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PARA PENSAR

¿FILOSOFAMOS TODOS?

La filosofía es un asunto que no atañe solo al profesor de ella. Por muy raro que
parezca, probablemente no hay hombre que no filosofe. O por lo menos, todo hombre
tiene momentos en su vida en que se convierte en filósofo.

Bochenski, J.M. Introducción al pensamiento filosófico

Un animal filosófico

¿Sabías que a la filosofía se la simboliza con la imagen de una lechuza? Es un ave


nocturna y solitaria con una visión de 360°, que suele permanecer expectante en las
ramas más altas de los árboles antes de levantar el vuelo. Aristóteles afirmaba que
un filósofo se parecía a estas aves, porque ha de tener la capacidad de “volar” donde
hay oscuridad y confusión. Hegel volverá a utilizar esta imagen de la lechuza para
referirse a la filosofía destacando que, como la lechuza, el filósofo levanta el vuelo
cuando ya ha anochecido, para hacer referencia a que el filósofo llega cuando ya
ocurrido todo, por ejemplo un suceso histórico y que lo que intenta es poner un poco
de comprensión en ello.

Aproximación al concepto de filosofía

¿Cuál es el origen del universo?, ¿Tendrá fin?, ¿Hay algo después de la muerte?, ¿Qué
sentido tiene la vida?, ¿Por qué soy como soy y qué me distingue del resto de los
animales?, ¿por qué debo obedecer las normas?, ¿cómo puedo distinguir el bien del
mal? Si alguna vez te has formulado alguna, o muchas de estas preguntas, entonces
la filosofía no te va a resultar algo extraño. Y es que, a pesar de su fama de oscura, la
filosofía se puede considerar una actividad natural del ser humano.

Sin embargo, concretar en qué consiste no es tarea fácil y, por ello, conviven y
suceden distintas concepciones y definiciones. Ello se debe fundamentalmente a que
la filosofía, en su afán por cuestionarse cualquier verdad que se da por establecida,
también se cuestiona a sí misma. Así, la filosofía puede ser entendida como un saber
que aborda cuestiones que, por su complejidad, no puede ser objeto de estudio de
otras disciplinas, como por ejemplo, las preguntas sobre el sentido de la existencia, el
origen de todas las cosas o aquello que hace que muchos objetos “aparentemente”
similares compartan o no una misma esencia. Por otro lado, la filosofía también
puede ser definida como “ciencia suprema”, es decir, algo así como el origen del
pensamiento científico y como garante, hoy en día, de su fiabilidad. Aunque hay
también quienes prefieren definir la filosofía como una determinada actitud, esto es,
una actitud crítica sobre la forma de conocer, sobre los objetos de conocimiento y
sobre lo que se dice de ellos.

Por todo esto, para esclarecer qué es eso a lo que llamamos filosofía, veremos cuál es
la etimología del término, y cómo surgió la filosofía en la Antigua Grecia, como
superación del pensamiento anterior (pre-racional, mito y magia).

Origen del término

La palabra filosofía proviene del griego y significa literalmente “amigo o amante


(filos) de la sabiduría (Sofía)”. Así pues, etimológicamente, la filosofía consiste en el
deseo de conocer. Casi todas las culturas comparten este deseo. Sin embargo,
cuando hablamos de filosofía, hablamos de una peculiar forma de saber: el que es
racional, sistemático y crítico. Y este, según los estudiosos, no se ha dado desde
siempre y en cualquier lugar, sino que tiene fecha de nacimiento.

Es tradicional situar el nacimiento de la filosofía en unas coordenadas espacio-


temporales muy concretas: Jonia (colonia griega de Asia menor), siglo VI a.C. En ese
momento y lugar, el ser humano observa lo que le rodea, maravillado y extrañado,
pero por primera vez convencido de la existencia de una explicación racional capaz
de desvelar el orden y el sentido oculto de todo ello. En ese momento podemos
hablar de la aparición de la filosofía.

Se atribuye a Pitágoras de Samos el haber sido el primero en emplear el término


“filósofo”, al lanzar un paralelismo entre la situación del espectador de los juegos
olímpicos y la condición del “amante del saber”. A diferencia de los atletas, que
buscan la fama y la gloria, o los comerciantes, que van movidos por el lucro, nos
encontramos con aquellos otros, los espectadores, que acuden a los juegos
simplemente para contemplar, deseosos de conocer y entender cuanto tiene lugar
en la arena.

Con Platón, siglo y medio después, el concepto de “filósofo” servirá para


contraponerlo al de “sabio”, atributo del que presumían los llamados sofistas,
destacados expertos en oratoria y retórica, quienes, por un lado, defendían que no
existían verdades absolutas. Platón los califica de falsos filósofos y afirma que la labor
que caracteriza a la auténtica filosofía es de la búsqueda de la verdad, el bien y la
belleza.

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