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Shivananda Yoga
Shivananda Yoga
Serie de disertaciones
de
LAKSHMI
Publicado por
THE DIVINE LIFE SOCIETY
P.O. Shivanandanagar—249 192
Distt. Tehri-Garhwal, Uttaranchal,
Himalayas, India.
CONTENIDO:
Prefacio de la Primera Edición
Prefacio de la Segunda Edición
Prefacio
Teoría y práctica
¿Quién es un Guru?
Comunicación
Plantando la semilla
Autopurificación
Entrega
Karma Yoga
Sé un instrumento
Bhakti Yoga
El Yoga de Swamiji
Yoga Total
Recuerdo de Dios
Desinterés
Descubriendo al ego
Yoga de Síntesis
Amor es Dios
Prefacio de la Primera Edición
Considero un privilegio único escribir un breve prefacio para este volumen titulado
“Shivananda Yoga” consistente en una compilación de disertaciones de Swami
Venkateshananda, una estrella resplandeciente entre los discípulos de Gurudev
Shivananda. Sus contribuciones han sido múltiples y de una calidad significativa y poco
común, una prueba de su magnífica personalidad. Este discípulo selecto de Gurudev
tuvo el privilegio exclusivo de sentarse a los pies del Maestro y observar cada palabra y
cada acción del gran santo, quien fue una manifestación ideal de la Gloria Divina.
Gurudev ha dado una demostración práctica del logro de la perfección Divina en nuestra
vida diaria, paso a paso, a pesar del dominante escepticismo triste y reacio de los
tiempos modernos.
Toda la gloria para el autor de este libro, por mantener en alto la bandera de la Vida
Divina que Gurudev le entregó.
Esperemos muchas más “joyas” como ésta de él – la corona misma de la misión divina
de Gurudev Shivananda.
Lucknow
Abril 1980
Dr. D. Kutty
Considero mi buena fortuna el dar este prefacio para SHIVANANDA YOGA que da un
atisbo íntimo y único de las experiencias personales y las observaciones de Swami
Venkateshanandaji acerca del glorioso Maestro, quien vivió y se movió ante nosotros en
la majestuosa simplicidad de su santa vida diaria en su Ashram, a orillas de la sagrada
Ganga, santificado por su purificante presencia. Este es, en verdad, un merecido tributo
al santo Maestro que contiene las espontáneas efusiones del corazón de Swami
Venkateshananda acerca de aquél que fue la Luz de su vida, a quien él adoró y
consideró su Dios visible sobre la tierra.
Shivananda Ashram,
Viernes, 2 de diciembre, 1983
Las disertaciones continuaron durante tres semanas. Este libro es el fruto de las mismas.
Lakshmi
Teoría y práctica
La Yoga-Vedanta Forest Academy (originalmente llamada Universidad) fue el hijo
mental de Swami Shivananda. Cuando le dio expresión a esta idea, tuvo cierta visión
que fue característica en él – la de la síntesis de la teoría y la práctica.
Para la vasta mayoría de las personas, es vital alguna introducción teórica antes de
decidirse a comenzar la práctica de Yoga. La graduación usual en Yoga es que primero
viene Karma Yoga, después Bhakti Yoga, luego Raja Yoga y finalmente Jñana Yoga.
Hubo un gran Acharya llamado Ramanuja. Su teoría era que Bhakti viene después de
Jñana, porque ¿cómo puedes amar aquello que no conoces? Verdadero Bhakti
(Parabhakti o devoción) surge después de tener algún conocimiento de la persona o del
principio.
Puede que miles de personas sean Yoguis potenciales y quieran practicar Yoga. Si se les
diera un atisbo de la teoría, probablemente entrarían en el sendero, pero son
abandonados por los habitantes de las cuevas que han alcanzado la meta sin un
entendimiento intelectual de la teoría.
Toda clase de personas busca entrar en el sendero espiritual. Entre ellos, están los
Jijñasus, los que quieren conocer. Si se les dice que deben volverse como esos Yoguis
silenciosos, se desvían completamente, desperdician su tiempo o imaginan que se han
convertido en Maestros, esto es aún más peligroso. El solo sentarte derecho e inmóvil
no te convierte en una persona iluminada. Gurudev mismo solía hacer bromas sobre
esas personas comparándolas con las piedras de la Ganga. Las piedras también se
sientan allí inmóviles durante miles de años. ¿Están también iluminadas?
Recuerdo dos incidentes. Hace mucho tiempo, en 1846, cuando la costa de la Ganga no
se había desarrollado (o arruinado, depende del punto de vista), no había escalones. En
el complejo de la oficina de correo, había una galería bastante larga; en aquellos días,
eso era todo para nosotros, cocina, comedor, lugar de Satsanga, oficina y demás.
Gurudev solía conducir una clase de meditación por la mañana, de 4.15 a 6.00. Justo
sobre la orilla de la Ganga, sopla un viento huracanado de mañana temprano y, a pesar
de ello, él solía salir de su habitación exactamente a las 4.00, vistiendo un enorme
sobretodo y un manto enrollado como turbante. Era una visión emocionante e
inspiradora observar a este Jivanmukta salir de su pequeño Kutir. Era regular y puntual
en asistir a la clase de meditación. Había un visitante de Andhra Pradesh que no era
muy entusiasta en asistir a esa clase, pero solía sentarse sobre una gran roca a las 4.00
tieso como un palo. Un día, después de la clase de meditación, Gurudev estaba sentado
en uno de los bancos de cemento y entramos en cierta deliberación por casi media hora.
Mientras tanto, entró por una puerta más distante el señor que había finalizado su
meditación. Durante un par de minutos, Gurudev lo miró con un ojo cerrado
(¡usualmente cerraba un ojo cuando quería decir algo muy interesante!) Gurudev le hizo
preguntas y el hombre reveló que meditaba todos los días de 4 a 7. Gurudev aparentó
admirarlo pero, repentinamente, toda la escena cambió. Bramó: “¡Mírenlo! Somnoliento
y adormilado. (A él) ¿Qué estás haciendo? ¿Te sientas y duermes sobre la piedra?
¿Sabes lo que significa meditación? ¿Lo que significa Samadhi? Tocar al Infinito.
¿Sabes qué poder, qué energía tendrás cuando toques al Infinito así? Dices que has
disfrutado de una meditación profunda y del Samadhi durante tres horas. Aún así,
cuando sales de ello, estás somnoliento y adormilado. Ve y lávate la cara”. En aquellos
días, no teníamos provisión de agua. Solíamos formar una línea de aguateros desde la
Ganga hasta el tanque de agua de la planta baja de la cocina. Gurudev le dijo a este
hombre, “Únete a ellos, llena el tanque, entonces sabrás lo que significa Samadhi”. Así
es que Samadhi no es sólo sentarse. Si eso es Samadhi, entonces ¡todas las piedras de la
orilla de la Ganga han logrado el Samadhi!
El segundo incidente me sucedió a mí. Un día, en 1948, bajé a la Ganga varias veces
con intervalo de tres horas. Vi a un asceta sentado casi desnudo debajo de un árbol con
los ojos entrecerrados. Pensé que era un gran Yogui que podía meditar por más de diez
horas seguidas. Una noche, hubo cierta conmoción en el templo donde él estaba como
huésped. Al siguiente día, se había ido. Al ser interrogado, el sacerdote del templo me
dijo que no era un verdadero Sadhu (hombre santo) sino que tenía mal carácter y ¡que su
habilidad para sentarse inmóvil era el resultado de cierta droga!
Cuando ves a alguien sentado inmóvil por largo tiempo, tratas de imitarlo y no puedes,
abandonas, aparentas haber alcanzado ese estado o encuentras un atajo para ello.
Algunos vienen y dicen, “Estás desperdiciando tu tiempo. Inhala esta droga y entrarás
en verdadero Samadhi”. Entonces comienzas a pensar que tal vez el Guru haga lo
mismo. Esto lleva a toda clase de tergiversaciones. Por lo tanto, cuando imitas a estos
iluminados habitantes de las cuevas, puedes volverte como ellos o no. Puedes deslizarte
en Tamas, lo cual es muy fácil. Por lo tanto, uno necesita cierto conocimiento.
Puede que un Mauni Jivanmukta no tenga mucha formación teórica. Si bajan hasta
Benarés u otros lugares semejantes, encontrarán gente que puede dar conferencias, pero
en sus propias vidas, no están ni cerca de su ideal. Gurudev no tenía ninguna admiración
especial por ellos más allá del respeto que les guardaba a todos.
El siguiente incidente ilustra esto: La actual oficina de correos era entonces nuestra
oficina. Tres de nosotros solíamos sentarnos en la oficina con Gurudev. En aquellos
días, el trabajo no era tan pesado así que había mucho tiempo libre y Gurudev tenía
mucho tiempo para nosotros. Un día, temprano en la mañana, un doctor en filosofía
entró a la oficina. Gurudev le dio la bienvenida. El doctor se sentó y dijo, “Swamiji,
tengo una pregunta. Por favor, dígame cuál es la diferencia entre Nirvikalpa Samadhi y
Savikalpa Samadhi”. Era una oportunidad para que nosotros también aprendiéramos –
no nos hubiéramos animado a hacerle esa pregunta – así que todos dejamos de trabajar y
escuchamos. ¡Era la pregunta del millón de dólares! Gurudev levantó sus lentes y lo
miró. “¿Desayunó?”, le preguntó. “¿Toma té o café?” Tenía que dar una respuesta. El
doctor dijo, “Té, Swamiji”. Entonces le trajeron té, frutas y libros. El doctor disfrutó su
té y algún Idli. Luego vino su esposa. Ella entró a la oficina, lo miró con dureza y dijo,
“¿Cuánto tiempo voy a estar esperándote? Vamos”. Él se levantó en silencio, se inclinó
ante Swamiji y dijo, “Me voy”. Cuando se fue, Swamiji rió y rió. Era una hermosa risa.
“Quiere saber acerca del Savikalpa Samadhi. La esposa lo mira y él se va”. Ese es el
tipo de persona que encontramos en todas partes – Pandits que tienen enorme
conocimiento, que pueden mantenerte cautivado por horas disertando medio verso del
Bhagavad Gita. Fantástico. Gurudev los amaba, admiraba su intelecto, ¡pero eso era
todo!
Hubo otro incidente muy divertido. Durante el Tour de Gurudev por toda la India,
algunos eruditos académicos se reunieron con él en Varanasi. Cuando él pasaba,
saludándolos, uno de ellos le hizo una pregunta en sánscrito. Gurudev se volvió hacia él
y le preguntó, “Comment ca va, comment vous appellez vous?” (Dos oraciones que
había aprendido en francés). El Pandit lo miró con la mandíbula caída. No entendió la
respuesta. (Moraleja: El propósito del lenguaje es el de la comunicación y no el de la
presunción).
Por lo tanto, uno debe comunicar y también aprender cómo comunicar. Teoría y práctica
deben ir de la mano. Una no es enemiga de la otra sino amiga y una sin la otra es inútil.
Aparte de los riesgos que mencioné anteriormente, hay otro. Gurudev mismo nos dijo
que cuando vino a Rishikesh, todo lo que quería era sentarse debajo de un árbol, cantar
los nombres de Dios y hacer Japa; eso era todo. Era aficionado al Kirtan. No había ni
una sola función que comenzara sin Sankirtan. Toda ocasión demandaba el canto de los
nombres de Dios. Si alguien estaba enfermo, moribundo o muerto, si había nacido o si
se había casado, para poner los cimientos de un edificio o para derribarlo, él cantaba
Hare Rama.
En una de sus primeras cartas a su discípulo más antiguo, Swami Paramanandaji, dijo
incluso que deberíamos transformar a toda la India por medio de Sankirtan solamente.
De acuerdo con este ideal, cuando aún vivía en Swargashram, solía presidir y participar
de reuniones de Sankirtan. Incluso antes de que se fundara la Divine Life Society, había
establecido diversos grupos de Sankirtanistas para que organizaran y llevaran a cabo
reuniones de Sankirtan. Pero pronto descubrió que se estaba degenerando en cierta clase
de emotividad – la gente saltaba y danzaba, y decía que eso era éxtasis. Sin duda, se
puede alcanzar el éxtasis por medio del Sankirtan, pero no todos pueden hacer eso. Muy
pronto hubo lucha por el poder, así que al año o a los dos años, él cambió de parecer.
Dijo, “Sankirtan solo no es bueno. Lleva a la emotividad. También debe haber algo de
Jñana, cierto entendimiento. Kirtan es cantar el nombre de Dios, no conducir una
competencia musical. Lo que importa es el Bhavana y uno debe aprender a reconocer y
entender este Bhavana”. Con el paso de los años, él desarrolló un sistema de síntesis. La
práctica es extremadamente importante, pero no sin entendimiento.
Cuando uno obtiene este entendimiento teórico, al mismo tiempo éste debe ayudarlo y
ayudar a otros. Aprendan aquí todo lo que puedan, vayan y compártanlo, no sientan que
lo saben todo, pero hasta donde hayan obtenido entendimiento teórico y conocimiento
práctico, impártanlo, ofrézcanlo a los pies del Dios omnipresente en adoración. Gurudev
solía insistir en esto. Todo lo que tengan, compártanlo – incluyendo el conocimiento de
Yoga y Vedanta. De esta forma, se elimina la timidez y se aclaran las propias ideas y el
conocimiento. De otro modo, ¡uno es su único y más grande admirador! Está totalmente
convencido de que es muy erudito y de que sabe todo, y mientras no abra la boca en
absoluto, no habrá nadie que desafíe esa convicción, ¡pero cuando abre la boca y alguna
gente se ríe, se da cuenta de que no es tan listo! Entonces hay un incentivo para
aprender más.
¿Quién es un Guru?
Aquél que imparte la teoría concerniente al conocimiento del Ser y nos guía en nuestra
práctica no es un Guru, es un “Acharya”, un maestro. De este maestro, uno aprende
acerca del conocimiento del Ser. No es realmente conocimiento del Ser sino un
conocimiento secundario, el cual puede ser muy necesario ya que, de otro modo,
podríamos llegar fácilmente a conclusiones erróneas.
Esta palabra “Acharya” suena casi como la palabra “Achara”. Acharya significa
maestro, Achara significa la propia conducta o estilo de vida. De ese modo, un Acharya
tiene que ver con el Achara del alumno, la conducta externa. Por ejemplo, puede que el
maestro enfatice la puntualidad, de modo que uno venga cuando suenan las nueve.
Podría hacer hincapié en que uno no debe mirar por la ventana o mirar acá y allá. Puede
haber entrenamiento en la conducta, pero ningún Acharya puede forzar tu atención,
ningún Acharya puede imponerte entendimiento. Por lo tanto, debe haber cierta
identificación psicológica. Sólo entonces hay una guía o gobierno de la conducta. Si uno
está atento, él le trasmite la información acerca del conocimiento del Ser y lo guía en su
práctica. Esta es la única responsabilidad del Acharya. Así es que un Acharya es más un
maestro que otra cosa.
Aparte de la palabra “estudiante”, hay otra palabra, “alumno”. Un alumno no es sólo
una persona sentada frente al maestro tratando de aprender algo de él. La “pupila” es un
diafragma que se abre y se cierra en nuestros ojos. Cuando uno va a la luz del sol, las
pupilas se cierran y cuando está en la oscuridad, se abren. Eso es lo que sucede en la
relación entre el maestro y los alumnos. Si el maestro es brillante, ellos se cierran, no
pueden recibir más la luz. Si el maestro es interesante, divertido, oscuro o tonto, ellos se
abren – con el resultado que parece ser mucho más fácil aprender tonterías que aprender
algo que valga la pena. Si alguien se sienta allí y dice cien formas de robar un banco, es
interesante, no es un momento aburrido, el alumno está entusiastamente interesado en
ello. Pero si alguien se sienta allí y habla de la sabiduría de los Upanishads, no sólo las
pupilas se cierran sino también los párpados.
Si leen muy cuidadosamente el primer capítulo del Bhagavad Gita, verán que Arjuna
cree que él es el Guru. Resuelta y arrogantemente, él le enseña a Krishna lo que está
bien y lo que está mal. Cuando descubre que Krishna se rehúsa a ser su discípulo (¡!),
colapsa y las palabras que se le atribuyen en ese momento en que colapsa son muy
inspiradoras:
Yacchreyah syannishchitam bruhi tanme
shishyas-te ’ham sadhi mam tvam prapannam (II. 7)
Arjuna dijo:
“Dime qué es lo mejor para mí. Soy Tu discípulo. Instrúyeme, me he refugiado en Ti”.
Tvam prapannam – “Me he entregado a tus pies porque no conozco la verdad. Pensé
que la conocía, pero viendo cómo no te impresiona mi enseñanza, siento que puedo
estar equivocado. Entonces, me entrego a tus pies”. Shishyas-te – “Yo soy tu discípulo”.
Yacchreyah syannishchitam bruhi tanme, - “Dime lo que pueda llevarme a Shreyas”.
Esta palabra, “Shreyas” es muy difícil de traducir. Se ha tomado como “tu último bien o
tu bien espiritual, iluminación, liberación”. Allí es donde Arjuna dice: “Yo soy tu
discípulo”. Krishna aún no es el Guru. Es sólo en el capítulo undécimo que Arjuna
exclama: “¡Oh! Tú eres el Señor del universo entero”.
“Mi ilusión ha sido destruida, ya que he obtenido conocimiento (recuerdo) por medio de
tu gracia, oh, Krishna. Estoy libre de dudas. Actuaré según tu palabra”.
Todo eso es de vital importancia. Nashto mohah – “Mi confusión, mi ilusión se ha ido”.
Había una confusión al comenzar, pero ésta había desaparecido completamente. Si
sucede esto, tú eres un discípulo iluminado, has encontrado al Guru. Smrtir-labdha – no
es meramente ganar o recobrar la memora sino que, normalmente, recuerdas lo que
otros han hecho y lo que te ha sucedido hasta ahora, pero no te acuerdas de ti mismo.
No te conoces a ti mismo sino que conoces a todos los demás; no sabes quién eres,
¡pero conoces al mundo entero! Incluso cuando tratas de recordar una experiencia
pasada, todo lo que recuerdas es lo que otros hicieron y lo que otros dijeron. El Ser es
ignorado completamente tanto en el conocimiento como en el recuerdo. Por lo tanto,
smrtir-labdha significa: “Ahora recuerdo quien soy”. Tvatprasadanmaya’chyuta – “Por
tu Gracia”, ¡no por tu instrucción! El Acharya se ha ido. El Acharya sólo puso una
estructura en el interior y el alumno tomó conciencia de esa estructura. La estructura
derribó falsas nociones e ideas engañosas previas, y creó el clima para la iluminación.
Es sólo la Gracia del Guru lo que genera esta iluminación. Por más teoría y
conocimiento que uno pueda tener, éstos no pueden causar iluminación. Si la ropa está
sucia, la pones en un balde con agua y mucho jabón. ¿Se lavó? Esperas que así sea.
Cuando la sacas, está llena de jabón. Eso no limpia – la limpieza tiene lugar después.
Para liberarte de la suciedad llamada conocimiento mundano, puede que necesites un
instructor espiritual que te dé conocimiento sobre el Ser, pero para obtener
conocimiento del Ser, nada de eso funciona. Es sólo la Gracia del Guru que fluye
directamente en tu corazón sin la interferencia de tu mente lo que genera ese
conocimiento del Ser, Atma-Jñana. Gatasandehah – “No hay duda”, la mente y el
corazón están libres de duda y, por lo tanto, todo lo que hay que hacer se hace sin
vacilar. Esto es lo que se llama “acción espontánea”. La conmoción de la visión de esa
forma cósmica probablemente generó eso en el caso de Arjuna, porque una expresión
similar tiene lugar incluso al comienzo del capítulo undécimo.
Arjuna dijo:
“Mi ilusión se ha ido por medio de esta palabra (explicación) del secreto supremo
concerniente al Ser que Tú has expresado para bendecirme”.
¿Quién es un Guru?
Gukarashchandhakarashcha rukarastannirodhakah
andhakaravinashitvad-gurur-ityabhidhiyate
“El Guru es la luz que elimina la oscuridad de la ignorancia”. El Guru es aquél en cuya
presencia obtienes eso; o eso es el Guru. En el momento en que la magnitud de la
ignorancia disminuye y esta estructura interna de teoría (que ha sido instalada allí
mediante las instrucciones del Acharya) comienza a crecer y a ser experimentada, allí
está el Guru.
Cuando recorres la India, encuentras docenas de Gurus que dicen: “Yo soy tu Guru”.
Gurudev nunca dijo eso ni por un momento. Ocasionalmente decía “Tú eres mi
discípulo” o “Él es mi discípulo”; y algunos de los discípulos mayores aquí
probablemente tenga al menos una carta en la que Gurudev dice: “Te he aceptado como
mi amado discípulo, te serviré y te guiaré”. Pero con todo el respeto y la adoración a
Gurudev, puedo decirles que tenía más el propósito de aliento para el discípulo que el de
una afirmación del hecho. Cuando Swami Shivananda decía: “Te he aceptado como mi
amado discípulo”, sentías que tenías un derecho sobre Swami Shivananda, podías
escribirle más libremente. Eso es lo que él quería. La siguiente oración es: “Te serviré”.
Ustedes nunca han oído de un Guru sirviendo al discípulo, ¡se supone que el discípulo
sirva al Guru! Así que en la fórmula misma, él había cancelado la cuestión del Guru. Él
nunca se consideraba un Guru. Eso era para nosotros, no para él.
El Guru es la experiencia del discípulo y el Guru no necesita saber cuándo tuvo lugar
esa experiencia en ti. Puedes decir, “Usted es mi Guru”; el Guru no necesita decir, “Yo
soy tu Guru”. Yo puedo ir al Guru y decirle, “Yo soy su discípulo” cuando estoy
preparado para hacer exactamente lo que él me diga que haga. Mientras no se alcance
ese estado, uno no puede decir audazmente: “Yo soy su discípulo, usted es mi Guru”.
Hasta entonces, no hay Guru. Es muy importante recordar esto; de otro modo, uno
puede entrar en toda clase de confusiones. De repente va a alguien y si le rasca la
espalda y le dice: “Oh, veo una luz brillante alrededor de tu rostro, vas a obtener la
iluminación en tres meses”, dices: “¡Ah, usted es mi Guru!” Si te pide que le traigas una
taza de leche de la cocina, dices: “Bah, ¿qué clase de Guru es usted? No es más mi
Guru, se terminó”. Esta es una tergiversación de la verdad.
En la primera época, en 1947, Swamiji estaba sentado en la oficina. Ese día se iba un
joven de Sudáfrica que había estado con nosotros dos o tres meses. Éste entró, se postró
ante Gurudev y comenzó a llorar. Gurudev lo miró con amor supremo y afecto. El joven
dijo, “Swamiji, hoy me tengo que ir, ¿dónde voy a encontrar un Guru como usted en
África?” Repentinamente, la expresión de Swamiji cambió y dijo con una sonrisa muy
hermosa, significativa y pícara: “¿Qué? ¿Así que no encuentras un Guru en África?”
Para entonces, la pena del hombre se había disipado y sus lágrimas se habían secado.
Encontró que el Maestro reía y sonreía. Swamiji entonces fijó su mirada en el joven y
dijo, “Ohji, es muy fácil encontrar un Guru, ¡es muy difícil encontrar un discípulo!” Si
eres un discípulo, naturalmente encontrarás un Guru.
Comunicación
Swami Shivananda no inventó una filosofía propia sino que comunicó la filosofía
fundamental que ya había sido trasmitida a la humanidad a través de encarnaciones
como Jesús, Buda, Shankara y Krishna. ¿Por qué esto era (o es) necesario? La razón es
expresada bellamente en el cuarto capítulo del Bhagavad Gita.
“El solo paso del tiempo parece diluir la verdad”, por una razón muy simple y buena. Si
eres un hombre con Experiencia del Ser y yo vengo a ti como un buscador espiritual (no
alumno), puede que descubras que no eres capaz de expresar adecuadamente tu propia
experiencia en palabras, de cualquier forma que lo intentes y por más brillante que seas.
Esto se debe a la simple razón de que el lenguaje fue inventado después de que el
hombre cayera de la Experiencia del Ser. El lenguaje es forzosamente dualístico,
pluralista – de allí que alguien como Ramana Maharshi haya permanecido en silencio la
mayor parte del tiempo e incluso Gurudev se haya rehusado a entrar en debates. En un
punto de la instrucción de Vasishtha a Rama, en el Yoga Vasishtha, Rama pregunta y
Vasishtha simplemente permanece en silencio. Rama le reprocha: “¿No puedes
responder esta pregunta que te estoy haciendo? ¿Por qué de repente te quedaste
callado?” Vasishtha dice “No es porque no pueda responder a tu pregunta que
permanecí en silencio sino que el silencio es la respuesta a tu pregunta”.
Para hacer efectiva esta comunicación, en la filosofía Vedanta ortodoxa, tienes lo que se
llama Adhikari-vada, que implica que antes de aproximarte a un Guru debes equiparte
con los cuatro medios: Viveka, Vairagya, Shatsampat y Mumukshutva. Esto ha sido
algo simplificado en el Katha Upanishad:
De todos los Swamis y hombres santos con los que me he encontrado, Swami
Shivananda fue el único que no exhibía su conocimiento. Éste era un rasgo
extraordinario en él. Si le haces una pregunta simple a muchos Swamis y Yoguis,
“Swamiji, en invierno la Ganga está fría, ¿me puedo bañar?” La clase de respuesta que
esperas es, “Sí, puedes bañarte después de que salga el sol o bien te aplicas algún aceite
y luego te sumerges en la Ganga”. Pero ellos te darían una clase completa de Vedanta,
“Tú no eres el cuerpo, no eres la mente, eres el Ser inmortal”. No es el Ser inmortal el
que siente frío, ¡los que lo sienten son el cuerpo y la mente! Yo nunca escuché este tipo
de respuesta de Swami Shivananda. Si acaso, pecaba de exceso de algo, era en su gran
interés por tu bienestar físico e intelectual y no en imponerte cierta instrucción religiosa
cada vez que estornudabas o tosías. Esperaba que tú preguntaras – uttishthata jagrata
prapya varan nibodhata” – “Debes levantarte, despertar, luego ir al grande”. El
levantarse y el despertar son problema tuyo, no del Guru, pero Swamiji se tomaba la
molestia de admitir gente en el Ashram que no tenía todas esas calificaciones. Él no
escondía la verdad espiritual – estaba allí, publicada – y, a diferencia de otros, no se
escondía físicamente en una cueva ni se comportaba como un ignorante, viviendo en el
mundo como si fuera sordo, mudo y ciego como dicen las escrituras que uno debería
hacer. No hacía alarde de su conocimiento pero, cuando veía que eras entusiasta, te
transmitía ese conocimiento de forma misteriosa.
Era la tradición en aquellos días que los hombres santos se escondieran en una cueva y
esperaran a que se acercaran discípulos calificados que hubieran experimentado un
despertar interior, que fueran atentos y entusiastas, y que a gran costa (no de dinero sino
de energía y tiempo) fueran a ellos y les pidieran instrucción. Podría decir que Swami
Shivananda adoptó en gran medida esta tradición ocultando su Atma-Jñana en un gran
sobretodo, de modo que la gente que se acercaba a él a menudo lo recordaba por su
afecto y su amor, por su gran preocupación por su bienestar físico y material. “¿Cómo
está tu hijo? ¿Cómo está tu hija? ¿Está casada? ¿Cómo va tu trabajo? ¿Cómo está tu
salud? ¿Estás durmiendo bien?” Esas eran sus principales preocupaciones – Atma Jñana
venía a su debido tiempo. Cuando así, en total afecto y amor, unías a él, entonces era
fácil que tuviera lugar la comunicación no verbal. Ese era su secreto. Pero él reconocía
que a menos que una persona tuviera sabiduría, desapego, cualidades virtuosas nobles y
un firme anhelo de liberación, por más instrucción verbal que se le diera, sería útil y la
comunicación no verbal sería imposible.
La preparación era esencial. Puede que uno tenga el mejor receptor de radio, pero si no
está conectado a la corriente o no tiene baterías, fallará, no recibirá nada por más
sofisticado que sea su sistema. Así también, a menos que tu corazón esté verdadera y
completamente preparado para la recepción de Atma Jñana, nadie puede hacer nada por
ti. El Señor Krishna, Buda o Jesús pueden estar frente a ti y hablarte, y aún así no
recibirás ninguna impresión. Un corazón impuro no puede recibir comunicación no
verbal y, si se lo intentara, éste la contaminaría, tergiversaría y distorsionaría. Swami
Shivananda fue único. Solía decir a menudo, “Es imposible esperar que esas personas
que viven en el mundo moderno desarrollen discernimiento y desapego”. Está bien decir
en teoría que uno puede practicar meditación incluso en un mercado de pescados en
Delhi, pero si uno va allí, puede que le resulte difícil. Puedes usar tapones para los oídos
y antifaz, pero hay algo en la atmósfera que es tan no-espiritual que resulta una pérdida
de tiempo tratar de meditar allí. Reconociendo esto, Swamiji recibía a sus pies, aquí,
incluso a estudiantes que no estaban despiertos e intentaba despertarlos.
No sé si ustedes pueden entender los problemas que generaban esta clase de cosas. Aquí
hay una persona que está cruda, que viene al Ashram no porque quiera Atma Jñana sino
porque quiere huir de su casa. No es un discípulo de Swami Shivananda, no vino a él
considerándolo su Guru porque la experiencia del Guru no había tenido lugar. Por lo
tanto, él está allí como un candidato crudo, sin Viveka, sin Vairagya, sin ninguna de las
calificaciones necesarias para que tuviera lugar alguna clase de comunicación. Tiene sus
propias ideas, su propia filosofía. Ahora, lentamente, tiene que ser acercado al Maestro.
En ese proceso, el Maestro tiene que colmarlo con su afecto – lo que podría ser
interpretado de diversas formas por distintas personas. Él piensa, “Oh, soy tan
importante que Swami Shivananda me manda leche, frutas y khichiri, y se ocupa de
mí”, y los otros se ponen celosos. Aquí está el Maestro iluminado dirigiendo todo esto,
para quien, este recién llegado es tan vital, importante y glorioso como todos nosotros.
Esto creaba innumerables problemas para el mismo Swamiji. Gurudev solía decir, “No
importa incluso si este hombre es vicioso, trayéndolo aquí y dándole refugio aquí, me
aseguro de que haya un sinvergüenza menos en Delhi”. Esa era su filosofía. “El mismo
hecho de que fulano de tal haya venido aquí implica que hay una pequeña apertura, por
más diminuta que sea, a través de la cual puede tener lugar cierta clase de
comunicación. Dejen que esté aquí, plantaré la semilla. En esta vida, en la siguiente
vida, no importa, esa semilla germinará ahora o muchos años más tarde”. Esas eran sus
palabras.
Fue con respecto a esto, tal vez, que Swamiji se diferenciaba de la mayoría de los otros
Maestros que habrían insistido, “A menos que tengas todas esas virtudes y demás, no
puedes ser admitido aquí, no eres apto para ser un aspirante espiritual”. Swamiji dijo,
“Oh, no, eso es muy duro. El Guru moderno debe incluso despertar esas virtudes o
plantarlas en el buscador espiritual y nutrirlas, no esperar que ya estén allí”. Esa era la
singularidad de Swami Shivananda. Él plantó las semillas de la bondad en nosotros, las
nutrió, las regó y las hizo crecer; aunque eso creara tremendas dificultades para él, no le
importaba en absoluto.
Plantando la semilla
Swami Shivananda aceptaba la necesidad suprema y vital de lo que se conoce como
Sadhana Chatushtaya – discernimiento, desapego, cualidades divinas y un entusiasta
deseo de liberación. Mientras que los Rishis, sabios, Yoguis o santos ortodoxos
esperaban que el aspirante maduro – el que estaba listo, el que se había disciplinado y
preparado – se acercara a ellos, Swami Shivananda decía que tal vez era demasiado
esperar que una persona que viviera en el mundo moderno, asaltada desde todas partes
por distracciones y tentaciones, desarrollara discernimiento y desapego. Él decía que
incluso en el caso de una persona que huía debido a un fracaso, era posible encontrar
una chispa que pudiera avivarse hasta convertirse en una gran llama. Algunas veces, si
la chispa no existía, él la encendía. Esa era la belleza extraordinaria de Swami
Shivananda.
Uno de los métodos que él adoptó fue la difusión masiva del conocimiento espiritual.
Era absoluta y totalmente indiscriminada. A menudo, se traduce Viveka como
discriminación. Aquí había un Maestro que realizaba caridad indiscriminada y
emprendió una difusión indiscriminada del conocimiento espiritual con la esperanza de
que alguno de esos panfletos o libros, al caer en manos de un hombre que estuviera en
cierto momento psicológico, pudieran encender en él verdadero Viveka, verdadera
aspiración. Les voy a dar sólo uno o dos ejemplos. Él solía enviar cantidad de libros
gratis a devotos y no devotos. Entre los destinatarios de esos libros gratis estaban Sir
Winston Churchill (Primer Ministro, Londres, Gran Bretaña), el Presidente Truman
(Washington) y el Mariscal Stalin (Moscú). Una vez, alguien le dijo, “Swamiji, nunca
van a llegar a esos hombres”. Él respondió, “No importa, después de todo son libros y
fueron embalados y enviados a Moscú, Londres y Washington. Deben de haber llegado
allá. Alguien ha tenido que abrir los paquetes y ver qué contenían. Él los va a leer”.
Ahora, otro incidente interesante que es pertinente para el tema que estamos tratando.
Un día, llegó una carta oficial de un departamento gubernamental. En la parte superior,
estaba el nombre y la dirección del jefe de ese departamento. Inmediatamente, Swamiji
autografió un libro, “Que Dios te bendiga, con saludos, Prem y Om, Shivananda”, y lo
envió a esa dirección. El nombre de esa persona fue puesto en la lista de los que recibían
la revista gratuita Divine Life. El hombre recibió el libro y, un par de días después, una
copia de la revista Divine Life. Es probable que los haya tirado. Al mes siguiente, otra
vez llegó la revista Divine Life, así que le pidió a su asistente que escribiera una dura
carta a la Divine Life Society diciendo, “No pierdan el tiempo enviándome esto a mí, no
me gusta. No puedo molestarme en mirarlos”. Cuando llegó esta carta, Swamiji dijo,
“Ah, no quiere, está bien. Saquen su nombre de la lista de revistas gratuitas. No
queremos imponérselo”. Pareció que la historia había terminado. No, dos años más
tarde, este hombre le escribió una carta a Swamiji que nos conmovió a todos: “Recibí
un libro suyo hace dos años, el Cielo sabe cómo obtuvo mi nombre y dirección. En ese
momento, yo era tan arrogante y orgulloso – estaba ocupando una posición de poder y
prestigio – que cuando recibí su libro, lo tiré. Yo estaba en la cima, pero poco después
caí – perdí mi trabajo y mi dinero, y todo salió mal. Un día, tuve pensamientos suicidas
y caminé por mi estudio. Sentado, desanimado y deprimido, sucedió que miré hacia
arriba y vi “Caminos seguros para el éxito en la vida y la Experiencia del Ser”. Casi
mecánicamente tomé el libro, abrí una página y decía “Nunca desesperes”. Vi eso y de
repente recordé que yo había recibido ese libro de su parte hacía dos años y, cruelmente,
lo había arrojado al cesto. Pero el sirviente que limpió mi habitación vació el cesto y
pensó que el libro podría haberse caído accidentalmente en él, entonces lo sacó, lo
limpió y lo puso en el estante, sin mi conocimiento. Así que le estoy agradecido a él y le
estoy agradecido a usted. Ese libro me salvó la vida”. Entonces, retomó el hilo de lo que
había dejado y convirtió su vida en un éxito.
Ese era el método de Gurudev. Estoy absolutamente seguro de que de las miles y miles
de personas que recibieron sus libros, panfletos y revistas, sólo unos pocos hicieron uso
de ellos de esta manera. Pero podría iniciar un lazo de buena disposición en el corazón
de alguien, en algún lugar, alguna vez. En el caso de Swamiji, era una difusión
indiscriminada de conocimiento espiritual. Si reflexionaran un poco, probablemente
sentirían – como yo – que él debió haber sido una encarnación divina, porque sólo Dios
adopta esa actitud. Sólo en la Naturaleza Divina encuentran tal método. Si miran un
árbol frutal – o cualquier árbol que contenga frutas y bayas con semillas – entenderán
esta filosofía muy bellamente. ¿Pueden contar el número de semillas que un árbol
produce en una sola estación? Imaginen lo que sucedería si todas esas semillas
germinaran y se convirtieran en árboles. ¡No habría espacio ni siquiera para que una
especie de árbol existiera en esta tierra! Pero eso no sucede. No estoy interesado en
explicaciones, sólo observo la verdad. Dios ha creado un árbol frutal; ese árbol da miles
de frutas en cada estación y no todas esas semillas germinan. Este Dios omnisciente,
omnipotente y omnipresente está plenamente satisfecho con ello. Pueden argumentar
que el resto de las frutas se convierte en fertilizante. ¡Excelente, estoy de acuerdo! Eso
es precisamente lo que hizo Swami Shivananda. Continuó sembrando miles y miles de
semillas. Unas pocas germinaron y se convirtieron en árboles enormes, y otras actuaron
o actúan como fertilizantes en la preparación del suelo para un futuro crecimiento.
Aquellos a quienes Swami Shivananda amó y entrenó, sirvió y guió, aquellos en quienes
Swami Shivananda sembró las semillas de la aspiración espiritual – y que, tal vez, no
respondieron con tanto entusiasmo como uno hubiera esperado que lo hicieran – están
ahora con diferentes Gurus y brillan como grandes Yoguis, grandes Mahatmas, grandes
buscadores espirituales. Así que las semillas que él plantó han germinado y, en el caso
de algunos, se han convertido en inmensos árboles; en el caso de otros, probablemente
fertilizaron la conciencia de no-buscadores y los convirtieron en buscadores. Cuando
ellos despertaban internamente, encontraban a algún hombre santo y lo seguían. Ese era
su hermoso método. Era un optimista extraordinario que sintió que, dada esta difusión
indiscriminada del conocimiento espiritual, al final cada uno encontraría el sendero y la
meta.
Así es que él aceptaba que Sadhana Chatushtaya fuera un prerrequisito esencial para la
Sadhana; sin ello, no vas a ningún lado – ni siquiera eres capaz de reconocer a tu Guru y
cualquier práctica que emprendas se vuelve inútil e infructífera. Pero insistía en que es
el deber de las personas iluminadas o incluso de los aspirantes espirituales superiores
sembrar las semillas sin tener en cuenta la preparación que tenga el suelo para recibirlas.
Ese es nuestro servicio. Esas semillas germinarán alguna vez.
Hay otro rasgo muy interesante. Ahora el Ashram es moderno, la vida es bastante
cómoda. No es fácil entender en tal atmósfera lo que sentían los buscadores que
vinieron aquí en los tempranos ’40. Algunos de ellos habían leído las vehementes
palabras de Swami Shivananda. Algunos de esos escritos originales de Gurudev eran tan
inspiradores que si los leías, querías sacarte la ropa y correr a los Himalayas para
practicar penitencia y lograr la Experiencia del Ser en ese momento. Esa era la
peculiaridad de su estilo. Muchos se sentían inspirados por sus escritos y venían.
Usualmente, venían sin siquiera una muda de ropa porque en el libro de Swami
Shivananda “Cómo obtener Vairagya” habían leído “Renuncia a todo” – y entonces
renunciaban a todo; “Busca la soledad” – y venían aquí en busca de soledad. Puede que
algunos de ellos hayan descubierto al llegar aquí que otros que habían venido antes
tenían un buen abrigo. Había una tendencia a sentir, “Ah, se han desviado del sendero,
han caído. Mira cuán desapegado soy yo. Mi aspiración es mucho mayor que la
aspiración de estas personas que han estado con Swami Shivananda tanto tiempo. No
saben lo que significa austeridad, desapego y aspiración ardiente. Yo me siento a
meditar aquí todos los días a las cuatro. Mira a todos estos Ashramitas mayores”.
Swamiji solía observarlos y apreciarlos. Lo que sea que hicieras, primero venía el
aliento. Después, podía apretar un poco, suavemente. “El entusiasmo es muy bueno.
Has desarrollado una aspiración brillante y maravillosa. Eres supremo, eres como
Shukadeva. Pero el entusiasmo juvenil no es bueno”. Primero, un montón de manteca y
después, un comprimido amargo; ese era su método. Nunca había que desalentarte,
nunca debías sentir que lo que estabas haciendo estaba totalmente equivocado. No,
hazlo, es maravilloso, pero asegúrate de que no sea sólo un entusiasmo juvenil, algo que
podría llevar a una reacción. La aspiración ardiente es necesaria, pero debe ser firme, no
hay que subir rápidamente y caer rápidamente como una pelota. Si es verdadera
aspiración, continuará a lo largo de tu vida. Si es cierto entusiasmo juvenil, no sólo
desaparece sino que lleva a una reacción que, generalmente, es igual u opuesta. Por
ejemplo, caminas desnudo durante seis meses, sin hablar y comiendo muy poco. Dios
sabe cuáles son tus motivos e intenciones. Dios sabe lo que pasa en tu mente y en tu
corazón. Si después de seis meses, de alguna forma descubres que eso fue inútil,
entonces no paras de hablar y comer, y vas al extremo opuesto.
Swamiji era muy cauteloso y les aconsejaba a los discípulos que lo fueran. Hubo un
ejemplo que ilustra esto: Cuando llegué al Ashram, había otro joven conmigo. Era una
persona maravillosa, no había nada malo en él. Mientras estaba aquí, aunque era muy
devoto del Maestro y su trabajo, también desarrolló una extraordinaria amistad con uno
de los discípulos mayores de Swami Shivananda. Eso es natural – si estás aquí seis
meses o un año, te sientes atraído hacia alguno de los Mahatmas mayores. Tiempo
después, ese Swami mayor decidió irse. Repentinamente, mi amigo también decidió
irse. Estaba decepcionado del Ashram porque se iba el Swami que él admiraba. Le
envió un mensaje a Swamiji diciendo que planeaba irse y que incluso quería que yo me
fuera con él. Yo le dije, “Aunque haya venido contigo, no voy a irme contigo”. En
aquellos días, yo solía estar en el Bhajan Hall y Swamiji vivía abajo, a orillas de la
Ganga. En un solo día, él subió y bajó tres o cuatro veces. En esa época, no había
escalones, así que tenía que venir por una ladera. La primera vez que vino, dijo, “Creo
que se va. Pídele que no se vaya. Ha vivido esta vida por un año y si vuelve tendrá una
gran reacción. Puede que pierda todo eso”. Le dije a mi amigo y él respondió, “No, mi
padre no está bien, mi madre no está bien y yo tengo que ir para mantener a mi familia”.
Bajé y le dije eso a Swamiji. Más tarde, él volvió a subir y dijo, “¿Cuánto ganará? Le
enviaremos el dinero a su madre”. En aquél entonces, el Ashram vivía al día, pero él
dijo, “Te mantendremos. Mantendremos a la familia. La riqueza espiritual es muy
preciosa”. Gurudev comprendía que la riqueza de la aspiración espiritual es muy
delicada. Está allí, en tu interior, pero está tan profunda y la capa de polvo y ceniza que
la cubren es tan gruesa, que se ha vuelto preciosa. El Maestro tenía que plantar la
semilla y sólo él sabía cuán preciosa, cuán valiosa era y lo necesario que era protegerla
contra una la reacción. Ese era el extraordinario amor de Gurudev y su extraordinaria
actitud.
Debido a que los alumnos no sólo estaban crudos sino que ni siquiera estaban
despiertos, incluso la influencia para despertarlos tenía que provenir del Maestro. A
menudo, la gente venía con sus malos hábitos. ¿Cómo manejaba este problema?
Muchas veces, él hacía la vista gorda ante tu mal hábito. Sé que en algunas ocasiones,
discípulos muy mayores de Swamiji – que eran autoridades en el Ashram – iban a él
con toda clase de quejas. Gurudev también tenía que complacer a las autoridades.
Entonces, aparentaba estar realmente enojado. El secretario quedaba satisfecho y se iba,
pensando que Swamiji se ocuparía del joven aspirante. Por el contrario, el hombre del
que se habían quejado, ante todo, recibía un par de bananas – en aquellos días, había un
pequeño niño sirviendo a Gurudev que vendría a ti corriendo y te diría, “Swamiji te
envía unas frutas, Prasad”. Media hora más tarde, vendría algún otro corriendo,
“Swamiji te envió café”. Una hora más tarde, podrías tener su Darshan. Él diría, “Eres
brillante, estás radiante. Estás meditando bien. Estás haciendo Japa – bien. ¿Estás
estudiando Vedanta? Muy bien”. ¿Qué había pasado con las quejas? Él observaba si ese
aliento funcionaba. En vez de decirte que eras un mal hombre, Gurudev insistía en
concentrarse en tus buenas cualidades, decirte que eras un gran trabajador, aún si no
tenías aspiración espiritual o devoción en absoluto. Hay algunas buenas cualidades en
cada persona, entonces ¿por qué no promoverlas? Él diría, “Eres un gran trabajador. No
hay nadie que trabaje como tú”. Estaba arrojando la semilla – plantar la semilla era lo
importante – luego agregaría suavemente, “Siempre que trabajes, ve a Dios en todos.
¿Por qué no vas y sirves comida en la cocina? Eres un gran hombre, tienes un buen
cuerpo y una voz refinada. Cuando sirvas Roti, di “Roti Bhagavan, Roti Narayana, Roti
Maharaj”.
Autopurificación
Algunas veces, Swamiji señalaba que Atma Jñana (Experiencia del Ser) es muy fácil.
Dios es real, Brahman es real, el Atman es real. Es el Atman que está allí, es el Atman
que está asintiendo con la cabeza, es el Atman la que está hablando. Si todo eso es el
Atman, ¿dónde está la dificultad para experimentarla? Todos los otros maestros, que
nos advierten que es muy difícil, no están equivocados. La Experiencia del Ser es muy
fácil, pero lo preliminar a ello, la purificación que se requiere es extremadamente difícil.
Atma Jñana es fácil porque es un don de Dios – no un logro. O dices que ya está allí o
dices que es un don de Dios, dependiendo de tu punto de vista. Si adoptas el método del
Jñana Yoga, experimentas que el Ser ya está allí. Si adoptas el método del Bhakta, dices
que es un don de Dios.
¿Por qué practicas Sadhana? Krishna lo hace muy bello y lo deja muy claro en el
Bhagavad-Gita:
Yuñjyad-yogam-atmavishuddhaye (VI. 12)
“Practica Yoga con el fin de purificarte”. Yoga, meditación y todas las prácticas
espirituales que emprendemos son sólo medios para purificar el corazón y la mente, no
para experimentar a Dios.
Él nos enseñó una técnica para despertarlos aún a las 4 de la mañana. Nos enseñó que
debíamos pararnos afuera de la puerta y suavemente decir Ommmm – esperar cerca de
un minuto, otra vez Ommm, un poco más fuerte. Si eso no funcionaba, otra vez
OOOmm, aún más fuerte. Después, golpear la puerta. Eso sólo se permitía a las cuatro,
no en otro caso. Aunque era muy estricto en que la gente debía levantarse y meditar, si
notaba que no estabas habituado a ello y que mostrabas signos de tensión o fatiga, él
encontraría alguna que otra excusa, porque si mantenías esa tensión, era probable que
colapsaras, habría una reacción contraria. ¡Medio pan es mejor que ninguno!
Si el alumno tenía alguna que otra debilidad, Swamiji haría la vista gorda diciendo, “Ha
desarrollado cierta debilidad pero también algunas grandes cualidades”. Si le dices a un
mentiroso, “Eres una encarnación de la verdad”, puede que un día se vuelva veraz.
Swamiji adoptaba la técnica de no señalar nunca la falta de otra persona y, cuando había
que hacerlo, ¡lo hacía tan bien! Primero venía un racimo de bananas, luego un pequeño
pinchazo que era seguido por manteca y miel. Después de digerir la banana y usar la
manteca, de repente comprendías, “¡Mi Dios, esto es lo que quiso decir!”
Debido a que estamos vivos y pensando todo el tiempo, esta formación no es cuestión
de cambiar de dirección sino de una purificación interior, Atma-shuddhaye. Podrías
preguntar si no sería más sensato, práctico y provechoso si te señalaran la impureza para
poder purificarte. Si tienes mal carácter, ¿no debería el Guru decirte, “Eres un hombre
de mal genio, deja de serlo”? ¿No llevaría eso a una purificación instantánea?
Generalmente, no, porque el ego que se manifiesta como mal genio no quiere verse a sí
mismo de esa manera. No te gusta. Y si te dan un medicamento que no te gusta,
especialmente un medicamento psicológico, no funciona.
Patañjali dice en los Yoga Sutras: “Elige un objeto que te guste”. De otro modo no
puedes meditar en él, tu mente se rehusará a dirigirse hacia ese objeto. Debido a que
todo el objetivo de este ejercicio es el de entrenar a la mente para que observe esto, si se
sugiere algo que a la mente no le gusta, resulta ser contraproducente. Así que si incluso
un gran Maestro te dice que eres un hombre de mal carácter y que deberías controlar tu
genio, probablemente te molestes inmediatamente. ¿Qué es lo que se enoja? ¡El mal
genio! Si te lo dijera otro hombre, probablemente lo golpearías en la mandíbula, pero lo
que lo dijo el Maestro, no estás dispuesto a tomar represalias, entonces lloras. Las
lágrimas no son lágrimas de arrepentimiento o remordimiento sino lágrimas de
resistencia. Si dices algo y la otra persona comienza a llorar, eso significa que se perdió
la comunicación, la persona no quiere escuchar. No puedes entrenar a esa persona. Las
lágrimas en sí mismas significan, “Por favor, no lo digas otra vez”. Por lo tanto, esto no
sólo era contrario a la naturaleza interior de Gurudev – la que expresó bellamente
diciendo “Nunca hieras los sentimientos de otro” – sino que cuando tuvo que entrenar a
sus discípulos, se rehusó a adoptar ese método. Señalándole a otro sus defectos, nunca
puedes ayudarlo a liberarse de ellos. No los verá, las lágrimas lo cegarán. Cuando tus
ojos están llenos de lágrimas, no pueden ver lo que hay frente a ti ni lo que hay en tu
interior. Se necesita una mente muy firme y calma para observar las propias impurezas.
Si el secretario o algún otro se quejaba al Maestro de que fulano de tal estaba fumando y
Swamiji sentía que había algo de cierto en ello – escribía un artículo sobre los peligros
de fumar. Si el hombre del que se habían quejado era un buen mecanógrafo, se lo hacía
tipear a él. No había confrontación directa, pero era posible que mientras tipeaba, el
mensaje entrara en su corazón. Si no era mecanógrafo, Swamiji hacía que lo tipeara otro
y le pedía a él que lo trajera a la Satsanga de la noche. En la Satsanga, en aquellos días,
solía haber mucha lectura de las escrituras y, ocasionalmente, de los escritos de
Swamiji. Ese día, él decía, “Mukunda, ¿has tipeado ese artículo?” “Sí, Swamiji”.
“Pídele a él que lo lea” – como al azar, como que no era importante quién lo leyera. Así
que se le daba al hombre del que se habían quejado. Allí, en la Satsanga, él leía en voz
alta con toda la gente a su alrededor, “No fumes, es mortal, envenena tus pulmones, etc.
Por lo tanto, ¡deja de fumar inmediatamente!” Era posible que captara el mensaje. A
menudo, Swamiji te pedía que hicieras una exposición. Digamos que si eras un hombre
de mal carácter, te llamaba en cualquier momento para que le hablaras a un grupo
acerca de la ira. No ibas a decir que la ira es buena. Dirías que un aspirante espiritual
debe ser absolutamente calmo, paciente y demás. Mientras lo decías, inevitablemente lo
escuchabas.
El principio fundamental en todo esto era que Gududev nunca te criticaba. Si hubieras
sido criticado o te hubiera dado una tarea, todo habría sido inefectivo. Si a pesar de todo
este entrenamiento, no podías controlarte, buscabas pelea con alguien y la riña llegaba a
ser tan grande que él se enteraba, los dos contrincantes debían presentarse ante él y lo
primero que hacía era elogiarlos, “Han desarrollado esta cualidad y esta otra. Ante todo,
ser capaz de renunciar al mundo y venir aquí, y bañarse en la Ganga es la mayor buena
fortuna. Deben haber hecho práctica espiritual (Sadhana) en cientos de vidas anteriores
para tener inclinación espiritual y deben haber obtenido la gracia de miles de santos para
ser traídos aquí, a un Ashram, para llevar una vida espiritual”. Cuando había señalado
que eras fabulosamente rico en cualidades espirituales, agregaba, “¿Por qué quieren
pelear? Es sólo un pequeño defecto. No pierdan la calma. Si pierden los estribos, eso
podría estropear sus perspectivas y sus esfuerzos. ¿Desayunaron? ¿Qué toman, café, té?
¿Traigo más?” Terminado. Un montón de zanahorias más un poco de palo (llamado de
atención o corrección) e inmediatamente hacía un sándwich con un montón de frutas y
leche. En algún u otro momento, la persona debía volverse consciente de la impureza
interior.
La impureza no es algo estático. Decimos que una persona se caracteriza por el mal
carácter, la codicia o la lentitud. Esto también cambia. Es posible que alguien haya
tenido hábitos psicológicos y mediante cierta crítica constructiva (no por parte del
Maestro sino de otros) tome conciencia de esos defectos particulares y de alguna forma
sea capaz de superar muchos de ellos, uno a uno. Entonces se vuelve terriblemente
vanidoso y egoísta diciendo, “Yo solía ser un bruto, solía odiar a todos. Ahora, soy
muy, muy pacífico”. Ha salido de la sartén para caer en el fuego. En la sartén, hubiera
durado unos pocos días más; en el fuego, ¡queda acabado inmediatamente! Ahora tiene
un ego enorme. Eso no es bueno.
Cuando atacas esos males, quedas cara a cara con el ego (el comandante en jefe, como
Swamiji solía llamarlo). Cuando atacas a los soldados, aparece el comandante en jefe.
Tu insignificante ira, tu codicia y tus celos no tienen muchas consecuencias; en última
instancia, no son cosas tan terribles, pero mientras lidias con ellas, puede que descubras
lo que es el ego. Es el ego el que toma todas esas formas. El mismo ego se disfraza de
ira en un estado y, cuando has superado la ira, se convierte en celos o codicia. El mismo
ego da vuelvas, vueltas y vueltas. El propósito de tratar de entender esos rasgos
psicológicos no es el de superarlos – “superar” implica arrogancia, egoísmo, vanidad –
sino de entender su naturaleza esencial. ¿Qué es lo que estalla? El ego. ¿Qué es lo
codicioso? El ego. ¿Qué sufre de celos? El ego, otra vez. Por lo tanto, no estás nunca
seguro. Krishna señala esta verdad en un largo verso del segundo capítulo del Bhagavad
Gita.
“Si estás establecido en él hasta el fin de tu vida, entonces estás seguro”. Estás
absolutamente seguro cuando estás completa y totalmente muerto. Hasta entonces, hay
posibilidad de que cuando superes un defecto, el ego surja como otro defecto. Esas eran
las famosas y a menudo repetidas palabras de Swamiji: “Debes estar vigilante hasta el
fin de tu vida”.
Con el Guru hay una relación muy especial – no en el sentido de superior o inferior sino
diferente. Por ejemplo, alguien que estaba desilusionado de la vida, que había perdido el
trabajo, el dinero, la familia, la esposa o los hijos, venía aquí desesperado y encontraba
a Swamiji. Sin que se hubiera intercambiado una sola palabra, cuando este hombre
miraba a Swamiji, comprendía que él no tenía todas esas cosas que se consideran
esenciales para la felicidad – dinero, propiedad, esposa e hijos – y aún así, era dichoso.
Este hombre pensaba, “Algo debe estar mal en él o en mí”. Ante todo, comenzaba a
preguntarse si era posible para él vivir feliz independientemente de esas cosas y no
sufrir desilusiones.
Según la tradición ortodoxa, se supone que debes haber hecho todo ese examen de vida
incluso antes de dejar el hogar, pero Swamiji decía, “Ven, descubrirás qué es lo más
adecuado para ti”. Una vez que vienes a los pies del Acharya, quieres aprender. Tal
aprendizaje es imposible a menos que seas también capaz de sintonizarte con el
maestro. No siempre es su trabajo el hacer eso. El Acharya, especialmente si también es
una persona iluminada, un Jivanmukta, debido a su compasión suprema podría
descender a tu nivel para enseñarte, pero si persistes en permanecer en tu nivel, podría
dejarte allí. Por lo tanto, alguna vez, uno debería hacer algún intento por elevarse a la
longitud de onda del Acharya, para poder comprenderlo.
¿Cómo sabes que no estás en la longitud de onda del Acharya? El test es muy simple.
Estoy seguro de que todos han jugado con una pequeña radio. Uno sabe que no está en
sintonía con cierta estación cuando comienza a haber interferencias. Lo mismo sucede
con uno. El Maestro dice algo y hay una interferencia interior, una forma extraña de
resistencia interna. No es un rechazo total sino cierto malestar interior. Probablemente,
esto no signifique que haya una resistencia interna hacia el Maestro sino que sea
necesario un poco de afinación, no estás en la misma longitud de onda. No estás
preparado para decir “sí” ni para decir “no”. Entonces, si el Maestro te pide que hagas
algo y existe esa resistencia interior, significa que no estás en la misma frecuencia, y no
es posible para él comunicarte algo. No es su falta y probablemente no sea la tuya
tampoco pero, en algún lugar, hay algo mal.
El servicio al Guru es muy importante. Es sirviendo al Guru que uno aprende a elevarse
a su longitud de onda. Es sirviéndolo que uno descubre la frecuencia. Haces tus cosas de
cierta manera, con cierto espíritu – el Acharya las hace diferente. Puede incluso ser su
idiosincrasia, pero al menos que aprendas a hacer lo que haces a su manera, no vas a
elevarte a su longitud de onda. De allí que ese servicio sea válido. No es porque el
Acharya necesite de tu servicio. A menudo, Swamiji recalcaba, “Si un hombre deja el
Ashram y su servicio, hay dos esperando para venir”. Aún cuando Swamiji nos hacía
sentir que nuestro servicio era una contribución importante para la misión, en verdad
estaba creando oportunidades para que nosotros sirviéramos y nos sintonizáramos con el
Maestro, nos alineáramos con él. Esto también era una característica única en Swamiji.
Él trabajaba muy duro para crear un campo para el ejercicio de tu talento y ayudarte así
a crecer internamente, de modo que la comunicación tuviera lugar. Les voy a dar sólo
dos ejemplos. Un joven vino al Ashram y dijo que lo único que sabía era hacer papel.
Inmediatamente, Swamiji ordenó que se cavara el pozo que hacía falta y se trajera la
materia prima. ¡No era que él esperaba que esta industria artesanal proveyera al Ashram
del papel que necesitaba! Sino que eso era lo que el joven necesitaba; y el Maestro
servía al discípulo y lo ayudaba a crecer. Los primeros años, Swamiji no alentaba
mucha música en la Satsanga. Luego se unieron al Ashram dos músicos. Para su bien, él
organizó clases de música, trajo los instrumentos necesarios, separó una habitación para
ello y demás. ¡Así era cómo el trasmisor se sintonizaba con el receptor! A menos que se
comprendiera esto, el buscador no estaría en posición de disfrutar de la comunicación
espiritual. Si comprendías esto, entonces servías al Maestro devotamente y encontrabas
su longitud de onda. En sus escritos, en sus exposiciones y en su propia vida, Gurudev
exaltaba Guru-Bhakti y Guru-Seva. Él servía a la humanidad incesantemente porque
veía su Guru-Dios en todos. Incluso reverenciaba a los Acharyas de los cuales había
aprendido cualquier cosa y literalmente adoraba al intocable de quien aprendió el arte de
esgrima.
Uno podía hablar libremente con Swamiji de cualquier problema que tuviera. En su
caso, ese diálogo adoptaba muchas formas. Por su gracia, a menudo un visitante hacía tu
pregunta y tú escuchabas las respuestas de Swamiji. Algunas veces, lo encontrabas en
sus escritos, los que tal vez te había pedido que tipearas, editaras o sólo leyeras. A
menudo, una pregunta no expresada era respondida no-verbalmente.
Durante todo ese proceso, surge en ti una humildad genuina. Observas lo que el Maestro
hace y lo haces. Comprendes que él es supremo en su sabiduría, en su eficiencia y en su
actitud ante la vida. Él resuelve fácilmente los problemas que a ti te desconciertan. En
situaciones en las que tú colapsarías, él triunfa. Los eventos que te harían desfallecer, a
él no lo afectan. Esas grandes características eran naturales en Swamiji. Cuando
observas todo eso, surge en ti una humildad genuina. Esa humildad no se puede cultivar
ni adquirir. Tiene que surgir. Si quieres encender la luz, no la soplas o abanicas; el
interruptor está en alguna parte y tienes que encenderlo. En el caso de la humildad
genuina, el interruptor también está en alguna parte – no se logra pasando por los
movimientos externos de humildad sino observando lo maravilloso que es el Maestro.
De otro modo, tus pretensiones de humildad sólo te harán más egoísta.
Esa humildad se convierte en entrega de uno mismo. El chisporroteo interior cesa. Hay
alegría y entusiasmo en el servicio al Maestro. Comprendes que el Maestro sabe todo y
que hace todo infinitamente mejor que lo que tú lo harías. Al experimentar eso, el ego se
vacía. Surge la sumisión. Esa entrega no se puede describir; no se puede cultivar; no
puedes realizar esa entrega. Aunque pueda ser que uno use esas expresiones, es bueno
entender que el verdadero espíritu de la entrega está más allá de toda descripción. No
puedes declarar hoy, “A partir de ahora me entrego a ti”. A menudo, esa es una
declaración hipócrita. Equivale a, “Me entregaré a ti. Ahora haré todo lo que quieras
que haga, de modo de poder después hacerte hacer todo lo que yo quiera”. Cuando la
mente está silenciosa porque sabe que el Maestro todo lo conoce, cuando el corazón está
silencioso porque no desea nada más y cuando ambos están dirigidos hacia el Maestro y
sintonizados con él, entonces la entrega tiene lugar. Es lo más hermoso.
Swamiji enfatizaba una y otra vez que el discípulo debía entregarse al Guru. Pero
comprendía que esta entrega no podía ser forzada ni por el Guru ni por el mismo
discípulo. Tenía que suceder; pero él hacía que sucediera aún esto. Creaba el campo
necesario para el ejercicio de la entrega. Por ejemplo, podía mencionar algo que quería
que se hiciera y luego presentaba muchas alternativas. Naturalmente, tú elegías y a
partir de tu elección, él sabría exactamente dónde estabas parado – si eras arrogante o
meramente vanidoso, indiferente, hipócritamente humilde o verdaderamente humilde,
con espíritu de entrega. Al mismo tiempo, permitía que tú comprendieras dónde estabas
situado, te daba una oportunidad de estudiarte en esa situación. Así, se te daba la
posibilidad de descubrir al ego y su juego. Cuando comprendías lo feo de esta actividad,
la entrega surgía en ti.
Entrega
Estás buscando conocer algo y el Acharya te provee ese conocimiento. Aunque en
algunos libros encuentres la palabra “Guru” usada como una descripción general de
todo esto, es bueno recordar que hasta que no haya total y completa entrega por parte
del buscador espiritual, el Guru no nace. Cuando esta entrega tiene lugar, algo sucede en
el aspirante que lo convierte repentinamente en discípulo – probablemente, se haya
estado disciplinando a lo largo de todo el camino – y el Guru nace. En ese momento,
miras al mismo Acharya y brilla con una luz muy diferente. En ciertas ocasiones,
veíamos esto en Swami Shivananda, por ejemplo durante la ceremonia de iniciación de
Sannyasa. Cuando lo mirábamos, no estábamos mirando una personalidad humana.
Estaba totalmente transfigurado. Esa es la experiencia de un Guru. Es inolvidable. No
puede ser verbalizada o descripta. Sólo sucede una vez con esa intensidad. Cuando
éramos niños, solíamos preguntar: “¿Cuántas bananas puedes comer con el estómago
vacío?” Ni siquiera una, porque cuando tragas el primer bocado, ¡ya no es más un
estómago vacío! Así es. Cuando sucede por primera vez, te llega. Esa experiencia puede
repetirse, pero no con la misma intensidad o de la misma manera.
La experiencia del Guru sucede cuando nace el Guru. La entrega surge. Esa entrega
silencia a la mente – que es el ego – y hace que el corazón se vuelva totalmente abierto
y receptivo. Deben haber oído acerca de Shaktipata – transmisión directa de la
experiencia espiritual. Swamiji también escribió acerca de ello, aunque no decía
abiertamente que él diera Shaktipata. Es obvio que le ha sucedido a muchos, como en el
caso de Ramakrishna y Vivekananda. Ramana Maharshi ha dado una respuesta muy
hermosa a la pregunta concerniente a Shaktipata. Dijo, “Cuando eres capaz de pensar y
escuchar con el corazón, entonces Shaktipata tiene lugar”. Cuando tu mente está
completa y totalmente silenciosa, y te acercas al Maestro, piensas con tu corazón y
escuchas con tu corazón, entonces el Maestro es capaz de impartirte la sabiduría
suprema en forma no verbal.
Swamiji reconocía que eso debía suceder; por lo tanto, reconocía la suprema
importancia de la libertad en la búsqueda. Nadie puede hacerte buscar, nadie puede
forzarte a entregarte o servir, aunque el servicio al Guru sea de suprema importancia.
Él practicaba esa libertad de crecer mediante la relación que tenía con el discípulo,
porque sólo hay crecimiento en libertad. Si no hay libertad, no hay crecimiento. Eras
libre de elegir la Sadhana que querías practicar – esa era una característica
extraordinaria. Usualmente, el Guru prescribe la Sadhana que el discípulo debe
emprender. Swamiji nunca lo hacía, excepto en el caso de los discípulos que estaban
perfectamente sintonizados con él. Aún en el momento de Mantra-diksha, te preguntaba
cuál era tu Ishta Devata y te daba un Mantra acorde. Solía dar Sannyasa-diksha y te
preguntaba qué nombre te gustaría. De la misma forma, te permitía practicar tu propia
Sadhana según tu propia fantasía. Podía ser que te sondeara para ver qué te gustaba más,
pero la elección era tuya.
Hubo un incidente gracioso en 1944. Solíamos conducir una pequeña filial de la Divine
Life Society en Delhi. Swamiji pasaba por Delhi de camino a Bombay. Cinco de los
jóvenes fuimos a recibirlo a la estación de ferrocarril, en Delhi, y a la siguiente mañana,
fuimos otra vez para verlo partir hacia Bombay. Cuatro de nosotros éramos solteros y
uno, casado. Swamiji nos preguntó a cada uno acerca de nuestra salud, qué estábamos
haciendo y demás. Cuando llegó al hombre casado, le preguntó por su esposa. Éste
respondió, “Ella ha ido a su casa con los niños”. “Ah, deja que esté allí, lleva una vida
independiente”. Ese pobre hombre estaba muy apegado a su esposa y preguntó,
“¿Cuánto tiempo debo permanecer solo?”… “Tráela, pídele que venga inmediatamente.
Ella cuidará de ti, te cocinará y lavará tu ropa. Pídele que vuelva de inmediato”, dijo
Swamiji enseguida. Eso era en esencia Swami Shivananda. Él podía señalar algo ¡pero
tan sutil y suavemente! Ese era su método. Había dado su mensaje. Aún así, podía
sugerirte algún trabajo en el curso de una conversación, pero si decías que te gusta
meditar, te decía “Muy bien, ve y medita. Ve y siéntate a orillas de la Ganga de 4 a las 7
de la mañana. Debes meditar tres horas”. Esperaría hasta que tú mismo descubrieras que
estabas durmiendo. Esa paciencia extraordinaria tenía.
El crecimiento debe provenir del interior y no ser impuesto desde afuera – pero debe
haber crecimiento. Ahora, ¿cómo reconcilias estas dos posiciones? “El crecimiento
debe ser libre” y “el crecimiento debe ser libre” – estoy usando la misma oración sólo
que cambiando el énfasis. Creo que eso es en lo que sobresalía. Permitía total libertad
pero esperaba las oportunidades para sembrar sus semillas, podar, guiar, entrenar –
entrenar en el sentido de orientar. Si después de meditar durante seis meses a un ratio de
tres horas cada mañana, ibas a él y le decías que no había pasado nada, te decía, “Junto
con eso, debes hacer Hare Rama Kirtan en el Bhajan Hall, entonces la meditación será
más profunda”. Ahora te atrae. Si te lo hubiera dicho directamente desde el comienzo,
probablemente no habrías recibido esa sugerencia favorablemente. Entonces vas y haces
algo de Kirtan en el Bhajan Hall durante dos horas diarias, pero sientes que eso también
parecer aletargar a la mente. Si eras capaz de percibirlo, entonces podría que te dijera
“Ve y haz algún trabajo en la oficina durante una hora o ve a la cocina y corta vegetales
(en aquellos días teníamos que cortar vegetales y limpiar la cocina y el comedor). No
estábamos sirviendo al Ashram sino abordando nuestro letargo. Entonces, él decía,
“¿Por qué no haces un poco de ejercicio. Haz algo de Pranayama o Yoga Asanas”.
Antes de que te dieras cuenta de dónde estabas, estabas practicando lo que a él le
gustaba más, Yoga completo. No te diste cuenta en absoluto de que estaba apuntando a
eso. Te había permitido la libertad de encontrarlo sólo proveyéndote el incentivo y la
guía de vez en cuando, pero tenías el privilegio de elegir libremente hacer lo que él
quería que hicieras. Esa era una actitud extraordinaria. Tenías la libertad de elegir hacer
lo que originalmente él quería que hicieras.
Creo que esa fue su suprema gracia – gracia no sólo en el sentido de gracia divina
fluyendo hacia nosotros sino que lo hacía grácilmente. Tal vez sea imposible encontrar
en otro lugar la suprema gracia de Swamiji. Era todas esas cosas envueltas en uno –
padre, madre, maestro, amo severo y amigo cariñoso. En todas las cosas, había un
sintetizador. No había división. Él estaba siempre combinando toda clase de
contradicciones. Esa era su especialidad, combinar contradicciones.
Karma Yoga
Como se sugirió anteriormente, Swamiji no tenía su propia filosofía especial sino que
era un transmisor del conocimiento ya existente. Donde el conocimiento se había vuelto
distorsionado por la falta de entendimiento, él infundía su extraordinario espíritu de
entendimiento. El entendimiento no surge de la mente. La mente no entiende sino que
trata de agarrar – y siendo que la verdad es sutil, no se la puede agarrar. No puedes
agarrar el aire pero puedes inspirarlo, es decir, inhalarlo. Así también, debes inspirar la
verdad, debes inhalarla. Así como el aire que inspiras se convierte en tu vida, también la
verdad debe convertirse en tu vida. Entonces, vives la verdad, te conviertes en la verdad
viviente. Fluyes con la verdad sin perder nunca el contacto con ella. Tu vida se vuelve
divina – esa es la razón por la cual Gurudev llamó Vida Divina a su misión.
Swamiji nos dio la teoría, nos ayudó con la práctica y nos indicó la verdad. Sólo puede
indicarse la verdad en forma no-verbal. Aunque transmitía la teoría en sus escritos, casi
nunca daba clases, por la simple razón de que debe haber hambre y una sensación de
urgencia por parte del alumno o discípulo antes de poder digerir el alimento. Aquí,
ustedes también tienen problema con la comida. A las once suena la campana para el
almuerzo. Tienen que sentarse y comer aunque no tengan hambre. ¡El resultado natural
es indigestión! Ese alimento que se ingiere no se convierte en fuerza vital. En una
organización, puede que sea necesario tener horarios regulares para la comida; de la
misma manera, puede que sea necesario tener clases. Pero Swamiji esperaba a que
tuvieras punzadas de hambre espiritual, entonces todo lo que tenía que hacer era sólo
mirarte o decirte unas pocas palabras. Ese era su método. A él le gustaban las clases e
incluso visualizó esta Academia pero, al mismo tiempo, enfatizó la necesidad del
hambre espiritual que puede ser mitigado con sólo una chispa. Ese era su enfoque.
Aunque no daba muchos discursos, las pocas palabras de instrucciones que sus
estudiantes y discípulos podían escuchar de él eran inolvidables. Porque principalmente,
él era una verdad viviente. Sus acciones hablaban mucho más alto que un altavoz.
Aunque su vida entera fue la del Karma Yoga en el estricto sentido de la palabra, sus
escritos sobre Karma Yoga fueron muy escasos. Su vida fue Karma Yoga. Sólo un sabio
con Experiencia del Ser puede practicar Karma Yoga en su verdadero sentido. Por
definición, Karma Yoga es servicio desinteresado. ¿Qué es servicio desinteresado? ¿Es
sólo rechazar una recompensa? Si yo vengo, lavo tu ropa y me rehúso a aceptar incluso
una banana, ¿es eso Karma Yoga?
“Para el sabio que desea alcanzar el Yoga, se dice que la acción es el medio”, dice
Krishna en el Bhagavad Gita. Cuando alguien se está esforzando por subir por la
escalera del Yoga, todas esas cosas tienen valor. Si lavas la ropa de alguien sin pensar
siquiera en una recompensa, es muy bueno, pero eso no constituye servicio
desinteresado. No quieres nada por ello, pero quieres que la gente diga que eres un gran
Karma Yogui. Si dices, “Yo voy a lavar la ropa de este hombre cuando él no esté aquí,
de modo que nadie lo sepa…” ¿Puedes completar esa oración? “…de modo que nadie
sepa que yo lo he hecho”. ¿Es eso servicio desinteresado? ¿Es posible para un buscador
bebé, como la mayoría de nosotros, siquiera entender lo que significa ser desinteresado?
Lo que estamos tratando de lograr en nuestra práctica de Karma Yoga es minimizar el
egoísmo (lo cual es muy importante desde el punto de vista de nuestra evolución
espiritual y del bienestar social); pero eso no es ser desinteresado. ¿Qué es desinterés?
En el Bhagavad Gita, se menciona un Samadhi muy especial.
“Para alguien que está desprovisto de apego, que está liberado, cuya mente está
establecida en el conocimiento, que trabaja por sacrificio (por Dios), toda acción se
disuelve”. Brahma-karma-samadhi – “Este Samadhi (o estado de total desinterés) se
alcanza cuando hay experiencia directa de la simple verdad de que lo único que existe
es Brahman”. Punto final. Ni siquiera dices, “No hay nada más que Brahman en el
mundo” porque entonces estás creando un mundo. El que habla es Brahman, el hablar es
Brahman, las palabras son Brahman, el medio por el cual esas palabras (vibraciones
sonoras) se trasladan es Brahman, los órganos que reciben esas vibraciones son
Brahman, la persona que entiende eso es Brahman. De la misma manera, todas las
acciones tienen lugar en Brahman – ni siquiera hay acciones, sólo Brahman. A la luz de
la verdad, ¿hay algo llamado ser? ¿Dónde hay algo llamado sujeto de la acción, motivo
de la acción, persona hacia la que se dirige la acción y un fin para la misma? Nada de
eso existe. Alguien que está totalmente establecido en esa experiencia es un Karma
Yogui.
Cuando se ve esta unidad suprema, ¿cómo pueden surgir la ilusión o la pena? Cuando
sólo existe Uno, no surge la posibilidad de que “yo” me apegue a “ti”. Antes de que yo
pueda experimentar una atracción hacia ti, antes de que pueda surgir la posibilidad de
apegarme a ti, debe haber una división. Cuando no la hay, ¿qué sentido tiene el estar
apegado? No puedo saber que esa división ha desaparecido porque el “yo” continúa
existiendo sólo mientras la división existe. El “yo”, el ego, el ser individual, ciertamente
puede saber que hay apego, que estoy apegado a ti. Mientras prevalezca ese apego, no
habrá desinterés ni Karma Yoga. Pero, por favor, traten de investigar y entender todo
esto, y de encontrar la verdad. Podrían volverte menos egoístas.
Ese esfuerzo también es llamado Karma Yoga. A menudo, Gurudev señalaba que
mientras sólo la perfección es yoga, también pueden incluirse el esfuerzo y la lucha por
la perfección en una definición más amplia de Yoga.
“Se dice que para aquél que se esfuerza por alcanzar la meta, la acción es el medio”.
“Cuando uno ha alcanzado el estado de Yoga, hay completa serenidad interior”. Pueden
incluirse ambas afirmaciones en la definición amplia de Yoga.
Cuando hay Experiencia del Ser – y por lo tanto la experiencia directa de que el ego es
inexistente – hay un desinterés natural y un Karma Yoga espontáneo. Eso es lo que uno
veía en Shri Gurudev. Era totalmente desapegado aunque cuando uno estaba con él,
parecía que estaba muy apegado a ti. Ha habido ocasiones en que incluso parecía que X
era muy querido para él. Había un Swami aquí que no era técnicamente discípulo de
Gurudev pero era más que un discípulo de Gurudev. Un perro rabioso lo mordió y
Gurudev hizo todo lo necesario para su recuperación. Lo envió al hospital para que lo
atendieran. Cuando, a la mañana siguiente, llegó un telegrama diciendo que estaba
mejorando, nadie pudo estar más contento que el mismo Gurudev. Cuando más tarde
llegó otro telegrama diciendo que había muerto, Gurudev pareció visiblemente
conmocionado. Cuando trajeron el cuerpo, a la mañana siguiente, ni siquiera lo miró.
Esa noche, tuvimos una plegaria por su alma y luego se olvidó todo completamente.
Nunca volvió a mencionar el nombre de ese hombre o lo que éste había hecho.
¿Es posible observar tal vida sin que tu mente participe de ello? Si la mente
verdaderamente la observara, quedaría perpleja – por ejemplo, en un momento parecía
que le tenía mucho cariño a este Swami y al siguiente momento lo ignoraba por
completo. Podrías pensar que sólo aparentaba hacerlo – pero no, él no podía aparentar.
El “yo” no entiende. Luego surge algo en ti que comprende que eso es amor, un amor
totalmente libre de apego. Ese amor está allí debido a la completa ausencia de egoísmo
– la que existe en razón de la experiencia directa de Brahman, la Unidad Infinita.
Por lo tanto, para ser un Karma Yogui, el juego del ego debe terminar. Así como no se
puede ver la oscuridad, tampoco se puede ver el ego. Es como una sombra – está y no
está – pero pueden verse sus efectos y actividades. Un efecto es Raga, la acción mental
o psicológica de colorear. Raga no es meramente deseo o apego sino el color mental que
genera tal apego. Generalmente, se tiene el sentimiento de que este objeto o esta persona
es una fuente de placer, seguridad y felicidad. Cuando prevalece esta actitud, la mente
corre tras ese objeto o esa persona. Gurudev estaba totalmente libre de esto, a tal punto
que era capaz de detectarlo en sus discípulos. Les daré un ejemplo. Al comienzo, aquí
no había servicio de impresión; entonces, Swamiji le permitió publicar sus libros a
varias agencias privadas. Cuando adquirimos la imprenta que podía imprimir y
publicarlos aquí, varios libros fueron retirados de las editoriales. Se trató el caso de una
de ellas. Un discípulo mayor sugirió, “¿No sería mejor dejar el libro con el editor,
Swamiji? Él ha trabajado duro y ha ganado cierto dinero con ello, por supuesto, pero
también ha hecho muchas impresiones, publicaciones y distribuciones”. Swamiji
permaneció en silencio durante unos minutos, luego repentinamente se dirigió hacia él
diciendo, “Siempre que vas a la ciudad, paras en su casa, ¿no es así? La mente está
coloreada”. No era que él estuviera a favor del editor pero, debido a que la mente estaba
coloreada, eso parecía estar bien. Ver esto demanda una tremenda perspicacia.
Toda tu mente está coloreada, llena de prejuicios. Por lo tanto, ¿con qué vas a ver ese
prejuicio? Sólo una persona de gran entendimiento puede realmente hacer eso. Puede
que se te diga que tus acciones, pensamientos, palabras y obras están llenas de
prejuicios, pero no eres capaz de verlo porque toda tu mente está coloreada. No sabemos
si el apego surgió primero y después vino el placer, o si primero hubo placer y luego
vino el apego, pero la existencia de ese color – de afecto, de apego – denota el juego del
ego. Mientras eso esté allí, no hay Karma Yoga.
Swamiji estaba totalmente libre de temor psicológico. Es posible que ustedes hayan
visto a algunos santos (principalmente ascetas errabundos) que también parecen actuar
sin temor. Pero Swamiji era un caso particular; era la cabeza de una organización
mundial, millones lo consideraban Jagat-Guru y encarnación de Dios. La fama es uno
de los mayores impedimentos para el que no está despierto, porque el ego busca la fama
y la fama promueve al ego. Por lo tanto, si el ego todavía está allí, vivito y coleando, la
fama es un desastre. Te ata, te atemoriza. Temeroso de la opinión pública, harás
cualquier cosa y desistirás de hacer cualquier cosa con tal de preservarla. Swamiji
estaba totalmente libre de todo eso. No hacía lo que era incorrecto, no porque temiera a
la opinión pública sino porque no era correcto. Si no era correcto, nada en el mundo lo
convencería de hacerlo. Hacía lo correcto y no consideraba en absoluto lo que la gente
dijera por ello. Una vez, alguien dijo, “Temo exponerme frente a toda esa gente”. Él
dijo, “Si temes hacer algo, hazlo inmediatamente y libérate así del temor”. No era un
Swami desnudo, estaba siempre vestido decentemente y con buen gusto, pero al
comienzo del verano o la primavera, se sentaba a orillas de la Ganga, cubierto sólo con
un Langoti y untado con aceite. No le importaba – podías mirar, podías reírte, podías
hacer lo que quisieras, era tu problema, no el suyo. No tenía miedo de lo que la gente
pudiera pensar o decir. Él creía también en toda clase de métodos naturales de salud.
Cuando amanecía, él exponía sus dientes y encías al sol, y sacaba la lengua sin la menor
vacilación o conciencia de ego. Ustedes y yo podemos hacer eso porque somos
insignificantes. Pero recuerden que era Swami Shivananda – si estornudaba, toda la
ciudad lo sabía. Él hacía lo que consideraba correcto sin tener en cuenta la crítica.
Antes de que se estableciera el Ashram, éste ya era bastante famoso. En aquellos días,
era inaudito que un Swami de su estatura (y un Advaita Vedantin) cantara Kirtan y
danzara. Creo que los que pertenecían a otra escuela se reían de él pensando que era una
especie de actor. Sentían que un santo debía ser circunspecto y serio, que debía estar
todo el tiempo contemplando a Brahman. ¿Pero no debía rechazar al mundo para
obtener a Brahman? Esa filosofía no le atraía a Gurudev. Mucho después, encontré a
uno de aquellos Swamis mayores, un gran hombre, que me dijo, “Sabes, en aquellos
días, cuando Swamiji solía cantar y danzar en escenarios públicos, algunos de nosotros
llegamos a criticarlo. Pero ahora comprendemos que él tenía razón y que nosotros
estábamos equivocados.
En verdad, nada lo desviaba de lo que quería hacer, de lo que era correcto según las
circunstancias. Gurudev no temía al contagio en absoluto. Los médicos se lavaban las
manos con lisol incluso si te tocaban la mejilla, pero él no le temía a nada de eso. Hubo
un hombre que tenía el tipo más virulento de fiebre amarilla – murió de ello. Swamiji
solía visitarlo y después no se bañaba ni se cambiaba de ropa. Solía visitar incluso a
gente peligrosamente enferma de cólera y fiebre tifoidea. Él los podía tratar sin ningún
temor en absoluto. Nunca lo escuché filosofar sobre estos temas. Podías ver lo que hacía
y algunas veces era tan dramático, tan tremendo que ni siquiera nos animábamos a
preguntarle por qué lo había hecho.
Hay otro incidente. Llegó a aquí una mujer joven. No dio su nombre ni dijo de donde
venía, sólo dijo “No estoy casada y estoy embarazada. Vine a Rishikesh a suicidarme,
no tengo fuerzas”. Swamiji no le hizo ni una sola pregunta y no importaba la opinión
pública. Inmediatamente, mandó a comprar dos o tres saris porque ella había venido
sólo con el sari que llevaba puesto. Alguien tuvo que desocupar una habitación para
ella. Todo se arregló en media hora. Ella vivió aquí algunos meses, luego Swamiji la
envió a la ciudad para dar a luz, asistida por uno de sus devotos. Cuando el bebé nació,
él escribió a una pareja que quería adoptar un niño. La joven vino con el bebé, se lo dio
a la pareja y todos se fueron.
Cuando era lo correcto a hacer, no había cuestión de temor. Pero hay que recordar que
esto era muy distinto de una actitud de arrogancia. No era por arrogancia o desinterés
por lo que la gente pensara sino que “Era lo correcto y había que hacerlo sin miedo”.
Una de las cualidades o virtudes básicas que se encuentran en un Karma Yogui es que
siempre está listo para adaptarse, ajustarse y acomodarse. Si eres incapaz de hacerlo, no
puedes practicar Karma Yoga, no puedes servir a la humanidad, no puedes servir a
Dios. “Adáptate, ajústate, acomódate” no es un evangelio de debilidad, de inclinarse
porque no puedes mantenerte de pie sino un signo de la fuerza de la sabiduría. Por lo
tanto, esta ausencia de temor es muy diferente a lo que ustedes y yo podemos imaginar.
Un hombre intrépido – según nosotros – es un hombre desafiante que puede desafiar a
la opinión pública, pero la valentía de Swamiji era nacida de un entendimiento
espontáneo de lo que era correcto. Por consiguiente, cuando hacía algo, no lo hacía para
desafiar a la opinión pública sino sin temor a la misma. Nunca discutía acerca de sus
convicciones, ni respondía a retos o trataba de convencer a sus oponentes. Si eras su
discípulo y creías que tenías razón y que él estaba equivocado acerca de cómo había que
hacer algo, algunas veces decía, “Está bien, hazlo a tu manera”. Más tarde, ¡descubrías
que tú estabas equivocado y que él tenía razón!”. Si era un extraño el que trataba de
discutir con él, Gurudev no entraba en discusión en absoluto. Escuchaba con mucha
atención y paciencia todo lo que la otra persona tenía para decir– y luego le ofrecía una
taza de té, unas frutas y algunos libros. ¿Qué había pasado con la discusión? Él seguía
haciendo lo que sabía que era bueno con el valor basado en el entendimiento de la
unidad. Tal vez, sentía que un día nosotros también lo entenderíamos, porque somos
uno.
En el Bhagavad Gita, se usa Krodha o ira como sinónimo de odio o aversión.
Asociamos el odio con cierta clase de conducta agresiva. Sin embargo, la conducta
agresiva es sólo un aspecto del odio. La causa fundamental del odio es el juicio. Juzgas
que la otra persona está equivocada, que es malvada, tonta, necia o incorregible, y
entonces la odias. Comienzas a encubrir ese odio diciendo, “No lo odio, odio su
conducta”, como si fueras capaz de ejercitar un juicio tan fino. ¿Acaso tu juicio es tan
fino como para poder aislar el pecado del pecador y odiar esa cualidad abstracta del
pecado sin odiar al pecador? Si puedes hacer eso, muy bien, pero en la práctica
encuentras que es muy difícil. Swamiji solía decir, “El pecado es un error que un alma
bebé comete en el sendero de la evolución”. Cuando se adopta esta visión, no hay juicio.
Por ejemplo, si tu hijo hace algo tonto, no lo ejecutas sino que, si es necesario, lo
reprendes muy amorosamente. ¿Por qué entonces cuando viene de otro, te pones tan
nervioso, lo juzgas severamente, lo condenas y lo odias?
El odio está también asociado con el temor. Siempre odias a la persona que temes y
temes a la persona que odias. Por consiguiente, cuando el temor está ausente, no hay
mucho lugar para el odio y cuando el juicio está ausente, no hay lugar para el odio en
absoluto. Una vez más, vemos en ello el reconocimiento de la unidad. Ese era el factor
básico en la vida de Swamiji y lo es en Karma Yoga. Es imposible practicar Karma
Yoga sin la experiencia directa de la unidad. El servicio desinteresado es imposible
mientras el ego continúa jugando esas malas pasadas de generar apego, temor, odio o
aversión. Mientras estas tres cualidades permanezcan en nosotros, el desinterés no es
posible. Uno puede esforzarse por lograrlo, pero no lo experimenta debido a que en ese
momento el desinterés no es real. En ese momento, ¡el ego es real! ¿Cómo se vuelve
real el desinterés? Sólo cuando se experimenta que ese ego es irreal, surge el verdadero
desinterés sin ninguna dificultad en absoluto.
Los psicólogos han dicho que nacemos con estos tres rasgos: Raga, Bhaya y Krodha –
amor, temor y odio – lo que sólo significa que todos los seres vivos que tienen noción
de ego poseen esas tres cualidades desarrolladas o que esas tres cualidades juntas
constituyen el ego. Por lo tanto, si se eliminan estas tres cualidades, el ego está ausente;
o si se elimina el ego, estas tres cualidades están ausentes. Una cosa va con la otra.
También se puede ver que – asumiendo que ellas nazcan con toda criatura – estas
cualidades engordan con el paso de los años, porque el ego se está formando todo el
tiempo. Estas tres cualidades también ganan fuerza e impulso con el paso del tiempo, de
modo que un niño es menos temeroso que un adulto; y el niño tiene apego e ira
momentáneos, éstos no perduran como en el adulto. En el caso de Swamiji, si acaso
llegaba a enojarse, su enojo era muy fugaz y momentáneo. Nunca guardaba rencor. Esa
era su característica. Hay Swamis que podrían estar todo el tiempo sonriendo, pero
guardan rencor y te destruyen. En el caso de Swamiji, no era así. Rara vez se enojaba y
muy a pesar suyo, pero era como si el interruptor estuviera en sus manos. Creo que en
toda mi vida aquí con él, durante unos diecisiete años, vi eso sólo en dos ocasiones. No
querría verlo otra vez. Estaba feroz. Después de manifestar esa ira durante
aproximadamente uno o dos minutos, sonrió y todo se había olvidado. La situación lo
demandaba, así que deliberadamente él encendió la ira y cuando ya no hubo necesidad,
la apagó. Era hermoso de observar. Una vez más, no era ira como la que ustedes y yo
conocemos sino ética de la situación. Por lo tanto, él estaba fundamentalmente libre de
esas tres cualidades.
Incluso un sabio tiene lo que se llama Lesha-avidya, sólo una leve Avidya o ignorancia.
Se da el ejemplo de la camisa incandescente. Cuando enciendes la camisa de una
lámpara de gas, lo que ves no es lo que la camisa era antes de que comenzaras a usarla.
Esos hilos están todos quemados y aún así, mientras no la toques, mantiene su forma.
En cuanto la tocas, se desintegra. El sabio es así. Puede incluso parecer que tiene esas
cualidades – Raga, Bhaya y Krodha – pero sólo parece. Su personalidad ha sido
quemada en el fuego del conocimiento. Por el momento, debido a que lleva este cuerpo
y parece funcionar en este mundo físico, surge en él la apariencia de una personalidad y,
por lo tanto, la apariencia de esas cualidades.
Sé un instrumento
En el Bhagavatam, hay una historia muy hermosa. Krishna estaba caminando por un
bosque con sus amigos, los pastores y sus vacas. En el camino, ellos vieron un árbol
cargado de frutas. Krishna llevó a sus compañeros hasta el árbol y les dijo, “Amigos,
miren esto. ¿Cuándo seremos como este árbol? Cuando el árbol está cargado de frutas,
se inclina, mientras que si un hombre está cargado de frutas, se vuelve más arrogante. Si
fuéramos incultos o pobres, probablemente seríamos humildes, pero en cuanto tenemos
un par de diplomas o nos enriquecemos, menospreciamos a todos los demás. Incluso si
uno piensa que tiene algunas virtudes (frutas), de repente se vuelve arrogante. Cuando
está cargado de frutas, el árbol se vuelve más y más humilde, y dice, ‘Ven, por favor,
toma’, sin regatear en absoluto. Es así que, en cierto modo, ¡son sólo los árboles los que
practican Karma Yoga en el verdadero sentido!”
Krishna dice, “Yo soy el sujeto agente de todas las acciones, sé Mi instrumento”.
Aunque sea la perfección en esta Bhavana lo que constituye Karma Yoga, incluso un
intento por cultivarla puede ser llamado Karma Yoga en la práctica. Gurudev lo
recomendaba.
Uno sabía que Swamiji vivía en ese espíritu observando lo que él hacía y cómo lo hacía.
En todas sus acciones personales, la motivación estaba completamente ausente. Sabes
que estás viviendo en el espíritu de un instrumento cuando no existe el más mínimo
interés egoísta en tus actividades. La lapicera escribirá las palabras “bueno” y “malo”
con igual facilidad, sin interrogarte. Escribirá de izquierda a derecha o de derecha a
izquierda sin ninguna motivación en absoluto, sin pensar en el pasado o en el futuro.
Similarmente, un Karma Yogui hace en forma totalmente espontánea lo que el Ser
Supremo determina que haga. Eso es lo que veíamos en Swamiji todo el tiempo. Hacía
todo con tal espontaneidad y pureza, sin ningún cálculo, sin ninguna motivación, de
modo que podías ver que no lo estaba haciendo porque quería construir o destruir algo.
En una ocasión en el Ashram enfrentó la bancarrota, él dijo, “Accha, no hay dinero.
Está bien, iremos a Rishikesh y mendigaremos nuestra comida”. ¡Decía esto de forma
tan simple! Sin ninguna decepción. Ustedes y yo podríamos ponerle al mal tiempo
buena cara, pero él estaba alegre, feliz. Esto sucedió cuando tenía más de sesenta. Dijo,
“Yo no podré caminar hasta Rishikesh para mendigar el alimento, así que alquilen una
tonga (carro tirado por caballos) para mí”. De haber tenido dinero para alquilar una
tonga, podríamos haberle dado la comida aquí. Lo que él comía era lo suficientemente
barato como para cubrir el alquiler de la tonga, pero aún así dijo que iría con nosotros al
Kshetra para mendigar la comida, sólo que iría en una tonga. Ese era el Espíritu
Supremo. Observando esto, uno comprende lo que significa ser un instrumento en
manos de Dios.
Otro Bhavana es Narayana o Atma-bhavana – esto es ver a Dios en todos, servir a Dios
en todos. Por favor, recuerden que no es “Yo sirvo a Dios en todo, sino “Servir a Dios
en todos”. El “yo” ya ha sido transformado en un instrumento. En la medida en que el
servicio continúa, se lo dirige hacia el mismo Ser Omnipresente, el mismo Dios
Omnipresente. Está en el Bhagavad Gita, en el capítulo 18.
“El hombre obtiene perfección considerando todas sus acciones como flores ofrecidas a
los pies del Dios Omnipresente”. Todo el que viene a ti te da una oportunidad de servir
a Dios en y a través de él. Es como si Dios Mismo viniera a ti en esa forma para darte
una oportunidad de adorarlo. Hemos oído esto por lo menos un millón de veces, pero
hay que verlo. Otros que estuvieron con Swamiji en Svargashram y en Malasia me
contaron que si servía a alguien – si presionaba tus pies porque te dolían o hacía algún
pequeño servicio – observar su rostro era casi una visión conmovedora. Si podía darte
algo, su rostro se iluminaba. Él se deleitaba, su rostro y sus ojos irradiaban gratitud. El
aspecto de su rostro era algo extraordinario. Su semblante decía “Estoy sirviendo a
Dios”. Puede que él lo haya dicho o que no, pero su rostro transmitía ese mensaje.
Servir a Dios en todos es la forma más elevada de adoración.
Estos dos Bhavanas son esenciales para Karma Yoga. Aunque uno piense en ellos y
practique contemplación y meditación en esos Bhavanas, creo que debe vivir con
alguien que viva en ese espíritu para poder embeberlo.
Bhakti Yoga
Obviamente, la práctica de Karma Yoga (como opuesta al mismo Karma Yoga) debe
apoyarse en o depender de Bhakti o Jñana. Karma Yoga en su sentido más puro es
Experiencia del Ser, lo que constituye la meta de cualquier forma de Yoga, pero el
hecho es que nuestra vida diaria de Karma Yoga no es perfecto Karma Yoga sino sólo
un intento en ese sentido. Cuando la creencia común era que se podía practicar Karma
Yoga independientemente incluso como previo a Bhakti o Raja Yoga, fue Gurudev
quien señaló que incluso para practicar Karma Yoga uno necesita cierta idea de Bhakti o
Jñana.
El punto de vista ortodoxo era que todos sufrimos de un triple problema – Mala,
Vikshepa y Avarana. Mala es impureza de corazón, mente, hábitos, tendencias y
Samskaras. A menos que se elimine totalmente la impureza, el progreso espiritual es
imposible. Una vez que uno ha eliminado la impureza mediante Karma Yoga, aborda
Vikshepa, la inquietud mental. Para eso, se prescribían Bhakti Yoga y Raja Yoga.
Cuando las impurezas se han ido, cuando el corazón y la mente están puros y firmes,
uno puede ocuparse de Jñana para eliminar Avarana, el velo de ignorancia. En ese
contexto, Karma Yoga sólo significaba la realización de las funciones rutinarias
ordenadas por las escrituras (ni siquiera quiero llamarlas deberes). Todo el día estaba
lleno de rituales desde las 4 de la mañana hasta las 10 de la noche. Cuando se hace eso
sin motivos egoístas – ni siquiera el interés de ir al cielo, entonces purifica el corazón.
El otro tipo de Karma yoga del que hemos estado hablando – el del Bhagavad Gita –
debe necesariamente tener Bhakti o Jñana como base, porque ciertamente al comienzo
de nuestra carrera espiritual, siempre que uno hace algo – incluso sentarse y meditar,
hacer un Mala de Japa o algún Seva (servicio) a sus compañeros o al Guru – puede que
encuentre que es muy difícil no tener alguna motivación. La mente comienza a
preguntar “¿Por qué estoy haciendo esto?” Incluso si te rehúsas a dar una respuesta, la
mente la provee. Puede incluso decir, “Yo estoy practicando Karma Yoga” – lo que
indirectamente significa que quiero obtener la iluminación. Aún cuando lavo tu ropa
sólo un día en un espíritu de Karma Yoga, digo “Me estoy liberando de todas las
miserias del Samsara y obteniendo beatitud eterna”. Pero eso es también una
motivación; por lo tanto, no es Karma Yoga. De allí que uno deba incluir Bhakti o
Jñana. Bhakti es más simple.
Aún en el caso de Bhakti Yoga y Karma Yoga, tenía una actitud bastante interesante. Si
le sucedía algo bueno – lo que nosotros llamaríamos buena fortuna o buena suerte, él
decía, “Oh, es la gracia de Dios”. Y si él hacía un milagro y venías y le decías,
“Swamiji, usted me tocó ayer y desapareció mi dolor de cabeza”, él te decía, “Oh, todo
eso es la gracia de Dios”. Esa es la actitud de Bhakti. Si sus piernas le estaban causando
problemas o si tenía alguna desgracia, decía “Todas estas cosas no existen” Desgracia,
dolor y sufrimiento no existen. En esos casos, adoptaba el método de Jñana. Él era una
combinación extraordinaria y hermosa de todas esas actitudes yóguicas.
El mensaje pareciera ser que cuando es posible adherirse a esas normas, ¿por qué no
hacerlo? Es el ego el que dice, “No quiero esas reglas”. Estás practicando Yoga para
resolver eso. Si la mente sugiere que no necesitas la Puja en el templo, eso es el ego. Por
supuesto que también es posible desarrollar el egoísmo de ir al templo y decir “Nunca
dejé la Puja ni por un día” o “Siempre medito tres horas en la mañana”. El ego se
mantiene haciendo algo – ir al templo, sentarse y meditar, hacer algunas Asanas, Japa,
Pranayama. Eres egoísta con respecto a eso. Si abandonas la Sadhana para evitar ese
ego-Sadhana, no te queda más que el egoísmo. Egoísmo más Sadhana es mejor que
egoísmo menos Sadhana.
En conexión con este Murti-Puja (adoración a un ídolo), notamos algo muy poco
común. Para él, las Murtis (ídolos) en el templo no eran meras estatuas sino la presencia
viviente. El Yogui se esfuerza por ver a Dios en todo. Si quieres ver a Dios en todo y te
rehúsas a verlo en esa Murti, eso es ignorancia, es ego. Así, adoptando la actitud
correcta hacia todo eso, una y otra vez te encuentras con tu ego. Es una hermosa
práctica si comprendes su valor y recuerdas que estás practicando Yoga para enfrentar
al ego. Si tu sincera intención es encontrar al ego, aplastarlo, eliminarlo o lidiar con él
de alguna otra manera, entonces todas estas cosas son de gran ayuda, porque ellas lo
hacen aparecer para que lo detectes. Aquello que se rebela dentro de ti es el ego.
Luego viene lo que se conoce como Para-puja (suprema) que es casi lo mismo que
Mukhya Bhakti. En Para-puja, consideras todo como manifestación de Dios y
consideras tu propia vida como una adoración continua. Hay numerosos himnos que
describen esto. Uno es:
“Este cuerpo es Tu templo (no “mi” cuerpo) y todos los disfrutes que experimenta a
diario son Tu adoración. El sueño profundo es en sí mismo Samadhi. Eres la Realidad
en este templo. Cuando las piernas caminan, lo hacen alrededor de Tu templo y todo lo
que la boca pronuncia es Tu alabanza. Así, oh Señor, todo lo que hago es Tu
adoración”. Eso es Para-Puja. Para hacer esto y tener este sentimiento interior, uno debe
haber tenido el entrenamiento y la práctica de la adoración a un ídolo y la Puja
Manásica.
Si había algo que le resultaba detestable a Swamiji era el puro hablar. Era una persona
demasiado práctica como para estar satisfecha con mera teoría. Incluso cuando llegó a
Para-puja, desarrolló su propio método de asegurarse de hacerlo correctamente y no
sólo imaginar que estaba en ese estado. Le gustaba mucho el capítulo Vibhuti Yoga del
Bhagavad Gita y solía recomendarlo a todos. En cuanto estaba listo para salir de su
habitación, lo primero que veía era el Himalaya. Se paraba allí tal vez unos cinco
segundos y se postraba mental y físicamente ante el Himalaya, luego hacía lo mismo
ante la Ganga. Cuando salía más tarde, al levantarse el sol, hacía reverencias mentales al
sol. Veía todo eso como manifestaciones de Dios. Luego solía pasar algunos minutos en
mi habitación que estaba cerca de la suya. Decía, “Haro Hara, Tat-tvam-asi, Om
Shantih, Banami Khuda Mubarak, Namah Shivaya, Namo Narayanaya, Namo
Bhagavate Vasudevaya, Namo Bhagavate… (usando el nombre del discípulo en
particular), Namo Bhagavati Ganga Rani, Hari Om Tat Sat”. No tenía nada que ganar o
perder haciendo esto o no haciéndolo. Cuando se apoyaba en su gran bastón y se dirigía
a cada uno de nosotros con “Namo Bhagavate fulano de tal” y ofrecía salutaciones, uno
podía ver que Eso era lo que él veía. No eran palabras vacías. Es una forma
extraordinariamente hermosa de hacer Puja, de Japa y de constante recuerdo de la
Divinidad. Le gustaba mucho esto.
Veíamos otra cosa hermosa cuando Swamiji venía a trabajar a la oficina. Él tenía
algunas imágenes colgando en la pared de enfrente y, cuando se sentaba en su silla,
solía girar y mirar a cada uno durante unos diez segundos. Haciendo todo eso, la mente
se reconectaba con la Divinidad. Es posible que durante nuestras actividades diarias,
esta conexión se pierda por más evolucionados que seamos. Puedes estar practicando
Bhakti, pero es posible que en el calor de las actividades diarias, esa conexión se
disuelva. Él no permitiría que eso sucediera. Si faltaba alguna de las imágenes, la pedía.
¡Ustedes y yo no lo habríamos notado siquiera! Él hacía esto todos los días. Eso era
imprescindible.
Luego venía la extensión de eso. Algunas veces, pelaba una naranja y se quedaba
arrojándola en trozos a la Gangá para los peces-dioses, y si un mono se sentaba allí,
también recibiría su parte. En aquellos días, las frutas eran escasas y no nos podíamos
dar el lujo de ellas, pero él sentía que si él podía tenerlas, el mono también. Veía la
presencia divina incluso en el estuche de sus lentes, en sus zapatos o en cualquier cosa
que manipulaba. Era una extensión del mismo Espíritu. Comenzaba con Krishna en el
templo y bajaba hasta los zapatos y el estuche de lo lentes, le presencia divina está allí.
Cerraba el estuche de los lentes con mucho cuidado; nunca vi a nadie que manipulara
las plumas estilográficas y los lentes tan suave y delicadamente como él lo hacía. Nunca
rompió ni un objeto pequeño en su vida. Si usaba las cosas, lo hacía con tanto cuidado y
dulzura que te daba la impresión de que estaba tratando con un bebé recién nacido. Aún
si tomaba la bufanda y la enroscaba en su cuello, lo hacía tan bellamente, tan
delicadamente, tan artísticamente como si fuera a lastimar al dios que estaba en ella si
no lo hacía así. Cuando venía al templo y ofrecía hojas de Bel al Shiva-lingam, las
colocaba con gran devoción y suavidad a los pies del Shiva-lingam. Una vez, durante
Shivaratri, él vino a la Puja, tomó algunas hojas y se sumó al Archana. Algunas caían en
el Lingam y luego noté que dejaron de caer. Levanté la vista para ver si necesitaba más
y vi que estaba ofreciendo las flores a la gente que estaba alrededor del templo,
adorándolos a ellos también. “Dios no está sólo allí, en la Murti, sino que también está
en ti”. Nadie notó esto y si yo no hubiera tenido la curiosidad de mirar para ver si él
tenía flores o no, tampoco lo hubiera notado.
Por lo tanto, Karma Yoga es efectivo sólo si nuestra práctica del mismo es acompañada
por un Bhakti Yoga completo. De otro modo, se convierte en hipocresía, servicio social
– servicio para obtener nombre, fama y todo lo demás. El servicio en sí mismo es bueno
pero no es Yoga, no es algo que te lleve a Moksha o liberación. Bhakti debe acompañar
la práctica de Karma Yoga día a día, momento a momento.
El Yoga de Swamiji
La actitud de Swamiji hacia la práctica de Karma y Bhakti Yoga – o de Yoga en general
– era la de que ninguna de ellos puede realmente ser aislado de los otros, que no puedes
volverte un especialista. Solía reírse incluso de los especialistas médicos, diciendo que
unos cien años atrás teníamos un médico para cada familia y que ahora hay una familia
de médicos para cada paciente. Desde su punto de vista (que parece ser absolutamente
correcto) Yoga es inseparable. No puedes practicar Karma Yoga, Bhakti Yoga o Hatha
Yoga aisladamente. Las Asanas practicadas aisladamente son gimnásticas. Hatha,
Bhakti y Karma Yoga están relacionados con la meditación y Jñana. Por lo tanto, la
verdad que él nos reveló fue que cada modalidad diferente de Yoga (si deseas llamarlo
así) involucra a todas las otras.
Karma Yoga supone Bhakti, sin Bhakti no hay Karma Yoga. Con Bhakti y con la
actitud correcta, puedes transmutar cualquier trabajo que hagas en Karma Yoga. Sin
Bhakti, incluso el trabajo más noble se convierte en servicio social. No es que
desalentemos o menospreciemos el servicio social sino que no es Karma Yoga. Swamiji
instruyó a un discípulo: “Cuando estés masajeando los pies de alguien, siente que estás
masajeando los pies de Dios. Sarvatah panipadam – todas las manos y todos los pies
pertenecen a Dios”. Si uno tiene ese espíritu, es Karma Yoga, de lo contrario, no es
Karma Yoga.
En Karma Yoga, debes estar libre de Raga y Dvesha, ya que Karma Yoga
necesariamente hace que te relaciones con otros, no puedes practicarlo aislado en una
cueva. Tienes que estar en sociedad, rodeado de personas, y debes servirlas. Buda dijo
algo muy interesante: “Nadie ha sido alabado por todo el mundo y nadie ha sido
condenado por todos”. Hay detractores aún para las encarnaciones de Dios. Rama,
Krishna, Jesús y Buda fueron todos criticados. Si ni ellos pudieron complacer a todos y
ganar la aprobación de todos, ¿qué posibilidades tienes tú? Es muy posible que si eres
muy afortunado, algunas personas te aprecien, pero el resto encontrará faltas en ti y te
criticará. ¿Puedes aceptarlo o ignorarlo? En este caso, Swamiji aplicaba un hermoso
principio dual. “Estoy sirviendo a Dios en ti. Om Namo Narayanaya. Pero si me
insultas, no es más que viento, no es Dios el que me está insultando. Así que cuando te
sirvo, hay Bhakti Yoga, cuando me insultas y yo me esfuerzo por no reaccionar, traigo
la teoría de Maya del Jñana Yoga – teoría de que el mundo entero es una ilusión – y tus
palabras insultantes no tienen significado en absoluto”.
El Yoga de Swamiji no era una broma. Él incluía simultáneamente la operación de
todos esos principios. De ese modo, el Karma Yogui tenía que estar dotado de los
principios de “Adáptate, ajústate, acomódate, soporta insultos, soporta injurias, esa es la
Sadhana más elevada”. No debes hacer esto en el espíritu de un mártir, es decir, “Me
encanta que me insulten, me gusta que me maltraten”, e ir a decirle a tus amigos que
cuando él te insultó, no reaccionaste. El insulto ni siquiera debe tocarte – lo que
significa que ni siquiera sabes que fue un insulto. Salió aire de la boca de esa persona y
no debe impresionarte en absoluto. Entonces no se forma ningún Samskara, no hay
resistencia ni disgusto. Si te vas a sentir dolido, no puedes practicar Ahimsa o Karma
Yoga, no puedes servir a todos con amor. Este es el ideal. Podemos desarrollar cierta
clase de Sadhana que nos lleve a este ideal y esa Sadhana también puede ser llamada
Karma Yoga, pero la esencia de Karma Yoga es alcanzar una posición en la que nada
hiera tus sentimientos. Nunca hieres ni eres herido. Si te sientes herido – ya sea que
reacciones o no, la potencialidad de una reacción está allí de una que otra forma. Puede
que no reacciones ni devuelvas el insulto a la otra persona, puede que no hagas nada en
absoluto, pero si vas y le dices a tu amigo, “¿Sabes? él me insultó el otro día y yo le
sonreí”, has creado un enemigo más para esa persona. Puede que tú no reacciones ¡pero
tu amigo sí! ¡Eso es violencia por poderes! No quieres golpear a la otra persona pero
alientas a otro para que vaya y lo golpee. Por lo tanto, si puedes sentirte herido, eres
violento, agresivo. Es el ego poderoso y agresivo el que se siente dolido, y mientras esa
sensibilidad esté presente, no hay no-violencia ni tampoco hay Karma Yoga – no
puedes servir a Dios en todos, no puedes ver a Dios en todos.
Tampoco puedes practicar Bhakti Yoga en forma aislada porque, como dice el
Bhagavad Gita muy bellamente, “El devoto está profundamente interesado en el
bienestar de todos”. Lo que tú haces puede no ser tan espectacular como lo que hace
otro. Eso no es importante. No sé si ustedes conocen la leyenda relatada en el
Ramayana. Los Vanaras construyeron un puente sobre el océano para ir a Lanka. Eran
tan poderosos que podían levantar una montaña entera y arrojarla al océano. Estaban
haciendo esta tarea cuando una pequeña ardilla comenzó a husmear alrededor para
averiguar qué estaba pasando. La ardilla se preguntó qué hacer. Ella no podía levantar
una roca ni un árbol, entonces fue al océano y se mojó el pelo, rodó por la playa para
que su cuerpo acumulara arena, corrió hacia donde los Vanaras estaban haciendo la
construcción y se sacudió para que algunas partículas de arena cayeran en ese puente.
Cuando Rama vio esto, se dice que se alegró mucho y acarició el lomo de la ardilla con
tres dedos. Aún hoy se pueden ver las tres marcas blancas en el lomo de la ardilla. Lo
que otro puede hacer tal vez sea fantástico, pero lo que tú puedes hacer tal vez sea
algunos granos de arena. Eso es suficiente, porque lo que importa es el espíritu. Hay
docenas de historias que ilustran esto en el Mahabharata y otras escrituras. Lo que
importa no es la cantidad sino el espíritu.
Si eres un devoto de Dios, es imposible que no te ocupes del bienestar de todos los
seres, porque – en las palabras de Gurudev – comienzas a ver que Dios Mismo viene a ti
en diferentes formas. Si viene un enfermo, es Dios que viene a ti en esa forma; si viene
un hombre pobre, es Dios que viene a ti en esa forma para darte la oportunidad de
expresar tu devoción mediante el servicio. Cuando estás prestando ese servicio, si no
estás atento a lo que sucede dentro de ti, puede dejar de ser un servicio desinteresado y
devocional, y convertirse en servicio mecánico o egoísta. De modo que para preservar la
pureza del Bhavana (actitud interior), debes estar consciente de tu mente y tu corazón.
Eso es meditación constante. A menos que estés en un modo meditativo todo el tiempo,
es imposible practicar Karma o Bhakti Yoga.
Es muy importante aprender a servir a alguien, por ejemplo a tu propio Guru. Adorarlo.
Literalmente, sentir la presencia de Dios en él. Pero ¿por qué se prescribe Murti-puja?
Porque es más fácil. Esa imagen no tiene ego y, por lo tanto, es una entidad
completamente neutral – permanece allí impasible, inmóvil, sin pestañear – y entonces
tienes sólo un problema, tú mismo. Cuando sirves a tu Guru, se vuelve un poco más
difícil adaptarse, ajustarse y demás, porque él también está vivo y en cuanto lo miras, la
mente dice inmediatamente, “Él es fulano de tal. Él es así; no le gusta esto. Debo
complacerlo. Esto le va a agradar, esto le va a desagradar”. Aquí hay una relación
personal. En lo que respecta a la Murti, no hay relación personal posible, así que Murti-
puja es más fácil que Guru-puja.
Trata de aprender las lecciones simples de adoración, entrega, dedicación, amor, afecto
y devoción cuando haces Murti-puja, y luego aplícalas al Guru. Tu corazón se expande
en círculos concéntricos. Es posible que tengas un impulso, que todo explote y tengas
iluminación; también es posible que tu corazón tenga que expandirse en círculos
concéntricos. Primero haz Murti-puja, cultiva el Bhavana, observa tu corazón y tu
mente para ver cuál es el sentimiento cuando estás frente a algo que se considera Dios.
Luego ven a tu Guru, inclínate ante él, adóralo, observa si tienes la misma emoción o si
el ego se levanta y dice, “¿Qué clase de Guru es este? Me está atormentando todo el
tiempo” o bien, “Él no hace lo que yo quiero que haga”. ¡La estatua del templo no hace
lo que tú quieres que haga! Aquí hay una oportunidad para que estudies tu ego otra vez
y luego, lentamente, el ego abandonará la expectativa. Eres capaz de adorar a Dios en el
templo, puedes adorar a Dios en el Guru. Luego miras a tus Gurubhais y no tienes el
mismo sentimiento. Examínate otra vez. Es posible que de esta manera tu experiencia
de la omnipresencia de Dios se expanda en círculos concéntricos. Esto es Bhakti Yoga.
Si no entiendes esto, permaneces como un idólatra toda tu vida.
Una de las Sadhanas más importantes – no sólo asociada con Bhakti sino con Jñana y
todas las formas de Yoga – es Satsanga. En los ’40, la Satsanga consistía en el “Jaya
Ganesha” con que comenzaba y luego alguien recitaba un capítulo del Bhagavad Gita
en sánscrito – con o sin traducción. Después, Gurudev guiaba el coro con algún Kirtan y
otros leían los Upanishads, el Vishnu Purana, el Bhagavat o algún otro texto, y todos
nos turnábamos para liderar el coro. Tomaba cerca de una hora. Satsanga es importante
porque es la que sostiene el espíritu de toda la práctica de Yoga. Sin Satsanga, si el
espíritu disminuye, ni siquiera sabemos qué ha sucedido. Por lo tanto, Gurudev
apreciaba mucho la Satsanga. Algunas veces, cuando el cuerpo estaba muy enfermo y
débil, podía dejar de ir a la oficina pero nunca se perdía la Satsanga. Normalmente, si
uno estira sus piernas en la Satsanga, no se lo ve con buenos ojos, pero cuando Gurudev
no se pudo sentar más en el suelo, se sentó en su reposera favorita y la Satsanga
continuó. Cuando el cuerpo no pudo hacer siquiera esto, solía acostarse literalmente,
pero no se perdía la Satsanga. Una vez, un visitante que había venido faltó a la Satsanga
al segundo o tercer día. Gurudev lo notó y a la mañana siguiente le preguntó por qué no
había ido. El visitante respondió que no se había sentido bien. Swamiji dijo, “Es por esa
misma razón que deberías ir a la Satsanga. Si no estás bien, decididamente debes ir. Allí
te sentirás bien”. Una joven había venido del Sur de India. Probablemente, se sentía
tímida. Cuando terminó la lectura, uno a uno tenía que liderar el coro. Esta joven dijo,
“Swamiji, mi garganta no está muy bien hoy. Estoy un poco ronca”. Swamiji envió a
alguien a buscar una medicina amarga para la tos. ¡Ella no sabía si tomarla o no!
Probablemente, quería escapar del canto y por eso dijo que le dolía la garganta. Nadie
estaba exento, porque era en Satsanga que uno encontraba su posición en Yoga,
descubría dónde estaba resbalando y aprendía a recuperar el equilibrio.
Yoga Total
En Karma Yoga, los tres elementos vitales que se apoyan en Bhakti son Yajña, Dana y
Tapas. Yajña puede significar sacrificio o adoración; Dana es caridad; Tapas es
penitencia o vida simple. Sin ellos, ninguna vida espiritual es realmente espiritual. Con
respecto a esto, una vez más tenemos el toque de Shivananda – no se abandona el rito y
la forma sino que se descubre el espíritu en ellos. Esta era la gloria suprema y única de
Swamiji. A diferencia de la mayor parte de los santos que abandonaba algo en busca de
otra cosa, él nunca abandonaba nada. Yajña para él no sólo significaba sacrificio
mediante el servicio sino el rito llamado Yajña; de modo que en el Ashram, teníamos
una interminable serie de rituales. Todos los días, tenía lugar algún Havan o alguna
ceremonia. También solíamos realizar Pada-puja casi todos los otros días. Todo estaba
permitido – es así que podía sugerirse que él sostenía toda forma de modo que con la
sola agitación de la forma se pudiera generar el espíritu. Si frotas dos palos, se genera
fuego, pero ¿qué sucede si uno de los palos está húmedo? Probablemente, Swamiji
hubiera respondido a esta pregunta diciendo, “Continúa frotando. Nunca abandones con
el sentimiento de que es inútil o de que has logrado el objetivo. Continúa frotando y un
día el espíritu surgirá”. Es así que él no abandonó el ritual llamado Yajña o Homa
(Havan), pero cuando estaba sentado mirando esos rituales, se recordaba a sí mismo y
les recordaba a otros acerca del espíritu de auto-sacrificio. Uno no debe arrojar
oblaciones al fuego, solamente, sino que este sacrificio debe impregnar su vida.
Incidentalmente, la palabra sacrificio implica “sacralizar”, de modo que en la teología
cristiana, cuando ofreces el pan y el vino como sacrificio, los sacralizas. Durante el
sacrificio, cuando ofreces ghi y toda clase de cosas al fuego, las sacralizas y de esa
forma obtienes una ceniza sagrada. Mientras que las cosas que se arrojaron al fuego no
son sagradas, la ceniza que queda después del evento se vuelve sagrada. De la misma
forma, si podemos ofrecer todas nuestras acciones como sacrificio en ese fuego cósmico
de Dios, nuestra vida entera se vuelve sagrada. Eso se convierte en Brahma-karma-
samadhi.
En el caso de Gurudev, Dana (donativo) tenía un giro muy peculiar. Hay fórmulas que
sugieren ese espíritu. Hay una fórmula hermosa:
“Oh Señor, Te ofrezco lo que es Tuyo”. ¿Qué obsequias? ¿Frutas, comida, ropa, dinero?
¿Creaste alguna de esas cosas? La naturaleza de Dios produce todo eso. Todas esas
cosas son creaciones de Dios. ¡Tú las tomas y se las ofreces a Dios como si hubieras
hecho una gran cosa! Hay una buena historia que ilustra esto: Un Pandit le pidió a un
hombre muy pobre que hiciera Ganesha-puja durante unos cuarenta y ocho días. El
mismo Ganesha debía estar hecho de azúcar sin refinar. Este hombre hizo la adoración
de Ganesha y ofreció algunos dulces como Prasad. Continuó haciendo esta Puja durante
más de un mes, pero no pasaba nada. Si pasaba algo, era que se estaba volviendo más
pobre debido al Prasad que tenía que ofrecer diariamente. Un día, se olvidó de comprar
los dulces (o tal vez no tenía dinero para ello). Se sentó para su Puja sin entusiasmo,
porque era una rutina y además temía que si no la hacía, algo malo pudiera suceder.
Cuando llegó el momento de ofrecer algún Prasad, miró alrededor y no había nada.
Miró a Ganesha y pensó, “Eso es algo hecho de azúcar”, así que sacó un pellizco de la
estatua, lo ofreció y dijo, “Ganesha, por favor, acepta esto”.
Esto es más o menos lo que nosotros hacemos. Todo le pertenece a Dios, todo es creado
por Dios. Nosotros no hemos creado nada y queremos ofrecérselo a Él o a Su
manifestación que es un ser vivo y reclamamos cierto crédito por haber dado en caridad.
Gurudev nunca creyó en absoluto que el dador era superior en alguna manera al
receptor, el beneficiario. Nadie podía convencerlo de ello. Para él, dar era en sí mismo
una bendición, así que siempre que daba, usaba esta fórmula que aparece en el
Bhagavad Gita:
“A quienquiera que Me ofrezca una hoja, una flor, una fruta o un poco de agua con
devoción y con una mente pura, Yo lo acepto”. Swamiji tenía el mayor deleite en dar y
compartir, y en cada ocasión, él decía “Patram pushpam” lo que significa, “Te estoy
adorando con esto”. Esa fue también su actitud en la conducción del Ashram. Venían
estudiantes, discípulos y buscadores; él los admitía y les daba lo que necesitaban,
sabiendo que eso que les daba ya era de ellos. El mismo Dios provee con una mano y
recibe con la otra. Por lo tanto, el sentimiento “Yo estoy dando todo esto” tampoco
estaba allí. Esta extraordinaria actitud encontramos en él.
Tapas es una vida simple y austera. Sólo aquél que vive una vida simple puede practicar
Karma Yoga. Si eres una persona que gusta de los lujos, no puedes practicar Karma
Yoga, no puedes dar nada en caridad, no puedes hacer nada sacrificándote. El Tapas
conforma los cimientos de toda la vida espiritual. No debe hacerse de manera ostentosa.
Por ejemplo, si alguien señalaba, “Swamiji, usted dice que uno debe practicar Tapas
pero usa un buen sobretodo”, él le recordaba amablemente que el mismo manto con el
que uno cubre sus hombros había sido cortado y convertido en un sobretodo. El manto
obstaculiza su trabajo pero el abrigo no.
Rogar por el bienestar de otros, no sólo en forma general sino específica, era algo que
Swamiji alentaba mucho. Cuando ruegas por la salud, la felicidad y la paz de otros, te
conviertes en canal para la corriente de la gracia divina. El agua que se acumula en un
estanque puede ensuciarse con el tiempo, pero el agua que fluye por las cañerías nunca
se ensucia, porque está fluyendo todo el tiempo. De modo que si continúas siendo el
canal para la corriente de la gracia divina, tu corazón está siempre puro, estás siempre
lleno de gracia divina. Esa era su estrategia. Por medio de la plegaria, te conviertes en
un canal de esa gracia divina y te llenas de ella. Debido a que no estás buscando nada
para ti en esto, eres desinteresado; por lo tanto, te vuelves divino. No hay nada nuevo en
esto, la gente ha ofrecido plegarias durante millones de años, pero es en esta
combinación que yace el genio de Swamiji. Combinando lo que se considera
esencialmente como una práctica Bhakti con un gran ideal de servicio desinteresado,
hizo un milagro. Japa y plegaria eran de vital importancia para él, no sólo para propia
evolución personal sino como un acto de servicio a la humanidad. Cuando lo haces,
naturalmente hay evolución personal. No tienes que esforzarte para lograrlo.
Como hemos visto, el problema es el ego. De modo que en vez de rogar por “mí” como
si el “mí” estuviera aquí, en este cuerpo, si ruego por el “mí” allí, en tu cuerpo, se
elimina el egoísmo. Hay un “mí” en ti también, entonces, ¿por qué no rogar por el “mí”
en ti? ¿No es lo mismo que por mí? ¿Cuál es la diferencia? Cuando comienzas a recitar
tu Mantra, “Dios, por favor, sálvame”, observa con mucha atención. No lo estás
haciendo por tu propio bien sino por el bien de ese hombre que está enfermo; de modo
que cada vez que dices “Dios, sálvame”, vas a visualizar el “mí” como él y así
desaparece la división entre el “mi” y el “suyo”. Esa era la magia de Swamiji. Ruega,
pero hazlo por la felicidad, salud y larga vida de otros – y cuando continúas haciendo
esto, desaparece la distinción ilusoria o falsa que la mente ha creado entre tú y él – lo
que significa que el ego se está reduciendo. En la medida en que esto continúa, la
meditación se no necesita esfuerzo.
Aunque hemos estado analizando Bhakti Yoga y Karma Yoga, en esencia hemos tratado
Raja Yoga. No ha habido ninguna distinción en absoluto. Todo el tiempo, hemos estado
contemplando, meditando, reflexionando y creciendo en algunas de las grandes virtudes
mencionadas en Yama y Niyama. Casi sin notarlo, hemos estado practicando Yama y
Niyama sin ningún esfuerzo, aunque no hayamos mencionado sus nombres hasta ahora.
Hemos estado todo el tiempo haciendo Tapas, Svadhyaya e Ishvarapranidhana. Cuando
te sientas a orillas de la Ganga y haces Mrityuñjaya Japa por la paz y felicidad de otro,
debido a que no hay ambición personal, tampoco hay inquietud. Si lo haces por tu
propio bien, estás tentado de rascarte y ver si se convierte en verdad, pero debido a que
es por la salud y felicidad de alguien que ni siguiera has visto, y debido a que lo estás
haciendo porque Swamiji te lo pidió, ni siquiera sabes si el Japa está teniendo resultado
o no. Es así que te sientas allí y repites el Mantra sin ninguna inquietud mental, como un
acto de servicio según las instrucciones de Swamiji y, por lo tanto, no hay ninguna
intranquilidad.
Cualquier Sadhana – incluso la meditación – hecha con algún objetivo o alguna meta en
la mente se vuelve contraproducente. No sólo es inútil sino que agrava la inquietud.
Cada tres minutos, piensas, “¿Por qué no estoy levitando? Om Namah Shivaya. Después
del primer Mala, debería estar por lo menos a dos pulgadas del suelo, Om Namah
Shivaya”. Esa misma ansiedad por progresar bloquea el progreso. Por consiguiente,
cuando la Sadhana se hace para el bien de otro, por extraño que parezca, se vuelve
hermosa sin esfuerzo.
Durante el tour por toda la India, el programa en Madrás fue en verdad extremadamente
pesado. En ese entonces, Swamiji tenía sesenta y tres años. Lo tenían dando vueltas
desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche yendo de un programa a otro.
Una conferencia aquí, Bhajan allá, una visita a la escuela, almuerzo en algún otro lugar.
Esto continuó y continuó. Una multitud lo rodeaba todo el tiempo e incluso si sólo había
cinco o diez personas a su alrededor, él solía caminar y cantar como si hubiera un gentío
de cinco millones. No hacía ninguna distinción en absoluto. En Madrás, tenía fiebre y su
garganta se secaba. Solíamos tener una jarra con jugo de frutas para que bebiera cada
tanto. Un día estábamos por ir al Teatro Museo de Madrás para una gran recepción
pública. Un Brahmana ortodoxo, que también era juez de la Corte Suprema de Madrás,
estaba sentado cerca de Swamiji. Era el presidente del comité de recepción. Cuando el
auto entró al recinto del Teatro Museo, Swamiji me preguntó si quedaba algún jugo. Se
había terminado. Dije, “Si sigue hasta el escenario, conseguiremos algo”; pero no,
Swamiji ordenó que el auto se dirigiera hacia un pequeño negocio de la esquina donde
vendían refrescos. El mismo juez de la Corte Suprema compró un refresco, lo abrió y se
lo dio a Swamiji. Luego volvimos. La función estuvo hermosa. El último día de nuestra
estadía en Madrás, tenía el último encuentro público, desde donde se suponía que
iríamos directamente a la estación ferroviaria. Swamiji tenía fiebre y la sala estaba llena
con diez o quince mil personas, más unas cuatro o cinco mil afuera. Todos los VIP
estaban en el escenario. Swamiji se sostenía del micrófono la mayor parte del tiempo,
porque ni siquiera podía levantar la voz. El mismo juez de la Corte Suprema se estaba
preocupando. Podía ver que Swamiji no estaba bien y que temblaba – ¡y aún así
continuó! ¿Qué hubiera sucedido si colapsaba en el escenario? Todos nos estábamos
preocupando. Uno a uno los funcionarios venían y nos decían, “Por favor, hagan que se
detenga, es suficiente. Se está cansando. La gente sólo quiere verlo, mirarlo, tener su
Darshan”. No, él continuó con la conferencia y el Kirtan. Aunque estaba lo más cerca
posible del micrófono, apenas se lo podía escuchar. Así es que hay que mantener el
cuerpo en condiciones de trabajar para que pueda hacerlo, no por placer.
Considerar al cuerpo como un templo de Dios, en el cual mora Dios y a través del cual
Él sirve a la humanidad, estaba incluido en la vida de Swamiji. Si tienes ese
sentimiento, no descuidas tu salud ni consideras esa salud como tu posesión privada.
Mantente tan saludable como puedas, porque tu salud, felicidad, bienestar y paz
pertenecen a Dios que está en todo. En esta simple declaración, están combinadas todas
las modalidades de Yoga – Hatha Yoga, Raja Yoga, Bhakti Yoga y Karma Yoga. Esa
actitud era una característica especial en Swamiji.
Esto puede ser de gran ayuda práctica en nuestras vidas. Al mismo tiempo, nos
posibilita mantener este trasfondo de pensamiento de modo que, sin ningún esfuerzo en
absoluto, la mente se desliza en ese trasfondo y en la meditación.
Recuerdo de Dios
Al comienzo, la Satsanga del Ashram era muy austera – no se permitía ni siquiera los
címbalos – no había luz eléctrica e incluso las otras lámparas eran escasas; se
desarrollaba casi en total oscuridad, con excepción de una pequeña lámpara en el altar y
un farol para leer. Gurudev estaba siempre buscando una expresión sincera de amor y
devoción. No alentaba la hipocresía. Solía decir que cuando uno canta Kirtans, debe
sentarte con ojos cerrados, sintiendo que le está cantando a Dios y no entreteniendo a la
audiencia. La imagen que Gurudev nos recomendaba era muy parecida a las pinturas
que tal vez hayan visto de Surdas cantando al pequeño Krishna que escucha sentado
frente a él. Cuando uno canta así, no le preocupa su voz, la condición de su garganta o
sus conocimientos de canto sino que está cantando con devoción.
Cuando estás sentado cantando Kirtan, no es sólo Bhakti Yoga sino que Raja Yoga ya
ha entrado en la práctica. Estás en una disposición contemplativa, de modo que puedes
integrar acción y contemplación. Usualmente, creemos que es posible meditar sólo
cuando no estamos haciendo nada. Gurudev no aceptaba esto. Debes ser capaz de
meditar aún cuando estás luchando; pero primero aprende a meditar mientras estás
cantando Kirtan o haciendo Japa en vez de sentir que hay contradicción o distracción. Si
puedes hacer eso, probablemente puedas mantenerte meditando con ojos abiertos; es
posible mantener la actitud contemplativa sin importar lo que pueda estar haciendo el
cuerpo. Introdujo esta idea en lo que era lo más fácil, cuando estábamos cantando.
¿Puedes mantener el estado meditativo cuando estás cantando y haciendo Japa, y luego
levantarte y caminar alrededor del templo? Si puedes, entonces es posible que
encuentres una forma de mantener ese estado sin importar lo que estés haciendo.
De modo que si quieres, tú también puedes adoptar algún método positivo para atraer
ese estado contemplativo. Aunque todas esas prácticas puedan parecer muy simples,
funcionan. La verdad es muy simple. Si incorporas todas estas prácticas simples a tu
vida, el resultado acumulativo es fantástico. Swamiji estaba tan convencido de que el
“fondo de pensamiento” tenía un efecto psicológico y espiritual tan grande que lo
recomendaba como solución para todos los problemas de la vida. Una vez, vino a verlo
un gran líder nacional. Había dos líderes nacionales – uno político y el otro espiritual.
Este caballero dijo, “Swamiji, le voy a dar ahora un panorama de la situación mundial y
nacional”. Durante cuarenta y cinco minutos, hizo un monólogo muy hermoso – y fue
brillante. Swamiji no interrumpió excepto para decir de vez en cuando “hum, hum”.
“Esta es la condición del mundo. Está por explotar. Y esta es la condición de nuestro
país, se está hundiendo”. Después le preguntó, “Swamiji, le he dado un panorama de lo
que considero la situación mundial y nacional, ¿cuál es su solución para ello? ¿Qué
sugiere que hagamos?” Él estaba listo para un debate de por lo menos media hora, pero
Swamiji sólo dijo “Repite Rama Nama, esa es la única solución”. No estaba evadiendo
el problema, estaba serio.
Cualquiera sea el problema, es la mente la que lo crea y lo hace porque considera que el
fragmento es la totalidad – considera que un Vritti (onda mental) es toda la conciencia.
Si ves al Vritti sólo como Vritti, tu problema está resuelto. Si te levantas y me llamas
tonto, no es nada – probablemente estés enojado y una palabra de insulto no es nada –
pero la mente no se detiene en eso, junta un montón de otras cosas. Por ejemplo. “Oh,
este hombre ha sido grosero. Me insultó hace seis años. Siempre me odió y me
persiguió”. Todo eso junto hace a una calamidad. Primero, hay gran auto-estima, luego
un complejo de mártir y tal vez, una asociación con algo que él hizo o no hizo en el
pasado. Todo eso junto hace que una palabra, “tonto”, parezca ser tan grande como el
universo, siendo que no es nada.
Es posible aislar cada pequeño fragmento de lo que nos sucede en la vida y considerarlo
tal como es – un pequeño fragmento, no vale la pena siquiera mirar otra vez. Esto se
mueve como una película. Cada fotograma tiene sólo una pequeña imagen y no hay
movimiento en ella, no hay nada terrible. Si puedo ver el presente – un pensamiento,
una emoción, una experiencia, un evento – como sólo un Vritti, entonces, es fácil lidiar
con él. Es la mente (con toda su memoria, imaginación y demás) la que lo hace grande,
lo magnifica. Ponle fin a eso permaneciendo todo el tiempo en el fondo de pensamiento,
en esa conciencia de Dios, en ese estado de Japa, en esa actitud meditativa – saliendo
sólo por un ratito. Ese “ratito” puede ser un millón de veces por día, pero sales
solamente en respuesta a un estímulo externo. Por ejemplo, estás en ese estado
contemplativo y alguien pregunta tu nombre. “Swami “Venkateshananda”. “¿Qué edad
tiene?”, “Cincuenta y nueve”. “¿Estuvo casado?” “No”. “¿Tiene algún hijo?” “No”.
Terminado. Esto es lo que también dijo Jesús, “Cuando alguien te hace una pregunta,
que tu respuesta sea sí o no”. No estás siendo cortante ni grosero sino preciso. Sal,
trabaja, vuelve a tu fondo de pensamiento.
Habrás oído que la Experiencia de Dios es la meta de la vida (Swamiji también usaba
esta expresión), pero si entiendes lo que esto significa, comprendes que no es una meta
en absoluto. ¿Qué es esa experiencia? La materialización se produce cuando alguien
hace magia y materializa un objeto, por ejemplo, alguien agita una mano y sale ceniza
de sus dedos. Esto significa que es ceniza materializada – lo que significa a su vez que
la ceniza estaba allí en forma espiritual y él la ha materializado, la ha hecho material. Lo
que era sólo espiritual, invisible, ha sido materializado. De la misma forma, ¿qué
significa “realizado”? Algo que no era real se vuelto real, se ha hecho real. Pero cuando
hablas de Realización de Dios, ¿estás sugiriendo que Dios no es real y que cuando
nosotros nos sentamos a meditar, Dios se vuelve real? No, obviamente no. Dios es real
todo el tiempo. Pero si observamos nuestros pensamientos, palabras y actos, si
observamos nuestras experiencias en la vida, vemos que no muestran que tengamos la
experiencia de que Dios es real. Si supieras que Dios es real, ¿te comportarías como lo
haces? ¿Considerarías la vida como lo haces? No, tus acciones en la vida, tus
pensamientos, palabras y actos ponen en evidencia que no sientes, no sabes que Dios es
real. Ni siquiera aceptas que Dios es real. De modo que no hay aceptación de la
realidad, no hay visión de la realidad, no hay conocimiento de la realidad, eso es
ignorancia. La eliminación de esa ignorancia es la Realización de Dios, no es que
ustedes y yo vayamos a hacer a Dios real. En este momento, consideras a Dios irreal
porque esa realidad está cubierta por un velo de ignorancia. La eliminación de ese velo
de ignorancia es Realización de Dios. Por ejemplo, si entras en esta habitación y está
muy oscuro, no ves ningún escritorio. Cuando se enciende la luz, ves los escritorios. El
encendido de la luz representa al Yoga. Ese encendido de la luz no creó los escritorios
sino que sólo reveló la realidad que estuvo todo el tiempo allí. Por lo tanto, la
Realización de Dios no puede ni necesita ser una meta. Por consiguiente, el
entendimiento de lo que estamos haciendo no significa entender el motivo con el cual lo
estamos haciendo sino entender esa luz interior con lo cual se evita que surja la sombra
de la motivación.
El Yoga no tiene meta en absoluto. En los Yoga Sutras, Patañjali sugiere que lo que sea
que estemos haciendo es sólo un intento por eliminar las obstrucciones para el libre
flujo de la conciencia. En el Bhagavad Gita, Krishna sugiere en el Cap. VI: “Uno debe
practicar Yoga para la auto-purificación”. Cuando te purificas, la verdad que existe todo
el tiempo, en todas partes y también en ti, se revela sin ninguna dificultad. Se debe
practicar este Yoga en todos los niveles, en todo momento. No es algo que pueda ser
confinado a un día a la semana o una hora diaria sino que hay que practicarlo toda la
vida. Y esa fue la enseñanza de Swami Shivananda.
El sendero del ego
Cuando uno está haciendo Sadhana, surgen a menudo las siguientes preguntas: ¿Es tan
necesario que nos ocupemos en lo que se conoce como Sadhana – Japa, meditación,
Kirtan y Satsanga? ¿No es suficiente que hagamos servicio desinteresado? ¿Es
necesario que hagamos adoración formalmente? ¿No es suficiente que meditemos y
hagamos Japa? De esa forma, suponemos que una forma de Sadhana es necesariamente
superior o inferior a las otras, con el resultado de que si entendemos cuál es más
esencial que otra, podríamos elegir hacer la que preferimos – y dejar la que
consideramos no esencial. Aquí hay un gran problema – el ego hace la elección y la
comparación, y es el ego el que parece realizar toda esa Sadhana.
“Dios mora en el corazón de todos” – usualmente decimos “de todos los seres”, pero el
texto no dice eso. “Bhutas” puede denotar incluso los elementos fundamentales de agua,
fuego, aire y espacio. Este verso puede significar que Dios mora en todo corazón, en
todo núcleo o en todo centro de esos mismos elementos; por lo tanto, Dios es la realidad
en todas las cosas. El problema entonces se resuelve en algo muy simple, aunque la
forma de esta pregunta sea una tragedia, “Si Dios es omnipresente, ¿por qué no Lo
experimentamos? En ese “si”, ya hay una duda. Si Dios es omnipresente, ¿por qué no
Lo experimentamos? ¿Por qué es que no sólo hay diversidad sino también confusión en
esa diversidad? La diversidad en sí misma no es un problema serio – por ejemplo, el
cabello de tu cabeza tiene numerosos mechones, pero eso no es un problema porque
tienes la sensación de que la cabeza es una; en consecuencia, te refieres al cabello que
crece en la cabeza como uno. Pero en la vida, esta diversidad crea confusión. El creador
de la confusión es el “yo”, el ego. Nunca nos hemos preocupado por examinarlo o
reflexionar acerca de él porque el examinador también es el ego. Esta es la tragedia.
Parece no haber una Sadhana confiable para liberarse del ego. Uno puede decir muy
fácilmente, “Sé bueno, haz el bien, el ego desaparecerá. Esta es la Sadhana más
elevada”. Posiblemente. Pero ¿ser bueno y hacer el bien es tan fácil como suena? En
alguna otra parte se ha dicho, “Eso no es suficiente, debes cultivar Yama y Niyama,
luego el ego desaparecerá y entrarás en un profundo Nirvikalpa Samadhi”. ¡Expresiones
maravillosas y altisonantes! Si lees cualquier libro simple sobre Yoga que dé solamente
la definición básica de Yama y Niyama, podrías descubrir que éstos pueden ser
malinterpretados. ¿Qué es Ahimsa? ¿Qué es Satya? Uno de nuestros colegas era a
menudo grosero y muy proclive a ofender a la gente. Le preguntamos, “¿Por qué haces
esto?” Él dijo, “Ustedes son diplomáticos, pero yo soy muy franco. No escondo nada. Si
pienso que son unos tontos, se los digo”. Eso no es ser franco, ¡es ser grosero! Eso no es
Satyam, es Himsa. Por ejemplo, si por la gracia de Dios puedes decir con total
seguridad que has sido un hombre veraz durante años, años y años, te vuelves tan
vanidoso y arrogante que el ego crece gloriosamente en vez de ser eliminado.
Similarmente, pensamos que practicar Jñana Yoga es lo correcto. Para ello, debemos
equiparnos con Sadhana Chatushtaya – Viveka, Vairagya y demás. Este Viveka se
convierte en cierta gimnasia intelectual porque dice que uno debe discernir entre lo real
y lo irreal. Es perfectamente cierto, pero (siempre hay un “pero”) el discernimiento
entre lo real y lo irreal divide todo, y donde hay división, surge el ego – porque el ego
nace de la división, el ego crece en la división y el ego es el divisor. Tanto el Bhagavad
Gita como los Yoga Sutras alaban a Vairagya y Abhyasa considerándolos de suprema
importancia. Hace mucho, mucho tiempo, fui a Uttarkashi y allí me encontré con un
gran Avadhuta que casi nunca hablaba. De alguna manera, Chaitanyananda Swamiji y
yo lo persuadimos para que dijera algunas palabras y surgió el tema de Vairagya y
Abhyasa. Él dijo algo hermoso. “Abhyasa es tomar conciencia de Brahman,
experimentar que sólo Brahman es real. Vairagya es no ver al mundo”. Dos grandes
oraciones. Recordar a Brahman todo el tiempo y olvidarse del mundo. Hermoso, pero
hacer algo como eso es casi imposible. La práctica de Abhyasa y Vairagya puede
llevarte a convertirte en una personalidad amarga y adusta. ¿Esa es la clase de Vairagya
que queremos? Si te separas de todos los demás, tu ego se vuelve tan grande como una
montaña.
¿Cómo surge la iluminación? ¿Cómo surge en tal corazón la experiencia de que Dios
mora en todos los seres? No es posible. Todo eso es muy hermoso y tiene su
maravilloso significado, pero una cosa es tener conocimiento intelectual de ello y otra
completamente diferente es experimentarlo. ¿Quién es el que hace todo eso? El ego otra
vez. Es el ego el que piensa “Estoy haciendo servicio desinteresado para purificar mi
corazón o para ir al cielo”, y luego comprendes que es esa motivación la que está
aumentando la impureza de tu corazón. Como dijo Swami Krishnanadaji muy
bellamente el otro día, “Karma Yoga es posible sólo para un Jivanmukta” – así que
Karma Yoga no es tanto una Sadhana como una actividad post-Siddhi. Es el
Lokasangraha Karma de un Jivanmukta. Pero ¿qué hay de nosotros? Se supone que
nosotros también practiquemos Karma Yoga con todas las imperfecciones añadidas por
el ego. Yo puedo practicar Bhakti, puedo ir al templo y hacer Puja día y noche, pero otra
vez hay ego. Puedo sentarme y meditar; una vez más, es el ego el que medita.
¿Hay alguna Sadhana que pueda lidiar directamente con el ego? Sí, la gracia de Dios.
¿Y cómo lograr esa gracia de Dios? Volvemos al principio inmediatamente. Debo lograr
la gracia de Dios y algunos dicen que la gracia de Dios es Su don, Dios no tiene
parcialidad, Él no se fija en lo bueno y lo malo que tienes, y te recompensa por ello sino
que Su don es absolutamente libre. En el Bhagavad Gita, también Krishna dice “Por
pura compasión, otorgo conocimiento a Mi devoto. Se lo doy por compasión, no porque
lo merezca”. Cuando escuchas eso, dices, “Está bien, oh Dios, por favor concédeme Tu
gracia por compasión, no voy a hacer nada en absoluto”. En hacerlo o no (todo el
tiempo el ego surge y hace su voluntad) persiste el sentimiento de que me estoy
liberando del ego.
Uno puede incluso acercarse a un gran Guru, convertirse en su devoto discípulo y
servirlo fielmente. Una vez más, surge el mismo ego. Ya sea que lo expreses
abiertamente o no, al menos internamente te felicitas por tener el Maestro más grande
en la tierra porque “Yo declaro que lo es”. Otra vez, el mismo ego.
Ese juego del ego impregna toda tu vida. Es el ego el que hace todo, lo sagrado y lo
secular. Incluso cuando hay aparente generosidad, la misma está contaminada por la
operación del ego. Podemos observar o comprender que “Esto es egoísta, aquí hay un
motivo, aunque no es algo tan malo como era antes, yo era mucho más egoísta”. De
modo que es posible que haya una diferencia de grado en el egoísmo. “A mi entender,
no soy tan egoísta como yo solía ser o como son otros, pero soy egoísta. Estoy adorando
a Dios en el templo, pero soy algo vanidoso y egoísta. Puedo sentarme tres horas en
meditación, pero estoy orgulloso de ello. Soy erudito, no me siento atraído por los
placeres sensuales y estoy muy feliz por ello”. Todo eso no es más que el juego del
mismo ego. En un hombre, el ego dice “Soy un hombre rico”, en otro, dice “Soy una
persona muy recta”. Exactamente el mismo ego. La diferencia es académica y arbitraria,
es verbal.
El ego no se va con sólo sustituir el “yo” por alguna pequeña frase. Mientras el cuerpo
esté vivo y la mente funcione en y a través del cuerpo, lo que se conoce como ego o
personalidad surgirá y permanecerá. Ese ego o esa personalidad no es una realidad
permanente e incuestionable. Es un fenómeno temporario; es la ignorancia la que lo
reviste de permanencia. El ego es un concepto; es la ignorancia la que lo eleva al estatus
de realidad.
Es innecesario fingir, “No hay ego en absoluto”. Es tonto e ignorante afirmar “En
verdad, está allí”. La inteligencia que comprende que es sólo un concepto está
iluminada y es consciente de la realidad.
Estando iluminado, Swamiji veía al concepto sólo como tal, sin considerarlo una
realidad. Por ejemplo, él tenía un nombre – “Swami Shivananda”. No se negaba a que
lo conocieran por ese nombre; pero no permitía que el nombre se ligara a su esencia
espiritual. De la misma forma cuando lo elogiaban o criticaban, él era capaz de
distinguir los hechos presentes y la referencia al nombre y al concepto – lo cual tenía
sólo una realidad funcional – como sólo eso y, por lo tanto, algo que no estaba
relacionado con su esencia o con la verdad.
Desinterés
Si practicamos todo lo que hemos estado analizando hasta ahora – algo de servicio,
caridad, estudio de escrituras, Japa, Kirtan y meditación – y nos esforzamos a nuestra
manera por desarrollar las virtudes enumeradas en Yama y Niyama, ¿alcanzaremos la
Experiencia del Ser? ¿Lograremos iluminación o Moksha? ¿Nos liberaremos? Si no es
así, ¿por qué?
Finalmente, es el ego el que hace todo lo que hacemos. ¿Cómo se elimina el ego? ¿O
cómo se elimina el ego a sí mismo? Practicando mucho, sin duda te convertirás en un
mejor hombre, pero está el riesgo muy agradable de que te conviertas en una persona
muy Sáttvica, con una esclavitud Sáttvica. Estarás atado con cadenas de oro, no de
hierro, cobre o plata – pero estarás atado.
Hay otro riesgo sutil en esto. Si tú (un lego) eres egoísta, alguno u otro lo va a señalar.
Pero si te pones esta ropa ocre y te conviertes en un Swami, aunque seas egoísta, la
gente te va a adorar. “Oh, miren con qué autoridad habla este hombre”. Si eres grosero y
cruel, ellos dirán, “Es una persona muy estricta. Nos entrena con esa disciplina”. En
cuanto te pones esta ropa, ¡obtienes una licencia brillante!
Aunque seas Sáttvico y estés haciendo todas esas prácticas espirituales, no hay garantía
de que logres como resultado la Experiencia del Ser, dado que la misma no es un
resultado o un efecto generado por una causa. Por eso se dice, Nastyakritah kritena –
“Ninguna causa ni ningún método pueden lograr jamás aquello que no es el efecto de
una causa”. Por ejemplo, uno no puede dormirse a voluntad. Cuando el sueño viene, lo
domina. Puede acostarse, pero el sueño vendrá a su dulce voluntad y placer. De allí que
el Kathopanishad declare Nayamatma pravachanena labhyo na medhaya na bahudha
shrutena – “No puede obtenerse el conocimiento del Atman o del Ser hablando mucho
acerca de ello, siendo muy inteligente o escuchando muchos discursos”.
Si acaso fuera un logro, ¿cómo se logra este Atma-jñana o conocimiento del Ser?
Yamevaisha vrunute tena labhyah tasyaisha atma vivrunute tanum svam – “Sólo cuando
el Atman o Dios lo quiera, lograrás Atma-jñana, porque Dios tiene que revelarse a Sí
Mismo”. No es el hombre el que experimenta a Dios sino que sólo Dios puede
experimentarse a Sí Mismo. Toma tu Mala y di mil ocho veces como Mantra, “Sólo
Dios puede experimentarse a Sí Mismo” y entonces una nueva verdad emergerá de tu
corazón – “Señor, yo no puedo hacer nada”. Esta verdad tiene que surgir. No tiene
sentido decir esto sólo porque seas perezoso y no quieras hacer nada. ¡Espero que
entiendas la diferencia entre estas dos cosas! Por ejemplo, no sabes si puedes levantar el
escritorio que está frente a ti hasta que no lo intentas. De modo que antes de que puedas
decir sinceramente, “No puedo”, debes tratar lo mejor de ti. Eso que dice, “Oh, no
puedo hacerlo. Dios, por favor, hazlo”, es pura holgazanería. Sadhana (todo lo que
hemos estado tratando hasta ahora) es tratar lo más que se pueda. Lo has intentado. Has
meditado, has hecho Japa, Asanas, etc. con el fin de lograr la Experiencia del Ser. Todo
lo que el ego hace (todo lo que yo hago) solamente aumenta el número de velos que
cubren al Ser. Por lo tanto, la obstrucción de esta visión se incrementa. Al final de todo
esto, comprendes que el ego se está volviendo más y más fuerte, que todo lo que haces
alimenta el ego.
La Experiencia del Ser no es más que una ausencia total de egoísmo. No puedes saber
que “Este es el Ser”, porque el Ser no es un objeto sino un sujeto; pero decididamente
puedes saber lo que es el egoísmo. Sólo estoy diciendo que puedes saber, no que sabes.
La mayoría de las personas egoístas cree ser desinteresada. “No lo estoy haciendo por
mí, lo estoy haciendo por Dios”, o “Lo estoy haciendo por el bien de la humanidad, de
la nación o de mi comunidad”. Si raspas la superficie, encuentras allí el mismo ego, el
mismo egoísmo. Hay médicos y enfermeras en todo el mundo que aparentan estar
haciendo servicio desinteresado al enfermo, pero ¿estarían listos para hacer todo eso si
no ganaran dinero o prestigio con ello? Estamos aquí hablándoles de Yoga y Vedanta,
sirviendo a la humanidad muy desinteresadamente a través de ustedes. ¿Seguiríamos
haciendo todo eso si nuestra felicidad, nuestro honor o nuestra seguridad estuvieran en
juego?
Si podemos reconocer esos males en nosotros, entonces es posible que nos liberemos de
ellos. ¿Qué es aquello que se libera de todas esas cualidades? Eso también es el ego.
“Quiero liberarme de todas esas malas cualidades que hay en mí para poder lograr la
Experiencia de Dios”. Por lo tanto, ¡la conciencia que se libera de todas esas cualidades
Rajásicas y Tamásicas de lujuria, ira, codicia, temor y todas las demás, permanece
perpleja! “Yo puedo hacer todo eso – puedo volverme puro en pensamiento, palabra y
acto, en conducta, en todo. En otras palabras, puedo volverme completamente Sáttvico.
No es imposible. Puedo volverme totalmente Sáttvico… pero eso es todo. ¿Adónde voy
después?”
Una vez, Gurudev explicó esa verdad muy bellamente. Estaba escribiendo un libro
llamado “Ashrams y Santos de India” y había revelado allí, con una memoria fantástica,
una lista de todos los santos, Swamis y yoguis prominentes de India. Les estaba
dedicando una página a cada uno de ellos – una breve biografía y el trabajo que ellos
habían hecho. Había llevado una lista durante un tiempo y ahora estaba tachando uno
tras otro. Luego vino el nombre de un Swami que había sido un yogui y hombre santo
durante largo tiempo, pero que repentinamente se casó, dejó todo lo que estaba haciendo
y comenzó a hacer otra cosa. Yo estaba al lado de Swamiji cuando él dijo, “¿Y este
hombre? Era un gran yogui. Después se casó y… De todos modos, voy a incluir su
nombre. Un buen hombre se convierte en mal hombre. Un mal hombre se convierte en
buen hombre. Esto continúa cambiando. Eso no debe influenciarnos o afectarnos”. De la
misma manera, un Swami que había sido su discípulo, que había discrepado con él y
había hecho algo grave, y que se había ido del Ashram, volvió en 1948. Swamiji estaba
sentado en ese mástil cerca de su habitación y cuando llegué, me dijo, “Vino fulano de
tal”. Yo solamente lo miré. “Es un gran hombre. ¿Te dijo alguien lo que hizo?” Dije,
“Sí, Swamiji, he oído acerca de ello”. “Hm, el hombre puede haber actuado mal, pero la
gente cambia. Puede que haya cambiado. Démosle otra oportunidad”. Pero más tarde
demostró otra vez ser malvado y se fue. Uno cree haber cambiado del estado Rajásico o
Tamásico al estado Sáttvico, pero el otro estado está pendiente allí. La conciencia se da
cuenta de esto.
Hay un salto muy sutil, aunque tal vez muy simple, entre ser el objeto y ser el sujeto. Es
decir, estás todo el tiempo observando algo, observándote como un objeto. “Yo era una
persona Rajásica, era una persona Tamásica, ahora soy una persona Sáttvica”. Sigue
siendo un objeto. Repentinamente, la atención tiene que dirigirse al Ser y permanecer
como Ser. De repente, la conciencia debe inmovilizarse y tomar conciencia de sí misma,
o sólo ser conciencia.
No es posible lograr esto mediante el propio esfuerzo, tiene que suceder por medio de la
gracia. Podemos hacer todo esto que hemos estado analizando hasta ahora, pero el
esfuerzo humano no puede dar este salto final desde la objetivación al “Ser” como
sujeto. Sólo la gracia funciona aquí. Es por eso que se deja este estado sin describir.
Incluso Gurudev se rehusaba a describirlo. Hay que experimentarlo, esa experiencia
tiene que surgir. En el Shrimad Bhagavatam, está la historia muy inspiradora de Jada
Bharata quien, al instruir a su famoso discípulo Rahugana, dijo, “Este conocimiento que
te estoy describiendo no surge estudiando, haciendo esto o aquello, ni siquiera
abandonando la vida de familia y convirtiéndose en monje o asceta”. Todas esas son
ayudas, pero “Lo único que te permitirá experimentarlo de verdad es el servicio a los
santos, el servicio al Guru, el servicio al Maestro, el bañarte en el polvo de los santos
pies de los grandes”. Entonces, tiene lugar este salto sutil y tal vez muy simple desde el
objeto al sujeto. Hay iluminación, Experiencia de Dios, Experiencia del Ser – lo que
significa que el ego (al que te has aferrado por tanto tiempo, considerándolo real) de
repente ha desaparecido y en su lugar ves al Atman.
De repente, el mundo deja de ser objetivo, pero no desaparece. En su lugar, brilla Dios.
Esa es la belleza. No es que todas estas cosas mundanas desaparezcan y tú veas alguna
otra cosa a la que llamas Dios. ¡Porque entonces se convertiría en otro objeto! Todo
sigue como está, pero nada sigue siendo lo mismo. El árbol sigue siendo un árbol, un
hombre sigue siendo un hombre, una mujer sigue siendo una mujer, el edificio sigue
estando allí – todo sigue allí, pero no hay nada allí. De repente se comprende – no es
que tú lo comprendas – que hay una soga y no una serpiente. Lo que viste no
desaparece. Lo que era en verdad no desaparece. Sigue estando allí. Pero antes veías
una serpiente, ahora existe una soga. Veías al mundo con ojos mundanos, ahora ves a
Brahman con los ojos de Brahman. Si tu visión interior se convierte en Jñana, entonces
el universo entero se convierte en Brahman.
Descubriendo al ego
Todo lo que se hace según los dictados de la mente es una trampa. De modo que aún las
llamadas prácticas yóguicas o espirituales que uno emprende bajo el incentivo de la
mente pueden, como mucho, ser una trampa o una prisión de oro. La inteligencia
interior debe comprender esto. Puede hacerlo, aunque no puede salir de ella. El “yo” no
puede liberarse a sí mismo, pero puede ver el defecto en todas esas prácticas, puede ver
el peligro de esa trampa. Si estás haciendo Karma Yoga, es servicio social glorificado –
lo cual es muy bueno hasta cierto punto, porque es de gran ayuda para otros. Si eliges la
práctica de Bhakti Yoga – tres horas de Japa, dos de Puja y dos de Kirtan – eso también
es muy bueno porque durante esas siete horas no hiciste ninguna diablura. Si haces
Yoga-asanas, Pranayama y cierta clase de meditación, gozas de buena salud y por lo
tanto no eres una carga tan pesada para otros, lo que es una gran contribución.
Enfermarse es un pecado – eres una molestia para ti mismo y una carga insoportable
para los demás. Estar saludable es uno de los mayores servicios que puedes prestar a la
humanidad. Si otros están constantemente preocupados por ti, eres una molestia. Pero
como Sadhana para lograr la Experiencia del Ser o Moksha, eso no tiene gran valor, a
menos que lo estés haciendo porque el Guru lo dijo y no porque a la mente le guste.
Ahora viene la parte difícil. La siguiente línea de la canción es: “Adáptate, ajústate,
acomódate, soporta insultos, soporta injurias, la Sadhana más elevada”. ¿Es eso posible
en tu vida? Uno esperaría que primero esté la ética y que lo último sea la Experiencia
del Ser. En la primera parte – sirve, ama, medita, experimenta – es posible que caigas en
lo que comúnmente se llama autoengaño, pensando que estás haciendo Karma Yoga,
Bhakti Yoga o Hatha Yoga - sólo porque puedes hacer bien algunas posturas de Yoga –
y si puedes sentarte en una postura durante un tiempo considerable, puedes decirte a ti
mismo y decirle a los demás que estás en profundo Samadhi. Todo eso es posible. Pero
la adaptabilidad no es tan fácil, porque golpea y destruye al ego directamente – mientras
que todo el resto se anda con rodeos. Es fácil abandonar lo que uno cree poseer, ya sea
una camisa, un libro, un poco de dinero, una fruta – porque la mente o el ego dice, “Oh,
conseguiré más”, pero abandonar la propia opinión y las ideologías es más difícil, y
abandonar la propia opinión acerca de uno mismo, la autoestima, es extremadamente
difícil. De todas las imágenes que hay en el mundo, la imagen de uno mismo es la más
dura de golpear, ni hablar de romperla.
¿Puedes mirar a alguien con quien estás totalmente en desacuerdo y decir, sin
hipocresía, “Señor, puede que usted tenga razón”? Durante esos pocos segundos,
observa lo que pasa en tu interior. Hay una combinación de terremoto, volcán, tornado y
maremoto, todo junto. Eso es el ego. ¡Lo has atrapado! No trates de agarrarlo. Lastima,
lastima. ¡Cielo santo! Lastima. Observa lo que está sucediendo en tu interior. Eso es el
ego.
La situación externa se cuida sola. Alguien discute contigo y tú dices, “Puede que
tengas razón”, entonces él queda satisfecho y se va – o queda insatisfecho y se va. Eso
no tiene gran importancia. No lo estás haciendo para complacer a nadie – esa sería otra
trampa. No lo estás haciendo para disgustarte – eso sería masoquismo, igualmente
inútil, y alimenta el ego – “Yo soy un hombre de gran adaptabilidad (o humildad)”.
Nadie está interesado en ello. Nadie en absoluto en este mundo está interesado en tu
felicidad o tu salvación, de modo que no tiene sentido que hagas todo eso para agradar a
otros o que te esfuerces por convencer a otros de que eres un gran yogui, Sadhu o santo.
Todo eso es una pérdida de tiempo. En vez de hacer eso, trata de adaptarte a otros, de
adaptarte al hombre que se opuso a ti vehementemente. Dile, “Sí, señor, tal vez tenga
razón” o “Tiene razón”, y al mismo tiempo observa lo que pasa en tu interior.
Cuando Gurudev Swami Shivananda hacía hincapié en el espíritu de servicio, por sobre
todo resaltaba la adaptabilidad. Enfatizaba, “El ego agresivo, asertivo y Rajásico es tu
enemigo”. Se tiene que terminar. Karma Yoga te ayudará – o bien, este Karma Yoga
será posible sólo después de que hayas destruido este ego asertivo. Incluso el pequeño
servicio que ofrezcas a otros puede ayudarte porque, mientras lo hagas, te verás forzado
a adaptarte. Tendrás cantidad de oportunidades para adaptarte. Bhakti, Raja y Hatha
Yoga pueden ayudarte, pero no son la llave maestra sino sólo ayudas. La llave maestra
es “Adáptate, ajústate, acomódate”.
Nunca he visto a un gran santo con una ausencia de ego tan flexible como la que
Swamiji tenía. Todo el Ashram le debe su existencia a él y todo ladrillo ha sido puesto
por él. Solía sorprendernos a los jóvenes, en 1940, verlo frente a alguno de sus
discípulos y preguntarle su opinión en un tono que sugeriría que el Maestro era el
subordinado. Había un Swami aquí, conocido como Swami Vishuddhananda, que era
nuestro administrador de correo y también estaba a cargo de la construcción del templo
y demás. Un día, Swamiji y este Swami Vishuddhananda estaban parados a unos pasos
uno del otro y Swamiji estaba dando algunas sugerencias desde la galería del templo.
Parecía que él era el subordinado, un nuevo residente del Ashram. Swamiji preguntó,
“¿Podemos hacer esto? ¿Estaría bien? ¿Qué piensas?” Nunca lo vi establecer la ley o
dar una orden. Incluso cuando quería que se hiciera algo, sólo preguntaba muy
seriamente “¿Hacemos tal o cual cosa?” Si comenzabas a coincidir con él, si hacías que
se sintiera cómodo y que supiera que estabas con él en todo, entonces podía ser que te
dijera, “Ve y hazlo rápido”. Pero si ponías alguna objeción a ello, inmediatamente
suspendía todo. Te daba algunas frutas y leche, y te elogiaba hasta el cielo, “Ah, eres un
hombre maravilloso. Nadie tiene ideas tan brillantes como las tuyas”. Después, media
hora más tarde, volvía al tema, “Dijiste que esto debería hacerse de esta manera. Creo
que puede no ser tan bueno. ¿Qué hay de esto?” primero cancelaba tu ego. Aquí hay una
oportunidad, una contraposición, alguien que se opone a ti. Ese es un desafío directo al
ego. Que éste se disuelva, que desaparezca. Luego, sucederá lo que tenga que suceder.
A menudo, Gurudev señalaba que el insulto o la crítica no son más que viento, aire. Hay
otra forma de considerarlo. La mayoría de ustedes está familiarizada con estos
Kundalini-chakras y probablemente saben también que según el Shat-chakra Nirupana,
los chakras tienen cierto número de pétalos. Se dice que ciertos sonidos están asociados
con ellos y si suman todos, obtienen el alfabeto sánscrito. La primera de las vocales es
“a” y la última de las consonantes es “ha”. En sánscrito, Aham o “yo” no es más que
todos esos sonidos juntos y todas las palabras que se le atribuyen también son palabras,
meros sonidos. “Yo” (Aham) es un sonido inexistente; “tonto” es otro sonido
inexistente e “idiota” es otro sonido inexistente. Se atribuye ese sonido inexistente a
este otro sonido inexistente. ¿Qué importa? Es aire soplando en el aire – absolutamente
nada. Aquél que practica este Yoga considera la ofensa como una bendición, sin
deleitarse con ello, sin remediarlo, pero utilizándolo para descubrir a ese Aham, para
descubrir quién es ese “yo”.
Uno debe distinguir entre el dolor físico y el sufrimiento psicológico. Puede que haya
que tratar y remediar el dolor físico. El mismo cuerpo lo demanda. Gurudev era
extraordinariamente cuidadoso en lo que concernía a la protección del cuerpo físico y,
durante los últimos años, ingirió más medicamentos que comida. Hay que lidiar con el
dolor físico, evitarlo, tratarlo, curarlo y liberarse de él, pero no hay que tratar el
sufrimiento psicológico, no hay que liberarse de él ni evitarlo. Debe ser utilizado para
descubrir aquello que experimenta pesar. Si uno es capaz de rastrear con cada
experiencia el origen de la tristeza – que es el ego – entonces se libera del ego de una
vez por todas y hay liberación. Sólo entonces hay liberación. Por lo tanto, Gurudev
resaltaba esto. Cuando hay un tremendo impulso interior por encontrar al ego, a la luz
de ese impulso, se ve que el ego (el “mí”, el ser individual) es inexistente.
En esa situación, la virtud fluye sin esfuerzo. Todos los Yama-niyamas establecen su
morada en ti, todas las disciplinas que hemos estado analizando durante estos días se
vuelven tuyas sin esfuerzo. Eres desinteresado, sin esfuerzo – no porque pienses que el
ser desinteresado te va a llevar a Moksha, sino que Moksha ya está allí. Estás libre del
ego y eres desinteresado. No hay alternativa. Amas a Dios, no porque esperes que se te
de un derecho al cielo. No hay razón. Esa vida misma es una meditación continua. Ese
deseo de liberación buscó encontrar la verdad concerniente al ego y, tras descubrir su
inexistencia, comienza a analizar que su surgimiento fue posible debido al descuido y si
uno no está atento y vigilante a lo largo de su vida, puede surgir otra vez – por lo tanto,
hay constante vigilancia.
Yoga de Síntesis
El enfoque de Shri Gurudev acerca de la vida espiritual era el de un Yoga de síntesis.
No es un Yoga especial llamado Yoga Sintético, Yoga de Síntesis o Yoga Total sino
Yoga. Yoga significa integración, por lo tanto, no puede haber especialización en Yoga.
Uno no puede ser un Karma Yogui si no sabe lo que está haciendo, por qué lo está
haciendo, quién lo está haciendo y para quién lo está haciendo, y si la actitud correcta
no está allí. Uno no puede ser un Bhakta o devoto de Dios si esa devoción, ese amor no
se expresa en la acción recta. Esta es la advertencia más clara que hay en el
Bhagavatam, que aquél que sólo ve a Dios en estatuas, imágenes y templos, y tiene
aversión a las criaturas más pequeñas e insignificantes de Dios, no es un devoto. De la
misma manera, Gurudev mismo solía advertirnos que si uno se aísla del mundo, puede
que ni siquiera crezca en virtud. No hay virtud en el aislamiento, no se la puede cultivar,
revelar, manifestar o ver en aislamiento. Por consiguiente, Yama, Niyama, meditación o
Japa no son posibles sin Karma Yoga, sin Bhakti.
En el caso de aquellos que tuvieron la buena fortuna de vivir a sus pies, Gurudev
prescribía una Sadhana extraordinaria y hermosa que abrazaba simultáneamente el
progreso y la evolución espiritual personal, y el bien común o servicio a la humanidad.
A menudo, se citan palabras y oraciones fuera de contexto. Algunas veces, alguien
señalaba, “¿No dijo Swami Shivananda, ‘el trabajo es adoración, dedícaselo a Dios’?”
Sí, con toda seguridad. El trabajo es adoración y debemos dedicarle todo nuestro trabajo
a Dios. Gurudev mismo solía decir que todo lo que uno haga – sin importar si es un
trabajo ministerial o el de basurero – hay que dedicárselo a Dios y considerarlo como
adoración. Cierto, pero ¿qué significa adorar a Dios? ¿Puedes tratar esas acciones como
adoración a Dios si nunca has adorado a Dios? ¿Puedes dedicarle esa acción a Dios sólo
si has contactado a la presencia divina o le has dedicado algo en otra forma? Porque
mientras estás haciendo algo, tu mente está ocupada en la acción. ¿Dónde cultivas esta
Bhavana (actitud interior) del sentimiento de la presencia divina, de modo de poder
considerar esta acción como adoración a Dios? ¿Cómo adoptas esta actitud de adoración
en tus actividades diarias – no sólo actividades aquí, en el Ashram, sino afuera, donde
es, aún más, un manicomio o una carrera de la vida moderna?
¿Qué pasa si uno no hace eso? Si uno dice, “Yo soy un Vairagui, un hombre de renuncia
– no me gusta la compañía, quiero permanecer solo sin ningún contacto en absoluto”, es
posible que al comienzo estés lleno de aspiración, de espíritu de Vairagya y Viveka –
especialmente si has estado rodeado de gente durante largo tiempo y te aíslas en una
cueva. Podrías sentir, “Ahora, en unos pocos días capturaré a Dios”. Pero Dios podría
resultar ser letargo, pereza, holgazanería y sueño – a menos que te destaques con una
vida como la de Dattatreya, Ramana Maharshi o Shukadeva. Es posible que muchos de
nosotros no califiquemos para eso. El propio ego se establece muy bien porque, puede
que mientras la mente piense “Me estoy esforzando por Moskha” sea el “yo” el que se
esté esforzando por engrandecerse. Mientras “yo” me esté esforzando, no habrá
Moksha. Es muy simple. Debido a que Moksha es Moksha “del yo”, mientras el “yo” se
esté esforzando, no hay Moksha sino puro egoísmo. Gurudev a menudo indicaba que
sólo unos pocos aspirantes o Yoguis pueden llevar con una vida de reclusión éxito y
brillar como soles espirituales, irradiando su sabiduría y sus bendiciones al mundo
entero. Reconocemos que esa gente existió y existe pero, por desgracia, son muy pocos.
Para la mayoría, una vida de reclusión es peligrosa. Entonces ¿nos ocupamos
incesantemente haciendo servicio desinteresado, usando el famoso eslogan: Manava-
seva es Madhava-seva – El servicio al hombre es servicio a Dios? Es poético e
inspirador, entusiasma, es algo que todos aceptan fácilmente. Si vas y le dices a la
gente, “Yo me dedico a servir a la humanidad”, todos te rodean. Supongo que ya habrás
visto cuál es el peligro aquí. Se supone que hagas servicio desinteresado, sin interés, sin
deseo. El servicio desinteresado es un servicio modesto, donde permaneces casi
desconocido, pero en cuanto entras en este sendero de servicio a la humanidad o
servicio desinteresado, se te impide ser desinteresado. Aún si lo intentas, algunas
personas te rodean diciendo, “Oh, Maharaj, ¡qué gran servicio está haciendo!” durante
diez o quince días, dices, “Oh, no, no, soy sólo un instrumento en las manos de Dios,
sólo Dios lo hace” – después, lentamente, comienzas a sentir, “Sí, toda esa gloria le
pertenece a Dios. Ese Dios está en mí. Toda esa gloria pertenece a Dios”. Es
desinteresado, pero el ego está creciendo cada vez más debido a que has descuidado los
otros aspectos de Yoga. Se está desarrollando una parte a expensas de las otras.
Mientras que hay un gran bienestar social logrado por tu intermedio, tu Sadhana
personal se termina.
Tal vez, alguno de ustedes sienta que Guru-seva no tiene ningún peligro – porque es
improbable que el Guru infle tu ego. Entonces crees que cuando llegas a Guru-seva,
puedes descuidar completamente todo lo demás y considerar al mismo Guru-seva como
la Sadhana suprema. Es posible. Tal vez haya alguna validez en ello, aunque recuerdo
un incidente en que vi que Gurudev no estaba contento con esta actitud en absoluto.
Esto sucedió en 1946, cuando había mucho trabajo que hacer y muy pocas manos en el
Ashram para hacerlo. Swamiji solía trabajar donde ahora está la oficina de correo y
nosotros usábamos como oficinas algunas de las pequeñas habitaciones linderas. Yo
estaba sentado tipiando en una de esas habitaciones a eso de las cinco o seis de la tarde.
Repentinamente, vi a Swamiji parado justo afuera de la habitación en la galería de la
cocina. Me miró con bastante dureza y me dijo, “¿Qué estás haciendo?” Le dije lo que
estaba haciendo. “¿Hiciste algo de Japa hoy, meditaste?” Me paré, lo miré y le dije,
“Estoy haciendo esto”. No discutí con él. El cartel que había en mi pared decía,
“¡Trabajo es adoración!” Él dijo, “Toma la máquina de escribir y arrójala a la Ganga,
ve, siéntate y medita por un tiempo”.
Swamiji nos mostró esto en su propia vida. Comparativamente, el Ashram era más
tranquilo en aquellos días pero, aún así, él tenía todas las responsabilidades de dirigir el
Ashram y todos los dolores de cabeza que esto trae aparejado. Aún así tenía ciertos
períodos asignados a actividades específicas – tanto tiempo para ocuparse de la
correspondencia, tanto para estudiar y escribir, tanto para el trabajo de oficina, tantas
horas para Satsanga, tantas horas para el Darshan matutino en la oficina, tantas horas
para su Sadhana personal. A pesar de su edad, a pesar de todos esos factores, tenía
tiempo para hacer su propia Puja. Cuando ya no se pudo agachar y sentar en el suelo, el
altar fue elevado y allí él hacía su Puja todos los días. Según los Pandits, la Puja
probablemente no era nada, pero según Dios, probablemente era la mejor Puja del
mundo. Tal vez, él no necesitaba hacer todo eso para su propia salvación, pero nosotros
teníamos un ejemplo allí.
Si piensas que una sola práctica va a funcionar y que no necesitas nada más, otra vez es
el ego. No eres libre. Sólo si se combina todo eso simultáneamente, es posible detectar
al menos la existencia del ego. Sólo cuando se descubre que el ego es inexistente, hay
servicio desinteresado. Mientras no se descubre esto, no hay servicio desinteresado. De
hecho, todo servicio es desinteresado, ¡porque no hay ego que haga nada! Todo lo hace
Dios. De modo que incluso si yo estoy sentado aquí, sintiéndome orgulloso y feliz de
estar hablándoles, en verdad es Dios el que está haciendo todo esto – pero hay que
descubrir esa verdad, no imaginarla, no sólo pensar en ella. No es bueno sólo pensar que
eres desinteresado. Si Dios es misterioso, este ego es aún más misterioso, porque no es
una entidad; y no se puede tomar, destruir o eliminar esta falsa no-entidad (como una
sombra en la pared) salvo que se proyecte una luz sobre ella. Si intentas eliminar esta
sombra por cualquier medio que no sea la iluminación (Atma-jñana), podrías incluso
estar creando un ego. Luchar contra éste, visualizar que se ha ido, sólo lo fortalecerá aún
más. Es por eso que en alguna parte se dice que Ramana Maharshi dijo que aún Dhyana
(meditación) es algo egoísta – el trabajo del ego – y por lo tanto, no hay solución.
Vichara, según él, es la única solución.
Sin descuidar la Sadhana personal (Japa, Puja, meditación y todo lo demás) y, al mismo
tiempo, sin descuidar el servicio al Guru, la sociedad y Dios en diversas formas, si
llevas una vida de Yoga o completa perfección, no hay lugar para el surgimiento del
ego. Por medio de la meditación matutina, el Japa, la Puja y demás, elevas la
conciencia, te vuelves alerta a tal punto que la conciencia se convierte en una lámpara
sin sombras – un tipo de lámpara que proyecta luz de tal forma que no se forma ninguna
sombra, los rayos se esparcen en todas direcciones. La conjunción de meditación
matutina, Puja, estudio de las escrituras y demás crea una lámpara sin sombras que evita
que surja el ego. Te mantienes constantemente vigilante y alerta sin importar lo que
estés haciendo durante el resto del día. Sientes la presencia de Dios dentro de ti cuando
meditas, la sientes dentro de ti cuando vas y adoras en el templo y sientes el espíritu de
adoración dentro de ti cuando ofreces incluso una hoja a los pies del Señor en el templo.
Este es el espíritu con el que hay que hacer todo. Mediante la Sadhana personal, se
genera esa actitud. Pero si confinas tu vida sólo a esta Sadhana personal – aunque sea
imposible evitar que el espíritu se exprese en la vida – entonces ese espíritu no
encuentra salida o expresión, por lo tanto, no hay piedra de toque sobre la cual evaluar
si, en verdad, ese espíritu está siendo encendido en tu interior. Entonces sal, mézclate
con la gente, cumple tu deber o tu Seva, y mientras haces todo eso, obsérvate para ver
cuán efectiva ha sido tu Sadhana. ¿Ha sido efectiva o la mente todavía está sujeta a los
mismos viejos pensamientos y sentimientos de odio, celos, atracción y repulsión, ansia,
vanidad y codicia?
Es entonces que podemos realmente vivir la vida divina. Es entones y sólo entonces que
podemos vislumbrar el estado del yogui que es capaz de decir, “Yo no hago nada, es
Dios el que lo hace. Es Dios también el que hace la Sadhana que llamo ‘mi Sadhana
personal’ – Japa, meditación y Puja. Es Dios solamente el que hace todo eso. Él se sirve
a Sí Mismo por medio de Sí Mismo”.
Amor es Dios
Hemos estado considerando la filosofía y las enseñanzas de Swami Shivananda, nuestro
divino Guru, y tal vez esta noche podamos contemplar su personalidad y su vida en
particular, porque todo lo que se describió o trató durante las últimas tres semanas
concerniente a la filosofía y las enseñanzas de Swami Shivananda fue extraído
directamente de su vida. Su vida fue su enseñanza. Su enseñanza fue su vida. Rara vez
daba clases pero escribió considerablemente e incluso sus escritos fueron
principalmente una transmisión de la tradición. Infundió su propio genio al transmitir la
tradición, especialmente en hacer que parezcan simples los procesos más difíciles y en
que verdades imponentes se vieran atractivas. Había un gran sentido del humor y, por
sobre todo, sencillez – tanto en su vida como en sus enseñanzas.
No voy a afirmar ni contradecir esta declaración. Algunos versos después, Krishna nos
dice:
Yadi hy-aham na varteyam jatu karmanyatandritah
Mama vartma’nuvartante manushyah partha sarvasah (III-23)
“Si descuido mi trabajo, todos seguirán mi ejemplo. Si siento un mal ejemplo, todos lo
seguirán”. ¿Qué nos pasa si vemos a un santo, a un gran yogui que sienta el ejemplo con
su vida? ¿Qué les pasó a los devotos de Rama, Buda, Ramakrishna, Swami
Vivekananda, Swami Shivananda, Swami Dayananda y Guru Nanak Dev? Esos son los
modelos. ¿Qué hemos hecho con ellos? Hemos olvidado completamente sus enseñanzas
y hemos construido templos para ellos, pero si acaso podemos detectar alguna
“imperfección” en sus vidas, estamos ansiosos de seguir esa imperfección. “Si no
cumplo con mis deberes, la gente seguirá mi ejemplo”. Eso fue lo que Krishna dijo en el
Bhagavad Gita.
De modo que no es nuestra aspiración, esperanza o esfuerzo por imitar a un santo lo que
cuenta. Estamos intentando inhalar el perfume de esos santos de modo que habiendo
entrado en nosotros como perfume, pueda trabajar en nuestras almas, pueda generar en
nuestro interior un despliegue hasta donde lo merezcamos y de la manera en que tenga
que sucedernos. Así como la comida ingerida se convierte en cuerpo vivo, también es
posible que esas verdades absorbidas a través de nuestros oídos y ojos puedan también
ser asimiladas en nuestras almas. Pueden convertirse en verdad viviente en nosotros,
una verdad que vive. Eso es posible.
Swamiji era una encarnación del amor, pero un tipo distinto de amor. No era el amor
sentimental, el sentimiento romántico que asociamos con esa palabra, sino un amor que
sólo podía ser llamado divino. Incluía todas las formas de amor de las que somos
conscientes, pero se destacaba entre ellas y las superaba. En este punto, tenemos que
juntar las enseñanzas y la personalidad, y obtener un entendimiento posible de ese amor.
Desde su infancia, fue capaz de ver a Dios en todo y de amar a ese Dios en todo. Tenía
sus citas frecuentes, sus expresiones favoritas, “Ve a Dios en todo rostro”, “Ama a Dios
en todo”, “Sirve a Dios en todo”. Expresaba esas ideas, aunque en él no eran ideas sino
verdades vivientes. Lo he escuchado de sus compañeros de escuela, que eran parte de su
hogar cuando era joven, y de un hombre que tuvo la fortuna de servirlo como cocinero
cuando aún ejercía como médico en Malasia. Era tal el amor y la atracción magnética
que tenía este hombre maravilloso, que cuando se fue de Malasia, su cocinero sintió la
necesidad de buscarlo, siendo que había desaparecido de circulación y nadie sabía
adónde había ido. Cuando descubrió que Swamiji estaba aquí, se reincorporó como
cocinero y se convirtió en Swami. ¡Cómo habrá sido el afecto de esta persona divina –
no cuando se convirtió en Swami o cuando obtuvo la Experiencia del Ser y todo lo
demás sino cuando aún era un joven trabajando como médico en Malasia! Hace unos
diez años, fui a un lugar cerca de Malasia y estaba ansioso de visitar aquellos lugares
que estaban asociados con la juventud de Gurudev. Incluso fui a los estados en los que
Swamiji trabajó como médico hace más de medio siglo. Había un anciano que aún
recordaba al doctor. Debió haber sido muy joven entonces, probablemente un
adolescente. “Sí”, dijo, “Me acuerdo, ¡era alguien especial!”
¿Qué era lo especial? A diferencia de otros médicos que generalmente trataban a los
pacientes como números o como cierto caso – un caso de pulmones, un caso de corazón,
un caso de nariz – para este doctor, cada paciente era una personalidad. “Cada paciente
era tratado como una persona especial”, dijo este anciano. Desde nuestra ventajosa
posición, tal vez sea fácil ver que él veía a Dios en cada uno de ellos y que cada uno de
ellos era una manifestación especial de Dios.
Otra característica extraordinaria que mencionó este anciano era que para el doctor,
todos eran importantes y que, en realidad, los veneraba. Su adoración a Dios tomaba la
forma de servicio a esos pacientes. Era extraordinario. Aquellos eran días de poder de la
medicina ortodoxa, donde cualquiera que no se conformara a ella era considerado un
curandero. Aquí había un doctor que, especialmente cuando había una enfermedad seria,
daba un medicamento y además una hoja de Tulsi. Solía hacer Puja y conservar las
hojas de Tulsi especialmente para aquellos que estaban seriamente enfermos,
aconsejándoles, “Después de todo, yo soy sólo un médico. Es la gracia de Dios la que te
ayudará. He orado por ti, aquí está el Prasad”. En su pequeño patio, tenía una enorme
planta de Tulsi; alguien que vino al Ashram mucho tiempo después mencionó que la
planta de Tulsi estuvo allí por años después de que Swamiji se fuera.
¿Qué era ese amor que movió el corazón de este médico a tratar a sus pacientes como
Dios, a darles medicamentos, a darles Prasad, a darles su amor y a rogar por ellos? El
cocinero también nos dijo que cuando la enfermedad era seria, el doctor alojaba al
paciente en su propia casa, especialmente si el paciente venía de muy lejos. El cocinero
también tenía que servirlo. Cuando le daba de alta al paciente, si descubría que éste no
tenía dinero, le daba algún dinero de bolsillo. Tal era su amor.
Un día, durante el mismo período, él quería tomar un poco de aire fresco, contemplar a
la Ganga y a los Himalayas, así que salió. Estaba parado apoyado en un bastón,
temblando. Vio entonces a una anciana Parsi llamada Zalmataji. Ella estaba sentada a
orillas de la Ganga. Swamiji dijo, “Pregúntale por qué está sentada allí, hace mucho
calor. Pregúntale si almorzó, dale algo de comer”. No sé si pueden ponerse en su lugar e
interesarse tanto por otros cuando la propia energía está completamente agotada, cuando
la propia salud y la vida se están hundiendo, y uno está medio muerto. ¿Qué es ese amor
que se preocupa por cierta anciana que está sentada allí? Sentados aquí después de la
cena, tal vez todas esas cosas no parezcan tener mucho sentido, pero en aquella
situación, era realmente demoledor que una persona en tal condición física pudiera
pensar en el bienestar o la comodidad de otros.
Tal fue su amor. Es ese amor el que ha tomado la forma de este Ashram, es ese amor
que irradia a través de todos estos grandes Swamis, como Swami Chidanandaji, Swami
Krishnanandaji y Swami Madhavanandaji, y el que rige el destino de este Ashram. El
mismo amor está fluyendo a través de todos ellos. Es el mismo amor que nos protege y
nos guía. Pero ese amor no era sentimentalismo. No sé si puedo darles mi definición de
“sentimental”. Sentimental es como centímetro. Así como la centésima parte de un
metro es un centímetro, una centésima parte de tu mente es sentimental. Cuando sólo le
das una centésima parte de tu mente a algún objeto, eres sentimental. Swamiji no se
caracterizaba por someterse a tal fragmentación. Él era completo, total – así que no
había sentimentalismo en él. No sólo su mente, su corazón y su alma sino toda su
personalidad estaba en cada acto, en cada pensamiento, palabra y obra. Era un alma
incondicional, completa.
Ese ser total, esa personalidad total estaba todo el tiempo absolutamente sintonizada con
la totalidad – Dios – de modo que cuando parecía ser duro era porque te amaba. Si
reprendía a un discípulo, era sólo porque se había convertido en parte de él. Cuanto más
distante estabas, más amor mostraba. Cuando te acercabas un poco más, él quería bruñir
y lustrar sus instrumentos. Era sólo entonces que parecía ser un poco más duro y muy de
vez en cuando. Pero aún cuando eso sucedía, uno podía ver que era debido a su gran
amor. Tuve oportunidades como esas para observar esto. Una vez, antes de abordar a
uno de sus discípulos que había errado de alguna manera, dijo, “He estado pensando en
esto durante los últimos tres días. Ni siquiera he dormido durante esos tres días”.
Nosotros éramos todos jovencitos, no éramos dignos de que un sabio cambiara de
opinión. Cualquier otro hubiera agarrado a ese discípulo y le hubiera dicho, “No hagas
eso”. Pero no, podría herirlo. Por lo tanto, aún cuando había que decir eso, él demoraba
y demoraba. Pensaba acerca de ello, reflexionaba sobre ello y dormía pensando en ello
con la esperanza de que eso desapareciera, que la persona despertara y descubriera su
error. Si nada funcionaba, entonces podía decirte una palabra – y luego te cubría con
frutas y miel. ¡Tan fantástico amor! Ese amor no es humano sino divino, aunque tenga
todos los elementos humanos. Él era cariñoso, estaba profunda y enormemente
interesado en tu bienestar físico, por sobre todo.
Lo que le daba el mayor goce era distribuir Prasad. En 1947, se celebró el 60º
cumpleaños de Swamiji. No sé cómo sucedió, pero hubo un excedente de laddus. Unas
tres o cuatro mil personas comieron hasta hartarse en el cumpleaños, un día antes y un
día después. Después de distribuir los laddus a toda la gente, una de las habitaciones de
abajo, en la línea de la oficina de correos, estaba medio llena con ellos. Había laddus
desde el piso hasta el techo. De allí en más (desde el 10 de septiembre y durante unos
diez días) él estaba dichoso, estaba en el decimosexto cielo. Todo el que iba allí recibía
dos puñados de laddus. Nada le daba mayor alegría que distribuir alimento, frutas,
Prasad.
En aquellos días, éramos sólo unas treinta personas aquí. Cuando había numerosos
visitantes, solíamos sentarnos a comer en la galería de la oficina de correos y cuando no
había tantos visitantes, comíamos adentro de la cocina. Un día, Swamiji estaba sentado
en uno de esos bancos de cemento. Dijo, “Ustedes creen que el Ashram es chico. Verán
un día, la cola para recibir comida se extenderá desde el Ashram hasta Lakshmanjhula”
– si ponen toda la gente que se alimenta ahora en una línea, ésta probablemente ya
llegue hasta Lakshmanjhula. El mismo día, dijo, “Ustedes creen que van de una crisis
financiera a otra” – cada seis meses teníamos una crisis financiera. O íbamos a la
bancarrota o no podíamos pagar ninguna deuda, o no había nada para comer. “El dinero
vendrá. Entrará tanto dinero que no tendrán tiempo para contarlo”. Todo lo que dijo se
hizo realidad. ¿Por qué? Él no quería nada, no pidió nada. Incluso después de que el
Ashram creciera, él siguió viviendo en ese pobre Kutir a orillas de la Ganga. Era un
lugar de lo más insalubre, era húmedo, frío, oscuro y deprimente, pero él estaba muy
contento con eso y no quería moverse de allí. Por otro lado, aún entonces estaba muy
preocupado por nuestra comodidad: “¿Tienes suficientes frazadas? ¿Tienes todo lo que
necesitas? ¿Te gustaría tener un abrigo, te gustaría tener un gorro?” Esta solicitud por el
bienestar físico de todos era extraordinaria. Pero eso no era todo. Él creó el Ashram para
la evolución espiritual de todos nosotros. Cada ladrillo aquí canta su gloria.
GLOSARIO
Abhayam: Ausencia de temor.
Adi Guru: Primer Guru; Kirtan que suele cantarse en Shivananda Ashram.
Ahimsa: No violencia.
Añjaneya: Nombre de Hanuman, el gran devoto del Señor Rama. Añjaneya (el hijo de
Añjani) era un mono dotado con poder e inteligencia de naturaleza divina.
Arati: Adoración que consiste en ondear una luz o llama delante de la deidad o delante
de un santo.
Archana: Adoración.
Avidya: Ignorancia.
Bel: Árbol sagrado de la India también conocido como Bilva (en sánscrito) or Aegle
Marmelos (nombre botánico).
Bhagavad Gita: Escritura sagrada en la que el Señor Krishna transmite la enseñanza del
Yoga a Su discípulo Arjuna.
Bhagavan: Dios.
Bhagavatam: Escritura que narra la historia de todas las encarnaciones del Señor.
Bhakta: Devoto.
Bhakti: Devoción.
Bhavana: Sentimiento, actitud mental.
Bhaya: Temor.
Dana: Caridad.
Devi: Diosa.
Ganesha-puja: Adoración a Ganesha - hijo del Señor Shiva y la Madre Parvati, quien
tiene cabeza de elefante, confiere sabiduría y destruye los obstáculos.
Gurumaharaj: Maestro.
Hare Rama Kirtan: Canto del Mahamantra o Gran Mantra, “Hare Rama Hare Rama,
Rama Rama Hare Hare; Hare Krishna Hare Krishna, Krishna Krishna Hare Hare”.
Hare Rama: Parte del Mahamantra que invoca al Señor en Sus encarnaciones de Shri
Rama y Shri Krishna.
Hari Om Tat Sat: Dios Om Eso existe.
Haro Hara: Gloria a Dios.
Himsa: Violencia.
Idli: Tortilla de arroz que se sirve como desayuno especialmente en el sur de India.
Ishavasya Upanishad: Escritura perteneciente a los Vedas.
Jñana: Conocimiento.
Jñani: Sabio.
Karana: Causa.
Karma: Acción
Karya: Efecto.
Krodha: Ira.
Langoti: Taparrabo.
Mahabharata: Gran epopeya india que narra la historia de la gran batalla entre los
hermanos Pandavas y los Kauravas.
Mukhya: Principal.
Om Shantih: Om Paz.
Pandit: Erudito.
Parabhakti: Forma suprema de devoción.
Patañjali: Sabio que escribió el tratado sobre Raja Yoga conocido como Yoga Sutras.
Puja: Adoración.
Raja Yoga: Modalidad de Yoga que tiene como práctica fundamental el control de la
mente mediante los ocho pasos del sendero del sabio Patañjali descripto en los
Yoga Sutras.
Ramana Maharshi: Sabio de Arunachala que enseñaba principalmente por medio del
silencio.
Ramayana: Epopeya que narra la historia de la encarnación del Señor como Shri Rama.
Rishikesh: Localidad situada al pie del Himalaya junto al río Ganges, en el Norte de
India, en la que se encuentra Shivananda Ashram.
Satyam: Verdad.
Seva: Servicio.
Shrimad Bhagavatam: Escritura que narra la historia de las encarnaciones divinas del
Señor.
Shukadeva: Santo, hijo del sabio Vyasa, que narró las historias del Señor que
constituyen el Shrimad Bhagavatam.
Siddhi: Poder.
Subrahmanya: Hijo del Señor Shiva y la Madre Parvati que destruyó las fuerzas
malignas comandando del ejército de los Devas o seres celestiales.
Tulsidas: Santo poeta que escribió la historia del Señor Rama en su famoso
Ramacharitamanasa compuesto en el lenguaje Avadhi.
Upanishads: Porción de los Vedas que contiene el conocimiento espiritual; textos que
tratan sobre la Verdad Suprema y su experiencia. Los Upanishads son 108, de los
cuales 10 son considerados los más importantes y fueron comentados por el gran
filósofo Shankaracharya.
Vairagya: Desapego.
Vibhuti Yoga: Capítulo del Bhagavad Gita en el que el Señor describe Sus glorias.
Vishnu Purana: Escritura que narra historias sobre el Señor Vishnu, aspecto
conservador de Dios.
Yajña: Sacrificio.
Yoga Sutras: Tratado sobre Raja Yoga escrito por el sabio Patañjali.
Yoga Vasishtha: Escritura atribuida al sabio Valmiki que contiene el diálogo entre el
sabio Vasishtha y Shri Rama, y que es considerada una obra maestra de la
filosofía Vedanta.