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Shivananda Yoga

Serie de disertaciones

de

Sri Swami Venkatesananda

Para los alumnos de

La Yoga-Vedanta Forest Academy

Editado en inglés por

LAKSHMI

Las notas y el glosario fueron agregados por la traductora al español

UNA PUBLICACIÓN DE LA DIVINE LIFE SOCIETY

Primera Edición: 1980


Segunda Edición: 1983
Tercera Edición: 1998
(2.000 Copias)

World Wide Web (WWW) Edición: 2012

WWW sitio: http://www.dlshq.org

Esta publicación www es de libre descarga

© The Divine Life Trust Society

Publicado por
THE DIVINE LIFE SOCIETY
P.O. Shivanandanagar—249 192
Distt. Tehri-Garhwal, Uttaranchal,
Himalayas, India.
CONTENIDO:
Prefacio de la Primera Edición
Prefacio de la Segunda Edición

Prefacio

Teoría y práctica

¿Quién es un Guru?

Comunicación

Plantando la semilla

Autopurificación

Encontrando la longitud de onda del Guru

Entrega

Karma Yoga

Ausencia de apego, temor y odio

Sé un instrumento

Bhakti Yoga

El Yoga de Swamiji

Yoga Total

Recuerdo de Dios

El sendero del ego

Desinterés

Descubriendo al ego

Yoga de Síntesis

Amor es Dios
Prefacio de la Primera Edición
Considero un privilegio único escribir un breve prefacio para este volumen titulado
“Shivananda Yoga” consistente en una compilación de disertaciones de Swami
Venkateshananda, una estrella resplandeciente entre los discípulos de Gurudev
Shivananda. Sus contribuciones han sido múltiples y de una calidad significativa y poco
común, una prueba de su magnífica personalidad. Este discípulo selecto de Gurudev
tuvo el privilegio exclusivo de sentarse a los pies del Maestro y observar cada palabra y
cada acción del gran santo, quien fue una manifestación ideal de la Gloria Divina.
Gurudev ha dado una demostración práctica del logro de la perfección Divina en nuestra
vida diaria, paso a paso, a pesar del dominante escepticismo triste y reacio de los
tiempos modernos.

En su inimitable característica, Swami Venkateshananda ha abierto para nosotros,


mediante estas disertaciones, los portales del Reino Divino gobernado por Gurudev. Por
medio de este hijo espiritual de Gurudev, podemos tener la inspiración y la dicha de la
Gracia Divina brotando de la fuente espiritual de Gurudev. Los rayos de este sol
luminoso, trasmitidos mediante este discípulo escogido iluminarán los oscuros
callejones de nuestro corazón, revelando para nosotros el Amor Supremo de este
hombre-Dios y su filosofía única y profunda que armoniza Karma, Jñana y Bhakti en
nuestras actividades de la vida diaria.

Toda la gloria para el autor de este libro, por mantener en alto la bandera de la Vida
Divina que Gurudev le entregó.

Esperemos muchas más “joyas” como ésta de él – la corona misma de la misión divina
de Gurudev Shivananda.

Lucknow
Abril 1980

Dr. D. Kutty

Prefacio de la Segunda Edición


Mi humilde homenaje y reverente adoración al sagrado y amoroso recuerdo de nuestro
estimado y amado Gurubhai (hermano discípulo del mismo Maestro) Shri Swami
Venkateshanandaji, quien nos dejó un día como hoy, hace un año, el 2 de diciembre,
1982. El suyo fue un glorioso avance desde los confines de una conciencia humana
limitada al reino siempre refulgente de la Conciencia Divina Infinita. Él se fue simple y
serenamente cuando consideró que había cumplido su deber. Sólo aquellos cercanos y
queridos que estuvieron junto a su lecho hasta que exhaló su último aliento en la tierra
conocen la completa santidad, la solemnidad, la seriedad y, al mismo tiempo, la
indescriptible grandiosidad de sus últimos momentos y de su partida del cuerpo físico.
El libro SHIVANANDA YOGA editado por su devota discípula, la madre Swami
Lakshmi Ananda (“LAKSHMI”) es un tributo al difunto venerable Swami
Venkateshanandaji en el primer santo aniversario de su Mahasamadhi.

Me conmovió mucho cuando la madre Lakshmi se acercó a mí y vacilantemente me


preguntó si me gustaría hacer un breve prefacio para esta publicación conmemorativa.
Su vacilación se debió a la deferencia por el estado de debilidad física en que yo estaba
después de una reciente enfermedad aguda. Pero de mi parte, lejos de considerarlo una
tarea que se me haya presentado, considero un honor y un privilegio que se me haya
pedido contribuir con estas pocas líneas para el presente volumen que constituye un
tributo a alguien por quien tengo la mayor estima, reverencia y amor.

Aunque nuestros variados campos de trabajo y actividad nos separaron en la distancia


física, siempre hubo una conexión interior invisible de compañerismo espiritual,
amistad, amor mutuo y estima entre Swami Venkateshanandaji y este sirviente del santo
Maestro Shri Swami Shivananda. La madre física terrenal del difunto Swamiji
(¡también conocida como madre Lakshmi!) siempre nos consideró como dos hermanos,
refiriéndose a Swami Venkateshananda como Lakshmana y al abajo firmante como
Rama. Porque así sintió ella que era la relación entre nosotros dos.

Considero mi buena fortuna el dar este prefacio para SHIVANANDA YOGA que da un
atisbo íntimo y único de las experiencias personales y las observaciones de Swami
Venkateshanandaji acerca del glorioso Maestro, quien vivió y se movió ante nosotros en
la majestuosa simplicidad de su santa vida diaria en su Ashram, a orillas de la sagrada
Ganga, santificado por su purificante presencia. Este es, en verdad, un merecido tributo
al santo Maestro que contiene las espontáneas efusiones del corazón de Swami
Venkateshananda acerca de aquél que fue la Luz de su vida, a quien él adoró y
consideró su Dios visible sobre la tierra.

Que este libro inspire a numerosos buscadores y Sadhakas en el sendero de la evolución


espiritual y la Experiencia de Dios. Que también sirva para mantener siempre brillante
en nuestro corazón el recuerdo de nuestro difunto hermano. Valoro este libro, porque
homenajea el recuerdo de alguien a quien amo.

Le agradezco a Shri Lakshmi. Felicito a la Imprenta de la Y.V. F. A. (Yoga Vedanta


Forest Accademy) por su dedicada labor en publicarlo tan perfecta y bellamente. Saludo
al sublime recuerdo de uno de los más destacados de nuestra hermandad, cuya dedicada
labor, hecha de corazón y prodigiosamente, en la misión de su Gurudev es
incomparable. Que este ejemplo nos inspire para dedicarnos de la misma manera. Hari
Om Tat Sat. ¡Om Namo Bhagavate Shivanandaya! ¡Paz!

Shivananda Ashram,
Viernes, 2 de diciembre, 1983

A los Pies de Gurudev,


Swami Chidananda
Prefacio
En enero de 1980, el decano de la Yoga-Vedanta Forest Academy, S. S. Swami
Madhavanandaji Maharaj, le pidió a Swami Venkateshananda que compartiera con sus
alumnos de la Academia su conocimiento sobre la filosofía y las enseñanzas de
Gurudev Swami Shivananda, el gran sabio fundador de la Academia y de la Divine Life
Society.

A partir de su experiencia de vivir en estrecho contacto con Shri Swami Shivananda


durante 17 años, con la profunda sabiduría, la claridad y el humor que lo
caracterizaban, Swami Venkateshananda revivió a Swami Shivananda, de modo que
aquellos que fuimos privilegiados de escucharlo sintiéramos que Swami Shivananda
mismo estaba presente entre nosotros.

Las disertaciones continuaron durante tres semanas. Este libro es el fruto de las mismas.

Swami Venkateshananda continuó el tema en varias disertaciones durante las Satsangas


en el Ashram. Algunas de las mismas también han sido incluidas en este libro.

Lakshmi

Teoría y práctica
La Yoga-Vedanta Forest Academy (originalmente llamada Universidad) fue el hijo
mental de Swami Shivananda. Cuando le dio expresión a esta idea, tuvo cierta visión
que fue característica en él – la de la síntesis de la teoría y la práctica.

En esta zona particular de los Himalayas, encontrarás muchas almas iluminadas


(algunas perpetuamente silenciosas, otras ocupadas en sus propias prácticas) sin el
impulso – y en ciertos casos la habilidad – de comunicarse con otros. Tal vez, si vas a
vivir con ellos, puede que tú también logres la iluminación mediante lo que se conoce
como Shaktipat– pero también es posible que no sea así.

Para la vasta mayoría de las personas, es vital alguna introducción teórica antes de
decidirse a comenzar la práctica de Yoga. La graduación usual en Yoga es que primero
viene Karma Yoga, después Bhakti Yoga, luego Raja Yoga y finalmente Jñana Yoga.
Hubo un gran Acharya llamado Ramanuja. Su teoría era que Bhakti viene después de
Jñana, porque ¿cómo puedes amar aquello que no conoces? Verdadero Bhakti
(Parabhakti o devoción) surge después de tener algún conocimiento de la persona o del
principio.
Puede que miles de personas sean Yoguis potenciales y quieran practicar Yoga. Si se les
diera un atisbo de la teoría, probablemente entrarían en el sendero, pero son
abandonados por los habitantes de las cuevas que han alcanzado la meta sin un
entendimiento intelectual de la teoría.

Krishna sugiere esto en el Bhagavad Gita:

Chaturvidhā bhajante māṃ janāḥ sukṛtino ‘rjuna


ārto jijñāsur-arthārthī jñānī cha bharatarṣhabha (VII. 16)

Cuatro clases de hombres virtuosos Me adoran, oh Arjuna; ellos son: El angustiado, el


buscador de conocimiento, el buscador de riqueza y el sabio, oh señor de los Bharatas.

Toda clase de personas busca entrar en el sendero espiritual. Entre ellos, están los
Jijñasus, los que quieren conocer. Si se les dice que deben volverse como esos Yoguis
silenciosos, se desvían completamente, desperdician su tiempo o imaginan que se han
convertido en Maestros, esto es aún más peligroso. El solo sentarte derecho e inmóvil
no te convierte en una persona iluminada. Gurudev mismo solía hacer bromas sobre
esas personas comparándolas con las piedras de la Ganga. Las piedras también se
sientan allí inmóviles durante miles de años. ¿Están también iluminadas?

Recuerdo dos incidentes. Hace mucho tiempo, en 1846, cuando la costa de la Ganga no
se había desarrollado (o arruinado, depende del punto de vista), no había escalones. En
el complejo de la oficina de correo, había una galería bastante larga; en aquellos días,
eso era todo para nosotros, cocina, comedor, lugar de Satsanga, oficina y demás.
Gurudev solía conducir una clase de meditación por la mañana, de 4.15 a 6.00. Justo
sobre la orilla de la Ganga, sopla un viento huracanado de mañana temprano y, a pesar
de ello, él solía salir de su habitación exactamente a las 4.00, vistiendo un enorme
sobretodo y un manto enrollado como turbante. Era una visión emocionante e
inspiradora observar a este Jivanmukta salir de su pequeño Kutir. Era regular y puntual
en asistir a la clase de meditación. Había un visitante de Andhra Pradesh que no era
muy entusiasta en asistir a esa clase, pero solía sentarse sobre una gran roca a las 4.00
tieso como un palo. Un día, después de la clase de meditación, Gurudev estaba sentado
en uno de los bancos de cemento y entramos en cierta deliberación por casi media hora.
Mientras tanto, entró por una puerta más distante el señor que había finalizado su
meditación. Durante un par de minutos, Gurudev lo miró con un ojo cerrado
(¡usualmente cerraba un ojo cuando quería decir algo muy interesante!) Gurudev le hizo
preguntas y el hombre reveló que meditaba todos los días de 4 a 7. Gurudev aparentó
admirarlo pero, repentinamente, toda la escena cambió. Bramó: “¡Mírenlo! Somnoliento
y adormilado. (A él) ¿Qué estás haciendo? ¿Te sientas y duermes sobre la piedra?
¿Sabes lo que significa meditación? ¿Lo que significa Samadhi? Tocar al Infinito.
¿Sabes qué poder, qué energía tendrás cuando toques al Infinito así? Dices que has
disfrutado de una meditación profunda y del Samadhi durante tres horas. Aún así,
cuando sales de ello, estás somnoliento y adormilado. Ve y lávate la cara”. En aquellos
días, no teníamos provisión de agua. Solíamos formar una línea de aguateros desde la
Ganga hasta el tanque de agua de la planta baja de la cocina. Gurudev le dijo a este
hombre, “Únete a ellos, llena el tanque, entonces sabrás lo que significa Samadhi”. Así
es que Samadhi no es sólo sentarse. Si eso es Samadhi, entonces ¡todas las piedras de la
orilla de la Ganga han logrado el Samadhi!

El segundo incidente me sucedió a mí. Un día, en 1948, bajé a la Ganga varias veces
con intervalo de tres horas. Vi a un asceta sentado casi desnudo debajo de un árbol con
los ojos entrecerrados. Pensé que era un gran Yogui que podía meditar por más de diez
horas seguidas. Una noche, hubo cierta conmoción en el templo donde él estaba como
huésped. Al siguiente día, se había ido. Al ser interrogado, el sacerdote del templo me
dijo que no era un verdadero Sadhu (hombre santo) sino que tenía mal carácter y ¡que su
habilidad para sentarse inmóvil era el resultado de cierta droga!

Cuando ves a alguien sentado inmóvil por largo tiempo, tratas de imitarlo y no puedes,
abandonas, aparentas haber alcanzado ese estado o encuentras un atajo para ello.
Algunos vienen y dicen, “Estás desperdiciando tu tiempo. Inhala esta droga y entrarás
en verdadero Samadhi”. Entonces comienzas a pensar que tal vez el Guru haga lo
mismo. Esto lleva a toda clase de tergiversaciones. Por lo tanto, cuando imitas a estos
iluminados habitantes de las cuevas, puedes volverte como ellos o no. Puedes deslizarte
en Tamas, lo cual es muy fácil. Por lo tanto, uno necesita cierto conocimiento.

Es posible para el Mauni (silencioso) Jivanmukta trasmitir su Shakti a un Adhikari


(buscador calificado o maduro). Adhikara es lo más importante. Un estudiante que está
internamente maduro (como Shukadeva) sólo necesita un poco de concentración y tiene
el conocimiento de la Realidad. Pero ¿qué sucede con los miles que no están
evolucionados, que aún necesitan más ayuda teórica? Observando esta necesidad,
Gurudev dijo que la Yoga-Vedanta Forest Academy debía impartir conocimiento de
ambas cosas, teoría y práctica.

Puede que un Mauni Jivanmukta no tenga mucha formación teórica. Si bajan hasta
Benarés u otros lugares semejantes, encontrarán gente que puede dar conferencias, pero
en sus propias vidas, no están ni cerca de su ideal. Gurudev no tenía ninguna admiración
especial por ellos más allá del respeto que les guardaba a todos.

El siguiente incidente ilustra esto: La actual oficina de correos era entonces nuestra
oficina. Tres de nosotros solíamos sentarnos en la oficina con Gurudev. En aquellos
días, el trabajo no era tan pesado así que había mucho tiempo libre y Gurudev tenía
mucho tiempo para nosotros. Un día, temprano en la mañana, un doctor en filosofía
entró a la oficina. Gurudev le dio la bienvenida. El doctor se sentó y dijo, “Swamiji,
tengo una pregunta. Por favor, dígame cuál es la diferencia entre Nirvikalpa Samadhi y
Savikalpa Samadhi”. Era una oportunidad para que nosotros también aprendiéramos –
no nos hubiéramos animado a hacerle esa pregunta – así que todos dejamos de trabajar y
escuchamos. ¡Era la pregunta del millón de dólares! Gurudev levantó sus lentes y lo
miró. “¿Desayunó?”, le preguntó. “¿Toma té o café?” Tenía que dar una respuesta. El
doctor dijo, “Té, Swamiji”. Entonces le trajeron té, frutas y libros. El doctor disfrutó su
té y algún Idli. Luego vino su esposa. Ella entró a la oficina, lo miró con dureza y dijo,
“¿Cuánto tiempo voy a estar esperándote? Vamos”. Él se levantó en silencio, se inclinó
ante Swamiji y dijo, “Me voy”. Cuando se fue, Swamiji rió y rió. Era una hermosa risa.
“Quiere saber acerca del Savikalpa Samadhi. La esposa lo mira y él se va”. Ese es el
tipo de persona que encontramos en todas partes – Pandits que tienen enorme
conocimiento, que pueden mantenerte cautivado por horas disertando medio verso del
Bhagavad Gita. Fantástico. Gurudev los amaba, admiraba su intelecto, ¡pero eso era
todo!

Hubo otro incidente muy divertido. Durante el Tour de Gurudev por toda la India,
algunos eruditos académicos se reunieron con él en Varanasi. Cuando él pasaba,
saludándolos, uno de ellos le hizo una pregunta en sánscrito. Gurudev se volvió hacia él
y le preguntó, “Comment ca va, comment vous appellez vous?” (Dos oraciones que
había aprendido en francés). El Pandit lo miró con la mandíbula caída. No entendió la
respuesta. (Moraleja: El propósito del lenguaje es el de la comunicación y no el de la
presunción).

Por lo tanto, uno debe comunicar y también aprender cómo comunicar. Teoría y práctica
deben ir de la mano. Una no es enemiga de la otra sino amiga y una sin la otra es inútil.
Aparte de los riesgos que mencioné anteriormente, hay otro. Gurudev mismo nos dijo
que cuando vino a Rishikesh, todo lo que quería era sentarse debajo de un árbol, cantar
los nombres de Dios y hacer Japa; eso era todo. Era aficionado al Kirtan. No había ni
una sola función que comenzara sin Sankirtan. Toda ocasión demandaba el canto de los
nombres de Dios. Si alguien estaba enfermo, moribundo o muerto, si había nacido o si
se había casado, para poner los cimientos de un edificio o para derribarlo, él cantaba
Hare Rama.

En una de sus primeras cartas a su discípulo más antiguo, Swami Paramanandaji, dijo
incluso que deberíamos transformar a toda la India por medio de Sankirtan solamente.
De acuerdo con este ideal, cuando aún vivía en Swargashram, solía presidir y participar
de reuniones de Sankirtan. Incluso antes de que se fundara la Divine Life Society, había
establecido diversos grupos de Sankirtanistas para que organizaran y llevaran a cabo
reuniones de Sankirtan. Pero pronto descubrió que se estaba degenerando en cierta clase
de emotividad – la gente saltaba y danzaba, y decía que eso era éxtasis. Sin duda, se
puede alcanzar el éxtasis por medio del Sankirtan, pero no todos pueden hacer eso. Muy
pronto hubo lucha por el poder, así que al año o a los dos años, él cambió de parecer.
Dijo, “Sankirtan solo no es bueno. Lleva a la emotividad. También debe haber algo de
Jñana, cierto entendimiento. Kirtan es cantar el nombre de Dios, no conducir una
competencia musical. Lo que importa es el Bhavana y uno debe aprender a reconocer y
entender este Bhavana”. Con el paso de los años, él desarrolló un sistema de síntesis. La
práctica es extremadamente importante, pero no sin entendimiento.

Cuando uno obtiene este entendimiento teórico, al mismo tiempo éste debe ayudarlo y
ayudar a otros. Aprendan aquí todo lo que puedan, vayan y compártanlo, no sientan que
lo saben todo, pero hasta donde hayan obtenido entendimiento teórico y conocimiento
práctico, impártanlo, ofrézcanlo a los pies del Dios omnipresente en adoración. Gurudev
solía insistir en esto. Todo lo que tengan, compártanlo – incluyendo el conocimiento de
Yoga y Vedanta. De esta forma, se elimina la timidez y se aclaran las propias ideas y el
conocimiento. De otro modo, ¡uno es su único y más grande admirador! Está totalmente
convencido de que es muy erudito y de que sabe todo, y mientras no abra la boca en
absoluto, no habrá nadie que desafíe esa convicción, ¡pero cuando abre la boca y alguna
gente se ríe, se da cuenta de que no es tan listo! Entonces hay un incentivo para
aprender más.

Gurudev inició esta Yoga-Vedanta Forest Academy para entrenarnos en la teoría y la


práctica de Yoga Vedanta –no sólo la teoría, no sólo la práctica sino ambas
combinadas– de modo que este conocimiento pueda ser difundido en todas partes, para
que aquellos que se acerquen a ustedes por curiosidad puedan con el tiempo convertirse
en Jñanis, porque comprenden lo que están buscando y también conocen el sendero y el
fin.

¿Quién es un Guru?

Aquél que imparte la teoría concerniente al conocimiento del Ser y nos guía en nuestra
práctica no es un Guru, es un “Acharya”, un maestro. De este maestro, uno aprende
acerca del conocimiento del Ser. No es realmente conocimiento del Ser sino un
conocimiento secundario, el cual puede ser muy necesario ya que, de otro modo,
podríamos llegar fácilmente a conclusiones erróneas.

Así como la descripción no es el conocimiento del Ser, una técnica tampoco es el


conocimiento del Ser ni lleva a Atma-Jñana; pero es necesaria. En el Yoga Vasishtha,
tienen una declaración fantástica, doblemente negativa, concerniente a esto. Vasishtha
dice que un maestro no nos da Atma-Jñana, pero que uno no puede obtener Atma-Jñana
sin un maestro. En la medida en que avancemos, esto se aclarará. El Acharya es la
persona de la cual obtenemos una comprensión de la teoría, el conocimiento secundario
o una descripción acerca del conocimiento del Ser, la Experiencia del Ser o Atma-
Jñana. Él nos guía en nuestra práctica y puede incluso prescribir una práctica para
nosotros y, si respondemos a él, eliminará los obstáculos que podamos encontrar en el
camino. Él no es exactamente un maestro en el sentido moderno de la palabra. Aquí, la
palabra “maestro” se refiere a cierta clase de persona que es distante, que entra en la
clase, escupe lo que aún no ha sido capaz de digerir y sale. Eso es lo que vemos hoy en
día en las escuelas y colegios. En el sistema del Gurukula, donde los alumnos vivían con
el maestro, había trasmisión de teoría y guía en la práctica sin una actitud distante.
Había cierta confianza física y psicológica, y cierta apertura entre el maestro y el
alumno. No hay que confundir esto con la definición moderna de un maestro en las
escuelas y colegios de la actualidad, donde no hay compenetración psicológica en
absoluto.

Esta palabra “Acharya” suena casi como la palabra “Achara”. Acharya significa
maestro, Achara significa la propia conducta o estilo de vida. De ese modo, un Acharya
tiene que ver con el Achara del alumno, la conducta externa. Por ejemplo, puede que el
maestro enfatice la puntualidad, de modo que uno venga cuando suenan las nueve.
Podría hacer hincapié en que uno no debe mirar por la ventana o mirar acá y allá. Puede
haber entrenamiento en la conducta, pero ningún Acharya puede forzar tu atención,
ningún Acharya puede imponerte entendimiento. Por lo tanto, debe haber cierta
identificación psicológica. Sólo entonces hay una guía o gobierno de la conducta. Si uno
está atento, él le trasmite la información acerca del conocimiento del Ser y lo guía en su
práctica. Esta es la única responsabilidad del Acharya. Así es que un Acharya es más un
maestro que otra cosa.
Aparte de la palabra “estudiante”, hay otra palabra, “alumno”. Un alumno no es sólo
una persona sentada frente al maestro tratando de aprender algo de él. La “pupila” es un
diafragma que se abre y se cierra en nuestros ojos. Cuando uno va a la luz del sol, las
pupilas se cierran y cuando está en la oscuridad, se abren. Eso es lo que sucede en la
relación entre el maestro y los alumnos. Si el maestro es brillante, ellos se cierran, no
pueden recibir más la luz. Si el maestro es interesante, divertido, oscuro o tonto, ellos se
abren – con el resultado que parece ser mucho más fácil aprender tonterías que aprender
algo que valga la pena. Si alguien se sienta allí y dice cien formas de robar un banco, es
interesante, no es un momento aburrido, el alumno está entusiastamente interesado en
ello. Pero si alguien se sienta allí y habla de la sabiduría de los Upanishads, no sólo las
pupilas se cierran sino también los párpados.

Si hay compenetración psicológica y si el Acharya es capaz de controlar la conducta del


alumno, entonces es posible que tenga lugar cierta transmisión. La compenetración
psicológica es posible sólo si ambos, maestro y alumno, están en la misma longitud de
onda – de otro modo, te duermes. La conducta física puede ser ajustada, pero el maestro
no tiene acceso a tu mente, ni hablar de tu corazón. De un modo extraño, Gurudev
Swami Shivananda entendió esto. Comprendió la psicología de las masas, los problemas
de los buscadores jóvenes – gente que solía ir al teatro y al cine, y que tenía una vida
acelerada y excitante. Si se los ponía en una clase de Vedanta, probablemente se
dormirían; así que inventó métodos interesantes de transmisión. Se representó aquí un
diálogo de los Upanishads y la gente, que de otro modo se hubiera dormido si se las
exponía a las ideas de los Upanishads, se quedó despierta, miró y escuchó, y algo
obtuvo. Éste era el maravilloso método de Swami Shivananda –y más tarde inventó el
museo de Yoga; una instrucción audiovisual donde uno participaba y trataba de
entender.

Aún estamos en la etapa del Acharya y el alumno. Hay mera transmisión de


información entre los dos. Se la llama “información” porque crea una forma en ti –
información. Gradualmente, gota a gota, estos trozos y piezas caen en ti y toman forma.
Si estás completamente satisfecho con la forma, estás perdido, porque construyes una
imagen con esta información y tratas a esa imagen como la verdad, como la Experiencia
del Ser.

En su estudio del Ishavasya Upanishad, deben haber visto el desconcertante Mantra:


“Aquellos que son devotos de la ignorancia van al infierno. Aquellos que son devotos
del conocimiento van a un infierno aún más grande”. ¿Cómo es eso? Si eres devoto de
la imagen que se ha formado en ti cuando se te impartió la teoría, estás atascado para
siempre, no hay salida para ello. La has construido devota y sinceramente, y todo el ser
se resiste a cualquier cambio en esa imagen; entonces estás perdido. Pero una vez que
esa imagen se forma, si comprendes que es sólo información acerca de Atma-Jñana –
que no es en sí misma Atma-Jñana sino solamente una descripción – entonces es posible
que te sientas inspirado a avanzar. La etapa del “Jijñasu” está superada y estás
progresando en la etapa del Jñani. Entonces aparece alguien más y ese es el Guru.

Si leen muy cuidadosamente el primer capítulo del Bhagavad Gita, verán que Arjuna
cree que él es el Guru. Resuelta y arrogantemente, él le enseña a Krishna lo que está
bien y lo que está mal. Cuando descubre que Krishna se rehúsa a ser su discípulo (¡!),
colapsa y las palabras que se le atribuyen en ese momento en que colapsa son muy
inspiradoras:
Yacchreyah syannishchitam bruhi tanme
shishyas-te ’ham sadhi mam tvam prapannam (II. 7)

Arjuna dijo:

“Dime qué es lo mejor para mí. Soy Tu discípulo. Instrúyeme, me he refugiado en Ti”.

Tvam prapannam – “Me he entregado a tus pies porque no conozco la verdad. Pensé
que la conocía, pero viendo cómo no te impresiona mi enseñanza, siento que puedo
estar equivocado. Entonces, me entrego a tus pies”. Shishyas-te – “Yo soy tu discípulo”.
Yacchreyah syannishchitam bruhi tanme, - “Dime lo que pueda llevarme a Shreyas”.
Esta palabra, “Shreyas” es muy difícil de traducir. Se ha tomado como “tu último bien o
tu bien espiritual, iluminación, liberación”. Allí es donde Arjuna dice: “Yo soy tu
discípulo”. Krishna aún no es el Guru. Es sólo en el capítulo undécimo que Arjuna
exclama: “¡Oh! Tú eres el Señor del universo entero”.

¿Cuál es el estado del discípulo cuando encuentra al Guru – no al Acharya? Esto es


bellamente descripto hacia el final del Bhagavad Gita:

Nashto mohah smritir-labdha tvatprasadan maya’chyuta


sthito’smi gatasandehah karishye vachanam tava. (XVIII. 73)

“Mi ilusión ha sido destruida, ya que he obtenido conocimiento (recuerdo) por medio de
tu gracia, oh, Krishna. Estoy libre de dudas. Actuaré según tu palabra”.

Todo eso es de vital importancia. Nashto mohah – “Mi confusión, mi ilusión se ha ido”.
Había una confusión al comenzar, pero ésta había desaparecido completamente. Si
sucede esto, tú eres un discípulo iluminado, has encontrado al Guru. Smrtir-labdha – no
es meramente ganar o recobrar la memora sino que, normalmente, recuerdas lo que
otros han hecho y lo que te ha sucedido hasta ahora, pero no te acuerdas de ti mismo.
No te conoces a ti mismo sino que conoces a todos los demás; no sabes quién eres,
¡pero conoces al mundo entero! Incluso cuando tratas de recordar una experiencia
pasada, todo lo que recuerdas es lo que otros hicieron y lo que otros dijeron. El Ser es
ignorado completamente tanto en el conocimiento como en el recuerdo. Por lo tanto,
smrtir-labdha significa: “Ahora recuerdo quien soy”. Tvatprasadanmaya’chyuta – “Por
tu Gracia”, ¡no por tu instrucción! El Acharya se ha ido. El Acharya sólo puso una
estructura en el interior y el alumno tomó conciencia de esa estructura. La estructura
derribó falsas nociones e ideas engañosas previas, y creó el clima para la iluminación.

Es sólo la Gracia del Guru lo que genera esta iluminación. Por más teoría y
conocimiento que uno pueda tener, éstos no pueden causar iluminación. Si la ropa está
sucia, la pones en un balde con agua y mucho jabón. ¿Se lavó? Esperas que así sea.
Cuando la sacas, está llena de jabón. Eso no limpia – la limpieza tiene lugar después.
Para liberarte de la suciedad llamada conocimiento mundano, puede que necesites un
instructor espiritual que te dé conocimiento sobre el Ser, pero para obtener
conocimiento del Ser, nada de eso funciona. Es sólo la Gracia del Guru que fluye
directamente en tu corazón sin la interferencia de tu mente lo que genera ese
conocimiento del Ser, Atma-Jñana. Gatasandehah – “No hay duda”, la mente y el
corazón están libres de duda y, por lo tanto, todo lo que hay que hacer se hace sin
vacilar. Esto es lo que se llama “acción espontánea”. La conmoción de la visión de esa
forma cósmica probablemente generó eso en el caso de Arjuna, porque una expresión
similar tiene lugar incluso al comienzo del capítulo undécimo.

Yat tvayo’ktam vachas tena moho’yam bigato mama (XI. 1)

Arjuna dijo:

“Mi ilusión se ha ido por medio de esta palabra (explicación) del secreto supremo
concerniente al Ser que Tú has expresado para bendecirme”.

¿Quién es un Guru?

Gukarashchandhakarashcha rukarastannirodhakah
andhakaravinashitvad-gurur-ityabhidhiyate

“El Guru es la luz que elimina la oscuridad de la ignorancia”. El Guru es aquél en cuya
presencia obtienes eso; o eso es el Guru. En el momento en que la magnitud de la
ignorancia disminuye y esta estructura interna de teoría (que ha sido instalada allí
mediante las instrucciones del Acharya) comienza a crecer y a ser experimentada, allí
está el Guru.

Cuando recorres la India, encuentras docenas de Gurus que dicen: “Yo soy tu Guru”.
Gurudev nunca dijo eso ni por un momento. Ocasionalmente decía “Tú eres mi
discípulo” o “Él es mi discípulo”; y algunos de los discípulos mayores aquí
probablemente tenga al menos una carta en la que Gurudev dice: “Te he aceptado como
mi amado discípulo, te serviré y te guiaré”. Pero con todo el respeto y la adoración a
Gurudev, puedo decirles que tenía más el propósito de aliento para el discípulo que el de
una afirmación del hecho. Cuando Swami Shivananda decía: “Te he aceptado como mi
amado discípulo”, sentías que tenías un derecho sobre Swami Shivananda, podías
escribirle más libremente. Eso es lo que él quería. La siguiente oración es: “Te serviré”.
Ustedes nunca han oído de un Guru sirviendo al discípulo, ¡se supone que el discípulo
sirva al Guru! Así que en la fórmula misma, él había cancelado la cuestión del Guru. Él
nunca se consideraba un Guru. Eso era para nosotros, no para él.

El Guru es la experiencia del discípulo y el Guru no necesita saber cuándo tuvo lugar
esa experiencia en ti. Puedes decir, “Usted es mi Guru”; el Guru no necesita decir, “Yo
soy tu Guru”. Yo puedo ir al Guru y decirle, “Yo soy su discípulo” cuando estoy
preparado para hacer exactamente lo que él me diga que haga. Mientras no se alcance
ese estado, uno no puede decir audazmente: “Yo soy su discípulo, usted es mi Guru”.

Hasta entonces, no hay Guru. Es muy importante recordar esto; de otro modo, uno
puede entrar en toda clase de confusiones. De repente va a alguien y si le rasca la
espalda y le dice: “Oh, veo una luz brillante alrededor de tu rostro, vas a obtener la
iluminación en tres meses”, dices: “¡Ah, usted es mi Guru!” Si te pide que le traigas una
taza de leche de la cocina, dices: “Bah, ¿qué clase de Guru es usted? No es más mi
Guru, se terminó”. Esta es una tergiversación de la verdad.

Gurudev insistía (como lo hace el Yoga Vasishtha) en que no puedes obtener la


iluminación sin la ayuda de un Guru y a los Swamis que querían ser Gurus les decía,
“Ten cuidado, no te conviertas en Guru”. Tú no debes convertirte en Guru, pero yo debo
tener un Guru. Necesito un Guru, ¡pero nadie está preparado para ser mi Guru! ¿Ven el
enredo aquí? ¿Qué debo hacer? Swamiji era enfático aquí: “¡Sé un discípulo! ¡Sé un
discípulo de la cabeza a los pies! Entonces encontrarás a un Guru”.

En la primera época, en 1947, Swamiji estaba sentado en la oficina. Ese día se iba un
joven de Sudáfrica que había estado con nosotros dos o tres meses. Éste entró, se postró
ante Gurudev y comenzó a llorar. Gurudev lo miró con amor supremo y afecto. El joven
dijo, “Swamiji, hoy me tengo que ir, ¿dónde voy a encontrar un Guru como usted en
África?” Repentinamente, la expresión de Swamiji cambió y dijo con una sonrisa muy
hermosa, significativa y pícara: “¿Qué? ¿Así que no encuentras un Guru en África?”
Para entonces, la pena del hombre se había disipado y sus lágrimas se habían secado.
Encontró que el Maestro reía y sonreía. Swamiji entonces fijó su mirada en el joven y
dijo, “Ohji, es muy fácil encontrar un Guru, ¡es muy difícil encontrar un discípulo!” Si
eres un discípulo, naturalmente encontrarás un Guru.

Discípulo significa disciplina. ¿Qué significa la palabra “disciplina”? No un ejercicio


militar sino estudio. El Acharya te dio cierta información que produjo una forma en tu
interior; ahora quieres estudiar eso. El Acharya dijo que esa felicidad está en ti, no en el
objeto de placer – pero esa no es tu experiencia. Has experimentado placer a partir de
ese objeto y en su ausencia, te sientes miserable. Entonces ¿qué haces? Estás estudiando
esta estructura interior, estudiando las actividades de la mente, el surgimiento del ser, el
ego. Pero eso no está claro porque estás lleno de impurezas, suciedad e inmundicia. Por
lo tanto, en el curso del estudio de uno mismo, se alcanza una disciplina extraordinaria.
No es una disciplina que otros te impongan, no es una disciplina orientada hacia un fin
sino una disciplina nacida de la búsqueda intensa. Cuando esta disciplina se manifiesta
en tu corazón, naturalmente encuentras a tu Guru. Vas y te paras frente a alguien y…
eso es. No necesitas intercambiar una palabra.

Algunos de nosotros vinimos aquí en 1944 y encontramos a Swamiji y a algunos otros.


Él irradiaba dicha, paz y deleite. Miramos alrededor y vimos que todas las cosas que
ustedes y yo consideramos vitales para la paz, la felicidad, la prosperidad y todo lo
demás estaban ausentes aquí. No había nada en absoluto. Una taza de té de mañana era
casi maná celestial, ambrosía. ¿Cómo esta gente era capaz de sonreír e irradiar alegría
viviendo en tales condiciones? ¿Qué era aquello, poseyendo lo cual él llevaba tal vida?
Uno comenzaba a preguntarse y algo hacía clic. No había necesidad de intercambiar una
sola palabra. Mirándolo a los ojos, comprendías que él había encontrado la Verdad y tú
no. Eso era suficiente para hacer que te sintieras humilde y cayeras a sus pies.

La verdad no se trasmite por medio de la palabra sino siempre en forma no verbal. Yo


puedo decirte que estoy enojado contigo, pero tú sabes la verdad porque en forma no
verbal no has sentido que yo esté enojado. Hay ocasiones (de las cuales estoy seguro
que ustedes son conscientes) en que puede que alguien sonría y ustedes sientan que
tiene ira. Sólo la comunicación no verbal es cierta y la verdad sólo puede ser
comunicada en forma no verbal. Puede pasarse información; ese pase de información es
asunto del Acharya. La comunicación no verbal de la verdad la hace el Guru. No sé si el
Guru también sabe que su discípulo ha sido iluminado o despertado. Gurudev nunca
habló de esto.

En un nivel espiritual, era de lo más hermoso observar cómo él consideraba a todos y a


todas las cosas como su Guru. (Es muy difícil explicar esto y probablemente más difícil
entenderlo). Esto es, cuando esta disciplina se vuelve total, hay total conciencia del
Guru en todas partes. Ya sea que una persona vistiera ropa amarilla, roja o verde, para
Gurudev, era siempre Swami. Todos eran Swamis, todos eran Bhagavan, todos eran
Devi. Probablemente ese sea el estado en que uno se encuentra si hay total disciplina.
Entonces, todo el universo se convierte en tu Guru.

Comunicación
Swami Shivananda no inventó una filosofía propia sino que comunicó la filosofía
fundamental que ya había sido trasmitida a la humanidad a través de encarnaciones
como Jesús, Buda, Shankara y Krishna. ¿Por qué esto era (o es) necesario? La razón es
expresada bellamente en el cuarto capítulo del Bhagavad Gita.

Sa kalene’ha mahata yogo nashtah parantapa (IV. 2)

“El solo paso del tiempo parece diluir la verdad”, por una razón muy simple y buena. Si
eres un hombre con Experiencia del Ser y yo vengo a ti como un buscador espiritual (no
alumno), puede que descubras que no eres capaz de expresar adecuadamente tu propia
experiencia en palabras, de cualquier forma que lo intentes y por más brillante que seas.
Esto se debe a la simple razón de que el lenguaje fue inventado después de que el
hombre cayera de la Experiencia del Ser. El lenguaje es forzosamente dualístico,
pluralista – de allí que alguien como Ramana Maharshi haya permanecido en silencio la
mayor parte del tiempo e incluso Gurudev se haya rehusado a entrar en debates. En un
punto de la instrucción de Vasishtha a Rama, en el Yoga Vasishtha, Rama pregunta y
Vasishtha simplemente permanece en silencio. Rama le reprocha: “¿No puedes
responder esta pregunta que te estoy haciendo? ¿Por qué de repente te quedaste
callado?” Vasishtha dice “No es porque no pueda responder a tu pregunta que
permanecí en silencio sino que el silencio es la respuesta a tu pregunta”.

Así es que el Guru iluminado no puede verbalizar su experiencia fundamental. Si no


estás en posición de entrar en comunicación no verbal con él y lo fuerzas a verbalizar su
experiencia, puede que descubras que un gran porcentaje de su experiencia permanece
inexpresable. Lo que ha sido escrito, entregado a la memoria o verbalizado es una
fracción de la experiencia del sabio. Por favor, recuerden esto todo el tiempo. Cuando
Swami Krishnanandaji les habla, no es que eso sea todo lo que sabe. Hay algo que él ha
experimentado que es inexpresable. Por lo tanto, cuando tú, el buscador, te acercas a un
gran maestro y le pides que verbalice su experiencia y te instruya, sólo una fracción
puede ser verbalizada. Allí hay una gran pérdida. Otro punto es, ¿durante cuántos
segundos puedes escuchar ininterrumpidamente lo que está diciendo? Estás escuchando
– luego oyes aquellos ruidos cruzando el río o, repentinamente, recuerdas que te
olvidaste de algo. Si hay una profunda pausa, la atención ya se desvía a Alemania,
Austria, Hungría y toda clase de lugares. Así es que aún la pequeña fracción en que el
Guru es capaz de verbalizar se pierde en la trasmisión debido a que el discípulo no está
atento.
Gurudev nos entrenó de una forma muy hermosa. Él no daba clases sino que hablaba en
conversación y generalmente no alentaba a que la gente tomara notas cuando él hablaba.
Aún así, solía animarnos a que escribiéramos la conversación o el diálogo después.
Estarías sorprendido (y quizás avergonzado) de lo poco que en verdad retuvo la mente,
incluso inmediatamente después. Si el discípulo es tan entusiasta como para asimilar la
enseñanza inmediatamente, al menos eso permanecerá; pero si la enseñanza no se
asimila, tiende a evaporarse. ¡Por eso se la llama alcohol! El alcohol siempre se
evapora. En unos pocos días se pierde completamente. Krishna dice, “Le dije esto a
Vivaswan, Vivaswan se lo enseñó por medio de la palabra hablada a Manu”. Por lo
tanto, habiendo sido comunicado y trasmitido oralmente de generación en generación y
se pierde. De allí que haya necesidad de un gran Maestro o encarnación como Gurudev
para entregar la misma filosofía.

Puedes transmitir información o palabras. Algunos de ustedes conocerán la cinta


transportadora. Arrojas algo en ella, ésta se mueve y otro lo levanta. Eso es transmitir:
las palabras son arrojadas en esta cinta llamada lenguaje, entran en tus oídos y tomas al
azar lo que te gusta y dejas lo que no te gusta – es como la cinta transportadora en un
aeropuerto. Esto es lo más peligroso de la vida. Cuando nos acercamos a un Maestro, no
deberíamos hacerlo para que él nos diga lo que nos gustaría escuchar. Si eso es lo que
quieres, no necesitas ir a un maestro. Puedes quedarte en tu casa, tomar un grabador y
decir todo lo que quieras escuchar, después pones la grabación y lo escuchas. ¡No
escucharás nada más que lo que quieres escuchar! Ese es el primer problema en el
sistema de la cinta transportadora. El segundo problema es que incluso algo que te
gustaría mucho levantar se mueve tan rápido que lo pierdes. La transmisión puede ser
necesaria para el aprendizaje de aritmética o lenguaje. Aún cuando te enseñan lectura,
escritura y aritmética en la escuela, ellos repiten las instrucciones una y otra vez para
que si las perdiste una vez, la cinta transportadora venga otra vez a ti – como en el
aeropuerto.

La comunicación es algo totalmente diferente. Generalmente no es verbal. Siéntense


aquí por algunos minutos con los oídos y los ojos abiertos; luego durante dos minutos
cierren los ojos y escuchen. No es lo mismo. Cuando los ojos están cerrados, no puedes
escuchar apropiadamente. Se pierde casi todo, sólo queda un poco. Aún peor, si te das
vuelta y miras alguna otra cosa cuando escuchas, probablemente no escuches nada en
verdad. Nosotros solíamos escribir los diálogos y las conversaciones que Swamiji tenía
con los devotos y discípulos. A menudo encontrábamos que cuando anotábamos un
diálogo sumamente inspirador, éste no era tan inspirador, porque – especialmente en el
caso de Swamiji – un “hmm”, su sonrisa y la forma en que te miraba significaban una
enormidad. Todas esas cosas tenían un impacto formidable y un significado estupendo.
Allí es donde la comunicación tiene lugar. Obviamente, eso no podía ser entregado por
escrito. Esa es la razón por la cual los antiguos maestros insistían en que leer y escuchar
solamente no es suficiente sino que uno debe ir y sentarse a los pies de un Maestro
iluminado – entonces puede que no pase nada o que pase todo. Puede que no se
intercambie ni una palabra pero todo sucede porque hay comunicación no verbal.

La comunicación puede tener lugar cuando tú y el Maestro se vuelven uno. Cuando tú y


el Maestro están en el mismo nivel y en la misma longitud de onda, entonces, captas la
enseñanza sin que él tenga que decir una palabra. Ese es el famoso símbolo de
Dakshinamurti. Supongo que ustedes han escuchado esa historia. Cuatro grandes sabios,
muy ancianos, sintieron que no habían alcanzado el estado supremo de iluminación.
Había cierta duda, cierta inquietud en ellos. Estaban buscando a un Maestro que disipara
sus dudas, que les permitiera encontrar el último punto de descanso. Entonces, de
repente, vieron a un hombre joven sentado debajo de un árbol baniano. Se sintieron
atraídos hacia él como las limaduras de hierro son atraídas hacia el imán y se dirigieron
a él arrastrados por esa fuerza. Era joven y estaba casi desnudo. Se sentaron y lo
contemplaron. Él no dijo una palabra, ellos ni siquiera hicieron una pregunta, pero todas
sus dudas se disiparon. ¿A qué se debió? A que estaban en la misma longitud de onda.
¿Qué queremos decir cuando decimos que el discípulo está en la misma longitud de
onda que el Guru? ¿Significa que el discípulo está iluminado como el Guru? Si el
discípulo ya ha obtenido Experiencia del Ser o Atma-Jñana, ¿para qué debería acercarse
a un Guru?

Estar en la misma longitud de onda significa, esencialmente, que estás equipado y tu


corazón espontáneamente responderá, sin ninguna dificultad en absoluto, sólo a cierto
Maestro, no a otros. Tu receptor no es tan poderoso como el transmisor del Maestro,
pero aún así estás en la misma onda, lo que significa que tú también tienes la misma
naturaleza fundamental. Ve a él. La comunicación es posible porque en cierto nivel, en
cierto plano, responden uno al otro brillantemente. Swami Shivananda era un experto en
esto. Él no consideraba a nadie como su discípulo pero sabía que él podía servir y guiar
a los buscadores espirituales. Hubo un Swami aquí que no era discípulo de Swami
Shivananda. Pertenecía a otra orden. Era el más destacado entre nosotros y Swamiji lo
trataba como a uno de nosotros. Vivía aquí, en el Ashram, pero cuando venía su Guru,
Swamiji le pedía que sirviera a su Guru. Creo que mucho de ustedes al menos habrán
oído acerca del gran yogui de América, Swami Satchidananda. Él estuvo aquí algunos
años y luego se fue a Ceilán. Llegó un joven de Bombay que era devoto de Swami
Satchidananda. Swami Shivananda le dio Sannyasa, lo inició, y cada vez que Swami
Satchidananda venía aquí desde Ceilán, Swamiji solía decirle, “Ha llegado
Gurumaharaj, ve y sírvelo”. En lo que a Swami Shivananda concernía, este Swami era
discípulo de Swami Satchidananda. De la misma manera, era posible que alguien que
había venido a este Ashram, había vivido aquí y tal vez hasta había recibido iniciación
de Swami Shivananda, fuera internamente devoto de algún otro gran Guru o Maestro.
Swami Shivananda no se oponía a esto en absoluto, porque comprendía que aquellos
dos estaban en la misma longitud de onda. Él estaba feliz de servir al discípulo en un
nivel físico, proveerle alojamiento, comida, ropa, etc., pero le dijo que tomara
instrucciones de su propio Guru. En un ejemplo, un hombre es discípulo de Swami
Shivananda pero devoto de otro Maestro; en el otro ejemplo, un hombre es teóricamente
discípulo de algún otro Guru pero es devoto de Swami Shivananda. Los dos casos son
buenos, porque él reconocía que ambos, Guru y discípulo, debían estar en la misma
longitud de onda donde tiene lugar la comunicación.

Para hacer efectiva esta comunicación, en la filosofía Vedanta ortodoxa, tienes lo que se
llama Adhikari-vada, que implica que antes de aproximarte a un Guru debes equiparte
con los cuatro medios: Viveka, Vairagya, Shatsampat y Mumukshutva. Esto ha sido
algo simplificado en el Katha Upanishad:

Uttishthata jagrata prapya varan nibodhata.

“Despierta, levántate, estate atento, luego aproxímate al grande y obtén iluminación”.


Viveka, Vairagya, Shatsampat y Mumukshutva son considerados los signos de este
despertar interior – no iluminación sino despertar.
En la antigüedad, según la tradición, los iluminados se mantenían alejados de la
sociedad – tal vez, físicamente y, definitivamente, psicológicamente. Ha sido declarado
en muchos Upanishads y en otros textos religiosos que el hombre iluminado debería
moverse en la sociedad como si fuera un tonto – un concepto bellamente expresado en
la Biblia, “No arrojes perlas a los cerdos”. Sólo un buscador calificado las reconoce. ¡Lo
menos parecido posible a los modernos “Yoguis” que proclaman estar iluminados y
buscan aspirantes espirituales!

De todos los Swamis y hombres santos con los que me he encontrado, Swami
Shivananda fue el único que no exhibía su conocimiento. Éste era un rasgo
extraordinario en él. Si le haces una pregunta simple a muchos Swamis y Yoguis,
“Swamiji, en invierno la Ganga está fría, ¿me puedo bañar?” La clase de respuesta que
esperas es, “Sí, puedes bañarte después de que salga el sol o bien te aplicas algún aceite
y luego te sumerges en la Ganga”. Pero ellos te darían una clase completa de Vedanta,
“Tú no eres el cuerpo, no eres la mente, eres el Ser inmortal”. No es el Ser inmortal el
que siente frío, ¡los que lo sienten son el cuerpo y la mente! Yo nunca escuché este tipo
de respuesta de Swami Shivananda. Si acaso, pecaba de exceso de algo, era en su gran
interés por tu bienestar físico e intelectual y no en imponerte cierta instrucción religiosa
cada vez que estornudabas o tosías. Esperaba que tú preguntaras – uttishthata jagrata
prapya varan nibodhata” – “Debes levantarte, despertar, luego ir al grande”. El
levantarse y el despertar son problema tuyo, no del Guru, pero Swamiji se tomaba la
molestia de admitir gente en el Ashram que no tenía todas esas calificaciones. Él no
escondía la verdad espiritual – estaba allí, publicada – y, a diferencia de otros, no se
escondía físicamente en una cueva ni se comportaba como un ignorante, viviendo en el
mundo como si fuera sordo, mudo y ciego como dicen las escrituras que uno debería
hacer. No hacía alarde de su conocimiento pero, cuando veía que eras entusiasta, te
transmitía ese conocimiento de forma misteriosa.

Era la tradición en aquellos días que los hombres santos se escondieran en una cueva y
esperaran a que se acercaran discípulos calificados que hubieran experimentado un
despertar interior, que fueran atentos y entusiastas, y que a gran costa (no de dinero sino
de energía y tiempo) fueran a ellos y les pidieran instrucción. Podría decir que Swami
Shivananda adoptó en gran medida esta tradición ocultando su Atma-Jñana en un gran
sobretodo, de modo que la gente que se acercaba a él a menudo lo recordaba por su
afecto y su amor, por su gran preocupación por su bienestar físico y material. “¿Cómo
está tu hijo? ¿Cómo está tu hija? ¿Está casada? ¿Cómo va tu trabajo? ¿Cómo está tu
salud? ¿Estás durmiendo bien?” Esas eran sus principales preocupaciones – Atma Jñana
venía a su debido tiempo. Cuando así, en total afecto y amor, unías a él, entonces era
fácil que tuviera lugar la comunicación no verbal. Ese era su secreto. Pero él reconocía
que a menos que una persona tuviera sabiduría, desapego, cualidades virtuosas nobles y
un firme anhelo de liberación, por más instrucción verbal que se le diera, sería útil y la
comunicación no verbal sería imposible.

La preparación era esencial. Puede que uno tenga el mejor receptor de radio, pero si no
está conectado a la corriente o no tiene baterías, fallará, no recibirá nada por más
sofisticado que sea su sistema. Así también, a menos que tu corazón esté verdadera y
completamente preparado para la recepción de Atma Jñana, nadie puede hacer nada por
ti. El Señor Krishna, Buda o Jesús pueden estar frente a ti y hablarte, y aún así no
recibirás ninguna impresión. Un corazón impuro no puede recibir comunicación no
verbal y, si se lo intentara, éste la contaminaría, tergiversaría y distorsionaría. Swami
Shivananda fue único. Solía decir a menudo, “Es imposible esperar que esas personas
que viven en el mundo moderno desarrollen discernimiento y desapego”. Está bien decir
en teoría que uno puede practicar meditación incluso en un mercado de pescados en
Delhi, pero si uno va allí, puede que le resulte difícil. Puedes usar tapones para los oídos
y antifaz, pero hay algo en la atmósfera que es tan no-espiritual que resulta una pérdida
de tiempo tratar de meditar allí. Reconociendo esto, Swamiji recibía a sus pies, aquí,
incluso a estudiantes que no estaban despiertos e intentaba despertarlos.

Algunas personas venían aquí debido a grandes desilusiones en la vida. En aquellos


días, era una broma que si un joven fallaba en su examen o en su negocio, había que
buscarlo en Shivananda Ashram. La gente desesperada solía venir aquí y Swami
Shivananda los admitía libremente y, luego, trataba de generar un despertar. Les voy a
dar un ejemplo. Un joven vino aquí porque su familia se rehusó a aceptar su casamiento
con la joven con la que quería casarse. Vino aquí porque alguien en Rishikesh le dijo,
“Tú eres del Sur de India, eres un hombre educado, ve a Shivananda Ashram”. Así que
vino y Swamiji le dijo, “Está bien, quédate. ¿Qué puedes hacer?” Él dijo, “Puedo
limpiar este lugar”. Más tarde resultó ser un gran y maravilloso Yogui – pero no todos
eran como él. (De aquí en más, no estoy hablando acerca de él.)

No sé si ustedes pueden entender los problemas que generaban esta clase de cosas. Aquí
hay una persona que está cruda, que viene al Ashram no porque quiera Atma Jñana sino
porque quiere huir de su casa. No es un discípulo de Swami Shivananda, no vino a él
considerándolo su Guru porque la experiencia del Guru no había tenido lugar. Por lo
tanto, él está allí como un candidato crudo, sin Viveka, sin Vairagya, sin ninguna de las
calificaciones necesarias para que tuviera lugar alguna clase de comunicación. Tiene sus
propias ideas, su propia filosofía. Ahora, lentamente, tiene que ser acercado al Maestro.
En ese proceso, el Maestro tiene que colmarlo con su afecto – lo que podría ser
interpretado de diversas formas por distintas personas. Él piensa, “Oh, soy tan
importante que Swami Shivananda me manda leche, frutas y khichiri, y se ocupa de
mí”, y los otros se ponen celosos. Aquí está el Maestro iluminado dirigiendo todo esto,
para quien, este recién llegado es tan vital, importante y glorioso como todos nosotros.
Esto creaba innumerables problemas para el mismo Swamiji. Gurudev solía decir, “No
importa incluso si este hombre es vicioso, trayéndolo aquí y dándole refugio aquí, me
aseguro de que haya un sinvergüenza menos en Delhi”. Esa era su filosofía. “El mismo
hecho de que fulano de tal haya venido aquí implica que hay una pequeña apertura, por
más diminuta que sea, a través de la cual puede tener lugar cierta clase de
comunicación. Dejen que esté aquí, plantaré la semilla. En esta vida, en la siguiente
vida, no importa, esa semilla germinará ahora o muchos años más tarde”. Esas eran sus
palabras.

Fue con respecto a esto, tal vez, que Swamiji se diferenciaba de la mayoría de los otros
Maestros que habrían insistido, “A menos que tengas todas esas virtudes y demás, no
puedes ser admitido aquí, no eres apto para ser un aspirante espiritual”. Swamiji dijo,
“Oh, no, eso es muy duro. El Guru moderno debe incluso despertar esas virtudes o
plantarlas en el buscador espiritual y nutrirlas, no esperar que ya estén allí”. Esa era la
singularidad de Swami Shivananda. Él plantó las semillas de la bondad en nosotros, las
nutrió, las regó y las hizo crecer; aunque eso creara tremendas dificultades para él, no le
importaba en absoluto.
Plantando la semilla
Swami Shivananda aceptaba la necesidad suprema y vital de lo que se conoce como
Sadhana Chatushtaya – discernimiento, desapego, cualidades divinas y un entusiasta
deseo de liberación. Mientras que los Rishis, sabios, Yoguis o santos ortodoxos
esperaban que el aspirante maduro – el que estaba listo, el que se había disciplinado y
preparado – se acercara a ellos, Swami Shivananda decía que tal vez era demasiado
esperar que una persona que viviera en el mundo moderno, asaltada desde todas partes
por distracciones y tentaciones, desarrollara discernimiento y desapego. Él decía que
incluso en el caso de una persona que huía debido a un fracaso, era posible encontrar
una chispa que pudiera avivarse hasta convertirse en una gran llama. Algunas veces, si
la chispa no existía, él la encendía. Esa era la belleza extraordinaria de Swami
Shivananda.

Uno de los métodos que él adoptó fue la difusión masiva del conocimiento espiritual.
Era absoluta y totalmente indiscriminada. A menudo, se traduce Viveka como
discriminación. Aquí había un Maestro que realizaba caridad indiscriminada y
emprendió una difusión indiscriminada del conocimiento espiritual con la esperanza de
que alguno de esos panfletos o libros, al caer en manos de un hombre que estuviera en
cierto momento psicológico, pudieran encender en él verdadero Viveka, verdadera
aspiración. Les voy a dar sólo uno o dos ejemplos. Él solía enviar cantidad de libros
gratis a devotos y no devotos. Entre los destinatarios de esos libros gratis estaban Sir
Winston Churchill (Primer Ministro, Londres, Gran Bretaña), el Presidente Truman
(Washington) y el Mariscal Stalin (Moscú). Una vez, alguien le dijo, “Swamiji, nunca
van a llegar a esos hombres”. Él respondió, “No importa, después de todo son libros y
fueron embalados y enviados a Moscú, Londres y Washington. Deben de haber llegado
allá. Alguien ha tenido que abrir los paquetes y ver qué contenían. Él los va a leer”.

Ahora, otro incidente interesante que es pertinente para el tema que estamos tratando.
Un día, llegó una carta oficial de un departamento gubernamental. En la parte superior,
estaba el nombre y la dirección del jefe de ese departamento. Inmediatamente, Swamiji
autografió un libro, “Que Dios te bendiga, con saludos, Prem y Om, Shivananda”, y lo
envió a esa dirección. El nombre de esa persona fue puesto en la lista de los que recibían
la revista gratuita Divine Life. El hombre recibió el libro y, un par de días después, una
copia de la revista Divine Life. Es probable que los haya tirado. Al mes siguiente, otra
vez llegó la revista Divine Life, así que le pidió a su asistente que escribiera una dura
carta a la Divine Life Society diciendo, “No pierdan el tiempo enviándome esto a mí, no
me gusta. No puedo molestarme en mirarlos”. Cuando llegó esta carta, Swamiji dijo,
“Ah, no quiere, está bien. Saquen su nombre de la lista de revistas gratuitas. No
queremos imponérselo”. Pareció que la historia había terminado. No, dos años más
tarde, este hombre le escribió una carta a Swamiji que nos conmovió a todos: “Recibí
un libro suyo hace dos años, el Cielo sabe cómo obtuvo mi nombre y dirección. En ese
momento, yo era tan arrogante y orgulloso – estaba ocupando una posición de poder y
prestigio – que cuando recibí su libro, lo tiré. Yo estaba en la cima, pero poco después
caí – perdí mi trabajo y mi dinero, y todo salió mal. Un día, tuve pensamientos suicidas
y caminé por mi estudio. Sentado, desanimado y deprimido, sucedió que miré hacia
arriba y vi “Caminos seguros para el éxito en la vida y la Experiencia del Ser”. Casi
mecánicamente tomé el libro, abrí una página y decía “Nunca desesperes”. Vi eso y de
repente recordé que yo había recibido ese libro de su parte hacía dos años y, cruelmente,
lo había arrojado al cesto. Pero el sirviente que limpió mi habitación vació el cesto y
pensó que el libro podría haberse caído accidentalmente en él, entonces lo sacó, lo
limpió y lo puso en el estante, sin mi conocimiento. Así que le estoy agradecido a él y le
estoy agradecido a usted. Ese libro me salvó la vida”. Entonces, retomó el hilo de lo que
había dejado y convirtió su vida en un éxito.

Ese era el método de Gurudev. Estoy absolutamente seguro de que de las miles y miles
de personas que recibieron sus libros, panfletos y revistas, sólo unos pocos hicieron uso
de ellos de esta manera. Pero podría iniciar un lazo de buena disposición en el corazón
de alguien, en algún lugar, alguna vez. En el caso de Swamiji, era una difusión
indiscriminada de conocimiento espiritual. Si reflexionaran un poco, probablemente
sentirían – como yo – que él debió haber sido una encarnación divina, porque sólo Dios
adopta esa actitud. Sólo en la Naturaleza Divina encuentran tal método. Si miran un
árbol frutal – o cualquier árbol que contenga frutas y bayas con semillas – entenderán
esta filosofía muy bellamente. ¿Pueden contar el número de semillas que un árbol
produce en una sola estación? Imaginen lo que sucedería si todas esas semillas
germinaran y se convirtieran en árboles. ¡No habría espacio ni siquiera para que una
especie de árbol existiera en esta tierra! Pero eso no sucede. No estoy interesado en
explicaciones, sólo observo la verdad. Dios ha creado un árbol frutal; ese árbol da miles
de frutas en cada estación y no todas esas semillas germinan. Este Dios omnisciente,
omnipotente y omnipresente está plenamente satisfecho con ello. Pueden argumentar
que el resto de las frutas se convierte en fertilizante. ¡Excelente, estoy de acuerdo! Eso
es precisamente lo que hizo Swami Shivananda. Continuó sembrando miles y miles de
semillas. Unas pocas germinaron y se convirtieron en árboles enormes, y otras actuaron
o actúan como fertilizantes en la preparación del suelo para un futuro crecimiento.
Aquellos a quienes Swami Shivananda amó y entrenó, sirvió y guió, aquellos en quienes
Swami Shivananda sembró las semillas de la aspiración espiritual – y que, tal vez, no
respondieron con tanto entusiasmo como uno hubiera esperado que lo hicieran – están
ahora con diferentes Gurus y brillan como grandes Yoguis, grandes Mahatmas, grandes
buscadores espirituales. Así que las semillas que él plantó han germinado y, en el caso
de algunos, se han convertido en inmensos árboles; en el caso de otros, probablemente
fertilizaron la conciencia de no-buscadores y los convirtieron en buscadores. Cuando
ellos despertaban internamente, encontraban a algún hombre santo y lo seguían. Ese era
su hermoso método. Era un optimista extraordinario que sintió que, dada esta difusión
indiscriminada del conocimiento espiritual, al final cada uno encontraría el sendero y la
meta.

Así es que él aceptaba que Sadhana Chatushtaya fuera un prerrequisito esencial para la
Sadhana; sin ello, no vas a ningún lado – ni siquiera eres capaz de reconocer a tu Guru y
cualquier práctica que emprendas se vuelve inútil e infructífera. Pero insistía en que es
el deber de las personas iluminadas o incluso de los aspirantes espirituales superiores
sembrar las semillas sin tener en cuenta la preparación que tenga el suelo para recibirlas.
Ese es nuestro servicio. Esas semillas germinarán alguna vez.

Hay otro rasgo muy interesante. Ahora el Ashram es moderno, la vida es bastante
cómoda. No es fácil entender en tal atmósfera lo que sentían los buscadores que
vinieron aquí en los tempranos ’40. Algunos de ellos habían leído las vehementes
palabras de Swami Shivananda. Algunos de esos escritos originales de Gurudev eran tan
inspiradores que si los leías, querías sacarte la ropa y correr a los Himalayas para
practicar penitencia y lograr la Experiencia del Ser en ese momento. Esa era la
peculiaridad de su estilo. Muchos se sentían inspirados por sus escritos y venían.
Usualmente, venían sin siquiera una muda de ropa porque en el libro de Swami
Shivananda “Cómo obtener Vairagya” habían leído “Renuncia a todo” – y entonces
renunciaban a todo; “Busca la soledad” – y venían aquí en busca de soledad. Puede que
algunos de ellos hayan descubierto al llegar aquí que otros que habían venido antes
tenían un buen abrigo. Había una tendencia a sentir, “Ah, se han desviado del sendero,
han caído. Mira cuán desapegado soy yo. Mi aspiración es mucho mayor que la
aspiración de estas personas que han estado con Swami Shivananda tanto tiempo. No
saben lo que significa austeridad, desapego y aspiración ardiente. Yo me siento a
meditar aquí todos los días a las cuatro. Mira a todos estos Ashramitas mayores”.

Swamiji solía observarlos y apreciarlos. Lo que sea que hicieras, primero venía el
aliento. Después, podía apretar un poco, suavemente. “El entusiasmo es muy bueno.
Has desarrollado una aspiración brillante y maravillosa. Eres supremo, eres como
Shukadeva. Pero el entusiasmo juvenil no es bueno”. Primero, un montón de manteca y
después, un comprimido amargo; ese era su método. Nunca había que desalentarte,
nunca debías sentir que lo que estabas haciendo estaba totalmente equivocado. No,
hazlo, es maravilloso, pero asegúrate de que no sea sólo un entusiasmo juvenil, algo que
podría llevar a una reacción. La aspiración ardiente es necesaria, pero debe ser firme, no
hay que subir rápidamente y caer rápidamente como una pelota. Si es verdadera
aspiración, continuará a lo largo de tu vida. Si es cierto entusiasmo juvenil, no sólo
desaparece sino que lleva a una reacción que, generalmente, es igual u opuesta. Por
ejemplo, caminas desnudo durante seis meses, sin hablar y comiendo muy poco. Dios
sabe cuáles son tus motivos e intenciones. Dios sabe lo que pasa en tu mente y en tu
corazón. Si después de seis meses, de alguna forma descubres que eso fue inútil,
entonces no paras de hablar y comer, y vas al extremo opuesto.

Swamiji era muy cauteloso y les aconsejaba a los discípulos que lo fueran. Hubo un
ejemplo que ilustra esto: Cuando llegué al Ashram, había otro joven conmigo. Era una
persona maravillosa, no había nada malo en él. Mientras estaba aquí, aunque era muy
devoto del Maestro y su trabajo, también desarrolló una extraordinaria amistad con uno
de los discípulos mayores de Swami Shivananda. Eso es natural – si estás aquí seis
meses o un año, te sientes atraído hacia alguno de los Mahatmas mayores. Tiempo
después, ese Swami mayor decidió irse. Repentinamente, mi amigo también decidió
irse. Estaba decepcionado del Ashram porque se iba el Swami que él admiraba. Le
envió un mensaje a Swamiji diciendo que planeaba irse y que incluso quería que yo me
fuera con él. Yo le dije, “Aunque haya venido contigo, no voy a irme contigo”. En
aquellos días, yo solía estar en el Bhajan Hall y Swamiji vivía abajo, a orillas de la
Ganga. En un solo día, él subió y bajó tres o cuatro veces. En esa época, no había
escalones, así que tenía que venir por una ladera. La primera vez que vino, dijo, “Creo
que se va. Pídele que no se vaya. Ha vivido esta vida por un año y si vuelve tendrá una
gran reacción. Puede que pierda todo eso”. Le dije a mi amigo y él respondió, “No, mi
padre no está bien, mi madre no está bien y yo tengo que ir para mantener a mi familia”.
Bajé y le dije eso a Swamiji. Más tarde, él volvió a subir y dijo, “¿Cuánto ganará? Le
enviaremos el dinero a su madre”. En aquél entonces, el Ashram vivía al día, pero él
dijo, “Te mantendremos. Mantendremos a la familia. La riqueza espiritual es muy
preciosa”. Gurudev comprendía que la riqueza de la aspiración espiritual es muy
delicada. Está allí, en tu interior, pero está tan profunda y la capa de polvo y ceniza que
la cubren es tan gruesa, que se ha vuelto preciosa. El Maestro tenía que plantar la
semilla y sólo él sabía cuán preciosa, cuán valiosa era y lo necesario que era protegerla
contra una la reacción. Ese era el extraordinario amor de Gurudev y su extraordinaria
actitud.

Debido a que los alumnos no sólo estaban crudos sino que ni siquiera estaban
despiertos, incluso la influencia para despertarlos tenía que provenir del Maestro. A
menudo, la gente venía con sus malos hábitos. ¿Cómo manejaba este problema?
Muchas veces, él hacía la vista gorda ante tu mal hábito. Sé que en algunas ocasiones,
discípulos muy mayores de Swamiji – que eran autoridades en el Ashram – iban a él
con toda clase de quejas. Gurudev también tenía que complacer a las autoridades.
Entonces, aparentaba estar realmente enojado. El secretario quedaba satisfecho y se iba,
pensando que Swamiji se ocuparía del joven aspirante. Por el contrario, el hombre del
que se habían quejado, ante todo, recibía un par de bananas – en aquellos días, había un
pequeño niño sirviendo a Gurudev que vendría a ti corriendo y te diría, “Swamiji te
envía unas frutas, Prasad”. Media hora más tarde, vendría algún otro corriendo,
“Swamiji te envió café”. Una hora más tarde, podrías tener su Darshan. Él diría, “Eres
brillante, estás radiante. Estás meditando bien. Estás haciendo Japa – bien. ¿Estás
estudiando Vedanta? Muy bien”. ¿Qué había pasado con las quejas? Él observaba si ese
aliento funcionaba. En vez de decirte que eras un mal hombre, Gurudev insistía en
concentrarse en tus buenas cualidades, decirte que eras un gran trabajador, aún si no
tenías aspiración espiritual o devoción en absoluto. Hay algunas buenas cualidades en
cada persona, entonces ¿por qué no promoverlas? Él diría, “Eres un gran trabajador. No
hay nadie que trabaje como tú”. Estaba arrojando la semilla – plantar la semilla era lo
importante – luego agregaría suavemente, “Siempre que trabajes, ve a Dios en todos.
¿Por qué no vas y sirves comida en la cocina? Eres un gran hombre, tienes un buen
cuerpo y una voz refinada. Cuando sirvas Roti, di “Roti Bhagavan, Roti Narayana, Roti
Maharaj”.

De esa manera, plantaba la semilla de la aspiración espiritual.

Autopurificación
Algunas veces, Swamiji señalaba que Atma Jñana (Experiencia del Ser) es muy fácil.
Dios es real, Brahman es real, el Atman es real. Es el Atman que está allí, es el Atman
que está asintiendo con la cabeza, es el Atman la que está hablando. Si todo eso es el
Atman, ¿dónde está la dificultad para experimentarla? Todos los otros maestros, que
nos advierten que es muy difícil, no están equivocados. La Experiencia del Ser es muy
fácil, pero lo preliminar a ello, la purificación que se requiere es extremadamente difícil.
Atma Jñana es fácil porque es un don de Dios – no un logro. O dices que ya está allí o
dices que es un don de Dios, dependiendo de tu punto de vista. Si adoptas el método del
Jñana Yoga, experimentas que el Ser ya está allí. Si adoptas el método del Bhakta, dices
que es un don de Dios.

¿Por qué practicas Sadhana? Krishna lo hace muy bello y lo deja muy claro en el
Bhagavad-Gita:
Yuñjyad-yogam-atmavishuddhaye (VI. 12)

“Practica Yoga con el fin de purificarte”. Yoga, meditación y todas las prácticas
espirituales que emprendemos son sólo medios para purificar el corazón y la mente, no
para experimentar a Dios.

Cuando venía el entrenamiento para la auto-purificación, Swamiji adoptaba métodos


muy simples que tenían efectos profundos. No sé qué idea tienen ustedes de lo que
significa la palabra “entrenamiento”. Generalmente, nuestra idea de entrenamiento es la
de tentación y amenaza – la zanahoria y el palo. Entrenamiento no significa eso. Este
grabador está preparado en dirección a mí; cuando sacan una foto, la cámara se prepara
en dirección al objeto o sujeto. Entrenamiento implica dirigir la propia atención hacia lo
que uno quiere aprender o hacer, y observar. Eso es exactamente lo que hizo Swamiji,
nada más. No había tentación ni palo – pero había entrenamiento. La dificultad aquí es
que es fácil preparar una cámara, un grabador o arma para que apunte en cierta
dirección, porque estos son objetos inanimados, no piensan ni cambian de parecer –
pero ustedes y yo lo hacemos. Debido a que no somos cámaras ni armas que puedan ser
preparadas o disparadas, este entrenamiento debía ser continuo, repetido. Swamiji tenía
que hacerlo una y otra vez. Hasta ahora no he visto a nadie más en el mundo que tenga
tanta paciencia como la que tuvo Swamiji. Nunca consideraba a nadie como inútil. Si no
lo podías ver de esta forma, él lo cambiaría – daría vueltas y vueltas esperando que un
día lo vieras. Cuando lo veías, él había alcanzado la cima. Por eso decía que la
Experiencia del Ser es muy simple. Cuando entras a una habitación que está
completamente oscura y no sabes dónde está el interruptor, buscas a tientas. Encender la
luz es muy fácil, pero encontrar el interruptor no lo es. Él estaba iluminado y podía ver,
entonces decía “Está allí, a tu derecha”. Tú dabas vueltas hasta que no sabías cuál era la
derecha y cuál la izquierda –entonces, te daba descanso. Nunca nos mantenía en estado
de tensión. Te empujaría para generar esa preparación u orientación, pero si veía que te
venías abajo, aflojaba todas las reglas.

En aquellos días, no había tanta gente en el Ashram y, durante un tiempo considerable,


tuve el sagrado, auspicioso y desagradable deber de despertar a todos a las cuatro de la
mañana. Swamiji solía ser muy exigente en que todos debían levantarse cerca de las
cuatro y asistir a la clase de meditación o meditar en su habitación – lo que sea que
hicieran, se tenían que despertar – pero también solía ser muy riguroso en que no había
que perturbar su sueño en otro momento. Si estabas descansando durante el día, no
permitía que te molestaran. Si pasaba cerca de tu habitación y veía que estabas
descansando, haría silencio e indicaría a todos los que estaban alrededor que estuvieran
muy silenciosos.

Él nos enseñó una técnica para despertarlos aún a las 4 de la mañana. Nos enseñó que
debíamos pararnos afuera de la puerta y suavemente decir Ommmm – esperar cerca de
un minuto, otra vez Ommm, un poco más fuerte. Si eso no funcionaba, otra vez
OOOmm, aún más fuerte. Después, golpear la puerta. Eso sólo se permitía a las cuatro,
no en otro caso. Aunque era muy estricto en que la gente debía levantarse y meditar, si
notaba que no estabas habituado a ello y que mostrabas signos de tensión o fatiga, él
encontraría alguna que otra excusa, porque si mantenías esa tensión, era probable que
colapsaras, habría una reacción contraria. ¡Medio pan es mejor que ninguno!
Si el alumno tenía alguna que otra debilidad, Swamiji haría la vista gorda diciendo, “Ha
desarrollado cierta debilidad pero también algunas grandes cualidades”. Si le dices a un
mentiroso, “Eres una encarnación de la verdad”, puede que un día se vuelva veraz.
Swamiji adoptaba la técnica de no señalar nunca la falta de otra persona y, cuando había
que hacerlo, ¡lo hacía tan bien! Primero venía un racimo de bananas, luego un pequeño
pinchazo que era seguido por manteca y miel. Después de digerir la banana y usar la
manteca, de repente comprendías, “¡Mi Dios, esto es lo que quiso decir!”

Debido a que estamos vivos y pensando todo el tiempo, esta formación no es cuestión
de cambiar de dirección sino de una purificación interior, Atma-shuddhaye. Podrías
preguntar si no sería más sensato, práctico y provechoso si te señalaran la impureza para
poder purificarte. Si tienes mal carácter, ¿no debería el Guru decirte, “Eres un hombre
de mal genio, deja de serlo”? ¿No llevaría eso a una purificación instantánea?
Generalmente, no, porque el ego que se manifiesta como mal genio no quiere verse a sí
mismo de esa manera. No te gusta. Y si te dan un medicamento que no te gusta,
especialmente un medicamento psicológico, no funciona.

Patañjali dice en los Yoga Sutras: “Elige un objeto que te guste”. De otro modo no
puedes meditar en él, tu mente se rehusará a dirigirse hacia ese objeto. Debido a que
todo el objetivo de este ejercicio es el de entrenar a la mente para que observe esto, si se
sugiere algo que a la mente no le gusta, resulta ser contraproducente. Así que si incluso
un gran Maestro te dice que eres un hombre de mal carácter y que deberías controlar tu
genio, probablemente te molestes inmediatamente. ¿Qué es lo que se enoja? ¡El mal
genio! Si te lo dijera otro hombre, probablemente lo golpearías en la mandíbula, pero lo
que lo dijo el Maestro, no estás dispuesto a tomar represalias, entonces lloras. Las
lágrimas no son lágrimas de arrepentimiento o remordimiento sino lágrimas de
resistencia. Si dices algo y la otra persona comienza a llorar, eso significa que se perdió
la comunicación, la persona no quiere escuchar. No puedes entrenar a esa persona. Las
lágrimas en sí mismas significan, “Por favor, no lo digas otra vez”. Por lo tanto, esto no
sólo era contrario a la naturaleza interior de Gurudev – la que expresó bellamente
diciendo “Nunca hieras los sentimientos de otro” – sino que cuando tuvo que entrenar a
sus discípulos, se rehusó a adoptar ese método. Señalándole a otro sus defectos, nunca
puedes ayudarlo a liberarse de ellos. No los verá, las lágrimas lo cegarán. Cuando tus
ojos están llenos de lágrimas, no pueden ver lo que hay frente a ti ni lo que hay en tu
interior. Se necesita una mente muy firme y calma para observar las propias impurezas.

Ahora ven la dificultad de la Experiencia del Ser o la auto-purificación, y la dificultad


de formar a un discípulo. No estás tratando con una cámara, un arma o un grabador sino
con un ser humano pensante y sensible. Este entendimiento o esta percepción no es sólo
un tema intelectual de reajustar tus hábitos físicos y tu conducta, o de cambiar tu actitud
interior sino que debe generar un cambio simultáneo en todo eso. Tu mente, tu corazón,
tu inteligencia, tu fuerza vital y tu alma deben ver esto. ¿Es posible? Digamos que
alguien tiene mal genio e insulta a otra persona. ¿Puedes convencerlo de que ese es un
defecto en él? Si tratas de convencerlo, te escuchará y después dirá: “Sí, no debería
haberlo llamado idiota, fácilmente pude haberle dicho tonto”. Eso significa que todavía
tiene el germen de la objetivación en su interior. No siente haber hecho algo erróneo, ni
que como aspirante espiritual no debería haber sido tan agresivo. Buda tenía una
expresión muy hermosa para esto: “Menearse como una anguila”. Él no es directo sino
que se escurre. Algo en él no ve esto. Cuando se le señala un defecto, piensa que la otra
persona no ha entendido todo el problema. Cuando alguien te dice: “Ayer estabas
discutiendo con alguien, eso no está bien”, piensas “¿Por qué no le dice al otro? ¡Él
comenzó la discusión!” La mente niega el defecto. Ni la mente ni el corazón quieren
verlo. Si la mente ve, el corazón no; si el corazón ve, la mente no.

El Yoga de Gurudev es el Yoga de síntesis. Si uno debe cambiar y purificarse, debe


hacerlo en todos esos niveles simultáneamente, no uno tras otro. Eso necesitaba
paciencia infinita y esa paciencia infinita se llama amor. Él nunca perdía la esperanza y,
por más imposibles que fueran los discípulos, por mal que reaccionaran a este
entrenamiento, él no se alteraba ni perdía la esperanza. Sólo continuaba. Si el discípulo
no era capaz de ver lo que Swamiji estaba tratando de hacer, cuidadosamente él creaba
una situación en la cual fuera capaz de verlo. Así fue como trabajó incesantemente
durante cuarenta años. La mayoría de las veces, los métodos que adoptaba eran poco
convencionales. En los tempranos ’40, solía ser casi una broma que si alguien se
quejaba de alguien ante Gurudev, él se negaba a creerlo. Obviamente, no ibas a pelear
con alguien en presencia de Gurudev, ¡sólo peleábamos cuando el Maestro no estaba
allí! Y así sucedía con toda travesura que tenía lugar a sus espaldas. Si le llevabas a él
una queja en contra de mí, él respondía, “Ah, ¿es así?”, pero en verdad no lo creía
porque no lo había visto con sus propios ojos. Por supuesto que no lo hubiera visto, ya
que nadie lo haría en su presencia.

Si el secretario o algún otro se quejaba al Maestro de que fulano de tal estaba fumando y
Swamiji sentía que había algo de cierto en ello – escribía un artículo sobre los peligros
de fumar. Si el hombre del que se habían quejado era un buen mecanógrafo, se lo hacía
tipear a él. No había confrontación directa, pero era posible que mientras tipeaba, el
mensaje entrara en su corazón. Si no era mecanógrafo, Swamiji hacía que lo tipeara otro
y le pedía a él que lo trajera a la Satsanga de la noche. En la Satsanga, en aquellos días,
solía haber mucha lectura de las escrituras y, ocasionalmente, de los escritos de
Swamiji. Ese día, él decía, “Mukunda, ¿has tipeado ese artículo?” “Sí, Swamiji”.
“Pídele a él que lo lea” – como al azar, como que no era importante quién lo leyera. Así
que se le daba al hombre del que se habían quejado. Allí, en la Satsanga, él leía en voz
alta con toda la gente a su alrededor, “No fumes, es mortal, envenena tus pulmones, etc.
Por lo tanto, ¡deja de fumar inmediatamente!” Era posible que captara el mensaje. A
menudo, Swamiji te pedía que hicieras una exposición. Digamos que si eras un hombre
de mal carácter, te llamaba en cualquier momento para que le hablaras a un grupo
acerca de la ira. No ibas a decir que la ira es buena. Dirías que un aspirante espiritual
debe ser absolutamente calmo, paciente y demás. Mientras lo decías, inevitablemente lo
escuchabas.

El principio fundamental en todo esto era que Gududev nunca te criticaba. Si hubieras
sido criticado o te hubiera dado una tarea, todo habría sido inefectivo. Si a pesar de todo
este entrenamiento, no podías controlarte, buscabas pelea con alguien y la riña llegaba a
ser tan grande que él se enteraba, los dos contrincantes debían presentarse ante él y lo
primero que hacía era elogiarlos, “Han desarrollado esta cualidad y esta otra. Ante todo,
ser capaz de renunciar al mundo y venir aquí, y bañarse en la Ganga es la mayor buena
fortuna. Deben haber hecho práctica espiritual (Sadhana) en cientos de vidas anteriores
para tener inclinación espiritual y deben haber obtenido la gracia de miles de santos para
ser traídos aquí, a un Ashram, para llevar una vida espiritual”. Cuando había señalado
que eras fabulosamente rico en cualidades espirituales, agregaba, “¿Por qué quieren
pelear? Es sólo un pequeño defecto. No pierdan la calma. Si pierden los estribos, eso
podría estropear sus perspectivas y sus esfuerzos. ¿Desayunaron? ¿Qué toman, café, té?
¿Traigo más?” Terminado. Un montón de zanahorias más un poco de palo (llamado de
atención o corrección) e inmediatamente hacía un sándwich con un montón de frutas y
leche. En algún u otro momento, la persona debía volverse consciente de la impureza
interior.

La impureza no es algo estático. Decimos que una persona se caracteriza por el mal
carácter, la codicia o la lentitud. Esto también cambia. Es posible que alguien haya
tenido hábitos psicológicos y mediante cierta crítica constructiva (no por parte del
Maestro sino de otros) tome conciencia de esos defectos particulares y de alguna forma
sea capaz de superar muchos de ellos, uno a uno. Entonces se vuelve terriblemente
vanidoso y egoísta diciendo, “Yo solía ser un bruto, solía odiar a todos. Ahora, soy
muy, muy pacífico”. Ha salido de la sartén para caer en el fuego. En la sartén, hubiera
durado unos pocos días más; en el fuego, ¡queda acabado inmediatamente! Ahora tiene
un ego enorme. Eso no es bueno.

Cuando atacas esos males, quedas cara a cara con el ego (el comandante en jefe, como
Swamiji solía llamarlo). Cuando atacas a los soldados, aparece el comandante en jefe.
Tu insignificante ira, tu codicia y tus celos no tienen muchas consecuencias; en última
instancia, no son cosas tan terribles, pero mientras lidias con ellas, puede que descubras
lo que es el ego. Es el ego el que toma todas esas formas. El mismo ego se disfraza de
ira en un estado y, cuando has superado la ira, se convierte en celos o codicia. El mismo
ego da vuelvas, vueltas y vueltas. El propósito de tratar de entender esos rasgos
psicológicos no es el de superarlos – “superar” implica arrogancia, egoísmo, vanidad –
sino de entender su naturaleza esencial. ¿Qué es lo que estalla? El ego. ¿Qué es lo
codicioso? El ego. ¿Qué sufre de celos? El ego, otra vez. Por lo tanto, no estás nunca
seguro. Krishna señala esta verdad en un largo verso del segundo capítulo del Bhagavad
Gita.

Esha brahmi sthitih partha nai’nam prapya vimuhyati (II. 72)

“Ese es el estado Bráhmico, el estado de iluminación. Habiendo logrado eso, uno no es


engañado” – no es embaucado otra vez. Si eres engañado, no estás iluminado, sólo crees
estar iluminado, crees que eres un santo. No lo eres. Otra vez:

Sthitva ’syamantakale’pi brahmanirvanamrcchati (II.72)

“Si estás establecido en él hasta el fin de tu vida, entonces estás seguro”. Estás
absolutamente seguro cuando estás completa y totalmente muerto. Hasta entonces, hay
posibilidad de que cuando superes un defecto, el ego surja como otro defecto. Esas eran
las famosas y a menudo repetidas palabras de Swamiji: “Debes estar vigilante hasta el
fin de tu vida”.

Encontrando la longitud de onda del Guru


El Guru le comunica la teoría al discípulo y lo entrena y ayuda en su práctica. Gurudev
no esperaba a que el discípulo se preparara antes de acercarse a él, así que él era las dos
cosas, el Acharya (maestro) y el Guru. Tal vez, para muchos era sólo un Acharya que
les enseñaba o – lo que era aún más interesante – sólo un buen hombre que cuidaba de
ellos. Muchos venían aquí como indigentes y él los cuidaba; otros venían desesperados
y él les daba alguna esperanza; muchos no sabían qué hacer de sí mismos y él les daba
algún trabajo. Había diversas cosas para distintas personas.

Con el Guru hay una relación muy especial – no en el sentido de superior o inferior sino
diferente. Por ejemplo, alguien que estaba desilusionado de la vida, que había perdido el
trabajo, el dinero, la familia, la esposa o los hijos, venía aquí desesperado y encontraba
a Swamiji. Sin que se hubiera intercambiado una sola palabra, cuando este hombre
miraba a Swamiji, comprendía que él no tenía todas esas cosas que se consideran
esenciales para la felicidad – dinero, propiedad, esposa e hijos – y aún así, era dichoso.
Este hombre pensaba, “Algo debe estar mal en él o en mí”. Ante todo, comenzaba a
preguntarse si era posible para él vivir feliz independientemente de esas cosas y no
sufrir desilusiones.

Según la tradición ortodoxa, se supone que debes haber hecho todo ese examen de vida
incluso antes de dejar el hogar, pero Swamiji decía, “Ven, descubrirás qué es lo más
adecuado para ti”. Una vez que vienes a los pies del Acharya, quieres aprender. Tal
aprendizaje es imposible a menos que seas también capaz de sintonizarte con el
maestro. No siempre es su trabajo el hacer eso. El Acharya, especialmente si también es
una persona iluminada, un Jivanmukta, debido a su compasión suprema podría
descender a tu nivel para enseñarte, pero si persistes en permanecer en tu nivel, podría
dejarte allí. Por lo tanto, alguna vez, uno debería hacer algún intento por elevarse a la
longitud de onda del Acharya, para poder comprenderlo.

¿Cómo sabes que no estás en la longitud de onda del Acharya? El test es muy simple.
Estoy seguro de que todos han jugado con una pequeña radio. Uno sabe que no está en
sintonía con cierta estación cuando comienza a haber interferencias. Lo mismo sucede
con uno. El Maestro dice algo y hay una interferencia interior, una forma extraña de
resistencia interna. No es un rechazo total sino cierto malestar interior. Probablemente,
esto no signifique que haya una resistencia interna hacia el Maestro sino que sea
necesario un poco de afinación, no estás en la misma longitud de onda. No estás
preparado para decir “sí” ni para decir “no”. Entonces, si el Maestro te pide que hagas
algo y existe esa resistencia interior, significa que no estás en la misma frecuencia, y no
es posible para él comunicarte algo. No es su falta y probablemente no sea la tuya
tampoco pero, en algún lugar, hay algo mal.

Así es que el alumno que va a un Maestro prematuramente – según la tradición ortodoxa


– tiene que trabajar en sí mismo para sintonizarse con la longitud de onda del maestro.
Si no lo hace, la comunicación es difícil y el entrenamiento, imposible por más grande
que pueda ser el Maestro. Por favor, recuerden que Krishna – a quien veneramos como
una encarnación de Dios – Jesucristo y Buda no siempre fueron capaces de generar
iluminación en sus discípulos o en la gente con que entraron en contacto. Krishna
incluso tuvo que ir al extremo de matar – aunque lo llaman “redimir” – a los llamados
demonios, porque ellos nunca hubieran podido entrar en la misma longitud de onda de
Krishna. Del mismo modo, Jesucristo pudo detener el viento y las olas, pero no pudo
detener a los rufianes que lo perseguían. Si no están en la misma sintonía, no es posible
lidiar con ellos.
Entrar en la misma sintonía es el principal deber de un estudiante si quiere convertirse
en discípulo. Discípulo significa disciplina y disciplina significa estudio, estudiarse uno
mismo, constantemente. Viniste aquí por propia voluntad, viste algo extraordinario en el
Maestro que no pudiste encontrar en ti, pero este factor se olvida muy pronto. Viniste a
él desilusionado, desesperado, indefenso, en agonía interior, porque sentiste que no
tenías las respuestas para las preguntas que surgían concernientes a la vida y sentías que
tendrías la respuesta. Eso se olvida muy rápidamente y comienza el chisporroteo interior
– cuando él te dice algo, no puedes decir “no” y tampoco puedes decir “sí”.

Debes estudiarte a ti mismo. El Guru no lo hará. La emisora no se ajustará al equipo


receptor, aunque en su compasión suprema Swamiji a menudo lo hacía. Eso fue un
milagro, un fenómeno extraordinario. Con frecuencia, él bajaba a nuestro nivel para
ayudarnos a todos. El Guru no desciende porque ame tu compañía sino para elevarte y,
si te rehúsas a que lo haga, te dejará allí espiritualmente. Entonces, él te trataba como un
desamparado proveyéndote de lo necesario para la vida. ¡Eso era lo que querías!

Este proceso de elevarse es descripto bellamente en el Bhagavad Gita.

Tad-viddhi pranipatena pariprashnena sevaya


upadekshyanti te jñanam jñaninas-tattvadarshinah (IV.34)

“Aprende la verdad de los conocedores de la verdad postrándote ante ellos,


preguntándoles y sirviéndoles”. Tres factores se dan aquí: Entrega, pregunta y servicio.
Si el estudiante incorpora estos tres factores en su vida, está capacitado para estudiarse a
sí mismo eficientemente; de otro modo, no.

El servicio al Guru es muy importante. Es sirviendo al Guru que uno aprende a elevarse
a su longitud de onda. Es sirviéndolo que uno descubre la frecuencia. Haces tus cosas de
cierta manera, con cierto espíritu – el Acharya las hace diferente. Puede incluso ser su
idiosincrasia, pero al menos que aprendas a hacer lo que haces a su manera, no vas a
elevarte a su longitud de onda. De allí que ese servicio sea válido. No es porque el
Acharya necesite de tu servicio. A menudo, Swamiji recalcaba, “Si un hombre deja el
Ashram y su servicio, hay dos esperando para venir”. Aún cuando Swamiji nos hacía
sentir que nuestro servicio era una contribución importante para la misión, en verdad
estaba creando oportunidades para que nosotros sirviéramos y nos sintonizáramos con el
Maestro, nos alineáramos con él. Esto también era una característica única en Swamiji.
Él trabajaba muy duro para crear un campo para el ejercicio de tu talento y ayudarte así
a crecer internamente, de modo que la comunicación tuviera lugar. Les voy a dar sólo
dos ejemplos. Un joven vino al Ashram y dijo que lo único que sabía era hacer papel.
Inmediatamente, Swamiji ordenó que se cavara el pozo que hacía falta y se trajera la
materia prima. ¡No era que él esperaba que esta industria artesanal proveyera al Ashram
del papel que necesitaba! Sino que eso era lo que el joven necesitaba; y el Maestro
servía al discípulo y lo ayudaba a crecer. Los primeros años, Swamiji no alentaba
mucha música en la Satsanga. Luego se unieron al Ashram dos músicos. Para su bien, él
organizó clases de música, trajo los instrumentos necesarios, separó una habitación para
ello y demás. ¡Así era cómo el trasmisor se sintonizaba con el receptor! A menos que se
comprendiera esto, el buscador no estaría en posición de disfrutar de la comunicación
espiritual. Si comprendías esto, entonces servías al Maestro devotamente y encontrabas
su longitud de onda. En sus escritos, en sus exposiciones y en su propia vida, Gurudev
exaltaba Guru-Bhakti y Guru-Seva. Él servía a la humanidad incesantemente porque
veía su Guru-Dios en todos. Incluso reverenciaba a los Acharyas de los cuales había
aprendido cualquier cosa y literalmente adoraba al intocable de quien aprendió el arte de
esgrima.

Uno podía hablar libremente con Swamiji de cualquier problema que tuviera. En su
caso, ese diálogo adoptaba muchas formas. Por su gracia, a menudo un visitante hacía tu
pregunta y tú escuchabas las respuestas de Swamiji. Algunas veces, lo encontrabas en
sus escritos, los que tal vez te había pedido que tipearas, editaras o sólo leyeras. A
menudo, una pregunta no expresada era respondida no-verbalmente.

Durante todo ese proceso, surge en ti una humildad genuina. Observas lo que el Maestro
hace y lo haces. Comprendes que él es supremo en su sabiduría, en su eficiencia y en su
actitud ante la vida. Él resuelve fácilmente los problemas que a ti te desconciertan. En
situaciones en las que tú colapsarías, él triunfa. Los eventos que te harían desfallecer, a
él no lo afectan. Esas grandes características eran naturales en Swamiji. Cuando
observas todo eso, surge en ti una humildad genuina. Esa humildad no se puede cultivar
ni adquirir. Tiene que surgir. Si quieres encender la luz, no la soplas o abanicas; el
interruptor está en alguna parte y tienes que encenderlo. En el caso de la humildad
genuina, el interruptor también está en alguna parte – no se logra pasando por los
movimientos externos de humildad sino observando lo maravilloso que es el Maestro.
De otro modo, tus pretensiones de humildad sólo te harán más egoísta.

Esa humildad se convierte en entrega de uno mismo. El chisporroteo interior cesa. Hay
alegría y entusiasmo en el servicio al Maestro. Comprendes que el Maestro sabe todo y
que hace todo infinitamente mejor que lo que tú lo harías. Al experimentar eso, el ego se
vacía. Surge la sumisión. Esa entrega no se puede describir; no se puede cultivar; no
puedes realizar esa entrega. Aunque pueda ser que uno use esas expresiones, es bueno
entender que el verdadero espíritu de la entrega está más allá de toda descripción. No
puedes declarar hoy, “A partir de ahora me entrego a ti”. A menudo, esa es una
declaración hipócrita. Equivale a, “Me entregaré a ti. Ahora haré todo lo que quieras
que haga, de modo de poder después hacerte hacer todo lo que yo quiera”. Cuando la
mente está silenciosa porque sabe que el Maestro todo lo conoce, cuando el corazón está
silencioso porque no desea nada más y cuando ambos están dirigidos hacia el Maestro y
sintonizados con él, entonces la entrega tiene lugar. Es lo más hermoso.

Swamiji enfatizaba una y otra vez que el discípulo debía entregarse al Guru. Pero
comprendía que esta entrega no podía ser forzada ni por el Guru ni por el mismo
discípulo. Tenía que suceder; pero él hacía que sucediera aún esto. Creaba el campo
necesario para el ejercicio de la entrega. Por ejemplo, podía mencionar algo que quería
que se hiciera y luego presentaba muchas alternativas. Naturalmente, tú elegías y a
partir de tu elección, él sabría exactamente dónde estabas parado – si eras arrogante o
meramente vanidoso, indiferente, hipócritamente humilde o verdaderamente humilde,
con espíritu de entrega. Al mismo tiempo, permitía que tú comprendieras dónde estabas
situado, te daba una oportunidad de estudiarte en esa situación. Así, se te daba la
posibilidad de descubrir al ego y su juego. Cuando comprendías lo feo de esta actividad,
la entrega surgía en ti.

Cuando el alumno se entrega al Acharya, entonces el Acharya se convierte en Guru.


Atma Jñana o conocimiento del Ser es simultáneo con la entrega de uno mismo. La
entrega es una experiencia suprema. Ese mismo espíritu de entrega se convierte en el
Guru. Estás liberado. La gracia fluye e inunda con luz todo tu ser interior. Te deshaces
de toda carga. Tal vez, esto es lo que quieren decir cuando aseveran que el Guru te
libera de tu Karma. El mismo disminuye y hay dicha y paz interior.

Entrega
Estás buscando conocer algo y el Acharya te provee ese conocimiento. Aunque en
algunos libros encuentres la palabra “Guru” usada como una descripción general de
todo esto, es bueno recordar que hasta que no haya total y completa entrega por parte
del buscador espiritual, el Guru no nace. Cuando esta entrega tiene lugar, algo sucede en
el aspirante que lo convierte repentinamente en discípulo – probablemente, se haya
estado disciplinando a lo largo de todo el camino – y el Guru nace. En ese momento,
miras al mismo Acharya y brilla con una luz muy diferente. En ciertas ocasiones,
veíamos esto en Swami Shivananda, por ejemplo durante la ceremonia de iniciación de
Sannyasa. Cuando lo mirábamos, no estábamos mirando una personalidad humana.
Estaba totalmente transfigurado. Esa es la experiencia de un Guru. Es inolvidable. No
puede ser verbalizada o descripta. Sólo sucede una vez con esa intensidad. Cuando
éramos niños, solíamos preguntar: “¿Cuántas bananas puedes comer con el estómago
vacío?” Ni siquiera una, porque cuando tragas el primer bocado, ¡ya no es más un
estómago vacío! Así es. Cuando sucede por primera vez, te llega. Esa experiencia puede
repetirse, pero no con la misma intensidad o de la misma manera.

La experiencia del Guru sucede cuando nace el Guru. La entrega surge. Esa entrega
silencia a la mente – que es el ego – y hace que el corazón se vuelva totalmente abierto
y receptivo. Deben haber oído acerca de Shaktipata – transmisión directa de la
experiencia espiritual. Swamiji también escribió acerca de ello, aunque no decía
abiertamente que él diera Shaktipata. Es obvio que le ha sucedido a muchos, como en el
caso de Ramakrishna y Vivekananda. Ramana Maharshi ha dado una respuesta muy
hermosa a la pregunta concerniente a Shaktipata. Dijo, “Cuando eres capaz de pensar y
escuchar con el corazón, entonces Shaktipata tiene lugar”. Cuando tu mente está
completa y totalmente silenciosa, y te acercas al Maestro, piensas con tu corazón y
escuchas con tu corazón, entonces el Maestro es capaz de impartirte la sabiduría
suprema en forma no verbal.

Estar deseoso de aprender y preguntarle al Maestro es muy necesario, pero si dudas de


la habilidad del Maestro o la validez de la instrucción, no puedes aprender. Ayer, un
amigo preguntó, “¿Qué sucede si esa persona a quien te entregas resulta ser un fraude?”
Si eres un buscador sincero, será muy difícil que te entregues sin dudar a alguien que no
esté iluminado. Si lo haces, significa que estás buscando otra cosa y no iluminación. Si
aún tienes dudas concernientes a la enseñanza, no hay entrega.

La gracia conforma el aspecto positivo de esta entrega. En la entrega, te vacías; cuando


esto sucede, la gracia del Maestro inunda tu corazón – te das vuelta y de repente ves al
mismo Guru en todas partes. El Guru es esa persona, pero se lo ve en todo y se
experimenta su presencia en todo. Por ejemplo, si Swami Shivananda era tu Guru y
tenías esa experiencia con él, este joven podía decir algo e inmediatamente pensabas
“Swamiji dijo eso”. Vas a otro gran santo y cuando él hace algo, piensas, “Ah, Swamiji
solía hacer eso”. Todo es santo, todo es auspicioso y todo lo espiritual te recuerda a tu
Guru, con el resultado de que él está en todas partes. Podía ser que pasaras por
situaciones difíciles y repentinamente te venía el pensamiento de lo que Swamiji había
dicho: “Ten cuidado en estas situaciones”, “Ten paciencia” o “Adáptate, ajústate,
acomódate”. Todas esas cosas estaban en ti de modo que nunca estabas sin el Guru. El
Guru está allí, en ti, todo el tiempo, porque tú (el ego) no estás allí. Debido a que el ego
no está allí, es el Guru el que inunda todo tu ser y es a él a quien ves en todo lo que es
bueno, divino y sagrado. Él está allí incluso cuando estás en situaciones peligrosas. Si
esto no sucede, entonces el Guru no ha nacido.

Si siguieron esto cuidadosamente, habrán encontrado que todas las enseñanzas


contradictorias están reconciliadas. El Guru es sólo uno, los Acharyas pueden ser
muchos. Uno puede haber aprendido de numerosos maestros – un Mantra de uno, cómo
hacer Puja de otro, cómo hacer Asanas de algún otro. Todos ellos son sus Acharyas –
merecedores de su amor, adoración y respeto – pero no son su Guru. El Guru es sólo
uno. Cuando tiene lugar la experiencia del Guru, ese Guru mismo se convierte en todos.
De ahí en más, uno puede aprender de todos y relacionarse con todos sin perder
contacto con el Guru, porque si el “yo” no existe, nunca puedo perder contacto con el
Guru – sólo el Guru existe.

Swamiji reconocía que eso debía suceder; por lo tanto, reconocía la suprema
importancia de la libertad en la búsqueda. Nadie puede hacerte buscar, nadie puede
forzarte a entregarte o servir, aunque el servicio al Guru sea de suprema importancia.

Sin servicio, no se puede establecer la línea de comunicación, porque no sabes cómo


sintonizarte con el Maestro. Aún si tienes el equipo de radio más poderoso y brillante y
estás cerca de la emisora, si no lo encendiste y no moviste el dial, no recibirá música.
Uno debe hacer el trabajo de encenderlo y sintonizarlo. Exactamente de la misma
forma, incluso si estás sentado muy cerca del Guru, no obtendrás nada de él excepto
mediante el servicio. Es en esta relación de trabajo que encuentras la longitud de onda,
que encuentras tu ego y aprendes a liberarte de él. Cuando el mismo ego comprende,
“yo soy inútil, él es grande”, en ese momento tiene lugar la verdadera entrega.

La entrega no se puede forzar. Si el Maestro fuerza el servicio del estudiante, el servicio


no es libre – lo que significa que el estudiante sólo hace los movimientos del servicio,
pero no hay servicio. Esa es la razón por la cual Swamiji nunca forzó a nadie a hacer
nada. Como Maestro, le permitió a cada estudiante trabajar en su propia salvación, hacer
lo que quisiera hacer. Si hacías papel, él te proveía del material necesario para ello; si
decías que eras un meditador, te decía que te sentaras a orillas de la Ganga y meditaras;
si decías que eras totalmente devoto del Ramayana de Tulsidas y querías leerlo de la
mañana a la noche, te decía que siguieras adelante; pediría en la cocina que te
proveyeran de todo lo que necesitaras. Algunas veces, llegaba a crear un departamento,
haciendo parecer que era también uno de los departamentos de las actividades del
Ashram. Entonces hacías lo que podías libremente, voluntariamente. Una vez que
estabas en esa actividad, el trasmisor encontraba tu longitud de onda y la forma de
comunicarse contigo. De allí en más, te apretaba las clavijas muy suavemente. Podría
incluso comenzar a dar ideas sobre el tema en que tú aparentabas ser un especialista. Por
ejemplo, sucedió eso con Swami Saradananda, un especialista en fotografía. Compró
una cámara y un equipo de cuarto oscuro, y luego Swamiji le sugirió diversas formas de
usarlos. De repente, el transmisor se convertía verdaderamente en un transmisor. Ya no
trataba de ajustarse a tu longitud de onda sino que transmitía – de modo que eras libre
de hacer tu trabajo pero las instrucciones venían de él. Gradualmente, había un cambio.
Cuando esto sucedía, comenzaba tu rebelión interior, comenzaba el chisporroteo. No
eras capaz de recibir. Habías venido a él para ser su alumno, servirlo y él no demandaba
que hicieras esto o no lo hicieras sino que esperaba a que te ofrecieras voluntariamente.
Luego, un poco después, te daba algunas ideas para hacer mejor tu trabajo. ¿Estabas
preparado para hacerlo de la forma en que él te lo pedía? ¿Eras reacio a hacerlo? ¿Eras
rebelde? Entonces empezaba la disciplina – no en el sentido de obediencia ciega a lo
que te decía Swamiji; pero si eras listo, comenzarías a estudiarte. Te preguntarías: “Vine
aquí para servirlo, me ofrecí a hacerlo, sentí que era una gran bendición servirlo. Ahora
él sugiere que algo debe hacerse de cierta manera. ¿Por qué la mente no lo acepta sin
pensarlo? ¿Por qué no lo recibe con entusiasmo?” Ese aspecto de la mente que se rebela,
que es reacio a aceptar, es el ego.

Swami Shivananda tenía esta extraordinaria característica de sintetizar libertad con


disciplina. Si fueras la cabeza de un Ashram, encontrarías imposible combinar esas dos
cosas. O usas la disciplina o permites la libertad – pero él era capaz de combinar ambas
cosas muy bella y sutilmente, aunque eso implicara muchísimo trabajo y adaptación de
su parte. Te permitía crecer libremente y, cuando crecías, te podaba. Esa es la mejor
forma de cultivar rosas. Le permites a la planta que crezca con total libertad y, cuando
crece, la podas un poco y los pimpollos florecen más bellamente. Así es cómo él
entrenaba a sus discípulos. No demandaba la entrega sino que creaba situaciones en las
cuales se volvía obvio que él era el Maestro. No había nada que él no supiera. Cuando
había sido probado una, dos, tres o cuatro veces que eras un tonto, ¿por qué querrías
seguir el juego del ego? (Alguna gente lo hacía. No estoy diciendo que todos se
entregaran a él). Esa es la única forma en que él generaba esa entrega. Nosotros
observábamos, comprendíamos cómo sucedían las cosas, comparábamos lo que
nosotros habíamos hecho con lo que él hacía, la forma en que nosotros queríamos
hacerlo con la forma en que él quería hacerlo. Y en la medida en que continuabas
observando, veías que él era infinitamente más sabio y más eficiente. Entonces,
pensabas: “Por favor, hágase cargo. Hari Om Tat Sat” y la entrega tenía lugar en ti.

Él practicaba esa libertad de crecer mediante la relación que tenía con el discípulo,
porque sólo hay crecimiento en libertad. Si no hay libertad, no hay crecimiento. Eras
libre de elegir la Sadhana que querías practicar – esa era una característica
extraordinaria. Usualmente, el Guru prescribe la Sadhana que el discípulo debe
emprender. Swamiji nunca lo hacía, excepto en el caso de los discípulos que estaban
perfectamente sintonizados con él. Aún en el momento de Mantra-diksha, te preguntaba
cuál era tu Ishta Devata y te daba un Mantra acorde. Solía dar Sannyasa-diksha y te
preguntaba qué nombre te gustaría. De la misma forma, te permitía practicar tu propia
Sadhana según tu propia fantasía. Podía ser que te sondeara para ver qué te gustaba más,
pero la elección era tuya.

Hubo un incidente gracioso en 1944. Solíamos conducir una pequeña filial de la Divine
Life Society en Delhi. Swamiji pasaba por Delhi de camino a Bombay. Cinco de los
jóvenes fuimos a recibirlo a la estación de ferrocarril, en Delhi, y a la siguiente mañana,
fuimos otra vez para verlo partir hacia Bombay. Cuatro de nosotros éramos solteros y
uno, casado. Swamiji nos preguntó a cada uno acerca de nuestra salud, qué estábamos
haciendo y demás. Cuando llegó al hombre casado, le preguntó por su esposa. Éste
respondió, “Ella ha ido a su casa con los niños”. “Ah, deja que esté allí, lleva una vida
independiente”. Ese pobre hombre estaba muy apegado a su esposa y preguntó,
“¿Cuánto tiempo debo permanecer solo?”… “Tráela, pídele que venga inmediatamente.
Ella cuidará de ti, te cocinará y lavará tu ropa. Pídele que vuelva de inmediato”, dijo
Swamiji enseguida. Eso era en esencia Swami Shivananda. Él podía señalar algo ¡pero
tan sutil y suavemente! Ese era su método. Había dado su mensaje. Aún así, podía
sugerirte algún trabajo en el curso de una conversación, pero si decías que te gusta
meditar, te decía “Muy bien, ve y medita. Ve y siéntate a orillas de la Ganga de 4 a las 7
de la mañana. Debes meditar tres horas”. Esperaría hasta que tú mismo descubrieras que
estabas durmiendo. Esa paciencia extraordinaria tenía.

El crecimiento debe provenir del interior y no ser impuesto desde afuera – pero debe
haber crecimiento. Ahora, ¿cómo reconcilias estas dos posiciones? “El crecimiento
debe ser libre” y “el crecimiento debe ser libre” – estoy usando la misma oración sólo
que cambiando el énfasis. Creo que eso es en lo que sobresalía. Permitía total libertad
pero esperaba las oportunidades para sembrar sus semillas, podar, guiar, entrenar –
entrenar en el sentido de orientar. Si después de meditar durante seis meses a un ratio de
tres horas cada mañana, ibas a él y le decías que no había pasado nada, te decía, “Junto
con eso, debes hacer Hare Rama Kirtan en el Bhajan Hall, entonces la meditación será
más profunda”. Ahora te atrae. Si te lo hubiera dicho directamente desde el comienzo,
probablemente no habrías recibido esa sugerencia favorablemente. Entonces vas y haces
algo de Kirtan en el Bhajan Hall durante dos horas diarias, pero sientes que eso también
parecer aletargar a la mente. Si eras capaz de percibirlo, entonces podría que te dijera
“Ve y haz algún trabajo en la oficina durante una hora o ve a la cocina y corta vegetales
(en aquellos días teníamos que cortar vegetales y limpiar la cocina y el comedor). No
estábamos sirviendo al Ashram sino abordando nuestro letargo. Entonces, él decía,
“¿Por qué no haces un poco de ejercicio. Haz algo de Pranayama o Yoga Asanas”.
Antes de que te dieras cuenta de dónde estabas, estabas practicando lo que a él le
gustaba más, Yoga completo. No te diste cuenta en absoluto de que estaba apuntando a
eso. Te había permitido la libertad de encontrarlo sólo proveyéndote el incentivo y la
guía de vez en cuando, pero tenías el privilegio de elegir libremente hacer lo que él
quería que hicieras. Esa era una actitud extraordinaria. Tenías la libertad de elegir hacer
lo que originalmente él quería que hicieras.

Ninguno de nosotros podría siquiera pensar en un ejemplo en el que haya impuesto su


voluntad a sus discípulos. Nunca. Era siempre, “Continúa, continúa y continúa” y lo
descubrías. Por supuesto, el Ashram tenía que tener sus normas y reglamentos – esa era
otra historia. La disciplina del Ashram podría haber estado allí, sin embargo, entre él y
los discípulos, había total libertad – pero libertad guiada, libertad orientada, libertad que
permitía que el estudiante creciera. Y había crecimiento. La libertad no era tan libre
como para permitir que el alumno se atrofiara. Swamiji te daba un pellizco y te
despertabas. El pinchazo podía venir en cien formas diferentes, pero siempre era suave.
Te despertaba pero no te lastimaba.

Creo que esa fue su suprema gracia – gracia no sólo en el sentido de gracia divina
fluyendo hacia nosotros sino que lo hacía grácilmente. Tal vez sea imposible encontrar
en otro lugar la suprema gracia de Swamiji. Era todas esas cosas envueltas en uno –
padre, madre, maestro, amo severo y amigo cariñoso. En todas las cosas, había un
sintetizador. No había división. Él estaba siempre combinando toda clase de
contradicciones. Esa era su especialidad, combinar contradicciones.
Karma Yoga
Como se sugirió anteriormente, Swamiji no tenía su propia filosofía especial sino que
era un transmisor del conocimiento ya existente. Donde el conocimiento se había vuelto
distorsionado por la falta de entendimiento, él infundía su extraordinario espíritu de
entendimiento. El entendimiento no surge de la mente. La mente no entiende sino que
trata de agarrar – y siendo que la verdad es sutil, no se la puede agarrar. No puedes
agarrar el aire pero puedes inspirarlo, es decir, inhalarlo. Así también, debes inspirar la
verdad, debes inhalarla. Así como el aire que inspiras se convierte en tu vida, también la
verdad debe convertirse en tu vida. Entonces, vives la verdad, te conviertes en la verdad
viviente. Fluyes con la verdad sin perder nunca el contacto con ella. Tu vida se vuelve
divina – esa es la razón por la cual Gurudev llamó Vida Divina a su misión.

No comprendes la verdad, pero eso no significa que la abandones. Algunos trataron de


captar la verdad y después la perdieron, y hubo otros que dijeron, “No, no se puede
captar la verdad” y abandonaron. Nunca comenzaron. Hubo un sabio maravilloso que
declaró que el hecho de que no se pueda comprender la verdad, no significa que uno
deba abandonarla o ignorarla. Hay otra posibilidad. Fluyes con ella sin perder el
contacto jamás, sin captarla y sin alejarse de ella. Esa fue la belleza del método de
Gurudev.

En sus libros, Gurudev dio la esencia de la enseñanza tradicional, impartiendo el


mensaje secreto de la forma de mantenerse en contacto con esa verdad, de hacerla parte
integral de nuestra vida. La enseñanza estaba encarnada en él. La verdad tiene que estar
encarnada, tiene que ser vivida. En él, tenían lugar las dos cosas, teoría y práctica, pero
vivir es algo más que teoría y práctica. Vivir la verdad significa conocerla en teoría y
practicarla de alguna u otra forma, pero ninguna de ellas representa toda la verdad. La
teoría es un trabajo cerebral, una comprensión intelectual. Esta última trabaja sobre la
base de la división, compara y contrasta. El intelecto ve aquello como un escritorio y
esto como una plataforma, siendo que en verdad los dos son madera. Sólo aquél que
necesita leña con urgencia los verá como uno. No estará interesado en el escritorio o la
plataforma sino sólo en la leña. El intelecto no comprende la totalidad como tal, la
divide.

Aunque la comprensión intelectual sea necesaria, no es la verdad viviente. Así también,


la práctica es esencial pero incluso ésta es fragmentaria. “Estoy practicando esta
disciplina”, “Estoy meditando en Dios”. En todo eso, hay división de sujeto y objeto, de
sujeto agente y acción – Karta y Karma, Karya y Karana. En la vida, no hay tal división
y en la conciencia, tampoco. No hay siquiera división en lo que se llama vida y lo que
se llama muerte, porque la vida continúa cuando el cuerpo muere y la conciencia no
duerme cuando, tal vez, una parte de nuestra mente duerme. Por lo tanto, la verdad no
deja de ser verdad.

Swamiji nos dio la teoría, nos ayudó con la práctica y nos indicó la verdad. Sólo puede
indicarse la verdad en forma no-verbal. Aunque transmitía la teoría en sus escritos, casi
nunca daba clases, por la simple razón de que debe haber hambre y una sensación de
urgencia por parte del alumno o discípulo antes de poder digerir el alimento. Aquí,
ustedes también tienen problema con la comida. A las once suena la campana para el
almuerzo. Tienen que sentarse y comer aunque no tengan hambre. ¡El resultado natural
es indigestión! Ese alimento que se ingiere no se convierte en fuerza vital. En una
organización, puede que sea necesario tener horarios regulares para la comida; de la
misma manera, puede que sea necesario tener clases. Pero Swamiji esperaba a que
tuvieras punzadas de hambre espiritual, entonces todo lo que tenía que hacer era sólo
mirarte o decirte unas pocas palabras. Ese era su método. A él le gustaban las clases e
incluso visualizó esta Academia pero, al mismo tiempo, enfatizó la necesidad del
hambre espiritual que puede ser mitigado con sólo una chispa. Ese era su enfoque.
Aunque no daba muchos discursos, las pocas palabras de instrucciones que sus
estudiantes y discípulos podían escuchar de él eran inolvidables. Porque principalmente,
él era una verdad viviente. Sus acciones hablaban mucho más alto que un altavoz.

Aunque su vida entera fue la del Karma Yoga en el estricto sentido de la palabra, sus
escritos sobre Karma Yoga fueron muy escasos. Su vida fue Karma Yoga. Sólo un sabio
con Experiencia del Ser puede practicar Karma Yoga en su verdadero sentido. Por
definición, Karma Yoga es servicio desinteresado. ¿Qué es servicio desinteresado? ¿Es
sólo rechazar una recompensa? Si yo vengo, lavo tu ropa y me rehúso a aceptar incluso
una banana, ¿es eso Karma Yoga?

Arurukshor-muner-yogam karma karanamuchyate (VI.3)

“Para el sabio que desea alcanzar el Yoga, se dice que la acción es el medio”, dice
Krishna en el Bhagavad Gita. Cuando alguien se está esforzando por subir por la
escalera del Yoga, todas esas cosas tienen valor. Si lavas la ropa de alguien sin pensar
siquiera en una recompensa, es muy bueno, pero eso no constituye servicio
desinteresado. No quieres nada por ello, pero quieres que la gente diga que eres un gran
Karma Yogui. Si dices, “Yo voy a lavar la ropa de este hombre cuando él no esté aquí,
de modo que nadie lo sepa…” ¿Puedes completar esa oración? “…de modo que nadie
sepa que yo lo he hecho”. ¿Es eso servicio desinteresado? ¿Es posible para un buscador
bebé, como la mayoría de nosotros, siquiera entender lo que significa ser desinteresado?
Lo que estamos tratando de lograr en nuestra práctica de Karma Yoga es minimizar el
egoísmo (lo cual es muy importante desde el punto de vista de nuestra evolución
espiritual y del bienestar social); pero eso no es ser desinteresado. ¿Qué es desinterés?
En el Bhagavad Gita, se menciona un Samadhi muy especial.

Brahma’rpanam brahma havir-brahmagnau brahmana hutam


brahmai’va tena gantavyam brahmakarmasamadhina (IV. 24)

“Para alguien que está desprovisto de apego, que está liberado, cuya mente está
establecida en el conocimiento, que trabaja por sacrificio (por Dios), toda acción se
disuelve”. Brahma-karma-samadhi – “Este Samadhi (o estado de total desinterés) se
alcanza cuando hay experiencia directa de la simple verdad de que lo único que existe
es Brahman”. Punto final. Ni siquiera dices, “No hay nada más que Brahman en el
mundo” porque entonces estás creando un mundo. El que habla es Brahman, el hablar es
Brahman, las palabras son Brahman, el medio por el cual esas palabras (vibraciones
sonoras) se trasladan es Brahman, los órganos que reciben esas vibraciones son
Brahman, la persona que entiende eso es Brahman. De la misma manera, todas las
acciones tienen lugar en Brahman – ni siquiera hay acciones, sólo Brahman. A la luz de
la verdad, ¿hay algo llamado ser? ¿Dónde hay algo llamado sujeto de la acción, motivo
de la acción, persona hacia la que se dirige la acción y un fin para la misma? Nada de
eso existe. Alguien que está totalmente establecido en esa experiencia es un Karma
Yogui.

La esencia fundamental del Karma Yoga es el desinterés o la experiencia de que no hay


ser – en el sentido de ego, sujeto de la acción o sujeto del disfrute. La experiencia de la
inexistencia del ser es coexistente con la experiencia de que “Sólo existe Brahman, no
hay diversidad”. Cuando hay experiencia directa de esa verdad, hay total desinterés. La
acción que fluye del desinterés es Karma Yoga.

¿Cuáles son las características de tal acción? Vita-raga-bhaya-krodhah – cuando uno


está establecido en la Experiencia del Ser, Raga (atracción), Bhaya (temor) y Krodha
(ira) están totalmente ausentes. Hay total desapego, completa ausencia de temor y de
odio. Esa es la definición fundamental de un Karma Yogui según el Bhagavad Gita.
Cuando se pierden esas debilidades, no se pierde la acción, no cesa la vida. La vida
fluye sin Raga, Bhaya y Krodha, porque no hay ser que se apegue a nada, que odie nada
o que tema a nada.

Cuando se ve esta unidad suprema, ¿cómo pueden surgir la ilusión o la pena? Cuando
sólo existe Uno, no surge la posibilidad de que “yo” me apegue a “ti”. Antes de que yo
pueda experimentar una atracción hacia ti, antes de que pueda surgir la posibilidad de
apegarme a ti, debe haber una división. Cuando no la hay, ¿qué sentido tiene el estar
apegado? No puedo saber que esa división ha desaparecido porque el “yo” continúa
existiendo sólo mientras la división existe. El “yo”, el ego, el ser individual, ciertamente
puede saber que hay apego, que estoy apegado a ti. Mientras prevalezca ese apego, no
habrá desinterés ni Karma Yoga. Pero, por favor, traten de investigar y entender todo
esto, y de encontrar la verdad. Podrían volverte menos egoístas.

Ese esfuerzo también es llamado Karma Yoga. A menudo, Gurudev señalaba que
mientras sólo la perfección es yoga, también pueden incluirse el esfuerzo y la lucha por
la perfección en una definición más amplia de Yoga.

Arurukshor-muner-yogam karma karanamuchyate. (VI.3)

“Se dice que para aquél que se esfuerza por alcanzar la meta, la acción es el medio”.

Yogarudhasya tasyai’va samah karanamuchyate (VI.3)

“Cuando uno ha alcanzado el estado de Yoga, hay completa serenidad interior”. Pueden
incluirse ambas afirmaciones en la definición amplia de Yoga.

Cuando hay Experiencia del Ser – y por lo tanto la experiencia directa de que el ego es
inexistente – hay un desinterés natural y un Karma Yoga espontáneo. Eso es lo que uno
veía en Shri Gurudev. Era totalmente desapegado aunque cuando uno estaba con él,
parecía que estaba muy apegado a ti. Ha habido ocasiones en que incluso parecía que X
era muy querido para él. Había un Swami aquí que no era técnicamente discípulo de
Gurudev pero era más que un discípulo de Gurudev. Un perro rabioso lo mordió y
Gurudev hizo todo lo necesario para su recuperación. Lo envió al hospital para que lo
atendieran. Cuando, a la mañana siguiente, llegó un telegrama diciendo que estaba
mejorando, nadie pudo estar más contento que el mismo Gurudev. Cuando más tarde
llegó otro telegrama diciendo que había muerto, Gurudev pareció visiblemente
conmocionado. Cuando trajeron el cuerpo, a la mañana siguiente, ni siquiera lo miró.
Esa noche, tuvimos una plegaria por su alma y luego se olvidó todo completamente.
Nunca volvió a mencionar el nombre de ese hombre o lo que éste había hecho.

Desapego no significa indiferencia. Cuando estabas con Swamiji, él no pensaba en


ninguna otra cosa, era como si tú fueras toda su vida. Si te ibas, podías irte para
siempre, ¡no había problema! ¿Qué es eso? Es amor supremo e intenso, pero sin apego.
Hay actividad intensa, servicio intenso, pero sin apego. Desafortunadamente, debido a
que tratamos de entender esto con la mente, ésta quiere darle la forma que le gusta – lo
que significa aislarlo de otras cosas y luego compararlo con otras. Cuando la mente trata
de comprender esto, lo convierte en una definición: “Esto es amor”, “Esto es apego”,
“Esto es desapego”. No se pueden definir esas cualidades sutiles. Cuando uno vive con
alguien como Swamiji, lo ve pero lamentablemente, aún entonces, la mente que salta
como un mono está allí tratando de comprender el significado de las acciones de esos
grandes seres. Él no vivió su vida para que nosotros lo entendiéramos, no dio el ejemplo
para que pudiéramos leer el mensaje de su vida sino que vivió porque… vivió. ¿Qué
más querías que hiciera?

¿Es posible observar tal vida sin que tu mente participe de ello? Si la mente
verdaderamente la observara, quedaría perpleja – por ejemplo, en un momento parecía
que le tenía mucho cariño a este Swami y al siguiente momento lo ignoraba por
completo. Podrías pensar que sólo aparentaba hacerlo – pero no, él no podía aparentar.

El “yo” no entiende. Luego surge algo en ti que comprende que eso es amor, un amor
totalmente libre de apego. Ese amor está allí debido a la completa ausencia de egoísmo
– la que existe en razón de la experiencia directa de Brahman, la Unidad Infinita.

Ausencia de apego, temor y odio


Karma Yoga no es sólo hacer algo sin esperar recompensa. Una cosa es esperar y otra
completamente diferente es recibir sin esperarlo. Gurudev se dio a sí mismo, dio su
servicio y su conocimiento a otros sin esperar nada a cambio. Pero él también te daba la
oportunidad de mostrar tu gratitud, tu aprecio, tu devoción. Él no lo quería y no se
hubiera sentido desilusionado en absoluto si te ibas, pero no era egoísta como para
rechazarlo. El que espera recompensa es el ego y el que rechaza una ofrenda también es
el ego. Una vez me dijo, en pocas palabras, “No pidas, no rechaces”. No esperar una
recompensa no es exactamente lo mismo que rechazarla, pero eso no es lo único que
constituye Karma Yoga. Karma Yoga es servicio desinteresado.

Por lo tanto, para ser un Karma Yogui, el juego del ego debe terminar. Así como no se
puede ver la oscuridad, tampoco se puede ver el ego. Es como una sombra – está y no
está – pero pueden verse sus efectos y actividades. Un efecto es Raga, la acción mental
o psicológica de colorear. Raga no es meramente deseo o apego sino el color mental que
genera tal apego. Generalmente, se tiene el sentimiento de que este objeto o esta persona
es una fuente de placer, seguridad y felicidad. Cuando prevalece esta actitud, la mente
corre tras ese objeto o esa persona. Gurudev estaba totalmente libre de esto, a tal punto
que era capaz de detectarlo en sus discípulos. Les daré un ejemplo. Al comienzo, aquí
no había servicio de impresión; entonces, Swamiji le permitió publicar sus libros a
varias agencias privadas. Cuando adquirimos la imprenta que podía imprimir y
publicarlos aquí, varios libros fueron retirados de las editoriales. Se trató el caso de una
de ellas. Un discípulo mayor sugirió, “¿No sería mejor dejar el libro con el editor,
Swamiji? Él ha trabajado duro y ha ganado cierto dinero con ello, por supuesto, pero
también ha hecho muchas impresiones, publicaciones y distribuciones”. Swamiji
permaneció en silencio durante unos minutos, luego repentinamente se dirigió hacia él
diciendo, “Siempre que vas a la ciudad, paras en su casa, ¿no es así? La mente está
coloreada”. No era que él estuviera a favor del editor pero, debido a que la mente estaba
coloreada, eso parecía estar bien. Ver esto demanda una tremenda perspicacia.

Toda tu mente está coloreada, llena de prejuicios. Por lo tanto, ¿con qué vas a ver ese
prejuicio? Sólo una persona de gran entendimiento puede realmente hacer eso. Puede
que se te diga que tus acciones, pensamientos, palabras y obras están llenas de
prejuicios, pero no eres capaz de verlo porque toda tu mente está coloreada. No sabemos
si el apego surgió primero y después vino el placer, o si primero hubo placer y luego
vino el apego, pero la existencia de ese color – de afecto, de apego – denota el juego del
ego. Mientras eso esté allí, no hay Karma Yoga.

Otro efecto es Bhaya. Bhaya es temor psicológico. No es el temor que experimentas


cuando estás en la calle y un camión se dirige hacia ti. Es otra cosa. El temor
psicológico es totalmente irracional, basado solamente en la imagen del ego y su juego.
Quieres que algo suceda, temes que no suceda; quieres que algo no suceda, temes que
pueda suceder. Temes perder tu reputación, temes que tu placer pueda terminar. Temes
a la vejez y a la muerte. A menos que todos nosotros muramos jóvenes, la vejez es
inevitable. Incluso si escapas a la vejez, no puedes escapar a la muerte. No tiene sentido
temer a la muerte y, aún así, ese temor irracional existe en nuestros corazones. ¿A qué
se debe? Esa es otra actividad del ego. Si eres capaz de observar esto y rastrearlo hasta
su origen, descubres al ego.

Swamiji estaba totalmente libre de temor psicológico. Es posible que ustedes hayan
visto a algunos santos (principalmente ascetas errabundos) que también parecen actuar
sin temor. Pero Swamiji era un caso particular; era la cabeza de una organización
mundial, millones lo consideraban Jagat-Guru y encarnación de Dios. La fama es uno
de los mayores impedimentos para el que no está despierto, porque el ego busca la fama
y la fama promueve al ego. Por lo tanto, si el ego todavía está allí, vivito y coleando, la
fama es un desastre. Te ata, te atemoriza. Temeroso de la opinión pública, harás
cualquier cosa y desistirás de hacer cualquier cosa con tal de preservarla. Swamiji
estaba totalmente libre de todo eso. No hacía lo que era incorrecto, no porque temiera a
la opinión pública sino porque no era correcto. Si no era correcto, nada en el mundo lo
convencería de hacerlo. Hacía lo correcto y no consideraba en absoluto lo que la gente
dijera por ello. Una vez, alguien dijo, “Temo exponerme frente a toda esa gente”. Él
dijo, “Si temes hacer algo, hazlo inmediatamente y libérate así del temor”. No era un
Swami desnudo, estaba siempre vestido decentemente y con buen gusto, pero al
comienzo del verano o la primavera, se sentaba a orillas de la Ganga, cubierto sólo con
un Langoti y untado con aceite. No le importaba – podías mirar, podías reírte, podías
hacer lo que quisieras, era tu problema, no el suyo. No tenía miedo de lo que la gente
pudiera pensar o decir. Él creía también en toda clase de métodos naturales de salud.
Cuando amanecía, él exponía sus dientes y encías al sol, y sacaba la lengua sin la menor
vacilación o conciencia de ego. Ustedes y yo podemos hacer eso porque somos
insignificantes. Pero recuerden que era Swami Shivananda – si estornudaba, toda la
ciudad lo sabía. Él hacía lo que consideraba correcto sin tener en cuenta la crítica.

Antes de que se estableciera el Ashram, éste ya era bastante famoso. En aquellos días,
era inaudito que un Swami de su estatura (y un Advaita Vedantin) cantara Kirtan y
danzara. Creo que los que pertenecían a otra escuela se reían de él pensando que era una
especie de actor. Sentían que un santo debía ser circunspecto y serio, que debía estar
todo el tiempo contemplando a Brahman. ¿Pero no debía rechazar al mundo para
obtener a Brahman? Esa filosofía no le atraía a Gurudev. Mucho después, encontré a
uno de aquellos Swamis mayores, un gran hombre, que me dijo, “Sabes, en aquellos
días, cuando Swamiji solía cantar y danzar en escenarios públicos, algunos de nosotros
llegamos a criticarlo. Pero ahora comprendemos que él tenía razón y que nosotros
estábamos equivocados.

En verdad, nada lo desviaba de lo que quería hacer, de lo que era correcto según las
circunstancias. Gurudev no temía al contagio en absoluto. Los médicos se lavaban las
manos con lisol incluso si te tocaban la mejilla, pero él no le temía a nada de eso. Hubo
un hombre que tenía el tipo más virulento de fiebre amarilla – murió de ello. Swamiji
solía visitarlo y después no se bañaba ni se cambiaba de ropa. Solía visitar incluso a
gente peligrosamente enferma de cólera y fiebre tifoidea. Él los podía tratar sin ningún
temor en absoluto. Nunca lo escuché filosofar sobre estos temas. Podías ver lo que hacía
y algunas veces era tan dramático, tan tremendo que ni siquiera nos animábamos a
preguntarle por qué lo había hecho.

¿Cuál es la filosofía detrás de esto? Los discípulos extrajeron la filosofía. A él no le


interesaba. Estoy enfatizando esto porque tengo el profundo sentimiento en mi corazón
de que cuando uno está tentado de filosofar, esto se debe a que tiene temor en forma
muy sutil o deseo de ser respetado y admirado. Todo eso es el juego del ego. Si la
conducta es natural, uno no filosofa. En el caso del hombre desinteresado, este temor
está naturalmente ausente, no aparenta que esté ausente, no exhibe la ausencia de temor
en él. Una vez más, ese es el ego, no hay desinterés.

Gurudev tampoco tenía temor de perder su reputación. Yo nunca he visto a un gran


hombre de su estatura hacer lo que él hacía. Él alimentaba, vestía, daba refugio y
cuidaba a personas que lo criticaban. Si uno era un Sadhaka con cierta aspiración
espiritual que valía la pena preservar y promover, o si tenía talentos y facultades que
pudieran ser de utilidad para el público, él le permitía estar aquí incluso si lo criticaba
directamente en su cara o por la espalda. Y, aunque pareciera extraño, podía glorificarlo
sabiendo que lo estaba criticando. Una vez más, estoy extrayendo yo estas conclusiones.
Él nunca trataba el tema.

A él nunca le preocupó la opinión pública. Ésta se ocuparía de sí misma. Hay una


historia muy interesante que escuché de un Swami muy mayor, Swami Paramananda.
Parece que durante una Kumbha Mela en Haridwar, en 1930, alguien hizo correr el
rumor de que Swami Shivananda se iba a casar. Un discípulo de Swami Shivananda
vino furioso con la noticia. Cuando Swamiji se enteró, dijo, “Está bien, ¡levantemos una
plataforma para él! Que diga todo eso desde la plataforma. La gente que lo escuche
vendrá para presenciar el matrimonio o para averiguar si es cierto o no, entonces les
daré “Veinte Instrucciones” y los haré cantar los Nombres del Señor”. Estaba total y
completamente libre de temor.

Hay otro incidente. Llegó a aquí una mujer joven. No dio su nombre ni dijo de donde
venía, sólo dijo “No estoy casada y estoy embarazada. Vine a Rishikesh a suicidarme,
no tengo fuerzas”. Swamiji no le hizo ni una sola pregunta y no importaba la opinión
pública. Inmediatamente, mandó a comprar dos o tres saris porque ella había venido
sólo con el sari que llevaba puesto. Alguien tuvo que desocupar una habitación para
ella. Todo se arregló en media hora. Ella vivió aquí algunos meses, luego Swamiji la
envió a la ciudad para dar a luz, asistida por uno de sus devotos. Cuando el bebé nació,
él escribió a una pareja que quería adoptar un niño. La joven vino con el bebé, se lo dio
a la pareja y todos se fueron.

Cuando era lo correcto a hacer, no había cuestión de temor. Pero hay que recordar que
esto era muy distinto de una actitud de arrogancia. No era por arrogancia o desinterés
por lo que la gente pensara sino que “Era lo correcto y había que hacerlo sin miedo”.

La cualidad espiritual de ausencia de temor o Abhayam es muy diferente de la


arrogancia, la altivez o el desafío – cualidades que son Rajásicas y totalmente no
espirituales. Abhayam surge de un entendimiento de la unidad fundamental básica de la
existencia, es decir, “Yo no te tengo miedo, no porque sepa que soy superior o más
fuerte que tú sino porque sé que somos uno”. Sólo cuando el Yogui ha entendido esta
unidad, hay ausencia de temor, lo cual no es desafío ni arrogancia sino una
consecuencia natural de ese entendimiento. Eso es lo que vimos en Swamiji. Él era
natural y genuinamente humilde, y estaba siempre ávido de adaptarse. Por lo tanto, no
era desafío.

Una de las cualidades o virtudes básicas que se encuentran en un Karma Yogui es que
siempre está listo para adaptarse, ajustarse y acomodarse. Si eres incapaz de hacerlo, no
puedes practicar Karma Yoga, no puedes servir a la humanidad, no puedes servir a
Dios. “Adáptate, ajústate, acomódate” no es un evangelio de debilidad, de inclinarse
porque no puedes mantenerte de pie sino un signo de la fuerza de la sabiduría. Por lo
tanto, esta ausencia de temor es muy diferente a lo que ustedes y yo podemos imaginar.
Un hombre intrépido – según nosotros – es un hombre desafiante que puede desafiar a
la opinión pública, pero la valentía de Swamiji era nacida de un entendimiento
espontáneo de lo que era correcto. Por consiguiente, cuando hacía algo, no lo hacía para
desafiar a la opinión pública sino sin temor a la misma. Nunca discutía acerca de sus
convicciones, ni respondía a retos o trataba de convencer a sus oponentes. Si eras su
discípulo y creías que tenías razón y que él estaba equivocado acerca de cómo había que
hacer algo, algunas veces decía, “Está bien, hazlo a tu manera”. Más tarde, ¡descubrías
que tú estabas equivocado y que él tenía razón!”. Si era un extraño el que trataba de
discutir con él, Gurudev no entraba en discusión en absoluto. Escuchaba con mucha
atención y paciencia todo lo que la otra persona tenía para decir– y luego le ofrecía una
taza de té, unas frutas y algunos libros. ¿Qué había pasado con la discusión? Él seguía
haciendo lo que sabía que era bueno con el valor basado en el entendimiento de la
unidad. Tal vez, sentía que un día nosotros también lo entenderíamos, porque somos
uno.
En el Bhagavad Gita, se usa Krodha o ira como sinónimo de odio o aversión.
Asociamos el odio con cierta clase de conducta agresiva. Sin embargo, la conducta
agresiva es sólo un aspecto del odio. La causa fundamental del odio es el juicio. Juzgas
que la otra persona está equivocada, que es malvada, tonta, necia o incorregible, y
entonces la odias. Comienzas a encubrir ese odio diciendo, “No lo odio, odio su
conducta”, como si fueras capaz de ejercitar un juicio tan fino. ¿Acaso tu juicio es tan
fino como para poder aislar el pecado del pecador y odiar esa cualidad abstracta del
pecado sin odiar al pecador? Si puedes hacer eso, muy bien, pero en la práctica
encuentras que es muy difícil. Swamiji solía decir, “El pecado es un error que un alma
bebé comete en el sendero de la evolución”. Cuando se adopta esta visión, no hay juicio.
Por ejemplo, si tu hijo hace algo tonto, no lo ejecutas sino que, si es necesario, lo
reprendes muy amorosamente. ¿Por qué entonces cuando viene de otro, te pones tan
nervioso, lo juzgas severamente, lo condenas y lo odias?

El odio está también asociado con el temor. Siempre odias a la persona que temes y
temes a la persona que odias. Por consiguiente, cuando el temor está ausente, no hay
mucho lugar para el odio y cuando el juicio está ausente, no hay lugar para el odio en
absoluto. Una vez más, vemos en ello el reconocimiento de la unidad. Ese era el factor
básico en la vida de Swamiji y lo es en Karma Yoga. Es imposible practicar Karma
Yoga sin la experiencia directa de la unidad. El servicio desinteresado es imposible
mientras el ego continúa jugando esas malas pasadas de generar apego, temor, odio o
aversión. Mientras estas tres cualidades permanezcan en nosotros, el desinterés no es
posible. Uno puede esforzarse por lograrlo, pero no lo experimenta debido a que en ese
momento el desinterés no es real. En ese momento, ¡el ego es real! ¿Cómo se vuelve
real el desinterés? Sólo cuando se experimenta que ese ego es irreal, surge el verdadero
desinterés sin ninguna dificultad en absoluto.

Los psicólogos han dicho que nacemos con estos tres rasgos: Raga, Bhaya y Krodha –
amor, temor y odio – lo que sólo significa que todos los seres vivos que tienen noción
de ego poseen esas tres cualidades desarrolladas o que esas tres cualidades juntas
constituyen el ego. Por lo tanto, si se eliminan estas tres cualidades, el ego está ausente;
o si se elimina el ego, estas tres cualidades están ausentes. Una cosa va con la otra.
También se puede ver que – asumiendo que ellas nazcan con toda criatura – estas
cualidades engordan con el paso de los años, porque el ego se está formando todo el
tiempo. Estas tres cualidades también ganan fuerza e impulso con el paso del tiempo, de
modo que un niño es menos temeroso que un adulto; y el niño tiene apego e ira
momentáneos, éstos no perduran como en el adulto. En el caso de Swamiji, si acaso
llegaba a enojarse, su enojo era muy fugaz y momentáneo. Nunca guardaba rencor. Esa
era su característica. Hay Swamis que podrían estar todo el tiempo sonriendo, pero
guardan rencor y te destruyen. En el caso de Swamiji, no era así. Rara vez se enojaba y
muy a pesar suyo, pero era como si el interruptor estuviera en sus manos. Creo que en
toda mi vida aquí con él, durante unos diecisiete años, vi eso sólo en dos ocasiones. No
querría verlo otra vez. Estaba feroz. Después de manifestar esa ira durante
aproximadamente uno o dos minutos, sonrió y todo se había olvidado. La situación lo
demandaba, así que deliberadamente él encendió la ira y cuando ya no hubo necesidad,
la apagó. Era hermoso de observar. Una vez más, no era ira como la que ustedes y yo
conocemos sino ética de la situación. Por lo tanto, él estaba fundamentalmente libre de
esas tres cualidades.
Incluso un sabio tiene lo que se llama Lesha-avidya, sólo una leve Avidya o ignorancia.
Se da el ejemplo de la camisa incandescente. Cuando enciendes la camisa de una
lámpara de gas, lo que ves no es lo que la camisa era antes de que comenzaras a usarla.
Esos hilos están todos quemados y aún así, mientras no la toques, mantiene su forma.
En cuanto la tocas, se desintegra. El sabio es así. Puede incluso parecer que tiene esas
cualidades – Raga, Bhaya y Krodha – pero sólo parece. Su personalidad ha sido
quemada en el fuego del conocimiento. Por el momento, debido a que lleva este cuerpo
y parece funcionar en este mundo físico, surge en él la apariencia de una personalidad y,
por lo tanto, la apariencia de esas cualidades.

Sé un instrumento
En el Bhagavatam, hay una historia muy hermosa. Krishna estaba caminando por un
bosque con sus amigos, los pastores y sus vacas. En el camino, ellos vieron un árbol
cargado de frutas. Krishna llevó a sus compañeros hasta el árbol y les dijo, “Amigos,
miren esto. ¿Cuándo seremos como este árbol? Cuando el árbol está cargado de frutas,
se inclina, mientras que si un hombre está cargado de frutas, se vuelve más arrogante. Si
fuéramos incultos o pobres, probablemente seríamos humildes, pero en cuanto tenemos
un par de diplomas o nos enriquecemos, menospreciamos a todos los demás. Incluso si
uno piensa que tiene algunas virtudes (frutas), de repente se vuelve arrogante. Cuando
está cargado de frutas, el árbol se vuelve más y más humilde, y dice, ‘Ven, por favor,
toma’, sin regatear en absoluto. Es así que, en cierto modo, ¡son sólo los árboles los que
practican Karma Yoga en el verdadero sentido!”

En Karma Yoga, se consideran muy importantes algunas Bhavanas o actitudes. Una es


Nimitta-bhavana. Nimitta es un instrumento. Por ejemplo, la lapicera en tu mano es un
instrumento. Aunque sea la lapicera la que en verdad escribe y no el escritor, tú eres el
escritor.

Nimittamatram Bhava savyasachin (XI. 33)

Krishna dice, “Yo soy el sujeto agente de todas las acciones, sé Mi instrumento”.
Aunque sea la perfección en esta Bhavana lo que constituye Karma Yoga, incluso un
intento por cultivarla puede ser llamado Karma Yoga en la práctica. Gurudev lo
recomendaba.

Considerarte un instrumento en manos de Dios es muy bueno, para comenzar, pero


alguna que otra vez considera este factor. Como instrumento en las manos del hombre,
¿la lapicera determina lo que se debe hacer y lo que no? ¿Es posible para ti estar
inconsciente de que eres un instrumento en manos de Dios y aún así serlo? Eso fue algo
extraordinario que hemos notamos en la vida de Swamiji. En todos esos años, tal vez en
dos o tres ocasiones solamente puede que yo lo haya escuchado decir, “Soy un
instrumento en manos de Dios”. Y eso era cuando lo glorificaban. Si eres un
instrumento en manos de Dios, puede que ni siquiera lo digas. ¡La lapicera no lo dice!
La persona que dice “Soy un instrumento en manos de Dios”, puede que realmente lo
sienta o que no, y está el riesgo de destacarse y volverse así una persona egoísta. Así
que aquél que ha experimentado que es un instrumento en manos de Dios se vuelve
verdaderamente un instrumento en Sus manos sin siquiera sentir la necesidad de tener
que decirlo o pensarlo.

Uno sabía que Swamiji vivía en ese espíritu observando lo que él hacía y cómo lo hacía.
En todas sus acciones personales, la motivación estaba completamente ausente. Sabes
que estás viviendo en el espíritu de un instrumento cuando no existe el más mínimo
interés egoísta en tus actividades. La lapicera escribirá las palabras “bueno” y “malo”
con igual facilidad, sin interrogarte. Escribirá de izquierda a derecha o de derecha a
izquierda sin ninguna motivación en absoluto, sin pensar en el pasado o en el futuro.
Similarmente, un Karma Yogui hace en forma totalmente espontánea lo que el Ser
Supremo determina que haga. Eso es lo que veíamos en Swamiji todo el tiempo. Hacía
todo con tal espontaneidad y pureza, sin ningún cálculo, sin ninguna motivación, de
modo que podías ver que no lo estaba haciendo porque quería construir o destruir algo.
En una ocasión en el Ashram enfrentó la bancarrota, él dijo, “Accha, no hay dinero.
Está bien, iremos a Rishikesh y mendigaremos nuestra comida”. ¡Decía esto de forma
tan simple! Sin ninguna decepción. Ustedes y yo podríamos ponerle al mal tiempo
buena cara, pero él estaba alegre, feliz. Esto sucedió cuando tenía más de sesenta. Dijo,
“Yo no podré caminar hasta Rishikesh para mendigar el alimento, así que alquilen una
tonga (carro tirado por caballos) para mí”. De haber tenido dinero para alquilar una
tonga, podríamos haberle dado la comida aquí. Lo que él comía era lo suficientemente
barato como para cubrir el alquiler de la tonga, pero aún así dijo que iría con nosotros al
Kshetra para mendigar la comida, sólo que iría en una tonga. Ese era el Espíritu
Supremo. Observando esto, uno comprende lo que significa ser un instrumento en
manos de Dios.

Otro Bhavana es Narayana o Atma-bhavana – esto es ver a Dios en todos, servir a Dios
en todos. Por favor, recuerden que no es “Yo sirvo a Dios en todo, sino “Servir a Dios
en todos”. El “yo” ya ha sido transformado en un instrumento. En la medida en que el
servicio continúa, se lo dirige hacia el mismo Ser Omnipresente, el mismo Dios
Omnipresente. Está en el Bhagavad Gita, en el capítulo 18.

Yatah pravrittir-bhutanam yena sarvamidam tatam


svakarmana tam-abhyarchya siddhim vindati manavah (XVIII. 46)

“El hombre obtiene perfección considerando todas sus acciones como flores ofrecidas a
los pies del Dios Omnipresente”. Todo el que viene a ti te da una oportunidad de servir
a Dios en y a través de él. Es como si Dios Mismo viniera a ti en esa forma para darte
una oportunidad de adorarlo. Hemos oído esto por lo menos un millón de veces, pero
hay que verlo. Otros que estuvieron con Swamiji en Svargashram y en Malasia me
contaron que si servía a alguien – si presionaba tus pies porque te dolían o hacía algún
pequeño servicio – observar su rostro era casi una visión conmovedora. Si podía darte
algo, su rostro se iluminaba. Él se deleitaba, su rostro y sus ojos irradiaban gratitud. El
aspecto de su rostro era algo extraordinario. Su semblante decía “Estoy sirviendo a
Dios”. Puede que él lo haya dicho o que no, pero su rostro transmitía ese mensaje.
Servir a Dios en todos es la forma más elevada de adoración.

Estos dos Bhavanas son esenciales para Karma Yoga. Aunque uno piense en ellos y
practique contemplación y meditación en esos Bhavanas, creo que debe vivir con
alguien que viva en ese espíritu para poder embeberlo.
Bhakti Yoga
Obviamente, la práctica de Karma Yoga (como opuesta al mismo Karma Yoga) debe
apoyarse en o depender de Bhakti o Jñana. Karma Yoga en su sentido más puro es
Experiencia del Ser, lo que constituye la meta de cualquier forma de Yoga, pero el
hecho es que nuestra vida diaria de Karma Yoga no es perfecto Karma Yoga sino sólo
un intento en ese sentido. Cuando la creencia común era que se podía practicar Karma
Yoga independientemente incluso como previo a Bhakti o Raja Yoga, fue Gurudev
quien señaló que incluso para practicar Karma Yoga uno necesita cierta idea de Bhakti o
Jñana.

El punto de vista ortodoxo era que todos sufrimos de un triple problema – Mala,
Vikshepa y Avarana. Mala es impureza de corazón, mente, hábitos, tendencias y
Samskaras. A menos que se elimine totalmente la impureza, el progreso espiritual es
imposible. Una vez que uno ha eliminado la impureza mediante Karma Yoga, aborda
Vikshepa, la inquietud mental. Para eso, se prescribían Bhakti Yoga y Raja Yoga.
Cuando las impurezas se han ido, cuando el corazón y la mente están puros y firmes,
uno puede ocuparse de Jñana para eliminar Avarana, el velo de ignorancia. En ese
contexto, Karma Yoga sólo significaba la realización de las funciones rutinarias
ordenadas por las escrituras (ni siquiera quiero llamarlas deberes). Todo el día estaba
lleno de rituales desde las 4 de la mañana hasta las 10 de la noche. Cuando se hace eso
sin motivos egoístas – ni siquiera el interés de ir al cielo, entonces purifica el corazón.

El otro tipo de Karma yoga del que hemos estado hablando – el del Bhagavad Gita –
debe necesariamente tener Bhakti o Jñana como base, porque ciertamente al comienzo
de nuestra carrera espiritual, siempre que uno hace algo – incluso sentarse y meditar,
hacer un Mala de Japa o algún Seva (servicio) a sus compañeros o al Guru – puede que
encuentre que es muy difícil no tener alguna motivación. La mente comienza a
preguntar “¿Por qué estoy haciendo esto?” Incluso si te rehúsas a dar una respuesta, la
mente la provee. Puede incluso decir, “Yo estoy practicando Karma Yoga” – lo que
indirectamente significa que quiero obtener la iluminación. Aún cuando lavo tu ropa
sólo un día en un espíritu de Karma Yoga, digo “Me estoy liberando de todas las
miserias del Samsara y obteniendo beatitud eterna”. Pero eso es también una
motivación; por lo tanto, no es Karma Yoga. De allí que uno deba incluir Bhakti o
Jñana. Bhakti es más simple.

Swamiji tenía una característica extraordinaria, juntar lo que podía parecer


contradictorio. Estaba dispuesto a sumar, no a descartar. Les puedo dar un aspecto muy
gracioso de esta historia que se relaciona con sus hábitos diarios. Normalmente,
tenemos treinta y dos dientes, pero creo que él tenía algunos más. Tenía lumbago,
diabetes y reuma, y todo especialista que venía a verlo sugería que muchos de esos
problemas podían deberse a cierta clase de toxinas que se juntaban en los dientes y
decían que les gustaría limpiarlos. Swamiji se rehusaba; insistía en que no había que
sacar nada, pero estuvo de acuerdo en agregar agua oxigenada a su rutina diaria del
cuidado de los dientes. Después vino un especialista en cura natural. Él también hizo el
mismo diagnóstico pero dijo que Swamiji debería usar sal y aceite de mostaza. Entonces
se agregaron la sal y el aceite de mostaza. Después alguien dijo que debería usar carbón
molido. También se agregó eso. Finalmente, alguien sugirió el polvo dental que
manufacturamos ahora. Swamiji no sólo lo adoptó como su polvo dental sino que hizo
que se fabricara para distribuirlo a todos. “Lo que es bueno para mí es bueno para
todos”. Entonces la acción simple de cepillar sus dientes le llevaba de diez a quince
minutos en la mañana y era un gran ritual – primero esto, después eso, aquello y esto
otro. Así también creció el Kirtan con el que comenzaba la Satsanga. Primero era Jaya
Ganesha, Jaya Guru Adi Guru y Hare Rama, luego alguien dijo que necesitábamos la
gracia de Sarasvati. Se la agregó. Similarmente, Subrahmanya, Añjaneya, etc. De la
misma forma, se extendió el Arati de la noche. Se te permitía agregar tanto como
quisieras, pero no podías restar. No había que descuidar nada. Todas las sugerencias
para agregar eran aceptadas, había que incluir todo en este potente y gran Yoga llamado
Shivananda Yoga. Si había alguna contradicción, ¡la deidad invocada en esa plegaria
debía ser capaz de resolverla!

Aún en el caso de Bhakti Yoga y Karma Yoga, tenía una actitud bastante interesante. Si
le sucedía algo bueno – lo que nosotros llamaríamos buena fortuna o buena suerte, él
decía, “Oh, es la gracia de Dios”. Y si él hacía un milagro y venías y le decías,
“Swamiji, usted me tocó ayer y desapareció mi dolor de cabeza”, él te decía, “Oh, todo
eso es la gracia de Dios”. Esa es la actitud de Bhakti. Si sus piernas le estaban causando
problemas o si tenía alguna desgracia, decía “Todas estas cosas no existen” Desgracia,
dolor y sufrimiento no existen. En esos casos, adoptaba el método de Jñana. Él era una
combinación extraordinaria y hermosa de todas esas actitudes yóguicas.

En Bhakti Yoga, él combinaba inmediatamente todos los diferentes aspectos. En la


literatura ortodoxa de Bhakti, hay dos divisiones importantes: Gauna (lo que también se
llama Vaidhi Bhakti) y Mukhya. Vaidhi (o Gauna) Bhakti implica adherirse a normas y
reglamentos. Debes realizar una Puja cierto día, debes repetir un Mantra según ciertas
reglas, antes debes bañarte y demás. Swamiji se adhería a esas normas tanto como
podía. Por ejemplo, celebraba algunos festivales y al hacerlo, era muy ortodoxo.
Cuando lo observabas en tales ocasiones, podías pensar que era un Brahmin
extremadamente ortodoxo. La forma en que se bañaba, se vestía y se ponía el Tilak en la
frente daba la impresión de que era una persona rigurosa con las normas y los
reglamentos. En Shivaratri, no comía en absoluto y se mantenía despierto toda la noche
lo mismo que en Vaikuntha Ekadashi. En Ramanavami, ayunaba hasta el mediodía y en
Janmashtami, ayunaba hasta medianoche. Era muy estricto en su adhesión a las reglas.
En su propio Kutir, había un pequeño altar y él no comía sin hacer la adoración en el
altar. Había una pequeña imagen de Shiva (algunas veces, de Krishna) y solía ofrecer
flores y ondear una lámpara allí todos los días. A su modo, había desarrollado una
pequeña Puja y era muy regular en ello. Cuando todavía podía caminar, iba al templo
tres veces por día desde su Kutir.

El mensaje pareciera ser que cuando es posible adherirse a esas normas, ¿por qué no
hacerlo? Es el ego el que dice, “No quiero esas reglas”. Estás practicando Yoga para
resolver eso. Si la mente sugiere que no necesitas la Puja en el templo, eso es el ego. Por
supuesto que también es posible desarrollar el egoísmo de ir al templo y decir “Nunca
dejé la Puja ni por un día” o “Siempre medito tres horas en la mañana”. El ego se
mantiene haciendo algo – ir al templo, sentarse y meditar, hacer algunas Asanas, Japa,
Pranayama. Eres egoísta con respecto a eso. Si abandonas la Sadhana para evitar ese
ego-Sadhana, no te queda más que el egoísmo. Egoísmo más Sadhana es mejor que
egoísmo menos Sadhana.

En conexión con este Murti-Puja (adoración a un ídolo), notamos algo muy poco
común. Para él, las Murtis (ídolos) en el templo no eran meras estatuas sino la presencia
viviente. El Yogui se esfuerza por ver a Dios en todo. Si quieres ver a Dios en todo y te
rehúsas a verlo en esa Murti, eso es ignorancia, es ego. Así, adoptando la actitud
correcta hacia todo eso, una y otra vez te encuentras con tu ego. Es una hermosa
práctica si comprendes su valor y recuerdas que estás practicando Yoga para enfrentar
al ego. Si tu sincera intención es encontrar al ego, aplastarlo, eliminarlo o lidiar con él
de alguna otra manera, entonces todas estas cosas son de gran ayuda, porque ellas lo
hacen aparecer para que lo detectes. Aquello que se rebela dentro de ti es el ego.

Para experimentar la omnipresencia de Dios, debes verlo primero en la Murti. No es una


estatua sino la omnipresencia y, debido a que millones de personas han dirigido la
devoción de sus corazones hacia esa forma, la misma está dotada de Shakti o fuerza
propia. Conéctate con ella. Gurudev ha escrito muy bellamente que cuando adoras a una
Murti, ésta permanece como un ídolo pero tu devoción va a Dios. Él también era muy
aficionado a la Puja Manásica (mental). Se sentaba a orillas de la Ganga y ofrecía Puja
Manásica a la Gangá y al Himalaya porque ellos han sido mencionados particularmente
en el capítulo de Vibhuti Yoga del Bhagavad Gita como manifestaciones especiales de
Dios. Si estás en Europa, adora al Támesis o a los Alpes, pero si puedes, mira al
Himalaya como una manifestación divina. Cuando la mente está entrenada para ver a
Dios allí, aprende a conectarse con Dios. En ese proceso, o bien el ego se quita del
medio (lo cual es una bendición) o, si aparece, tienes una oportunidad de lidiar con él.
Si eres capaz de contemplar a la Ganga y a los Himalayas y decir “Manifestaciones de
Dios, reverencias”, estás a salvo, pero si piensas que es sólo una montaña, que es sólo
agua, eso es el ego. Encuéntralo, elimínalo. Por lo tanto, Bahya Puja (adoración externa
de un ídolo) y Manásica Puja son importantes. No una o la otra sino ambas. Si
abandonas la adoración externa pensando que eres un experto en Puja Manásica, cuando
ésta se debilita, todo se pierde. Mientras que si te adhieres a la adoración externa,
probablemente ésta continúe ya sea que tengas o no el espíritu correcto. Éste puede ser
añadido uno de estos días.

Luego viene lo que se conoce como Para-puja (suprema) que es casi lo mismo que
Mukhya Bhakti. En Para-puja, consideras todo como manifestación de Dios y
consideras tu propia vida como una adoración continua. Hay numerosos himnos que
describen esto. Uno es:

Atma tvam girija matih sahacharah pranah shariram griham


puja te vishayopabhoga-rachana nidra samadhisthitih
sancharah padayoh pradakshinvidhih stotrani sarva giro
yadyat karma karomi tat tadakhilam shambho tavaradhanam.

“Este cuerpo es Tu templo (no “mi” cuerpo) y todos los disfrutes que experimenta a
diario son Tu adoración. El sueño profundo es en sí mismo Samadhi. Eres la Realidad
en este templo. Cuando las piernas caminan, lo hacen alrededor de Tu templo y todo lo
que la boca pronuncia es Tu alabanza. Así, oh Señor, todo lo que hago es Tu
adoración”. Eso es Para-Puja. Para hacer esto y tener este sentimiento interior, uno debe
haber tenido el entrenamiento y la práctica de la adoración a un ídolo y la Puja
Manásica.

Si había algo que le resultaba detestable a Swamiji era el puro hablar. Era una persona
demasiado práctica como para estar satisfecha con mera teoría. Incluso cuando llegó a
Para-puja, desarrolló su propio método de asegurarse de hacerlo correctamente y no
sólo imaginar que estaba en ese estado. Le gustaba mucho el capítulo Vibhuti Yoga del
Bhagavad Gita y solía recomendarlo a todos. En cuanto estaba listo para salir de su
habitación, lo primero que veía era el Himalaya. Se paraba allí tal vez unos cinco
segundos y se postraba mental y físicamente ante el Himalaya, luego hacía lo mismo
ante la Ganga. Cuando salía más tarde, al levantarse el sol, hacía reverencias mentales al
sol. Veía todo eso como manifestaciones de Dios. Luego solía pasar algunos minutos en
mi habitación que estaba cerca de la suya. Decía, “Haro Hara, Tat-tvam-asi, Om
Shantih, Banami Khuda Mubarak, Namah Shivaya, Namo Narayanaya, Namo
Bhagavate Vasudevaya, Namo Bhagavate… (usando el nombre del discípulo en
particular), Namo Bhagavati Ganga Rani, Hari Om Tat Sat”. No tenía nada que ganar o
perder haciendo esto o no haciéndolo. Cuando se apoyaba en su gran bastón y se dirigía
a cada uno de nosotros con “Namo Bhagavate fulano de tal” y ofrecía salutaciones, uno
podía ver que Eso era lo que él veía. No eran palabras vacías. Es una forma
extraordinariamente hermosa de hacer Puja, de Japa y de constante recuerdo de la
Divinidad. Le gustaba mucho esto.

Veíamos otra cosa hermosa cuando Swamiji venía a trabajar a la oficina. Él tenía
algunas imágenes colgando en la pared de enfrente y, cuando se sentaba en su silla,
solía girar y mirar a cada uno durante unos diez segundos. Haciendo todo eso, la mente
se reconectaba con la Divinidad. Es posible que durante nuestras actividades diarias,
esta conexión se pierda por más evolucionados que seamos. Puedes estar practicando
Bhakti, pero es posible que en el calor de las actividades diarias, esa conexión se
disuelva. Él no permitiría que eso sucediera. Si faltaba alguna de las imágenes, la pedía.
¡Ustedes y yo no lo habríamos notado siquiera! Él hacía esto todos los días. Eso era
imprescindible.

Luego venía la extensión de eso. Algunas veces, pelaba una naranja y se quedaba
arrojándola en trozos a la Gangá para los peces-dioses, y si un mono se sentaba allí,
también recibiría su parte. En aquellos días, las frutas eran escasas y no nos podíamos
dar el lujo de ellas, pero él sentía que si él podía tenerlas, el mono también. Veía la
presencia divina incluso en el estuche de sus lentes, en sus zapatos o en cualquier cosa
que manipulaba. Era una extensión del mismo Espíritu. Comenzaba con Krishna en el
templo y bajaba hasta los zapatos y el estuche de lo lentes, le presencia divina está allí.
Cerraba el estuche de los lentes con mucho cuidado; nunca vi a nadie que manipulara
las plumas estilográficas y los lentes tan suave y delicadamente como él lo hacía. Nunca
rompió ni un objeto pequeño en su vida. Si usaba las cosas, lo hacía con tanto cuidado y
dulzura que te daba la impresión de que estaba tratando con un bebé recién nacido. Aún
si tomaba la bufanda y la enroscaba en su cuello, lo hacía tan bellamente, tan
delicadamente, tan artísticamente como si fuera a lastimar al dios que estaba en ella si
no lo hacía así. Cuando venía al templo y ofrecía hojas de Bel al Shiva-lingam, las
colocaba con gran devoción y suavidad a los pies del Shiva-lingam. Una vez, durante
Shivaratri, él vino a la Puja, tomó algunas hojas y se sumó al Archana. Algunas caían en
el Lingam y luego noté que dejaron de caer. Levanté la vista para ver si necesitaba más
y vi que estaba ofreciendo las flores a la gente que estaba alrededor del templo,
adorándolos a ellos también. “Dios no está sólo allí, en la Murti, sino que también está
en ti”. Nadie notó esto y si yo no hubiera tenido la curiosidad de mirar para ver si él
tenía flores o no, tampoco lo hubiera notado.

Por lo tanto, Karma Yoga es efectivo sólo si nuestra práctica del mismo es acompañada
por un Bhakti Yoga completo. De otro modo, se convierte en hipocresía, servicio social
– servicio para obtener nombre, fama y todo lo demás. El servicio en sí mismo es bueno
pero no es Yoga, no es algo que te lleve a Moksha o liberación. Bhakti debe acompañar
la práctica de Karma Yoga día a día, momento a momento.

El Yoga de Swamiji
La actitud de Swamiji hacia la práctica de Karma y Bhakti Yoga – o de Yoga en general
– era la de que ninguna de ellos puede realmente ser aislado de los otros, que no puedes
volverte un especialista. Solía reírse incluso de los especialistas médicos, diciendo que
unos cien años atrás teníamos un médico para cada familia y que ahora hay una familia
de médicos para cada paciente. Desde su punto de vista (que parece ser absolutamente
correcto) Yoga es inseparable. No puedes practicar Karma Yoga, Bhakti Yoga o Hatha
Yoga aisladamente. Las Asanas practicadas aisladamente son gimnásticas. Hatha,
Bhakti y Karma Yoga están relacionados con la meditación y Jñana. Por lo tanto, la
verdad que él nos reveló fue que cada modalidad diferente de Yoga (si deseas llamarlo
así) involucra a todas las otras.

Karma Yoga supone Bhakti, sin Bhakti no hay Karma Yoga. Con Bhakti y con la
actitud correcta, puedes transmutar cualquier trabajo que hagas en Karma Yoga. Sin
Bhakti, incluso el trabajo más noble se convierte en servicio social. No es que
desalentemos o menospreciemos el servicio social sino que no es Karma Yoga. Swamiji
instruyó a un discípulo: “Cuando estés masajeando los pies de alguien, siente que estás
masajeando los pies de Dios. Sarvatah panipadam – todas las manos y todos los pies
pertenecen a Dios”. Si uno tiene ese espíritu, es Karma Yoga, de lo contrario, no es
Karma Yoga.

En Karma Yoga, debes estar libre de Raga y Dvesha, ya que Karma Yoga
necesariamente hace que te relaciones con otros, no puedes practicarlo aislado en una
cueva. Tienes que estar en sociedad, rodeado de personas, y debes servirlas. Buda dijo
algo muy interesante: “Nadie ha sido alabado por todo el mundo y nadie ha sido
condenado por todos”. Hay detractores aún para las encarnaciones de Dios. Rama,
Krishna, Jesús y Buda fueron todos criticados. Si ni ellos pudieron complacer a todos y
ganar la aprobación de todos, ¿qué posibilidades tienes tú? Es muy posible que si eres
muy afortunado, algunas personas te aprecien, pero el resto encontrará faltas en ti y te
criticará. ¿Puedes aceptarlo o ignorarlo? En este caso, Swamiji aplicaba un hermoso
principio dual. “Estoy sirviendo a Dios en ti. Om Namo Narayanaya. Pero si me
insultas, no es más que viento, no es Dios el que me está insultando. Así que cuando te
sirvo, hay Bhakti Yoga, cuando me insultas y yo me esfuerzo por no reaccionar, traigo
la teoría de Maya del Jñana Yoga – teoría de que el mundo entero es una ilusión – y tus
palabras insultantes no tienen significado en absoluto”.
El Yoga de Swamiji no era una broma. Él incluía simultáneamente la operación de
todos esos principios. De ese modo, el Karma Yogui tenía que estar dotado de los
principios de “Adáptate, ajústate, acomódate, soporta insultos, soporta injurias, esa es la
Sadhana más elevada”. No debes hacer esto en el espíritu de un mártir, es decir, “Me
encanta que me insulten, me gusta que me maltraten”, e ir a decirle a tus amigos que
cuando él te insultó, no reaccionaste. El insulto ni siquiera debe tocarte – lo que
significa que ni siquiera sabes que fue un insulto. Salió aire de la boca de esa persona y
no debe impresionarte en absoluto. Entonces no se forma ningún Samskara, no hay
resistencia ni disgusto. Si te vas a sentir dolido, no puedes practicar Ahimsa o Karma
Yoga, no puedes servir a todos con amor. Este es el ideal. Podemos desarrollar cierta
clase de Sadhana que nos lleve a este ideal y esa Sadhana también puede ser llamada
Karma Yoga, pero la esencia de Karma Yoga es alcanzar una posición en la que nada
hiera tus sentimientos. Nunca hieres ni eres herido. Si te sientes herido – ya sea que
reacciones o no, la potencialidad de una reacción está allí de una que otra forma. Puede
que no reacciones ni devuelvas el insulto a la otra persona, puede que no hagas nada en
absoluto, pero si vas y le dices a tu amigo, “¿Sabes? él me insultó el otro día y yo le
sonreí”, has creado un enemigo más para esa persona. Puede que tú no reacciones ¡pero
tu amigo sí! ¡Eso es violencia por poderes! No quieres golpear a la otra persona pero
alientas a otro para que vaya y lo golpee. Por lo tanto, si puedes sentirte herido, eres
violento, agresivo. Es el ego poderoso y agresivo el que se siente dolido, y mientras esa
sensibilidad esté presente, no hay no-violencia ni tampoco hay Karma Yoga – no
puedes servir a Dios en todos, no puedes ver a Dios en todos.

En este tema particular, Swamiji enseñó y practicó una confluencia de diversas


doctrinas, tradicionalmente atribuidas a diferentes modalidades de Yoga. El servicio es
considerado Karma Yoga, ver a Dios en ti es considerado Bhakti Yoga, tratar todas esas
cosas con indiferencia es considerado Jñana Yoga, pero aquí todo estaba mezclado.

Tampoco puedes practicar Bhakti Yoga en forma aislada porque, como dice el
Bhagavad Gita muy bellamente, “El devoto está profundamente interesado en el
bienestar de todos”. Lo que tú haces puede no ser tan espectacular como lo que hace
otro. Eso no es importante. No sé si ustedes conocen la leyenda relatada en el
Ramayana. Los Vanaras construyeron un puente sobre el océano para ir a Lanka. Eran
tan poderosos que podían levantar una montaña entera y arrojarla al océano. Estaban
haciendo esta tarea cuando una pequeña ardilla comenzó a husmear alrededor para
averiguar qué estaba pasando. La ardilla se preguntó qué hacer. Ella no podía levantar
una roca ni un árbol, entonces fue al océano y se mojó el pelo, rodó por la playa para
que su cuerpo acumulara arena, corrió hacia donde los Vanaras estaban haciendo la
construcción y se sacudió para que algunas partículas de arena cayeran en ese puente.
Cuando Rama vio esto, se dice que se alegró mucho y acarició el lomo de la ardilla con
tres dedos. Aún hoy se pueden ver las tres marcas blancas en el lomo de la ardilla. Lo
que otro puede hacer tal vez sea fantástico, pero lo que tú puedes hacer tal vez sea
algunos granos de arena. Eso es suficiente, porque lo que importa es el espíritu. Hay
docenas de historias que ilustran esto en el Mahabharata y otras escrituras. Lo que
importa no es la cantidad sino el espíritu.

Si eres un devoto de Dios, es imposible que no te ocupes del bienestar de todos los
seres, porque – en las palabras de Gurudev – comienzas a ver que Dios Mismo viene a ti
en diferentes formas. Si viene un enfermo, es Dios que viene a ti en esa forma; si viene
un hombre pobre, es Dios que viene a ti en esa forma para darte la oportunidad de
expresar tu devoción mediante el servicio. Cuando estás prestando ese servicio, si no
estás atento a lo que sucede dentro de ti, puede dejar de ser un servicio desinteresado y
devocional, y convertirse en servicio mecánico o egoísta. De modo que para preservar la
pureza del Bhavana (actitud interior), debes estar consciente de tu mente y tu corazón.
Eso es meditación constante. A menos que estés en un modo meditativo todo el tiempo,
es imposible practicar Karma o Bhakti Yoga.

Murti-puja debería pasar sucesivamente a Manasika-puja y Para-Puja. La diferencia


entre Manasika-puja y Para-Puja no es más que la actitud interior. Para saber que esa
actitud está presente, debes observarte siempre. Eso es meditación constante. De hecho,
desde ese punto de vista, uno hace Murti-puja para obtener una experiencia de lo que
significa ver a Dios en otra persona. ¿Cómo sabes que estás viendo a Dios en él? Vas al
templo y mientras estás haciendo la Puja, hay un sentimiento interior. Ese es el
sentimiento de estar en presencia de Dios. ¿Es ese el mismo sentimiento que tienes
cuando estás con todos o no? Por lo tanto, hay una piedra de toque en la cual evaluar. Si
no tienes el mismo sentimiento cuando estás en presencia de otro, significa que no estás
viendo a Dios en él. En el templo, sientes la presencia de Dios, aquí, sientes que este es
tu amigo, alumno o maestro. El ego es el que reacciona de forma diferente. Debes
observar eso. Si no aprendes a observarlo, nunca progresarás, nunca aprenderás a
practicar Karma Yoga o Bhakti Yoga.

Es muy importante aprender a servir a alguien, por ejemplo a tu propio Guru. Adorarlo.
Literalmente, sentir la presencia de Dios en él. Pero ¿por qué se prescribe Murti-puja?
Porque es más fácil. Esa imagen no tiene ego y, por lo tanto, es una entidad
completamente neutral – permanece allí impasible, inmóvil, sin pestañear – y entonces
tienes sólo un problema, tú mismo. Cuando sirves a tu Guru, se vuelve un poco más
difícil adaptarse, ajustarse y demás, porque él también está vivo y en cuanto lo miras, la
mente dice inmediatamente, “Él es fulano de tal. Él es así; no le gusta esto. Debo
complacerlo. Esto le va a agradar, esto le va a desagradar”. Aquí hay una relación
personal. En lo que respecta a la Murti, no hay relación personal posible, así que Murti-
puja es más fácil que Guru-puja.

Trata de aprender las lecciones simples de adoración, entrega, dedicación, amor, afecto
y devoción cuando haces Murti-puja, y luego aplícalas al Guru. Tu corazón se expande
en círculos concéntricos. Es posible que tengas un impulso, que todo explote y tengas
iluminación; también es posible que tu corazón tenga que expandirse en círculos
concéntricos. Primero haz Murti-puja, cultiva el Bhavana, observa tu corazón y tu
mente para ver cuál es el sentimiento cuando estás frente a algo que se considera Dios.
Luego ven a tu Guru, inclínate ante él, adóralo, observa si tienes la misma emoción o si
el ego se levanta y dice, “¿Qué clase de Guru es este? Me está atormentando todo el
tiempo” o bien, “Él no hace lo que yo quiero que haga”. ¡La estatua del templo no hace
lo que tú quieres que haga! Aquí hay una oportunidad para que estudies tu ego otra vez
y luego, lentamente, el ego abandonará la expectativa. Eres capaz de adorar a Dios en el
templo, puedes adorar a Dios en el Guru. Luego miras a tus Gurubhais y no tienes el
mismo sentimiento. Examínate otra vez. Es posible que de esta manera tu experiencia
de la omnipresencia de Dios se expanda en círculos concéntricos. Esto es Bhakti Yoga.
Si no entiendes esto, permaneces como un idólatra toda tu vida.

Aunque Gurudev estaba bien establecido en la forma suprema de Bhakti, no abandonó


la adoración al ídolo. Es el ego el que dice, “Yo estoy iluminado, por consiguiente, no
tengo necesidad de hacer esto”. Por lo tanto, hasta el fin de su vida terrenal, Swamiji
continuó con su adoración personal, aunque abrevió el tiempo que le dedicaba. Después
de 1956 o 1957, ya no podía subir la cuesta con facilidad, así que no venía seguido al
templo. Él no abandonó nada, pero cuando se volvió físicamente imposible, esto
disminuyó.

Una de las Sadhanas más importantes – no sólo asociada con Bhakti sino con Jñana y
todas las formas de Yoga – es Satsanga. En los ’40, la Satsanga consistía en el “Jaya
Ganesha” con que comenzaba y luego alguien recitaba un capítulo del Bhagavad Gita
en sánscrito – con o sin traducción. Después, Gurudev guiaba el coro con algún Kirtan y
otros leían los Upanishads, el Vishnu Purana, el Bhagavat o algún otro texto, y todos
nos turnábamos para liderar el coro. Tomaba cerca de una hora. Satsanga es importante
porque es la que sostiene el espíritu de toda la práctica de Yoga. Sin Satsanga, si el
espíritu disminuye, ni siquiera sabemos qué ha sucedido. Por lo tanto, Gurudev
apreciaba mucho la Satsanga. Algunas veces, cuando el cuerpo estaba muy enfermo y
débil, podía dejar de ir a la oficina pero nunca se perdía la Satsanga. Normalmente, si
uno estira sus piernas en la Satsanga, no se lo ve con buenos ojos, pero cuando Gurudev
no se pudo sentar más en el suelo, se sentó en su reposera favorita y la Satsanga
continuó. Cuando el cuerpo no pudo hacer siquiera esto, solía acostarse literalmente,
pero no se perdía la Satsanga. Una vez, un visitante que había venido faltó a la Satsanga
al segundo o tercer día. Gurudev lo notó y a la mañana siguiente le preguntó por qué no
había ido. El visitante respondió que no se había sentido bien. Swamiji dijo, “Es por esa
misma razón que deberías ir a la Satsanga. Si no estás bien, decididamente debes ir. Allí
te sentirás bien”. Una joven había venido del Sur de India. Probablemente, se sentía
tímida. Cuando terminó la lectura, uno a uno tenía que liderar el coro. Esta joven dijo,
“Swamiji, mi garganta no está muy bien hoy. Estoy un poco ronca”. Swamiji envió a
alguien a buscar una medicina amarga para la tos. ¡Ella no sabía si tomarla o no!
Probablemente, quería escapar del canto y por eso dijo que le dolía la garganta. Nadie
estaba exento, porque era en Satsanga que uno encontraba su posición en Yoga,
descubría dónde estaba resbalando y aprendía a recuperar el equilibrio.

En Satsanga, había un estudio sistemático de la escrituras – Svadhyaya. Este estudio


está incluido en Raja Yoga y en Jñana Yoga, pero es importante también no sólo para
Bhakti y Karma Yoga sino probablemente para todas las modalidades de Yoga. Así es
que el Yoga de Gurudev era esencialmente un Yoga Total. Pero ¿por qué deberíamos
llamarlo Yoga Total? Yoga significa totalidad. No se puede practicar ningún Yoga
aisladamente; por consiguiente, no hay especialización. Debes integrar todos esos
Yogas en ti, debes tomar las mejores prácticas en todas las modalidades de Yoga y
desarrollar tu propio sistema. Entonces, se vuelve Yoga, especialmente el Yoga o la
Vida Divina de Swamiji.

Yoga Total
En Karma Yoga, los tres elementos vitales que se apoyan en Bhakti son Yajña, Dana y
Tapas. Yajña puede significar sacrificio o adoración; Dana es caridad; Tapas es
penitencia o vida simple. Sin ellos, ninguna vida espiritual es realmente espiritual. Con
respecto a esto, una vez más tenemos el toque de Shivananda – no se abandona el rito y
la forma sino que se descubre el espíritu en ellos. Esta era la gloria suprema y única de
Swamiji. A diferencia de la mayor parte de los santos que abandonaba algo en busca de
otra cosa, él nunca abandonaba nada. Yajña para él no sólo significaba sacrificio
mediante el servicio sino el rito llamado Yajña; de modo que en el Ashram, teníamos
una interminable serie de rituales. Todos los días, tenía lugar algún Havan o alguna
ceremonia. También solíamos realizar Pada-puja casi todos los otros días. Todo estaba
permitido – es así que podía sugerirse que él sostenía toda forma de modo que con la
sola agitación de la forma se pudiera generar el espíritu. Si frotas dos palos, se genera
fuego, pero ¿qué sucede si uno de los palos está húmedo? Probablemente, Swamiji
hubiera respondido a esta pregunta diciendo, “Continúa frotando. Nunca abandones con
el sentimiento de que es inútil o de que has logrado el objetivo. Continúa frotando y un
día el espíritu surgirá”. Es así que él no abandonó el ritual llamado Yajña o Homa
(Havan), pero cuando estaba sentado mirando esos rituales, se recordaba a sí mismo y
les recordaba a otros acerca del espíritu de auto-sacrificio. Uno no debe arrojar
oblaciones al fuego, solamente, sino que este sacrificio debe impregnar su vida.
Incidentalmente, la palabra sacrificio implica “sacralizar”, de modo que en la teología
cristiana, cuando ofreces el pan y el vino como sacrificio, los sacralizas. Durante el
sacrificio, cuando ofreces ghi y toda clase de cosas al fuego, las sacralizas y de esa
forma obtienes una ceniza sagrada. Mientras que las cosas que se arrojaron al fuego no
son sagradas, la ceniza que queda después del evento se vuelve sagrada. De la misma
forma, si podemos ofrecer todas nuestras acciones como sacrificio en ese fuego cósmico
de Dios, nuestra vida entera se vuelve sagrada. Eso se convierte en Brahma-karma-
samadhi.

En el caso de Gurudev, Dana (donativo) tenía un giro muy peculiar. Hay fórmulas que
sugieren ese espíritu. Hay una fórmula hermosa:

Tvadiyam vastu Govinda tubhyam-eva smarpaye.

“Oh Señor, Te ofrezco lo que es Tuyo”. ¿Qué obsequias? ¿Frutas, comida, ropa, dinero?
¿Creaste alguna de esas cosas? La naturaleza de Dios produce todo eso. Todas esas
cosas son creaciones de Dios. ¡Tú las tomas y se las ofreces a Dios como si hubieras
hecho una gran cosa! Hay una buena historia que ilustra esto: Un Pandit le pidió a un
hombre muy pobre que hiciera Ganesha-puja durante unos cuarenta y ocho días. El
mismo Ganesha debía estar hecho de azúcar sin refinar. Este hombre hizo la adoración
de Ganesha y ofreció algunos dulces como Prasad. Continuó haciendo esta Puja durante
más de un mes, pero no pasaba nada. Si pasaba algo, era que se estaba volviendo más
pobre debido al Prasad que tenía que ofrecer diariamente. Un día, se olvidó de comprar
los dulces (o tal vez no tenía dinero para ello). Se sentó para su Puja sin entusiasmo,
porque era una rutina y además temía que si no la hacía, algo malo pudiera suceder.
Cuando llegó el momento de ofrecer algún Prasad, miró alrededor y no había nada.
Miró a Ganesha y pensó, “Eso es algo hecho de azúcar”, así que sacó un pellizco de la
estatua, lo ofreció y dijo, “Ganesha, por favor, acepta esto”.

Esto es más o menos lo que nosotros hacemos. Todo le pertenece a Dios, todo es creado
por Dios. Nosotros no hemos creado nada y queremos ofrecérselo a Él o a Su
manifestación que es un ser vivo y reclamamos cierto crédito por haber dado en caridad.
Gurudev nunca creyó en absoluto que el dador era superior en alguna manera al
receptor, el beneficiario. Nadie podía convencerlo de ello. Para él, dar era en sí mismo
una bendición, así que siempre que daba, usaba esta fórmula que aparece en el
Bhagavad Gita:

Patram pushpam phalam to’yam yo me bhaktya prayacchati


Tad-aham bhaktyupahritam asnami Prayatatmanah. (IX.26)

“A quienquiera que Me ofrezca una hoja, una flor, una fruta o un poco de agua con
devoción y con una mente pura, Yo lo acepto”. Swamiji tenía el mayor deleite en dar y
compartir, y en cada ocasión, él decía “Patram pushpam” lo que significa, “Te estoy
adorando con esto”. Esa fue también su actitud en la conducción del Ashram. Venían
estudiantes, discípulos y buscadores; él los admitía y les daba lo que necesitaban,
sabiendo que eso que les daba ya era de ellos. El mismo Dios provee con una mano y
recibe con la otra. Por lo tanto, el sentimiento “Yo estoy dando todo esto” tampoco
estaba allí. Esta extraordinaria actitud encontramos en él.

Tapas es una vida simple y austera. Sólo aquél que vive una vida simple puede practicar
Karma Yoga. Si eres una persona que gusta de los lujos, no puedes practicar Karma
Yoga, no puedes dar nada en caridad, no puedes hacer nada sacrificándote. El Tapas
conforma los cimientos de toda la vida espiritual. No debe hacerse de manera ostentosa.
Por ejemplo, si alguien señalaba, “Swamiji, usted dice que uno debe practicar Tapas
pero usa un buen sobretodo”, él le recordaba amablemente que el mismo manto con el
que uno cubre sus hombros había sido cortado y convertido en un sobretodo. El manto
obstaculiza su trabajo pero el abrigo no.

Otra forma de caridad o servicio que él recomendaba especialmente era la plegaria. No


era tanto rogar por uno mismo (ni siquiera por la propia salvación) sino que
recomendaba la plegaria como una forma de servicio o caridad. Por lo tanto, parte de su
vida era rogar – no sólo por la paz de todos en sentido general sino en sentido
específico. Al principio, este era otro de los servicios que hacía el Ashram. Swamiji
tenía gran fe en el Mrityuñjaya Mantra. Los devotos solían escribirle diciendo que ellos
(o algún miembro de la familia) estaban enfermos y le pedían a Gurudev que condujera
el Mrityuñjaya-mantra-japa. Se nos hacía participar a todos en este Yajña. En aquellos
días, éramos sólo unos diez y se nos adjudicaba tantos Malas por día. Teníamos que
informar al secretario, quien llevaba la cuenta de cuántos Malas del Mantra se habían
hecho recordando a esta persona. Podía ser que no la hubiéramos visto, pero teníamos el
nombre en el fondo de nuestra mente y hacíamos Japa a orillas de la Ganga pensando en
esa persona, rogando por su bienestar. Esa era otra forma de servicio que él solía
alentar. Esto incluía inmediatamente todos los elementos vitales de la Sadhana. Hacer
Japa sentado a orillas de la Ganga cerca de una hora es Sadhana para uno. Al mismo
tiempo, es un servicio para el otro hombre, un servicio a la humanidad. No ganas nada
con ello y de esa forma se te enseña a ser desinteresado. Un servicio desinteresado que
cubre tu propia Sadhana es una combinación hermosa. Esto solía hacerse con mucha
regularidad. Cuando se completaba el número requerido, solía haber un Havan, se daba
de comer a los pobres y demás, y el ritual concluía. Para entonces, otro hombre podría
haber pedido por Mantra Japa otra vez y así continuaba.

Rogar por el bienestar de otros, no sólo en forma general sino específica, era algo que
Swamiji alentaba mucho. Cuando ruegas por la salud, la felicidad y la paz de otros, te
conviertes en canal para la corriente de la gracia divina. El agua que se acumula en un
estanque puede ensuciarse con el tiempo, pero el agua que fluye por las cañerías nunca
se ensucia, porque está fluyendo todo el tiempo. De modo que si continúas siendo el
canal para la corriente de la gracia divina, tu corazón está siempre puro, estás siempre
lleno de gracia divina. Esa era su estrategia. Por medio de la plegaria, te conviertes en
un canal de esa gracia divina y te llenas de ella. Debido a que no estás buscando nada
para ti en esto, eres desinteresado; por lo tanto, te vuelves divino. No hay nada nuevo en
esto, la gente ha ofrecido plegarias durante millones de años, pero es en esta
combinación que yace el genio de Swamiji. Combinando lo que se considera
esencialmente como una práctica Bhakti con un gran ideal de servicio desinteresado,
hizo un milagro. Japa y plegaria eran de vital importancia para él, no sólo para propia
evolución personal sino como un acto de servicio a la humanidad. Cuando lo haces,
naturalmente hay evolución personal. No tienes que esforzarte para lograrlo.

Como hemos visto, el problema es el ego. De modo que en vez de rogar por “mí” como
si el “mí” estuviera aquí, en este cuerpo, si ruego por el “mí” allí, en tu cuerpo, se
elimina el egoísmo. Hay un “mí” en ti también, entonces, ¿por qué no rogar por el “mí”
en ti? ¿No es lo mismo que por mí? ¿Cuál es la diferencia? Cuando comienzas a recitar
tu Mantra, “Dios, por favor, sálvame”, observa con mucha atención. No lo estás
haciendo por tu propio bien sino por el bien de ese hombre que está enfermo; de modo
que cada vez que dices “Dios, sálvame”, vas a visualizar el “mí” como él y así
desaparece la división entre el “mi” y el “suyo”. Esa era la magia de Swamiji. Ruega,
pero hazlo por la felicidad, salud y larga vida de otros – y cuando continúas haciendo
esto, desaparece la distinción ilusoria o falsa que la mente ha creado entre tú y él – lo
que significa que el ego se está reduciendo. En la medida en que esto continúa, la
meditación se no necesita esfuerzo.

Aunque hemos estado analizando Bhakti Yoga y Karma Yoga, en esencia hemos tratado
Raja Yoga. No ha habido ninguna distinción en absoluto. Todo el tiempo, hemos estado
contemplando, meditando, reflexionando y creciendo en algunas de las grandes virtudes
mencionadas en Yama y Niyama. Casi sin notarlo, hemos estado practicando Yama y
Niyama sin ningún esfuerzo, aunque no hayamos mencionado sus nombres hasta ahora.
Hemos estado todo el tiempo haciendo Tapas, Svadhyaya e Ishvarapranidhana. Cuando
te sientas a orillas de la Ganga y haces Mrityuñjaya Japa por la paz y felicidad de otro,
debido a que no hay ambición personal, tampoco hay inquietud. Si lo haces por tu
propio bien, estás tentado de rascarte y ver si se convierte en verdad, pero debido a que
es por la salud y felicidad de alguien que ni siguiera has visto, y debido a que lo estás
haciendo porque Swamiji te lo pidió, ni siquiera sabes si el Japa está teniendo resultado
o no. Es así que te sientas allí y repites el Mantra sin ninguna inquietud mental, como un
acto de servicio según las instrucciones de Swamiji y, por lo tanto, no hay ninguna
intranquilidad.

Cualquier Sadhana – incluso la meditación – hecha con algún objetivo o alguna meta en
la mente se vuelve contraproducente. No sólo es inútil sino que agrava la inquietud.
Cada tres minutos, piensas, “¿Por qué no estoy levitando? Om Namah Shivaya. Después
del primer Mala, debería estar por lo menos a dos pulgadas del suelo, Om Namah
Shivaya”. Esa misma ansiedad por progresar bloquea el progreso. Por consiguiente,
cuando la Sadhana se hace para el bien de otro, por extraño que parezca, se vuelve
hermosa sin esfuerzo.

Swamiji también recomendaba la práctica de Yoga Asanas y Pranayama


independientemente, para mantener el cuerpo. Nos enseñó a no considerar al cuerpo
como tal sino como el templo en el cual Dios Mismo habita en este momento. Es bueno
mantenerlo limpio y saludable, no por su propio bien sino para que pueda servir
eficientemente como templo de Dios. Él era muy cuidadoso al tratar a su cuerpo. A
pesar de la enfermedad que lo acosaba, estaba en bastante buena salud y hacía todo lo
que fuera necesario para mantenerlo en condiciones de trabajar. En esta oración, ambas
palabras son importantes. Trabajar y condiciones – las condiciones necesarias para
trabajar.

Durante el tour por toda la India, el programa en Madrás fue en verdad extremadamente
pesado. En ese entonces, Swamiji tenía sesenta y tres años. Lo tenían dando vueltas
desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche yendo de un programa a otro.
Una conferencia aquí, Bhajan allá, una visita a la escuela, almuerzo en algún otro lugar.
Esto continuó y continuó. Una multitud lo rodeaba todo el tiempo e incluso si sólo había
cinco o diez personas a su alrededor, él solía caminar y cantar como si hubiera un gentío
de cinco millones. No hacía ninguna distinción en absoluto. En Madrás, tenía fiebre y su
garganta se secaba. Solíamos tener una jarra con jugo de frutas para que bebiera cada
tanto. Un día estábamos por ir al Teatro Museo de Madrás para una gran recepción
pública. Un Brahmana ortodoxo, que también era juez de la Corte Suprema de Madrás,
estaba sentado cerca de Swamiji. Era el presidente del comité de recepción. Cuando el
auto entró al recinto del Teatro Museo, Swamiji me preguntó si quedaba algún jugo. Se
había terminado. Dije, “Si sigue hasta el escenario, conseguiremos algo”; pero no,
Swamiji ordenó que el auto se dirigiera hacia un pequeño negocio de la esquina donde
vendían refrescos. El mismo juez de la Corte Suprema compró un refresco, lo abrió y se
lo dio a Swamiji. Luego volvimos. La función estuvo hermosa. El último día de nuestra
estadía en Madrás, tenía el último encuentro público, desde donde se suponía que
iríamos directamente a la estación ferroviaria. Swamiji tenía fiebre y la sala estaba llena
con diez o quince mil personas, más unas cuatro o cinco mil afuera. Todos los VIP
estaban en el escenario. Swamiji se sostenía del micrófono la mayor parte del tiempo,
porque ni siquiera podía levantar la voz. El mismo juez de la Corte Suprema se estaba
preocupando. Podía ver que Swamiji no estaba bien y que temblaba – ¡y aún así
continuó! ¿Qué hubiera sucedido si colapsaba en el escenario? Todos nos estábamos
preocupando. Uno a uno los funcionarios venían y nos decían, “Por favor, hagan que se
detenga, es suficiente. Se está cansando. La gente sólo quiere verlo, mirarlo, tener su
Darshan”. No, él continuó con la conferencia y el Kirtan. Aunque estaba lo más cerca
posible del micrófono, apenas se lo podía escuchar. Así es que hay que mantener el
cuerpo en condiciones de trabajar para que pueda hacerlo, no por placer.

Considerar al cuerpo como un templo de Dios, en el cual mora Dios y a través del cual
Él sirve a la humanidad, estaba incluido en la vida de Swamiji. Si tienes ese
sentimiento, no descuidas tu salud ni consideras esa salud como tu posesión privada.
Mantente tan saludable como puedas, porque tu salud, felicidad, bienestar y paz
pertenecen a Dios que está en todo. En esta simple declaración, están combinadas todas
las modalidades de Yoga – Hatha Yoga, Raja Yoga, Bhakti Yoga y Karma Yoga. Esa
actitud era una característica especial en Swamiji.

Eso es Yoga Total; al practicarlo, estás en meditación constante. Si estás establecido en


ese Yoga, estás en constante Samadhi, Sahaja Samadhi. Pero, ¿qué es lo que nos
sucedía a nosotros? Cuando estábamos cerca de él, estábamos naturalmente en Samadhi.
No había distracción en absoluto. Era un sentimiento hermoso. Pero no estábamos
siempre en su presencia física. Cuando nos íbamos o cuando él se iba, y nosotros
estábamos rodeados por otras fuerzas, había posibilidad de distracción. ¿Qué pasa
entonces? Él solía recomendar Japa como el ancla de la esperanza en la Sadhana. Su
término para ello era “fondo de pensamiento”. La idea es usar tu Ishta Mantra
constantemente. Tan pronto como te despiertas, comienzas a repetir tu Ishta Mantra.
Luego sal de la cama, lávate rápidamente, siéntate y continúa con el Ishta Mantra como
Japa hasta entrar en meditación. La meditación tiene que suceder. Swamiji nunca
describía la meditación. Para él, el Japa mismo era meditación. Si tratas de practicar
meditación, invitarás a la distracción. No estarás meditando, sólo lo estarás intentando.
Pero continúa con tu Japa, te deslizarás en la meditación sin esfuerzo, sin deseo, sin
tratarlo, sin luchar por lograrlo. Trata de mantener esta corriente de repetición del
Mantra tanto como puedas. Por supuesto, cuando estás hablando con alguien, te olvidas
de tu Mantra, pero desarrolla el hábito de retirarte unos diez o quince segundos
ocasionalmente; por ejemplo, cada vez que el reloj da la hora. En esos pocos segundos,
has restablecido el contacto con Dios. Luego retoma tu trabajo. Si continúas así, pronto
experimentarás que el trasfondo del Japa continúa aún cuando estás hablando con
alguien, cuando estás trabajando activamente e incluso cuando estás dormido. Se vuelve
natural. Es entonces que la meditación se vuelve fácilmente posible.

En un sentido más práctico, este trasfondo de pensamiento puede ayudarte enormemente


en lo que Swamiji llamó campo de batalla Pratyahara – cómo retirar la mente y llevar
los sentidos hacia el interior a voluntad. Si hay tentación, amenaza, fastidio o
irritabilidad, si alguien viene y discute contigo, y te das cuenta de que estás a punto de
golpearlo, la repetición de tu Mantra puede atenuar la situación. Swamiji era un genio
en esto. Aún cuando dos Ashramitas comenzaban a discutir en su presencia, Swamiji
parecía participar de ello durante algunos minutos, luego decía, “Om Namah Shivaya” y
todo había terminado. No importaba el tema de discusión, cuánto se había desarrollado
o quién era el ganador o el perdedor. Estabas peleando acerca de algo
extraordinariamente importante y de repente, él le ponía fin. Podía cortarlo en cualquier
punto, incluso si estabas discutiendo con él. En este contexto, “Om Namah Shivaya”
significaba “suficiente”.

Esto puede ser de gran ayuda práctica en nuestras vidas. Al mismo tiempo, nos
posibilita mantener este trasfondo de pensamiento de modo que, sin ningún esfuerzo en
absoluto, la mente se desliza en ese trasfondo y en la meditación.

Recuerdo de Dios
Al comienzo, la Satsanga del Ashram era muy austera – no se permitía ni siquiera los
címbalos – no había luz eléctrica e incluso las otras lámparas eran escasas; se
desarrollaba casi en total oscuridad, con excepción de una pequeña lámpara en el altar y
un farol para leer. Gurudev estaba siempre buscando una expresión sincera de amor y
devoción. No alentaba la hipocresía. Solía decir que cuando uno canta Kirtans, debe
sentarte con ojos cerrados, sintiendo que le está cantando a Dios y no entreteniendo a la
audiencia. La imagen que Gurudev nos recomendaba era muy parecida a las pinturas
que tal vez hayan visto de Surdas cantando al pequeño Krishna que escucha sentado
frente a él. Cuando uno canta así, no le preocupa su voz, la condición de su garganta o
sus conocimientos de canto sino que está cantando con devoción.

En ocasiones como las de Shivaratri o Janmashtami en que la Satsanga debía


extenderse, después de las 10 de la noche se nos permitía usar algunos címbalos y
pararnos, caminar y cantar. Aún en tales ocasiones, a menudo Swamiji ni siquiera se
levantaba. Se sentaba cerca del primer pilar a la izquierda subiendo al templo y,
mientras nosotros estábamos gritando, él recitaba “Om Namah Shivaya” en voz muy
baja, con ojos cerrados y voz profunda. Sólo él podía hacer eso, nosotros nos iríamos a
dormir. Hacer eso requiere una enorme vigilancia. Era el único que podía sentarse allí
continuamente; prácticamente, no se levantaba del asiento desde la nueve de la noche
hasta cerca de las tres de la madrugada.

Cuando estás sentado cantando Kirtan, no es sólo Bhakti Yoga sino que Raja Yoga ya
ha entrado en la práctica. Estás en una disposición contemplativa, de modo que puedes
integrar acción y contemplación. Usualmente, creemos que es posible meditar sólo
cuando no estamos haciendo nada. Gurudev no aceptaba esto. Debes ser capaz de
meditar aún cuando estás luchando; pero primero aprende a meditar mientras estás
cantando Kirtan o haciendo Japa en vez de sentir que hay contradicción o distracción. Si
puedes hacer eso, probablemente puedas mantenerte meditando con ojos abiertos; es
posible mantener la actitud contemplativa sin importar lo que pueda estar haciendo el
cuerpo. Introdujo esta idea en lo que era lo más fácil, cuando estábamos cantando.
¿Puedes mantener el estado meditativo cuando estás cantando y haciendo Japa, y luego
levantarte y caminar alrededor del templo? Si puedes, entonces es posible que
encuentres una forma de mantener ese estado sin importar lo que estés haciendo.

Otro gran Swami (Nihshreyasanandaji) lo explicó muy bellamente. Hay dos


Mahavakyas – Aham Brahmasmi y Tat tvam asi. Aham Brahmasmi significa “Yo soy
Brahman”, Tat tvam asi, “Tú eres eso” – Tú eres Brahman. El Swami dijo, “Cuando
estás sentado con ojos cerrados, meditando, experimentas Aham Brahmasmi, “Yo soy
Brahman”, cuando abres los ojos y tratas con otros, experimentas Tat tvam asi, “Tú eres
Brahman”, de modo que esta conciencia de Brahman continúa todo el tiempo,
ininterrumpida. Ese era el Yoga de Swamiji, una conciencia ininterrumpida de Dios que
no está confinada a lo que se llama práctica espiritual o “el momento de mi Sadhana”.
Por lo general, vemos que de las cuatro a las seis, uno es absolutamente divino; de las
seis a las nueve, mitad de eso y mitad de aquello; de las nueve a las cinco, es una bestia;
y luego vuelve a ser divino otra vez. En vez de hacer eso, ¿puedes lograr que esta
conciencia de Dios impregne todas tus actividades sin importar lo que estés haciendo?
No es fácil llegar a ese estado para un principiante cuando está cocinando, sirviendo la
comida o administrando el Ashram, así que trata de generar esta síntesis mientras estás
haciendo Japa y cantando Kirtan, y ve si esto puede continuar durante tus otras
actividades diarias.

La segunda característica importante era la creación del pensamiento de fondo y la


tercera era introducir el Japa o la repetición del Nombre de Dios en todo tipo de
actividades mundanas. Les voy a dar algunos ejemplos. Primero, el trabajo en la cocina.
Al comienzo, Swamiji mismo ocasionalmente tomaba el balde y servía, y nos enseñó
cómo hacerlo. En vez de gritar, “Roti, roti, roti, roti”, él decía, “Roti, Bhagavan, roti
Mataji, roti Maharaj, roti Narayan”, mientras lo servía delicadamente. De esta forma,
estás incorporando el Nombre de Dios al trabajo. Es posible que lo hagas
mecánicamente por un tiempo, pero tarde o temprano adquirirás el espíritu. Cuando vas
diciendo, “Roti Bhagavan, roti Narayan” vacilarás en ser grosero, porque no vas a
gritarle a Dios. De modo que estás trayendo la conciencia de Dios al simple acto de
servir la comida. Una vez más, saludarse uno a otro con “Om Namo Narayanaya, Om
Namah Shivaya, Hari Om”, puede incluso volverse mecánico, pero ya sea consciente,
inconsciente o subconscientemente, la corriente se mantiene. Todos los días, Swamiji
escribía algunas páginas y las primeras líneas eran siempre, “Om, Om, Om, Om, Om,
Om, Om…” Haciendo así, la conciencia adquiere el fondo de pensamiento, que es un
pensamiento divino, de modo que se interrumpe lo que estabas haciendo justo antes de
esto y se empuja a la mente al regazo de Dios. Swamiji solía inspeccionar los paquetes
de libros antes de que se enviaran para asegurarse de que la dirección estuviera correcta.
En la medida en que le mostraban cada paquete, él decía “Om Tat Sat, Om Tat Sat, Om
Tat Sat”, en vez de decir, “correcto”.

De modo que si quieres, tú también puedes adoptar algún método positivo para atraer
ese estado contemplativo. Aunque todas esas prácticas puedan parecer muy simples,
funcionan. La verdad es muy simple. Si incorporas todas estas prácticas simples a tu
vida, el resultado acumulativo es fantástico. Swamiji estaba tan convencido de que el
“fondo de pensamiento” tenía un efecto psicológico y espiritual tan grande que lo
recomendaba como solución para todos los problemas de la vida. Una vez, vino a verlo
un gran líder nacional. Había dos líderes nacionales – uno político y el otro espiritual.
Este caballero dijo, “Swamiji, le voy a dar ahora un panorama de la situación mundial y
nacional”. Durante cuarenta y cinco minutos, hizo un monólogo muy hermoso – y fue
brillante. Swamiji no interrumpió excepto para decir de vez en cuando “hum, hum”.
“Esta es la condición del mundo. Está por explotar. Y esta es la condición de nuestro
país, se está hundiendo”. Después le preguntó, “Swamiji, le he dado un panorama de lo
que considero la situación mundial y nacional, ¿cuál es su solución para ello? ¿Qué
sugiere que hagamos?” Él estaba listo para un debate de por lo menos media hora, pero
Swamiji sólo dijo “Repite Rama Nama, esa es la única solución”. No estaba evadiendo
el problema, estaba serio.

Cualquiera sea el problema, es la mente la que lo crea y lo hace porque considera que el
fragmento es la totalidad – considera que un Vritti (onda mental) es toda la conciencia.
Si ves al Vritti sólo como Vritti, tu problema está resuelto. Si te levantas y me llamas
tonto, no es nada – probablemente estés enojado y una palabra de insulto no es nada –
pero la mente no se detiene en eso, junta un montón de otras cosas. Por ejemplo. “Oh,
este hombre ha sido grosero. Me insultó hace seis años. Siempre me odió y me
persiguió”. Todo eso junto hace a una calamidad. Primero, hay gran auto-estima, luego
un complejo de mártir y tal vez, una asociación con algo que él hizo o no hizo en el
pasado. Todo eso junto hace que una palabra, “tonto”, parezca ser tan grande como el
universo, siendo que no es nada.

Es posible aislar cada pequeño fragmento de lo que nos sucede en la vida y considerarlo
tal como es – un pequeño fragmento, no vale la pena siquiera mirar otra vez. Esto se
mueve como una película. Cada fotograma tiene sólo una pequeña imagen y no hay
movimiento en ella, no hay nada terrible. Si puedo ver el presente – un pensamiento,
una emoción, una experiencia, un evento – como sólo un Vritti, entonces, es fácil lidiar
con él. Es la mente (con toda su memoria, imaginación y demás) la que lo hace grande,
lo magnifica. Ponle fin a eso permaneciendo todo el tiempo en el fondo de pensamiento,
en esa conciencia de Dios, en ese estado de Japa, en esa actitud meditativa – saliendo
sólo por un ratito. Ese “ratito” puede ser un millón de veces por día, pero sales
solamente en respuesta a un estímulo externo. Por ejemplo, estás en ese estado
contemplativo y alguien pregunta tu nombre. “Swami “Venkateshananda”. “¿Qué edad
tiene?”, “Cincuenta y nueve”. “¿Estuvo casado?” “No”. “¿Tiene algún hijo?” “No”.
Terminado. Esto es lo que también dijo Jesús, “Cuando alguien te hace una pregunta,
que tu respuesta sea sí o no”. No estás siendo cortante ni grosero sino preciso. Sal,
trabaja, vuelve a tu fondo de pensamiento.

Si se considera de ese modo toda experiencia en la vida y se la trata así, reconociendo lo


que es sin asociarla con el pasado, el presente o el futuro, y todo lo demás, entonces es
muy fácil lidiar con todos los problemas de la vida. O probablemente ningún problema
surja en la vida debido a que eres capaz de lidiar con cada situación inmediatamente. No
eres indeciso. Surge una cuestión, te ocupas de ello de inmediato. Hay que hacer algo,
lo haces y vuelves. Por consiguiente, no se crea ningún problema. Si alguien te trae un
problema, una vez más eres capaz de lidiar con él rápidamente y retirarte. Un golpe y se
termina. Cuando los Pandits cortan la calabaza durante una ceremonia religiosa, tienen
que hacerlo de un golpe. Así también con los problemas de la vida – un golpe y el
problema debe terminar. Es sólo cuando no estás en ese estado de conciencia de Dios
que hay vacilación y postergación: “¿Debería, no debería, está bien, está mal?” De esta
forma, el problema se magnifica mil veces. Nunca he visto vacilar a Gurudev. Podía
considerar un problema pero cuando llegaba el momento de actuar, era rápido. Así
también fue su respuesta a ese político.

Se ha sugerido que la meditación es imposible o incluso peligrosa si se la practica antes


de estar establecido en Yama-niyama (disciplina ética y moral). Swamiji aceptó la
doctrina de que sin Yama-niyama no es posible lograr una meditación seria, pero no
creo que haya aceptado que sea peligroso. Solía señalar, con humor – siempre que tenía
que hacer una declaración muy seria, lo hacía de modo gracioso – que si esperas a estar
establecido en Yama-niyama antes de intentar meditar, ya podrías renunciar, porque no
es posible que te establezcas en Yama-niyama ni en varias vidas. Incluso para que te
establezcas en una disciplina (por ejemplo, Ahimsa), podría llevarte algunas vidas,
Satyam podría llevarte otras tantas vidas y para entonces ¡puede que Ahimsa se haya
terminado! De acuerdo con la tradición ortodoxa, estás establecido en uno de esos
Yamas o Niyamas si practicas continuamente durante un período de doce años. De
modo que si quieres practicar Ahimsa, debes ser perfectamente no violento en
pensamiento, palabra y acto por un período de doce años. Si lo haces durante once años
y once meses, y de repente una mañana te pica un mosquito y lo golpeas, se terminó tu
Ahimsa. A partir de ese momento, ¡tienes que comenzar otros doce años! ¿Cuánto
tiempo te llevaría estar establecido en una de esas virtudes? Así es que Swamiji indicó
que en vez de esperar a estar establecido en todas ellas antes de comenzar la práctica de
Asana, Pranayama, Pratyahara y demás, es mejor practicar todo a un mismo tiempo. No
descuides Yama-niyama, pero también practica al mismo tiempo algo de Japa,
meditación, Pranayama y Asana. Un poco de todo. Es posible que uno ayude al otro y
que crezcas armoniosamente. Esta era su visión.

Swamiji no contradijo la tradición ortodoxa. De hecho, la mayoría de sus libros


transmiten esa tradición, aunque aún allí uno descubre su genio, su sello distintivo –el
de encontrar el espíritu al mismo tiempo que se adhería a la tradición, de modo de
infundir las prácticas tradicionales con el espíritu de sabiduría, el espíritu de Yoga. Así
uno puede desarrollarse armoniosamente en todos los aspectos a un mismo tiempo. En
todas esas prácticas, el entendimiento se vuelve muy importante. Ni Karma Yoga, ni
Bhakti Yoga o las prácticas de Yama, Niyama, Asanas, Pranayama y Samadhi pueden
hacerse mecánicamente. Hay que practicar todas inteligentemente, con un gran
entendimiento – entendimiento de su espíritu y significado, y entendimiento en el
sentido de que estás vigilantemente atento al surgimiento de una motivación. No estás
haciendo nada de eso con un motivo, propósito o fin específico.

Habrás oído que la Experiencia de Dios es la meta de la vida (Swamiji también usaba
esta expresión), pero si entiendes lo que esto significa, comprendes que no es una meta
en absoluto. ¿Qué es esa experiencia? La materialización se produce cuando alguien
hace magia y materializa un objeto, por ejemplo, alguien agita una mano y sale ceniza
de sus dedos. Esto significa que es ceniza materializada – lo que significa a su vez que
la ceniza estaba allí en forma espiritual y él la ha materializado, la ha hecho material. Lo
que era sólo espiritual, invisible, ha sido materializado. De la misma forma, ¿qué
significa “realizado”? Algo que no era real se vuelto real, se ha hecho real. Pero cuando
hablas de Realización de Dios, ¿estás sugiriendo que Dios no es real y que cuando
nosotros nos sentamos a meditar, Dios se vuelve real? No, obviamente no. Dios es real
todo el tiempo. Pero si observamos nuestros pensamientos, palabras y actos, si
observamos nuestras experiencias en la vida, vemos que no muestran que tengamos la
experiencia de que Dios es real. Si supieras que Dios es real, ¿te comportarías como lo
haces? ¿Considerarías la vida como lo haces? No, tus acciones en la vida, tus
pensamientos, palabras y actos ponen en evidencia que no sientes, no sabes que Dios es
real. Ni siquiera aceptas que Dios es real. De modo que no hay aceptación de la
realidad, no hay visión de la realidad, no hay conocimiento de la realidad, eso es
ignorancia. La eliminación de esa ignorancia es la Realización de Dios, no es que
ustedes y yo vayamos a hacer a Dios real. En este momento, consideras a Dios irreal
porque esa realidad está cubierta por un velo de ignorancia. La eliminación de ese velo
de ignorancia es Realización de Dios. Por ejemplo, si entras en esta habitación y está
muy oscuro, no ves ningún escritorio. Cuando se enciende la luz, ves los escritorios. El
encendido de la luz representa al Yoga. Ese encendido de la luz no creó los escritorios
sino que sólo reveló la realidad que estuvo todo el tiempo allí. Por lo tanto, la
Realización de Dios no puede ni necesita ser una meta. Por consiguiente, el
entendimiento de lo que estamos haciendo no significa entender el motivo con el cual lo
estamos haciendo sino entender esa luz interior con lo cual se evita que surja la sombra
de la motivación.

El Yoga no tiene meta en absoluto. En los Yoga Sutras, Patañjali sugiere que lo que sea
que estemos haciendo es sólo un intento por eliminar las obstrucciones para el libre
flujo de la conciencia. En el Bhagavad Gita, Krishna sugiere en el Cap. VI: “Uno debe
practicar Yoga para la auto-purificación”. Cuando te purificas, la verdad que existe todo
el tiempo, en todas partes y también en ti, se revela sin ninguna dificultad. Se debe
practicar este Yoga en todos los niveles, en todo momento. No es algo que pueda ser
confinado a un día a la semana o una hora diaria sino que hay que practicarlo toda la
vida. Y esa fue la enseñanza de Swami Shivananda.
El sendero del ego
Cuando uno está haciendo Sadhana, surgen a menudo las siguientes preguntas: ¿Es tan
necesario que nos ocupemos en lo que se conoce como Sadhana – Japa, meditación,
Kirtan y Satsanga? ¿No es suficiente que hagamos servicio desinteresado? ¿Es
necesario que hagamos adoración formalmente? ¿No es suficiente que meditemos y
hagamos Japa? De esa forma, suponemos que una forma de Sadhana es necesariamente
superior o inferior a las otras, con el resultado de que si entendemos cuál es más
esencial que otra, podríamos elegir hacer la que preferimos – y dejar la que
consideramos no esencial. Aquí hay un gran problema – el ego hace la elección y la
comparación, y es el ego el que parece realizar toda esa Sadhana.

La palabra final, la verdad suprema ha sido bellamente expresada en el Bhagavad Gita:

Ishvarah sarvabhutanam hriddeshe’rjuna tishthati (XVIII.61)

“Dios mora en el corazón de todos” – usualmente decimos “de todos los seres”, pero el
texto no dice eso. “Bhutas” puede denotar incluso los elementos fundamentales de agua,
fuego, aire y espacio. Este verso puede significar que Dios mora en todo corazón, en
todo núcleo o en todo centro de esos mismos elementos; por lo tanto, Dios es la realidad
en todas las cosas. El problema entonces se resuelve en algo muy simple, aunque la
forma de esta pregunta sea una tragedia, “Si Dios es omnipresente, ¿por qué no Lo
experimentamos? En ese “si”, ya hay una duda. Si Dios es omnipresente, ¿por qué no
Lo experimentamos? ¿Por qué es que no sólo hay diversidad sino también confusión en
esa diversidad? La diversidad en sí misma no es un problema serio – por ejemplo, el
cabello de tu cabeza tiene numerosos mechones, pero eso no es un problema porque
tienes la sensación de que la cabeza es una; en consecuencia, te refieres al cabello que
crece en la cabeza como uno. Pero en la vida, esta diversidad crea confusión. El creador
de la confusión es el “yo”, el ego. Nunca nos hemos preocupado por examinarlo o
reflexionar acerca de él porque el examinador también es el ego. Esta es la tragedia.

Parece no haber una Sadhana confiable para liberarse del ego. Uno puede decir muy
fácilmente, “Sé bueno, haz el bien, el ego desaparecerá. Esta es la Sadhana más
elevada”. Posiblemente. Pero ¿ser bueno y hacer el bien es tan fácil como suena? En
alguna otra parte se ha dicho, “Eso no es suficiente, debes cultivar Yama y Niyama,
luego el ego desaparecerá y entrarás en un profundo Nirvikalpa Samadhi”. ¡Expresiones
maravillosas y altisonantes! Si lees cualquier libro simple sobre Yoga que dé solamente
la definición básica de Yama y Niyama, podrías descubrir que éstos pueden ser
malinterpretados. ¿Qué es Ahimsa? ¿Qué es Satya? Uno de nuestros colegas era a
menudo grosero y muy proclive a ofender a la gente. Le preguntamos, “¿Por qué haces
esto?” Él dijo, “Ustedes son diplomáticos, pero yo soy muy franco. No escondo nada. Si
pienso que son unos tontos, se los digo”. Eso no es ser franco, ¡es ser grosero! Eso no es
Satyam, es Himsa. Por ejemplo, si por la gracia de Dios puedes decir con total
seguridad que has sido un hombre veraz durante años, años y años, te vuelves tan
vanidoso y arrogante que el ego crece gloriosamente en vez de ser eliminado.

Se dice que durante el período del Mahabharata, Yudhishthira, el héroe de la época,


nunca pronunció una mentira y que el mismo Krishna le hizo decir una mentira piadosa.
De no haber sido persuadido para decir esa mentira piadosa, probablemente
Yudhishthira hubiera estado muy orgulloso de sí mismo. Es mejor haber dicho una
mentira y ser un poco humilde ¡antes que ser un Satyamurti arrogante! Nos
acostumbramos a eso y nos olvidamos en primer lugar de la razón por la que entramos
en esta disciplina, porque el ego controla incluso la disciplina. El argumento es que si
estás establecido en esos Yamas, tu corazón se purifica y, entonces, con ese corazón
puro, la gracia divina despeja la oscuridad del ego. Posiblemente, pero antes de que
entres en ese estado, el ego crece tanto que la idea original se olvida completamente.

Similarmente, pensamos que practicar Jñana Yoga es lo correcto. Para ello, debemos
equiparnos con Sadhana Chatushtaya – Viveka, Vairagya y demás. Este Viveka se
convierte en cierta gimnasia intelectual porque dice que uno debe discernir entre lo real
y lo irreal. Es perfectamente cierto, pero (siempre hay un “pero”) el discernimiento
entre lo real y lo irreal divide todo, y donde hay división, surge el ego – porque el ego
nace de la división, el ego crece en la división y el ego es el divisor. Tanto el Bhagavad
Gita como los Yoga Sutras alaban a Vairagya y Abhyasa considerándolos de suprema
importancia. Hace mucho, mucho tiempo, fui a Uttarkashi y allí me encontré con un
gran Avadhuta que casi nunca hablaba. De alguna manera, Chaitanyananda Swamiji y
yo lo persuadimos para que dijera algunas palabras y surgió el tema de Vairagya y
Abhyasa. Él dijo algo hermoso. “Abhyasa es tomar conciencia de Brahman,
experimentar que sólo Brahman es real. Vairagya es no ver al mundo”. Dos grandes
oraciones. Recordar a Brahman todo el tiempo y olvidarse del mundo. Hermoso, pero
hacer algo como eso es casi imposible. La práctica de Abhyasa y Vairagya puede
llevarte a convertirte en una personalidad amarga y adusta. ¿Esa es la clase de Vairagya
que queremos? Si te separas de todos los demás, tu ego se vuelve tan grande como una
montaña.

¿Cómo surge la iluminación? ¿Cómo surge en tal corazón la experiencia de que Dios
mora en todos los seres? No es posible. Todo eso es muy hermoso y tiene su
maravilloso significado, pero una cosa es tener conocimiento intelectual de ello y otra
completamente diferente es experimentarlo. ¿Quién es el que hace todo eso? El ego otra
vez. Es el ego el que piensa “Estoy haciendo servicio desinteresado para purificar mi
corazón o para ir al cielo”, y luego comprendes que es esa motivación la que está
aumentando la impureza de tu corazón. Como dijo Swami Krishnanadaji muy
bellamente el otro día, “Karma Yoga es posible sólo para un Jivanmukta” – así que
Karma Yoga no es tanto una Sadhana como una actividad post-Siddhi. Es el
Lokasangraha Karma de un Jivanmukta. Pero ¿qué hay de nosotros? Se supone que
nosotros también practiquemos Karma Yoga con todas las imperfecciones añadidas por
el ego. Yo puedo practicar Bhakti, puedo ir al templo y hacer Puja día y noche, pero otra
vez hay ego. Puedo sentarme y meditar; una vez más, es el ego el que medita.

¿Hay alguna Sadhana que pueda lidiar directamente con el ego? Sí, la gracia de Dios.
¿Y cómo lograr esa gracia de Dios? Volvemos al principio inmediatamente. Debo lograr
la gracia de Dios y algunos dicen que la gracia de Dios es Su don, Dios no tiene
parcialidad, Él no se fija en lo bueno y lo malo que tienes, y te recompensa por ello sino
que Su don es absolutamente libre. En el Bhagavad Gita, también Krishna dice “Por
pura compasión, otorgo conocimiento a Mi devoto. Se lo doy por compasión, no porque
lo merezca”. Cuando escuchas eso, dices, “Está bien, oh Dios, por favor concédeme Tu
gracia por compasión, no voy a hacer nada en absoluto”. En hacerlo o no (todo el
tiempo el ego surge y hace su voluntad) persiste el sentimiento de que me estoy
liberando del ego.
Uno puede incluso acercarse a un gran Guru, convertirse en su devoto discípulo y
servirlo fielmente. Una vez más, surge el mismo ego. Ya sea que lo expreses
abiertamente o no, al menos internamente te felicitas por tener el Maestro más grande
en la tierra porque “Yo declaro que lo es”. Otra vez, el mismo ego.

Dios – el Ser o Brahman – es omnipresente y no debería haber ninguna dificultad en


experimentarlo, porque es real y verdaderamente omnipresente. En el Yoga Vasishtha y
algunas otras escrituras, se nos dice que la Experiencia del Ser es más fácil que estrujar
una flor en la palma de la mano. Para hacer eso, tienes que cerrar el puño y hacer algo,
pero para experimentar a Brahman, no se necesita hacer nada. Swami Krishnanandaji
Maharaj también señaló el otro día que sólo estamos dormidos espiritualmente. Este
mundo con su infelicidad, su miseria, su maldad y su sufrimiento existe sólo en nuestros
sueños. Estamos en este profundo sueño de ignorancia y experimentamos este sueño
llamado “mundo de maldad y sufrimiento”. ¿Cuándo termina este sueño? El sueño
termina cuando te despiertas, pero ¿cómo haces para despertarte? Se puede hacer la
misma pregunta con respecto a Yama-niyama. ¿Cómo sé lo que es Ahimsa y cómo
practicarlo? ¿Cómo sé lo que es Satyam y cómo practicarlo? Sin el ego interpretando
estas disciplinas y definiéndolas, ¿cómo sé qué es Dios? ¿Cómo sé lo que significa
adorar a Dios y sentir Su presencia? Usamos todas estas expresiones encantadoras y nos
felicitamos por haber entendido estas cosas, sin darnos cuenta de que es el ego el que
interpreta todo eso, el que se siente muy feliz y seguro de que la verdad ha sido
entendida, el que espera que la iluminación caiga en su falda. ¿Cómo hace uno para
despertarse cuando está profundamente dormido? Ese es el problema.

Ese juego del ego impregna toda tu vida. Es el ego el que hace todo, lo sagrado y lo
secular. Incluso cuando hay aparente generosidad, la misma está contaminada por la
operación del ego. Podemos observar o comprender que “Esto es egoísta, aquí hay un
motivo, aunque no es algo tan malo como era antes, yo era mucho más egoísta”. De
modo que es posible que haya una diferencia de grado en el egoísmo. “A mi entender,
no soy tan egoísta como yo solía ser o como son otros, pero soy egoísta. Estoy adorando
a Dios en el templo, pero soy algo vanidoso y egoísta. Puedo sentarme tres horas en
meditación, pero estoy orgulloso de ello. Soy erudito, no me siento atraído por los
placeres sensuales y estoy muy feliz por ello”. Todo eso no es más que el juego del
mismo ego. En un hombre, el ego dice “Soy un hombre rico”, en otro, dice “Soy una
persona muy recta”. Exactamente el mismo ego. La diferencia es académica y arbitraria,
es verbal.

La inteligencia interior en la cual se refleja el ego puede tomar conciencia de esto.


Cuando la inteligencia interior lo ve, cuando hay conciencia de ello, surge una tremenda
angustia y el corazón derrama lágrimas de sangre, incapaz de resolver el problema. En
Bhakti, esto se conoce como Viraha, pero puede suceder independientemente de que
seamos Bhaktas, Jñanis, Karma Yoguis o Raja Yoguis. Surge una angustia enorme. Tu
corazón llora: “Mi Dios, ¿qué voy a hacer? No puedo liberarme de esto, no puedo lidiar
con el ego”. Cuando se llega a ese estado, valoras Satsanga, valoras Guru-seva. Sirves al
Guru desinteresadamente, observando todo el tiempo la simple verdad de que eres
egoísta. Eso es todo, lo que se puede observar muy claramente. Aquí te comportas como
el pájaro Chataka del proverbio. Se dice que el pájaro Chataka podía beber sólo agua de
lluvia – no cualquier agua de lluvia sino la que caía del cielo en cierto día auspicioso. El
resto del año, estaba con la boca abierta esperando que esa gota de agua de lluvia cayera
en ese día auspicioso para saciar su sed. De la misma forma, vienes aquí y asistes a
Satsanga, esperando que un día mediante la milagrosa gracia de Dios o del Guru,
alguien pueda apagar el ego y encender la iluminación.

El ego no se va con sólo sustituir el “yo” por alguna pequeña frase. Mientras el cuerpo
esté vivo y la mente funcione en y a través del cuerpo, lo que se conoce como ego o
personalidad surgirá y permanecerá. Ese ego o esa personalidad no es una realidad
permanente e incuestionable. Es un fenómeno temporario; es la ignorancia la que lo
reviste de permanencia. El ego es un concepto; es la ignorancia la que lo eleva al estatus
de realidad.

Es innecesario fingir, “No hay ego en absoluto”. Es tonto e ignorante afirmar “En
verdad, está allí”. La inteligencia que comprende que es sólo un concepto está
iluminada y es consciente de la realidad.

Estando iluminado, Swamiji veía al concepto sólo como tal, sin considerarlo una
realidad. Por ejemplo, él tenía un nombre – “Swami Shivananda”. No se negaba a que
lo conocieran por ese nombre; pero no permitía que el nombre se ligara a su esencia
espiritual. De la misma forma cuando lo elogiaban o criticaban, él era capaz de
distinguir los hechos presentes y la referencia al nombre y al concepto – lo cual tenía
sólo una realidad funcional – como sólo eso y, por lo tanto, algo que no estaba
relacionado con su esencia o con la verdad.

Recuerdo tres incidentes: Durante el Parlamento de las Religiones, un Swami pidió


tiempo para hablar. Fue Gurudev quien hizo caso omiso de las objeciones del
organizador y le concedió tiempo. El Swami no habló de las religiones ni de su esencia
sino en contra de que Gurudev hablara y escribiera en inglés, siendo que vivía en el
Norte de India donde se hablaba hindi. La expresión en el rostro de Gurudev mientras
escuchaba este discurso era una mezcla de intensa atención – a lo que el Swami tenía
para decir – y de diversión. Tomó nota de los hechos que el Swami presentó como
ataque personal a “Swami Shivananda”, lo que no significa nada, porque para Gurudev,
“Swami Shivananda” era sólo un nombre funcional por un tiempo sin una
correspondiente realidad.

Cuando una dignataria visitó el Ashram y criticó mordazmente la publicación de las


biografías que hiciera la imprenta del Ashram, Swamiji la escuchó del mismo modo,
atentamente y con un rostro que irradiaba dicha, y respondió, “Eso es lo que la trajo a
usted aquí, me parece”. Ella había expresado su idea, a lo que él había respondido; el
criticismo a su personalidad era una pérdida de tiempo y responder a ello hubiera sido
aún más pérdida de tiempo – para él, no existía en realidad.

Así también, cuando alguno de los discípulos de Gurudev lo criticaba o se quejaba de


que la alimentación era desequilibrada e insalubre, él escuchaba con gran atención y
paciencia, y al final le pedía a un Ashramita que cocinara especialmente para el
discípulo que se había quejado. Los comentarios personales no tenían importancia.
Nunca se molestaba cuando alguien criticaba a Swami Shivananda, ni se ponía eufórico
cuando alguien cantaba las glorias de Swami Shivananda – Swami Shivananda era un
nombre que sólo tenía una relevancia funcional. Pero en la crítica y la alabanza, había
hechos ocultos que él nunca permitía que pasaran desapercibidos.
Para él, buscar la verdad no significaba buscar cierta clase de verdad que fuera diferente
de lo que es. Conocer un concepto como concepto, un nombre como un nombre y nada
más, es en sí mismo la realidad; cuando esto se hace un hecho, entonces se experimenta
la realidad de la conciencia independiente de nombres y conceptos.

Desinterés
Si practicamos todo lo que hemos estado analizando hasta ahora – algo de servicio,
caridad, estudio de escrituras, Japa, Kirtan y meditación – y nos esforzamos a nuestra
manera por desarrollar las virtudes enumeradas en Yama y Niyama, ¿alcanzaremos la
Experiencia del Ser? ¿Lograremos iluminación o Moksha? ¿Nos liberaremos? Si no es
así, ¿por qué?

Finalmente, es el ego el que hace todo lo que hacemos. ¿Cómo se elimina el ego? ¿O
cómo se elimina el ego a sí mismo? Practicando mucho, sin duda te convertirás en un
mejor hombre, pero está el riesgo muy agradable de que te conviertas en una persona
muy Sáttvica, con una esclavitud Sáttvica. Estarás atado con cadenas de oro, no de
hierro, cobre o plata – pero estarás atado.

Hay otro riesgo sutil en esto. Si tú (un lego) eres egoísta, alguno u otro lo va a señalar.
Pero si te pones esta ropa ocre y te conviertes en un Swami, aunque seas egoísta, la
gente te va a adorar. “Oh, miren con qué autoridad habla este hombre”. Si eres grosero y
cruel, ellos dirán, “Es una persona muy estricta. Nos entrena con esa disciplina”. En
cuanto te pones esta ropa, ¡obtienes una licencia brillante!

Aunque seas Sáttvico y estés haciendo todas esas prácticas espirituales, no hay garantía
de que logres como resultado la Experiencia del Ser, dado que la misma no es un
resultado o un efecto generado por una causa. Por eso se dice, Nastyakritah kritena –
“Ninguna causa ni ningún método pueden lograr jamás aquello que no es el efecto de
una causa”. Por ejemplo, uno no puede dormirse a voluntad. Cuando el sueño viene, lo
domina. Puede acostarse, pero el sueño vendrá a su dulce voluntad y placer. De allí que
el Kathopanishad declare Nayamatma pravachanena labhyo na medhaya na bahudha
shrutena – “No puede obtenerse el conocimiento del Atman o del Ser hablando mucho
acerca de ello, siendo muy inteligente o escuchando muchos discursos”.

Si acaso fuera un logro, ¿cómo se logra este Atma-jñana o conocimiento del Ser?
Yamevaisha vrunute tena labhyah tasyaisha atma vivrunute tanum svam – “Sólo cuando
el Atman o Dios lo quiera, lograrás Atma-jñana, porque Dios tiene que revelarse a Sí
Mismo”. No es el hombre el que experimenta a Dios sino que sólo Dios puede
experimentarse a Sí Mismo. Toma tu Mala y di mil ocho veces como Mantra, “Sólo
Dios puede experimentarse a Sí Mismo” y entonces una nueva verdad emergerá de tu
corazón – “Señor, yo no puedo hacer nada”. Esta verdad tiene que surgir. No tiene
sentido decir esto sólo porque seas perezoso y no quieras hacer nada. ¡Espero que
entiendas la diferencia entre estas dos cosas! Por ejemplo, no sabes si puedes levantar el
escritorio que está frente a ti hasta que no lo intentas. De modo que antes de que puedas
decir sinceramente, “No puedo”, debes tratar lo mejor de ti. Eso que dice, “Oh, no
puedo hacerlo. Dios, por favor, hazlo”, es pura holgazanería. Sadhana (todo lo que
hemos estado tratando hasta ahora) es tratar lo más que se pueda. Lo has intentado. Has
meditado, has hecho Japa, Asanas, etc. con el fin de lograr la Experiencia del Ser. Todo
lo que el ego hace (todo lo que yo hago) solamente aumenta el número de velos que
cubren al Ser. Por lo tanto, la obstrucción de esta visión se incrementa. Al final de todo
esto, comprendes que el ego se está volviendo más y más fuerte, que todo lo que haces
alimenta el ego.

La Experiencia del Ser no es más que una ausencia total de egoísmo. No puedes saber
que “Este es el Ser”, porque el Ser no es un objeto sino un sujeto; pero decididamente
puedes saber lo que es el egoísmo. Sólo estoy diciendo que puedes saber, no que sabes.
La mayoría de las personas egoístas cree ser desinteresada. “No lo estoy haciendo por
mí, lo estoy haciendo por Dios”, o “Lo estoy haciendo por el bien de la humanidad, de
la nación o de mi comunidad”. Si raspas la superficie, encuentras allí el mismo ego, el
mismo egoísmo. Hay médicos y enfermeras en todo el mundo que aparentan estar
haciendo servicio desinteresado al enfermo, pero ¿estarían listos para hacer todo eso si
no ganaran dinero o prestigio con ello? Estamos aquí hablándoles de Yoga y Vedanta,
sirviendo a la humanidad muy desinteresadamente a través de ustedes. ¿Seguiríamos
haciendo todo eso si nuestra felicidad, nuestro honor o nuestra seguridad estuvieran en
juego?

El desinterés no es un tema fácil y no es algo que se pueda conocer – pero si te observas


atentamente y reconoces que por más que aparentes que lo que estás haciendo no es
egoísta, sí lo es, entonces sí puedes conocer al egoísmo. No te pagan por hacer eso – no
importa. Se te provee alimento, ropa, techo, servicio médico y todo lo necesario. Uno
podría decir que no recibes ningún salario por lo que haces, pero eso no es necesario.
Aún así puede haber egoísmo – quieres estar protegido y seguro, quieres ser apreciado y
admirado, quieres convertirte en cierta clase de dignatario. ¡Todo eso podría ser
egoísmo! Aún si puedes evitar eso, tal vez estés buscando el cielo. Estás preparado para
sufrir aquí algunos días e ir al cielo. O si puedes evitar incluso esto, estás buscando la
iluminación. Es el “yo” el que está haciendo todo eso, es el juego del yo, el ego.
¿Puedes verlo? De la misma forma, puedes ver que aún cuando estás rogando a Dios,
una vez más es el juego del ego – porque tu relación con otros y tus acciones, conducta,
pensamientos, palabras y actos están aún caracterizados por la lujuria, la ira, la codicia,
la envidia, los celos, el egoísmo y el odio. ¿Podemos ver que todas nuestras acciones
están contaminadas con estos males de las actividades del ego?

Si podemos reconocer esos males en nosotros, entonces es posible que nos liberemos de
ellos. ¿Qué es aquello que se libera de todas esas cualidades? Eso también es el ego.
“Quiero liberarme de todas esas malas cualidades que hay en mí para poder lograr la
Experiencia de Dios”. Por lo tanto, ¡la conciencia que se libera de todas esas cualidades
Rajásicas y Tamásicas de lujuria, ira, codicia, temor y todas las demás, permanece
perpleja! “Yo puedo hacer todo eso – puedo volverme puro en pensamiento, palabra y
acto, en conducta, en todo. En otras palabras, puedo volverme completamente Sáttvico.
No es imposible. Puedo volverme totalmente Sáttvico… pero eso es todo. ¿Adónde voy
después?”

La conciencia que detectó toda esa transformación repentinamente se vuelve consciente


de la demoledora verdad de que el “yo”, el ego, todavía está allí. El mismo ego que
algunos años atrás pensaba “Soy una persona malvada”, ahora piensa, “Soy una persona
santa”. Hace algunos años pensaba, “Yo soy el Sr. fulano de tal”, ahora piensa, “Yo soy
Swami fulano de tal”. Eso es muy simple. Si sostienes un objeto en tu mano y no te
gusta este lado, lo giras hacia el otro lado que es más atractivo, bonito y agradable. Lo
has dado vuelta pero, por favor, ¡recuerda que el otro lado sigue estando allí! No se ha
ido. Antes eras una persona malvada y no te gustaba, te has dado vuelta y te has
convertido en una buena persona. Ni siquiera lleva tanto tiempo volver a ser una
persona malvada otra vez, porque el otro lado sigue estando allí. En nuestros Puranas,
hay innumerables historias que ilustran esto.

Una vez, Gurudev explicó esa verdad muy bellamente. Estaba escribiendo un libro
llamado “Ashrams y Santos de India” y había revelado allí, con una memoria fantástica,
una lista de todos los santos, Swamis y yoguis prominentes de India. Les estaba
dedicando una página a cada uno de ellos – una breve biografía y el trabajo que ellos
habían hecho. Había llevado una lista durante un tiempo y ahora estaba tachando uno
tras otro. Luego vino el nombre de un Swami que había sido un yogui y hombre santo
durante largo tiempo, pero que repentinamente se casó, dejó todo lo que estaba haciendo
y comenzó a hacer otra cosa. Yo estaba al lado de Swamiji cuando él dijo, “¿Y este
hombre? Era un gran yogui. Después se casó y… De todos modos, voy a incluir su
nombre. Un buen hombre se convierte en mal hombre. Un mal hombre se convierte en
buen hombre. Esto continúa cambiando. Eso no debe influenciarnos o afectarnos”. De la
misma manera, un Swami que había sido su discípulo, que había discrepado con él y
había hecho algo grave, y que se había ido del Ashram, volvió en 1948. Swamiji estaba
sentado en ese mástil cerca de su habitación y cuando llegué, me dijo, “Vino fulano de
tal”. Yo solamente lo miré. “Es un gran hombre. ¿Te dijo alguien lo que hizo?” Dije,
“Sí, Swamiji, he oído acerca de ello”. “Hm, el hombre puede haber actuado mal, pero la
gente cambia. Puede que haya cambiado. Démosle otra oportunidad”. Pero más tarde
demostró otra vez ser malvado y se fue. Uno cree haber cambiado del estado Rajásico o
Tamásico al estado Sáttvico, pero el otro estado está pendiente allí. La conciencia se da
cuenta de esto.

Hay un salto muy sutil, aunque tal vez muy simple, entre ser el objeto y ser el sujeto. Es
decir, estás todo el tiempo observando algo, observándote como un objeto. “Yo era una
persona Rajásica, era una persona Tamásica, ahora soy una persona Sáttvica”. Sigue
siendo un objeto. Repentinamente, la atención tiene que dirigirse al Ser y permanecer
como Ser. De repente, la conciencia debe inmovilizarse y tomar conciencia de sí misma,
o sólo ser conciencia.

No es posible lograr esto mediante el propio esfuerzo, tiene que suceder por medio de la
gracia. Podemos hacer todo esto que hemos estado analizando hasta ahora, pero el
esfuerzo humano no puede dar este salto final desde la objetivación al “Ser” como
sujeto. Sólo la gracia funciona aquí. Es por eso que se deja este estado sin describir.
Incluso Gurudev se rehusaba a describirlo. Hay que experimentarlo, esa experiencia
tiene que surgir. En el Shrimad Bhagavatam, está la historia muy inspiradora de Jada
Bharata quien, al instruir a su famoso discípulo Rahugana, dijo, “Este conocimiento que
te estoy describiendo no surge estudiando, haciendo esto o aquello, ni siquiera
abandonando la vida de familia y convirtiéndose en monje o asceta”. Todas esas son
ayudas, pero “Lo único que te permitirá experimentarlo de verdad es el servicio a los
santos, el servicio al Guru, el servicio al Maestro, el bañarte en el polvo de los santos
pies de los grandes”. Entonces, tiene lugar este salto sutil y tal vez muy simple desde el
objeto al sujeto. Hay iluminación, Experiencia de Dios, Experiencia del Ser – lo que
significa que el ego (al que te has aferrado por tanto tiempo, considerándolo real) de
repente ha desaparecido y en su lugar ves al Atman.

De repente, el mundo deja de ser objetivo, pero no desaparece. En su lugar, brilla Dios.
Esa es la belleza. No es que todas estas cosas mundanas desaparezcan y tú veas alguna
otra cosa a la que llamas Dios. ¡Porque entonces se convertiría en otro objeto! Todo
sigue como está, pero nada sigue siendo lo mismo. El árbol sigue siendo un árbol, un
hombre sigue siendo un hombre, una mujer sigue siendo una mujer, el edificio sigue
estando allí – todo sigue allí, pero no hay nada allí. De repente se comprende – no es
que tú lo comprendas – que hay una soga y no una serpiente. Lo que viste no
desaparece. Lo que era en verdad no desaparece. Sigue estando allí. Pero antes veías
una serpiente, ahora existe una soga. Veías al mundo con ojos mundanos, ahora ves a
Brahman con los ojos de Brahman. Si tu visión interior se convierte en Jñana, entonces
el universo entero se convierte en Brahman.

Descubriendo al ego
Todo lo que se hace según los dictados de la mente es una trampa. De modo que aún las
llamadas prácticas yóguicas o espirituales que uno emprende bajo el incentivo de la
mente pueden, como mucho, ser una trampa o una prisión de oro. La inteligencia
interior debe comprender esto. Puede hacerlo, aunque no puede salir de ella. El “yo” no
puede liberarse a sí mismo, pero puede ver el defecto en todas esas prácticas, puede ver
el peligro de esa trampa. Si estás haciendo Karma Yoga, es servicio social glorificado –
lo cual es muy bueno hasta cierto punto, porque es de gran ayuda para otros. Si eliges la
práctica de Bhakti Yoga – tres horas de Japa, dos de Puja y dos de Kirtan – eso también
es muy bueno porque durante esas siete horas no hiciste ninguna diablura. Si haces
Yoga-asanas, Pranayama y cierta clase de meditación, gozas de buena salud y por lo
tanto no eres una carga tan pesada para otros, lo que es una gran contribución.
Enfermarse es un pecado – eres una molestia para ti mismo y una carga insoportable
para los demás. Estar saludable es uno de los mayores servicios que puedes prestar a la
humanidad. Si otros están constantemente preocupados por ti, eres una molestia. Pero
como Sadhana para lograr la Experiencia del Ser o Moksha, eso no tiene gran valor, a
menos que lo estés haciendo porque el Guru lo dijo y no porque a la mente le guste.

No es posible lograr Moksha o Liberación mediante ninguna de esas prácticas. Son


todas trampas cualquiera sea la actitud que uno tenga hacia ellas. La Experiencia del Ser
es independiente de todas ellas. Gurudev ha cristalizado la esencia de sus enseñanzas en
una pequeña canción; la primera línea de ésta es “Sirve, ama, da, purifícate, medita,
experimenta”. Por favor, haz Karma Yoga lo mejor que puedas. Por sobre todo, ama a
Dios, haz caridad, purifícate por medio de todo tipo de práctica yóguica – Japa,
meditación y todo eso. Medita y experimenta las verdades de los Upanishads. La
siguiente línea es: “Sé bueno, haz el bien, sé compasivo”. La tercera: “Indaga ‘quién
soy’, conócete a ti mismo y sé libre”. Combina todo esto en tu Sadhana diaria.

Ahora viene la parte difícil. La siguiente línea de la canción es: “Adáptate, ajústate,
acomódate, soporta insultos, soporta injurias, la Sadhana más elevada”. ¿Es eso posible
en tu vida? Uno esperaría que primero esté la ética y que lo último sea la Experiencia
del Ser. En la primera parte – sirve, ama, medita, experimenta – es posible que caigas en
lo que comúnmente se llama autoengaño, pensando que estás haciendo Karma Yoga,
Bhakti Yoga o Hatha Yoga - sólo porque puedes hacer bien algunas posturas de Yoga –
y si puedes sentarte en una postura durante un tiempo considerable, puedes decirte a ti
mismo y decirle a los demás que estás en profundo Samadhi. Todo eso es posible. Pero
la adaptabilidad no es tan fácil, porque golpea y destruye al ego directamente – mientras
que todo el resto se anda con rodeos. Es fácil abandonar lo que uno cree poseer, ya sea
una camisa, un libro, un poco de dinero, una fruta – porque la mente o el ego dice, “Oh,
conseguiré más”, pero abandonar la propia opinión y las ideologías es más difícil, y
abandonar la propia opinión acerca de uno mismo, la autoestima, es extremadamente
difícil. De todas las imágenes que hay en el mundo, la imagen de uno mismo es la más
dura de golpear, ni hablar de romperla.

¿Puedes mirar a alguien con quien estás totalmente en desacuerdo y decir, sin
hipocresía, “Señor, puede que usted tenga razón”? Durante esos pocos segundos,
observa lo que pasa en tu interior. Hay una combinación de terremoto, volcán, tornado y
maremoto, todo junto. Eso es el ego. ¡Lo has atrapado! No trates de agarrarlo. Lastima,
lastima. ¡Cielo santo! Lastima. Observa lo que está sucediendo en tu interior. Eso es el
ego.

La situación externa se cuida sola. Alguien discute contigo y tú dices, “Puede que
tengas razón”, entonces él queda satisfecho y se va – o queda insatisfecho y se va. Eso
no tiene gran importancia. No lo estás haciendo para complacer a nadie – esa sería otra
trampa. No lo estás haciendo para disgustarte – eso sería masoquismo, igualmente
inútil, y alimenta el ego – “Yo soy un hombre de gran adaptabilidad (o humildad)”.
Nadie está interesado en ello. Nadie en absoluto en este mundo está interesado en tu
felicidad o tu salvación, de modo que no tiene sentido que hagas todo eso para agradar a
otros o que te esfuerces por convencer a otros de que eres un gran yogui, Sadhu o santo.
Todo eso es una pérdida de tiempo. En vez de hacer eso, trata de adaptarte a otros, de
adaptarte al hombre que se opuso a ti vehementemente. Dile, “Sí, señor, tal vez tenga
razón” o “Tiene razón”, y al mismo tiempo observa lo que pasa en tu interior.

Cuando Gurudev Swami Shivananda hacía hincapié en el espíritu de servicio, por sobre
todo resaltaba la adaptabilidad. Enfatizaba, “El ego agresivo, asertivo y Rajásico es tu
enemigo”. Se tiene que terminar. Karma Yoga te ayudará – o bien, este Karma Yoga
será posible sólo después de que hayas destruido este ego asertivo. Incluso el pequeño
servicio que ofrezcas a otros puede ayudarte porque, mientras lo hagas, te verás forzado
a adaptarte. Tendrás cantidad de oportunidades para adaptarte. Bhakti, Raja y Hatha
Yoga pueden ayudarte, pero no son la llave maestra sino sólo ayudas. La llave maestra
es “Adáptate, ajústate, acomódate”.

Nunca he visto a un gran santo con una ausencia de ego tan flexible como la que
Swamiji tenía. Todo el Ashram le debe su existencia a él y todo ladrillo ha sido puesto
por él. Solía sorprendernos a los jóvenes, en 1940, verlo frente a alguno de sus
discípulos y preguntarle su opinión en un tono que sugeriría que el Maestro era el
subordinado. Había un Swami aquí, conocido como Swami Vishuddhananda, que era
nuestro administrador de correo y también estaba a cargo de la construcción del templo
y demás. Un día, Swamiji y este Swami Vishuddhananda estaban parados a unos pasos
uno del otro y Swamiji estaba dando algunas sugerencias desde la galería del templo.
Parecía que él era el subordinado, un nuevo residente del Ashram. Swamiji preguntó,
“¿Podemos hacer esto? ¿Estaría bien? ¿Qué piensas?” Nunca lo vi establecer la ley o
dar una orden. Incluso cuando quería que se hiciera algo, sólo preguntaba muy
seriamente “¿Hacemos tal o cual cosa?” Si comenzabas a coincidir con él, si hacías que
se sintiera cómodo y que supiera que estabas con él en todo, entonces podía ser que te
dijera, “Ve y hazlo rápido”. Pero si ponías alguna objeción a ello, inmediatamente
suspendía todo. Te daba algunas frutas y leche, y te elogiaba hasta el cielo, “Ah, eres un
hombre maravilloso. Nadie tiene ideas tan brillantes como las tuyas”. Después, media
hora más tarde, volvía al tema, “Dijiste que esto debería hacerse de esta manera. Creo
que puede no ser tan bueno. ¿Qué hay de esto?” primero cancelaba tu ego. Aquí hay una
oportunidad, una contraposición, alguien que se opone a ti. Ese es un desafío directo al
ego. Que éste se disuelva, que desaparezca. Luego, sucederá lo que tenga que suceder.

“Adáptate, ajústate, acomódate, soporta insultos, soporta injurias”. Esta es la Sadhana


más elevada y el camino más directo hacia la Experiencia del Ser, porque cruza directo
a través del ego. Eso no significa que debamos vivir o actuar en este mundo de modo de
provocar al criticismo, el insulto y la injuria (entonces, por supuesto, ¡no merecerás otra
cosa!). Es tu deber hacer lo mejor que puedas, hacer lo correcto en el momento correcto,
de la forma correcta y en el lugar correcto. Eso es Yoga. No hay compromiso en este
sentido. A pesar de ello, cualquier cosa que hagas siempre encontrarás a alguien
disgustado, alguien a quien no le gustas o no le gusta lo que haces o cómo te ves. ¿Cuál
es tu actitud hacia tal persona? Tu primer impulso es eliminarlo o huir de él, eliminar,
remediar o evitar esa situación. Si haces eso, destruyes la mejor oportunidad para
practicar la Sadhana más elevada.

En una de sus primeras cartas a Swami Paramanandaji, Gurudev escribió, “Quiero a mi


alrededor gente que me critique, me difame, me moleste, me hiera, me ofenda”. Eso no
era masoquismo. No es que disfrutaba siendo perseguido, tampoco sufría de complejo
de mártir; no invitaba ni buscaba la crítica; era muy cuidadoso en su conducta, se atenía
tanto como podía a las normas de la sociedad y no había conducta objetable de su parte
– todo era ejemplar; pero a pesar de ello, cuando inevitablemente alguno que otro lo
criticaba, en ese momento aparecía su excepcionalidad. Había ocasiones en que incluso
sus propios discípulos se burlaban de él o lo criticaban abierta o secretamente – él lo
sabía – pero aún entonces, uno no podía encontrar el menor signo de desaprobación o
desagrado. Su amor era uniforme. Ocasionalmente, la crítica recibía un tratamiento
preferencial – sólo ocasionalmente, porque incluso eso no era una religión. No era que
le gustara o disfrutara de ello – esa sería otra trampa. Duele – debe doler. Si has hecho
lo mejor que podías por hacer lo correcto y aún así te critican, no lo disfrutas, pero
utilizas esta oportunidad para descubrir a este gran ego. Esa es una oportunidad para
preguntarse, “¿Quién soy?” ¿Quién se siente dolido, quién es insultado, qué es un
insulto?

A menudo, Gurudev señalaba que el insulto o la crítica no son más que viento, aire. Hay
otra forma de considerarlo. La mayoría de ustedes está familiarizada con estos
Kundalini-chakras y probablemente saben también que según el Shat-chakra Nirupana,
los chakras tienen cierto número de pétalos. Se dice que ciertos sonidos están asociados
con ellos y si suman todos, obtienen el alfabeto sánscrito. La primera de las vocales es
“a” y la última de las consonantes es “ha”. En sánscrito, Aham o “yo” no es más que
todos esos sonidos juntos y todas las palabras que se le atribuyen también son palabras,
meros sonidos. “Yo” (Aham) es un sonido inexistente; “tonto” es otro sonido
inexistente e “idiota” es otro sonido inexistente. Se atribuye ese sonido inexistente a
este otro sonido inexistente. ¿Qué importa? Es aire soplando en el aire – absolutamente
nada. Aquél que practica este Yoga considera la ofensa como una bendición, sin
deleitarse con ello, sin remediarlo, pero utilizándolo para descubrir a ese Aham, para
descubrir quién es ese “yo”.

Uno debe distinguir entre el dolor físico y el sufrimiento psicológico. Puede que haya
que tratar y remediar el dolor físico. El mismo cuerpo lo demanda. Gurudev era
extraordinariamente cuidadoso en lo que concernía a la protección del cuerpo físico y,
durante los últimos años, ingirió más medicamentos que comida. Hay que lidiar con el
dolor físico, evitarlo, tratarlo, curarlo y liberarse de él, pero no hay que tratar el
sufrimiento psicológico, no hay que liberarse de él ni evitarlo. Debe ser utilizado para
descubrir aquello que experimenta pesar. Si uno es capaz de rastrear con cada
experiencia el origen de la tristeza – que es el ego – entonces se libera del ego de una
vez por todas y hay liberación. Sólo entonces hay liberación. Por lo tanto, Gurudev
resaltaba esto. Cuando hay un tremendo impulso interior por encontrar al ego, a la luz
de ese impulso, se ve que el ego (el “mí”, el ser individual) es inexistente.

En esa situación, la virtud fluye sin esfuerzo. Todos los Yama-niyamas establecen su
morada en ti, todas las disciplinas que hemos estado analizando durante estos días se
vuelven tuyas sin esfuerzo. Eres desinteresado, sin esfuerzo – no porque pienses que el
ser desinteresado te va a llevar a Moksha, sino que Moksha ya está allí. Estás libre del
ego y eres desinteresado. No hay alternativa. Amas a Dios, no porque esperes que se te
de un derecho al cielo. No hay razón. Esa vida misma es una meditación continua. Ese
deseo de liberación buscó encontrar la verdad concerniente al ego y, tras descubrir su
inexistencia, comienza a analizar que su surgimiento fue posible debido al descuido y si
uno no está atento y vigilante a lo largo de su vida, puede surgir otra vez – por lo tanto,
hay constante vigilancia.

Esa vigilancia cuidadosa de la potencialidad de que surja el ego es en sí misma


meditación. No hay otra meditación. En esa meditación, se impide que el ego surja. Esa
misma vigilancia es la luz interior o perspicacia, y mientras esté brillando luminosa, el
demonio llamado ego no surgirá. Eso es meditación. Y eso también es Experiencia del
Ser, Experiencia de Dios o liberación, como quieran llamarlo.

Yoga de Síntesis
El enfoque de Shri Gurudev acerca de la vida espiritual era el de un Yoga de síntesis.
No es un Yoga especial llamado Yoga Sintético, Yoga de Síntesis o Yoga Total sino
Yoga. Yoga significa integración, por lo tanto, no puede haber especialización en Yoga.
Uno no puede ser un Karma Yogui si no sabe lo que está haciendo, por qué lo está
haciendo, quién lo está haciendo y para quién lo está haciendo, y si la actitud correcta
no está allí. Uno no puede ser un Bhakta o devoto de Dios si esa devoción, ese amor no
se expresa en la acción recta. Esta es la advertencia más clara que hay en el
Bhagavatam, que aquél que sólo ve a Dios en estatuas, imágenes y templos, y tiene
aversión a las criaturas más pequeñas e insignificantes de Dios, no es un devoto. De la
misma manera, Gurudev mismo solía advertirnos que si uno se aísla del mundo, puede
que ni siquiera crezca en virtud. No hay virtud en el aislamiento, no se la puede cultivar,
revelar, manifestar o ver en aislamiento. Por consiguiente, Yama, Niyama, meditación o
Japa no son posibles sin Karma Yoga, sin Bhakti.

En el caso de aquellos que tuvieron la buena fortuna de vivir a sus pies, Gurudev
prescribía una Sadhana extraordinaria y hermosa que abrazaba simultáneamente el
progreso y la evolución espiritual personal, y el bien común o servicio a la humanidad.
A menudo, se citan palabras y oraciones fuera de contexto. Algunas veces, alguien
señalaba, “¿No dijo Swami Shivananda, ‘el trabajo es adoración, dedícaselo a Dios’?”
Sí, con toda seguridad. El trabajo es adoración y debemos dedicarle todo nuestro trabajo
a Dios. Gurudev mismo solía decir que todo lo que uno haga – sin importar si es un
trabajo ministerial o el de basurero – hay que dedicárselo a Dios y considerarlo como
adoración. Cierto, pero ¿qué significa adorar a Dios? ¿Puedes tratar esas acciones como
adoración a Dios si nunca has adorado a Dios? ¿Puedes dedicarle esa acción a Dios sólo
si has contactado a la presencia divina o le has dedicado algo en otra forma? Porque
mientras estás haciendo algo, tu mente está ocupada en la acción. ¿Dónde cultivas esta
Bhavana (actitud interior) del sentimiento de la presencia divina, de modo de poder
considerar esta acción como adoración a Dios? ¿Cómo adoptas esta actitud de adoración
en tus actividades diarias – no sólo actividades aquí, en el Ashram, sino afuera, donde
es, aún más, un manicomio o una carrera de la vida moderna?

“El trabajo es adoración” – pero en el lenguaje de Gurudev, esto significaba trabajo y


adoración, no uno a expensas del otro. Si dices que estás haciendo tu Sadhana personal
y descuidas el servicio a la humanidad, te vuelves egocéntrico, egoísta, una isla en ti
mismo, un paraíso en la sociedad. De modo que Swamiji no alentaba la aislación
completa y total del individuo ni siquiera en nombre de la Sadhana de Yoga. Él indicó
que grandes sabios podrían permanecer en total reclusión, aunque según la naturaleza de
las cosas, sólo pueden ser muy, muy pocos en el mundo. Para nosotros, que
conformamos la mayoría, él prescribió un tipo diferente de reclusión. No descuidar la
propia Sadhana o práctica espiritual (lo que sea que esto signifique para ti) ni tampoco
descuidar el servicio – al Guru, a la humanidad, a la sociedad o a la nación, sino
combinarlos a cada paso. Combinar el servicio activo y dinámico con una actitud
interior de adoración – reclusión y asociación con la multitud, juntas. Esa era la belleza
de su enfoque de la vida espiritual y también fue la dificultad. Cuando estás entre la
gente, comprendes que estás completamente solo y cuando estás solo en el bosque, te
das cuenta de que eres uno con la humanidad. Él lo demostró en su vida. Alguien que
caminaba incluso algunos pasos con él podía ver en su rostro, en su actitud, en su
conducta, que cuando caminaba rodeado de gente, estaba rigurosamente solo, sin ser
afectado. A menudo, decía “Anoche no dormí nada. Acostado en esa pequeña
habitación, estoy en contacto con el mundo entero”; y luego nos decía que le
escribiéramos a fulano de tal, que le enviáramos libros a mengano y Prasad a sutano. De
modo que allí, en su propio Kutir (que es literalmente una cueva), estaba en contacto
con el mundo entero y, cuando estaba rodeado por la gente, era completamente libre e
independiente. El Yoga que nos enseñó fue el de cómo combinar todo eso.

¿Qué pasa si uno no hace eso? Si uno dice, “Yo soy un Vairagui, un hombre de renuncia
– no me gusta la compañía, quiero permanecer solo sin ningún contacto en absoluto”, es
posible que al comienzo estés lleno de aspiración, de espíritu de Vairagya y Viveka –
especialmente si has estado rodeado de gente durante largo tiempo y te aíslas en una
cueva. Podrías sentir, “Ahora, en unos pocos días capturaré a Dios”. Pero Dios podría
resultar ser letargo, pereza, holgazanería y sueño – a menos que te destaques con una
vida como la de Dattatreya, Ramana Maharshi o Shukadeva. Es posible que muchos de
nosotros no califiquemos para eso. El propio ego se establece muy bien porque, puede
que mientras la mente piense “Me estoy esforzando por Moskha” sea el “yo” el que se
esté esforzando por engrandecerse. Mientras “yo” me esté esforzando, no habrá
Moksha. Es muy simple. Debido a que Moksha es Moksha “del yo”, mientras el “yo” se
esté esforzando, no hay Moksha sino puro egoísmo. Gurudev a menudo indicaba que
sólo unos pocos aspirantes o Yoguis pueden llevar con una vida de reclusión éxito y
brillar como soles espirituales, irradiando su sabiduría y sus bendiciones al mundo
entero. Reconocemos que esa gente existió y existe pero, por desgracia, son muy pocos.
Para la mayoría, una vida de reclusión es peligrosa. Entonces ¿nos ocupamos
incesantemente haciendo servicio desinteresado, usando el famoso eslogan: Manava-
seva es Madhava-seva – El servicio al hombre es servicio a Dios? Es poético e
inspirador, entusiasma, es algo que todos aceptan fácilmente. Si vas y le dices a la
gente, “Yo me dedico a servir a la humanidad”, todos te rodean. Supongo que ya habrás
visto cuál es el peligro aquí. Se supone que hagas servicio desinteresado, sin interés, sin
deseo. El servicio desinteresado es un servicio modesto, donde permaneces casi
desconocido, pero en cuanto entras en este sendero de servicio a la humanidad o
servicio desinteresado, se te impide ser desinteresado. Aún si lo intentas, algunas
personas te rodean diciendo, “Oh, Maharaj, ¡qué gran servicio está haciendo!” durante
diez o quince días, dices, “Oh, no, no, soy sólo un instrumento en las manos de Dios,
sólo Dios lo hace” – después, lentamente, comienzas a sentir, “Sí, toda esa gloria le
pertenece a Dios. Ese Dios está en mí. Toda esa gloria pertenece a Dios”. Es
desinteresado, pero el ego está creciendo cada vez más debido a que has descuidado los
otros aspectos de Yoga. Se está desarrollando una parte a expensas de las otras.
Mientras que hay un gran bienestar social logrado por tu intermedio, tu Sadhana
personal se termina.

Tal vez, alguno de ustedes sienta que Guru-seva no tiene ningún peligro – porque es
improbable que el Guru infle tu ego. Entonces crees que cuando llegas a Guru-seva,
puedes descuidar completamente todo lo demás y considerar al mismo Guru-seva como
la Sadhana suprema. Es posible. Tal vez haya alguna validez en ello, aunque recuerdo
un incidente en que vi que Gurudev no estaba contento con esta actitud en absoluto.
Esto sucedió en 1946, cuando había mucho trabajo que hacer y muy pocas manos en el
Ashram para hacerlo. Swamiji solía trabajar donde ahora está la oficina de correo y
nosotros usábamos como oficinas algunas de las pequeñas habitaciones linderas. Yo
estaba sentado tipiando en una de esas habitaciones a eso de las cinco o seis de la tarde.
Repentinamente, vi a Swamiji parado justo afuera de la habitación en la galería de la
cocina. Me miró con bastante dureza y me dijo, “¿Qué estás haciendo?” Le dije lo que
estaba haciendo. “¿Hiciste algo de Japa hoy, meditaste?” Me paré, lo miré y le dije,
“Estoy haciendo esto”. No discutí con él. El cartel que había en mi pared decía,
“¡Trabajo es adoración!” Él dijo, “Toma la máquina de escribir y arrójala a la Ganga,
ve, siéntate y medita por un tiempo”.

Swamiji nos mostró esto en su propia vida. Comparativamente, el Ashram era más
tranquilo en aquellos días pero, aún así, él tenía todas las responsabilidades de dirigir el
Ashram y todos los dolores de cabeza que esto trae aparejado. Aún así tenía ciertos
períodos asignados a actividades específicas – tanto tiempo para ocuparse de la
correspondencia, tanto para estudiar y escribir, tanto para el trabajo de oficina, tantas
horas para Satsanga, tantas horas para el Darshan matutino en la oficina, tantas horas
para su Sadhana personal. A pesar de su edad, a pesar de todos esos factores, tenía
tiempo para hacer su propia Puja. Cuando ya no se pudo agachar y sentar en el suelo, el
altar fue elevado y allí él hacía su Puja todos los días. Según los Pandits, la Puja
probablemente no era nada, pero según Dios, probablemente era la mejor Puja del
mundo. Tal vez, él no necesitaba hacer todo eso para su propia salvación, pero nosotros
teníamos un ejemplo allí.

Si piensas que una sola práctica va a funcionar y que no necesitas nada más, otra vez es
el ego. No eres libre. Sólo si se combina todo eso simultáneamente, es posible detectar
al menos la existencia del ego. Sólo cuando se descubre que el ego es inexistente, hay
servicio desinteresado. Mientras no se descubre esto, no hay servicio desinteresado. De
hecho, todo servicio es desinteresado, ¡porque no hay ego que haga nada! Todo lo hace
Dios. De modo que incluso si yo estoy sentado aquí, sintiéndome orgulloso y feliz de
estar hablándoles, en verdad es Dios el que está haciendo todo esto – pero hay que
descubrir esa verdad, no imaginarla, no sólo pensar en ella. No es bueno sólo pensar que
eres desinteresado. Si Dios es misterioso, este ego es aún más misterioso, porque no es
una entidad; y no se puede tomar, destruir o eliminar esta falsa no-entidad (como una
sombra en la pared) salvo que se proyecte una luz sobre ella. Si intentas eliminar esta
sombra por cualquier medio que no sea la iluminación (Atma-jñana), podrías incluso
estar creando un ego. Luchar contra éste, visualizar que se ha ido, sólo lo fortalecerá aún
más. Es por eso que en alguna parte se dice que Ramana Maharshi dijo que aún Dhyana
(meditación) es algo egoísta – el trabajo del ego – y por lo tanto, no hay solución.
Vichara, según él, es la única solución.

Sin descuidar la Sadhana personal (Japa, Puja, meditación y todo lo demás) y, al mismo
tiempo, sin descuidar el servicio al Guru, la sociedad y Dios en diversas formas, si
llevas una vida de Yoga o completa perfección, no hay lugar para el surgimiento del
ego. Por medio de la meditación matutina, el Japa, la Puja y demás, elevas la
conciencia, te vuelves alerta a tal punto que la conciencia se convierte en una lámpara
sin sombras – un tipo de lámpara que proyecta luz de tal forma que no se forma ninguna
sombra, los rayos se esparcen en todas direcciones. La conjunción de meditación
matutina, Puja, estudio de las escrituras y demás crea una lámpara sin sombras que evita
que surja el ego. Te mantienes constantemente vigilante y alerta sin importar lo que
estés haciendo durante el resto del día. Sientes la presencia de Dios dentro de ti cuando
meditas, la sientes dentro de ti cuando vas y adoras en el templo y sientes el espíritu de
adoración dentro de ti cuando ofreces incluso una hoja a los pies del Señor en el templo.
Este es el espíritu con el que hay que hacer todo. Mediante la Sadhana personal, se
genera esa actitud. Pero si confinas tu vida sólo a esta Sadhana personal – aunque sea
imposible evitar que el espíritu se exprese en la vida – entonces ese espíritu no
encuentra salida o expresión, por lo tanto, no hay piedra de toque sobre la cual evaluar
si, en verdad, ese espíritu está siendo encendido en tu interior. Entonces sal, mézclate
con la gente, cumple tu deber o tu Seva, y mientras haces todo eso, obsérvate para ver
cuán efectiva ha sido tu Sadhana. ¿Ha sido efectiva o la mente todavía está sujeta a los
mismos viejos pensamientos y sentimientos de odio, celos, atracción y repulsión, ansia,
vanidad y codicia?

Es entonces que podemos realmente vivir la vida divina. Es entones y sólo entonces que
podemos vislumbrar el estado del yogui que es capaz de decir, “Yo no hago nada, es
Dios el que lo hace. Es Dios también el que hace la Sadhana que llamo ‘mi Sadhana
personal’ – Japa, meditación y Puja. Es Dios solamente el que hace todo eso. Él se sirve
a Sí Mismo por medio de Sí Mismo”.

Amor es Dios
Hemos estado considerando la filosofía y las enseñanzas de Swami Shivananda, nuestro
divino Guru, y tal vez esta noche podamos contemplar su personalidad y su vida en
particular, porque todo lo que se describió o trató durante las últimas tres semanas
concerniente a la filosofía y las enseñanzas de Swami Shivananda fue extraído
directamente de su vida. Su vida fue su enseñanza. Su enseñanza fue su vida. Rara vez
daba clases pero escribió considerablemente e incluso sus escritos fueron
principalmente una transmisión de la tradición. Infundió su propio genio al transmitir la
tradición, especialmente en hacer que parezcan simples los procesos más difíciles y en
que verdades imponentes se vieran atractivas. Había un gran sentido del humor y, por
sobre todo, sencillez – tanto en su vida como en sus enseñanzas.

La imprevisibilidad es una característica extraordinaria de la persona iluminada, el que


está totalmente en sintonía con el Infinito. Hay cierto ritmo en tal vida y cierto factor
inmutable inconfundible pero, al mismo tiempo, hay imprevisibilidad. Es como el clima
– sabes que el invierno es invierno pero, en ese invierno, hay cambios impredecibles,
diferencias impredecibles de un día para el otro. Sabes que el sol sale por el este, pero
hay imprevisibilidad en conexión con la salida del sol – puede que lo veas o que no,
según el cielo esté cubierto o claro a esa hora. Lo inmutable en su vida era el espíritu de
renuncia, de amor, de devoción, de autodisciplina. Cuando hablamos de amor, tenemos
toda clase de nociones disparatadas que están lejos de la verdad concerniente al amor.
Uno tenía que ver a una persona como Swamiji para apreciar lo que ese amor podría
significar y para saber lo que debía significar disciplina. Uno tenía que ver el modelo de
esas enseñanzas para conocer la verdad acerca de ellas – lo que es, no su descripción.
Pero entonces, ¿para qué queremos esos modelos? ¿Vamos a imitarlos? ¿Nos
convertimos en santos imitando a un santo? No, nos convertimos en imitaciones de
santos, - como diamantes artificiales que brillan incluso más que los reales, pero que
aún así no tienen valor, son inútiles. Así, una imitación de un santo puede brillar aún
más que el verdadero, pero no sirve. Swamiji era totalidad, la imitación de un santo es
hueca.

Hay una declaración hermosa en el Bhagavad Gita:

Yad-yad-acharati shreshthas-tad tad-eve’taro janah (III-21)

“Otros hacen lo que hace el hombre superior”.

No voy a afirmar ni contradecir esta declaración. Algunos versos después, Krishna nos
dice:
Yadi hy-aham na varteyam jatu karmanyatandritah
Mama vartma’nuvartante manushyah partha sarvasah (III-23)

“Si descuido mi trabajo, todos seguirán mi ejemplo. Si siento un mal ejemplo, todos lo
seguirán”. ¿Qué nos pasa si vemos a un santo, a un gran yogui que sienta el ejemplo con
su vida? ¿Qué les pasó a los devotos de Rama, Buda, Ramakrishna, Swami
Vivekananda, Swami Shivananda, Swami Dayananda y Guru Nanak Dev? Esos son los
modelos. ¿Qué hemos hecho con ellos? Hemos olvidado completamente sus enseñanzas
y hemos construido templos para ellos, pero si acaso podemos detectar alguna
“imperfección” en sus vidas, estamos ansiosos de seguir esa imperfección. “Si no
cumplo con mis deberes, la gente seguirá mi ejemplo”. Eso fue lo que Krishna dijo en el
Bhagavad Gita.

De modo que no es nuestra aspiración, esperanza o esfuerzo por imitar a un santo lo que
cuenta. Estamos intentando inhalar el perfume de esos santos de modo que habiendo
entrado en nosotros como perfume, pueda trabajar en nuestras almas, pueda generar en
nuestro interior un despliegue hasta donde lo merezcamos y de la manera en que tenga
que sucedernos. Así como la comida ingerida se convierte en cuerpo vivo, también es
posible que esas verdades absorbidas a través de nuestros oídos y ojos puedan también
ser asimiladas en nuestras almas. Pueden convertirse en verdad viviente en nosotros,
una verdad que vive. Eso es posible.

Swamiji era una encarnación del amor, pero un tipo distinto de amor. No era el amor
sentimental, el sentimiento romántico que asociamos con esa palabra, sino un amor que
sólo podía ser llamado divino. Incluía todas las formas de amor de las que somos
conscientes, pero se destacaba entre ellas y las superaba. En este punto, tenemos que
juntar las enseñanzas y la personalidad, y obtener un entendimiento posible de ese amor.

Desde su infancia, fue capaz de ver a Dios en todo y de amar a ese Dios en todo. Tenía
sus citas frecuentes, sus expresiones favoritas, “Ve a Dios en todo rostro”, “Ama a Dios
en todo”, “Sirve a Dios en todo”. Expresaba esas ideas, aunque en él no eran ideas sino
verdades vivientes. Lo he escuchado de sus compañeros de escuela, que eran parte de su
hogar cuando era joven, y de un hombre que tuvo la fortuna de servirlo como cocinero
cuando aún ejercía como médico en Malasia. Era tal el amor y la atracción magnética
que tenía este hombre maravilloso, que cuando se fue de Malasia, su cocinero sintió la
necesidad de buscarlo, siendo que había desaparecido de circulación y nadie sabía
adónde había ido. Cuando descubrió que Swamiji estaba aquí, se reincorporó como
cocinero y se convirtió en Swami. ¡Cómo habrá sido el afecto de esta persona divina –
no cuando se convirtió en Swami o cuando obtuvo la Experiencia del Ser y todo lo
demás sino cuando aún era un joven trabajando como médico en Malasia! Hace unos
diez años, fui a un lugar cerca de Malasia y estaba ansioso de visitar aquellos lugares
que estaban asociados con la juventud de Gurudev. Incluso fui a los estados en los que
Swamiji trabajó como médico hace más de medio siglo. Había un anciano que aún
recordaba al doctor. Debió haber sido muy joven entonces, probablemente un
adolescente. “Sí”, dijo, “Me acuerdo, ¡era alguien especial!”

¿Qué era lo especial? A diferencia de otros médicos que generalmente trataban a los
pacientes como números o como cierto caso – un caso de pulmones, un caso de corazón,
un caso de nariz – para este doctor, cada paciente era una personalidad. “Cada paciente
era tratado como una persona especial”, dijo este anciano. Desde nuestra ventajosa
posición, tal vez sea fácil ver que él veía a Dios en cada uno de ellos y que cada uno de
ellos era una manifestación especial de Dios.

Otra característica extraordinaria que mencionó este anciano era que para el doctor,
todos eran importantes y que, en realidad, los veneraba. Su adoración a Dios tomaba la
forma de servicio a esos pacientes. Era extraordinario. Aquellos eran días de poder de la
medicina ortodoxa, donde cualquiera que no se conformara a ella era considerado un
curandero. Aquí había un doctor que, especialmente cuando había una enfermedad seria,
daba un medicamento y además una hoja de Tulsi. Solía hacer Puja y conservar las
hojas de Tulsi especialmente para aquellos que estaban seriamente enfermos,
aconsejándoles, “Después de todo, yo soy sólo un médico. Es la gracia de Dios la que te
ayudará. He orado por ti, aquí está el Prasad”. En su pequeño patio, tenía una enorme
planta de Tulsi; alguien que vino al Ashram mucho tiempo después mencionó que la
planta de Tulsi estuvo allí por años después de que Swamiji se fuera.

¿Qué era ese amor que movió el corazón de este médico a tratar a sus pacientes como
Dios, a darles medicamentos, a darles Prasad, a darles su amor y a rogar por ellos? El
cocinero también nos dijo que cuando la enfermedad era seria, el doctor alojaba al
paciente en su propia casa, especialmente si el paciente venía de muy lejos. El cocinero
también tenía que servirlo. Cuando le daba de alta al paciente, si descubría que éste no
tenía dinero, le daba algún dinero de bolsillo. Tal era su amor.

En ese momento, el doctor no tenía realmente idea de que se iba a convertir en


Sannyasin. Era lo que podríamos llamar un médico normal. Hoy en día, un médico
normal está interesado en el dinero. ¡Eso era lo único que no le interesaba a Swamiji!
También había pacientes ricos, de modo que el dinero venía naturalmente, en
abundancia, pero pasaba por sus manos. Incluso cuando niño, era travieso – Krishna
también era travieso – pero también era muy cariñoso y amoroso. Hacía cualquier cosa
con tal de servir a un amigo, con el resultado de que muchos de sus compañeros de
escuela vinieron aquí años después. ¿Cómo habrá sido el afecto y el amor que irradiaba
este jovencito para que la gente lo recordara aún después de medio siglo de separación?
No sólo vinieron sus amigos sino su maestro de escuela y el cartero que lo conocía.

Cuando él fue a Pattamadai (su lugar de nacimiento) aproximadamente medio siglo


después de haber dejado el lugar, lo adoraron y le dieron la bienvenida. Nosotros
observábamos sorprendidos la falacia del proverbio: “Un profeta no es honrado en su
tierra”. Él fue honrado en su ciudad natal y aún hoy es adorado allí. Desde una
plataforma en Pattamadai, dijo, “Nací aquí, soy sólo uno de ustedes”. Cuando se
encontró con algunos parientes o conocidos, hubo amistad pura, afecto puro – ninguna
actitud arrogante, “Yo soy un gran santo y ustedes son hombres de familia corrientes”.
Nunca vimos eso en su vida, jamás.

En cualquier situación en que se encontraba, él se unificaba totalmente con esa


situación. Si estaba jugando con niños, era un niño. Ni siquiera trataba a sus discípulos
como discípulos. Antes de que te inclinaras, él juntaba las manos y preguntaba, “Jay
Bhagavan, ¿estás bien?” esas palabras estaban envueltas con miel y amor. No eran
meras palabras – palabras que todos nosotros podemos usar – sino que el Bhavana que
condimentaba esas palabras era extraordinario. Una vez, Gurudev estaba en cama con
fiebre tifoidea. A los quince o dieciséis días, cuando la salud estaba completamente
deteriorada, Krishnananda Swamiji como de costumbre vino a preguntar qué podíamos
hacer. En cuanto entró a la habitación, Gurudev le preguntó, “Om Jay Bhagavan,
Krishnanandaji Maharaj. ¿Cómo estás, cómo está tu salud?” Cuando el Guru te
pregunta algo, lo primero que haces es responder. Krishnanandaji estaba respondiendo,
“Sí, Swamiji, estoy bien”. Gurudev estaba enfermo y el secretario venía a verlo, pero
durante cinco minutos, él estuvo preguntando acerca de la salud de Krishnananda
Swamiji. En todo eso, había absoluta genuinidad, honestidad, sinceridad y pureza.

Un día, durante el mismo período, él quería tomar un poco de aire fresco, contemplar a
la Ganga y a los Himalayas, así que salió. Estaba parado apoyado en un bastón,
temblando. Vio entonces a una anciana Parsi llamada Zalmataji. Ella estaba sentada a
orillas de la Ganga. Swamiji dijo, “Pregúntale por qué está sentada allí, hace mucho
calor. Pregúntale si almorzó, dale algo de comer”. No sé si pueden ponerse en su lugar e
interesarse tanto por otros cuando la propia energía está completamente agotada, cuando
la propia salud y la vida se están hundiendo, y uno está medio muerto. ¿Qué es ese amor
que se preocupa por cierta anciana que está sentada allí? Sentados aquí después de la
cena, tal vez todas esas cosas no parezcan tener mucho sentido, pero en aquella
situación, era realmente demoledor que una persona en tal condición física pudiera
pensar en el bienestar o la comodidad de otros.

Tal fue su amor. Es ese amor el que ha tomado la forma de este Ashram, es ese amor
que irradia a través de todos estos grandes Swamis, como Swami Chidanandaji, Swami
Krishnanandaji y Swami Madhavanandaji, y el que rige el destino de este Ashram. El
mismo amor está fluyendo a través de todos ellos. Es el mismo amor que nos protege y
nos guía. Pero ese amor no era sentimentalismo. No sé si puedo darles mi definición de
“sentimental”. Sentimental es como centímetro. Así como la centésima parte de un
metro es un centímetro, una centésima parte de tu mente es sentimental. Cuando sólo le
das una centésima parte de tu mente a algún objeto, eres sentimental. Swamiji no se
caracterizaba por someterse a tal fragmentación. Él era completo, total – así que no
había sentimentalismo en él. No sólo su mente, su corazón y su alma sino toda su
personalidad estaba en cada acto, en cada pensamiento, palabra y obra. Era un alma
incondicional, completa.

Ese ser total, esa personalidad total estaba todo el tiempo absolutamente sintonizada con
la totalidad – Dios – de modo que cuando parecía ser duro era porque te amaba. Si
reprendía a un discípulo, era sólo porque se había convertido en parte de él. Cuanto más
distante estabas, más amor mostraba. Cuando te acercabas un poco más, él quería bruñir
y lustrar sus instrumentos. Era sólo entonces que parecía ser un poco más duro y muy de
vez en cuando. Pero aún cuando eso sucedía, uno podía ver que era debido a su gran
amor. Tuve oportunidades como esas para observar esto. Una vez, antes de abordar a
uno de sus discípulos que había errado de alguna manera, dijo, “He estado pensando en
esto durante los últimos tres días. Ni siquiera he dormido durante esos tres días”.
Nosotros éramos todos jovencitos, no éramos dignos de que un sabio cambiara de
opinión. Cualquier otro hubiera agarrado a ese discípulo y le hubiera dicho, “No hagas
eso”. Pero no, podría herirlo. Por lo tanto, aún cuando había que decir eso, él demoraba
y demoraba. Pensaba acerca de ello, reflexionaba sobre ello y dormía pensando en ello
con la esperanza de que eso desapareciera, que la persona despertara y descubriera su
error. Si nada funcionaba, entonces podía decirte una palabra – y luego te cubría con
frutas y miel. ¡Tan fantástico amor! Ese amor no es humano sino divino, aunque tenga
todos los elementos humanos. Él era cariñoso, estaba profunda y enormemente
interesado en tu bienestar físico, por sobre todo.
Lo que le daba el mayor goce era distribuir Prasad. En 1947, se celebró el 60º
cumpleaños de Swamiji. No sé cómo sucedió, pero hubo un excedente de laddus. Unas
tres o cuatro mil personas comieron hasta hartarse en el cumpleaños, un día antes y un
día después. Después de distribuir los laddus a toda la gente, una de las habitaciones de
abajo, en la línea de la oficina de correos, estaba medio llena con ellos. Había laddus
desde el piso hasta el techo. De allí en más (desde el 10 de septiembre y durante unos
diez días) él estaba dichoso, estaba en el decimosexto cielo. Todo el que iba allí recibía
dos puñados de laddus. Nada le daba mayor alegría que distribuir alimento, frutas,
Prasad.

En aquellos días, éramos sólo unas treinta personas aquí. Cuando había numerosos
visitantes, solíamos sentarnos a comer en la galería de la oficina de correos y cuando no
había tantos visitantes, comíamos adentro de la cocina. Un día, Swamiji estaba sentado
en uno de esos bancos de cemento. Dijo, “Ustedes creen que el Ashram es chico. Verán
un día, la cola para recibir comida se extenderá desde el Ashram hasta Lakshmanjhula”
– si ponen toda la gente que se alimenta ahora en una línea, ésta probablemente ya
llegue hasta Lakshmanjhula. El mismo día, dijo, “Ustedes creen que van de una crisis
financiera a otra” – cada seis meses teníamos una crisis financiera. O íbamos a la
bancarrota o no podíamos pagar ninguna deuda, o no había nada para comer. “El dinero
vendrá. Entrará tanto dinero que no tendrán tiempo para contarlo”. Todo lo que dijo se
hizo realidad. ¿Por qué? Él no quería nada, no pidió nada. Incluso después de que el
Ashram creciera, él siguió viviendo en ese pobre Kutir a orillas de la Ganga. Era un
lugar de lo más insalubre, era húmedo, frío, oscuro y deprimente, pero él estaba muy
contento con eso y no quería moverse de allí. Por otro lado, aún entonces estaba muy
preocupado por nuestra comodidad: “¿Tienes suficientes frazadas? ¿Tienes todo lo que
necesitas? ¿Te gustaría tener un abrigo, te gustaría tener un gorro?” Esta solicitud por el
bienestar físico de todos era extraordinaria. Pero eso no era todo. Él creó el Ashram para
la evolución espiritual de todos nosotros. Cada ladrillo aquí canta su gloria.

Aparte de la distribución de Prasad, en segundo lugar, él se deleitaba con la distribución


de literatura espiritual, de libros. Los enviaba gratis a cientos de personas en todo el
mundo. Los paquetes tenían que ser registrados y cada uno debía recibir su toque y su
bendición, y él mismo revisaba la dirección. Solía decir, “Así es como le envío el libro
al destinatario, aunque ese destinatario esté a miles de millas”. Dar, dar, dar, dar – y un
dar no surgido de la vanidad ni de la expectativa de recompensa sino de ese amor puro y
divino. Su amor tomó la forma de servicio, de dar comida, de dar conocimiento y de
darse él mismo en todo. Tal fue la naturaleza gloriosa de ese ser divino a cuyos pies
estamos todos sentados hoy.

GLOSARIO
Abhayam: Ausencia de temor.

Abhyasa: Repetición; práctica constante.

Accha: Bien, excelente.


Achara: Conducta recta, hábito, práctica, observancia externa de reglas y leyes
establecidas.
Acharya: Maestro.
Adhikara: Derecho.
Adhikari: Aspirante espiritual calificado.

Adhikari-vada: Doctrina que sostiene la necesidad de prescribir diferentes disciplinas


para cada aspirante según su capacidad.

Adi Guru: Primer Guru; Kirtan que suele cantarse en Shivananda Ashram.

Advaita Vedantin: Aquél que practica la filosofía Vedanta monista.

Ahimsa: No violencia.

Añjaneya: Nombre de Hanuman, el gran devoto del Señor Rama. Añjaneya (el hijo de
Añjani) era un mono dotado con poder e inteligencia de naturaleza divina.

Arati: Adoración que consiste en ondear una luz o llama delante de la deidad o delante
de un santo.

Archana: Adoración.

Asana: Postura; asiento.

Ashram: Ermita o monasterio en la que vive un Maestro con sus discípulos.

Ashramitas: Residentes de un Ashram (ermita, monasterio indio).

Atma-Jñana: Conocimiento del Ser.

Atman: Alma o Ser.

Atma-shuddhaye: Purificación interior.

Avadhuta: Asceta que ha renunciado al mundo; sexta orden de Sannyasins -


generalmente desnudos; estado superior de ascetismo o Tapas.

Avarana: Velo de ignorancia.

Avidya: Ignorancia.

Banami Khuda Mubarak: Reverencias a Dios.

Bel: Árbol sagrado de la India también conocido como Bilva (en sánscrito) or Aegle
Marmelos (nombre botánico).

Bhagavad Gita: Escritura sagrada en la que el Señor Krishna transmite la enseñanza del
Yoga a Su discípulo Arjuna.
Bhagavan: Dios.

Bhagavatam: Escritura que narra la historia de todas las encarnaciones del Señor.

Bhajan: Canto devocional.

Bhakta: Devoto.

Bhakti Yoga: Yoga de la devoción.

Bhakti: Devoción.
Bhavana: Sentimiento, actitud mental.

Bhaya: Temor.

Bhuta: Lo que existe, en oposición a lo inmanifiesto; cualquiera de los cinco elementos


que constituyen el universo; elemento; espíritu.

Brahma-Karma-samadhi: Estado de súper-conciencia que se alcanza cuando hay


experiencia directa de que lo único que existe es Brahman o Dios.

Brahman: Ser Supremo, Realidad Absoluta, Conciencia Absoluta, Dios.

Brahmana o Brahmin: Perteneciente a la casta sacerdotal.

Bráhmico: Perteneciente a Brahman.

Dakshinamurti: Encarnación del Señor Shiva – Dios – en Su aspecto de Maestro del


mundo, personificación de la Conciencia Suprema.

Dana: Caridad.

Dattatreya: El Señor Supremo en Sus tres aspectos de Brahma, Vishnu y Shiva


(Creador, Conservador y Transformador) encarnado como hijo del sabio Atri y su
esposa Anasuya.

Devi: Diosa.

Dvesha: Rechazo, repulsión.

Ganesha-puja: Adoración a Ganesha - hijo del Señor Shiva y la Madre Parvati, quien
tiene cabeza de elefante, confiere sabiduría y destruye los obstáculos.

Ganga: Río Ganges; diosa del río Ganges.

Gauna: Secundario, indirecto.

Ghi: Manteca clarificada.

Gurubhai: Hermano discípulo de un mismo Maestro.


Gurubhais: Condiscípulos.

Gurukula: Residencia en la ermita del Guru.

Gurumaharaj: Maestro.

Guru-Seva: Servicio al Maestro.

Hare Rama Kirtan: Canto del Mahamantra o Gran Mantra, “Hare Rama Hare Rama,
Rama Rama Hare Hare; Hare Krishna Hare Krishna, Krishna Krishna Hare Hare”.

Hare Rama: Parte del Mahamantra que invoca al Señor en Sus encarnaciones de Shri
Rama y Shri Krishna.
Hari Om Tat Sat: Dios Om Eso existe.
Haro Hara: Gloria a Dios.

Hatha Yoga: Modalidad de Yoga que consiste en posturas de quietud, prácticas


respiratorias y de relajación, entre otras.

Havan: Adoración a Dios en el fuego.

Himsa: Violencia.

Homa: Oblación en el fuego con ghi o manteca clarificada.

Idli: Tortilla de arroz que se sirve como desayuno especialmente en el sur de India.
Ishavasya Upanishad: Escritura perteneciente a los Vedas.

Ishta Devata: Deidad elegida.

Ishta Mantra: Mantra de la Deidad de su devoción.

Ishvarapranidhana: Entrega incondicional a Dios.

Jagat-Guru: Maestro del mundo.

Janmashtami: Celebración del nacimiento del Señor Krishna.

Japa: Repetición de un Mantra o Nombre de Dios.

Jaya Ganesha: Gloria a Ganesha.

Jaya Guru: Gloria al Guru o Maestro espiritual.

Jijñasu: Aspirante al conocimiento espiritual.


Jivanmukta: Liberado en vida.

Jñana Yoga: Sendero del discernimiento entre lo Real y lo irreal.

Jñana: Conocimiento.
Jñani: Sabio.

Karana: Causa.

Karma Yoga: Yoga de la acción desinteresada.

Karma Yogui: Aquél que practica Karma Yoga.

Karma: Acción

Karta: Sujeto agente de la acción.

Karya: Efecto.

Katha Upanishad o Kathopanishad: Una de las principales escrituras vedánticas.

Khichiri: Comida india consistente en arroz y legumbres.

Kirtan: Canto de los nombres y las glorias del Señor.


Krishna: Encarnación Divina de 5000 años atrás.

Krodha: Ira.

Kshetra: Lugar en que se daba de comer a los renunciantes.

Kumbha Mela: Congregación de yoguis, Sannyasins, santos y devotos que se realiza


cada cuatro años en distintos lugares sagrados de India.

Kundalini-chakras: Vórtices energéticos ubicados a lo largo de la columna vertebral.

Kutir: Vivienda pequeña.

Laddu: Dulce indio.

Lakshmana: Hermano menor de Shri Rama, Encarnación Divina.

Langoti: Taparrabo.

Lesha-avidya: Leve ignorancia.

Lokasangraha Karma: Acción para el bien del mundo, para la elevación de la


humanidad.

Madhava-seva: Servicio al Señor.

Mahabharata: Gran epopeya india que narra la historia de la gran batalla entre los
hermanos Pandavas y los Kauravas.

Maharaj: Rey; título de respeto.


Mahasamadhi: Abandono del cuerpo físico o muerte de un Yogui o sabio.

Mahatma: Gran alma.

Mahavakya: Grandes dichos o declaraciones de los Upanishads, cuatro en total, que


expresan las verdades vedánticas más elevadas o la identidad entre el alma
individual y el Alma Suprema.

Mala: Rosario para la recitación de Mantras.

Manasika-puja: Adoración mental.

Manava-seva: Servicio al hombre.

Mantra: Sílaba, palabra o grupo de palabras sagradas, cuya repetición conduce a la


perfección o Experiencia del Ser.

Mantra-diksha: Iniciación en la repetición de un Mantra o fórmula sagrada.

Manu: Uno de los progenitores de la humanidad.

Mauni: Sabio silencioso.

Maya: Poder ilusorio de Brahman, Dios.

Moksha: Liberación de la rueda de nacimiento y muerte; Experiencia del Absoluto.

Mrityuñjaya Mantra: Mantra o invocación para vencer a la muerte.

Mukhya Bhakti: Forma principal de devoción.

Mukhya: Principal.

Mumukshutva: Intenso deseo de Liberación.

Murti: Ídolo, imagen de la Deidad.

Namah Shivaya: Reverencias al Señor Shiva (Dios).


Namo Bhagavate Vasudevaya: Reverencias al Señor Vasudeva (Dios).
Namo Bhagavate: Reverencias al Señor.
Namo Bhagavati Ganga Rani: Reverencias a la Diosa Ganga (río Ganges).
Namo Narayanaya: Reverencias al Señor Narayana (Dios).

Narayana: Nombre de Dios. Narayana es representado como descansando sobre un


lecho de serpiente en el océano de la Conciencia Cósmica, también llamado
océano de leche.

Nimitta-bhavana: Sentimiento o actitud de ser es un instrumento en manos de Dios.

Nirvikalpa Samadhi: Estado de súper-conciencia en el cual no hay mente ni idea alguna.


Niyama: Regla, prescripción.

Ohji: Exclamación con la que se llama respetuosamente y afectuosamente en hindi.

Om Namo Narayanaya: Om reverencias a Narayana (Dios).

Om Shantih: Om Paz.

Pada-puja: Adoración de los pies.

Pandit: Erudito.
Parabhakti: Forma suprema de devoción.

Para-puja: Adoración suprema.

Patañjali: Sabio que escribió el tratado sobre Raja Yoga conocido como Yoga Sutras.

Pranayama: Regulación de la respiración.

Prasad: Alimento ofrecido a la Divinidad.

Puja: Adoración.

Puranas: Poemas que narran historias y leyendas llenas de enseñanzas.

Raga: Apego; atracción.

Raja Yoga: Modalidad de Yoga que tiene como práctica fundamental el control de la
mente mediante los ocho pasos del sendero del sabio Patañjali descripto en los
Yoga Sutras.

Raja Yogui: Adepto en la práctica de Raja Yoga.

Rajásico: Aquél que posee la cualidad de Rajas – pasión o inquietud.

Rama: Encarnación Divina cuya historia está descripta en el Ramayana.

Ramakrisna: Sabio que vivió en Bengala en el siglo XX.

Ramana Maharshi: Sabio de Arunachala que enseñaba principalmente por medio del
silencio.

Ramanavami: Celebración del nacimiento del Señor Rama.

Ramayana: Epopeya que narra la historia de la encarnación del Señor como Shri Rama.

Rishikesh: Localidad situada al pie del Himalaya junto al río Ganges, en el Norte de
India, en la que se encuentra Shivananda Ashram.

Roti: Pan indio.


Sadhaka: Aspirante espiritual.

Sadhana Chatushtaya: Discernimiento, desapego, las seis virtudes - Shama (calma


mental), Dama (control de los sentidos), Uparati (saciedad, ausencia de deseos de
placeres sensuales), Titiksha (poder de soportar los pares de opuestos), Shraddha
(fe inalterable en el propio Ser, en el Guru y en las Escrituras) y Samadhana (total
equilibrio mental que permite fijar la mente en Brahman) – y deseo de liberación.

Sadhana: Práctica espiritual.

Sadhu: Hombre santo.

Sahaja Samadhi: Estado de súperconciencia que se ha vuelto natural y continuo.

Samadhi: Estado de súper-conciencia.

Samsara: Proceso de la vida mundana; rueda de nacimiento, sufrimiento y muerte.

Samskara: Impresión; purificación ceremonial; tendencia prenatal.

Sankirtan: Canto devocional.

Sannyasa: Voto de renuncia.

Sannyasa-diksha: Iniciación en la vida de renuncia.

Sannyasin: Monje que ha abrazado la vida de renuncia.

Sarasvati: Diosa de la sabiduría.

Sari: Indumentaria de la mujer india que consiste en 5½ metros de tela.

Satsanga: Compañía del sabio o santo; compañía espiritual; reunión espiritual.

Sáttvico: Caracterizado por la cualidad de Sattva – pureza.

Satyam: Verdad.

Satyamurti: Encarnación de la verdad.

Savikalpa Samadhi: Estado de súper-conciencia en el que se mantiene la tríada de


conocedor, conocimiento y objeto de conocimiento.

Seva: Servicio.

Shakti: Energía, poder.

Shaktipata: Descenso del poder.

Shat-chakra Nirupana: Investigación de los seis chakras o vórtices energéticos.


Shatsampat: Seis virtudes - Shama (calma mental), Dama (control de los sentidos),
Uparati (saciedad, ausencia de deseos de placeres sensuales), Titiksha (poder de
soportar los pares de opuestos), Shraddha (fe inalterable en el propio Ser, en el
Guru y en las Escrituras) y Samadhana (total equilibrio mental que permite fijar la
mente en Brahman)

Shiva: Dios en Su aspecto transformador representado como un asceta que vive en la


montaña.

Shiva-lingam: Símbolo de piedra que representa a la Conciencia Cósmica o Shiva.

Shivaratri: Noche de Shiva.

Shreyas: Bueno; santidad; liberación.

Shrimad Bhagavatam: Escritura que narra la historia de las encarnaciones divinas del
Señor.

Shukadeva: Santo, hijo del sabio Vyasa, que narró las historias del Señor que
constituyen el Shrimad Bhagavatam.

Siddhi: Poder.

Subrahmanya: Hijo del Señor Shiva y la Madre Parvati que destruyó las fuerzas
malignas comandando del ejército de los Devas o seres celestiales.

Surdas: Santo poeta devoto del Señor Krishna.

Svadhyaya: Estudio de escrituras espirituales.

Swami Krishnanandaji: Uno de los grandes discípulos de Swami Shivanandaji que se


desempeñó durante décadas como Secretario General del Ashram.

Swami Satchidananda: Discípulo de Swami Shivanandaji que más tarde fundó un


Ashram en Estados Unidos.

Swami: Maestro; dueño de sí; nombre que se le da a los renunciantes monásticos.


Tamas: Inercia.

Tapas: Acción purificatoria, sacrificio, penitencia.

Tat-tvam-asi: Tú eres Eso.

Tilak: Marca sagrada que se lleva en la frente.

Tulsi: Planta sagrada que representa a la Diosa Lakshmi – Diosa de la fortuna.

Tulsidas: Santo poeta que escribió la historia del Señor Rama en su famoso
Ramacharitamanasa compuesto en el lenguaje Avadhi.
Upanishads: Porción de los Vedas que contiene el conocimiento espiritual; textos que
tratan sobre la Verdad Suprema y su experiencia. Los Upanishads son 108, de los
cuales 10 son considerados los más importantes y fueron comentados por el gran
filósofo Shankaracharya.

Vaidhi Bhakti: Forma secundaria de devoción.

Vaikuntha Ekadashi: Un día particular de ayuno.

Vairagui: Aquél que posee Vairagya o desapego.

Vairagya: Desapego.

Vanaras: Monos inteligentes y poderosos que sirvieron a Shri Rama en la conquista de


la ciudad de Lanka.

Vasishtha: Guru de Shri Rama.

Vedanta: El fin de los Vedas; escuela filosófica basada en los Upanishads.

Vibhuti Yoga: Capítulo del Bhagavad Gita en el que el Señor describe Sus glorias.

Vichara: Investigación de la naturaleza del Ser, Brahman o Verdad.

Vikshepa: Inquietud mental.

Viraha: Separación, abandono.

Vishnu Purana: Escritura que narra historias sobre el Señor Vishnu, aspecto
conservador de Dios.

Vivasvan: Dios Sol.

Viveka: Discernimiento entre lo Real y lo irreal, entre el Ser y el no-Ser, entre lo


permanente y lo transitorio; discernimiento intuitivo correcto.

Vivekananda: Famoso Swami indio discípulo de Shri Ramakrishna.

Vritti: Onda de pensamiento, modificación mental.

Yajña: Sacrificio.

Yama: Regla de conducta ética.

Yoga Asanas: Posturas de quietud propias de Hatha Yoga.

Yoga Sutras: Tratado sobre Raja Yoga escrito por el sabio Patañjali.
Yoga Vasishtha: Escritura atribuida al sabio Valmiki que contiene el diálogo entre el
sabio Vasishtha y Shri Rama, y que es considerada una obra maestra de la
filosofía Vedanta.

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