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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5

IMPACTO Y RIESGO AMBIENTAL DE LAS


ACTIVIDADES MINERO-METALÚRGICAS

Roberto Rodríguez1 y Patricia Acero2

(1) Departamento de Química. Facultad de Ciencias. Universitat de Girona.


Campus de Montilivi. 17071 Girona (España)
roberto.rodriguez@udg.es

(2) Instituto de Ciencias de la Tierra Jaime Almera. Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
Solé Sabarís s/n, 08028 Barcelona (España).
pacero@ija.csic.es

1. INTRODUCCIÓN

El termino impacto, ciertamente no muy afortunado, se utiliza de manera indiscriminada en la litera-


tura relativa al medio ambiente. Se emplea para destacar o remarcar las consecuencias de las actividades
antropogénicas sobre el medio natural y sus ecosistemas. Las actividades antrópicas pueden producir sobre
el medio un efecto perjudicial o beneficioso. El uso de la palabra impacto arrastra mayoritariamente con-
notaciones negativas, y es más frecuente encontrarla sin adjetivar y con esa connotación, que acompaña-
da de los calificativos de positivo o negativo.
Por ello las relaciones fundamentales entre el medio físico y las actividades humanas desarrolladas por
el hombre, pueden analizarse buscando el efecto que las actividades pasadas, presentes y futuras produ-
cen y producirán en el medio ambiente de un determinado territorio.
Considerando lo anteriormente expuesto el impacto ambiental provocado por las actividades minero-
metalúrgicas puede definirse como: el efecto de las actividades antropogénicas sobre el medio natural y
los ecosistemas que se desarrollan sobre la superficie o parte superior del interior de la corteza terrestre;
su trascendencia, magnitud e importancia, derivan de la vulnerabilidad y fragilidad del territorio
(Rodríguez, 2002).
Los objetivo de este capitulo es mostrar de una manera sintética los impactos ambientales más signi-
ficativos que producen las actividades minero-metalúrgicas y los residuos generados por estas. Para el des-
arrollo del mismo nos basaremos en la literatura científica y en diferentes estudios realizados por los auto-
res en las zonas de mineras de Moa en Cuba, de la Sierra minera de Cartagena-La Unión en España y algu-
nos otros ejemplos. En el capítulo se tratara en detalle el problema del drenaje ácido de mina que es un
problema importante en muchas zonas mineras, por el valor económico, ambiental y social que represen-
tan los recursos hídricos.

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2. IMPACTOS AMBIENTALES

Las actividades minero-metalúrgicas pueden causar diferentes impactos ambientales entre los que se
pueden destacar:
a) Impacto sobre las masas de aguas continentales y marinas y los ecosistemas acuáticos:
– aguas superficiales: ríos, lagos y estuarios
– aguas subterráneas y
– lagunas costeras, marismas, los mares y océanos;
b) Variación de la morfología del terreno:
– creación de depresiones
– construcción de elevaciones artificiales
– creación de llanuras por eliminación de la morfología original
c) Impacto sobre la atmósfera (emisión de gases contaminantes, partículas de polvo y calor);
d) Impacto sobre los suelos y la flora y la fauna asociada a ellos;
e) Impactos paisajísticos;
f) Impacto por la contaminación ambiental con diferentes formas de energía (ruido o acústica, radia-
ciones, calor, etc.) estos pueden ser sobre el suelo, las masas de agua y el aire.
g) Impactos demográficos (crecimiento o disminución de la población).
Las características y magnitud de cada uno de ellos dependen en gran medida de la vulnerabilidad y
fragilidad del territorio, de la naturaleza del recurso mineral extraído (tipo de yacimiento mineral y la mine-
ralización secundaria), de las rocas que lo acompañan (rocas encajantes), de la magnitud de las explota-
ciones (área afectada por la explotación), de los métodos de extracción, tratamiento y beneficios utiliza-
dos, condiciones hidrogeológicas e hidrológicas, de la geomorfología local y de las condiciones climáticas
(condiciones geográficas locales).
Aunque los impactos más evidentes se concentran en la zona minera propiamente dicha, es frecuen-
te que afecten a los lugares adyacentes y pudiendo incluso alcanzar zonas muy alejadas del foco de con-
taminación. Es bueno destacar que en mayor o menor medida todos estos impactos ambientales presen-
tan dos elementos que los interrelacionan entre sí: el movimiento de las masas de aire y, sobre todo, el
ciclo hidrológico del planeta. Por ejemplo los vertidos de aguas en ríos pueden ser transportados cientos
de kilómetros y depositados en el mar.
Las operaciones mineras de extracción, transporte y beneficio del mineral ocupan generalmente una
extensión considerable. El desarrollo de estas actividades afecta a zonas agrícolas, poblaciones, bosques,
espacios rurales y zonas de interés natural. Los impactos ambientales que en ocasiones producen las acti-
vidades minero-metalúrgicas son extremadamente graves, incluso pueden tener carácter terminal (difícil
de recuperar mediante técnicas de tratamiento de residuos, rehabilitación, restauración o combinación de
varias). El deterioro de la calidad ambiental y los ecosistemas asociadas a zonas mineras está condiciona-
do por:
I) los residuos de las propias explotaciones mineras,
II) los efluentes líquidos y sólidos de los vertidos por las plantas de beneficio,
III) los residuos de las plantas metalúrgicas de extracción y refinado
IV) mala gestión y almacenamiento inadecuado de los residuos.

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2.1. Impacto sobre las masas de agua continental y marina

Las actividades minero-metalúrgicas son procesos industriales íntimamente ligados al agua. La activi-
dad minera genera en ocasiones grandes volúmenes de aguas altamente contaminadas. El vertido sin tra-
tamiento de estas aguas puede provocar la contaminación de aguas superficiales y subterráneas. Su ori-
gen es variado y difícil de evaluar en muchos casos, debido a que estas actividades se desarrollan en con-
diciones geográficas y climáticas muy diferentes. La forma de contaminación más importante es la intro-
ducción de sustancias solubles en el medio hídrico lo que tiene lugar por diferentes vías:
1) El uso de reactivos en el proceso de concentración de los metales, entre los cuales se encuentran
ácidos y bases modificadoras del pH del agua, derivados del petróleo, ácidos orgánicos, xantanos
(ésteres de ácidos inestables), compuestos de cianuro, etc. (Llamas, 1998).
2) Descarga de aguas ácidas ricas en metales pesados y otros compuestos tóxicos (principalmente
plomo, mercurio, cobre, zinc, cromo, cadmio y molibdeno).
3) Incorporación de sustancias radioactivas al agua. Las fuentes de radioactividad más destacables,
aunque no las únicas, son los vertederos y escombreras de minas de uranio abandonadas o en
explotación (Pollock, 1986).
4) Sulfatos, procedentes del drenaje de yacimientos de carbón, metálicos o de escombreras y minas
abandonadas (fundamentalmente menas de carbón, sulfuros de Fe y de polimetálicos). La oxida-
ción de los sulfuros se produce por entrada del oxígeno debido a los procesos de recarga de las
aguas subterráneas y a las fluctuaciones del nivel freático. Pueden existir otras substancias capa-
ces de provocar la acidificación de las aguas (productos químicos, orgánicos), que afectan los eco-
sistemas acuáticos. Las aguas enriquecidas en sulfato hacen más solubles muchos compuestos
metálicos y metales (dependiendo del pH) letales para las plantas y organismos acuáticos. El des-
censo del pH hace a las aguas químicamente agresivas, requiriendo una gran dilución o un trata-
miento específico para que puedan utilizarse de nuevo (Elberling and Nicolson, 1996, Rodríguez y
Candela, 1998).

Figura 1. Precipitados de óxidos e hidróxidos de hierro en las orillas del río Moa, Cuba.

5) Sales férricas formadas al oxidarse el Fe(II) presente en las aguas, eso hace disminuir su solubilidad,
por lo que precipita y forma coloides que dan turbidez al agua. En lechos y márgenes de muchos
ríos se puedan observar precipitados pardos de óxidos e hidróxidos de hierro y manganeso (ej. Río
Tinto en España, Río Moa en Cuba, las bahías de Nicaro y Moa en Cuba, Río Yauli en Perú, pro-

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vocando una degradación casi total del medio acuático y otros problemas ambientales relaciona-
dos con la transformación de los ecosistemas naturales circundantes (Smith et al., 1998).
6) Incorporación de materia orgánica, que produce una disminución en la cantidad de oxígeno disuel-
to y con ello afecta el desarrollo de la vida acuática. Su origen está asociado a la deforestación de
áreas tropicales durante las aperturas de minas a cielo abierto y tala indiscriminadas de los bos-
ques existentes para crear la infraestructura necesaria.
7) Incorporación de diferentes nutrientes que pueden llegar a ocasionar una eutrofización (exceso de
alimento para las plantas en el agua) del agua; generalmente el fenómeno está asociado a los
arrastres por erosión de las escombreras de suelo del desmonte del yacimiento y a los procesos de
deforestación. También pueden incorporarse elementos metálicos que constituyen alimentos para
el desarrollo de diferentes microorganismos (Brake et al., 2001). La existencia de estos nutrientes
provoca también la eutrofización de las aguas debido al desarrollo de la vegetación en el agua
almacenada en las minas a cielo abierto y embalses de agua para el abastecimiento de las plan-
tas de tratamiento y beneficio.
8) Incorporación de partículas de suelos o sedimento en suspensión (particularmente cuando se des-
arrollan lavados de materiales aluviales para la construcción de las obras mineras y civiles, draga-
dos de áridos aluviales y marinos, profundización de cauces fluviales, limpiezas de los puertos y
canales, deforestación y almacenamiento en escombreras de suelos poco cohesivos en climas tro-
picales de elevada pluviometría (Carménate y Riverón, 1999). Otra de las fuentes de incorporación
de partículas sólidas al medio hídrico superficial son los vertidos de residuos en los cauces fluvia-
les y la rotura por accidentes de las balsas de residuos o estériles (Benito et al., 2001). Estas car-
gas de sólidos en suspensión producen el incremento de la turbidez del medio y la disminución de
la entrada de la luz solar, provocando una disminución de la actividad biológica de plantas, ani-
males y microorganismos acuáticos, así como la afectación de la fotosíntesis de la vegetación
acuática y algas.
Además, esta carga sólida puede llegar a obstruir cauces y canales, a colmatar embalses e incluso
a provocar daños en los puertos marítimos o en los ecosistemas asociados (Martínez, et al., 1993a,
b, c; Carménate y Riverón, 1999). Puede afectar zonas de importancia socioeconómica (de interés
turístico y pesquero).
9) Oxigenación de las aguas en las plantas de lavado de áridos para la construcción (por ejemplo, a
causa de agitación mecánica durante la extracción de áridos del lecho de los ríos). Esta forma de
contaminación puede causar la destrucción de cantidades excesivas de materia orgánica, que
puede resultar necesaria para el desarrollo de los diferentes ecosistemas acuáticos y de gran valor
en el mantenimiento de las condiciones geoquímicas del medio (Fernández, 1998a y b).
10) Reducción de las zonas húmedas o humedales, variación del caudal de los manantiales y del flujo
en las aguas superficiales, por variación de los niveles piezométricos debido al bombeo de agua
superficial y subterránea (Tovar, 1999).
11) Intercepción del nivel freático y contaminación directa de las aguas subterráneas. En la figura 2, se
puede apreciar la intersección del nivel freático en una mina de níquel. Este proceso puede afec-
tar las actividades mineras por lo que se realiza el bombeo de las aguas subterráneas para depri-
mir los niveles. Este proceso garantiza la calidad del proceso productivo pero con ello facilita la
introducción del aire rico en oxígeno a diferentes profundidades del macizo rocoso, lo que provo-
ca el proceso de oxidación de las diferentes fases minerales. El proceso de oxidación tiene lugar
durante todo el proceso de explotación, pero cuando se cierra la mina o se dejan de realizar los

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bombeos los niveles piezométricos se recuperan muy rápido y con ello se produce el proceso de
generación del drenaje ácido el cual trataremos a continuación.

Drenajes y lixiviados de aguas ácidas de escombreras de residuos y minas

La generación de aguas ácidas con elevados contenidos en metales pesados y otros contaminantes
como consecuencia de las labores de minería se ha convertido en una de las cuestiones medioambienta-
les que mayor interés ha suscitado en los últimos años.
El drenaje ácido de minas (en inglés AMD, Acid Mine Drainage), como se recordará, consiste en la apa-
rición de aguas con pH típicamente entre 2 y 4 y altas concentraciones de metales tóxicos como conse-
cuencia de la exposición subaérea de sulfuros metálicos durante su explotación minera.
El efecto ambiental de los drenajes de aguas residuales de plantas metalúrgicas, minas y escombreras
es muy importante. Concentraciones bajas de algunos metales pesados y metaloides pueden ser letales
para los organismos acuáticos, para el hombre y para la ganadería. La toxicidad de estos compuestos
depende de la concentración, de la forma química en que se encuentre (por ejemplo, el mercurio o el
plomo en compuestos orgánicos es más tóxico que en inorgánicos, mientras que con el cobre sucede lo
contrario) y de la presencia de otros metales. Una sustancia química en el agua puede incrementar la toxi-
cidad de otras, por ejemplo la presencia de sulfato en las aguas facilita en muchos casos la solubilidad de
otros metales y con ello eleva el grado de contaminación (Custodio, 1983; Larsen and Postmant, 1997).
Los cianuros y otros compuestos son letales en concentraciones del orden de partes por mil en el agua
(Merian, 1991) y el ácido fluorhídrico puede dar lugar a fluorosis en personas o animales que beban el
agua enriquecida en este compuesto.
La oxidación de minerales de azufre, o sulfuros, puede tener lugar en condiciones naturales, sin la inter-
vención del hombre y es la principal causa de que en determinadas zonas del planeta existan numerosos
ríos con valores de pH muy bajos e incluso, con una fauna autóctona única y adaptada a esas condiciones
de acidez (ej. Río Tinto en España). También es la causa de que predominen las aguas sulfatadas cálcicas
sin que existan zonas de yesos (estas son el resultado de la neutralización natural de las aguas ácidas al
entrar en contacto con afloramientos de rocas carbonatadas, margas, tobas calcáreas, calizas, etc.).
La filtración a través de balsas y escombreras se produce debido a que la acumulación de estos resi-
duos en las balsas y presas de residuos (quarry and tailing dams), sobre la superficie del terreno provoca
una variación de las condiciones hidrogeológicas locales (Ribet et al. 1995). El agua del residuo crea un
nivel freático artificial sobre la superficie del terreno provocando una variación de las condiciones de recar-
ga y flujo (McWhorter and Nelson, 1979) (Figura 4). Por otro lado, las reacciones químicas de los diversos
contaminantes que modifican el equilibrio geoquímico pueden manifestarse en cambios de:
oxidación/reducción, especiación/ complejación, disolución/precipitación, adsorción/desorción, floculación
y digestión de coloides (Morin and Cherry, 1988).
La generación del drenaje ácido de minas (AMD) abandonadas y escombreras está motivada por la
combinación de dos factores básicos: la oxidación y disolución de sulfuros metálicos y su posterior trans-
porte en solución.
El sulfuro metálico más frecuente y por lo tanto el más presente en las explotaciones y residuos mine-
ros de este tipo es la pirita (FeS2). Las reacciones de oxidación de este mineral han sido extensamente estu-
diadas (Moses y Herman, 1991; Evangelou, 1995)
De forma simplificada, la oxidación de la pirita se puede expresar como

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Figura 2. Intersección del nivel freático en una mina a cielo abierto donde se explota un yacimiento
laterítico de níquel y cobalto. Moa, Cuba.

Figura 3. Casos más frecuentes de minas a cielo abierto donde se produce la intersección o alteración del nivel freático.
La flecha indica la dirección del flujo. a) Recarga del acuífero desde el hueco minero, debido a la acumulación del agua de
lluvia y el escurrimiento superficial, b) Flujo a través del hueco minero y c) Flujo hacia el hueco minero.

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(1)
El Fe2+ liberado puede ser oxidado en presencia de oxígeno según muestra la reacción

(2)
El Fe3+ generado puede, a su vez, promover la oxidación de la pirita de acuerdo a la reacción

(3)
Por otra parte, el Fe3+ puede precipitar en forma de hidróxido mediante reacciones de hidrólisis

(4)
con lo que se genera aún más acidez.

Figura 4. Variación del nivel freático y de las condiciones de recarga que provoca la construcción de una escombrera sobre un
acuífero libre (Rodríguez, 2002).

La oxidación de otros sulfuros, como ya se vio en el capítulo de sistemas de tratamiento pasivos de


aguas contaminadas, se puede expresar de forma similar a la de la pirita aunque es importante destacar
que estos sulfuros minoritarios no siempre producen acidez por sí mismos, aunque pueden generar proto-
nes por la hidrólisis posterior de los metales liberados.
En zonas asociadas al drenaje ácidos de minas es muy frecuente la aparición de minerales secunda-
rios como la melanterita (FeSO4 7H2O), romerita (Fe2+Fe3+2(SO4)4 14H2O), coquinbita (Fe2(SO4)39H2O),
copiapita (Fe2+Fe3+2(SO4)6(OH)2 20H2O) rozenita (FeSO4·4H2O), la szomolnokita (FeSO4·H2O), la halotri-
quita (FeAl2(SO4)4·22H2O) y la pickeringita (MgAl2(SO4)4·22H2O) y varios miembros de la familia jarosita,
tal como la jarosita potásica (KFe33+(OH)6 (SO4)2). Todos estos minerales están considerados como sales
generadoras de acidez (Younger, 1999).
De acuerdo con Hem (1985), existen tres tipos de acidez en las aguas:
I. Acidez asociada con los protones (H+), o sea el pH;
II. Acidez asociada con la disolución de compuestos orgánicos y
III. Acidez asociada con la hidrólisis de metales.
En el drenaje ácido de minas (AMD) la disolución de compuestos orgánicos es generalmente pequeña
o nula, por lo que la acidez está asociada fundamentalmente a las causas I y III. Sobre el tema del AMD

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se puede encontrar mayor información en un gran número de trabajos (Muñoz et al., 1997; Younger, 1999,
2000), que tratan sobre los problemas del drenaje de aguas ácidas relacionados con la minería del carbón
y yacimientos polimetálicos.
De forma general, el proceso de oxidación de los sulfuros está favorecido por el ascenso y descenso
del nivel freático dentro de las balsas de residuo y del acuífero. Durante el descenso se produce la entra-
da de oxígeno y la oxidación de los diferentes metales, mientras que en el ascenso se produce la disolu-
ción y lixiviado de los diferentes contaminantes. Es bueno destacar que la entrada del oxígeno está con-
dicionada por el grado de saturación de los residuos y que a partir del 80 % de saturación se dificulta la
difusión de éste en el medio (Elberling and Nicholson, 1996). La mayor o menor magnitud de este proce-
so depende de los intervalos de este ciclo, condicionado por la variabilidad climática, el tipo de mina y si
la escombrera o balsa de residuo se encuentra en explotación o abandonada. Si está en explotación, hay
un aporte de líquido del proceso metalúrgico que también juega un papel importante en el ciclo (González
y Ramírez, 1995; González, et al., 1993, 1995, 1997; Pluta and Trembaczowski, 2001). Es de señalar que
generalmente por debajo de un metro de profundidad del nivel freático en el interior de las balsas se pre-
senta un medio reductor (Elberling and Nicholson, 1996). También conviene reseñar que no todos los sul-
furos metálicos necesitan disponer de oxígeno para disolverse. En algunos casos (ej. esfalerita, ZnS) la diso-
lución es no oxidativa.
Uno de los principales problemas asociados al drenaje ácido de minas es su caudal, que puede variar
desde unos pocos centímetros por segundo hasta varios centenares de metros cúbicos por segundo (Figura
5). Si el volumen liberado es muy grande, su salida a la superficie provoca la ruptura del equilibrio hidro-
geoquímico natural de las aguas superficiales debido a la gran descarga de ácido sulfúrico y metales aso-
ciados (Blowes et al, 1992; Younger, 2000). El efecto más inmediato provoca la salida al exterior de un
gran volumen de aguas ácidas es que el volumen de ácido sulfúrico que generalmente las acompaña car-
boniza la materia orgánica. Esto se ha podido observar claramente en la vegetación, en Aznalcóllar,
(Quintana, 1998), especialmente en los plantones más jóvenes y en los juncos que están quemados hasta
el nivel que alcanzaron las aguas (Llamas, 1998).
En un agua estancada, como la de las balsas, a una profundidad mayor de medio metro por debajo de
por debajo de la superficie el contenido en oxígeno disuelto es prácticamente nulo (Blowes et al., 1992;
Elberling and Nicolson, 1996), el ambiente es reductor y los metales se encuentran mayoritariamente esta-
bles como sulfuros. Por lo tanto, la mayor parte de las aguas presentes en las balsas de residuos mineros
tienen una menor acidez y menor contenido en metales pesados que las aguas asociadas al drenaje ácido
superficial. Si esas aguas infiltradas se ponen en contacto con aguas ricas en oxígeno o circulan por la zona
no saturada durante su infiltración, su capacidad para disolver metales aumenta considerablemente.
De los casos de contaminación de aguas subterráneas y superficiales consultados, el mayor porcenta-
je está asociado a la minería del carbón y a la de los yacimientos de minerales metálicos que presentan
una mineralización sulfurosa rica en metales pesados (Tabla 1). Los minerales sulfurosos al ponerse en con-
tacto con los agentes de meteorización, fundamentalmente el oxígeno y las precipitaciones atmosféricas,
provocan la oxidación de los sulfuros (Elberling y Nicolson, 1996, Yonguer, 1999, 2000) y con ello la gene-
ración de lixiviados y drenaje de aguas contaminadas. En muchos casos la contaminación de las aguas se
caracteriza por un pH ácido, grandes concentraciones de metales en disolución y en suspensión.
Los efectos ambientales, actividad biológica y toxicidad de los diferentes metales que se incorporan al
medio hídrico se recogen con gran grado de detalle en Merian, (1991).

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Figura 5. Drenaje de aguas ácidas: a) Galería de mina, en la rambla de Portmán con un caudal de 2 l/s, b) Túnel Lilian, en la corta
Gloria Cartagena, España con un caudal de 1 l/s, c) túnel Kingsmill en Perú con un caudal de 66000 l/s (66 m3/s ó ≈33.5 millones
de metros cúbicos al año) y d) túnel Victoria 13000 l/s (13 m3/segundo ó ≈7.5 millones de m3/año).

Tabla 1. Relación de algunos ejemplos del impacto ambiental de las actividades minero-metalúrgicas en
diferentes condiciones geográficas.

País Región Contaminantes Referencias


UK Frazer´s Grove Fe,Cu,Pb,Zn Younger, 2000
Canadá Sudbury Ni,Mn,Fe,SO4 Elberling and Nicholson, 1996
España Galicia Cu Izco et al., 1986, Iribar et al, 1998
Portugal Río Cabado Zn,Cr,Pb Goncalves, et al., 1994
México S.M. de la Paz Ni,Cu,Mn,Fe,Zn,As Manz and Castro, 1997
South Africa Transval Fe, SO4 Bullock and Bell, 1994
Guyana Omai Zn,Cu,Fe Narayan, 1998
Brasil Amazonas Cr,Mn,Pb,Ni Weissberg, 1991
Bolivia La Paz/Oruro Fe,Mn,Al Pescod and Younger, 1999
Argentina U,Ra Rodríguez, 2002
Chile Región central Cd,Zn Schalscha and Ahumada, 1998
Cuba Moa Ni,Cr,Mn,Fe,SO4 Rodríguez y Candela, 1998

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2.2. Variación de la morfología del terreno

La morfología local sufre importantes cambios debido a la construcción de vías de acceso y extracción
de mineral, se hacen pozos, galerías, zanjas y excavaciones diversas, se mueven grandes volúmenes de
mineral, tierra o rocas, desmontes, escombreras, balsas de sedimentación y terraplenes, sujetos a movi-
mientos de masa y a erosión de los agentes exógenos (Vera, 1979, Rodríguez, 2002). En general las modi-
ficaciones son más importantes si las explotaciones se hacen a cielo abierto o permitiendo el colapso
superficial. En la figura 6 se puede apreciar una corta de una mina a cielo abierto, donde una zona que
era una elevación ha pasado a ser una depresión. La minería subterránea puede provocar fenómenos de
subsidencia, hundimientos y fracturación de los macizos rocosos como el que se muestra en la Figura 7. El
que se presenten unos u otros, su alcance y otros efectos depende del tipo de roca de la profundidad de
las labores y de su extensión, etc. Por ejemplo, si la deformabilidad de las rocas es elevada tenderá a haber
subsidencia, pero si es baja son más probables los hundimientos, que suelen causar mayores daños. Las
vibraciones que acompañan a los hundimientos pueden generar graves daños también en lugares próxi-
mos, en edificios, embalses, puentes y otras obras públicas.
Los cambios de morfología son muy importantes pues, al afectar al nivel freático, provocan una inter-
cepción del mismo y por consiguiente un drenaje artificial. También se ha observado que puede conducir
a cambios en las condiciones de flujo y recarga (Figura 3 y 4). (Fernández Aller, 1981, Jiménez y Rodríguez,
1997). También se generan problemas de subsidencias del terreno debido a la extracción de aguas subte-
rráneas para bajar sus propios niveles.

2.3. Impactos sobre la atmósfera

Consisten en las emanaciones de gases a la atmósfera, la incorporación de partículas por la erosión


del viento y el vertido de las chimeneas. Los residuos de bajo peso específico son los que pueden tener
una mayor incidencia sobre este aspecto (cenizas de carbón, desechos de la industria petroquímica).

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Figura 6. Cambios en la morfología del terreno y el paisaje. Esta corta en los Blancos II en la
Sierra Minera de Cartagena la Unión.

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Figura 7. Fracturación del macizo rocoso cabezo de San Juan debido a la existencia en profundidad de
minería subterránea en la Sierra Minera de Cartagena-La Unión.

La contaminación del aire supone riesgos sanitarios importantes. Los contaminantes se originan al divi-
dir, triturar o remover suelos, sedimentos y rocas. Los lugares de origen son escombreras, balsas de sedi-
mentación, detritos de cualquier tipo, suelos con vegetación empobrecida o sin ella, vertidos o escapes de
las plantas de tratamiento, talleres, ventilación, vehículos, etc. Los agentes de contaminación atmosférica
más importantes son:
1) Aerosoles y polvo: su composición es variada y depende principalmente del material geológico
que se explota (rocas, minerales, carbón, petróleo o gas), pero el tamaño, el volumen y otras característi-
cas dependen de las técnicas mineras y metalúrgicas utilizadas y en menor medida de otros factores, fun-
damentalmente del clima local (Gregurek et al., 1999). En el caso del polvo presentan mayor riesgo
ambiental las partículas con tamaño menor de 10 micras (Sierra et al., 1998) pues no son retenidas por
las defensas del tracto respiratorio y las menores de 2 micras son inhaladas por los seres humanos y ani-
males y pueden provocar enfermedades respiratorias y cáncer de pulmón (Merian, 1991). Las partículas
ricas en sílice pueden ocasionar la silicosis, sobre todo en aquellos yacimientos con explotación de volú-
menes importantes de rocas ricas en sílice. Las emanaciones a la atmósfera en muchos casos son visibles
y generan además un impacto visual (Figura 8).
En la figura 9 se muestra el resultado de un estudio de las emanaciones de partículas sólidas emitidas
por una planta metalúrgica instalada en la localidad de Nicaro, en el Municipio Minero de Mayari, provin-
cia de Holguín, Cuba. Los metales pesados que acompañan estas emisiones pueden ocasionar diversas for-
mas de toxicidad, entre las principales se encuentran la emisión de partículas ricas en cromo hexavalente.
Las enfermedades de anemia y cáncer pueden ser provocadas por materiales radiactivos y cáncer de pul-
món por asbestos, cromo, etc. (Merian, 1991, Adriano, 1995).
2) Gases y compuestos gaseosos, principalmente dióxidos de carbono, nitrógeno, azufre y, en oca-
siones, sulfhídrico, fluorhídrico, etc. Las consecuencias son variadas y recaen principalmente sobre los orga-
nismos vivos de la zona minera y de sus inmediaciones, que quedan sujetos a riesgos sanitarios impor-
tantes con variados tipos de enfermedades.

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Figura 8. Vertido de gases de una planta metalúrgica procesadora de Ni y Co. Moa, Cuba. Observe que las áreas
circundantes a la fábrica están totalmente deforestadas.

Figura 9. El área rayada representa que en un mes de observación la masa de polvo depositada sobre el suelo es
superior a 0.5 mg/cm2 en un periodo de 30 días, superior a lo que establece la norma Cubana de medio ambiente.
(Modificado de Álvarez et al., 1982).

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2.4. Impactos sobre el suelo y los ecosistemas asociados

El suelo y sus ecosistemas sufren dos tipos de impactos:


I) Impacto directo, derivado del desbroce que se realiza en las áreas mineras para la construcción de
pistas, carreteras y todas las infraestructuras que se desarrollan alrededor de una explotación
minera e
II) Impacto indirecto, derivado de las emanaciones que se producen sobre la atmósfera.
La deforestación y los procesos erosivos asociados a las áreas mineras constituyen una de las mayo-
res fuentes de contaminación de las aguas superficiales y los mares. Por ejemplo las actividades minero-
metalúrgicas desarrolladas en la explotación de los yacimientos lateríticos ricos en níquel y cobalto en
Cuba han afectado más de 6000 hectáreas de suelo. En la figura 10, se puede apreciar en una imagen de
satélite de la zona minera de la región oriental de Cuba y se puede observar el área de forestada donde
se ve con claridad la magnitud de este problema. Considerando el volumen de producción actual (66000
t/año) (Anthony and Flett, 1997) y las reservas de mineral existentes en el país (20000 millones de tone-
ladas) es de esperar que el área afectada continúe aumentando en los próximos años. El problema de la
deforestación y el vertido y acumulación de los residuos minero-metalúrgicos ha provocado la contamina-
ción de las aguas superficiales, y subterráneas y el medio marino (González y Ramírez, 1995; González, et
al., 1993, 1995, 1997; Rodríguez, 2002).
La vegetación y las aguas locales pueden sufrir los efectos de la contaminación atmosférica, produ-
ciéndose daños diversos. Las modificaciones de la morfología y la contaminación de aguas y aire influyen
negativamente sobre los suelos, que pueden ser destruidos, degradados o alcanzados por diversos conta-
minantes (metales pesados, compuestos tóxicos, isótopos radiactivos, etc.), por lluvias ácidas, por sedi-
mentos que los alteren, por gases nocivos, etc., con consecuencias que van desde caídas en la productivi-

Figura 10. Imagen de satélite de la región oriental de Cuba donde se puede apreciar en tonalidades marrón y señaladas con un
círculo rojo el área deforestada por la minería a cielo abierto (http://visibleearth.nasa.gov/).

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dad primaria (y por lo tanto en las cosechas agrícolas) hasta la práctica desaparición de los microorganis-
mos del suelo y de la vegetación (Elberling and Nicholson, 1996).
El principal problema ambiental generado por los residuos gaseosos vertidos a la atmósfera son las
lluvias ácidas, que pueden manifestarse en regiones muy alejadas del área de emanaciones. El efecto que
provocan estas lluvias es la acidificación de suelos y la eliminación de grandes superficies de bosques.

2.5. Impactos paisajísticos

Las modificaciones morfológicas se traducen en impactos paisajísticos considerables, frecuentemente


agravados por la destrucción o degradación de la vegetación (Figura 11 y 12), la ruina de granjas y otros
edificios preexistentes, por la combustión espontánea de escombreras, la existencia de torres, barracones,
plantas de concentración y tratamiento, presas de aguas y de residuos y construcciones diversas para la
actividad minera (en ocasiones poblados enteros).
En ocasiones el cierre de minas subterráneas produce el desplome o colapso de la superficie del terre-
no, mayoritariamente por el desplome de los pilares de las cámaras debido a la erosión hídrica de los estra-
tos infrayacentes. Los impactos paisajísticos pueden aparecer también lejos de las operaciones (por ejem-
plo, daños en la vegetación a causa de las lluvias ácidas o masas de aire contaminado por el polvo de ate-
rramiento, de actividades complementarias como la construcción de un ferrocarril, una carretera o un ten-
dido eléctrico, etc.)
Cada vez con mayor frecuencia se realizan las explotaciones a cielo abierto, de dimensiones superio-
res a las subterráneas. Las causas son:
– La creciente utilización de rocas industriales,
– El incremento del consumo de materia prima mineral,
– Las leyes de contenido mínimo industrial cada vez más bajas
– y los cada vez más poderosos medios tecnológicos utilizados en los procesos metalúrgicos.
2.6. La contaminación ambiental por diferentes formas de energía

La contaminación ambiental por esta causa puede provocar diversos daños ecológicos y a la pobla-
ción. Las vibraciones (maquinaria pesada, explosivos, movimientos de masa de suelos y rocas) pueden tam-
bién dar lugar a impactos ambientales (Pollock, 1986).
La contaminación térmica de las aguas, debido a su uso para refrigerar, puede provocar efectos varia-
bles entre los que destacan los cambios en la flora y la fauna en ríos, lagos y mares, que pueden influir en
el desarrollo de nuevas especies. Las oscilaciones grandes de temperatura originan contaminaciones tér-
micas, que pueden llegar incluso a provocar la muerte de los seres vivos acuáticos (Pollock, 1986). La emi-
sión de gases y vapor a la atmósfera se produce generalmente con altas temperaturas (Pérez, 1991; Pérez
et al., 1991; Pérez y Yuzhaninov, 1991).
Estudios de los efectos del ruido generado por las actividades minero-metalúrgicas indican que el ruido
puede provocar diferentes enfermedades sobre la capacidad auditiva de los trabajadores. Estudios en plan-
tas metalúrgicas en Cuba muestran que el 80% de los trabajadores presentan diferentes afectaciones
sobre su capacidad auditiva (Aguilera, 1998).

2.7. Impacto demográfico

Se plantea que las actividades de explotación de los recursos minerales generan entre 5 y 10 puestos
de trabajos indirectos por cada uno de los trabajadores vinculados directamente a la industria. Esta gran

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Figura 11. Corta San José, Sierra miera de Cartagena-La Unión España. Se puede apreciar una parte de las cavidades de la super-
ficie y la ausencia de la vegetación en todo su contorno lo que constituye un impacto visual importante además de un cambio
total del paisaje original.

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Figura 12. Fotografía aérea del cabezo Rajao de 600 m de longitud, 10 metros de ancho y 300 metros de profundidad en la
Sierra Minera de Cartagena-La Unión (España). Obsérvese las irregularidad de las grandes cavidades en superficie y la ausencia de
vegetación. En el área no se ha aplicado ningún tipo de restauración (García, 2004)

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capacidad de generar empleo da lugar a la creación en torno a esta actividad de núcleos de población muy
importantes. El ejemplo más representativo son las actividades minero-metalúrgicas asociadas a grandes
depósitos minerales, con reservas para varias decenas e incluso cientos de años.
Un ejemplo de ese impacto demográfico es el municipio minero de Moa en la provincia de Holguín,
Cuba. En esta región oriental existe uno de los depósitos residuales de níquel más importantes del mundo.
Las reservas estimadas son de 2000 millones de toneladas. Considerando el volumen de producción
actual, 66000 toneladas por año, existen reservas de mineral para unos doscientos años. En este munici-
pio las actividades minero-metalúrgicas se iniciaron en el año 1962 con una planta metalúrgica de pro-
ducción de níquel por el método de lixiviación ácida, en esa época la población era de unos 5000 habi-
tantes. En el año 1986 se incorporó al proceso productivo otra planta metalúrgica que produce óxidos de
níquel por el proceso lixiviación carbonato-amoniacal. Estas industrias y sus instalaciones asociadas
emplean directamente unos 8000 trabajadores. Estas actividades han provocado el incremento de la
población de municipio y áreas aledañas. En la actualidad la población en el municipio de Moa es de
80000 habitantes. Esto nos muestra que la población ha crecido en más de un orden de magnitud en solo
cuatro décadas.

3. CONCLUSIONES

Los diferentes contaminantes, las fuentes de contaminación y los impactos ambientales producidos por
las actividades antropogénicas y en especial las minero-metalúrgicas presentan dos elementos o ciclos que
los relaciona entre si:
1. el ciclo hidrológico y
2. el movimiento de las masas de aire.
En la figura 13 se ilustra de manera esquemática el ciclo hidrológico y el movimiento de las masas de
aire. Se puede apreciar el ciclo hidrológico en estado natural (Figura 14a) y el ciclo hidrológico actual alte-
rado por el hombre (Figura 13b). Como se ve en el ciclo hidrológico esta incluido el movimiento de las
masas de aire que son las que transportan las nubes, los gases, los aerosoles y las partículas sólidas exis-
tentes en la atmósfera.
De los dos elementos el más importante es el ciclo hidrológico debido a que el agua es el disolvente
universal y el principal elemento transportador de los contaminantes en el planeta. El agua transporta los
diferentes contaminantes en suspensión y en disolución. Durante el desarrollo de las precipitaciones la llu-
via efectúa un lavado de la atmósfera y con ello se eliminan las partículas sólidas, los aerosoles y gases
transportados por las masas de aire. En las zonas donde la atmósfera está contaminada el agua de lluvia
muestra la presencia de diferentes contaminantes, los cuales pueden contaminar la superficie del suelo, las
aguas y sus ecosistemas asociados (García, 2004).
Las precipitaciones favorecen el transporte gran cantidad de sedimentos en suspensión mediante la
escorrentía escurrimiento superficial. En las zonas donde el impacto sobre el suelo debido a la deforesta-
ción es importante, la magnitud de estos sedimentos en suspensión puede ser considerable. Los sedimen-
tos arrastrados por el agua de escorrentía terminan colmatando los cauces de los ríos y arroyos e incluso
el fondo de las zonas costeras y de lagos y estuarios.
En el caso del flujo subterráneo por el medio poroso el transporte de contaminantes se efectúa mayo-
ritariamente en disolución y, en menor medida, pueden ser transportadas en suspensión partículas coloi-
dales. Asociados a estas partículas coloidales viajan normalmente otros contaminantes como los radio-

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Figura 13. a) Ciclo hidrológico en estado natural. b) Ciclo hidrológico afectado por las actividades antropogénicas
(Modificada de López-Geta et al., 2001).

nucleidos y metales pesados. En las zonas donde se desarrollan actividades mineras subterráneas las con-
diciones del flujo subterráneo pueden verse afectadas. En las zonas donde existen galerías, el flujo del
agua puede transportar mayor cantidad de partículas en suspensión que en un medio poroso natural.
Considerando lo anteriormente expuesto se puede concluir que en las zonas afectadas por actividades
mineras el ciclo hidrológico puede incrementar el impacto y riesgo ambiental de estas actividades si no se
llevan a cabo políticas ambientales adecuadas.

AGRADECIMIENTO

Este trabajo se desarrolla dentro de los proyectos; PPQ2001-2100-C04 del plan nacional de I+D+I
(2001-2003) y PB/44/FS/2002 financiado por la Fundación Séneca.

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