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Segundo Parcial de Literatura Latinoamericana I

Profesora Titular: Dra. Nancy Calomadre.

Alumno: Marcos Liguori.

DNI: 38.281.383

22/06/2018
1) Para analizar la relación entre ficción y Nación en María, es pertinente considerar cómo
la literatura, en cuanto instrumento de imaginación y difusión, ayuda a construir a la Nación
como entidad política y a configurar, en un grupo de habitantes heterogéneos, un nosotros.
En este sentido queremos mencionar el concepto propuesto por Sommer de ficción
fundacional, referido a las novelas que sirven ideológicamente al Estado para su
consolidación. En el caso de María, Sommer ve una singularidad en tanto no se preocupa
por los orígenes nacionales o de aquellos obstáculos para su desarrollo, cuestión que le
restaría compromiso político. Sin embargo, en la pregunta sobre la relación entre la ficción
romántica y el proyecto político se encuentra una clave de lectura: las novela de Isaacs sirve
de retórica para la institucionalización de un proyecto hegemónico mediante el
disciplinamiento y la construcción de hábitos culturales. Este carácter cívico-educador la
posiciona como una novela fundacional en cuanto, paralelamente a la construcción de un
territorio nacional, educa moral y sentimentalmente a sus lectores, instaurando
ideológicamente un nosotros ideal, civilizado y patriótico. María sirve, en efecto, como un
modelo de conducta social romántico deseado por los grupos hegemónicos para la
consolidación del Estado-Nación.

¿Cómo se construye ese nosotros en el texto? En el mismo prólogo, el autor nos interpela
llamándonos “hermanos de Efraín” (Isaacs, 2015; 11) y nos incita al llanto como un rasgo
que nos incluirá en un colectivo. Por tanto, esta interpelación dirigida al lector nos habla de
una política de construcción de afectos y cuerpos que luego se proyectará sobre los
personajes de la novela. Si tomamos a la familia como un microcosmos sobre la cual se refleja
la estructura social de la Nación, encontramos en las distintos comportamientos afectivos de
los personajes ideales de conducta que tienen una función disciplinaria. En primer lugar, en
el seno familiar, la jerarquía está fuertemente marcada en la división de roles y nunca es
cuestionada. Ejemplo de esta situación es el mayor obstáculo para la unión amorosa de los
protagonistas: Efraín nunca se opone a la autoridad de su padre que lo manda a estudiar a
Europa, ni siquiera por motivos pasionales. Puede, en efecto, arriesgar desesperadamente su
vida tratando de buscar al médico para María, pero no osa cuestionar luego la estructura
familiar que decide separarlos. A su vez, los personajes cumplen idealmente con roles
diferenciados: las mujeres tienen notable presencia dentro del ámbito privado, y los hombres
en el espacio público. Se establece así una serie de dicotomías paralelas: la hacienda, el

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paraíso perdido, se constituye como un espacio romántico, natural, casi salvaje, construido
como un locus amoenus en donde se desarrollan armónicamente los sentimientos amorosos.
Este paisaje acompaña bucólicamente el estado de ánimo del protagonista: en los momentos
felices se presenta solidaria con sus sentimientos (“Aquel silencio, interrumpido solamente
por el rumor del rio, era más grato que nunca a mi alma.” (Isaacs, 2015; 31)) y en los
momentos de peligro se vuelve salvaje y peligrosa (“Relámpagos débiles, semejantes al
reflejo instantáneo de un broquel herido por el resplandor de una hoguera, parecían querer
iluminar el fondo tenebroso del valle.” (Isaacs, 2015; 36 )). Por tanto, el hogar privado es
pensado como un espacio con una fuerte presencia de lo femenino, de los afectos y de la
infancia, y en particular, del carácter irracional tan apreciado por los románticos. Por
contrario, el espacio público -en consonancia con el disciplinamiento masculino- se presenta
como un ámbito en donde predominan el saber y la razón: allí Efraín va a educarse y a hacerse
hombre para luego suplantar a su padre en la estructura familiar. El hecho de que su lugar de
estudios sea Londres nos habla de la oposición cuerpo/razón que podría hacerse entre Europa
como cúspide del saber y de América como territorio de los afectos.

A su vez, en cuanto al modelo de comportamiento que instaura la novela, podemos rescatar


nociones como el respeto, el pudor, la reserva, la delicadeza, entre otros. El amor de María y
Efraín nunca transgrede las normas institucionales y sólo se explicita en cuanto es aprobado
por la autoridad paternal. El trágico hecho de que Efraín no haya podido en toda la novela
besar a su amada da cuenta de una etiqueta que se respeta en la interacción con el sexo
opuesto. Verificamos, nuevamente, como los comportamientos afectivos proponen modelos
de conducta individual y disciplinan las relaciones amorosas de hombres y mujeres, como la
de cada miembro de la familia. Es innegable el aporte, por tanto, que la novela realiza en
cuanto formadora de buenos ciudadanos y buenas familias para el desarrollo de la Nación.

Esta organización armónica y estructurada de la familia, con roles y tareas diferenciadas se


proyecta a su vez sobre los campesinos que la rodean. Estos grupos respetan las relaciones
jerárquicas y mantienen con las clases dominantes una relación de vasallaje, exenta de
cualquier conflicto: “los esclavos, bien vestidos y contentos (…) eran sumisos y afectuosos
para con su amo (Isaacs, 2015; 17). Los criados y peones son tratados con amabilidad por
sus patrones y comparten actividades como las comidas y la caza. Es notable el hecho de que

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se describe en sus propiedades la limpieza de los hogares, como a su vez la belleza de su
fisonomía y las características de su vestimenta que, aunque no alcanzan el nivel social de la
familia del protagonista, les otorgan prestigio. Un acontecimiento que ejemplifica este tipo
de relación armónica es la boda de Braulio con Tránsito, cuyos padrinos son María y Efraín.
La muerte de Nay (Feliciana) y su relación con Efraín, por otro lado, nos habla de este vínculo
idealizado entre grupos hegemónicos y subordinados. A su vez, la historia conecta a Nay con
la realeza africana, construyendo una idealización de la exesclava mediante la nobleza de
linaje. El campesino, por tanto, es incorporado a la civilización, al paisaje, y a la estructura
social de una manera armónica, elemento que sirve a la función fundacional mencionada,
proponiendo también un modelo de conducta para la buena servidumbre.

En conclusión, el tratamiento de los afectos, conductas, la configuración de los espacios y la


incorporación armónica de distintas clases sociales en el microcosmos alegórico de la familia
como reflejo de la estructura social hacen a la función fundacional de María y la convierten
en una herramienta poderosa del Estado para la educación de las masas.

2) Para entender las modulaciones del Barroco de indias es necesario, en primer lugar,
entender desde qué aproximación teórica lo estamos analizando. En efecto, como afirman
Moraña (Moraña, 1998) y Santiago (Santiago, 2007), existe una postura tradicional que
define a la literatura barroca hispanoamericana como un mero reflejo, una aplicación
degradada de modelos trasladados de la metrópoli. Por otro lado, podemos reconocer una
nueva tendencia crítica que cuestiona esta mirada eurocéntrica y que, sin desconocer la
dependencia al modelo metropolitano, enfatiza en la dinámica social y las condiciones de
producción desde las cuales se pueden advertir particularidades locales. Por tanto, desde este
paradigma reconocemos al Barroco en América como la imposición de un modelo y de
códigos culturales que sirven a los intereses de dominación cultural y al mantenimiento de
una estructura de poder -un Barroco de Estado-, pero también como la apropiación de éstos
códigos que va a permitir una diferenciación social subalterna plasmada en la emergencia de
una conciencia criolla. Reconociendo la función ideológica del Barroco de Indias ya no lo
entendemos como una traslación del modelo metropolitano sino que lo pensamos a partir de
una lógica dual, como una dinámica de imposición y adaptación creativa. Es este el carácter

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bifronte del Barroco que menciona Santiago: en la adopción del modelo estético y de los
ideales metropolitanos se encuentra la huella de la posición subalterna que ocupa la
oligarquía criolla, una posición de sospecha frente a sus capacidades morales e intelectuales
que justifica el ejercicio de la autoridad metropolitana. En este sentido, la subestimación
hispana va a generar un apropiación del discurso hegemónico en función a los intereses
políticos del sujeto criollo, que intenta reivindicar su posición subalterna. Por tanto, en el
ámbito cultural, el manejo del código estético barroco puede ser leído como una forma de
continuidad del modelo metropolitano pero también como una prueba que los letrados
criollos dan de sus capacidades intelectuales, como una legitimación de su posición
americana, en nada inferior -intelectualmente- a la española. En este uso estratégico del
discurso metropolitano a los propios intereses de las elites criollas entendemos la emergencia
de una conciencia social diferenciada que va a poder desmontar, de acuerdo a su posición
subalterna, el modelo impuesto. Por tanto, estamos de acuerdo con Moraña cuando
caracteriza al barroco hispanoamericano como “dependiente de sus fuentes, pero original en
sí mismo” (Moraña, 1998; 47) .

Este mecanismo mencionado lo encontramos en una de las máximas representantes del


Barroco hispanoamericano: Sor Juana Inés De La Cruz. En su Loa al Divino Narciso,
reconocemos -junto a Benoist (Benoist, 1999)- una conciencia crítica de su posición
subalterna y una “resistencia frente a la hegemonía del modelo sacramental peninsular”
(Benoist, 1999; 73). En efecto, Sor Juana anticipa las posibles censuras que podrían impugnar
su obra -desde el prejuicio hispano- y las refuta. Hace, en primer lugar, una imitación de la
retórica sacramental de Calderón de la Barca. Sin embargo, la imitación no es meramente
un mímesis, sino que significa una reescritura del modelo calderoniano. Sor Juana,
efectivamente, hace uso de elementos del código barroco (alegoría, antítesis, hipérboles,
entre otros) que se resignifican como elementos de legitimación al ser enunciados desde una
posición marginal. Como menciona Moraña, Sor Juana escribe como intelectual, como
mujer, y como subalterna, condiciones que le permiten construir una “retórica de la
marginalidad” (Moraña, 1998; 45) que la legitiman como sujeto de enunciación.
Observamos en la Loa ejemplificada esta resistencia a la marginalidad en la anticipación de
la crítica hispana:

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Celo: ¿Pues no ves la impropiedad/de que en Méjico se escriba/ Y en Madrid se represente?// Religión: ¿Pues es cosa
nunca vista/ que se haga cosa en una parte, porque en otra sirva? (…) (Sor Juana Inés De La Cruz, 1957; 7)

Poco después menciona que su obra “de la obediencia es efecto,/ no parto de la osadía.” (Sor
Juana Inés De La Cruz, 1957;7) Vemos, entonces, una conciencia crítica (casi) invisible -
ocultada y silenciada intencionalmente- en la apropiación de la retórica barroca, que señala
una tensión entre lo que se sabe y lo que se dice. El uso del codigo estético hegémonico, en
conclusión, sirve a Sor Juana para lograr un reconocimiento social específico, que se legitima
a través de una imitación que paradójicamente señala al mismo tiempo su diferencia: “que a
especies intelectivas/no habrá distancias que estorben/ ni mares que les impidan.” (Sor Juana
Inés De La Cruz; 1957; 10).

La aproximación al Barroco que planteamos está estrechamente relacionada con una forma
de entender la historia. En este sentido, es pertinente señalar la postura de Lezama Lima,
quien considera a la historia latinoamericana no como un vector lineal y progresivo sino
como un devenir ascendente, del que se desprende la idea metafórica del sujeto rebelde
latinoamericano, producto de una simbiosis cultural entre lo indígena y lo europeo, es decir,
de dos grandes síntesis: “lo hispano incaico y lo hispano negroide” (Lezama Lima, 1981;
399). Por tanto, se descarta pensar al barroco como un movimiento histórico en términos del
logos hegeliano y se lo considera como un paradigma epistemológico y poético para pensar
el mundo. Se toma la idea del Barroco tradicional para invertirla: ahora, en su carácter
demoníaco, la americanización del Barroco es pensada como una contra-catequesis que
abandona una cronología histórica acabada (cerrada) para situarse como una modernidad
permanente y alternativa: una modernidad otra que se perfila como nuestra meta-historia.
Sarduy (Sarduy, 1999), por otro lado, piensa que el Barroco europeo y el Barroco colonial
constituyen un universo desordenado pero a su vez armónico por la consonancia estructural
que los organiza y hace a su homogeneidad. Pero si tenemos en cuenta la oposición
mencionada en Lezama Lima frente a ese logos organizador homogéneo, frente a un saber
cerrado en sí mismo, se presenta la noción de Neobarroco. Sarduy la entiende como una
pulverización de un saber previo por medio de la incorporación de elementos caóticos,
incorrectos y alógenos que destronan la autoridad anterior, rompen con esa homogeneidad
previa y señalan una inarmonía. El Barroco se construye, entonces, como un “Barroco de la
Revolución” (Sarduy, 1999; 1404).

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Bibliografía:

BENOIST, Valerie (1999): “El escribir no parte de la osadía: Tradición y mímica en la Loa
para El Divino Narciso de Sor Juana Inés de La Cruz”. Latin American Theatre Review. 33:
73-83.
ISAACS, JORGE (2015): María. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Colihue.
LEZAMA LIMA, José (1981): “La curiosidad barroca”. Capítulo II de La expresión
americana en El Reino de la imagen. Ayacucho, Venezuela.
MORAÑA, Mabel (1998): “Barroco y conciencia criolla en Hispanoamérica”, en Viaje al
silencio. Exploraciones del discurso barroco. Cuidado de la edición: Juan Carlos H. Vera.,
pp. 25-49.
SANTIAGO, Olga Beatriz (2007): “Las letras del Barroco hispanoamericano desde la
polémica hispano-criolla”, en Península vol. II, nº 1, CEPHCIS/ UNAM/ Mérida, Yucatán,
México, pp. 125-135.
SARDUY, Severo (1999): “Barroco y neobarroco” en Obras completas. Edición crítica de
Gustavo Guerrero y Francois Wahl. Nanterre et al. ALCCA XX, Colección Archivos.
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ (1957): Carta de Sor Filotea y Carta Respuesta a Sor
Filotea dela Cruz. México- Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1957-----------------
----------------------------. “Loa para el autosacramental de “El Divino Narciso””, en Obras
Completas de Sor Juana Inés de la Cruz. México- Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica, 1951-1957.
ZANETTI, Susana. “La lectura de María, constitución de un clásico hispanoamericano”.
Biblioteca Virtual Universal. http://www.biblioteca.org.ar/libros/134806.pdf Consultado:
29-04-2018.

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