no te criaron a ti y a
Yazz —dice mamá.
Papá levanta la mano y la choca con la de mamá.
Yazz y yo ponemos los ojos en blanco. A veces la
cursilería de nuestros padres es demasiado para lidiar
con ella. Por fortuna, Donny envía un mensaje diciendo
que ya llegó.
—Me voy —anuncio.
Tomo mi mochila y me pongo el blazer. Inhalo y me
emociona descubrir que todavía perdura el olor de
Bryson.
—Disfruta tu día.
—Bye —dice Yazz entre dos bocados—. Felicita a Priya
de mi parte por su gol.
Me apresuro para salir de la casa hacia el Patomóvil.
—¿No tienes ensayo esta mañana con Bryson? —
pregunta Donny.
—No. Hoy no está.
—Ah, claro. Vi su publicación en el hospital esta
mañana —dice Priya.
—¿Bryson está en el hospital?

—No —respondo—. Su hermana. En serio tienes que


abrir una cuenta en Instagram. Deja de vivir en la Edad
Media.
—Donald se niega a sucumbir a la presión de sus
compañeros y entrar a Instagram. Por eso todas mis
publicaciones de nosotros dos viéndonos adorables —
dice Priya.
—Mmm. Estoy seguro de que dejas que otras personas
llamen «adorables» a tus fotos —digo.
—Lo llamo como lo veo —responde Priya
encogiéndose de hombros.
—¿Estás diciendo que Priya y yo no somos adorables?
—pregunta Donny mirándome por el espejo retrovisor.
—Me amparo en la quinta enmienda de la
Constitución.
—Todavía no es muy tarde para que te vayas
caminando a la escuela —dice Donny.
—Tomaré el autobús.
—Ah, claro. Eso me recuerda… —Priya se voltea sobre
su asiento para poder mirarnos a ambos—. Escuché que
quizá Bryson perderá la apuesta esta semana.
—¿Qué quieres decir?
Me alegra que Donny formule la pregunta que yo
quería hacer.
—Bueno, el equipo de futbol decía que su novia no ha
publicado nada en Instagram esta semana. Ni siquiera
La-Que-No-Debe-Ser-Nombrada sabe quién es. Y saben
que es su misión cada semana: saber con quién está
saliendo Bryson. —Priya levanta su teléfono—. Revisé el

hashtag y está completamente vacío.


—Quizá quieren mantener su relación en secreto —
dice Donny.
—Todo el mundo sabe que esto es un juego. Entonces,
¿por qué lo harían?
—Quizá la persona vive en la Edad Media como
Donny y no tiene Instagram —agrego.
Mi rostro empieza a sonrojarse. Solo espero que el
rubor no sea una señal reveladora de que sé más de lo
que digo.

—Mmm, tal vez —asiente Priya—. Eso tiene sentido.


Donny se estaciona y todos salimos del Patomóvil.
Aunque sé que el Jeep blanco no estará ahí, no puedo
evitar buscarlo. Llegar a la escuela sin Bryson me parece
extraño.
—Necesito hablar con mi compañera de laboratorio
sobre algo —dice Priya—. Me voy. Nos vemos después.
—¿Estarás bien solo? —me pregunta Donny.
Asiento.
—Ve a ser el novio diligente que tu corazón anhela ser
—bromeo.
Donny hace un saludo militar.
—A la orden, capitán.
Lo veo correr detrás de Priya. La alcanza y la toma de
la mano. Esa imagen me hace recordar cuando Bryson
tomó la mía.
En verdad tenemos que hablar.

Un balón de futbol rueda hasta toparse con mi pierna.


Alzo la vista y veo a Isaac que trota hacia mí.
—¿Estás bien? —pregunta Isaac—. Pareces aturdido.
—Sí. Bien —respondo.
Y ni siquiera me sonrojo. Cualquier otro día, si Isaac
Lawson me hubiera hablado, me hubiera quedado sin
aliento y tartamudeando. En su lugar, recojo el balón y
se lo paso. Cuando nuestros dedos se rozan, no siento
nada. El lugar que alguna vez Isaac ocupó en mi corazón
tiene ahora a un nuevo inquilino.

Me dirijo hacia el auditorio y tomo mi asiento. Para


distraerme en lo que espero que comience la clase, saco
el guion de nuestra actuación de mañana. Ya casi me lo
sé todo de memoria, pero tengo que saberlo
perfectamente para mañana si quiero tener éxito. No
quiero que tengamos una mala calificación por mi culpa.
La campana de inicio suena y la señora Henning sube
las escaleras hacia el escenario. Hoy parece que está a
punto de jugar un partido de polo. Lleva pantalones
blancos con botas negras de equitación que
que completan su
su
atuendo.
—Buen día a vuestras mercedes, actores dramáticos.
Un recordatorio no solo de su actuación de mañana, sino
también de que mañana en la tarde es la fecha límite
para presentar sus guiones. No daré más plazos. Así que
si desean ser considerados para el puesto de coautor de
nuestra siguiente producción, por favor preséntenlo

mañana a la hora del almuerzo, a más tardar.


Terminé mi guion anoche. Por fin escribí la última
parte que no había tenido la oportunidad de escribir el

lunes. Y lo odio. No es mi mejor trabajo y no estoy


seguro de cómo arreglarlo. Suspiro. Necesito
inspiración, pero tengo demasiadas cosas en la cabeza
como para encontrarla.
Mientras la señora Henning empieza a asignar los
papeles para esta clase, mi teléfono vibra. Lo saco del
bolsillo y veo un mensaje de Kelly.
󰁔 󰁥  󰁥 󰁸 󰁴 󰁲 󰁡 ñ 󰁯 .  󰂿 E 󰁳  󰁲 󰁡 󰁲 󰁯 ?

Respiro profundo y decido ser honesto.


N 󰁯 ,  󰁰 󰁯 󰁲 󰁱 󰁵 󰁥  󰁹 󰁯  󰁴 󰁡 󰁭 󰁢 󰁩 é 󰁮  󰁴 󰁥  󰁥 󰁸 󰁴 󰁲 󰁡 ñ 󰁯 .
16
Después de clases
mi recámara, estoy fijo
mirando sentado frenteque
el cursor a miparpadea.
escritorio en
Se
burla de mí y de mi fracaso. Desde hace una hora estoy
tratando de arreglar el final. Suspiro, me levanto y me
lanzo bocabajo sobre la cama. Las palabras sencillamente
no llegan. Están secuestradas en algún lugar de mi
mente y ni siquiera sé por dónde empezar a rescatarlas.
Mi teléfono vibra. Lo desconecto y giro sobre mi
cuerpo para leer el mensaje. Es de Kelly.
󰂿 Q 󰁵 é  󰁥 󰁳 󰁴 á 󰁳  󰁨 󰁡 󰁣 󰁩 󰁥 󰁮 󰁤 󰁯 ?

E 󰁳 󰁴 󰁡 󰁢 󰁡  󰁴 󰁲 󰁡 󰁴 󰁡 󰁮 󰁤 󰁯  󰁤 󰁥  󰁥 󰁳 󰁣 󰁲 󰁩 󰁢 󰁩 󰁲 .

󰂿 E 󰁳 󰁣 󰁲 󰁩 󰁢 󰁩 󰁲  󰁱 󰁵 é ? , pregunta.
M 󰁩  󰁰 󰁲 󰁯 󰁰 󰁵 󰁥 󰁳 󰁴 󰁡  󰁰 󰁡 󰁲 󰁡  H 󰁥 󰁮 󰁮 󰁩 󰁮 󰁧 .  N 󰁯  󰁱 󰁵 󰁩 󰁥 󰁲 󰁯  󰁱 󰁵 󰁥  󰁳 󰁥  󰁭 󰁥  󰁰 󰁡 󰁳 󰁥  󰁬 󰁡  󰁮 󰁵 󰁥 󰁶 󰁡  󰁦 󰁥 󰁣 󰁨 󰁡 .

Q , dice Bryson. Envía un emoji que


󰁵 󰁩 󰁺 á  󰁮 󰁥 󰁣 󰁥 󰁳 󰁩 󰁴 󰁡 󰁳  󰁩 󰁮 󰁳 󰁰 󰁩 󰁲 󰁡 󰁣 󰁩 ó 󰁮

saluda. Un minuto después, llega una foto. Es una selfi


en la que hace una cara chistosa. H 󰁯 󰁬 󰁡 ,  󰁭 󰁥  󰁬 󰁬 󰁡 󰁭 󰁯  M 󰁵 󰁳 󰁡 .  E 󰁳 󰁴 󰁯 󰁹  󰁰 󰁡 󰁲 󰁡

, dice el pie de foto.


󰁥 󰁲 󰁶 󰁩 󰁲 󰁴 󰁥

J 󰁡 ,  󰁪 󰁡 .  D 󰁥 󰁢 󰁥 󰁳  󰁥 󰁳 󰁴 󰁡 󰁲  󰁡 󰁢 󰁵 󰁲 󰁲 󰁩 󰁤 󰁯 .  󰂿 Q 󰁵 é  󰁥 󰁳 󰁴 á 󰁳  󰁨 󰁡 󰁣 󰁩 󰁥 󰁮 󰁤 󰁯 ?

E 󰁳 󰁴 󰁯 󰁹  󰁩 󰁮 󰁣 󰁲 󰁥 í 󰁢 󰁬 󰁥 󰁭 󰁥 󰁮 󰁴 󰁥  󰁡 󰁢 󰁵 󰁲 󰁲 󰁩 󰁤 󰁯 .  A 󰁱 󰁵 í  󰁥 󰁳 󰁴 á 󰁮  󰁬 󰁡 󰁳  󰁡 󰁭 󰁩 󰁧 󰁡 󰁳  󰁤 󰁥  C 󰁲 󰁹 󰁳 󰁴 󰁡 󰁬 ,  󰁡 󰁳 í  󰁱 󰁵 󰁥  󰁮 󰁯

󰁴 󰁥 󰁮 󰁧 󰁯  󰁭 󰁵 󰁣 󰁨 󰁯  󰁱 󰁵 󰁥  󰁨 󰁡 󰁣 󰁥 󰁲 .
Me siento. Bryson y yo tenemos
tenemos que hablar. Ahora
estoy solo en casa. Si esto no es una señal, entonces no sé
qué es.
󰂿 Q 󰁵 󰁩 󰁥 󰁲 󰁥 󰁳  󰁶 󰁥 󰁮 󰁩 󰁲 ?

Por primera vez en mi vida invito a un chico a mi casa.


No cuento la vez que invité a Colby Matthews con el

pretexto de querer mostrarle mi colección de figurines


de superhéroes. A Colby Matthews le gustaban mucho
los superhéroes, por eso yo también me interesé en ellos.
Esa visita fue un desastre incómodo y me negué a que la
historia se repitiera. Esta vez no sugeriré que juguemos
ningún tipo de juego que pueda resultar en una ventana
rota.
Observo alrededor con los ojos de Bryson. Mi
recámara es un caos. Me apresuro a recoger la ropa sucia
y limpia que está desperdigada en el suelo. Hago mi
mejor esfuerzo por organizar mi escritorio, que siempre
está lleno ser
necesitan de cuadernos con ideas
desarrollados. y relatos
Las páginas dea mi
medias
guionque
se
burlan de mí cuando cierro la computadora.
Cuando estoy en el baño, peinándome de una manera
que parezca natural y casual, y no tan estudiada, Bryson
toca el timbre. El corazón me golpea el pecho y bajo
corriendo las escaleras. Al llegar a la puerta, me detengo
y respiro para tranquilizarme. Lo que empezamos a
hablar ayer pasa una y otra vez por mi cabeza.
¿Terminaremos lo que comenzamos? ¿Aclararemos lo
que es real y lo que no lo es entre nosotros?
Abro la puerta para encontrar a un Bryson sonriente.
Está vestido con shorts, una camisa de golf y tenis de
diseñador. Observo mi propio atuendo: llevo una
camiseta azul con la palabra UNIFORM en letras gruesas
sobre mi pecho, shorts cafés y calcetines negros. Me los
cambié justo después de invitarlo. Me veo un poco

decente, creo.
—Hola, entra —digo—. ¿Cómo está tu hermana?
—Bien. Un poco golpeada y azul. Tiene un brazo

enyesado, pero se recuperará pronto.


—Qué bueno —respondo—. Me da gusto.

Bryson se detiene en la entrada y se quita los zapatos.


Sus calcetines tienen dibujos de Pokémon.
—Bonitos calcetines —comento entre risas.
Volteo y lo dirijo hacia las escaleras.
Bryson se para al pie de la escalera y su atención se
dirige al gran retrato de familia que cuelga en una de las
paredes.
—Te pareces a tu papá —dice Bryson.
Me mira y luego vuelve a ver el retrato.
—No todos lo creen —replico—. Recuerdo que cuando
tenía como doce años, papá y yo regresábamos de visitar
a nuestra familia en Sudáfrica cuando un desconocido en
el aeropuerto de Los Ángeles paró a mi papá para
preguntarle de quién era el niño. Incluso a esa edad,
recuerdo lo extraño de la situación y el dolor en el rostro
de papá al tener que explicar que yo era su hijo. Es
absurdo que la gente piense que como mi papá tiene piel
oscura, sea imposible yo sea su hijo. —Sacudo la cabeza
—. No creerías cuántas personas se preguntan realmente
si soy o no de raza mestiza. Es como si tuvieran la idea
de qué aspecto debo tener y claramente no tengo; así que
para ellos soy menos auténtico.
—Esas son estupideces —exclama Bryson—. La gente
en verdad es imbécil.
—Sí, ha sido difícil tener que lidiar con los racistas.
—Lo siento —se disculpa Bryson.

—No es tu culpa.
Bryson me sigue al segundo piso y entramos a mi

recámara.
—Dicen que se puede saber mucho de una persona por
su recámara —dice Bryson. Camina alrededor. En mi
cabeza, me doy unas palmadita en la espalda por haber
tratado de limpiar. En las paredes cuelgan pósteres de
mis grupos y músicos favoritos; muchos de ellos son de
The Graces. Bryson se para frente al más grande. Es una
imagen de Ezra Grace—. Es una foto excelente de él.
—Compré el álbum físico solo para tenerlo. —Señalo el
CD que jamás ha sido usado—. Ya tenía el álbum digital,
pero quería el póster.
Bryson se dirige hacia el escritorio y observa la pared
sobre él, que está cubierta de notas para el libro de
fantasía en el que estoy trabajando y de fotografías de mi
vida.
—¿Cuándo tomaron esta? —pregunta.

Señaladeuna
disfraz fotoEn
pirata. delamífoto,
conestoy
una parado
peluca entre
larga Priya,
y un
que está disfrazada de Rey en Star Wars, y Donny, que
lleva una camiseta blanca que lo anunciaba como la
sección para comentarios: muy aterrador. De hecho,
ganó el segundo lugar por su disfraz.
—El pasado Halloween. Yo era Jack Sparrow antes de
que Johnny Depp se volviera un lío.
—Lindo. —Camina hacia mi librero—. Tienes muchos
libros.
—Es la manera de llegarme al corazón —respondo
antes de corregirme—. Quiero decir que mis amigos y

mi familia saben lo que me gusta que me regalen.


—¿Cuándo es tu cumpleaños?

La pregunta me sorprende.
—El 15 de abril. ¿Por qué?
—Muy pronto. Será mejor que vaya a comprar libros.
—¿Tienes pensado seguir saliendo conmigo para esa
fecha?
Lo digo como broma, pero Bryson me mira fijo y
cuando responde, lo hace absolutamente serio.

—Sí.
—Deberíamos parar —digo, sintiendo un súbito
pánico.
No puedo enamorarme más. Bryson Keller y esta
relación de cinco días son arenas movedizas. Entre más
tiempo paso con él, más profundo me hundo. No estoy
seguro si está hablando en serio o si simplemente está
interpretando su papel de novio perfecto; diciendo las
líneas que su personaje requiere.
—¿Parar qué?
—Esto, lo que sea que es —respondo—. Cada vez me
parece más difícil saber qué es. ¿Por qué lo estás
haciendo? ¿Por qué dices todas estas cosas?
—Porque hablo en serio —dice Bryson—. Quizá
todavía no me creas. Demonios, una parte de mí
tampoco lo cree, pero he decidido vivir el momento y
confío en mí.
La sinceridad de las palabras de Bryson es difícil de
ignorar.

Nos miramos. Es el momento. Esta es la única razón


por la que lo invité.

—Por favor,
Necesito confíaenenmí.mí
que confíes Para—continúa Bryson—.
mí esto también es
intimidante y nuevo.
—¿Qué quieres decir? —pregunto.
Necesito que lo diga. ¿Soy injusto? No lo sé.
—Creo que no soy heterosexual. Quiero decir que
nunca he tenido una verdadera razón para cuestionarlo
hasta que te conocí. —Frunce el ceño—. ¿Quizá es algo
que debía saber de mí mismo desde el principio?
Me sorprende la facilidad con la que lo admite.
—¿Cómo haces para sentirte tan cómodo con todo
esto?
—Es difícil de explicar, pero hace ya mucho tiempo
que me siento diferente. No sabía qué era hasta esta
semana, hasta que llegaste tú. Como si pasar tiempo
contigo y escucharte hablar sobre ser gay tuviera sentido
para mí. Por fin todo encaja. Como un rompecabezas.
Bryson sacude la cabeza. Frota sus manos sobre los
shorts, como si le sudaran. Está parado junto a mi librero
y yo al pie de mi cama. Aunque entre nosotros hay cierta
distancia, es lo más cerca que jamás hemos estado.
Estoy nervioso y solo puedo imaginar cómo estará el
corazón de Bryson.
—No sé si es extraño que no lo supiera —continúa
Bryson—. Consulté en Reddit sobre primeras
experiencias con chicos y encontré una publicación en la
que uno hablaba de cómo durante toda la preparatoria

pensó que era heterosexual y cuando entró a la


universidad conoció a otro chico que era gay y se dio
cuenta de que se sentía atraído por él. ¿Es eso lo que me
está pasando?
—Para todos es diferente. No hay reglas establecidas
—explico.
Sus palabras estallan en mi pecho. Son todo lo que
siempre quise escuchar de su boca… lo que necesitaba
escuchar. Acorto la distancia entre nosotros. Puedo
extender el brazo para tocarlo si lo quisiera. Nuestras
miradas se encuentran.
—Supongo que tienes razón. —Se pasa una mano por
el cabello—. La verdad es que no sé si soy gay. Sí, me
gustas, pero ¿eso significa que también soy gay? Tú eres
el primer chico que me gusta. El único hasta ahora.
¿Quizá soy bi? —Alza las manos en señal de pregunta—.
No sé. ¿No debería saberlo? Pero, bueno, siempre he
creído que el amor es el amor.
—No tienes que ser nada. Además, puedes averiguarlo
después. Ni siquiera ha pasado una semana. Créeme, a
mí me llevó un par de años comprender que era gay. Y
un poco más de tiempo aceptarlo.
—Puedo… ¿puedo averiguarlo contigo? —pregunta.
Bryson se recarga un segundo en el librero y después
se incorpora. Parece que no está seguro de qué hacer
consigo mismo. Mueve los pies y es obvio que la
confianza, que es sinónimo de Bryson Keller, ha
desaparecido.
—Conmigo —digo—. Averigüémoslo juntos.
Entonces, sonríe: en parte de alivio, en parte de alegría.

—Bien. —Bryson exhala con fuerza—. Porque todo


esto es bastante intimidante. Pero tú haces que lo sea un
poco menos —concluye haciendo un gesto con la mano.
—Has sido muy valiente.
—Me daba miedo que salieras corriendo. Es mucha
presión que te diga que por ti estoy empezando a pensar
que quizá no soy heterosexual.
—No saldré corriendo —afirmo.
—Bueno, entonces tenemos que celebrar —dice
Bryson.
—¿Qué quieres hacer?
—Tengamos una cita. Es jueves en la tarde. No creo
que nos topemos con nadie conocido. Creo que es el
momento perfecto.
Es evidente que lo ha estado pensando.
Esta semana ya he pasado mucho tiempo con Bryson.
Hemos desayunado juntos antes de la escuela y me ha
traído a casa. Incluso vimos una película juntos. Todo
eso podría considerarse como citas, pero parece que
Bryson no lo cree así.
—No tenemos que… —empiezo a decir, pero me
interrumpe.
—¿Por qué no? —pregunta—. Somos novios. Tener
una cita es algo que deberíamos hacer.

17
Si alguien me hubiera dicho el jueves pasado que la
semana siguiente saldría en una cita con Bryson Keller lo
hubiera golpeado en la cara y lo hubiera tratado de
estúpido. Pero aquí estoy.
Aquí estamos.
En los últimos años este paseo se ha convertido en el
lugar más popular de Fairvale, pero, debido al día de la
semana, está menos concurrido que de costumbre.
Observo
conocido.aBryson
la gentetenía
a nuestro
razón:alrededor
nadie tieney citas
no veolosajueves
nadie
por la tarde.
Los Duckworth compraron el malecón a los antiguos
dueños y lo remodelaron para hacer lo que es ahora. Es
casi la réplica exacta del muelle de Santa Mónica. Ser el
mejor amigo de Donny significó visitar este lugar
muchas veces cuando éramos más jóvenes, y ahora lo
conozco como la palma de mi mano.
La línea de la playa tiene una gran variedad de tiendas
que satisfacen casi cualquier necesidad. Para quienes
desean algo dulce está Dulcilandia. También hay varios
puestos más pequeños que venden algodón de azúcar,
palomitas de maíz e incluso manzanas acarameladas.
Estas últimas son las favorita
favoritass de la familia Sheridan. A
veces papá las compra y las lleva a casa; ni siquiera
tenemos que ir al malecón.

Siempre que vengo aquí a comer, el emporio Angelo’s


Pizza está en el primer lugar de mi lista. En Angelo’s
sirven las mejores pizzas de masa fina y crujiente en

Fairvale. También ayudó que el verano pasado Isaac


empezara a trabajar ahí medio tiempo. En ese entonces
pensé que era el destino; pero ahora que veo a Bryson a
mi lado creo que solo fue un alto en el camino.
Trato de ocultar una sonrisa, pero las palabras que dijo
Bryson pasan una y otra vez por mi mente. Siento que
estoy soñando. Quizá necesito que alguien me pellizque,
pero me da miedo. No quiero irme de este lugar, dejar
atrás este sentimiento.
—Deberíamos subirnos a la rueda de la fortuna antes
de irnos —dice Bryson, señalando el juego mecánico a la
distancia. Parece estar vacío.
Niego con la cabeza.
—Paso.
—¿Qué pasa?
—Me dan miedo las alturas —explico—. Me han dicho
que la vista es increíble desde allá arriba y elijo creerle a
esa gente.
—Anotado. —Bryson sonríe—. Bueno, hay muchas
otras cosas que podemos hacer.
Nos dirigimos hacia la multitud. Caminamos uno al
lado del otro, lo suficientemente cerca como para
tocarnos, pero no lo hacemos. Ahora todo se siente
distinto entre nosotros, como si todo lo que hacemos o
decimos importara más que el día anterior.
Lo que sea que es esto, es algo.
Es real.
Tangible.

Inexplicable.
Y todo esto me está pasando a mí; y está pasando con

él.
Nos unimos a la marea de gente y, casi al instante, me
asalta la risa, la alegría y el olor a palomitas de maíz
recién hechas. Bryson y yo hacemos fila en la taquilla y
compramos una tira de boletos que nos permitirán jugar
algunos de los juegos.
—¿Qué hacemos primero?
—Intentemos ese —dice Bryson.
Señala un puesto a nuestra derecha. Es grande, verde y
tiene forma de dinosaurio, pero el dinosaurio tiene
agujeros de distintos tamaños por todo el cuerpo. Hay
que meter las pelotas por esos hoyos.
Nos abrimos paso hasta ahí y Bryson le da un boleto al
empleado para probar su suerte. Lanza las pelotas, pero
falla.
—Fue solo para practicar —dice.
Vuelve a tirar y vuelve a fallar.
Poco después, lo hace de nuevo.
—¿Sigues practicando? —pregunto.
A nuestro alrededor, la gente ríe con disimulo.
Aunque no estemos en la escuela, parece que las miradas
lo siguen adonde quiera que vaya. Es el fardo de tener el
aspecto de Bryson Keller. Pero es mucho más que solo su

buena
así queapariencia:
tu atenciónBryson rezuma
se cuelga a élun carisma
como que en
la ropa atrae,
un
caluroso día de verano.

Cuando veo cómo Bryson arroja la última pelota y


falla, me doy cuenta de que lo que sea que suceda en el
futuro, nunca me arrepentiré de pasar este tiempo con él.
Pase lo que pase, estoy al cien.
—¿Por qué eres tan malo en esto? —pregunto mientras
nos alejamos de la escena del crimen donde tuvo una
derrota épica.
Bryson se ríe. Es un sonido tan profundo y puro que
me gustaría embotellarlo y conservarlo para siempre.
s iempre.
—Hay una razón por la que juego futbol y no beisbol
—dice.
—¿Estás diciendo que si hubieras podido usar los pies
hubieras ganado?
—Sí. —Bryson infla el pecho—. Tengo el conteo más
alto de goles en California. Tres años seguidos.
—¿En serio? —Sonrío. Me inclino más hacia él—. Mi
novio es genial —murmuro.
Bryson también sonríe.
—Tranquilo, Sheridan. Tranquilo.
—Te dije que devuelvo lo bueno que recibo.
—Me da gusto —dice Bryson—. Vamos, busquemos
algo en lo que sí pueda ganar. Tengo que redimirme.
Nos lleva tres intentos y tres fracasos más hasta que
encontramos algo en lo que Bryson es bueno. Me duelen
las mejillas de tanto reír y mi corazón está tan pleno que

siento
probarque
la va a reventar.
fuerza. BrysonEstamos frente al haciendo
se prepara, martillo para
un
espectáculo. Frota sus manos y finge escupir en ellas
antes de tomar el martillo.

Golpea con toda la fuerza de la que es capaz. Ambos


vemos cómo los puntos aumentan. Cuando establece un
nuevo récord, Bryson deja caer el martillo y empieza a
dar de saltos.
—La gente va a creer que te ganaste la lotería.
—En la vida tienes que celebrar todas las victorias: las
grandes y las pequeñas.
—Pero no ganaste nada —señalo.
Todos los otros juegos que jugamos y perdimos
ofrecían premios al final. Este no.
—Mi novio debe pensar que soy genial —dice Bryson
—. Eso es ganar.
El empleado a cargo nos felicita con ambos pulgares
hacia arriba. Es grande y calvo, con tatuajes en ambos
brazos. Su aspecto da miedo, pero la sonrisa
so nrisa en su rostro
dice todo lo contrario.
—Ustedes dos hacen una pareja preciosa.
—Gracias —dice Bryson—. Yo también creo que mi
novio es el más guapo.
Me atraganto con mi propia saliva y Bryson acaba
dándome unas palmadas en la espalda.
—¿Estás bien? —pregunta.
¿Cómo podría estarlo con lo que dijo?
—Bien —miento.
—Vamos a tomar algo.
Lo sigo en su camino hacia un puesto y compramos
algo para beber y dos banderillas de salchicha.
Caminamos por el malecón, y nos dejamos llevar por el

sonido de las olas al romperse y las gaviotas sobre


nosotros.

—Esto es divertido —digo.


Volteo a verlo y advierto un poco de mostaza en la
comisura de sus labios. Sin pensarlo, extiendo la mano y
lo limpio. Nos miramos y retiro la mano, que se queda
suspendida entre nosotros.
Bryson vuelve a sonreír.
—Impresionante.
—¿Qué? —pregunto nervioso.
—Esto. —Bryson voltea a ambos lados—. Estar aquí
contigo. Hablabas en serio cuando dijiste que confiarías
en mí.
Asiento.
—Bueno… sí. —Me encojo de hombros, incómodo.
—Gracias.
—¿Por qué?
No lo miro y como el último bocado de mi banderilla.
—Por no salir corriendo.
Suena como si hablara de alguien que no soy yo.
Pienso en lo poco que Bryson me contó sobre su padre.
Quiero preguntarle sobre eso, indagar más sobre Bryson
Keller, pero no creo que sea aún el momento. Por ahora,
esto es suficiente. Más tarde exploraré las capas que
conforman al chico que está a mi lado.
Un puesto a mi derecha me llama la atención. La
señora vende baratijas. Busco entre lo que hay y mis ojos
aterrizan en una pulsera. Me atrae como el canto de una

sirena.
La compro y regreso al lado de Bryson. Está parado en
el muellelamirando
extiendo pulsera. sobre la barandilla hacia el mar. Le
—¿Qué es esto? —pregunta.
—Para la suerte.
—¿Suerte?
—Bueno, ayer en el partido dijiste que yo era tu
amuleto de la buena suerte, así que considera esto como
mi representante cuando yo no pueda estar presente.
Bryson extiende el brazo y, con dedos temblorosos,
anudo la pulsera alrededor de su muñeca. No es nada
lujoso, un simple hilo azul con un broche de metal para
sujetarlo. Pero por la manera en la que Bryson lo mira,
parece que vale mucho más.
Bryson sonríe.
—No dejas de sorprenderme, Kai Sheridan.

—No dejo de decirle a la gente que soy especial —


bromeo.
Mira la pulsera en su muñeca y luego a mí.
—Sí, sí lo eres —responde. Y me doy cuenta de que
habla en serio.
habla en serio.
Caminamos de un puesto a otro y la luz de la tarde se
disipa poco a poco. Estoy comiendo una manzana
acaramelada cuando mis ojos advierten una máquina
atrapapeluches donde no hay nadie. Su música de
caricaturas me atrae.
—Es imposible ganar en estas cosas —asegura Bryson.

Se para junto a mí mientras busco mi último boleto. Lo


desarrugo y lo meto en la máquina, que de inmediato
me saluda con un alegre «Hola».
—Observa y aprende —digo.
Hay pocas cosas en este mundo en las que me siento
extremadamente confiado. Ganar en la máquina
atrapapeluches es una de ellas. Durante el primer año de
preparatoria, cuando Priya salía con su exnovio, Donny
y yo pasábamos horas interminables aquí, y este juego se
convirtió en mi especialidad. Uso la palanca para
maniobrar la garra hasta que cuelga encima del premio
que quiero: un oso con un balón de futbol.
No hay truco para ganar en este juego. Todo consiste
en elegir el momento oportuno y en haber practicado
mucho tiempo. Soy bueno para juzgar el momento
correcto para apretar el botón que libera la garra.
Oprimo el botón con más fuerza de la necesaria y veo
cómo la garra se abre y baja. Bryson observa con el
rostro casi presionado contra el vidrio. La garra de metal
sujeta el peluche
perfectamente, pero noporse la
cae pierna.
cuando laNogarra
lo sube
agarra
al
oso. Contenemos la respiración conforme la garra se
mueve y suelta al oso en el hoyo.
Gracias a Dios.
Bryson me mira con los ojos encendidos por la
sorpresa.
—Estoy impresionado —dice.
Aplaude y yo hago una reverencia de broma. Luego
me inclino para sacar el oso de peluche.
—Toma. —Se lo doy.

—Tú lo ganaste —dice Bryson—. Es tuyo.


—Pero lo gané para ti —respondo—. Tiene un balón
de futbol. Mira.
Le doy el oso. Él lo acepta y sonríe, mostrando su
hoyuelo secreto.
—Gracias. —Bryson mira el premio y luego a mí—.
¿Quieres hacer algo más?
Observo el malecón detrás de nosotros y la cabina de
fotos llama mi atención. Esa es otra de mis fantasías con
mi novio. He visto a Priya y a Donny hacerlo: fotos de la
pareja en una tira. Siempre me he sentido un poco más
que celoso por eso. Claro, nos hemos tomado fotografías
como amigos, pero siempre he soñado con hacerlo con
mi novio.
—¿Qué es? —pregunta Bryson—. Acabas de pensar en
algo.
—Nada.
—Dime.
—Es que… Siempre quise tomarme fotos en una
cabina de fotos. —No lo miro al decir las siguientes
palabras—: Con mi novio.
—Si quieres podemos hacerlo —dice Bryson—. ¿Estás
seguro de que no hay problema de tener una prueba de
esta cita?
—¿Y tú?

Bryson se encoge de hombros.


—Tú me preocupas más.
Pienso en no hacerlo o ignorar que es algo que siempre

he querido hacer. Sería más seguro. Pero ¿en qué


momento empezaré a vivir para mí? ¿Cuándo podré
hacer cosas sencillas que me hacen feliz?
A mi alrededor, la gente vive su vida libre y feliz, y
heme aquí atrapado en un clóset oscuro y frío. El
constante cuestionamiento es agotador. Por ahora,
decido vivir el momento. Hoy es lo que importa.
Mañana será otro día.
Avanzo frente a él, volteo y lo llamo sobre mi hombro:
—Vamos.

Bryson trota para alcanzarme. Lleva el oso bajo el


brazo y caminamos hacia la cabina de fotos. Está vacío,
así que no tenemos que esperar turno. Entramos y
cerramos la cortinilla. El espacio es pequeño y nos obliga
a apretujarnos. Bryson prepara la foto.
—¿Listo? —pregunta.
Asiento. Él presiona el botón y en la pantalla aparece
la cuenta regresiva.
«Tres».
Bryson pasa el brazo sobre mis hombros.
«Dos».
Pone dos dedos sobre mi cabeza.
«Uno».
Sonrío.
La cámara lanza el flash y toma la primera foto.
Cambiamos de posición y adoptamos unas poses
ridículas. Cuando queda la última, Bryson se inclina
hacia mí. Siento sus labios en mi rostro justo cuando

estalla el flash.
—Listo —dice.
Abre la cortina y sale, dejándome atrás para disfrutar
mi sorpresa y felicidad. Con una enorme sonrisa en el
rostro, salgo y veo que Bryson tiene la tira de fotos en la
mano. Mis ojos examinan la última.
Es una prueba tangible de que le gusto a Bryson
Keller. Mis ojos se abren como platos por la sorpresa y el
rubor en mis mejillas es innegable. Bryson tiene los ojos
cerrados mientras me besa.

—Perfecto —exclama.
Miro las fotografías, luego a Bryson; sí, él es perfecto.
Meto la tira en mi bolsillo. Yo las esconderé para que
nadie pueda encontrarlas.
Bryson mira los puestos a nuestro alrededor.
—¿Se te antoja un algodón de azúcar antes de irnos?
—Suena bien.

Vamos al puesto y hacemos fila. El malecón está cada


vez más lleno. Calculamos bien la hora de partir.
Cuando estamos frente al puesto de algodón de azúcar
veo dos rostros familiares. Ellos me ven, igual que yo a
ellos. Priya y Donny.
—¿Qué haces aquí? —pregunta Priya.
—Yo podría preguntar lo mismo. —Los miro—. Es
jueves en la tarde.
—Es una cita de reconciliación —dice Donny—.
Teníamos que limar asperezas.
—Entonces por fin se contentaron —interviene Bryson.

Me mira y luego mira a mis amigos—. Ustedes hablen.


—Señala un espacio vacío junto a la barandilla del
muelle—. Yo hago fila.
Caminamos hacia la barandilla. Observo las olas que
se rompen. Permanecemos un rato en silencio hasta que
Donny empieza a hablar.
—¿Desde cuándo Bryson y tú son tan cercanos? —
pregunta.
—No lo somos —miento.
Volteo y me recargo contra la
l a barandilla de metal.
—Kai, sabes que puedes decirnos cualquier cosa,
¿verdad? —dice Priya.
Me mira a los ojos y advierto que sabe algo.
Mi corazón empieza a latir con fuerza y siento cómo
enrojece mi rostro. El pánico amenaza con superarme
porque sé que ella sabe.
Puedo negarlo. Puedo actuar como si no supiera de
qué está hablando, pero igual que aquella vez con
Bryson en el cuarto de utilería, me doy cuenta de que no
quiero. Esta semana con Bryson me ha cambiado. Me ha
vuelto ávido por recibir la misma aceptación con la que
cuentan todos los demás. Además, sencillamente ya
estoy cansado de mentirle a la gente a la que amo.
Exhalo.
—¿Hace cuánto lo sabes?

—¿Saber
otro—. Ah, qué?
¿qué —pregunta
Kai es gay? Donny. Nos mira al uno y al
Priya le golpea el brazo y él se queja del dolor.

—¿Qué? —exclamo—. ¿Tú también sabes que soy gay?


—Somos tus mejores amigos, claro que sabíamos —
responde
esperandoDonny
que tú sobándose el bíceps—. Solo estábamos
nos lo dijeras.
—Sí. Yo hubiera querido tratar esto con un poco más
de tacto, pero ya conoces a Donald. —Priya mira a su
novio—. Es como un cachorro sin entrenar.
—Absolutamente adorable, ¿verdad?
Donny parpadea exageradamente y se gana otro golpe
de Priya; pero ni ella puede ocultar la sonrisa. Donny
tiene una manera de expresarse tan inocente que es
adorable.
Frunzo el ceño al recordar la conversación en la
cafetería de hace unos días.
—Si sabían que era gay, ¿por qué querían saber quién
era Kelly? —señalo.
—Eso no significa que pensara que fueras hetero. —
Donny sonríe—. Priya me hizo prometer que
actuaríamos como si no supiéramos hasta que tú
estuvieras listo para decirnos.
Priya me mira y luego mira a Bryson. Todos volteamos
a verlo entonces. Debe sentir nuestra mirada sobre él,
porque levanta la vista de su teléfono y nos saluda con la
mano. Está sonriendo, pero con los labios apretados. Es
la sonrisa que usa cuando está nervioso.
—Entonces qué, ¿esta es una cita? —bromea Donny.
Donny .
Cuando no contesto, tanto Priya como Donny voltean
a verme.
—No me digas…

Ambos exclaman al mismo tiempo.


—¡Espera! Es cierto…
Se callan y se miran. Luego vuelven su atención hacia
mí.
—¿En serio? —preguntan al unísono.
Sonrío.
—¡Hermano!
—Cuéntanos todo.
Y por primera vez en mi vida, lo hago. Hablo abierta y
libremente con mis mejores amigos. Y me siento muy
bien.
Siento que es lo correcto.
VIERNES
18
Mi pierna no deja de temblar. Se mueve de arriba abajo y
no puedo hacer nada para evitarlo. Bryson y yo estamos
sentados en la última fila del auditorio. Esperamos que
la señora Henning nos llame para nuestra
representación. En este momento, Isaac está en el
escenario, pero estoy demasiado nervioso como para que
me importe.
Bryson pone la mano sobre mi rodilla y dejo de

moverla.
La aprieta fuerte.
—Todo va a estar bien —dice—. Solo mírame, solo a
mí, y confía en mí.
Exhalo nervioso. Somos los últimos en pasar.
—No creo que nadie vaya a creer nuestra actuación.
—¿Por qué?

—Yo soy Romeo y tú Benvolio. —Volteo a verlo—. No


tiene sentido.
—¿Por qué no? —pregunta Bryson.
Resoplo.
—Porque tú eres el actor pr
protagónico
otagónico en casi todos los
sentidos de la palabra, y yo solo soy un personaje
secundario.
Bryson se inclina hacia mí, acortando la distancia entre
nosotros. Sus siguientes palabras son solo para mí, para
mi corazón.
—Nunca más vuelvas a decir eso —murmura—. Tú

eres tan protagónico como cualquiera. Nunca lo olvides,


y recuerda que me gustas tal y como eres.

Antes de que pueda responder o incluso reaccionar, la


señora Henning nos llama.
—Bryson y Kai, es su turno —anuncia.
Hoy está vestida con un conjunto que parece inspirado
en la época Victoriana. Incluso lleva un bastón.
Pero ¿cómo puedo moverme cuando Bryson Keller
acaba de decir que se siente atraído hacia mí? ¿Qué
sentido tiene moverme de aquí? Debería quedarme a
vivir aquí en este momento, nunca moverme, ni un
centímetro. Por favor, envíen todo el correo a esta
dirección.
Bryson me toma de la mano y me jala para levantarme.
La suelta y avanza hacia el escenario. Yo lo sigo con el
estómago hecho un nudo.
Tomamos nuestra posición en el escenario. Parpadeo y
toda la clase vuelve a entrar en foco. Los que ya actuaron
ocupan las primeras filas. La señora Henning está
sentada al centro.
—¿Qué eligieron actuar?
—Escogimos una escena de Romeo y Julieta.
—Maravilloso —exclama la señora Henning—.
Cuando yo era joven, Baz Luhrmann, el famoso director
de la película de 1996, pensó en darme un papel. Por
supuesto, cuando se filmó uno de mis personajes de Mi
rostro, tu vida acababa de regresar después de que los
extraterrestres la secuestraron, así que emocionalmente
no podía comprometerme con un papel en esa película.
Como actores, sabemos que se trata de vivir el personaje.

Me nominaron para un Emmy esa temporada. —La


señora Henning se acomoda la falda negra y pone las
manos sobre su bastón—. Así que esta película siempre
ha tenido un lugar especial en mi corazón. No puedo
esperar a ver su interpretación. ¿Cuáles son sus
personajes?
—Yo seré Benvolio —responde Bryson—. Y Kai será
Romeo.
—Elecciones muy interesantes —dice la señora
Henning—. Impresiónenme.

No sé qué tan impresionante pueda ser, pero haré mi


mejor esfuerzo. Anoche, Bryson y yo ensayamos por
última vez antes de que me llevara a casa después de
nuestra cita. Y luego esta mañana, en el Glenda,
trabajamos de nuevo en la escena. Sé que no podría estar
más listo.
—Podemos hacerlo. —Los labios de Bryson dibujan las
palabras.

Asiento.
—Cuando estén listos —anuncia la señora Henning.
Golpea el suelo con su bastón para acallar los
murmullos a su alrededor.
Estoy tan nervioso que no siento nada. Trato con todas
mis fuerzas de ignorar mi corazón desbocado y mi rostro
enrojecido. Bryson dice su primer diálogo y yo respondo
como ensayamos. Volteo a ver a Bryson y advierto que

me está mirando a mí. No, es Benvolio que mira a


Romeo.
Todo desaparece. Imagino que estoy actuando y que
nadie me ve. Bryson encarna el personaje de Benvolio.

Al principio, soy un Romeo forzado, pero muy pronto


me dejo llevar por la fluida actuación de Bryson. La
escena se desdibuja en mi mente y estoy seguro de que
más tarde no podré recordar nada de ella. Ni de las
palabras que dije mal ni de la manera extraña en la que
me moví sobre el escenario.
Al final, Bryson toma mi mano en la suya y ambos
hacemos una reverencia. Aprieta mi mano una vez y
luego la suelta; después permanecemos erguidos en
espera de la crítica.
—Bryson, por favor, le ruego que haga la audición
para la siguiente producción. Su talento debería
compartirse con un público más amplio. Lo que
realmente amo de su representación es la confianza. No
tiene miedo de entrar de lleno. Eso es fundamental para
un actor. Muchas veces, en mi programa mis personajes
hacían cosas que yo consideraba absolutamente
absurdas, pero si actuamos esos momentos con
confianza, ahí es cuando nacen las verdaderas
actuaciones.
La señora Henning mira sus apuntes un momento y
luego vuelve su atención hacia mí.
—Kai, esta es probablemente su mejor actuación en
esta clase. Bryson y usted trabajan bien juntos. La
química entre sus dos personajes pareció real. Les creí, y
eso es lo que quiero ver como público. —La señora
Henning aplaude de esa manera tan especial suya, en la
que solo usa las yemas de los dedos—. Esta actuación
fue muy buena. ¡Bravo!
El resto de la clase aplaude amablemente mientras
bajamos del escenario
escenario y regresamos
regresamos a nu
nuestros
estros asiento
asientos.
s.

—Estuviste genial —exclama Bryson.


Sonríe y todo lo que puedo ofrecerle a cambio es un
suspiro de alivio. Ya terminó. Por fin. Mis rodillas están
débiles y mi cara caliente al tacto. El tiempo que queda
de clase trato de abanicarme para que el enrojecimiento
desaparezca.
Cuando suena la campana ya me siento como yo
mismo. Los dos nos ponemos de pie, pero en ese
momento recuerdo algo.
—Tengo que darle algo a Henning —le digo a Bryson

—. Nos vemos en la clase de Inglés.


Saco mi guion trabajado de Romeo y Julieta: una historia
de amor gay. Anoche, cuando regresé de nuestra cita,
me sentía inspirado; así que me senté a escribir y todo
salió a borbotones. Empecé desde el principio, por eso es
apresurado e imperfecto, pero es algo. Confío en el
potencial. Aunque no me seleccionen para esta ronda,
estoy feliz de haberlo intentado, al menos. Esta semana
con Bryson me ha cambiado. Quizá sea un pequeño acto
de valentía escribir una historia como esta, pero la
semana pasada ni siquiera se me hubiera atravesado por
la mente.
La señora Henning está hablando con Michael
Donnelly, por lo que espero mi turno.
—¿Qué puedo hacer por usted, Kai? —pregunta al
terminar.
Extiendo mi guion.
—Me gustaría participar con esto.
—Me alegra —dice la señora Henning.

—Gracias por ampliar la fecha límite. —Sonrío—. Me


resultó difícil tratar de reinterpretar Romeo y Julieta. No

estoy
tenido seguro de que de
la oportunidad funcione, pero me alegra haber
presentarlo.
—Esa es la actitud que se necesita cuando se es
creativo. Ya sea al actuar o al escribir, siempre se debe
intentar. Habrá muchos «no», pero solo se necesita un
«sí». —La señora Henning me sonríe—. Creo en usted,
Kai. Al igual que el señor Keller.
—¿Bryson? —pregunto.

—Sí. Fue a verme para pedirme que extendiera el


plazo. Su apasionada solicitud sirvió para convencerme
de ampliar la fecha límite. —La señora Henning lanza
una risita—. Es un excelente amigo.
Permanezco en silencio. Asombrado por que incluso
antes de que Bryson y yo fuéramos lo que somos ahora,
hubiera hecho esto por mí. Bryson Keller es mucho más
que un amigo, y no me gustaría que fuera de otra
manera.
—Debería apurarse para su próxima clase, no vaya a
llegar tarde —dice la señora Henning.
—Gracias, profesora.
Corro del auditorio a la clase de Inglés y llego justo
cuando suena la campana. El señor Weber me fulmina
con la mirada; inclino la cabeza a manera de disculpa y
tomo mi asiento.

Inglés y Matemáticas pasan sin mayor contratiempo y


muy pronto estoy sentado a la mesa de los tres
mosqueteros. Me doy cuenta de que es la primera vez
que mi verdadero yo almuerza con mis mejores amigos.

Me daba miedo salir del clóset con ellos, y me siento tan


aliviado de saber que mi miedo era en vano.

Tuve suerte cuando Priya y Donny se hicieron mis


amigos.
—¿Qué? —pregunta Priya cuando se da cuenta de que
la miro fijamente—. ¿Tengo algo en la cara?
—Solo belleza —dice Donny antes de que yo responda.
—Eres ridículo —contesta Priya.
Me río. Todo es absolutamente normal, como debería
ser. Salir del clóset no me hace distinto al Kai que
siempre han conocido. Soy el mismo. Somos los mismos.
Lo único diferente es cómo me siento. Es como si el nudo
que he llevado todo este tiempo al fin se deshiciera. He
esperado esto toda mi vida.
Ahora con Donny y Priya, cada aliento, cada sonrisa y
cada risa pertenecen a mi verdadero yo.
Este es Kai Sheridan.
19
Estoy viendo el reloj cuando suena la última campanada
del viernes en la tarde, y con ella acaba mi relación falsa
con Bryson Keller. Oficialmente terminada. Al menos
esas eran las reglas, pero espero que ya no se apliquen.
Aun con los recuerdos de ayer frescos en mi memoria,
sigo sintiendo una punzada de ansiedad.
Mi teléfono vibra con un mensaje de Kelly.
󰂿 E 󰁳 󰁴 á 󰁳  󰁳 󰁥 󰁧 󰁵 󰁲 󰁯  󰁤 󰁥  󰁲 󰁥 󰁧 󰁲 󰁥 󰁳 󰁡 󰁲  󰁡  󰁴 󰁵  󰁣 󰁡 󰁳 󰁡  󰁣 󰁯 󰁮  D 󰁯 󰁮 󰁮 󰁹 ?

S í ,  󰁰 󰁥 󰁲 󰁯  󰁴 󰁥  󰁶 󰁥 󰁯  󰁭 á 󰁳  󰁴 󰁡 󰁲 󰁤 󰁥 .

C 󰁬 󰁡 󰁲 󰁯 .  P 󰁡 󰁳 󰁯  󰁰 󰁯 󰁲  󰁴 󰁩  󰁡  󰁬 󰁡 󰁳  󰁳 󰁥 󰁩 󰁳 .

P 󰁯 󰁲  󰁦 󰁡 󰁶 󰁯 󰁲 ,  󰁩 󰁧 󰁮 󰁯 󰁲 󰁡  󰁴 󰁯 󰁤 󰁡 󰁳  󰁬 󰁡 󰁳  󰁣 󰁯 󰁳 󰁡 󰁳  󰁶 󰁥 󰁲 󰁧 󰁯 󰁮 󰁺 󰁯 󰁳 󰁡 󰁳  󰁱 󰁵 󰁥  󰁤 󰁩 󰁲 á 󰁮  󰁭 󰁩 󰁳  󰁰 󰁡 󰁤 󰁲 󰁥 󰁳 .

E 󰁳 󰁴 󰁯 󰁹  󰁬 󰁩 󰁳 󰁴 󰁯 . Bryson envía una serie de emojis sonrientes.


N 󰁯 󰁳  󰁶 󰁥 󰁭 󰁯 󰁳  󰁥 󰁮  󰁬 󰁡  󰁮 󰁯 󰁣 󰁨 󰁥 .

Bryson tiene que entrenar al equipo de la escuela de


Yazz, así que estoy parado junto al Patomóvil esperando
a Donny y a Priya.
—Perdón —dice Donny mientras se apresuran para
llegar—. Tuve una reunión del club de matemáticas.
—¿Por qué mi novio es tan ridículo? —pregunta Priya.
—Mate es genial. MateMate es divertido —canturrea
Donny. Lanza los brazos al aire
aire como si fuera un porrista
—. Mate es genial. Mate es divertido. Mate es para todos.
—Creo que deberíamos irnos caminando —digo.
—De acuerdo —asiente Priya.
Nuestros comentarios solo hacen que Donny cante

más fuerte. Abre el coche y avanza hacia el asiento del


conductor.

—Mate es genial. Mate es divertido. ¡Mate es para


todos!
Subimos al Patomóvil y Donny sale del
estacionamiento.
—¿Vamos a algún lado? —pregunta Priya.
—Podríamos —respondo—. Solo tengo que estar en
casa a las cinco para prepararme para el concierto.
—¿A qué hora sales?
—Bryson dijo que pasaría por mí a las seis.
Casi como si se hubieran puesto de acuerdo, Priya y
Donny exclaman «Ooh, la, la» exactamente al mismo
tiempo.
—¿Sabes? Ahora que tienes novio podríamos salir en
parejas —sugiere Priya.
—Entonces, ¿Bryson es oficialmente tu novio? —
pregunta Donny.
—Bueno, la apuesta terminó hoy. —Me encojo de
hombros—. No hemos hablado de eso.
—Tienes que definir la relación —dice Priya—.
Conociéndote, si no lo haces te angustiarás.
—Sí, pregúntale qué pasa —agrega Donny—. No
tengas miedo.

—Me sorprende
pidieras mucho
a Bryson que quecontigo
saliera tú, Kaipara
Sheridan, le
eso de la
apuesta. —Priya ríe—. Cuando lo pienso, no puedo creer
que estuviéramos todos en la fiesta cuando empezó el

reto.
—¿No fuiste tú quien dijo que tenían que preguntarle a
Bryson y que él tenía que aceptar a quien fuera que se lo
pidiera? —pregunta Donny.
—Sí, fui yo —responde Priya. Luego me mira—. Soy
como tu hada madrina personal. ¿Quién es la
Cenicienta?
—Es chistoso que la campanada del viernes en la tarde
sea mi reloj que marca medianoche.
—Un momento. ¿Eso me hace a mí un ratón? —
pregunta Donny—. No creo que me guste.
g uste.
—En algunos aspectos sí pareces un poco un ratón —
digo.
—¡Oh! ¡Perdiste! —dice Priya.
—¡Ey! Soy tu novio. Deberías defenderme.
Me río.
—Hiiic, hiiic, ¿adónde vamos? —pregunta Donny.
—Tengo hambre. Vamos a comer —dice Priya.
—A sus órdenes, mi capitana.
—Qué tal…
—Pizza —decimos los tres al mismo tiempo.
Donny se dirige al muelle, donde nos espera el
emporio Angelo’s Pizza. Encontramos estacionamiento y
salimos del Patomóvil. En cuanto entramos a Angelo’s,
nos asalta el olor de todas las cosas buenas y puras de
este mundo.
—Dios, qué rico huele —exclamo.

—Si embotellaran este aroma, probablemente me lo


pondría.

—No, gracias —dice Priya—. No importa cuánto te


ame, no quiero que mi novio huela a pizza.
En Angelo’s hay algunos gabinetes pegados a la pared
y también hay mesas en el centro. Nos sentamos en uno
de los gabinetes vacíos.
Un mesero se acerca a nosotros y nos da las cartas. Son
verde, blanco y rojo, los colores de la bandera italiana.
Los mismos colores pueden verse en todo el local:
paredes blancas, asientos rojos, azulejos verdes.
v erdes.
—¿Desean tomar algo?
—Yo quiero una malteada de plátano —digo.
—Eso es un poco asqueroso —señala Priya—. Pero
pídela, Kai. Yo quiero una Coca, por favor.
—Que sean dos —agrega Donny.
Cuando el mesero regresa con nuestras bebidas
estamos enadicionales.
ingredientes una discusión acalorada sobre los
—Siempre es lo mismo —dice Priya—. Te digo que la
piña no va con la pizza. Eso es lo que pienso y no voy a
cambiar.
—Pero es muy buena —se queja Donny—. Kai, por
favor, apóyame aunque sea una vez.
—Sabes lo que pienso de esto. —Pero le sonrío a
Donny y le digo al mesero—: Mitad y mitad, por favor.
Mitad hawaiana y mitad margarita.
Priya sofoca un grito y Donny alza la vista,

sorprendido.
—¿Qué?
—Traidor —dice Priya.
—Sabes que me amas —respondo con un guiño.
—Es debatible.
Donny alza la palma y las chocamos.
Nuestra pizza llega en poco tiempo. Priya se asegura
de mantenerse alejada de la parte con piña y yo también.
La única razón por la que la pedí fue por Donny. En
verdad me siento muy agradecido con ambos por
tratarme igual que antes de que supieran.
Amo a mis mejores amigos.
Cuando llego a casa, las mejillas me duelen de tanto
sonreír.
—Ah, estás en casa —dice mamá mientras se dirige
hacia la sala.

Camino
frente a la detrás de ella y encuentro al resto de la familia
televisión.
—Sí —respondo—. Pero ¿por qué todos llegaron tan
temprano?
—Nos llamaron de la escuela de Yazz.
—¿Otra vez?
Miro a mi hermana. Está echada sobre la alfombra con
un cuaderno de dibujo abierto frente a ella.
—¿Qué hiciste ahora?
Yazz se sienta.

—En verdad no fue mi culpa —dice—. Le dije a


Mónica, una y otra vez, que no me tocara el cabello; pero

ella insistía.
de que esté No
tan necesito
suave, yescuchar cuánto
se lo dije. se sorprende
—Yazz sacude la
cabeza—. Estoy a punto de hacer un enorme letrero que
diga que nadie puede tocarme el cabello.
—¿La golpeaste?
—No.
—Entonces, ¿por qué los mandaron llamar? —les
pregunto a mamá y papá.
—Porque Mónica empezó a llorar —responde Yazz en
su lugar—. Sé que a veces mis palabras pueden sonar
muy duras, pero fui muy paciente con ella. No quería
que pasara nada de esto, pero tuvo la desfachatez de
ponerse a llorar.
—Buen trabajo —digo—. Tienes que terminar con esto
desde la raíz.
—Sí, bien hecho, Yazz —concuerda papá.
—¿Te divertiste, Kai? ¿Qué hiciste? —pregunta mamá.
—Solo salimos —respondo.
—¿Con Bryson? —pregunta Yazz. Ya está echada de
nuevo sobre la alfombra.
—No. Estaba con Priya y con Donny. —La examino—.
¿Por qué lo preguntas?
—Ah, Bryson publicó una foto en Instagram y los
comentarios no se hicieron esperar. Todos quieren saber
quién le regaló la pulsera —dice Yazz. Voltea a verme—.
Es un misterio.

Yazz es inteligente; a veces demasiado inteligente para


su propio bien. Pero es imposible que lo sepa, ¿cierto?

Nadie
y yo. en esta sala sabe lo que está pasando entre Bryson
—Bryson es el chico con quien vas a ir al concierto,
¿no? —pregunta mamá.
Está cambiando canales. Se decide por el canal de
comida. Alguien tendría que cambiarlo antes de que se
vuelva a inspirar. Son tiempos peligrosos.
—Es muy difícil creer que Kai sea amigo de Bryson
Keller —dice Yazz—. El mundo que conocemos está de
cabeza.
—¿Es popular? —pregunta papá.
—Mucho —explica Yazz—. Es el chico de la Academia
Fairvale.
—Entonces, ¿qué hace con Kai?
—¡Oye! —exclamo—. Yo tengo mis encantos.

—Es
raro cierto,
—dice querido,
mamá comopero también eres increíblemente
si nada.
—Muy raro —agrega papá.
—Es vergonzoso lo raro que es.
—Bueno, ahí va mi autoestima —murmuro—.
Muchísimas gracias.
Giro para dejar a mi familia atrás. Ellos ríen a mi
espalda.
—Sabes que te amamos, Kai —grita mamá mientras
subo las escaleras hacia mi recámara.
¿De qué foto hablaba Yazz? A puerta cerrada, saco mi

teléfono y abro Instagram. Hay una selfi de Bryson en la


que está presumiendo la pulsera que le regalé.

«Llámenme suertudo
Sonrío ante tanta las 24 horas», dice el pie de foto.
cursilería.
Abro el chat de Bryson y escribo:
B 󰁯 󰁮 󰁩 󰁴 󰁡  󰁦 󰁯 󰁴 󰁯 ,  󰁣 󰁵 󰁲 󰁳 󰁩 .

Él responde poco tiempo después:


S 󰁥 ñ 󰁯 󰁲  C 󰁵 󰁲 󰁳 󰁩  󰁰 󰁡 󰁲 󰁡  󰁵 󰁳 󰁴 󰁥 󰁤 ,  󰁳 󰁥 ñ 󰁯 󰁲 .

Río y pongo a cargar mi teléfono. Voy a bañarme. No

me tomauna
negros, mucho tiempo
camiseta delestar listo.miMechamarra
grupo, pongo unos jeansy
de piel
una gorra negra. Muy pronto, ya son diez para las seis.
Bajo las escaleras y veo a mamá que se está poniendo
lápiz labial.
—¿Adónde vas? —pregunto.
—Al ensayo de coro, Kai —responde.
—Ah, claro.
—Este domingo soy la solista. —Me mira con la
pregunta en los ojos—. ¿Te veré ahí?
—No sé —balbuceo.
Mamá suspira.
—¿Cómo acabé con un hijo que odia la iglesia?
Antes de que pueda responder, suena el timbre. Lo uso
como excusa y voy a abrir la puerta. Bryson está ahí.

Lleva jeansdenegros
chamarra piloto.rasgados
En su en las rodillas,
cabeza tambiénbotas
llevay una
una
gorra con la visera hacia atrás. Super- atractivo sin
ningún esfuerzo.

Bryson debe darse cuenta de mi admiración, porque


sonríe. Me sonrojo y me aparto para dejarlo pasar.

—Qué guapo —murmura Bryson cuando atraviesa la


puerta.
Se detiene para quitarse los zapatos y lo llevo a que
conozca a mis padres y a Yazz.
—Gusto en conocerlos —les dice Bryson a mis padres.
Saluda a Yazz con un gesto de la mano y una sonrisa
que deja ver su hoyuelo escondido.

—Así que este es Bryson Keller —dice papá.


—¡Guau! ¡Qué guapo! —murmura mamá.
—Saben que podemos oírlos, ¿verdad? —les digo a
mis padres, pero no puedo negar que estoy de acuerdo
con mamá, al menos en silencio.
—Nuestros padres nos pueden avergonzar bastante —
explica Yazz. Se acomoda los lentes—. Perdónalos.
Bryson ríe.
—Tenemos que irnos —digo.
Ya lo vieron, ya lo conocieron. Es hora de escapar
antes de que Sherlock y Watson hagan de las suyas.
—¿Llevas tu teléfono? —pregunta mamá.
—Sí, mamá —respondo.
—¿Y está cargado? —pregunta papá.
—Sí, papá.
Lo saco de mi bolsillo y se los muestro. La batería está
al noventa y ocho por ciento. Ambos asienten.
—No hagas nada tonto —dice mamá.

—O imprudente —agrega papá.


—No. Lo prometo.
—Nada de beber o fumar.
—Pueden confiar en mí —respondo, esforzándome
por no enojarme.
—No es que no confiemos en ti. Son todos los demás.
—Mamá nos sigue hasta la puerta—. Te quiero.
Llámame si algo pasa.
—No pasará nada. Pero prometo hacerlo.

—Maneja con cuidado, Bryson —exclama papá.


—Lo haré, señor Sheridan. —Bryson les sonríe a mis
padres. Su hoyuelo en plena exhibición. Está disfrutando
esto realmente… conocer a mi familia—. Me dio mucho
gusto conocerlos.
Que mi novio secreto y mis padres se acaben de
conocer es demasiado para mi cabeza.
Kai Sheridan, ¿en qué se ha convertido tu vida?
20
Cuando salimos de Fairvale, Bryson me cuenta sobre el
partido en el que dirigió hoy después de la escuela.
—Entonces, ¿ganaron?
—No, pero mejoramos mucho. Así que estoy contento.
Estiro el brazo para tocar la pulsera en su muñeca.
—Supongo que esto no te dio mucha suerte.
Levanta el brazo.
—Bueno, pues yo me siento suertudo usándola, así
que con eso basta.
Bryson entra a la autopista. Ahora es todo derecho
hasta L. A.
—La hiciste muy famosa —digo—. Todo el mundo
está hablando de ella en Instagram.
Bryson sacude la cabeza.

—La gente necesita tener su propia vida. Con quién


salgo o quién me gusta no debería importarles.
—Si tan solo el mundo estuviera de acuerdo contigo.
Bryson me mira y canta una estrofa de una de las
baladas de The Graces. «Son las mentes cerradas que
consideran cómo deberían ser las cosas. Lo que es bueno
o malo. Lo que es normal y lo que no lo es. Pero ¿quién
eres tú para decirme cómo vivir? ¿Quién eres tú para
decirme cómo vivir?».
—«Solo queremos ser amados…» —canto.
—«Amados, amados, amados…» —cantamos al

unísono.
—¡Guau! Mejor dedícate a ser escritor —dice Bryson.
—Perdón, pero al menos soy entonado. Te diste cuenta
de que desafinaste, ¿verdad?
Bryson se ríe y enciende la radio. Por casualidad, la
canción que estábamos cantando empieza a sonar. Las
risas, las bromas y el canto hacen que el trayecto pase
muy rápido. Muy pronto llegamos al centro de L. A. y
nos dirigimos a Echo Park.
—Qué bueno que salimos con tiempo —dice Bryson.
—Me gusta la puntualidad.
—A mí también.
Bryson se pega a la banqueta. Hay mucho tránsito en
Sunset Boulevard.
—Fórmate en la fila, yo voy a buscar dónde
estacionarme —dice Bryson.
El concierto empieza en una hora, pero a juzgar por la
cantidad de gente que ya está haciendo fila fuera del
Echo, esperaremos un buen rato. Me quito el cinturón de
seguridad y bajo del coche. Me pongo la chamarra de
piel y me acomodo la gorra. Después, me inclino y
sonrío.
—Te veo en un rato.
Cierro la puerta y lo veo entrar al tránsito.
El aire de la tarde es frío. Mi aliento se escapa en nubes
de vapor. Estudio a la gente a mi alrededor. Como yo,
algunos llevan artículos oficiales de The Graces. Mi
gorra la compré en su tienda en línea y tiene el logotipo

oficial de la banda. También llevo una camiseta con el


rostro de Ezra Grace.

Sin nada más que hacer, saco el teléfono de mi bolsillo


y respondo en el chat de los tres mosqueteros.
󰂿 C ó 󰁭 󰁯  󰁶 󰁡  󰁬 󰁡  󰁣 󰁩 󰁴 󰁡 ? , pregunta Priya.
N 󰁯  󰁣 󰁲 󰁥 󰁯  󰁱 󰁵 󰁥  󰁳 󰁥 󰁡  󰁵 󰁮 󰁡  󰁣 󰁩 󰁴 󰁡 .  󰁙 󰁡  󰁨 󰁡 󰁢 í 󰁡 󰁭 󰁯 󰁳  󰁨 󰁥 󰁣 󰁨 󰁯  󰁥 󰁳 󰁴 󰁥  󰁰 󰁬 󰁡 󰁮 …  󰁴 󰁯 󰁤 󰁯 .

S 󰁩 󰁥 󰁭 󰁰 󰁲 󰁥  󰁹  󰁣 󰁵 󰁡 󰁮 󰁤 󰁯  󰁥 󰁳 󰁴 é 󰁳  󰁣 󰁯 󰁮  󰁬 󰁡  󰁰 󰁥 󰁲 󰁳 󰁯 󰁮 󰁡  󰁱 󰁵 󰁥  󰁴 󰁥  󰁧 󰁵 󰁳 󰁴 󰁡  󰁹  󰁡  󰁱 󰁵 󰁩 󰁥 󰁮  󰁬 󰁥  󰁧 󰁵 󰁳 󰁴 󰁡 󰁳 ,  󰁳 󰁥

󰁰 󰁵 󰁥 󰁤 󰁥  󰁣 󰁯 󰁮 󰁳 󰁩 󰁤 󰁥 󰁲 󰁡 󰁲  󰁵 󰁮 󰁡  󰁣 󰁩 󰁴 󰁡
, dice Donny.
E 󰁮 󰁴 󰁯 󰁮 󰁣 󰁥 󰁳 ,  󰁣 󰁯 󰁮  󰁥 󰁳 󰁡  󰁬 ó 󰁧 󰁩 󰁣 󰁡  P 󰁲 󰁩 󰁹 󰁡  󰁹  󰁴 ú  󰁨 󰁡 󰁮  󰁥 󰁳 󰁴 󰁡 󰁤 󰁯  󰁳 󰁡 󰁬 󰁩 󰁥 󰁮 󰁤 󰁯  󰁪 󰁵 󰁮 󰁴 󰁯 󰁳  󰁤 󰁥 󰁳 󰁤 󰁥  󰁥 󰁬

󰁰 󰁲 󰁩 󰁭 󰁥 󰁲  󰁡 ñ 󰁯  󰁤 󰁥  󰁰 󰁲 󰁥 󰁰 󰁡 .

󰁔 󰁯 󰁵 󰁣 󰁨 é
, escribe Priya. D 󰁩 󰁥 󰁺  󰁰 󰁵 󰁮 󰁴 󰁯 󰁳  󰁰 󰁡 󰁲 󰁡  G 󰁲 󰁹  󰁩 󰁮 󰁤 󰁯 󰁲 .

S 󰁡 󰁢 󰁥 󰁳  󰁱 󰁵 󰁥  󰁹 󰁯  󰁳 󰁯 󰁹  H 󰁵  󰁬 󰁥 󰁰 󰁵  .  A 󰁢 󰁲 󰁡 󰁺 󰁯 󰁳  󰁡  󰁬 󰁯 󰁳  󰁤 󰁯 󰁳 .

Donny manda un meme con la profesora McGonagall


en el fondo y el texto en letras grandes y resaltadas: D 󰁩 󰁥 󰁺

󰁰 󰁵 󰁮 󰁴 󰁯 󰁳  󰁰 󰁡 󰁲 󰁡  H 󰁵  󰁬 󰁥 󰁰 󰁵  ,  󰁮 󰁩 󰁮 󰁧 ú 󰁮  󰁰 󰁲 󰁯 󰁦 󰁥 󰁳 󰁯 󰁲  󰁤 󰁥  H 󰁯 󰁧 󰁷 󰁡 󰁲 󰁴 󰁳  󰁨 󰁡  󰁤 󰁩 󰁣 󰁨 󰁯  󰁥 󰁳 󰁯  󰁮 󰁵 󰁮 󰁣 󰁡 .

Priya envía una serie de emojis muertos de risa.


󰁕 󰁳 󰁴 󰁥 󰁤 󰁥 󰁳 ,  󰁬 󰁯 󰁳  󰁤 󰁥  R 󰁡 󰁶 󰁥 󰁮 󰁣 󰁬 󰁡 󰁷 ,  󰁳 󰁯 󰁮  󰁬 󰁯 󰁳  󰁰 󰁥 󰁯 󰁲 󰁥 󰁳 .

S 󰁡 󰁢 󰁥 󰁳  󰁱 󰁵 󰁥  󰁮 󰁯 󰁳  󰁡 󰁭 󰁡 󰁳 , escribe Priya.
󰁔 󰁥 󰁮 󰁧 󰁯  󰁱 󰁵 󰁥  󰁩 󰁲 󰁭 󰁥 .  E 󰁳 󰁴 󰁯 󰁹  󰁥 󰁮  󰁬 󰁡  󰁦 󰁩 󰁬 󰁡 .
D 󰁩 󰁶 󰁩 é 󰁲 󰁴 󰁥 󰁴 󰁥 , dice Donny.
Cierro el chat y paso a Instagram. Recorro mis
publicaciones. Bryson ya subió tres. La primera es de él
rodeado del equipo de futbol al que entrena, la segunda
es de él preparándose para el concierto y la tercera es de
él tratando de encontrar estacionamiento
estacionamiento..
Todas me gustan. Esta vez, sonrío al poner el corazón
rojo sin dudar de mí. El flash de una cámara hace que

levante la mirada. Me asombro al ver a la persona frente


a mí. Reprimo un gemido. Es Shannon.

Su manera de sonreír me pone en alerta.


—Es interesante encontrarte aquí.
—Podría decir lo mismo. —La veo de arriba abajo—.
¿A ti te gusta The Graces?
—Por supuesto que no —responde Shannon.
Apenas puede reprimir el tono de burla.
—Entonces, ¿qué haces aquí?
—Investigo para una historia en la que estoy
trabajando. Me imaginé que mataría dos pájaros de un
tiro. Sé que este es el grupo favorito de Bryson. —
Observa a la multitud—. ¿Dónde está?
—Estás bastante obsesionada.
—Comprometida —dice Shannon. Se quita el cabello
del hombro—. Sé que no se perdería este concierto por
nada del mundo.
—¿Tan siquiera conoces bien a Bryson?
—Pfff. Claro. Todos conocen a Bryson Keller.
Sacudo la cabeza. Algo en mi rostro debe molestarla.
Sacudo la cabeza. Algo en mi rostro debe molestarla.
—¿Qué? ¿Tú crees que lo
l o conoces?
—Pues sí. —Me encojo de hombros. Es verdad. Esta
semana ha sido la ventana al verdadero Bryson—.
Bryson es mucho más de lo que la gente cree. Es más que
su posición. Más que un atleta. No sé, quizá si miraras
más allá de todo eso podrías llegar a conocerlo bien. Y
quizá entonces tendrías una oportunidad con él.

No es que quiera que eso suceda alguna vez.


—Ay, por favor… —empieza a decir, pero sus
palabras se apagan. Shannon mira sobre mi hombro y
abre los ojos como platos—. Bryson —dice en un
murmullo y luego más fuerte—: Bryson.
Asombrado, volteo y me encuentro a Bryson frente a
frente. Sus pálidos ojos azules me hacen estremecer.
Coloca una mano firme sobre mi hombro. Al ver mi
expresión, Bryson mira sobre mi hombro y ve a
Shannon. Rápidamente quita la mano.

—Por fin encontré dónde estacionarme.


—¿Vinieron juntos? —pregunta Shannon.
—Sí —responde Bryson—. A los dos nos gusta mucho
este grupo. Así que era lógico que viniéramos juntos.
Shannon me empuja con el codo para adelantarse.
—Pudiste haberme dicho.
—¿Qué haces aquí? ¿Te gusta The Graces?
—Por supuesto —miente.
Lanzo un bufido que hace que Shannon me fulmine
con la mirada. Los tres terminamos haciendo la fila
juntos. Con Shannon como tercera en discordia, no
podemos hablar libremente. En su lugar, pasamos la
mayor parte del tiempo mirándonos de reojo.
La fila avanza y pronto ya es nuestro turno. Bryson y
yo le damos nuestro boleto a la empleada; ella nos da los
brazaletes y nos deja entrar. Luego, Shannon le da el
suyo.
—Lo siento, tú no puedes entrar —dice la empleada.

—¿Qué quiere decir?


—Este boleto es falso. —La empleada levanta el boleto
contra la luz—. ¿Dónde lo compraste?
—En línea —responde Shannon.
—¿Cuándo?
—Esta semana.
—Te engañaron —dice la empleada y le regresa el
boleto a Shannon—.
Shannon—. El siguiente.
siguiente.
—No es justo —se queja Shannon.
Mira a la empleada y luego a nosotros. Pero ni Bryson
ni yo podemos hacer nada. Sin más opción, nos
despedimos con un gesto de la mano y entramos al
auditorio.
El Echo es pequeño, así que ya está lleno de gente.
Observo a la multitud. Frente a nosotros hay una pareja
gay. Caminan tomados de la mano, orgullosos. Bryson
ve lo mismo que yo. Me mira. Los fans de The Graces
están a favor de la comunidad LGBTQ, y todo a nuestro
alrededor lo hace evidente.
—Estamos en una ciudad donde nadie nos conoce —
dice Bryson . Podemos ser lo que queramos.
Me toma de la mano. Veo a otras parejas del mismo
sexo y sonrío. Bryson tiene razón. Volteo y le sonrío.
—Vamos.
Nos abrimos paso en busca de un lugar donde
pararnos. Nadie nos mira, nadie dice nada. Todos
estamos aquí para divertirnos y ver a The Graces. Por
primera vez en mi vida tomo la mano de otro chico en

público. Así debería ser la vida.


Bryson saca su teléfono y toma una fotografía del
escenario. La sube a Instagram: A  󰁲 󰁯 󰁣 󰁫 󰁥 󰁡 󰁲 .

Cuando The Graces suben al escenario, eso es


precisamente lo que hacemos.
Tres horas después salimos del Echo. Estamos sudando
y sonriendo. Tengo la garganta irritada de cantar a todo
pulmón. Ambos llevamos las chamarras y las gorras en
los brazos; la emoción del concierto nos mantiene
calientes.
—Deberíamos ir a tomar algo. Cuando me estacionaba
vi un café que cierra hasta tarde.
Bryson señala en una dirección y nos ponemos en
marcha. El café, Stories, me recuerda mucho al Off the
Wall. Es una librería y una cafetería. Nos arreglamos
para pedir algo justo antes de que tomen la última
orden. Pedimos algo frío y yo pago. Bryson ni siquiera se
molesta en discutir, porque él pagará la próxima vez. Y
saber que habrá una próxima vez me llena de alegría.
Aunque ya sea viernes en la noche, no creo que tenga
que preocuparme por que esto termine. Cada momento
que paso con Bryson, más seguro estoy.
Dejamos el Stories atrás.
—Hay un parque no lejos de aquí —dice Bryson—.
¿Quieres que vayamos antes de regresar a casa?
—Okey —respondo.
Nos dirigimos hacia allá. Tomo un sorbo de mi bebida
y mi garganta lo agradece. El líquido fresco hace
maravillas en mis cuerdas vocales lastimadas.

—Creo que voy a perder la voz —señalo.


—Gritaste mucho —dice Bryson—. Me sorprendiste.
Alzo la mano y hago el clásico símbolo rockero.
—Tenía el espíritu del rock.
Bryson choca contra mí a propósito mientras
caminamos.
—Eres encantador.
—Para. Me vas a hacer sonrojar.
—Lo sé —dice entre risas.
Caminamos tan cerca uno del otro que nuestros
hombros se tocan. Es todo en lo que pienso en el silencio
que sigue. «Está tan cerca de mí».
Cuando llegamos a Echo Park dejamos de caminar y
volteamos a ver el paisaje. Las luces del centro se reflejan
en el lago frente a nosotros. Este momento es pintoresco,
es perfecto. Toda esta noche lo ha sido. Bryson se aclara
la garganta, nervioso. Antes de concentrar toda su
atención en mí, mira alrededor para asegurarse de que
estamos solos.
—Hay algo que quiero hacer —comienza Bryson—.
Algo que creo que necesito para confirmarlo yo mismo.
Creo que es la única manera de estar seguro.
Aunque no parece seguro de sí mismo para nada. Está
nervioso y me encanta. Siento mariposas revolotear en
mi estómago.
—¿Qué es?
Sus ojos bajan de los míos hasta mis labios. Los estudia
un momento y vuelve a mirarme a los ojos.

—Quiero besarte —confiesa—. Hace ya tiempo que lo


quiero—. Habla en voz baja, ronca, nada más que un

murmullo—. ¿Puedo?
Estamos en una ciudad donde nadie nos conoce,
parados al borde del acantilado, esperando saltar. Mis
ojos se mueven hasta sus labios. Ahora, no hay nada que
quiera más en este mundo que un beso de Bryson Keller.
—Sí.
Una palabra que cambia todo. Acorta la distancia entre
nosotros. Los labios de Bryson se encuentran con los
míos. El beso es inseguro al principio. Es una prueba,
una pregunta en busca de respuesta. Pero muy pronto se
intensifica. Su boca se mueve contra la mía.
Bryson se aleja y abre los ojos. Me estudia, luego
sonríe. No es una sonrisa forzada ni nerviosa; es enorme
y genuina. Es la sonrisa que quieres ver después de que
alguien te besa.
—Acabo de romper todas mis reglas —suspira.
—Perdón.
Mi voz suena emocionada, ni siquiera un poco
arrepentida. Mi corazón golpea en mi pecho. Apenas
puedo mantenerme en pie.
—No. No te disculpes —dice Bryson—. No por este
beso, nunca por este bes
beso.
o.
—¿En serio? —Siento sonrojarme—. Este fue mi
primer beso… en mi vida.
—Bueno, yo sentí que era mi primer beso real también
—dice Bryson—. Siento que al fin todo tiene sentido. Yo.
Tú. Nosotros.

Nos miramos y puedo ver que ninguno de los dos


observamos realmente los ojos del otro; estamos
mirando los labios del otro.
—¿Deberíamos? —pregunta Bryson.
—Sí —digo de nuevo, gimiendo bajito.
Bryson inclina la cabeza. Esta vez es más lento. Sus
labios tocan los míos de nuevo y siento que es ahí donde
pertenecen. No hay duda. Bryson Keller está seguro. Yo
también me siento más valiente. Extiendo los brazos. Mis
dedos recorren su cabello. Bryson me acerca a él y yo
gimo en su boca. Esto es lo que he estado esperando
durante toda mi maldita vida.
Este viernes en la noche solo somos dos chicos que se
besan porque lo desean, porque
porque nos gustamos.
Y no hay nada malo en ello.
Porque el amor es amor es amor.
SÁBADO
21
No duermo nada. Tengo muchas cosas en la cabeza,
demasiado en el corazón. Estoy pensando mucho,
sintiendo mucho.
Me pongo bocabajo y hundo la cabeza en la almohada.
Sonrío y estoy seguro de que he estado sonriendo toda la
noche. Tomo mi teléfono que está sobre el buró. Tengo
mensajes en el chat de los tres mosqueteros y, cuando lo
abro, encuentro un enlace a un video de YouTube que
Donny pensó que era chistoso. Veo mis notificaciones,
pero no hay ninguna de Kelly todavía. Quizá Bryson
está durmiendo.
Regresamos a casa muy tarde. Ninguno de los dos
queríamos que la noche terminara. Incluso después de
que llegamos a mi casa, pasamos casi una hora sentados
ahí, platicando. Tomados de la mano con el corazón
pleno, el vértigo se arremolinaba sobre nosotros. Decidí
entonces que anoche habíamos tenido una cita, porque
fue todo lo que siempre imaginé, y mucho más.
No estoy diciendo que esté enamorado de Bryson.
Pero la idea no me parece por completo imposible. No
ha transcurrido una semana completa, pero no puedo
negar que cada día que pasa me gusta más. Y lo que me
vuelve loco es que yo también
también le gusto.
Su beso es la prueba innegable que necesita mi mente
escéptica.
Con sus labios, él aclaró mis dudas e hizo desaparecer
mi ansiedad sobre nosotros.
Anoche lo hizo otra vez, y otra, y otra.

Tocan a la puerta de mi recámara. Me pongo bocarriba


y Yazz asoma la cabeza. Lleva en la cabeza la pañoleta
para el cabello que usa para dormir. En su última visita,
las hermanas de papá le regalaron a Yazz un tratamiento
para los rizos. Los dos tenemos el cabello superrizado.
Yo tengo la suerte de llevarlo corto, pero el de Yazz le
llega hasta la espalda.
—Me manda mamá para asegurarme de que sigues
vivo —explica Yazz.
No lo estoy. Me mudé de la tierra de los vivos. Anoche
fue
bocasuficiente
diestra depara matarme;
Bryson Keller.el Sonrío
arma del
parahomicidio:
mí mismo.la
Estoy seguro de que Yazz piensa que parezco un tonto,
pero no me importa. Estoy demasiado feliz como para
que me importe. Nada puede salir mal hoy, no cuando
me siento tan bien.
—¿Qué te pasa? —pregunta Yazz.
—Nada —miento.

Por una vez no siento mi secreto como una carga.


—¿Vas a ver hoy a Bryson? —pregunta.
—No, ¿por qué?
Hay algo extraño en su pregunta, o más bien en la
manera en la que la formuló. Quizá si no estuviera
embriagado de amor por los besos que nos dimos
Bryson y yo anoche, la presionaría para que me dijera.
Al final no lo hago. A veces la ignorancia deliberada es
lo mejor.
—Solo tenía curiosidad.
Cierra la puerta y me deja solo con el recuerdo de

anoche. Estoy en una nube de euforia. Ahora entiendo


por qué las estrellas pop dicen todo el tiempo que el
amor es una droga. Quizá sea un cliché, pero también es
cierto.
Me levanto de la cama y voy al baño. Quince minutos
más tarde salgo vestido y listo para empezar el día. Bajo
corriendo las escaleras y me dirijo a la cocina.
Mamá y papá están sentados frente a la isla, ambos
con su laptop enfrente. Parece que hoy es un sábado de
trabajo en casa.
—Buenas tardes, dormilón —dice papá.
Exagera. Falta poco más de una hora
h ora para mediodía.
—¿Te divertiste anoche? —pregunta mamá.
Mi corazón da un vuelco. Por un segundo pienso que
me está preguntando de Bryson y de mí, pero luego
recuerdo el concierto. Algo que había esperado tanto,
pero que el beso de Bryson Keller eclipsó por completo.

Volteo un
servirme para
vasoesconder
de jugo deminaranja.
rubor y me ocupo en
—Sí, el concierto estuvo genial.
Pero lo que sucedió después fue mucho mejor, aunque
no digo nada de esto.
—Deberías invitar alguna vez a Bryson —dice mamá
—. Apenas pudimos conocerlo ayer.
—Quieres decir que no pudieron interrogarlo como
querían.
Papá lanza una carcajada.
—Me encantaría tener a alguien con quien hablar de

futbol. ¿Sabes cuál es su equipo favorito?


Recuerdo los pósteres en la pared de la recámara de
Bryson.
—Liverpool.
Papá niega con la cabeza.
—Entonces, tienes que invitarlo. Necesito hablar
seriamente con él.
Imagino a Bryson en mi casa, conociendo a mis padres,
esta vez como mi novio. Lo presento como tal y mamá
solo
hablalecon
pregunta
él de si ya comió.
futbol Fiel alasutarde
y pasamos palabra, papá
riendo y
bromeando. No hay interrogatorios con segundas
intenciones, no hay lágrimas ni decepciones ni plegarias
por su hijo gay. No hay tristeza ni dolor. En su lugar,
actuamos como si todo fuera normal.
Porque lo es.
Que yo tenga novio es normal.

Voy al refrigerador para buscar algo que comer. Ahí


está mi desayuno envuelto y sonrío. Amo a mis padres.
Caliento la comida en el microondas y regreso a mi
recámara.
Termino sacando mi teléfono. Completamente por
accidente, acabo revisando el perfil de Bryson. No ha
publicado nada desde ayer. De hecho, es extraño lo
callado que ha estado toda la mañana. Ningún mensaje,
nada. Una pequeña parte de mí se preocupa de que lo de
anoche lo haya agobiado.
Mientras veo todas las fotos de Bryson, mi teléfono
vibra, no es un mensaje, sino una llamada. Poca gente se

molesta en llamarme, y todos ellos pertenecen a mi


familia.
Pero no es ninguno de ellos. El nombre de Kelly brilla
en la pantalla. De inmediato deslizo el dedo para
contestar y me llevo el teléfono al oído.
—¿Kai? —dice Bryson. Suena extraño—. Perdón por
llamarte. Sé que odias hablar por teléfono.
—Bryson, ¿qué pasa?
—Quería hablar con alguien y pensé en ti.

—¿Por qué? ¿Pasó algo?


Unos segundos de silencio al otro lado de la línea.
—Hoy vi a mi papá —dice Bryson—. Va a tener un
bebé. —Una larga pausa—. Va a tener un hijo con la
mujer con la que tenía un amorío.
—¿Dónde estás? —pregunto.
—En Melody Beach.

Esa sección del


remodelación de malecón.
la playa Ahora
era popular antes demuy
está desierta; la
poca gente va ahí porque no se puede nadar.
—Voy para allá —digo.
Colgamos. Tomo mi cartera y bajo las escaleras.
Papá es el primero al que veo.
—Papá, ¿puedo llevarme el coche?

—¿Para?
—Tengo planes con Bryson hoy.
Mis padres ya lo conocieron. No tengo que esconder
nada. No es raro que dos chicos salgan juntos, entonces,

¿para qué mentir?


—Claro —responde papá—. Ya sabes dónde están las
llaves.
—Gracias.
Voy al vestíbulo. Hay una mesa pequeña con un tazón
de vidrio donde ponemos las llaves. Encuentro las del
coche de papá.
Me pongo los zapatos y cruzo la puerta. Papá maneja
una SUV. Justo después de que saqué mi licencia, cada
vez que he pedido prestado este vehículo lo regreso con
algún rayón o golpe. Hasta hoy, juro que fue culpa del
árbol la primera vez. Y la segunda, el hidrante saltó
frente a mí.
Después de esos accidentes me prohibieron usarlo
durante un tiempo, pero mi argumento era que la única
manera para mejorar era practicar. Así que mis padres
me permitieron usar el coche de mamá. Sin embargo,
ahora soy un conductor más confiado, así que papá no
tiene problema con que maneje su coche.
Melody Beach está en las afueras del pueblo y la
manera más rápida de llegar ahí es cruzar por el centro
de Fairvale.
Muy pronto el sonido del tránsito cambia por el sonido
del océano. Giro a la derecha y la línea de árboles
termina para ofrecerme mi primer paisaje de un mar
brillante. Entro al estacionamiento de Melody Beach. El
Jeep de Bryson es el único coche ahí.
Me estaciono junto al Jeep y bajo. Miro por la
ventanilla. El coche está vacío. Examino a mi alrededor y
veo a Bryson sentado en el centro de la cancha de

basquetbol.
Al principio él no me ve. Mi sombra anuncia mi
presencia. Bryson voltea para mirarme. Sonríe, pero no
es la sonrisa que he llegado a conocer, la que he llegado
a esperar.
—¿Viniste?
Sus ojos están rojos y sus mejillas también. Es evidente
que Bryson ha estado llorando.
Asiento y me coloco junto a él.

—Claro que vine. Estoy preocupado por ti.


Extiendo el brazo y coloco mi mano en su nuca,
acariciando su cabello. Espero que hable. No hay prisa.
Solo quiero que sepa que estoy aquí para él.
—Eres la primera persona a la que le hablo sobre este
asunto, aparte de Dustin. —Bryson niega con la cabeza
—. Mi papá engañó a mi mamá. Por eso se divorciaron.
—Me mira y veo cuánto le duele todo esto. Me rompe el

corazón—. Una vezseguía


de prepa, cuando los caché,
casado¿sabes? En el primer
con mamá. año
Tenía que
preguntarle algo y fui a su oficina, ahí los vi. Él me vio
antes de que pudiera salir corriendo. Me persiguió y, en
antes de que pudiera salir corriendo. Me persiguió y, en
lugar de tratar de explicarse o disculparse, me dijo que
no le dijera a mamá. No sabía qué hacer. Así que me
quedé callado, mantuve el secreto aunque sabía que eso
destruiría a mamá. Aunque sabía que eso destrozaría a
mi familia. El secreto casi me mata. Durante todo un año
me
del aseguré
segundodeaño.
ocultarlo. Mamá
Si hubiera se dioque
tenido cuenta al inicio
mantener su
secreto más tiempo, no sé qué hubiera
h ubiera hecho.
—Te entiendo —digo—. Sé lo que significa guardar un

secreto que podría destrozar el mundo que conoces.


No es justo que el padre de Bryson le haya pedido que
llevara esa carga. Él tenía que proteger a Bryson, no al
revés.
Extiendo la mano y toco su mejilla. Él se inclina a mi
tacto y cierra los ojos.
—Está embarazada. Él dice que quiere que todos
volvamos a ser de nuevo una familia. Pero siento que
ahora nos está reemplazando. Reemplazándome con su
nuevo hijo. —Bryson abre los ojos—. Sé que es mi papá,
pero creo que lo odio. Lo odio por todas las noches que
mi mamá lloró sola en su habitación, cuando pensaba
que yo dormía. Lo odio por destruir una buena familia.
Por ser tan egoísta. Pero también me siento culpable
porque en cierto sentido lo amo. Después de todo, es mi
papá. Y lo extraño.
En esta situación no hay correcto ni incorrecto. Y todo
lo que puedo ofrecerle a Bryson es mi hombro. Que

pueda
hacia miponerse
hombro.a llorar
No es sin ser juzgado.
mucho, Jalosolo
pero quizá, su cabeza
quizá,
es lo que necesita.
Y entonces, rompe a llorar. Quienquiera que diga que
los chicos no lloran, o no deberían llorar, tendría que
caminar por un muelle muy corto hacia un océano
infestado de tiburones. Mientras Bryson llora,
lentamente le acaricio la espalda. Nos quedamos así
mientras el sol cambia y el corazón de Bryson se vacía.
Después de un momento se deja caer encima de mí. Nos
acomodamos y ahora estamos acostados; su cabeza
descansa en mi brazo. Cierro los ojos frente al sol y lo
estrecho contra mí.

—Gracias por venir —dice Bryson—. Después de


Dustin, tú eras la única persona a la que quería ver. No
estaba seguro de que respondieras si llamaba. Dustin no
respondió.
—Bueno, de ahora en adelante siempre puedes
llamarme —respondo—. Y siempre trataré de responder.
No estoy seguro de cuánto tiempo estuvimos ahí. Solo
dos chicos que intentaban olvidarse del mundo.
22
—Tengo una idea —dice finalmente Bryson.
Se levanta y yo también me incorporo. La brisa del
mar revuelve mi cabello. Sigo a Bryson que camina hacia
su Jeep. Se detiene en la cajuela y la abre. Hay ropa y
equipo deportivo desperdigado. Hurga durante un
momento y encuentra lo que buscaba.
Un balón de basquetbol.

—Juguemos.
Al ver el balón bajo el brazo de Bryson me doy cuenta
de cuánto tiempo hace que papá y yo jugamos por
última vez. Con todas mis actividades del último año de
preparatoria, el tiempo ha pasado muy rápido y los dos
hemos estado muy ocupados con nuestra vida.
Bryson me avienta el balón y yo lo atrapo. Lo ha usado
tanto que la mayoría de las letras ya desapareció de la

superficie de goma.
—¿Esto te hará sentir mejor?
Bryson asiente.
—Sí.
Claro, hacer deporte pone de buen humor a Bryson
Keller.
Vamos hacia la cancha de basquetbol y le lanzo el
balón. Bryson lo atrapa y empieza a hacerlo girar sobre
un dedo.
—El primero que llegue a diez puntos gana —dice.
—Y el premio del ganador es un deseo —digo—.

¿Trato?
Bryson ríe.
—Okey. Te advierto: dicen que soy pésimo perdedor.
—Yo también —respondo—. Nunca me ha gustado
perder. Mis padres incluso embargaron los juegos de
mesa en la casa.
—Qué lindo.
Le lanzo el balón con un rebote y me lo devuelve. Me
muevo a su alrededor, rebotando el balón; estoy tan
concentrado que no pienso demasiado en la presencia de
Bryson detrás de mí. Amago por la derecha, pero giro a
la izquierda. Salto y lanzo. El balón gira sobre la canasta
y entra.
—Nada mal, Sheridan —dice Bryson—. Tienes algunas
habilidades.
Las pocas habilidades que tengo no son nada
comparadas con las de Bryson. Muy pronto, vamos tres

a uno a su favor. Cuando me las arreglo para quitarle el


balón, no desperdicio el tiempo y lanzo. El balón rebota
en el tablero y contengo la respiración hasta que,
finalmente, pasa por la red.
La adrenalina corre por mis venas. Mientras jugamos,
olvidamos todo. Nos convertimos en solo dos chicos en
una cancha, cada uno tratando de ganarle al otro. Cada
uno tratando de ganar.

El sonido
convierte delespejo
en un balónde que rebotacorazón
mi propio en el queasfalto se
golpea
mi pecho. Me pierdo en el ritmo y pronto vamos ocho a
nueve a mi favor. Saboreo la victoria. Está tan cerca.

Bryson salta y anota, ahora estamos empatados.


Atrapa el balón en el rebote. Su cabello está húmedo de
sudor y su piel, enrojecida por el esfuerzo. De alguna
manera se las arregla para verse bien.
—Estoy impresionado —dice.
—Soy más que una cara bonita —respondo.
Bryson rebota el balón entre sus piernas y sonríe.
—Ese es el Kai Sheridan que he llegado a conocer. —
Me rodea rebotando el balón como para provocarme—.
El Kai Sheridan del que me estoy enamorando.
Cuando levanto la mirada, el balón ya salió de sus
manos. Volteo justo para ver cómo pasa por el aro.
El partido termina.
Perdí.
Volteo a ver a Bryson.
Su sonrisa es enorme y desinhibida. Es la sonrisa del
vencedor. Lanza las manos al aire y empieza a bailar
victorioso: mucho movimiento
movimiento de cadera y puños al aire.
Al ver a Bryson Keller así, me pregunto si no fui yo
quien ganó.
—Eso es hacer trampa —digo, con las manos en mis
rodillas. Siento una punzada en el costado, clara señal de
mi pobre condición física—. Me distrajiste a propósito.
Bryson ríe. Toma la misma postura que yo. Sudorosos

y sin aliento, nos erguimos y nos miramos.


—Fue divertido —dice Bryson. Nos dirigimos al Jeep
—. Toma. —Me pasa una botella de agua.
Está un poco tibia pero refresca. Suspiro con

satisfacción.
Bryson bebe de su botella y cuando termina toma
ambas botellas vacías y las lleva al basurero que está al
final del estacionamiento. Lo observo cuando se inclina
para quitarse los zapatos. También se quita los
calcetines. Mueve los dedos de los pies, me guiña un ojo
y se dirige a la playa.
Me inclino para quitarme también los zapatos y sigo a
Bryson hasta la arena, en su camino hacia el agua. Nos
detenemos al borde y observamos el movimiento de la
marea.
Bryson entra al mar y ríe. El sonido, una alegría pura y
concentrada, me calienta el alma. Se adentra en el agua y
lo persigo. Lo salpico, pero fácilmente la evita. Continúo
mi asalto, no quiero que se me escape. Bryson lanza un
grito cuando el agua cae sobre él.
—Okey, okey, okey —dice Bryson entre risas. Alza sus
manos arrugadas—. Me rindo.

Mi pecho se infla agitado y una sonrisa se dibuja en mi


rostro; disfruto este sentimiento. Normalmente me
sentiría nervioso sobre la forma en la que mi camiseta
mojada se pega a mi cuerpo, pero con Bryson no siento
vergüenza. Cierro los ojos y alzo el rostro hacia el sol.
—Gracias por este día.
La voz de Bryson me hace abrir los ojos. Está más cerca
de mí que antes. Está a mi lado. Ambos sonreímos.
—De nada.
Salgo del agua y me siento sobre la arena caliente por
el sol de la tarde. Bryson me alcanza un poco después.

—Entonces, ¿cuándo quieres usar tu deseo? —


pregunto.
—Lo acabo de ganar, ¿y ya lo quieres usar? Yo lo
considero una inversión. —Bryson mira a nuestro
alrededor—. Además, creo que en este momento tengo
todo lo que quiero.
—Para alguien a quien retaron para tener citas, en
realidad eres un romántico.
Bryson suspira.

—Sé que
perder dije yque
tiempo no salíapero
esfuerzo, con nadie porque razón
la verdadera no quería
era
mi papá. Tenía miedo de ser como él. No quería lastimar
a alguien a quien supuestamente amara. ¿Sabes que
culpó a mamá por su engaño? Dijo que no era feliz y que
por eso la engañó. —Bryson parpadea para ahuyentar
las lágrimas—. Si era tan infeliz, ¿por qué no
sencillamente se fue? ¿Por qué tenía que lastimarnos a
todos con sus mentiras? Esa es una de las cosas que creo

que no podré perdonarle.


—Lo siento —digo.
Es lo único que puedo decir. Me acerco a él hasta que
nuestros hombros se tocan. Permanecemos así sentados
en silencio, ambos perdidos en nuestros propios
pensamientos y felices de que el otro esté ahí.
Finalmente Bryson rompe el silencio.
—¿En qué piensas? —Levanta el dedo y me da unos
golpecitos en la frente—. Tu frente está toda arrugada.
—Solo estoy decidiendo no preocuparme por el
mañana cuando hoy tengo todo frente a mí.

—Demonios,
—Demonios, Sheridan. ¿Estás escribiendo un libro?
Río.
—Todo esto es como un sueño para mí, ¿sabes?
Voltea a verme. Mis palabras cuelgan entre nosotros,
pesadas como nubes borrascosas que esperan estallar. Su
rostro es serio y sus ojos nunca se apartan de los míos.
Permanece un instante en silencio. Extiende el brazo y
me pellizca.
—¡Auch! —Me sobo con el dorso de la mano—. ¿Eso

por qué?
Nuestras miradas se fijan.
—Para recordarte que es real.
Es la tarde. El cielo está manchado de los colores del
crepúsculo. A nuestros pies yacen las cajas de comida.
Compramos hamburguesas
hamburguesas para llevar y regresamos a la
playa. Tomo una papa frita y la mastico.
Estar aquí sentado con Bryson, mirando la puesta del
sol es una de las cosas más románticas que he hecho en
mi vida. Esta idea me hace sonreír.
—¿Qué? —pregunta Bryson cuando se da cuenta.
—Nada.
—Dime. —Me pica las costillas con el dedo—. Dime,
dime, dime.
—Es solo que… —me encojo de hombros— esto es

romántico.
Bryson se echa sobre la arena y pone su cabeza sobre
mi regazo.
—Lo es.

Extiendo la mano y dibujo sus rasgos. Esta vez soy lo


suficientemente valiente para hacerlo. Paso el dedo sobre
sus cejas espesas y bajo por su nariz recta. Lo paso sobre
sus labios, donde tan solo anoche estuvieron los míos.
Nos miramos y una chispa brilla entre nosotros.
Bryson toma mi mano y me jala hacia él. Nuestras
cabezas se juntan. Sus labios vuelven a encontrar los
míos. Suelto un leve gemido en su boca y él me besa con
más pasión.
Permanecemos conectados
conectados hasta que a ambos nos falta
el aliento. Me alejo un poco y permanezco ahí, nuestros
rostros a solo unos centímetros.
—Me da mucho gusto que hayas dicho que sí —
admito.
—Y a mí me da mucho gusto que me hubieras pedido
salir conmigo. —Bryson sonríe—. Cuando pienso en
cómo eras al inicio de esta semana, no puedo creerlo.
—¿Por qué?
—Ahora eres tan abierto, tan confiado.
—En realidad, no —respondo—. Solo me siento
cómodo contigo. Y por eso puedo ser más yo mismo que
antes.
—Bueno, me alegra conocer este lado tuyo —dice
Bryson—. Estoy al cien, siempre y cuando nunca dejes
de sonrojarte. Me daría mucha tristeza que eso
terminara.
—Solo por ti, no lo haré.
Caemos en un silencio cómodo. Bryson cierra los ojos y
empieza a tararear una canción de The Graces. Termino

mis papas y escucho no solo el sonido del océano sino


también el pésimo tarareo de mi novio.
—¿Estamos saliendo? —pregunto.
Bryson deja de canturrear y abre los ojos.
—¿Qué?
—Mmm… No hemos hablado bien de eso —digo.
—No creí que necesitáramos hacerlo —responde
Bryson—. Pensé que había perdido la apuesta cuando te
besé.
—Entonces, ¿hoy es nuestro primer día como pareja?
—Sí. —Bryson se incorpora y me mira—. Tú, Kai
Sheridan, eres mi novio de verdad.
Me inclino y lo beso. Bryson se ríe contra mis labios;
trato de atrapar ese sonido en mi boca. Cuando nos
separamos, estoy sin aliento y absolutamente feliz.
—Deberíamos irnos a casa —digo, ahora que el sol se
ha puesto por completo.
Bryson se pone de pie y me ofrece la mano. Dejo que
me jale y me sacudo la arena de la ropa. Recogemos
nuestro picnic. Soy el primero en dirigirme al
estacionamiento. Hay un tercer coche ahora ahí. Alguien
sale del automóvil.
Es Dustin.

23
—¿Qué crees que estás haciendo? —pregunta Dustin.
Me observa. No, corrección: me fulmina con la mirada.
—¿Dustin? —pregunta Bryson cuando llega a mi lado
—. ¿Qué haces aquí?
—Tú me llamaste.
—Hace mucho, sí —dice Bryson—. Te mandé un
mensaje para decirte que estaba bien. Kai vino.
—Estaba con Brittany —responde Dustin—. Por eso no
escuché tus llamadas.
—No hay problema, D. Me imaginé que estabas
ocupado.
Bryson sonríe. Camina hacia los botes de basura y tira
las cajas de hamburguesas. En ese momento suena su
teléfono.

—Hola, mamá. ¿Estás en casa…? Ah, ¿mañana? Sí, vi a


papá.
Bryson se aleja de nosotros y sigue la conversación con
su madre.
—¿Por qué estás aquí? —me pregunta Dustin.
Su voz es grave y peligrosa
peligrosa.. Doy un paso atrás para
poner un poco de distancia
distancia entre
entre nosotros.
—¿Qué quieres decir? Bryson me llamó.
Empiezo a dirigirme a mi coche, pero Dustin me toma
por el brazo. Me jala para detenerme. Su apretón es
fuerte, muy fuerte.

—¡Ey!
Trato de liberarme, pero él se niega a soltarme.
Nuestras miradas se encuentran y ahí veo más que
enojo… incluso quizá odio.
—No deberías hacer esto —dice Dustin—. No está
bien.
Dustin aprieta con más fuerza, si eso es posible.
—Suéltame.
—¿Qué sucede? —pregunta Bryson.
Llega corriendo hasta nosotros y sujeta el brazo de
Dustin para obligarlo a que me suelte.
—¿Te pones de su lado? —espeta Dustin.
—¿Sobre qué? —pregunta Bryson—. Ni siquiera sé qué
está pasando. ¿Por qué estás tan enojado?
Dustin pone la pantalla de su teléfono frente a
nosotros. Echo un vistazo sobre el hombro de Bryson.
Me lleva un momento comprender lo que estoy viendo.
Como si mi cerebro se negara a someterme a lo que sabe
que no puedo controlar. Poco a poco, todo se enfoca: es
una fotografía de Bryson y de mí de hace un rato, en
donde nos estamos besando.
Miro a Dustin con los ojos abiertos como platos.
—¿Tú tomaste la foto? —pregunta Bryson.
—Más te vale alejarte de él —me dice Dustin. Su voz
es grave y su mirada fría—. Si no lo haces, voy a publicar
esto.
—¿Y ahora nos amenazas? ¿Qué demonios, Dustin? —
exclama Bryson.

—¿Estás loco? Esto no está bien. Yo voy a arreglarlo. —


Dustin vuelve a mirarme—. Tienes que dejar de hacer
esto.
—¿Dejar de hacer qué? —pregunta Bryson—. ¿Qué
debe dejar de hacer Kai?
—Volverte gay. —Dustin mira a su mejor amigo—.
Este no eres tú. Eres un hermano para mí, BK. Sabemos
todo el uno del otro. Yo estuve ahí cuando tu papá se fue
de la casa. Tú estabas conmigo cuando mi mamá se
enfermó. Te conozco, Bryson. Y el Bryson Keller que
conozco no es gay. —Dustin nos mira a ambos—. No
eres un p…
Mi puño se mueve sin pensarlo. Nunca he estado en
una pelea, pero tampoco antes me había sentido tan
furioso. Y sin duda me hace sentir muy bien poder evitar
que Dustin use esa palabra.
Lo golpeo en la mandíbula y él se tambalea hacia atrás.
Dustin se dobla sobre sí mismo. Levanta la mirada y
enseña los dientes.
—Ser gay no es una enfermedad, ¡imbécil! —espeto—.
No se pega. No es contagioso.
El labio de Dustin está hinchado, pero no me importa.
Escupe sangre, se abalanza sobre mí y me derriba.
Golpeo el asfalto con fuerza y veo estrellas. Bryson
reacciona rápido. Agarra a Dustin y lo jala para
quitármelo de encima. Dustin le da un codazo a Bryson

en la boca y se vuelve a abalanzar sobre mí.


Giro para cubrirme la cara. Dustin es más grande que
yo; años de deportes le han dado unos músculos que yo
no tengo. Sin embargo, no me quedo ahí sin hacer nada.

Me defiendo, pateo, golpeo, hago lo que puedo. No hace


mucha diferencia, Dustin tiene la ventaja.
Bryson me salva. Agarra a su mejor amigo y ambos
ruedan sobre el asfalto. Bryson sujeta a Dustin contra el
suelo. No quiere pelear, solo quiere detenerlo.
Me incorporo y reprimo un gemido. Me niego a darle a
Dustin la satisfacción de escuchar cuánto dolor siento,
cuánto dolor ha causado. Siempre he llorado de rabia.
Las lágrimas permanecen en mis ojos sin derramarse, no
por el dolor, sino por la rabia que me quema como mil
soles.
Exhalo y me pongo de pie.
—¿Qué carajos te pasa? —pregunta Bryson a Dustin.
—Él me golpeó primero, ¿y tú te enojas conmigo?
Quizá lanzar el primer golpe no fue la jugada más
inteligente, pero en ese momento me pareció que era lo
único que podía hacer. No quiero nunca escuchar esa
palabra. Ni siquiera hay una razón por la que tenga que
pronunciarse; sin embargo, la gente como Dustin Smith
piensa que puede andar por ahí esgrimiendo la palabra
como el cuchillo que es.
—Tú no eres gay —afirma Dustin.
—¿Cómo sabes qué soy? —pregunta Bryson, el dolor
hace que se le quiebre la voz—: Yo todavía estoy
tratando de averiguarlo.

—Lo sabría. Eres mi mejor amigo.


Bryson sacude la cabeza.
—Mi mejor amigo no actuaría como un perfecto
imbécil homofóbico. —Se pone de pie—. ¿Estás bien? —

Camina hacia mí y me examina—. Tal vez te salga un


moretón.
—Estoy bien —respondo.
Veo cómo Dustin se pone de pie. Nos mira fijamente y
cuando sus ojos se posan sobre mí es como si mirara un
montón fresco de caca de perro.
—Más te vale que te alejes de él —me amenaza Dustin.
—Más te vale borrar esa foto —dice Bryson—. De lo
contrario…

—Qué, ¿también vas a golpearme?


—Si haces algo para merecerlo, lo haré.
h aré.
—Esto es una mierda —dice Dustin subiéndose a su
coche.
Sus llantas rechinan sobre el asfalto cuando sale del
estacionamiento.
Incluso antes de que se vaya, ambos nos ponemos de

pie y miramos el lugar donde Dustin estuvo. Bryson


suspira.
—Lo siento.
Volteo a verlo.
—No, yo lo siento.
—Hablaré con él —dice Bryson.
—Deberías irte —digo. No imaginé nada de esto para
nuestro primer día como pareja—. Necesitamos que
borre esa fotografía.
Bryson asiente.
—Pero ¿estás bien? —Se inclina para examinar mi

labio—. Necesitas curarte esto.


—Yo me encargo.
Bryson toma mi mano entre las suyas y mira mi puño.
Está morado por el golpe. Lo lleva a sus labios y lo besa.
—Lo siento.
—Ya lo dijiste —suspiro—. Esto no es tu culpa. Es
culpa de Dustin.
Bryson asiente.
—Deberías irte a casa. —Me acompaña a mi coche y
me ayuda a subir—. Voy ahora a casa de Dustin.
—Buena suerte —digo.
Bryson se despide con un gesto de la mano y va a su
Jeep. Toca el claxon en despedida y lo veo salir del
estacionamiento. Bajo la visera solar y me veo en el
espejo. Mi labio está reventado y ya apareció un moretón
debajo del ojo. Es obvio que estuve en una pelea. Me
quejo. Sin duda, papá y mamá no estarán contentos con
esto.
Suspiro y enciendo el coche. Algunas cosas son
sencillamente inevitables. No es como si no pudiera ir a
casa solo para evitar el exhaustivo interrogatorio que sé
que me espera. En el camino, el encuentro con Dustin
hace eco en mi memoria. Por un lado me preocupa la
fotografía, pero lo peor es que me enoja que una foto así
pueda ser usada para lastimarnos. Cualquier día puedo
abrir
besan;mi
sinInstagram
embargo, ycomo
ver fotografías de parejas
se trata de dos quealgo
chicos, es se
de qué preocuparse.
Odio lo injusto de esto.

Quince minutos después me estaciono frente a nuestro


garaje, más enfurecido de lo que jamás he estado. Me
detengo un instante frente a la puerta para calmarme
antes de entrar. Luego me quito los zapatos y pongo las
llaves del coche de papá en su lugar. Voy a la cocina por
una botella de agua y ahí está mamá en el refrigerador.
Sus ojos se abren como platos al verme.
—¿Qué te pasó? —pregunta. Observa mi rostro y
luego mis manos—. ¿Estuviste en una pelea?
—No es nada —miento.
—Kai Sheridan, más te vale decirme exactamente qué
pasó. —Mamá extiende el brazo para tocar mi mejilla. El
dolor me hace dar un paso atrás—. Desde que empezaste
a salir con ese chico Bryson has cambiado —dice mamá.
Su voz es muy alta—. ¿Por qué de pronto tratas de ser
tan popular?
«No trato», quiero decir. «Solo trato de ser yo mismo.
Esto no es culpa de Bryson. Esto no es mi culpa. Es la
sociedad y su homofobia».
No digo nada de esto. En su lugar, invento una excusa.
—Estoy cansado, mamá. Solo quiero bañarme y
dormir. Luego hablamos. —La miro a los ojos—. Por
favor.
Asiente y dice:
—Okey, confío en ti. Luego hablamos.
Voy al refrigerador y saco una botella de agua.
Mientras subo hacia mi recámara, pienso que quizá
debería decirle a mamá lo que pasó. Quizá debería salir
del clóset con ella. La idea es fugaz. No quiero abrirme

con mis padres por obligación. Lo quiero hacer en el


momento oportuno para mí, a mi ritmo.
Quiero decirles que soy gay cuando esté listo.
Y esta noche no lo estoy.
24
Me quedo debajo de la regadera hasta que el agua se
enfría.
Salgo, envuelvo una toalla alrededor de mi cintura y
me paro frente al espejo del baño. Está empañado y lo
limpio. Mi reflejo amoratado me mira. Duele más de lo
que parece y en parte lo agradezco. Al menos no tendré
que andar por ahí con marcas en el cuerpo, solo en el
rostro.
Suspiro. Estoy emocionalmente exhausto como para
lidiar con esto… sea lo que sea esto. No quiero nada más
que meterme a la cama y soñar con Bryson. Pero en la
vida sencillamente no siempre tenemos lo que
queremos.
Me seco, me pongo unos pants y una camiseta: mi
pijama acostumbrada. Echo la toalla a la ropa sucia y
voy a mi recámara.
Me sorprende ver ahí a mamá.
—¿Qué haces aquí?
Al principio no advierto lo que tiene en la mano. Ella
voltea y entonces veo la tira de fotografías que había
escondido en mi escritorio. La furia estalla en mi pecho
porque mamá invadió mi privacidad y esculcó mis
cosas, pero muy pronto me la trago por miedo. Es el tipo
de miedo que se filtra hasta la médula y envuelve el
corazón.
—¿Qué es esto? —pregunta mamá.
Su voz parece hueca. Es como si tratara de darle

sentido a algo que no puede comprender.


—Déjame explicarte —digo. Mi voz es un susurro. Mis
ojos no se apartan de las fotos que tiene en la mano.
Desde que nos las tomamos el jueves, he memorizado
cada detalle—. Por favor.
Mamá arruga la tira de fotos en su mano. Intento
avanzar para impedírselo, pero reprimo el deseo. Las
fotografías no pueden ser lo más importante ahora.
Abro la boca para empezar mi monólogo, el que he
elaborado con cuidado durante años, pero termino
espetando.
—Soy gay, mamá.
No es para nada lo que había imaginado. No estoy
listo todavía. Pero quizá salir del clóset es una de las
cosas para las que nunca estás verdaderamente
preparado porque nunca puedes saber en verdad cómo
va a reaccionar la gente.

Mamá se Me
empujado. tambalea hacia
mira con atrás como
lágrimas en los siojos.
la hubiera
Es casi
como si mirara a un desconocido. En ese momento me
quiebro. Las lágrimas se derraman de mis ojos. Este es el
momento que he temido toda mi vida. Es ahora cuando
todo cambia.
—Imposible —dice.
Esa palabra me destruye más de lo que lo harían mil
palabras. Mis rodillas se debilitan y pierdo el equilibrio.
Si no fuera por la pared a mi espalda, estoy seguro de
que caería al piso como una marioneta a la que le cortan
los hilos.
Mamá me observa como si fuera un acertijo que tiene

que resolver. Toca la cruz dorada que cuelga en su


pecho. Esto no puedo verlo. No puedo verla rezar por mí
porque estoy mal, porque estoy pecando.
No quiero ver nada de eso. No puedo. Tomo mi
teléfono que está sobre el buró y volteo. Papá está en la
entrada de mi recámara. Extiende el brazo cuando trato
de salir. Pone su mano en mi hombro. Es todo lo que
puede ofrecerme.
Y no es suficiente.
Necesito palabras y actos que me demuestren que me
siguen amando, que me aceptan; saber que nada ha
cambiado. Sigo siendo el hijo que ellos criaron y amaron
los últimos diecisiete años. Soy la misma persona con la
que han reído, a quien han abrazado y besado, a quien
han cuidado cuando estaba enfermo.
Sigo siendo el mismo hijo que hasta hace una hora era
su orgullo.
Lo único que ahora es diferente es que saben que me
gustan los chicos. Es una pequeña parte de mí; sin
embargo, es todo lo que ahora pueden ver. Todo en lo
que pueden concentrarse.
Me deja ir y llego a trompicones hasta las escaleras,
aturdido. Detrás de mí, escucho a mamá llorar. Me
enjugo las lágrimas de las mejillas y bajo las escaleras
corriendo. Salgo de la casa y me sumerjo en la noche fría.
Cuando estoy de pie frente al garaje comprendo todo;
me golpea como un tsunami de emociones. Por completo
inevitable.
No puedo retractarme.
Me desmorono y todo sale: toda mi tristeza, toda mi

furia, todo mi miedo.

Lloro.
Solo.
Tiempo después, cuando al fin recupero un poco la
compostura, saco mi teléfono y envío un mensaje al chat
de los tres mosqueteros. No hay respuesta, así que
marco el teléfono de Donny. Suena y suena. Lo intento
con Priya y obtengo la misma respuesta.
Por supuesto que están ocupados. Es sábado en la

noche. Las noches de los demás no son un desastre


personal. Reviso mi teléfono de nuevo y veo que hay
mensajes de Yazz y una llamada perdida de papá. Mi
teléfono suena y veo la foto de papá en la identificación
de la persona que llama. Es una foto familiar en la que
todos estamos felices. La imagen hace que mis ojos se
vuelvan a llenar de lágrimas. Mi casa no es el lugar
donde quiero estar ahora.
Empiezo a caminar. No estoy seguro de hacia adónde
voy. Finalmente, me siento en la banqueta. Nadie me ve.
Estoy completamente solo.
Mi teléfono vibra con un mensaje de Bryson.
S 󰁩 󰁥 󰁮 󰁴 󰁯  󰁭 󰁵 󰁣 󰁨 󰁯  󰁬 󰁯  󰁱 󰁵 󰁥  󰁰 󰁡 󰁳 ó  󰁨 󰁯 󰁹 .  M 󰁥  󰁰 󰁲 󰁥 󰁯 󰁣 󰁵 󰁰 󰁡 󰁳 .  󰂿 E 󰁳 󰁴 á 󰁳  󰁢 󰁩 󰁥 󰁮 ?

A través de mi visión nublada, escribo: 󰂿 P 󰁵 󰁥 󰁤 󰁥 󰁳  󰁶 󰁥 󰁮 󰁩 󰁲  󰁰 󰁯 󰁲

󰁭 í ?

Su respuesta es inmediata. Mi teléfono se enciende con

una llamada.
—¿Kai? ¿Qué pasa?
—Te necesito —respondo.

Mi voz suena tan hueca y vacía como me siento.

—¿Dónde estás?
—En la calle Oak. Es la calle siguiente desde mi casa.
—Voy para allá.
Bryson no tarda en llegar. Ni siquiera se molesta en
apagar el Jeep cuando baja.
—Kai, ¿qué está pasando?
Las lágrimas brotan de mis ojos de nuevo y es difícil
retenerlas. Bryson observa el estado en el que estoy: mi
ropa y mis mejillas surcadas por las lágrimas. Por su
expresión, ya sabe de qué se trata. Lo sabe o al menos
tiene una muy buena idea de por qué estoy aquí solo en
la calle.
Sin embargo, no dice nada. En su lugar, se acerca a mí.
Me envuelve en un abrazo. Me da unas palmadas en la
espalda para calmarme. Aunque mis ojos están cerrados,
las lágrimas siguen brotando. Lloro en los brazos de
Bryson y eso es suficiente.
Mientras mi mundo se derrumba a mi alrededor.
Esto, ahora, es suficiente.

DOMINGO
25
La mañana llega sin pedir permiso. El mundo sigue
girando. El sol seguirá saliendo, pase lo que pase, y
comenzará un nuevo día. Siempre.
Me incorporo y parpadeo para enfocar el mundo. Poco
a poco reconozco la recámara de Bryson. La luz de la
mañana entra por la ventana sobre su escritorio. Alcanzo
mi teléfono y veo varios mensajes de Yazz, Priya y
Donny.
Abro primero el chat de Yazz.
K 󰁡 󰁩 ,  󰂿 󰁥 󰁳 󰁴 á 󰁳  󰁢 󰁩 󰁥 󰁮 ?

󰂿 D ó 󰁮 󰁤 󰁥  󰁥 󰁳 󰁴 á 󰁳 ?

󰂿 K 󰁡 󰁩 ?

D 󰁩 󰁭 󰁥 .

Y luego una serie de signos de interrogación.

Demasiados como para contarlos.


E , escribo.
󰁳 󰁴 󰁯 󰁹  󰁢 󰁩 󰁥 󰁮 ,  󰁙 󰁡 󰁺 󰁺 S 󰁯 󰁬 󰁯  󰁮 󰁥 󰁣 󰁥 󰁳 󰁩 󰁴 󰁡 󰁢 󰁡  󰁥 󰁳 󰁰 󰁡 󰁣 󰁩 󰁯 .  S 󰁩  󰁡 󰁬 󰁧 󰁵 󰁩 󰁥 󰁮  󰁰 󰁲 󰁥 󰁧 󰁵 󰁮 󰁴 󰁡 ,  󰁤 󰁩
󰁱 󰁵 󰁥  󰁥 󰁳 󰁴 󰁯 󰁹  󰁢 󰁩 󰁥 󰁮 .

Yazz responde un minuto después.


R 󰁥 󰁧 󰁲 󰁥 󰁳 󰁡  󰁡  󰁣 󰁡 󰁳 󰁡  󰁣 󰁵 󰁡 󰁮 󰁤 󰁯  󰁥 󰁳 󰁴 é 󰁳  󰁬 󰁩 󰁳 󰁴 󰁯 .  󰁔 󰁥  󰁱 󰁵 󰁩 󰁥 󰁲 󰁯 .

󰁙 󰁯 󰁴 󰁡 󰁭 󰁢 󰁩 é 󰁮 󰁴 󰁥 󰁱 󰁵 󰁩 󰁥 󰁲 󰁯 .

El grupo de chat de los tres mosqueteros está lleno de


lo mismo.
E 󰁳 󰁴 󰁯 󰁹  󰁢 󰁩 󰁥 󰁮
, escribo. E 󰁳 󰁴 󰁯 󰁹  󰁥 󰁮  󰁣 󰁡 󰁳 󰁡  󰁤 󰁥  B 󰁲 󰁹 󰁳 󰁯 󰁮 .

󰁙 󰁡 󰁺 󰁺 󰁮 󰁯 󰁳 󰁣 󰁯 󰁮 󰁴 ó 󰁬 󰁯 󰁱 󰁵 󰁥 󰁰 󰁡 󰁳 ó . 󰂿 E 󰁳 󰁴 á 󰁳 󰁢 󰁩 󰁥 󰁮 ?
, responde Priya.
E 󰁳 󰁴 󰁯 󰁹  󰁥 󰁮  󰁥 󰁳 󰁯 . Es mentira. Sencillamente estoy ignorando el

vacío que siento. Cada vez que cierro los ojos veo la
expresión de mamá.
P 󰁥 󰁲 󰁤 ó 󰁮  󰁰 󰁯 󰁲  󰁮 󰁯  󰁣 󰁯 󰁮 󰁴 󰁥 󰁳 󰁴 󰁡 󰁲 󰁴 󰁥 , escribe Donny. A 󰁱 󰁵 í  󰁥 󰁳 󰁴 󰁡 󰁭 󰁯 󰁳  󰁳 󰁩  󰁮 󰁯 󰁳

󰁮 󰁥 󰁣 󰁥 󰁳 󰁩 󰁴 󰁡 󰁳 .

G 󰁲 󰁡 󰁣 󰁩 󰁡 󰁳 .  L 󰁵 󰁥 󰁧 󰁯  󰁬 󰁥 󰁳  󰁨 󰁡 󰁢 󰁬 󰁯 .

No tengo energía para más que eso. Apago el teléfono


y lo pongo sobre el buró. La puerta de la recámara de
Bryson se abre y él entra. Su cabello está húmedo y no
tiene camisa. Lleva una toalla sobre los hombros.

—¿Estás despierto? —Bryson se sienta al borde de la


cama, está serio—. ¿Qué pasó, Kai?
Hemos pospuesto la conversación todo lo posible.
Anoche lo único que hice fue llorar. No pude contarle
nada. Bryson me consoló y me trajo aquí. Sé que ahora
tengo que explicarle lo que pasó. Lo sé, pero no me
atrevo.
—Está bien —dice Bryson—. No tienes que decírmelo

ahora. Cuando estés listo está bien.


Sonríe levemente, pero es genuino. Bryson se pone de
pie y extiende la toalla.
—Y si nunca quieres hablar de esto, también está bien.
Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti. Para lo que
sea.
La sinceridad de sus palabras es un puñetazo al
corazón. Bajo de la cama y me acerco a él. Lo abrazo. Mi
mejilla descansa sobre la piel suave de su pecho.
Escucho el latido de su corazón. Un eco del mío.
Bryson también me abraza. Cálido y firme. Nos
quedamos así en silencio durante un tiempo. Después

saco todo: le cuento lo que pasó anoche. Al final estoy


llorando, pero está bien. Me abraza con más fuerza, si
eso es posible.
Bryson me aleja un poco para poder ver mi rostro.
—Primero, creo que necesitas un baño largo y
agradable; luego voy a ver esos moretones. Sé un poco
cómo tratarlos, por los deportes que hago. Después de
eso veremos todo lo demás. —Se inclina hasta que
nuestras frentes se tocan—. Juntos.
Y entonces trato de retener las lágrimas por una razón
completamente distinta.
Diez minutos después salgo del baño. Bryson está
sentado en la cama y me espera.
Cuando me acerco, levanta un tubo de ungüento.
—Esto es lo mejor —dice—. Después de los partidos, a
veces acabo con algunos moretones.
—¿Y quién dijo que el futbol era un juego de
caballeros? —bromeo.
—Nadie —responde Bryson—.
Bryson—. Ese es el criquet.
—Ah.
Bryson ríe y me siento junto a él. No deja de reír
mientras toca con el dedo el primer moretón, el que está
bajo mi ojo. Me tranquiliza que no esté negro, pero no
deja de ser doloroso.

Hago una mueca de dolor.


Bryson ya no ríe; en su lugar, se inclina hacia adelante
y sopla sobre él.
Me estremezco. No sé cómo o por qué, pero sí se siente

mejor. Luego usa el ungüento en mi labio. De pronto me


doy cuenta de lo íntimo que es esto. Nosotros, solos en
su recámara. Su dedo se detiene cerca de mi labio, como
si me estuviera pidiendo permiso. Me adelanto un poco
para dárselo.
El ungüento pica, pero el tacto es suave. Bryson se
inclina hacia adelante y, al principio, creo que va a
soplar otra vez sobre el moretón, pero luego siento sus
labios sobre los míos.
Después se aparta igual de rápido.
—Listo.
—Eres un provocador.
—¿Soy qué?
Bryson me empuja hacia la cama. Tiene cuidado de no
lastimarme. Rápidamente, sujeta mis manos sobre mi
cabeza. Acerca su rostro al mío y permanece así, encima
de mí. Me esfuerzo por alcanzarlo, pero Bryson levanta

la cabeza y agranda la
l a distancia entre nosotros.
—Esto es provocar.
Ambos sonreímos; estamos tan concentrados en lo que
estamos haciendo que no escuchamos que alguien entra
a la recámara.
—Oye, Bry… —Se interrumpe la voz de una mujer al
vernos.
Bryson y yo volteamos y vemos a quien supongo es la
hermana de Bryson.
—¿Qué está pasando aquí? —Sus ojos están muy
abiertos, nos observa, y de pronto en su rostro se dibuja
una gran sonrisa—. Cuéntenmelo todo.

Bryson y yo tratamos de separarnos lo más rápido


posible, lo que solo provoca que él se caiga de la cama.
Me pongo de pie y Bryson se levanta rápido. Muy tarde
me doy cuenta de que sigue sin camisa.
Crystal se sienta, cruza las piernas y nos analiza. La
sonrisa no se ha borrado de su rostro.
—Mmm, Crystal, él es Kai. Kai, ella es Crystal.
A diferencia de Bryson, Crystal tiene el cabello
pelirrojo brillante y ojos verdes.

—Encantada —dice Crystal. Tiene el brazo enyesado,


pero agita los dedos a modo de saludo—. Estoy
encantada de conocerte.
—Mmm… —La miro, luego volteo a ver a Bryson y a
ella de nuevo—. Gusto en conocerte también.
—¿Qué quieres? —pregunta Bryson.
Nunca lo había visto tan avergonzado. Estoy seguro de
que está igual de sonrojado que yo.
—Eso no importa —responde Crystal. Acomoda su
brazo lesionado—.
lesionado—. Lo que importa es esto que tengo
brazo lesionado . Lo que importa es esto que tengo
enfrente. Uno… —Levanta un dedo de la otra mano—,
tenemos a dos chicos, uno sin camisa y el otro muy
nervioso. Dos, apenas hace unos minutos ambos estaban
echados en una cama. —Levanta el tercer y último dedo
—. Y tres, mi hermanito está increíblemente
avergonzado en este momento, así que algo debe estar
pasando.
Por su expresión, es obvio que Crystal lo está
disfrutando; demasiado, si me preguntan. Bryson debe
estar de acuerdo, porque exhala, me lanza una mirada y
sonríe levemente. Es la sonrisa que me dice que estamos

en peligro.

Me toma de la mano y entrelaza nuestros dedos. Al


principio estoy demasiado sorprendido como para
reaccionar, pero luego trato de zafarme. Bryson no me
deja, no suelta mi mano. Levanta nuestros brazos para
que Crystal vea.
—Kai es mi novio —dice de manera tan informal que
me quedo sin aliento.
Espero el pleito que va a seguir, pero Crystal se ríe.
Trata de aplaudir, pero el yeso se lo impide.
—Estoy impresionada. —Descruza la pierna y se pone
de pie—. Está guapo —dice mirándome. La alegría en su
voz desaparece—. Kai, ¿tus padres te hicieron esto?
Me rompe el corazón que haga esa pregunta.
Gay o hetero, todos hemos escuchado los horrores que
padecen algunos chicos cuando salen del clóset. Para
muchos, no todo es amor y aceptación. En ocasiones es

una verdadera pesadilla. Por eso existe el clóset. Y por


eso seguirá existiendo.
—No —respondo—. Me peleé.
—¿En serio?
—Sí. —Bryson pasa la mano por su cabello—. Yo
estaba ahí. No le digas a mamá.
—Quizá tengas que hacerlo tú. Mamá llamó para decir
que ya va a llegar. Su vuelo se adelantó, así que llegará a
casa para el almuerzo. Eso venía a decirte. —Crystal
suspira—. Llegué con nada, pero me voy con mucho.
Sonríe y se va.

Y eso es todo.

Bryson le acaba de anunciar nuestra relación a su


hermana y todo termina, no con una explosión, sino con
un chisporroteo.
chisporroteo.
Al final recuerdo respirar.
—¿Qué acaba de pasar? —pregunto.
—pregunto.
Estamos de pie, tomados de la mano y mirando el
lugar en el que estuvo Crystal hace un minuto.
—Creo que ahora es oficial, oficial —responde Bryson.
Me mira—. ¿Estás bien?
—Estoy bien. —Volteo a verlo—. Pero ¿tú estás bien?
¿No es muy rápido? Quiero decir, acabas de salir del
clóset con tu hermana.
Bryson sonríe. Esa sonrisa con los labios apretados que
significa que está nervioso.
—Es una locura lo seguro que me siento de ti.

Me sonrojo.
—Sin presiones.
Bryson lanza una carcajada.
—Y para no presionarte más, creo que es tiempo de
que conozcas a mi mamá.
De pronto ya no me siento bien.

26
Estamos todos sentados en la sala. Bryson y yo en un
sofá de dos plazas. No se ha apartado de mi lado en toda
la mañana. Su presencia es tranquilizadora, sobre todo si
consideramos que estoy a punto de conocer a su madre;
estoy a punto de conocer a la madre de mi novio.
No se me escapa lo increíble de esta idea. Veo a Bryson
de reojo. Incluso su perfil parece esculpido por los
dioses. Estamos sentados tan cerca que nuestros muslos
se tocan. Ambos guardamos silencio, yo de nervios y
él… no sé. ¿Le preocupa que su mamá sepa lo nuestro?
Esa idea me recuerda a mi propia madre y el caos que
me espera en casa.
Suspiro. Quisiera que este día durara para siempre y
no tener que volver a casa.
—No hay presiones —me dice Bryson y me sonríe—.
Puedes estar tranquilo.
—¿Se lo vas a decir? —pregunto.
Bryson se encoge de hombros.
—No sé. —Se muerde el labio y pasa una mano por su
cabello—. Esto de salir del clóset es algo muy extraño.
—Ni me digas —resoplo.
Crystal está echada sobre
sobre el sofá grande de piel. Está
viendo un reality show. La puerta de entrada se abre y la
madre de Bryson entra después de unos cuantos latidos
de pánico en mi pecho.
Es el retrato de la elegancia. Lleva una blusa informal
y jeans deslavados; su cabello pelirrojo está recogido en

un chongo improvisado. Es exactamente la versión


adulta de Crystal. La madre de Bryson sonríe. Me quedo
sin aliento porque es una sonrisa que reconozco; su hijo
tiene exactamente la misma. Es el tipo de sonrisa que
puede hacer que tu corazón se desboque o que
sencillamente deje de latir.
—Hola, todos.
—Mamá, él es Kai —dice Bryson.
—Gusto en conocerla, señora.

—Por favor, llámame Hannah. Mucho gusto, Kai —


responde Hannah.
—¿Cómo estuvo tu viaje, mamá? —pregunta Crystal.
—Bien, hasta que me enteré de que mi hermosa hija se
había lastimado. —Atraviesa la sala hacia Crystal—.
¿Estás bien?
Crystal levanta el pulgar de la mano enyesada.
—Solo es una fractura.
—Pero me obligó a que faltara a la escuela para
cuidarla —agrega Bryson.
—Somos familia, eso es lo que hacemos —expresa
Crystal.
—Debes tener hambre —le dice Bryson a su mamá—.
Voy a preparar algo. Vamos, Kai.
Bryson sale de la habitación y lo sigo a la cocina.
Aunque ya he estado antes ahí, la opulencia me asombra
de nuevo.
—Siéntate —dice Bryson.
Le da un golpecito a un banco y luego enciende el

horno para precalentarlo. Después va al enorme


refrigerador de dos puertas y lo abre. Hurga en el
interior un momento y finalmente saca un montón de
ingredientes, los pone sobre la barra y regresa por más.
Yo lo veo trabajar. Enjuaga las verduras y empieza a
cortarlas.
—¿Qué estás preparando? —pregunto. Me balanceo de
un lado a otro.
—Un suflé de papa con tocino como plato principal,
un poco de verduras y algo dulce para ti.
Le da una palmadita a la wafflera.
—¿Para mí?
—Sí. Dijiste que te gusta lo dulce.
—¿Te acuerdas? —pregunto.
—Claro —responde Bryson—. Siempre te pongo
atención.
Siento que mi rostro empieza a sonrojarse y, para
distraerlo, digo:
—¿Te puedo ayudar con algo?
—Qué lindo. —Lanza una carcajada—. Solo siéntate
ahí y disfruta el espectáculo.
Y eso hago. Nunca pensé que cocinar podría ser sexy,
pero al ver trabajar a Bryson me hace cambiar de
opinión. A juzgar por la felicidad que irradia, es obvio

que le gusta cocinar.


—Quizá esto pueda ser tu nuevo sueño.
—No has probado mi comida. ¿Cómo sabes que es
buena?

Me encojo de hombros.

—Te ves muy feliz; imagino que si esto te hace tan


feliz, entonces debería ser tu nuevo sueño.
—Lo tomaré en cuenta.
Bryson y yo seguimos hablando mientras cocina. Es
natural y fácil, cuando mi vida parece ser todo lo
contrario.
Los huevos se rompen, el tocino crepita y el tiempo
pasa. Muy pronto, la cocina se llena de un aroma que
hace que mi estómago gruña. Bryson debió escucharlo,
porque sonríe.
—Ven, prueba esto —dice—. Son huevos revueltos con
pimiento verde y champiñones.
Sopla la cuchara y la levanta
l evanta entre nosotros. Me inclino
hacia adelante y pruebo. El sabor estalla en mi boca.
Cuando la madre de Bryson entra en la cocina estamos
en esta posición. Apenas nos mira, como si fuera la cosa
más natural del mundo.
—Es muy buen cocinero, ¿verdad? —dice.
Sale con la botella de agua que vino a buscar.
Me aparto, asombrado.
—Creo que lo sabe —murmuro.
Bryson observa mi boca. Extiende el brazo y limpia un
pedacito de huevo. Siento su pulgar que baila sobre mi
labio superior y me quedo paralizado. Más tarde
recordaré este momento y lo volveré a vivir con detalle,
pero ahora solamente estoy bloqueado.
Hannah vuelve a entrar a la cocina. Como la

respiración contenida, todo se detiene. La madre de


Bryson nos mira, toma una manzana del frutero y vuelve
a salir.
—Sin duda lo sabe —asegura Bryson.
Suspira, pero no con miedo ni tristeza. Es un simple
«ni hablar». Se inclina, me da un besito en la boca y
empieza a revolver la mezcla de nuevo.
No puedo evitar sentir envidia y pensar en lo
diferentes que son nuestras situaciones. La familia de

Bryson
con el ni siquierade
desastre parpadea
anoche,ante
melosiento
nuestro.
muyComparado
extraño.
Suspiro. ¿Por qué mis padres no pueden ser tan
relajados?
—No tienes permiso de pensar nada malo hoy —dice
Bryson. Me da un empujoncito con la cadera—. Trata de
olvidarlo por un rato.
Exhalo y saco los malos pensamientos. Bryson tiene
razón. Hoy solo quiero estar tranquilo y disfrutar. Solo
quiero gozar un día antes de enfrentar la tormenta.
Regreso a mi banco y veo cómo Bryson hace la mezcla
para los waffles. Cuando termina, lo ayudo a poner la
mesa. Llevamos el suflé recién horneado, los huevos
revueltos y los waffles con crema batida, lo único que se
compró en una tienda. Muy pronto, todos estamos
sentados y listos para comer.
—Se ve muy bueno —digo.
—Si hubiera tenido más tiempo, quizá hubiera
planeado el menú.
Me lanza una sonrisa con labios apretados. ¿Está
nervioso de que pruebe su comida?

—Las habilidades de mi hermano pueden pagar las


deudas —opina Crystal mientras se sirve—. Es muy
bueno.
—Gracias por la comida, hijo —dice la madre de
Bryson y empieza a comer.
Doy el primer bocado y lo saboreo.
—¿Qué tal está? —me pregunta Bryson.
—Muy bueno.
—¿En serio? Me alegra que te guste.
La sonrisa de Bryson se ensancha. Ahora veo el
hoyuelo que se ha convertido en una de las cosas que
más me gustan de él. Yo también le sonrío.
—Es tan adorable que podría morir —bromea Crystal.
Había dejado de comer y nos miraba.
—Crystal, compórtate —dice Hannah.
Corta un bocado y se lo lleva a la boca.
—Sí, Crystal, compórtate —repite Bryson.
La madre de Bryson dirige su atención hacia mí.
—¿Qué hacen tus padres, Kai?
—Mamá tiene una empresa de contabilidad y mi papá
trabaja en tecnología de la información.
La conversación sigue a partir de ahí y cada vez me
siento más relajado y abierto. Comemos, hablamos y yo
olvido. Se siente bien… se siente normal.
—Papá me llamó esta mañana —dice Crystal.
Todo el mundo se tensa.

—Crystal.

—Está bien, mamá. Kai sabe.


Bryson me sonríe.
—Me parecía ridículo que mi madrastra fuera dos años
mayor que yo. Pero ahora está embarazada. Tendré
veinticuatro años más que el bebé. —Crystal sacude la
cabeza—. ¿Eso tiene sentido?
—Supongo que por eso está tratando de comprarnos.
—Yo ya le eché un ojo a una bolsa Louis Vuitton —
dice Crystal—. Si quiere comprar mi amor, es
bienvenido, muchas
muchas gracias.
—Crystal, por favor.
—Estoy bromeando, mamá —explica Crystal. Pero
niega con la cabeza hacia mí mientras lo dice.
Hannah suspira, pero sus labios también dibujan una
sonrisa.

—Ah, ¿le avisaste a tus profesores sobre el accidente?


—pregunta Hannah.
—Sí. Estoy segura de que el profesor Bartley estuvo
más que encantado al saber que no estaría ahí para
hacerle preguntas.
—Crystal estudia en la UCLA —murmura Bryson a mi
oído—. Y el profesor Bartley es su archinémesis.
—Me es imposible explicar cuánto odio a ese hombre
—dice Crystal—. Tan solo pensar en él me da dolor de
cabeza.
—¿Qué estudias?
—Psicología.

—Por ahora —agrega Bryson. Voltea a verme—. Ha


cambiado de carrera varias veces.
Crystal nos mira y su expresión es absolutamente
seria.
—Bryson, acabo de conocer a Kai. No hagas que tenga
una mala idea de mí. Esas impresiones son importantes.
¿Cómo podría verlo a la cara en el Día de Acción de
Gracias o en Navidad?
Sus palabras me hacen sonrojar.

—Oh-Dios-mío —exclama Crystal—. Esto sí es lo más


encantador.
Bryson sonríe.
—¿Verdad que sí?
—Kai, por favor, disculpa a mis hijos.
—No somos tan malos, mamá —dice Bryson.
—Somos prácticamente unos angelitos —agrega
Crystal.
—Lo que sea que les ayude a dormir tranquilos —
apunta la madre de Bryson y pone sus cubiertos sobre el
plato.
Al final del almuerzo, Bryson dice:
—Como yo cociné, Crystal tiene que lavar los platos.
—Bryson sonríe de tal manera que me da a entender que
realmente está disfrutando este momento—. Es lo justo.
—Tengo literalmente un yeso en el brazo. ¿Quieres
que los limpie con la lengua? —le pregunta Crystal a su
hermano.
—Yo los lavo —intervengo.
—intervengo.

—Okey, yo te ayudo —dice Crystal. Se levanta y mira


a su hermano—. Prepárate para que las orejas te zumben
porque vamos a hablar mucho de ti. —Luego me mira—:
Vamos, Kai.
Me pongo de pie y sigo a Crystal a la cocina.
27
—Entonces, ¿dónde se conocieron?
Crystal echa con torpeza los restos de comida en la
basura. Yo le ofrecí hacerlo, pero se las está arreglando.
—Quiero decir, sé que van a la misma escuela, pero
¿cómo empezaron a salir? —continúa.
—Yo le pedí que saliéramos juntos.

Es latanhermana
con extraño de
hablar de esto
Bryson. Es abiertamente,
raro, pero no sobre todo
incómodo
porque me doy cuenta de que sí tiene curiosidad sin
intenciones o motivos ocultos ni juicios.
—¿Y dijo que sí?
—Bueno, es parte de su apuesta. —Mientras hablamos,
lavo un plato—. Sí sabes lo de la apuesta de Bryson
Keller, ¿verdad?

Crystal lanza un gemido y pone los ojos en blanco.


—Dustin me lo contó cuando pasó. Incluso hice clic en
el hashtag unas veces. —Sacude la cabeza—. Es bueno
saber que la Academia Fairvale no cambia. Y no me
sorprende en lo más mínimo que Bryson sea el centro de
algo tan absurdo.
—Yo no me quejo de la apuesta
apuesta —admito.
Nunca lo haría. Fue gracias a eso que todo empezó con
Bryson. Yo no estaría aquí sin ella.
Crystal se estremece.
—Me pones la piel de gallina. —Crystal me mira—. Te
traen cacheteando la banqueta. —Me pasa un plato, lo

lavo y lo pongo en el escurridor—. ¿Ustedes, chicos,


siguen diciendo «cachetear la banqueta»? Todo cambia
tan rápido estos días que es difícil estar actualizado.
—No eres tan vieja. ¿Por qué actúas como si lo fueras?
Crystal y yo volteamos y vemos a Bryson de pie en la
puerta de la cocina.
—Es de mala educación escuchar a escondidas —dice
Crystal—. Entonces, ¿ya acabó la apuesta? —Mira a
Bryson y luego a mí—. ¿Perdió?

—Sí —afirmamos ambos al mismo tiempo.


Crystal se lleva la mano al pecho.
—Oh, el drama… el escándalo… el romance.
Se lleva el dorso de la mano a la frente y finge
desmayarse.
—Eres insufrible —le dice Bryson. Luego me mira—.
Si ya terminaste, me gustaría llevarme a mi novio.

El calor se extiende desde mi cuello hacia la cara.


—¿Adónde vamos?
—Ninguna comida está completa sin postre —dice
Bryson.
—Tráiganme algo rico —grita Crystal cuando salimos
de la cocina.
—No, cómpratelo tú.

—¡Grosero!
con —responde
un ojo abierto Crystal—. Más te vale dormir
esta noche.
Me río. La relación entre Bryson y Crystal es
sorprendente. No sé por qué, pero lo es. Quizá es que

nunca pensé que Bryson Keller fuera tan cercano a su


hermana. Sencillamente no parecía del tipo. No sé qué
me hizo juzgarlo así, pero me alegra haber podido
presenciar esto. Me alegra haber tenido esta ventana a la
vida de Bryson.
—¿Por qué sonríes? —pregunta Bryson de camino al
Jeep.
—Solo pensaba.
—¿En qué?

—En ti.
Bryson se detiene y yo también.
—¿Qué pasa? —pregunto.
—No puedes decir cosas así —responde Bryson. El
miedo se empieza a apoderar de mí, quizá hice algo
malo—. Vas a hacer que me enamore de ti más de lo que
ya estoy.

Lanzo un suspiro de alivio y sonrío.


Subimos al Jeep. Pasamos a cargar gasolina y después
Bryson se dirige a una famosa heladería del pueblo.
Como es domingo en la tarde, Swirl It Up está lleno de
familias. Siento una punzada en el pecho al ver a todas
esas familias felices. Antes, con frecuencia venía aquí con
la mía, los domingos después de la iglesia.
—¿Qué vas a pedir?

La aterrizar
hace preguntaendeelBryson meLasaca
presente. deque
chica mi está
pasado
en lay caja
me
levanta la vista y sus ojos se fijan en Bryson. No aparta la
mirada. La entiendo, porque a veces yo también me
sorprendo mirando fijamente a Bryson Keller.

—Voy a querer el mora-mora deliciosa, tres bolas —


digo.
—Y yo el megachoco —dice Bryson.
Su hoyuelo es evidente. Es evidente que le gusta la
idea de comerse tres bolas grandes de chocolate.
Esperamos nuestro pedido y luego regresamos al Jeep.
Bryson maneja hacia Melody Beach.
—Odio que Dustin haya arruinado este lugar —
comenta Bryson.
—Lo bueno supera a lo malo —respondo y abro la
puerta—. Vamos.
Caminamos hacia la playa y nos sentamos uno al lado
del otro. Comemos el helado en silencio; ambos estamos
satisfechos con solo estar juntos.
—¿Sabes? No tengo ninguna foto de mi novio —dice
Bryson después de un momento.

—No dejas de decir eso —respondo—. Novio.


—¿Por qué? —pregunta Bryson— ¿No te gusta?
—No —digo—. Me gusta mucho, muchísimo.
—Qué bueno. —Bryson sonríe y se acerca a mí—.
Novio… novio… novio.
Hace énfasis en cada palabra con un beso en mi
mejilla. Pero, en el último, giro la cabeza para encontrar
sus labios.
—A mí también me gusta mucho, mucho, mucho mi
novio —digo.
—A él también le gustas mucho, mucho, mucho.

Nos besamos.

Cuando nos alejamos, ambos estamos sin aliento.


Bryson saca su teléfono.
—Lo decía en serio. Quiero tener fotos tuyas.
Bryson abre la cámara y se recarga sobre mí para la
pose. Tomamos algunas selfis sonriendo y haciendo
caras chistosas. Luego se inclina y me besa en la mejilla.
Toma una foto en esta posición. Es casi la imagen exacta
de la que nos tomamos antes, en la cabina de fotos. La
que mi mamá destruyó.
—Esta no la pueden destruir —asegura Bryson
examinándola.
Como si me hubiera leído la mente. Lo miro y me
pregunto cómo es posible que tuviera tanta suerte. De
qué manera se alinearon las estrellas de manera tan
perfecta y me llevaron hasta este momento. Pero no me
lo pregunto demasiado. Sencillamente lo acepto.
—Mándamelas.
—Así lo haré.
Durante un momento, Bryson recorre las fotografías
que tomó de nosotros. Luego vuelve a abrir la cámara.
Toma mi mano y entrelazamos los dedos. Él las alza
hacia el cielo con la puesta de sol como fondo. Toma la
foto. Observo cómo la ajusta para fondo de pantalla.
—Eres lo máximo —digo.
Bryson sonríe.
—Soy romántico. Es diferente.
—Ajá.

Nos quedamos sentados mirando cómo se pone el sol


en nuestro pedacito de mundo. Tanto Bryson como yo
sabemos qué va a suceder después. Esto solo ha sido una
breve prórroga. Ha sido perfecto, por supuesto, pero la
perfección tiene la mala costumbre de no durar mucho.
La mayoría de las veces es solo una ilusión, no la
realidad.
—Creo que ya deberíamos irnos —dice Bryson.
Su voz es suave y tranquilizadora.

—Lo sé.
Suspiro. Temo lo que me espera al llegar a casa.
Bryson se pone de pie y se sacude la arena de los
shorts. Me ofrece la mano y me ayuda a levantarme.
Pero no la suelta; en su lugar, se inclina hasta que
nuestras frentes se tocan.
—¿Quieres que te acompañe? —pregunta—. Puedo
hacerlo.
—Creo que debo hacerlo solo —respondo.
Si corriera algún peligro físico le hubiera dicho que sí.
Sé que lo que me espera en casa no son golpes ni abuso
físico; es decepción, palabras dictadas por la religión y
teñidas de prejuicio.
Bryson me lleva al Jeep y emprendemos el camino.
Llegamos muy rápido a mi casa. Me quedo sentado, sin
moverme, con la vista fija en la casa. El coche de mamá y
el de papá están frente al garaje; eso significa que todos
están ahí. Es domingo en la tarde, claro que ahí están.
Me pregunto si fueron a la iglesia como normalmente
hacen. ¿Habrán ido y rezado para que se me quitara lo
gay?

Bryson toma mi mano, la lleva a sus labios y la besa.

—Me gustaría poder hacer más —dice.


No puede. Es ahora o nunca. Toco la manija de la
puerta.
—Háblame si me necesitas —agrega Bryson cuando
abro la puerta.
—Lo haré.
Salgo del Jeep y pongo los pies en la realidad.

—Gracias por hoy —digo—. Y por anoche.


—Cuando quieras —responde Bryson.
Me doy cuenta de que habla en serio. Estará ahí si le
llamo, cuando le llame. No tengo a un príncipe azul en
caballo blanco; en su lugar, tengo un príncipe azul en
Jeep blanco.
Me detengo frente a la puerta de entrada y volteo a
verlo. Bryson sigue ahí. De alguna manera esto me hace
sentir un poco más tranquilo; saber que cuento con él,
que no estoy completamente solo.
Me despido con un gesto de la mano y él hace lo
mismo. Luego volteo hacia la puerta que nunca había
temido cruzar como hoy.
Cierro y abro los ojos.
Entro y cierro la puerta a mi espalda.

—Ya llegué —anuncio 28


sin dirigirme a nadie en
particular.
Supongo que es lo correcto. A pesar de todo, son mis
padres y espero que siempre me vayan a amar. Que
siempre les importará mi seguridad.
Me detengo para quitarme los zapatos. Yazz baja
corriendo las escaleras y se abalanza sobre mí. Apenas
puedo evitar que ambos caigamos.
—Si vuelves a preocuparme así de nuevo, yo misma te
mato —dice Yazz. Se aleja para mirarme—. Soy
demasiado joven como para tener canas. Piensa en mi
belleza.
Sonrío.
—Gracias, Yazz. —Ella asiente y me suelta—. ¿Dónde
están todos? —murmullo.
Yazz se encoge de hombros.
—Nunca nuestra casa había sido tan silenciosa.
—Lo siento.
—No es tu culpa.
Tiene razón, pero así lo sien
siento.
to. Subo a mi recámara y
cierro la puerta tras de de mí. Pongo una lista de
reproducción y aprieto el botón de aleatorio. La música
resuena a mi alrededor y me siento en la cama. No era
esto lo que yo quería. No quiero que mi familia esté así
solo porque soy gay.
No estoy seguro de cuánto tiempo me quedé ahí

sentado mirando al vacío; pero al final me levanto y me


cambio de ropa. Mi teléfono se enciende con un mensaje.
Abro el chat de los tres mosqueteros.
󰂿 C ó 󰁭 󰁯  󰁶 󰁡  󰁴 󰁯 󰁤 󰁯 ? , pregunta Donny.
󰂿 E 󰁳 󰁴 á 󰁳  󰁢 󰁩 󰁥 󰁮 ? , agrega Priya.
S í .  P 󰁥 󰁲 󰁯  󰁥 󰁬  󰁳 󰁩 󰁬 󰁥 󰁮 󰁣 󰁩 󰁯  󰁥 󰁳  󰁡 󰁬 󰁡 󰁲 󰁭 󰁡 󰁮 󰁴 󰁥 .

P 󰁯 󰁤 󰁲 í 󰁡 󰁭 󰁯 󰁳  󰁩 󰁲 ,  󰁡 󰁳 í  󰁣 󰁯 󰁭 󰁯  󰁳 󰁩  󰁮 󰁡 󰁤 󰁡 , propone Priya.
S í .  A 󰁬 󰁧 󰁯  󰁡 󰁳 í  󰁣 󰁯 󰁭 󰁯 :  󰂫 A 󰁨 ,  󰁨 󰁯 󰁬 󰁡 ,  󰁶 󰁥 󰁮 󰁩 󰁭 󰁯 󰁳  󰁤 󰁥  󰁶 󰁩 󰁳 󰁩 󰁴 󰁡 .  Q 󰁵 é  󰁢 󰁵 󰁥 󰁮 󰁯  󰁶 󰁥 󰁲 󰁬 󰁯 󰁳 󰂻 .

A 󰁢 󰁳 󰁯 󰁬 󰁵 󰁴 󰁡 󰁭 󰁥 󰁮 󰁴 󰁥  󰁮 󰁯 󰁲 󰁭 󰁡 󰁬 , agrega Donny.
N 󰁯  󰁳 é  󰁳 󰁩  󰁥 󰁳 󰁯  󰁳 󰁥 󰁲 í 󰁡  󰁭 󰁥 󰁪 󰁯 󰁲  󰁯  󰁰 󰁥 󰁯 󰁲 , respondo.
Mi teléfono vibra con una llamada. «Kelly» aparece en
la pantalla. Deslizo el dedo para responder.
—Hola.
—Kai, ¿estás bien?
—No —respondo—. No lo estoy.

—¿Quieres que vaya?


—No, está bien. Estoy bien. En mi recámara.
—¿Qué dijeron tus padres?
—Nada. No los he visto.
Bryson se queda callado.
—¿Estás seguro de que no quieres que vaya?
—Esto es suficiente —le digo—. ¿Podemos quedarnos
así un tiempo?
Así nos quedamos, sin hablar, solo escuchando que el
otro existe. Dejo pasar tres canciones y rompo el silencio.
—Te llamo si pasa algo —digo.

—Okey. Nos vemos mañana.

—Bye.
Colgamos. Alguien llama a mi puerta y Yazz asoma la
cabeza.
—Ya está lista la cena.
—No tengo hambre.
—Aunque fuera cierto, tienes que hacerlo —dice Yazz
—. Nunca te acobardes frente al enemigo.

—¿Enemigo? Son nuestros padres, Yazz.


—En este momento son el enemigo. —Yazz me toma
de la mano y me jala de la cama—. Puedes hacerlo. Decir
lo que tienes que decir. No es sano guardarse las cosas.
—¿Estás segura de que tienes trece años?
—La madurez no tiene nada que ver con la edad. —Me
saca de la recámara y me dirige al baño—. Lávate la cara.
Yazz me espera mientras sigo sus instrucciones. Me
miro en el espejo; mi rostro está pálido y hace que los
moretones se vean más, y mi mirada parece perdida.
Respiro para calmarme, pero no sirve de nada. Al final
me doy por vencido y salgo del baño.
Yazz abre el camino y bajamos las escaleras. Cuando
llegamos a la mesa del comedor, mamá y papá ya están
sentados. Papá me mira, nuestros ojos se encuentran
pero yo desvío la mirada. Mamá mira fijamente su plato.
Juguetea con la cruz de oro que cuelga sobre su pecho.
Estoy a punto de dar media vuelta y correr a mi
habitación, pero Yazz toma mi mano en la suya y me
obliga a sentarme. Ella toma el asiento al lado de mamá

y yo el que habitualmente es de Yazz.

—Demos gracias —comienza Yazz. Extiende la mano y


yo la estrecho. Yazz mira a nuestros padres—: ¿Y bien?
Mamá toma la mano de Yazz y la de papá. Él extiende
la otra mano hacia mí y la tomo. Me la aprieta dos veces.
Levanto la vista, pero sus ojos ya están cerrados. Estoy
seguro de que lo imaginé, pero entonces papá abre los
ojos y asiente levemente.
Yazz empieza a rezar.
—Padre nuestro, estamos reunidos para compartir los
alimentos. Gracias por darnos esta comida y por
permitirnos estar juntos en familia. Bendícenos, Señor, y
bendice las manos que prepararon esta cena…
La oración empieza igual que todas las que decimos
antes de comer, pero luego Yazz la cambia para dar otro
mensaje.
—Y, Dios Padre, ayuda a esta familia. Estamos en una
encrucijada y te pido que nos guíes para que tomemos el
camino correcto, Padre de los cielos. Creaste a Kai a tu
imagen y semejanza, y solo tú puedes juzgarlo, Dios. Te
pido que nos recuerdes a todos este hecho. Padre
celestial, te pido que nos enseñes a todos que el amor es
amor y que una familia no puede llamarse así cuando
existe odio y rechazo —continúa Yazz—. Y, Padre,
ayuda a Kai para que diga lo que necesita decir. Y ayuda
a mis padres para que lo escuchen mientras hace esto tan
valiente y que da tanto miedo. Te pido todo esto en
nombre del todopoderoso Jesús. Amén.
Yazz abre los ojos y mira alrededor.
—Comamos.

Con la mirada empañada, observo a mi hermana. No

estoy
comer.solo
El en esta casa.
sonido Uno
de los a uno, todos
cubiertos empezamos
es todo lo que sea
escucha. Yazz me mira y luego a mis padres. Suspira.
—Kai, ¿nos querías decir algo?
Niego con la cabeza. Papá deja de comer y me mira.
—Di lo que necesites decir, hijo.
Lo miro y él asiente. Agradezco su esfuerzo. Me aclaro
la garganta. Es el momento. Mi voz es solo un murmullo.
—Mamá, papá, temía este momento desde que tenía
diez años. Así de chico era cuando empecé a pensar que
era diferente de los otros niños. No porque sintiera algo
distinto, sino porque todos a mi alrededor insistían que
sería diferente si era gay. Que era un pecador por ser
quien era.
Mi voz se hace ahora más fuerte. Casi sueno como yo
mismo, salvo por las lágrimas que trato de retener.
Pero sabía que no podía cambiar ser gay. Era como
el color de mi piel. Algo que formaba parte de mí y me
hacía quien era. Soy el mismo Kai que conocen y que
aman. Papá, soy el hijo con quien juegas basquetbol y a
quien llevas al peluquero para que se corte el cabello.
Mamá, veo contigo esas comedias románticas y te ayudo
a resolver los crucigramas del periódico. Siempre seré el
Kai Sheridan con quien vivieron todos esos recuerdos.

»Sigo Sí,
certeza. siendo yo. pero
soy gay, Nadasigo
ha siendo
cambiado.
yo. SéEso lo sé
lo que dicecon
la
Biblia, mamá; pero te pido que confíes en mí. Te pido
que tengas fe en tu hijo. No soy diferente solo porque la
sociedad quiere que lo sea. Soy el mismo. Por favor,

mamá, papá, ámenme como siempre lo han hecho. ¿Por

favor?
Mi voz se quiebra en las últimas palabras. Levanto la
mirada; tanto mamá como papá están reteniendo las
lágrimas.
Soy optimista. Por un instante veo la luz al final de
este túnel oscuro y solitario. Pero entonces, mamá se
pone de pie. Sin palabras, sale del comedor.
Papá toma mi mano. Me mira.
—Te amo, Kai —dice. Se levanta y sigue a mamá—.
Voy a hablar con ella.
Yazz y yo nos quedamos sentados, mirándonos. Se
acomoda los lentes.
—Lo hiciste bien, Kai. Ahora les toca a ellos.
Trago el nudo que tengo en la garganta. Levanto mi
plato para llevarlo a la cocina, pero Yazz me detiene.
Vete. Yo hago esto.
Asiento y salgo del comedor. Mientras subo las
escaleras, hago un esfuerzo por aguantar el llanto.
Entro a mi habitación y me echo sobre la cama
bocabajo.
Lloro hasta quedarme dormido.

LUNES
Giro sobre la cama y hago29una mueca de dolor. Mi
cuerpo está adolorido, pero mucho mejor desde que
Bryson puso el ungüento en mis heridas. Apenas abro
los ojos, le mando un mensaje a Bryson.
El hecho de que Bryson esté tan preocupado por mí no
hace más que aumentar los sentimientos que empiezo a
tener por él. Lo que comenzó como una simple atracción

está creciendo
emociona y cambiando
al mismo tiempo. en algo más. Me asusta y me
El chat de los tres mosqueteros se enciende.
󰂿 󰁖 󰁡 󰁳  󰁡  󰁩 󰁲  󰁡  󰁬 󰁡  󰁥 󰁳 󰁣 󰁵 󰁥 󰁬 󰁡  󰁣 󰁯 󰁮  B 󰁲 󰁹 󰁳 󰁯 󰁮  󰁯  󰁱 󰁵 󰁩 󰁥 󰁲 󰁥 󰁳  󰁱 󰁵 󰁥  󰁰 󰁡 󰁳 󰁥  󰁰 󰁯 󰁲  󰁴 󰁩 ? , pregunta
Donny.
B 󰁲 󰁹 󰁳 󰁯 󰁮 .

O 󰁫 󰁥 󰁹 .  N 󰁯 󰁳  󰁶 󰁥 󰁭 󰁯 󰁳  󰁥 󰁮  󰁥 󰁬  󰁥 󰁳 󰁴 󰁡 󰁣 󰁩 󰁯 󰁮 󰁡 󰁭 󰁩 󰁥 󰁮 󰁴 󰁯 .
Atravieso
cabeza, minadie
no hay recámara y abro lapiso.
en el segundo puerta. Asomo
Abajo, la
escucho
el ruido que hacen mamá y papá, pero no están
hablando. Parece que la casa sigue bajo el hechizo del
silencio.
Me apresuro al baño y me meto a la regadera; luego
me lavo los dientes y me rasuro. De regreso a mi cuarto,
empiezo a vestirme. Me sobra
sobra tiempo, si tomo en cuenta
cuánto estoy evitando ir a la cocina.
Finalmente dan las siete. Tomo mis cosas y me dirijo
directo a la puerta.
—Ya me voy —grito, de nuevo sin dirigirme a nadie
en particular.

Abro la puerta y Bryson está ahí parado con el dedo

levantado y listo para tocar el timbre.


—¿Qué haces? —le pregunto mientras cierro la puerta
a mi espalda.
—Estaba preocupado —dice Bryson. Me toma de los
hombros—. ¿Estás bien? ¿Qué pasó?
La puerta se abre de par en par y Yazz sale. Está
vestida para la escuela. Va a la misma secundaria
pública a la que yo fui, así que no usa uniforme. Debo
estar soñando
a la escuela tanporque Yazz nunca ha estado lista para ir
temprano.
—Hola —saluda Yazz—. ¿Podrían llevarme a la
escuela?
—¿Qué estás haciendo? —pregunto—. Mamá es la que
te lleva.
Yazz mira a Bryson, luego a mí y después a sus manos
sobre mis hombros.
—Estoy protestando —responde.
—¿Qué?
—No me gusta la mierda de esta casa y me niego a ser
parte de ella.
—Esa boquita… —digo.
Pero en realidad no pretendo regañarla porque mi
corazón se derrite.
Bryson levanta la mano y Yazz choca su palma.
—Eres oficialmente mi heroína, Yasmine —dice.
—Llámame Yazz, y ¿supongo que es un sí para
llevarme?

—Es un sí a lo que tú quieras —responde Bryson.

Me deja ahí parado y sigue a mi hermana. El repentino


giro de las cosas me hace parpadear.
—¿Qué haces, Kai? —grita Yazz.
—Sí, Kai, ¿qué haces? —repite Bryson.
Bryson ayuda a Yazz a que suba al asiento trasero del
Jeep y luego me mira. Arquea una ceja como si
preguntara: «¿Y bien?».
—¿Le dijiste a mamá que te vamos a llevar a la
escuela? —pregunto al subirme al Jeep.
—Dejé un recado furioso —responde.
Bryson y yo nos miramos. Él no puede evitar sonreír,
yo tampoco.
—Vamos a desayunar —dice Bryson, con lo que se
gana las porras de Yazz.
Nos dirigimos al Glenda y dejamos que Yazz pida lo
que quiera.
Después del desayuno, dejamos a Yazz en la escuela y
nos apresuramos a llegar a la Academia Fairvale. El
desvío imprevisto nos hace llegar más tarde que de
costumbre, pero ni él ni yo nos quejamos. No hemos
dejado de sonreír.
—Tu hermana es impresionante —señala Bryson.
Toma mi mano y ahí planta un tierno beso.
—Siempre he dicho que podría gobernar al mundo si
quisiera.
Con los diez minutos que nos quedan antes de
empezar el día, entramos al estacionamiento. Bryson

estaciona el Jeep y baja. Veo a Shannon, alejada de la

multitud,
coche, a ennosotros.
las escaleras principales. Está
Es sorprendente quemirando
no estéal
esperando a Bryson. Por todo lo que hizo la semana
pasada, pensé que sería la primera en pedirle que saliera
con ella. Antes de poder hacerme más preguntas, Priya y
Donny llegan apresurados a donde estoy.
—¿Estás seguro de que estás bien? —pregunta Priya.
—Dios. Tu cara.

—Está mucho mejor que antes —le digo a Donny.


—Hola, Bryson —saluda Priya.
Bryson saluda con la mano.
—Hola, Priyanka, Donny.
—Puedes llamarme Priya.
—Qué, ¿en serio? —Bryson sonríe—. Bueno, los dejo
hablar. Luego nos vemos, Priya, Donny —dice—. Nos
vemos en Teatro, Kai.
Bryson no llega muy lejos: pronto está rodeado de
chicas. Vemos a Louise Keaton que se pone frente a él.
Su expresión es determinación pura.
—¡Sal conmigo, Bryson Keller! —exclama.
Bryson la mira y luego a mí.
—Perdón, pero ya estoy saliendo con alguien.

—¡Qué! ¿Quién? —pregunta Louise.


Examina a las chicas que están detrás de ella, en busca
de algún indicio de satisfacción vanidosa. Al ver los
rostros consternados, voltea a ver a Bryson.

—Yo fui la primera —dice Louise—. Así que

quienquiera
que llegaras aque te hayaEso
la escuela. pedido
no essalir,
justo.lo hizo antes de
Bryson se encoge de hombros.
—La verdad es que nadie me lo ha pedido hoy.
—Entonces, ¿de qué hablas? —Louise se dirige a
nosotros—: Kai, ¿sabes de qué está hablando?
Parece que la oportunidad de salir con Bryson Keller
es suficiente para que mi exnovia olvide que prometió
no volver a hablarme nunca.
—Mmm, no.
Quizá algún día, pronto, seré capaz de responderle
honestamente; por ahora miento.
—Entonces, ¿qué pasa? —le pregunta a Bryson.
—Que toda esta apuesta ya terminó —dice Bryson—.
Dile a tanta gente como puedas. Perdí. Después de las
vacaciones de primavera voy a tomar el autobús.
Le lanza una mirada triste a su Jeep, pero sonríe al
verme.
—¡Terminó! ¿Qué quieres decir con que terminó? —
pregunta Louise.
Su rostro es una máscara de terror; como si no pudiera
creer lo que está pasando.
Todo esto me está dando dolor de cabeza. Volteo a ver
a mis amigos.
—Vamos a entrar.
De camino hacia el edificio escolar, Priya se detiene de
pronto.

—Esa perra.

Donny y yo nos paramos y volteamos a ver a Priya;


sus ojos están sobre su teléfono. Nos ponemos cada uno
a un lado de ella. Priya tiene en la mano la última
publicación del Fairvale Academy Herald.
El titular dice:
C A S O D E C L Ó S E T : L O Q U E S I G N I F I C A S E R

U N A D O L E S C E N T E G A Y E N N U E S T R O S D Í A S .

󰂫 N o  󰁳 a b e 󰁳  n a d a 󰂻 ,  m e  d i j o  󰁵 n a  󰁶 e 󰁺 .  Y  e n  m i

i n 󰁶 e 󰁳 󰁴 i g a c i ó n  m e  d i  c 󰁵 e n 󰁴 a  d e  󰁱 󰁵 e  󰁳 󰁵 󰁳  󰁰 a l a b 󰁲 a 󰁳  e 󰁲 a n

󰁶 e 󰁲 d a d .  N o  󰁳 é  n a d a ,  n a d a  d e  é l  n i  d e  l a  󰁳 i 󰁴 󰁵 a c i ó n  󰁱 󰁵 e

e n f 󰁲 e n 󰁴 a .  P a 󰁲 a  l a  m a 󰁹 o 󰁲 í a  d e  n o 󰁳 o 󰁴 󰁲 o 󰁳 ,  󰁳 a l i 󰁲  d e l  c l ó 󰁳 e 󰁴

e 󰁳  󰁵 n a  n o c i ó n  a b 󰁳 󰁴 󰁲 a c 󰁴 a ,  󰁰 e 󰁲 o  󰁰 a 󰁲 a  a l g 󰁵 n o 󰁳  e 󰁳  󰁵 n

m o m e n 󰁴 o  d e  󰁶 i d a  o  m 󰁵 e 󰁲 󰁴 e .  L o  󰁱 󰁵 e  l o 󰁳  d e  n e .  Y  e n

󰁰 󰁲 e 󰁰 a 󰁲 a 󰁴 o 󰁲 i a ,  d o n d e  l a 󰁳  e 󰁴 i 󰁱 󰁵 e 󰁴 a 󰁳  󰁳 o n  m o n e d a

c o 󰁲 󰁲 i e n 󰁴 e  󰁹  󰁴 o d o 󰁳  󰁱 󰁵 e 󰁲 e m o 󰁳  󰁰 o n e 󰁲  a  l o 󰁳  d e m á 󰁳  e n  󰁵 n a

c a j a ,  l o 󰁳  a d o l e 󰁳 c e n 󰁴 e 󰁳  g a 󰁹 󰁳  󰁳 e  󰁶 e n  o b l i g a d o 󰁳  a
c o n f o 󰁲 m a 󰁲 󰁳 e  c o n  l o  󰁱 󰁵 e  l a  󰁳 o c i e d a d  c o n 󰁳 i d e 󰁲 a  l a

n o 󰁲 m a .

Recorro rápidamente el resto del artículo, pero mis ojos


se detienen en algunos párrafos al final.
E 󰁲 i c  F e 󰁲 g 󰁵 󰁳 o n ,  f 󰁵 n d a d o 󰁲  d e l  c l 󰁵 b  L G B T Q  d e  l a  A c a d e m i a

F a i 󰁲 󰁶 a l e ,  h a b l ó  a 󰁳 í  c 󰁵 a n d o  l e  󰁰 󰁲 e g 󰁵 n 󰁴 é  l o  󰁱 󰁵 e  󰁳 i g n i  c a

󰁳 e 󰁲  g a 󰁹  h o 󰁹 ,  a  e 󰁳 󰁴 a  e d a d :  󰂫 M e  m o l e 󰁳 󰁴 a  󰁱 󰁵 e  a ú n

󰁴 e n g a m o 󰁳  l a  n e c e 󰁳 i d a d  d e  󰁳 a l i 󰁲  d e l  c l ó 󰁳 e 󰁴 ;  n o ,  m e

e n f 󰁵 󰁲 e c e .  L a 󰁳  󰁰 e 󰁲 󰁳 o n a 󰁳  h e 󰁴 e 󰁲 o 󰁳 e 󰁸 󰁵 a l e 󰁳  n o  󰁴 i e n e n  e 󰁳 󰁴 e

m i e d o .  S o n  l i b 󰁲 e 󰁳  d e  a m a 󰁲  󰁹  󰁳 e 󰁲  󰁱 󰁵 i e n e 󰁳  󰁳 o n .  N o 󰁳 o 󰁴 󰁲 o 󰁳 ,

e n  c a m b i o ,  n o 󰁳  󰁶 e m o 󰁳  o b l i g a d o 󰁳  a  󰁰 e 󰁲 m a n e c e 󰁲  e n  l a 󰁳

󰁳 o m b 󰁲 a 󰁳 ,  󰁹  c 󰁵 a n d o  󰁳 a l i m o 󰁳  a  l a  l 󰁵 󰁺 ,  n o 󰁳  e 󰁶 i 󰁴 a n  󰁰 o 󰁲

h a c e 󰁲 l o .  S í ,  h e m o 󰁳  a 󰁶 a n 󰁺 a d o  m 󰁵 c h o ,  󰁰 e 󰁲 o  󰁴 o d a 󰁶 í a  f a l 󰁴 a

b a 󰁳 󰁴 a n 󰁴 e  h a 󰁳 󰁴 a  󰁱 󰁵 e  󰁲 e a l m e n 󰁴 e  n o 󰁳  󰁴 󰁲 a 󰁴 e n  c o m o  a

i g 󰁵 a l e 󰁳 󰂻 .

N o  h a b í a  󰁰 e n 󰁳 a d o  e n  e 󰁳 󰁴 o .  P e 󰁲 o  l a 󰁳  󰁰 a l a b 󰁲 a 󰁳  d e  E 󰁲 i c

e 󰁳 󰁴 á n  󰁲 e 󰁳 󰁰 a l d a d a 󰁳  󰁰 o 󰁲  e l  h e c h o  d e  󰁱 󰁵 e  e l  󰁰 e 󰁲 󰁳 o n a j e  d e

e 󰁳 󰁴 e  a 󰁲 󰁴 í c 󰁵 l o  h a  󰁴 e n i d o  󰁱 󰁵 e  e 󰁳 c o n d e 󰁲 󰁳 e  󰁹  m a n 󰁴 e n e 󰁲 󰁳 e

e n  l a 󰁳  󰁳 o m b 󰁲 a 󰁳 ,  󰁹  󰁳 o l o  󰁰 󰁵 e d e  󰁳 e 󰁲  é l  m i 󰁳 m o  c 󰁵 a n d o  e 󰁳 󰁴 á

e n  󰁵 n a  c i 󰁵 d a d  d i f e 󰁲 e n 󰁴 e ,  l e j o 󰁳  d e  l a  󰁰 󰁲 e 󰁰 a 󰁲 a 󰁴 o 󰁲 i a .

Siguen dos fotografías. La primera es mía, haciendo fila


en el concierto de The Graces. Al fondo hay un grupo de
hombres que se muestran cariñosos. No parecen ser
desconocidos, parece que son un grupo del que yo
formo parte. Debieron tomarla mientras esperaba a
Bryson. Una imagen vale más que mil palabras, y esta
cuenta su propia historia.
P a 󰁲 a  󰁱 󰁵 i e n e 󰁳  e 󰁳 󰁴 á n  e n  e l  c l ó 󰁳 e 󰁴 ,  󰁴 o d o  e 󰁳  c 󰁵 e 󰁳 󰁴 i ó n  d e

e 󰁳 c o n d e 󰁲 󰁳 e ,  d e  m a n 󰁴 e n e 󰁲  l a  f a c h a d a  d e  󰁱 󰁵 e  󰁳 o n

n o 󰁲 m a l e 󰁳 󲀦  P e 󰁲 o  󰂿 󰁱 󰁵 é  󰁳 i g n i  c a  n o 󰁲 m a l ?  󰂿 Q 󰁵 i é n  l o
d e c i d i ó ?  Y  󰂿 󰁰 o 󰁲  󰁱 󰁵 é  e 󰁸 i 󰁳 󰁴 e n  a d o l e 󰁳 c e n 󰁴 e 󰁳  g a 󰁹 󰁳  󰁱 󰁵 e

󰁳 i g 󰁵 e n  󰁳 i e n d o  f o 󰁲 󰁺 a d o 󰁳  a  g 󰁵 a 󰁲 d a 󰁲  󰁳 e c 󰁲 e 󰁴 o 󰁳  󰁹  l l e 󰁶 a 󰁲  󰁵 n a

d o b l e  󰁶 i d a ?

En la segunda foto estoy yo, besando a alguien que


claramente es un chico. Es la foto que tomó Dustin, pero
retocaron la imagen de Bryson y la hicieron borrosa. Yo
soy el único espectáculo a los ojos del mundo.
C 󰁵 a l 󰁱 󰁵 i e 󰁲  󰁲 e l a c i ó n  󰁱 󰁵 e  󰁳 e  d é  󰁴 i e n e  󰁱 󰁵 e  󰁳 󰁵 c e d e 󰁲  a  l a  l 󰁵 󰁺

d e l  d í a ,  c o m o  d i c e  E 󰁲 i c  F e 󰁲 g 󰁵 󰁳 o n ,  o  d e b e  m a n 󰁴 e n e 󰁲 󰁳 e

e n  l a 󰁳  󰁳 o m b 󰁲 a 󰁳 ;  󰁲 e 󰁵 n i o n e 󰁳  e n  l 󰁵 g a 󰁲 e 󰁳  a 󰁰 a 󰁲 󰁴 a d o 󰁳 .  E 󰁳

i n j 󰁵 󰁳 󰁴 o ;  󰁹  a n 󰁴 e 󰁳  d e  e 󰁳 c 󰁲 i b i 󰁲  e 󰁳 󰁴 e  a 󰁲 󰁴 í c 󰁵 l o  n o  m e  h a b í a

d a d o  c 󰁵 e n 󰁴 a  d e  󰁱 󰁵 e  f 󰁵 e 󰁲 a  󰁴 a n  m a l o .  A h o 󰁲 a  󰁰 󰁵 e d o  󰁶 e 󰁲

󰁱 󰁵 e  a ú n  n o 󰁳  f a l 󰁴 a  m 󰁵 c h o  󰁰 o 󰁲  h a c e 󰁲 .

󰂫 N o  l o  󰁳 é ,  󰁱 󰁵 i 󰁺 á  󰁳 i  󰁶 i e 󰁲 a 󰁳  m á 󰁳  a l l á  󰁳 a b 󰁲 í a 󰁳  󰁱 󰁵 i é n  󰁳 o 󰁹

󰁲 e a l m e n 󰁴 e 󰂻 ,  m e  d i j o  e n  l o  󰁱 󰁵 e  󰁰 a 󰁲 e c í a  󰁵 n a  󰁳 ú 󰁰 l i c a

d e 󰁳 e 󰁳 󰁰 e 󰁲 a d a .  E 󰁲 a  󰁵 n a  󰁶 e 󰁲 d a d  󰁴 a n  e 󰁳 󰁴 󰁲 i d e n 󰁴 e  󰁱 󰁵 e  n o

󰁰 o d í a  i g n o 󰁲 a 󰁲 l a .  E n 󰁴 o n c e 󰁳 ,  󰁱 󰁵 i e 󰁲 o  󰁱 󰁵 e  󰁳 e 󰁰 a 󰁳  󰁱 󰁵 e  󰁴 e

󰁶 e m o 󰁳 ,  K a i  S h e 󰁲 i d a n .  T e  a 󰁰 o 󰁹 a m o 󰁳 .  V i 󰁶 e  󰁴 󰁵  󰁶 e 󰁲 d a d .

Las palabras empiezan a desvanecerse. Mi rostro está


encendido. El sonido de la sangre borbotea en mis oídos.
Todo el mundo en el estacionamiento voltea a verme.
Después comienzan los murmullos.
Estoy insensible.
No siento nada.
No escucho nada.
Donny me sostiene de pie. Estoy seguro de que sin su
ayuda me hubiera desplomado.
El secreto que me he esforzado tanto en proteger está a
la vista de todos.
Se supone que salir del clóset debería ser una elección.
No debería ser así.
Nunca así.

30
Mi estupor no dura mucho tiempo. Muy pronto me
invade una rabia pura, concentrada. Nunca había tenido
sentimientos tan fuertes como para decir que odio a
alguien, pero estoy absolutamente seguro de que lo que
siento por Dustin y Shannon en este momento es odio,
del que llega hasta la médula.
Si estuvieran atrapados en un edificio en llamas,
dudaría en salvarlos.
Pero al final lo haría, porque no soy un maldito
monstruo. Con este artículo, es evidente que tanto
Shannon como Dustin lo son. Incendiaron mi casa
mientras yo estaba encerrado en el clóset.
—Kai, ¿estás bien? —pregunta Priya.
No puedo hablar.
—¿Adónde va Bryson? —pregunta Donny—. Parece
que va a matar a alguien.
Volteo a ver a Bryson; entra hecho una furia en el
edificio de la escuela. Suena la campana de inicio de
clases.
—Deberíamos irnos de aquí —sugiere Priya.
—Sí, vámonos —dice Don
Donny.
ny. Saca las llaves de su
coche.

—No.
Empiezo a caminar hacia la asamblea. No voy a correr,
aunque eso sea lo que quiero hacer. No he hecho nada
malo. No dejaré que Shannon y Dustin ganen. Voy hacia
el auditorio. Hago mi mejor esfuerzo para ignorar las

miradas inquisitivas y los murmullos agitados.


Pasan los quince minutos de anuncios, pero yo me
concentro en cada palabra que dice el director. Ignoro a
todos a mi alrededor, que no dejan de murmurar sobre
el artículo… sobre mí. Donny y Priya no se separan de
mi lado. Son mi escudo. Les agradezco con una leve
sonrisa. Es todo lo que puedo permitirme ahora: una
muestra de mi aprecio.
Suena la campana y todos salen del auditorio.

Permanezco condelaTeatro.
empiece la clase cabeza agachada
Siento y las
el peso de espero que
miradas.
Hace que se me pongan los pelos de punta. Me sonrojo.
No porque me sienta avergonzado por ser gay, sino
porque odio la atención. Odio que la persona que soy y a
quien amo sea ahora el último chisme de la Academia
Fairvale. No debería publicarse en la primera plana del
periódico. Que yo sea gay no es noticia. ¿En qué diablos
pensaba Shannon?
Me levanto y voy a sentarme lejos de todos los demás.
Saco el guion de mi mochila y miro fijamente una página
al azar hasta que la señora Henning llega justo antes de
que suene la campana.
—Buen día a vuestras mercedes, actores dramáticos. —
Observa a la clase y se detiene en el centro del escenario
—. ¿Dónde están sus guiones? ¿Por qué están tan
distraídos hoy? —La señora Henning aplaude—. Por
favor, todos, trabajen conmigo. —Suspira y abre su
guion—. ¿Asignamos los papeles de hoy?
«Yo no, yo no, yo no…», es mi mantra. Quizá incluso
una plegaria. Cada papel que asigna y no lleva mi
nombre es una bendición. Puedo respirar.

—Ahora, ¿para el papel de Julieta?


La señora Henning levanta la vista de su guion en
busca de un voluntario entre el mar de alumnos.
—¿Sí, Isaac? —pregunta al ver la mano levantada—.
¿Te gustaría leer?
—No —responde Isaac—. Pero creo que Kai quiere.
Me parece que sería perfecto para el papel.
Me sorprendo al escuchar mi nombre. Y me duele más
porque es él quien lo dice. Ahí empiezan las risitas.
—¿Qué es tan divertido? —pregunta la señora
Henning—. Los papeles femeninos con frecuencia los
actúan hombres. Kai, ¿te gustaría?
Que no entienda nada solo empeora las cosas. Su
pregunta es otro golpe a mi corazón. No puedo pensar.
No puedo hablar. No puedo respirar.
Todos me miran, todos me juzgan. Quiero que me
trague la tierra. No quiero nada más que salir corriendo
de aquí y nunca volver. Trago saliva y me inclino hacia
adelante. ¿Lo hago? ¿Les doy a todos la satisfacción de
actuar a la Julieta que ellos quieren? ¿O debería
ignorarlos?
—Yo lo haré.
Igual que el lunes pasado, Bryson entra tarde a la clase.
Su voz es alta y clara. Todo el mundo lo observa
conforme avanza hacia el escenario. Yo no. No puedo.
—Llega tarde, señor Keller —dice la señora Henning
—. Nos vemos a la hora del almuerzo.
—Sí, profesora —responde Bryson—. Pero por favor
déjeme leer el personaje.

—Como quiera.
Bryson se sienta. Quiero preguntarle qué pasó, adónde
fue, pero no estoy en posición para hacerlo. En su lugar,
centro mi atención en la página que tengo frente a mí. La
miro fijamente hasta que suena la campana.
No espero a nadie. Ni siquiera a Bryson. Salgo de
escena y cruzo la puerta incluso antes de que la campana
deje de sonar. Camino-corro hacia mi siguiente clase con
la cabeza gacha. Es mi única concentración. Muy tarde

me doy cuenta del infierno que ahora me espera.


En la Academia Fairvale se sigue un horario quincenal.
Así, cada dos semanas se sigue el mismo programa. La
semana pasada no tuve deportes en la segunda y tercera
horas, pero ahora sí.
Hace ya un buen momento que terminó el tiempo
asignado para cambiarnos, estoy de pie mirando las
puertas del gimnasio. Estoy tratando de convencerme de
que debo entrar, cuando alguien se acerca y se para a mi
lado. Confundido, volteo y veo a Bryson. Jadea porque
corrió hasta aquí, detrás de mí. Somos los únicos en el
pasillo.
—No tienes que hacer esto —dice Bryson—. Te llevo a
casa.
—Vete a clase —le pido. Bryson no tiene deportes
conmigo—. No quiero ser la razón por la que tú también
tengas que salir del clóset. Me niego a permitir que te
hagan lo mismo.
Antes de que nos vean juntos, entro al gimnasio y
camino hacia los casilleros. Puedo escuchar que los
chicos ya están ahí. El miedo me congela la sangre. La

puerta se abre de par en par y todos voltean a verme.


—Creo que te equivocaste de vestidor —dice uno de
los chicos—. El vestidor de mujeres es la siguiente
puerta.
Hago una mueca de dolor. Las palabras son como
piedras.
Cualquiera que piense que la homofobia no existe hoy,
en esta época, nunca ha sido un chico gay en un vestidor
de hombres. Debería decir algo. Defenderme. Hacer un
chiste, una broma o algo. Pero no lo hago. No puedo.
La puerta se abre detrás de mí. Por un momento deseo
que sea Bryson. Que no me haya escuchado y esté aquí
para defenderme, para salvarme de nuevo. Sé que es
injusto esperar eso de él, pero a mi corazón no le
importa.
—Te lo advertí.
Volteo para ver el rostro de Dustin Smith. Tiene el
labio hinchado, pero camina con un aire engreído…
incluso alegre. La rabia me invade por completo. Me
enfrento a él y lo agarro por la camisa. Dustin es todo lo
que había pensado de él… No, de hecho, es peor.
—Te dije que usaría la foto. La iba a borrar, pero ayer
te vi en su casa. No escuchas. Imaginé que Shannon
sabría qué hacer con ella. No me había dado cuenta de
que estaba trabajando en un artículo todo este tiempo.

Supongo que todo funcionó, ¿o no? —dice Dustin.


—¿Cómo pudiste?
Mi voz es grave, pero, de alguna manera, todos en el
vestidor dejan de hacer lo que están haciendo y me
miran.

Dustin esboza una sonrisa socarrona.


—Escucha, Kai, me siento halagado y todo, pero la
verdad, no me gustan los hombres.
Los chicos a mi espalda lanzan risitas. Todo esto los
divierte. Es como si no se dieran cuenta de que han
cambiado mi vida para siempre.
Retrocedo, asombrado. Dustin no lamenta nada de
esto. Confundido, vuelvo mis pasos y salgo del
gimnasio.
—Kai, ¿estás bien?
Las lágrimas nublan mi vista, pero aunque no puedo
verlo claramente, sé que es Bryson. No se ha ido. Me
esperaba.
—No me gusta verte así. Déjame ayudarte. Por favor.
La sinceridad de su súplica es como una marea que
echa por tierra mi determinación. Casi me doy por
vencido… casi. Lo observo. El uniforme de Bryson está
desarreglado y sus puños amoratados. ¿Él es el culpable
de que el labio de Dustin esté hinchado?
—Quiero estar solo —digo. Doy media vuelta para
alejarme. Bryson me llama, pero lo ignoro.
Necesito pensar.
Necesito sentir.
Necesito tocar fondo.
Y necesito hacer todo esto solo. Tengo que hacerlo
solo.

31
Camino sin dirección precisa, solo me impulsa la
voluntad de dejar este lugar y nunca volver. Mis pies me
llevan y los sigo sin discutir. Los alumnos que están en
los pasillos callan y miran, pero no me importa. Me he
blindado contra el dolor.
Mi casa está a diez minutos de la escuela en coche,
pero hoy camino. Cuando llego a nuestra calle, me
duelen los pies y estoy seguro de que mis calcetines
están húmedos. De nuevo, no me importa. Me siento
demasiado vacío como para que me importe.
Estoy tan perdido en mis pensamientos que apenas me
doy cuenta de lo que sucede a mi alrededor. No advierto
que el coche de papá está frente al garaje; y solo hasta
que llego a la puerta recuerdo que hoy trabaja desde
casa.
—Kai, ¿qué pasa?
Sin dudarlo, papá atraviesa la habitación y me abraza.
En ese momento estallo en lágrimas. Me aprieta contra
su pecho y me sostiene mientras yo saco todo lo que
estoy sintiendo.
Papá nunca ha dudado en mostrarme su afecto. No
cree que no se debe abrazar,
abrazar, besar o amar a los chicos.
Así, papá está ahí, abrazándome fuerte mientras lloro.
Entre un sollozo y otro, le cuento todo. Descargo todo
lo que pasó en la escuela. E incluso cuando ya no tengo
palabras y todo lo que me queda son lágrimas y mocos,
sigue abrazándome.

—Todo va a estar bien, Kai —dice papá. Son sus


palabras
Siempre teloamaré.
que ahora
—Menecesito—. Lo siento
aparta dejando y te amo.
una distancia de
sus brazos—. ¿Quieres que te haga algo de comer?
Lo sigo a la cocina y me siento. Lo observo trabajar en
silencio y luego se aclara la garganta.
—Quiero disculparme —comienza—. Mamá y yo nos
equivocamos el sábado—. Papá está rayando queso
sobre un plato, pero se detiene y me mira—. Lamento lo

mucho quequiero
pero igual te lastimamos. Sé que no puedo cambiarlo,
que lo sepas.
La sinceridad de papá es como un bálsamo sobre mis
emociones a flor de piel. Por tercera vez el día de hoy,
me siento a punto de llorar.
—No elegí ser así —digo.
—Lo sé, hijo, lo sé. —Rodea la isla y se acerca para
abrazarme otra vez—. Debió ser muy difícil para ti
cargar solo con todo esto.
Asiento.
—Quería ser yo quien te lo dijera cuando estuviera
listo.
—Lamento que sucediera así. Pero no lamento saberlo.
—Papá se inclina para verme de frente—. Quiero decirte
que te amo y que te acepto.
—Tengo miedo, papá —confieso—. Ahora que la gente
lo sabe, todo ha cambiado. Ya no solo soy Kai Sheridan.
Soy Kai Sheridan… el gay.
Papá suspira.
—Va a ser difícil, pero quiero que, de ahora en

adelante, vivas tu vida. Mereces ser feliz. Mereces amar


y que te amen.
—¿Y mamá? —pregunto—. ¿Alguna vez aceptará
esto? ¿Me aceptará a mí?
—Por supuesto —responde papá, parece tan seguro
que tengo ganas de creerle con cada parte de mi ser—. Sé
que puede ser injusto para ti, pero dale tiempo. Ella te
ama y nada, nunca, cambiará eso. Nada podría
cambiarlo. —Papá suspira—. Creo que fue la sorpresa la

que nos hizo


tu culpa. actuar
Quiero quede manera
seas feliz. tan tonta. Pero eso no es
Yo también lo quiero. Quiero ser feliz. Quiero vivir…
es todo lo que siempre he querido.
Papá regresa al queso. Termina de rayarlo, va por pan
y empieza a hacer un sándwich de queso a la parrilla.
Observo cómo le pone mantequilla en ambos lados y lo
coloca en la sartén caliente. Crepita. Papá me está
preparando mi comida favorita.
Sonrío. Aunque las cosas sean incómodas entre
nosotros, puedo ver que lo arreglaremos. Nunca nada
permanece igual.
Empiezo a comer y papá sale de la cocina. Regresa con
su laptop y se sienta junto a mí. No hablamos. No lo
necesitamos. Solo tenerlo junto a mí me ayuda. Papá
coloca una hoja de papel doblada frente a mí. La abro y
leo:
Queridos mamá y papá:
Nunca me había sentido tan decepcionada de ser su hija. Espero que
sepan que la manera en la que trataron a Kai fue completamente
inaceptable y que los dos deberían estar avergonzados. Entiendo que
somos religiosos y sé que nuestra fe es importante, pero ¿es más

importante que la felicidad y la seguridad de su hijo? Nadie les está

pidiendo
apoyando que
a sunohijo.
crean en incompatibles.
No son Dios. Pueden hacerlo y piensen
Por favor, seguir amando
en lo quey
han hecho y cómo arreglarlo. Hasta que lo hagan yo, Yasmine Sheridan,
no volveré a dirigirles la palabra.
Me duele en el alma tener que escribir esta carta, pero era
necesario. Espero ver pronto mejorías en su comportamiento. Por favor,
no me decepcionen otra vez. Aunque esté enojada con ustedes, los sigo
amando.
Yazz

Las lágrimas me atragantan, pero también estoy


sonriendo. Mi hermana es increíble.
—Es cierto cuando dicen que los niños no nacen ni con
odio ni con prejuicio —dice papá—. Somos nosotros
quienes les enseñamos esas cosas. Nunca dejaré de
ofrecerles disculpas, tanto a ti como a Yazz, Kai.
Papá me palmea el hombro. Volteo a verlo y me doy
cuenta de que también trata de contener las lágrimas.
Extiendo los brazos y lo abrazo. Él también me abraza.
—Toma.
Le devuelvo la carta.
—Tú deberías quedártela —dice papá.
Asiento.
Estoy en la cocina lavando mis platos cuando escucho el
rechinido de llantas. La puerta principal se abre de golpe
y mamá entra corriendo a la cocina.
—Recibí tu mensaje. ¿Qué pasa? —le pregunta a papá.
No los miro, concentro mi atención en los platos. Papá
le cuenta a mamá lo que pasó con el Fairvale Academy
Herald.

—¿Qué? —grita.
Mamá da media vuelta y se sale corriendo de la cocina.
—¡Querida! —la llama papá. La detiene frente a la
entrada—. ¿Qué haces?
—Voy a vérmelas con esos cabrones.
Escuchar a mi mamá decir malas palabras hace que el
plato se me caiga de las manos. Se hace añicos, pero no
hago nada para recogerlo. En su lugar, volteo a ver a mi
madre.
Mamá nunca dice groserías.
En ese momento me doy cuenta de que quizá no me
entiende por completo, y que, sin embargo, me ama. Soy
su hijo. No compensa la terrible actitud que tuvo cuando
supo que era gay, pero siento que mi corazón sana un
poco. Las acciones hablan más fuerte que las palabras, y
en este momento mamá me está demostrando que
siempre me querrá.
Mamá deja a papá parado en la entrada y, un
momento después, él también sale corriendo de la casa.
Llego corriendo a la entrada y veo que papá la
persigue. Cuando por fin logra hacer que detenga el
coche, ella ya está frente a la casa de los vecinos. Creo
que papá está tratando de convencerla de que regrese a
casa para hablar. En su lugar, se sube al coche.
Veo a mis padres dirigirse a la Academia Fairvale,
saliendo a librar una batalla por mí.

MARTES
32
Apenas pude dormir. Mi mente recorre a toda velocidad
todo lo que ha pasado. Tomo mi teléfono; está muerto.
No me preocupé por cargarlo. No me he preocupado por
mucho más que quedarme ahí postrado mirando el
techo.
Ya va a ser mediodía y sigo en la cama. Debajo de las
cobijas, el mundo exterior deja de existir. Estoy contento
con fingir. O al menos lo estaría si no me muriera de
hambre.
Anoche escuché a mamá decir que hoy trabajaría
desde casa. Esa es otra de las razones por las que no
quiero salir de mi cuarto. Sigue habiendo cierta
incomodidad entre nosotros. Suspiro. Tengo curiosidad
de saber qué pasó ayer, pero cuando cierro los ojos aún
puedo sentir el dolor en carne propia. Aún no se ha
hecho costra.
Alguien toca a mi puerta y me quedo paralizado.
Incluso hasta retengo el aliento.
—Kai, ¿puedo entrar? —pregunta mamá.
Su voz es suave e insegura. Espero que la perilla de la
puerta gire, pero no sucede. Se queda parada y espera.
—Mmm… claro.
Me incorporo y paso una mano por mis rizos
aplastados.
Mamá entra a mi recámara como si fuera la primera
vez que lo hiciera. Mira alrededor hasta posar los ojos
sobre mí.

Exhala.
—Tenemos que hablar.
Asiento. Ella atraviesa la recámara y se sienta junto a
mi escritorio. Sus manos descansan sobre sus rodillas y
las aprieta con fuerza. Parece nerviosa. Yo también lo
estoy. La última vez que hablamos en esta habitación no
nos fue muy bien. Retengo el aliento y espero que
empiece.
—Lo siento —dice. Me mira directo a los ojos cuando
habla—. Metí la pata y te lastimé, y lo siento muchísimo.
—Mamá sacude la cabeza—. Fui egoísta. Solo pensé en
mis sentimientos y no en los tuyos. No puedo imaginar
por lo que has pasado. Cuando pienso en esos idiotas de
tu escuela me pongo furiosa, pero luego recuerdo que yo
fui una de ellos.
Las lágrimas brotan de sus ojos y trata, sin éxito, de
retenerlas.
—Te lastimé, lo sé. Pedirte disculpas no me parece
suficiente, pero es todo lo que puedo hacer. Te fallé, Kai.
Pero te prometo intentarlo, seguir esforzándome para
que no vuelva a suceder de nuevo.
—Siento haberte decepcionado —digo.
Las lágrimas corren a chorros por mis mejillas.
—No lo hiciste, Kai. Eres perfecto así como eres. —
Mamá hunde su rostro entre sus manos—. Mi hijo es
perfecto tal como es.
Parece como si le hablara a otra persona.
Me levanto y reduzco la distancia entre nosotros.
Dudo un instante antes de abrazarla. Al instante, mamá

me rodea con sus brazos. Se aferra a mí. Permanecemos


así hasta que los dos dejamos de llorar. Mamá se aleja un
poco y toma mi rostro entre sus manos; con los pulgares
me enjuga las lágrimas que ya se están secando.
—Eres perfecto, Kai Sheridan —afirma—. Y te amo
muchísimo.
—Yo también te amo.
—Deberías irte a bañar —opina mamá mirando su
reloj—. Luego baja a desayunar. O a almorzar. Tu papá
cocinó, yo solo estoy a cargo de recalentar.
—Gracias a Dios —exclamo.
Ambos reímos.
—Eres insoportable —dice mamá.
Se pone de pie y sale de mi recámara. Cierro los ojos y
pienso en lo que acaba de pasar. Pedazo por pedazo,
siento cómo mi corazón vuelve a tomar forma.
Cuando abro los ojos, advierto que mamá dejó dos
cosas sobre mi escritorio. La primera es la tira de
fotografías de Bryson y de mí. Está arrugada, pero
intacta; muy parecida a como estoy yo. La levanto y
observo esos recuerdos felices capturados a la
perfección. Lo extraño.
La segunda es un gran sobre de Tisch. Lo abro con el
corazón en la garganta. Leo solo las primeras líneas:

Estimado Sr. Sheridan:


Felicitaciones por…
Lanzo un grito emocionado y escucho a mamá reír
detrás de mi puerta.

Me apresuro a cargar el teléfono. Cuando por fin se


enciende, ignoro todos los mensajes y notificaciones.
Abro la cámara, tomo una foto de la carta de aceptación
y la mando al chat de nuestro grupo.
󰂡 D 󰁩 󰁯 󰁳  󰁭 í 󰁯 ! , escribe Priya. 󰂡 E 󰁳  󰁩 󰁮 󰁣 󰁲 󰁥 í 󰁢 󰁬 󰁥 !  󰂡 M 󰁥  󰁤 󰁡  󰁭 󰁵 󰁣 󰁨 󰁯  󰁧 󰁵 󰁳 󰁴 󰁯  󰁰 󰁯 󰁲  󰁴 󰁩 !

Donny envía un GIF de festejo.


Abro un mensaje nuevo para Kelly y me detengo.
Presiono el botón de editar y cambio el nombre a Bryson.
Quiero compartir esta noticia con él, pero no sé cómo.
Miro la tira de fotos. Nos vemos tan felices y optimistas.
D 󰁥 󰁢 󰁥 󰁲 í 󰁡 󰁭 󰁯 󰁳  󰁨 󰁡 󰁢 󰁬 󰁡 󰁲 .

Lo borro.
󰂿 N 󰁯 󰁳  󰁰 󰁯 󰁤 󰁥 󰁭 󰁯 󰁳  󰁶 󰁥 󰁲 ?

Observo esas palabras durante un momento y luego


también las borro.
󰁔 󰁥  󰁥 󰁸 󰁴 󰁲 󰁡 ñ 󰁯  󰁭 á 󰁳  󰁤 󰁥  󰁬 󰁯  󰁱 󰁵 󰁥  󰁣 󰁲 󰁥 í 󰁡  󰁰 󰁯 󰁳 󰁩 󰁢 󰁬 󰁥 .
Resoplo. De ninguna manera tengo la confianza para
mandarle esto. Molesto conmigo mismo, arrojo el
teléfono a la cama y bajo para celebrar la buena noticia.
Más tarde estamos cenando. Papá no estaba de ánimo
para cocinar, así que pedimos comida. Estamos
celebrando que me hayan aceptado… los dos. Después
de lo que pasó el sábado en la noche pensé que una cena
como esta sería imposible; sin embargo, aquí estamos
sentados todos el martes por la noche. Se siente casi
normal.
—¿Cómo te fue en la escuela, Yazz? —pregunta papá.
Yazz suspira profundo antes de empezar a hacer una

lista de todo lo que la molestó hoy en la escuela.


—Pero ¿hubo algo que te gustara? —pregunto.
Papá y mamá ríen. Yazz me fulmina con la mirada.
—Voy a dejar pasar eso porque sé que no la estás
pasando bien.
—Te lo agradezco.
—Oh, Kai, cuando vuelvas a la escuela tienes que ir a
ver a la señorita Coleman —dice mamá—. Pero no hay
prisa. Regresa cuando te sientas listo.
Suspiro.
—No. Iré mañana.
—¿Tan pronto? —pregunta papá.
La preocupación se dibuja en su rostro.
—No quiero que piensen que ganaron, que me
hicieron huir. No les daré el gusto.
Suena el timbre de la puerta. Todos hacemos una
pausa y nos miramos.
—Yo voy —ofrezco.
Cuando abro la puerta, mi corazón se hincha al ver a
Bryson.
—¿Quién es, mi amor? —grita mamá.
Durante un segundo pienso en mentir. Pero ya estoy

harto de las mentiras, harto de esconderme


esconderme..
—Es Bryson.
Salgo de la casa y entrecierro la puerta a mi espalda.
Siento el aire frío de la noche. Es extraño que me sienta
nervioso de ver a Bryson. No sé por qué está aquí, pero

me alegro de que así sea; estoy contento de verlo,


aunque sea poco tiempo.
—¿Qué haces aquí? —pregunto.
—Me mandaste un mensaje y luego no me
respondiste. También ignoraste mis llamadas, así que
tenía que venir.
—¿Qué mensaje…? —empiezo la pregunta, pero me
detengo.
El horror se dibuja en mi rostro. Siento cómo la sangre
se aglomera en mis mejillas.
—Este —dice Bryson mostrándome su teléfono.
󰁔 󰁥  󰁥 󰁸 󰁴 󰁲 󰁡 ñ 󰁯  󰁭 á 󰁳  󰁤 󰁥  󰁬 󰁯  󰁱 󰁵 󰁥  󰁣 󰁲 󰁥 í 󰁡  󰁰 󰁯 󰁳 󰁩 󰁢 󰁬 󰁥 .

Mis palabras. Mi confesión. ¡Dios mío! Lo envié.


Bryson se quita la capucha y ahora puedo ver su
rostro. Está amoratado. Sin pensarlo, me acerco a él y
extiendo la mano.
—¿Qué demonios te pasó?
Estoy enojado y preocupado.
—Dustin y yo teníamos que hablar.
—No debiste hacerlo —digo—. No quiero que te metas
en problemas por mi culpa.
—Una suspensión de tres días no es tan malo —
responde Bryson—. Valió la pena. —Suena como si aún
no lo creyera—. Siento mucho que te haya hecho esto.
Parpadea para evitar las lágrimas. La traición es una
herida fresca. Está tan lastimado como yo. Y yo no
puedo hacer nada para ayudarlo porque ahora ni
siquiera puedo ayudarme a mí mismo.

Me doy cuenta de que tengo su rostro entre mis


manos. Trato de alejarme, pero Bryson sujeta mi mano y
me jala hacia él en un solo movimiento.
—Te extrañé —dice abrazándome—. Estaba
preocupado por ti.
—Lo siento —respondo.
Mis brazos rodean sus costados. Quiero abrazarlo con
fuerza, pero creo que necesitamos darnos tiempo.
Necesito lidiar con el caos que es mi vida antes de
arrastrarlo a ella.
Doy un paso atrás y Bryson, a regañadientes, me
suelta. Me observa y debe ver en mi rostro lo que le voy
a decir, como si lo tuviera ahí escrito.
—¿Necesitas tiempo?
—Necesito lidiar con todo —explico—. Lo siento.
—No te preocupes. No me gusta, pero lo entiendo. —
Sonríe. Una sonrisa leve y tímida. Voltea, se dirige a su
Jeep y se detiene antes de subir—. Llámame si me
necesitas. A cualquier hora, en cualquier lugar. —Se
sube y baja la ventanilla—. Te estaré esperando, Kai
Sheridan.
Observo cómo Bryson se aleja.
Me siento feliz y triste. No deseo nada más que echar a
correr tras él cuando las luces traseras desaparecen, pero
sé que no debo hacerlo. No ahora. No volveré a sacar a
nadie más del clóset contra su voluntad. Quizá cuando
todo haya terminado podremos volver a donde
estábamos.
Suspiro y entro a la casa.

Empiezo a prepararme mental y emocionalmente.


Mañana parto a la guerra.
MIÉRCOLES
33
Mamá me lleva a la escuela. Me siento extraño de no
estar en el Jeep de Bryson. Me he acostumbrado mucho a
nuestra rutina. Las clases ya empezaron, pero parece que
mamá no tiene prisa. Incluso nos paramos a comprar un
café para llevar antes de la escuela.
—Háblame si pasa algo —dice mamá. Se queda
esperando frente al edificio.
—Estaré bien.
—Aun si estás bien.
Asiento y salgo del coche.
—Te amo, Kai.
—Yo también te amo.
Como llego tarde, los pasillos están vacíos. La señorita
Coleman es la orientadora escolar; he estado algunas
veces en su oficina, pero juro por Dios que nunca por un
problema. Toco a la puerta.
—Adelante —anuncia la señorita Coleman.
Entro a la oficina y la encuentro sentada detrás de su
enorme escritorio. Me sonríe con calidez y señala la silla
vacía que está frente a ella.
—Toma asiento, Kai.

Lo hago.
La señorita Coleman me da unos panfletos. Leo el
primero: ESTÁ BIEN SER GAY. Luego otro: MI SEXUALIDAD Y
YO. Y el último, quizá mi favorito: GAY TAMBIÉN SIGNIFICA
FELIZ.

Los volteo para ver en el reverso quién los escribió y


trato de ocultar mi sorpresa cuando leo «Denise
Coleman».
—Mmm… gracias —digo incómodo.
—Está bien —dice—. Si tienes preguntas o necesitas
cualquier otra cosa, mi puerta siempre está abierta.
La señorita Coleman abre el cajón de su escritorio y
saca un puñado de condones que pone frente a mí. Abro
los ojos como platos por el horror.
—Siempre practica sexo seguro —añade—. Gay o
hetero, recuerda que nunca debe haber amor sin guante.
Quiero esconderme de la vergüenza. Quiero
evaporarme y volver a nacer como lluvia que caerá
dentro de dos semanas. Quiero que esta tortura se acabe.
—Asegúrate de compartirlos con tu novio, si tienes
uno —agrega. Me sorprendería que mi rostro se pusiera
más escarlata de lo que está ahora—. ¿Hay algo más que
quisieras hablar conmigo?
Niego con la cabeza.
—Bueno, como les dije a tus padres ayer, la Academia
Fairvale no tolera esas tonterías —asegura—. Trataremos
este asunto con severidad y estamos examinando al
Fairvale Academy Herald. Interrogamos a la editora y
llamamos a sus padres, pero se niega a revelar si alguien
la ayudó con el artículo. Dice que tiene que proteger a su
fuente. —La señorita Coleman chasca la lengua—. No
puedo creer que estas cosas sigan pasando.
Y esa es la cuestión. Muchas personas creen que estas
cosas ya no suceden… pero sí. Aún existe gente que
debe luchar solo para existir, para amar. Así como aún

existe gente que hará hasta lo imposible para que ese


simple derecho humano sea inalcanzable.
—Dustin Smith le envió una de las fotos. No sé de la
otra, pero creo que esa fue ella —digo. No me siento mal
por «echar de cabeza» a Dustin. Después de todo, se lo
merece.
—Mmm. Ya está suspendido por pelearse. —La
señorita Coleman hace una nota—. Pero hablaré con la
directora adjunta Ferguson. Hablaremos con él y con sus
padres cuando regrese. —Levanta la mirada—. Te tendré
informado.
Me marcho, sintiéndome igual que cuando entré a su
oficina, por no decir más avergonzado ahora que tengo
el bolsillo lleno de condones. Faltan diez minutos para el
almuerzo, así que decido perder el tiempo hasta que
suene la campana. Hasta ahora no me he topado con
nadie, pero sé lo que me espera en la cafetería.
Saco mi teléfono y abro el chat de los tres mosqueteros.
E 󰁳 󰁴 󰁯 󰁹  󰁥 󰁮  󰁬 󰁡  󰁥 󰁳 󰁣 󰁵 󰁥 󰁬 󰁡 .  A 󰁬 󰁣 á 󰁮 󰁣 󰁥 󰁮 󰁭 󰁥  󰁥 󰁮  󰁬 󰁡  G 󰁲 󰁡 󰁮  B 󰁥 󰁲 󰁴 󰁨 󰁡 .

Me dirijo a la máquina expendedora. Pateo a la Gran


Bertha y me inclino para recoger el refresco. Mientras
espero la hora del almuerzo, una alumna de primer año
pasa corriendo. Casi choca conmigo y apenas tengo
tiempo de evitar la misma situación de la semana
anterior. Me da risa.

Suena la campana. Donny y Priya llegan cinco minutos


después. Priya corre y me abraza. Yo río. Donny no
duda en reunirse con nosotros.
—Estoy orgullosa de ti porque estás aquí —dice Priya.
—No tenía mucha opción. Tengo que graduarme.

—Pudiste tomarte el resto de la semana —opina


Donny—. Nadie te lo hubiera reprochado.
—Estoy cansado de huir. —Termino mi refresco—.
Este soy yo. Estoy afuera, así que lo mejor será que lo
enfrente.
—Bueno, pues nos tienes a nosotros —agrega Donny.
—Todos para uno y uno para todos —canturrea Priya.
Sonrío. Empezamos a caminar hacia la cafetería

cuando vemos pero


mismo tiempo, a Shannon.
continúaElla nossive
como exactamente
solo al
fuera a pasar
caminando frente a nosotros. Me saca de mis casillas.
—¿No vas a ofrecer disculpas? —pregunto.
Todos los estudiantes que están en el pasillo se
detienen y nos miran.
—¿Disculpas por qué? —pregunta Shannon. Cruza los
brazos—. Hice mi trabajo: relaté una historia; eso es
todo. Creo que te ayudé.
—El Herald no es prensa sensacionalista —interviene
Priya—. Pensé que querías ser una verdadera periodista.
—Fue la historia más leída de este año. A eso le llamo
éxito.
—¿Y eso te enorgullece? —pregunta Priya.
Shannon la fulmina con la mirada.

ver—¿Por qué me estás hablando? Esto no tiene nada que


contigo.
—Ese es tu problema, Shannon. Nunca lamentas
cuando lastimas a alguien —digo—. Siempre tienes
excusas, siempre tienes razones. Y siempre son más

importantes que el daño que provocas. Por eso eres una


mala persona.
Shannon pone los ojos en blanco.
—Ahórrate el sermón, Kai. Nada de lo que digas me
hará sentir mal. Hice lo que haría cualquier reportero.
—En serio me muero por golpearte la tráquea —dice
Priya—. Justo en la yugular.
—No vale la pena —comento. Luego la miro—. ¿En

serio crees que una historia como esta te sacará de la lista


de espera?
—Cállate —espeta Shannon. Luego mira a su
alrededor.
—Espera… ¿estás en la lista de espera? —pregunta
Donny—. Me dijiste que te habían aceptado en Stanford
cuando me aceptaron a mí.
—¡Ups! —Me llevo la mano a la boca, fingiendo una
disculpa.
Donny pasa el brazo sobre mis hombros.
—Deberías saber que mis padres adoran a Kai.
Cuando les dije qué había pasado, estaban muy
enojados. Papá me propuso hablar con el presidente de
la junta escolar personalmente. Juegan golf todos los
domingos en la tarde. —Donny me mira y sonríe—.
Vamos a comer. Tengo hambre.

Los tres nos marchamos y dejamos ahí a Shannon,


boquiabierta. Cuando estamos ya lejos como para que
nos escuche, murmuro al oído de Donny:
—¿Tu papá en serio dijo eso?

—Sí —responde Donny—. Le va a llamar hoy a tus


papás para hacer algo. Estoy seguro de que Shannon
escribió su último artículo en la Academia Fairvale.
Estoy superseguro de que puede olvidarse del título de
valedictorian.
—Me gustaría que algo peor le pasara a esa individua
—dice Priya.
—¿Individua? —pregunta Donny.
—Estoy tratando de usar groserías alternativas cuando
se trata de ella. Las normales ya no me hacen sentir bien.
Me río. Entramos a la cafetería y es como si todos, al
mismo tiempo, nos observaran… me observaran. Puedo
sentir el rubor en mis mejillas. Nunca había escuchado
tanto silencio en la cafetería. Dura unos segundos y
luego empiezan los murmullos. No puedo hacer esto.
Estoy a punto de dar media vuelta, pero Priya enlaza su
brazo son el mío.
—Puedes hacerlo, Kai —me dice.
—Estamos aquí, contigo —agrega Donny.
Todos nos miran, pero a Priya y a Donny los tiene sin
cuidado. Eso me tranquiliza y muy pronto hago lo
mismo que ellos. Nos sentamos en nuestra mesa habitual
y almorzamos de manera perfectamente normal. La
gente que me importa más me aceptó como soy: al cien
por ciento. Y eso me brinda poder. Es mi escudo, mi
armadura.
—¿Sabes? El lunes tu mamá arrasó con todo —dice
Priya—. No me sorprende que se lleve tan bien con mi
mamá.
—¿Fue vergonzoso?

—Un padre de familia que defiende a su hijo nunca es


vergonzoso —contesta Priya.
—Absolutamente vergonzoso —añade Donny.
—Cállate, Donald.
Pero no hay malicia en las palabras de Priya. Donny
solo sonríe y hunde una papa en la cátsup.
Me río.
Gracias a Priya y a Donny sobrevivo mi primer
almuerzo de regreso a la escuela. La gente sigue
hablando de mí, pero elijo ignorarla. Paso el día como si
llevara anteojeras puestas. Cuando suena la campana de
final de clases me dirijo al estacionamiento para esperar
a mis amigos.
Estoy parado junto al Patomóvil cuando Eric se acerca
a mí.
Hola saluda con una sonrisa.
—¿Qué pasa?
—Solo quería saber cómo estás —Eric sacude la cabeza
—. No sabía que usarían mis palabras para eso. Perdón.
—No es culpa tuya.
—Que Shannon se vaya al carajo. Quería decirte que
mi mamá está muy enojada. Dice que castigará a todos
los que tuvieron algo que ver con esto.

—¿En serio?
—Claro. Revelar la homosexualidad de alguien no es
noticia, es una violación. Y es algo que jamás debería
pasar en la Academia Fairvale. Esto le ha dado una
nueva misión al club LGBTQ. —Eric balancea el peso de su

cuerpo de un pie a otro—. Sabes que siempre eres


bienvenido a nuestras reuniones, si quieres. Hacemos
mucho más que luchar por nuestros derechos y hablar
de cosas serias; también salimos y nos divertimos. A
veces es agradable pasar tiempo con gente que te
entiende.
—Lo voy a pensar —digo—. Gracias.
—No hay problema. Avísame si alguna vez necesitas
algo.
—Ooh, la, la —canturrea Isaac cuando pasa a nuestro
lado—. Qué romántico.
—Ya madura, Isaac —dice Eric poniendo los ojos en
blanco.
Se despide de mí con un gesto de la mano y observo
cómo se aleja; después volteo a ver a Isaac.
—Qué tonto eres —digo.
—¿Qué?
—¿Tu comentario te hizo sentir mejor? ¿Te crees
genial?
—¿De qué hablas? —pregunta Isaac—. Solo era una
broma.
—Se supone que las bromas son chistosas, imbécil. —
Cruzo los brazos y lo veo con desprecio—. Esa no lo fue.
Isaac sacude la cabeza.
—Perdedor.
Lo veo alejarse. Esta será mi nueva normalidad ahora
que estoy fuera del clóset. Siempre habrá alguien como
Isaac, esperando la oportunidad de decir o hacer algo

homofóbico. No es correcto y no es justo. Pero así es la


vida.
Seré feliz a pesar del odio y de los homófobos
imbéciles. Y si me derrumbo o me tropiezo, sé que habrá
personas que me levantarán, que me apoyarán.
Mi salida del clóset quizá fue menos que perfecta, pero
aun así sé que soy de los afortunados.
Sobreviviré a esto.
VIERNES
34
Sobreviví otro día más en la escuela. El jueves pasó tan
rápido que fue casi como si me lo hubiera saltado. Hoy,
hasta ahora ha sido fácil. Pero estoy exhausto. Creo que
podría dormir durante una semana. En su lugar, subo el
volumen de la música y saco mi tarea.
Reviso mi teléfono para ver si hay mensajes. Bryson no
me ha escrito desde que hablamos afuera de mi casa. Me
entristece, aunque sé que fui yo quien le pidió tiempo.
Escribo una respuesta rápida en el chat del grupo y dejo
el teléfono. En ese momento tocan a mi puerta y Yazz
asoma la cabeza.
—¿Estás ocupado?
—¿Por qué?
—Tengo algo para ti
—¿Para mí? —Giro sobre la silla de mi escritorio para
verla. Ella levanta un cuaderno de dibujo—. ¿Qué es
eso?
—Me imaginé que lo necesitarías.
Abro el cuaderno y me encuentro con el primer
cuaderno de historietas de Yazz. Es sobre un superhéroe
gay. Uno que se parece muchísimo a mí.
—¿Cuándo empezaste a hacerlo?
hacerlo? —pregunto.
No hay manera en la que Yazz lo haya terminado si
empezó el sábado en la noche.
—La semana pasada —dice Yazz—. Cuando entendí
qué era lo que pasaba entre Bryson y tú.

—¿Qué? ¿Cómo?
—La verdad, hacía tiempo que lo sospechaba —dice
Yazz. Se empuja el armazón negro de sus lentes sobre la
nariz—. Pero lo confirmé cuando vi un mensaje en tu
teléfono. Kelly es Keller, ¿cierto?
—¿Cómo sabes?
—Soy inteligente —responde—. Además, te conozco,
Kai. Tu sonrisa cuando leías esos mensajes te echó de
cabeza. Creo que nunca te había visto tan feliz… tan
libre.
—¿Así que lo sabías desde antes? —pregunto—. ¿Y
guardaste el secreto?
—Por supuesto. —Yazz se encoge de hombros—. Sabía
que saldrías del clóset cuando estuvieras listo. Pero me
alegraba que tuvieras a alguien como Bryson de tu lado
cuando lo hicieras.
Hojeo el cuaderno de historietas; no solo me asombra
el talento de mi hermana menor sino también su
consideración. Sin duda, este es el mejor regalo que me
hayan hecho jamás.
—Te quiero, Yazz.
—Sí, sí, sí —responde—. No nos dejemos llevar. —Me
mira—. ¿Bryson sigue siendo tu novio?
—Claro.

—Entonces empieza a actuar como si lo fuera —


suspira—. Sabes que la historia que más odio es cuando
el personaje principal renuncia a la persona a la que ama
con la excusa de que quiere protegerlo. —Me mira
fijamente—. Eso es lo que estás haciendo ahora. Tratas

de proteger a Bryson, pero no te das cuenta de que, al


contrario, lo estás lastimando.
—Es más complicado —trato de objetar.
—¿En serio? ¿Ya no te gusta?
—No es eso. Claro que me gusta. —Me muerdo el
labio—. Mucho.
—Entonces, ¿por qué no lo ves?
—Porque quiero proteger… —Las palabras se apagan
en mis labios—. Ah.
—Exacto. —Yazz sacude la cabeza en frustración—. A
veces me preocupas. Esta vez, el consejo es gratis, pero la
próxima te costará.
Yazz se levanta y se dirige a la puerta.
Saco el teléfono de mi bolsillo y abro Instagram. Hago
clic en el perfil de Bryson. Publicó algo nuevo y
contengo el aliento. Es una fotografía de nosotros, la que
tomamos en la playa el domingo pasado. Tiene la cabeza
inclinada junto a la mía y yo sonrío de una forma que no
había visto antes. Me veo feliz; los dos lo estamos. Pero
más que la imagen, el pie de foto atrapa mi atención y
hace que mi corazón lata con fuerza.
«Fue real entonces. Y es real ahora. Estoy usando mi
deseo. Deseo que estuvieras aquí. Te extraño».
Ya tiene como doscientos diecinueve likes y la misma
cantidad de comentarios. El número crece frente a mis
ojos. Examino la imagen de nuevo. No cabe duda de que
es la foto de una pareja. Este es Bryson Keller saliendo
del clóset… por mí. Abro los comentarios y deslizo el
dedo por la pantalla.

󰂡 D I O S  M Í O !  󰂿 E S 󰁔 O  E S  R E A L ?

󰂿 B R 󰁙 S O N  K E L L E R  E S 󰁔 Á  S A L I E N D O  C O N  K A I ?

󰂡 󰂡 󰂡 S O N  H E R M O S O S ! ! !

󰂿 L 󰁡  󰁡 󰁰 󰁵 󰁥 󰁳 󰁴 󰁡  󰁹 󰁡  󰁴 󰁥 󰁲 󰁭 󰁩 󰁮 ó ?

󰂡 B 󰁵 󰁥 󰁮 󰁡  󰁰 󰁡 󰁲 󰁥 󰁪 󰁡 !

󰂿 E 󰁮  󰁳 󰁥 󰁲 󰁩 󰁯 ?  N 󰁯  󰁰 󰁵 󰁥 󰁤 󰁯  󰁣 󰁲 󰁥 󰁥 󰁲 󰁬 󰁯 .

Me siento y miro sin ver. Mi hermana tiene razón. He


sido un idiota. Alejé a Bryson para protegerlo, pero no le
he preguntado cómo se siente por todo esto. Ahora
tengo enfrente la respuesta a la pregunta que no
formulé. Esta foto me recuerda que no solo se trata de
mí. En esta relación somos dos.
Me levanto, tomo mi cartera y mi teléfono, y salgo
corriendo de mi cuarto.
Mi teléfono vibra por un mensaje. Es el chat de los tres
mosqueteros.
R 󰁯 󰁭 󰁥 󰁯 ,  R 󰁯 󰁭 󰁥 󰁯 ,  󰂿 󰁤 ó 󰁮 󰁤 󰁥  󰁥 󰁳 󰁴 á 󰁳 ,  󰁱 󰁵 󰁥  󰁮 󰁯  󰁴 󰁥  󰁶 󰁥 󰁯 ?

Salgo de la casa y me encuentro a Donny y a Priya


junto al Patomóvil.
Patomóvil.
—Su carruaje lo espera —dice Priya, señalando el
coche con movimientos exagerados.
—¿Qué hacen aquí?
—¿Qué quieres decir? —pregunta Donny—. Es obvio
que vinimos a ayudar a que nuestro mejor amigo tenga a
su hombre.
Los miro, confundido.
—Yazz nos mandó un mensaje diciendo que te iba a

patear el trasero para que reaccionaras —explica Priya—.


Así que vinimos a hacer nuestra parte.
Volteo hacia la casa, donde está mi hermana genio.
Increíble.
—Además, vimos la publicación de Bryson. Parece
que, después de todo, el rey tiene su lado romántico —
agrega Donny.
—No puedo creer que Bryson saliera del clóset. Es
increíble —dice Priya—. Vámonos. Estamos perdiendo
tiempo.
Donny asiente y se sube al asiento del conductor. Priya
abre la puerta del lado del copiloto y entra. Yo los
alcanzo en el asiento trasero.
Priya juega con la radio y sintoniza una canción de
amor. Satisfecha con su elección, sube el volumen.
—¿Adónde?

—Melody Beach —respondo.


Donny mete la velocidad y nos vamos. De camino a la
playa, espero que Bryson siga ahí. Publicó la foto hace
quince minutos. Si no está, lo llamaré. Lo veré hoy.
Arreglaré lo que arruiné.
Llegamos quince minutos más tarde y me parece que
fue más tiempo que eso.
Priya gira la cabeza y me mira con una gran sonrisa.
—Tú puedes hacerlo, Kai —dice.
—Estaremos esperando las últimas noticias en el chat
—agrega Donny.
Asiento.

—Les diré todo. —Salgo del coche—. Gracias por hacer


esto.
Priya baja la ventana.
—Y dile a Bryson que mañana salimos en cita doble.
Todavía tenemos que juzgarlo.
Donny saca la cabeza por el quemacocos.
quemacocos.
—También tenemos que preguntarle cuáles son sus
intenciones con nuestro dulce niño.

—Por favor, no me avergüences —me quejo—. Ya he


tenido suficiente esta semana.
—Jamás haríamos algo así —responde Donny.
—Nunca —agrega Priya.
Me río y me alejo. Me siento aliviado cuando veo el
Jeep de Bryson
Bryson en el es
estacionamiento.
tacionamiento.
Me acerco, pero está vacío. Tampoco está en la cancha

de basquetbol.
Lo veo a la distancia. Bryson está a la orilla del mar, de
espaldas a mí, mirando la puesta de sol.
No se ha dado cuenta de mi presencia. Cuando me
acerco, extiendo la mano para tocar la suya; tiene el
puño cerrado a un costado. Bryson se sorprende cuando
lo toco y voltea a verme. Mira de mi rostro hasta la mano
que sostiene la suya. Es la primera vez que yo me acerco
a él.
—¿Estoy soñando? —pregunta Bryson.
El aire marino lo despeinó. Tiene una barba incipiente
que indica que no le importó rasurarse. Quiero pasar mi
dedo por su mentón. En su lugar, me acerco más a él y lo

pellizco.
—Para probar que es real.
Hace una mueca.
—¿Qué haces aquí?
—Vine a verte.
—¿Por qué?
—Porque tengo que decirte que fui un idiota.

—¿Qué quieres decir?


Sus ojos azules se oscurecen por la confusión.
—Lamento haberte pedido tiempo. Lo hice solo
porque no quería que salieras lastimado por mi culpa.
—Deberías dejar que yo decida eso —dice Bryson con
una sonrisa que marca su hoyuelo—. Ya lo hice.
Lo sé respondo . Lo vi.

No puedo evitar sonreír también y preguntar:


—¿Estás seguro?
Bryson toma mi barbilla con suavidad.
—Sí. —Acerca su frente a la mía—. Esto fue lo que
escogí. Sé lo que quiero y es estar contigo —dice—. No
me importa lo que digan los demás. Me gustas, Kai
Sheridan. Me gustas mucho.
Después de esta semana creí que ya no podía llorar
más; sin embargo, aquí estoy llorando otra vez. Es
completamente vergonzoso. Bryson ríe y le doy una
palmada en el pecho.
—Cállate —digo—. Eso fue tierno.

—Lo sé. —Bryson guiña un ojo. Levanta las manos


para enjugar mis lágrimas con los pulgares—. Tienes
suerte de tener un novio tan tierno.
—La tengo.
Después, Bryson se acerca y nos besamos. Justo como
quería hacerlo antes, recorro su mentón con el dedo.
Bryson muerde mi labio inferior y lanzo un gemido.
Nuestras bocas se buscan y eso es lo único que importa.
No sé cuánto tiempo durará esto, pero elijo
concentrarme en este momento.
Elijo ser feliz.
Porque puedo serlo.
Porque me lo merezco.
«Gay» significa «feliz» también, ¿saben?
Notta del
No del au
auttor
Contar esta historia fue tanto lo más aterrador como lo
más emocionante que he hecho en mi vida. Nunca había
escrito un relato tan personal, tan relacionado con mi
propia experiencia e historia. Hay muchos elementos de
mí en este libro. Algunos grandes, como la ansiedad de
Kai y su manera de sonrojarse, mis pensamientos y
sentimientos cuando salí del clóset en un ambiente
familiar religioso y que sea de raza mestiza. Otros son
pequeños, como la lista de cosas que Kai odia, su gusto
musical que lo aleja de sus primos, los castigos durante
el almuerzo y la regla del blazer, incluso los mensajes de
texto en los que coqueteas con alguien con quien
probablemente no deberías hacerlo (oh, esa es una
historia para otra ocasión).
Cuando me senté a escribir este libro buscaba contar
una historia #ownvoices para los lectores LGBTQ+ que
existen y tienen fuerza en la narrativa LGBTQ+. Quería
que fuera un relato que hablara de los problemas y
adversidades que muchos adolescentes gays siguen
enfrentando hoy en día. Pero, más que eso, quería
decirle al lector que, a pesar de esos problemas y
adversidades, hay esperanza, que valemos y nos
merecemos ser felices.
Sé que no soy el primero en conta
contarr una historia como
esta, pero siempre he creído que puede existir más de
una narración de cierto tipo. Necesitamos más
representaciones a nuestro alrededor. No deberíamos
conformarnos con una sola cosa, porque no somos una
sola cosa. Nuestra raza, cultura, geografía, sexualidad y

experiencias nos hacen diferentes. Esto conforma


nuestras historias, nuestras vidas. Se convierten en
temas que exploramos en los relatos que contamos.
Espero que después de leer este libro puedas ver mi
corazón y mis pensamientos; que puedas entender mi
inspiración un poco mejor. Y si los adolescentes —o
cualquier lector— se ven reflejados en esta historia, en
estos personajes, entonces consideraré que hice mi
trabajo.

Es deliberado que la orientadora escolar que aparece


en este libro sea inútil en su trabajo. Si sientes que esto
también es verdad en tu caso y buscas algo más útil, te
exhorto a que leas Coming out of the Closet: Some Resources
to Aid the Process (https://
www.huffpost.com/entry
www.huffp ost.com/entry/coming-out-
/coming-out-
resources_n_4085658). James Nichols y el resto del
equipo de Queer Voices de HuffPost escribieron este
maravilloso artículo y compilaron varios recursos, no
solo para la juventud LGBTQ+, sino también para padres
de familia y aliados. Recuerda que salir del clóset es algo
que solo te concierne a ti. Tú decides cuándo quieres
hacerlo.
Salir del clóset es una decisión importante, incluso una
experiencia transformadora;
transformadora; por eso quería que este libro
fuera más que solo una historia de amor con final feliz.
Quería que fuera una narrativa sobre qué significa salir
del clóset. Creo firmemente que siempre son necesarias
las historias de este tipo porque siempre habrá un
adolescente que enfrenta la abrumadora tarea de salir.
Me gustaría que ese adolescente leyera este libro y se
sienta visto, comprendido.
comprendido.
Durante mucho tiempo los gays han sido desterrados

como personajes secundarios o simplemente


considerados como el mejor amigo que da la nota
cómica. Y cuando recuerdo las comedias románticas con
las que crecí a finales de los noventa, la mayoría de los
personajes eran blancos y heterosexuales. Esas películas
hacían pensar que solo la gente físicamente similar o que
amaba de esa manera merecía tener una historia de
amor. Por eso quise que este libro mostrara que un
personaje principal que es gay y de raza mestiza puede
tener una historia de amor que se pueda describir como
épica.
Me gustaría terminar esta nota agradeciendo a quienes
me han inspirado para escribir ¡Sal conmigo, Bryson
Keller! Estos autores, cineasta y otros creadores elaboran
diferentes narraciones sobre adolescentes, con ideas
brillantes que inspiran a la nueva generación de
escritores para que cuenten historias que tengan una
auténtica representación. Dichos relatos están
entretejidos en el tapiz de esta novela. Tengo una gran
deuda con todos ellos, incluidas la serie noruega Skam
(en particular la temporada 3); A todos los chicos de los que
me enamoré, de Jenny Han; Simon vs. the Homo Sapiens
Agenda, de Becky Albertalli (así como su adaptación en
cine, Yo soy Simón); el manga Seven Days: Monday-
Sunday, del autor Venio Tachibana y el ilustrador Rihito
Takarai; y la comedia romántica de los noventa Ella es
así. ¡Sal conmigo, Bryson Keller! es mi perspectiva para
#ownvoices sobre estos trabajos previos.
La representación importa, y agradezco desde el fondo
de mi corazón a todos aquellos que me inspiraron.
Espero que este libro pueda inspirar a otro escritor
para que cuente su historia, que escriba su respuesta.

Debemos avanzar, exigiendo que nuestros relatos se


cuenten con autenticidad y cuidado. Los lectores del
mundo lo merecen. Los niños que están creciendo
merecen considerarse héroes, ya sea matando dragones,
salvando al mundo o simplemente enamorándose.
Merecemos ser amados, apoyados y aceptados.
Merecemos ser felices. Siempre.
Agradecimientos
Escribir un libro debería considerarse un deporte en
equipo. Como tal, tengo que agradecer a muchas
personas. Disculpen si esta sección se alarga, pero tener
la oportunidad de escribir esto me parece irreal. Siempre
me ha gustado leer los agradecimientos y no puedo creer
que estoy aquí, escribiendo los míos. Se los advierto:
repetiré la palabra «gracias» millones de veces, y ni así
será suficiente. Y lo haré con sinceridad, en cada ocasión.
Antes que nada, gracias, mamá y papá, ¡los mejores
padres del mundo! Gracias por creer en mí y por
animarme a perseguir mis sueños sin importar lo que
digan los demás. Su apoyo y amor constante han hecho
posible este libro. Realmente me gané la lotería con mis
padres.
A Shane, el mejor hermano mayor del mundo, gracias

por siempre estar a mi lado. Estoy seguro de que


también me ayudarías a enterrar un cadáver. A Charné,
la mejor cuñada del mundo (en serio, prácticamente ya
eres mi hermana), gracias por la motivación y por estar
siempre dispuesta a leer todo lo que escribo. Gracias
también por ayudarme con el fancast de mis libros. A mis
sobrinas y sobrino, que están demasiado jóvenes como
para leer esto: solo sepan que también les agradezco. Los
quiero más de lo que
que puedo expresar con
con palabras.
Gracias al resto de mi familia, a quienes siguen aquí y
a quienes ya no están. Han sido testigos de cómo he
perseguido este sueño durante años. Gracias por sus
palabras y su apoyo. Me tomó algunos años llegar hasta
aquí, pero gracias por siempre creer que lo alcanzaría.

A mi mejor amiga, Naadira: cuando alguien dice


«hasta la muerte» pienso en ti. Hace ya casi una década
que somos amigos y he amado cada momento. Gracias
por las risas y los recuerdos. Sé que si no estuvieras en
mi vida le faltaría luz y yo estaría incompleto. Eres mi
primera fan, siempre dispuesta a leer mis libros; gracias,
gracias, gracias. Larga vida a «Kevra».
A Saira: sabes que no puedo llamarte mi mejor amiga
porque tu hermana me golpearía, pero quiero que sepas

que he disfrutado contigo cada momento. Tu


inteligencia y honestidad son verdaderamente
importantes en mi vida. Y al resto de la familia Moodley:
gracias por ser una segunda familia para mí. Cuando
digo que soy parte del mobiliario, saben a qué me
refiero.
A los «rechazados de la cuarta fila» o como quiera que
nos llamemos ahora: gracias por ser raros y maravillosos
conmigo. Temara Prem, Allan Convery y Darren
Jaynarayan, la escuela de cine y mi vida serían mucho
menos significativas sin ustedes. No puedo creer que
nuestro chat de grupo esté activo desde 2013. Creo que
fue cuando nos conocimos (¿Es correcto? Ya saben que
soy pésimo para las matemáticas). Un agradecimiento
especial a Allan por las pláticas profundas y por ser mi
hermano en la miseria y la esperanza. ¡Por nosotros, que
nos estamos haciendo adultos y seguimos tratando de
averiguar cosas! ¡Lo logramos, amigos!
A Christopher Schelling: gracias por darle la
oportunidad a un escritor de veintiún años con un
sueño. Me enseñaste mucho sobre la escritura y la
industria. Siempre estaré agradecido.

A Beth Phelan: gracias por crear #DVpit. Sin este


programa espectacular no estaría viviendo ahora mi
sueño.
A mis amigos escritores. He llegado a conocer
verdaderamente a tantos de ustedes y agradezco a cada
uno. Los Lucky 13 —Julie C. Dao, Jessica Rubinkowski,
Heather Kaczynski, Mara Fitzgerald, Rebecca Caprara,
Austin Gilkeson, Jordan Villegas— estaría perdido sin
nuestros hilos de correos electrónicos. Estuvieron ahí

para mí en las buenas y en las malas, y en todo


momento. Su fe y apoyo me hacen seguir adelante, no
puedo agradecerles lo suficiente. Un agradecimiento
especial para Jessica, por sus pláticas motivacionales y
por empujarme a escribir este libro.
A June Tan, Deeba Zargarpur, Emily A. Duncan, Rory
Power, Christine Lynn Herman, Rosiee Thor, Emma
Theriault y Alexa Donne: gracias por el apoyo y las
pláticas. Ustedes hacen que ser escritor sea mucho
menos solitario. Un reconocimiento especial para Alexa
Donne, por ser maravillosa y estar siempre dispuesta a
hablar. Tus consejos y comentarios han sido invaluables.
Tengo suerte de poderte llamar amiga.
A Gwen Cole: gracias por ser la mejor crítica. Tu
apoyo, conocimiento y entusiasmo son verdaderamente
invaluables para mí. ¡Soy un gran fan tuyo y de tus
historias!

A mis mentores de Author Mentor Match, Alexandria


Strutz, Daniel Voralia, Debra Spiegel y Joanne Weaver:
gracias por su apoyo y confianza. Alex, gracias por las
pláticas y por comprender mi amor no solo por BTS, sino
también por SHINee. Los CD que me enviaste están entre

mis pertenencias más preciadas, al igual que las tarjetas


postales. Sin embargo, la próxima vez tendré el flamante
carisma de Minho. ¡Gracias, amiga!
Y a Daniel, quien finge acentos terribles pero tiene un
extraordinario acento británico: gracias por las pláticas y,
más que pocas veces, por entenderme. No puedo
agradecerte lo suficiente por ser el primer lector de este
libro y por ofrecerme tus comentarios brutalmente
honestos sobre aquellos primeros capítulos. Fueron el

empujón que necesitaba para recuperar la confianza y te


lo agradeceré siempre.
Al resto de la familia de Author Mentor Match.
Gracias por el apoyo. Significa todo para mí.
A mi editora, maravilloso ser humano, Chelsea Eberly:
tu conocimiento de este mundo y estos personajes ha
sido realmente invaluable. Gracias, esta historia es
mucho más sólida. Me animaste a ir cada vez más lejos

con
Desdeel elborrador
momentoy en
te que
agradezco que
recibí tu lo hayas
primera cartahecho.
supe
que habías entendido a Kai, a Bryson y al resto de los
personajes. Que creías en esta historia con todo tu
corazón. Gracias por hacer que esta primera experiencia
sea algo que pueda recordar con mucho cariño. Gracias
por hacerme la oferta y volver realidad mis sueños.
Gracias por amar este libro tanto como yo lo amo.
A Polo Orozco, gracias por tus increíbles comentarios
y por ayudarnos a este libro y a mí a llegar a la meta.
A todos los que participan en los libros infantiles de
Random House: gracias por el apoyo y el trabajo que
han consagrado a este libro. Regina Flath, la diseñadora
de mi libro, creaste la portada y solapa más maravillosas

del mundo. En serio siento escalofríos cuando la veo.


Howard Huang y los modelos de la portada, gracias por
las fotografías y por participar en la creación de algo
verdaderamente espectacular.
A Robert Guinsler, agente extraordinario y
posiblemente un superhéroe: no creo que un párrafo sea
suficiente para decirte cuánto te agradezco. Gracias por
decirme que te enviara este libro. Despertar y ver tu
correo electrónico al día siguiente fue como un sueño, y

fue el inicio de esta aventura mágica. Comprendiste este


libro y, lo que es más importante, me comprendiste a mí.
Cuando dijiste que para Navidad ya tendría un trato
pensé que mentías. Gracias por darme el mejor regalo de
Navidad que un escritor pueda soñar. Sigo asombrado
de lo lejos que hemos llegado, y sé que nada de esto
hubiera sido posible sin ti. ¡Gracias, gracias, gracias!
¡Arriba y adelante!
A todos los demás en Sterling Lord Literistic, Inc.:
Gracias desde el fondo de mi corazón. Agradezco todo
lo que hacen por mí y por este libro tras bambalinas.
Danielle Bukowski y el resto del equipo de derechos
extranjeros, gracias por hacer que el más imposible de
los sueños se hiciera realidad.
Por último, a ti, querido lector: gracias por elegir este
libro y darle una oportunidad. Espero que te haya
gustado y que ames a Kai y a Bryson tanto como yo.

¡Miles de gracias y más!

Acerca del autor


KEVIN VAN WHYEnació y creció en Sudáfrica, donde
comenzó su amor por contar historias desde muy joven.
Kevin vive en Johannesburgo y cuando no está
leyendo, escribe historias en las que los personajes de
las comedias románticas reciben el final feliz que
merecen.
¡Sal conmigo, Bryson Keller! es su primera novela.
Título original: Date me, Bryson Keller!
© 2020, Kevin van Whye
Traducción: Yara Trevethan Gaxiola
Diseño de portada: Emily Smyth
Adaptación de portada: Planeta Arte & Diseño
Derechos reservados
© 2022, Editorial Planeta Mexicana, S.A. de C.V.
C.V.
Bajo el sello editorial CROSSBOOKS M.R.
Avenida Presidente Masarik núm. 111,
Piso 2, Polanco V Sección, Miguel Hidalgo

C.P. 11560, Ciudad de México


www.planetadelibros.com.mx
Primera edición impresa en México: mayo de 2022
ISBN: 978-607-07-8606-8
Primera edición en formato epub: mayo de 2022
ISBN: 978-607-07-8736-2
Este libro es una obra de ficción. Todos
Todos los nombres, personajes, compañías,
lugares y acontecimientos son producto de la imaginación del autor o son utilizados
ficticiamente. Cualquier semejanza con situaciones actuales, lugares o personas -
vivas o muertas- es mera coincidencia.
No se permite la reproducción total o parcial de este libro ni su incorporación
incorporación a un
sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio,
sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el
permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.
La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra
la propiedad intelectual (Arts. 229 y siguientes de la Ley Federal de Derechos de
Autor y Arts. 424 y siguientes del Código Penal).
Si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra diríjase al CeMPro
(Centro Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor,
http://www.cempro.org.mx).
Libro convertido a epub por Grafia Editores, SA de CV
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Cómpralo y empieza a leer

Jonathan Hopkirk, fan número uno de la poesía


de Walt Whitma
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amor. Pero las cosas no son tan simples,
Jona
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asombroso.

Cómpralo y empieza a leer


Baby y Solo
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Cómpralo y empieza a leer

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finalmente está listo para ser un chico normal.

Ahora, con un nuevo nombre inspira do en su


perrsona
pe sonajje favo
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laxi
xia
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Solo está decidido a iniciar un nuevo capítulo con
toda la actitud. Sin embargo, el miedo a que
descubran «lo que estaba mal con él» lo lleva a
man
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tener a raya
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Nicole, más conocida como Baby, por la

protag
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compañera, con quien inicia una amistad como en
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conservar su hoja en blanco y contar toda la
verdad. De cualquier manera, teme que la opción
que elija termine la única amistad real que ha
tenido. Ambientada en la década de 1990 y llllena
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ternura.

Cómpralo y empieza a leer


La noche en que todo cambió
(Edición mexicana)
Presto
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9786070755484

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Cómpralo y empieza a leer

Un fin de semana de juerga en una cabaña


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una noche loca con sus amigos, despierta en un

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