Está en la página 1de 1

Ya no me llegan ofertas de inversión de algún desconocido con nombre exótico y perfil poco

confiable. Los comentarios en las redes sociales, cuando funcionan, son deprimentes, y
algunos han decidido evitarlas para siempre y centrarse “en lo importante”. Que es sobrevivir.

Ya no hay más videos de gente haciendo desafíos estúpidos, trucos que no sirven para nada, ni
videos graciosos de caídas. Lo poco que queda de la red se usa para mandar mensajes de
ayuda, protestar por las condiciones existentes en el país o región, o simplemente “largar un
rant” y cagarse en todo.

La gente va más seguido a las iglesias, algunas semanas incluso todos los días. Aunque no es
que una ola de catolicismo haya tomado a la gente. Ya saben…bueno, en algunos casos sí, pero
creo que me hago entender.

Como extraño la estupidez. Como extraño las fotos y videos de autos lujosos, paisajes,
restaurantes. Las modelos de Instagram, los packs de Onlyfans.

El lujo idiota, el Eye candy. El fanservice de los japoneses, la comida callejera de Tailandia. El
mundo se achicó mucho, de repente. Se volvió más serio. Más doloroso.

Por Dios, no voy a hablar de los suicidios porque justo lo que pretendo es no añadir más
tristeza a este mundo. Pero me lo ponen difícil. Bueno, creo que es la hora de terminar el
mensaje. Es hora de ensuciarse las manos con tierra, con chatarra, con abono. De agarrar los
caballos o los vehículos que todavía pueden andar. Es una bendición que China todavía pueda
mover algo de su comercio en estas condiciones.

Soy Carlos Salgado, y si están escuchando esto, recuerden que resistir no sólo es trabajar y
luchar. También hay que mantener la alegría y darse la satisfacción de vivir entre tanta
sobrevivencia.

Cambio y corto.

También podría gustarte