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ENSÉÑAME Y ENCAMÍNAME
Esta es una oración que David hizo muchas veces, como lo muestra el Salmo 25:4-5:
“Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas. Encamíname en tu
verdad, y enséñame; porque tú eres el Dios de mi salud: en ti he esperado todo el día”.
En este pasaje del Salmo 25:4-5 observamos tres peticiones que muestran la actitud
de sujeción de David hacia Dios: Muéstrame (señálame, hazme conocer) tus
caminos; enséñame (instrúyeme, entréname) tus sendas; encamíname (guíame,
dirígeme) en tu verdad
Necesitamos que Dios nos enseñe sus caminos y su verdad, para andar en rectitud,
justicia y verdad; para experimentar su bendición; para no caer en los caminos del
mal. Y eso quiere decir que nosotros debemos caminar en la luz y el conocimiento
que la palabra de Dios – la guía infalible e inerrable - nos proporciona, tal como lo
expresa el Salmo 118:105: “Lámpara es tu palabra para mis pasos (caminos), luz en mi
sendero”. Vivamos, pues, vidas en conformidad con las Escrituras. Y también
necesitamos tener corazones íntegros para temer su nombre: afirma mi corazón
para que tema tu nombre.
Esta oración es expresión del deseo del salmista de hacer la voluntad de Dios. La
voluntad de Dios es “buena, agradable y perfecta” (Romanos 12:2). Es lo mejor que
nos puede ocurrir.
¿Por qué es tan necesaria esta actitud y oración de pedir ser guiado enseñado por
Dios? Porque solamente los caminos de Dios son perfectos, justos y rectos. Entre
los caminos de Dios y los caminos del hombre existe un profundo abismo. La Biblia
deja bien claro el peligro de excluir a Dios en nuestro caminar: “Hay camino que al
hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12)
David tenía una gran necesidad de ser enseñado. Esto le llevó a decir: “no me des mi
camino, Jehová; enséñame tu camino” … muéstrame tus sendas. Como creyentes
necesitamos imitar esa actitud del corazón de David. Pero “la mayoría de nosotros,
cuando oramos, estamos preocupados por la liberación y ayuda y dirección y tales
cosas. Pero no estamos ni siquiera tan preocupados para servirle y ser enseñado en
el camino de Dios y en ser ayudado para servirle con un corazón no dividido”.
AFÍRMAME
La otra gran declaración de David en este salmo es: afirma mi corazón para que no
flaquee, o se distraiga, o se desenfoque. Por el contrario, para que se afiance en
mí el temor de Dios. David sabía que él únicamente podría caminar en la verdad de
Dios con un corazón afirmado. Un corazón dividido – dividido entre diferentes
lealtades y diferentes deidades – jamás podrá caminar en la verdad de Dios.
“Nuestras mentes son aptas en estar divididas en una variedad de objetos, como
corrientes de agua las cuales se desperdicia su fuerza en cientos de arroyos; nuestro
gran deseo debiera de ser el tener todos nuestros ríos de vida derramados en un
solo canal y tener dicho canal dirigido únicamente hacia el Señor”.
Esta intención de caminar en integridad requiere, por un lado, asistencia divina: que
Dios afirme nuestro corazón en integridad; pero, por el otro lado, requiere
disposición para andar en integridad, tal como David: "Entenderé el camino de la
perfección cuando vengas a mí. En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi
casa" (Salmo 101:2).